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PARCIAL HISTORIA DE LA ARQUITECTURA

Carrera: Martillero Corredor Público e Inmobiliario

Profesora: Díaz Cabeza, María del Carmen

Alumno/a: Gentile, Belén

Leg. 85878

Pregunta Nro. 1

Consigna 1

La importancia de la valoración del patrimonio cultural define su carácter singular, con valores
excepcionales que se manifiestan en la arquitectura, el urbanismo, el paisaje cultural y las artes
religiosas. Teniendo en cuenta que los valores pueden variar con el tiempo, en su espacio, según
los nuevos criterios de valor incluidos en la sociedad en la cual se analizan. Sin los valores propios
de su cultura, un bien no puede declararse patrimonial. Analizando el concepto de bien cultural
desde su historia y ética de la conservación del patrimonio, aplicamos los documentos
internacionales de UNESCO, y sus Organismos Asesores. Según la categoría del patrimonio cultural
a la cual pertenezcan los bienes, el lugar, su contexto cultural, el grado de conservación en el
tiempo, el proceso creativo que lo produjo, estos aspectos son imprescindibles, para determinar
valores. Reflexionar sobre diversos atributos de los bienes, entre ellos: su forma y diseño, los
materiales de su construcción, técnicas constructivas empleadas, la ubicación geográfica. El
conjunto de la Manzanza Jesuítica es un hito urbano de Valores Universales Excepcionales. En el
año 2000, UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto a las Estancias Jesuíticas
de Córdoba. El cual era parte del virreinato del Perú y que no contaba con valores como el oro o la
plata, pero con la llegada de la orden de los jesuitas en 1599 para realizar su tarea evangelizadora,
estos tomaron posesión de la manzana en la que ya existía una ermita. Iniciaron entonces la
edificación de la iglesia de San Ignacio, hoy conocida como Compañía de Jesús, la más antigua en
pie de la Argentina, que tardó 36 años en erigirse, su fachada no tiene ornamentación y se
presume que nunca pudo terminarse, Su interior barroco guarda dos estilos: el original, muy
teatral, colorido y con fuerte inclusión de dorado a la hoja, y el neoclásico del siglo XIX. La nave
central sigue los planos de cruz latina sin columnas internas y su bóveda de cañón corrido es muy
liviana y fue realizada íntegramente con madera. La mano de obra provino de las misiones
guaraníticas y de los esclavos africanos que fueron el inicio del mestizaje. Latinoamérica expresa
la creatividad de los pueblos mediante un proceso vivo y dinámico, que refleja una exclusiva
identidad, un representativo mestizaje claro ejemplo de la Manzana Jesuítica.

El Valor Cultural ayuda a medir el significado del lugar; apoyado en el análisis interdisciplinario de
su historia, según la Carta de Burra: Valor Cultural que significa al Valor estético, histórico,
científico o social para las generaciones pasadas, presentes o futuras.

El valor de identidad y el valor cultural, están basado en el reconocimiento, relacionado lazos


emocionales de la sociedad hacia los objetos y sitios, que incluyen características como edad,
tradición, continuidad, evocación, leyendas.

Autenticidad E IDENTIDAD
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Decía Juan Bautista Alberdi, a mediados del siglo pasado, "Seguir el desarrollo es adquirir una
civilización propia, aunque imperfecta, y no copiar las civilizaciones extranjeras, aunque
adelantadas. Cada pueblo debe ser su edad y su suelo, cada pueblo debe ser el mismo..."

En nuestros pueblos latinoamericanos se distinguen varias herencias la de la cultura pre colombina


que es el aporte indígena, 2da el legado europeo inicial ,3ra la criolla y la mestiza sumado el
aporte afroamericano, y por último la diversas inmigraciones iniciadas a fin de siglo, la
autenticidad de esos valores se manifiesta se apoya y se conserva en la veracidad de los
patrimonio que recibimos y que legamos demostrando respeto por la diversidad de culturas. la
identidad la entendemos como forma de pertenencia y participación, esta cambiante y dinámica y
que puede adaptar, valorizar, desvalorizar y revalorizar los aspectos formales y los contenidos
simbólicos de nuestros patrimonios.

AUTENTICIDAD Y MENSAJE

El objetivo de la preservación de la memoria y de sus referentes culturales debe plantearse en


función de servir al enriquecimiento espiritual del hombre más allá de lo material. El soporte
tangible no debe ser el único objetivo de la conservación. Debe conservarse el mensaje original del
bien, -cuando no fue transformado y que, por lo tanto, permaneció en el tiempo-

AUTENCIDAD Y CONTEXTO

La conservación de la autenticidad de los conjuntos urbanos de valor patrimonial presupone el


mantenimiento de su contenido socio-cultural, mejorando la calidad de vida de sus habitantes.

AUTENTICIDAD Y MATERIALIDAD

Una parte importante de nuestro patrimonio, especialmente la referida a 1a arquitectura


vernácula y tradicional, está conformada por materiales que son efímeros por naturaleza, como la
tierra, los elementos vegetales, la madera, etc. En estos casos, la renovación de prácticas
evolutivas en continuidad cultural como la sustitución de algunos elementos con las técnicas
tradicionales, resulta una respuesta auténtica.

GRADACION DE LA AUTENTICIDAD

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la gradación de la autenticidad de un bien y la


calificación de las autenticidades: en el aspecto espacial, constructivo, funcional, decorativo, etc.,
en función de las ideas que dieron origen al bien. Todos estos elementos han sido estudiados e
investigados en la Manzana Jesuítica.

CONSERVACION DE LA AUTENTICIDAD

Como pautas para una estrategia de la conservación de la autenticidad debemos tener en cuenta
la identificación de las tradiciones culturales locales; para preservar esas autenticidades. Ejemplo,
La Ciudad Sagrada de Caral, el asentamiento más destacado de la Civilización Caral, debido a su
antigüedad, complejidad arquitectónica, social y cultural, así como a su excelente estado de
conservación, representa un sitio de valor excepcional para los peruanos y para la humanidad en
general En el diseño de la ciudad se refleja la concepción del mundo, principalmente religiosa, y el
propio sistema social de la población. En las estructuras edificadas en la ciudad y en las tierras del
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entorno puede observarse, además, la aplicación conjunta de los conocimientos de ciencia,


tecnología y arte logrados en esa época.

Consigna 2

La presencia de los Jesuitas en América dejó una huella imborrable en Córdoba, donde el legado
de esta orden religiosa quedó inmortalizado en la gran cantidad de estancias que fueron
construidas y ocupadas por sus miembros. Estas estancias jesuitas cordobesas encierran siglos de
la historia colonial de nuestro país, y hoy la mayoría de ellas puede ser vestida por todo aquel que
quiera conocerlas.
Construidas entre los años 1616 y 1725 por los Jesuitas, surgieron para sustentar económicamente
su obra evangelizadora en la región. La Compañía de Jesús había sentado sus bases en lo que hoy
conocemos como la Manzana Jesuita en la Ciudad de Córdoba.
Allí se erigieron la Iglesia de la Compañía, el Colegio Máximo y el Convictorio, donde en la
actualidad funcionan la Universidad Nacional de Córdoba y el Colegio Nacional de Monserrat.
Desde hace más de 400 años, sus aulas y claustros albergan a estudiantes venidos de distintos
lugares en busca de conocimiento, el que se respira en todo su ambiente y su arquitectura.
Pero para que la misión evangelizadora y educadora pensada por San Ignacio de Loyola pudiera
concretarse, necesitaban generar sus propios recursos. Fue así que entre los siglos XVII y principios
del XVIII, la orden ignaciana, para lograr el mantenimiento de la Manzana Jesuita, adquirió o
construyó seis estancias en la región serrana: Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina
(1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (1683) y San Ignacio (1725). Esta última, ya desaparecida,
estaba ubicada en la zona de Calamuchita.

La más grande de todas las estancias jesuíticas, fue la Estancia Santa Catalina fundada en el año
1622.
En las antiguas tierras de Calabalumba la Vieja, en la actual provincia de Córdoba, la Compañía de
Jesús compro en cuatro mil quinientos pesos la Estancia de Santa Catalina que, por ese entonces,
comprendía algunas precarias construcciones y muchas cabezas de ganado.
Debido a la gran insuficiencia de agua, la primera gran obra de los jesuitas fue de ingeniería
hidráulica: un conjunto de conductos subterráneos por el cual el agua llegaba a la finca desde
Ongamira, a varios kilómetros de distancias en las sierras, y era almacenada en un gran tajamar.
Así, santa catalina se convirtió en el gran centro de producción pecuaria con miles de cabezas de
ganado vacuno, ovino y mular, además de obraje con sus talajes y aparejos, la herrería, la
carpintería, el batán (bastidor oscilante de telar) y dos molinos.
Pero más allá del gran emprendimiento productivo, Santa Catalina es conocida por su iglesia,
ejemplo del barroco colonial en Argentina, visiblemente influenciado por la arquitectura
centroeuropea del mismo estilo.
Más de un siglo después de adquirir la estancia en 1754, los misioneros jesuitas terminaron de
erigir la iglesia.
Su imponente fachada, flanqueada por dos torres y un portal en curva, es de líneas y ornatos
gráciles, con pilastras y frontones curvos. En su interior fascina la armonía de las proporciones: una
sola nave en cruz latina que culmina en la cúpula circular con ventanas en la bóveda, el gran
retablo del alta mayor tallado en madera y dorado, en el que se destaca un lienzo representativo
de la santa patrona de la estancia, una imaginen de vestir del Señor de la Humildad y la Paciencia y
la talla policromada de un Cristo crucificado.
A la monumental iglesia se le fueron sumando las demás construcciones del predio al estilo
Medioevo, claustros cercando patios, galerías con bóvedas de cañón, talleres, caballerizas,
depósitos, huertas y rancherías.
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