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El primero de ellos surge a fines del siglo XIX (1) en donde la Antropología se constituyó como
ciencia y la teoría que logró dominar el discurso antropológico fue el evolucionismo.
El segundo momento fue el que se desarrolló entre las dos guerras mundiales (2) y se
caracterizó por la aparición de una “diversidad” de teorías que tuvieron en común el intento
de explicar la diversidad cultural.
Y el tercer momento, que comienza luego de la Segunda Guerra Mundial (3), en el cual las
teorías anteriores todavía siguen siendo dominantes pero aparecen las “otras” Antropologías,
las “no occidentales” que plantean teorías alternativas sobre la otredad cultural.
Sostenemos que, como toda ciencia, la Antropología es una “construcción”. No sólo construyó
sus explicaciones sino construyó una imagen, un modelo de la otredad (del otro cultural), que
se constituyó como objeto de estudio antropológico, que no respondió a un “hecho empírico”
real.Así, la teoría evolucionista no se limitó a explicar la otredad cultural sino que “construyó”
su objeto (aquel que explicó) a partir de la “diferencia cultural”, el “otro” como diferente al
“nosotros”.
A fines del siglo XIX, la Antropología se formalizó como ciencia: la diferencia se constituyó en
objeto de explicación científica. El nuevo encuentro de los europeos con otras culturas
distintas dio origen a lo que sería la pregunta fundante de la Antropología: ¿porqué estos
hombres son distintos?
La primera teoría científica sobre la diferencia fue el evolucionismo que contestó esta
pregunta a través del concepto de evolución.
Por un lado, la historia y la sociología tomaron como objeto (objetivo) de estudio las
sociedades complejas, civilizadas, desarrolladas. Por el otro, las sociedades primitivas, no
complejas, no desarrolladas, sin historia y sin Estado pasaron a constituirse como el objeto
propio de la Antropología, teniendo como parámetro la ubicación de Occidente (ver cuadro II).
La Antropología indagó en el interrogante ¿por qué llegamos a ser lo que somos?, es decir,
¿cuál es el origen de estas diferencias culturales? Se elaboró una historia natural de la
humanidad.Entre las dos guerras mundiales, se caracterizó por “un cierre de las fronteras
nacionales” y por la consolidación de la presencia europea en sus colonias.Se produce la crisis
del evolucionismo como paradigma único y la separación de la ciencia en escuelas
nacionales.Aparecen así el estructuralismo y funcionalismo inglés, el particularismo histórico
en Estados Unidos, la escuela histórico-cultural en Alemania y la escuela sociológica francesa.
Criticaron las técnicas que utilizaron los evolucionistas, postulando que lo datos con que la
Antropología se debía manejar debían ser obtenidos de primera mano, de este modo, se
introduce, se inventa, la observación participante como técnica privilegiada de la Antropología.
El método comparativo fue puesto entre paréntesis y se lo sustituyó por el relativismo cuyo
postulado extremo implicaba la imposibilidad de comparar, ya que cada cultura es una
configuración distinta y entendible sólo en sus propios términos. Es decir que estas escuelas
nacionales tuvieron en común el haber elaborado teorías “relativistas”. Las teorías relativistas
intentan mostrar que todas las culturas son diferentes entre sí pero equivalentes, por lo tanto,
son diversas. Así se dio cuenta de la diversidad cultural.El estructural-funcionalismo británico
plantea conocer una cultura a partir de su presente (sincronía), el particularismo histórico
norteamericano recurrió al pasado para conocer una cultura.Los antropólogos ingleses
trabajaron en sus colonias de África y Oceanía, los antropólogos norteamericanos trabajaron
sobre “sus indígenas”. Ambos tienen la tendencia a especializarse en “pueblos primitivos”.
La Antropología Social se interesará por la forma en que se organizan los hombres, mientras
que la Antropología Cultural lo hará en la manera en cómo viven y piensan sus vidas y el
mundo (ver cuadro III).
La versión estructuralista
De las tres preguntas originarias del evolucionismo, Lévi-Strauss acepta la primera y la segunda
(¿qué es el hombre?, ¿por qué las culturas difieren entre sí?) pero modifica la tercera (¿cuál
fue su origen?) porque para él la pregunta por el origen no tiene una base científica sino
ideológica. La sustituye entonces por una más amplia: ¿cómo el hombre llegó a ser hombre?
Pero aunque dos de las preguntas sean las mismas las respuestas son diametral-mente
opuestas.
Para responder qué es el hombre y cómo llegó a ser tal, Lévi-Strauss recurre a la distinción
entre naturaleza y cultura.
Para contestar por qué las culturas difieren entre sí, recurre a la noción de diversidad cultural.
La distinción naturaleza-cultura
La segunda pregunta es: ¿cómo el hombre llegó a ser hombre? ¿Cómo se dio el pasaje entre
un estado y otro?
Lévi-Strauss plantea que entre un estado y otro no hay continuidad sino una relación de
oposición. Pero también considera que la “cultura no está yuxtapuesta o superpuesta a la vida
biológica”.
Su hipótesis es que “la cultura sustituye, utiliza y transforma a la naturaleza, para realizar una
síntesis de un nuevo orden”.
Pero ¿cómo prueba esta hipótesis? Lévi-Strauss busca un elemento que reúna las dos
características principales de cada estado: la universalidad de la naturaleza y la regla en la
cultura. Encuentra que “la prohibición del incesto”, cumple con la condición porque es la única
regla con carácter universal.
La prohibición del incesto posee la universalidad de los instintos y el carácter coercitivo de las
leyes y de las instituciones.
De esta forma, Lévi-Strauss considera que en la prohibición puede encontrar el modo en que
se cumple el paso de la naturaleza a la cultura.
Lévi-Strauss sostiene que la prohibición del incesto es una regla que puede ser definida como
“un complejo de creencias, costumbres, estipulaciones e instituciones que prohíben el
matrimonio entre parientes cercanos”.
Para Lévi-Strauss la prohibición del incesto es universal porque no hay grupos humanos
conocidos que no prohíban el incesto, más concretamente no hay ninguna cultura, sociedad o
grupo humano que autorice el matrimonio entre todos los parientes: sólo lo permiten con
algunos. En las sociedades que autorizan las uniones entre parientes cercanos, éstas sólo
tienen, en general, un carácter ritual (como entre los Incas) o son un privilegio de una
categoría social (como en el antiguo Egipto)
La relación entre la existencia biológica y la existencia social del hombre nos llevaron a
plantear el problema del incesto y comprobamos enseguida que la prohibición no corresponde
con exactitud ni a uno ni a otra. En este trabajo nos proponemos proporcionar la solución de
esta anomalía al mostrar que la prohibición del incesto constituye precisamente el vínculo de
unión entre una y otra. (...)
Constituye el movimiento fundamental gracias al cual, por el cual, pero sobre todo en el cual,
se cumple el pasaje de la naturaleza a la cultura (1969:59).
La relación naturaleza-filiación – la relación entre padres e hijos – implica que los genes de los
padres marcan los de los hijos (como sean los padres, serán los hijos). En este nivel la cultura
no puede hacer nada porque, de alguna manera, la naturaleza determina fuertemente la
filiación. En la filiación la naturaleza aparece determinando la relación.
“Lo cierto es que nunca se insistirá lo suficiente en el hecho de que si la organización social
tuvo un principio, éste sólo pudo haber consistido en la prohibición del incesto; esto se explica
por el hecho de que, como hemos mostrado, la prohibición del incesto no es más que una
suerte de remodelamiento de las condiciones biológicas del apareamiento y de la procreación
(que no conocen reglas, como puede verse observando la vida animal) que las compele a
perpetuarse únicamente en un marco artificial de tabúes y obligaciones. Es allí, y sólo allí, que
hallamos un pasaje de la naturaleza a la cultura, de la vida animal a la vida humana, y que
podemos comprender la verdadera esencia de su articulación” (1976:36-37).
De tal forma que con este razonamiento Lévi-Strauss vuelve a la idea de cultura con
mayúsculas, es decir, la Cultura como distintiva de la condición humana.
Al introducir la prohibición con características de ambas, y afirmar que esta prohibición es “la
Cultura”, transforma a ésta en una mediación, en un elemento mediador, aunque
transformador, entre la naturaleza y algo más. Ese algo más, la sociedad, la historia, es el que
va a dar sentido a ese “no”.
La introducción del “no” (“esta no es una hembra”) implica simplemente que se está marcando
una distinción pero no indica la forma que va a adquirir esa distinción.
Ese “no” se va a definir o aplicar de modo distinto en las distintas sociedades. Esa ya es una
determinación que, en términos de Lévi-Strauss, no compete a la Cultura sino a la sociedad, a
las culturas.
La diversidad
Es decir que para Lévi-Strauss, las semejanzas pueden tener cualquiera de esas causas pero
esas mismas causas pueden ser también causas de las diferencias.
Para Lévi-Strauss es un “hecho”, un fenómeno, algo que no ofrece dudas y que conforma la
vida de la humanidad. Si hay algo cierto es que la humanidad se desenvuelve a través de
“modos extraordinariamente diversificados de sociedades y civilizaciones” y que esa
diversidad “atañe a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas”.
Los modos en que las culturas y las sociedades difieren entre sí varían de acuerdo al tiempo y
el espacio. Encontramos culturas diferentes en distintos espacios en un mismo tiempo
(contemporáneas) como también encontramos indicios de culturas distintas
La diversidad es menos función del aislamiento de los grupos que de las relaciones que los
unen.Las actitudes de los hombres frente a la diversidad
Analiza tres tipos de actitudes que los hombres han tenido históricamente frente ella.
La actitud más generalizada, que se da a nivel del sentido común y sea quizás la más antigua,
es la etnocéntrica, la cual “consiste en repudiar pura y simplemente las formas culturales –
morales, religiosas, sociales estéticas – que están más alejadas de aquellas con las que nos
identificamos”.
Otra actitud, es la que se ha proclamado en los grandes sistemas religiosos (cristianismo,
budismo, islamismo), filosóficos (liberalismo, marxismo) y en las grandes declaraciones de los
Derechos del Hombre. En todos estos sistemas se proclama la igualdad natural entre todos los
hombres, la fraternidad y el respeto mutuo en el cual deben convivir. Es la actitud típica del
relativismo cultural. Pero esa proclamación de igualdad puede resultar abstracta en los hechos
ya que puede descuidar o negar la diversidad (¿igualdad respecto a qué?), al olvidar que el
hombre “no realiza su naturaleza en una humanidad abstracta, sino en culturas tradicionales”.
La igualdad es relativa.
Del análisis de las tres actitudes, Lévi-Strauss saca otra conclusión: la diversidad cultural no
sólo es variada porque se presenta de diferentes formas, sino que también es variada en
función de las distintas actitudes, de las distintas miradas, que han tenido frente a ella los
hombres.
La diversidad no es tanto producto de aquello que es diverso (de una cultura, una sociedad,
una persona) sino de la ubicación que adopte el que “mira” esa diversidad.
Toda sociedad puede, “desde su propio punto de vista”, distribuir las culturas en – por lo
menos – tres categorías:
Las que son sus contemporáneas pero residen en otro lugar del globo;
Las que se han manifestado aproximadamente en el mismo espacio, pero la han precedido en
el tiempo;
Aquellas que han existido a la vez en un tiempo anterior al suyo y en un espacio diferente de
aquel donde ella reside.
La noción de progreso
Para Lévi-Strauss la teoría evolucionista “cultural” (falso evolucionismo) fue la que intentó dar
cuenta de las tres categorías antes mencionadas en un sólo modelo explicativo.
Respecto a las sociedades de la primera categoría (1) –“las que son contemporáneas pero
residen en otro lugar del globo”–, los evolucionistas cayeron en el error de establecer entre
ellas relaciones que equivalen a un orden de sucesión en el tiempo.
Lévi-Strauss encuentra dos errores en este razonamiento. El primero es haber tomado la parte
por el todo: el hecho de que en algunos aspectos estas sociedades se parezcan no puede
concluirse que sean análogas en todos los aspectos. El segundo error es que, de esta forma, se
redujeron a las otras culturas a réplicas atrasadas de la civilización occidental. Para tratar a
algunas sociedades (la no occidentales) como etapas de desenvolvimiento de otra (la
occidental) habría que pensar que a aquellas no les ha pasado el tiempo, que no tenían
historia, siendo esa la explicación de por qué no progresaron.
Respecto a las sociedades que se pueden clasificar en la segunda categoría (2) –“las que se han
manifestado aproximadamente en el mismo espacio pero lo han precedido en el tiempo”–, el
evolucionismo ha tomado a las sociedades que antecedieron en el tiempo a Occidente en un
orden de evolución y progreso que llevó a considerar a algunas como superiores y otras
inferiores. Esta noción de progreso ejemplificada en las etapas sucesivas de los evolucionistas
(salvajismo, barbarie y civilización) no puede sostenerse. En primer lugar, hay pruebas
empíricas que demuestran que lo que se consideraron etapas sucesivas han coexistido en un
mismo tiempo. En segundo lugar, en suponer que porque una forma de hacha haya precedido
a otra, la primera es su originaria es sólo una “forma metafórica” que no puede probarse ya
que un “hacha no da nacimiento físicamente a otra hacha”.
De este análisis, Lévi-Strauss saca otras dos conclusiones sobre la diversidad. En primer lugar,
que la “historicidad” no es función de las propiedades intrínsecas de una cultura o de un
proceso cultural sino de la situación en la que nos encontramos con respecto a ella, “del
número y de la diversidad de nuestros intereses comprometidos en ellos”. En segundo lugar,
que el progreso de la humanidad no es necesario, ni continuo, ni consiste en llegar cada vez
más lejos en la misma dirección: “no se parece en nada a un personaje subiendo una escalera,
añadiendo con cada uno de sus movimientos un nuevo peldaño a todos los que ha
conquistado”. El progreso, si se puede seguir llamándolo así, procede por saltos, por
mutaciones, y va a acompañado por cambios de orientación; tiene siempre varias
“progresiones” pero nunca en el mismo sentido.
¿La diversidad cultural constituye para la humanidad una ventaja o un inconveniente? Es una
ventaja y afirma que la diversidad existe porque es una condición necesaria para el progreso
humano (de la humanidad o de la civilización mundial): sin ella éste no existiría.
Las sociedades diferentes, lejos de estar en un grado distinto de progreso, como lo planteaban
los evolucionistas, son parte de ese progreso.
- el aporte que realizó cada cultura, que no fue un aporte fragmentado (un
elemento aislado) sino que aportó su particularismo. Ese particularismo consiste en el modo
original en el que cada cultura agrupa, conserva, excluye, elementos que le permiten
responder o resolver problemas que son “aproximadamente los mismos para todos los
hombres pues todos los hombres, sin excepción, poseen lenguaje, técnicas, arte,
conocimientos positivos, creencias religiosas, organización social, económica, y política”. La
“dosis” (la medida) en que cada cultura utiliza estos elementos no es la misma para todas.
Estas opciones pueden pasar desapercibidas para las otras culturas. Por lo tanto, el aporte de
cada cultura al progreso de la humanidad (civilización) no “consiste en la lista de sus
invenciones particulares sino en la separación diferencial que exhiben entre ellas”.
Pero esto plantea una paradoja ya que al conformar coaliciones se produce, a la larga, una
homogeneización de las culturas y, por lo tanto, se pierde la diversidad. La humanidad se ha
visto constantemente frente a estos dos procesos contradictorios, uno que tiende a la
unificación (homogeneización) y otro a la diversificación. Pero ha encontrado “remedios” a
esta paradoja provocando procesos de diferenciación, sea estableciendo separaciones
diferenciales dentro de cada sociedad (creando desigualdad como por ejemplo en el
capitalismo), sea introduciendo nuevos participantes en la coalición (de modo compulsivo
como en el imperialismo o el colonialismo), o introduciendo regímenes políticos y sociales
antagónicos (su ejemplo: los
“bloques” socialistas/capitalistas).
“No existe principio general o proceso deductivo que permita anticipar los acontecimientos
contingentes de que se compone la historia de cada sociedad, los caracteres particulares del
medio que la rodea, los imprevisibles significados que escoge para dar a tal o cual
acontecimiento de su historia, tal o cual aspecto de su hábitat, entre todos aquellos que ella
hubiera podido retener para conferirles un sentido” (1984:126).
Cada cultura representa un caso único al que es preciso consagrar la más minuciosa de las
atenciones para poder, en principio, describirla, y a continuación tratar de comprenderla.
¿Por qué los criterios de selección y las cosas seleccionadas varían de una cultura a otra? Cada
cultura se constituye en rasgos diferentes. Para Lévi-Strauss, el viaje del antropólogo continúa
cuando aplica la comparación entre culturas. En segundo lugar, transforma la experiencia de la
otredad en modelos, es decir, “en sistemas de símbolos que resguardan las propiedades
características de la experiencia, pero que a diferencia de ésta tenemos el poder de
manipular”.
En Malinowski, el Nosotros se relativiza porque pasa a ser un Orden posible entre otros, pero
no desaparece sino que se torna como referente, como un punto donde se mira y se llena al
Otro.
En Lévi-Strauss, el Nosotros es un orden posible entre otros, es decir, lo relativiza pero lo lleva
más allá incluyendo la mirada desde donde se mira al otro. De este modo el referente se torna
consciente y además crítico. La otredad aparece, tal vez por primera vez como “construida”
por el Nosotros.
El segundo elemento es la reflexión sobre la relación entre las culturas y su aporte al progreso.
Pero además, y de forma fundamental, se enuncia la existencia de un tipo de relación
particular. Hay varias actitudes posibles en la relación entre culturas, pero hay un caso en el
cual:
“La situación se hace completamente diferente cuando la noción de diversidad reconocida por
ambas partes, es sustituida en una de ellas por el sentimiento de su propia superioridad,
fundado sobre relaciones de fuerza, y cuando el reconocimiento positivo o negativo de la
diversidad de las culturas da paso a la afirmación de su desigualdad” (1984:25).
Estas reflexiones en torno a las relaciones de desigualdad están presentes en los trabajos de
Lévi-Strauss sobre la diversidad pero no fueron desarrolladas en un modelo teórico explicativo
del por qué de esa desigualdad