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Capítulo 1
La tierra, su forma y movimientos
Contenido:
Figura 6. ¿Por qué son los días solares más largos que los días
siderales? (Vea el texto para los detalles)
¿Es solo que la manecilla pequeña marca la figura del siete? ¿Y qué
significa realmente esta figura? Muestra que después del mediodía,
ha pasado una buena parte del día. ¿Pero después de que mediodía
y, en primer lugar, buena parte de qué día? ¿Qué es un día? El día es
la duración de una rotación completa de nuestra esfera con respecto
al Sol. Desde un punto de vista práctico se mide como: dos pasadas
sucesivas del Sol (para ser más exacto, de su centro) a través de una
línea imaginaria en el cielo que conecta el punto que se encuentra
directamente en lo alto, el cenit, con el punto sur del horizonte. La
duración varía con el cruce del Sol por esta línea, un poco más
temprano o más tarde. Es imposible poner un reloj a funcionar con
este “mediodía verdadero”. Ni siquiera el artesano más
experimentado puede hacer un reloj que mantenga el tiempo en
concordancia con el Sol; es demasiado inexacto. “El Sol muestra un
tiempo equivocado” era hace un siglo el lema de los relojeros de
París.
Nuestros relojes no son fijos al Sol real sino que funcionan con
relación a un Sol ficticio que ni brilla ni calienta, pero que se ha
inventado con el único propósito de evaluar el tiempo correctamente.
Imagina que un cuerpo celeste cuyo movimiento a lo largo del año es
constante, tarda exactamente el mismo período de tiempo que el Sol
real en pasar por la Tierra. En Astronomía este cuerpo ficticio se
conoce como el Sol Medio. El momento en que cruza la línea Cenit —
Sur, se llama mediodía medio, el intervalo entre dos mediodías
medios se conoce como el día solar medio; el tiempo así medido se
denomina tiempo solar medio. Nuestros relojes se regulan según este
tiempo solar medio. El reloj de Sol, sin embargo, muestra el
verdadero tiempo solar por la situación que presenta la sombra del
Sol.
De todo lo antedicho, el lector podrá pensar que el globo gira
irregularmente alrededor de su eje, y que a esto obedece la variación
en la longitud del verdadero día solar. De afirmar esto cometerá una
equivocación, ya que esta variación se debe al desnivel de otro de los
movimientos de la Tierra en su viaje alrededor del Sol. Si el lector
medita un poco, verá por qué afecta esta variación la longitud del día.
Regresa a la Figura 6. Allí verás dos posiciones sucesivas del globo.
Primero la posición izquierda. La flecha inferior derecha muestra la
dirección de la rotación de la Tierra, en sentido contrario a las aguas
del reloj, si lo observamos desde el Polo Norte. En el punto A es
ahora mediodía; este punto está directamente opuesto al Sol.
Imagina ahora que la Tierra ha efectuado una rotación completa; en
este tiempo se ha desplazado hacia la derecha alcanzando la segunda
posición. El radio de la Tierra con respecto al punto A es el mismo
que el día anterior, pero por otro lado, el punto A ya no se encuentra
directamente frente al Sol. No es mediodía para nadie en el punto A;
desde que el Sol se aparta de la línea Cenit — Sur, la Tierra tiene que
girar unos minutos más para que el mediodía alcance el punto A.
¿Qué implica esto entonces? Que el intervalo entre dos mediodías
solares verdaderos es más largo que el tiempo que necesita la Tierra
para completar un movimiento de rotación.[8]
La Tierra viaja alrededor del Sol a lo largo de una órbita circular, con
el Sol en el centro, de modo que la diferencia entre el período real de
rotación y el que nosotros suponemos con respecto al Sol, es
constante todos los días, sin excepción. Esto se comprende
fácilmente, si se tiene en cuenta el hecho de que estas pequeñas
fracciones de tiempo, suman en el curso de un año, un día entero (en
su movimiento orbital la Tierra realiza una rotación extra al año); por
consiguiente la duración real de cada rotación es igual a:
6. Sombras extraordinarias
La Fig. 10 puede resultarte bastante extraña. El marinero que está de
pie bajo la intensa luz del Sol, prácticamente carece de sombra.
No obstante, ésta es una imagen real, no realizada en nuestras
latitudes, sino en el ecuador, cuando el Sol se encontraba casi en lo
más alto, en lo que se conoce como el “cenit”.
En nuestras latitudes el Sol nunca alcanza el cenit, por lo que una
imagen como la de la Figura 10 queda fuera de tema.
En las latitudes medias los días rápidamente se harían más largos con
el comienzo de la Primavera; tras esto, tendríamos luz diurna durante
varios días. Ese largo día significaría aproximadamente el número de
días que coincidiera con el número de grados que distan del Polo y su
duración sería aproximadamente el número de días igual a los grados
del doble de la latitud.
En Leningrado, por ejemplo, esta luz diurna continua, empezaría 30
días después del 21 de marzo, y duraría 120 días. Las noches
reaparecerían 30 días antes del 23 de septiembre. En invierno
sucedería lo contrario; una continua luz diurna sería reemplazada por
una oscuridad continua de aproximadamente la misma duración. Sólo
en el ecuador la noche y el día serían siempre iguales.
El eje de Urano se inclina sobre su plano orbital más o menos como
se describe anteriormente; su inclinación hacia su propio plano en su
camino alrededor del Sol es de sólo 8º. Uno podría decir de Urano
que gira alrededor del Sol “echándose a su lado.”
Estos tres “si”, con toda seguridad, pueden dar una buena idea al
lector, de la relación entre el clima y la inclinación del eje de la Tierra.
No es accidental que en griego la palabra “clima” signifique
“inclinación”.
d. Un “Si” más
Regresemos a otro aspecto de los movimientos de nuestro planeta, la
forma de su órbita. Como cada planeta, la Tierra cumple la primera
ley de Kepler, según la cual, cada planeta sigue un camino elíptico,
del que el Sol, es uno de los focos.
¿Cómo es la elipse de la órbita terrestre? ¿Difiere significativamente
de un círculo?
Los libros de texto y los folletos de astronomía elemental muestran a
menudo la órbita del globo como una elipse bastante extendida. Esta
imagen, mal entendida, queda fija en la mente de muchos lectores
para toda la vida; muchas personas permanecen convencidas que la
órbita de la Tierra es una elipse notablemente larga. Sin embargo,
esto no es así en absoluto; la diferencia entre la órbita de la Tierra y
una circunferencia es tan despreciable que no puede dibujarse de
otra forma que no sea una circunferencia. Supongamos que en
nuestro dibujo el diámetro de la órbita es de un metro. La diferencia
entre la órbita mostrada y una circunferencia sería menor que el
espesor de la línea trazada para ilustrarla. Incluso el ojo perspicaz del
dibujante no distinguiría entre esta elipse y una circunferencia.
Figura 17. Una elipse y sus ejes, mayor (AB) y menor (el CD). El
Punto O designa su centro
ó:
c2 = a2 — b2
ó:
y por lo tanto:
c/ a = 1/60
El “radio vector” de una órbita es la línea recta que une el Sol con el
planeta, la Tierra en nuestro caso. La Tierra se desplaza a través de
su órbita junto a su radio—vector, barriendo cierta área con este
último. Sabemos por la segunda ley de Kepler que las secciones de
un área de la elipse, barridas en el mismo tiempo, son iguales. En
puntos cercanos al Sol, la Tierra tiene que moverse más rápido a lo
largo de su órbita que en puntos más lejanos, en caso contrario, el
área barrida por un radio—vector más corto no igualaría el área
cubierta por uno más largo. (Fig. 20).
Aplicando esto a nuestra órbita imaginaria deducimos que entre
diciembre y febrero, cuando la Tierra está más cerca del Sol, se
mueve más rápido a través de su órbita que entre junio y agosto. En
otros términos, el invierno del Hemisferio Norte es de corta duración.
Mientras que el verano al contrario, es de larga duración, como si
estuviera compensando el poco calor ofrecido por el Sol.
La Fig. 21 presenta una idea más exacta de la duración de las
estaciones bajo nuestras condiciones imaginadas. La elipse muestra
la nueva órbita de la Tierra, con una excentricidad 0,5. Los puntos 1
al 12 dividen la trayectoria de la Tierra, en las secciones que cruza, a
los intervalos iguales; según la segunda ley de Kepler, las secciones
de la elipse divididas por los radios—vectores tienen áreas iguales.
La Tierra alcanzará el punto 1, el 1 de enero; el punto 2, el 1 de
febrero; el punto 3, el 1 de marzo; y así sucesivamente.
Figura 21. Así giraría la Tierra alrededor del Sol, si su órbita fuese
una elipse muy prolongada. (El planeta cubre las distancias entre
cada punto, en el mismo tiempo, un mes.)
Respuesta
Un metro no es mucha distancia, pero, teniendo en cuenta la enorme
longitud de la órbita de la Tierra, podríamos pensar que al agregar
esta insignificante distancia, aumentaría notoriamente la longitud
orbital e igualmente la duración del año.
Sin embargo, el resultado, es tan infinitesimal que nos inclinamos a
dudar de nuestros cálculos. Pero no hay razón para sorprenderse; la
diferencia es realmente muy pequeña.
La diferencia en la longitud de dos circunferencias concéntricas no
depende del valor de sus radios, sino de la diferencia entre ellos. Para
dos circunferencias trazadas en el suelo el resultado será
exactamente igual que para dos circunferencias cósmicas, siempre
que la diferencia entre los radios sea de un metro, en ambos casos.
Un cálculo nos mostrará cómo es posible esto.
Si el radio de la órbita de la Tierra (aceptada como un círculo) es, R
metros, su longitud será 2πR. Si nosotros hacemos ese radio 1 metro
más largo, la longitud de la nueva órbita será:
2p(R+1) = 2pR + 2p
Figura 29. La línea nos muestra lo lejos que la Tierra se desvió del
movimiento uniforme entre 1680 y 1920. Si la Tierra realizase este
movimiento uniformemente, este quedaría reflejado en el gráfico
como una línea horizontal. Sin embargo, el gráfico nos muestra un
día más largo cuando la velocidad de rotación de la Tierra se redujo,
y un día más corto cuando la velocidad de rotación empezó a
incrementarse.
Capítulo 2
La luna y sus movimientos
Contenido:
1. ¿Cuarto creciente o cuarto menguante?
2. La Luna en las banderas
3. Los enigmas de las fases de la Luna
4. Planeta doble
5. Por qué la Luna no cae sobre el Sol
6. El lado visible y el lado invisible de la Luna
7. La segunda Luna y la Luna de la Luna
8. ¿Por qué la Luna no tiene atmósfera?
9. Las dimensiones del mundo lunar
10. Paisajes lunares
11. El cielo de la Luna
12. ¿Para qué observan los astrónomos los eclipses?
13. ¿Por qué los eclipses se repiten cada 18 años?
14. ¿Es posible?
15. Lo que no todos saben acerca de los eclipses
16. ¿Cuál es el clima de la Luna?
Solución
Recordando los signos mnemotécnicos antes indicados y teniendo en
cuenta que la bandera pertenece a un país del hemisferio Norte,
podemos decir que la Luna de la bandera es menguante.
No se puede ver la estrella dentro del círculo que resulta prolongando
la hoz de la Luna hasta cerrar la circunferencia (figura 32a).
Todos los astros del cielo están mucho más lejos de la Tierra, que la
Luna y, por consiguiente, o quedan ocultos por ella, o sólo se pueden
ver fuera de los límites del área no iluminada de la Luna, como se
indica en la figura 32b.
Es de señalar que en la bandera actual de Turquía, que también
muestra la hoz de la Luna y una estrella, la estrella está separada de
la hoz como se muestra en la figura 32b.
Figura 32. El por qué no se puede ver la estrella en los cuernos de la
luna
Como el Sol ilumina la Luna, nos hace pensar que la línea recta que
une los extremos de la Luna debe formar un ángulo recto con el rayo
que va del Sol a su punto medio (figura 35).
En otras palabras, parece ser que el centro del Sol se encuentra en la
perpendicular trazada por el punto medio de la recta que une los
extremos de la Luna. Sin embargo, esto sólo se cumple cuando la hoz
es estrecha.
En la figura 36 se muestran las posiciones de la Luna en distintas
fases con relación a los rayos del Sol. Da la impresión de que los
rayos del Sol se curvan antes de alcanzar a la Luna.
La clave del enigma se reduce a lo siguiente: el rayo que va del Sol a
la Luna, realmente es perpendicular a la línea que une los extremos
de la Luna y constituye en el espacio una línea recta.
4. Planeta doble
La Tierra y la Luna forman un planeta doble[26]. Reciben esta
denominación porque nuestro satélite, la Luna, se distingue de los
satélites de los demás planetas por su magnitud y por su masa,
porque predomina con relación a su planeta central.
En el sistema solar existen satélites más grandes y más pesados en
valor absoluto, pero, en comparación con su planeta central, lo son
mucho menos que nuestra Luna con relación a la Tierra.
En efecto, el diámetro de nuestra Luna mide más de un cuarto del
diámetro del planeta Tierra, mientras que el diámetro del más grande
de los satélites de otros planetas es sólo la décima parte del diámetro
de su planeta. (Tritón, satélite de Neptuno.) Además, la masa de la
Luna constituye 1/81 de la masa de la Tierra, en tanto que el más
pesado de los satélites que se encuentran en el sistema solar, el
satélite III de Júpiter, tiene menos de una diezmilésima parte de la
masa de su planeta central.
La tabla siguiente muestra la proporción de la masa de los grandes
satélites con respecto a su planeta central.
160.000/330.000
250.000 = 20h
de donde:
Pero si las moléculas de aire no pueden volar más de 12½ km, ¿cómo
puede haber moléculas de aire a una altura mayor?
El oxigeno que entra en la composición de nuestra atmósfera se
forma cerca de la superficie terrestre (a partir del gas carbónico,
gracias a la actividad de las plantas).
¿Qué fuerza lo eleva y lo mantiene a una altura de 500 kilómetros o
más, donde ha sido comprobada la presencia de trazas de aire?
La física nos da la misma respuesta que nos daría la estadística si se
lo preguntáramos: “ La duración media de la vida humana es de 40
años, ¿cómo puede haber personas de 80 años?”
Todo se reduce a que el cálculo que efectuamos se refiere a una
molécula promedio y no a una molécula real. La molécula promedio
posee una velocidad de ½ km por segundo, pero las moléculas reales
se mueven unas más lentas y otras más rápidas que la molécula
promedio. Es cierto que no es muy grande el porcentaje de moléculas
cuya velocidad se aparta visiblemente de la molécula promedio y que
disminuye rápidamente con el crecimiento de la magnitud de esta
desviación. De las moléculas contenidas en un volumen dado de
oxígeno a 0º, sólo el 20% posee una velocidad entre 400 y 500 m/s.
Aproximadamente, otras tantas moléculas se mueven a velocidades
entre 300 y 400 m/s, un 17% con una velocidad entre 200 y 300
m/s, un 9% con velocidades entre 600 y 700 m/s, un 8% con
velocidades entre 700 y 800 m/s y un 1 % con la velocidades entre
1.300 y 1.400 m/s.
Una pequeña parte (menos de una millonésima) de las moléculas
tiene una velocidad de 3.500 m/s, y esta velocidad es suficiente para
que las moléculas puedan alcanzar una altura de 600 km.
En efecto,
3.5002 = 20h
Donde:
h = 12.250.000/20 = 612.500
D = Ö2Rh
en la que D es la distancia en km, h la altura de los ojos en
kilómetros y R el radio del planeta en km.
Sustituyendo estas letras por sus valores para la Tierra y para la
Luna, resulta que la distancia del horizonte, para un hombre de
estatura mediana [37], es
en la Tierra4,8 km
en la Luna 2,5 km
Figura 56. Durante los eclipses totales de Sol, alrededor del disco
negro de la Luna aparece la “corona solar”.
Figura 57. El Sol desvía la trayectoria de los rayos de las estrellas que
pasan cerca de él, por esto, las estrellas cercanas al disco solar
sufren una desviación aparente de su posición.
Figura 58. Dibujo antiguo que ilustra la idea de que por la forma de la
sombra de la Tierra en el disco de la Luna se puede juzgar la forma
del nuestro.
29,5306 x = 27,2122 y
x/y = 272.122/295.306
x = 272.122, y = 295.306.
Resulta así un período enorme de decenas de milenios, sin valor
práctico. Los antiguos astrónomos se conformaron con una solución
aproximada. El medio más cómodo para hallar esa aproximación lo
dan las fracciones continuas.
Transformemos el quebrado:
272.122/295.306
295.306/272122 = 1 + 23.184/272.122
Respuestas
6.
Figura 59. Para un observador en el hemisferio Norte de la
Tierra, el disco de la Luna se desplaza durante el eclipse sobre
el Sol desde la derecha y para un observador en el hemisferio
Sur, desde la izquierda
7. En el hemisferio Norte la Luna entra en la sombra de la Tierra
por su borde izquierdo; en el hemisferio Sur, por el derecho.
8. Las manchas de luz en la sombra del follaje no son otra cosa
que imágenes del Sol. Durante el eclipse el sol tiene forma de
hoz, y esa misma forma tiene que tener su imagen en la
sombra del follaje (figura 60).
La hoz de la Luna está limitada exteriormente por un
semicírculo e interiormente por una semielipse. La hoz del Sol
está limitada por dos arcos de circunferencia, de igual radio.
(ver en este capítulo: “3. Los enigmas de las fases de la Luna”.)
Figura 60. Las manchas de luz en la sombra del follaje de los
árboles durante la fase parcial de un eclipse tienen forma de
hoz
Pues bien, ¿qué tan caliente está el suelo de la Luna? Los astrónomos
disponen actualmente de un aparato que les da la posibilidad de
medir la temperatura no sólo de los astros lejanos, sino de algunos
de sus sectores, por separado. La construcción del aparato se basa en
el efecto termoeléctrico: en un conductor formado por dos metales
diferentes se genera una corriente eléctrica cuando uno de los
metales está más caliente que el otro; la intensidad de la corriente
originada depende de la diferencia de las temperaturas y permite
medir la cantidad de calor recibido.
La sensibilidad del aparato es sorprendente. Es de dimensiones
microscópicas (la parte fundamental del aparato no es mayor de 0,2
mm y pesa 0,1 mg), puede detectar incluso la acción calórica de
estrellas de 13 ava magnitud, que elevan la temperatura en
diezmillonésimas de grado. Estas estrellas solo son visibles a través
del telescopio; brillan 600 veces más débilmente que las estrellas que
se encuentran en el límite de la visibilidad a simple vista.
Detectar una cantidad de calor tan sumamente pequeña, es lo mismo
que captar el calor de una vela desde una distancia de varios
kilómetros.
Disponiendo de este maravilloso instrumento de medición, los
astrónomos lo aplicaron en distintos puntos de la imagen telescópica
de la Luna, midieron el calor recibido y apreciaron así la temperatura
de sus distintos sectores (hasta con 10º de precisión). He aquí los
resultados (figura 61): En el centro del disco de la Luna llena, la
temperatura es mayor de 100 °C; si se colocara agua en dicha parte
de la Luna, herviría a presión normal. “En la Luna no tendríamos
necesidad de preparar la comida en el reverbero -escribe un
astrónomo-; cualquier roca cercana podría desempeñar el papel de
éste.” A partir del centro del disco, la temperatura desciende
regularmente en todos los sentidos, pero a 2.700 km del punto
central, no baja de 80 °C. A una distancia mayor, se hace más rápida
la caída de temperatura, y cerca del borde del disco iluminado, reina
un frío de -50 °C. Aún más fría es la cara oscura de la Luna, la que se
halla en dirección contraria al Sol, donde el frío alcanza a -160 º C.
Ya hemos dicho que durante los eclipses, cuando la esfera de la Luna
se sumerge en la sombra de la Tierra, la superficie lunar que se ve
privada de la luz del Sol, se enfría rápidamente. Se ha medido la
magnitud de este enfriamiento; en un caso, la temperatura durante el
eclipse bajó de +70 °C a -117 °C, es decir, casi 200 °C, en un
período de 1½ á 2 horas. En la Tierra, en cambio, en condiciones
similares, durante un eclipse de Sol, se registra un descenso de
temperatura de 2º, a lo sumo de 3º. Esta diferencia se atribuye a la
influencia de la atmósfera terrestre, que es relativamente
transparente a los rayos visibles del Sol pero que retiene los rayos
“caloríficos” invisibles que irradia el suelo caliente.
El hecho de que la superficie de la Luna pierda con tanta rapidez el
calor acumulado, muestra al mismo tiempo, la baja capacidad
calórica y la mala conductividad térmica del suelo de la Luna, de lo
cual se desprende que durante el calentamiento, nuestro satélite sólo
puede acumular una pequeña reserva de calor.
Capítulo 3
Los planetas
Contenido:
1 pelota de croquet
2 avellanas
2 guisantes
2 cabecitas de alfiler
3 granitos pequeñísimos
6. Las oposiciones
Son muchos los que saben que la época de mayor brillo de Marte y de
su mayor aproximación a la Tierra se repite aproximadamente cada
quince años [60].
También es muy conocida la denominación astronómica de esta fase:
“oposición de Marte”.
Figura 65. Cambios del diámetro aparente de Marte en el siglo XX. En
1909 1924 y 1939 hubo “oposiciones”.
365¼ · x = 687 y
x = 1,88 y
de donde
9. Anagramas astronómicos
La desaparición de los anillos de Saturno dejó en su momento
perplejo a Galileo, al que faltó muy poco para descubrir este rasgo
particularmente notable del planeta, pero que no pudo llegar a
hacerlo debido a la incomprensible desaparición de los anillos.
Esta historia es muy interesante. En aquel tiempo era muy frecuente
tratar de reservarse el derecho de primacía en cualquier
descubrimiento sirviéndose de un original artificio. Cuando llegaba a
descubrir algo que aún necesitaba de confirmación posterior, el
hombre de ciencia, por temor a que otro se adelantara, recurría a la
ayuda de anagramas (trasposiciones de letras): comunicaba
sucintamente la esencia de su descubrimiento en forma de
anagrama, cuyo verdadero sentido era conocido sólo por él mismo. Si
el hombre de ciencia no tenía tiempo de confirmar su descubrimiento,
podía demostrar su prioridad en el caso de que apareciera otro
pretendiente. Cuando finalmente se convencía de la legitimidad del
hallazgo original, descubría el secreto del anagrama.
Observando con su imperfecto telescopio que Saturno tenía cerca
algún cuerpo agregado, Galileo se apresuró a “patentar” este
descubrimiento e hizo público el siguiente juego de letras
Smaismrmielmepoetaleumibuvnenugttaviras
Aaaaaaacccccdeeeeeghiiiiiiiiiiimmnnnnnnnnnnooooppqrrstttttuuuu
440.000/1.600 = 275
Mercurio en la
posición más cercana
(invisible) y en la más
alejada
Venus en la posición
más cercana
(invisible), la mayor
hoz visible y en la
posición más alejada
Marte en la posición
más cercana y en la
más alejada
Contenido:
Así, las estrellas de cada magnitud estelar son 2½ veces más débiles
que las estrellas de la magnitud estelar anterior [86].
5. Álgebra estelar
Consideremos un poco más en detalle, el grupo de estrellas más
brillantes. Ya hemos señalado que el brillo de estas estrellas es
diferente: unas brillan con intensidad varias veces mayor que el
término medio, otras son de brillo más débil (el grado medio de su
brillo es 100 veces mayor que el brillo de las estrellas apenas
distinguibles a simple vista).
Hallemos la manera de indicar el brillo de las estrellas que son 2½
veces más brillantes que el término medio de las estrellas de primera
magnitud. ¿Cuál es la cifra que antecede al 1? La cifra 0.
Esto quiere decir que a estas estrellas hay que considerarlas como
estrellas de magnitud “cero”. ¿Y dónde poner las estrellas que son
más brillantes que las de primera magnitud, no 2½ veces, sino 1½ ó
2 veces? Su lugar está entre 1 y 0, es decir, que la magnitud estelar
de un astro tal se expresa mediante un número fraccionario positivo;
como, “estrella de magnitud 0,9”, “de magnitud 0,6”, etc. Estas
estrellas son más brillantes que las de primera magnitud.
Ahora se hace clara también, la necesidad de introducir los números
negativos, para indicar el brillo de las estrellas. Como hay estrellas
que por la intensidad de su luz superan a las de magnitud cero, es
evidente que su brillo debe ser expresado con números que están del
otro lado del cero, es decir, con números negativos. De ahí que haya
brillos definidos como “-1”, “-2”, “-1,6”, “-0,9”, etc.
En astronomía, la “magnitud” de las estrellas se determina con la
ayuda de aparatos especiales, los fotómetros; el brillo de un astro se
compara con el brillo de determinada estrella cuya luminosidad es
conocida o con una “estrella artificial” del aparato.
La estrella más brillante de todo el cielo, Sirio, tiene una magnitud
estelar de -1,6. La estrella Canopo (visible sólo en las latitudes del
Sur) tiene una magnitud estelar de -0,9. La más brillante de las
estrellas del hemisferio Norte, Vega, tiene una magnitud de 0,1;
Capeta y Arturo, 0,2; Rigel, 0,3; Proción, 0,5; Altair, 0,9. (Téngase
presente que las estrellas de magnitud 0,5 son más brillantes que las
estrellas de magnitud 0,9, etc.)
Damos seguidamente una lista de las estrellas más brillantes del
cielo, con el valor de sus magnitudes estelares (entre paréntesis se
indican los nombres de las constelaciones a que pertenecen)
Examinando esta lista vemos que no hay ninguna estrella que sean
exactamente de primera magnitud: de las estrellas de magnitud 0,9,
la lista pasa a las estrellas de magnitud 1,1, 1,2, etc., saltando la
magnitud 1,0 (primera). Por consiguiente, la estrella de primera
magnitud no es más que un patrón convencional del brillo, pero no
hay ninguna en el cielo.
No debe pensarse que la clasificación de las estrellas en magnitudes
está determinada por las propiedades físicas de las estrellas mismas.
La clasificación surge de las características de nuestra visión y es
consecuencia de una ley común a todos los órganos de los sentidos,
llamada “ley psicofísica” de Weber-Fechner[87]. Aplicada a la visión,
esta ley dice que cuando la intensidad de un foco de luz cambia en
progresión geométrica, la sensación de brillo cambia en progresión
aritmética. (Es cosa curiosa que los físicos midan la intensidad de los
sonidos y de los ruidos, siguiendo el mismo principio empleado para
medir el brillo de las estrellas. El lector encontrará más detalles sobre
este tema en mis libros (Física recreativa y Álgebra recreativa.)
Conociendo ya la escala astronómica de brillo de las estrellas,
hagamos algunos cálculos útiles. Calculemos, por ejemplo, cuántas
estrellas de tercera magnitud debemos juntar para que brillen como
una de primera magnitud. Sabemos que las estrellas de tercera
magnitud son más débiles que las de primera magnitud, 2,52, es
decir, 2n = 22 = (2,52)2, o sea, 6,3 veces; esto nos dice que para
igualar el brillo de una estrella de primera magnitud son suficientes
6,3 de tales estrellas. Para tener el brillo de una estrella de primera
magnitud, es necesario tomar 15,8 de la cuarta magnitud, etc. Con
cálculos similares [88] se hallaron los números que figuran en la tabla
siguiente.
Para remplazar a una estrella de primera magnitud son necesarios los
siguientes números de estrellas de otras magnitudes [89]:
De 2ª 2,5
De 3ª 6,3
De 4ª 16
De 5ª 40
De 6ª 100
De 7ª 250
De 10ª 4.000
De 11ª 10.000
De 16ª 1.000.000
Tenemos:
Por lo tanto, el brillo total de todas las estrellas visibles a simple vista
en un hemisferio es aproximadamente igual a cien estrellas de
primera magnitud (o una estrella de magnitud - 4) [91].
Si se hace un cálculo similar, teniendo en cuenta no sólo las estrellas
visibles a simple vista, sino todas las que son accesibles a los
telescopios contemporáneos, resulta que su luz total es igual en
intensidad al brillo de 1.100 estrellas de primera magnitud (o una
estrella de magnitud -6,6). [92]
6. El ojo y el telescopio
Comparemos la observación de las estrellas, a través del telescopio,
con la observación a simple vista.
Fijemos en 7 mm el diámetro de la pupila del ojo humano para
observaciones nocturnas, como término medio. Un telescopio con un
objetivo de 5 cm de diámetro, deja pasar más rayos que la pupila
(50/7)2
x = 64 x 2,5 = 100 cm
2,527,8 veces
2,513,6 veces
O sea, que el brillo del Sol es mayor que el brillo de la Luna llena
Así, pues, en una noche clara sin Luna, recibimos de las estrellas del
cielo sólo 1/2.700 de la luz que nos envía la Luna llena, y 1/(2.700 x
447.000) es decir, 1.200 millones de veces menos de la que nos llega
del Sol un día sin nubes.
Agreguemos también que la magnitud estelar de una bujía normal
internacional a la distancia de 1 m es igual a -14,2; de donde resulta
que a la distancia indicada, la bujía ilumina con más brillo que la Luna
llena
De donde:
M = m + 5 +5·log(p)
En el cielo Terrestre
Venus -4,3
Marte -2,8
Júpiter -2,5
Mercurio -1,2
Saturno -0,4
Urano +5,7
Neptuno +7,6
Examinando esta tabla, vemos que Venus es más brillante que Júpiter
casi dos magnitudes estelares, es decir, 2,52 = 6,25 veces; más que
Sirio, 2,52,7 = 13 veces (el brillo de Sirio es de magnitud -1,6).
En el cielo de Marte
El Sol -26,0
Fobos -8,0
Deimos -3,7
Venus -3,2
Júpiter -2,8
La Tierra -2,6
Mercurio -0,8
Saturno -0,6
En el cielo de Venus
El Sol -27,5
La Tierra -6,6
Mercurio -2,7
Júpiter -2,4
La Luna -2,4
Saturno -0,3
En el cielo de Júpiter
El Sol -23,0
Satélite I - 7,7
Satélite II - 6,4
Satélite III - 5,4
Satélite IV 3,3
Satélite V - 2,8
Saturno -2,0
Venus - 0,3
30’:10.000 » 0,2”
1/20.000.000.000
9.460.000.000.000,
De 2ª 2,5
De 3ª 6,3
De 4ª 16,0
De 5ª 40,0
De 6ª 100,0
De 7ª 250,0
De 10ª4.000,0
De 11ª10.000,0
De 16ª1.000.000,0
¡500.000.000.000 de toneladas!
Contenido:
Y en la latitud φ:
v = 8.000 m/s
g = 9,8 m/s2
v = 300 m/s
resulta x = 18 m
La bala caerá a 18 m al oeste del cañón (y no en el alma misma,
como suponía el astrónomo francés). En estos cálculos, como se ve,
no se ha tenido en cuenta la posible acción de las corrientes de aire,
capaces de alterar notablemente el resultado.
(6.411,3/6.400)2
es decir
1 + (6.411,3/6.400)2 veces
2000/(6.411,3/6.400)2 kg
Figura 87. La fuerza de atracción del planeta por el Sol aumenta con
la disminución de la distancia
(10/9)2
(5/4)2
de donde:
Por consiguiente,
5. El yunque de Vulcano
La fórmula indicada nos permitirá resolver un curioso problema
mitológico: El antiguo mito griego de Vulcano nos cuenta que dicho
dios dejó caer cierta vez su yunque y que éste cayó desde el cielo
durante 9 días seguidos antes de llegar a la Tierra. A juicio de los
griegos, este plazo correspondía a la gran altura del cielo en que
moraban sus dioses; pues de la cúspide de la pirámide de Keops, el
yunque habría caído a la Tierra en sólo 5 segundos.
Es fácil ver, sin embargo, que el espacio celeste de los antiguos
griegos, si se le mide de acuerdo con ese dato, era un tanto reducido
en comparación con los conocimientos actuales.
Sabemos que la Luna caería en la Tierra al cabo de 5 días y que el
yunque mítico cayó en 9 días. Esto quiere decir que el “cielo” desde el
cual cayó el yunque se encuentra más allá de la órbita de la Luna.
¿Estará muy lejos? Si multiplicamos 9 días por Ö32, sabremos el
período de tiempo en que el yunque daría una vuelta alrededor del
globo terrestre, como si fuera un satélite de nuestro planeta: 9 x 5,6
= 51 días.
Apliquemos ahora a la Luna y a nuestro yunque-satélite imaginario la
tercera ley de Kepler.
Planteemos la proporción:
de donde:
y por consiguiente
x = 25.318.000.000 km
Vemos que el cometa alcanza una distancia 182 veces mayor que la
de la Tierra -al Sol, o sea, que llega cuatro veces y media más lejos
que el más distante de los planetas conocidos por nosotros, que es
Plutón.
(x + 820)/2
de donde:
x = -343
n = 589 mg
mv2 /D
o sea, que la masa del Sol es unas 330.000 veces mayor que la de la
Tierra.
Otro procedimiento para la determinación de la masa del Sol está
basado en la utilización de la tercera ley de Kepler.
De la ley de la gravitación universal, se deduce la tercera ley en la
forma siguiente
MS / mT = 330.000
M = Dv2
Densidad de la Tierra = 1
Mercurio 1,00
Venus 0,92
La Tierra 1,00
Marte 0,74
Júpiter 0,24
Saturno 0,13
Urano 0,23
Neptuno 0,22
La tabla nos dice que la Tierra y Mercurio son los planetas más
densos de nuestro sistema [117].
Las reducidas densidades medias de los planetas mayores se explican
porque el núcleo central sólido de cada planeta mayor está cubierto
por una atmósfera gigantesca que es de masa pequeña, pero que
aumenta mucho el volumen del planeta.
Mercurio 0,38
Venus 0,91
La Tierra 1,00
Marte 0,38
Júpiter 2,64
Saturno 1,19
Urano 0,93
Neptuno 1,22
Plutón 0,20
Figura 95. Un cuerpo que se Figura 96. ¿De qué depende Figura 97. Cálculo de la
halle dentro de una capa el peso del cuerpo en el variación del peso de un
esférica, no tiene peso interior del planeta? cuerpo como consecuencia
de su acercamiento al centro
del planeta
(R/r)2 veces
y al mismo tiempo disminuir
(R/r)3 veces
(R/r)3 / (R/r)2
es decir,
(R/r) veces
6.400/(6.400 - 5.600)
6.400/(6.400-6.400) = ∞
Por otra parte, este resultado era de prever sin necesidad de cálculo,
puesto que en el centro del planeta el cuerpo es atraído en todos los
sentidos con la misma fuerza, por la materia que lo rodea.
Los razonamientos anteriores se refieren a un planeta imaginario
homogéneo en cuanto a densidad. A los planetas verdaderos sólo se
pueden aplicar con reserva. En particular, para el globo terrestre,
cuya densidad en las capas profundas es mayor que cerca de la
superficie, la ley de la variación de la gravedad con la aproximación al
centro se aparta algo de lo que acabamos de decir: hasta cierta
profundidad (relativamente no muy grande), la atracción crece, y sólo
para las profundidades siguientes empieza a disminuir.
donde k = 1/15.000.000
En el punto B en una noche sin Luna), el mismo barco es atraído por
la Luna con la fuerza
¿Qué representa ?
Se comprende fácilmente que es la fuerza con que la Luna atrae al
barco a la distancia D de su centro.
En la superficie de la Luna, el barco cuya masa es igual a m pesa m/6
A la distancia D de la Luna, es atraído por ésta con la fuerza m/6D2.
Como D = 220 radios lunares, se tiene que
45.000.000 / 4.500.000 = 10 kg
Resulta, pues, que en una noche con Luna el barco pesa menos que
en una noche sin Luna, aunque una cantidad insignificante.
Así pues, el Sol atrae todos los objetos terrestres con fuerza 170
veces mayor que la Luna.
Se podría pensar por esto que las mareas solares son más altas que
las lunares. En realidad, sin embargo, se observa lo contrario: las
mareas lunares son mayores que las solares. Esto concuerda
totalmente con el cálculo si se aplica la fórmula
(x + y) : (x - y) = 100 : 42
de donde
x : y = 71 : 29
(1 + a)2 = 1 + 2a
1 / (1 + a) = 1 – a
CONTENIDO
Prefacio
Nota Preliminar
1. La tierra, su forma y movimientos
2. La luna y sus movimientos
3. Los planetas
4. Las estrellas
5. La gravitación