Professional Documents
Culture Documents
1. Cuando mi deleite en el Señor ya no es tan grande como mi deleite por otras personas o por las cosas del mundo,
he perdido mi “primer amor” (Marcos 12:30; Lucas 14:25-27)
2. Cuando mi alma no anhela la comunión intima con el Señor a través de la oración o la lectura de la Palabra, he
perdido mi “primer amor” (Salmo 84:2)
3. Cuando mis pensamientos en mis momentos de ocio no se dirigen al Señor, he perdido mi “primer amor” (Salmo
10:4)
4. Cuando me excuso fácilmente diciendo “es que soy humano”, y cuando caigo fácilmente en cosas que yo sé que no
le agradan al Señor, he perdido mi “primer amor” (Juan 14:15)
5. Cuando me cuesta dar con alegría para la obra del Señor o para las necesidades de otros, he perdido mi primer
amor (1 Juan 3:17)
6. Cuando dejo de tratar a mis hermanos cristianos como trataría al Señor, he perdido mi “primer amor” (Mateo 25:40)
7. Cuando empiezo a ver los mandamientos del Señor como “legalismo”, o como restricciones para mi felicidad, he
perdido mi “primer amor” (Juan 14:21)
8. Cuando me preocupo más por “quedar bien” con la gente del mundo en vez de buscar la aprobación del Señor, he
perdido mi “primer amor” (Juan 15:29; 1 Juan 2:15)
9. Cuando dejo de dar a conocer al Señor por temor a ser rechazado, he perdido mi “primer amor” (Juan 15:20)
10. Cuando me niego a dejar de hacer algo que esta ofendiendo a un hermano más débil, he perdido mi “primer amor”
(Romanos 14:15)
11. Cuando me vuelvo complaciente hacia el pecado que me rodea, he perdido mi “primer amor” (Mateo 24:12)
12. Cuando no puedo perdonar a alguien que me ha ofendido, he perdido mi “primer amor”
No. Podemos estar muy ocupados en la obra de Dios, y todavía no tener el gozo de nuestro primer amor. La iglesia de
Efeso (descrita en Apocalipsis) había perdido su primer amor, y, sin embargo, había “trabajado arduamente” por amor
de Su nombre.
No. Podemos conocer la Biblia y todavía perder nuestro primer amor. Los Fariseos conocían bien las Escrituras.
También la Iglesia de Efeso. Incluso ellos usaron la Palabra para probar a los Apóstoles.
· ¿Es por causa de no orar?
DEJAMOS NUESTRO “PRIMER AMOR” CUANDO PERDEMOS LA CONCIENCIA DE NUESTRA NECESIDAD DEL
SEÑOR DIA TRAS DIA
“RECUERDA, POR TANTO, DE DONDE HAS CAÍDO, Y ARREPIÉNTETE, Y HAZ LAS PRIMERAS OBRAS; PUES SI
NO, VENDRÉ PRONTO A TI, Y QUITARE TU CANDELERO DE SU LUGAR, SI NO TE HUBIERES ARREPENTIDO”
– Apocalipsis 2:5
El libro de Apocalipsis comienza con una visión del Cristo Resucitado (Ap. 1). El Señor Jesús, vestido de gloria,
le ordena a Juan que escriba cartas a los “ángeles” de siete iglesias que se encontraban en la provincia de
Asia, el país que hoy llamamos Turquía. Como la palabra “ángel” significa “mensajero”, bien puede ser que la
carta esté destinada a los pastores de estas congregaciones.
Juan escribe siete cartas. La primera se dirige a la Iglesia en Éfeso. Esta era la ciudad portuaria más
importante de Asia Menor. De acuerdo a los Hechos de los Apóstoles, el Apóstol Pablo visitó Éfeso durante su
segundo viaje misionero (Hch. 18:19). En aquella ocasión, fue bien recibido por la comunidad judía que se
reunía en las sinagogas.
Pablo volvió a Éfeso durante su tercer viaje misionero (Hch. 19). Allí encontró una comunidad con gran
diversidad religiosa. Aparte de la comunidad judía, Pablo también encontró discípulos de Juan el Bautista.
Ahora bien, la práctica religiosa más importante en Éfeso era el culto a una diosa de la fertilidad que los
romanos llamaban Diana y que los griegos llamaban Artemisa. Esta era una hipóstasis o manifestación de
Astarte, la antigua diosa de la fertilidad cananea. Para hablar claro, “fertilidad’ quiere decir “sexo”. Éfeso era la
sede del templo de Diana, la diosa del sexo. Este templo era la industria principal de la ciudad. La mayor parte
de la gente de la ciudad trabajaba en empleos relacionados al turismo que generaba ese templo.
Pablo le predicó a los tres grupos religiosos que encontró en Éfeso. Los antiguos discípulos de Juan aceptaron
el evangelio de Jesucristo (Hch. 19:1-7). La comunidad judía se dividió. Algunos aceptaron el mensaje
cristiano, pero otros veían la fe de Jesucristo como una superstición. Finalmente, los plateros que vivían de
hacer y vender pequeñas réplicas del Templo de Diana, denunciaron a Pablo y provocaron su encarcelación
(vv. 23-41).
La comunidad cristiana en Éfeso, pues, enfrentó oposición en sus comienzos. Sin embargo, creció hasta
convertirse en el centro misionero más importante de Asia Menor. De hecho, se cree que el resto de las iglesia
nombradas en Apocalipsis—las comunidades cristianas de Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea—fueron fundadas por la iglesia en Éfeso. Fue un centro misionero importante, convirtiéndose en la
ciudad más importante del Imperio Bizantino, hasta el siglo 11 cuando fue conquistada por los musulmanes.
La carta comienza diciendo en los vv. 2 y 3: “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que
no puedes soportar a los malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado
mentirosos. Has sufrido, has sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has
desmayado.”
La comunidad cristiana en Éfeso fue perseverante. En el Nuevo Testamento, la palabra “perseverancia” quiere
decir “resistir de manera militante”. Perseverar no es esperar de manera pasiva. Las personas que perseveran
se mantienen firmes ante la adversidad; adoran a Dios aún cuando las autoridades lo proscriban; y predican el
evangelio aunque las autoridades la persigan.
Y la Iglesia en Éfeso fue perseverante. Predicó el Evangelio. Fundó congregaciones. Dio testimonio de Cristo
en medio de la persecución. Fue un modelo de fe, de perseverancia y fidelidad al Señor.
Ahora bien, en el v. 4 el Señor Jesucristo dice que tiene una queja contra la iglesia. La queja era que había
dejado su primer amor.
¿Qué quiere decir perder el primer amor? Una iglesia pierde el primer amor cuando pierde su fervor por la obra
de Jesucristo; cuando se pierde el celo misionero. Un creyente pierde el primer amor cuando la oración se
convierte en una costumbre, la Biblia se queda olvidada en una esquina y asistir a la Iglesia se toma como algo
opcional.
El problema es que, cuando se escribe Apocalipsis, la Iglesia en Éfeso ocupaba una posición de liderazgo. Sí,
los líderes habían perdido el primer amor. Perder el primer amor es un peligro constante para todo creyente.
Cualquier creyente que se aleja de Dios, que pierde el contacto con la iglesia y que deja de practicar las
disciplinas espirituales, puede perder el primer amor.
En el v. 5, el Señor Jesucristo exhorta a la iglesia a cambiar su situación, diciéndole: “Recuerda, por tanto, de
dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu
candelabro de su lugar.”
Esto nos lleva a considerar la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos recuperar el primer amor? ¿Qué debemos
hacer para recuperar la relación con Dios que disfrutamos una vez?
1. Para recuperar el primer amor es necesario recordar el fervor y las prácticas que caracterizaron nuestros
primeros pasos en la fe.
2. También es necesario examinar nuestra práctica de la fe. Muchos de nosotros debemos “arrepentirnos”,
es decir, cambiar nuestra manera de actuar. El verdadero arrepentimiento se demuestra en la práctica.
3. Además, para volver al primer amor debemos cultivar a las disciplinas espirituales que llevan al
crecimiento en la fe.
La carta a la Iglesia en Éfeso termina indicando la recompensa que le espera al creyente que se mantenga
perseverante en la fe: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”
(v. 7).
La Biblia menciona el árbol de la vida por primera vez en Génesis 2:9. También se menciona es Génesis 3:22 y
24, textos que parecen afirmar que su fruto concede vida eterna. La frase recurre en Apocalipsis donde, aparte
del 2:7, también se menciona en el capítulo 22. Allí también su fruto se relaciona a la vida eterna.
En resumen, la recompensa que le espera a la persona que se mantiene perseverante es la vida. Vida eterna,
vida que no se acaba, vida con Dios. Empero, esa vida eterna comienza aquí y ahora. La vida eterna es vida
buena que disfrutamos en este mundo y en el venidero.
Re Enamorándonos de Jesús – El Primer Amor
Tema: El primer amor.
Objetivo: Enseñar cómo vivir enamorados de Jesús.
Introducción: Muchos, aún siendo cristianos, estamos muy alejados de
la cruz de Cristo, decimos que somos cristianos, pero la verdad, es que
estamos muy apartados de las cosas de Dios. Muchas veces estamos
tan fríos que no nos emociona escuchar su Palabra, no oramos, no
leemos la Biblia, no nos congregamos, Cristo ha pasado a ser algo del
segundo plano, ya no es nuestra prioridad alabarlo, adorarlo, etc. Por
esta razón andamos por la vida confundidos, desalentados,
sintiéndonos fracasados, sin gozo, muchas veces, desesperados,
porque nuestra vida cristiana se ha enfriado, ya no le hallamos sabor a
las cosas de Dios. Podemos decir “Cuando el amor se va” o “Re
enamorándonos de Jesús – El Primer amor.
Ilustración: Una vez yo hice un juramento de no volverle hablar nunca
más a mi padre, porque sentí en mi corazón que él nunca me había
querido, que nunca le había importado mi vida, para empezar conoció
como su hijo hasta la edad de 14 años. Yo sabía que en el fondo de su
corazón el no sentía nada por mí, yo sí me había llegado a encariña con
él, pero a él realmente no le importaba mi vida. Así que hice un
juramento, que aunque si me estuviera muriendo de hambre, yo nunca
lo iba buscar. Y así pasaron 18 años, hasta que un día, yo había recibido
a Cristo como mi Salvador personal, pero no podía creer en ese Dios
tan lleno de amor. Pasé un largo año congregándome y en profundo
sufrimiento, leí la Biblia completamente, pero Dios no estaba dentro de
mí, no la podía entender. Así que una noche le pedía ese Dios
desconocido por medio de una oración que me mostrará que sí existía
me lo mostrara. Cuál va ser mi sorpresa cuando Dios me dice a los 10
minutos, tienes que hablarle a tu papá, yo dije para mí: ¿yo hablarle a
mi papá? Y dije eso es imposible, porque no puedo romper mi
juramento. A partir de ese momento comenzó mi lucha porque Dios me
estaba pidiendo que hubiera una reconciliación con mi Padre y yo me
estaba resistiendo a aceptar la voluntad de Dios. Después de cinco
horas de lucha interna, Dios pudo más que yo, y le hablé a mi papá. Ese
día yo comprendí que si existía ese Dios tan lleno de amor, y que en su
soberana voluntad yo me tenía que rendirá Él, y aceptara su hijo como
mi Señor, como mi Salvador personal. Yo había perdido todo el amor
de mi Padre y así pasa cuando nosotros nos hemos alejados de Dios,
y hemos perdido nuestro amor por Él.