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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof.

José Luis Matamoros

CAPÍTULO I

No tienes idea, lector, de la clase


de jugador que eres

Si, como ha dicho alguien, el tacto es “la que más de un estudioso del ajedrez toma
cualidad de describir a otros como se ven a las cosas tan literalmente que no puede dis-
sí mismos”, encontrarás, lector, que éste es cutir una idea abstracta. Hace algunos años,
un libro sin tacto, pues en él describiré el un amigo mío leyó la obra clásica de Znos-
ajedrez que juegas, no como lo ves tú, sino ko - Borovsky. El Medio Juego en el Ajedrez,
como lo veo yo. en el que abundan las intuiciones brillantes
Pierdes en el ajedrez, lector, y te disgus- y los conceptos originales. Pero todo lo que
ta perder. mi amigo obtuvo del libro fue obsesionarse
Hace ya tiempo que juegas ajedrez. Has con una maniobra que aprendió al estudiar
hecho algún progreso, pero no mucho. Has un breve fragmento de una partida entre
dedicado algún estudio al juego..., tampoco Emanuel Lasker y Capablanca.
mucho, es cierto, pero también es verdad He aquí la posición que tanto lo impre-
que no has tenido el tiempo necesario ni el sionó:
deseo de hacer del ajedrez una ocupación
seria. DIAGRAMA Nº 1
No sería aventurado afirmar que los li- (Juegan las blancas)
bros de ajedrez te han decepcionado. Si así CAPABLANCA
es, la culpa no es del todo tuya. Algunos
maestros de ajedrez escriben como si se di-
rigieran a una convención de grandes maes-
tros reunida en la cima del Monte Olimpo.
Con frecuencia me he reído, y quizá tú
has hecho lo mismo, del título de la obra de
Capablanca, Principios Fundamentales del
Ajedrez, un libro sobre los “principios fun-
damentales” que ni siquiera te explica cómo
se mueven las piezas ni cómo se anotan sus
movimientos. Después de todo, ¿qué puede
esperarse de un genio que aprendió a jugar
cuando tenía cuatro años de edad con tan
sólo mirar cómo jugaba su padre? ¡Y ya en-
tonces criticaba los errores en que incurría DR. LASKER
su progenitor al mover las piezas! Campeonato Mundial de 1921
Por otra parte, quizá hayas advertido
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Las blancas están atrasadas en su desa- Las razones son muchas. Examinemos algu-
rrollo, y algunas de sus piezas desarrolladas nas de ellas.
están en mala posición. Znosko-Borovsky
usó esta posición para demostrar la habili- Pierdes porque tienes algunos conceptos
dad con que Lasker mejoró su juego y neu- equivocados sobre tu juego.
tralizó las deficiencias de su falta de desa- Mientras persistan estas ilusiones, no
rrollo. sólo perderás en el ajedrez, sino que conti-
La partida fue así: nuarás perdiendo. Puede ser que hagas al-
1.e5 ¤d5 gún pequeño progreso, o quizá no adelantes
2.¦g3 ... nada. En cambio, si rectificas tus conceptos
Las blancas amenazan con ¥h6, ganan- erróneos tu juego mejorará notablemente
do el cambio, pues las negras no tendrían aun cuando no vuelvas a abrir un libro de
otra jugada mejor con que responder que ... ajedrez en el resto de tus días.
g6.
2. ... ¤xc3 Conócete a ti mismo... y conoce a tu con-
3.¦xc3 £d7 trincante
4.¦g3 ... Uno de tus mayores errores es el de
Las blancas amenazan otra vez con ¥h6, considerar el ajedrez como una especie muy
etc. complicada de juego solitario. Deberías ad-
4. ... ¦fd8 vertir que su adversario participa en el juego
Capablanca contrarresta la amenaza. tanto como tú, con ambiciones, cualidades,
5.¥h6 g6 debilidades y flaquezas muy semejantes a las
Ahora Lasker se ha desarrollado y su tuyas.
situación no es mala. Znosko-Borovsky ilu- No hay un solo jugador de ajedrez que
mina esta serie de jugadas con un análisis tome a la ligera su derrota. ¿Te has fijado al-
realmente encantador. Pero lo que fascinó a guna vez en la manera como abandonan el
mi amigo fue la idea de jugar ¦d1, seguido juego los jugadores de ajedrez? Hans Kmoch
de ¦d3 y ¦g3. Desde que leyó ese libro, allá y el autor de esta obra examinamos en cierta
en 1923, ha estado llevando una torre a la ocasión estos métodos en un artículo inti-
tercera fila con la ilusa pretensión de ganar tulado Rendición sin Convenciones. En él
el cambio con ¦g3. Algunas veces lo logra; recordábamos que Alekhine, que no tenía
otras, su paseadora torre muere como un rival como luchador desesperado en si-
perro. tuaciones desalentadoras, ocasionalmente
Cuando pierde el cambio (lo que sucede abandonaba el juego tomando su rey y arro-
con mucha frecuencia), veo con pesar que la jándolo al otro extremo de la habitación. Era
poca ciencia es peligrosa. Y cuando ocasio- un fiel creyente de la fórmula inflexible de
nalmente gana el cambio, me digo para mis Tartakower: “Nadie ganó nunca una parti-
adentros: “Ah, vaya, aprendió algo, aunque da abandonándola”. Admirable principio,
se haya perdido del 99 por ciento de lo que pero Alekhine exageraba un poco.
el libro podía ofrecerle”. Tenemos también el ejemplo de Nim-
Y así son las cosas, lector: quizá sea tu zovich, hombre nervioso y maestro de la
culpa, o tal vez sea del autor, pero, como extravagancia. Cuando menos en cierta me-
quiera que sea, el estudio no te ha servido morable ocasión saltó sobre la mesa y gritó:
de mucho. Volvamos, entonces, a la nefas- “¿Por qué he de perder con este idiota?”.
ta pregunta: ¿Por qué pierdes en el ajedrez? Otros, en verdad, han sido más sosega-
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dos. Spielmann, el gran maestro del ataque, nazadas y, lo que es peor, las negras amena-
de quien volveremos a hablar más adelante, zan mate.
torcía el gesto como si se hubiera comido Pero —y éste es un gran “pero”—, ¡las
un confite envenenado. Rubinstein, indes- negras están en jaque! Y tan formidable es
criptiblemente donairoso en su juego, pero el jaque, que Bardeleben no quiso rendirse
inexpresivo en su trato social, sucumbía con como los hombres y felicitar a su anciano ri-
expresión inalterable. En cuanto a Grünfeld, val por su magnífico juego. En lugar de ello,
la incolora maquina vienesa de memorizar abandonó la sala de juego y dejó que se ago-
variaciones de las aperturas, detenía con tara su tiempo. En cuanto esto sucedió, Stei-
displicencia su reloj y se alejaba silenciosa- nitz hizo las siguientes jugadas que le dieron
mente, como un árabe que se pierde en la una victoria obligada:
noche. 1... ¢h8
¿Conoces el caso más famoso de todos? Si 1...£xg7 2.¦xc8+, las blancas que-
Ocurrió en la siguiente posición: dan con una manifiesta superioridad de una
pieza.
DIAGRAMA Nº 2 Y si 1...¢xg7, las blancas pueden captu-
(Juegan las negras) rar la dama negra con jaque, 2.£xd7+.
VON BARDELEBEN Por otra parte, si 1...¢f8, las blancas
ganan con 2.¤xh7+, forzando 2. ... ¢xg7,
haciendo posible 3.£xd7+.
2.¦xh7+ ¢g8
Si 2...£xh7, las blancas juegan 3.¦xc8+,
etc. (pero 3.¤xh7?? que permite ¦xc1+ se-
guido de mate).
3.¦g7+ ¢h8
4.£h4+ ¢xg7
5.£h7+ ¢f8
Todos los movimientos de las negras
son obligados.
6.£h8+ ¢e7
7.£g7+ ¢e8
8.£g8+ ¢e7
STEINITZ 9.£f7+ ¢d8
Hastings, 1895 10.£f8+ £e8
11.¤f7+ ¢d7
Steinitz tenía sesenta años de edad 12.£d6#
cuando jugó esta partida. El año anterior Todos tenemos nuestro modo especial
había perdido el título de campeón mundial de rendimos —espero que no sea tan espe-
después de un reinado de veintiocho años. cial como el de Bardeleben—, pero no hay
Si tomamos en consideración su edad y sus razón para disimular que es doloroso ha-
condiciones físicas, debemos considerar cerlo. Sentimos dolorosamente la derrota
milagroso su juego en esta partida. porque el ajedrez es uno de los juegos de
Veamos ahora el diagrama 2. Las negras rivalidad más cruel. El juego ofrece tantos
tienen una pieza de desventaja, pero todas rasgos lógicos y matemáticos, tantas posibi-
las piezas de las blancas se encuentran ame- lidades de cálculo exacto, que el lector que
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pierde queda aplastado. La derrota nos hace para detenemos y hacer algunas preguntas
quedar tan mal parados —o, cuando menos, al lector sobre las que deberá reflexionar al
así lo creemos—, que, al igual que todos los ir adelantando en la lectura de esta obra:
jugadores de ajedrez, tenemos miedo de per-
der. Y esto aumenta la ansiedad que provoca Examen de la personalidad en el aje-
el juego. drez
(En realidad, como lo verá el lector en 1.—¿Eres enérgico y emprendedor? ¿O
este capítulo y en los subsecuentes, la casua- eres cuidadoso y conservador?
lidad, la suerte y la diferencia de persona- 2. —¿Te gusta arriesgarte? ¿O prefieres
lidades desempeñan en el ajedrez un papel jugar sobre seguro?
mucho más importante de lo que se cree). 3. —¿Te dejan helado las sorpresas? ¿O
Considerando estos motivos de ansie- las tomas como vienen?
dad, el lector debe conocer su temperamen- 4. —¿Te incomodan las cosas con las
to y carácter, sus gustos y aversiones, sus que no estás familiarizado? ¿O no pierdes la
puntos débiles y fuertes. Si ya los conoce, es, confianza en ti mismo?
en verdad, un jugador poco común. Hasta 5. —¿Tiendes a sobreestimar tu propia
los campeones mundiales se equivocan a habilidad y a menospreciar la de tus opo-
veces y pagan duramente su falta de conoci- nentes? ¿O tiendes a menospreciar tus fuer-
miento de sí mismos. zas y a sobreestimar la de tus rivales?
El jugador de gran agresividad se cree 6. —¿Te gusta calcular todos los deta-
cuidadoso, conservador y discreto. En cam- lles? ¿O juegas dejándote llevar por tus im-
bio, el jugador pesado se imagina ser bri- pulsos?
llante maestro del ataque. Algunas veces 7. —¿Eres un jugador lento? ¿O lo eres
estos engaños pueden ser encantadores y rápido?
divertidos. Pero con mayor frecuencia lle- Medita estas preguntas cuidadosamen-
van al fracaso y la tragedia. Pueden debilitar te y respóndelas con veracidad. Sólo enton-
el buen juicio, quitarle lo incisivo al juego y ces podrás obtener la mayor ventaja de esta
hacer que se pierda la fe en la propia habi- obra.
lidad. Quizá el lector piense que algunas de las
Como ha visto el lector, hasta un cam- preguntas son capciosas. Si es así, está en lo
peón mundial puede sufrir de este defecto. cierto. Están formuladas de tal manera, qué
Alexander Alekhine fue, sin duda, el juga- si puede contestarlas honradamente, habrá
dor más grande de la historia, pero de lo que descubierto que en su juego de ajedrez hay
realmente se enorgullecía era de su... ¡juego cosas que no había sospechado nunca. Re-
de bridge! Lo único que sé del bridge es que cuerda esto: el conocimiento de sí mismo es el
se juega con un mazo de cartas —o tal vez principio de la sabiduría.
con dos (es muy confuso)—, pero los que
pueden juzgar me han dicho que Alekhine Déjate de excusas
era lastimoso jugador de este juego. No me ¿Cuál es tu excusa cuando pierdes?
es difícil creerlo. Así como juzgamos equi- Seguramente el lector tiene una; todos los
vocadamente nuestros puntos fuertes, tam- jugadores de ajedrez tienen alguna disculpa
bién nos equivocamos con nuestras debili- clásica.
dades. Al parecer, hasta los grandes maestros
Como examinaremos estos puntos dé- necesitan una excusa, así que el lector tiene
biles y fuertes, quizá sea éste un buen lugar compañeros distinguidos. Uno de los juga-
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dores más notables de los Estados Unidos nunca abandona su excusa favorita.
—llamémoslo Smith— ocupa siempre un Un jugador refunfuña: “Era mi día de
lugar distinguido en los torneos del campeo- malas”. Otro: “Tenía la victoria en la bolsa,
nato de ese país. Smith participa en él con la pero la dejé escapar”. Un tercero afirma que
esperanza expresa de ganar, pero nunca lo no estaba en forma. Otros tienen dolores de
consigue. cabeza o de la espalda, trastornos del estó-
Cuando pierde, dice que se encontraba mago, gargantas irritadas, toses atormenta-
en malas condiciones físicas; que había tra- doras. Y otros más dicen que la luz era muy
bajado mucho; que casi no tuvo descanso ni débil, o demasiado brillante. No es de extra-
entrenamiento antes de que se iniciara el fa- ñar que el gran maestro inglés Amos Burn
tigoso trajín. dijera con ironía que nunca le había gana-
Un desconocido que escuchara el relato do una partida a un hombre que se sintiera
de sus cuitas por primera vez podría haberle bien.
preguntado: “Entonces, ¿por qué no se fue En cierta ocasión, un conocido jugador
usted al campo a pasar unos días? ¿Por qué atribuyó su mala actuación en un torneo al
no descansó algún tiempo? ¿Por qué no se hecho de que estaba acostumbrado a vivir
dedicó a entrenar?”. en un ambiente ruidoso, y el torneo se había
Pero esas preguntas hubieran sido in- jugado en un local donde reinaba el silencio.
genuas. La excusa es más importante que los El inmortal Tarrasch explicaba volublemen-
hechos. En verdad, la excusa crea los hechos. te que su mal juego en el Torneo de Hastings
En éste, como en todos los casos, la excusa en 1895 se debió al aire del mar. Pero no ex-
se ha convertido en parte de la personalidad plicaba por qué ese mismo aire aumentó el
del jugador, en parte de su juego de ajedrez, vigor de sus rivales.
en parte de su vida. Ofrece la excusa por La excusa de Tarrasch dio origen a una
primera vez después de su primer fracaso. de las historias más fantásticas de los juegos
A partir de entonces, la excusa está allí, a la de torneo. La posición era la siguiente:
mano, para aplicarla inconscientemente an-
tes de cada fracaso subsecuente. DIAGRAMA Nº 3
Al invocar su excusa, Smith se escuda TEICHMAN
contra las consecuencias de su esperado fra-
caso. Y también desdeña todo paso cons-
tructivo para superar ese fracaso. La excusa
es una protección, pero también es perjudi-
cial.
En el caso del lector, la excusa le impide
mejorar su juego. Le impide averiguar por
qué pierde en el ajedrez.
No hace mucho, un jugador estaba ha-
ciendo un papel muy desairado en uno de los
torneos de Navidad de Hastings. Alguien le
preguntó con benevolencia cuál era la cau-
sa. El jugador replicó: “¡Los otros jugadores
son mejores que yo!”. Su cándida sencillez
fue desconcertante: quizá la interpretaron TARRASCH
como sarcasmo, pues un jugador de ajedrez Hastings, 1895
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A pesar de que Tarrasch tenía que ha- nales.
cer cuatro jugadas en dos minutos, ¡se que- El rival de Tarrasch en este juego, Ri-
dó dormido! (El maldito aire del mar, sin chard Teichmann, tuvo una carrera extraña.
duda). “¡Le toca jugar, doctor!”. No hubo Lo apodaban “Ricardo V” porque general-
respuesta. (Quisiera poder decir que a Tei- mente ocupaba el quinto lugar en los tor-
chmann le respondió un sonoro ronquido, neos. Fácilmente hubiera podido hacer un
pero la historia es bastante divertida sin mejor papel, como podemos ver en su es-
agregarle adornos). Otra vez ve gritó Teich- pléndido primer lugar en Carlsbad en 1911,
mann, y nuevamente no hubo respuesta. uno de los torneos internacionales más re-
Finalmente, cuando lo llamó por terce- ñidos que se hayan visto.
ra vez, Tarrasch despertó, miró en su torno Cuando se examinan los juegos de Tei-
desatinadamente y jugó C3R como un rayo. chmann, se ve que son sólidos, por no decir
Pero era demasiado tarde: había excedido el estólidos. Y pronto se tiene la impresión de
límite de tiempo. que, si se hubiera esforzado más, habría sido
Esta historia puede considerarse de dos uno de los grandes maestros del ajedrez.
maneras. Una de ellas consiste en examinar Veamos su extraordinario juego en esta ho-
el diagrama 3. Se ve claramente que las blan- rripilante posición:
cas han perdido el juego, pues la ventaja de
las negras es indudable. Así: DIAGRAMA Nº 4
1.¤e3 ¤e5 (Juegan las blancas)
2.¤d5 £b8 AFICIONADO
Si las blancas cambian damas, la torre
de las negras llega a b2, lo que significa el
principio del fin.
Si las blancas no aceptan el cambio de
damas, la dama y la torre de las negras pene-
tran por las dos columnas abiertas del flanco
de la dama. Además, el peón de las blancas
en g4 está en situación débil, y su alfil no
puede hacer nada, pues se halla encerrado
por sus propios peones. No cabe duda: las
blancas han perdido el juego.
Pero también puede uno olvidarse de
la posición del tablero y reflexionar en la
conducta extraordinaria de Tarrasch. Los
siquiatras hablan de un estado llamado TEICHMAN
“narcolepsia” en que una persona tiende a Zurich, 1921
quedarse dormida fácil y frecuentemente
cuando no puede superar sus problemas. Para comenzar, Teichmann dio un ca-
Tarrasch quisiera hacemos creer que perdió ballo de ventaja, y después perdió otra pie-
porque se quedó dormido; lo que realmen- za. Ahora, su alfil está siendo atacado, al
te sucedió es que se quedó dormido porque igual que una de sus torres. Al lector y a mí,
estaba perdido. Éste es un buen ejemplo de esta posición no ofrecería ninguna posibili-
la manera en que el riguroso análisis del aje-
dad de salir adelante. Pero Teichmann ve un
drez se confunde con las reacciones perso-
-6-
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pequeño rayo de esperanza en el peón del DIAGRAMA Nº 5
caballo de rey, que se encuentra muy ade- (Juegan las blancas)
lantado. En consecuencia, juega: SCHALLOPP
1.¦xh6 ...
Esta jugada amenaza mate, comenzan-
do con 22.¦h8+. Por eso, las negras toman
la torre. ¿Por qué no?
1. ... ¤xh6
Si 1...¦xh6 2.¥xf7+, lleva al mate.
2.£g5 ...
Y ahora, si 2...bxc4 3.£d8+ decide el
juego.
2. ... ¤f7
3.£d8+ ¤xd8
Y ahora, después del sacrificio de la
dama viene una jugada de sorprendente be-
lleza: JANOWSKI
4.h6! Núremberg, 1896
¡Abandonan!
Después de 4. ... bxc4, las negras tienen Las blancas se encuentran considera-
blemente más desarrolladas que las negras,
una ventaja de dama, una torre y tres piezas
cosa que les permite continuar su ataque y,
menores. A pesar de ello, 5.h7+ las obligan
al mismo tiempo, proteger su torre amena-
a abandonar el juego. Las negras son impo-
zada.
tentes contra esta amenaza, pues su torre en La jugada de Janowski es sobrecogedo-
e6 está clavada. ra, elegante y enérgica:
Pocas cosas han sido más trágicas en el 1.¥d5!! exd5
ajedrez que el relativo fracaso de este gran Había que capturar al insolente alfil, y
maestro. A pesar de su enorme capacidad de ésta era la única manera de hacerlo.
imaginación, Teichmann no pudo llegar a la 2.£xc6+ ¢d8
cima. ¿Su excusa? “¡Pereza!”. Durante varias Si 2...¢e7 3.¤xd5+ haría retroceder al
décadas fue su característica. rey negro de todos modos.
Pero el mundo del ajedrez de los maes- 3.£xa8+ ¢d7
tros ha visto excusas más extrañas aún. Da- 4.£b7+ ¢e6
vid Janowski, famoso contemporáneo de 5.£c6+ ¥d6
6.¥f4
Tarrasch y de Teichmann durante el perío-
Abandonan.
do de 1890 a 1920, se distinguía por su des-
Un bello final. Si 6. ... £xh1+ 7.¢d2
preocupada audacia. He aquí una posición
£xa1 8.£xd6+, y las blancas dan mate en
típica de su arrojado estilo: dos jugadas más.
En este juego se puede ver que Janowski
era un gigante cuando se trataba de desha-
cerse de rivales de segunda categoría. Pero
cuando tenía que vérselas con jugadores
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realmente formidables, las cosas eran muy nación. Y así:
diferentes. Jugaba bien y ganaba alguna par- 1. ... ¤h6?
tida. Pero luego comenzaba a mostrar su 2.b4 £e5
morosidad, a comprometerse en complica- 3.¤cb5 ...
ciones innecesarias. Tomemos la siguiente Lasker lucha lo mejor que puede. (Su
posición de una partida jugada contra Ema- rival, Tarrasch, le rindió en una ocasión el
nuel Lasker: siguiente tributo: “Lasker pierde un juego de
vez en cuando, ¡pero nunca pierde la cabe-
DIAGRAMA Nº 6 za!”).
(Juegan las negras) Si las negras juegan 3...a6, Lasker tiene
JANOWSKI pensado jugar 4.£c1!? axb5 5.¤xc6, con
un contraataque resuelto.
3. ... ¤f5
4.¦c1 ...
Contraataque en la columna abierta. Al
clavar el caballo de las negras, confunde a
Janowski y acaba por paralizar su voluntad
de ganar.
4. ... ¤xe3
5.fxe3 £xe3+
6.¥e2 ¥e7
7.¦c3!? ...
Lasker juega con encomiable sangre fría
en una situación peligrosamente precaria.
Y ahora ofrece a Janowski la oportuni-
DR. LASKER dad de jugar 7...£xc3+! 8.¤xc3 ¤xd4, de-
Campeonato Mundial de 1910 jando a las negras con un juego muy fuerte.
Pero, una vez más, Janowski —el arrojado
Janowski tenía en las manos una victo- Janowski— vacila. “¿Qué persigue el viejo
ria fácil haciendo la jugada más evidente: zorro?”, se pregunta. Perplejo e indeciso,
1...¥c5. Entonces las negras amenazan con consigue arrebatar la derrota de las garras
ganar una pieza. Pero las blancas no tienen de la victoria.
otra alternativa; deben intentar 2.b4. 7. ... ¥h4+
En ese caso, las negras juegan 2. ... 8.g3 £e4
¥xd4! 9.O-O ¥f6
Ahora las blancas tienen dos posibili- (ver diagrama)
dades. Una es 3.¥xd4 £g5 4.¤b5 a6, y las La posición de las negras parece todavía
negras ganan una pieza. (Si en lugar de esto amenazadora, pero veamos cómo la hace
las blancas juegan 4.¤e2, quedan en una si- pedazos Lasker.
tuación intolerablemente apretada). 10.¦xf6! ...
La otra posibilidad es 3.bxa5 ¥xc3+ Ha eliminado a su peor enemigo. ¡La
4.¥d2 ¦xd2, y las blancas están perdidas: fuerza de esta jugada sólo se hará evidente
3.bxa5 ¥xc3+ 4.¥d2 ¦xd2. Las negras tie- diez jugadas después!
nen dos piezas y un peón por una torre. 10. ... gxf6
Pero Janowski quiere alardear de imagi- 11.¥f3 ...
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DIAGRAMA Nº 7 juego ganado, que no quería que se acaba-
JANOWSKI ra”?
Estas explicaciones son música celestial.
Es divertido jugar ajedrez, pero es más di-
vertido ganar la partida. La verdadera razón
de que Janowski perdiera esos juegos gana-
dos era que tenía miedo de la crisis, de ese
terrible momento en que todo el juego está
en la balanza. Por valeroso que pareciera Ja-
nowski, indudablemente había cierta timi-
dez en su naturaleza que lo hacía retroceder
ante las decisiones que, una vez tomadas, no
pueden revocarse.
Emanuel Lasker, Campeón Mundial de
1894 a 1921, era un tipo de jugador comple-
tamente distinto. Fue el primero que demos-
DR. LASKER tró la importancia de la personalidad en el
(Después de 9. ... ¥f6) ajedrez y que caracterizó al juego como una
lucha. Tenía una noción clara de sus propias
Por fin, después de una defensa increí- cualidades y de las de sus contrincantes. En
blemente paciente que pocos jugadores hu- consecuencia, podía llevar el juego por ca-
bieran podido sostener, Lasker toma la ini- minos en que sus contrarios se extraviaban.
ciativa. Ahora ya no perderá el tiempo: cada Cuando se proponía crear complicaciones,
jugada es un martillazo, implacable castigo este magnífico luchador era implacable con-
a la indecisión de las negras. sigo mismo y con su rival.
11. ... £e5 Me agrada mucho este franco comenta-
12.¤xa7+ ¢c7 rio que hizo Lasker sobre su vida de empe-
13.¤axc6 bxc6 dernido ajedrecista:
14.¦xc6+ ¢b8 “De mis cincuenta y siete años, dediqué
Ahora el rey de las blancas está a salvo, cuando menos treinta a olvidar casi todo lo
mientras que el de las negras ha quedado que había aprendido o leído. Y una vez que
expuesto al ataque. lo conseguí, adquirí cierta soltura y ánimo
15.¦b6+ ¢c8 que no me gustaría volver a perder. Si es ne-
16.£c1+ ¢d7 cesario, puedo hacer cosas de las que no ten-
7.¤xe6 fxe6 go idea en el momento. He retenido poco en
8.¦b7+ ¢e8 la memoria, pero puedo aplicar ese poco, y
19.¥c6+ es muy útil en muchos y variados aprietos.
Abandonan Lo mantengo siempre en orden, pero me re-
Porque después de 19. ... ¢f8 20.£h6+ sisto a aumentar su lastre”.
lleva al mate. Estas palabras nos revelan admirable-
Al igual que en esta partida, Janowski mente el aplomo, la calma y confianza de
perdía una línea decisiva tras otra; en los Lasker, así como sus insuperables cualida-
torneos abundan sus victorias fallidas. ¿Por des de estratega. Cuando reproducimos
qué? ¿Porque “le gustaba el ajedrez intere- cualquiera de sus partidas, vemos claramen-
sante”? ¿Porque “se deleitaba tanto con un te cómo se revela el elemento personal en el
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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
ajedrez. Subjetivamente, el lector siente que ha
Pero volvamos a nuestro tema de las ex- empleado muy poco tiempo en hacer su
cusas. ¿Cómo supone el lector que los con- jugada; pero la irritada impresión del con-
temporáneos de Lasker lo consideraban? trincante es que tardó varios siglos. (Y hasta
¿Encomiaban la madurez de sus conceptos puede ir más lejos e insinuar que el lector
y su mágica habilidad para salir de las situa- juega deliberadamente con lentitud; una
ciones críticas? No exactamente. Atribuían guerra de nervios).
su éxito, no a su manera superlativa de ju- Pero ahora le toca jugar al contrincante.
gar, sino a las fétidas tagarninas que fumaba. ¿Qué sucede? Los papeles se han invertido,
Es siempre más cómodo atribuir la de- y esta vez es el adversario el que tiene la im-
rrota a un cigarro puro que a la inferioridad presión de que no emplea mucho tiempo en
en el juego. Y, es más, mucho más fácil, in- decidir su jugada, mientras el lector sucum-
vocar la excusa que esforzarse por mejorar el be a la ilusión de que es ignominiosamente
juego. Así, en lugar de decir con voz melan- lento para tomar una resolución.
cólica: “Si tan sólo pudiera jugar mejor las Piénselo bien el lector y, según creo,
aperturas, todo saldría bien”, ¡por el amor de coincidirá conmigo en afirmar que no hay
Dios, hay que dedicarse a estudiarlas! exageración en lo que he dicho. ¿Qué debe
Naturalmente, la excusa que oímos con hacerse?
más frecuencia es la siguiente: “Juega de- Ante todo, es necesario dominar la irri-
masiado lento! Ya le tenía ganado el juego, tación. El lector juega ajedrez por divertirse.
y luego me volvió loco con su pachorra en Si no es así, ¿para qué juega?
cada jugada. Cuando menos lo pensé, se me Pero es más fácil decirlo que hacerlo.
agotó la paciencia, hice cualquier jugada y Quizá el siguiente consejo le ayude a ello.
…, ¡zas! ¡Allí se acabó todo!”. Toda la dificultad surge cuando el lector es-
Y esto es algo que el lector no solamen- pera que su contrincante juegue. Pero, ¿por
te ha escuchado con mucha frecuencia, sino qué ha de esperar sin hacer nada?
que lo ha dicho más a menudo aún. Pues la En lugar de mirarse los dedos, ¿por qué
lentitud del juego —del contrincante, claro no aprovechar el tiempo?
está, no la propia— es excusa universal de Puede uno, por ejemplo, estudiar la po-
todos los jugadores de ajedrez. sición para ver si es posible capturar una
¿Tiene fundamento esta excusa? No pieza, atacarla o amagarla. El lector se sor-
mucho. Y he aquí por qué: prenderá agradablemente al encontrar que
Ambos jugadores —el lector y su con- puede tener una imagen más clara de la si-
trincante— confunden el tiempo con la tuación ahora que momentáneamente se
duración. Cuando le toca jugar al lector, se ha libertado de la responsabilidad de tomar
abisma a tal extremo en sus pensamientos una decisión.
que no se da cuenta de cómo pasa el tiempo. Y no es esto todo lo que puede hacer.
Su adversario, en cambio, se encuentra con- ¿Por qué no mirar la posición desde el punto
denado a la ociosidad e inquieto, esperando de vista del contrincante? ¿Por qué no pre-
con impaciencia que le toque jugar. guntarse qué haría uno en su lugar? ¿Qué
(Buckle, el famoso historiador, que tam- jugada haría uno en la situación inmediata?
bién era un buen jugador de ajedrez, dijo ¿Qué plan escogería?
una vez con mordacidad: “Es difícil sopor- Empleando de esta manera el tiempo
tar la lentitud del genio, pero la del medio- del contrincante, el lector no sólo calmará
cre es insufrible”). sus nervios, sino que también verá el juego
-10-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
como no lo había visto nunca antes. Y, lo torneos más reñidos de los tiempos moder-
mejor de todo, en lugar de cultivar una ex- nos:
cusa vana, mejorará su ajedrez de una ma- “A pesar de todo su ingenio y sus nu-
nera constructiva. merosos éxitos de tiempos pasados, Najdorf
nunca había obtenido un triunfo tan impre-
Hay que tener fe en el propio juego sionante”.
La seguridad en sí mismo, o incluso “Pero, según la propia afirmación de
una imitación razonable de ella, es un arma Najdorf, se sentía perdido en cada una de
potente en el ajedrez. Si el lector tiene con- las partidas. En cuanto había hecho un cier-
fianza de alcanzar lo imposible, puede — to número de jugadas, corría a la sala de
aunque no lo crea- triunfar en un proyecto periodistas —casi con la puntualidad de un
poco probable. Pero si duda de alcanzar lo reloj— para anunciar alocadamente que iba
que está en su capacidad de hacer, fracasará a perder por algún descuido, algún grave
incluso en ese objetivo limitado. riesgo o alguna jugada sorprendente del ad-
En el ajedrez, naturalmente, es ventajo- versario”.
so conocerse a sí mismo. Pero es necesario “A pesar de que estos dramáticos anun-
conocer también al otro. Es difícil lo prime- cios se repetían con toda la dramática inten-
ro. Pero es más difícil aún lo segundo. sidad de que era capaz Najdorf, ninguno de
Como sabemos muy bien, los jugadores ellos se realizó. El terrible ataque de Reshe-
de ajedrez toman la derrota con amargura vsky quedó contenido. El descuidado sacri-
considerable. Para protegerse contra la de- ficio al jugar contra Gudmundsson resultó
cepción que experimentan al perder, invo- ser atinado. La sorprendente jugada de Pil-
can excusas muy conocidas a fin de sentirse nik fue una especie de boomerang”.
menos incómodos. Por ello, a menudo te- “Como muchos de sus colegas del pa-
men que se le ponga a prueba. Van a un club sado y de la actualidad, incluyendo a Ale-
de ajedrez, pero rehúyen jugar. Algunos lle- khine, Najdorf sólo juega realmente bien
gan al extremo de imaginar que los ojos de cuando tiene que poner sus cinco sentidos
todo el mundo están fijos en ellos, que todos espoleado por el miedo. Pero en lo que se
los espectadores del juego están atentos a distingue de los demás es en que lo confiesa
burlarse de cada una de sus jugadas. francamente y sin importarle su ‘prestigio’.
En cierto grado, su temor es explicable. Como el mismo dijo en una ocasión: “Sien-
Todos tenemos miedo de lo desconocido, y to el impulso de desnudarme en público”.
una prueba crucial ante extraños es una ver- Podemos dar otros ejemplos. El más
dadera ordalía. Pero, en realidad, quien obra notable de los que recuerdo es el pasmoso
así se mortifica sin motivo, pues puede tener artículo de Capablanca en The New York Ti-
la seguridad de que su contrincante se siente mes poco antes del Torneo de Nueva York
tan incómodo como él: la desagradable ex- de 1927. En la víspera de uno de los mayores
periencia no lo es sólo para él. triunfos de su carrera, el Campeón Mundial
Es consolador saber que hasta los gran- proclamó en los términos más sombríos que
des maestros sufren este sentimiento de dudaba mucho de sus probabilidades de éxi-
ansiedad. Los que adoptan el aire más con- to.
vincente de confianza en sí mismos son, ge- (¿No nos recuerda esto la excusa de
neralmente, los más perturbados. Tomemos Smith? Podría clasificarse como “la excu-
como ejemplo la siguiente narración sobre sa preliminar y propiciatoria”. La siguiente
la conducta de Najdorf al final de uno de los ocasión en que Capablanca recurrió a esta
-11-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
excusa fue cuando Alekhine le ganó el Cam- 5.¥g3 ¦xh2!
peonato Mundial, pérdida que sorprendió a Magistralmente jugado: si ahora 6.¥xh2
Capablanca y a todo el mundo, ¡con la ex- £xg4+ 7.¢h1 £h3!, forzando el mate.
cepción del mismo Alekhine!). 6.£f3 ¦hg2+
La siguiente partida dará al lector una 7.£xg2 ¦xg2+
idea del abismo que había entre la desalen- 8.¢xg2 £xg4
tada predicción de Capablanca y sus sober- Capablanca tiene una victoria fácil, en
bias jugadas unos cuantos días más tarde. parte por su ventaja en material y posición.
Nimzovich se rindió después de ocho juga-
DIAGRAMA Nº 8 das más.
(Juegan las negras) ¿Cómo podría uno reconciliar las dudas
CAPABLANCA de Capablanca con su espléndido juego y
garboso aire de seguridad durante el torneo?
Esta especie de ansiedad antes de la batalla
nos recuerda el doloroso miedo a aparecer
en las tablas que aflige aún a los actores
veteranos y a los concertistas. Sin embargo,
apenas unos momentos después ponen de
manifiesto la habilidad y maestría que los ha
hecho distinguirse en su profesión.
En cambio, la “fe en lo imposible” es
una de esas ilusiones vitales que pueden ha-
cer del lector un mejor jugador de ajedrez.
Quizá quien me lee conoce ya la afirmación
que se atribuye a Tchigorin, el gran maestro
ruso de las dos últimas décadas del siglo pa-
NIMZOVICH sado. Se dice que cuando tenía las blancas
Nueva York, 1927 siempre jugaba 1 e4, confiado en que tenía
el mejor juego. Cuando tenía las negras, res-
Capablanca, que se propone un bonito pondía a 1. e4 con 1 ... e5, convencido con
sacrificio de la dama, abre la posición con: igual firmeza de que tenía, cuando menos,
1... e5! ¡un juego parejo!
2.¥xe5 ¦dd2 Comparemos estas dos afirmaciones,
Amenazando ... ¦xf2 con un ataque y el lector dirá que son, lógicamente, ridí-
amagando mate con las poderosas torres. culas. Es cierto. Pero hay muchas cosas en
Si las blancas se defienden con 3.¦f1, las el ajedrez que no obedecen a la lógica, y el
negras tienen la aplastante continuación 3. lector será un mejor jugador de ajedrez si se
... £xe3! 4.fxe3 ¦g2+ 5.¢h1 ¦xh2+ 6.¢g1 convence de ello.
¦cg2#. Pero sucede que la afirmación de Tchi-
3.£b7 ¦xf2 gorin de ninguna manera es tan fantástica
4.g4 ... como parece, pues contiene una “premisa
Esforzándose desesperadamente por menor tácita” que tiene un gran sentido. Lo
usar el alfil para defender el flanco de rey. que en realidad quería decir era: “Cuando
Pero Capablanca frustra su propósito. yo, el gran Tchigorin, tengo las blancas, las
4. ... £e6! blancas tienen el mejor juego. Y cuando yo,
-12-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
el gran Tchigorin, tengo las negras, entonces 13.¤c4! £a6
las negras tienen, cuando menos, un juego 14.¥g5+! ¢xf7
parejo”. Tchigorin termina el juego de una vez
Para comprender claramente esta enga- con drástico jaque doble, teóricamente la
ñosa afirmación, examinemos dos partidas jugada más fuerte que se conoce en ajedrez.
deliciosas ganadas por Tchigorin: la primera
con las piezas blancas y la segunda con las DIAGRAMA Nº 9
fuerzas negras. GOSSIP
En el primer juego, Tchigorin derrota a
una autoridad en abrir el juego en quince ju-
gadas, usando una apertura que en la actua-
lidad sólo se ve en la tienda de antiguallas:

Nueva York, 1889


Blancas: Tchigorin
Negras: Gossip
APERTURA DE PONZIANI

1.e4 e5
2.¤f3 ¤c6
3.c3 d5
Una respuesta más sencilla es 3...¤f6
4.d4 d5!, con igualdad. TCHIGORIN
4.£a4 f6
Adelantar prematuramente el peón del 15.¤d6#
alfil del rey puede ser muy perjudicial. Ahora viene la segunda parte, para mos-
5.¥b5 ¤e7 trar lo que hacía Tchigorin con las negras:
6.exd5 £xd5
7.O-O ¥d7 San Petersburgo, 1878
8.d4 ... Blancas: Schletser
Si las negras jugaran bien, saldrían há- Negras: Tchigorin
bilmente del paso con 8...exd4 9.cxd4 ¤e5! CONTRAGAMBITO DEL GRECO
10.¥xd7+ £xd7!
Tal como juegan las negras, pronto se 1.e4 e5
encuentran en un serio aprieto que Tchigo- 2.¤f3 f5
rin explota hasta lo último. Ahora las blancas deberían jugar
8. ... e4! 3.¤xe5, amenazando £h5+. La mejor juga-
9.¤fd2 ¤g6 da de las negras es 3. ... £f6, pero después
10.¥c4 £a5 de 4.d4 d6 5.¤c4 fxe4 6.¤c3, las blancas
11.£b3 f5 tienen un notable adelanto en el desarrollo.
12.¥f7+ ... 3.exf5 ¤c6
El principio del fin. Tchigorin no dejará 4.¥b5 ¥c5!
escapar un rey rodeado por un enjambre de 5.¥xc6 dxc6
enemigos. 6.¤xe5 ¥xf5
12. ... ¢e7? Tchigorin se ha desarrollado rápida-
-13-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
mente, pero, como veremos, su último mo- te en virtud de la amenaza de Tchigorin:
vimiento requiere considerable previsión. 13...£e1+!; 14.¦xe1 ¦xe1#.
7.£h5+ g6
8.¤xg6?! ... DIAGRAMA Nº 11
Las blancas están hipnotizadas por la TCHIGORIN
idea codiciosa de obtener una ganancia ma-
terial. Si ahora 8...¥xg6 (que es lo que espe-
ran), entonces 9.£xc5, le dan dos peones de
ventaja.

DIAGRAMA Nº 10
TCHIGORIN

SCHLETSER
(Posición final)

Si 13.d3 £e2#. O si 13.d4 ¥g4+ 14.¢d2


£e3#.
Después de reproducir estas dos parti-
das, vemos que la pretensión de Tchigorin
SCHLETSER tenía su lógica propia: la lógica de su habili-
dad deslumbradora, con la que destruía rá-
8. ... hxg6!! pidamente a los contrincantes inferiores.
9.£xh8 £e7+
Las tres piezas desarrolladas de las ne- Hay que saber diferenciar entre los adver-
gras acosan ahora al rey de las blancas hasta sarios
perderlo. Si 10.¢f1 ¥xc2!, y la amenaza de Así, se trata en realidad de un problema
… ¥d3+ es decisiva. de personalidades. Y esto sucede en gran
10.¢d1 ¥xf2! parte del ajedrez. Quizá esta afirmación sor-
Esta jugada excluye la interposición de
prenda al lector, pues no la encontrará en
f3 y, en consecuencia, amenaza … ¥g4+. Es
ningún libro de ajedrez. Pero los mismos
cierto que Tchigorin deja dos piezas ama-
maestros del tablero suelen hacer a un lado
gadas, pero estos problemas son demasiado
insignificantes para preocuparse por ellos. la lógica en favor de las consideraciones
11.£xg8+ ¢d7 personales.
Si ahora 12.£xa8 ¥g4 mate. Compárese el juego de un maestro del
12.£c4 ¦e8! ajedrez en un torneo con sus partidas en
Abandonan. una exhibición simultánea. ¿La calidad de
La decisión de las blancas es pruden- su juego es la misma en ambos casos? Cier-
-14-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
tamente, no. Exhibición simultánea
En una exhibición, donde debe jugar Ámsterdam, 1933
rápidamente contra un grupo de jugadores
más débiles, el maestro sabe que puede ven- Blancas: Alekhine
cer con jugadas que casi nunca darían resul- Negras: Mindeno
tado contra otro maestro. RUY LÓPEZ
Supongamos que se encuentra en esta
1.e4 e5
situación: puede (a) ganar un peón simpli-
2.¤f3 ¤c6
ficando grandemente, o (b) rehusar el peón
3.¥b5 d6
a fin de conservar una posición complica- A los maestros modernos del ajedrez no
da y llena de promesas vagas, pero amena- les satisface esta defensa, pues lleva a las ne-
zadoras. En una partida con otro maestro, gras a una situación cerrada y pasiva.
se inclinará a tomar el peón y recibirá con 4.d4 exd4
beneplácito la simplificación del juego. Sin 5.£xd4 ...
embargo, en una exhibición simultánea pro- Gana tiempo para enrocar después en el
bablemente preferirá el curso complicado. lado de la dama.
¿Por qué esta diferencia? Por una parte, 5. ... ¥d7
es demasiado discreto para jugar a la ligera 6.¥xc6 ¥xc6
con un contrincante poderoso, mientras 7.¤c3 ¤f6
que, al rivalizar con jugadores simultáneos, 8.¥g5 ¥e7
9.O-O-O O-O
la experiencia y las estadísticas le enseñan
que la defensa se derrumbará ante un ataque
DIAGRAMA Nº 12
resuelto y complejo.
Si el lector ha jugado alguna vez en ex- MINDENO
hibiciones simultáneas, probablemente ha
visto esa situación por sí mismo. En un lado
del tablero está el maestro hábil, experimen-
tado, seguro de sí mismo, esperando caer
sobre el más pequeño error de su adversa-
rio. Y en el otro lado, el lector, el aficionado,
sin seguridad de sí mismo, aturdido por la
posición, atormentado por el presentimien-
to de que el desastre es inminente.
Una de las numerosas facetas de Alekhi-
ne era su notable facilidad para sentir estas
dificultades. La obra maestra que ofrecemos
a continuación pone de relieve la enorme
diferencia entre el juego del maestro y el del ALEKHINE
que juega una partida simultánea:
Las blancas tienen que tomar ahora una
decisión.
Los rasgos esenciales de la posición
-15-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
son los siguientes: la posición de las negras, DIAGRAMA Nº 13
como sabemos, es un tanto restringida. Las
blancas pueden reforzar tranquilamente MINDENO
su posición con la esperanza de conservar
su dominio de la situación o pueden crear
complicaciones en que sus amenazas llenen
de pánico a las negras.
Unos cuantos meses antes, jugando
contra el maestro danés Andersen en el Tor-
neo Internacional de Folkestone, Alekhine,
en una posición idéntica, prefirió el primer
método. En esa partida jugó así: 10.¦he1
¤d7 11.¥xe7 £xe7 12.¦e3 £f6. (El propó-
sito de las negras es el de salir de su posición
cerrada mediante cambios que simplifiquen
el juego).
La partida continuó: 13.¤d5 ¥xd5 ALEKHINE
14.exd5 £xd4 15.¤xd4 ¦fe8 16.¦de1 ¦xe3
17.¦xe3. Las blancas quedan con una pe- Ni siquiera el cambio de damas puede
queñísima ventaja de movilidad que es sufi- neutralizar el ataque de las blancas. Veamos
ciente para que gane Alekhine. esta variación: 13...£xe4 14.gxf6 £xd4
Pero ésa era una partida contra un 15.¦xd4 ¥xf3 16.gxf3. Ahora, 16. ... gxf6?
maestro. He aquí cómo juega Alekhine con- permite 17 17.¦g4#. O si 16...¦fe8 17.¦g4!
tra un aficionado: g6 18.¦gh4 y las blancas sucumben con
10.h4 ... ¦h8#.
Jugada astuta que sugiere a las negras la 13. ... ¤xe4
idea suicida de amenazar y luego capturar el 14.¦h5 £e6
alfil blanco. 15.¦dh1 f5
10...h6 Aunque luchan en una situación difí-
11.¤d5! ... cil, las negras pueden ahora darse el lujo de
Las negras pueden salvar todavía el pe- mostrarse complacientes.
llejo jugando 11...¤xd5! 12.exd5 ¥d7. Pero Es cierto que las blancas tienen 16.g6
el poder de la sugestión es demasiado para (amenazan mate), £xg6 17.¤e5!?, que
ellas. parece ganar; pues si 17...dxe5? 18.£c4+
y después de 18. ... £f7 o 18...¦f7 sigue
11. ... hxg5?
19.¦h8#.
12.¤xe7+ £xe7
Pero he aquí la razón de que las negras se
13.hxg5 ...
rían en sus barbas: después de 16.g6 £xg6
Después de esta jugada, la columna
17.¤e5!?, juegan 17...£xh5! 18.¦xh5 dxe5,
abierta de la torre del rey tendrá que decidir con material más que suficiente a cambio de
la partida en favor de las blancas, a pesar de su dama.
su inferioridad material. ¿Será que el aficionado ha superado al
maestro? De ninguna manera. Con sonrisa
compasiva, Alekhine traspone las jugadas,
-16-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
toma su caballo y lo planta con gesto de Habría que buscar mucho para encon-
triunfo en una jugada genial: trar una partida más artística, y, sin embargo,
el punto decisivo que hizo posible el triunfo
DIAGRAMA Nº 14 de las blancas se presentó en las jugadas 10 y
MINDENO 11. El ardid psicológico de las blancas fue la
mecha que produjo la explosión.
Ahí tiene el lector la diferencia entre el
juego de torneo y el de las partidas simul-
táneas. En una partida entre dos maestros,
las posibilidades son de que fracasen los ata-
ques de especulación, aunque pueden tener
éxito en una partida de cada diez. En una
exhibición simultánea, triunfan 999 veces
de cada mil.

El valor de la sorpresa
Incluso en las partidas entre jugadores
de primera clase, una jugada poco sólida, si
se hace con cierto atrevimiento, tiene algu-
ALEKHINE nas probabilidades, por remotas que sean,
de triunfar. Así lo descubrí una vez en una
16.¤e5!! ... divertida partida que jugué en el Campeo-
Esta bella jugada tiene tres rasgos de su- nato del Club de Ajedrez Marshall.
tileza. Mi contrincante, un buen jugador,
El primero: si ahora 16...£xe5 17.£xe5 adoptó la Defensa India del Rey. Pronto lle-
dxe5 18.g6, y las negras no pueden hacer gamos a una posición semibloqueada, en la
nada contra 19.¦h8#. que ambos bandos tendrían que recurrir a
Al mismo tiempo, las blancas amenazan pesadas maniobras. Aunque las jugadas de
¦h8# de todas maneras, por lo que es nece- mi adversario eran excelentes, corría el ries-
sario capturar el caballo. go de que se le agotara el tiempo por jugar
16... dxe5 con demasiada lentitud. Por último, sólo
17.g6 le quedaban unos dos minutos para hacer
Abandonan veinte jugadas.
Y aquí encontramos el segundo rasgo Advirtiéndolo así, jugué mi rey de g1 a
de sutileza en la deliciosa combinación de f2 y luego a e3 en movimientos sucesivos.
las blancas: si 17. ... £xg6 18.£c4+, fuerza Casi todas las piezas estaban todavía en el
el mate. tablero. Mi adversario, como había previsto,
¿Y el tercer rasgo de la combinación? miraba al rey con ojos estupefactos, esfor-
Volvamos al diagrama 14. Si las blancas zándose por adivinar la razón de sus locos
juegan 16.g6 £xg6 17.£c4+, las negras tie- vagabundeos.
nen la sencilla defensa 17 ... d5. Los movimientos del rey eran malos,
Al jugar 16.¤e5!!!, Alekhine eliminó al tan malos así que ¢e3 le daba la oportu-
peón de dama de las negras, de manera que nidad de tomar mi dama con un jaque a la
ya no podían jugar d5. descubierta. Pero mi asombrado adversario
no veía nada. Miraba al tablero como hip-
-17-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
notizado, mientras los segundos se desliza- tiene que escoger entre dos o más posibili-
ban sin cesar. Y pronto perdió la partida por dades, comienza a titubear. Al final, después
exceder el límite de tiempo. de media hora de estudio, escogió el méto-
Claro está que éste es un caso extremo. do equivocado de capturar el peón y pronto
Pero sirve para demostrar los efectos desas- perdió una pieza.
trosos de la sorpresa. En otro de los ejem- El lector puede estar seguro de que los
plos que recuerdo, la estratagema fue dife- maestros conocen bien esta táctica. Algu-
rente, pero mucho más común. nos de los más emprendedores, como Ru-
La partida a que me refiero fue jugada dolf Spielmann, por ejemplo, gustan de los
en el Campeonato del Club de Ajedrez de sacrificios poco sólidos que parecen estar
Manhattan, también contra un jugador bas- cargados de dinamita. Aunque lo condena-
tante bueno. Al iniciarse el juego medio vi la ran más tarde algunos críticos que nunca se
oportunidad de hacer el sacrificio especula- dejaron llevar por un arrebato para hacer
tivo de un peón. Parecía seductor, y comen- una jugada, alcanzó un gran porcentaje de
cé a examinar sus consecuencias. Después éxitos en sus partidas.
de mucho pensar: “Si hace esto, yo haré esto La que ofrecemos a continuación de-
otro”, me dije de pronto: “¡No seas tonto! muestra cómo un gran maestro presenta
‘Especulativo’ no quiere decir otra cosa sino una sorpresa a su adversario. Ha sido con-
‘especulativo’, y si vas a sacrificar un peón, siderada como la más brillante que se haya
sacrifícalo sin importarte las consecuencias”. jugado nunca, y, sin embargo, nadie sabe a
Dicho y hecho. Hice mi jugada resuel- la fecha si es sólida o no.
tamente, y me apoyé en el respaldo de la
silla a esperar cómodamente el desenlace. Márgate, 1938
Mi adversario pareció alarmarse, luego me Blancas: Alekhine
estudió inquisitivamente y por fin dedicó su Negras: Book
atención al tablero. ¿Era una jugada buena o GAMBITO DE LA DAMA
mala? Podía ver que en su fuero interno lu-
chaba la suspicacia contra la preocupación y 1.d4 d5
el miedo. Observó atentamente la posición, 2.c4 dxc4
levantando las cejas de vez en cuando para 3.¤f3 ¤f6
lanzarme una rápida mirada, como si qui- 4.e3 e6
siera encontrar en mi expresión la solución 5.¥xc4 c5
a su problema.
La desaparición del peón negro de
Su decisión, como puede suponer el lec-
dama en el centro deja las manos libres a las
tor, no era fácil. Una jugada le permitía to-
blancas en esa importante zona. Un jugador
mar el peón sin riesgo, aunque no sin pasar
dinámicamente agresivo como Alekhine
por ciertas incomodidades. Otra manera de
capturarlo lo expondría a toda clase de difi- no necesita que se le haga invitación for-
cultades, y un tercer método lo haría perder mal para aprovecharse de semejante situa-
una pieza en tres jugadas obligadas. ción.
¿Cuál jugada escogió? Antes de decírsela 6.O-O ¤c6
al lector, debo explicar que, aunque es un 7.£e2 a6
buen jugador, su fuerte son las posiciones 8.¤c3 b5
simples y claras que no entrañan ningún 9.¥b3 b4
riesgo. Rehúye la táctica atrevida, y cuando Comienza el ataque. Si 10...exd5
-18-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
11.¤xd5! ¤xd5 12.¦d1, y las blancas recu- taba clavado.
peran la pieza con una ventaja decisiva.
10.d5! ¤a5 DIAGRAMA Nº 16
11.¥a4+ ¥d7
12.dxe6 fxe6 BOOK

DIAGRAMA Nº 15

BOOK

ALEKHINE

17.e4! ...
Es una jugada diabólica. Si 17...¤xe5,
las blancas ganan con 18.¥g5+!.
ALEKHINE Las negras están ya perdidas. He aquí la
forma impresionante en que Alekhine ter-
En esta posición, Alekhine hizo una de minó esta extraordinaria partida:
las jugadas más asombrosas que se hayan 17. ... ¤f6
visto en el juego de ajedrez. En lugar de sal- 18.¥g5 £c7
var su caballo (como el lector o yo hubié- 19.¥f4 £b6
ramos hecho), estudió la posición por largo 20.¦d1 g6
tiempo y finalmente jugó: 21.¥g5 ¥g7
13.¦d1!? bxc3 22.¤d7! ...
14.¦xd7! ¤xd7 Este golpe asesino es el principio del fin
15.¤e5 ¦a7 para las negras.
16.bxc3! ... 22. ... ¦xd7
23.¦xd7+ ¢f8
Alekhine ha sacrificado una torre. .
24.¥xf6 ¥xf6
¿para qué? Tan sólo para llenar de inquietud
25.e5!
al adversario.
1-0
16. ... ¢e7?!
Abandonan
Con la esperanza de librarse el caballo,
Si el alfil se retira, las blancas juegan
que estaba clavado. 26.£f3+ y sigue el mate.
Con la esperanza de liberarse de la mo- Cuando terminó la partida, Spielmann,
lesta presión sobre sobre el caballo, que es- el gran especialista en este tipo de ataque,
-19-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
hizo el siguiente reproche al perdedor: más, hay que jugar bien.
“¿Cómo puede usted jugar así? Esos sacri- El mismo Tarrasch, por gran jugador
ficios siempre tienen consecuencias que no que fuera, sucumbió más de una vez al des-
se ven en el tablero”. Surgió una acalorada concierto que le produjo el sacrificio de
discusión sobre la posición crítica, y la dis- sorpresa de un perspicaz maestro táctico.
cusión continúa hasta nuestros días. Cuando Lasker hizo su memorable observa-
Los comentaristas han escrito página ción sobre Tarrasch, diciendo que “le faltaba
tras página afirmando que el ataque de las la pasión que enciende la sangre”, pensaba
blancas es infalible. Otros, con igual ener- seguramente en partidas semejantes a la que
gía, dicen que las negras tienen una defen- ofrecemos a continuación:
sa perfectamente satisfactoria. Que yo sepa,
nadie ha dicho todavía la última palabra. San Sebastián, 1912
¿Cuál es, entonces, nuestro veredicto? Blancas: Duras
Los expertos, trabajando en la quietud Negras: Tarrasch
de sus estudios y disponiendo de tiempo RUY LÓPEZ
ilimitado, no han podido llegar a la verdad.
En consecuencia, podemos convenir en que 1.e4 e5
el inspirado ardid de Alekhine valía la pena 2.¤f3 ¤c6
de intentarse, especialmente tomando en 3.¥b5 a6
cuenta el límite de tiempo. 4.¥a4 ¤f6
Alekhine, naturalmente, sabía que ha- 5.d3 d6
bía muchos factores en su favor. En primer 6.c3 g6
lugar, su envidiable reputación le aseguraba Los teóricos dirán al lector que, en las
prácticamente que los demás creerían en la variaciones del Ruy López, cuando las blan-
solidez del sacrificio, aunque no fuera más cas juegan conservadoramente d6, las ne-
que por la teoría ligera, pero impresionan- gras pueden ganar la iniciativa si más tarde
te, de que, si Alekhine lo jugaba, debía ser juegan ... d5. Todo esto es muy cierto, pero
sólido. lo que no dicen al lector es que las blancas
Además, la sobrecogedora presencia de son un táctico resuelto, marrullero e impla-
esta personalidad aterradora fue suficien- cable, mientras su adversario es más bien un
te para aturdir a las negras. Consideremos, teórico obstinado cuyos mejores tiempos
por otra parte, el desconcierto que produce quedaron en el pasado.
siempre en el que se defiende un sacrificio 7.h3 ¥g7
de sorpresa. Cuanto más inesperado sea el 8.¥e3 O-O
sacrificio, mayor será el desconcierto; y este 9.£c1 b5
sacrificio fue algo completamente fuera de 10.¥c2 ¦e8
lo común. 11.¥h6 ¥h8
Partidas como ésta sirven de mucho 12.¤bd2 d5!
para explicar la confianza de Spielmann en 13.¤b3 £d6
los sacrificios que caen en esa vaga zona que 14.g4 ¤d8
separa lo sólido de lo erróneo. El crítico pue- Habiendo despejado su juego, las blan-
de más tarde hacer mofa de estos sacrificios, cas están listas ahora para ... ¤e6, a lo que
pero para usar las palabras de Tarrasch, no sigue ... ¤f4 o ...c5 y ... c4., o ...d4.
es suficiente con ser un buen jugador; ade- 15.£e3! ...

-20-
Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
DIAGRAMA Nº 17 podrán librarse.
TARRASCH
DIAGRAMA Nº 18
TARRASCH

DURAS

15. ... ¤e6! DURAS
Las negras tienen un juego espléndido, (Después de 18. ... £d8)
y Duras sabe que sólo puede salvarse con
marrullería. He aquí su sorpresa: 19... ¤d7
16.¤xe5!! ... 20.f4! ¥g7
Ahora bien, si las negras conservan la 21.¥xg7 ¤xg7
calma y dominan el desconcierto que les 22.f5 ¤f8
produce esta sorprendente jugada, tienen 23.¦df1 ...
la oportunidad de superar al adversario con ¡Qué avanzada de peones! Las amenazas
16...dxe4! 17.d4 c5! de las blancas parecen insinuarse por sí
16. ... £xe5? mismas, sin necesidad de pensarlas; por
Tarrasch cree que Duras ha cometido ejemplo, £h6, seguida de ¤d2, ¤f3, ¤g5
un disparate. y f6 en algunos casos. Las negras escapan
17.d4 £d6 a esto, tan sólo para perder en una forma
18.e5 £d8 igualmente drástica.
(ver diagrama) 23. ... £h4
Cuando imagino la escena, veo a Ta- 24.¤d2 gxf5
rrasch esforzándose por ocultar una sonrisa 25.gxf5 f6
de triunfo. Si las blancas juegan 19.exf6??, 26.¦hg1! ¦e7
entonces las negras juegan 19. ... ¤f8, y así 27.¦g4! £h5
ganan la dama. 28.£f3! ...
Pero ahora viene la segunda sorpresa, Esta jugada brutal deja indefensas a las
aún más demoledora que la primera: negras, pues amenaza 29. ¦xg7+f, ganando
19.O-O-O!! ... la dama, o 29.£xd5+, ganando una torre, o
Duras abandona la pieza para seguir 29.exf6, ganando una pieza.
con su especulación. A cambio de ello, ejer- 28. ... £f7
cerá una presión de la que las negras nunca 29.exf6! £xf6
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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
30.£xd5+ lecciones escolares.
1-0 Pero ahora sé —muchos años después
Para comenzar, las blancas ganan una — que no era la superior habilidad de Fine
torre. Esta partida es una de mis favoritas lo que explicaba, los resultados tan abruma-
porque revela de manera dramática la fuer- doramente unilaterales. Lo que realmente
za de la personalidad en el ajedrez. me vencía era la expresión despreocupada
de su rostro, la humillante arrogancia de su
El eterno triángulo actitud hacia todos los adversarios. Ya era el
Hasta ahora he indicado algunas de las hombre al agua antes de que se iniciara la
formas en que el factor personal domina una partida.
partida de ajedrez. Tan sólo para remachar Y esto nos lleva al segundo enigma.
el clavo, por si el lector no está todavía con- ¿Por qué la arrogancia de Fine no afectaba
vencido, consideremos el siguiente enigma: a Reshevsky?
A derrota una vez tras otra a B y B derrota
Por varias razones. Para comenzar, Sam-
una vez tras otra a C; ¡sin embargo, C de-
my tiene una sublime confianza en sí mismo
rrota una vez tras otra a A! Probablemente
que empequeñece el orgullo de Fine. Sammy
el lector ha visto que esto sucede en su club
no alardea de ello, como debe comprender
de ajedrez. Y es muy probable que le haya
el lector. Tan sólo considera su propio genio
sucedido a él mismo.
con profundo respeto y serena admiración.
¿Cómo puede explicarse este enigma?
Está tan cierto de que va a ganar como de
Ciertamente, no con la lógica o por la fuerza
que el sol saldrá por la mañana.
comparativa de los jugadores. Si se usa uno
Sammy tenía otras ventajas. Es mucho
de estos dos criterios, la triple relación no
más flemático que Fine y, en consecuencia,
tiene sentido. La explicación debe encontrar-
está mejor dotado para encararse a situa-
se necesariamente en el dominio de la perso-
ciones tensas. Cuando se encuentra en una
nalidad.
posición que descorazonaría a otro jugador,
Con la venia del lector me referiré a un
Reshevsky no hace otra cosa que luchar con
trío semejante y al lazo extraño e ilógico que
mayor ardor. Naturalmente, esto desconcer-
los unía. Estaba formado por Sammy Res-
taba a Fine.
hevsky, Reuben Fine y yo. Aunque yo no
Otro punto más en favor de Sammy era
estaba en el mismo club que ellos, me acep-
que virtualmente no se interesaba en otra
taban como de la familia. He aquí la razón:
cosa que no fuera el ajedrez. Fine, en cam-
Reshevsky derrotaba una y otra vez a Fine;
bio, tenía diversos intereses. Por lo tanto,
Fine me derrotaba una y otra vez, y, sin em-
Fine nunca exigía la misma concentración
bargo, ¡yo tenía una de las mejores series de
que se requería para jugar con Sammy.
triunfos que se hubieran alcanzado contra
Por estas razones, si no es que, por otras,
Sammy!
Fine resultaba siempre fácil presa para Sam-
No era misterio que yo perdiera casi
my. Si Fine tenía una partida perdida, la per-
siempre con Fine, pues era mejor jugador.
día. Si tenía un juego ganado, lo empataba.
Agréguese a esto mi sincero respeto por su
Hasta donde yo recuerdo, Fine sólo
habilidad; cuando éramos jóvenes, jugába-
consiguió ganarle una partida a Reshevsky,
mos ajedrez y lo estudiábamos juntos, y has-
y eso sucedió después de muchos años de
ta escribimos algunos libros sobre este juego
intentarlo. ¿Quién podría olvidar su juego
en compañía, en lugar de estudiar nuestras
en el Campeonato de los Estados Unidos de
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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
1940, en el que Sammy estuvo tan cerca de DIAGRAMA Nº 20
perder que se le salían las lágrimas? ¡A pe- RESHEVSKY
sar de todo, empató la partida y conservó el
título! He aquí la posición en que se decidió
el destino de la partida:

DIAGRAMA Nº 19
(Juegan las blancas)

RESHEVSKY

FINE

Pretende jugar 4.¤e4, librando así a su


alfil clavado y amenazando también con el
funesto doblete 5.¤f6+. Pero, como suele
suceder cuando Sammy parece derrotado,
tiene una defensa perfecta, como sigue:
4.¤e4 £e6!
Si ahora 4.£xc6 gxf4, y el alfil, clavado
FINE en la columna, está perdido.
Campeonato de los Estados Unidos, 1940 5.£d4 f5!
6.¤c5 £e2
Con dos piezas por una torre, las blan- Y si aquí 7.¦g1, las negras no juegan
cas tienen una victoria fácil. Lo único que tontamente 7. ... gxf4?? para que las blan-
necesitan es librar a su alfil de rey que está cas respondan con 8.gxf4+ a la descubierta,
clavado. Para ello hay una manera sencilla, y y ganan. En lugar de ello, juegan 7...£f3+
otra complicada. Fine escoge la complicada, 8.¦g2 £f1+, con empate.
procedimiento insensato contra un jugador 7.¦f2 £e1+
como Sammy, que, cuando menos, tiene 8.¢g2 gxf4
nueve vidas. ¡Y las negras se han escapado!
La forma sencilla es 1.¦f4, y la ruina de En realidad, Fine no jugó 4.¤e4. En la
las negras es irremediable. posición del diagrama 20, continuó 5.¦xf4
En lugar de ello, Fine jugó: £e6 6.£f3 f5 7.£d5 ¦ae8 8.¢g2 £xd5+
1.¥f4? ¥xc4 9.¤xd5, con dos peones por el cambio. Pero
2.£xc4 g5 las negras están a salvo, y la partida terminó
3.g3 £g4 finalmente en un empate.
Ésta es la posición que quería Fine, pero Ahora llegamos a un enigma mayor aún:
ahora, para su consternación, descubre que la impotencia de Sammy contra mí. En las
todo ha sido inútil. He aquí la razón: cinco partidas de torneo que jugué contra
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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
él, gané las dos primeras y empaté las otras 7.¤h4 g6
tres. ¿Por qué triunfé donde Fine había fra- 8.¤c3 h6
casado? 9.O-O a6
Ningún razonamiento lógico o técnico 10.cxd5 d6
podría explicarlo. La solución se encuentra 11.e4 ¥g7
por entero en mi actitud hacia Reshevsky. A 12.f4 ...
diferencia de Fine, yo no era su rival, y por
ello mi primera sensación al jugar con él era DIAGRAMA Nº 21
más bien de alivio que de temor. No era ver-
gonzoso perder con este gran maestro, cosa RESHEVSKY
que podría sucederle a cualquiera. Yo no te-
nía nada que perder; me sentía sin respon-
sabilidad y despreocupado, como rara vez se
siente uno en un torneo de ajedrez.
¡Vaya paradoja! Yo me sentía
despreocupado, y Sammy nunca lo podía
estar. El ajedrez era para Sammy una cosa
muy seria. La combinación de estos facto-
res era suficiente para ponerme en el mejor
de los estados de ánimo y para dar rienda
suelta a mi imaginación. Jugaba con gran
confianza y riqueza de ideas. Y así conseguí
un récord envidiable contra ese formidable
jugador, tan superior a mí en habilidad téc-
nica. REINFELD
En nuestra primera partida lo abrumé
con tres desagradables sorpresas: Las negras deben cuidarse ahora de la
terrible jugada e5, que, si llega a verificarse,
Minneapolis (Campeonato del Oeste) destruirá su posición.
1932 12. ... ¤fd7
Blancas: Reinfeld 13.a4! O-O
Negras: Reshevsky 14.¥e3 ¢h7
DEFENSA INDIA DE LA DAMA 15.£c2 ...
Antes de intentar e5, fortalezco mi posi-
1.d4 ¤f6 ción y desarrollo más piezas.
2.c4 e6 15. ... ¤f6
3.¤f3 b6 16.h3 ¤bd7
4.g3 ¥b7 17.¦ae1 ¦e8
5.¥g2 c5? 18.¥f2 ¤g8
6.d5! ... Como puede ver el lector, Sammy se ha
La primera sorpresa incómoda para esforzado por evitar e5. ¡Y, a pesar de ello,
Sammy. Por medio de este sacrificio tempo- la jugada es posible! ¡Ésta es la segunda
ral del peón formo un poderoso centro de sorpresa, aún más desagradable que la
peones, y él queda en una posición apretada. primera!
6. ... exd5
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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld - Prof. José Luis Matamoros
DIAGRAMA Nº 22 O 28.¥xf5, ganando una pieza, pues si
28. ... gxf5 29.¦xg7+ gana (29. ... ¢xg7
RESHEVSKY 30.¤xf5+, con doblete al rey y la dama).

DIAGRAMA Nº 23

RESHEVSKY

REINFELD

19.e5!! dxe5
20.f5!! ...
Es el punto de rompimiento. Si ahora REINFELD
20...g5 21.f6+ a la descubierta gana una (Después de 25... ¤xd5?!)
pieza. Y si 20...gxf5 21.¤xf5 con la amena-
za de 22.¤d6+ a la descubierta. 28... gxf5
20. ... ¤f8 29.£xf5 ¢h8
21.fxg6+ fxg6 30.¦f7 ...
22.¥e4 £d6 O 30.£f7 ¤e6 31.£g6 y ganan.
23.¥e3 ¤e7 30... ¤g6
24.¦f7 ¢g8 1-0
25.¦ef1 ¤xd5?! En este punto Sammy excedió el límite
(ver diagrama) de tiempo, faltándole diez jugadas más para
La presión se ha acumulado implacable- satisfacer el control de tiempo. Pero después
mente, y a las negras no les queda ya nin- de 31.£xg6, su rendición hubiera sido in-
guna buena jugada. En el caso de 25...¤f5, evitable.
puedo continuar como lo hice en la partida. Éste es un ejemplo perfecto de cómo
26.¦xb7! ... la confianza en sí mismo puede ayudar al
La tercera sorpresa: parece un descuido, jugador a vencer a otro mejor que él. El
pero no lo es. lector debe meditarlo bien, y encontrará en
26. ... ¤xe3 este análisis del “eterno triángulo” muchas
27.£f2 ... cosas que pueden aplicarse a él. Conócete a
De manera que si 27...¤xf1 28.£f7+ ti mismo..., y a tu adversario. Obtendrás más
¢h8 29.£xg7#. del ajedrez, más victorias. Y más diversión,
27. ... ¤f5 también.
28.¤xf5 ...
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