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Escuela Normal Rural de Izalco

(1950 – 1967)
En el LVII Aniversario de su Fundación

Daniel Raúl Villamariona

Con la Colaboración de
Oscar Armando Portillo Luna
A Lilian,
mi amada esposa durante sesenta y dos años,
a quien tanto extraño y tanto necesito;
con gratitud y amor.
“Madre Escuela”
Normal Rural de Izalco

Estudiantes en labores Juventud laboriosa


de albañilería con alma musical

Estudiantes en trabajo Arriates en construcción


de carpintería

Promoción 1951:
Los que hicieron
camino al andar

La Escuela que construimos con Cariño, Tolerancia y Comprensión.


Contenido
Página

Prólogo...................................................................... 9
I. Antecedentes ................................................... 13
II. La educación rural antes de la creación del
sistema de educación normal rural .................. 17
III. Perfil del maestro normalista rural.................... 21
IV. Plan de estudios ............................................... 27
V. Sistema disciplinario ........................................ 33
VI. Reunión mensual de discusión de problemas... 37
VII. Curso de selección........................................... 41
VIII. Prácticas docentes ........................................... 43
IX. Finalización de las prácticas docentes.
El retorno a la Madre Escuela ........................... 49
X. Excursiones ...................................................... 51
XI. Sistema rotativo de descanso
del personal docente........................................ 55
XII. Credo del Optimista. Nuestra diaria oración .... 57
XIII. Construyendo puentes. Ganando amigos ......... 61
XIV. Historias detrás de la historia ........................... 65
XV. Portal de las Musas ........................................ 145
XVI. Conclusiones ................................................. 157
Anexos .................................................................. 161

1. Decreto Ejecutivo mediante el cual


se crea la Escuela Normal Rural de Izalco. ....... 163
2. Directores y Personal Docente de
la Escuela Normal Rural de Izalco. ....................165
3. La foto de mi Graduación.
Galería de las Promociones. ..............................167
4. Una típica graduación en
la Escuela Normal Rural de Izalco. ....................179
5. Galería de fotografías de
diferentes actividades en la Escuela. ..................183
Prólogo
Este libro es el resultado de un sueño largamente
acariciado: dejar constancia de una experiencia única
en la historia educativa de nuestro país y enriquecer
la bibliografía que sobre la materia ha sido escrita.
Hay algo que hace a este libro diferente de todo lo
que se encuentra disponible hasta la fecha. Contiene
las experiencias vividas en un internado mixto por
jóvenes adolescentes, en una época de la vida carac-
terizada por las confusiones y las dudas, compartiendo
24 horas diarias en un mismo recinto, participando en
todas las actividades, en grupos mixtos, en los diferen-
tes momentos del quehacer educativo.

La Escuela Normal Rural de Izalco —La Madre Es-


cuela— como cariñosamente es llamada, y de la que tra-
ta este libro, orientó sus esfuerzos, afanes e inquietudes a
la formación de un maestro nuevo, diferente. Un maestro
con mística, devoción y sacrificio; capaz de hacer suyos
los problemas, carencias y limitaciones de las comuni-
dades rurales; de sacrificar sus propios intereses a favor
de aquellos a quienes sería destinado a servir. Un maes-

9
tro que fuera, a la vez, un agente de cambio, generador
de anhelos y esperanzas; de sueños de una vida mejor
y más humana. Un maestro capaz de enseñar a utilizar
los recursos naturales del entorno y de sensibilizar a los
miembros de la comunidad para que utilizaran sus po-
tencialidades y los convirtiera en artífices de su propio
destino. Este maestro tendría que estar preparado con
destrezas, habilidades, conocimientos y actitudes que
fuesen aplicados en la solución de los problemas, limita-
ciones y carencias de que adolece el hombre y la mujer
del campo. Este maestro debería saber qué hacer y cómo
hacerlo, que al crear sueños, anhelos y esperanzas, for-
taleciera y vivificara con la acción, la entrega y sacrificio
que demandan los grandes acontecimientos.

Este tipo de maestro debería vivir en el caserío,


en el cantón, en el poblado; debería convivir con
las gentes del lugar; compartir los problemas que los
afectaban. Debería sentir el compromiso de buscar un
cambio de actitud de los vecinos; sabría combatir el
conformismo, la apatía, la indiferencia y la resistencia
al cambio.

Entre otros temas, este libro se ocupa de narrar la


realidad vivida por jóvenes aspirantes a ser maestros;
de lo que lograron hacer en el breve lapso de 45 días,
durante sus prácticas docentes, previas a la obtención
de un título; de sus problemas y de la forma en que
los enfrentaron. También expone los resultados de su
gestión educativa; sin alardes, sin sobreestimar sus
conquistas, pero sin disminuir sus alcances. Es decir,
con apego a la verdad.

10
Contiene además, testimonios escritos por padres de
familia y personas vinculadas de una u otra forma, a la
Madre Escuela. Y alentamos la esperanza de que quienes
lo lean, se sientan solidarios con los docentes que trabajan
con fervor en beneficio del campesino salvadoreño; y me-
jor aún, que esa solidaridad se traduzca en acciones posi-
tivas orientadas a redimir al campesino, hermano nuestro.

Asimismo, se ha dedicado una sección del libro a


capturar diferentes expresiones literarias, tan propias
de la sensibilidad humanística del maestro, como es la
composición musical y la poesía, inspiradas en el gran
amor de sus hijos hacia la Madre Escuela, enclavada
en la verde campiña sonsonateca.

Se incluye en el documento una galería fotográ-


fica que muestra las 17 ricas cosechas de maestros
cultivadas a lo largo de los dieciocho años de vida de
la Escuela Normal Rural de Izalco, que aunque física-
mente ya no exista, vivirá a través de cada uno de los
graduados y maestros que fueron parte de ésta.

Como corolario, el libro se ilustra con fotografías


de diferentes épocas, que captan una gran variedad
de eventos de la vida cotidiana de ese Centro de Estu-
dios, en sus diferentes facetas, reflejo de las múltiples
actividades allí desarrolladas.

Para la elaboración de este libro, se contó con


el soporte de un equipo de apoyo que aportó ideas,
material gráfico, reportajes periodísticos y valiosos
testimonios; sentimientos y gratos recuerdos de vívi-
das experiencias que son nuestra razón de ser. Todos

11
ellos, docentes y graduados de nuestra amada Es-
cuela, somos los actores de ese capítulo de la histo-
ria de la educación de nuestro país.

Consignamos los nombres de este grupo de apoyo,


que representan de manera simbólica a la totalidad
de egresados, de todos los tiempos y de todas las
promociones, de la Escuela Normal Rural de Izalco.
Ellos son: José Vicente Cubías, Elsy Álvarez Mejía, An-
tonio Ramírez Azcúnaga, Bety Amabella Guevara de
Cubías, Felipe Jesús Burgos, Zoila Angélica Salgado
de Sibrián y Ramón Quinteros Monroy.

Es también importante referirnos a dos pilares que


fueron soporte moral y emocional a nuestros afanes
y entrega a la causa educativa de la madre nutricia:
los padres de familia, que nos confiaron a sus hijos,
su más valioso tesoro; y los cónyuges de los miem-
bros del personal docente de esa época, que debieron
desempeñar el papel de padre y madre, a un mismo
tiempo, en un hogar temporalmente incompleto.

Para ellos, nuestra gratitud y reconocimiento. Sus sa-


crificios se vieron compensados con la fructífera cosecha
de jóvenes maestros, que con profunda satisfacción de-
sempeñaron el papel de agentes de cambio de los habi-
tantes del campo y sirvieron con gallardía al progreso y
desarrollo de nuestra Patria. Este es nuestro tributo a la
amada Madre Escuela Normal Rural de Izalco.

Daniel Raúl. Villamariona


San Salvador, 22 de junio de 2007

12
I. Antecedentes
La Educación Normal Rural aparece en nuestro país
el año mil novecientos cuarenta y ocho. El Decreto
Ejecutivo No. 16, de su creación, así lo consigna. Esto,
de manera oficial. En realidad, la primera Escuela Nor-
mal Rural inició sus labores el ocho de marzo de mil
novecientos cincuenta en el Cantón Talcomunca, Juris-
dicción de Izalco, Departamento de Sonsonate. Su nom-
bre: Escuela Normal Rural de Izalco. El Decreto de su
creación se presenta en el Anexo 1 de este documento.

Los primeros nombramientos del Personal Docen-


te recayeron en los profesores Maximino Gutiérrez,
Daniel Raúl Villamariona y Luís Ángel Rodríguez. En
Acuerdo separado fue nombrado Director del Esta-
blecimiento el profesor Eustasio Antonio Nolasco. Los
nombramientos en referencia no entraron en vigor por
razones que no es del caso mencionar.

Entre la fecha del Decreto Ejecutivo de creación de


la Escuela Normal Rural, 12 de noviembre de 1948, y
los pasos preliminares para hacerla efectiva, transcu-
rrieron poco más de seis meses. En efecto, durante el
período comprendido entre junio 1º. y agosto 31 de
1949, los profesores Daniel Raúl Villamariona, Luís
Ángel Rodríguez, Francisco López Barrientos, María
Cruz Palma y el Agrónomo José Mario Molina, fueron
comisionados para observar la organización y funci-
onamiento de la Escuela Normal Rural de “La Alame-
da”, ubicada en Chimaltenango, Guatemala; centro

13
educativo regenteado por el Punto IV, de los Estados
Unidos de Norte América.

La Escuela Normal Rural de Izalco, en realidad,


inició sus labores el 8 de marzo de 1950. Su primer
Director, el profesor Eustasio Antonio Nolasco, de-
sempeñó ese cargo durante cuatro meses y fue susti-
tuido por Daniel Raúl Villamariona a partir del 1º. de
junio de ese mismo año.

Los considerandos del Decreto Ejecutivo de crea-


ción de la Escuela exponen, en forma lacónica, las
razones que justifican la creación del sistema de for-
mación de maestros normalistas rurales del país; men-
cionándose entre otros aspectos, los siguientes:

a. Lograr el arraigo del campesino; b. la formación


de su conciencia como individuo y como miembro de
la nación; c. el mejoramiento de su nivel de vida, su
alfabetización y el conocimiento pleno de los sistemas
modernos para evitar la erosión de las tierras; y, d. esa
Escuela Normal Rural presupone especial preparación
de los docentes que serán responsables de la edu-
cación de los campesinos salvadoreños, etc.

La brevedad del referido Decreto podría justificar


la vaguedad de los conceptos expresados en el mismo,
así como su poca precisión. Sin embargo, se reconoce
la altura de sus nobles propósitos.

En el año 1951, el Director de la Escuela, que fue


uno de los maestros fundadores de la Escuela Nor-

14
mal Rural de Izalco fue becado por la UNESCO para
asistir durante un año a un Programa de Educación
Fundamental en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán,
México, en el Centro Regional de Educación Funda-
mental para la América Latina, conocido ampliamente
por la sigla CREFAL.

Los conocimientos impartidos en ese centro de es-


tudios permitieron la oportunidad de comprobar que
la organización y el funcionamiento de nuestra Es-
cuela Normal Rural, recientemente fundada, marcha-
ban por buen camino y, además, enriquecieron con
sus enseñanzas teóricas y prácticas, los contenidos de
nuestros programas de estudio.

Instalaciones de CREFAL

15
II. La Educación Rural Antes
de la Creación del Sistema de
Educación Normal Rural
Las escuelas rurales, por lo general mixtas, eran
atendidas por maestros empíricos, algunas; otras por
maestros de emergencia. Los maestros empíricos, es-
calafonados en la Clase “C”, eran docentes con alguna
experiencia previa adquirida en cursos de capacitación
y conocimientos generales obtenidos en uno o dos años
de estudio de Bachillerato. Los profesores de Emergen-
cia eran reclutados entre personas que habían cursado
hasta el sexto grado de Educación Primaria, pero que
mostraban interés por servir en la docencia. Tanto los
primeros, como estos últimamente mencionados, sir-
vieron con esmero aunque con las naturales carencias
pedagógicas; no obstante, su aporte contribuyó a que
los índices de alfabetización fuesen mayores.

El maestro rural, casi en su totalidad, no radicaba


en el lugar de trabajo por diversos motivos: carencia
de facilidades de alojamiento y alimentación en las
comunidades rurales; necesidad de viajar diariamente,
debiendo caminar hasta dos o tres horas de ida y otras
tantas de regreso, lo cual limitaba su tiempo de trabajo
diario a cuatro o cinco horas como máximo. Además,
este tipo de maestros acusaba gran movilidad porque
frecuentemente solicitaba traslado a lugares más próxi-
mos a su domicilio por razones fáciles de entender.

17
A lo anteriormente reseñado puede agregarse que
carecía de interés por cambiar las condiciones adver-
sas de la comunidad: no las conocía, porque no las
vivía; no podía hacerlo porque desconocía las técnicas
y los conocimientos pedagógicos para lograrlo; y peor
aún, no poseía las habilidades, destrezas y actitudes
que eran necesarias y fundamentalmente, carecía de
actitudes positivas orientadas a mejorar la calidad de
vida de la escuela y de la comunidad. El sentimiento
de arraigo a la comunidad y el sentido de pertenencia
no formaban parte de su acervo emocional.

El Escalafón
Magisterial se
componía de tres
clases y cuatro
categorías cada
una de ellas. Las
Escuelas Nor-
males gradua-
ban maestros
de clase “A”;
las Secciones
Normales, do-
centes de Clase
“B” y la Clase
“C” estaba integrada por
maestros empíricos des- Escolares campesinas:
tinados a atender las es- Nuestra razón de
ser Maestros.
cuelas rurales. Los ascensos
se conferían sobre la base
de tiempo de servicio.

18
Los maestros graduados de la Escuela Normal
Rural de Izalco se incorporaban a la clase “A”,
cuarta categoría.

A continuación se incluye una nota periodística


que ilustra el auge que en la década de los años 50s
cobró la creación de escuelas normales en el país,
que sustentarían la gran demanda de maestros para
incorporarlos al sistema educativo nacional.

19
III. Perfil del Maestro
Normalista Rural
Los objetivos para la formación de maestros nor-
malistas rurales, de acuerdo al Decreto Ejecutivo No.
16, mencionado anteriormente, y las condiciones an-
tes reseñadas de las escuelas atendidas por los maes-
tros empíricos, condujeron a diseñar el perfil de un
maestro capaz de promover un cambio de actitud
en los habitantes de cantones y pueblos suburbanos,
haciendo nacer en ellos por convicción, no por im-
posición, la necesidad de superar las condiciones
adversas de postración y mejorar, de esa forma, su
calidad de vida. Es decir, un maestro convertido en
Agente de Cambio.

Este tipo de maestro debería saber trabajar en un


plano más humano que teórico, convencido de que a
nada conducía enseñar a leer, escribir y conocer los
números, si los educandos, de cualquier edad y sexo,
no estaban convencidos de que esto les sería de utili-
dad inmediata en sus actividades de la vida diaria.

El nuevo maestro rural, normalista, debería conocer


y aplicar los aspectos básicos de la Educación Funda-
mental, entre los cuales se encontraban los siguientes:

a. Protección de la salud;
b. Aprovechamiento de los recursos naturales del
entorno de los educandos y de la comunidad,

21
como un todo, independientemente de su edad
y sexo;
c. El derecho de disfrutar de una vida familiar en
armonía, en un hogar dignificado por el amor,
el trabajo y la unidad;
d. Favorecer el derecho a descansar, disfrutando de
sus momentos de ocio de forma grata y placentera.

Las consideraciones anteriores condujeron a dise-


ñar el siguiente perfil del Maestro Normalista Rural:

• Ser formado y potenciar sus cualidades de líder


para promover el proceso de cambio de acti-
tud de los miembros de la comunidad: niños,
jóvenes y adultos;
• Poseer o desarrollar habilidades y destrezas para sa-
ber enseñar “el qué” y “el cómo” hacer las cosas;
• Tener sensibilidad social para hacer suyos los
problemas y necesidades de la comunidad y par-
ticipar activamente en su solución;
• Poseer la capacidad para desarrollar conciencia en
los miembros del conglomerado social para que
reconocieran que el trabajo en el hogar, en la es-
cuela y en la comunidad era algo útil, agradable y
productivo; y,
• Ser capaz de sacrificar sus propios intereses en fa-
vor de la comunidad por su condición de Maestro
Normalista Rural.

No obstante que la Madre Escuela, era rica en limi-


taciones, dificultades y carencias; pobre en comodi-

22
dades, proporcionó la oportunidad para cumplir con el
perfil del tipo de maestro rural que se aspiraba formar.

A manera de ejemplo, y sin pretender agotar la


suma total de problemas y retos a vencer, se señalan
los siguientes: falta de energía eléctrica; carencia de
baños adecuados para los maestros en formación; fal-
ta de vehículo automotor para adquirir los víveres de
cada día (lo que obligó a utilizar una carreta tirada por
bueyes, viajando diariamente 20 kilómetros aproxima-
damente, hasta Sonsonate); dormitorios insuficientes
para la sección de varones; comedor sin techo; pi-
sos de cemento agrietados, etc.; para mencionar sola-
mente algunos de los problemas a resolver.

Estudiantes y maestros, aunando esfuerzo y vo-


luntad; restando tiempo a las horas de descanso, se
abocaron a resolver esos problemas, con entusiasmo
y optimismo; aprendiendo en el campo de la vida ru-
dimentos de albañilería, carpintería, mecánica, etc.,
hasta lograr la modificación de las condiciones adver-
sas y alcanzar la satisfacción que produce el trabajo
realizado en forma colectiva y beneficiosa para la co-
munidad educativa.

En el proceso de solución de los problemas exis-


tentes se fueron desarrollando, de manera natural y
espontánea, habilidades, destrezas, conocimientos y
actitudes deseables, el amor al trabajo, la importancia
del trabajo en equipo y el descubrimiento de poten-
cialidades y, mejor aún, se convirtieron en mujeres y
hombres cabales, aunque seguían siendo adolescentes.

23
Algunas obras realizadas para beneficio de la co-
lectividad estudiantil, se mencionan a continuación:

• Un dormitorio para 60 estudiantes y 4 maestros;


• Una pileta recolectora de agua de una vertiente,
destinada al servicio de varones;
• Habilitación de duchas para señoritas;
• Una cancha de basketball, convertible a cancha de
Volleyball;
• Una mesa de ping pong;
• Una glorieta, arriates para plantas ornamentales y
muchas cosas más.

Dormitorio de varones y maestros en construcción

24
Los grupos de trabajo siempre eran mixtos. Los
materiales de construcción: arena y piedra, eran ex-
traídos de un río distante dos kilómetros aproximada-
mente. Varones y mujeres, en cadena humana, hacían
la penosa tarea de extraerlos y trasladarlos a la calle
de acceso. Desde allí, eran transportados en carreta,
hasta el lugar donde serían utilizados. En ocasiones,
se hacía necesario trabajar en jornadas nocturnas, por
turnos de cuatro horas cada uno.

Este sistema educativo, novedoso y de avanzada


para su tiempo, convirtió a nuestra Madre Escuela en
centro de atracción para diversas clases de visitan-
tes: el Cuerpo de Supervisión Docente del país, en
pleno, que observaba y opinaba sobre las diversas
actividades en desarrollo; el desempeño de los grupos
de trabajo, integrados por estudiantes de los diferen-
tes cursos de estudio, rotando entre los distintos gru-
pos para obtener capacitación en todas las funciones
coprogramáticas. También se recibían visitas de estu-
diantes de escuelas y colegios y de otras personas que
se sentían atraídos por el simple hecho de conocer la
organización de una Escuela funcional, integrada por
alumnos de uno y otro sexo, algo nunca visto en el
ámbito nacional.

Es oportuno mencionar que señoritas alumnas de


último año de la Escuela Normal España, dirigida en-
tonces por la reconocida educadora Doña Antonia
Portillo de Galindo, se convertían en huéspedes tem-
porales de nuestra Alma Máter, y durante una semana
convivían con sus colegas estudiantes de nuestra Es-

25
cuela, con la finalidad de participar en todas las acti-
vidades de las asignaturas no convencionales. De esa
forma, reforzaban los conocimientos teóricos, que re-
cibían en su cátedra de Principios de Educación Rural.

Los comentarios que les merecieron esas experien-


cias no se consignan en este libro, pese a que son motivo
de orgullo y satisfacción para la comunidad estudiantil
de aquella época. Su carga emocional es tan íntima que,
de ser expuestos, podrían pecar de subjetivos. Similares
experiencias se tuvieron con visitas de estudiantes de la
Escuela Normal Alberto Masferrer.

Trabajar en obras de beneficio colectivo, sin egoís-


mos, fortaleció los lazos de amistad, compañerismo y
hermandad entre los futuros maestros, nexos que aún
persisten, después de casi 40 años de que la amada
Madre Escuela fuera clausurada en forma definitiva,
por razones difíciles de comprender y aceptar.

Intercambio estudiantil con la


Escuela Normal Alberto Masferrer.

26
IV. Plan de Estudios
El Ministerio de Cultura, así llamado en esa época,
ordenó el funcionamiento de la que orgullosamente
llamamos nuestra Madre Escuela. Esta nació huérfana,
en el sentido de que no disponía de un Plan de Estu-
dios y tampoco de programas adecuados para lo que
se esperaba de ella.

El viaje de observación realizado a la Escuela Nor-


mal Rural de “La Alameda”, ubicada en Chimaltenan-
go, Guatemala, constituyó un valioso soporte técnico
para llenar los vacíos mencionados. Las características
pragmáticas del Plan de Estudios y la función peda-
gógica del mismo, fueron surgiendo de manera es-
pontánea en las prolongadas reuniones del Personal
Docente en pleno, con la iniciativa de cada docente
en su especialidad y fortalecida por los esfuerzos y
aportes del Consejo de Profesores.

En algo hubo consenso: la necesidad de formar


un nuevo tipo de maestro rural con la capacidad
para conducir de manera eficiente el proceso de
enseñanza-aprendizaje y proveído de habilidades,
destrezas y actitudes conducentes a lograr el pro-
greso y desarrollo de la comunidad, como un todo,
sin distinción de edades ni de sexos, privilegiando
el reconocimiento de sus necesidades para con-
cluir con el desarrollo de inquietudes y afanes para
resolver los problemas y limitaciones del entorno
mediante el esfuerzo combinado del grupo social.

27
Por lo que antecede, en nuestra Escuela rompimos
los moldes tradicionales de la formación de maes-
tros e incorporamos nuevas asignaturas, desconoci-
das hasta ese momento.

La nomenclatura de estas nuevas asignaturas y


su contenido ideológico, brevemente esbozado, es
la siguiente:

a. Educación para la Vida en Común (Ciencias So-


ciales Aplicadas): Actividades orientadas a pro-
mover el bienestar de la comunidad, armoni-
zar los intereses comunes del grupo social; su-
perar las limitaciones de su entorno y favorecer el
desarrollo y progreso local, y combatir los facto-
res adversos, tales como la indiferencia, la apatía
y el conformismo que nulifican todo esfuerzo ori-
entado a revertir el estancamiento en que trans-
curre la vida de la población.
b. Educación para la salud: principios y prácticas
de aseo e higiene; protección del agua y de los
alimentos; letrinización y disposición y trata-
miento de desechos; saneamiento ambiental,
primeros auxilios, entre otras cosas más.
c. Educación para el Desarrollo Económico: uti-
lización adecuada de los recursos naturales de
la comunidad; diversificación de cultivos y otro
tipo de actividades productivas; organización
de cooperativas, etc.
d. Educación para la Vida de Hogar: conocimien-
tos y habilidades sobre ornato, aseo e higiene
en el hogar; prácticas de cocina y fabricación

28
de cocinas en alto, de adobe o ladrillo para
evitar cocinar en el piso; prácticas elementales
de costura para hacer remiendos y confección
de vestidos sencillos; cultivo de buenos hábitos
de convivencia intrafamiliar, etc.; conservación
de costumbres y tradiciones para fomentar el
arraigo a su terruño, etc.
e. Recreación: buen uso del tiempo libre; prác-
ticas deportivas; representaciones escénicas,
declamación, círculos de lectura; juegos de
salón; actividades encaminadas a fortalecer los
lazos de amistad, fraternidad y armonía social.
f. Agropecuaria: técnicas y prácticas, que incluía
entre otros temas, lo siguiente: cultivo de vege-
tales, legumbres y cereales; árboles frutales, api-
arios; crianza y cuidado de animales domésti-
cos; mantenimiento de apiarios; conservación
de la tierra y combate de la erosión; aplicación
de abonos, insecticidas, fungicidas, etc.

Estudiantes trabajando
en apiarios Crianza de cerdos

29
Arando la tierra

Las materias de estudio que tradicionalmente se


impartían en las escuelas normales de esa época, pro-
ducto de un ambicioso propósito de proveer de am-
plia cultura y erudición a favor de los aspirantes a
maestros, fueron también impartidas en nuestro centro
de estudios, pero disminuyendo su número y adecu-
ando los contenidos programáticos a su aplicación y
correlación con las asignaturas no tradicionales –ya
enumeradas y descritas anteriormente- dando priori-
dad a sus contenidos sobre los aspectos teóricos.

De la lectura del contenido de las asignaturas no


tradicionales que se impartían en nuestra Normal se
puede inferir que todas ellas guardaban entre sí íntima
relación y correlación, y que de manera fluida tendían

30
a formar maestros capaces de orientar a la comuni-
dad en la búsqueda de mejores condiciones de vida,
a efecto de lograr la satisfacción de necesidades y
solución de problemas que por largo tiempo habían
venido añorando.

Las actividades que daban vida al contenido de


las asignaturas no tradicionales se llevaban a efecto
en grupos de trabajo mixto –señoritas y varones- en
forma rotativa, integrados por alumnos de los diferen-
tes cursos, coordinados por uno de los docentes.

Se mencionan algunos de esos grupos, a mane-


ra de ejemplo: Agricultura, Horticultura, Avicultura,
Apicultura, Porcicultura, Prácticas Artesanales de Car-
pintería, Albañilería, Bordados y Costura, y otras ac-
tividades más.

Grupo de estudiantes en compañia del


Director de la Escuela don Salvador Ajuria

31
V. Sistema Disciplinario
La Madre Escuela recibió en su seno a jóvenes
y adolescentes. Época de la vida marcada con in-
certidumbres, dudas; de ilusiones y aspiraciones
no definidas; de sentimientos confusos y emocio-
nes nuevas.

Un internado mixto, en esa situación, suponía


dificultades y problemas difíciles de manejar. De-
sarrollar y mantener la armonía, el respeto y la dis-
ciplina era una meta también difícil de alcanzar. No
fue así. Para lograrlo se diseñó un sistema basado
en tres pilares fundamentales: Cariño, Tolerancia y
Comprensión. El sistema disciplinario pretendía ar-
monizar el cariño y los cuidados paternales, con
la sujeción a normas formales, pero flexibles. Algo
nuevo, y por lo mismo, de difícil aceptación por
parte de los educandos.

La trilogía: Cariño, Tolerancia y Comprensión se


implementó de la siguiente manera: Cariño, orien-
tado a disminuir la sobreprotección hogareña y
aliviar las añoranzas maternales con ocupaciones
útiles, agradables y productivas. Tratamiento ama-
ble, pero firme; afecto en las relaciones y ausencia
de reprensiones onerosas, sustituidas por prácticas
afectuosas cultivadas por recreos sociales, eventos
deportivos con la participación combinada de estu-
diantes y docentes.

33
Tolerancia, comprendiendo errores y exabrup-
tos y aceptando las asperezas como parte de la
natural rebeldía en esa etapa de la vida y canali-
zando esas energías negativas a la aceptación con-
ciente y voluntaria de las normas y disposiciones
de la Escuela, convertida en un hogar protector,
cariñoso y comprensivo.

Comprensión, aplicando una “pedagogía del


sentimiento”, consejos y enseñanzas, similares a las
de “padres bienhechores” que siempre quieren lo
mejor para sus hijos. Se crearon nexos de armonía y
concordia entre las disposiciones disciplinarias y el
consecuente ajuste con esas disposiciones.

Adalberto Quinteros Chulo, ex–alumno infortunada-


mente ya fallecido, describe magistralmente este
sistema en el II Encuentro de Maestros egresados de
nuestra Madre Escuela en su discurso pronunciado
el 8 de marzo de 1997, 47 años después de haber
egresado. El fragmento de ese discurso, en la parte
pertinente, dice así: “No pude contener la emoción
que me causaron sus palabras y la dicha que sentí
de haber tenido un Director que en el plano de la
amistad, profundizara tanto en su corazón de niño,
hasta crear una pedagogía del sentimiento conside-
rándose amigo, compañero y padre de sus alum-
nos. En verdad así fue. En la vida de estudiante su
palabra, sus consejos y sus enseñanzas, eran las de
un padre bienhechor, del padre que siempre quiere
lo mejor para sus hijos. Fue y sigue siendo nuestro
padre de alma y pensamiento. El supo guiar a sus

34
alumnos con sabiduría; nos consoló cuando nos vio
llorar como adolescentes confundidos; nos contagió
su alegría y su optimismo; perdonó nuestros exa-
bruptos y nuestros errores y fue como el arquitecto
principal que convirtió a la Escuela Normal en un
dulce, apacible y entrañable hogar para todos.”

La cita que antecede hace referencia al Direc-


tor. Por extensión, el sistema fructificó porque el
personal docente, en su totalidad, en la práctica
funcionó como un engranaje sólido y compacto.
Ahora, después de transcurridos 50 ó más años de
esa época feliz, comprobamos el acierto de ese
sistema disciplinario. Los maestros egresados de ese
querido centro educativo mantienen con sus men-
tores y entre ellos mismos, una relación de herman-
dad y de cariño que se perpetúa con la realización
de actividades tales como: celebración cada año,
del Aniversario de Fundación de la añorada Madre
Escuela, del Día del Maestro y la festividad navide-
ña, sin dejar de mencionar, las reuniones mensu-
ales, los frecuentes paseos y excursiones.

35
Celebración de evntos importantes

Aniversario de Fundación de la escuela, 2006

Día del Maestro


2006

Fiesta Navideña
2006

36
VI. Reunión Mensual de
Discusión de Problemas
El conglomerado estudiantil de nuestra Escuela es-
taba constituido, en su mayoría, por señoritas y va-
rones en plena adolescencia; período de la vida que
se caracteriza por mostrar resistencia a la autoridad de
los adultos, sean éstos sus maestros o sus padres; así
como también por el poco discernimiento respecto a
la conducta propia y ajena.

Acomodarse a una nueva situación exige hacer


ajustes que, por sí solos, no pueden hacerlo las perso-
nas viviendo en esa etapa de la vida.

Esto hacía necesaria la participación de los maestros


para conducirlos con suavidad, y al mismo tiempo
con firmeza, a hacer los ajustes adecuados que los
llevaran a vivir la vida de estudiantes de manera
armoniosa, eficaz y feliz. La Reunión Mensual de
Discusión de Problemas resultó ser un instrumento
apropiado para lograr que los mencionados ajustes
se efectuaran de manera sistemática, y casi imper-
ceptible, vigorizando nuestro sistema disciplinario y
fortaleciendo sus postulados de Cariño, Tolerancia
y Comprensión.

La mecánica de las reuniones era sencilla. El estu-


diante presentaba su queja, duda o insatisfacción y el
maestro que tenía mayor relación con el asunto pre-

37
sentado respondía con sus argumentos las explicacio-
nes pertinentes. Es posible que no siempre se llegara
a un avenimiento completo; pero el ejercicio servía
para dar escape a los motivos de insatisfacción, por
una parte; por la otra, llevaba a la convicción de que
había una razón plausible que justificaba la existencia
de una norma o disposición.

Una Escuela con una vida cultural muy activa,


para canalizar energías juveniles en sentido positivo

Muchos otros beneficios se obtuvieron de esta


práctica educativa: los maestros aceptaron someterse
al escrutinio de los estudiantes, sin considerarlo aten-
tatorio a su autoridad. Los maestros en proceso de
formación, por su parte, aprendieron a presentar sus
querellas, dudas e insatisfacciones con respeto, mode-
ración, serenidad y canalizando sus emociones de tal
forma que siempre fueran atendibles.

38
Finalmente, se puede afirmar que este ejercicio
democrático proveyó a los alumnos de una herra-
mienta que les ayudaría, en el ejercicio de su profe-
sión, a conducir reuniones de tipo colectivo en las
comunidades a la hora de planificar actividades de
beneficio para los habitantes de las comunidades a las
que serían destacados para ejercer su magisterio.

Esta experiencia, hasta donde se sabe, ha sido


única en la historia de la Educación Normal en
nuestro país.

Adolescentes que se graduarían en 1961


como Maestros Rurales

39
VII. Curso de Selección
La formación de maestros en las Escuelas Nor-
males tenía una duración que osciló entre cuatro y
cinco años. Por ser una carrera corta, en primer lugar,
y por ser poco exigente en el aspecto económico,
en segundo lugar, siempre tuvo gran demanda en la
juventud estudiosa. Lo mismo ocurrió con la Escuela
Normal Rural de Izalco, aun cuando en este centro
educativo se preparaba maestros destinados a ejercer
la profesión en el ámbito rural.

Este hecho antes mencionado hacía necesario pen-


sarlo bien, antes de tomar decisiones, ya que servir en
ambientes alejados de los principales centros de con-
centración poblacional no parecía ser muy atractivo.

Esto llevó a la Dirección de la Escuela a diseñar un


plan de selección de aspirantes en una forma nueva
y diferente. Con todo y lo importante que es apli-
car test de investigación de conocimientos, así como
exámenes de tipo psicológico que pueden de alguna
manera descubrir las tendencias o aspiraciones de los
solicitantes, en el caso de nuestra Normal no parecían
suficientes. Se pensó entonces en aplicar algo dife-
rente para la selección de los futuros maestros. Ubi-
carlos en el campo de la realidad, el ambiente rural en
el que tendrían que desempeñarse al recibir el título.
La Madre Escuela era el campo idóneo para alcanzar
esa finalidad.

41
En efecto, durante 45 días, eran trasladados a las
instalaciones de nuestro centro educativo y allí par-
ticipaban en todas las labores y tareas orientadas a la
formación de maestros rurales, las mismas que forma-
ban parte de las materias no tradicionales del Plan de
Estudios: prácticas agropecuarias, educación para la
vida de hogar, salud, economía doméstica, educación
social, etc.

Las actividades eran conducidas por los maestros


de planta, asistidos por monitores, papel que desem-
peñaban los estudiantes que estaban dispuestos a sa-
crificar sus vacaciones de fin de año para contribuir
con esfuerzo y sacrificio a mejorar el sistema de selec-
ción de sus futuros compañeros.

El sistema empleado produjo satisfactorios resulta-


dos. Algunos de los aspirantes se descalificaban por sí
mismos, por no estar dispuestos a vivir en un ambiente
inhóspito, en condiciones duras y difíciles de soportar.
Los que se quedaron lograron completar su período
de formación y llegaron a ser maestros destacados que
sirvieron con entrega y devoción a la causa de la edu-
cación del sector rural.

Este sistema de selección también fue único en el


país. Hubo de ser descontinuado después de de algún
tiempo, por no disponer de recursos económicos asig-
nados a ese fin.

42
VIII. Prácticas Docentes
La formación de docentes normalistas rurales, de
acuerdo al Plan de Estudios, abarca cuatro años. El
último de ellos se dedica al estudio de materias de
tipo profesional, con énfasis en el estudio y apli-
cación de técnicas orientadas al trabajo en la co-
munidad rural. Siguiendo los aspectos que atiende
la Educación Fundamental: protección de la salud;
aprovechamiento de los recursos naturales del en-
torno, el derecho a disfrutar de una vida familiar en
armonía, en un hogar dignificado por el amor, el tra-
bajo y la unidad y favorecer el derecho a disfrutar de
los momentos de ocio en forma sana, grata y placen-
tera se profundizó en la formulación de actividades
encaminadas a alcanzar esas finalidades.

Las prácticas pedagógicas eran la culminación de


tres años y meses de afrontar desafíos y retos con-
virtiendo los problemas y dificultades de un ambiente
de limitaciones, en oportunidades para adquirir ha-
bilidades y destrezas que serían valiosos instrumentos
para resolver los problemas, juntamente con los ha-
bitantes de la comunidad a la que serían asignados.
El trabajo en equipo que era el sistema practicado
en la Escuela Normal sería trasplantado a las comu-
nidades y puesto en práctica con los moradores del
lugar, enseñándolos a proyectar y ejecutar los trabajos
de beneficio comunal en esa misma forma. La con-
vivencia diaria, de varones y señoritas, les enseñó a
respetarse a sí mismos y a hacerse respetar.

43
Visita de observación a escuela
donde se realizarían prácticas docentes

Era el momento de las realidades. Vivir… y convivir


durante 45 días, permaneciendo en la comunidad du-
rante todo ese tiempo, compartiendo con sus moradores
los mismos problemas y buscando en forma conjunta, la
solución de los mismos. Con posesión de la comunidad,
no sólo de la escuela; ya actuarían como dirigentes, no
como dirigidos. Cierto es que serían asistidos por sus
maestros, pero únicamente cuando la sugerencia, la re-
comendación o el consejo fueren requeridos por consi-
derarlo estrictamente necesario.

Ya están en la comunidad, en grupos mixtos de


cinco miembros o más, dependiendo del tamaño de
la escuela, organizados así: un Coordinador, un Rela-
tor y tres o más colaboradores. El Coordinador, orga-
nizando el trabajo; el Relator, llevando el registro de

44
los proyectos y actividades; y todos ellos impartiendo
clases, uno, visitando los hogares, otro; investigando
las condiciones económicas y sociales, usos, costum-
bres y tradiciones otro más y cocinando para el grupo
alguien más; todo esto en forma rotativa. Se acomo-
dan de la mejor manera posible, dadas las circunstan-
cias; deben procurarse alojamiento en el lugar, que lo
encuentran en la escuela misma, en la mayoría de los
casos. Todo se acepta con calma y serenidad; vienen
a trabajar, no a distraerse. Vienen a servir, no a ser
servidos. Y empiezan a trabajar.

Las reuniones sociales nocturnas, logradas por


medio de las visitas domiciliares, resultaron efectivas
para romper el hielo y establecer nexos de amistad
entre el grupo de maestros practicantes y la comu-
nidad como un todo. Canciones, cuentos, chistes, es-
cenificaciones y otras tantas actividades convirtieron a
la escuela en el corazón de la comunidad. Noche tras
noche se reunían; y día tras día crecía el acercamiento
y la comprensión entre la comunidad y los maestros
practicantes, de la cual eran ya parte integrante, y esa
sinergia empezó a producir milagros.

Como ya se dijo, los mismos aspirantes a maes-


tros cocinaban sus alimentos y administraban a su dis-
creción el dinero que habían recibido de la Madre
Escuela y que formaba parte de su beca de estudios.
Lección práctica de economía doméstica.

Trabajando en forma colectiva se realizaron algu-


nas obras de beneficio: mejoramiento de condiciones

45
higiénico-sanitarias en los hogares; utilización de los
recursos naturales del entorno para mejorar la dieta
alimenticia; divulgación de conocimientos orientados
a la conservación en forma higiénica del agua potable
y de los alimentos; prácticas de conservación de sue-
los, combate de la erosión, y muchas otras más.

No es propósito de este libro detallar todo lo que


se hizo, pero si sugerir una parte de lo que se puede
hacer cuando se logra la participación de la comu-
nidad en forma conciente y voluntaria en actividades
que le son de inmediata utilidad.

Y mejor que todo, cuando se consigue cambiar las


actitudes de la gente; hacer que conozca sus poten-
cialidades y tratar de que se convierta en arquitecto
de su propio destino.

Una serie de testimonios de los docentes en pre-


paración enriquecen este documento. Sin maqui-
llajes, sin montajes, sin exageraciones, se consigna
en este libro los logros obtenidos. En un capítulo
especial se transcriben dichos testimonios.

Al cerrar este apartado dedicado a la Prácti-


cas Docentes, es imperativo dejar constancia de
que el comportamiento de los practicantes fue
siempre ejemplar. Habían jurado, por amor a su
Madre Escuela, honrarla, respetarla y prestigiarla.
Y lo cumplieron.

46
Maestra practicante

Practicantes en
Las Cruces

Practicantes en
San Isidro

47
IX. Finalización de
las Prácticas Docentes.
El Retorno a la Madre Escuela
El período de prácticas docentes había llegado a
su conclusión. Era el momento de volver a la madre
nutricia y de rendir cuentas de los resultados a la co-
munidad educativa.

Al momento de tomar posesión de la escuelita


rural asignada nadie estuvo a recibirlos. Pero ahora,
la situación era diferente. La comunidad en grupo:
hombres, mujeres y niños les acompañaban en alegre
caravana. Unos lo hacían a pie; otros en carreta; otros
a caballo. Venían a entregarlos y a agradecer la labor
desempeñada durante 45 días, que les parecieron cor-
tos, y a solicitar que les fueran nombrados en propie-
dad a la escuela y a la comunidad a la que habían
servido con cariño, entrega y eficiencia… y también
con sacrificio y mística.

Era día de fiesta. La Madre Escuela se vestía de


gala. Sus hijos habían regresado sanos, salvos y
profundamente satisfechos de lo que significaba su
consagración como maestros. Se servía comida, re-
frescos; había música, cantos y discursos; todo era

49
alegría. La celebración concluía a las nueve o diez
de la noche; era el momento de la despedida y con
ella, lágrimas mal contenidas, se veían en algunos
rostros. Era patético ver a ancianos llorando en bra-
zos de sus Maestros.

Este acontecimiento era algo trascendental, signifi-


caba la consagración profesional para los practicantes
que regresaban a su amada Escuela.

La comunidad los había investido como Maestros.


El Título de Maestros Normalistas Rurales que en po-
cos días recibirían, solamente lo haría oficial.

Practicantes en San Isidro

50
X. Excursiones
Las excursiones constituyeron un valioso recurso
para cultivar y desarrollar las facultades físicas y es-
pirituales de los estudiantes. Al mismo tiempo que
contribuían al fortalecimiento corporal de hombres y
mujeres, ejercían una beneficiosa influencia en el cre-
cimiento social deseable entre los participantes.

Entre los objetivos que se perseguían con esta ac-


tividad se pueden reseñar los siguientes:

• Favorecer la aceptación del individuo por el grupo


social;
• Combatir el aislamiento, característico de la ado-
lescencia, por medio de actividades colectivas;
• Estimular los ajustes satisfactorios entre los estu-
diantes, haciéndolos participar en actividades del
conglomerado;
• Promover la cooperación para facilitar de manera
democrática la capacidad de hacerse responsable
de sus actos.

Encontramos que la participación en las activi-


dades de grupo, aun cuando no lo parezca, ejerce
beneficiosa influencia en el trabajo académico y fa-
vorece el sentimiento de pertenencia al grupo social.

Dos o tres veces durante el año, y en excursiones


de dos días de duración durante el fin de semana y

51
Excursionistas
en Atecozol,
Promoción 1957

En Volcán de
Santa Ana,
Promoción 1951

movilizándonos a pie, se recorrían treinta o cuarenta


kilómetros, incluyendo ida y regreso. Entre los lugares
frecuentados se cuentan los siguientes: Los Cóbanos,
el Cerro Verde, el Volcán de Izalco y otros sitios más.

52
Las excursiones en referencia eran bien recibidas
por los estudiantes. Estas influyeron en el fortaleci-
miento de los lazos de compañerismo y hermandad
que aún persisten.

En la actualidad, después de muchos años de


haberse graduado como maestros, los ahora ex-alum-
nos, continúan haciendo excursiones a diferentes
lugares del país. Sólo hay algo que las hace diferentes:
ahora participan en esta espiritual actividad ex–alum-
nos, ex - docentes, esposas, hijos y otros familiares
que se sienten parte de la comunidad de la muy Ama-
da Madre Escuela.

La Familia Matus,
en la Costa del Sol La Familia Ibarra,
en Las Cascadas de Don Juan

La Asociación de Maestros Graduados de la


Escuela Normal Rural de Izalco se proyecta hacia
las familias de los Asociados, mediante sus excursiones.
53
XI. Sistema Rotativo de
Descanso del Personal Docente
El Personal Docente, al igual que los estudiantes,
tenía el carácter de interno. Los descansos fueron or-
ganizados en dos grupos que, en forma alternativa,
disponían de dos días consecutivos, sábado y domin-
go, cada quince días para visitar a sus familiares.

Esta era la dosis de sacrificio que aportaban los


maestros y sus esposas e hijos: soportar el alejamien-
to y separación temporal, situaciones que no siempre
fueron aceptadas por algunos maestros que se sintie-
ron obligados a renunciar a sus cargos.

Lo antes mencionado es consistente con un ele-


vado número de maestros que pasaron por el re-
cinto de la Madre Escuela, siendo cerca de noventa
maestros, incluyendo sus Directores, lo cual puede
advertirse en Anexo No. 2, Listado de Directores y
Personal Docente.

Con el propósito de hacer más llevadera la situa-


ción se permitió que el profesor en turno pudiera reci-
bir la visita de sus seres queridos durante esos días. El
sistema tuvo buenos resultados; facilitó el acercamien-
to y la relación entre los familiares de los docentes y
de éstos con los estudiantes. Con el correr del tiempo
se fueron creando lazos afectivos que culminaron en
una verdadera familiaridad.

55
Los estudiantes, por su parte, también recibían la
visita de sus familiares inmediatos cada vez que estos
deseaban hacerlo, sin restricciones de tiempo de per-
manencia en las instalaciones de la Madre Escuela.
De esta forma, y para satisfacción de los miembros de
la comunidad educativa, se logró la formación de la
Gran Familia Normalista Rural.

El conocimiento del quehacer de la amada Escuela


sirvió, además, para desarrollar conciencia entre los
familiares de los maestros y de los estudiantes, sobre
las limitaciones, carencias y dificultades del centro de
estudios y propició la ayuda voluntaria y conciente
de ellos para solucionarlos. Vaya el ejemplo de una
madre sencilla y humilde que envió su colaboración
en una carta que se transcribe en un apartado especial
más adelante.

Maestros
de
maestros.

56
XII. Credo del Optimista.
Nuestra Diaria Oración
La salud mental del maestro es muy importante,
ya que repercute en la salud mental de los educan-
dos puestos bajo su cuidado, así como también en las
demás personas con las que debe relacionarse en el
ejercicio de su profesión. En este caso, de todos los
miembros de la comunidad rural.

Quien orienta debe estar capacitado para estimular


actitudes positivas hacia la vida y sus problemas para
evitar frustraciones y conflictos que puedan reflejarse
e incidir negativamente en el accionar educativo. El
maestro debe ser una persona segura de sí misma;
emocionalmente integrada, que viva una vida plena y
con aplomo.

En la bien recordada Escuela Normal se dedicó


buena parte del tiempo de estudios al cultivo de fa-
cultades espirituales; a inyectar fe, optimismo y espe-
ranza y orientar a los estudiantes a buscar siempre el
lado bueno de las cosas.

Consecuentes con los principios enunciados se di-


vulgó el Credo del Optimista, que es una inspiración
de los más valiosos recursos espirituales, condensados
en diez principios. El Credo en referencia reza así:

57
Credo del Optimista
Por Christian D. Larson

Hago la promesa:
“De ser tan fuerte, que nada ni nadie puede perturbar
la paz de mi espíritu;
De hablar de salud, progreso y felicidad
a todos los que encuentre;
De hacer sentir a mis amigos
que hay algo grande en ellos;
De ver todo por el lado noble y hermoso,
haciendo que mi optimismo sea sincero;
De pensar sólo en lo mejor
y esperar sólo lo mejor;
De tener tanto entusiasmo por el éxito de los demás,
como por el mío propio;
De olvidar los errores del pasado
y luchar por las grandes realizaciones del porvenir;
De llevar todo el tiempo un semblante alegre
y tener siempre una sonrisa para todos;
De emplear tanto tiempo en mi mejoramiento
que no tenga lugar para criticar a los demás;
De ser tan grande para la pena, tan noble para la
cólera, tan fuerte para el miedo, que mi felicidad
no tema la presencia del dolor.”

58
El Credo que antecede, creado en 1912, fue y
sigue siendo generador de nobles emociones, de sen-
timientos puros y sencillos, y guía permanente de la
vida de maestros y estudiantes de nuestra amada Es-
cuela. Todavía lo seguimos rezando con devoción.

Consecuentes con la ideología que en materia de


cultivo de facultades espirituales en los docentes en
formación, y en consonancia con los elevados prin-
cipios del Credo, con devota unción se rezaba todos
los días, antes del inicio de actividades educativas y
en formación general, pronunciando lenta y pausada-
mente, cada uno de los diez principios de este inspi-
rador decálogo que llegó a convertirse en motor que
orientaba las acciones de maestros y estudiantes en
este centro educativo.

Chistian
D. Larson

59
El Credo se rezaba y era explicado en su totali-
dad, normalmente por el Director del establecimiento.
Después, uno de los estudiantes en forma rotativa,
presentaba sus comentarios sobre uno de los prin-
cipios del mencionado Credo.

Día tras día, mes tras mes, año con año, sin des-
canso y sin cansancio, hasta que llegó a formar parte
de la vida de nuestra comunidad educativa. Pero eso
no fue todo: copias del Credo en referencia se dis-
tribuyeron entre padres de familia, excursionistas que
llegaban de visita y entre personas que por algún mo-
tivo entraban en relación con el centro de estudios.
De esa forma, se envió un mensaje de amor, de fe y
optimismo a millares de personas.

Hasta la fecha, y durante las reuniones que perió-


dicamente celebran ex–alumnos y ex– docentes, se
trae a cuento el inolvidable Credo que fue y sigue
siendo inspirador de las más nobles emociones y fun-
damento de fe en la grandeza del ser humano.

60
XIII. Construyendo Puentes.
Ganando Amigos
En la Escuela Normal Rural el estudiante es ense-
ñado a trabajar sin recurrir a dádivas. Es fácil extender
la mano en busca de ayuda, aun cuando en ocasiones
el peticionario tenga que soportar afrentas que resul-
tan atentatorias contra la dignidad de las personas.
Con el propósito de evitar situaciones como la des-
crita, los maestros en formación son entrenados para
que los moradores de la comunidad sientan el deseo
de cambiar la suerte del cantón enseñándoles a rea-
lizar los trabajos necesarios por sí mismos, utilizando
sus propios recursos y los materiales e insumos de su
entorno. Esto no significa que se rechacen las ayudas
que de forma espontánea ofrezcan personas altruistas,
que de buena voluntad, y concientes de la responsabi-
lidad social que tienen de contribuir al desarrollo y
progreso de las comunidades necesitadas de apoyo las
proporcionan.

La Madre Escuela utilizó los desafíos del medio


en que realizaba sus tareas para que los aspirantes a
maestros desarrollaran habilidades, destrezas y acti-
tudes, y lograron, de esa forma, solucionar los pro-
blemas que aquejaban a la comunidad estudiantil. El
procedimiento que se siguió para ganar amigos, y por
medio de ellos obtener colaboración, consistió en in-
vitar a personas y agrupaciones progresistas para que
visitaran las instalaciones de la Escuela Normal Rural

61
y conocieran de primera mano las actividades formati-
vas que realizaban los estudiantes para afrontar los re-
tos de un entorno pródigo en limitaciones, dificultades
y problemas.

La Asociación Amigos de la Tierra fue una de las


primeras invitadas. Los señores Carlos Avilés, Anto-
nio Calderón M., Rogelio Muyshondt, Arturo Ramón
González, José Paz Larín, José David Tobías, Carlos
Álvarez Lemus y Simón T. Sol, miembros de la Junta
Directiva, observaron las prácticas de conservación de
los recursos naturales renovables; los procedimientos
aplicados para combatir la erosión y demás activi-
dades relacionadas con las técnicas y prácticas agro-
pecuarias y gran parte de nuestro quehacer educativo.

Profesor Villamariona atendiendo la visita de


miembros de la Sociedad Amigos de la Tierra

62
Se mostraron gratamente impresionados y pocos
días después de la primera visita empezaron a pro-
porcionarnos materiales e insumos que enriquecieron
nuestro arsenal educativo; pero eso no fue todo. El día
23 de agosto de 1955 se hicieron presentes nueva-
mente, y esta vez llegaron acompañados por el señor
Embajador de los Estados Unidos, el honorable señor
Robert C. Hill.

El señor Embajador visitó nuestras instalaciones y


dependencias; observó nuestras actividades; se mostró
especialmente complacido con la actitud de estudi-
antes y maestros, su entrega a la tarea educativa, la
participación de señoritas y varones en todas las ta-
reas. Antes de despedirse entonó con respeto nuestro
Himno Nacional, acompañado por todos los presen-
tes. Vislumbró la posibilidad de un futuro mejor para
los campesinos salvadoreños y encomió nuestra ca-
llada labor.

Tres días después nos proporcionó otra agradable


sorpresa. Los señores Edgar Hackney, Eldon Stewart,
Marshall Fox y el doctor Allen, funcionarios del Punto
IV, se hicieron presentes para formular juntamente con
los maestros de la Escuela, un Plan de Acción orientado
a proporcionar ayuda técnica y práctica en las prácticas
agropecuarias durante seis meses.

Don Napoleón Viera Altamirano, de grata recor-


dación, visionario amigo de la tierra, se cuenta entre
nuestros recordados benefactores. La Asociación Na-
cional Pro-Infancia, el señor Walter T. Deininger, don

63
Gustavo Vides Valdés y don Abraham Castillo Souza
también forman parte del Cuadro de Honor de nues-
tra Amada Escuela.

Profesor Villamariona y Embajador de los Estados Unidos,


Señor Robert C. Hill.

64
XIV. Historias Detrás
de la Historia
En capítulos anteriores se ha descrito brevemente
lo que como mentores se hizo en el proceso de for-
mación de maestros normalistas rurales. La descrip-
ción de lo realizado contiene una dosis fuerte de
emociones. Esto podría restar objetividad en las apre-
ciaciones. Por esa razón es oportuno trasladar opini-
ones y comentarios de quienes fueron sujetos de ese
proceso educativo; por eso se transcriben los concep-
tos expresados por ellos desde diferentes situaciones:
como maestros activos, y otros en la lejanía del mere-
cido retiro, años después de encontrarse ejerciendo
la docencia. A continuación se presentan algunos de
ellos, a manera de ejemplos. No sería posible hacerlos
públicos en su totalidad.

Testimonios de Ex–Alumnos.

Por Alvaro Evegario Larín


Promoción 1955

“Cantón El Rosario, 20 de Marzo de 1956.- Señor


Daniel Raúl Villamariona.- Escuela Normal Rural de

65
Izalco.- Apreciable Señor: La presente es portavoz de
mi mejor saludo, impregnado del más sincero de mis
deseos como lo es el voto por su felicidad y bienestar en
esa. La escuela y las dificultades que usted, nos pintaba
son idénticas a las que estoy afrontando en la comu-
nidad en que laboro: un cuartucho de paredes semi-
desnudas, un techo con inmensos portillos, una pared
desbaratada por la furia de los vientos, seis bancas
donde a diario treinta y seis almas blancas reciben el
pan espiritual del saber; un piso agrietado y frío, un reloj
cansado del monótono tic tac de su corazón metálico.

Estas y muchas cosas más, cosas que personas


débiles e indecisas no soportarían, ponen la pince-
lada cromática a la acuarela apartada y humilde de
mi cantón El Rosario.- Estas cosas no son alarmantes
porque, aunque la Normal, nuestra formativa Madre,
no alcanzó a ponernos en la realidad de las cosas
nos advirtió y preparó para tales circunstancias; nos
preparó para defendernos y nos indicó la manera de
salvar dificultades.

Todo esto es más que motivo para agradecer a usted


y a los demás Profesores, lo mismo que a la Escuela en
general, porque supieron darnos una formación integral-
mente amplia en el respeto, amor y cumplimiento en el
trabajo. Las dificultades antes narradas han motivado en
mí un inmenso deseo por luchar y vencer por el mejora-
miento de esta comunidad.

No se olviden de nosotros porque hoy más que


nunca necesitamos de la ayuda de ustedes. Empe-

66
zamos a comprender el alto valor de nuestra Madre
Escuela y la dureza real de la vida. Con mucho apre-
cio, un especial saludo para todos los Profesores;
cariñosos recuerdos para mis compañeros. Y usted
reciba el más afectuoso de mis saludos con un apre-
tón de brazos. Sinceramente. “

Por Fernando Ruiz F.”


(Becario de origen guatemalteco).
Promoción 1955

“Bella Vista, Mayo 14 de 1956.- Don Daniel R.


Villamariona, Sonsonate, El Salvador. Respetable Di-
rector: Mis mejores deseos porque al recibo de mi pre-
sente se encuentre gozando de las delicias del campo,
en unión de la gran familia de nuestra Madre Escuela
Normal; pero no creo que esté de más enviarle un sin-
cero voto por su felicidad. No había querido escribirle
antes sin darle a conocer un breve relato de mi trabajo
en este lugar.

Creo que usted también sentirá una pequeña satis-


facción, puesto que siempre somos fruto de sus esfuer-
zos y más de su habilidad de verdadero maestro que
supo inculcar en nosotros magníficos sentimientos y
amor al campesino centroamericano. Y comprendo
que es lo que hoy me ha hecho hacer un esfuerzo por
trabajar distinto a los maestros comunes y corrien-
tes que aún existen en mi Patria. No ha sido un gran
trabajo el que he desarrollado pero para mi significa

67
bastante por el lugar tan atrasado que me tocó y por el
tiempo que llevo de trabajo.

Mi aldea se encuentra a unos 380 kilómetros de


la capital, en el montañoso Departamento de Hue-
huetenango entre los pueblos de Todos los Santos
Cuchumatanes y Santiago Chimaltenango al cual
pertenece; sus habitantes son ciento por ciento indí-
genas de la raza Mun; no se relacionan con la gente
ladina por lo que son contados los que hablan cas-
tellano. Al llegar a este lugar me sorprendió el ser
recibido por un grupo de indígenas que usaban copix-
chá negro en forma de sotana, entre ellos el Alcalde,
el Síndico, el Tesorero y algunos regidores. Después
conocí a los maestros que si son ladinos y son ahora
mis mejores amigos. El 17 de enero fueron a darme
posesión y nos acompañaron los maestros del muni-
cipio llegando por fin a la escuela: un rancho de pare-
des de cañas y palos y el techo de paja ya cayéndose;
me dijeron que nadie había querido darles ayuda por
lo que se encontraba en esas condiciones. Recordé
las palabras del Señor Ministro, que fueron las que me
alentaron en ese momento: “allí veremos si son ver-
daderos maestros o son sólo de título”.

Mi respuesta fue mi trabajo, pues me sentí com-


prometido a no renunciar: Reconozco que en nuestra
Escuela Normal se forjan los maestros especiales para
los lugares como este. Mi trabajo ha sido realizado
con muchas dificultades, principalmente por la lengua
que hablan, su ignorancia, su pobreza, etc. He logrado
hacer lo siguiente: reparaciones generales a la casa

68
de la escuela, construcción de otro rancho con pare-
des de bahareque, dos letrinas, una para la escuela y
la otra comunal, desinfección de viviendas, rellenos
sanitarios, huerto escolar y ocho huertos familiares
y campañas sanitarias para combatir el paludismo,
la uncinariasis y otras enfermedades y algunos recreos
sociales. Esperando escribirle nuevamente para darle más
detalles de mi trabajo, me suscribo con todo respeto.

Por Nohemy Aguilar Meléndez


Promoción 1955

“San Pedro Nonualco, 7 de Agosto de 1956. Don


Daniel Raúl Villamariona, Escuela Normal Rural, Son-
sonate.- Mi apreciable Don Daniel: Que mis saludos
lleguen como el cariño que una hija guarda a su pa-
dre y a esa familia escolar. Me he sentido tan alejada
de la Escuela y me considero culpable por no haberles
escrito antes; pero ahora aprovecharé la oportunidad
para contarle algo de mi trabajo. Usted ya conoce
este cantón, se trata de “La Comunidad”, un lugar que
estaba muy olvidado. Al llegar me encontré con va-
rios problemas los que venían a perjudicar la escuela,
pero ya la situación cambió habiéndose convertido
los habitantes en buenos colaboradores. La Sociedad
de Padres de Familia es muy entusiasta; con su ayuda
arreglamos la escuela. Logramos que varias personas
particulares nos ayudaran para comprar pupitres. Por
medio de actividades recaudamos fondos que tanta
falta nos hacen. Tengo Primero y Segundo Grados con

69
una matrícula de 50 alumnos. Muchos recuerdos para
el Personal Docente y usted recíbalos de quien lo
aprecia mucho.

Su ex alumna

Por sus frutos la conoceréis:


Maestros Egresados de la Escuela Normal Rural de
Izalco, son objeto de especial distinción

El mes de agosto (de 1956) ha sido pródigo en


satisfacciones para nuestra Querida Madre Escuela;
nueve de sus hijos egresados han sido objeto de se-
ñalada distinción. El Punto IV y la UNESCO, después
de cuidadosa selección, decidieron proporcionarles la
oportunidad de mejorar sus conocimientos y de apre-
ciar otros medios más generosos para la educación,
enviándolos a la Universidad Nacional de Costa Rica
y a la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico.

Tenemos fe en que nuestros ex-alumnos sabrán


hacer un papel decoroso. Su devoción al estudio,
la entusiasta entrega al trabajo, su espíritu de orden
y disciplina apoyan nuestra esperanza. Esperamos
que al volver, saturados de amplia visión, continúen
conservando su modestia y humildad que son los
requisitos necesarios para llegar a lo recóndito del
alma campesina.

70
La nómina de nuestros ex-alumnos que merecieron
la distinción a que nos referimos, es la siguiente:

José Atilio Lazo, José Guadalupe Zura, Rosa Ame-


lia Rodríguez, Jesús Alfredo Salinas, Adolfo Antonio
Moreno, Rodolfo Maltez, Adalberto Quinteros Chulo,
Faustino Ramírez Chulo y Leonidas Aparicio.

Por Francisco Segura


Promoción 1956
San Juan Nonualco, 24 de mayo de 1976.

Querido y estimado Don Daniel:

Es para mí, motivo de mucha alegría el dirigirme


a usted por medio de esta misiva, pues Dios quiso
que usted fuese mi Director en mi formación profe-
sional durante los cuatro años que duró el tiempo de
mi preparación para servir a la educación de nuestra
querida patria.

Yo siempre lo he recordado, después de haber pa-


sado diecinueve años de labor docente, con gratitud,
con cariño y con alegría porque gracias a Dios, que se
manifestó por su medio, supo iluminarnos por buenos
senderos en nuestra educación.

71
Los recuerdos de estudiante de la Normal, durante usted
fue Director son inolvidables, y digo que son inolvidables
porque usted supo infundir amor, respeto y disciplina,
tanto en el alumnado como en el Personal Docente
que estuvo bajo su dirección.

Es precioso recordar la noche del ocho de marzo,


cuando se celebraba el aniversario de la Escuela. Re-
cuerdo que me impresionaba grandemente el marco
luminoso del alumnado y Personal Docente, ya que
las demás luces permanecían apagadas durante se
desarrollaba el acto. En esos momentos los baños
dorados que solía hacerse el Volcán de Izalco per-
manecían desapercibidos para todos nosotros, pues
el acto era grandioso y de gran significado. Para mi
es inolvidable, de ese acto, cuando usted declamaba
el Poema 20 del famoso Pablo Neruda, poema con
el cual nos hacía sentir el valor de la poesía que
representa una gran belleza de la mente creadora de
la literatura.

Hablar de la vida de la Normal, durante usted fue


Director, es escribir una obra, pues hay mucho de que
hablar, los juegos intramuros, los actos sociales, los
actos cívicos, las excursiones, las caminatas, los con-
cursos de música y canciones, las horas de estudio y
un sinfín de valiosas actividades.

Don Daniel, la próxima vez que le escriba, y que


será pronto, le daré una de las más grandes sorpresas
de su vida profesional. Espero que no se vaya a impa-

72
cientar, pues será una sorpresa agradable de su primer
año de labor docente.

Bueno, me despido de usted deseándole mu-


chas felicidades a usted y a todos sus seres queridos
que lo rodean.

Su alumno de siempre.
Paco.

Por Oscar Gilberto Alvarez Bustillo


Promoción 1955
Comacarán, 12 de noviembre de 1983.

Estimado Don Daniel:

Mis saludos respetuosos, acompañados por los me-


jores votos de su bienestar personal y el de los suyos.

El próximo 25 de noviembre del corriente, fecha


en que entregaré ante el Altar de la Patria los pri-
meros graduados del Instituto Nacional que dirijo en
ésta, coincide con la fecha memorable de hace 28
años cuando bajo su sapiente y ejemplar dirección,
recibí mi Título de Maestro.

Quiero manifestarle que la distinción de que soy


objeto de parte de mis alumnos de que la mencionada
promoción lleve mi nombre, satisfacción que deseo

73
compartirla con usted, aunque sea espiritualmente,
también en forma de gratitud imperecedera se la de-
dico a usted quien tanto me inspiró en esta carrera
que tanto amo entrañablemente.

Reciba mis recuerdos a través de estas cortas


líneas, no sin antes manifestarle de que cualquier mo-
mento le visitaré para tener de nuevo la satisfacción
de saludarlo personalmente.

Su alumno de siempre.

Por Juan Ramón Parada López.


Promoción 1957
San Pedro Nonualco, noviembre 15 de 1983.

Don Daniel Raúl Villamariona, Puerto de Acajutla.

Respetable Don Daniel:

Han pasado varios días de haberlo tenido entre


nosotros y de recordar los tiempos felices, que como
alumnos suyos pasamos en la Madre Escuela Normal
Rural de Izalco. Se positivamente que sin sus sabios
conocimientos este indigno servidor no hiciera nada
en este sector rural del Departamento de La Paz. Aho-
ra, su propio verbo expresado a toda la concurrencia
el día de la Exposición de Clubes Comunitarios, me

74
obligan a seguir respondiendo con hidalguía al porqué
soy Normalista Rural y que a usted debo mi formación
profesional. Por lo tanto, no soy yo el que trabaja, es
usted el que después de Dios me guía. Gracias Don
Daniel, a usted el honor de habernos formado.

Remito algunas de las fotos más nítidas de la ex-


posición, espero las conserve como un recuerdo de lo
que somos capaces sus hijos.

A tentamente.

Ecos de la Escuela Normal Rural de Izalco


Por Adolfo Antonio Moreno
Promoción 1953
Marzo de 1997

La Escuela Normal Rural de Izalco es una verdad


histórica, ahí la guarda la mejilla del tiempo en el
altar sagrado del corazón de sus padres y sus hijos.
¿Cuántos son sus hijos? ¡Son tantos! Pero lo impor-
tante es que tú eres uno de ellos. No hay duda de que
en el fanal de tu conciencia arde una llama votiva
que diariamente revienta en manojo de recuerdos que
salpican tu vida de singular felicidad. Esta felicidad
ardorosa no la dejes sólo para ti. Compártela con tus
hermanos que están ávidos de tus vibraciones. Haga-
mos que aquellas vivencias del pasado se vuelvan ac-
tuales. No dejemos que nuestro entusiasmo se ahogue

75
en nosotros mismos. Hagamos que esas fuerzas fructi-
fiquen en racimos de añoranzas, capaces de trocarse
en nuevas experiencias vivificantes.

El 15 de diciembre de 1996, acaeció el Primer


Convivio General de Maestros Normalistas de la Es-
cuela Normal Rural de Izalco. Antes hubo otros acon-
tecimientos; han sido muchos los eventos en que se
han congregado grupos específicos de tandas co-
rrespondientes a determinados años. Pero el 15 de
diciembre tuvo su despertar el primer convivio general
de diversas tandas de maestros producidos por la Es-
cuela, más algunos de los queridos educacionistas que
fueron nuestros mentores. Quienes asistimos a este
conjugar de corazones, estamos ahora entusiasmados
y deseosos de promover nuevos sucesos.

Es bueno recordar que el diario vivir de nosotros


en aquel vetusto caserón se dio entre los años de
nuestra adolescencia. Stanley Hall (1824 -1844) esta-
blece que la adolescencia “es un nuevo nacimiento”.
Y es eso lo que se operó en aquella pléyade de estudi-
antes entre los cuales tú te encontrabas. Ahí naciste a
la conciencia de un nuevo ser. Allá nacieron en ti las
habilidades, destrezas y actitudes que configuran tu
estructura profesional, con la que tanto bien has pro-
digado a tu querido El Salvador.

Ahora ha llegado el momento por todos esperado;


el instante de poder estar juntos nuevamente, no sólo
en nuestro fuero de maestros, sino también en cuerpo
y espíritu. Las vivencias que nos enlazaron en nues-

76
tra Madre Escuela cunden a florecer nuevamente. En
cercanas oportunidades futuras volverás a tener en tus
manos otros boletines que, como este, te aportarán
frescas noticias de todo lo que contigo y con todos an-
helamos realizar.

Discurso pronunciado en el II Encuentro


Por Adalberto Quinteros Chulo
Promoción 1954

Queridos Maestros,
Estimados Compañeros:

Hoy, 8 de marzo de 1997, hace exactamente 47


años, un grupo de maestros y alumnos fundaron en
este sitio acogedor, la Escuela Normal Rural de Izalco,
cuando el entonces Ministro de Cultura Dr. Reynaldo
Galindo Pohl, en un acto revolucionario, tuvo la feliz
idea de formar maestros para resolver el problema de
la educación rural en nuestro país.

Muchos maestros se formaron bajo el techo ge-


neroso de este edificio, que nos albergó por muchos
años. Los alumnos veníamos de todas partes, había-
mos terminado la educación primaria y éramos sen-
cillos, humildes y respetuosos. Un grupo selecto de
maestros, nos recibió con afecto, fe y esperanza, de
alcanzar con creces sus objetivos.

77
Ellos, con el sacrificio filial de visitar sus hoga-
res cada quincena, convivieron con nosotros todo
el tiempo necesario, para dedicarse plenamente a
nuestra formación profesional. Su energía, voluntad
y dedicación para el trabajo de aula y ex–aula, eran
sorprendentes; tenían la hermosa virtud de ser ejem-
plo vivo de trabajo.

Era un ambiente agradable, no había discipli-


na ciega e irrazonable, la relación entre maestro y
alumno era sincera y franca, y lo mejor de todo era
que el cariño y un gran sentimiento familiar, consti-
tuían el común denominador en la vida cotidiana de
la escuela. Los alumnos tratábamos de ser buenos
estudiantes, no porque sintiéramos la presión del
maestro, sino porque habíamos alcanzado un buen
nivel de motivación.

El sentimiento familiar que nos unía a todos, tenía


tres causas principales: 1) Los maestros, por tener sus
hogares afuera y atenderlos cada quincena, extendían
hacia nosotros su sentimiento paternal; 2) El idea-
lismo de los maestros que siempre creyeron que la
amistad, la comprensión y el cariño, hacen mejores
estudiantes; y, 3) Su corazón lleno de bondades. Esto
ha sido el motor que nos permitió llegar con paso
seguro a alcanzar nuestra formación y es el vínculo
principal que nos hace sentir como hermanos y como
hijos, a pesar del tiempo transcurrido.

Es gratificante recordar a los profesores Eustasio


Antonio Nolasco, Daniel Raúl Villamariona, Víctor

78
Manuel Peraza y Salvador Ajuria, Directores eméritos
de nuestra querida escuela. Hace un instante, leí en
el Boletín No. 1 de la Directiva de ex–alumnos, una
carta del Director a sus hijos escrita por el Profesor
Daniel Raúl Villamariona, en la que además de sen-
tirse la satisfacción del autor por los logros, se despide
diciendo que en la próxima reunión nos fundiremos
en un abrazo fraterno y amoroso y nos saluda con
amor y gratitud, ubicándose como Director, Compa-
ñero y Amigo. No pude contener la emoción que me
causaron sus palabras y la dicha que sentí de haber
tenido un Director que en el plano de la amistad,
profundizara tanto en su corazón de niño, hasta crear
una pedagogía del sentimiento considerándose amigo,
compañero y padre de sus alumnos. En verdad así fue.
En la vida de estudiante su palabra, sus consejos y sus
enseñanzas, eran las de un padre bienhechor, del pa-
dre que siempre quiere lo mejor para sus hijos. Fue y
sigue siendo nuestro padre de alma y pensamiento. El
supo guiar a sus alumnos con sabiduría; nos consoló
cuando nos vio llorar como adolescentes confundi-
dos; nos contagió su alegría y su optimismo; perdonó
nuestros exabruptos y nuestros errores y fue el arqui-
tecto principal que convirtió a la Escuela Normal en
un dulce, apacible y entrañable hogar para todos.

Cómo no recordar también a los profesores Luís


Ángel Rodríguez, con su gran amor por la literatura
y su deseo inmenso de ser escritor; don Julio César
Amaya, con su donaire de maestro humilde y sencillo;
don Mario Oscar Godínez con su alegría permanente;
don Salvador Fonseca, con su corazón de oro, sencillo

79
y sin dobleces; don Enrique Benítez Sosa, atisbando el
porvenir; y señorita Leonor Montoya, con sus gestos
de madre primorosa. En fin, todos caben en nuestro
recuerdo. Ahora que estamos aquí, yo interpreto
este momento hermoso y de gran trascendencia en
nuestras vidas, como que hemos vuelto al mismo pun-
to de partida para decirle a nuestra Escuela Querida:
aquí estamos, hemos regresado a dar cuentas de que
hemos cumplido la misión encomendada; que calza-
mos la sandalia, para trenzar los caminos de un nuevo
evangelio para la escuela rural salvadoreña; que fui-
mos con optimismo y fe abriendo brechas, para lle-
var cultura y educación a las escuelas más humildes;
que la simiente la recogieron los niños marginados de
nuestra patria; que nos lanzamos a la tarea como sagi-
tarios, soñando en la construcción de un nuevo porve-
nir; que fuimos valientes transformando la desdichada
realidad de las comunidades rurales donde nos tocó
actuar, en comunidades más humanas y más felices;
que hicimos nuestra labor con responsabilidad, amor
y optimismo; y que nos sentimos contentos de haber
regresado con el alma llena de grandes realizaciones.

Y ella nos dirá: hoy han vuelto con laureles triun-


fales, en vuestras manos se agitan los estandartes,
que anuncian jubilosos la dicha por la cosecha re-
cogida y en vuestros corazones se funde mi alma en
una fiesta de tímpanos, flautas y tambores; que mi
mayor felicidad es haber constatado que tengo un
sitio permanente en vuestras almas; y que la historia
me mantendrá viva para siempre. Aquí estoy y aquí
estaré, los dioses tutelares mantendrán la huella de

80
mi paso por el tiempo; los ríos no se han secado, sus
divinos manes cantan rumorosos por valle y colinas;
el caballo “Trueno” que nervioso pisaba el cansancio
gris de los caminos, ya no está, se lo llevó la sole-
dad; en la fronda alegre de los conacastes, siempre
ensayan sus dulces instrumentos los pájaros cantores;
el volcán de Izalco está dormido ya no vigila el mar
pacífico, sus oros fulgurantes dejaron de ser filigranas
de la noche; en las cercas de piedra todavía se des-
prende un verso con olor a campánulas silvestres y a
corolas mañaneras; y en las aulas hay ecos sonoros
de tiempos pasados, donde la inteligencia fue fanal y
lámpara votiva permanentes.

Y pasará lista y preguntará entonces por Leoni-


das Aparicio, la Chentía Romero, Mingo Membreño,
Chendo Hernández, don Rogelio Sánchez, don Julio
Ferrufino, don Fabio Baides y Miguel Hernández. Le
diremos: se fueron con la aurora a buscar nuevas
constelaciones de universos lejanos.

Hay en este momento solemne una reflexión que


debemos hacer. Los normalistas rurales sentimos nos-
talgia por nuestra escuela normal. Por eso estamos
aquí. Pero nuestra Escuela Normal somos nosotros
mismos, ex–maestros y ex–alumnos. El sentimiento de
hermandad y de familiaridad nos alimenta el recuerdo
y nos hace sentir la necesidad de estar unidos, de es-
tar juntos, viniendo aquí donde ahora estamos se es-
tructura el todo que nos dio origen y razón de ser. Esta
actividad que no debe ser la única, no sólo nos man-
tiene unidos, sino también nos hace vivir de nuevo.

81
Artículo tomado de La Prensa Gráfica del martes 11 de marzo de
1997. Foro de Lectores. La voz en el espejo.

Por Felipe Jesús Burgos D.


Promoción 1954
San Salvador

De fuentes amigas, con propósitos enaltecedores


recibí un boletín informativo en primera edición,
donde reencuentro a don Daniel Raúl Villamariona,
con un lenguaje epistolar, saludando a promociones
magisteriales en las cuales enroló su dirección. Léase
un fragmento: “… Ustedes llegaron a nuestra Madre
Escuela siendo sencillos, humildes, sinceros y espon-
táneos. Y así se han conservado. Ustedes fueron la
buena semilla. La siembra fue efectiva. La cosecha
óptima. Y allí están ustedes como resultado: Una vida
sana y productiva, de servicio y entrega a la familia, a
la sociedad y a la patria…”.

Son las conclusiones de un maestro. Y es que


hablar así a ex-discípulos, a décadas de distancia y
con esa entereza, don Daniel, será para pocos en esta
vida. De seguro, ése es el espejo más confiable donde
mira la imagen de su obra y donde toma sello su satis-
facción personal, ante el cumplimiento del deber ha-
cia la humanidad. ¡Qué inmortalizadora virtud!

82
Nos conocimos en la Escuela Normal Rural de
Izalco, en la cintura del siglo, junto a otros educadores
cuyas huellas alimentan nuestras vivencias. Y sin ale-
jarnos de esas vivencias, aún estamos conociéndonos:
esta vez con todas las promociones, mediante la acer-
tada iniciativa de una Asociación de Ex-Alumnos de
aquella Escuela, que nace con el vigor, el amor y la
lealtad de hijos agradecidos, para perpetuar la frater-
nidad y posibilitar los alcances que las circunstancias
vayan sugiriendo.

El volcán que amenizó luminoso y retumbante


nuestra formación pedagógica, enmudeció sus en-
trañas cuando la escuela cesó sus funciones; y así
nosotros, cohibidos por las incidencias sociales,
también hemos aletargado nuestras inquietudes…
¡Ganemos al misterio volcánico! Salgamos al paso.
Removamos esa raigambre que nos sustenta, porque
ahí circula la sencillez, la humildad, la sinceridad y
la espontaneidad, con que don Daniel, sus colabora-
dores y demás sucesores del quehacer pedagógico,
moldearon tantas generaciones en este siglo.

¡Promovámonos!
…Voces amigas esperan tus consultas.

Accede la más próxima.

83
Amor
“ y Comprensión”
Por María Antonieta Funes
Promoción 1953
Concepción Batres, Usulután
29 de septiembre de 2005

Hermano, compañero y Maestro amigo: contiguo


al saludo, mi agradecimiento por haberme tomado
en cuenta en esta interesantísima actividad, tan im-
portante para todos aquellos que tenemos grabado
en nuestra mente y corazón el grato recuerdo de
nuestra “Madre Escuela Normal Rural” de la cual
fuimos fundadores.

Vive en mi mente lo triste que fue para mí el ale-


jarme de mi madre y mi hermana menor, y pensar que
iba a un lugar lejos y desconocido según mi aprecia-
ción personal. A pesar de la nostalgia engendrada en
mi fondo, la alegría de continuar mis estudios, que
después de 6º. Grado me había quedado estancada
por la suma pobreza de mi madre que tanto se sacri-
ficó porque yo fuera algo útil a mi País. Te manifiesto
que una noche antes de mi partida arreglando mi equipaje
con el prospecto en mano y llorando amargamente
creyendo que mi madre estaba dormida, de repente se
acercó a mi espalda sorpresivamente y me dijo: “Hija
si no te quieres ir no te vayas, lo que se ha gastado
se ocupará”; yo sabía que ella había prestado para
comprar lo que yo necesitaba. Tomando fuerzas de

84
flaqueza le dije: No mamá, yo aquí no seré nada, en-
comiéndeme a Dios y El hará lo demás.

Importante es decirte que nos reunimos en la


Escuela Joaquín Rodezno en San Salvador y de allí
salimos en el bus, lleno de aspirantes y con rumbo
desconocido. Sentí muy lejos la distancia y cuando
llegamos nos distribuyeron el trabajo por equipo,
constituido por varones y señoritas. A mi grupo le
tocó ir a botar un volcán de tuza que estaba frente
a la escuela, aquello estaba lleno de hormigas y
recuerdo que nos dieron una tremenda picada. A
otro grupo le tocó lavar el piso de aquel gran local,
otros la hicieron de albañil, construyendo cocinas
para preparar la cena. Otro grupo improvisando
mesas con tablas colocadas en burros de madera.
Pasada la cena y a la luz de lámparas Coleman,
pues no había conexión eléctrica, nos ubicamos
en las graderías de la cancha para presentarnos
al Personal Docente de la institución y presentar-
nos cada uno por Departamento y de ser posible,
presentar un número artístico. Comprendí que
había aspirantes de todo el país y el eslogan era
“Amor y Comprensión” grabados en nuestra mente
y corazón.¿Cómo no recordar ese cariñoso equipo
de maestros capacitados para formar maestros que
aportaran fruto a la educación intelectual, moral y
práctica en la agricultura? Para mi fue una sorpresa
tener que formar parte de una institución coeduca-
tiva, pues tenía sólo hermanas y había estudiado en
una Escuela de Niñas.

85
Recuerdo que en primer año éramos 110 estudi-
antes y nos graduamos 41. Viven en mi recuerdo to-
dos los compañeros; a algunos no los volvimos a ver,
ya que se nos adelantaron en el viaje a la Eternidad.

Respecto a mi experiencia en el quehacer educa-


tivo, fui nombrada en la Escuela Rural Mixta Cantón
Veracruz, donde la escuela estaba abandonada y
me tocó como primera medida, visitar la comunidad
poniéndome a la orden como maestra única, en la
que atendía 1o. y 2º. Grado, mañana, tarde y sábados
por la mañana; mi sueldo inicial fue de Ciento Cin-
cuenta Colones. Era un lugar sano, las personas muy
respetuosas, todos católicos; había ermita y el sacer-
dote llegaba a celebrar la Eucaristía mensualmente y
se le recibía en la escuela, pues era una costumbre de
la maestra que me antecedió; debo decir que el agua
era muy escasa y se proveían de un charco enorme al
pie de una loma que en invierno se acumulaba y se
proveían de esa agua a la cual llamaban El Rión.

En Usulután fundaron la Escuela Normal Rural


y necesitaban un maestro o maestra egresada de
la Normal Rural de Izalco, allí trabajé ese año y el
siguiente me incorporé a la Escuela Urbana Mixta
de Concepción Batres; de acá me trasladé a Santa
Tecla para trabajar en la Escuela Daniel Hernández,
luego me trasladé a Santa Elena donde fundé la Es-
cuela de Prácticas en la Escuela de ese lugar; estuve
allí dos años y regresé a mi lugar querido, Concep-
ción Batres; en este lugar fundé la Escuela de Ni-
ñas, ahora Centro Escolar San Antonio. En cuanto

86
a mi vida profesional siento una gran satisfacción,
pues hice lo que tenía que hacer, lo pude compro-
bar cuando me jubilé; fue una celebración única a
nivel departamental, cosa que yo no imaginé nunca
y lo compruebo, ya que posteriormente ha habido
muchos maestros jubilados, pero nunca fue como la
de la maestra egresada de la Escuela Normal Rural
de Izalco, a mucha honra.

Loor al personal docente de la Escuela Normal Ru-


ral de Izalco y maestros egresados de esa institución, y
eterna gloria a los que fueron llamados a la presencia
de nuestro Dios.

Evocación
Por Angela Aracely Campos Ayala
Promoción 1955
2005

Egresé De la Escuela de Niñas “Cuscatlán”, hoy


Centro Escolar “Cuscatlán” de Santiago Nonualco, con
Certificado de 6º. Grado en el año 1951. Dorita Vi-
llalta y Blanquita Tobar, informaron y entusiasmaron
a mi madre para que yo fuera a estudiar a la Escuela
Normal Rural de Izalco.

Después de llenar los requisitos necesarios,


inicié mis estudios en ese centro en el año 1952,
del cual tengo gratos recuerdos, ya que mis compa-

87
ñeras y compañeros, y maestros, nos identificamos
y desde el inicio cultivamos el sentimiento de com-
pañerismo y amistad; y con nuestro Director, Pro-
fesor Daniel Raúl Villamariona (que nos cultivó el
respeto y por ende el afecto).

Mi primera impresión del Señor Villamariona: con


una sonrisa irradiando simpatía, sinceridad, transpa-
rencia, con su expresión, con su personalidad, salu-
dando al padre, a la madre de familia y dando la
bienvenida a los alumnos y alumnas a su nueva casa
de estudios. No olvido la presentación del Personal
Docente seleccionado para la preparación de los nue-
vos normalistas que trabajarían en las comunidades
rurales de nuestro querido El Salvador: personal con
espíritu de servicio y de trabajo en las actividades in-
telectuales y aplicadas y con valores morales.

Inicia el primero, segundo, tercero y cuarto año de


estudios con un aprendizaje teórico y práctico: teórico
en las aulas con el estudio de las asignaturas intelec-
tuales y pedagógicas y práctico en el campo, con la
aplicación de la teoría en las actividades, cocinando
alimentos.

Tengo muchos recuerdos y cada uno de ellos lleva


dentro, otros más. Me referiré a algunos:

• El horario que teníamos que cumplir a cabalidad


para poder desarrollar todas las actividades diarias
programadas, comenzando con la levantada para
irnos a bañar y que cada una portaba una lámpara

88
para alumbrar el camino hacia la acequia, por te-
mor a patear algún animal y días después a bañar-
nos con agua serenada en aquella gran pila.
• Las celebraciones de los bautizos a los “che-
ros nuevos”.
• La algarabía y los abrazos cuando salíamos a vaca-
ciones de Semana Santa y de Agosto, cuando los
maestros nos entregaban a nuestros padres en San
Salvador; esa misma algarabía y abrazos se repetía
al regreso de las vacaciones, éramos recibidos por
los maestros.
• Las excursiones a Atecozol, Acajutla, a Los Có-
banos caminábamos alegres y felices; la caminata
más larga: salimos de la Normal a las 9:14 a.m.,
sabíamos que íbamos para Las Brumas, pero ya
formadas y formados nos informaron “vamos para
Acajutla”. Almorzamos en una hacienda, para lue-
go continuar la caminata llegando a las 6:00 p.m.
Nos acondicionamos en la playa con la idea de
realizar un recreo social, pero era tanto el cansan-
cio que nos acomodamos para dormir.
• El tercer año tuve la oportunidad de realizar prác-
ticas en comunidades de ensayo con los compañe-
ros de 4º. Año en El Sunza y en Las Higueras.
• Las prácticas de 4º. Año en las Escuelas de Ensayo
me tocó hacerlas en la Escuela de Sonzacate; for-
mábamos un equipo de ocho: Conchy Guevara,
Alicia Noemí Aguilar, Mercedes García, Elvira
Marinero, Ernesto Jovel Carrillo, Raúl Mendoza y
Álvaro Evegario Larín. Llegamos a Sonzacate y ba-
jamos nuestro equipaje personal y del grupo en
el portón de la Escuela, luego el señor Villama-

89
riona nos habló y nos tomó el juramento de rigor y
nos invitaba a trabajar con mucha responsabilidad;
pasado este momento nos despedimos y comenzó
nuestra tarea.

Visitamos al señor Alcalde Municipal para presen-


tarnos, ponernos a la orden y hablar del alojamiento:
él nos manifestó que solamente disponía de una casa
que no estaba en buenas condiciones, pero que iba a
enviar a una persona a conversar con los dueños de
una casa que estaba desocupada.

Nos acondicionamos como se pudo en la casa en


ruinas, mientras recibíamos una respuesta: estuvimos
allí más o menos por una semana, y luego, bajo la llu-
via y en una carreta nos trasladamos a la casa que nos
dijo el señor Alcalde.

• Los demás días transcurrieron con mucha activi-


dad, trabajábamos en forma rotativa de lunes a
sábado: seis, impartiendo clases en la Escuela;
uno, en la comunidad visitando hogares e invi-
tando a los adultos a las clases de alfabetización,
lenguaje y matemática de 7 a 9 p. m. de lunes a
sábado; uno se quedaba en casa haciendo la lim-
pieza y cocinando los alimentos para el grupo.

Como las fiestas patronales en ese lugar en honor


a San Miguel Arcángel se realizaban a finales de sep-
tiembre, la Municipalidad nos solicitó colaboración y
fue así que con las ideas y la dirección de Larín, y el
material que nos proporcionó la Alcaldía, construimos

90
el carro del Patrón San Miguel: un coche guiado por
un cisne grandote que nos quedó muy bonito y a las
personas les gustó y celebraron sus fiestas.

Durante el tiempo de las prácticas recibíamos visi-


tas periódicas del señor Villamariona y de otros profe-
sores de la Normal. No especificaban día, ni hora, y
se informaban de lo que habíamos realizado.

Finalizó el período de prácticas y regresamos a la


Normal, los vecinos de la comunidad nos acompa-
ñaron en caminata y con antorchas; los demás grupos
ya estaban en la Escuela con sus vecinos de comuni-
dad y todos gozamos de una gran fiesta.

Los días transcurrieron entre clases, estudio,


exámenes, hasta que se llegó el 24 de noviembre de
1955, “Día de la Graduación”. (Véase Anexo 3)

Recuerdo también que como adolescente y estu-


diante, no siempre fueron tiempos de alegría y feli-
cidad; también tuve momentos de tensión, aflicción,
susto, miedo, enojo y hasta discusiones, y que ahora,
al recordarlos dan risa porque cosas pequeñitas, en
esa época, parecían grandes.

91
Recordando para reconocer, agradecer,
revivir y orientar
Por Faustino Ramírez Chulo
Promoción 1954
San Salvador, enero de 2007

Cuando el hombre natural hace uso de su


facultad mental memorística y de recuerdo, regular-
mente lo hace para traer al presente los hechos que le
propiciaron alegría, placer, satisfacción, ideales, etc.;
aunque no faltará quien lo haga para auto maltratarse,
endiosarse, jactarse o producir lástima en los de su al-
rededor, pero esto es otra situación diferente.

Este trabajo es uno de los productos de uno de


esos hombres que han deseado y necesitado, desde
hace ya muchos años (40 más o menos) traer al
presente una parte de ese conjunto de recuerdos
acerca de hechos reales, vividos, experimentados,
positivos, buenos y transformadores para reco-
nocerlos por su inmenso valor, agradecerlos por el
esfuerzo y sacrificio de los que los dirigieron, revi-
virlos para satisfacción y recomendarlos a quien le
interese la experiencia en cuestión.

Se trata de traer al presente una parte de esa in-


mensa experiencia ganada en el quehacer diario du-
rante cuatro años, de ese monumento de institución
educativa que llevó el nombre de Escuela Normal

92
Rural de Izalco. Me refiero a esa grande institución
formadora de maestros que nació allá por las años
cincuenta en el Cantón Talcomunca, Jurisdicción de
Izalco, Sonsonate. Esta Escuela que nunca estuvo en
lugar diferente, pues allí nació y desdichadamente,
allí la dejaron morir.

Traer al presente los recuerdos vividos en la Es-


cuela Normal Rural de Izalco, es traer una riqueza,
un tesoro inmenso de conocimientos, hábitos, cos-
tumbres, actitudes, habilidades, destrezas y creacio-
nes que se generaron allí mismo, en convivencia de
todos los que allí estuvimos reunidos: maestros, es-
tudiantes, obreros, motoristas, lavanderas, cocineras,
agricultores, enfermeras y médicos, llegados todos de
diferentes lugares de nuestro país.

Fue la Escuela Normal Rural de Izalco una insti-


tución muy peculiar en su organización general y es-
pecial. Su “rutina” se desarrollaba diariamente con
el baño temprano de la mañana, desayuno, clases
teóricas toda la mañana (plan especial), almuerzo, si-
esta, actividades organizadas (agricultura, carpintería,
electricidad, fontanería, arte, teatro, educación para
el hogar) por la tarde, y la actividad deportiva libre,
después de dichas actividades. Luego venía el baño,
cena y por la noche estudio dirigido en salones de
clases; luego a los dormitorios a reposar.

Los sábados se entregaba la ropa sucia y se recibía


la ropa limpia. Los días sábados y domingos los alum-
nos recibíamos visitas familiares y también podíamos,

93
con autorización, salir a los pueblos cercanos (Izal-
co, Sonsonate, regularmente). Durante las vacacio-
nes largas los estudiantes salían con sus familiares y
los que voluntariamente deseábamos quedarnos, nos
quedábamos en la Escuela estudiando y trabajando.

Todo lo anterior constituía la “rutina” general de


la Escuela; pero la peculiaridad se acentuaba con una
serie de actividades especiales que en ella se reali-
zaban. Entre estas actividades puedo mencionar, con
distinción, los cursos de selección de alumnos nuevos
cada fin de año escolar, el celo de los maestros por la
provisión, a alumnos y demás personal, de lo nece-
sario para la realización de las tareas, la disciplina y
consejería para los alumnos, las prácticas docentes
(parciales e integrales) de los alumnos de último año.
Los recreos sociales nocturnos realizados por alumnos
y maestros en las comunidades vecinas, el “hospeda-
je” dado a los estudiantes de otras escuelas normales,
quienes convivían con nosotros durante una semana,
compartiendo las actividades de la Escuela nuestra, la
familiaridad creada, practicada y mantenida entre to-
dos los integrantes de la Escuela, la clausura y gradua-
ción cada fin de año, la colocación de los maestros
graduados en las comunidades rurales que los soli-
citaban, las oportunidades de estudios de post-grado
para los graduados en la Escuela, la organización y
el celo especiales dados por los maestros a cada una
de estas actividades, el plan de estudios especial que
la Escuela desarrollaba durante los cuatro años de la
carrera, el programa de seguimiento profesional que
la Escuela mantenía con el fin de continuar la orien-
tación y la provisión de recursos, a sus graduados en

94
sus trabajos, etc., etc. Como puede apreciarse, nuestra
Escuela fue muy peculiar, muy especial, y muy efec-
tiva en toda su labor educativa y formativa.

Describir cada una de estas actividades, como


puede notarse, sería formalizar todo un plan de tra-
bajo voluminoso (lo cual no estaría malo hacerlo) que
necesitaría para su elaboración del auxilio de un gru-
po de profesionales graduados como maestros en la
Escuela Normal Rural de Izalco y auxiliados por algu-
nos de los maestros que fueron dirigentes en las activi-
dades de dicha Escuela.

La pretensión mía, como uno de los graduados de


esa Escuela en esta oportunidad, es traer al recuerdo
sólo una de esas maravillosas actividades que vivimos
y disfrutamos y aprovechamos durante nuestro paso
por esa Escuela. Me refiero en este trabajo recorda-
torio a esa actividad especial que yo le he puesto el
nombre de “La familiaridad nacida, vivida, mantenida
y engrandecida en la Escuela Normal Rural de Izalco”.

Todo comienza en y con la recepción de las so-


licitudes de beca para ingresar en la Escuela. Esta
recepción se realiza en el local de la Escuela en Tal-
comunca y durante la realización de ella (la recep-
ción) se rompen (sin menoscabo de la efectividad de
la actividad misma) los protocolos comunes, corrien-
tes y acostumbrados por la burocracia de moda: Allí
no hay oficinas sofisticadas, ni esperas prolongadas
e innecesarias, los trajes y las corbatas brillan por su
ausencia, los escritorios separadores de personas no

95
se ven, no hay hora de cierre por almuerzo o por des-
caso, y sí abundan los saludos y abrazos y apretones
de manos entre maestros, padres de familia y aspiran-
tes a becarios; hay alegría, expectativas, esperanzas,
calor en los salones y corredores de la Escuela; la
frialdad, el desinterés y la “seriedad” protocolarias no
aparecen en ésa, que es una de las primeras activi-
dades de la institución. Todo sucede dentro de un am-
biente de camaradería como si todos los allí reunidos
ya se hubieran conocido antes.

A partir de esta vivencia se genera esa familiaridad


que se disfrutó siempre en la Escuela Normal Rural de
Izalco. Ya en el trabajo profesional de la Institución en
el cual se involucran Director, Subdirector, profesores,
estudiantes y todo el personal de administración, ser-
vicio y auxiliar, se concreta lo que se asomó durante
la recepción de solicitudes de beca para estudios: la
Familiaridad en la Escuela. Esta característica peculiar
que hizo diferente a nuestra Escuela de las restan-
tes escuelas normales del país, se mantuvo durante
nuestro paso por ella y se manifestaba durante el de-
sarrollo de toda la actividad escolar-educativa-forma-
dora que se realizaba en la institución. Lo relevante
que daba realidad concreta a la familiaridad especial
en la Escuela era, sin duda alguna, el tipo de pensa-
miento con que llegaron cargados los dirigentes que
fueron responsables de organizar y poner a funcionar
esa institución.

Recordemos que el hombre así como piensa actúa.


Estos dirigentes (Directores y maestros) aceptaron la

96
responsabilidad de organizar y poner a funcionar esa
Escuela con una mentalidad renovadora y lo lograron.
Vinieron a enfrentar el reto con conocimientos nuevos
sobre educación y formación de maestros y los pu-
sieron en práctica soportando limitaciones materiales
y haciendo esfuerzos y sacrificios fuera de lo común
para salir adelante con y en la obra encomendada. ¡Y
no tengo la menor duda de aseverar que lo lograron!
¡Gracias maestros! ¡Los admiramos y respetamos siem-
pre! ¡Nos educaron y nos formaron en una institución
que más que escuela fue un gran hogar para nosotros!
Siempre, dentro y fuera de la Escuela, nos seguimos
considerando la gran familia de la Normal Rural de
Izalco. Sentimos la necesidad de llamarla, dentro y
fuera, nuestra Madre Escuela. Una necesidad creada,
nacida y vivida en y por nosotros, debido al tipo de
pensamiento y actitud de los que en ese tiempo nos
dirigieron y nos formaron. Entramos a formar parte de
esa gran familia escolar. Y es que así tenía que suce-
der, pues durante la convivencia institucional los roles
de padre, madre y hermano se cambiaban según las
circunstancias. En algunas oportunidades el Director
actuaba como padre, en otras como un maestro (o la
maestra como madre), en determinado momento era el
carpintero el que actuaba como padre y nos reprendía
o nos estimulaba, en otra ocasión la ecónoma fun-
cionaba como madre nuestra, aconsejándonos o aten-
diéndonos; en fin, esa era la actitud que prevalecía en
todas las personas que formábamos ese hogar.

Si un buen hogar, si una buena familia, es ca-


racterizada por el orden y la disciplina, la autoridad

97
de padre y madre, por la cooperación entre sus inte-
grantes, por el respeto mutuo, por el compartir de los
haberes, por la tolerancia y compasión del otro y para
el otro, por el amor sincero entre sus miembros, por la
comunión de ideales e intereses, etc., etc., todo eso se
vivía y se predicaba en esta Escuela que nos formó y
que yo estoy recordando ahora. Todo esto y más que
pueda caracterizar a un hogar, a una familia, se dio en
nuestra Madre Escuela Normal Rural de Izalco.

Es necesario enfatizar esta clase de trabajo en una


institución formadora de maestros porque en las es-
cuelas en donde trabajarán los maestros deben ser
consideradas, por ellos, como el otro hogar, la otra
familia de los niños y niñas. Si los maestros no llevan
ese pensamiento, esa actitud a su trabajo, difícilmente
harán una buena obra educativa e instructiva con y en
sus alumnos. Sin temor a equivocarme, pienso que en
toda institución encargada de formar maestros, para
los niveles básicos y medios, debe darse este tipo de
experiencias y vivencias de familiaridad hogareña y
propiciar con eso, un ambiente escolar básico y me-
dio más productivo, más gozoso, más positivo. Pienso
también que estas vivencias de familiaridad sólo pu-
eden darse en una institución donde los estudiantes
que van a ser maestros estén internos y la mentalidad
(pensamientos y actitudes) de sus dirigentes esté enfo-
cada a formar en sus alumnos ese tipo de pensamiento
y actitud para que vayan a sus escuelas y las conside-
ren como los otros hogares y las otras familias de los
alumnos y puedan lograr mejores frutos educativos.

98
Mensaje de Raúl A. Mendoza
Promoción 1955
Izalco, enero 20 de 2007

En el transcurso de la vida suceden tantas ex-


periencias, algunas inolvidables como los cuatro
años de preparación para profesor que vivimos in-
ternos en la Escuela Normal Rural, en el Cantón
Talcomunca, Izalco, con la acertada dirección de
don Daniel Raúl Villamariona, con un equipo de
ma-estros muy capaces en la misión que se les
había encomendado. Desde el primer momento
que pusimos nuestro cuerpo, alma y corazón en
ese recinto sagrado, todo fue un cambio de jóvenes
adolescentes con más madurez, mucha alegría con
disciplina, más aprendizaje intelectual con una
mística de respeto al sexo opuesto, ya que este era
un experimento educativo donde convivimos hem-
bras y varones que sólo para dormir lo hacíamos
completamente separados. Qué nostalgia recordar
esos años vividos a plenitud, donde todo estaba
al máximo, bien planificado, las prácticas de edu-
cación para el hogar, actividades agrícolas, socia-
les, deportivas, etc., etc.

Ganáramos o perdiéramos en alguna rama de-


portiva, nunca nos enojábamos con los compañeros
de otro nivel, todo era una verdadera hermandad.

99
Qué grato es recordar ese gran experimento, el
cual vivimos en su máxima expresión, en una forma
muy natural. La idea de ese grupo de maestros con
la guía del señor Villamariona era tener escuelas
más productivas en los lugares más apartados de
nuestro Pulgarcito de América, en donde el profesor
rural preparado juega un papel importante. Ya en la
práctica, se abrió una escuela piloto en el Sitio del
Niño y todos los demás fuimos enviados a diferentes
áreas rurales donde cada quien llevó a la práctica
todo lo asimilado.

El que escribe estas líneas tuvo la oportunidad de


fundar una escuela en el Caserío San Rafael, La Ber-
muda, Jurisdicción de Suchitoto. En donde se encon-
traban niños con deseos de estudiar y varios vecinos
ayudaron a emprender ese reto que se iniciaba.
Doña Carmen Iraheta donó gentilmente el corredor
de su casa, los alumnos llevaban sus taburetes para
sentarse y una viga grande era el pizarrón. Además
del trabajo diurno, se dieron clases por las noches.
Los primeros seis meses sin sueldo, pero muchos
aprendieron a leer, escribir y firmar.

Se organizaron equipos de agricultura con la


ayuda del Agrónomo que llegaba una vez al mes,
producíamos tomates, rábanos, lechugas y los agri-
cultores se beneficiaban con mejores cosechas. Con
el grupo artístico nos la pasábamos muy bien, se-
manalmente se hacía un Recreo Social en donde
hacíamos participar a los de la Tercera Edad y a

100
los más retraídos, y al mes se hacía una velada que
consistía en una presentación artística, se cobraba
poco para los gastos que ocasionaban los trajes y
las pinturas necesarias. La Directiva de Padres de
Familia manejaba los fondos de las actividades, con
fines lucrativos, incluyendo la tienda escolar. Un
vecino de nombre Santos Andrade donó un te-
rreno para que se construyera la escuela. Con la
ayuda del señor Alcalde Municipal de Suchitoto
don Rutilio Melgar y de toda la comunidad se
levantó un edificio escolar más apropiado. Lo que
más le gustaba a este profesor rural es lo deportivo,
a nivel escolar se practicó el fútbol y el sóftbol, y
con los adultos se llegó a tener un equipo de fútbol
respetable a nivel intercantonal.

Estoy más que seguro de que esa labor magiste-


rial en esas áreas donde trabajó un egresado de la
Escuela Normal Rural de Talcomunca, Izalco por los
años 1952 – 1975 fue algo excepcional que debería
repetirse con más fuerza.

Existe en San Salvador la Asociación de Maes-


tros de la Escuela Normal Rural. Don Daniel Raúl
Villamariona y todos nosotros bien podemos poner
nuestra ayuda en nuevo proyecto piloto educacio-
nal rural de producción para mejorar la calidad de
vida en las zonas más remotas de nuestro querido
país El Salvador.

101
Educación para el Hogar
Por María Noemí Aparicio y
Zoila Delicia del Valle
Promoción 1954
5 de febrero de 2007

Como objetivo general esta materia pretendía dar-


nos una formación integral para la vida y como obje-
tivo específico, prepararnos para la realización de
nuestras prácticas en las comunidades.

El contenido de la materia fue la siguiente temática:


a) Educación para el hogar
b) Economía doméstica
c) Conocimientos de Costura
d) Arte culinario
e) Urbanidad y etiqueta

Educación para el Hogar.

En educación para el hogar, se nos enseñaba cómo


administrar una casa, en los aspectos de higiene, or-
den y estética.

Economía doméstica.

En esta área, se nos enseñaba cómo administrar una


casa, en el aspecto económico, alimenticio y aseo y

102
cuidado de la ropa. Como práctica en grupos de 4 a 5
alumnos, elaborábamos menús para la semana y tenía-
mos prácticas de planchado, dos veces por semana.

Conocimientos de Costura.

En este rubro, hacíamos muestrarios de puntadas,


buen número de ellas dirigidas por la maestra y unas
tres, quedaban a iniciativa del alumno; allí iban in-
cluidos: hacer ojales, pegar botones y remaches.

Arte Culinario.

Se pretendía que aprendiéramos a cocinar, ocasi-


onalmente en grupo hacíamos alguna receta dirigida
y en unas tres ocasiones se nos asignaba hacer una
receta creativa diferente en cada grupo de trabajo.

Urbanismo y Etiqueta.

En esta materia, se nos enseñaba lo siguiente:

• Redacción de correspondencia, para dirigirnos a


personajes de cierta jerarquía.
• La forma de vestirnos en relación a la ocasión a la
que se asiste.
• Modales en la mesa, en las oficinas y presen-
tación personal.
• Motivación para despertar la inclinación al arte.

La materia de Educación para el Hogar, fue básica


para nuestra formación integral y desarrollo de nuestra

103
personalidad; esto unido a las materias técnico peda-
gógicas, nos dio las herramientas necesarias para
desenvolvernos en las prácticas comunitarias. Estas
prácticas en la comunidad, fueron de valiosa experien-
cia, porque nos permitió darnos a conocer como fruto
de la Escuela Normal Rural de Izalco; como alumnos
nos hizo sentir optimistas hacia el futuro y tuvimos
la dicha de encontrar en las comunidades personas
colaboradoras, que hicieron posible el desarrollo de
nuestros planes de trabajo de forma satisfactoria.

La influencia de esta materia en la vida personal


de nosotros como alumnos, ha sido muy productiva,
pues hasta donde sabemos la mayoría de nosotros
formamos hogares integrados y en nuestros hijos tra-
tamos de transmitir estos conocimientos; darles una
formación profesional y moral para que puedan afron-
tar decorosamente su vida y por ende contribuir a
construir una mejor sociedad.

Como comentario final damos fe de que nues-


tra enseñanza fue pragmática, la cual nos capacitó
para la vida, lo que nos llena de orgullo y satis-
facción porque nos hizo profesionales proactivos
y propositivos. Nuestra gratitud a todos nuestros
queridos maestros.

104
Soy Maestra Normalista Rural
Profesora. Antonia Luisa Blanco Posada
Promoción 1955
Marzo 2007

Desde un pueblecito engarzado entre cerros y


magüeyales (Jocoaitique), salí una madrugada del 1º.
de marzo de 1952 con alegría y tristeza que se conju-
gaban en mis ojos y corazón:

1º. Iba con alegría y satisfacción de cumplir un


sueño que albergaba desde niña como era ser
“Maestra Rural” pues me veía en una Escueli-
ta con bastantes niños descalzos con su carita
alegre diciendo: Buenos días Señorita Toñita;
esas palabras sonaban todas las noches en mi
pensamiento y con mucho gusto me subí a un
caballo que me llevó a Gotera para salir el día
siguiente a San Salvador.

2º. Por primera vez dejaba mi hogar, familia, mis


muñecas de las cuales fue duro despedirme,
como decirle adiós a mis papás y hermanos,
también lloramos todos; pero con la ayuda de
Dios, porque me iba al otro extremo del país
que lo conocía en un mapa de El Salvador,
Sonsonate, Izalco, Talcomunca era lo que yo
pronunciaba y sacaba el mapa para verlo.

105
3º. Sabía que no conocía los Maestros, iba a co-
nocer compañeros nuevos con quienes iba a
convivir cuatro años.

Tuve la suerte de conocer ese 2 de marzo a unos


profesores contentos que me brindaron confianza y
unos compañeros casi de la misma edad que hacían
bromas y entre risas y alegría bajamos la valija de
cuero y la caja de cartón junto a la tijera de lona; allí
estaba el prospecto que Mamá llenó con sentimientos
encontrados, pues estaba despachando a su hija ma-
yor y tan querida que quería volar a buscar un hori-
zonte, un ideal como era ser Maestra Normalista.

Llegué a aquel caserón tan grande que sería


mi hogar y ahora lleno de recuerdos imborrables
pues allí viví los mejores años de mi vida, con los
compañeros disfrutamos y compartimos prendas
personales, alegrías y tristezas; sobre todo el com-
pañerismo, el que nuestros sabios Maestros nos
inculcaron desde el día que nos recibieron y nos
dijeron “Son hermanos y como tal deben: que-
rerse, respetarse y sobre todo ayudarse en lo que
necesiten unos de otros; ese lema lo mantuvimos y
lo seguimos practicando por 55 años que cumpli-
mos este 2 de Marzo de 2007 de haber llegado a la
Escuela Normal Rural de Izalco, pues nos seguimos
reuniendo con compañeros de todas las Tandas o
Promociones unas con nombres como “La Barriada
Alegre”, otras también con nombres y algunas sólo
con el año de graduación.

106
¡Que bello es recordar experiencias que guarda-
mos en el baúl de nuestros recuerdos! Como el primer
día de trabajo que nos llevó el Señor Pérez Guerra
a limpiar el Terreno de la Hortaliza que estaba lleno
de unas frutitas que tenían un tamo (polvito) que se
llama pica pica, el que nos quitamos con ceniza ca-
liente allá en la cocina. Al día siguiente ya trabajamos
separados con botas, overol y camisa a cuadros y el
sombrero que tanto nos defendía del inclemente sol
de verano (Marzo); pasaron los años donde nos llena-
ron de consejos, ciencia y sobre todo la Mística de Ser
verdaderos Maestros de los que hoy no son iguales a
nosotros. Ya en tercer año practicamos en la Escuelita
de Práctica con la Señorita Mira, así transcurrió el 3er.
Año y en el último año fuimos a practicar a Talco-
munca, Sonsonate y Sonzacate, se llegó el día tan
esperado que nos separaríamos en grupos para ir a las
Comunidades Rurales donde pondríamos en práctica
lo que tan acertadamente los Maestros de Maestros
nos enseñaron: “Las Prácticas Docentes”; salió el bus
que nos llevaría a las comunidades; a mi me corres-
pondió en San Isidro, nos dejaron bajo una Ceiba
con equipaje y víveres para nuestra alimentación, allí
comenzó lo bueno; fuimos a buscar donde viviríamos
cuarenta y cinco días, encontramos una casa muy bo-
nita, segura, con un dormitorio grande, sala, comedor
y cocina.

Ramón Zetino, un compañero chapín y Edgar


Olano, amarraron una pita de un lado de la pared
al otro lado y amarramos dos sábanas que dividían
el dormitorio de los varones y el de nosotras las

107
féminas. El comedor tenía una mesa grande con
6 sillas, allí planificábamos en la noche, lo que el
día siguiente haríamos; uno se quedaba cocinando,
otro visitaba la comunidad, los demás íbamos a la
escuela a dar clases.

Toñita Blanco - India Bonita, 1955.

Llevábamos un diario y el Plan de Trabajo, esos


quedaban en la mesa, nos dormíamos y a veces
en la mañana en el Libro de Actas encontrábamos
algo que don Daniel nos había dejado escrito y fir-
mado con los maestros que le acompañaron; pues
ellos llegaban a cualquier hora, nunca avisaron,

108
pues tenían gran responsabilidad de nuestra inte-
gridad moral y profesional que nos inculcaron y
que nuestros padres les confiaron. Ahora cuando
les platico a mis parientes, amigos y no amigos se
asombran de que hubiera internado mixto y nunca
tuvimos nada que lamentar de inmoralidades. Sólo
la satisfacción de haber sido buenos estudiantes y
maestros que nos dimos por entero y ser ejemplo de
buenos trabajadores en el campo que nos tocó labo-
rar como nos formaron en nuestra “Madre Escuela
Normal Rural de Izalco”.

San José Palo Grande


Por José Vicente Cubías
Promoción 1955
Marzo de 2007

Cantón situado al Suroeste de Suchitoto, a 12 kiló-


metros sobre el Cerro de Guazapa. En el centro es-
taba ubicada la Escuela Rural Mixta “Victoria Durán”.
Era una casa construida de adobe, madera y tejas de
barro; tenía una sola sala rodeada por tres corredores
y un patio grande al costado Sur.

Para llegar desde Suchitoto hasta la escuela debía


de viajarse 10 kilómetros en bus y 5 kilómetros de
camino vecinal tipo vereda, cuesta arriba; cruzar no
menos de tres cercas de piedra, dos o tres quebradas,
unas tres vallas de alambre y unas cuantas zanjas.

109
Allá fuimos a parar cuatro profesores “nueveci-
tos”, dos mujeres y dos hombres de la misma tanda
(1955); nombrados en un mismo correograma que tex-
tualmente decía: “San Salvador, 1 de marzo de 1956.
Señores: Fermina Donatila Pocasangre, Juan Roberto
Juárez, José Vicente Cubías e Isabel Leticia Domín-
guez. Ustedes han sido nombrados como Director,
Subdirector y auxiliares, respectivamente, en la E. R.
M. “Victoria Durán” del Cantón Palo Grande, j/Suchi-
toto, Dpto. Cuscatlán, a partir del 8 del presente mes.
Tomen posesión y comuníquenlo a la Subdelegación
Escolar correspondiente.

Barahona. Secretario.”

Allí se inició una de varias experiencias muy


valiosas que, evaluándolas, bien pudieran servir
como muestra para la realización de macro proyec-
tos educativos con orientación al desarrollo de cier-
tas comunidades.

Inmediatamente nos constituimos en el lugar. Or-


ganizamos el trabajo escolar (de aula); nos presenta-
mos con los padres de familia e iniciamos las labores
de investigación, promoción y organización de la
comunidad. Para este fin nos auxiliamos de medios
como: reuniones, visitas domiciliarias, formación de
grupos artísticos, deportivos, amas de casa, etc.

Así comenzó la Escuela a proyectar su función so-


cial a la comunidad. Esta se convirtió en una casa
comunal en la que se reunía permanentemente “todo

110
mundo”, para platicar, planificar, ensayar danzas u
obras teatrales, efectuar bailes populares, hacer pre-
sentaciones artísticas o cualquier otra actividad que
fuese necesaria.

Considerando apropiado el momento, se procedió,


en pleno, a jerarquizar los problemas más sentidos,
concluyendo que era necesaria la apertura de una
calle que condujera desde el desvío del Cantón Ichan-
quezo hasta el nuestro. Debía hacerse de una manera
que pudieran ingresar vehículos pesados y livianos
para poder trasladar los productos agrícolas hacia los
mercados cercanos, y, algo mejor: Celebrar solemne-
mente las fiestas patronales en honor a San José.

A continuación se eligió una Junta Directiva, se


elaboró un plan de trabajo cronogramado y se forma-
ron tres comités auxiliares. El primero, para recaudar
fondos económicos y promover cualquier otro tipo de
colaboración; el segundo, para organizar cuadrillas de
trabajadores voluntarios; y el tercero, para auxiliar a
los anteriores con alimentos, refrescos, café, medica-
mentos, agua, etc.

Se trabajó intensamente durante seis meses, sin


calendario, ni horario, volcada toda la comunidad
en el cumplimiento de la meta propuesta. Se hici-
eron terracerías, cunetas, empedrados, pequeños
puentes, terraplenes, muros y canaletas.

Por fin, iniciando el mes de marzo de 1957, las


sonrisas y otros gestos de alegría se veían aflorar; la

111
ansiada calle estaba terminada y por primera vez in-
gresaron camiones, pick ups, carros y motocicletas,
todos cargados de golosinas, ropa, juguetes, y como
si eso fuera poco, los alegres juegos mecánicos, que
constituyeron la dicha de chicos y grandes. De igual
manera se dio realce a los festejos religiosos, que era
una de las razones de tanto esfuerzo.

Fueron tres hermosos días de celebraciones a


torrentes, de gran satisfacción para los verdaderos
héroes, hombres, mujeres, niños y niñas, igual que
las personas mayores, que así pudieron disfrutar el
producto de su propio esfuerzo.

También lo disfrutamos dos cipotas y dos cipotes


locos que emprendían su primer vuelo, jugando a
ser maestros.

Memorias de una niña que quiso ser


Maestra
Ana Silvia Gutiérrez Espínola
Promoción 1967
San Salvador, Marzo de 2007

Cada uno de los maestros y alumnos que hemos


pasado por nuestra querida Escuela Normal Rural de
Izalco, guardamos de alguna forma en el fondo de
nuestro corazón los momentos vividos como dulces

112
recuerdos de los tiempos pasados, que a través de los
años son inolvidables.

En el recuerdo siempre viven los años de mi niñez,


ahí por el año de 1952, cuando el edificio aun no
estaba en condiciones adecuadas para la formación
de los futuros maestros. Compartí muchas experien-
cias bonitas que influirían en mi vida profesional, al
lado de mi Madre la Profesora María Julia Espínola,
quien impartía clases de Educación para el Hogar,
donde los y las alumnas ayudaban en la preparación
de los alimentos, desde su elaboración, hasta que se
servían, quienes combinaban estudio y trabajo en la
reconstrucción y reparación de algunas áreas, como
el comedor, el cual era una hermosa galera, pero el
entusiasmo de la juventud lo convirtió en el comedor,
donde tiempo después compartimos los alimentos, sin
olvidar los caníbales y las canibaliadas, que ya exis-
tían desde entonces.

No faltaron los momentos de esparcimiento y


disfrute de la música de la Estudiantina formada por
alumnos y maestros, la celebración del Aniversario
de la Escuela; pero también me vienen a la mente,
los recuerdos de la primera noche en la Escuela, pla-
gados de tristeza, acompañados con los retumbos
incansables del Volcán de Izalco que iluminaba la
noche con su imponente lava, que lo vestía de rojo y
daban deseos de irse a casa.

El ejemplo del Director y los buenos maestros


motivaron a los alumnos a superar los problemas.

113
Recuerdo al señor Villamariona como un abnegado
maestro, hombre entusiasta y dinámico, quien logró
con el equipo de docentes transformar las galeras en
un hermoso centro de estudios por el que pasamos
cientos de jóvenes con deseos de superación.

En mis recuerdos infantiles están el profesor don


Daniel Raúl Villamariona, la profesora Graciela
March, el profesor Luís Ángel Rodríguez, el profe-
sor Fabio Baides, la profesora Nora Mira de Pérez,
el profesor Mario Godínez, la profesora María Julia
Espínola, la profesora Blanca Rosa Flores, el profe-
sor Julio Molina, la profesora Dolores Andino, sin
faltar don Julio Ferrufino con la famosa Agrope-
cuaria, la que se hacía divertida entre azadones y
cumas. En el año de 1952 había apiarios, los que
eran cuidados por los alumnos quienes de vez en
cuando sufrían las picadas de las amigas mieleras.
¡Ah, tiempos que no volverán!, pero que están vivos
como los mejores recuerdos de mi niñez.

En el año de 1965 regresé a dicho centro educa-


tivo, convertido en un lugar hospitalario, diferente
al que conocí en mi niñez, siendo Director el pro-
fesor Mario Godínez. Llegamos aproximadamente
unos 40 jóvenes con la ilusión de hacer realidad
el sueño de ser maestros. Recuerdo a los famosos
reclutas que hacían de todo para pasar la prueba
del bautizo, acompañados de los respectivos padri-
nos. Los que no teníamos gracia para el baile, can-
to o poesía la pasamos mal; pero sí éramos buenas
para la pelota. ¡Ah!, que bueno recordar los famosos

114
equipos de Softball y Basketball en los intramuros, en
fin .… las clases de Educación para el Hogar y los fa-
mosos dulces de zanahoria; la señorita Morán, la seño
Carías con sus clases de Geografía, sin faltar los sabios
consejos del Chelito Morán, el profesor Colocho, de
grata recordación, quien fungió como Director hasta
la última promoción en 1967; el profesor Castillo, el
profesor Lázaro Canales, la señorita Funes, la seño
Milady, el profesor Estrada: la clase de Música con el
profesor Ricardo Mata. Al final, bonitos recuerdos
de nuestra querida Escuela quedaron grabados en
nuestro corazón, como un bello recuerdo.

Las Prácticas Docentes


Por José Raúl Calderón Iraheta
Promoción 1953
San Salvador, abril de 2007

Marzo de 1950, Talcomunca, Jurisdicción de


Izalco. Un viejo caserón recibía a un medio cen-
tenar de mozalbetes con la ilusión de ser maestros.
Iniciaba sus actividades la inolvidable, ejemplar y
única en el país, la Escuela Normal Rural de Izalco,
formadora de maestros con un nuevo sentido vo-
cacional, planes con mística y compromiso. Algu-
nos apenas terminábamos la adolescencia y nuestra
Normal templó el acero para desarrollar una juven-
tud sana y con profundo sentido de responsabilidad
hacia el país.

115
Dirigían la enseñanza maestros con pocos años
de haberse graduado; pero con un sentido profe-
sional profundo. Su misión era la más grande res-
ponsabilidad de su vida de maestros, conducían a
un grupo de muchachos de ambos sexos, en un
internado mixto, único en la historia educativa del
país; desarrollar una metodología de enseñanza
diferente a la de otras Escuelas Normales, desde el
amanecer hasta el anochecer. Enseñan la Educación
Higiénica, Moral y Cívica, Horticultura, Avicul-
tura, Deportes y algo que fortaleció en gran me-
dida nuestro desarrollo, ser útiles, solidarios y amar
al prójimo. Maestros que nunca más se dieron, ni
hubo, ni habrá, como Daniel Raúl Villamariona,
Luís Ángel Rodríguez, Salvador Fonseca, Julio Cé-
sar Amaya, Eustasio Nolasco, Salvador Ajuria, Fabio
Baides, Dolores Andino, Julia Espínola, Nora Mira,
Manuel Guillermo Campos y algunos otros más.

El Sunza.

116
Cuánta experiencia, cuántos conocimientos, cuán-
ta disciplina, cuánto respeto, cuánto cariño; pero la
prueba de fuego mayúscula y final inició en los al-
bores del invierno de 1954. Ignoro los criterios de las
autoridades de nuestra Normal para organizar los gru-
pos de la práctica integral que se realizaron en dife-
rentes comprensiones rurales de Izalco. Los lugares
seleccionados fueron: Cantón Las Higueras, Cantón
Piedras Pachas, Los Lagartos, El Sunza, San Isidro y
algunos otros más.

En cada uno de esos cantones, un grupo de estu-


diantes, varones y hembras, experimentaron la prueba
final como maestros, promotores sociales y miembros
de una comunidad. Nuestro grupo se instaló en el

Cantón Piedras Pachas.

117
Cantón Piedras Pachas, caserío carente de energía
eléctrica, de agua potable y de difícil acceso vehi-
cular. Aproximadamente 75 familias formaban la po-
blación; la escuelita contaba con 1º. y 2º. Grado. Ni
mobiliario escolar, ni material didáctico, y ante esa
realidad el apoyo de nuestra Normal y nuestro ingenio
eran las armas que debíamos tomar.

Don Camilo Mancía era el hombre más conocido


y apreciado del caserío; frisaba sus 65 años, su espo-
sa doña Jesús y cuatro hijos, ya mayores, constituían
ese hogar. Vivían en una casa de bahareque, piso de
tierra, grande y con un mobiliario sencillo. El patio ex-
terior era amplio y en él se jugaba en el piso con una
pelota de pura madera y raquetas también de madera.
En ningún hogar de los alrededores había ese juego.

Don Camilo nos recibió con mucha cordialidad.


En su casa cocinábamos nuestros alimentos. En la Es-
cuelita habilitamos una habitación que dividimos con
madera y cartones para dormir en un lado las señori-
tas y en el otro los varones. ¡Qué disciplina! ¡Qué
compañerismo! Nuestro grupo: Rosa Ester Amaya,
Buenaventura Córdova, Carlos Parada, Raúl Calde-
rón y otro compañero más. Uno de nosotros actuaba
como Coordinador; otro se encargaba de preparar los
alimentos, dos impartían las clases y los dos restantes
visitaban los hogares de la comunidad. Estas tareas se
realizaban en forma rotativa.

Fue novedad en el Cantón… han venido cinco


maestritos jovencitos y los cipotes están felices con

118
ellos. Por las noches, a la luz de la lámpara Cole-
man, se congregaban muchos vecinos a conversar
con nosotros, contaban historias de duendes y apa-
recidos y más de alguno aseguraba que por la Ceiba
salía el Cadejo y el Cipitío. En nuestro grupo, yo
tenía la habilidad para narrar y como había leí-
do Las Mil y una Noches, les contaba cuentos e
historias. Este acercamiento nos indujo a efectuar
nuestro primer Recreo Social un sábado por la tar-
de, y en adelante, todos los sábados eran de alegría
en el caserío: juegos, canciones y participación activa
de chicos y grandes. Uno de esos sábados don Camilo
tomó la palabra en forma espontánea y para nuestra
sorpresa dijo a los presentes que había preparado una
carta para el Ministerio de Educación, que firmarían
todos los vecinos, pidiendo que los cinco maestros jo-
vencitos se quedaran para siempre en el caserío… un
aplauso prolongado fue el final de esa tarde.

En un barril, a lomo de caballo, nos llevaban el


agua para tomar, y para bañarnos íbamos a una que-
brada situada a un kilómetro.

Así transcurría nuestra Práctica Docente, emoción


y mística, bien integrados a la comunidad.

Nuestros maestros de la Normal llegaban de sorpre-


sa a supervisarnos y siempre nos encontraron trabajan-
do con entusiasmo. ¡Hay tanto que contar de aquellas
experiencias! Pero llegó la hora de regresar a nuestro
caserón de la Normal. El último sábado de Recreo So-
cial informamos a los vecinos y todo fue silencio.

119
Don Camilo había preparado a los vecinos y
aquella mañana de octubre un camión nos llevaba
acompañados de un puñado de miembros de la co-
munidad. Al llegar a la Normal don Camilo tomó la
palabra y le dio las gracias a nuestro Director don
Daniel Villamariona por nuestro trabajo y al terminar
nos abrazamos en silencio, y sus lágrimas nos conta-
giaron y sentimos la emoción de la labor cumplida.

Esta experiencia debería realizarla todo aspirante a


maestro. La mayoría de nosotros aprendimos muchos
valores que nos llevaron a los campos universitarios
y a ocupar posiciones gubernamentales y privadas;
otros trabajaron en instituciones internacionales. Con-
clusión: Entrega… Compromiso… Mística... y amor a
la Patria… eso significa ser Maestro.

Experiencia Pedagógica
Rosa Edith Trejo
Promoción 1955
San Salvador, 24 de abril de 2007

De una escuela específica para la formación de


maestros, es evidente que los planes y programas de
estudio sean exclusivos porque la responsabilidad de
educar para mejorar es grande e interminable. En la
Escuela Normal Rural de Izalco tiene suma importancia
un internado de ambos sexos donde se impone uno de
los valores más valiosos, que es la convivencia, donde

120
aprendimos a querernos, respetarnos, ayudarnos, criti-
carnos positivamente, sentirnos útiles (autoestima) y en-
tender que el trabajo dignifica y da la satisfacción que
ni con el dinero se puede conseguir.

Mucho nos ayudó repetir, memorizar y poner en


práctica el Credo del Optimista, de Christian D. Lar-
son, porque su contenido es ideal para soportar las
peores adversidades de la vida y enfrentar los pro-
blemas para resolverlos de la manera más adecuada;
por supuesto que bajo la óptica de Dios.

Todas las asignaturas han sido la base de nues-


tra formación profesional, solidificándose al poner
en práctica las técnicas de la enseñanza en las co-
munidades donde nos tocó trabajar. Como alumnos
normalistas realizamos la práctica docente en la Co-
munidad El Sunza de la famosa Hacienda de los se-
ñores Giammatei; el grupo fue integrado José Vicente
Cubías, Fernando Ruiz Furlán (guatemalteco), Ben-
jamín Esteban Salgado, Marina Urbina, Rosa Vilma
Marroquín y Rosa Edith Trejo, allí comenzamos a ex-
perimentar toda la teoría y entendimos más a que
se referían nuestros profesores en las aulas. Éramos
evaluados en las áreas de conducta, trabajo de aula,
cocina y actividades organizadas de la comunidad.

Nombrados en diferentes escuelas del país por


el Ministerio de Educación y siendo Director Ge-
neral de Educación Primaria nuestro querido Direc-
tor en la Normal, don Daniel Raúl Villamariona,
encontramos la realidad nacional de la educación.

121
En la Escuela Cristina Cuellar de Muñoz del Cantón
Palacios, Jurisdicción de Suchitoto, se carecía de
agua potable y mobiliario en los grados; se gestionó
en compañía de la Junta Directiva de Padres de
Familia la apertura de un pozo con sus respectiva
bomba y en Provisión y Alojamiento Escolar se con-
siguieron pupitres bipersonales y con ello se mejoró
la condición de los alumnos.

En la Escuela del Cantón Estanzuelas, Jurisdicción


de Suchitoto, con los alumnos del grupo de alfabe-
tización de adultos se amplió la calle de acceso para
poder transitar en carreta o pick up.

El señor Supervisor Escolar don Manuel Atilio Es-


cobar organizó un conjunto musical integrado así:
señor Escobar, Concertina; José Vicente Cubías, Juan
Roberto Juárez y Oscar René Martínez, guitarras; Fer-
mina Donatila Pocasangre, Leticia Isabel Domínguez
y Rosa Edith Trejo, vocalistas, maracas y güiro; así
amenizábamos los actos intercomunales.

Trabajamos con núcleos pluriclase en las escuelas


rurales de Suchitoto, lo cual consistía en atender dos
grados en una sola aula: así como los llamados Gru-
pos Pedagógicos de Emergencia en la Escuela Las
Américas de Jayaque. Todo esto obedecía a la caren-
cia de locales pedagógicos apropiados.

En la Escuela de Niñas Matilde Castro de San José


Guayabal el ambiente y las instalaciones eran favo-
rables para el desarrollo de los planes y programas.

122
En el Grupo Escolar Japón de Mejicanos, el edi-
ficio reunía todas las condiciones adecuadas para
la enseñanza, aunque la demanda de alumnos era
mayor provocada por el terremoto de 1965, ya que
se alojaron cuatro escuelas con sus respectivos tur-
nos; sin embargo eso no impidió el desempeño de
nuestras labores.

En la Escuela Reino de Holanda de Ciudad Del-


gado, el problema era la carencia de local, pero
se logró la construcción de un edificio de acuerdo
al diseño de los Cuerpos de Paz, todo gracias a la
gestión realizada por la señora Directora Rosa Mé-
lida Menjívar de Pacheco y al Personal Docente del
que yo formaba parte.

Desde 1978 a la fecha me desempeño en el Co-


legio Albert Einstein en Soyapango, con el cargo
de Directora General, hemos trabajado entregando
a la sociedad, ex–alumnos que se destacan como:
contadores, secretarias, maestros, médicos, aboga-
dos, ingenieros, sacerdotes, pastores evangélicos,
comunicadores sociales, entre los que se destacan:
William Meléndez y Edwin Góngora, periodistas
galardonados varias veces y actualmente conducto-
res y presentadores del Canal Doce de Televisión.
Es indudable que para la Educación siempre hay un
nuevo reto y si el maestro está preparado podrá bus-
car la solución favorable.

123
Una Escuela Normal Rural…
¡Unica! ¡Incomparable!
Por Antonio Ramírez Azcúnaga
Promoción 1958
San Salvador, 2 de mayo de 2007.

En el mes de febrero del año mil novecientos cin-


cuenta y cinco (hace 52 años), previo al examen de
admisión pertinente, me presenté juntamente con mi
madre, (no sin antes caminar a pie unos 4 kilóme-
tros, desde la población de Sonzacate) a este centro
de estudios formador de maestros, al cual llegaba
alegre, pero a la vez triste y temeroso, no por la pre-
sentación del edificio, porque en ese entonces era
imponente; no por estar en la zona rural, porque el
ambiente era exquisito, con abundante vegetación
y nacimientos de agua; pero la tristeza inicial por la
separación del grupo familiar en mi plena pubertad
era grande, aunque en un par de meses esa tristeza
tiende a diluirse por el buen trato que se recibía del
personal docente, el compañerismo y hermanamien-
to que poco a poco se volvió más granítico.

Fue un internado mixto fuera de lo común, donde


imperaba el respeto, las buenas costumbres, el com-
pañerismo, la amistad sincera y el cariño.

124
Mi experiencia personal fue fenomenal, inimagi-
nable, pues el día de la llegada ya se nos tenía los
sitios donde nos ubicarían dentro del dormitorio, sec-
tores ya previstos que permitiera compartir con otros
compañeros de cursos más avanzados. Ese nuestro
dormitorio con paredes de tablas, piso encementado,
construido por compañeros de años anteriores, estaba
ubicado a la orilla de la calle que conduce al Cantón
Talcomunca, aunque muy pocos campesinos transi-
taban por allí, por existir poca población en el case-
río. Se dormía con puertas abiertas o semiabiertas que
permitían mayor ventilación natural, y tuve la dicha
de quedar ubicado a la par de la puerta oriente, por
tanto en una inesperada noche y previo a un ruido
nunca escuchado, al despertar y abrir los ojos tuve
la oportunidad de observar al nororiente y como a
unos 10 kilómetros de distancia, que el Volcán de
Izalco estaba totalmente rojo y eran precisamente de
piedras incandescentes que se elevaban hacia el cielo
y posteriormente revestían la faldas de un color rojo
encendido… ¡Volcán en erupción! ¡Belleza natural!
De allí en adelante esa manifestación de la naturaleza
nos deleitaba a cada instante, nos enseñaba a recono-
cer que dicha institución estaba en un sector privile-
giado, inigualable, rodeado de belleza con aire puro,
aroma natural del campo, árboles frutales a su alrede-
dor, cafetales en flor, con noches oscuras donde para
alumbrarnos se turnaban la luna, el volcán y las lu-
ciérnagas, se tenían amaneceres con neblina y lluvias
de ceniza que alcanzaban un espesor considerable.
Una institución donde imperaba el bullicio estudiantil,

125
la alegría juvenil, el susurro de los ríos en su alrededor
y el cántico de los revoltosos pájaros.

Por todo ello, la Escuela era incomparable, única


en su especie, verdaderamente formadora de maes-
tros rurales, donde se aprendía para enseñar; donde
además de teoría se hizo la práctica en cuestiones
agrícolas (siembra y cosecha de maíz, frijoles, arroz,
hortalizas), atención de sembradíos de café, apiarios;
además de ello se realizaban actividades de educación
para el hogar (elaborar muestrario de costuras, elabo-
ración de todo tipo de conservas y otras cuestiones
del arte culinario, los cuales serían como un refuerzo
especial para enseñar a la población rural).

Quizá fue un error de política educativa el haber


hecho desaparecer las escuelas forjadoras de maes-
tros, pues Ciudad Normal se convirtió en cuartel, y
nuestra Normal Rural se destruyó para construir un
Centro Penal. ¡Qué contradicción a lo que en aque-
lla época se nos enseñó: “Que por cada escuela que
se abre, es una cárcel que se cierra”.!

126
Se incorporan, asimismo, opiniones y co-
mentarios de algunos docentes para comple-
tar este segmento,
que para los fines que se persiguen,
resultan particularmente ilustrativos.
Testimonios de Docentes.
Y… los alumnos maestros regresaron a la Normal Rural …
Tomado de un Periódico Matutino.

Por Gonzalo Ventura


1955

Fue la noche del 20 de octubre (de 1955) en la


Escuela Normal Rural de Izalco, una noche excepcio-
nalmente inolvidable. Todo era movimiento, alegría
y emoción. Esa noche a un caserón viejo y olvidado,
tirado en las faldas del volcán de Izalco, regresaban
de sus prácticas pedagógicas en las comunidades,
cuarenta y seis alumnos maestros de ambos sexos.
Venían con el corazón hecho una fiesta y una satisfac-
ción en el alma; venían del campo de impartir pan al
espíritu, de formar buenos hábitos, de deshojar la rosa
encarnada de su corazón en el sentimiento puro del
campesino ávido de aprender.

127
Y no venían solos, los acompañaban peregrinacio-
nes, de paz y de agradecimiento, formadas por hom-
bres, mujeres y niños, madres con hijos en sus brazos
y ancianos apoyados en bordones, venían a entregar a
sus maestros que por mes y medio habían derramado
luz y miel en sus espíritus enfermos de ignorancia y
amargura, venían entre vivas y aplausos, antorchas y
banderas, sonrisas y lágrimas a entregarlos a la Escuela
Normal, a su Madre Escuela como ellos la llaman.

Y no venían de cerca, venían de kilómetros y le-


guas atrás, a pie, a caballo, en carretas. Eran mara-
villosas caravanas entusiastas, enjambres de espíritus
que con sus vivas y cantos, jalonaban el camino de
amor que une el cantón a la Escuela. Decididamente
aquella noche era de sublime locura, llena como esta-
ba de gente del campo parecía todo sencillo, pero de
una sencillez celestial en que el ambiente pletórico de
música y colores, de cánticos y poesías al conjugarse
en el espacio, hacían flotar un arco iris de esperanza.

La Escuela Normal de Izalco completaba esa


noche, una vez más, su santa y modesta misión: con-
quistar el corazón de las comunidades, y lo había
conseguido, la poesía, los cantos y la palabra modesta
dedicada al Maestro y a la Escuela en la forma en que
sólo ellos, los campesinos saben hacerlo, era testimo-
nio elocuente, de la callada, valiosa y titánica obra
forjada por verdaderos Maestros en un caserón viejo y
olvidado en las faldas de un volcán.

128
Cuando todo parecía terminar, el Izalco, fiel ami-
go de la Escuela, con una eclosión de luces y colo-
res, auguraba para todos un porvenir de esperanzas.

Mensaje de don Enrique Benítez Sosa.


1997

Queridos Normalistas Rurales:

No me ha extrañado ni sorprendido que ustedes


hayan escuchado y aceptado formar su Asociación
de Ex-Alumnos de la Madre Escuela Normal Rural de
Izalco. Son los frutos de tantas horas vividas con pleni-
tud de comprensión y cariño de alumnos y profesores.

Tuvimos la suerte de encontrar corazones puros y


feraces, tierra fértil de adolescentes, de vida sencilla,
humilde y buena, llena de pensamientos y sentimien-
tos dulces y suaves. La mies que lanzamos germinó
en bellos frutos, que ahora nos están mostrando su
esplendor, sincero y amable. No fue en vano la preo-
cupación, la diligencia y el desvelo. Todos y cada uno
se han realizado.

Pero también, estoy seguro. Han sido sembradores


produciendo una cultura de engrandecimiento para el
país, como labriegos legítimos de nuestra Patria. An-
helo que los sueños de ahora, se transformen en una

129
empresa de ayuda mutua y solidaria para enfrentar las
dificultades de la vida presente.

Deseo que obtengan las bendiciones del Señor y


que les siga deparando un destino de esperanzas y
logros de bienestar y dicha.

Su amigo y compañero de siempre.

La Madre Escuela
Por Luís Angel Rodríguez
Junio de 1997

Con este hermoso mote bautizó Daniel Raúl Vi-


llamariona, en una de sus arengas como Director de
la Escuela Normal Rural de Izalco, de aquella muy
querida e inolvidable institución que, para bien de la
educación salvadoreña, naciera en el Cantón Talco-
munca de la jurisdicción de Izalco; en los primeros
días de marzo de 1950.

Para mi humilde condición de fundador de aquella


noble institución formadora de maestros rurales, pero
auténticos educadores del campo, resulta harto difícil
traer a la memoria todas las valiosas experiencias que
vivimos, tanto alumnos como maestros, en nuestro
diario bregar como docentes responsables de formar
la nueva clase de profesores rurales que, en aquella
época, estaba demandando el agro salvadoreño.

130
Vívidamente recuerdo que fue una calurosa tarde
de marzo de 1950 que partimos de la ciudad de San
Salvador hacia Talcomunca, Izalco, con aproximada-
mente 50 muchachos egresados de sexto grado y 30
profesores Clase “B” egresados de las secciones nor-
males, para inaugurar lo que más tarde se convertiría
en la Escuela Normal Rural de Izalco; los muchachos
egresados del sexto grado iban para cursar cuatro años
y los de las secciones normales que cursarían sólo dos
de estudio. Los maestros responsables de este grupo
de alumnos estaba compuesto por Eustasio Antonio
Nolasco, en calidad de Director y con un equipo do-
cente compuesto por: Daniel Raúl Villamariona, Fran-
cisco López Barrientos, José Mario Molina, María Cruz
Palma y Luís Ángel Rodríguez; es decir que con este
grupo de seis maestros arrancó la primera institución
formadora de maestros rurales y que, para mala for-
tuna de la educación nacional, desapareciera en el
año de 1968 con la fundación de la Ciudad Normal
de San Andrés en el Departamento de La Libertad.

La filosofía que orientó el programa de la Normal


Rural fue la pragmática y su acción pedagógica, se
sustentó en los principios de la escuela activa, esto
originó una dinámica pedagógica en donde la teoría,
que por lo general se impartía por la mañana, fuera
reafirmada y comprobada en horas de la tarde en que,
la totalidad de maestros y alumnos, se organizaban en
grupos de trabajo productivo en actividades artísticas,
de construcción y agropecuarias; toda la muchacha-
da, señoritas y caballeros, en plena labor, daba la
sensación de una colmena en producción; en otras

131
palabras, mediante el estudio y el trabajo intensivo
tratábamos de formar un maestro con capacidad de
conocer a fondo los problemas de las comunidades
rurales y de emplear, en forma productiva, los recur-
sos disponibles para impulsar el mejoramiento de la
escuela y la comunidad hacia el cambio continuo de
su propia realidad.

Después de observar la conducta y las realizacio-


nes que llevaron a la práctica aquella pléyade de ma-
estros egresados de la Escuela Normal Rural, pienso
que valió la pena la inversión que hizo el Estado
y el esfuerzo empeñado por el equipo docente que
laboró en aquella institución, ya que los grupos se
hicieron evidentes en la superación de la educación
rural salvadoreña.

Asimismo, que el talento y la capacidad de trabajo


de los nuevos maestros fueron notorios en las posicio-
nes que alcanzaron en las jerarquías docentes; como
en el éxito que tuvieron muchos de ellos en las diver-
sas carreras profesionales, que más tarde estudiaron
en las universidades del país.

Cuando observamos retrospectivamente los mara-


villosos días que convivimos en aquella “Madre Es-
cuela”, y ante la no menos hermosa realidad de los
frutos que se cosecharon con los docentes allá forma-
dos, con justa razón nos sentimos satisfechos, y orgu-
llosos de haber tenido el privilegio de contarnos entre
los fundadores de la Normal Rural.

132
Maestros que prestaron sus servicios en
la Escuela Normal Rural de Izalco,
en ocasión de la celebración del 50 Aniversario de la Escuela.

Permítanme aprovechar la cortedad de estas


líneas para saludar y felicitar a todos los egresados de
aquella Escuela Normal Rural quienes, con su valioso
aporte a la educación nacional, hicieron posible la su-
peración de muchas comunidades rurales del país y,
al propio tiempo, la elevación de los estándares cul-
turales de la población campesina.

Que la patria os premie por vuestro inapreciable


concurso a la sociedad salvadoreña.

133
Una escuela llamada “Normal Rural de
Izalco”.
Por Nora Armida Mira de Pérez
Noviembre de 2005

Llegué como profesora de Prácticas e Inspectora


interna en enero de mil novecientos cincuenta y uno,
era el inicio de mi tercer año de trabajo docente, reco-
mendada por una buena amiga y contra la opinión de
mi madre que no estaba de acuerdo en que una joven
se confinara en el campo, y a sabiendas que habrían
muchos cambios como: dejar la ciudad por el campo;
las zapatillas , medias, y vestidos por los Blue Jeans,
las blusas y las cachuchas, alejada de la familia y los
amigos; pero con mucho optimismo tomé la mejor de-
cisión de mi vida, acepté irme a Talcomunca, donde
por tres años disfruté de una experiencia fabulosa que
me ayudó a cambiar y crecer emocionalmente.

Fue el primer ensayo de coeducación con inter-


nado, donde las actividades no tenían distinción de
pertenencia para determinado sexo, lo mismo las se-
ñoritas manejaban herramientas de labranza como los
jóvenes cocían un botón, cocinaban y planchaban.

Se hacía una práctica de enseñar haciendo, la-


borando los maestros a la par de los alumnos, ce-

134
lebrando el “Día del Trabajo”, ¡trabajando!, con una
relación de hermandad con respeto y aprecio donde
a diario se recitaba el “Credo del Optimista” y se ac-
tuaba a base de comprensión y cariño.

A pesar de mi poca experiencia y de acuerdo con


el profesor de didácticas y con muy buenos resultados,
desarrollé la enseñanza de la lecto-escritura como un
diferente método en cada año para que los alumnos
– maestros pudieran hacer una comparación de los
mismos y adaptar el mejor a su juicio y conveniencia.

Esta escuela formadora de maestros “Especiales”


que durante la práctica en las diferentes escuelas ru-
rales aledañas fueron muy efectivos en el desempeño
rotativo de los diferentes roles como educadores y
auxiliares proveedores de alimentación y alojamiento
para el grupo. No hubo un seguimiento del desem-
peño de los egresados, pero se conocieron después
los progresos alcanzados en el desempeño laboral
llegando algunos a obtener altos cargos en la direc-
ción del Ministerio de Educación, otros con deseos
de superación fueron merecedores de títulos con es-
tudios superiores.

Felicito a los afortunados alumnos egresados de


este ensayo de coeducación que nos permitió esta
magnífica convivencia que tan buenas experiencias
dejó en cada uno y nos preparó para una vida mejor.

135
Momentos Felices. Mis Recuerdos.
Por María Dolores Andino.
San Salvador, Diciembre de 2005.

La fecha no la tengo presente. Pero a través de


Don Rafael Segovia, recibí la invitación para trabajar
como maestra en la Escuela Normal Rural de Izalco.
Era el año de 1950.

Acepté. Y un día de tantos, me esperaba un pick


up rojo, conducido por don Raúl. Me encontró en el
desvío del Cantón Talcomunca cerca de Izalco; don
Raúl, un buen conversador me llevó por un camino
rústico y a mi me impactó todo lo que veía. Comen-
zamos a subir, mis ojos gozaban al descubrir con
mi mirada las bellezas de la naturaleza; teniendo
como fondo el volcán de Izalco. Después de media
hora de recorrido, don Raúl me dijo: “Ya llegamos”.
Estábamos frente a una casa vetusta, semidestruida.

Me acomodé en el dormitorio de las muchachas,


pues era parte de mi trabajo acompañarlas en sus ha-
bitaciones. Al amanecer del siguiente día pregunté ¿A
dónde me baño? Y la respuesta fue: Vamos todas al
río. Al regresar, la rutina seguía con el desayuno, lue-
go a dar clases; por cierto, yo impartía Economía del
Hogar, Matemáticas, Ciencias.

136
Han dejado huella en mí, como momentos feli-
ces, la acogida que recibí de don Daniel Villama-
riona, Luís Ángel Rodríguez y otros. Cada persona
que encontré allí me marcó profundamente, todos
me ayudaron a crecer como persona. Me sentía en
mi casa: el ambiente con mucho calor familiar. Nada
es más agradable para mí que regresar a los años 50,
51 y 52, de esta experiencia inolvidable.

El ambiente era sencillo, existían limitaciones físi-


cas; pero daba la impresión de libertad, era la úni-
ca casa en la zona. El edificio había sido destruido,
todo había que hacerlo. Todo también se compensaba
con la riqueza espiritual y emocional que se perci-
bía. Los maestros impulsores del Proyecto: don Daniel
Villamariona, con su suavidad y eterna sonrisa, gran
carisma de líder, este señor poseedor de suficiente
“inteligencia emocional” estableció “redes” que aún
están fuertes y vivas. Luís Ángel Rodríguez: gran se-
ñorón elegante, con gran capacidad de trabajo. Ma-
rio Godínez: simpático y cordial, que convenció a
su mamá y hermanas para atendernos a alumnos y
maestros. Los jóvenes Mario Molina y Adolfo Pérez
Guerra, agrónomos graduados del Zamorano. ¡Qué
lujo de profesores! Los recuerdo con sus botas y herra-
mientas agrícolas. Enseñaban teoría. Y lo mejor: nos
enseñaron a amar la tierra. Todo este equipo de alum-
nos y maestros formábamos una verdadera comunidad
alegre y limpia.

Las gradas del frente del edificio eran el lugar


de la cita después de la cena. Aparecían guitarras,

137
canciones, todo lo que hiciera ruido. Rápido se ar-
maba el coro; ternura, calor familiar, dulzura, se des-
prendía de esa actividad. Y ¿cuáles canciones eran
las preferidas? –“Yo te daré, te daré niña hermosa, te
daré una cosa, una cosa que empieza con C… café”.
Luego, “Un elefante se balanceaba, etc.”

Con estas canciones nos volvíamos niños. Se con-


vertían en arrullos para aquellos jóvenes limpios y
sencillos. Algunos nombres vienen a mi memoria: Tiji-
boy, Cerna, Max Anaya, Marroquín, Burgos, Margarito
Calderón, Cubías, etc. Algunos de ellos procedían de
lugares lejanos y tenían algún oficio.

Esta Escuela, me marcó profundamente: convivi-


endo, compartiendo, escuchándoles, aconsejándolos,
y ellos, los jóvenes, ¿qué me enseñaron? El profundo
respeto hacia los demás, su sencillez y humildad. El
Plan de la Escuela consistía en resumen: teoría por la
mañana y práctica por la tarde.

Actividades:

a) Instalación de cañerías de agua potable.


b) Reconstruir el edificio.
c) Cultivar la tierra.
d) Crianza de animales.

Este Plan tuvo éxito, pues al final los alumnos sa-


lieron maestros con vocación agrícola. Las prácticas
se iniciaban en la escuelita anexa, con la dirección de
la señorita Nora Mira, y luego, en las escuelas rurales

138
de la zona. Los alumnos se trasladaban a convivir con
familias de la comunidad en condiciones mínimas;
sin energía eléctrica, ni agua potable, donde desarro-
llaron su sensibilidad. Todos estos jóvenes al pasar el
tiempo, son grandes personas, algunos agrónomos,
ingenieros, abogados, etc. No me sorprende que con-
tinúen como familia solidaria, con lazos fuertes.

Muchachos, yo les envío un saludo cariñoso. ¡Han


pasado, cuántos años de esta experiencia! Me siento
orgullosa de todos ustedes y honrada por haber com-
partido: tiempos felices.

Mis Recuerdos y Gratitud


Por Salvador Fonseca Pineda
San Salvador, abril de 2007

Allá por marzo de 1953, siendo Director del Plan


Básico de la ciudad de Armenia, llegó a visitarme el
entrañable amigo y compañero Luís Ángel Rodríguez;
qué alegría recibir a Luís Ángel, con quien habíamos
iniciado nuestra vida profesional, en la ciudad de Jay-
aque en 1944, como profesores auxiliares en la Es-
cuela de Varones “Las Américas”.

Jamás me imaginé que esa reunión sería el inicio de


un cambio en mi vida personal y profesional. Luís llegó
precisamente a invitarme a que me sumara al personal
docente de la Escuela Normal Rural de Izalco. Me des-

139
cribió la Escuela, su filosofía, métodos y organización,
me explicó que era un internado y que los maestros
permanecían disponibles las veinticuatro horas durante
quince días continuos. Lo pensé mucho, pero después
de algunos días me volví a reunir con él y con Daniel
Villamariona, a quien no conocía, y le manifesté que
me gustaría colaborar en la formación de maestros,
que también era una nueva experiencia para mí.

Así, el 21 de abril del mismo año, salí nombra-


do como Catedrático con funciones de Inspector en
la Escuela Normal Rural de Izalco, y comencé una
nueva vida: Aprendí a madrugar, nos levantábamos a
las 4 de la mañana para bañarnos antes que los alum-
nos, en una gran pila, proyectada y construida por los
alumnos, aprovechando una fuente que estaba muy
cercana al dormitorio de los varones. Después, los
alumnos tomaban el baño y a las 6 de la mañana la
campana avisaba que comenzaba una hora de estu-
dio. Después del desayuno comenzaban las clases y
yo enseñaba Aritmética, Algebra y Geometría. Por tur-
nos entre los maestros controlábamos la distribución
de los alimentos.

Después del almuerzo venía la siesta, todos a


dormir, qué hora más agradable a pesar del calor.
Luego, al trabajo de campo, cada maestro tenía su
grupo. El mío era el de mantenimiento, Álvaro Eve-
gario era mi gran auxiliar, trabajábamos duro con
una vieja planta eléctrica, la que arrancábamos con
una cigüeña que manejaba uno de los muchachos,
mientras otro, con una antorcha acercaba el fuego

140
al carburante para iniciar la ignición. Era peligroso
pero no había otro camino. Con frecuencia se nos
arruinaba la planta y había que desarmarla para
limpiarla y ajustarla, cosa que nos llevaba un par de
días o más, entonces no había luz eléctrica y en la
noche muchas guitarras alegraban el ambiente.

Con Rogelio Sánchez, teníamos una actividad muy


especial que periódicamente realizábamos con mucho
esmero y cuidado, la elaboración de los test para los
exámenes trimestrales y finales, todos los maestros nos
daban los originales escritos a mano para que nosotros
elaboráramos los esténciles a máquina, cosa que,
como no éramos buenos mecanógrafos, nos costaba
bastante, nos tomaba mucho tiempo y utilizábamos
mucho líquido corrector. Luego, los pasábamos al
mimeógrafo y sacábamos las copias que guardábamos
con mucho sigilo, en un lugar secreto. Los exámenes
eran acontecimientos muy importantes, se realizaban
en los corredores y todos los maestros participábamos
cuidando que no hubiera formas de copiar, para lo
cual algunos alumnos eran muy listos.

Recuerdo como eran de estrictos, el Profesor de


Agronomía Pérez Guerra y la Señorita Leonor Mon-
toya y muy condescendiente y paterno el Profesor En-
rique Benítez Sosa.

Después de las actividades vespertinas y la cena,


los alumnos pasaban a hacer sus tareas y repasos de
los estudios diarios y algunos a iniciar el descanso
con una pequeña dormida en el pupitre.

141
Algunos maestros, entre ellos Rogelio Sánchez,
Quique Benítez, Víctor Manuel Santos, después
de acostar a los alumnos, nos reuníamos en algún
lugar, ya sea en la Cancha de Basketball o en la
glorieta diseñada y construida por los estudiantes,
o para disfrutar de un momento de esparcimien-
to, ya que durante el día no podíamos reunirnos
para platicar, pues cada uno en alguna actividad
estábamos ocupados. Estos momentos, a veces eran
tan gratos que nos tomábamos un buen tiempo y
nos acostábamos muy noche.

Todas estas actividades y otras más, algunas de


diaria rutina como la Oración a la Bandera, la prédica
de valores que hacía Daniel y la práctica de exponer
algún tema por parte de los alumnos, las actividades
del campo por las tardes, me enseñaron lo que es una
verdadera escuela, en donde el aula es una parte del
proceso de enseñanza-aprendizaje, que se comple-
mentaba ricamente, participando con el alumno en
el hacer cotidiano, para la formación de habilidades y
destrezas, y así lograr una formación integral que pre-
pare para la vida al educando.

Gracias doy a Dios por haberme enviado a esta Es-


cuela, donde enseñé algo, pero aprendí mucho de sus
maestros y alumnos.

142
Testimonios de Padres de Familia.
Formar una gran familia: estudiantes, padres de
familia y maestros fue el objetivo primordial que pre-
tendió alcanzar nuestra Madre Escuela. Con humil-
dad podemos expresar que ese objetivo fue logrado.
Madre Escuela la llaman los entonces estudiantes;
Madre Escuela la llamaban también algunos padres
de familia; y, Madre Escuela la llamamos, aún ahora,
quienes fuéramos en esa época los mentores. Sin más
comentarios, trasladamos algunos testimonios que son
muy elocuentes.

Jorge Ramírez Chulo


“Jocoaitique, 18 de agosto de 1956.- Profesor Don
Daniel Raúl Villamariona, Director Escuela Normal
Rural de Izalco, -Distinguido Profesor: La curva men-
tal de progresión de Adalberto (Quinteros Chulo), el
hijo material mío, y el hijo espiritual de usted me dice
y nos dice que se ha hecho algo por la juventud idea-
lista en la conquista espiritual de nuevos propósitos
docentes. La yesca espiritual que usted supo encender
en ese joven es a todas luces lo que todos soñamos
para la palingenesia total de nuestro medio, por cuan-
to en la forma y en el hecho, la Normal Rural, nos

143
está dando la experiencia tonificante de una realidad
normativa y encausadora, que nunca la vimos en otras
latitudes colegiales.

En mi subcircuito hay muchos hijos de usted tra-


bajando. Y con ellos hemos podido advertir nuevos
milagros de la voluntad poniendo de paro lo que us-
ted está haciendo. Si, haciendo sin dandismo y sin
película. Sin almanaque y sin catecismo. Ya es tiempo
que la Pedagogía abarque la emoción para que la ju-
ventud dilate sus reservas en oxígenos de más alturas,
con nuevas habilidades ponderables al deseo integral
de la inteligencia.- No se imagina usted como estoy
de contento y ya me imagino como se ha de sentir
usted de contento cuando sus alumnos abren nuevas
sorpresas de alegrías. Por ésta, y por todo lo que usted
ha hecho por Adalberto, y por lo que hará por Carlitos
(Cortés Ramírez), mis agradecimientos.

Elena Díaz.
“Ahuachapán, 27 de julio de 1956.- Sr. Don Raúl
Villamariona. Sonsonate.- Estimado Señor: Mi mayor
respeto para con usted y su querida escuela.- Señor:
Remítole estos Diez Colones como un donativo para
la madre Escuela a nombre de mi hijo Carlos.- Espero
no me sean rehusados.- Su servidora.

144
XV. Portal de las Musas
Este espacio capta las inquietudes literarias y artísti-
cas de algunos de los ex–estudiantes de la Escuela,
quienes de diferentes maneras expresan el amor y el
reconocimiento al Centro de Estudios que les formó y
que les dio la llave mágica para alcanzar un
futuro promisorio en
los diferentes esce-
narios de su vida,
en el campo famil-
iar, profesional o
académico.

Himno del Normalista Rural


(Letra y música de Burgos,
Calderón y Moreno)

Normalistas rurales cantemos


en loor del amor fraternal
que resuenen doquiera que estemos
las virtudes de nuestra Normal.

Vive Izalco a nosotros unidos


junto al alma de aquel caserón;
guarda el río en cristales tendido
ese huerto de nuestra oración.

145
Hoy estamos unidos hermanos
por un nexo fecundo de amor;
enlacemos felices las manos
dando gracias a nuestro creador.

El poema que a continua-


ción se presenta, ocupó el 2º.
Lugar en el Certamen Litera-
rio promovido por la Escuela
Normal en mayo de 1952, con
motivo de ser coronada Reina
de la Escuela, Eva Graciela
Hernández. Esta es parte de las
actividades sociales y culturales
que se desarrollaban en aquella
Escuela.

Honor a tu belleza
Por Adolfo Antonio Moreno
Promoción 1953

Cubierta de sonrisas opalinas


la tarde quieta con fulgor te llama,
mientras tanto las aguas cristalinas
te decoran celeste filigrana.

146
Filigrana de luz que se adormece
en el quieto frescor de tus destellos,
son zafiros sutiles que embellecen
la tierna emanación de tus cabellos.

Tus cabellos que duermen soñadores


bajo el quieto brillar de tu corona
tus cabellos que lucen lindas flores
son la luz que en Apolo se sazona.

Se sazona esa luz tibia y divina


en el prisma celeste de tus ojos,
cuando oprime la tarde diamantina
con grata inspiración sus labios rojos.

Llega ahora mi canto en raudo vuelo


a olvidar en tu regazo sus tristezas,
mientras surca impoluto por los cielos
tu nombre que es crisol de la belleza.

Viva siempre ese nombre en la poesía,


y que vivan tus damas en tu nombre,
para que puedan ofrendar pleitesía
la sempiterna inspiración del hombre.

147
Escuelita
Por Oscar René Martínez
Promoción 1955

Yo vine de un rinconcito
a esta escuela querida.
Lugar donde no hay pesares,
sitio de paz y de amor.

148
Desde el día en que llegamos
la escuela extendió su manto.
Corrieron sus lindos ríos
al retumbo del Izalco.

Escuelita, escuelita, escuelita,


tierra linda donde no hay pesares.
Tus alumnos son bien decididos
porque entregan todo el corazón.

El día que nos vayamos


de esta escuela querida,
irá el corazón herido
por tan sensible partida.

Mas nunca la olvidaremos,


los ratos que aquí pasamos,
las dichas que disfrutamos
florecerán en canciones.

Escuelita…

149
Quincuagesimo Segundo Aniversario
(1950 – 2002)

Escuela Normal Rural de Izalco Acróstico


Por Luís Felipe Pineda Guzmán
Promoción 1958
San Salvador, 9 de marzo de 2002

El Salvador dejó escrito en la historia un razonamiento sano


Seleccionando un lugar maravilloso
Creando con este criterio, hace cincuenta y dos años
Una Escuela de maestros para futuras generaciones
Éramos adolescentes, algunos quizá en la pubertad
La Normal, abre sus puertas y nos deja una secuela
A cada alumno le brinda una bella oportunidad

Nadie protesta, éramos hijos de la Madre Escuela


Orábamos a cada instante, pidiéndole al Creador
Religiosamente decíamos también el Credo del Optimista
Maestros y alumnos dejamos en el campo ese sudor
Aroma de juventud, que ya se perdió de nuestra vista
Los años han pasado como un sueño fugaz de primavera

150
Recuerdos quedan, cual si fuera un cuento de Hadas
Ubicando las musas como para una quinceañera
Rebosante de alegría, escribe el poeta estas pinceladas
Ahora, ya casi en el pináculo de la vida
Los versos escritos aquí, son para recordar

Imágenes de todo ese legado recibido


Zona ¿dos? Y todos esos lugares bonitos para amar
Aquellos hermosos años, de armonía y buena venturanza
Los recordamos siempre igual que un centinela
Como una luz verde de química y bonanza
O, como un maestro que ama su alma gemela.

151
Por José Raúl Calderón Iraheta
Promoción 1953
Marzo de 1984
Sonsonate

Lugar de cocoteros socorridos


de los bohemios ríos trasnochando.
Menjívar y sus versos resumidos
van en potro de luna cabalgando.

Sonsonate la estirpe del venado.


del “nahuat” cada vez más extinguido,
tu Izalco es un gigante avejentado,
tu Acajutla es barco humedecido.

Tus aguas medicinas sin farmacia


están en las riberas de Nahulingo;
aquí te deja la mujer su gracia
cuando sube el placer de su domingo.

152
Almas en el Alma
Por Felipe Jesús Burgos
Promoción 1954
Junio 2006

In Memoriam
¡Cerro misterioso!
¡Aulas. Campiña. Estrellas!
-Recorred Izalco-
Y de su cobijo… maestros mostradnos.

De pronto… al ojo intrigante


Un leve reflejo
Y sombras esquivas.
¡Espectros! ¡Un eco!
¿Quizá sean ellos?

Y el abismo celestial prorrumpe:


-Ahí… en los poros de vuestra alma, depositados
tengo
A vuestros compañeros.

Y murmura también la Madre Tierra


-De mis entrañas.... en polvo cósmico
He devuelto
a vuestros compañeros.
¡Oh Cielo! ¡Oh Tierra!

¡Oh! vaga consolación.

153
Dónde estabas tú, cuando…
Por Oscar Armando Portillo Luna
Promoción 1967
Antiguo Cuscatlán, marzo de 2007

Dónde estabas tú, cuando


un comando de sabios visionarios
se tomó por asalto una vieja prisión,
para formar un ejército juvenil
de sembradores del saber.

Dónde estabas tú, cuando


una cipota de Concepción Batres
inundó con sus lágrimas
un Cantón llamado Talcomunca,
en el mapa de El Salvador, la víspera del viaje
a un lugar mágico donde fabricaban maestros.

Dónde estabas tú, cuando


una cuadrilla de maestros adolescentes
construyó la calle del Cantón San José Palo Grande,
y le cambiaron la vida a sus pobladores
a golpes de piocha y azadón.

Dónde estabas tú, cuando unos


adolescentes cantaban “Mi Cafetal”
y otros ensayaban a ser poetas,
hilvanando versos en hojas de cuadernos.

154
Dónde estabas tú, cuando
la Billo‘s Caracas Boys
amenizaba los bailes sabatinos
de la Escuela Normal,
arropando romances juveniles.

Dónde estabas tú, cuando


el Río Cenizas y el Chorrera Blanca
se quedaron preguntando por los jóvenes,
cuando en 1968 le cerraron la casona
a la “Madre Escuela”.

Dónde estabas tú, cuando


el viejo Conacaste,
cual gigante herido,
se desplomó a los pies de los depredadores,
dejando sin casa a los pájaros cantores.

Dónde estabas tú, cuando


el Coloso de Izalco,
cual silencioso centinela,
lloró de tristeza cuando vio
secarse el manantial,
que a borbotones,
llenaba la “Pilona”.

Dónde estarás tú, cuando


la “Madre Escuela” te convoque,
con sus brazos abiertos,
para celebrar amorosa tus triunfos
y enjugar tu llanto en los dolores.

155
Dónde estarás tú, cuando
las voces de filial cariño
se vayan apagando poco a poco,
y tú te quedes acariciando
recuerdos lejanos y fotos amarillas,
empolvadas por la Calle de Talcomunca.

Volcán de Izalco

El Conacaste,
silencioso confidente.

A Talcomunca:
Camino de maestros.

156
XVI. Conclusiones
• La filosofía educativa de la Escuela Normal Rural de
Izalco descansaba en la tríada cariño, tolerancia y
comprensión; un régimen disciplinario flexible, pero
firme en la conducción de estudiantes que pasaban
por la difícil etapa de la adolescencia.

• Esta Escuela Normal constituyó un hito importante


en la historia de la formación de maestros en El
Salvador, pues los alumnos de sus primeras pro-
mociones, fueron constructores de las instalacio-
nes físicas de la Escuela, al tiempo que construían
su personalidad y su formación como docentes.

• En esta Escuela se formaron maestros con un perfil


especial para desempeñarse en la zona rural de
nuestro país, incluyendo en sus programas educati-
vos asignaturas no tradicionales, que complemen-
taban a las contempladas en los planes de estudio
de las demás escuelas normales.

• El proceso de selección, que aunque representa


costos adicionales en el proceso educativo, es
de suma importancia en una carrera destinada a
la formación educativa de las nuevas generacio-
nes, que para bien o para mal, serán reflejo de
sus maestros.

• La carrera de maestro demanda, al igual que la


carrera de medicina, una práctica previa; las

157
prácticas docentes in situ realizadas por los aspi-
rantes a maestros, durante un período de 45 días,
consolidaban la formación teórica y práctica de
nuestros maestros graduados.

• La información testimonial de nuestros graduados


demuestra que la teoría y la práctica recibida en la
Escuela fue determinante para que ellos se consti-
tuyeran en agentes de cambio en las comunidades
en las que les correspondió desenvolverse, asumi-
endo un rol de liderazgo que contribuyó a mejorar
las condiciones de vida en dichas comunidades.

• La vida estudiantil a través de diferentes activi-


dades educativas, culturales, sociales deportivas
y demás, que marcaron la personalidad de los gra-
duados, hizo de éstos, mujeres y hombres soli-
darios, con un espíritu de grupo a toda prueba, lo
que se advierte en la formación de una Asociación
de Maestros de la Escuela Normal Rural de Izalco,
que hasta la fecha, pasadas cinco décadas man-
tiene incólumes los lazos fraternales entre ellos, los
cuales se han extendido a sus grupos familiares.

• La convicción de alcanzar objetivos firmes y


promisorios, se fortalecía día a día con el Credo
del Optimista, del conocido autor Christian D.
Larson; una actividad de avanzada para la época,
a semejanza de las grandes industrias japonesas
y de otros países del mundo desarrollado, con su
Misión, Visión, Valores y Principios empresariales.
Esos pensamientos estimulantes en las mentes

158
maleables de la juventud los dejaron marcados en
forma positiva para toda la vida.

• La visión pragmática en la formación de docentes


de la Escuela, de aprender haciendo, podría afir-
marse que generó los frutos que el país esperaba a
través de su inversión en ese proyecto educativo.

• La formación de estos sembradores del saber ha


tenido su efecto multiplicador en diferentes as-
pectos, ya que muchos de ellos crearon nuevas
escuelas a través de su gestión personal como
líderes comunitarios.

• Igualmente, es digno de mencionar que muchos


de los hijos de aquella Madre Escuela se con-
virtieron en profesionales competentes en dife-
rentes áreas de la educación universitaria, y
pudieron escalar posiciones importantes en dife-
rentes ámbitos, tanto en el sector privado como
en el sector público. Algunos de ellos se con-
virtieron en renombrados mentores de universi-
dades prestigiosas de nuestro país.

• No podemos concluir este trabajo, sin manifes-


tar un reconocimiento imperecedero a las auto-
ridades educativas de la época, que tuvieron la
visión acertada de crear una institución especial
para formar maestros destinados a uno de los sec-
tores que mayores necesidades y carencias afron-
ta, como es el sector rural de nuestro país.

159
Reflexiones finales al oído de los educadores
• La educación, para que cumpla su verdadero
propósito, debe servir para enseñar a vivir en una
forma sana, útil y provechosa.

• La necesidad, en cualquiera de sus formas, sólo puede


ser combatida cuando en el alma del hombre se im-
planta el espíritu de lucha, el afán de superación y la
autoestima de cada ser.

• La enseñanza debe ser impartida en un plano más


humano que teórico, dando sentido de utilidad in-
mediata a los conocimientos que se imparten.

• El cultivo de los valores humanos, cívicos y morales


puede lograr resultados efectivos si se realiza en for-
ma práctica, concediendo prioridad al ejemplo sobre
las prédicas verbales.

• Se aprende mejor de aquel a quien queremos,


porque la educación la transmite mejor quien ama
a quienes educa y que ama lo que hace.

• La escuela y el hogar, cuando armonizan sus


propósitos y la forma de alcanzarlos, forman mu-
jeres y hombres sanos de alma y cuerpo, que viven
en una forma sana, útil y provechosa, y contribu-
yen al bienestar individual y colectivo.

• Se fomenta la dignificación del hogar con la prácti-


ca cotidiana del respeto, la amabilidad, la cortesía
y el amor entre los miembros del grupo familiar.

160
Anexos

161
Anexo 1
Decreto Ejecutivo mediante el cual se crea la
Escuela Normal Rural de Izalco.
D.O. 16 de noviembre de 1948.
Decreto Ejecutivo No. 16 (12 de noviembre de 1948)

“El Poder Ejecutivo de la República de El Salvador,

CONSIDERANDO:

Que la mayor parte de la población salvadoreña


reside en el campo, y confronta situaciones especiales
de cultura, movilidad y aprovechamiento de los recur-
sos naturales;

CONSIDERANDO:

Que la Escuela Rural debe ser el centro de


las actividades cívicas y técnicas de las comuni-
dades campesinas para lo cual urge una reforma
de la educación enderezada a lograr el arraigo del
campesino, la formación de su conciencia como
individuo y como miembro de la nación, el mejo-
ramiento de su nivel de vida, su alfabetización y el
conocimiento pleno de los sistemas modernos para
evitar la erosión de los terrenos;

163
CONSIDERANDO:

Que esa Escuela Rural presupone una especial pre-


paración de los maestros a cuyo cargo correrá la edu-
cación de los campesinos salvadoreños, preparación
que sólo podrá lograrse en un centro pedagógico inte-
gral y específico.

POR TANTO
en uso de sus facultades constitucionales,

DECRETA:

Art. 1º. Fúndase la Escuela Normal Rural para la


formación del profesorado que dirigirá la educación
rural en El Salvador.
Art. 2º. Encomiéndase al Ministerio de Cultura la
realización administrativa del presente Decreto que
entrará en vigencia desde el día de su publicación en
el Diario Oficial.

Dado en el Palacio Presidencial: San Salvador, a


los doce días del mes de noviembre de mil novecien-
tos cuarenta y ocho.

Salvador Castaneda Castro,


Presidente de la República.

Efraín Jovel
Ministro de Cultura.”

164
Anexo 2
Directores y Personal Docente de la Escuela
Normal Rural de Izalco
Directores
1. Eustasio Antonio Nolasco
2. Daniel Raúl Villamariona
3. Víctor Manuel Peraza
4. Julio Domingo Urrutia
5. Salvador Ajuria
6. Mario Oscar Godínez
7. José Alberto Colocho

Maestros de la Escuela en
1961 con su Director
Miembros del Personal Don Salvador Ajuria

Docente
1. Margarita Abarca 10. Felícita Barrera
2. Rolando Abarca 11. Enrique Benítez Sosa
3. Julio César Amaya Vela 12. Carlos Burgos
4. María Dolores Andino 13. Manuel Guillermo Campos
5. Francisco Aparicio 14. Paúl Arístides Campos
6. Petrona Arévalo de Vindel 15. Concepción Carías
7. Fabio Baides 16. Carlos Castillo
8. Cecilio Barraza 17. Oscar Gilberto Cerna
9 Héctor Otto Barraza 18. Napoleón Cortez

165
19. Ricardo Napoleón Cruz 47. Leonor Montoya
20. María Cruz Palma 48. Héctor Morales
21. Ada Luz Domínguez 49. Concepción Horalia Morán
22. Francisco Javier Escobar Echeverría
23. María Julia Espínola de Gutiérrez 50. Oscar Armando Morán Toledo
24. Mario Enrique Estrada 51. Régulo Pastor Murcia
25. Julio Alberto Ferrufino 52. Ricardo Orellana López
26. Blanca Rosa Flores 53. Adolfo Pérez Guerra
27. Regina Flores 54. Basilio Adán Pocasangre
28. Salvador Fonseca 55. Saúl Israel Ponce
29. María Lidia Funes Morataya 56. Delia Rodríguez
30. José Fernando Galeano Ochoa 57. Luís Ángel Rodríguez
31. Guillermo Federico Guadrón 58. Rosa Amelia Rodríguez
32. Amalia Gutiérrez 59. Juana Romero
33. Maximino Gutiérrez 60. José Isolino Rosa
34. Mirtala Gutiérrez 61. Armengol Rosales
35. Marcelina Herrador 62. Jorge Salguero
36. Oscar Ibarra 63. Rogelio Sánchez
37. Julia Jovel 64. Víctor Manuel Santos
38. Beniamino López 65. Rafael Antonio Segovia
39. Francisco López Barrientos 66. Gabriela Silva Amaya
40. Graciela March 67. Enoy Tóchez
41. Julio Mata. 68. Fernando Torres Avalos
42. Elinor Mayorga 69. Filiberto Antonio Trujillo
43. María Enma Meléndez 70. Eulalio Urbina
44. Nora Armida Mira 71. Guillermo Valencia
45. Altagracia Molina 72. Milady Vásquez
46. José Mario Molina 73. Gonzalo Ventura

1967:
Maestros y alumnas

166
Anexo 3
La Foto de mi Graduacion

167
Acto de Graduación: 24 de noviembre de 1955,
celebración realizada en la Escuela.

Autoridades de Educación en Acto de Graduación de 1961,


efectuado en Sonsonate.

168
Graduada de la
Promoción 1963.

Acto de graduación celebrado en


el Teatro Nacional de San Salvador, 1964.

169
Las Promociones
En esta sección se incluyen en orden cronológico,
fotografías de las diferentes promociones de graduados,
durante la vida de la Escuela. En algunos casos, no fue po-
sible obtener la fotografía de la graduación, por lo que se
han incluido fotografías de grupos parciales o fotografías
de la celebración de algún aniversario de graduación.

1951: Los Maestros Rurales Pioneros,


recibidos por el Presidente de la República Coronel Oscar Osorio.
(24 Graduados)

1952 (17 Graduados)

170
1953

1954 (42 Graduados)

171
1955 (46 Graduados)
La Barrida Alegre

1956

172
1957 (Los Camilos y Las Camilas)

1958 (Los Canegües)

173
1959

1960

174
1961 (50 Graduados)

1962

175
1963

1964 (21 Graduados)

176
1965

1965

177
1966

1967: La última cosecha.

178
Anexo 4
Una Tipica Graduacion en la Escuela
Normal Rural de Izalco

“LA BARRIADA ALEGRE” – Fecha de Graduación:


24 de Noviembre de 1955.

GRADUACION DEL AÑO 1955

La Escuela Normal Rural de Izalco


Tiene el honor de invitar a usted y
a su apreciable familia a los solemnes
Actos de Graduación y Clausura
de labores educativas, que tendrán realización el día
24 de Noviembre (de 1955) a las 10 a. m. de acuerdo
con el Programa que acompaña.

En espera que nos distinguirá con su amable presencia


quedamos de usted afectísimos y atentos servidores.

Por el Personal Docente y Alumnado,

Daniel Raúl Villamariona


Director

179
Acto de Graduación
1. Himno Nacional, cantado por los Jóvenes Graduados.
2. Análisis de Experiencias de Práctica Docente, por
uno de los Jóvenes Graduados.
3. Interpretación Musical, a cargo del Conjunto de
Cámara bajo la dirección del Maestro Abraham
Soto Domínguez.
4. Entrega de Títulos, por los señores Ministro y Sub-
secretario de Cultura, palabras por el Señor Minis-
tro de Cultura Dr. Reynaldo Galindo Pohl.
5. Interpretación Musical, a cargo del Conjunto de
Cámara bajo la dirección del Maestro Abraham
Soto Domínguez.
6. Actuación Especial de una Comunidad Rural de la
Zona de Ensayo de la Escuela.
7. Entrega del Premio “Coronel Gustavo Vides Valdés.”
8. Palabras de Despedida, por uno de los Jóvenes
Graduados.
9. Interpretación Musical, a cargo del Conjunto de
Cámara bajo la dirección del Maestro Abraham
Soto Domínguez.
10. Palabras Finales, por el Director de la Escuela Nor-
mal Rural, Profesor Daniel Raúl Villamariona.
11. Interpretación Musical, a cargo del Conjunto de
Cámara bajo la dirección del Maestro Abraham
Soto Domínguez.

180
Programa General
Día 21 Visita de los Jóvenes que se gradúan a las
Comunidades Rurales donde realizaron su
Práctica Docente Integral.
Día 22 Misa de Acción e Gracias, 6 a. m.
Día 24 1) Alegres Mañanitas, 3 a.m.
2) Alborada, 4 a.m.
3) Acto de Graduación
4) (Según Programa Especial) 10 a.m.
Concierto Bailable – Carnet Musical:
Orquesta Barrientos, 2:15 p. m.
5) Almuerzo de Gala,1:00 p. m.

La Barriada Alegre.

181
Anexo 5
Galería de fotografías de diferentes actividades
realizadas en la Escuela Normal Rural de Izalco.

Isaura Castillo, Reina ENRI 1965.

Folklore.

183
Softball.

Fútbol.

184
Fútbol.

Atletismo.

185
Basketball.

Grupo Musical.

186
Civismo

Como familia, compartiendo los alimentos.

187
Alma de Artistas.

Alumnos Practicantes.

188
Trío Musical.

Día de fiesta.

189
Un entorno natural
privilegiado.

190
Todavía hay tiempo de agradecer a
Dios por la vida, que aunque efímera,
aún está en nosotros.

191
Esté libro se imprimió en
Talleres Gráficos UCA,
en junio del 2007.

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