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Facultad Filosofía y Humanidades

Antropología
Erik Valenzuela
María Pía Poblete
Etnografía General

Reseña “Argonautas del pacifico occidental” B. Malinowski

Desde el capítulo II, Malinowski profundiza sobre la sociedad y costumbres de los


Trobiand con los que convivio mayor tiempo y son la base de su investigación, ya que “toda
la descripción de Kula se presenta, pues, por así decirlo, desde la perspectiva trobiandesa”
(Malinowski, 1987, p. 49). Desde este punto Se comienza por las aldeas de los Massim a los
cuales atribuye el mayor encanto y pintoresquismo de todas, con “casas decoradas y
adornadas, escondidas aquí y allá por entre el verde, formando pequeños grupos desiguales,
rodeadas de parterres de flores y conchas, con senderos ribeteados de guijarros y empedrados
circulares que sirven para sentarse” (p. 52). Sorprenden los rasgos de su gente; de piel fina,
complexión robusta, caras gordas y anchas, narices chatas, ojos oblicuos e impresión general
de cansancio. A opinión del autor estos rasgos los hacían ver raros y grotescos al contrario
de esa imagen caricaturesca que se tenía de los indígenas violentos y salvajes.
Llama la atención la falta de una autoridad general bien reconocida entre los Massim.
En este caso, al igual que en la mayoría de los pueblos de Guinea oriental, la autoridad recaía
sobre los ancianos, ellos formaban un consejo que velaba por la tradición y costumbres e
imponían sus decisiones tomadas únicamente con fundamento en la tradición tribal. Otro dato
interesante es la estructura matrilineal y el totemismo que regula la sociedad de estos
indígenas, se profundiza sobre estos conceptos en la sección conceptos claves al inicio de
esta reseña. Esta estructura matrilineal ubica a la mujer en una situación de privilegio, son
bien tratadas, gozan de independencia y toman un papel importante en asuntos de la tribu, las
que practican la magia poseen una influencia aún mayor en las esferas de poder.
Otro de los eslabones importantes dentro de la cadena del Kula es el Archipiélago
D’entrecasteaux, un distrito densamente poblado donde antiguamente se practicaba la caza
de cabezas. Centro de comercio, manufacturas, influencia cultural y poseedor de lugares de
especial interés mitológico que tienen un profundo significado para los nativos. En cuanto a
su aspecto los habitantes del archipiélago “tienen un aspecto físico muy distinto del de los
Massim meridionales y los trobriandeses: la piel muy oscura, bajos de estatura, la cabeza
grande y las espaldas redondeadas” (p. 57) el autor les compara con gnomos. “Son los
favoritos de los blancos, los mejores sirvientes y los más dignos de confianza; los
comerciantes que han residido tiempo entre ellos los prefieren a los demás indígenas” (p. 57)
Su estructura social de carácter totémico, matrilineal y sin jefatura permanente es
similar a la de los Massim ya mencionada. Sin embargo, se diferencian a estos primeros por
su forma de concebir la sexualidad, si bien se asume que en una sociedad matrilineal donde
la mujer ocupa una alta posición entre los indígenas se vive una relajación y libertad sexual,
los dobueses (habitantes del Archipiélago D’entrecasteaux) son una excepción, donde se
exige fidelidad y el adulterio y duramente sancionado.
Posteriormente Malinowski menciona de forma breve las Islas Amphlett que se
destacan principalmente por su posición geográfica privilegiada y de cómo aprovechan esta
ventaja natural para monopolizar el comercio de la zona.
Los habitantes de este poblado y de los cuatro restantes del archipiélago son gente
original. Son una tribu débil en número, fácilmente atacables por mar y apenas si sacan de
sus islas rocosas lo suficiente para comer; y, sin embargo, gracias a su incomparable
habilidad como alfareros, su gran valentía y eficacia como navegantes y su situación
geográfica central, a medio camino entre Dobu y las Trobriand, han conseguido
convertirse— por diversas consideraciones— en los monopolistas de esta parte del mundo.
Tienen, además, las principales características de los monopolistas: son tacaños y mezquinos,
inhospitalarios, codiciosos, preocupados por mantener en sus manos el comercio y los
intercambios, pero de ninguna forma dispuestos al menor sacrificio para lograr una mejora;
esquivos, aunque arrogantes con quienes tienen algún trato con ellos, contrastan de manera
desfavorable con sus vecinos del Sur y del Norte (Malinowski, 1987, p. 65).
Finalmente, el texto nos traslada a la que será la principal tribu objeto de estudio, los
indígenas de las islas Trobriand. Lo primero que llama la atención de ellos es su gran variedad
de aspectos físicos, desde personas altas y de buena presencia hasta rostros negroides, bocas
anchas y en general rasgos más toscos. “Usan los mismos tipos de adornos que los otros
massim, principalmente brazaletes y cinturones de fibra, pendientes de concha de tortuga y
discos de espóndilos” (Malinowski, 1987, p. 67).
Unas de las principales diferencias con el resto de las tribus descritas es la existencia
de clases y diferenciación social, es notable la diferencia de tratos entre los indígenas de alto
rango y los que no, existen protocolos de reverencias y respeto a la autoridad (como el de
inclinarse o agacharse). Siguiendo la misma línea de los fenómenos sociales relevantes en
los habitantes de las Trobiand está la posición social que ocupan las mujeres, “la castidad es
una virtud desconocida entre estos indígenas” (p. 68) comienzan una vida sexual libre a
temprana edad, antes del matrimonio las mujeres son libres de hacer lo que quieran y el
matrimonio no es más que el resultado de una relación duradera. El rasgo más importante de
esta unión no es la ceremonia ni mucho menos el rito, lo que realmente importa del
matrimonio trobiandés es su esencia matrilineal en “que la familia de la esposa está obligada
a contribuir de forma sustancial a la nueva economía doméstica y también a proporcionar al
marido toda clase de servicios” (p. 69). Aun casados la mujer mantiene total independencia
y puede dejar al hombre y volver con su familia cuando lo desee hasta encontrar un nuevo
marido. Dentro de la tribu el estatus de la mujer es muy elevado al tener bajo su control el
trabajo hortícola lo que se considera un privilegio, también cuidan de los rituales funerarios
y ciertas formas de magia (muy influyentes en la vida indígena) también son de monopolio
femenino.
Malinowski comienza este tercer capítulo anunciando que se centrara de lleno en el
proceso de intercambio que practican las comunidades de Nueva Guinea a las que estudia.
Este sistema y en el cual se intercambian únicamente dos objetos de forma recíproca
mediante un reglamentado sistema que conforma un circulo de intercambios sin fin, se
denomina Kula. Nadie mejor que el propio Malinowski para definir esta actividad:
El Kula es un tipo de intercambio Inter tribal de gran envergadura; lo llevan a cabo
comunidades que ocupan un amplio círculo de islas y constituyen un circuito cerrado. Dos
tipos de artículos, y solamente dos, circulan sin cesar en sentidos contrarios a lo largo de esta
ruta. En el sentido de las agujas del reloj se desplazan constantemente los artículos de un
tipo: los largos collares de concha roja, llamados solaba. En el sentido contrario se desplazan
los del otro tipo: los brazaletes de concha blanca, llamados mwali. Siguiendo su propia
dirección en el circuito cerrado, cada uno de estos artículos se encuentra en el camino con
los artículos de la otra clase y se intercambian unos por otros sin cesar. Todos los
movimientos de los artículos kula, todos los detalles de las transacciones están regulados y
determinados por un conjunto de normas y convenciones tradicionales, y algunos actos del
Kula van acompañados de ceremonias mágicas rituales y públicas muy complicadas.
(Malinowski, 1987, p .95)
Se menciona en el texto que los participantes del Kula son un grupo limitado de
personas, unos pocos hombres por aldea que intercambian recíprocamente Mwali y Soulava
conformando una relación permanente que no se agota jamás, sociedad de por vida que
acarrea deberes y privilegios. Ninguna persona puede retirarse del Kula, recibirá y deberá
entregar artículos periódicamente entre sus asociados buscando satisfacer de forma
proporcional a su contraparte, eso quiere decir entregar por ejemplo muchos y mejores Mwali
a quien le ha dado un espectacular Soulava, se le permite entregar por adelantado unos
objetos de menor calidad hasta que consiga algo que compense lo dado por su socio. Los
objetos que participan en los intercambios, al igual que los hombres, no pueden salir del Kula,
ninguno deberá permanecer mucho tiempo con una persona, estos deben estar en constante
circulación pasando de mano en mano para continuar el ciclo.
Al analizar el carácter económico del Kula Malinowski hace una fuerte crítica a lo
que otros autores denominan «comercio salvaje», donde se concibe a los hombres primitivos
comercializando por hambre y necesidad, intercambiando artículos útiles o indispensables
sin ningún tipo de norma o ceremonia más que el propio trueque. El Kula contradice la
mayoría de estas afirmaciones dejando en evidencia que el comercio primitivo no es
necesariamente simple y por supervivencia, en este caso el intercambio “no se realiza bajo
el apremio de ninguna necesidad, dado que su objetivo principal es el de intercambiar
artículos que carecen de utilidad práctica” (Maliwski, 1987, p .98)
El Kula no es un tipo de intercambio precario y clandestino. Muy por el contrario,
está enraizado en el mito, respaldado por la ley tradicional y rodeado de ritos mágicos. Todas
las transacciones importantes son públicas y ceremoniales, y se llevan a cabo según normas
precisas. No se efectúan bajo el estímulo del momento, sino que ocurren de forma periódica,
en fechas fijadas con antelación, y se realiza a lo largo de rutas comerciales bien definidas
que conducen a lugares de cita convenidos. (Maliwski, 1987, p .98)
Estos artículos que no poseen utilidad práctica se consideran de ornamentación, pero
ni siquiera se ocupan para ello. El autor describe que ninguno de los objetos se quiere con el
fin de usarlos para embellecer, sino solo por el honor de tenerlos, haciendo una analogía con
las Joyas de la Corona en Europa que han de ser muy incomodas para usarlas, pero se aprecia
tenerlas por el status que otorgan. Lo mismo ocurre con los «vavgu'a » (objetos preciosos)
los brazaletes en su mayoría son muy pequeños para poder ser usados y los collares muy
pesados e incomodos, solo en situaciones verdaderamente excepcionales por personas
realmente importantes es posible ver alguno de estos objetos como accesorio en festividades
públicas. Y aunque nadie es realmente dueño de ninguno de los objetos que circulan en el
Kula, el ser propietario transitoria de una de estas piezas es motivo de orgullo y alarde, no
solo para el afortunado individuo sino también para la comunidad a la que pertenece que
escuchan con entusiasmo las historia de cómo el vavgu'a llegó a sus manos y quien será el
próximo en recibirlo.
En la definición que Malinowski daba del Kula señalaba que los Soulava se
desplazaban en el sentido de las agujas del reloj y los Mwali al contrario, en efecto esta es
una de las principales reglas que rigen el Kula.
Así, cada individuo tiene que acatar unas normas precisas según la dirección
geográfica de sus transacciones. En cualquier punto del Kula en que se encuentre, si nos lo
imaginamos puesto de cara al centro de este círculo, recibe los brazaletes con la mano
izquierda y los collares con la derecha, y luego los pasa cambiándolos de mano. Dicho de
otro modo, pasa constantemente los brazaletes de izquierda a derecha y los collares de
derecha a izquierda. (Malinowski, 1987, p .105)
La otra norma fundamental del Kula es que los intercambios no se detienen nunca,
los objetos deben estar en constante circulación y por ningún motivo nadie puede quedarse
alguno por siempre. “Un hombre que participa en el Kula nunca retiene un artículo más de,
digamos, un año o dos. Incluso ese retraso le expone a ser tachado de mezquino y algunos
distritos tienen la mala reputación de ser lentos y duros en el Kula” (Malinowski, 1987, p
.106)
Este rasgo del Kula es, quizás, el más destacable, dado que crea un nuevo tipo de
propiedad y sitúa a los dos artículos kula en una categoría propia. Podemos volver aquí a la
comparación hecha entre los vaygu'a (objetos preciosos kiriwinianos) y las alhajas de familia
europeas. Este paralelo se rompe en un punto: propiedad permanente, la asociación duradera
con la dignidad, el rango o la familia hereditaria, es el rasgo principal que caracteriza a los
objetos europeos de esta clase. En esto los artículos kula difieren de las alhajas de familia,
pero se parecen a otro tipo de objetos de valor, como pueden ser los trofeos, los signos
exteriores de superioridad, las copas deportivas, los objetos que posee el equipo ganador, sea
un grupo o un individuo, sólo durante un cierto tiempo. El que detenta estos artículos, aunque
no sea más que un simple depositario durante algún tiempo, aunque nunca los utilice en
sentido utilitario, obtiene un tipo de satisfacción peculiar por el mero hecho de poseerlos, de
tener derecho a ellos. (Malinowski, 1987, p .106)
Por último, se menciona que asociados a la actividad principal del Kula surgen
aspectos secundarios igualmente interesantes. Muchos de estos son preparativos a la
expedición marítima, entre ellos la construcción de canoas, ceremonias y ritos mágicos,
aprovisionamiento y determinación de fechas. Paralelo al Kula se desarrolla el «comercio
secundario» donde se intercambian mercancías de todo tipo entre las comunidades
participantes añadiendo un factor más esta compleja red de relaciones.
Sintetizando lo expuesto anteriormente se concluye que el intercambio comercial
intertribal Kula; es un complejo sistema de relaciones sociales que escapa de una simple
actividad comercial, derriba el mito del «comercio salvaje» demostrando que no los motiva
la necesidad y el hambre al utilizar como únicas mercancías dos objetos de ornamento al que
no le dan ningún uso más que vanagloriarse de poseerlos. Esto último abre una nueva arista
de análisis a la que ponerle atención relacionado con el concepto de propiedad, los indígenas
Polinésicos aceptan y respetan el hecho de ser propietarios temporales de estos preciados
objetos, disfrutan y alardean el tiempo que les toca poseerlos y cuando llega el momento de
entregarlos a otro participante del Kula lo hacen sin reparos, respetan la reciprocidad y las
estrictas normas que rigen este sistema de intercambio
Uno de los aspectos en el cual se explaya extensamente el autor tiene relación con el
cultivo de los trobiandeses, donde descubre que la conexión que existe entre el proceso de
agricultura y los indígenas va mucho más allá de la mera necesidad de obtener alimento, es
todo un ritual donde converge tradición, magia y técnica que dan sentido a la vida misma de
los nativos. Siembran mucho más de lo que pueden consumir, ornamentan y embellecen
innecesariamente las siembras solo para presumir ante sus pares, algo que puede verse como
completamente ineficaz y sin sentido para los ojos occidentales para ellos tiene un significado
mucho más profundo. De paso Malinowski afirma que esto derriba el mito del “hombre
económico primitivo”.
Malinoswki comienza su caracterización de las canoas indígenas comparando el
misticismo y emociones que los habitantes de las Trobiand sienten por ellas con el que
cualquier marino europeo siente por su barco. Más adelante comprobaría lo corta que se
queda su analogía, y que la relación entre los indígenas y sus canoas es mucho más compleja
y especial que la de cualquier capitán blanco y su navío.
Y es en esta actitud emocional de los indígenas hacia sus canoas en lo que yo veo la
realidad etnográfica más profunda que debe servirnos de guía para el estudio de otros
aspectos: las costumbres y técnicas de su construcción y uso; las condiciones económicas y
las creencias y tradiciones que llevan asociadas. (Malinowski, 1987, p .118)
Antes de comenzar de lleno con el relato de las canoas el autor se detiene a reflexionar
sobre la forma en que él percibe la información, las emociones que inevitablemente están
vinculadas al momento en que la recibe y como esto puede obstaculizar su imparcialidad a
la hora de registrar los datos, cometiendo la arrogancia de confundir sus sentimientos con los
del grupo investigado, y de esta forma entregar una visión de la realidad supuestamente desde
la perspectiva indígena pero que esta sesgada por la propia. Malinowski elude esta posible
crítica argumentando que al hablar la lengua indígena y vivir entre ellos algún tiempo puede
finalmente encontrar un equilibrio entre sus emociones y las del grupo investigado pudiendo
distinguir cuando estas son diferentes o compartidas.
El capítulo IV del texto describe minuciosamente los tipos de canoas, las partes que
la componen, las diferencias técnicas entre cada una y la finalidad con las que son
construidas. Inclusive adjunta algunos esquemas para ejemplificar mejor lo que trata de
explicar, sin embargo, por temas de extensión esta reseña no ahondara en tecnicismos y me
limitare a citar un extracto donde distingue los tres tipos de embarcaciones:
Los trobriandeses utilizan sus embarcaciones para tres fines principales, a los que
corresponden los tres tipos de canoas. El transporte costero, especialmente en la Laguna,
requiere pequeñas canoas manejables y ligeras, llamadas kewo'u (…); para pescar utilizan
canoas mayores y más marineras, llamadas kalipoulo (…) por último, para la navegación de
altura, se necesita el tipo mayor, con considerable capacidad de carga, mayor desplazamiento
y construcción más sólida. A éstas se las llama masawa. (Malinowski, 1987, p .122)
Estas últimas son las utilizadas en el circuito del Kula y todos los ritos, ceremonias y
procesos asociados que se describirán a continuación tienen relación con ese tipo, las
masawa.
Lo primero que se trata es la organización del trabajo de construcción de la canoa.
Encabeza esta organización el “propietario de la canoa” (ya se volverá sobre este concepto)
“es decir, el jefe o dirigente de la aldea, o de una subdivisión menor, que carga con la
responsabilidad de la empresa. Paga por el trabajo, contrata al experto, da las órdenes y
preside el trabajo comunal” (Malinowski, 1987, p .125). El experto es quien tiene el
conocimiento para construir la canoa y preside ritos mágicos relacionados con la elaboración.
Por último están los trabajadores, que en un primer momento son un grupo poco numeroso
compuesto por parientes y cercanos al propietario y en una segunda etapa se incorporan la
mayor parte de los habitantes de la aldea. Esta organización del trabajo está reglamentada
fuertemente por la magia.
La magia impone orden y método en las diversas actividades, y que tanto la magia
como el ceremonial que la acompaña son instrumentos que aseguran la cooperación de la
comunidad y la organización del trabajo comunitario. Como se ha dicho antes, inspira a los
constructores gran confianza en la eficacia de su trabajo, un estado mental importante en
cualquier empresa de características complejas y difíciles. (Malinowski, 1987, p .127)
El concepto de “propietario de la canoa” mencionado antes merece unos alcances. En
primer lugar, se debe entender el concepto de propiedad en términos amplios y no limitarnos
a la perspectiva occidental económica, ya que “el término «poseer» tal como nosotros lo
utilizamos carece de sentido cuando se aplica a una sociedad indígena. O desde luego, lo que
es peor, tal uso introduce cierta cantidad de ideas preconcebidas en nuestra descripción”
(Malinowski, 1987, p .127). En el caso de las masawa estas no son de exclusiva propiedad
del jefe (toliwaga), aunque no se puede desconocer que existe una organización que tiene un
dirigente y este obtiene ciertos beneficios y privilegios sobre la canoa, en términos generales
la masawa es una propiedad comunal que se utiliza y goza comunalmente.
Malinowski, B. (1987). “Los argonautas del pacífico occidental: comercio y aventura entre los Indígenas de la
Nueva Guinea Melanésica”. Barcelona: Editorial Planeta-De Agostini

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