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Paradigmas para una metaforología

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Paradigmas para una metaforología

Hans Blumenberg

Traducción y est ú dio introductorio


de Jorge Pérez de Tudela Velasco

MINIMA TROTTA
La edici ó n de esta obra ha contado con la ayuda
de Goethe - Institut Inter Nationes e .V. , Bonn

Í NDICE

FACULTY D DE FILOSOFIA I
B I B' J O T E C /

i Sinnúí ura
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Estúdio introductorio : Jorge Pérez de Tudela Velasco .... 9
Nota sobre la edición 37
B CS8£G PARADIGMAS PARA UNA METAFOROLOGÍA
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í rjv Inventario 01sM°i I
St- rm -" •*” “ ••“ Trr . --
'
Introducci ó n 41
I. La metaf ó rica de la « poderosa » verdad 49
MINIMA TROTTA
II. Metaf ó rica de la verdad y pragmá tica del conoci-
HIST Ó RICA / PO É TICA directores: Julio A. Pardos y Jos é M . Cuesta Á bad
miento 61
III. Un corte transversal terminol ógico- metaf ó rico pa-
© Editorial Trotta , S . Á . , 2003 ra la idea de verdad 91
Ferraz, 55 . 28008 Madrid IV. La metaf ó rica de la verdad « desnuda » 105
Telefono: 91 543 03 61 V. Terra incognita y « universo inacabado » como me-
Fax: 91 543 14 88 táforas de la conducta mundana moderna 125
-
E mail: trotta @ infornet . es VI. Metaf ó rica (orgâ nica y mecâ nica ) de fondo 141
http: Wwww. trotta . es VII. Mito y metaf ó rica 165
© Suhrkamp Verlag , Frankfurt
VIII.Terminologizaci ón de una metáfora: « verosimili-
am Main , 1997
tud » 171
© Jorge Pé rez de Tudela Velasco, 2003 IX. Cosmologia metaforizada 199
X . Simbólica geom é trica y metaf ó rica 227
ISBN : 84 -8164- 647 4-
depósito legal: M - 43.796 - 2003

impresi ó n
Gráficas Laxes, S. L.

7
ESTÚDIO INTRODUCTORY

Jorge Pérez de Tudela Velasco

« Desde la perspectiva de la retirada de las


grandes expect ativas. ..»

( Hans Blumenberg: La legibilidad del mundo )

Se dice : mucho ha que Occidente dejó atr ás sus ensuenos.


Ya con menor frecuencia se afiade : pero quizá « Occiden-
te » no nombre otra cosa, en el fondo, que el valor de
recordar, y con toda precision, que en efecto fue así ( y
como lo fue, y por qu é ).
Se dice tambié n : mucho ha que Occidente atisba con
ironia las promesas de antaho, la plenitud de significado y
la sugerencia de inmortalidad, mucho ha que Occidente
ya no espera para mahana la venida del Mesías, un cuerpo
glorioso, la aclaració n de todo misté rio. Ya con menor
frecuencia se anade: pero quiz á la forma «Humanidad» no
consista sino en eso, en esperar lo inesperado y jugar con
ilusiones, así que guardémonos de creer que no ser á suici-
— —
da o simplemente posible programamos un futuro sin
más compana que esa fria, sin llenazó n, que proporciona
la nada...
A lo que de com ú n se replica : pero algo hemos perdi-
do, algo capital e insustituible, el sentido de nuestra vida,
ese estar-todo-bien que nos oriento y daba consuelo. Ya

9
bibliografia, esa bibliografia que a veces tildamos de secun -
con menor frecuencia se inquiere a su vez en tiempo de daria, dedicada a glosar, con mayor o menor detalle, ei sen-
d ú plica : y isabemos siquiera qu é era eso que, segú n decís, tido de su production, los marcos histó rico-conceptuales
perdimos ? «iSabemos siquiera si queremos o podemos, de en que esa production se incardina y apoya 2. Que en cam -
nuevo la ilusión, vivir en ese mundo banado en sentido,
transparente, en el que a nada ni a nadie le cabe hurtar su
esencia, el alcance de su responsabilidad ? na, 2000 ) ; Das Lachen der Tbrakerin ( Eine Urgeschichte der Theorie ) ,
Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1987 ( La risa de la mucbacha tracia. Una
Impulsos como los citados alimentan, qu é duda cabe, protobistoria de la teoria , trad , de Teresa Rocha e Isidoro Reguera, Pre-
la muy diversa obra de no pocos contemporâneos (y la de Textos, Valencia, 2000 ) ; Ein mòglicbes Selbstverstàndis, Reclam , Stutt-
gart , 1997 ( La posibilidad de comprenderse, trad , de César Gonz á lez,
más de un antiguo ) . Pero me atrevo a sugerir que son im- Síntesis, Madrid, 2002) ; Arbeit am Mytbos, Suhrkamp, Frankfurt a. M . ,
pulsos como los citados los que en especial orientan la obra 1979, 1984 (Trabajo sobre el mito , trad , de Pedro Madrigal, Paid ós, Bar -
— imponente, elusiva, monumental— de un determinado
maestro del pensamiento: aquel Hans Blumenberg, profe-
celona, 2003). De todos ellos, sólo el cuarto y el último de los menciona -
dos forman parte de eso que pudiéramos denominar, siquiera sea por el
sor de filosofia, cuya trayectoria vital arrancara en Liibeck volumen, «grandes textos» de nuestro autor. Otros que si pertenecen a
esa categoria ( H õ blenausgànge [Salidas de la caverna], Suhrkamp ,
un 13 de julio de 1920 para finalizar en Altenberg, junto a Frankfurt a.M., 1989 ; Die Genesis der kopernikaniscbe Welt [La gé nesis
Munich, el 28 de marzo de 1996. Un autor cuya figura del mundo copernicano], en tres volumenes, Suhrkamp, Frankfurt a. M.,
empieza, con mayor o menor urgê ncia, a perder entre no- 1975; Die Legitimitàt der Neuzeit [La legitimidad de la Edad Moderna],
sotros cierta aura de reserva, por no decir de sustracci ó n . Suhrkamp, Frankfurt a.M., 1966, 1988 ) ; Lebenszeit und Weltzeit [Tiem -
po vital y tiempo cósmico], Frankfurt a.M., 1986; Mattbauspassion, Su-
AI conjunto de su obra pertenece tambié n, y por cierto que hrkamp, Frankfurt a.M., 1988 ), aguardan todavia su aparició n en nues -
a t ítulo mayor , ésta que el lector en lengua espahola tiene tra lengua. Ni que decir tiene que , como de costumbre , esta aseveració n ,
ahora entre sus manos. vá lida para nuestro â mbito cultura í, no lo es para el italiano, el francês o
Con pies de paloma, en efecto, los textos y posiciones el inglês. La esfera de producció n italiana, en particular , ha ahadido re-
blumenberguianos comienzan a encontrar entre nosotros cientemente a sus puntuales traducciones de los textos blumenberguia -
nos bá sicos una recopilació n de artículos que constituye un insustituible
el lugar que a mi juicio merecen; un lugar que, sin embar - documento de trabajo : Andrea Borsari ( a cura di) , Hans Blumenberg.
go, a ú n debería ser mucho m ás holgado . Crece tambié n la
1
Mito, metafora, modernità , il Mulino, Bologna, 1999 ( con exhaustiva
bibliografia final ).
2. Es insoslayable la menció n, en este sentido, de ia traducción
1. Tó mese esta afirmació n ai pie de la letra. Que yo sepa, del vasto recientemente ilevada a cabo por las ediciones Aifons el Magn à nim de la
corpus constituido por la escritura de Blumenberg, s ólo han sido vertidos monografia de referencia firmada por F. J . Wetz: Hans Blumenberg zií r
al casteliano ( por orden de aparició n ) : Die Sorge gebt iiber den Fluss, Einfubrung, Hamburg, Junius, 1993 ( Hans Blumenberg. La modernidad
Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1987 ( La inquietud que atraviesa el rio . Un y sus metá foras, trad , de Manuel Canet, Valencia, 1996). J . E. Ruiz-Do-
ensayo sobre la met á fora, trad , de Jorge Vigil con la coiaboración de m è nec, « Hans Blumenberg: ei pensador de la modernidad » , en Id ., Ros-
Manuel Garcia Serrano, Pen ínsula, Barcelona, 1992) ; Scbiffbrucb mit tros de la bistoria. Veintiiin historiadores para el siglo xxi , Península, Bar-
Zuscbauer. Paradigma einer Daseinsmetapber , Suhrkamp, Frankfurt a .M., celona, 2000, pp. 79-91. En un n ú mero de la revista Debats, el 57/58,
1979 ( Naufragio con espectador. Paradigma de una metá fora de la exis - correspondiente al ano 1996, Antonio Lastra se ocupó también, parcial
t ênciatrad , de Jorge Vigil, Visor , Madrid, 1995); Wirklicbkeiten in de- pero memorablemente, de ia figura de Blumenberg: «Tres lecturas sobre
nen tuir leben, Reclam, Stuttgart, 1981 ( Las realidades en que vivimos, democracia y filosofia » , pp. 146-152. Tambié n Jos é Luis Villacanas y
trad , de Pedro Madrigal, Paidós-ICE/ UAB, Barceiona-Buenos Aires-Méxi- Faustino Oncina dedicaron p áginas al filósofo de Munster en su « Intro-
co, 1999 ) ; Die Lesbarkeit der Welt, Suhrkamp, Frankfurt a .M. , 1981 ( La ducció n» a Reinhart Koselleck/ Hans-Georg Gadamer, Historia y herme-
legibilidad del mundo, trad , de Pedro Madrigal Devesa, Paid ós, Barcelo-

10
11
:
bio no haya habido aun el correspondiente debate p ú blico relativos a la cuestión del significado que ha de d á rsele al
sobre el alcance de sus propuestas no tiene nada de extra- surgimiento de «la Modernidad », en referencia particular -
nar en un médio cultural como el nuestro., que en esto sigue mente a un concepto vagamente compartido por aquellos
aferrado a su m ás querida tradici ón de autarquia . Ello es anos, el concepto de «secularizaci ó n » (Lõ with, Schmitt ) ,
tanto m ás lamentable cuanto que esos textos, esas posicio- cuyo alcance creyó necesario combatir, ya desde su título,
nes, cubren un vasto campo de intereses filosóficos, histo- un muy extenso texto de nuestro autor, La legitimidad de
riogr áficos y de cr ítica de la cultura, en todos los cuales han la Modernidad . (Aparece tambi é n su nombre, por exten-
sion , en debates relativos al sentido del
devenir histórico,
efectuado contribuciones de relieve3. El nombre de Blu -
• /

su continuidad o disconti nuidad , las respuesta s o perpleji-


menberg, en efecto, se impone por sí mismo en los debates
dades que suscite un venerable campo tem á tico , la denomi-
nada «filosofia de la historia » .) Figurar á
4 tambi é n su Arbeit
néutica, trad, y notas de F. Oncina, Paid ós-ICE/ UAB, Barcelona- Buenos am Mythos de (inicialmente) 1979, con su provocadora
Aires-M éxico, 1997, pp . 9 ss . Ai mismo gé nero introductor pertenece solicitaci ó n del dogma de la separabilidad entre mito y lo-
también ei «Pr ólogo» con que Vaieriano Bozal abre ia traducción de Rea-
.
lidades en las que vivimos, cit., pp . 9 - 28 En este capítulo de ia recepci ó n gos, en una discusi ó n informada sobre el papel que juegue
en castellano de Blumenberg debe mencionarse adem ás, por más que se la instancia mítica en la constitución de la conciencia, de la
pubiicase en otro idioma, la aportaci ó n de J . M.' Ripalda, « Hegel, cultura, del vivir de los hombres. (Y tambi é n se deber ía in-
Foucault, Blumenberg, Derrida. Reflexionen zur Interpretation », en He - vocar su nombre, esta vez por reducci ó n al detalle, a la hora
gel-Jahrbucb, 1992, pp. 349-356. También est á n disponibles en castella- de recordar mitos fundacionales del imaginá rio intelectual
no ciertas observaciones de Giacomo Marramao sobre Blumenberg, con-
tenidas en su Cielo y tierra , Genealogia de la secularización, trad , de Pedro Occidental, como es no solo el caso deese mito de Prome-
teo cuya historia se recorre en el citado Arbeit , sino tam
-
-
Miguel Garcí a Fraile, Paid ós, Barcelona Buenos Aires-México, 1998 ( or.
1994) . Por último, mencionar á que en el n.° 54 de la Revista de Libros de bié n el « mito de la caverna » , hilo conducto r de un no me -
la Fundación Cajamadrid, correspondiente a junio de 2001, Daniel Inne- \ nos documentado ensayo, H òhlenausg ànge , « Salidas de la
rarity ha presentado, a cuenta de algunas de ias traducciones al castellano
de nuestro autor, una ( inteligente y muy valiosa ) interpretació n com- caverna» ) . Se muestra, en fin, como insoslayable ejercicio
prensiva de ia filosofia metaforol ó gica de nuestro autor ( « Po é tica del de virtuoso ese recorrer los avatares de la metáfora del li-
saber» , pp. 30-31). También es suyo el « Pr ólogo», pp. 10-18 , de La posi- bro, de los cielos que se enrollan del Apocalipsis a la doble
bilidad de comprenderse, cit. hé lice de nuestros bi ólogos, que es La legibilidad del mun -
3 . La afirmación parece válida no sólo para ia obra publicada en
vida por Blumenberg, sino tambié n para la ya aparecida postumamente,
do , volumen de referencia para quienquiera que se interese
así como tambié n para esa otra, al parecer nada desdenable ni cuantitati- por la historia del comprender entendido como descifrar.
va ni cuaiitativamente, que a ú n aguarda su aparición. Recordaremos, en
este sentido, que con posterioridad a la muerte de Blumenberg se han
— —
Fil ósofo ante todo y pese a todo Blumenberg acumula
conocimientos histó ricos, antropoló gicos, liter á rios, filol ó-
puesto en circulació n diversos textos provenientes del legado : Die Voll-
-
í gicos, astronómicos, musicales, teológicos; conocimientos
zàhligkeit der Sterne (Suhrkamp, Frankfurt a.M., 1997) ; Begriffe in Ge-
scbicbten (Suhrkamp, Frankfurt a.M., 1998 ), Gerade nocb Klassiker. Glo -
ssen zu Fontane ( Hanser, Mú nchen, 1998 ) , Lebenstbemen Aus dem .
Nacblass (Reclam, Stuttgart, 1998 ) , Goethe zum Beispiel (Insel, Frankfurt 4. Es más bien desde este â ngulo como aborda, por ejemplo, Vin-
a.M.-Leipzig, 1999 ) ... En el ano 2001, adem ás, la editorial Suhrkamp cenzo Vitiello a nuestro autor: La favola di Cadmo. La storia tra scienza
publico un denso volumen recopilatorio de más de 400 pá ginas, de cuya e mito da Blumenberg a Vico , Laterza, Roma-Bari, 1998 . Vitiello se ha
edició n se responsabiliza Anselm Haverkamp : Ã stbetiscbe itnd metapbo- ocupado tambié n dei pensador alem á n en su Filosofia teoretica, Monda-
rologiscbe Schriften (AMS ). dori, Milano, 1997, pp. 192-197.

12 13

que engarza con un arte secreto y a las veces irritante5
en cr ípticos textos nerviosos, l ú cidos, tachonados de refe-
— metaforología, al que algú n inté rprete ha querido otorgar,
rencias sin aparente vinculació n cuya unidad solo el lector, en efecto, la condici ó n de aut ê ntico « manifiesto » del pro-
si es que puede, est á llamado a proyectar . Sin embargo , yecto blumenberguiano6 . Cierto es que, en principio, todo
quizá no sea ninguno de estos aspectos de su actividad como arranca de aqui. Aun cuando inicialmente se publicase en
estudioso los que hoy por hoy más han contribu ído a con- forma de artículo , puede considerarse que se trata no solo
figurar la imagen intelectual de nuestro autor. Y para nadie de su primer libro, en sentido estricto, sino de aquel libro
es un secreto que, en cambio, si son sus proyectos « metafo - que fijar á muchos patrones de investigació n y formas de
rológicos», sus investigaciones sobre la (s) metáfora (s) y la mirada a las que su autor , en lo sucesivo, habrá de mante-
funció n que ésta (s ) desempena ( n) en la vida del esp í ritu las nerse fiel . Hora es ya pues de centrar nuestra atenció n en el
— —
que le granjearon y granjean - el respeto de sus pares. A
lo largo de una obra que a veces se tacho de dispersa, la
mismo.
Que Paradigmas..., en su origen, fue una exposici ó n en
atenció n a la metáfora constituye en verdad un hilo con - p ú blico, lo ha recordado m ás tarde, nada menos que vein-
ductor , una radiació n de fondo a la que Blumenberg nunca titr és anos más tarde, su propio autor : « Cuando yo mismo

metáfora — —
renuncio. Ahora bien, si se preguntara por seguir con la
cuá l fue el Big Bang del que esa radiació n de
presenté, en 1958 , ante la comisi ón senatorial de la Deut-
sche Forschungsgemeinschaft fur begriffsgeschitliche For-
schung [Sociedad Alemana de investigació n para la investi-
fondo es indicio f ósil, la respuesta es razonablemente segu -
ra: se trata precisamente de este texto, Paradigmas para una gació n histó rico- conceptual] , presidida por Gadamer, el
esbozo de una metaforología ...»7 . El texto se despliega
pues, en el mundo presidido por Gadamer. Blumenberg
5. Por ejemplo: dispuesto como está a reconocer que nos encon - tiene treinta y ocho anos, y ya no es precisamente un nova-
tramos ante «an intellectual giant», autor de una obra que representa to en las lides acad é micas. Semi- jud ío ( como anos más tar -
« one of the most ambitious, original and important intellectual
achieve- de se le har ía ominosamente saber ), hijo de un comercian -
ments of our time», un comentarista como Joseph L Koerner no se priva
.
de anadir, sin embargo, que sus libros, « thick, densely written, ... compo- te en arte cuya afici ó n a la fotografia habr ía de dejar huellas
en la perspectiva intelectual básica del pensador ) , se había
8
sed in a German prose style unmatched since Thomas Mann» , son « al-
most ludicrously erudite» ( « casi ridiculamente eruditos » ) : vid . « Ideas
about the thing, not the thing itself: Hans Blumenberg’s style» , en el voi.
6, n.° 4 (noviembre 1993) de la revista History of the Human Sciences , \ 6. J. L. Koerner, op. cit ., p. 6.- Cf ., en el mismo sentido», E. Prato,
pp. 1-11 ( n ú mero monogr á ficamente dedicado a nuestro autor, con artí- « Illuminismo e docetismo. Blumenberg e Bultmann sul mito , en Hans
culos de D. Ingram, R. B. Pippin, B. Krajewski y otros). Sin duda , son Blumenberg, A. Borsari (ed.), cit., p. 174, nota 20.
estos caracteres de la prosa blumenberguiana , por premiada que est é , 7. H. Blumenberg, La legibilidad del mundo , cit., p . 14 .
junto a no pocas declaraciones expresas de su propio autor, las que han 8 . « Mein Vater war ein Photograph von groBer Leidenschaft und
llevado tambi é n a pensadores como Habermas, con su usual rapidez, a- m á Bigen Erfoigen. (. . . ) Die von meinem Vater ais gut befundenen Resul-
^
ubicar sin m ás esa prosa entre las signadas de postmodernismo { vid . Pen- ta te interessierten mich wenig. Was mich faszinierte, war der ProzeJS, wie
samiento postmetaf ísico, version castellana de Manuel Jim énez Redon- aus dem Nichts etwas enstand, was vorher ganz und gar nicht dagewesen
do, Taurus, Madrid, 1990 [or . 1988], pp. 241-2, 259- 60 ) . El propio war. (...) Dafur gedieh der erste Artikel meines Credo : Ich wuBte, ich sah
Habermas, sin embargo, matiza esta afirmación, propia y ajena: «Pero es vor mir, wie es bei der Erschaffung der Welt zugegangen war » [Mi
tampoco las reflexiones y “ narraciones filos ó ficas ” de Blumenberg hacen padre era un fotógrafo de gran afició n y modesto êxito. ( ...) Los resulta-
desaparecer la diferencia de género. En todo momento se dejan guiar por ij dos que mi padre daba por buenos me interesaban poco. Lo que me fas
cuestiones de verdad » { loc. cit ., p. 259 ) . cinaba era el proceso por el que algo surgia de la nada, algo que antes no
estaba ah í en absoluto. (...) En compensació n se desarrolló el primer artí-

14
15
i
formado en esa ciudad hanseática, Lú beck, que tambi é n no), ni losde la pura facticidad del existir heideggeriano,
constituy ó el marco de referencia, entre otros, de ese a é l desesperadamente «arrojado a si mismo», sino los de una
tan proximo Thomas Mann. Segun sus propias declaracio- existência que nunca es duena de si misma, y que trascien -
nes de 19479, había estudiado filosofia escol ástica y neoto - de lo f áctico de su relación con la realidad al saberse llama-
mista en Paderborn y Frankfurt. Como es l ógico, la guerra i da a alcanzar, más all á de las interpretaciones recibidas,
hab ía alterado relativamente un cursus studiorum siempre ; tradicionales, una experiencia del mundo con caracteres
atento a la filosofia medieval, y hubo de esperar hasta el de originariedad. Tres anos más tarde, en 1950, y siempre
fin de la misma para terminar filosofia, pero tambi é n lite- en Kiel, ha presentado su escrito de habilitaci ó n, cuyo t ítu -
ratura griega y germ â nica, en la Universidad de Hambur - lo reza: Die ontologiscbe Distanz . Eine Untersucbung iiber
go . En este ú ltimo centro, donde tambié n tuvo ocasió n de die Krisis der Phdnomenologie Husserls [La distancia onto-
escuchar a Bruno Snell, Ludwig Landgrebe, el antiguo ayu - lógica. Una investigación sobre la crisis de la fenomenolo-
dante de Husserl en Friburgo, no habria dejado de orien- j gia de Husserl]. Es un trabajo que, como el anterior, nunca
tarle por los vericuetos de una fenomenología a la que é l publicará, pero en el que ya están presentes muchos de los
mismo había realizado aportaciones, y no solo editoriales, motivos que más tarde recorrer á n su producció n poste-
de inter és. Ya es doctor. Once anos antes, en 1947, ha rior, del sentido de la auto-afirmació n « moderna » de la
presentado en Kiel su tesis, Beitrãge zum Problem der Urs - 5 razón a la teoria del mito y el papel histó rico -espiritual
priinglichkeit der mittelalterlich-scholastiscben Ontologie sI desempenado por los gnósticos10 . Presencia de motivos a
[Aportaciones al problema de la originariedad de la onto- la que tambié n se une la de su luego habitual tratamiento
logia escol ástico-medieval], y en ella ha planteado una blumenerguiano (el mito, aqui, no es ya otra cosa que res-
posibilidad , la de refundar la investigació n metaf ísica, a la puesta humana al pavor producido por la realidad; la auto-
que en el futuro ir á siendo tan poco fiel como a la conco- afirmació n de los modernos, respuesta congruente al abso-
mitante asunción de una unidad y continuidad de pregun- lutismo teológico propiciado por el nominalismo de finales
tas a todo lo largo de la historia del filosofar; solo que lo de la Edad Media; son los gnósticos los que quiebran esa
ha hecho mediante la presentation de una especie de « ter- unidad armó nica entre logos y k ósmos que nos lego la
cera via » que, en cambio, ya parece llevar su sello : una Antig ú edad... etc. ) . Y siendo ello así, se trata, sobre todo,
comprensió n de la existê ncia humana en t é rminos que no del primer enfrentamiento de envergadura (faltan a ú n casi
son ni los de la perfecta posesión del sentido del ser propia tres décadas para Lebenszeit tind Weltzeit ) con la fenome-
del « iluminismo » cristiano ( o más exactamente, agustinia - nología husserliana, su sentido y alcance, y en especial con
ese concepto de « mundo de vida », Lebenswelt, que tantas
culo de mi Credo : yo sabia, io tuve delante, qu é hab ía pasado en la crea- veces habrá luego de acudir a su pluma . Blumenberg, en
ció n dei mundo] ( H. Blumenberg : Begriffe in Gescbichten, cit., pp. 7- 8 ) . efecto, ha pasado como Ricoeur por «la escuela de la feno-
9. En el Lebenslauf induido en su Disertació n doctoral: Beitrãge menología». Y aqui, con Landgrebe y con Husserl, ha
zum Problem der Urspriinglichkeit der mittelalterlich-scholastiscben On-
tologie [Aportaciones al problema de la originariedad de la ontologia
escolástico-medieval], presentada en Kiel. Sobre ia biografia de Blumen- 10. Se encontrará un razonablemente exhaustivo balance de esos
berg, vid . el excelente texto de A. Borsari: «Introduzione», en A. Borsari motivos en A. Borsari: « L’ “ antinomia antropologica ” . Reaità, mondo e
(ed. ), Hans Blumenberg , cit., pp. 9-29 (con remisió n a otras fuentes bio - cultura in Hans Blumenberg» , en A. Borsari (ed . ), cit., pp. 341-418 , pp.
gr áficas ). 358-359 y nota 26.

16 i 17
i

aprendido entre otras cosas a leer « mundo », esa plenitud de Chardin 12. Más a ú n : iniciando lo que seria una conti-
individualmente inalcanzable, en té rminos de « horizonte », nuada controvérsia con Bultmann, ha dado a la imprenta
y a distinguir el mundo vivencial subjetivo ( que en realidad sus «Marginalien zur theologischen Logik Rudolfs Bult-
nunca puede ser, dice, objeto, sino « destino», Gescbick ) , i
mann », aparecido en elPhilosopbische Rudschau de Tubin -
del mundo objetivo cient íficamente asegurado, teorica- l ga ( n . 2, 1954/1955, pp. 121-140 ) . Y m ás a ú n : fiel a este
mente dominable. Ha aprendido además, y sobre todo relativo «optimismo » filosófico de que todavia hace gala,
( nunca olvidar á esa lecció n) que, existiendo como existen Blumenberg se ha preguntado acuciantemente, en un tra-
« é pocas » en la relaci ó n entre el hombre y el mundo, la
I
bajo sobre Kant de la misma é poca 13, si para nosotros, los
é poca moderna, que ha entablado esa particular relació n hombres que viven tras el triunfo de la sentencia nietzs-
con las cosas que llamamos «ciê ncia », es producto del esta- cheana sobre la muerte de Dios y tratan de esclarecer sus
blecimiento de una peculiar « distancia ontológica » por la propios or ígenes histó ricos, constituye o no una posibili-
que el hombre, asegurando su certeza, mantiene alejada dad todavia abierta el retorno de ese mismo Dios 14 . Pero no
una « realidad» cuya m ás inmediata caracter ística es, lee- prosigamos esta escueta relaci ó n de aportaciones. Cierto es
í
mos en la p. 38, t ò kreítton , das Ú bermãchtige (lo prepo- 1
que se ha ocupado igualmente de Agustín, Pascal, la Patr ís-
tente) . Ahora bien, con el té rmino « distancia» ha venido a tica, el trasfondo humanístico del copernicanismo 15, y que
comparecer lo que, para muchos inté rpretes, es uno de los
té rminos, si no el t é rmino clave, de la reflexion blumen-
berguiana11 . Y lo cierto es que aqui se abre, junto con el 12. Me refiero a la tercera edició n, esta vez en siete vol ú menes, de
( incalculablemente fructífero ) reconocimiento de que la fe- este monumental diccionario de teologia, editado en Tubingen por J . C.
B. Mohr (Paul Siebeck ) entre 1957 y 1962. La entrada a la que nos refe-
nomenología, cuyo fundamento no es otro que la libertad , rimos es la intitulada «Autonomie und Theonomie » , v. 1, cols. 788-792.
siempre ha prescindido en realidad de lo f áctico, aqui se Con posterioridad a la fecha de referencia, Blumenberg apareció como
abre, digo, la posibilidad de establecer una « morfologia redactor, siempre en la misma publicació n, de las entradas « Hylemor-
histó rica de la distancia ontológica », formulació n que hoy phismus» (v . 3, 1959. cols. 499 -500 ), «Individuation und Individualit á t»
( ibid ., cols. 720-722 ) , «Kontingenz » ( ibid , cols. 1793 - 1794 ) , «Naturalis-
ciertamente casi podr ía leerse como germen y anticipo del mus. 1. Naturalismus und Supranaturalismus» (v. 4, 1960, cols. 1332-
entero proyecto de investigación llevado a cabo por nues- i 1336 ) , « Optimismus und Pessimismus. 2. Philosophised » ( ibid ., cols.
tro autor . 1661-1664 ) , «Substanz » (vol. 6, 1960, cols. 456-458 ) , «Teieoiogie » ( ibid .,
En 1958, Blumenberg no ha limitado tampoco su acti- 1 cols. 674-677) y «Transzendenz und Immanenz » ( ibid ., cols. 989 -997).
13 . « Kant und die Frage nach dem “ gn á digen Gott” » : Studiwn Ge-
vidad a lo dicho. Su firma ha aparecido ya al pie de alguna nerals , Berlin, 7 (1954 ), pp. 554-570.
entrada en el célebre RGG editado por K. Galling (Die Re - 14. « Die Proklamation des Todes Gottes klingt im Munde Nietzs-
ligion in Gescbichte und Gegenwart. Handworterbuch fur ches und im Ohr seiner Zeitgenossen triumphierend. (... ) Ob die Wieder-
Theologie und Religionswissenschaft ) , y de nuevo ha dejado kehr Gottes zu diesen uns aufbehalten Mõglichkeiten geh õ rt, ist dabei
ahí constâ ncia de una erudición que abarca desde la gran eine der dr á ngenden Fragen, die uns zur Erhellung unserer geschichtli-
chen Herkunft bewegen» [La proclamació n de la muerte de Dios resuena
tradición greco-escolástica a Kierkegaard, Kafka o Teilhard triunfante en la boca de Nietzsche o en el oído de sus coet â neos . (... ) Con
todo, si el retorno de Dios pertenece a esas posibilidades que tenemos !
11. Vid ., en este sentido, F. J. Wetz, op. cit ., pp. 80, 111 y passim; abiertas, es una de las preguntas perent órias que nos mueven a aclarar
P. Behrenberg, « Blumenbergs Einspruch gegen Heidegger » : Orientierung , nuestra proveniê ncia].
54 (1990 ), n. 12, pp. 147-148. 15. « Der kopernikanische Umsturz und die Weltstellung des Mens-
chen. Fine Studie zum Zusammenhang von Naturwissenschaft und Geis-

18 19
;if
I

ha publicado una introducció n a su propia edici ó n del De I conceptual » de cuya necesidad filosó fica se era, al menos
coniecturis de Nicolás de Cusa (Die Kunst der Vermutung , I desde Hegel, cada vez más consciente. Sobre ello volvere-
Bremen, 1958 ) . Pero tratamos de dibujar el perfil intelec- mos más tarde. Preferimos destacar s ólo por ú ltimo, en el
tual del expositor de los Paradigmas, y en orden a pergenar camino de reflexion que condujo a Blumenberg a la explo-
ese figura resulta tambié n de la mayor enjundia senalar que 1
1 sion de Paradigmas, el artículo, realmente fundacional,
por esas fechas nuestro autor ha podido igualmente poner !
jj
í
publicado en 1957 en Stadium Generate , y que llevaba por
por escrito algunos resultados de ese constante inter és suyo j
título «Licht ais Metapher der Wahrheit. Im Vorfeld der
por ia literatura en cuanto tal, por las obras com ú nmente philosophischen Begriffsbildung» ( n . ° 7, pp . 432-447; aho-
llamadas « de creaci ó n » , del que seguir á dando noticia en ra en AMS, pp . 139 -171) . Y es que es é l, me parece, la via
anos posteriores. Así, las p áginas de la revista muniquesa real de ingreso a la problem ática de nuestro texto, con su
Hochland han dado cabida a sus comentá rios sobre la no- ! llamada a que la floreciente investigació n histó rico-concep-
velística de Evelyn Waugh 16, Ernst Hemingway 17 o William 1
tual coetâ nea amplie su enfoque, habitualmente centrado
Faulknerls, así como sobre la obra de T. S. Eliot 19, ejerci- en un concepto que se pondera con los instrumentos de la
cios todos de un arte de interpretaci ó n histórico-cultural definició n y la intuició n plena, exclusivamente atenta a la
que no desdena encontrar sus « paradigmas» en textos de I arquitectónica de los sistemas, hasta abarcar ese insoslaya-
car ácter ficcional que no siempre han formado parte del ble campo de lo «impensado» y lo « prepensado» , tarea de
canon filos ófico tenido por ortodoxo. Algunos de esos tra- una « metaforología» filosófica, en el que desde luego no se
i
bajos, y otros que no se han mencionado por mor de la encuentran enunciados terminol ó gicamente exactos, pero
brevedad, encontraron cita y acogida, como podr á com -
probar el lector , en las propias páginas de Paradigmas , cuan-
do éste vio la luz p ú blica dos anos m ás tarde, en el Arcbiv
I si mytbischer Trans formationen y metaphysischer Konjek -
-
turen , un campo mucho más plástico y sensible para « lo
inexpresado » en el que, por ende, las metáforas, y más par-
fur Begriffsgescbichte de Bonn (1960, pp. 7-142) , la revista ticularmente la Grundmetapber, la metáfora básica de la
dirigida por E. Rothacker, K. Gr ú nder y H. -G. Gadamer luz, se convierten en médios privilegiados de persecució n
que desde mitad de la década de los cincuenta aglutino, de los câ mbios hist ó ricos habidos en la metaf ísica a cuenta
como se sabe, los est ú dios orientados a desarrollar una Be- de las sutiles transformaciones que esa misma metáfora ha
griffsgeschichte, una « historia de los conceptos» o « historia ido experimentando en la propia Historia20 . El trabajo per-

20. «An Aussagef á higkeit und subtiler Wandlungsm õ glichkeit ist die
tesgeschichte» : Stadium Generate, Berlin, 8 (1955) , pp. 637-648 ) ; « Kos- Lichtmetapher unvergleidich. Von ihrer Anf á ngen an hat die Geschichte
mos und System . Aus der Genesis der Kopernikanischen Welt » : Stadium der Metaphysik sich dieser Eigenschaften bedient, um fur ihre letzten,
Generate, Berlin, 10 (1957), pp. 61-80 . gegenstandlich nicht mehr faftbaren Sachverhaite eine angemessene
16 . « Eschatologische Ironie . Úber die Romane Evelyn Waughs» : Verweisung zu geben . (...) Diese kurze und sicher ganz unvollstá ndige
revista citada, 46 (1953/54 ) , pp. 241-251. UmriB des Aussagepotentiais der Lichtmetapher soli hier nicht mit De-
17. « Die Peripetie des Mannes. Ú ber das Werk Ernst Hemingways» : tails aufgefiilit werden, sondern es soil gezeigt werden , wie die Umfor-
rev. cit., 48 (1955/56 ) , pp. 220-233. mungen der Grundmetapher die Wandlungen des Welt- und Selbstvers-
18 . «Mythos und Ethos Amerikas im Werk William Faulkners» : rev. t â ndnisses indizieren » [La capacidad enunciativa y la posibilidad de sutil
cit, 50 (1957/58 ) , pp. 234- 250. transformaci ó n de la metáfora de la luz carece de parangó n . Desde sus
19. « Rose und Feuer . Lyrik, Kritik und Drama T. S. Eliots» : rev. inicios, la historia de la metaf ísica se ha aprovechado de esas propiedades
cit, 49 (1956/1957) , pp. 109-126. para dar una indicaci ó n adecuada de sus situaciones objetivas ultimas,

20
| 21
]
11

i mente cambiantes, respecto a los cuales nos orientamos


sigue, con la apasionada erudition y la atenció n a poetas
te ó rica y pr á cticamente, y que transportamos en expresio-
(Auden, Benn ) que ya conocemos en Blumenberg, la histo-
ria de esa met á fora por los repliegues de la cosmovisió n nes tensadas al máximo dei tipo « el mundo » , « la vida » , « la
j
Occidental. Pero quiz á la tarea era ya otra, a saber, la de conciencia» o « la historia » 21 . Ahora bien, « horizontes» de
generalizar esa intuition. Y esa fue, en resumen , la tarea de ese tipo son justamente los que mal que bien tratan de ve-
Paradigmas, y el sentido de su programa . hicular los quizá verdaderos protagonistas de este texto
Paradigmas para una metaforología es, en buena medi - seminal, esas « metáforas absolutas» con las que una y otra
da, un intento de contestar una pregunta que se quiere i vez se intenta dar respuesta , sin conseguido, a preguntas
tan objetivamente incontestables como imposibles de eli-
radical : ibajo qu é presupuestos pueden tener legitimidad
las metáforas en el lenguaje filosófico ? El solo planteamien - minar , toda vez que est á n ya siempre planteadas en el fon -
to de la pregunta presupone un ideal filos ófico, y tambié n
do de la exist ê ncia : preguntas por la estructura del mundo,
histó rico-filosófico, signado por la conciencia metodol ógi- por el todo de la realidad. La « metaforología » que aqui se
ca cartesiana ( y tambié n husserliana ) , que hace de la preci- inicia se pone pues al servicio de la Begriffsgeschichte tra-
!
sion terminológico-conceptual un ideal, el ideal episté mi- tando expresamente de atender a esa tarea que el propio
co, y que en consecuencia niega o rebaja la legitimidad de Kant, en el par ágrafo 59 de la Crítica del Juicio , advirti ó
aquellas formas de lenguaje que, por su car á cter impreciso que estaba pendiente : explorar la ( olvidada ) dimension
o traslaticio , no alcanzan todavia, o nunca podrá n alcan - simbólica (en su terminologia y en la de Cassirer ; no en la
zar , la nitidez intelectual de un contenido mental reducible de nuestro autor ) , ese tipo de « exposició n indirecta, seg ú n
a f ó rmula. Alin éandose decididamente en contra de esa una analogia » que permite referirse a objetos a los que
interpretation tipicamente « moderna » de la inteligê ncia, acaso nunca pueda corresponder una intuition. Lo que as í,
Blumenberg se inscribe pues de entrada no solo en el ban- y a título meramente preparat ó rio, habr á sin duda de aflo-
rar , es un sustrato pre - reflexivo de orientation , un inago-
do (como tantas veces se ha senalado) de los Vico y los !
Hamann, sino que se diria que además acepta, en un sen - table dep ósito de «representaciones -modelo enteramente
tido muy general, el impulso nietzscheano-heideggeriano a elementales » ( vid . p . 51) que pueden aflorar o no, en for-
re- descubrir y traer a primer plano motivos no- reflexivos ma de metáfora, a la esfera expresiva, pero que si lo hacen
i
de largo alcance que fueron dejados en sordina, cuando no
sepultados, ocultados, por la filosofia de la representation.
Que el proyecto representativo, sin embargo, no pudo ni 21. «Ei animal symbolicmn domina una realidad genuinamente
mort ífera para é i hacié ndola reemplazar, representar ; aparta la mirada de
poclr á cumplir nunca sus expectativas lo demuestra, a su I
I lo que le resulta inh óspito y la pone en lo que le es familiar. Esto se mues-
juicio, que pese a todos sus esfuerzos ha dejado siempre sin \ tra con la mayor evidencia cuando el juicio es totaimente incapaz de
colonizar esos « horizontes » globales de sentido, histó rica- llevar a feliz té rmino su pretension de identidad , bien porque su objeto
exige demasiado dei procedimiento (el “ mundo ” , la “ vida” , la “ historia ” ,
la “ conciencia ” ) , bien porque no bay suficiente espacio libre para el pro-
I cedimiento, como en situaciones de compulsion a la action, donde lo
insusceptibles de captation objetiva . ( ... ) Aqui no se trata de rellenar con necesario es una r ápida orientation y una dr ástica plausibiiidad » ( H. Blu -
detalles este breve y seguramente nada completo esbozo del potencial menberg: « Una aproximació n antropol ógica a la actualidad de la retó ri-
enunciativo de la met á fora de Ia luz, sino que hay que mostrar có mo las ca », en Las realidades en que vivimos, cit., pp. 125-126. ) . El texto es de
metamorfosis de ia metá fora b ásica son indicio de los c â mbios en la com - 1971; la intuition, la misma.
prensión del mundo y dei yo ] ( op . cit ., pp. 432-433 ). !
22 23
proporcionan a todo un conjunto de juicios identitarios bles de las metáforas que Blumenberg denomina « metaf ó-
una guia de sentido, una clave com ú n de comprensión. Lo ricas de fondo », marcos ú ltimos de decisiones y conjeturas
que, usando necesariamente a su vez metáforas, permite previas con los que, presos de horror vacui , completamos
ir balizando una metaforología como la propuesta, es ese los espacios en blanco de nuestras retículas conceptuales, y
« campo » de cuyos detalles deber á n ocuparse, por su parte , cuyo est ú dio abre así a la esperanza de aclarar no pocos
las investigaciones estrictamente terminol ógicas, ese «sub- aspectos « de la autocomprensió n hist ó rica de la filosofia »
suelo de impulsos que adoptan forma de imágenes» ( vid . ( vid . p. 165) . S ólo que, quiz á, esa investigaci ó n que aqui se
p. 220 ) cuya extremada labilidad no impide, sino todo lo inicia sea tan incompletable como el propio fondo de pro-
contrario, el juego de sustituciones y transformaciones his- vision del que extraemos nuestro potencial de imágenes,
t óricas a que ese campo de lo pre - conceptual se encuentra nuestra capacidad imaginativa, nuestros recursos de fic-
inevitablemente sometido . ció n, sino que es tesis declarada de nuestro autor, como el
Que la « verdad» de las met áforas ( absolutas) sea pues lector comprobar á, que no s ólo el lenguaje, sino tambié n
tan só lo una verdad pragm ática, histó rica, y que ia corres- ese fondo determina ( otra vez ) y canaliza inexorablemente
pondiente metaforología no pueda ya considerar esas res- todas nuestras posibilidades de que algo se nos muestre,
puestas « ret óricas» a la pregunta global por « el sentido » todos nuestros caminos para entender y valorar. Es por
(signifique eso lo que signifique) sino como objetos de un eso, a mi juicio, por lo que una y otra vez invoca el texto la
conocimiento a su vez histórico, de los que hoy el investi- noción de «paradigma», sobre cuyo ú ltimo alcance (en es-
gador no puede sonar en obtener la calma de una respues- pecial por lo que hace a su relaci ón con el uso casi coetá-
ta « definitiva », son consecuencias obvias de semejante neo que tiene el t é rmino en Kuhn ) alguna vez han discuti-
planteamiento. Y de ahí que, a su vez, esas mismas metáfo- do los intérpretes22. Y es que hablar de « paradigma» , en el
ras tenga su propia historia, por así decir su biografia, un sentido gramatical que el t é rmino tiene para los filólogos,
decurso temporal propio que parece determinar (sí, deter- y que Lichtenberg aplico tambié n, metaforicamente, a la
minar, la palabra comparece más de una vez ) las opciones historia de la ciê ncia, es justamente aqui lo apropiado. Por -
estrictamente intelectuales que los hombres han ido to- que cuando se ha aprendido ya, con Husserl, que la trasla-
mando en el interior de esos marcos sin parangón . Las ció n al campo hist órico de los procedimientos fenomeno-
JI met áforas absolutas traslucen, para el ojo historicamente l ógicos hace que resulte inalcazable, en el tiempo, la
adiestrado, « las certezas, las conjeturas, las valoraciones
fundamentals y sustentadoras que regulan actitudes, ex-
pectativas, acciones y omisiones, aspiraciones e ilusiones, 22. Y también el propio Blumenberg, que a lo largo de los anos ha
venido comentando (por cierto, que con notable falta de claridad) el
intereses e indiferencias de una época » ( vid . p. 63 ) ; una concepto kuhniano de paradigma : vid . «El paradigma, gramaticalmen
-
é poca que, desde luego, no era reflexivamente consciente te » , texto extra ído pp
( . 195 -199 ) de « Beobachtungen an Metaphern »

de la propia metaf órica de la que se servia . Entendemos ( Archiv ftir Begriffsgeschichte, 15 [1971], n.° 2, pp. 161- 214 ), posterior-
ahora, o así me gustar ía creerlo, por qué la metaforología mente en Wirklichkeiten..., cit., pp. 159-163 de la trad , espanola y en
AMS, pp. 172-176) ; «Metaparadigma », en Begriffe in Geschichten, cit.,
se comprende a sí misma como ciê ncia auxiliar de la Be -
pp . 128-129. Si no le malinterpreto, Blumenberg parece sugerir que el
griffsgeschichte, de la historia conceptual. «Antes» y « por sentido kuhniano del té rmino no es, textualmente, distinto del de « ejem-
debajo de » (o «en torno a » ) las transformaciones concep - s plar », y gusta de mencionar de inmediato la correspondiente noción de
tuales de superficie, está n esos usos historicamente rastrea- « paradigma » de Lichtenberg al que ( vid. texto ) él mismo parece acogerse.

24 25
plenificació n de la mirada histó rica, no cabe perseguir ti-
haberse sendimentado, al menos en una de sus corrientes,
pologías cerradas, sino establecer, justamente, « paradig-
en el monumental, y a ú n inacabado, Historisches W òrter-
mas » , vale decir, « modelos» o «formas ejemplares de decli-
bucb de Philosophie auspiciado por Joachim Ritter, here-
naci ó n » conforme a los cuales sea posible conjugar, a
dero a su vez del W õrterbuch der philosophischen Begriffe
rengló n seguido, las posibilidades de variación (histórica)
de Rudolf Eisler, del que tanto se burlara Rothacker . Anos
de otros innumerables enunciados metaf óricos; funció n
más tarde, aunque con matices, Hans Blumenberg no pa-
para la que, por lo dem ás, apenas se encontrar á natural-
rece abocado a cambiar esa opinion 23. Que, entretanto, la
mente mejor modelo que esas « metáforas absolutas» con
metaforología no haya podido lograr acomodo en el W õ r-
las que, como dijimos, se reorganiza trans-conceptualmen-
te un todo vivencial, y con arreglo a las cuales una época
terbuch de Ritter, como se encarga de aclarar y lamen- —
declina cada vez sus elementos de orientació n y de deci - —
tar el mismo editor en su pr ólogo , obedece a la sensa-
24

ció n experimentada en « el círculo del editor » de que la


sion (caso particular, y por retomar el ejemplo favorito de
investigation conducente a delinear esa exigida « historia
Lichtenberg: esa «metáfora absoluta », en cuanto respuesta
de las metáforas», metáforas que tienen historia « en un
a la pregunta por « el puesto del hombre en el cosmos», que
sentido más radical que los conceptos» , se encontraba en
la Modernidad adopt ó como su modelo entitativo, y que
un está dio preliminar que hacía poco aconsejable introdu -
Lichtenberg considero que deb ía convertirse en « modelo
ce en el Diccionario lo que no podr ía pasar de mera im -
de declinació n » para cualquier tipo de actividad científica
provisation; una apreciació n con la que, serenamente , Blu-
— aqui el enlace con el concepto de Kuhn). Una metaforo- menberg se manifesto de acuerdo23. No parece importarle
logía, pues, no la metaforología ; y, para ella, paradigmas,
mucho la exclusion, porque, aun cuando existan declara-
no el ú nico e impensable paradigma; aplicació n al subsue-
ciones más precisas que parecen matizar lo que dir é , pa-
2S
lo metaf ó rico, imaginai, de un «logos» del que tampoco
receria como si el proyecto de la metaforología ya no lle-
cabe esperar ya m ás resultados que los que la propia meta-
gase a abandonarle nunca. Dejar á atr ás Hamburgo, Kiel.
forología se avenga a asignar a semejante instrumento infi-
cionado de retó rica.

El profesor que en 1958 expone este proyecto, publi- 23 . « Cuando en 1960 Erich Rothacker publicó los Paradigmas para
cado en 1960 en el Archiv, tiene pues la pretension de una metaforología en su Archiv fãr Begriffsgeschichte ( «Archivo para la
servir con sus pesquisas a la causa de la « Historia concep - historia de los conceptos» ) pensaba, al igual que su autor , en una metodo-
logia subsidiaria para aqueila historia, que por aquella é poca tomaba for-
tual », esa inquietud por hacerse cr íticamente cargo de los ma . Desde entonces no ha cambiado nada en la funció n de la metaforolo-
aspectos histó ricos de los conceptos filos óficos a la que, gía, si acaso algo en su referente; ante todo, porque hay que concebir la
como se sabe, desde el siglo XVIII ven ían dedicando esfuer- metá fora como un caso especial de inconceptuabilidad [Unbegriffli-
zos, lexicográficos o histó rico -conceptuales, tanto histo- chkeit]» (H. Blumenberg: «Aproximació n a una teoria de la inconceptua-
riadores de la filosofia como pensadores preocupados por .
bilidad », en Naufragio. ., cit., p. 97. Este texto es uno de los más densa-
mente te ó ricos firmados por nuestro autor) .
la dimension histó rica de la reflexion; una compleja cade- 24. Vol. I, SchwabeVerlag, Basel-Stuttgart, 1971, pp. VIII-IX.
na de elaboraciones, acaso iniciada en 1726 por J. G. -
25. « Beobachtungen an Metaphern » , cit., pp. 161 162.
Walch, que a través de no pocas luchas, y enfrentamientos 26. « Cuando en el semestre de invierno de 1978/1979 yo volvi de
de personalidades que poco ten ían en com ú n, parece hoy nuevo, en mis lecciones, a la concepció n de una metaforología...» (H.
Blumenberg, La legibtlidad..., cit . , p , 16) .

26 27
Ser á catedr ático : en Giessen, desde 1960; en Bochum, aplastados por ella, una realidad inh óspita, inquietan -
desde 1965; en Miinster, desde 1970 y hasta su jubilaci ó n te, insoportable en su prepot ê ncia, es ya lecci ó n anti -
en 1985. Segú n han observado no pocos inté rpretes, ir á gua 27; pero acaso lo sea menos la extension de semejante
perdiendo lentamente esa aura de «optimismo» de sus pri-
1 apreciación a la ciência y a la té cnica, a la ciudad y al pro-
meros tiempos, cuando primero juzgó aú n viable la meta- pio mundo, a toda forma de narració n, de sueno, de ima-
f ísica, y luego , más tarde, declaro ( al final, justamente, de gen, de cultura o de institució n : vale decir , a cualquiera de
Paradigmas ) que, como « metáforica literal» que es, está esas «cavernas culturales» con las que esos seres dé biles
llamada a ser sustituida por la emergente metaf ó rica. « Op- que se quedan « dentro» de la caverna tratan de protegerse
timista » o «pesimista » , esas dos caracterizaciones ilus ó rias, de las inclem ê ncias del « exterior » 28 . Somos, en verdad, se-
su trayectoria proseguir á ahondando el surco abierto, per- res desprotegidos, inermes en lo abierto ; para nosotros,
siguiendo esas « metáforas absolutas » en cuyo marco inob- eso que denominamos «el para íso » quedó ya siempre atr ás.
jetivable el hombre reorganiza una y otra vez sus datos. Así que, aun cuando nuestra entrada en «el mundo », nues-
Vendr á n, rodeados muchas veces del correspondiente halo tro necesario ingreso en « la historia » , no pueda hacerse
de «trabajos menores», esos «grandes textos» de los que ya nunca sino «saliendo » de la caverna, ni siquiera habr íamos
arriba se ha dado noticia, en muchos de los cuales encon- sobrevivido, se insiste, de no haber vuelto a «entrar » para
trar á su peculiar acomodo una u otra de esas metáforas refugiamos en ellas. No otro es el precio de esa visibiiidad
irreducibles a compás de cuyas transformaciones se puede que adquirimos cuando no ciertamente (como creían los
escribir, por cierto, la historia entera de nuestra cultura: el griegos) salimos de la Tierra y sus profundidades hacia la
libro de la Naturaleza, la vida como naufragio, el coperni- luz, sino más bien abandonamos para vagabundear maes-
canismo, lo risible de Ia teoria, la auto-afirmació n moder- tro primer espacio de protecció n, la selva primordial .
29

na de la ci ê ncia y la té cnica, la caverna y sus protecciones... Que a su vez, e insistamos en ello, tampoco sea posible
Tan sinuosa como torrencialmente, Blumenberg avanza sin mantener la vida sin encaminar de nuevo los pasos hacia
detenerse hacia una teoria (imposible, pero no vacía ) ra- « el exterior », es sólo una manifestaci ó n del dilema caver -
zonablemente general de la relació n hombre/ mundo; una
teoria que, exigê ncias de su propia tesis, tiende menos a
« re-presentar » en abstracto que a « presentar » en concreto,
27. Es la tesis que, con diversos acordes, se repite como es sabido a
mediante an écdotas e historias de apariencia menor, mar- todo lo largo de Trabajo sobre el mito, cit . ( vid . pp. 33 [«Si una de las
ginal. Me parece, sin embargo, que a través de tantas va- funciones del mito es conducir la indeterminación de lo ominoso a una
riaciones hay al menos un tema modulá ndose de continuo : concreció n de nombres y bacer de lo inhóspito e inquietante algo que nos
la necesaria sustitució n, por parte de un « hombre » que si sea familiar y accesible; ei subrayado es mío], 416 [ «De la tesis de que el
no hiciera eso no tendr ía manera alguna de sobrevivir, de —
propio mito como la m ás antigua elaboració n de aquellos horrores de

una realidad (Wirklicbkeit ) intocable, pavorosa, indome-



lo desconocido y prepotente constituye una forma de actuació n con-
ducente a la humanización del mundo...»], etc., pero especialmente la
nable, absoluta, indiferente a todo valor, por proyecciones tajante declaració n de la p. 133, donde se habla de la Distanzfunktion des
ret óricas, constructos ficcionales con los que exorcizar Mythos, de la funció n de distanciamiento del mito. )
28. Esta es la tem á tica especialmente desarrollada , como se sab é , en
nuestros miedos, darnos a nosotros mismos una ilusió n de
H õlenausgãnge, cit ., passim . Cf . especialmente el cap. V ( « Zufluchten
seguridad. Que el « mito » constituye una de esas «panta- aus der Sichtbarkeit» ) , pp. 55 ss.
llas» representativas con que filtramos, para no vernos 29 . H ò lenausgange, cit., p. 25.

28 29
I

nario, del car ácter ambivalente de la metáfora-30 . Pero aca- uno de sus aspectos, no hace m ás que poner de manifiesto
so es que esta metáfora es realmente paradigm á tica, y en lo que la muda realidad tiene que decir de sí. Lo que, en
ella se expresa, como antes insinu á bamos, la misma vision cambio, hallaremos en sus textos es una cada vez más fir-
de fondo que ya nos sali ó al encuentro al analizar Paradig - me convicci ó n de lo imposible que es ya volver atr ás, espe-
mas : y es que, así como las metáforas «absolutas » no supo- rar un retorno de «Dios» y de « la verdad » . Por citar pala-
nen nunca aquietamiento de la pregunta, supresió n de las bras tajantes: «La verdad como aspiració n suprema, como
inquisiciones, tampoco el tr â nsito a las « cavernas cultura- sumo bien que en nuestra tradici ó n se identifica en ú ltima
les» , esa «exoneración » (Entlastung ) del « realismo » del instancia con la divinidad está ya, como argumento, muer-
paisaje abierto, permite pensar en superaci ón ni supresió n ta. No dudo de que este fenó meno tiene algo que ver con
alguna de las necesidades y cuestiones elementales que la el que Nietzsche denomino miticamente la muerte de
cultura trata de satisfacer , y que está obligada a respetar31 . Dios» 32. Todas nuestras estrat égias para distanciamos de
Así que henos otra vez enfrentados, quié n lo diria, con lo insoportable que nos angustia, todo ese dinamismo que
el hornbre : ese ser, como preferir á formul á rio Lebenszeit derrochamos para establecer «significados», no consegui-
und Weltzeit , al que el progreso de su ciência hace cada r á n nunca, por lo tanto, esa ú ltima erradicació n de la in -
vez más consciente de la irrestanable inconmensurabilidad quietud simbolizada por esos nombres33. Si «filosofia » , en
entre el tiempo de su vida y el tiempo cósmico, y que cada este contexto, significa tanto como atenció n y retorno a
vez se ve así más abocado a la conciencia de haber perdido « or ígenes » y « finales » , « nacimientos » y « muertes », el Blu -
ese factor inasible pero valiosísimo, el «sentido » , que en su menberg de la madurez habr ía dejado de ser filósofo, por
mundo vital cotidiano se da siempre por supuesto, y tiene, cuanto es constante en é l el rechazo a considerar que tales
justamente, caracteres de constante imperceptible e impl í- umbrales últimos en los que enmarcar los decursos, objeto
cita, hechuras de incuestionabilidad. Blumenberg levanta como son del «saber », lo puedan ser tambié n del « pensar »
acta de esta situació n, pero eso no supone en absoluto que y por ende de la «creencia ». Es en H òlenausgànge , me pa-
comparta esos menosprecios de ci ê ncia y alabanza de arte- rece, donde se expresa con mayor precision esta sutil para-
sanía al que tan acostumbrados estamos, al menos, desde doja, y por cierto que bajo la cortante decision que ya ex-
el descubrimiento del ábaco. No; en esto, su postura es presa la primera frase : « Einen Anfang der Zeit k õ nnen wir
clara, y constantes sus declaraciones: no sólo el proceso de
la ciê ncia es irreversible y beneficioso, sino que aqu élla, en
32. La inquietud..., cit., trad cit., pp. 61-62.
,

33. «... Bedeutsamkeit... ist die Form, in der der Hintergrund des
30 . « Die Dilemma der Hõ hle ist, daf 3 sich zwar in ihr leben, nicht Nichts als dessen, was ã ngstet, auf Distanz gebracht worden ist, wobei
aber der Lebensunterhalt finden láEt. Das Leben in der Hõ hle wird ver- die Funktion des Bedeutsamen ohne diese “ Urgeschichte ” unverstanden ,
sorgt durch das Verlassen der H õ hle...» [El dilema de la caverna es que, obwohi gegenwá rtig, bleibt . Denn das Bediirfnis nach Bedeutsamkeit
ciertamente, en ella se puede vivir, pero no encontrar m édios de subsis- I
wurzelt darin, daF wir uns ais der À ngstigung nie endgultig enthoben
tência . Para asegurar la vida en la caverna hay que salir de ella .. . ] (.Hole - bewuEt sind » [... la propiedad de significativo... es la forma de distanciar -
nausgdnge, c /í., p. 29 ) . II se del trasfondo de la nada angustiante, quedando, sin esa « historia origi-
31. Vid . en este sentido un texto breve, pero altamente denso : « Na - naria», incomprendida, pero presente, la funció n de la significació n , pues
chdenklichlceit» [Cavilosidad], publicado en ei n. dei 21 de noviembre de la demanda de significació n viene enraizada en el hecho de que nosotros
1980 deiNeue Zurcher Zeitung , pp. 65-66 ( también en la Deutsche Akade - nunca somos conscientes de haber sido liberados definitivamente de esa
mie fiir Sprache und Dicbtung. Jabrbucb, Heidelberg, 1980, pp. 57- 61 ) . situació n angustiante» ] ( Trabajo sobre el mito, c /í., p. 124 ).

30 31
1
nicht denken », « no podemos pensar un inicio del tiempo» ú ltima instancia a «definició n », el modo de relacionarse
(pues ya estaria, a su vez, inclu ído en el tiempo)34. Exclu í- positivamente, ese ser desamparado que es el hombre, con
do del «sentido» , exclu ído de poder pensar el «principio» y la fria potência de lo que hay. Y la respuesta es sencilla:
el « final » en que la antigua tradició n clásico-cristiana de- « no entablando relaciones inmediatas con esa realidad. La j
posito sus desaforadas expectativas de sentido, al sujeto relaci ó n del hombre con lá realidad es indirecta, complica- (
1
blumenberguiano no le cabe pues sino lo que ya ( hemos da, aplazada, selectiva y, ante todo, “ metaf ó rica” . (.. . ) El j
visto que) hace: dar nombres a lo sin - nombre35 , mantener- animal symbolicum domina una realidad genuinamente
1
se en la ú nica posición que le garantiza su propia supervi- mortífera para él haciéndola reemplazar, representar; apar -
vencia ( es a saber , a distancia de los inicios), producir una ta la mirada de lo que le resulta inh óspito y la pone en lo
y otra vez esos « rodeos» y « digresiones» que constituyen la que le es familiar »37. Animal simb ólico, animal metaf ó rico,
trama misma de la cultura, humanizació n de la vida y am - el hombre sobrevive proyectando, más que probablemente
paro frente a la barbarie36. Por eso, y pese a todo su , diga- sobre el vacuo fondo inatacable de la pared de la Nada3 íl,
mos, « relativismo», Blumenberg se cree finalmente capaci- determinaciones de lo indeterminado (cuya forma general,
tado para caracterizar en té rminos generales, todo lo nos ensena Arbeit ,.., es justamente el mito39 ) , imágenes va-
« anti - metaf ísicamente » que se quiera, pero con sabor en riadamente cristalizadas que ya no pueden ser « verdades
ú ltimas, ontologias o historias del ser o metaf ísicas» , sino,
sencillamente, «algo interpretable que precede a otra cosa
34. « Paradox ist: Wir wissen, daí? wir sterben mussen, aber wirg /tfM- interpretable» 40, autê nticas ilusiones ópticas que hacen
.

ben es nicht, weii wir es nicht denken k õ nnen. Nicht anders und nicht « como si » aprehendiesen efectivamente algo, y que el sa-

weniger paradox ist , daí? wir wissen, angefangen zu haben weii ange- ber desvanece (aumentando así la infelicidad ) ; pero que
— —
fangen worden zu sein , ohne es glauben weii nicht denken zu k õn- —
nen [Es parad ó jico : sabemos que tenemos que morir, pero no io creemos ,
también constituyen la ú nica via de acceso a eso que, sin
porque no podemos pensarlo . Iguai y no menos parad ó jico es que sabemos
ellas, seguiria siendo para nosotros «total y absolutamente í

que hemos tenido un comienzo pues comienzo tuvo nuestro ser , sin — desconocido e inquietante » , ganz undgar Unbekanntes und

poder creerlo al no poder pensarlo] (op. cit ., p. 11). Unheimliches4' . l
35. Vid. « Die Weit hat keinen Namen », en Ein mògliches Selbstvers- El hombre, pues: un ser inquieto y dubitativo, empren-
tàndnis , cit ., pp. 46-61.
36 . « S ó lo podemos existir si tomamos rodeos. Si todos fueran por
dedor y hambriento, curioso y angustiado, el ú nico animal
ei camino m á s corto que ios dem á s, só io liegar ía uno. ( ... ) La cuitura que desconfia y anda haciendo planes para alcanzar una fe-
consiste en ei hailazgo y ia disposició n, ia descripció n y el encarecimien - licidad que se le hurta... Sin el manto del sentido, ning ú n
to, la revalorizaci ó n y la recompensació n de los rodeos. Por eso tiene la otro animal en la tierra habr á experimentado con tanta
cultura el aspecto, por un lado, de racionalidad deficiente ; porque, en I fuerza la absoluta necesidad cie encontrar un consuelo ;
sentido riguroso, solamente el camino m ás corto obtiene el seilo de valor
de la razó n ... Ahora bien, ios rodeos son los que dan a la cultura la fun -
I como que hasta eso mismo podr ía ser su definici ó n: «el ser
ció n de humanizar ia vida. El supuesto “ arte vital ” de los caminos m á s 1
cortos es barbarie a través de ia consecuencia de sus exclusiones. (... ) El
mundo recibe sentido merced a los rodeos en éi de la cultura. O expresa- I
;í 37. Las realidades... , trad , cit., p , 125.
do algo m ás piadosamente : el sentido del mundo resulta confirmado, t 38.. La legibilidad..., trad cit., pp . 17-18 .
,

exactamente como lo es el sentido de que todos esos que pueden dar 39. Trabajo... , cit., p. 186.
rodeos no sean s ólo pocos, o s ólo uno en absoluto » ( La inquietud..., trad , 40. La legibilidad..., trad cit., p. 18 .
,

cit., pp. 116-117) . 41. Holenausgànge , cit., p. 22.


i
%
32 aI 33
n

Fischer , glosando memorablemente la figura de Cassirer :


necesitado de consuelo » ; solo que dcó mo hacerlo ? « No cabe «Siempre consider é como una condecoraci ó n el reproche
consolar a nadie de que se tiene que morir »42. Y sobre todo:
de “ historicismo ” que se me ha hecho»4\ Y es que « histori -
ies compatible ese eterno perseguir el consuelo con una I
cismo », aqui, significa en primer té rmino un imperativo éti -

serena inteligê ncia del exacto funcionamiento del mecanis -


co , la obligació n moral, impuesta por el saber histórico , de
mo de la proyecció n ? ciNo se oponen en esto, por citar una i « no dar lo humano por perdido » : « Los primeros habitantes
vez m ás dos nombres de cariz simb ólico, Goethe y Nietz- 1
1
de la Patagonia, así como los kwakiutl, que recientemente
sche, la retina y el olfato, Weimar y el pabell ó n auditivo ? 43 I han conseguido el honor de convertirse en un objeto acad é-
Con el paso de los anos, y con el progresivo ahondar en
I mico, tienen derecho no ú nicamente a que les dejen vivir ,
f ó rmulas del tipo de las citadas, la prosa de Blumenberg sino tambié n a no ser olvidados por aquellos que se dedican
parece complacerse cada vez más en una meditatio mortis, I
a teorizar, a ver valorada y conservada, en sus personas, la
,
i
en el recuerdo de que la filosofia «se muestra como el arte
1 porci ó n de humanidad que les corresponde »46 . Si el ojo , o
de la resignació n » 44. Nada tiene pues de extrano que, a los § quiz á mejor el oído del fil ósofo transmutado en metafor ó-
ojos de muchos int é rpretes, nos encontremos sin m ás ante
logo e historiador se orienta hacia los tropos, hacia ese po-
un típico pensador post- moderno, que celebra el funeral de
der mitopoi é tico que aqui parece apresar lo humano, no es
los « grandes relatos» entre paseos desencantados por las sa-
pues con el irresponsable prop ósito de homogeneizar la
las más cerradas del museo de los ideales y un fr ívolo rego-
1 vida bajo el signo de la indiferencia, sino todo lo contrario:
cijarse con los enganos de la ret ó rica. Interpretaci ó n poten -
con el muy responsable prop ósito de homogeneizar la vida,
te, y cuya plausibilidad. aqui no discutiremos, pero que,
si, pero bajo el signo del respeto, de la necesidad de atender
desde luego, difiere profundamente de la que el propio Blu -
a aquellas formas periclitadas de la existê ncia que nunca
menberg ha solido suscribir . Y es que, a su juicio, ni el pro-
nos tuvieron por destinarios, pero que siguen reclamando
yecto metaforológico ni la despedida de todo origen ( y de - de nosotros, escrutadores del tiempo, esa elemental solida -
todo final ) supone en rigor otra cosa que una consciente
1 ridad del descifrar y comprender . «Leer lo legible » , escribió
aceptació n de la chatura de todo presente, de lo inevitable-
Blumenberg en el p á rrafo final de La legibilidad del mun -
mente hist órico de la experiencia de los hombres. Lo pro -
do, «significa que el destinatá rio no rechaza lo que a é l le
clamo en su discurso de aceptaci ó n del pr é mio Kuno
concierne o podr ía concernir , incluso aunque ya no pueda
creer que allí se haga referencia a él. » Leer lo legible, en
42. La inquietud... , trad , cit., p. 129. Y en otro lugar : « <: Cu á ndo otros té rminos, es como desentranar textos de culturas ol-
hubo menos consuelo que hoy , cu á ndo se lo ha reclamado menos ? » ( ibid ., I
vidadas: pecios del universal naufragio a los que no en vano,
p. 173 ) . La clasificació n del hombre como «ser necesitado de consuelo »,
.

en ibid ., p. 131 (donde se pone en estrecha relació n con su definici ó n como el concepto a sus primitivas met áforas, tendemos a
como « animal simb ólico » ) . I considerar, con algo de desprecio, como « restos». Solo que
I
43. « Goethe no habría comprendido ni aceptado aquello que Nietz- es aqui, justamente, donde hacen su irrupció n las ensehan -
sche sacará, finalmente, a relucir: el antropocentrismo de nuestra imagen zas del historicismo, dibujando adem á s una posici ó n de
de la realidad. (... ) <iCó mo habría podido él prometer o esperar alguna

clase de consuelo si hubiera calado o lo hubiera, al menos, considerado

posible en el mecanismo de la proyecció n ? » ( La legibilidad ... , trad , cit.,
p. 232) .
45 . « Rememorando a Ernst Cassirer » , en Las realidades ... , cit.,
p . 172 .
44. « Philosophic erweist sich ais Kunst der Resignation » ( H òlen- 46 . Ibid .
ausgànge , cit ., p. 791) . I
i
1 35
34 ai
fondo de nuestro autor : «Pero el historicismo ha nivelado,
con toda razó n, el concepto de lo susceptible de ser conme-
morado: es digno de recuerdo lo que los seres humanos
hayan pensado alguna vez ; ieerlo cuando puede hacerse
legible constituye un acto de solidaridad que trasciende to - NOTA SOBRE LA EDICI Ó N
das las épocas» 4 ' . Con no poco, parece ser , de sorpresa, bajo
los rasgos del erudito , del escéptico, del epic ú reo sin ilusio -
nes, parece poder adivinarse, al cabo, el venerable perfil de s
un moralista.
I

La foto ocupa casi totalmente la superfície de la porta-


da. Es un rostro visible en sus tres cuartas partes, de nariz
aguilena y boca apretada, a la que contiene todavia más un 3

dedo de una larga, cuidadosamente afilada . La mirada es La traducci ó n se ajusta al texto publicado en 1998 por la
como de ave rapaz, inquisitiva y algo atemorizada; rezuma editorial Suhrkamp. Se han conservado casi todas sus
atención y curiosidad, la f é rrea voluntad de no dejar nada decisiones científicas y editoriales, con la sola excepci ón
sin entender. Aqui no se observa, pero el contemplador ha de que, caso de existir y de no inducir a error , se acude a
la correspondiente traducción a nuestro idioma de pasa -
i
visto ya anteriormente, aunque con otro formato, esta foto, n
y recuerda haber notado entonces que los punos, en aquel jes aqui citados de otro autor . Las referencias correspon-
lugar visibles, se cierran con esos gemelos que parecen com- dientes, en notas al pie, se incluyen bien entre los par ê n-
pendiar, como la corbata y el duro cuello de la camisa blan - tesis cuadrados que encierran la version espanola de la
ca, los h á bitos de la burguesia . Pocos pero profundos plie- cita, bien mediante notas ex professo , indicadas por aste -
gues de preocupaci ó n recorren una frente desguarnecida, risco. En muy contados casos, la presencia de par ê ntesis
bolsas de madurez abomban unos ojos hondamente exca- cuadrados indicar á una intervenci ó n en el texto que ha -
vados, protegidos por ancha sombra. El contemplador sabe yamos juzgado, por razones de erudición o similares, ne-
de quié n se trata: es la imagen normalmente difundida de cesaria.
Hans Blumenberg, dominando con su presencia el volumen
entero de Arbeit am Mythos. El contemplador creer ía en-
contrar aqui, poco menos que encarnada, esa funci ó n del
intelecto que, una vez, el propio fotografiado atribuyó a la
filosofia : la facultad de descripció n minuciosa, el inter és
por no dejar de advertir lo que nadie aú n ha advertido.

Madrid, junio de 2003.

47. Op. cittrad , cit., p. 413 .

36 37
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PARADIGMAS
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f PARA UNA METAFOROLOGÍA
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41
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INTRODUCCI Ó N

:: i

Intentemos imaginar por un momento que la filosofia


moderna se hubiese desarrollado segú.n el programa me -
t ó dico de Descartes, y hubiese llegado a esa conclusion
definitiva que Descartes considero de todo punto alcan -
zable. Este « estado final » de la filosofia, que para nuestra
:

experiencia hist ó rica no pasa de hipotético , se definiria


1
por los crité rios especificados en las cuatro Regias del
:
Discurso del M étodo cartesiano , en particular por esa cla -
i
; ridad y distinció n que la primera Regia exige de todos los
datos, aprehendidos en juicios. Ese ideal de objetiviza -
ció n total 1 se corresponderia con lo completo de la ter -

1. Descartes define como sigue los caracteres de la claridad y la


distinció n : Clara voco illam ( sc. ideam ) quae menti attendenti praesens et
aperta est... ( Oeuvres, ed. Adam -Tannery VIII , 13 ) Distinctam autem
illam, quae, cum clara sit , ab omnibus aliis ita seiuncta est et praecisa, ut
nihil plane aliudquam quod datum est in se contineat ( loc. cit., VIII,
}

I: 22) [Llamo clara a aquella (idea) que está presente y manifiesta al espíritu
atento... Distinta, en cambio, es aquella que , siendo clara, de tal modo
í está separada y recortada de todas las otras, que no contiene en sí nada
;
m ás que lo que es claro: Principia Philosophiae ; cf . la trad casteilana de
,

la version francesa : Los princí pios de la filosofia , intr., trad , y notas de


Guillermo Quintás, Alianza, Madrid, 1995, p. 48]. La dependencia de la
teoria estoica del conocimiento y de su ideal de la representació n catalé p -
I tica es inequ ívoca, por m ás que todavia no se haya clarificado suficiente-
mente. '
!

41
minología, que capta la presencia y la precision de lo conjeturas y proyecciones, de su «fantasia » , en ese nuevo
dado en conceptos definidos. En ese estado final, el len - sentido productivo desconocido para la Antigiiedad .
guaje filosófico seria, en sentido estricto, puramente « con - Guarda tambié n relació n con la tarea de una « lógica
ceptual» : todo pitede definirse, así que todo tiene tam - de la fantasia», y una relación indudablemente ejemplar , el
bi é n que definirse, ya no queda nada logicamente tratamiento del discurso «translaticio », de la metaf ó ra, que
« provisional », lo mismo que ha desaparecido la morale
hasta entonces pertenecía al cap ítulo de las figuras de la
provisoire [moral provisional]. De ahora en adelante, to- retórica . Esta clasificaci ó n tradicional de la metá fora en la
das las formas y elementos del modo traslaticio de ha - teoria de los ornamentos del discurso p ú blico no es casual :
blar , en el m ás amplio sentido , resultar ían provisionales para la Antigiiedad, el logos igualaba por principio al todo
y logicamente superables; su ú nico significado funcionai del ente. Kósmos y logos eran términos correlativos. Aqui,
seria el de ser pasos, el espíritu humano se adelantaría en la metáfora no tiene forma de enriquecer la capacidad de
ellos a su consumáció n responsable , ser ían expresi ó n de los m é dios de expresi ó n ; no es más que un medio de con -
esa précipitation [precipitació n] que Descartes, asimismo seguir que el enunciado sea eficaz , que afecte e interese a
en la primera Regia, ordena evitar . sus destinatá rios pol íticos y forenses. La perfecta congru ê n-
Pero una vez conseguido su estado conceptual definiti - cia de logos y k ósmos excluye que el discurso traslaticio
vamente v álido, la filosofia tendr ía al tiempo que perder
pueda producir algo que el K Ú p i o v ovopa [nombre sobera-
todo inter és justificable por investigar la historia de sus no] no lleve igualmente a cabo. En el fondo, el orador , el
conceptos. Vista desde el ideal de una terminologia defini- poeta no pueden decir nada que no pudiera presentarse
tivamente válida, en general la historia de los conceptos tambi én de forma teor é tico-conceptual; lo específico, en
solo puede tener un valor cr ítico- destructivo, un papei que su caso, no es el qué, sino solo el como . La posibilidad y la
se acabaria una vez conseguida la meta: esa remoci ó n de la pot ê ncia de la persuasion era, desde luego, una de las ex-
carga multi- opaca de la tradici ón que Descartes sintetiza periências elementales de la vida de la antigua polis, tan
en el segundo de sus conceptos críticos básicos, el de pre- elemental, que Plató n pudo presentar la fase decisiva de su
vention [ prevenci ó n] (correspondiente a los « ídolos » de cosmogonia mítica en el Timeo como un acto retó rico de
Francis Bacon ). « Historia » : esto no es pues aqui otra cosa « persuasion » de la anánke [ necesidad ] . El significado de la
que precipitaci ó n (; précipitation ) y prevenció n ( prevention) , ret ó rica, que hoy nos resulta dif ícil de valorar como mere-
p é rdida de la presencia exacta, cuya met ó dica recupera- ce, aclara lo decisivo que fue para la filosofia interpretar la
ción anula la historicidad. Giambattista Vico fue el prime- fuerza de la convicció n como una «cualidad» de la verdad
ro que vio que la l ógica de la primera Regia desustancializa misma, y el arte y los recursos de la oratoria solo como una
la Historia, y quien primero le contrapuso la idea de una ejecució n adecuada y un reforzamiento de esa cualidad. La
« l ógica de la fantasia » . Partia del presupuesto de que la
polémica en torno a la clasificación funcional de la retó ri-
claridad y distinció n exigidas por Descartes le está n exclu - ca, la protesta frente a la pretension sof ística de autonomi-
sivamente reservadas a la relación intelectiva que el crea- zar la técnica de la persuasion, fueron procesos fundamen-
dor mantiene con su obra: verum ipsnm factum [lo verda- tals de la historia antigua de la filosofia cuyas irradiaciones
dero es lo hecho]. <iQu é le queda al hombre ? No la sobre nuestra entera historia espiritual a ú n estamos lejos
« claridad » de lo dado, sino la de eso que él mismo ha pro-
de dominar. No menos cierto es que el sometimiento pla-
ducido : el mundo de sus imágenes y constructos, de sus t ó nico de la retó rica, sellado por la Patr ística cristiana, ha

42 43
reducido definitivamente las maté rias que por tradició n lisis de su funció n enunciativa, conceptualmente irresolu-
escolar pertenecen a la retó rica al mero aparato técnico de ble, constituiria una pieza esencial de la historia de los con -
los «médios operativos» , aun cuando, eso sí, sacados del ceptos (en este tan amplio sentido del término ) . Pero es
arsenal de la propia verdad. De ahí que nunca se llegase a más : la identificación de metáforas absolutas permitiria que
cuestionar si el artificio ret ó rico de la translatio pudiese tambi én apareciesen bajo otra luz esas metáforas que se
servir para algo más que para suscitar «placer» al comuni- empezó por llamar rudimentarias, por cuanto que hasta la
car la verdad. Que despu és eso no se cuestionase y que no teleología cartesiana de la logicizaci ó n, en cuyo contexto
hubiera lugar a cuestionarlo no excluye desde luego el he- aqu éllas se califican de « residuales» , ya se habr ía estrellado
cho de que las met áforas no han dejado nunca de producir contra la existê ncia de transferencias absolutas. La equipa-
semejante plus en el rendimiento elocutivo. Si así no fuera, raci ó n entre el modo translatiçio y el modo impropio de
la tarea de una metaforología nacer ía ya frustrada, toda hablar se hace aqui discutible; ya Vico había explicado que
vez que se pondr á de manifiesto una peculiar situació n : el lenguaje metaf ó rico era tan «propio » como el lenguaje
que el « descubrimiento» reflexionante de la autêntica po- que com ú nmente pasa por propio 2, sin más reca ída en el
tê ncia de la metaf ó rica deja sin valor las met áforas produ - esquema cartesiano que la de reservar para el lenguaje de
cidas sobre esa base como objetos de una metaforología la fantasia una época primitiva de la Historia. En general,
histórica. Un an álisis tiene sin duda que interesarse por la exhibició n de metáforas absolutas deber ía permitimos
averiguar qu é « car ê ncia» lógica es esa para la que la metá- pensar de nuevo a fondo la relaci ó n entre fantasia y lógos,
fora hace de sustitutivo, y semejante aporia se presenta y justamente en el sentido de tomar el â mbito de la fanta-
precisamente con Ia mayor claridad allí donde teoricamen- sia no s ó lo como sustrato para transformaciones en la esfe-
te no está « permitida » en absoluto. ra de lo conceptual — en donde, por así decirlo, pueda ser
Estas consideraciones historiogr áficas sobre el «oculta- elaborado y transformado elemento tras elemento, hasta
miento » de la metáfora nos llevan a la pregunta fundamen- —
que se agote el dep ósito de imágenes sino como una
tal: í bajo qu é presupuestos pueden tener legitimidad las esfera cãtãlizadora en la que desde luego el mundo con-
metáforas en el lenguaje filosófico ? Por de pronto , las me
t áforas pueden ser restos , rudimentos en el camino del mito
- ceptual se enriquece de continuo, pero sin por ello modifi-
car y consumir esa reserva fundacional de existê ncias.
-
al logos , en cuanto tales, son índices de la provisionalidad En este contexto, al lector familiarizado con Kant le
cartesiana de la situación, siempre y cada vez histó rica, de vendr á a la mem ó ria el par ágrafo 59 de la Crítica del Jui-
la filosofia, que tiene que medirse con la idealidad regula- cio , en donde ciertamente no comparece la expresió n «me-
tiva del puro lógos. Aqui, metaforología seria reflexion crí- táfora », pero sí se describe, a título de «símbolo », el proce-
tica que ha de descubrir, y transformar en piedra de escâ n- dimiento del transporte de la reflexion. Kant parte aqui de
dalo, lo impropio del enunciado traslaticio . S ólo que, su intuició n b ásica de que la realidad del concepto só lo se
adem ás — empecemos planteá ndolo como pura hip ótesis
ciertas metáforas pueden ser tambié n elementos básicos del
— puede exponer por medio de intuiciones. Esto, en el caso
de los conceptos empíricos, ocurre por medio de ejemplos,
lenguaje filosófico, «transferencias» que no se pueden re- en el caso de los conceptos puros del entendimiento por
conducir a lo propio, a la logicidad. Si fuese posible mos-
trar que se dan tales « transferencias» , transferencias que
habr ía que llamar « metáforas absolutas », la fijació n y aná- 2. Opere , ed. Ferrari (2. a ) , V, 186.

44 45
I

medio de esquemas, en el caso de los conceptos de raz ó n reflexionar sobre ambos y sobre su causalidad » *. Inmedia-
( « Ideas » ) , para los que no puede proporcionarse ninguna tamente despu és de este ejemplo está la frase que ha dado
intuition adecuada, ocurre poniendo bajo el concepto una su primer impulso a las presentes investigaciones: « Este
representation que solo tiene en com ú n con lo mentado la asunto ha sido, hasta ahora, a ú n poco analizado, aunque
forma de la reflexion, pero nada que corresponda al conte- merece una investigació n m ás profunda... ».
nido. Kant tiene motivos para no cederle a los nuevos lógi- Indudablemente, la tarea de una paradigmática meta-
cos la expresi ó n «sí mbolo » ; nosotros ya no los tenemos, o forológica es solo la de un trabajo preparató rio de esa « in -
mejor dicho, tenemos más de uno para regalar calurosa- vestigaci ó n más profunda » todavia pendiente. Se propone
mente esta sobrecargada expresió n. Kant llama « caracte- delimitar campos en los que se pueden conjeturar metáfo -
rismos » a las expresiones téticas que sirven de mero medio ras absolutas, y poner a prueba crité rios para su fijaci ó n .
de reproduction , mientras que sus «s í mbolos » cubren casi Que se dé a esas metáforas el nombre de absolutas solo
exactamente el uso que de aqui en adelante se haga de I significa que muestran su resist ê ncia a la pretension termi-
« met á fora » , como resulta claramente de los paradigmas nológica, que no se pueden resolver en conceptualidad, no
kantianos, entre los que tambié n se encuentra el pratum que una metáfora no pueda ser sustituida o reemplazada
ridet [r íe el prado] de Quintiliano . Nuestra « metáfora ab- por otra, o bien corregida por otra m ás precisa. De ahí que
soluta » se encuentra aqui como « transporte de la reflexion, tambi é n las metáforas absolutas tengan historia . Tienen
sobre un objeto de la intuició n, a otro concepto totalmente historia en un sentido m ás radical que los conceptos, pues
distinto, al cual quizá no pueda jamás corresponder direc- el cambio histó rico de una metáfora pone en primer plano
tamente una intuici ó n » ’ . Claramente se caracteriza la me-
5 la metacinética de los horizontes histó ricos de sentido y de
táfora como modelo en funció n pragmá tica, en la que debe las formas de mirar en cuyo interior experimentan los con -
ganarse una « regia de la reflexion » que pueda «aplicarse » ceptos sus modificaciones. Esa relación implicatoria deter -
en el uso de las ideas de la razó n , por tanto « un principio mina la relació n de la metaforología con la historia de los
no de la determinació n te ó rica del objeto, de lo que él en conceptos ( en sentido estrictamente terminológico ) como
sí sea, sino de la pr áctica, de lo que la idea de é l deba venir una relación que se ajusta aí tipo de la de servidumbre : la
a ser para nosotros y para el uso de la misma conforme a metaforología intenta acercarse a la subestructura del pen -
fin » **. Desde ese punto de vista, «todo nuestro conoci- samiento, al subsuelo, al caldo de cultivo de las cristaliza -
miento de Dios es meramente simb ó lico » (en terminologia ciones sistem áticas, pero tambi é n intenta hacer compren-
kantiana ), con lo que queda excluido tanto el antropomor- sible con qu é « coraje » se adelanta el esp í ritu en sus
fismo como el deísmo. O bien, por dar un ejemplo m ás de im ágenes a sí mismo y como disena su historia en el coraje
Kant, el mecanismo de la metáfora en su aplicaci ó n al Es - de conjeturar.
tado significa, que « entre un estado desp ótico y un molini -
11o no hay ning ú n parecido, pero sí lo hay en la regia de

* Crítica del Juicio, par ágrafo 59 ; trad de Manuel García Moren -


,

te para Espasa - Calpe, Madrid , 1977 (1914 or . ) , p. 262.


** Ibid ., trad cit., ioc. cit.
,
* Ibid ., trad , cit., p. 261.

46 47
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LA METAFÓ RICA DE LA « PODEROSA» VERDAD

11
|

Quien quisiese escribir una historia del concepto de verdad


en sentido estrictamente terminol ógico, esto es , dirigido a
§ la elaboration de las definiciones, obtendria una menguada
! cosecha . La m ás utilizada de las definiciones, veritas est
i
adaequatio rei et intellectus3 [la verdad es la adecuació n
§•
M
I
3 . Tom ás de Aquino cita asila definition, con un Isaac dicit in
libro De definitionibus [dice Isaac en ei libro Sobre las definiciones ] , en
*
la Summa theol I q. 16 a. 2 ad 2 y en De veritate q. I a. I . Solo que en el
1
' pertinente par á grafo 24 del libro Sobre las definiciones de Isaac no se
encuentra ese texto. Cf. A. Aitmann-S. M. Stern, Isaac Israeli. A Neopla-
tonic philosopher of the Early Tenth Century. His Works Translated with
Comments and an Outline of His Philosophy , Oxford, 1958, p. 58 : Defi-
1

nition of ‘true': That which the thing is . D. H. Pouillon (en Revue N éosco -
lastique de Philosohie [1939], pp. 57 ss. ) ha perseguido el origen del error
: I'1
en la attribution de la definition . Demuestra que la formula surge con
Avicena, y iuego pasa a ser citada, sin indicació n de su procedencia, por
Guillermo de Auxerre, Felipe el Canciller, Alejandro de Hales y otros.
Pero Felipe el Canciller cita tambié n la f ó rmula de Isaac, que toma sin
embargo de los «Soliloquios» de Agustín (II 5, 8 : quidquid est, verum est
[ todo lo que es, verdadero es; cito por Obras de San Agust ín , trad , de
Victorino Cap á naga, BAG, Madrid, 1969, v. I, p. 485] ); aqui atribuye
también erroneamente a Agustín el libro De definitionibus : Item Augusti-
nus in Libro soliloquiorum, fverum est\ inquit , cid quod esty [Lo mismo
% Agustín en el Libro de los Soliloquios , donde dice: “ es verdad lo que es ” ].
Má s tarde, Alberto Magno ha introducido el nombre de Isaac con su
3
‘2
autêntica definició n : secundum Isaac et secundum Augustinum verum est
it.

;
!
49
II
f
entre el objeto y el entendimiento] *, que la escolástica su-
puestamente sacó del libro de las definiciones de Isaac ben lência, tropelia, opresió n, interrogató rio penosísimo del
Salomon Israeli, ofrece un margen de maniobra para modi- objeto ? í Es la sensatez lo que regula la participació n huma-
ficaciones sólo en uno de sus elementos, el más pequeno, na en la verdad, a través por ejemplo de la economia de sus
en la neutralidad del et [y]. Mientras que, a tenor de su necesidades, o es su aptitud para gozar de la sobreabundan -
procedê ncia aristotélica, la definició n deb ía ser entendida cia, de acuerdo a la idea de una visio beat í fica [vision beat í-
como la adaequatio intellectus ad rem [adecuació n del en- fica] ? Todas estas son preguntas que casi ninguna escuela
tendimiento al objeto], la Edad Media descubre en ella la filosófica se ha encargado de contestar de manera sistemá-
posibilidad de determinar la verdad absoluta en el espiritu if tica; afirmamos no obstante que en el lenguaje de la filoso-
divino como adaequatio rei ad intellectum [adecuación del fia se encuentran por doquier indí cios de que en un estrato
objeto al entendimiento] Este margen de maniobra del
,
subterr â neo del pensamiento se hab ía dado ya siempre res -
concepto de verdad le ha bastado en el fondo a todos los puesta a esas preguntas, respuesta que ciertamente no se
sistemas filos óficos. iPero se acalla con ello la vieja pregun- encuentra formulada en los sistemas, pero que desde luego
ta « í qu é es la verdad ? » ? Se acalla su pretension ? No es si ha estado implicitamente presente y operante, dando
mucho lo que el material terminol ógico tiene que ensenar - tono, colorido y estructura. Los mé dios categoriales con
nos sobre el contenido cabal de esta pregunta . Pero persi- que captar y describir tales indicios a ú n está n muy lejos de
gamos la historia de la metáfora más estrechamente herma- haber sido perfeccionados y puestos metodicamente a pun-
nada con el problema de la verdad, la metáfora de la luz , y i to ; cuando, por ejemplo, clasificamos « posiciones » filos ófi-
la pregunta se explicita en su oculta plenitud, nunca siste- cas como pesimistas u optimistas, en el fondo seguimos de-
m á ticamente expuesta4. La metaf órica de la luz no admite pendiendo de lo sombrio o alegre de una fisonomía, sin
transferencia ulterior ; el an álisis se orienta a la aclaració n remontamos a las orientaciones en las que se constituyen
de las preguntas que se busca e intenta contestar, pregun - semejantes anteposiciones de signo, en apariencia prima -
tas de car á cter presistem á tico cuya plenitud intencional han riamente emocionales, a saber, por el procedimiento de
« provocado », por así decirlo, las metáforas. Aun en el caso
« leerlas » en representaciones -modelo enteramente elemen -

de que nunca deban plantearse expresamente, no hay que taies que se abren paso en figura de metáfora hasta la esfera
tenerle miedo a la supuesta ingenuidad de formular esas i de la expresión .
preguntas fundacionales. í Qu é participació n tiene el hom -
' Dar color a estos bocetos exige aqui presentar un gru -
bre en el todo de la verdad ? í En qué situació n se encuentra po de metáforas de la verdad en paradigmas en los que se
el que busca la verdad ? iPuede confiar en que el ente se le I atribuye a la verdad un determinado modo de « comporta -
abra, o bien el conocimiento es esencialmente acto de vio- miento» , una cualidad energé tica . Una intenció n b ásica
como ésta puede tambié n adoptar una veste teológica, por
más que no se trate en absoluto de un argumento teológi -
id quod est [Segiin Isaac y segun Agustín, verdadero es lo que es], pero co. Comp á rense dos ejemplos. En Milton5 se dice: God
ahora se estaba bien cerca de asociar el nombre falso con la formula hasta himself is truth... We cannot suppose the Deity envious of
entonces an ó nima.
* Suma de Teologia BAC, Madrid, 1987, I, p. 225.
}

4. Cf . mi trabajo « Licht als Metapher der Wahrheit » : Studium 5. Second Defence , cit. en B. Willey, The Seventeenth Century
Generate , X (1957) , pp. 432- 447. Background. Studies in the Thought of the Age in Relation to Poetry and
Religion, Londres, 1953, p. 243.
50
51
I

truth, or unwilling that it should be freely communicated impotente, que se impone al hombre en contra de su vo-
to mankind [Dios mismo es verdad... No podemos supo- luntad o que quiere a su vez ser subyugada.
ner que la Deidad envidie la verdad, o que no desee que se Aristóteles, para quien la historia de sus predecesores
comunique sin trabas a la humanidad]. Sobre la misma filosóficos corre y desemboca teleológicamente en sus pun-
cuesti ón se dice eh las M áximas y reflexiones de Goethe6 : tos de vista, ve en esta orientació n y en la direction adopta-
«Si a Dios le hubiera interesado que los hombres vivieran y da la secreta presi ón de la « cosa misma » : oorto TO Tipaypa
actuaran en la verdad, habr ía tenido que disponer lasí cosas coõoiroir)acv ainroi ç; Kcd auvqy á yKa Ç e (rjtclv [el asunto mismo
les abrió el camino y los obligó a seguir buscando] . El
8
de otro modo». Aqui se indica, al menos, qu é debe enten-
derse propiamente por « la verdad » en esa ingé nua pregun- motivo de la investigation no se busca en el sujeto ; es como
ta nuestra que acabamos de formular : una indudable trans- si la verdad misma se hiciese valer y se manifestase ya en los
par ê ncia de la estructura del mundo, una extremadamente comienzos en formulas que parecen anticipar una intelec-
simple publicidad de la voluntad creadora, un comunicar- ció n sin poseerla, (ocmcp urf cc\yzr\ç xf \ç àÀ.rj0c íaç à yayKceaa 9éT
[como constrenidos por la verdad misma] . En la Estoa no
9
se sin reservas del ente, la « intensidad » de la veritas onto-
logica [verdad ontológica]. Que en semejante publicidad se presupone la situaci ón cognoscitiva de tempranos pre-
del ser se atestigú e claramente la bondad de Dios depende sentimientos y augurios, sino la del tardio aburrimiento que
a su vez de un presupuesto: de como se aprecie la relació n provocan las opiniones de escuela y las an ú ncios dogmáti-
entre la felicidad humana y la posesió n de la verdad . Si cos ; se precisa ya de toda la fuerza de la evidencia para
para los hombres es más provechoso no obtener conoci- constrenir al sujeto estoico, que persevera con desconfian -
miento sino en las dosis apropiadas, la bondad de Dios za en la posici ó n b ásica de la CTToyfi , a dar su asentimiento a
aparece precisamente en la economia con la que comunica lo representado , a la auyKatáGcau;. Esta constricción se des-
la verdad a los hombres: ... that portion of truth which he cribe bajo el concepto de la « representació n aprehensiva »
nU
(The Father of Light ) has laid within the reach of their na- :! [o « capturante »], de la Karoderruua) fyccvxccoí a [ representa -
tural facidties [... esa portion de verdad que ha puesto (el ci ó n catalé ptica] ; pero no tiene nada de unívoco qui é n cap-
Padre de la luz ) al alcance de sus facultades naturales] 7 . tura aqui a quié n . En el sentido origin á rio de Zen ó n, pare-
Estas premisas, aqui teologicamente revestidas, pueden ce que es «cataléptica» la representación que capta el objeto
presentarse tambié n como atributos de la propia verdad en si « mismo », dominá ndolo por entero, trayé ndolo a la
hipostatizada, que se reserva y se oculta, o se impone y presencia en la plenitud de sus concretas características.
triunfa, la verdad que se caracteriza como poderosa o como Más tarde parece haber emergido la duplicidad de la « re-
presentació n cataléptica » : el objeto de la KaxáXeifi ç, es el en-
tendimiento captado, dominado por la evidencia de la re-
6. Werke, ed. E. Beutler, IX, p . 611. [Cito por M áximas y reflexio - presentació n. Ahora bien, para nuestro tema es del mayor
nes , trad , de Juan del Solar, Edhasa, Barcelona, 1993, p. 194.] inter és que este deslizamiento conceptual se realice mani-
7. Locke, Essay Concerning Human Understanding , IV, 19 , 4.
[Cito por Ensayo sobre el entendimiento humano, trad , de Edmundo
O’Gorman, FCE, México, 1956, p. 704.] Vid ., ibid ., Introduction , 6 (ed. 8 . Metaf ísica , 984 a 18 ; b 8 -11. [Trad , de Tom ás Calvo Martinez,
Frazer, I, 31) : « Our business here is not to know all things, but those Gredos, Madrid, 1994, p. 82.]
which concern our conduct » [Nuestro negocio aqui no es conocer todas 9. Física , 188 b 29 ss. [Trad , de Guillermo R. de Echeandia, Gre-
las cosas, sino aquellas que tocan a nuestra conducta: trad , cit., p. 20]. dos, Madrid, 1995, p. 105.] Cf . De par. an., 642 a 18-20.

52 53
a
1
fiestamente al hilo de representaciones metaf ó ricas. La clá- fil ósofos antiguos como prueba documental del monoteís-
sica « metáfora de la luz », que entra en juego a trav és de esa mo, no porque hubiesen pose ído ya esta verdad a título de
etimologia estoica que hace que fyavxao í u. provenga de conocimiento, sino porque la potê ncia de la propia verdad
4) G3ç10, es indiferente a la « direcció n de la acció n » de la cons- 7 es tan grande, que nadie podr ía sustraerse del todo a su
tricción catal éptica y se ordena más bien, en general , a la energia y fuerza lum ínica12. Altamente caracter ísti ço es
Geoptoc [teoria] de la edad clásica, que surge en la calma go- también aqui que se presuponga una resistência del sujeto
zosa de un confiado contemplar : «Así como la luz se mues- I a la verdad, algo mucho más grave que la indiferencia y
tra y al mismo tiempo se muestran los objetos que está n en reserva helenística. Plotino, que pone de relieve la incon-
la luz, tambié n la representació n se muestra a si misma y lo secuencia de los estoicos en lo que se refiere a su materia-
que evoca ». Semejante « mostrar » ha dejado de satisfacer lismo, hace que, arrastrados por la verdad, den testimonio
i
las exigê ncias estoicas al poder de la evidencia; en lugar de contra su voluntad de que la esencia del alma tiene que ser
la met áfora de la luz irrumpe la « metáfora del sello», y ahí algo superior a lo corpó reo13. Volvemos a encontrar el ca-
í
la « representaci ó n cataléptica » só lo puede interpretarse racter ístico se ingerere [introducirse] del pasaje de Lactan-
ij
como un modelado del ó rgano de conocimiento, como do que acabamos de reproducir en el informe clásico que
T ú TTCOCTL ç è v ij/ u fj, como la impresi ó n de un sello . Con m ás Anselmo de Canterbury da, en el proemio de su Proslo-
^
energia a ú n se concibe el efecto constrictivo, impactante, gion , del descubrimiento de esa prueba de la existência de
de la extraordin á ria intensidad de la representació n en el Dios que desde entonces viene ligada a su nombre: Ansel-
informe de Sexto Emp írico ( VII, 257) , de conformidad con mo se remite a su Monologion, donde se describir ía có mo
el cual la « representación catalé ptica» nos agarra por los debe afanarse uno por la ratio fidei [raz ón de la fe] tacite
cabellos y nos arrastra al asentimiento. El inter és de seme- secum ratiocinando [en silencio y en diálogo interior] ; ha-
jante metaf órica no alcanza s ólo a las representaciones que br ía buscado, con todo ceio y gasto de tiempo, un argu-
está n a la base de esta doctrina del conocimiento, sino tam - mentum quod nullo alio ad se probandum quam se solo
bién a la actitud teoricamente resignada del helenismo, que indigeret [un argumento que no necesitara de ning ú n otro
cree tener muchísimo que exigir de una verdad que debe sino só lo de si mismo], pero habiendo fracasado, se resig-
encontrarse dispuesto a admitir. no ( tandem desperans volui cessare [Finalmente, perdien -
La metáfora aristotélica de la verdad que se abre cami -
no por si misma pasa a ser la expresió n preferida de la
Patr ística para esa doctrina cristiana supuestamente pre- 12. Lactancio, Dwinae institutiones , I, 5 , 2 : ...non quod illi habue-
'

parada y aludida por los antiguos. Se pueden citar poetas y rint cognitam veritatem, sed quod veritatis ipsius tanta vis est , ut nemo
possit esse tam caecus, qui non videat ingerentem se oculis divinam clari- j
tatem [y no porque elios ilegasen al conocimiento de la verdad , sino
10. Stoicorum Veterum Fragmenta , ed. Arnim ( = SVF), II, fr. 54. porque la fuerza de la propia verdad es tanta que no puede haber nadie
[Los estoicos antiguos , introd., trad , y notas de ÁngelJ. Cappelletd, Gre- tan ciego que no vea la claridad divina que se introduce en sus ojos;
dos, Madrid, 1996.] Cf . Sexto Empírico, Adversus mathematicos [Contra Instituciones Divinas, trad , de E. S á nchez Salor, Gredos, Madrid, 1990,
los profesores], VII, 442. pp. 77-78] ,

11. SVF , II, fr . 55. La masiva univocidad de la « representaci ó n cata- 13. Enéadas , IV, 7, 4: paptupoOcn õè KOU auto! ú irò tfjç àlcôe íaç
léptica » impregna tambié n ei informe de Sexto Empírico, Adv. math., á yópewH , úç ôet... [Pero son elios mismos los que, guiados por la verdad,
VII, 248 : aqu élla está è vairopepaYvé vri KKI kvatteo payLajiévr) [impresa y atestiguan que tiene que...; Plotino, Enéadas (III-IV), trad de Jes ús Igal,
^
,

grabada; cf . Los estoicos antiguos , cit. nota anterior, p. 56]. Gredos, Madrid, 1985, p. 495].

54 55
«
a!

do toda esperanza, quise abandonar] ; fue entonces, al de- Esto significa que las metáforas, en esa funció n suya que
bilitarse su propio empeno, al volverse incluso a nuevos aqui discutimos, no tienen necesidad alguna de manifes-
intereses, cuando la idea le sobrevino avasalladoramente: tarse en la esfera de la expresió n lingu ística; pero un com-
Sed cum illam cogitationem, ne mentem meam frustra plejo de enunciados se fusiona de sú bito en una unidad de
occupando ab aliis in quibus proficere possem impediret, sentido si es que, hipotéticamente, se puede descubrir la
penitus a me vellem excludere: tunc magis ac magis nolenti representació n metaf órica que les sirve de guia, y en la que
et defendenti se coepit cum importunitate quadam ingerere esos enunciados puedan ser « leídos» .
[Como temia que esta cavilaci ó n ocupara in ú tilmente mi A lo largo de la Modernidad, la metáfora de la potê n -
esp íritu impidiéndome progresar en otras cu éstiones en las cia automática de la verdad se mantiene viva durante largo
que podia avanzar con provecho, quise alejarla totalmente tiempo. Kepler describe, en el pr ólogo al quinto libro de
de mi. Y precisamente entonces, contra mi voluntad y a su Harmonices mundi, su asombro por el hecho de que
pesar de mi resistência, empez ó, con cierta insidia, a ase- Ptolomeo, en su teoria de la armonía, ya hab ía alcanzado
diarme cada vez más] 14. En el comentá rio al De anima de eso con lo que Kepler , independientemente y por sus pro-
Tomás de Aquino (I, 4, 43 ) reencontramos la f ó rmula aris- pios caminos, se hab ía tropezado: «Descubrié ndose a si
toté lica, cuando se dice de Emp é docles y de Platon que misma, la Naturaleza salió al encuentro de los hombres y
habr ían sido conducidos a su doctrina sobre el alma por - se dejó descifrar por inté rpretes separados por un espacio
que ellos quasi ab ipsa veritate coacti, somniabant quoda- de siglos. El mismo concepto del edif í cio del mundo surge
mmodo veritatem [como si, por asi decirlo, la propia ver- en el esp í ritu de dos hombres que se hab ían dedicado por
dad les obligase, sonaban en cierto modo la verdad]. El entero a la observació n de la naturaleza, sin que por ello
doble sentido de «verdad» no tiene aqui nada de juego de ninguno de los dos haya guiado al otro a seguir ese cami-
palabras. Tomás puede convertir la verdad en causa efi- no». Abstracció n hecha de que aqui la « Naturaleza» ha ocu -
ciente ( ino causa formal!) del conocimiento cuando, enDe pado el lugar de la «verdad» hipostatizada, el componente
veritate , I, 1, dice: Cognitio est quidam veritatis effectus subjetivo', el consagrarse a la consideración de la Naturale-
[El conocimiento es un efecto de la verdad] . Este parece za, ha venido a anadirse en igualdad de rango, incluso a
un enunciado puramente terminol ógico y sin im ágenes, in- título de condició n, al salir -al-encuentro y descubrir -se de
cluso « pura Escolástica», pero cuando se le mira más de la Naturaleza. En Vico 1J, caracter ísticamente, la metáfora
cerca resulta claramente orientado a un trasfondo metaf ó - de la vis veri [fuerza de la verdad] está embutida en una
rico que proponemos denominar « modelo implicatorio ». teoria del error . El entendimiento humano se encuentra
esencialmente dominado por la potê ncia de la verdad :
14. Ed . F. S. Schmitt, I, 93. [Anselmo, Proslogton , est ú dio prelimi- mens enim semper a vero urgetur [la mente, en efecto, siem-
nar, trad , y notas de Judit Ribas yjordi Corominas, Tecnos, Madrid, 1998 , pre está urgida por la verdad], pero la voluntad hace la
p. 4.] El informe contin ú a: Cum igitur quadam die vehementer eius impor- contra a esa fuerza y la neutraliza, no por otro medio que
tunitati resistendo fatigarer, in ipso cogitationum conflictu sic se obtulit, por el lenguaje vacío de sentido, irrealizado, atenido a
quod desperaveram, tit studiose cogitationem amplecterer, quam sollicitus
repellebam [Un dia que me encontraba cansado ya de resistir con todas mis meras « opiniones » : verba autem saepissime veri vim volun-
fuerzas esta insidia, se me brind ó, en el mismo tumulto de mis cavilacio-
nes, aquello de lo que ya desesperaba, y entonces lo acogí con tanto entu -
siasmo como empeno había puesto antes en ahuyentarlo : ibid.} . 15. Opere , ed . Ferrari ( 2. a ) , II, 96; III, 110.

56 57
I
I

tate mentientis eludunt ac mentem deserunt [pero muy a hecho de que en la conciencia humana determinadas re-
menudo las palabras eluden la fuerza de la voluntad por presentaciones, mediante el quantum de energia que les es
voluntad del mentiroso, y engahan a la mente] . El « desti - inherente, « dominan » sobre otras representaciones y asi
no » de la verdad resulta entregado cada vez má s al juego constituyen el estatus de la belief [creencia] ; de esta forma,
inmanente de las pot ê ncias subjetivas, por más que el Dic- el crité rio de la distinció n entre ideas verdaderas y falsas es
tionnaire de VAcademic de 1694 pueda todavia fijar de la superior force [fuerza superior] de las verdaderas, o me-
manera totalmente « medieval » : La force de la vérit é, pour jor : de una clase de ideas que por eso mismo se denominan
« verdaderas » 17 . When I am convinc' d of any principle , tis
3

dire le pouvoir que la vérité a sur I’ esprit des homines [La


fuerza de la verdad, para mencionar el poder que la verdad only an idea, which strikes more strongly upon me [Si estoy
tiene sobre el espíritu de los hombres] . Por m ás que la convencido de un principio cualquiera, es solamente una
force invincible de la vérité [la fuerza invencible de la ver - idea lo que me afecta con m ás intensidad ] * . Aqui, la ver -
dad] pueda desempenar un papel en el vocabul á rio de la dad ya no tiene un poder , sino que legitimamos teorica-
Ilustraci ó n , se trata más bien de un t ó pico de modéstia tras mente como verdadero aquello que tiene poder sobre no-
sotros. Sin duda, nada de esto es tan positivista como
el que se oculta la autoconciencia del esp íritu que ilumina
con luz propia 16. suena, y la razó n exacta es que esta concepci ó n reserva a
Resulta ahora interesante ver como, en un escéptico sus espaldas una implicació n secretamente teleol ógica : en
de la casta de David. Hume, se transforma, incluso se per - esa soberania sobre nosotros que interpretamos como « ver-
vierte , el v í nculo entre « verdad » y «fuerza ». Mientras la dad » , «la Naturaleza » se muestra como instancia que nos
concepció n tradicional de la metáfora presenta la «fuerza » protege, cuya solicitud « pr áctica » es obvio que reinterpre-
tamos « teoricamente » bajo el título de « verdad » . Aqui, la
como un legítimo atributo de la verdad que pone en pr ác-
tica la auto-imposició n de un derecho metaf ísico origin á- metáfora ha dejado de ser met áfora; est á tomada «a í pie de
rio, en Hume la fuerza ha pasado a convertirse en «sustan- la letra », naturalizada, se ha hecho indistinguible de un
cia » ú nica de la verdad. «Verdad » es solo el nombre para el enunciado fisicalista .

16 . Como prueba documentai citamos el prefacio a la obra sobre


Joaquin de Fiore de Fran ç ois Armand Gervaise ( Histoire de TAbb é
Joachim surnommé ie prophète, Paris, 1745, I, 4) : ... je tâcherai de met-
3

tre jour dans tout son génie, son caractere, ses inclinations, ses mies, ses
pensées, ses écrits, sa conduit e: par-là j *espere que lAbbé Joachim ne sera
plus un problème et que les sentiments du public, jusqu à présent si parta -
gé à son sujet , se réuniront dans un seul. Telle est la force invincible de la
vérit é: elle se fait jour à travers les t énè bres les plus é paisses [... intentar á
arrojar luz sobre todo su genio, su car á cter, sus inciinaciones, sus opinio-
nes, sus pensamientos, sus escritos , su conducta : espero así que el Abad
Joaquin deje de constituir un problema, y que los sentimientos p ú blicos, 17. Treatise on human nature (1738 ) , I, 3, 7- 8 . [ Tratado de la natu-
que hasta ahora han estado tan divididos al respecto, se reunirá n en uno raleza humana, ed. de Féiix Duque, Editora Nacional, Madrid, 1988/
solo. Tal es la fuerza invencible de ia verdad : se abre camino a trav és de Tecnos, Madrid, 1992, pp. 158 -176.]
* Trad cit., pp . 171-172.
las tiniehlas m ás espesas]. ,

58 59
I

II

METAF Ó RICA DE LA VERDAD Y PRAGMÁTICA


DEL C ON OCIMIENTO

En el tratado sobre Alexander Pope que compuso con


Mendelssohn 18, y hablando acerca del uso filosófico de
s
'
eso que en ret ó rica se conocen como « figuras» , gé nero al
V que pertenece la metá fora, Lessing escribe : « iY en qu é
consiste su esencia ? En que no se atienen nunca a la es -
I tricta verdad ; en que a veces dicen demasiado , y a veces
!: i
Í
demasiado poco. Solo se les puede perdonar a un metaf í-
sico del tipo de B õ hme » .
!

Aqui se plantea la cuesti ó n de la verdad de la met áfora


. I
* ' misma. Resulta sin más evidente que metáforas como las
!
: S de ia pot ê ncia o impot ê ncia de la verdad no pueden veri-
.
S
Í

i
ficarse y que la rotunda alternativa te ó rica que contienen
i i
no es decidible teoricamente . En tanto en cuanto la «ver-
dad » es el producto de un procedimiento metodicamente
a

18 . Pope ein Metaphysiker!, en Werke, P. Rilla ed., VII, p. 233 El .


pasaje citado es indudablemente de Lessing. Coxnparese con esta declara-
;

ción, publicada en 1755, lo que ya en 1687 escribe Bouhours sobre las


metá foras en su La tnanière de bien penser dans les ouvrages de Vesprit : la
figure n’ est pas faux et la métapbore a sa vérité aussi bien que la fiction [la
figura no es falsa, y la metáfora es tan verdadera como ia ficció n]. Sobre
4
la esté tica de Bouhours, cf . E. Cassirer, Die Philosophic der Aufklarung ,
Tubinga, 1932, pp. 400 ss. [trad.: Filosofia de la Ilustració n , traducció n
de Eugenio Imaz, FCE, México, 1943, pp. 329 ss.] .

61
guiado, o mejor, ha de serio ex definitione [por definició n],
la metaf ó rica no puede satisfacer esa pretension, pues no tó rica productividad se supone constante —
del rendimien-
to que antano se deposito en met áforas; todo lo cual de-
s ólo no dice la « verdad estricta » , sino que, en general,
no dice la verdad. Las met áforas absolutas « responden » a muestra que la insistência de esas preguntas no es algo que
preguntas aparentemente ingé nuas, ineontestables por pueda pasarse por alto. En forma de un realce e interpre-
principio, cuya relevâ ncia radica simplemente en que no tador!de elementos expresivos artísticos, la tarea y metó-
son eliminables, porque nosotros no las planteamos , sino dica de Ia metaforología puede, pues, llevar tambié n m ás
que nos las encontramos como ya planteadas en el fondo all á de la esfera histó rico- objetiva.
de la existência. Tenemos que tener aqui presente que una Una vez delimitados estos aspectos, volvemos a plan -
metaforología no puede llevar a un mé todo para el uso de tear la cuestió n de la relev â ncia de las met áforas absolutas,
met áforas o para hab é rselas con las preguntas que se mani- de su verdad hist órica . Su verdad es, en un sentido muy
fiestan en ellas. AI contrario: como cultivadores de la me- amplio del término , pragmática . Su contenido determina,
taforología nos hemos privado ya de la posibilidad de en- como referencia orientativa, una conducta; dan estructura
contrar en las met áforas « respuestas » a esas preguntas a un mundo; representan el siempre inexperimentable,
ineontestables. La met áfora como tema de una metaforo- siempre inabarcable todo de la realidad. Indican as í a la
logía en el sentido que aqui nos ocupa es un objeto esen- mirada con comprensió n histó rica las certezas, las conjetu-
cialmente histórico, de modo que el valor de su testimonio ras, las valoraciones fundamentales y sustentadoras que
tiene como presupuesto que el propio hablante no poseía regulan actitudes, expectativas, acciones y omisiones, aspi-
raciones e ilusiones, intereses e indiferencias de una época.
ninguna metaforología, y ni siquiera podia poseerla. De
ahí que lo que caracterice nuestra situación sea o bien el What genuine guidance does it give ? [ í Qu é autêntica orien-
programa positivista de una decidida cr ítica del lenguaje tació n proporciona esto ? ] Esta forma de la « pregunta por
en su «funció n conductora » de nuestro pensamiento, para la verdad » , tal y como ha sido formulada por el pragmatis-
el que una expresió n como «verdadero » se convierte de mo, mantiene aqui su validez , por cierto que en un sentido
inmediato en enteramente supé rflua (Ayer ) , o bien ( mejor total y enteramente libre de biologismo. En su pretension,
tan imprecisa como hipertr ó fica, una pregunta como

dicho : y) la «atribució n » al arte ] 9 cuya inmediata y ahis-
« iQu é es el mundo ? » no constituye desde luego el arran-
que de un discurso teó rico; pero lo que s í se manifiesta
aqui es una necesidad implicatoria de saber, necesidad que

19. Dicho sea de paso aunque eilo no tenga nada de accesorio ,
estas consideraciones arrojan luz sobre el significado actual dei arte como
— en el «có mo » de un comportamiento se sabe remitida al
« la actividad aut é nticamente metaf ísica de esta vida » ( Nietzsche ) , cosa « qu é » de un todo omniabarcante y sustentador , y que trata
propia de una é poca que en su omn ímoda voluntad de comprensi ó n y
auto-comprensió n histó rica ha destruido casi en todas partes su naturali-
dad de expresió n genuina, y se ha creado en su arte algo así como una
reserva de a- historicismo historicamente consciente, de acusado ucronis-
mo, puesto en franquia por un consenso universal. Ei absoluto, que al
S
I

ció n una predilecció n que raras veces distingue rigurosamente entre

ingenuidad y refinamiento por los «Fauves » , en un sentido que tras-
hombre moderno parece salirie sobre todo al encuentro en sus experiên- ciende su consideració n como escueia . El aprecio que una eventual « me-
cias esté ticas (ai menos, si debemos creer a la fioreciente metaf ísica del taforolog ía» futura habrá de tener por el valor de testimonio de la fanta-
arte) , se presenta aqui como aquello inmime al quebranto de la concien- sia productiva para nuestra época depende de ia respuesta a la cuesti ó n
cia que reflexiona desde un punto de vista hist ó rico. De ahí esa predilec básica: si se ha conseguido semejante éxtasis de la situació n histó rico-
reflexiva ; si, en general, es posibie conseguir ese éxtasis.

62
63
de orientar su forma de instalarse. Ese cuestionar cargado de de qu é sean pues esos cuatro...» 20. Qué sea propiamente el
implicaciones ha «agotado sus fuerzas» una y otra vez en mundo : esa cuestión, la menos resoluble de todas, es sin
met áforas, y de metáforas ha inducido estilos de compor- embargo al tiempo la que nunca puede quedar irresuelta y,
tamiento en el mundo. La verdad de la metáfora es una por ello, la siempre decidida. Que el mundo sea «cosmos »
vérit é à faire [verdad por hacer]. Aunque desde las antino- fue una de las decisiones constitutivas de nuestra historia
mias kantianas resulte ocioso construir enunciados teó ri- espiritual, una metáfora cuyo sentido originá rio, pese a su
temprana nominalizació n , resuena una y otra vez, reto-
21
cos sobre el todo del mundo, en modo alguno es lo mismo,
sin embargo, perseguir las imágenes que pueden hacer « vi- macia en las imágenes del mundo como polis y del mundo
cariamente » representable ese todo que, como objetividad, como ser vivo, en la metáfora del mundo como teatro y
es inalcanzable. En la Selection de escritos del diablo (XII) , del mundo como mecanismo de relojer ía. S ólo en casos
Jean Paul escribe: « Nunca me arrepentiré de ensenarle aqui relativamente raros se podr á establecer documentalmente
a todos, en tanto cuanto es posible hacerlo con buenos qu é es lo que cada vez ha tenido significado pragmático;
símiles, qu é es en realidad este mundo. Puede quo sea el en resumen, no debemos medir nuestra pretension de do-
callej ón sin salida en la gran ciudad de Dios o una mera cumentación con el patr ó n de nuestra capacidad actual de
ciudad de provindas en comparació n con otros planetas. « interpretamos » historicamente a nosotros mismos hasta
Es el andador o el coche de la humanidad, para enseharla a el fondo de nuestras motivaciones . Lo confieso : los hallaz-
caminar. Es... el bastidor y el camerino para salir a escena gos documentales, aqui, son cosa de suerte, aunque quepa
— —
en otro mundo, en el que no sin aplauso hacer por vez
primera nuestro papel. Es una câmara oscura ( camera obs-
desarrollar un olfato para los lugares donde es más f ácil ir
a buscarlos. As í, la cosmó-polis estoica aparece en un inte-
cura ) , en la que un haz de im ágenes invertidas y combina- resante cambio de funció n en Tertuliano22, en aquel pasaje
das acuna y pinta otra m ás hermosa; ... es el numerador en que defiende a los cristianos, tenidos por «organizaci ó n
para un denominador todavia invisible ; yo digo que en
verdad casi no es nada » . He aqui un fragmento de sabidu - 20 . W . Br õclcer, Dialektik - Positivismus - Mythologie , Frankfurt,
r ía bufonesca, banado en una larga tradici ón metaf ó rica, 1958 , p. 35.
que parece encontrarse justo al borde de la reflexividad 21. Si en el ampliamente discutido fragmento 124 de Heráclito
ir ónica, all í donde pierde su inocê ncia ahistó rica. Comp á- (Diels B) se hubiese efectivamente establecido que el cosmos soberano es
un montón de cosas arrojadas al azar, esto seguramente se acun ó frente al
rese con una cita de la filosofia más actual: « Qu é sea pro- olvido del sentido del cosmos que reina en la masa . Todavia en Epicuro

piamente el mundo no lo que habitualmente se entiende
por tal, sino el mundo aut ê ntico, el verdadero, el entero, el
se puede ver con facilidad que la casualidad ató mico- mecanicista no con-
sigue sobreponerse del todo a la decisió n b ásica griega a favor del cos-
sano, que en modo alguno se despliega ante la vista de mos , y que la tesis de los procesos origin ários puramente hilé ticos s ólo a
medias logra su pretendido efecto terap êutico, o mejor dicho se le atribu -
todos, sino que está máximamente oculto, que quizá hoy ye sólo porque a la postre, y de forma totalmente evidente, lo ú nico que

no se da, ni se dio nunca, sino que es algo futuro ésta es una y otra vez se da es este cosmos eid é ticamente ú nico, que «sale a la
la pregunta que impele propiamente el pensar de Heideg- luz» en un incontable n ú mero de ejemplares. Así que las decisiones figu -
ger . En los ú ltimos textos contesta esa pregunta determi- rativas previas no dependen en modo alguno de sistemas específicos para
nando el mundo como el “ apropiante juego-de-espejos de su explicación; su fuerza basta y sobra para colorear sistemas de muy
j diferente cuno.
la simpliei dad de tierra y cielo, divino y mortal ” . Y puras 22. Apologeticum 38, 3. [El apologético , intr., trad , y notas de Julio
palabras de poeta dicen ahora las respuestas a la pregunta Andión Mar á n, Ciudad Nueva, Madrid, 1997, p. 146.]

64 65
í
ilegal » , aduciendo que é l tiene al Estado por completa - solo que a título secundá rio, e invirtiendo la relació n pro-
mente indiferente para el inter és cristiano, de forma que yectiva, la alegoria puede asumir la funció n de la metáfo-
aqu éllos ser ían inmunes a la tentació n de maquinaciones ra27. Para Thomas Browne 28 , el mundo es not an Inn, but
pol íticas y de agitaciones : at enim nobis... nec ulla magis an Hospital [no un hostal, sino un hospital]. Para Vauve-
res aliena quam publica , unam- omnium rem publicam ag - nargues 29 es una organization social con incomprensibles
noscimus, mundum [nada hay tan ajeno a nosotros como factores y regias de juego: « Quien haya visto las máscaras
la política. Reconocemos una ú nica rep ú blica para todos, en un baile. .. puede hacerse una idea de la esencia del mun-
el mundo]. Si para la Estoa la cosmó- polis hab ía sido origi - do » . Para Melville, metaforizando las conclusiones de su
nariamente el remedio con que consolarse de la descom - novela White -Jacket or The World in a Man of War \Cha -
posició n de los Estados helen ísticos, aqui es la sobrepujari- queta blanca, o el mtindo de un hombre de guerra ] , el mun -
te neutralizaci ó n de una perfecció n estatal prepotente y do es una fragata que ha dejado para siempre su puerto y
hostil . Una conocida sentencia ap ócrifa de Jes ú s dice : « El navega con ordenes selladas hacia una meta que todos los
mundo es un puente. Atravi ésalo , pero no te quedes en que van a bordo desconocen : «el navio sobre el mar » , esa
é l » 23. Aqui se anade la amplificació n pragm ática . A Rabb í antigua metáfora del destino, confluye aqui con la nueva
Eliezer, hijo de José el Galileo, se le atribuye la sentencia24: conciencia de la entrop ía del acaecer cósmico, que hace
« El mundo es como una tienda que está abierta, y como
suya esa figura de la met á fora del viaje cuya fuente eterna
una mesa que siempre está llena, pero ah í hay un libro
desplegado, y una mano lo registra todo. El dueno del ne -
gocio concede cré dito, pero el recaudador vive y es pode- imagen puede ser m á s bella y efectiva que ia simple paiabra ; pero si se
roso» . En la alegoresis alejandrina, el variopinto ropaje del empieza por coser ia imagen como un vestido exterior y despu és se le po-
sumo sacerdote se interpreta como el cosmos25, el pro - ne, así no ie cae bien, y es una carga , no un adorno » (Artículo de crí tica
pio sumo sacerdote representa la divinidad; ello lleva al \ teatral dei 19 de febrero de 1881: Laube, Die Karlsschiiler ) .
27. Ejemplos en E. Stein , Die allegorische Exegese des Philo aus
rechazo de la comprensió n del cosmos como el ropaje de Alexandria, Giessen , 1929 ( Beih . z. Ztschr . f . at . Wiss. 51) . Para la valo-
Dios, abriendo paso a la estetizació n de la intuici ó n del ració n histó rica de la alegoria, cf . H. G. Gadamer , «Symbol und Ai í ego-
mundo . Cierto que la alegoria pertenece a un gé nero dis - rie », tnArchivio di Filosofia, 1958, pp. 23-28 : « Concepto y tema de la
tinto al de la metáfora, no es « el pensamiento concebido alegoria tienen un estrecho v ínculo con ia dogm á tica : con la racionaiiza-
ció n de lo mítico (así en la Ilustraci ó n griega ) o con la interpretaci ó n
ya en imagen », por utilizar una expresió n de Fontane 26, cristiana de la Sagrada Escritura en funció n de la unidad de una doctrina
y , en definitiva, con el arte y ia poesia, basada en ia tradició n cristiano-
humanística, de los nuevos pueblos, cuya ú ltima forma de alcance mun-
23. Se dice que la formula expresamente atribuida a Jesus se en - dial fue ei Barroco. Más tarde, la funció n esté tica de ia alegoria hubo de
cuentra en la Buland. Darwasa [puerta Darwasa] de Fatehpur Sikri: « E1 hacerse problem á tica, cuando se definió la esencia dei arte mediante la
mundo es un puente, atravi ésalo, pero no construyas una casa en él, solo producci ó n inconsciente del genio» (p. 27).
dura una hora » (M. Lasky : « Reise nach Indien » : Der Monat , Heft 118 28 . Religio Mediei (1642 ) II sect ., 11. La idea reaparece en T. S .
(1958 ), p. 65 ). Eliot, Four Quartets. East Coker, IV : The whole earth is our hospital /
i
24. M. J . ben Gorion , Der Born Judas, 2 . a ed . , Leipzig, s. f . , II, Endoiued by the ruined millionaire... [« La tierra entera un hospital / lega-
p . 296. do por el arruinado / milion á rio...» . Cuatro cuaHetos, trad , de Esteban
25. Sapientia Salomonis, IS , 24. Pujais Gesalí, C á tedra, Madrid, 31995, p. 113] .
26. Por lo pertinente de su significado me permito transcribe la cita 29 . Die franzõ sischen Moralisten, ed. F. Schalk , Leipzig, 1938 , I ,
por entero: «E1 pensamiento tiene que ser concebido ya en imagen, así la p. 122.

66 67
es la Odisea de Homero, sólo que ahora ha alcanzado la de la verdad que se abre camino en el elemento del orden
contraforma de la imposibilidad del retorno, de la irrever- procesal. Tiene sin embargo que producirse la situació n
sibilidad, de la no-cicli çidad. Esto casi es ya el índice de autê ntica, irrepresentada, sensible; así, Lactando presenta
una investigación especial y altamente interesante todavia como testimonio en favor del monoteísmo que los roma-
por realizar. Lo que aqui expongo no pasa de ser, desde nos, eri la emotiva inmediatez del juramento, del voto, de la
luego, un producto semifacturado, y la perfecció n y ausê n- acció n de gracias, no invocaban a J ú piter ni a los dioses ,
cia de lagunas con que uno puede tratar del «ser » es, en sino simplemente a «Dios » : adeo vpsa veritas cogente natu-
este campo, enteramente inalcanzable. ra, etiam ab invitis pectoribus erumpit [hasta tal punto bro-
Ahora, tras este intento de explicar y aclarar metodica- ta de sus reacios corazones la propia verdad por imperativo
mente el sentido pragmático de la met áfora absoluta, retor - de la naturaleza] 32. También la prehistoria de la experimen -
nemos a la metaf órica de la potê ncia de la verdad , y verifi- taci ó n conduce a estas conexiones, aunque para los efectos
quemos también aqui el procedimiento de la interpretació n el experimento se haya convertido justamente en ejemplo
pragmática. La medida del esfuerzo requerido para obte- de una idea exactamente opuesta de verdad, como a ú n ha-
ner la verdad estar á en relaci ó n inversa a la potê ncia que se bremos inmediatamente de desarrollar . Pero el peculiar
atribuya a la verdad misma . No hay duda de que la vitali- espíritu de la investigaci ó n, que produce constelaciones de
dad de la metáfora de la verdad potente tiene como corre- las que « brota » directamente el conocimiento, en su origen
lato un cierto quietismo . El moderado calor con que un l est á sin embargo enteramente incrustado en la confianza
Lactando aboga en favor de «su » verdad se explica en su en la verdad, que cree no tener que producir otra cosa que
metaf ó rica de la verdad : tanta est potentia veritatis, ut seip - la ocasi ó n para el proceso de verificaci ó n . Nicol ás de Cusa,
sam, quamvis in rebus exiguis, sua claritate defendat... [el a quien , pese a sus «experimentos con la balanza » , no debe-
poder de la verdad es tan grande que se defiende a sí misma mos imaginar como alguien que realmente haya trabajado
con su propia claridad incluso en las cosas más pequenas]30 . con construcciones de investigación, en esencia ha puesto
Tertuliano, en cambio, act ú a como el abogado que lucha sin embargo en camino el pensamiento experimental «com-
desesperado por una causa perdida, pero só lo porque, para probando» de continuo nuevas constelaciones de ideas, no
él, se trata ante todo de llevar el procedimiento por un cau - retrocediendo ante ningú n atrevimiento de mezcla y de
ce que se ajuste a las normas procesales, en el que su defen- procedimiento y, ante todo, siendo el primero en crear un
dida, la verdad, pueda declarar y aportar pruebas, pues estilo de pensamiento « investigador » que sólo se encontra-
entonces simplicitas veritatis in medio est ; virtus illi sua \
ba a un paso del experimento en sentido estricto. Y esta
adsistit; nihil suspicari licebit [la simplicidad de la verdad audacia que se aplica sin reservas, abierta a la novedad, tie-
est á en medio, su fuerza la asiste ; no ser á l ícito sospechar ne su base en la convicció n de la facilitas [facilidad] del
nada]31 . Aqui, como por lo demás otras veces, la metaf ó rica conocimiento33 gracias a la pot ê ncia de la verdad : Veritas
forense conforma el espacio y el escenario sobre el que se
representa el triunfo de la verdad; la disputa escolástico-
medieval vive, hasta en los detalles, de la imagen de fondo 32. Div. Inst . , II, 1, 7 [ trad , cit ., p. 165],
33. Idiota de sapientia (ed . Baur ) , II ( pp. 25, 26) ; p. 37: O miranda
) facilitas difficilium! . [Í Oh admirable facilidad de las cosas dif íciles!]. Para
30. Div. Inst ., Ill, 1, 5 [ trad , cit., p . 246] . el entramado íntimo de la figura dei Cusano, cf . mi introducción al voiu -
31. El apologético, 23, 7 [ trad , cit., p. 110]. men cusano de la «Sammlung Dieterlch»: Die Kunst der Vennutung, Bre-

68 69
quando clarior, tanto facilior. Putabam ego aliquando ip - determinado fondo de reserva de contenidos se arracima
sam in obscuro melius reperiri. Magnae potentiae veritas ahora en un depósito de la verdad « necesaria para la salva-
est ... [La verdad es tanto más clara cuanto más f ácil es. En ció n » , fondo de reserva que, a partir de la Estoa, ante todo
un tiempo pensaba yo que se la podia encontrar mejor en la y sobre todo lo es de evidencias morales; y en este momen-
to teleología ya no significa la universal correspond ê ncia
oscuridad . La verdad tiene gran fuerza...]34.
Ahora bien , en este contexto no se debe descuidar una de cosmos y logos en orden a la realización y plenificació n
cosa: la metáfora de la potência de la verdad y, como con - existencial de la 6Í>ôca|iovux, sino la garantia de la rareza y
secuencia, el t ó pico de la facilidad del conocimiento, ,emer - •
contundê ncia de esas verdades necesarias, en contraste con
gen sobre todo como caracter ísticas de un contenido teo- las cuales todas las dem ás retroceden a las nieblas de la
l ógico y moral relativo a la salvaci ó n. La filosofia cl ásica mera verosimilitud o en la inaprehensibilidad de las res
griega conoce, sin duda, distinciones de rango de los objetos obscurae [cosas oscuras]. Cicer ó n, que no solo ecl éctica-
de la teoria relativas a la compleció n de la existê ncia huma- mente, sino con infalible olfato para la unidad de las moti-
na, pero desconoce la delimitació n de regiones del objeto i vaciones de fondo de las escuelas helen ísticas, representa
que carezcan de valor eudemon ístico o que pongan en pe- el estado de la síntesis de elementos escé pticos y estoicos
ligro esa meta. Hasta el pensamiento de la é poca helenísti - que acabamos de esbozar, tiene la ocupació n con las res
ca no se desarrolla una economia del comportamiento cog-
obscurae [cosas oscuras] y non necessariae [no necesarias]
entre los defectos ivitid) contr á rios a la idealidad de la sa -
nitivo partiendo de la noció n, ampliamente compartida por
las escuelas helenísticas, de la funció n terap ê utica de la piential 5 . La raz ó n pr á ctica regula por tanto qu é verdades
son « necesarias» y la oscuridad y la dificultad de muchos
filosofia . Hay una diferencia, diferencia en la que a ú n se
ha reparado poco, entre el clasicismo griego y el helenis- objetos, en primer lugar los de la Física, son un í ndice te-
mo : allt , la verdad es entelequia que plenifica el esp íritu ; leológico de la indiferencia de las cosas en orden a la salva-
aqui, en cambio, correctivo salv ífico, un f á rmaco que debe ci ó n : Latet fortasse obscuritate involuta naturae . Non enim
dosificarse con cuidado. Ahora se trata de excluir todo lo me deus ista scire, sed his tantum modo uti voluit [Tal vez
esté oculta en los secretos de la naturaleza; en efecto, el
sup é rfluo, discutible y oscuro en el campo teor é tico como
enganoso, fuente de dudas y de disputas dogm áticas, para dios no quiso que yo supiera esas cosas, sino tan solo que
neutralizado en la actitud b ásica de la epoché. Garantia de las usara]36. La recè pci ón patrística se ha vinculado a esta
realizaci ó n existencial es más bien la protección de un es- diferencia entre scire [saber] y uti [usar], agudizá ndola en
la diferencia medieval b ásica de frui [gozar ] y uti57 . Mien -
pado interior de la subjetividad — espacio que ahora se :
segrega— , que el enriquecimiento del patrimó nio veritati-
vo obtenido en contacto con el mundo. Por otro lado, un
35. De officiis I, 6, 18. [Cf . la edició n preparada por Jos é Santa
Cruz Teijeiro para Editora Nacional: Tratado de los deberes , Madrid,
1975.]
men, 1957. [Existe una traducción al castellano del texto del Cusano: 36. De divinatione , I, 35. [ De la adivinación\ intr ., trad y notas de
,

Diálogos del Idiota, intr., trad y notas de Angel Luis González, Cuader-
,
Julio Pimentel Álvarez, UNAM, México, 1988 , p. 20].
nos de . Anuário Filos ó fico, Pamplona, 1998 .] 37. La figura tradicional de esta dualidad ha sido fijada del modo
34. De apice theoriae (1463/4 ) [5; La cumbre de la teoria, trad , de m ás eficaz en el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, I, dist. I, q.
Angel Luis Gonzá lez, Cuadernos de Anu á rio Filos ófico, Pamplona, 1991, 2-3 : De rebus quibus fruendum est vel utendum.- Quid sit uti vel frui [De
p. 56] .
1
71
70
!
.?

las cosas oscu -


tras que Cicer ó n todavia hab ía exclu í do de
yace más allá de esos limites, a su sustraerse y resistirse a la
ras y sup é rfluas la Geometria y la Astronomia, disciplinas i
garra criminal le alcanza una sanció n que se ha vuelto sus-
sancionadas en su tradici ó n, el absolutismo soteriológico
de un Ambrosio va más all á en su cr ítica: lo oculto es un
I tantiva : este momento ha fijado honda y duraderamente la
!
posició n metaf ísico-cognitiva, en particular la de la Astro-
bien privativo de Aquel a quien « lo oculto no escapa » 38 . nomia , de forma que Cop é rnico tuvo que ocuparse menos
Con ello , empero, comienza algo enteramente nuevo : de una determinada teoria tradicional del cielo cuanto, más
â mbitos enteros del mundo teó rico- objetivo se convierten
bien, de su sanció n, que sólo permitia la investigación del
en ilegítimos para el hombre, quedan adscritos como peca-
cielo en tanto en cuanto la justificase la utilitas [utilidad]
1
I
dos a una actitud de curiositas [curiosidacl] que pretende del calendá rio y del cálculo de las festividades, y que pres-
sobrepasar los limites de lo permitido por la preocupaci ó n cribía que se prefiriese, entre todas las construcciones hi-
salvífica de Dios39. Se subraya la inaccesibilidad de lo que

potéticas, aquella que cumpliese y en la medida en que
la cumpliese— dicha función . La concurrencia con la re-
forma del calendá rio fue la escapat ó ria del inter és teó rico.
los objetos de disfrute o de uso.- Qu é es usar o disfrutar]. Esta distinció n Fue así como el actuar en « terreno prohibido » vino a acu -
se canonizo, con ello, como objeto del obligado coment á rio de las Sen-
tencias, y en sus — parcialmente muy sutiles— modificaciones constituye
nar el tipo de investigaci ón, de especulació n y de actividad

uno de las fragmentos más importantes y todavia por escribir de la — proyectiva propia de los inicios de ia Modernidad, y fue
pr éhistoria conceptual de la Modernidad, época en la que la relaci ó n así como la verdad, en tanto en cuanto ya no depende de la
entre uso y disfrute pertenece a ias decisiones previas ( iy a los problemas! ) antigua necesidad de salvació n, sino que se subordina a un
m á s de fondo. Espero poder ampliar mi contribución sobre este punto. He
. nuevo ideal de determinació n humana, parece llevar a ú n
dado indicaciones en Studium Generate , IV (1951) , pp 464 ss.
38. De officiis ministrorum, I, 26, 122-124. el sello de la tentación, la errancia y el tab ú. Y aqui se
39. Ya S éneca ha remitido esa actitud a la intemperantia: plus scire invierte la entera metaf órica de la pot ê ncia de la verdad,
velle quam sit satis intemperantia genus est ( ad. Luc., 88, 36) [ Querer
} conmutándose en la idea de la violê ncia que el hombre ha
saber m ás de lo suficiente es una forma de intemperancia ; Epístolas mora- de ejercer sobre la verdad para hacerse con ella. Aqui, la
les a Lucilio II, trad , y notas de Ismael Roca Meliá. Gredos, Madrid, 1989,
p. 102]. Para una é poca que ya no está tan segura de que toda verdad y

en general la verdad por la verdad sea buena para el hombre, una histo-
— verdad ya no tiene nada de eso que se podr ía llamar su
«naturalidad»: la conciencia del método y la reflexion
ria del concepto de curiositas seria deseable con urgência. Es un camino metodológica de la Modernidad incipiente surgen en el
muy largo y enmarahado por la acció n de numerosos factores coiaterales, terreno de un sentimiento b ásico de relaci ó n violenta, ase-
un camino que va de la perdurable definició n de Agustín (Confesiones, X ,
35 ): experiendi noscendique libido [placer de experimentar y conocer] y
gurada en la cautela y la precaución, con la verdad. Lo
concupiscentia oculorum [concupiscência de los ojos], al enorme aprecio verosímil se transforma en lo- que-parece-verdadero. Todo
de la curiosidad como «virtud pre-científica» ( E. Rothacker en Studium
Generate , XI [1958 ], p. 144). Por lo que toca a las « direcciones » del reba-
— —
samiento de limites, citemos como modelo orientativo una advert ê n -
cia taim ú dica frente a la Gnosis ( Chagigah II, 1) : « Quien investiga sobre
objetivos se anuncia a menudo ya algo nuevo, como cuando Guillermo de
Ockham { in Sent. Prol . , Ill, 9, CC) se limita a poner sobre el tapete, para la
cuatro cosas, mejor que no hubiese nacido: lo que está arriba y lo que está
negació n de ia curiositas, una economia subjetiva de la capacidad: mtellec -
abajo, lo que fue antes y Io que será despu és» . No conozco ningú n paralelo
tus vix sufficit ad ilia quae sunt necessária ad salutem [el entendimiento
cristiano para el rigor de este veredicto, y los grados de intensidad son
apenas basta para las cosas que son necesarias para la salvació n] . Se ve aqui
tanto m á s relevantes cuanto m ás se convierte una f ó rmula en tó pico que
c ómo la hipertrofia escolá stica de Io necesario para la salvació n había ya
un autor no cree poder pasar por alto. En la atenuació n de los motivos
llevado al absurdo un principio como el de economia .

72 73
lo verdadero es adquisició n, ya no don ; el conocimiento gerado temor en sus empresas» . El hombre no tiene necesi-
adquiere car ácter laborai40 . dad de atenerse a la consistê ncia eidética de la Naturaleza,
El maestro de la metaf ó rica de los enganos, de los arti - s ólo tiene que conocer las regias constitutivas y las fuerzas
f ícios y de las presiones en la adquisici ó n de la verdad es de los procesos naturales para « poderio todo » . Desde este
Francis Bacon . La antigua metáfora del mundo como tea- punto de vista , la resistê ncia que la Naturaleza opone al
tro y del hombre como espectador queda expresamente descubrimiento de su verdad asume el aspecto de una espe-
derogada; el mundo se convierte en tribunal, el hombre en cie de reacci ó n de autoconservación frente a la voluntad de
juez e instructor del áspero interrogató rio a que sé somete transformació n técnica del . hombre. El conocimiento se
a la Naturaleza. En el Advancement of Learning [ El avance convierte en acció n altamente estructurada . Bacon critica
del saber ] (II), Bacon insta al lector a pasar del entreteni- el menosprecio de los conocimientos mecânicos; « no son
miento de la poesia contemplativa a la sala de justicia del los ejemplos más elevados los que proporcionan informa-
entendimiento : But it is not good to stay too long in the ció n m ás segura» 4 . La aplicació n de la History Mechanical
'

theatre . Let us now pass on the judicial place or palace of - [ historia mecâ nica] a la investigació n causal promete nue-
the mind... [Mas no es bueno permanecer demasiado tiem- va luz : so nature exhibits herself more clearly under the trials
po en el teatro. Pasemos ahora a la sede o palacio judicial and vexations of art than left to herself [asi la Naturaleza se
de la mente...] 4 . Bacon habla de buena gana de los «secre-
'

muestra con más claridad sometida a las pruebas y forza-


tos » de la Naturaleza, secretos que ella parece querer ocul- mientos del arte que abandonada a si misma] El interroga -
,

tamos y que nosotros tenemos que sonsacarle. En el De re quam infestissime ac premere [interrogar haciendo todo
augmentis scientiarum (II, 2), la objeci ó n de lo ilegítimo de el dano posible y apremiar ] propio del Derecho es la f ó r-
la curiositas se aparta con rapidez : « El hombre no debe mula metaf ó rica con que la cruda violência mecâ nica ob-
S
•s
tener escr ú pulo alguno en penetrar en las cavernas y es - tiene, por así decir, legitimació n institucional: con esa me-
condrijos de la Naturaleza, si su meta es ú nicamente la in- t áfora el hombre descarta la duda sobre su vocació n por
vestigació n de la verdad» . La pretendida consistê ncia de la este oficio del conocimiento y sobre lo justificado de sus
Naturaleza ya no goza de sanció n alguna; el hombre ha m étodos. Lo que se ejercen aqui son derechos de sobera-
dejado de ser, como en la concepció n aristoté lica de la re- nia, y la unificació n de conocimiento y poder en una sola
lació n entre naturaleza y técnica, el que ayuda a completar mano, tan esencial para Bacon, tiene su pleno transfondo
los procesos naturales, el que reproduce, equilibra, perfec- metaf ó rico-pol ítico: intentiones genuinae illae, humanae
ciona lo que la Naturaleza deja sin terminar, a quien sin scilicet scientiae et potentiae, in idem coincidunt [los dos
embargo no le cabe cambiar, transformar , rehacer de arri- objetivos gemelos, la Ciência y el Poder humanos, vienen a
ba abajo. Esto, así como en general la distinció n clásica de ser en realidad lo mismo]41 . Para Bacon, el problema de la
naturaleza y té cnica, seria un viejo error que , como dice legitimidad de la pretension cognoscitiva, producto de la
Bacon textualmente, « ha provocado en el hombre un exa- emergencia de la problemática medieval de la curiositas,
era, como muestra ya su metaf ó rica, central; esto no puede
40 . Cf . mi esbozo «Technik und Warheit » , en Actes du Xlème Con-
gr. Int . de Philosophic , Bruselas, 1953, II, pp. 113-120 . 5
* El avance del saber , trad , cit., p. 84.
* Francis Bacon, El avance del saber, introducció n de Alberto Ele- 41. Instauratio Magna , I, 144. [ La gran restauració n, trad , de Mi-
na, trad , de Maria Luisa Balseiro, Alianza, Madrid, 1988 , p. 97. guel Á ngel Granada, Alianza, Madrid, 1985, p . 76.]

74 75
ser desarrollado en toda su extension. Pero la soberania m á quina enorme que debe llevar todo el peso de la expe
apropiada se manifiesta en el equipamiento: Bacon le ha dencia ».
dado al instrumental te ó rico su consagració n, su p áthos en Así que nada tiene ya de asombroso que en Bacon, en
realidad. « Ni la mano sola ni el espíritu abandonado a sí el primero de sus Ensayos, comparezcan por vez primera
mismo tienen gran potê ncia; para realizar la obra se re- los conceptos de labour [trabajo] y truth [verdad] en el
quieren instrumentos y aux ílios » 42. Los inventos del mi - contexto de una proposici ó n. Finaliza aqui un splendid iso -
croscopio y, sobre todo, del telescópio ( que en lo§ siglos lation [esplêndido aislamiento] de la verdad respecto a to-
XVII y XVIII gana significado metaf ó rico para el radio de dos los caracteres de la penosidad laborai, un aislamiento
acció n del espí ritu humano ) han reforzado decididamente que se mantuvo intacto durante más de dos milénios. So-
esta actitud de Bacon. En el cap ítulo 39 del libro II del bre la relació n entre acción y verdad, Agustín pudo decir :
Novum Organum, Bacon celebra la invenció n de Galileo ... amor actionis, quae avertit a vero, a superbia proficisci-
« con cuya ayuda, como si tuvié ramos a nuestra disposici ó n tur, quo vitio deum imitari quam deo servire anima ma-
balsas o esquifes, podemos entablar y mantener una rela- .
luit 44 [el amor de la acció n, que separa de la verdad, se
ci ó n más estrecha con los cuerpos celestes» . La met á fora nutre de la soberbia, defecto por el que alma prefiere imi-
deja entrever que con el telescó pio se ha dado un «salto » tar a Dios a servirle]. Se diria que esto está a ú n del todo en
que implica ya específicamente la comunicaci ó n espacial línea con el antiguo ideal de la pura teoria como forma
interestelar . Al final del cap ítulo, Bacon, siempre m ás dado superior del ser, y sin embargo trasluce ya ese « malenten -
a proyectar que a realizar, y extranamente ajeno a todo dido» genuinamente cristiano que orienta la originaria de-
inter és por mirar a través del microscopio y del telescópio , terminació n aristotélica de lo divino como actus punis
se muestra desconfiado respecto a las informaciones obte- [acto puro] en el sentido de la actio pura [acció n pura] ; un
nidas con el telescópio ; solo que, caracter ísticamente, no cambio interpretativo que viene irresistiblemente arrastra-
porque hayan aportado novedades tan increíbles, sino m ás do por la idea de creación y sus consecuencias. Por m ás
bien « porque el experimento se ha limitado a estas pocas que a lo largo de toda la Escolástica la constante expresi ó n
cosas y no se han descubierto, con el mismo procedimien - actus purus mantenga su soberania para la teologia racio -
-

to, otras muchas cosas igualmente dignas de consideración » nal, la pseudo- morfosis de « pura actualidad» en « pura ac-
[ibid ., p . 293]. Con raz ó n ha visto Dilthey43 el significado tividad » era sin embargo un proceso decidido de antiguo,
histó rico de Bacon en su «fantasia científica » , en «la imagi - que se manifiesta en el hecho de que el descanso en el
nació n de una cabeza llena de realidades» , y le ha aplicado s é ptimo dia del Dios creador de la Biblia ten ía que ser
una metá fora baconiana: « Construye su m étodo como una vindicado con denuedo. En este momento, el Dios del aris-
totelismo, Dios que reposando mueve en el pensarse-a-sí-
42. Novum Organum, I, 2. [ Novum Organum. Aforismos sobre la mismo, debe al pensar se crear eo ipso de la nada, pero no
interpretación de la naturaleza y el reino del hombre , trad de Cristobal
, lo que piensa ( de no ser así, se pondría otra vez a sí mismo,
Litr á n, Fontanella, Barcelona, p. 33.] cosa a la que ya se ha apelado en la explicació n del proceso
43. Weltanschauung und Analyse des Menschen seit Renaissance und
Reformation (Ges. Schr . II), Leipzig, 1921, p. 261. [Hombre y mundo en
trinitario ) , sino algo distinto, un mundo, cuya verdad,
^
los siglos xvi y xvil, en Obras de Wilhelm Dilthey, II, trad y pr ó l. de
,

Eugenio Imaz, FCE, México, 1944, p. 272; la cita condene ligeras modi-
ficaciones.] 44. De musica, VI, 40.

76 77
I
I
mientras lo produce, posee . En este modelo supuestamen- y matemá tica el paradigma de esto que acabamos de desa-
te aristot é lico se ejerce ya de antemano la mezcla de acció n nollar , y comprendemos al tiempo la singular fascinacion
y verdad: unaquaeque res dicitur vera absolute secundum que desde este nexo irradio a todas las regiones del esp í ri-
ordinem ad intellectum a quo dependet [cualquier cosa se tu 40. Siempre es, a la postre, el concepto o «preconcepto »
dice que es absolutamente verdadera seg ú n la relaci ó n que
tiene con el entendimiento del que depende]45. Vale tam - 46. El pathos empírico de la moderna actitud cognoscitiva lleva f á -
bié n, en consecuencia, para el homo faber: una casa de- cilmente a engano sobre la situació n estructural: que la sencilia pregunta
pende, secundum suum esse [segú n su esencia], de su cons- c ómo aparece el mundo , y su transposició n descriptiva, sólo pueden cons-
tructor, que es el ú nico que comprende en profundidad y tituir el arranque de la actividad investigadora, eso que Bacon , en su
enjuicia « desde dentro » la relació n entre el proyecto y la lenguaje, liamaba la «vendimia» ; la pregunta regulativa en el proceso de
investigació n es m ás bien ésta : si el mundo aparece precisamente como
realidad : res artificiales dicuntur verae per ordinem ad inte - ha sido proyectado en el acto constructivo , siempre anticipatorio, de
llectum nostrum [las cosas artificiales se llaman verdaderas la raz ó n investigadora . La transformación de fenó menos en productos es
1 por su relaci ó n con nuestro entendimiento] 4 . Una propo-
'
el proceso estructural esencial de la tecnicidad del esp íritu moderno. El
! sició n audaz, obviamente nada sorprendente para su tiem - hombre, incluso el empírico , tiene que tener ya «su » mundo, si es que
«el » mundo le ha de ser elocuente. Que la genuina productividad del
Í po , que contiene in mice la Modernidad — y, sin embargo , hombre constituya algo así como un « mundo», que se d é así un « mundo
no del todo consecuente, por cuanto no se atreve a anadir - humano», es una f ó rmula esencialmente vinculada con los fundamentos
le al verum el absolute [absolutamente] de la proposicion de la Modernidad, cuya historia debié ramos conocer mejor. Que el hom-
general . iS ó lo que no otra cosa hace la Edad Moderna en bre sea un microcosmo no equivale en absoluto a esta f ó rmula, por m ás
su t écnica, y a ú n m ás enf á ticamente en su arte, o, si se que, como mucho, haya nacido con ella. Tambi é n aqui es el Cusano un
promotor de fó rmulas { De coniecturis, I, 3 ) : « Las conjeturas deben surgir

-
4
quiere, la metaf ísica implícita en ambos! Las premisas
medievales arrojan su conclusion: cuanto m ás « artificial »
-
de nuestro espíritu como el mundo real ha surgido de la infinita raz ón de
Dios. Gracias, en efecto, a su sublime semejanza con Dios, el esp íritu del
sea un ente, tanta « más » verdad tiene para el hombre. Por — —
hombre participa en cuanto es posible de la fecundidad de la natura -
leza creadora y saca de s í mismo, a imagen de la omnipcítente fuerza
más que hasta Baudelaire no se hayan puesto los puntos
creadora de formas, entidades espirituales comparables a los entes mate-
sobre las íes de esta formula, « vive » ya, sin embargo, en el riales. Coniecturalis itaque mundi humana mens forma existit, uti realis
mundo fabril y art ístico de la Modernidad, bajo la forma .
( sc mundi ) divina ( sc. mens ) [Y así, la mente humana produce la forma
de esa su tendencia — de otro modo absolutamente incom - del mundo conjectural, como la del (mundo ) real la ( mente ) divina]. Lo
prensible— a una artificiosidad cada vez m ás « pura », una general en el concepto de un « mundo » es la radical dependencia de su
estructura inmanente de sentido de su origen productivo; por contra , la
sinteticidad cada vez m ás radical, y una disolució n cada materialidad del mundo real, la pensabilidad del mundo conjetural es
vez m ás decidida del nexo natural . iNo aceptar nada, pro- sólo una differentia specifica [diferencia específica]. El Cusano continua:
ducir todo y relacionarse con lo producido! Apenas libera- Deus autem omnia propter seipsum operatur, ut intellectuale sit princi-
mos nuestra mirada de las teorias tradicionales, fuesen las pium pariter et finis omnium, ita quidem rationalis mundi explicatio a
nostra complicante mente progrediens propter ipsam est fabricatricem I
que fuesen, sobre el origen receptivo de la matem á tica, [Pero Dios realiza todas las cosas por sí mismo, a fin de ser por igual
vemos en la relación moderna entre investigació n natural principio y fin de todas las cosas, y así también el despliegue del mundo l

racional que brota de nuestra mente, en donde está complicado, se reali-


za por esa misma mente que lo fabrica]. La estructura de sentido del
45. Tom ás de Aquino, Summa theologiae , I, q . 16, a . 1. [ Su?na de « mundo» est á teleol ó gicamente centrada . El Cusano pone en paralelo
Teologia , trad , de Jos é Martorell, BAC, Madrid, 1988, v. I, p. 224.] dos círculos teleol ógicos universales ; en el centro de referencia del f ísico
* Trad cit., ibid .
,

78 79
1

que habita en nosotros de verdad, beatificante y regulador, forma « f ácil » e inmediata. Descartes habla de su descon-
el que es capaz de «fascinamos» . fianza hacia eso que podr íamos denominar la improvisa-
Eso que ahora, con total generalidad, podemos deno- ci ó n : je ne me fie quasi jamais aux premieres pensées qui
minar el «car ácter laborai» del conocimiento aplicado en me viennent [no me fio casi nunca de los primeros pensa-
el concepto moderno de verdad, produce efectos pragmá- mientos que tengo]47. Le viene a la pluma la metáfora b é-
ticos no solo en la modalidad de la planificació n y del equi - lica de la victoria sobre las dificultades y los errores, que
pamiento, del afinamiento de los m étodos y de la institu- no representan los «accidentes» del camino del conoci-
cionalizació n (fundació n de sociedades para prevenir la miento, sino el terreno esencial de combate situado delan -
te de la verdad: Car c est véritablement dormer de batai-
3

carga laborai corriente ) , sino que tambié n react ú a como


critério, haciendo que se desconfie de lo que «se ofrece » de lies, que de tâcber à vaincre toutes les difficultés et les
erreurs qui nous empêchent de parvenir à la connaissance
de la vérité... [Pues en realidad es como librar una batalla
el intentar vencer todas las dificultades y errores que nos
está Dios, en el del racional-conjetural el hombre. El « mundo» del hom- impiden llegar al conocimiento de la verdad...] " . Así, Des-
'

bre se convierte en f ó rmula que caracteriza a un ser que ya no busca los


signos del absoluto, sino que establece los suyos propios, se realiza en
cartes puede caracterizar esencialmente el conocimiento
«su » mundo y por medio de «su » mundo. En el Cusano, esto está todavia como superación de resistências, despejamiento de cober-
.

« asociado» de tal modo al teolog ú meno de la semejanza con Dios, que el turas: Pour moi, si j ai ci - devant trouvé quelques v érit és
3

hombre tiene que ser expresamente invitado a re-conocerse a sí mismo dans les sciences.,., je puis dire que ce ne sont que des

en su mundo, para así ien virtud pues de su conciencia productiva!
hacerse tanto m ás fecundo en concepciones del mundo : Quanto enim
— suites et des dé pendances de cinq ou six principales diffi-
ipsa (sc. mens ) se in explicato a se mundo subtilius contemplatur, tanto cultés que j ai surmontées, et que je compte pour autant
3

intra seipsam uberius foecundatur [Cuanto m ás sutilmente se contempla de batailles ou j ai eu l heur de mon côté [En cuanto a mi,
3 3

ésta ( la mente) en el mundo desplegado por ella, tanto m ás fecundamente si he logrado alcanzar anteriormente algunas verdades en
se fertiliza en su interior] . Aqui, el sujeto, en tanto que intuitivo-cognos- el campo de las ciê ncias..., puedo decir que no son sino
cente, se repliega sobre su propia actividad productora ( mens fabricatrix
[mente fabricante]), y se refuerza de este modo en su productiva autenti- consecuencias o que dependen de la solució n de cinco o
cidad mundana. La ingenuidad del empírico consiste en que éste pasa, seis dificultades que he logrado superar y que estimo como
inadvertida e inmediatamente, de «su mundo» al mundus realis [mundo tantas otras batallas en la que tuve la fortuna de mi par -
real] y exige informació n . Pero nullam habent potestatem ex omnibus te**]. Découvrir [descubrir] — en la redacci ó n latina del
creatis se pulsanti apetite et se ostendere, quid sint... [Y ninguna de las
cosas creadas tiene potestad para abrir al que a ellas liame y mostrar lo
que son ...]. Las cosas rechazan la pretension «directa» : Ex nobis nihil
Discurso, in apertum protrahere [sacar a la luz] se con -
vierte en vocablo relevante del conocer. Para la autocom -

neque ex nobis tibi aliud quatn nihil respondere possumus... Qui fecit nos, prensi ó n histó rica de la Modernidad, ante todo de su Ilus-
.
solus scit, quid sumus, quomodo et quid Si quid scire de nobis optas, hoc tració n, eso de que la verdad «se muestre » se convierte
quidem in ratione et causa nostra, non in nobis quaere [Nada podemos
responderte sobre nosotras, ni por nosotras... Quien nos hizo es el ú nico
que sabe lo que somos y cómo y para qu é . Si deseas saber algo sobre
nosotras b ú scalo en nuestra razó n y en nuestra causa, no en nosotras] ( De 47. Discours, VI (ed. Gilson, p. 68 ) . [Trad de Guillermo Quint ás
,

— —
docta ignorantia, II, 13, trad. modificada de Manuel Fuentes Benot Alonso: Discurso del M étodo, Dió ptrica, Meteoros y Geometria, Alfag ua-
para Aguilar, Buenos Aires, 1957, p. 166 ). Por m ás que el que pregunta ra, Madrid, 1981, p . 49, con leves modificaciones.]
queda aqui remitido todavia a Dios, el De coniecturis indica ya que muy * Trad cit., p. 48.
,

bien puede remitírsele a su propia razón. ** Ibid.


1s
80 i 81
&
la entera metaf ó rica moderna del « trabajo» del conoci -
precisamente en el error en que arraiga, como fundamento
miento: On y attaque enfin la vérité par Vendroit le pins
de su auto-oscurecimiento, la despreocupación48del Me-
fort, et on la cherche dans les ténèbres les plus épaisses oil
dievo con respecto a la verdad. Para D’ Alembert , la régé-
elle puisse se retirer [Se ataca, en fin, a la verdad por el lado
nération des id ées [regeneración de las ideas] post- medie-
más sólido, y se la busca en las tinieblas más espesas a las
val comienza con la renovación humanístico-educacional
que pueda retirarse]. Para el acad é mico, dice, dedicarse a
de la verdad perdida, pero aquello fue un omitir el esca- ll
las ciê ncias supone llevar una carga, comme un moyen plus
ló n básico que representa el étudier la nature [estudiar 1a
propre à nous tourmenter qu à nous instruire [como un
3

naturaleza], la cosa se había arreglado con demasiada faci-


medio más apto para atormentamos que para instru í mos].
lidad: il est bien plus aisé de lire que de voir [es mucho
Se agota de continuo en perseguir la verdad que huye ante
m ás f á cil leer que ver ]. iUna f ó rmula altamente significati -
él, y que parece asemejarse al Proteo de la leyenda, que se
va! Pero ide donde viene semejante arreglarse-con -dema-
escondia bajo mil figuras y mil apariencias enganosas52. iY
siada-facilidad ? Aqui perdura siempre algo de medievalis- qu é obtiene el investigador con tanto trabajo ? <iUna meta a
mo , la apariencia de que la belleza y la verdad se ofrecen
la que llegar , y en la cual descansar ? No: nous n acquérons 3

entera y totalmente al hombre , mientras que, en cambio,


49
par nos travaux que le droit de travailler davantage [nues-
se requiere un nuevo instalarse y actividad del hombre,
tros trabajos solo nos dan derecho a seguir trabajando].
une de ces révolutions qui font prendre à la terre une face
Tan decididamente ha aceptado el hombre el trabajo, que
nouvelle50 . el privilegio de descansar en el Parnaso lo tienen otra vez
Un Montesquieu de veintiocho anos despliega en su 51 los dioses; ya Hé rcules debe haber sido en realidad un eru -
discurso de apertura ante la Academia de Burdeos (1717)
dito que hab ía purificado la filosofia de los prejuicios, esos
autê nticos monstruos del espí ritu. A este cuadro, que en
absoluto se pretende tétrico, se anade ahora, sin embargo,
\ 48. Discours préliminaire de PEncyclopédie , ed . E. Kohler, pp. 110- un momento de autointerpretaci ó n hist ó rica: para Mon-
116. [ Discurso preliminar de la Enciclopédia, trad , de Consuelo Berges, tesquieu, la gran oleada de êxitos cognoscitivos parece ser
Aguilar, Madrid-Buenos Aires-México, 1953.]
49. Les prí ncipes des sciences et des arts étaient perdus, parce que le
ya anterior a su é poca, el tesoro parece haber sido amplia-
beau et le vrai qui semblent se montrer de toutes parts aux homtnes, ne les mente saqueado. «Podría decirse que la Naturaleza ha he-
frappent guère à moins qiiils í en soient avertis (loc. cit., p. 112) [Se ha-
r cho como aquellas vírgenes que durante mucho tiempo
b ían perdido los princípios de las letras y de las artes, porque lo bello y lo custodian lo más precioso que tienen, para despu és dejarse
verdadero que parecen ofrecerse por doquier a los hombres , no les impre-
siona casi nunca si no les llaman la atenció n sobre ello; trad , cit., p . 91].
50. La «nueva faz de la Tierra », como la expresió n m ás completa de
la actividad del hombre que sobrepasa el acontecer natural, se ha conver- 52. II semble que la Fable nous représentait la vérité sous le symbole
tido ya aqui en metáfora de un proceso hist ó rico-espiritual. En el caso de de ce Protée qui se cachait sous mille figures et sous mille apparences
Montesquieu , en el juvenil Project d’ une Histoire Physique de la Terre trompeuses. il faut la chercher dans Vobscurit é même dont elle se couvre,
[Proyecto de una historia f ísica de la tierra] (1719 ) , se indican , entre il faut la prendre, il faut Pembrasser, il faut la saisir [Parece que la Fá bula
otros factores formativos, des ouvrages faits de main d bomme qui
' ont
nos representaba la verdad bajo el s ímbolo de ese Proteo que se escondia
donné une nouvelle face à la terre [ obras hechas por la mano del hombres bajo mil figuras y bajo mil apariencias enganosas. Es preciso buscaria en
que han dado un nuevo rostro a la tierra]. Seria interesante aprender más
i
la propia oscuridad con que se cubre, hay que tomaria, hay que abrazarla,
sobre este t ó pico. hay que capturaria].
51. Oeuvres complètes , Paris, ed. Didot, 1846, p. 559 . f :

82 83
ii
robar en un instante el tesoro que han escondido con tanta ciai que tiene a su disposició n, potencial cuyo enriqueci-
fatiga y defendido con tanta perseverancia» . Y aqui reapa- mento y acomodación a la exigencia infinita ocupa cada
vez m ás el centro. La acumulaci ón de equipamientos ines
-
rece el « mostrarse », sólo que referido positivamente a la
edad heroica de la época científica y como documento de pecíficos, vá lidos para todo tipo y escala de exigências, de
« pura » potencialidad, de energias transformables y trans
-
la dureza de los esfuerzos del presente, que aú n cree poder ntes ,
aranar algo en unas minas que ya están agotadas: Après portables a voluntad, de instrumentales omnipote
s’ etre cachée pendant tant d’ années, elle ( sc. la nature ) se constituir á el signo distintivo de la nueva fase de tecnifica-
montra tout à coup dans le siècle passé [Despu és de haber- ción que se instala con la segunda mitad del siglo XX. Las
se ocultado durante tantos anos, (la naturaleza) se mostro supuestas causalidades históricas nos han ocultado durante
, Mon - mucho tiempo los autê nticos impulsos; el equipamiento
/ de golpe en el siglo pasado]. Ocho anos más tarde inespecífico se adelanta a los problemas y necesidades rea-
tesquieu se ha manifestado en un Discurso ulterior sobre
los motivos que debieran animamos al trabajo científico ;
53 les de una forma que no se comprende si se prescinde de
aqui, la conciencia del agotamiento epigonal retrocede aquella desconfianza hacia el ser que está detr ás de toda
«Iliisfrició n » ; desconfianza que atribuye al hombre
todpjo
frente a la incertidumbre con respecto a la cuestió n de en
qu é punto de su propio camino se encuentra el espíritu quê anteríoFmente había sido confiádd l Ia Naturaleza o a
humano; sólo que esa incertidumbre queda mitigada por Ta providencia. La teoria de la superpoblación es mucho-
la admiració n por el método que garantiza el control de mas antigu ãTque el auge f áctico de las poblaciones. La tec
todo el camino, por largo que sea éste y sea cual sea su nificaci ón es la primera que crea la mayor parte de las an-
índole. Cuantas más «verdades» saque a la luz el nuevo gustias para cuyo remedio, teoricamente, había sido pro-
enfoque cognoseitivo, tanto menos valor tienen las aporta- yectada.
ciones del trabajo mismo frente al Organon que hace posi- Tanto se han ramificado las consecuencias pragmáti-
ble su obtenció n, frente al método que, en el fondo, ya se cas del sentimiento existencial moderno, hondamente
ha «apoderado» de un reino indeterminado, acaso ilimita- arraigado, de desavenencia con respecto a la verdad; un
do, de conocimientos; sólo que el hombre no ha crecido sentimiento que se traduce en la metaf órica del sobrepuja-
hasta ese preconcepto. «Lo que hace admirables los descu - miento y sometimiento de la verdad. Sólo necesitamos
brimientos de esa época no son las verdades que se han aducir todavia tres de los más famosos testimonies de nues-
encontrado, como tales, sino los mé todos para encontrar- tra documentación. El primero es la met á fora kantiana del
ias; lo importante no son las piedras aisladas del edif ício, tribunal en el pr ólogo a la segunda edició n de la Crítica de
sino los médios y los instrumentos para construirlo en su la Razón pura . Háblando de los investigadores modernos
totalidad. El uno se vanagloria de poseer oro, el otro, de de la Naturaleza, dice : «Entendieron que la razó n sólo re-
saber hacerlo; el verdadero rico seria sin duda el que supie- conoce lo que ella misma produce segú n su bosquejo, que
se hacerlo». El horizonte incesantemente ampliado de las la razó n tiene que anticiparse con los princípios de sus jui -
tareas cognoscitivas constrine al hombre a mirar el poten- cios de acuerdo con leyes constantes y que tiene que obli-
gar a la naturaleza a responder sus preguntas, pero sin de-
jarse conducir con andaderas, por así decirlo. (...) La razón
debe abordar la naturaleza llevando en una mano los prin-
53 . Discours sur les motifs qui doivent nous encourager aux sciences
(Oeuvres, p. 579 ).
cípios segú n los cuales sólo pueden considerarse como le-

84 85
yes los fen ó menos concordantes, y en la otra, el experi- la tradició n , con las consecuencias del
cismo enterramos
mento que ella haya proyectado a la luz de tales princí pios. su caver -
escepticismo sacamos a la escondida verdad de
Aunque debe hacerlo para ser instruída por la naturaleza,
na,JY encontramos acaso que la tradici ó n tenia razó n, por 6
~ ~
.
no lo har á en calidad de discípulo que escucha todo lo
más que se alzase sobre pies de barro . Un hegeliano diria !
que el maestro quiere, sino como juez designado que obli-
quizá que intentamos mediar la verdad a través de la ne
-|
ga a los testigos a responder a las preguntas que él les
gación de la negació n» .
formula » (B XIII) *. Despu és, la citad ísima expresi ó n de Pero incluso en la resistê ncia, en el no-querer - recono -
George Cuvier : L’ observateur écoute la nature; Vexpéri-
cer, se manifiesta esa referencia a la verdad que es propia
mentateur Vinterroge et la force à se dévoiler [El observa -
de la Modernidad ; de la forma m ás grandiosa, en la ol ím-
dor escucha a la naturaleza; el experimentador la interro-
ga y la fuerza a descubrirse]. Y, para terminar, de la forma pica cólera de Goethe contra la f ísica de Newton justo
en la infructuosidad de alguien que en otras ocasiones se

m á s sensible al « estado de â nimo » , a la « antipatia », a la
din â mica perturbadora, a la posible circularidad : Nietz- —
mostro tan fructífero . Goethe intenta una vez más una
existê ncia de confianza en el ser; está impregnado por la
I sche, en un apunte de 1867/18 6854: «sin limites, como
| antano la confianza, es ahora la desconfianza, y lo ético fe en que siempre basta con tener bien abiertos los ojos
V para toparse con el mostrar -se de la verdad. Que esta ac-
\ parece ahora la duda, como antano la fe.. . con el escepti-
titud haya encontrado su más específica exposición prag-
m ática en la «teoria de los colores », produciendo con ello,
a la vez, una prueba documental de absurdo no-querer -
* Trad , de P. Ribas, Alfaguara, Madrid, 1978, p. 18. ver, constituye ya por si mismo una prueba de la radicali-
54. Historisch-kristische Gesamtausgabe der Werke , III, 341ss. En dad de la contraposició n que aqui deb ía quedar sin reco-
nocimiento. De ah í que estos testimonios no puedan
su « Kristische Bemerkungen zu Heideggers Lehre von der Wahrheit»
( .Kant Studien, 48 , pp. 525-549 ), G. Ralfs ha puesto en conexi ó n esta
sentencia juvenil de Nietzsche con f ó rmulas , de Heidegger , como é sta : conectarse sin más con la metaf ó rica de la potê ncia de la
« Lo no oculto tiene que ser arrancado a un ocultamiento, sustraerse en verdad: para captar aqui rectamente el sentido hist ó rico
cierto modo a él» . Esto se encuentra, senaladamente, en la interpretació n del testimonio, tiene tambié n que percibirse, en la pureza
heideggeriana de la alegoria platónica de la caverna, y confiere así a la
cita nietzscheana una inversi ó n a ú n m á s sorprendente del paralelo, pues -
to que allí la caverna es el lugar de la prisión del hombre y de la exclusion
de la verdad, en tanto que aqui la verdad se ha escondido en la caverna y
tiene que ser sacada al exterior. Salta en ello a los ojos, sin embargo, lo interpretación del símil de la caverna no solo tiene que aclarar lo que se
mucho que la f ó rmula heideggeriana del sortear y de la sustracció n, m á s encuentra en é l, sino también anotar lo que no se encuentra ; en
su genui -
na problem á tica, el neoplatonismo se puede entender justamente como
guiada por la dudosa etimologia de à A.f|0 La que por el símil de la caverna, , permanece sin aclarar :
ei reparar en eso que , en el s ímil de ia caverna
« moderniza » el concepto plat ó nico de verdad , para hacerlo despu és• res
- í cómo se ilega, en general, a la situaci ó n de partida de la caverna y del
ponsable de ia pérdida del idilio presocrá tico del Ser. De pronto, se da el
salto a Nietzsche: « El pensamiento de Plató n sigue la transformació n de aprisionamiento ? Este violento mantener al hombre aiejado de la luz diur-
Hesencia de la verdad, esa transformació n que se convierte en la historia na de la verdad debía sentirse en toda su artificialidad, en toda su inesen -
de la metaf ísica, la cual, con el pensamiento de Nietzsche, ha iniciado ya cialidad . El neoplatonismo, en consecuencia, ha explicado el camino de
su consumació n incondicionada» (JPLATONS Lehre von der Wahrheit , Ber- salida de la caverna no como recorrido prim á rio, sino como vuelta y
retorno, y ei símil, por ende, no como inicio de ia paideia [formaci
ó n,
na, 1947, p. 50 [Trad de Helena Cortés y Arturo Leyte: « La doctrina
,

plató nica de la verdad », en Hitos, Alianza , Madrid, 2000, p. 197] ) . Una educaci ó n], sino de ia met ánoia, de ia redención. S ólo ahí adquiere su
acento la idea de verdad.

86 87
a menudo cristalina del enunciado singular, la forma y la te, precipitaciones de una inteligência impaciente que que-
funció n temporalmente relativa del todo ; ti ene que verse rr ía verse libre de los fen ó menos y poner en su lugar im á8-
a la par la perturbación atmosf érica. Eso que aparece como genes, conceptos, y, a menudo, simplemente palabras»^ .
inmediatez de la referencia natural implica ya sin embargo La auto-interpretació n segú n la cual el hombre no penetra
la contradicció n con un factor esencial a lo largo del curso como un intruso en la Naturaleza, sino que por la media-
del tiempo. En plena Historia ha desaparecido ya la ino- ció n y el favor de ésta posee ya siempre la más rica comu-
cê ncia cosmocé ntrica, ni siquiera la del «sentido com ú n mcacion con la verdad, determina la pragm ática goethea
• / -
humano». Este debe ser, por así decirlo, la instancia de na del conocimiento. Sujección y dominio, ast ú cia y
apelació n de la verdad sometida a la tortura científica : mecâ nica se estrellan contra una soberania casi teológica:
« Habr ía que sacar de una vez por todas a los fen ó menos
« La naturaleza se ha reservado tanta libertad que con ayu -
de esa tenebrosa câ mara de torturas empírico-mecá nico- da del saber y de la ci ê ncia no podemos desvelar entera-
dogm ática, y llevarlos ante el tribunal del sentido com ú n mente sus secretos ni ponerla entre la espada y la pa-
humano»55. <iSe trata aqui, por no salir de la metáfora, del red»59. La intervenci ón técnica llega hasta el punto «en
camino de revision — que debe traer a la luz otrci verdad, que el instrumento, lejos de arrancar su secreto a la Natu-

la m ás pura o del camino de la gracia que puede, por — raleza, lo que hace es convertida en un enigma impenetra-
motivos superiores, silenciar la pregunta por la verdad ?
A la câ mara de tortura pertenece el instrumental : « Los
— ble »60. La verdad es poderosa; solo muestra ese poder
como resistência a quien se comporta como si no le reco-
microscopios y los telescópios no hacen sino confundir el nociese poder alguno. Quizá nunca se ha pensado de for-
puro sentido humano»56. Pero Goethe no se parece a aque- ma tan universalmente teleológica; quizá nunca se ha apli-
llos fil ósofos del Colégio de Padua que no quer ían mirar cado de tal forma ese pensar a la existê ncia. Tres siglos
por el telescó pio de Galileo porque creían que ya estaban despu és de Copé rnico, dos siglos despu és de Galileo y un
al cabo de la caile por la via de la especulaci ó n; si Goethe siglo despu és de Newton se ha corrido el riesgo de inten-
I evita el instrumento es para que el fen ó meno mismo pue- tar, al menos una vez, una exist ê ncia cosmocéntrica :
da « manifestarse en su modalidad más sencilla, poniendo « Cuando la sana naturaleza del hombre obra cual un todo;
l en evidencia su origen y sugiriendo la conclusion » 57 . Hi - cuando éste se siente a si mismo, en el mundo, como en
p ó tesis, teorias, anticipan la auto-expresión de los fenó- un grande, bello, digno y valioso todo; cuando el bienes-
menos; en estas prestaciones, el entendimiento sustituye
,
tar armónico le depara un puro libre goce, entonces el
con su proyecto a lo dado: «Las teorias son, habitualmen - cosmos, si fuese capaz de sentirse a si mismo, . lanzar ía
gritos de jú bilo, como que habría llegado a su meta y
admiraria la cumbre de su devenir y esencia propios. Pues
55. Maximen und Reflexionen. Aus den Heften zur Naturwissens- <ia qu é fin sirve todo ese derroche de soles y planetas
y
cbaft, 430 ( Gendenkausgabe , ed . E. Beutler, IX, 551) [trad , cit., p. 111] .
56. Maximen und Reflexionen. Aus Wilhelm Meisters Wanderjahren.
502 (IX, -564) [trad, cit., modificada, p. 129]. 58. Aus den Heften zur Naturwissenschaft [Cuadernos de ciê ncias
57. Farbenlehre. Vollst. Ausg. d. theoretischen Schriften, Tíibingen, naturales], 428 (IX, 551) [trad , cit., p. 110 ).
1953, p. 574. [Cito por Teoria de los colores, en Obras Completas, trad , .
59. Loc cit., p. 439 (IX, 553 ) [ trad , cit., p. 114].
de Rafael Cansinos Assens, Aguilar, Madrid, 1963, v. I, p. 569.] 60. Farbenlehre, ed . cit ., p. 576 [trad , cit., p. 570 ) .

88 89
)
lunas, estrellas y galaxias, cometas y nebulosas, de mun -
dos hechos y haciéndose, si no ha de regocijarse finalmen
te un hombre feliz, sin saberlo, de su existir ? » 61 .

III

UN CORTE TRANSVERSAL
- TERMINOLÓ GICO-METAF Ó RICO
PARA LA IDEA DE VERDAD

En las investigaciones que hemos realizado hasta ahora


de la metaf ó rica de la verdad hemos establecido cortes

longitudinales histó ricos, o bien para poner de relieve
las deficiê ncias de nuestro material ( que por supuesto
sólo pueden medirse teniendo presente la insuperable de -

ficiência de todo material histó rico ) hemos proporcio-
nado una serie de puntos mediante los que es posible
trazar una curva. Este procedimiento , con independencia
también de la oscuridad f áctica del material presentado,
resulta tan impugnable como insustituible en el curso de
61. Winckehnann und sein Jahrhundert (XIII, 417; trad . Cansinos la configuración de una metaforología. Pero queremos
Assens, cit., Aguilar, Madrid, v. II, p. 2038 ) . Ese rasgo que hemos puesto dejar enteramente claro en qué consiste su impugnabili-
de relieve ha permitido, a veces, comparar a Goethe con Montaigne. Una dad, haciendo valer al menos en un punto determinado
mirada m ás atenta justo al colorido que adoptan metáforas del mismo de nuestro corte longitudinal la exigencia ideal de una
género podr ía establecer sugestivas diferencias en la respectiva posició n
histó rica. Lo que en Montaigne es repulsa de una explicación emergente metó dica siempre complementaria. Lo que emerge en la
de la existê ncia, explicación que por primera vez empieza a formarse, es selecció n del material metaf órico pertinente exige, por
en Goethe una resistência, en lo más profundo ya resignada, contra eso su parte, antes de que se le pueda y deba fijar efectiva-
que en Newton se le presenta ya como «sistema ». Lo que Goethe ve mente como punto de aquella curva, una interpretaci ón
representado en las palancas y tornillos del equipamiento técnico-cientí-
fico, en Montaigne tiene a ú n la figura de la antigua metáfora de la exis- del contexto intelectual en cuyo interior se situa y oficia,
tência como escalada y conquista de una montana, metáfora a la que se y recibe tanto su contorno como su colorido . Por no salir
resiste. Le monde... ne pense rien utile qui ne soit penible: la facilité luy de la primera de nuestras im á genes metó dicas : tenemos
est suspecte (III, 13 ) [La gente... no cree que haya nada ú til que no sea que establecer, idealmente en todo sector relevante de
penoso, parécele sospechosa la facilidad ; Ensayos, trad de Dolores Pica-
,
nuestros cortes longitudinales, y con vistas a hacer ente-
zo y Almudena Montojo, Cá tedra, Madrid, 1994, v. III, p. 364].
ramente captables lo que «significan » en cada caso las

90
91
II
!

met áforas adoptadas, cortes transversales . Considerados sición soberana sobre dicha propiedad 62. En esos perfectos
en sí mismos, tales cortes transversales pueden haber de - instrumentos retóricos que son las primeras proposiciones
jado de ser puramente metaf ó ricos, tienen que asumir
concepto y met áfora, definició n e imagen como unidad 62. Es enteramente notorió que en ia moderna ordenación fundanre
,

de la esfera de expresió n de un pensador o de una é poca. de trabajo y verdad, ia anaiogía con ia propiedad juega un papei de motivo
Dada la necesidad de unificar la disponibilidad completa esenciai. El nominalismo bajomedieval, con su extremosa idea de ia sobe-
del material con la economia de pasajes que exige este rania teoló gica, ha introducido profundamente en las honduras dei esp íri-
tu moderno un momento fuerte de rechazo a las ideas de « gracia » y de
trabajo, mi election, sobre la que no discutir é con nadie, « don » . El origen de ia aguda reflexion metó dica radica as í esenciaimente
recae en Lactancio. Precisamente el hecho de que no se en la necesidad de no tener que aceptar y adoptar la verdad, sino fundaria
trate de una estreila de primera magnitud hace de él un funditus denuo [de nuevo de raiz]; y «fundar » justamente no solo en el
objeto apropiado para est ú dios en los que interesa la cap - sentido de producir los fundamentos para una tesis, sino de producir esa
tation de estructuras hist ó ricas epocales (no que hagan tesis misma a partir de sus fundamentos. Pues la verdad producida es ia
verdad legítimamente propia. Se ve aqui tambié n una conexió n altamente
é poca ) . Lo excepcional exige crité rios de singular inma - significativa con la moderna crítica de ia teleoiogía, cuya robusta agresivi-
nencia, y no permite que se le considere como mera obje - dad no tiene relació n alguna con su significado puramente teorético , como
tivaci ón expresiva. Espíritus como Lactancio tienen sufi - el que se da en la discusi ón con ia doctrina aristotélica de las cuatro causas.
ciente « capacidad de asimilaci ó n » como para alimentarse El principio de la teleoiogía antropocé ntríca universal hace imposible una
fundació n metaf ísica de la propiedad privada; con total claridad se mues-
de las aportaciones del flujo hist ó rico, y tambi é n, sin tra esto en la conception de Cicer ó n, De officiis, I, 7, 21-22, de la privata
embargo, la autenticidad hasta para las nuevas cristaliza - nulla natura [por naturaleza no hay nada que sea privado], conception de
ciones que, en el horizonte de sentido de su época, co- firme linaje estoico. Si la naturaleza garantiza a todos los hombres su nece-
rresponden a problemas y necesidades; con lo que, sin sidad esenciai, la propiedad es primariamente posibie sóio por occupatio
[ocupación], y una capa de institutions positivas se superpone falseado-
llegar a modificaria, reingresan así activamente en la co-
ramente ai estado de naturaleza . Pero si se desmonta esa conception teleo-
rriente de la Historia. ló gica, si surge ia idea de una car ê ncia originaria, constitutiva, cró nica, de
! Lactancio ama ia metáfora de la vis veritatis [fuerza de la Naturaleza con respecto a los hombres, el trabajo se convierte entonces
la verdad]; ya hemos citado dos ejemplos a . ese respecto en acto fundativo de propiedad . Locke ha sido el primero en hacer valer
(arriba, pp. 55 y 68 ) . Pero en su potê ncia, esa propiedad tal cosa frente a la doctrina del origen de la propiedad de raíces estoicas, y
Rousseau se convirti ó en ei m ás eficaz defensor de esta tesis, cuya decisiva
« natural » de lo verdadero no tiene sin más consecuencias;
cualidad, provocadora de revoluciones, radica en su continua aplicabili-
está vinculada por una ordenació n que se vuelve aprehen- dad cr ítica. ( Entre par ê ntesis: obsé rvese que ia elimination de la pro-
sible en la superposition de una metaf ó rica jur ídica a una piedad en el estado comunista descansa, en el fondo, en un restablecimien-
metaf ó rica de la fuerza. La verdad « pertenece» a Dios, qui to de la teleoiogía estoica, si bien no como teleoiog ía de la Naturaleza, sino
de ia sociedad ) . Antes de llegar a ser dominante como teoria jurídica, la
fecit omnia [que hizo todas las cosas], expresió n que, con fundació n de la propiedad sobre ei trabajo se elabora por tanto implicita-
Lactancio, debemos entender así: porque ha creado todas mente en ia conception moderna de la verdad . Pero con anterioridad es
las cosas. No se trata pues del curso de ideas que hemos un teologú meno, que podia fundamentar todos las reservas de Dios frente
encontrado en Tomás y Vico, aquello de que la vision con al hombre. Que s ólo Dios pudiese tener, seg ú n esta conception, propie-
dad en sentido absoluto, tiene ya su fundamento en el principio de que en
que el Creador penetra en las estructuras internas de su general el hombre, tanto para ia metaf ísica antigua como para ia moderna,
obra fundamenta la referencia veritativa absoluta (cf . arri- no puede, en sentido estricto, « producir » nada. El hombre es s ólo alguien
ba, pp. 42 y 77), sino que prevalece la notion jur ídica de la que coopera a Ia plenificaçión de lo ya existente, séalo de la Naturaleza o
propiedad basada en la creación, y, con ello, la de la dispo- s éalo de Dios.
I
92 93
de las Divinae Institutiones [Instituciones Divinas] se ela- dr ía en peligro su majestad. Sin embargo , Dios no quiso
bora con nitidez el contraste entre el violento esfuerzo por permitir que continuase errando, ac sine ullo laboris effec -
la verdad de una é poca que se encamina a su final y el tu vagari per tenebras inextricabiles [y vagara a trav és de
regalo generoso de esa verdad en una nueva é poca . Los inextricables tinieblas sin obtener ning ú n resultado por
esp íritus eminentes del pasado lo han dado todo por amor sus esfuerzos; ibid . , p . 66]. Aqui, casi parece como si todo
a la verdad : quicquid laboris poterat impendi, contemtis el esfuerzo de la filosofia antigua, aunque sin duda no
omnibus et privatis et publicis actionibus, ad inquirendae hubiese modificado la situaci ó n jur ídica, sin embargo hu -
veritatis studium contulerunt ( I, 1, 1) [dedicaron a la bus- biese desencadenado el acto de gracia, la infinita compa-
queda afanada de la verdad, olvidando todos los asuntos sió n : aperuit oculos eius ( sc. hominis ) aliquando et notio-
privados y p ú blicos, todo el esfuerzo que pudieron gas - nem veritatis munus suum fecit (1, 1, 6 ) [le abrió al fin los
tar] " . Y tambié n estos hombres eran enteramente dignos
'

ojos y convirtió en regalo suyo el conocimiento de la ver -


de conocer la verdad: el sabio estoico, que identifica vir - dad ; ibd .] . El regalo consiste en la liberació n de la vis
tud y felicidad, se presupone como existente a fin de ha- veritatis [la fuerza de la verdad] de su legítima custodia.
cer resaltar, con toda su ilus ó ria inanidad, ese « pero » que Lactancio no ha mantenido este contraste a todo lo
ahora viene a continuació n: Sed neque adepti sunt id, quod largo de su obra ; de otro modo, apenas hubiese podi -
volebant, et operam simul atque industriam perdiderunt : do escribir más que esta introducción. Principio teológico
quia veritas, id est arcanum summi dei, qui fecit omnia, y compendio docto no se compaginan . Para hacer que
ingenio ac propriis sensibus non potest comprehendi ( I, 1, fluya la obra, hay que admitir en los antiguos filósofos
5 ) [Pero no consiguieron lo que pretendian y perdieron al cada vez más « anticipaciones» del arcanum dei, porque
mismo tiempo su trabajo y su esfuerzo, ya que la verdad , con ese arcanum dei no hay forma de argumentar. En
es decir , los secretos del sumo Dios que hizo todas las general, a Lactancio le resulta enteramente ajena la espe-
cosas, no puede ser abarcada por nuestra inteligê ncia y cificidad de una region propiamente dicha de «verdades
sentidos ; ibid ., pp. 65 -66]. Para hacer resaltar el nuevo de fe »; su concepto central de la actitud cristiana no es ni
car ácter gratuito de la verdad, se atribuye retrospectiva- siquiera fides [fe] , sino iustitia [ justicia] , cuya legitimaci ó n
mente un car á cter de « trabajo » al antiguo ocio filos ófico deriva de Pablo, la sustancia de la Estoa: convertere ad
de la contemplación; qui é rese decir que, en comparacion iustitiam ( De mortfibus]. persec[utorum ]. II, 5 ) es la fun-
con lo que ahora adviene, se ha oscurecido la supuesta damentació n de la comunidad romana por medio de Pe-
claridad del ser del pasado. La ulterior motivacion del dro. La verdad es homogé nea, y si en general debe conce-
arcanum dei [arcano divino] traiciona una orientaci ó n al dé rsele a los «filósofos» algo de ella, en el fondo todo está
modelo orientalizante de soberano propio del Bajo Imp é- ya en su posibilidad, y la inconsecuencia con respecto al
rio: si la reflexion humana pudiese alcanzar los planes y primer cap ítulo de las Instituciones Divinas , cuando Lac-
las disposiciones de esa eterna grandeza, desapareceria la tancio expresa más adelante su asombro porque la filoso-
distancia entre Dios y el hombre. Si el hombre pudiese fia no haya alcanzado « m ás» verdad, es enteramente con -
alcanzar esa verdad con su propia capacidad, Dios pon - secuente : Miror itaque, nullum omnino philosophorum
exstitisse, qui sedem ac domicilium summi boni reperiret
* Trad de E. Sánchez Saior, Gredos, 2 vols., Madrid, 1990 ; vol ,
,
(III, 11, 5) [Por ello me extrana que no haya habido nin-
I, p. 65. gú n filósofo que haya encontrado la sede y domicilio del

94 95
il!

clara y significativamente en contraposición a assequi [con -


sumo bien]*. La filosofia pagana « dirigia su mirada » en seguir], invenire [encontrar], etc. Tambié n el olor y el tac-
falso : Demócrito había dicho que la verdad yace sepulta- to comparecen como formas inferiores de encuentro con
da como en un pozo de infinita hondura, pero esta met á- la verdad , que de este modo no se « verifica » como tal: los
fora es falsa y traicionera, non enim tanquam in puteo filósofos han encontrado a veces la direcció n correcta,
demersa est verit as, quo vel descendere vel etiam cadere illi quasi odore quodam veritatis retenti ( VI, 12, 26) [atraídos
licebat ; sed tanqtiam in summo montis excelsi vertice vel por una especie de olfato hacia la verdad; ibid ., p. 222], y,
potius in coelo : quod est verissimum (III, 28 , 14) [y es que en fragmentos dispersos en todas las escuelas, totam igitur
la verdad no está hundida en un pozo, al que se pueda veritatem et omne divinae religionis arcanum... attingerunt
descender o incluso caer , sino que está en la cima más alta (VII, 7, 14) [Así pues, ... tocaron toda la verdad y todo el
de un monte elevado o , mejor — lo cual es lo m ás cier - secreto de la religion divina] " . Así que la revelaci ó n de
'


to , en el cielo : ibi à., p. 335] . Mientras que no hubo ni
alpin ística ni astroná utica, esto significo la absoluta inal-
ningú n modo proporciona verdades esencialmente nue-
vaSj se limita a traer la seguridad de la diferenciaci ó n y ,
canzabilidad de la verdad, mientras que se puede perfecta- %
con ello, la posibilidad de la «sistemá tica » integraci ó n de
mente bajar a un pozo o cae a uno, y « caer » así en la las part ículas dispersas. Lactancio se opone aqui a la con -
verdad que yaçe en su profundidad. La filosofia antigua l\ clusion que, para el escepticismo acadé mico, se sigue de
no había sabido nunca en qu é direcció n deb ía buscar la las diferencias dogm áticas entre las escuelas filosóficas del
verdad ; no había prestado atenció n al guino que la Natu - heienismo; en orden a defender la «potê ncia» de la ver -
raleza nos hace con la marcha erguida del hombre, la po- dad, sin duda tiene ahora que distancià rse ampliamente
sició n elevada de su cabeza, y ello porque, en cierto modo, :! de su tesis de partida : ninguna secta est á tan extraviada
Dios mismo les hab ía hecho incomprensible su propia in - como para no haber podido asegurar ni siquiera algo de la
dicació n: aversos esse arbitror divina providentia, ne scire verdad63, y si alguien recopilase todo eso, is profecto non
possent veritatem ( IV, 2, 5 ) [Pero pienso que fue la divina dissentirei a nobis (VII, 7, 4) [ése no se diferenciaria sin
providencia la que los aparto de ellos, para que no pudie- duda de nosotros] * *. Pero solo podr ía reunir los fragmen -
ran conocer la verdad] " " . Se ve cu á n dif í cil es reducir a un
' '

tos quien posee la norma de la verificació n, y esa norma la


denominador la metaf órica de la majestad y la metaf ó rica i proporcionan los testimonia [testimonios] divinos64.
de la verdad. Pues los pitagóricos y estoicos, a su vez, han
podido «sentir » la verdad ( verum sentiunt ) con su doctri-
na de la inmortalidad, y aqui la verdad parece por una vez * Ibid ., p. 297 ( trad modificada ).
,

poder estar « debajo», pues: non scientia, sed casu incide - 63. ...particulatim veritas. ab bis tota comprehensci est ( VII, 7, 7)
[...ia verdad se encuentra en todas estas escuelas, pero por partes; trad
runt in veritatem (III, 17, 43) [llegaron a la verdad, no
,

cit., v. II, p. 296]. •


desde la ciê ncia, sino por c a u s a l i d a d] P e r o aqui hay ** Trad cit. , v. II, pp. 295-296 .
,

que prestar atenció n a los vocablos : sentire se entiende 64. Donde se llegó sin ellos a « conocer » ia verdad, lo que ocurrió es
que se ipsam veritas illustraret suo lumine (VII, 7, 5 ) [la propia verdad
resplandeció (...) con su propia luz ; trad , cit. , mod., v. II, p. 296]; pero al
mismo tiempo eso se caracteriza aqui como azaroso { casu ) . Estructural-
* Trad , cit., v. I, p. 274. mente, los testimonia divina [testimonios divinos] asumen aqui el mismo
Trad , cit., v. II, pp. 10-11. papel que en Descartes desempenar á el «m é todo » : lo que de la verdad se
.
sL
Ibid ., p. 305 ( pero dando III, 18, 1).
I
97
96
m
li
li

Comparando las doctrinas plató nica y cristiana de la in -


mortalidad, Lactancio aclara esta novedad formal, no ma- esencialidad. Este dualismo corre de tal modo a trav és de
terial : Nos igitur certioribus signis eligere possumus verita - toda la obra de Lactancio que dificilmente se le pueden
tem, qui earn non ancipiti suspicione collegimus, sed divina H
Si
suprimir sin m ás al autor los pasajes en que experimenta
traditione cognovimus (VII, 8 , 3 ) [Nosotros, pues, que co- amplificaciones gn óstico- her é ticas, los llamados addita-
legimos la verdad sin ning ú n tipo de dudas y que la conoce - mentddualistica [anadidos dualistas]. Cuando dice (VI, 22,
mos por tradició n divina, podemos deducirla a partir de
Li 2 ) itaque fecit omnia deus ad instruendum certamen rerum
senates seguras] ' . Con ello , el carácter de la verdad como
5
I duarum [Dios hizo, en efecto, todas las cosas imponiendo
arcanum dei, inicialmente introducido de modo indiferen -
I
un enfrentamiento entre dos de ellas] *, esto suena apenas
distinto de la supuesta interpolació n de II, 8 , donde Dios
ciado, se interpreta ahora de forma que se aviene con ese
introduce duos fontes rerum [dos fuentes de las cosas] y un I
car ácter esencial de la verdad que es su imperiosa tend ê n -
cia a la luz, su asentarse en la luz : Dios no ha escatimado la malorum inventor [urdidor de cr ímenes] . Incluso en el caso
verdad como tal a los fil ósofos, sino solo el crité rio de su ii de que las formulas dual ísticas se refieran principalmente a
conocimiento y, con ello, el presupuesto de su integracion. lo ético, tambié n invaden, sin embargo, la relaci ó n entre lo
Otra forma de hacer justicia a la tradici ó n fil ósofica en verdadero y lo falso: el falsum intelligere [entender lo fal-
su supuesto rendimiento previo y asegurarse su contenido so] circunscribe el reino de la sapientia humana; verum
argumentative para afianzar la doctrina cristiana, descansa autem scire divinae est sapientiae (II, 3 , 23) [conocer lo
en la concepcion hipostatizante de la no-verdad, que con - il
'

verdadero solo es propio de la sabiduría divina] **. Este es


forma un mundo, opuesto al de la verdad, con su propia tambi é n el aspecto bajo el que tienen que considerarse los
filósofos: Ita philosophy quod summum fuit humanae sa -
pientiae, assecuti stmt, ut intelligerent , quid non sit: Mud
pueda encontrar sólo casu carece de valor hasta que no se « verifique» , sea assequi nequiverunt, ut decerent, quid sit ( II, 3, 24) [ De
mediante la norma revelada , sea mediante el m é todo racionalmente cons-
esta forma, los filósofos alcanzaron aquello que es lo m á xi -
truido. La diferencia estriba en que para Descartes se ha desvanecido la
posibilidad de fundar esa - casualidad con la autêntica fuerza luminica de mo de la sabiduría humana : comprender qu é no es la ver -
la verdad . El paralelo surge quizá a ú n m á s claramente del correspondien- dad; pero no pudieron afirmar qué es la verdad]***. Aqui,
te pasaje del Epitome [de las Instituciones Divinas] ( 64 , 6 ) , en el que se como en el escrito De ira dei [Sobre la ira divina] (11, 10 ) ,
reprocha a Platon , a cuenta de su doctrina de la inmortalidad : non per Lactancio evoca un exabrupto de Cicer ón en el De natura
gradus ad earn sententiam descendit [no llegó gradualmente a esa opi-
nion]; Plat ó n omiti ó los pasos intermédios constitutivos ( amputatis me - deorum [Sobre la naturaleza de los dioses] ( I, 32, 91) , don-
diis ) y se dio de bruces con la verdad, incidit potius in veritatem quasi per de aqu é l exclama que bien querr ía encontrar la verdad con
abruption aliquod praecipitium [m ás bien se tropezó con la verdad, como tanta facilidad como le es posible (sin duda que solo en un
si se hubiese ca ído por un abrupto precipicio], siendo la consecuencia punto para él muy evidente) desenmascarar la falsedad. En
que casu, non rations verum invenerat [encontro la verdad no racional-
mente, sino por azar]. Tambié n aqui vuelve a ser metaf ó rico ei que para
esto, Cicer ó n no se habr ía disfrazado de escéptico ( non
los fil ósofos la verdad este « debajo», pero tambi é n en esta direcció n el dissimulanter ut Academicus ) , sino que habr ía expresado
comportamiento del buscador de la verdad debe ser « metodicamente» francamente su verdadera opinion, pues quod adsequi va-
adecuado, tiene que tratarse de un descensus, no de un praecipitium, so
pena de que la profundidad se transforme en abismo: ies cierto que se
aicanza la verdad, pero no se está «sano» a su lado! . * Trad cit., II, p. 255.
,
:
* Trad , cit., v. II, p . 298 . ** Trad cit., v. I, p. 176.
,

** Trad cit., v. I, p. 176.


,

§ •

98
ii.
i
99
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1
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Vvf
:

m
luit humana providentia, id adsecutus est , ut falsa detege -
m
SIi
vinculada de ninguna forma con la destructibilidad de las
! imágenes de los dioses, que se pueden destruir sin castigo:
retP* [consiguió aquello que la prudência humana puede !
conseguir : descubrir lo falso]. Ahora bien, en este pasaje i
if
i
Ubi ergo veritas est ?... ubi nihil, quod violari possit, apparet
se da una muy caracter ística permuta de los predicados de I
( II, 4, 7) [ í D ó nde est á entonces la verdad ? (... ) donde no
(

verdadero y falso ; ya no es lo verdadero lo que, como en IIM haya nada que pueda ser violado]*.
la antigua tradici ón, «se muestra » , comparece, sino que es Dado que determina de modo esencial la funcion de su
lo falso quien consigue este modo de llamar la atenció n : II
metaf ó rica, un ú ltimo elemento del complejo constitutivo
adeo et ipse ( sc. Cicero ) testatus est falsum quidem appare - M de la idea de verdad en Lactancio merece todavia aqui
re, veritatem tamen latere [ hasta el punto de que é l mismo Ú
nuestra atenció n : la relaci ó n entre verdad y ret órica . Lac-
(Cicer ón) ha reconocido que mientras lo falso salta a los tancio, profesor él mismo de ret ó rica, se encuentra aqui en
ojos, la verdad, en cambio, se oculta]. Solo cuando la ver- una posici ó n dif ícil; se ha dado perfectamente cuenta de la
dad ha sido, por así decirlo, liberada por Dios de la reserva dificultad que tiene la relació n, de tanta transcendência
en que se custodia, esto es, en la revelació n cristiana, llega para el cristianismo primitivo, entre la pretension retó ri-
a tener valor con su vis [fuerza] esencial . Se confirma por ca de estilo y la diferencia de tipo que representa el mundo
« experiencia » directa al constatar que el n ú mero de los escritur ístico de la Biblia. Conoce el capi auditu [ser atra-
cristianos no deja de superar al n ú mero de los que adoran pado por el oído] mediante las compositae orationes [dis-
a los dioses, y que, en cambio, no disminuye en las perse- cursos complejos] y argutae disputationes [disputas inge-
cuciones, pues — así explica Lactancio esta situació n — los niosas] y sabe que, precisamente aqui, sus documentos
hombres pueden ciertamente pecar y man çharse con sacri- ponen al cristianismo en desventaja. El o ído del hombre
ficios forzados, averti autem non possunt a deo: valet enim educado en la escuela de retó rica es insensible a los scripta
vi sua veritas ( Inst . Div . V, 13, 1) [pero no pueden apartar- coelestia: nec quaerunt vera sed dulcia: imo illis haec vi-
se totalmente de Dios : y es que la verdad se impone siem - dentur esse verí ssima, quae auribus blandiuntur ( .Epitome ,
pre por sí misma] s! , nemo discedit , ipsa veritate retinente
'
57, 6-7) [escritos celestiales; y no buscan cosas ciertas, sino
(V, 19, 13 ) [nadie se retira una vez que queda atado por la I dulces; antes bien, lo que halaga los oídos les parece que es
propia verdad] ’ *. La verdad ejerce su poder, pero ella mis-
5
f lo más cierto de todo]. Los filósofos tienen a su disposició n
ma se sustrae a toda violê ncia, y ya por eso no puede ser la incredibilis vis eloquentiae [increíble fuerza de la elo-
cuencia], una potência por tanto en manos de gentes que
son ad perturbandam veritatem perniciosi et graves ( De
65. Para esa t é cnica de ia recepción que pretende poner de su parte opif [ icio ] dei, 20, 2-3 ) [perniciosos y de peso para pertur-
ia autoridad de Cicer ó n, resuita significativo que ei escepticismo cicero- bar la verdad]. Vemos ahora cada vez más el conflicto pro-
niano aparezca como una especie de dispositivo metodol ó gico, un autê n -
tico disimuio con cuya ayuda Ciceró n habría cumplido la tarea « histó ri - pio de Lactancio en el hecho de que, por una parte, está
ca » , tarea que, desde la óptica cristiana, le correspondia, de debilitar dominado por la idea de la vis veritatis y solo a ella querr ía
cr íticamente ia antigua religion y la dogm á tica epic ú rea. La idea de la í confiarle todo66, pero por otra su propia familiaridad con
« duda metó dica » surge como una interpretació n ex eventn, aqui, en ;
el fondo , en el mismo sentido que en Descartes, en quien ei que duda y ei -? I

que interpreta se re ú nen en una misma persona. ! * Trad , cit., v . I, p. 177.


* Trad cit., v. II, pp. 138-139.
,
66. As í tambié n en ei pasaje uitimamente citado, en el que, inmedia-
** Trad , cit., v. II, p. 162. tamente posterior a la incredibilis vis eloquentiae [increí ble fuerza de la

100 101
la técnica de la retó rica y la experiencia de sus êxitos f ác- tructa , et luce oratinis ornata ( I, 1, 10) [Y es que ésta , si
ticos le intiman sin embargo a acudir un poco, o un poco bien puede ser defendida, como lo ha sido muchas veces
más incluso, en socorro de la verdad. Una y otra vez busca por muchos, sin elocuencia, sin embargo debe ser ilustrada
f ó rmulas de compromiso. En el ya citado cap ítulo primero » y en cierta forma afirmada con claridad y brillantez en
de las Divinae Institutions, de índole programá tica, con - las palabras para que, armada con su propia fuerza y
fronta doctrina del discurso y doctrina de la vida : nec turn !
adornada con brillante forma , entre con más poderio en
de rebtts kumanis bene meretur, qui scientiam bene dicendi las almas] " . En el primer cap ítulo del libro tercero se reto-
'

affert , quam qui pie atque innocenter docet vivere ( I, 1, 9 ) ma una vez más el problema en toda su amplitud, y se
I
[Y no presta a los hombres mejores servicios el que ofrece resuelve en el sentido de la f ó rmula del « reforzamiento »,
li
una perfecta elocuencia que el que ensena a vivir con pie- m tanto para poder atacar al adversá rio con sus propias ar -
dad y sin pecado] "' . Apela a los griegos, entre los cuales la I
mas cuanto tambi é n quod mugis possent credere homines
fama del fil ósofo habr ía sido mayor que la del r étor. El | ornatae veritati, qui etiam mendacio credrint, capti oratio-
significado de todo ello es éste : Lactancio vuelve a la diso- I nis ornatu... (Ill, 1, 2) [porque los hombres, que creen in-
ciación plat ó nica, dirigida contra la sof ística, de filosofia y cluso las mentiras cuando son cautivados por la elegancia
ret ó rica, y olvida por un instante su dependencia de la sín- del discurso... , podr ían dar más cr é dito a una verdad ele-
tesis de ambos, tal y como hab ía sido institu í da por Cice- gantemente presentada] " * . Es un t ó pico del r étor Lactan-
'

r ó n y como, de hecho, determina su propia «soluci ó n » del isl


I do eso de que disminuye la elocuencia que aporta para
problema. La fundamentaci ó n es tan poco convincente ill otorgar todo el brillo de su exposició n a la causa que de-
como que el bene dicere [el buen hablar] solo interesa a fiende : ... eloquens nunquam fui, quippe qui forum ne atti-
i .
unos po ços, el bene vivere [ buen vivir ], en cambio, a todos. gerim quidem. Sed necesse est , ipsa me faciat causae boni-
11
En el fondo, lo ú nico que quiere decir es que, propiamen - tas eloque?item: ad quam diserte copioseque defeitdendam
h te, «su » riueva verdad « no habr ía tenido necesidad» de todo scientia divinitatis et ipsa veritas sufficit (III, 13, 12) [nun -
í;
ca fui persona elocuente, por cuanto que nunca he llegado
eso, y esto, dicho al o ído de aquella majestad, es como una
adulació n de cortesano que así se procura el privilegio de
I ni siquiera a pisar en el foro ; de todas formas, me conver -
poderse dar ahora a valer a su modo : Quae licet possit sine i 1
tir á necesariamente en persona elocuente la propia digni -
eloquentia defendi, ut est a mídtis saepe defensa; tamen dad de la causa, para cuya defensa eficaz y rica bastan la
claritate ac nitore sermonis illustranda et quodam modo ciê ncia divina y la propia verdad ] " " " . Esta es la perfecta
' ' '

I
disserenda est , ut potentius in ânimos influat , et vi sua ins - f ó rmula de union : la retó rica no se presta a la verdad, no
es instrumento sino expresi ó n ; el brillo de la dicció n es el
brillo de la verdad misma, traducció n inmediata de la
« cosa» en el lenguaje y la fuerza de su convicci ó n .
elocuencia] de los filósofos , llama alentadoramente a combatir a la vis I
veritatis: cur desperemus, veritatem ipsam contra fallacem captiosamque IIi A quien se le antoje anticuado el problema de verdad y
facundiam sua propria vi et claritate valituram? ( De opificio dei, 20, 5 ) I ret ó rica recogido en estas f ó rmulas, que investigue de nue- I
•)
Mm
[<ipor qué desesperar de que la verdad misma vaya a ser eficaz, con su i
propia fuerza y claridad, contra la falaz y capciosa fac ú ndia ? ] . En este I
antagonismo de potê ncias se oculta sin duda algo del caracter ístico dua- . w
I
* Trad , cit., v . I, p. 67.
lismo del autor. III

** Trad , cit., v. I, p. 245.
I * *.-í-
* Trad , cit ., v. I, p. 67. Trad , cit., v. I, p. 284.

102 103
m
n
vo bajo el título moderno de « verdady estilo». Abstracció n
hecha del influjo de Cicer ó n en la configuración de esta
oroblemática, no se debe olvidar que Lactando fue uno de
os autores recuperados por Petrarca (cosa que tuvo su re-
percusió n en el canon) y uno de aquellos a los que Erasmo IV
dedico una de sus ejemplares ediciones. No se trata aqui
de « influjos» que quepa citar; pero la cuestión es si, a más de LA METAF Ó RICA DE LA VERDAD « DESNUDA»
milé nio y medio de distancia, se lee o no exactamente lo
mismo en el segundo Anti-Goeze de Lessing: « iQu é ridícu-
lo... atribuir esa superioridad sobre nosotros que le otorga
la verdad a un adversá rio, a lo deslumbrante de su estilo!
Yo no conozco ningú n estilo deslumbrante que no deba su
brillo, en mayor o menor grado, a la verdad. S ó lo la ver-
dad da autêntico brillo; y tambié n la sátira y la burla deben En el pasaje citado en la sección precedente del capítulo
tener al menos un fondo de verdad». La ret órica puede primero del tercer libro de las Divinae institutiones \lns-
proporcionar incluso el modelo de una máxima general, tituciones divinas], donde Lactancio discute la relaci ó n
como en Vauvenargues67: «.. . considerada en sí misma, la entre verdad y ret ó rica, hace una observació n sobre esa
mentira es dé bil, hay que ocultaria cuidadosamente, exige « natural» desnudez que Dios quiere de la verdad : que la
esfuerzo, si es que se quiere conseguir realmente algo con ornamentación retórica s ólo la embellecer ía de un modo
palabras enganosas. Sin embargo, seria injusto sacar como que precisamente corresponderia al darse de la mentira :
conclusion que en eso consiste el arte de la retó rica. iMe- Sed quoniam deus hanc voluit rei esse naturam, ut sim -
jor reconozcamos, visto cuán grande poder tiene la apa- plex et nuda veritas esset luculentior, quia satis ornata per
riencia de la verdad, qué elocuente es la verdad misma, y se est , ideoque ornamentis extrinsecus additis fucata co -

qu ê superior a nuestro arte! Sólo aquel que sabe servir-
se há bilmente de la verdad y conoce su fuerza puede pen-
rrumpitur; mendacium vero specie placet aliena, quia per
se corruptum vanescit ad diffluit , nisi aliunde ornatu
sar que es astuto» . Semejante regia de ast ú cia es el residuo quaesito circumlitum fuerit ac politum... (Ill I, 3 ) [Pero
de un axioma metaf ísico; cuando sólo figura aú n como como Dios quiso que la verdad simple y desnuda fuese
pragmático punto de apoyo, la metáfora mantiene viva esa
funció n suya de expresar vívidamente una de esas conjetu -

por naturaleza bella y es que es suficientemente elegan-
te por sí misma y se afea si es embadurnada externamente
ras ontológicas en que se funda todo comportamiento . con adornos anadidos— , y quiso en cambio que la men -
tira agradara cuando va cubierta de una belleza que no es
suya — y es que lo que es por naturaleza corrupto se
desvanece y diluye si no está adornado y embellecido por
adornos buscados fuera de ello...] *. Elio nos lleva a un

,
67 . Die franzõ siscbe Moralisten ed . F. Schalk, I, 112. * Trad cit., p. 246.
,

104 105
i
II 1838 : «En los partidos exaltados se manifiesta siempre, en
nuevo campo metaf ó rico, en el que se pone de manifiesto virtud de una consecuencia particularmente ir ó nica, una
un aspecto muy concreto de las representaciones hist ó ri - gran tendencia a mostrarse tambié n exteriormente en el
cas de la verdad. i negligé en que siempre presentan sus pensamientos: los
Habr á ciertamente de aceptarse que el discurso acerca adamitas creían que para ser completamente libres había
de la «verdad desnuda » es una tautologia, toda vez que la que ir en cueros vivos, y probablemente han creído que la
verdad siempre es el « estar algo ante nosotros nudifica- diferencia específica entre el estado paradis íaco del hom -
do »6 S . Pero es que esta metáfora no quiere introducir abso- bre y el estado posterior consistia en eso; los «sansculott-
lutamente nada en el concepto de verdad; proyecta sobre y te » son bastante conocidos; en este preciso instante est á
m ás all á del concepto conjeturas y valoraciones de muy muy de moda la gente sin corbata, a fin de restituir el espí-
dif ícil clasificación. Es verdad que la met áfora depende dei ritu nó rdico»69. Kierkegaard ha captado el significado de la
modo más estrecho de la interpretació n y significado de la problemá tica de la « verdad desnuda » de forma todavia más
vestimenta como revestimiento o disfraz, en correspondê n- radical en el largo apunte del 1 de agosto de 1835, del que
cia con los cuales la desnudez se diferencia igualmente todavia nos habremos de ocupar en este cap ítulo.
como un deshacer un engano, un quitar la máscara, o como Originariamente, la desnudez parece ser el modo en
desvelamiento ofensivo para el pudor, quebrantamiento que los seres se ofrecen solo a Dios, el ú nico que puede
de un misté rio . La verdad puede tener su «cultura » en su «soportarlos » : Domine, cuius oculis nuda est abyssus hu -
vestido, así como la historia cultural del hombre está esen - manae conscientiae [Senor, a cuyos ojos está siempre des-
cialmente en la historia de su forma de vestir, pues é l es el nudo el abismo de la conciencia humana], exclama Agus-
ser que se viste , que no se da abiertamente en su « natura - t í n 70 , para aceptar , para apropiarse por su parte esa
lidad ». í Deber ía tambié n la verdad, en la medida en que desnudez ya esencial, constitutiva, en la modalidad de la
en general , como verdad para el hombre, hay que pensaria confessio [confesió n], pero tambié n para dar testimonio de
con cierta «consideració n » para con é l , deber ía la verdad, ella como obra literaria 71 . En el Comentário a los Salmos
digo, resultar insoportable, en su « natural » franqueza y
agresividad, para un ser « revestido » ? Quizá se entienda
mejor lo que d écimos en un agresivo aforismo sacado de 69. Encuentro mencionada una interpretació n ligeramente distinta,
los Theologumena de Franz Werfel: « La verdad desnuda, ! pero muy pertinente, de la desnudez de esos sectá rios en una resena de E.
Voegelin (en Philosopbische Rundschau, I, 34) : « Cuando su conciencia
la nuda veritas, es la concubina de los b á rbaros. La cultura informo a los sectários adamitas de que ei mejor símbolo posible de la
comienza precisamente cuando se tiene algo que esconder , desnuda verdad de Dios seria pasear desnudos por ia caile, hasta ei pro-
esto es, con la toma de conciencia del pecado original ( el pio Roger Williams se vio obiigado a meter en ia c á rcel a los desnudos
primer documento cultural es la hoja de parra de Ad á n ). símbolos de la verdad ».
70. Confessiones, X, 2, 2. [ Las Confesiones , en Obras de San Agus-
Pero la reca ída en la barbarie comienza justamente cuando t ín , trad , de Á ngei Custodio Vega, BAC, Madrid , 1974; v . II, p. 390. ]
se - empieza a descubrir de nuevo lo encubierto, esto es, con 71. Confesiones, X, I, 1: Volo eam ( sc. veritatem ) facere in corde
la psicologia » . Kierkegaard lo ha escrito con mucha mayor meo coram te in confessiones in stilo autem meo coram multis testibus
3

finura en su diá rio, en una anotació n del 29 de octubre de [ Quiérola < a saber : la verdad > yo obrar en mi coraz ó n, deiante de ti por
esta mi confesi ó n y deiante de muchos testigos por este mi escrito ; trad ,

cit., p. 390]. La funció n del lector que asiste a este desnudamiento es


68. J. Ortega y Gasset, Apuntes sobre el pensamiento, Revista de !U
.! servir de testigo, y debe por ello excluir la curiositas. S ólo así es posible
Occidente, Madrid, 1959 , p. 15.
107
106
.
(134, 16) , se dice : Latet cor bonum, latet cor malum, abys- si no ha podido adquirir sino mediante largos progresos, al
sus est in corde bono et in corde malo. Sed haec mtda sunt :
SS:
considerarlo , en una palabra, tal como debió salir de las
deo, quern nihil latet... [Está oculto el corazón bueno, asi- pi manos de la naturaleza]72. Partiendo del estado individua-
mismo lo est á el malo ; hay abismo en el coraz ó n bueno, e lista origin á rio, la sociedad humana se ha ido formando
igualmente lo hay en el malo ; pero los dos est á n desnudos como un complejo sistema de disfraces que el cr ítico de la
ante Dios, a quien nada se le oculta] *. Tambié n Rousseau situacion reprende severamente, como si ya hubiese llega-
adopta este mismo estilo al principio de sus Confessions § do aquel juicio en el que todos han de estar otra vez desnu -

[ (Confesiones]: quiere mostrarse ante sus semejantes como dos. Concebir el vestido como dísfraz que uno puede qui-
ii. tarse o arrojar de sí o calar con la mirada es el comienzo de
un hombre en la naturalidad de su verdad, de una verdad
que todavia persiste en la situacion trascendente del Juicio la desaparició n de la autoidentificació n social . Cien anos
Final, porque cree poder compararse con la vision de la Sí
: antes de la Gran Revoluci ó n, el presidente Miron, del Ter -
desnuda interioridad que el propio esp íritu eterno tiene | cer Estado, había exclamado en la Asamblea de los Esta-
del hombre. De nuevo se llama a los semejantes como tes- u dos: «Si Vuestra Majestad no pone remedio (a la opresió n
tigos, pero de forma que la autoacusadon solo proporcio- m
m del pueblo por parte de la nobleza), podr ía ocurrir que al
na el modelo segú n el cual todos ellos deben ponerse en la m
m pueblo se le caiga la venda de los ojos y que se d é cuenta de
situacion del juicio: « Que cada uno de ellos descubra a su que un soldado no es más que un campesino con un arma
vez su corazó n a los pies de tu trono con igual sinceridad; m. en la mano...»73.. En la Edad Moderna, el discurso de la «ver -
(
y luego, que uno solo te diga si se atreve: “ Yo fui mejor que dad desnuda » fue primariamente una forma burguesa de
ese hombre” »** . La imaginaria escena en que se enjuicia a discurso contra el mundo de guardarropía de la nobleza y
mm del clero; sin embargo, toda clase venidera que se creyó
la desnuda verdad humana es un recurso estilístico para m
:
! que el exclu í do de la sociedad apele a la solidaridad en la desnuda y quiso arrancar, a título de disfraces, los vestidos
I desnudez. La desnudez en el hipotético fin de la historia :ll de los otros, pudo volverlo a tomar. El Manifiesto Comu -
corresponde en Rousseau a la desnudez aceptada en su nista ha expuesto con toda claridad en qu é consistió la
inicio, que é l se reconstruye en d é puillant cet être ainsi ii operaci ó n inicial de la burguesia: « Dondequiera llegó al
constitué de tons les dons sumaturels quil a pu recevoir, et I
Ǥ
ooder , la burguesia destruyó todas las condiciones feuda-
Iii
I de toutes les facultés artificielles quil na pas pu acqti érir es, patriarcales, idílicas. Ha desgarrado despiadadamente
qtie par de longs progrès: en le consid érant, en un mot, tel M todos los abigarrados lazos feudales que ligaban a los hom-
qu il a du sortir des mains de la nature... [despojando a este
3
bres a sus superiores naturales, no dejando en pie, entre
.

ser así constituido de todos los dones sobrenaturales que hombre y hombre, ningú n otro v í nculo que el inter és des-
M
ha podido recibir, y de todas las facultades artificiales que t

72. Discours sur Rinégalité I (Phil. Bibl. Bd . 243, p . 84) . [ Del con -
una relació n del hombre con la desnudez ajena, no como « inter és psico- trato social . Discurso sobre las ciê ncias y las artes. Discurso sobre el origen
lógico» . y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres; trad. , prol. y notas
de Mauro Armiho, Alianza, Madrid, 1980, p. 210 ; traducció n levemente
:: l£.

* Trad . , levemente modificada, de Balbino Martin Pé rez: « Ena-


rraciones sobre los Salmos» (IV.°), en Obras de San Agustín, BAC, Ma- modificada.]
73. Citado por Karl J. Burckhardt, Richelieu , Miinchen, 21947,
I
drid, 1967, p. 503.
* * Trad , de Mauro Armino, Alianza, Madrid, 1997, p. 28. ci p. 65 .

108 109
nudo, que el insensible “ pago al contado ” . ( ... ) La burgue-
sia ha despojado de su [ sagrada ] aureola a todas las activi-
li-; sentido literal . Pourquoy estimant un homme , 1’ estimez
dades que hasta el presente eran venerables y se contem- votes tout envelopp é et compacqueté? II ne nous faict mons -
plaban con piadoso respeto. Ha convertidos en obreros tre que des parties qui ne sont aulcunement siennes, et nous
asalariados al mé dico, al jurista, al cura, al poeta y al hom - cache cedes par lesquelles seules ont peut vraiment iuger de
bre de ciência» * . Rousseau habia creido que solo con arran- son estimation [ <iPor qu é al considerar a un hombre, lo
carle los velos al ser socialmente disfrazado se manifestaria hacé is con é l envuelto y empaquetado ? No nos muestra
el bombre verdadero y natural; Marx descubre que en ese m ás que las partes que en modo alguno son suyas, y nos
desnudamiento lo ú nico que le queda es la mercancia y el j oculta aquellas por las cuales unicamente se puede juzgar
interés : un nuevo enmascaramiento funcional del hombre, su valia ; ibid . , pp. 323 -324]. Montaigne incita a sus lecto-
pues, que solo necesitaba ser a su vez arrancado para que res a insistir en la desnuda verdad del hombre, por más
que se detenga un poco antes: qu il se presente en chemise
3

finalmente aparezca el hombre en si mismo, en su desnuda


verdad. Es la interminable búsqueda moderna de la « natu - [mu éstrese en camisa; ibid . , p. 324] . Pascal se opone a esa
raleza natural », que nunca nos conduce sino ante nuevos idea vehemente y repetidamente : Cela est admirable: on
ne veut pas que j honore un homme vêtu de brocatelle et
3

bastidores.
suivi de sept ou huit laquais /... cet habit, c est une force
3

Ya Pascal habia calado esta dial éctica de disfraz social


y verdad desnuda » . Para é l, el disfraz es expresió n de la
« [Esto es admirable : no se quiere que yo honre a un hombre
facticidad de toda auto-ordenació n de la conviv ê ncia hu - vestido de brocatel y seguido de siete u ocho lacayos.
mana, de la inesencialidad de sus leyes en tanto que meras iCó mo! (...) Ese atavio es su fuerza]75. A Pascal le parece
regias de juego74. Habia leído en Montaigne, en el cap ítulo rid ículo que Montaigne pida un motivo para la distancia
que aqui est á en juego, que pida la raz ó n (d en demander la
3

42 del libro primero de los Essais [Ensayos] como se mara-


villa el autor de que, al valorar a los hombres, no proceda- raison ) . La fantasia ha ayudado a los hombres a vencer la
mos como lo hacemos al comprar un caballo : votes le imp òsibilidad pr áctica de su igualdad, visto lo inencontra-
veoyeznud et à descouvert [le véis desnudo y al descubier - ble de una jerarquia esencial : Obéissance
(310 ) . Pascal atribuye a los sanos puntos de vista del pue-

de fantaisie
to] *- *. Valoramos al hombre por todo aquello que en ab -
soluto es él, por el s équito, la casa, el cré dito, los ingresos blo el que éste haya diferenciado a los hombres por lo
exterior, porque eso es lo ú nico racional — cannibales se
— tout cela est autour de luy, non en luy [todo esto est á a
su alrededor, no en él ; ibid .] . La mirada que se pone en el rient d un enfant roi [los caníbales se r íen de un nino rey,
3

hombre está desviada por cuadros, vestidos, distintivos, Bruschvicg] (324 ) *. El largo fragmento 82 [44], que lleva
bastidores de teatro; está enredado en lo inautê ntico en como lema Imagination [imaginación], trata de la colec-
ció n de im ágenes de la facticidad del mundo humano, del
gracioso escenario de figurines sociales en el que estamos !
Obras de Marx y Engels, ed . dirigida por Manuel Sacristá n, trad ,
de Leó n Mames, Grijalbo, Barcelona, 1978, 9, pp. 138 -139.
74. Véase mi trabajo « Das Recht des Scheins in den menschlichen 75. Pensées, ed . Brunschvicg, 315. [En Obras ( Pensamlentos. Pro -
Ordnungen bei Pascal » : Philosopbiscbes Jahrbucb, 57 (1947) , pp. 413- vinciates. Escritos cientí ficos. Opúsculos y cartas ) ,trad , de Carlos R. Dam -
430. pierre, Alfaguara, Madrid, 1981, con pr ólogo de J. L. Aranguren , p . 374
** Trad , citada en nota 61; vol . I, p . 323. (fragmento 89 ed . Lafuma ).]
* Lafuma, 101; trad , cit., p . 46.

no ui
insertos. Aqui se tacha de in ú til lo que la Ilustració n busca- lado todo cuanto puede hacernos dudar y desesperar de
r á: jamais la raison ne surmonte l’ imagination alors que poder tomar posesió n de la verdad o incluso sólo de una
parte suya, y la felicidad de una existê ncia resignada frente
^ imagination d émonte souvent tout à fait la raison de son
siège [Jamás la razón vence totalmente a la imaginació n,
M
a la pretension teó rica parecia algo preferible al esfuerzo
mientras que lo contrario es frecuente]*. Los trajes rojos por lo imposible. Ahora bien, que la verdad, pensada
de los jueces, los arminos que llevan, los palacios de justi- Y- dÈ
A#;:
''
como hipotéticamente alcanzable, pueda en efecto consti-
cia en los que ofician, las flores de lis en sus blasones tout tuir o no la felicidad del hombre, o completaria, ésta vuel-
cet appareil auguste [todo este aparato augusto], todo eso ve a ser una cuestió n teoricamente indecidible, in ú tilmen-
traiciona un saber sobre ese mistério del disfraz. Si los te planteada, que está obligada a no encontrar respuesta
mé dicos poseyesen realmente el arte de sanar, no tendrían sino por los caminos de la metáfora. La condici ó n de sus
necesidad de sus birretes y de sus togas cuatro veces más
11«
documentos sagrados proporciono a la época cristiana una
cierta indicació n de que la donación de la verdad misma
amplias de lo usual. Los soberanos ponen é n práctica el
mismo modelo con otros mé dios, con trompetas y tambo-
podr ía serie al hombre tan insoportable como la desnudez :
res y guardias. Vimagination dispose de tout; elle fait la
de ahí que se protegiera al hombre con im ágenes. Tomás
de Aquino plantea expresamente la cuesti ón de la necesi-
beauté, la justice et le bonbeur, qui est le tout du monde
dad del discurso translaticio en la Biblia76 y afirma : In sa-
[La imaginación dispone de todo; crea la belleza, la justicia
cra scriptura traduntur nobis spiritualia sub metaphoris cor-
y la felicidad que es el todo del mundo] ** . Justicia y ver - poralium [En la Sagrada Escritura se nos transmiten cosas
dad son dos puntos demasiado delicados como para que espirituales bajo metáforas tomadas de lo corporal]. Este
nuestros groseros médios puedan tocarlos. Pero el hombre sub tiene un doble significado: mienta el « vehículo» de la
tiene la fortuna de estar constituido de tal modo, qu’ il n’ a Revelación y la «custodia» de la Revelació n ( per huiusmodi
aucun prí ncipe du vrai et plusieurs excellents du faux [que divina magis occultantur indignis [ad 3] [así, lo divino que-
no tiene ningú n principio justo de lo verdadero y algunos da tapado para ojos indignos] " . Esta didáctica metaf ó rica
'

muchos excelentes de lo falso] " " " . Partiendo de esta posi-


' ' '

se apoya en la doctrina aristotélica del conocimiento : est


ció n, Pascal ha visto con escepticismo el auge del uso indis- autem naturale komini ut per sensibilia ad intelligibilia ve -
criminado de la razón, su atenerse a la «verdad desnuda » : niat.„ [es propio de lo humano que llegue a lo inteligible
«... cuando un simple soldado coge el birrete de un presi- por lo sensible] " . Parece que se puede renunciar al «vehí-
' 5*

dente de tribunal y lo arroja por la ventana ... . » (310 culo », y que, por ende, la metaf ó rica b í blica no es absoluta
[797]) ** >i- * para Tomás: ... radius divinae revelationis non destruitur
En el elemento metaforológico, la referencia veritativa propter figuras sensibilis, quibus circumvelatur... sed rema-
en nuestra tradició n se muestra como más equívoca de lo net in sua veritate, ut mentes, quibus fit revelatio, non per-
que pudiera resultar en un aná lisis terminológico-sistemá- mittat in similitudinibus permanere, sed elevet eas ad cog-
tico. Cierto que en la línea del escepticismo se había compi-
76. Smnma tbeologiae, I, q. 1, a. 9: Utrum sacra scriptura debat uti
* Trad , cit., p. 362.
metaphoris [La Sagrada Escritura, < debe o no debe utilizar metáforas ?].
** Trad , cit., p. 363. * Trad. cit. nota 45, p. 98.
***r Trad , cit., p. 364. !-
í
* Trad , cit., ibid.
* =;• * Trad , cit., p . 572.

112 113
I

nitionem intelligibilium (ad 2) [la luz de la revelació n divi- en el exacto sentido de reunir , junto con los impugnados
na no desaparece por las figuras sensibles con las que se velamientos y disfraces de la verdad, las í m ágenes poéticas
rodea..., sino que permanece en su verdad. De tal manera de los autores antiguos y las imágenes sagradas de la Biblia
que no deja que las mentes a las que se hace la revelació n en una esfera homogé nea, esfera que se trata de defender
se queden en las semejanzas, sino que las eleva para enten - por igual frente a la nueva voluntad de verdad y su car ê n-
der lo que es posible ser comp rendido] * . Por eso, lo dicho cia de miramientos. A esa esfera se refiere el concepto
sub metaphoris [metaforicamente] en un pasaje de la Escri- humanistico de la sapientia [sabiduria] en su contraposi-
tura, en otro se dice expressius [explícitamente], de forma ció n, solo superada por Descartes, a la scientia [ciencia].
!
que antes podia tratarse solo de una occultatio figurarum Pero en esta disociaci ó n de «sabidur ía » y «ciencia » (sin que
utilis [ú til ocultaci ó n de las figuras]. Son embargo, se habla en absoluto se entienda aim esta ú ltima en su sentido mo-
tambi é n de una necessitas [necesidad] (ad. 1) que va m ás derno), de humanismo y aristotelismo, el pátbos de la « ver-
allá del uso poé tico ( propter representationem) de las me-
.
dad desnuda » se va precisamente configurando como mar-
tá foras: propter necessitatem et utilitatem [por su necesi - ca de estilo de un nuevo tipo de voluntad de conocimiento
dad y utilidad]. Solo que esto contin ú a sin fundamentar y que carece de miramientos. Las Invectivae contra medicos
sin ser pensado a fondo; las premisas aristoté licas no da- [Invectivas contra los m édicos] de Petrarca permiten ras-
ban mucho espacio de juego para un examen exhaustivo trear esta cuestió n ; la famosa carta de Pico delia Mirando-
del problema del «lenguaje » de una revelació n divina. Aris - la a Hermolao Barbaro de 1485 lo expresa desde ambas
tot élicos siguen siendo , y de la más estricta observancia : i
! posiciones, cuando Pico salda aqui sus cuentas con los seis
averroísta, los que más tarde nos salen al encuentro, en el anos que él mismo hab ía dedicado a est ú dios aristotélico-
uso lingiiistico del primer humanismo, como solius nudae averro ísticos78. Hace que al destinatá rio le salga al encuen-
veritatis amatores [amantes de la sola verdad desnuda] 77, tro un escol ástico de ficci ón con un discurso que defiende
la « verdad desnuda », cuyo lenguaje, por m ás que su cam -
peón no desprecie las im á genes, es conscientemente « b á r -
* Trad , cit., modificada, ibid . baro» y sin imágenes: « dEs l ícito que una noble joven se
77. Richard d’Angerville von Bury (1265-1345 ), Philobiblion, cit. adorne el rostro con afeites ? » é Puede el fil ósofo tener algo
en G. Toffanin, Gescbicbte desHumanismus, 1941, p. 437: Omnia gene-
ra machinarum, quibus contra poetas solius nudae veritatis amatores obii- que ver con el r étor, cuya magia consiste en « poderle dar a
ciuntj duplici refelluntur umbone: quia vel in obscena materia gratus cul - todo un aspecto distinto al que realmente tiene », y que
tus sermonis addiscitur, vel, ubi ficta vel honesta sententia tractat ur, debe entender de « prestar a lo falso la apariencia de la
naturalis vel historialis veritas indagatur sub eloquio typicae fictionis verdad y hacer creer a sus oyentes en la realidad de puras
[Toda la maquinaria de guerra que los que solo aman la verdad desnuda
ponen en marcha contra los poetas se rechaza con un doble escudo : por -
invenciones» ? Desde este punto de vista se invocan esos
que o bien, cuando la materia es obscena, se ahade un grato adorno ver- defectos estilísticos de la Biblia que tanto hab ían preocu-
bal, o bien, donde se comenta una sentencia bien compuesta o elevada, se
investiga la verdad natural o hist ó rica bajo la elocuencia de la ficci ó n
figurativa .» Obs érvese la metaf ó rica de la violê ncia mecâ nica que se apli- 78 . Giovanni Pico delia Mirandola, Ausgewàblte Schriften, traduce ,
ca para caracterizar a los adversaries del velo po é tico, y rep á rese en cu á n de A. Liebert. Jena 1905, pp. 96-110 [version originai: Joannes Picus
comparativamente inocente aparece el « obsceno» objeto de los poetas Mirandolanus Hermolao Barbaro, en Omnia quae extant opera, Venetiis
frente a la duplicidad de esos « amantes de la verdad» que sólo quieren
M
H apud Hieronymum Scotum, 1557, ff . 61-62] . Cf . G. Toffanin, op. cit .,
veria desnuda . SI 308 ss.
illi
114 i
i 115
if
11
m

pado a los Padres: « por eso nosotros preferimos ir desgre- ilumina las máscaras y disfraces y triunfos de la mitad del
nados... » . Aqui, ia honda desconfianza que la Modernidad il mundo] ' . En comparacion con é pocas anteriores, la inter-
5

siente hacia el lenguaje no empieza por dirigirse tanto con - venci ó n del nuevo conocimiento se entiende en té rminos
tra su car ácter de vehículo como contra su car ácter de ves- de desvelamiento: « <iNo se alaba a Aristóteles sin razón /
tido de la verdad : si Pitágoras hubiese podido comunicar * cuando nunca se le mostro Natura sin cresp ó n ? » , rima el
sus pensamientos de otro modo que con el lenguaje, por 4®
joven Lessing79. La verdad est á desnuda solo en tanto en
ejemplo con la mirada, no habria puesto ni una sola pala- cuanto la lucidez del esp íritu « de ilustraci ó n » le fuerza a
bra en sus labios; de la misma forma « no es tarea nuestra !
ello y adivina nuevos trucos para disimularse : el conflict o
embellecer nuestros escritos, cubrir nuestros pensamientos I de los puntos de vista debe mantener alerta « el esp íritu de
con elegantes capelinas..., sino que tenemos que decir sen- 1W s comprobació n » , con lo que « impide que en vez de la ver-
cilia y llanamente la verdad ». Pero no para todos, sino solo j dad se consolide la mentira embellecida », se dice en el pro-
para aquellos cuya mirada es capaz de soportar, cuando se logo a C ómo se figuraban los antiguos la muerte (V, 672) .
descubre, la «interioridad de las cosas»: «La amarga cásca - '

Y precisamente en este pasaje se afirma algo sumamente


ra de nuestras palabras impediria a la plebe contaminar importante sobre el concepto moderno de verdad : la cua -
nuestros pensamientos. Quien tiene un tesoro que escon- lidad formal de la verdad desvelada en cuanto tal es esen -
der, lo esconde a toda prisa con trapos e inmundicias, para cial , no un grado cualquiera de « importâ ncia » en el conte-
que el que pase a su lado no repare en é l y se lo lleve, y nido material de esa verdad, puesto que « como condició n
solo lo ensena a quien considera digno. As í también los de nuestro conocimiento... una verdad es tan importante
fil ósofos envuelven en velos sus investigaciones y pensa- como otra» . El conocimiento no se justifica por lo conoci-
mientos, porque no quieren ni el reconocimiento del vulgo do, sino que es esencialmente autoposici ón del esp íritu
ni su participació n en sus conocimientos». Tambi én aqui humano; de ah í que la raz ó n consista en la unconditional
se reserva la verdad desnuda a los iniciados. Esta reserva surrender [rendició n incondicional] de la verdad desnuda.
de los « especialistas» ha sustituido a la divina : la ci ê ncia Tambié n la religion cae bajo la norma de ese « tipo » de
comienza a hacer valer los privilégios de la divinidad. ciPero verdad. Segú n Cristiandad sin mist ério, escrito por Toland
podr á tambié n conservarlos ? ill en 1702, el m é rito hist ó rico de Jesus fue que he stripp' d
Por principio, y bajo el concepto normativo de « obje- the Truth [desvelo la Verdad], haciendo asi la Verdad easy
tividad », la Modernidad renuncia a toda reserva con res- and obvious to the meanest capacities [f ácil y obvia para
pecto a la verdad: tan pronto como le ha sido ganada, las más modestas capacidades] .
arrancada al objeto, se convierte en propiedad p ú blica de La metáfora de la « verdad desnuda» pertenece a la
la humanidad, algo accesible en principio a todo el mun- auto-conciencia de la raz ón ilustrada y a su pretension de
do; para el investigador profesional moderno, conocer y
.
dominio80 ; distinciones estéticas más matizadas de esos ve-
« publicar » es casi una y la misma cosa, y ese desnudo pro-
pio de b á rbaros sigue síendo la marca de estilo de semejan-
te « publicidad » . Ya en el primero de los Ensayos de Bacon * Trad de Luis Escolar Bareno, Aguilar , Madrid-Buenos Aires-
,

se dice : truth is nacked and open day -light that doth not
í vvv

n México, 1961, pp. 21-22.


sheiu the masks and mummeries and triumphs of the ivorld 79 . Tomado de un poema «Al senor M**» (Werke , Rilla ed., I, p. 189 ) .
80 . Permítaseme demostrar a ú n esta conexi ó n con un moderno tes-
[esta misma verdad es una luz del dia pura y clara que no
! timonio liter ário : en su novela sobre José, Thomas Mann hace que su

116 117
. !
!

II
ill
ill
m do de la vida » : asi Edmund Husserl en su interpretation de
los que hay que retirar se pierden ; o mejor dicho: donde se I!
II Galileo 82. Un fenó meno que pretende ser solo estético 83 ha
hacen, se traiciona ya un sentido distinto de comprensi ó n
II pasado a convertirse en un rasgo fundamental de la propia
histórica, como en la diferenciaci ó n entre «velamiento » y li
« disfraz » propuesta por Winckelmann en su Versuch einer
iii

III
1
vida histórica; el velamiento de la verdad parece garanti-
zarnos la posibilidad de vivir : « La verdad es la muerte » , |
Allegorie [Ensayo de una alegoria] de 1766: « ... finalmen- H
m
;

II escribe el viejo Fontane a su hija Marta (24 de agosto de j


te, puesto que entre los griegos la sabidur ía comenz ó a iii
i
'

hacerse m ás humana y quiso ser compartida por más, apar - 1893 ) . « Hay que estar muerto para ver las cosas desnu - j
to las envolturas que dificultaban su conocimiento, per -
das », anota una m ística de nuestros dias 84.
maneciendo sin embargo, aunque sin velamiento, disfraza- Intu í mos, de la mano de estas dos ú ltimas citas, que en 1
da, de forma que pudiesen reconocerla los que la buscaban el seno_ de k Modernidad se ha configurado una forma de .

y observaban, y de tal guisa aparece en los poetas famo - escepticismo que carece de equivalente en la historia ante - :

sos... ». El descubrimiento de la Historia en plena Ilustra - rior del esp íritu : una duda no primariamente sobre lo_ al_-
ci ó n y a contracorriente de la misma es el descubrimiento canzable de la verdad, sino sobre el sentido humano del j
de la ilusión de la « verdad desnuda » o de la desnudez como alcanzar, sobre lo humanamente sostenible de la preten j
^
ilusi ó n, la superación de la metáfora y su renovació n en el sió n a la « verdad desnuda ». No se pone solo en cuesti ó n J \\

sentido de que los «disfraces » de la verdad ya no tienen una superficial « tolerabilidad » de la verdad, como, atribu - I
ahora su raiz en la necesidad retó rica de ornamentaci ó n y y é ridole a la metáfora una función de « edulcoració n », insi- i
en la fantasia po ética , no representan en general «anadi- n ú a Breitinger 85 : « como un mé dico sagaz dora o edulcora j
dos » accidentales y eliminables, sino que constituyen el las píldoras amargas: así deben proceder los que quieren i
modo de manifestació n de la verdad. Cuando Ranke, en su usar la verdad como expediente para promover la felici- i
cr ítica a Guicciardini, dice : « Nosotros, por nuestra parte, I .
dad humana » . No, lo que subyace al escepticismo es preci- (
tenemos un concepto distinto de Historia. La verdad des- samente si ese « expediente » es apropiado para su finaii- 1
nuda, sin ornamento alguno... » 81 , esto casi suena ya como dad, la « promoción de la felicidad humana ». Sobradamente i
un anacronismo ilustrado. Resulta ejemplar que la met áfo-
ra del traje reaparezca precisamente allí donde la primera 82. Die Krisis der europàiscben Wissenschaften und die transzenden-
y plena Modernidad crey ó haber l í egado al n ú cleo puro tale Phànomenologie , Husserliana, VI ( Haag 1954 ) , p. 51 [Cito Ia trad ,
del ser -en -sí, en el conocimiento matemático de la Natura- de Jacobo Munoz y Salvador Mas, La crisis de las ciê ncias europeas y la
fenomenologia transcendental, Crítica, Barcelona, 1991, p. 53.]
leza : lo que parecia desnudez se manifiesta como un «ajus - 83. Un aforismo de La Rochefoucauld marca los limites de lo estéti-
tado ropaje de ideas » que nos hacemos a la medida en la
j co (cit. en Schallc, Die franzõsiscben Moralisten , I , 35) : « Hay mentiras tan
matematizaci ó n geom étrica y cient ífico- natural del « mun- bien camufladas, mentiras que hacen con tanta naturalidad el papel de la
verdad, que no dejarse enganar equivaldría a falta de juicio ».
84. Simone Weil, La Pesanteur et la Grace , ed . alemana, Miinchen,
1952, p. 144. [Ed. or ., Plon, Paris, 1947; trad de Carlos Ortega, La
,

Jacob le diga a Eliezer: «Yo era puro, pero Dios me ha sepultado una y gravedad y la gracia; Trotta, Madrid , -52001, p. 108 ] . ;
?
otra vez en el fango, y gente así se atiene a la raz ó n, porque no saben 85. Kritische Dicbtkunst , Zurich , 1740, p. 166. Para la metaforolo-
arreglá rseias con pias mentiras, dejan que la verdad vaya desnuda » (José y gía es tambié n importante el tratado que Breitinger dedico especialmente
sus hennanos, ed . de Estocolmo, I, p. 71Sss. ) . a la cuestió n: Kritische Abhandlung von der Natur, den Absichten und
81. Citado por E. Kessel, « Rankes Geschichtsauffassung» , en Uni- dem Gebrauche der Gleichnisse, Zurich, 1740.
versitas, II (1947 ), p. 920.
1
119
118
i
conocido es aquello de Lessing: «Si Dios en sus dere-
serables son los hombres y qué injusto su Creador ! O no
chos... » ; pero se deberia leer tambié n la exposition de !
si
Sli
li ha de haber verdad, o ha de ser tal que pueda ser sentida
motivos que antecede ese pasaje tantas veces citado86: « EI 11
H
n por los más, incluso por todos, al menos en lo esencial. //
valor del hombre no se mide por la verdad que uno posee
ADRASTO : No est á en la verdad que no pueda serio, sino
o presume de poseer , sino por el esfuerzo sincero que ha
en los hombres. Debemos vivir felices en el mundo; para
puesto en alcanzar la verdad. Porque no por la posesió n, §
eso hemos sido creados; solo y ú nicamente para eso hemos
sino por la b ú squeda de la verdad se acrecientan sus fuer- i»
sido creados. Cada vez que la verdad sirve de impedimen-
zas, que es lo ú nico en que consiste su siempre creciente
perfección. La posesió n aquieta, adormece, ensoberbece ». i to para esa gran y ú ltima finalidad nuestra obligació n es
dejarla a un lado; porque solo unos pocos esp í ritus pueden
Hay que leer con mucha atenció n para darse cuenta de que
encontrar la felicidad en la verdad misma... » .
el sujeto ló gico principal de estas proposiciones no es la
También la cr ítica rousseauniana de la ciê ncia surge de
verdad, sino « el valor del hombre» . La medida en que deba
la duda acerca de si la exigencia de verdad es o no esencial .
darse la verdad no viene en modo alguno determinada por
El ocultamiento de la verdad en la profundidad del pozo
el intrínseco valor inmanente de aqu élla, sino por su refe-
.
(segú n la met áfora de Dem ócrito) no le sirve de est í mulo
rencia incitante y provocativa respecto a la autoexpansi ó n,
a la autorrealización, a la autoafirmación dei hombre. El —
para un «esfuerzo sincero» , sino en explicació n teleoló-
moderno car ácter «laborai» de la verdad, el « esfuerzo sin - gica — una indicació n de la inhumana oscitancia de la ver-
dad escondida: Sommes-nous done faits pour mourir atta-
cero » de dedicación a la mísma, resulta aqui totalmente
revalorizado y hecho propio, hasta el punto de que el pro-
ch és sur les bords du puits oú la vérit é s est rétirée ? 3

[ é Estamos hechos, pues, para morir atados a los bordes del



ceso desvaloriza y aparta de sí el resultado es decir, la
pozo a que la verdad se ha retirado ?]87. Seg ú n una antigua

« nuda verdad » : « i ... así que la pura verdad es solo y ú ni-
tradició n, transmitida a los griegos por los egipeios, el in-
camente para ti!», termina dicié ndole Lessing a Dios en
ventor de la ciê ncia seria wn dieu ennemi du repos des hom- .
ese mismo célebre pasaje. El problema de la relació n entre
mes [un dios enemigo del descanso de los hombres]. En
el hombre y la verdad ha ocupado a Lessing a todo lo largo
contraste con la concepció n de Lessing, el proceso es aqui
de su vida ; ya en su comedia de juventud Der Freigeist se
m ás peligroso que el resultado: con toda probabilidad, el
encuentra expresamente formulado (Acto IV, Escena III) :
« — ADRASTO: ... Me resulta imposible creer que la verdad
investigador está desesperadamente en desventaja, dado
que lo falso permite una infinidad de combinaciones, mien-
pueda ser com ú n ; tan imposible como creer que pueda ser
tras que la verdad tiene solo un modo de ser : Par combien
a la vez de día en todo el mundo. Lo que en figura de
d’ erreur, mille fois plus dangereuses que la vérité nest utile,
verdad ronda por todos los pueblos, y es aceptado hasta
ne faut -il point passer pour arriver à elle ? [ iPor cuantos
por los m ás est ú pidos, seguro que no es verdad, y que uno
errores, mil veces más peligrosos de lo que ú til es la ver -
puede ponerse tranquilamente a desnudaria; así se ver á
que tenemos delante, desnudo, el más horripilante de los 1

errores. // JULIANE: Si Vd. tiene raz ón, Adrasto, iqué mi-
II
a 87. Discours sur les sciences et les arts, II (Philos. Bibl. Bd. 243, pp.
si 28ss) [Oeuvres Complètes (Ubtt égrale ), du Seuil, Paris, 1971, v. 2, p. 58 ;
1
!
SI
86. Eine Duplik (Werke, ed. Riiia, VIII, p. 27). li ed. cast.: Del contrato social; Discursos, trad, de Mauro Armino Alianza,
!i Madrid, 1980, p. - 161].

120 I
121
dad, no hay que pasar para llegar a ella !]*. Ypara concluir, dos hasta entonces sólo le habr ían aportado satisfacció n en
la objeció n de mayor peso: Si par bonheur nous la trouvo - el instante del conocimiento, pero sin dejar ninguna huella
ns à la fin, qui de nous en saura faire un bon usage ? [Si para más profunda. « Es como si no hubiese bebido de la copa de
suerte nuestra terminamos encontr á ndola, iquié n de noso- la sabidur ía, sino que me hubiese caído en ella.» En el ser-
tros sabr á hacer buen uso de ella ?]**. La acunació n prag- mon El ultimâtum , que cierra Aut -aut , se dice de este con-
mática que Rousseau hace de la metáfora de la verdad ocul- cepto de la verdad : «... uno puede haber conocido muchas
ta en el pozo, en breve, significa : dej é mosla ahí. La veces una cosa , haberlo intentado, y sin embargo, s ólo el
profundidad del pozo nos preserva de la problem ática de hondo movimiento interno, sólo la indescriptible conmo-
su desnudez. ció n del corazón, s ólo eso te da la certeza de que lo que
La larga nota que Kierkegaard inserta en su Diario el 1 conoces te pertenece, que ningú n poder puede quitá rtelo;
de agosto de 1835 aborda la metáfora de la « verdad desnu - porque sólo la verdad que te edifica es verdad para ti ».
da » en su aspecto más radical: la indiferencia de lo objetivo
a nada más y nada menos que esta ú nica vida, su infecundi-
dad en orden a la pregunta que Kierkegaard se plantea, la
pregunta por el « destino » de su vida. De lo que se trata es
de «encontrar una verdad que lo sea para mí , de encontrar
la idea por la que quiero vivir y morir. iDe qu é me serviria
encontrar una sedicente verdad objetiva... ser capaz de i
construir un mundo en el que despu és, en cambio, no vivie-
í:
se, sino que s ólo lo tuviese para ensen á rselo a los otros...
L:
poder explicar muchos fenó menos individuales, si no tu - ,

viesen para mí mismo y para mi vida ningú n significado


IIí i
íi
profundo ? ... iDe qu é me serviria que la verdad estuviese
frente a mí frí a y desnuda , indiferente a que yo la reconozca
ti o no, suscitando más un estremeciento angustioso que una
!
i confiada entrega ?... Esto es lo que echo de menos, y por
eso estoy aqui como un hombre que reunió sus ahorros y
alquilo una habitació n, pero que todavia no ha encontrado
a la amada que deber ía compartir con él la felicidad y la
infelicidad de la vida» . La metaf ó ra de la desnudez presu -
pone una relación de estar- uno-fuera- del-otro, una relació n
de voyeur, mientras que Kierkegaard está a la b úsqueda de
la verdad en la que pueda vivir . Los conocimientos adquiri- f

* Ibid .
* Ibid .
1
I
122 123
V

TERRA INCOGNITA Y « UNIVERSO INACABADO »


COMO METÁFORAS
DE LA CONDUCTA MUNDANA MODERNA

Querr ía ahora ampliar la demostració n de la funció n


pragm ática de la met áfora absoluta con dos ejemplos al-
tamente específicos, la met áfora de la terra incognita [tie -
rra desconocida] y la metaf órica del « mundo inacabado » .
Ambas se caracterizan por brotar de « experiences» histó-
ricas totalmente determinadas: una de ellas asume meta -
foricamente el resultado de la é poca de los descubrimien -
1. :
'!
tos, esto es, que ese « mundo conocido » cuya constâ ncia
apenas se altero durante milénios, y que solo en sus bor -
r des parecia tener a ú n ciertas zonas de desconocimiento,
i‘.
se mostraba finalmente como solo un pequeno rincó n de
la Tierra; la otra saca de la nueva representació n emer -
gente de la cosmogonia evolutiva, que considera el Uni -
.! verso en analogia con un producto inacabado, la conse -
cuencia metaf órica de una « tarea » asignada al hombre, y
li
que consiste en la terminaci ón de ese producto sin aca -
bar. Por via de metáfora, « desarrollo » pasa a ser una idea
transitiva; la prestaci ó n previa de la Naturaleza se trans-
forma en un espado de prestació n del hombre.
En el siglo XVII está en boga la metáfora de América. í

En el pr ólogo a su Pseudodoxia, Thomas Browne habla de


America and untravelled parts of Truth [Am érica e inex-
ploradas partes de la verdad], del nu evo, inesperadamente !
ampliado, mundo de la verdad. Paralelamente Joseph
u
125 h
Glanwill, en The Vanity of Dogmatizing [Lo in ú til de dog- El sentimiento, el presentimiento de que los continen-
matizar ] (1661) : there is an America of secrets, and unk - tes decisivos de la verdad no est á n a ú n descubiertos o solo
nown Peru of Nature, whose discovery would richly advan - ahora empiezan a percibirse en sus contornos con clari-
ce them, is more than conjecture [que hay una América de dad, tienen un efecto determinante sobre la conciencia,
secretos y desconocido Peru de la Naturaleza, cuyo descu - despiertan una attentio animi [tension anímica], un estado
brimiento les har ía avanzar much ísimo, es algo m ás que de tension que en todo lo nuevo s ólo ve los cabos y archi-
una conjetura] , Abraham Cowley, cuya poema é pico Davi- piélagos de continentes. Una vez m ás es Thomas Browne
deis proporciona, sobre una base todavia ptolemaica, una el que incluye el descubrimiento de la «tierra incógnita »
historia de la creació n ya influida por Newton (1656), se del interior humano en esta metaf ó rica89 : « Nunca he lo-
dirige en un poema a Thomas Hobbes 88: grado satisfacer mi contemplació n en milagros generales,
tales como el subir y bajar de la marea, la crecida del Nilo ,
The Baltick , Euxine, and the Caspian , el giro de la aguja del imá n hacia el Norte, y me he esfor -
And siender -limbed Mediterranean, zado por hallar algo análogo en obras de la naturaleza más
Seem narrow creeks to thee, and oneiy fit, cercanas a nosotros y en las cuales no solemos reparar ; lo
For the poor wretched fisher- boats of wit. puedo hacer sin realizar grandes viajes, en mi propia cos -
Thy nobler vessel the vast ocean tries,
And nothing sees but seas and skies, mografia. Con nosotros llevamos los milagros que busca-
Till unknown regions it descries; mos fuera de nosotros, llevamos dentro el Africa con todos
sus portentos... » . Montesquieu , quien en el ya citado ( v éa-
Thou great Columbus of the golden lands of new philosophies, se arriba, p. 82) Discurso a la Academia de 1717 se queja
Thy tasks was harder much than this, ;
de que parezca que se ha producido un agotamiento del
!: •:
For thy learned America is dep ósito de secretos de la Naturaleza, compara ese proce-
l::
Not onley found out first by thee,
Und rudely left to future industrie;
so con el descubrimiento, en una época ahora pasada, de
I:.
P But they eloquence and thy wit un « nuevo mundo », cuando los descubridores dilapidaban
Has planted , peopled , built, and civiliz’ d it a manos llenas las riquezas acumuladas y sólo dejaban a
sus sucesores los bosques y las selvas. Pero este cuadro es
[El Bá ltico, Euxino, y el Caspio, / Y el gr ácil Mediterr â neo, / Son sólo el fondo oscuro retó rico sobre el que a continuació n i
Si como angostas calas para ti, y aptas tan s ó lo / Para barcos de destaca la exclamaci ón de aliento del académico: Cepen -
pesca, pobres diablos del ingenio. / Tu noble bajel el vasto oc éano
:
i
prueba / Y mares y cielos es cuanto ve / Hasta las desconocidas dant, Messieurs, ne perdons point courage: que savons-nous
regiones que describe. // Tú , ilustre Colon de las tierras doradas de ce qui nous est reservé? peut -être y a -t -il encore mille se -
nuevas filosofias. / Ardua m ás que la suya fue tu tarea con mucho, crets caches: quand. les géographes sont parvenus au terme ,1
/ Pues tu América intelectual fue / No s ólo descubierta, el primero, dedeurs connaissances, ils placent dans leurs cartes des mers
por ti, / Y sin m ás abandonada para futura explotació n; / Sino que
tu eiocuencia y tu ingenio / La sembr ó, pobló, edifico y civilizo .
89 . Religio Mediei (1643 ) , I, 15 . Cito por la traducci ó n de E. R.
Curtius, Europàische Literatur und lateiniscbes Mittelalter, Berna, 1958,
88 . Thomae Hobbes Opera Fhilosophica quae latine scripsit omnia, p . 325. [ Literatura europea y Edad Media latina, trad , de Margit Frenk
Molesworth ed., v. I, Londres , 1839 , p . V. Estoy en deuda con G. Alatorre y Antonio Alatorre, 2 vols., FCE, México, 1955; v. I, pp. 453-
Gawliclc por la indicació n. 454.]
!
i;
126 127
ti
a :
i!í
immenses et des climats sauvages; mais peut -être que dans de un sentimiento de si, particularmente anacr ó nico, que
ces mers et dans ces climats il y a encore plus de richesses bien podría pertenecer al inicio de nuestra era . Y si des-
que nous nen avons 90 [Sin embargo, senores, no desmaye- pu és se examina más de cerca la auto-interpretación de
mos: iqu é sabemos lo que no está reservado ? quizá hay Husserl, en la que éste se pone una y otra vez en el lugar de
aún mil secretos guardados: cuando los geógrafos alcanzan Descartes, este indicio se confirma también de manera sor-
el limite de sus conocimientos, sit ú an en sus mapas mares prendente.
inmensos y climas salvajes ; pero quizá en esos mares y en Es obvio que para elaborar el sentimiento específico
esos climas hay aú n más riquezas que las que nosotros te- de los primeros siglos de la Edad Moderna con respecto a
nemos]. En el â mbito estético, encontramos un paralelo de la proporció n entre lo conocido y lo desconocido, lo anti-
esta apertura metaf ó rica del horizonte de las expectativas guo y lo nuevo aú n vacilante, no basta con una investiga-
91
en la resena que hizo Lessing de una « lamentable novela» ció n metaforológica. Esta se limita a aclarar la peculiar
cuyo autor, en el prólogo, se había quejado de que «ya no tension pre-teórica, el anhelo premonitorio de una actitud
haya nada nuevo, todo está desgastado, salvo la curiosi- cósmica que se cree al principio de un acrecentamiento
dad » ; el resenista tiene esa excusa por enteramente infun- inconmensurable del conocimiento y que lo transforma en
dada: «En el mundo de las invenciones poéticas, un genio voluntarismo, trabajo, método, energia. Las metáforas pro-
siempre volver á a encontrar un territó rio que parezca que porcionan el campo cuyo detalle debieran entregar investi-
haya estado reservado a sus descubrimientos » . Cuando, en gaciones terminológicas. Basta en general con pensar en el
nuestro siglo, la encontramos como expresió n de la auto- cambio de valor del concepto de « nuevo » y de «novedad» ,
conciencia investigadora, advertimos justamente cuá n ca- partiendo por ejemplo de la posició n axiológica que se
racter ística es la metaf ó rica de la « tierra incógnita» para el manifiesta en Petrarca, quien asegura no decir nihil novum
tipo de «intencionalidad » de la conciencia propia de los [nada nuevo] ( Epistolae familiares , VI, 2) , y expresa (a
.) i
inicios de la Moclernidad. Cuando Husserl, por ejemplo, Carlos IV) la opinion de que la novedad siempre deber ía
ya en 1907 compara los primeros pasos de su método fe- despertar sospechas (ibidem, X, 1). Es éste un vasto cam -
nomenológico con el desembarco en las costas de un «nue - po. Forman parte del mismo la naturalización de los con-
vo país» en el que vale la pena poner la planta con firme- ceptos de « milagro» y de « maravilloso », que ahora incluso
za92, o cuando en el posterior tratado sobre la Crisis designa se atribuyen precisamente a esa Naturaleza cuya interrup -
f
la epoché metó dica como « el portó n de entrada con cuyo ción y sobrepujamiento constituy ó antano la cualidad teo-
franqueamiento puede ser descubierto el mundo nuevo de lógico-testimonial del milagro. La revalorizació n de los
la subjetividad pura» 93, a nosotros esto nos parece indicio mirabilia y meraviglia [maravillas, cosas maravillosas] se
opone a la est ática morfológica del aristotelismo, con su
suposició n de la posibilidad de un compendio definitivo
90 . Oeuvres compl. ed . Didot, p. 560.
91. « Berlinische Priviligierte Zeitung» , 1753, 13.° Stuck (Werke,
de las cosas del mundo, y abre el horizonte del empirismo
Rilia ed., III, p. 85). y de la correspondiente curiositas [curiosidad] , iQu é cam-
92. Die Idee der Pbenomenologie ( Husserliana II, La Haya , 1950 ) , bio en las expectativas se vincula al hecho de que el princi-
pp. 45 ss. [ La idea de la fenomenología. Cinco lecciones, trad , de Miguei pio nihil impossibile, nihil incredibile [nada imposible, nada
García -Bar ó, FCE, M éxico, p. 56.] increí ble], ha pasado ahora, de ser un axioma teol ógico
93. Husserliana , VI ( La Haya, 1954 ) , p. 260 [Trad. cit. en ia nota
82, p. 268 ]. que pendia sobre el hombre como una última incertidum -

128 129
« mundo » ,
que tambi é n aqui está ya gramaticalmente pre-
bre que todo lo amenazaba, a ser un postulado del conoci-
miento del mundo, que estimulá ndolo y atray é ndolo fuer - sente, no contiene todavia ningú n estímulo de fantasia, de
za al esp íritu a una nueva y fecunda inquietud! La crecien- libre variación, de plasticidad en la representació n de lo
te preferencia por el plural de « mundo » pertenece a esto que puede ser. Todavia en Descartes y en la tradición sub-
mismo, así como una nueva genealogia del concepto cos- siguiente, y pese a toda la expresa negació n de los princí-
mol ógico de infinito, no tanto bajo el aspecto de su fun- pios teleológicos, la evolució n cosmogó nica parece haber
ció n te ó rica cuanto bajo el de su funció n pragm á tica ; el alcanzado su fin en la exacta constituci ó n y estado del
mundo infinito es ante todo un mundo de nuevas actitudes mundo que de hecho encontramos. No era en absoluto tan
b ásicas y comportamientos. Cuando, en el abierto hori - f ácil como parece post festum [cuando todo ha pasado]
zonte de lo no-imposible, lo inesperado se ha convertido pensar consecuentemente la « Naturaleza abandonada a si
siempre y precisamente en lo que que cabe esperar , la fan- misma » y distanciar y poner al nivel de producto de un
tasia se convierte en un ó rgano de positividad totalmente corte fáctico en un punto apenas relevante del entero pro-
imprevista. De todo ello solo cabe ofrecer aqui un esbozo. ceso natural eso que en nuestro concepto de « mundo » ha-
La idea de un acabamiento de lo inacabado mediante b ía adoptado la forma de una típica de carácter eidético . EI
la habilidad té nica del hombre está ya contenida en la de- devenir proporciona pues una explicaci ó n sin reservas del
finició n aristotélica de la xkjyr|, que o bien lleva a t é rmino ser solo si el respectivo estatus de lo devenido tiene el mis-
lo que la Naturaleza no pudo completar, o bien imita lo mo valor que cualquier otro, pasado o futuro, esto es, si el
naturalmente dado94. Solo que lo - que aqui se presupone ser no está nunca «completo » y nunca es «completable ».
como obra incompleta de la Naturaleza productora, nunca Kant, que reclama para su Allegemeine Naturgescbichte und
es otra cosa, sin embargo, que el fragmento concreto del Theorie des Himmels [Historia general de la Naturaleza y
mundo, el cual, como «ejemplar » de su modo de ser, pue- teoria del cielo] la metáfora de la « tierra incógnita » ( « Basa-
n de empantanarse y quedar bloqueado en el proceso de rea- do sobre una pequena presunción, me he lanzado a una
!: v peligrosa travesía, y ya distingo los promontorios de nue-
lizació n de lo que «debe ser »; pero cuya forma y destino
est á n insoslayablemente decididos en el eterno fondo de vos países» ) " , ha evocado, en la gran especulación cosmo-
'

provision de la Naturaleza. Lo que el mundo en su totali- lógica de esta obra 95, la idea de « mundo incompleto » : « La
dad es y puede ser, como cosmos, está determinado ya creació n no ser á nunca terminada. Ha empezado una vez,
siempre y de una vez por todas ; así tambié n el acabamien - pero nunca finalizará. Siempre está obrando para producir
to de lo inacabado es solo mimesis, y la « t écnica » humana
m ás etapas de la naturaleza, nuevas cosas y nuevos mun -
se limita a sustituir a la Naturaleza. Cu á n profunda e in - dos» . Solo que aqui, por modo caracter ístico, es justo el
cuestionadamente arraigada est á en nuestra tradició n me-
taf ísica la idea del fondo invariable de esencias de un «mun- * Trad. cit. nota 95, p . 9.
do» se reconoce f ácilmente en el hecho de que hasta en la 95. Segunda parte, secc. VII, Von der Schõ pfung im ganzen Um fang
cosmogonia mecá nico-atomística de Demócrito y Epicuro ihrer Unendlichkeit soiuohl dem Raume aís der Zeit nach [Sobre la crea-
ción en todo el alcance de su infinitud, tanto en 'el espacio como en el
lo ú nico que sale una y otra vez del caos y de los vó rtices tiempo] (Werke, ed. Cassirer , I, pp. 309-325 ). [ Historia General de la
azarosos es un mismo modelo del mundo. El plural de Naturaleza y Teoria del Cielo, trad, de Jorge E. Lunqt, Ju á rez, Buenos
' Aires, 1969].
* * Trad , cit., p. 140.
94. Física , II, 8 , 199 a 15-17.
1
130 1 131
I
hombre el que est á exclu í do de ese proceso y no participa ciones muestra que aqui el discurso sobre el mundo inaca -
en é l. De golpe, toda la infinita difusió n de un « mundo de bado ya no tiene nada de met áfora, sino que es expresi ó n
mundos» queda exclusivamente referida a la omnipotência terminológica de una cosmologia realista; de ahí que no
del ser divino, y considerada como demostraci ó n adecua- pueda hablarse aqui de una significaci ó n pragm ática de esta
da y suficiente de la misma. Pero precisamente entonces la f ó rmula, porque la idea de la posici ó n cósmica del hombre
esfera cósmica en la que el hombre se ubica ha alcanzado no tiene relació n alguna con la del inacabamiento del mun-
esa « perfecció n que le es propia », concepto con el que Kant do. « Mundo » no se considera a ú n como dimension de las
se sigue mostrando vinculado al est ático cosmos-eidos de tareas humanas ; solo la funci ó n regulativa de ese concepto
la Antiguedad, a un télos de la autoproducción mecanicís- en relaci ón con la « experiencia» produce una relaci ón fun-
tica de la materia más all á del cual solo hay decad ê ncia. La dacional.
propia exist ê ncia del hombre, « que parece ser la obra Podemos captar más de cerca el modo en que la repre-
maestra de la creació n», atestigua que esta parte del todo sentación cosmológica total se convierte en metáfora idea-
ocupada por é l representa « un edifício cósmico llegado a lista . Poseemos un fragmento precioso de la Filosofia tras -
cendental de Friedrich Schlegel para la tesis de que « el
97
la perfecci ó n » entre mundos que a ú n devienen y mundos
que ya se está n deshaciendo. Así pues, la referencia del mundo no está aú n acabado » : «Esta proposición: e mun-
hombre al todo del infinito proceso de autoproducci ó n de la do no está aú n acabado, es de la mayor import â ncia para
Naturaleza es tambi é n una referencia esencialmente con - todo. Si pensamos el mundo como acabado, todo nuestro
templativa: junto, por así decirlo, a la divinidad, el espíritu hacer es nada. Pero si sabemos que el mundo est á inacaba-
inmortal se hace cargo de la eterna demostració n de los do, nuestro destino es desde luego colaborar a su acaba-
mundos96. Una consideració n cr ítica de estas representa- miento. Así se le da al empirismo un infinito espacio de
-
1
i juego. Si el mundo estuviese acabado, solo se daria enton-
ces un saber del mismo, pero no una acci ó n » . Schlegel, que
ciertamente no se significaba como especulativo sistemáti-
96. « La naturaleza íntegra que tiene una relació n arm ó nica general
con la justa satisfacció n de la divinidad, solo puede llenar de contento a co, es extremadamente sensible a las comentes vitales que
aquelia criatura razonable que se halla unida a esta ftiente inicial de toda subyacen a su é poca, y en punto a esa capacidad todavia
perfecció n . Vista desde este centro, 1a naturaleza mostrará de todos lados quedan cosas por descubrir en él . En un tiempo de preten -
nada m ás que seguridad y complacê ncia » (op. cit., p . 324 ) [trad , cit., p. siones sistemáticas definitivas, tuvo valor para dar la pala-
150]. Se ve que, a lo largo de nuestra historia espiritual, se ha seguido
pensando pre-copernicamente hasta mucho tiempo despu és de Copérni- bra a una «filosofia provisional » { Atbenãumfragment , 266 ) ,
co, aim cuando sea en transformaciones m áximamente disimuladas y pro- y esta desinhibición a la hora de adelantarse y anticiparse .

yecciones transcendentes. Ei pensamiento no ha llegado a su consecuen-


cia copernicana hasta esa idealizació n impuesta por la antinomia de ia
raz ón pura dei concepto de mundo como un concepto que por principio humana nunca hubiese pensado que ese abismo fuese tan grande. La re -
no se da en experiencia alguna, pero al que sin embargo se encomienda flexion sobre el mismo tiene que transformar notabiemente los objetivos
la totalidad. Comp árese sólo con el escrito de Kant sobre ei cieio de 1775 finales sehalados al uso de nuestra razó n» [trad , de Pedro Ribas, Alfagua-
la nota al capítulo « Del ideai trascendental» en ei segundo libro de ia ra, Madrid, 1978 , p . 490]. S ólo comparar ias met á foras, all í « promonto-
Dialéctica de la Crítica de la razón pura (Werke , III, pp. 399ss.) : «Las rios de nuevas tierras», aqui «abismo de la ignor ância», descubre algo de
observaciones y los cálculos de los astr ó nomos nos han ensehado muchas ia estructura de fondo de estas configuraciones inteiectuales.
97. Transcendentalpbilosopbie , I. parte : Tbeorie der Welt, en Neue
a
cosas admirabies, pero lo más importante es, sin duda, el habernos reve-
lado el abismo de nuestra ignorâ ncia. Sin tales conocimientos, la raz ó n II Pbilosopbische Scbriften, J. K õ rner ed ., Frankfurt , 1935, p. 156.

132 133
:íí;í

hace, entre otras cosas, que su lenguaje metaf ó rico resulte desarrollo gradual » . Resulta asombroso que, para Schle
indicativo. Tuvo el coraje de convertir inmediatamente en ' gel, sea justamente la especificació n orgânica de la metáfo
afirmació n un sentimiento, como con toda conciencia hizo ra del inacabamiento lo que parezca garantizar el espado
valer frente a las «formalidades de la teoria del arte» : «Lo Q2L j "
de juego de la actividad humana : «Si se piensa el mundo
m ás importante... sigue siendo esto : que uno sabe algo y lo ; como una serie de leyes mecâ nicas, la predestinaci ó n es
dice. Querer probarlo o incluso explicarlo es , en la mayor »1 inevitable. Nada que ver con nuestra teoria, para la que el
parte de los casos, francamente sup é rfluo » ( Athenãumfrag - »í mundo es un organismo, una Naturaleza. Por supuesto que
ment, 82) . Este «trasfondo » de su pensamiento nos permi- I
0 queremos que nuestra acció n tenga êxito, que produzca
te entender que había captado la «fuerza pr á ctica» ( como
algo , que no todo haya concluido ya; pero eso es lo que
hubiese dicho Kant) de la idea del mundo inacabado, que sucede con el sistema del mecanicismo. De nuestro punto
para él ya no es ni debe ser capaz de fundamentación te ó- s de vista resulta tambié n la import â ncia del instante y , en
:

rica algun à, sino que proyecta la imagen del producto ru- general, del presente » 100. Aqui hay una quiebra argumen-
dimentario, incompleto, de su insuficiê ncia provocadora, |
|i
118
tativa, porque viendo el hombre lo dado como provisional,
de su apelar a la intervenció n que la redima para la pr ácti- fi- en el sentido de ese est ímulo anteriormente descrito, para
ca, a la conjetura constructiva, la proyecta, digo, como é l se convierte en mero « material» de su intervenci ó n; pero
metáfora absoluta de la totalidad, nunca dada y nunca ob -
las metáforas orgâ nicas indican precisamente la resistê ncia
jetivable, del ser. El « mundo inacabado» legitima el querer a la materializació n de la Naturaleza y a la correspondien -
demi ú rgico del hombre y pertenece a la historia de los te absolutizació n del « trabajo » . Schlegel pasa aqui por alto ,
elementos de conciencia que fundan la era técnica. Esto no por lo que hace a la metaf ísica determinística del mecani -
1 significa, sobrevalorando el papel de un pensador por lo cismo, que, en el fondo , lo orgâ nico, como constituci ó n
dem ás bastante marginal y sin influencia, que Schlegel haya del ser de su mundo , no garantiza al hombre la libertad
li expuesto esa legitimació n ; no ha hecho m ás que darle co- ; que si le permite, en cambio, la falta de obligatoriedad de
lor y relieve en el contexto de la estructura de conciencia, la objetividad mecanicísticamente captada 101 . Pero esto nos
8
y leerla. Schlegel se ha atenido con toda consecuencia a la
idea del mundo inacabado. En la Pbilosophie des Lebens98
[Filosofia de la vida] dice : «Libre es el hombre, pero ente- 100. Transcendentalpbilosophie, II. parte: Theorie desMenscben, ed.
a

ramente sin terminar, absolutamente inacabada est á a ú n la Kõ rner, p. 187.


Naturaleza o el mundo sensible y la creació n material » . La 101. Que estructuras de realidad mecanicísticamente captadas lleven
referencia de la metáfora a la idea de libertad se encuentra —
índice de falta de obligatoriedad porque lo orgâ nico , mediante la des-
trucció n, queda como tal destrozado, mientras que lo mecâ nico queda
tambi én en las Philosophischen Vorlesungen aus den Jab ren
1804 bis 1806 [Lecciones filos óficas de los anos 1804-

libre precisamente para nuevas construcciones puede verificarse inclu -
so histó rico-sociaimente, en la medida en que « im á genes » orgâ nicas de ia
1806]": «La libertad s ólo es posible si se piensa el mundo sociedad conducen, o mejor , pertenecen a teorias conservadoras, mien-
en devenir, como aproximá ndose a su perfecció n en un tras que las metá foras sociaies de corte mecanicístico preparan ias revolu -
ciones, cosa que la historia nos ha metido ya de tal modo en la carne y en
la sangre, que lo tenemos por evidente, por m ás que se mantenga, sin
98. S àmtliche Werke (2. a ed . original, Viena, 1846), XII, p. 149.
99 . Del Nacblass [legado p óstumo] editado por C. J . H. Windisch

embargo, la « fuerza pr á ctica» de las met á foras antité ticas. Encuentro la
metá fora del « mundo inacabado » , en su referencia sociológica, en un
observador tan sutil de los procesos inmanentes de la sociedad como
mann, Bonn, 1837, II, p. 201.
Marcel Proust, quien en el sexto volumen de À la recherche du temps

134 135
lleva ya al siguiente capítulo. En las ya citadas lecciones de |
ba en que a través de las generaciones podia constituirse la
1804/ 6, Schiegel ha intentado atenuar la aguda indetermi- unidad de un esfuerzo orientado de la humanidad, que no
nació n propia de la metáfora del « mundo inacabado », su - necesitaba renovarse con cada indivíduo y cada genera-
jetarla metaf ísico-teleológicamente 102: « Aun en el caso de ció n, y que, con ello , se ponía finalmente a la altura de la
que el fin y el inicio de la historia humana sean sobrenatu - tarea cósmica de un ser qui n’ est produit que pour 1’ infinité
rales y místicos, filosoficamente sigue siendo cierto, sin [que sólo ha sido producido para la infinitud] La raz ón ,

embargo, que para el verdadero acabamiento del mundo humana se realiza precisamente haciendo que la multitud
hay que contar tambié n con la fuerza y la activa coopera- de los individuos haga las veces de un hombre cet bom- —
ció n del hombre » . Diez anos antes de esta reducció n de la me universel [este hombre universal] : De là vient que...
A i

metáfora, Schiegel ya había puesto por escrito en un frag- non seulement chacun des hommes s' avance de jour en jour
mento la tesis antropol ógica que sirve de correlato a la 1 dans les sciences, mais que tous les hommes ensemble y
metáfora del « mundo inacabado»: «El hombre es omnipo- font un continuei progrès a mesure que Vunivers vieillit,
tente y omnisciente e infinitamente bondadoso; sólo que parce que la même chose arrive dans la succession des hom-
el hombre no está entero en el indiv í duo, sino s ó lo frag- mes que dans les âges différents d’ un particulier. De sorte
mentar iamente. .. » 103. :$í:
fm
que toute la suite des hommes, pendant le cours de tant de
La ú ltima parte del fragmento de Schiegel que acaba- M
siècles, doit être considérée comme un même homrne qui
i
mos de citar suscita la cuestió n de la posible integració n subsiste toujours... [De ahi proviene que... no sólo cada
del « hombre todopoderoso» , que le convertiría en la po- uno de los hombres avanza dia a dia en las ciê ncias, sino
tê ncia adecuada a un « mundo inacabado» . La Modernidad que todos los hombres juntos progresan continuamente en
ha desarrollado dos soluciones a esta cuesti ón : la idea del ellas a medida que el universo envejece, porque ocurre lo
método y la idea de colectividad. Fue Pascal el primero !
mismo en la sucesió n de los hombres que en las diferentes
I
que vio, en el fragmentá rio Traité du Vide [Tratado del m
ir
edades de un indiv í duo. Así que la serie entera de los hom-
i vacío], que el sentido de la idea cartesiana de mé todo esta- bres, a lo largo del curso de tantos siglos, debe considerar-
v ;i se como un mismo hombre que subsiste por siempre...]. El
&T
' mundo sempiternamente « inacabado », que aqui se escon-
perdu [ En busca del tiempo perdido] escribe acerca de ia continua auto- ! de todavia sin desarrollar bajo la metáfora del Universo
constituci ó n de la sociedad: « La creació n del mundo no tuvo lugar en el que envejece, corresponde al siempre inacabado homtne
principio , tiene lugar todos los dias ». universel [hombre universal], que del universale [ univer-
102. Edició n Windischmann, II, p. 235. sal] plat ó nico de la hwnanitas [humanidad] pasa aqui pre-
103. Fragmentos del Nacblass, editados por A. Dempf , en Merkur, X
cisamente al ideal regulativo de la unidad laborai de la
;

(1956) , p. 1176. Por lo demás, también esto es metaf órica: se trasladan


nociones teológicas al hombre, que así se convierte él mismo en objeto de humanidad104. El rendimiento cognitivo , pensado como
fe. Por tanto, ser omnipotente es algo que se sustrae desde cuaiquier
punto de vista a la posibilidad de saber que uno lo es; para eso habr ía que
ser omnisciente, pero en la forma potenciada de una omnisciê ncia que se 104. En su car á cter paradigm á tico , y por m ás que biogr á ficamente se
encierra ella misma en el todo de su saber . Pero eso produce una itera-
.
descubriera primero como norma é tica, la idea plat ó nica está primaria -
!
ció n infinita de actos de saber . Tampoco Dios, necesariamente, puede mente orientada a la Naturaleza . Lo é tico se lee en ese modelo de Ia
; i
hacer otra cosa que creer en su omnipotência; a este respecto, el hombre rectitud que se muestra en la autoproducci ó n, constantemente fiel a sus
omnipotente y omnisciente de Schiegel no se diferencia nada de é l. figuras, de la Naturaleza . El eslab ó n interm é dio entre esta concepció n de

136 137
i
vinculado a una cualificaci ó n específica de esos portadores libertad; la verdadera libertad s ólo seria posible en Rusia:
suyos que han de integrarse, viene a homogeneizarse me- «All í, cualquier joven se siente un poco como un arquitec-
diante la regia predominante del « mé todo » ; pero si el ren - to del Universo, de este Universo que de golpe se ha hecho
dimiento del hombre — provocado por un mundo que cada plástico, al que se le pueden extraer formas nunca vistas.
vez se ve menos como incomprensible, pero cada vez m ás Esto, sobre todo, es lo que fascina a la juventud ... Aqui no
como incompleto— se interpreta esencialmente como tra- se entiende la libertad como libertad de elecci ó n, sino
bajo ; si el problema de la energia, como un problema cuan - como activa transformación de todo... Uno tiene que en-
titativo cuanto menos igualmente justificado, se alinea así tender la libertad como energia creadora, como un medio
con los presupuestos teó ricos del dominio del mundo, lo para la transformació n del mundo» . Al desprenderse sus
« colectivo » se ofrece entonces como el estado de agrega -
presupuestos de factores histó ricos o metaf ísicos, la repre-
ció n conmensurable con la situaci ó n del hombre. Se men - sentaci ó n del « mundo incompleto » experimenta aqui una
ciona aqui esta conexión a los efectos ú nicamente de situar modificació n : el mundo no es tanto un mundo que aún
en su nexo fundacional el papel de primer orden desempe- est á incompleto cuanto, más bien, un mundo que ha vuel -
hado por la idea básica del « mundo incompleto » en el pa - to a hacerse incompleto, arrancado a una conservación que
thos del comunismo. N. Berdiaev 105 transmite las declara- a la vista de su situació n no merece, un mundo remateria-
ciones de un joven comunista ruso que hab ía pasado lizado por medio de la revolució n. La libertad, en esta in -
algunos meses en Francia y negaba que allí pudiese haber terpretaci ón demiú rgica que también hemos encontrado
en Friedrich Schlegel, exige un sustrato plástico, y es tanto
} •
mayor cuanto m ás pueda verse el mundo como mera hyle
[materia], como fondo de cruda estofa, como la más des-
la humanitas [humanidad] universal y la integració n metó dica dei pasca-
liano hotnme universel [hombre universal] es la idea human ística de la
vinculada de las daticidades. Esta interpretaci ón, sin em-
«cultura» como algo que ahora ya no es natural ni está garantizado por lo bargo, s ólo puede tener êxito « hacia atr ás», desde la con-
i
M .
: natural, y que tampoco es el proceso é tico de formació n que « continua » ciencia de lo disponible de una cantidad ilimitada de
li J lo natural, sino como un trabajo de acunació n codificado en una paradig- trabajo. Crear esa conciencia es la funci ó n capital de la
m á tica hist ó rica y que debe reproducirse en una conducta específica. colectividad social .
Proximidad y diferencia entre este escaló n interm é dio y la f ó rmula de
Pascal los encontramos en un ejempio, exteriormente casi intercambia-
ble, sacado de la Digression sur les anciens et í es modernes [Digresió n
sobre los antiguos y los modernos] de Fontenelie (1688 ), escrita por tan -
to mucho despu és del Trait é de Pascal: Un bon esprit cultivé est po úr
}

rest qiTun
ainsi dire, composê de tons les esprits des siècles précédents; ce í
mê me esprit, qui Test cultivé pendant tout ce temps-là [Un buen espíritu
cultivado está còmpuesto, por así decirlo, de todos los esp íritus de los
siglos precedentes; no es m á s que un mismo espíritu que se ha cultivado
a lo largo de todo ese tiempo]. La estaticidad del canon human ístico
queda aqui superada, pero el crecimiento del espíritu, representado como
una unidad individual, se piensa como su formació n interna, no como su
rendimiento objetivado (de conocimiento o de trabajo ).
105. Citado en R. E. Skonietzki, « Der neue Mensch. Ein Versuch
uber Sowejtp á dogogik » : Hochland, 50 (1957), p. 97.

138 139
>

n-
:

VI

METAFÓ RICA ( ORGÂNICA Y MECÂNICA)


i ?
| DE FONDO

|
I
: I

La metaf órica puede tambié n estar en juego allí donde lo


i
ú nico que se presenta son enunciados terminol ó gicos que,
.
embargo, si no se toma en consideraci ó n una imagen
!i
. ;
directriz en la que se inducen y «leen », no pueden com-
prenderse en su completa unidad de sentido. Enunciados
:

ífvi
U : '
!!: relativos a la intuició n sensible presuponen igualmente
:MnV .
I.
m; I
que en la comprensión de lo intuido quepa imaginar algo
I

del mismo estilo en el espacio de juego de una típica : los


lm i ' 3 •

informes de viaje que nos traigan o nos radiotelegraf íen


r? los primeros viajeros a la luna podrían ponernos en el
lit apuro de tener primero que ocupamos a fondo con la geo -
m: i
f! i grafia americana o rusa, para estar a la altura de la típica
i
L
fI. !í
que seleccione las descripciones correspondientes al ( pre -
sumible ) origen de los testimonios. Cuando lo que tene -
::

!• I
!
!
.: mos enfrente es un constructo artificial de enunciados
11
3 especulativos, la interpretació n solo nos «saldr á » si con-
seguimos introducirnos completamente en el horizonte
I * representativo del autor, si conseguimos descubrir su
« transferencia » . El pensador genuino se distingue preci -
i
!• ij samente de sus epígonos escolastizantes porque mantiene
;l
\\
su «sistema » dentro de la orientació n vital, mientras que
i
la escuela « desarraiga » los conceptos en una atomística
de corto alcance. Evidentemente, tales transferencias, que
podemos denominar « metaf ó rica de fondo», solo podre -
í

141
. . 1?
.

mos revivificarlas interpretativamente en el espado de cíó n compleja, de orientación teleológica, pero cuya te-
juego de una cierta típica, y de preferencia allí donde el leologicidad no es visible de inmediato, y que incluye una
motivo de fondo es una decision previa entre tipos con - organizació n del tipo « una maniobra astuta», «una treta
trapuestos de metáforas, como por ejemplo la elecció n en enganosa» , « un efecto asombroso » . Las máquinas en senti-
el interior del dualismo de imagé nes directrices orgânicas do estricto (para el transporte o el levantamiento de peso) ,
y mecânicas . No sólo el lenguaje piensa antes que noso - pertenecen a este gé nero porque logran producir un efec-
tros y está, por así decirlo, « detr ás» de nuestra vision del to asombroso sobre el espectador ignorante, razó n por la,

mundo: a ú n m ás coercitivamente estamos determinados cual esta expresió n ha recorrido buena parte de su historia
por el surtido y la selección de imá genes, nos « canaliza» en el medio teatral, donde el efecto sobre el espectador
aquello que en general se nos puede mostrar y nosotros deja de ser accidental. Hasta donde se me alcanza, el grie-
experimentar . En esto consistiria el significado de una go carece de modelo para el sintagma machina mundi , e
sistemática de la metaforología, sobre cuya posibilidad, incluso resulta díficil pensar que «cosmos» pueda insertar-
sin embargo, no se debe hablar aqui en tono de oráculo. se en este círculo semântico : el mundo como machina es
En su libro sobre Los americanos, Geoffrey Gorer afir- m ás bien « refinado» que «cósmico », y la expresió n machi -
ma que la metaf ó rica europea es orgâ nica, la americana na mundi se ajusta a una teologia que o bien se dirige
mecâ nica. No entremos a juzgar si esta ingeniosa afirma -
ció n es certera. Aqui s ólo nos interesa, desde un piinto - de
— —
como en Lucrecio contra la metaf ísica estoica de la
pronoia [providencia, presciê ncia] , o bien es una teologia
; •

vista met ó dico, el intento de reconducir las diferencias de en la que Dios más se oculta en su obra que se manifiesta
estilo en el way of life a una capa de representaciones en ella. Pero precisamente lo primero que hay que apartar
elementales que siempre se pone de manifiesto de la for- de la machina mundi son las representaciones con que
ma más clara all í donde se ha recurrido al «surtido de só lo el de ísmo decimonó nico le pudo vincular : el «funcio-
A:
namiento » autó matico, garantizado por su perfecció n in-
i
im ágenes » . Pero antes de dejarse inducir a cobrar ya en
esa antitética de met áforas orgâ nicas y mecâ nicas al me- manente y sin ayuda trascendente, del mundo. La metá fo -
nos una piececilla segura de «sistemática» metaforol ógica, ra del mecanismo de relojería ha sido la primera en
hay que preguntarse si ese mismo dualismo, como tal, no proporcionar a la inespecífica expresió n machina mundi
pertenece a í condicionamiento histórico de nuestra mira- una especificidad cargada de consecuencias: el discurrir,
da. Cuando, por ejemplo, encontramos en un texto histó- obligadamente uniforme, de un muelle al que se ha dado
rico la expresió n machina ( o uno de sus derivados: machi- cuerda una vez. Lo escasamente central que es la « m áqui-
ne, macchina , etc.) , para el inté rprete moderno es muy I na » en el significado de machina puede observarse, ade-
dif ícil abandonar su idea de « m áquina » y hacer suyo el más, en el hecho de que la Edad Media pudo aislar estos
contenido representacional, mucho menos específico, de elementos, independizá ndolos por medio de la voz inge-
la vieja palabra. Si uno tropieza por primera vez con la nium, en la que se basan los estratos iniciales de las len -
expresió n machina mundi [má quina del mundo] en un guas româ nicas ( esp. «engenno», fran. « engin » ) 106. En el
autor como Lucrecio, cree que se le confirma por entero
en su primera asociació n. Pero machina es exactamente 106. Cf . A. Rehmann, Die Geschicbte der technischen Begriffe « fabri-
una «máquina» sólo además y entre otras cosas; su conte- I
i ca» und «machina» in den romanischen Sprachen , Diss., Munster, 1935,
nido sem â ntico se extiende hasta abarcar una configura- 1 p . 54.
1
142 143
:lí!

;
francés clásico, incluso, prevalece en machina el significa- para explicar todos los fen ó menos de constelació n y el del
do de « Universo » , mientras que « máquina » se dice engin . impulso cinético de los cuerpos celestes como tales era
Se me antoja por ello que no es en absoluto imposible que inmediata; el primero era una cuesti ón del plano mecâ ni-
el té rmino machina, revitalizado en una é poca de configu - co de la construcci ón, el segundo conducía necesariamen-
raciones técnicas de nuevo cuno, estuviese dispuesto, pre- te a un factor an ímico, dado que el alma ven í a pensada
cisamente por su plus cosmológico de significació n, para como capacidad de automovimiento primá rio, y el movi-
dar nombre al fen ó meno técnico de la « m áquina ». Es aho- miento, por ende, era un fen ó meno esencialmente orgâ ni-
ra cuando « máquina » puede convertirse por primera vez co. Que sean los mecanismos los que orienten la interpre-
en un té rmino en el que se resume un programa de inter - tació n del mundo no ha estorbado a la Antigiiedad en sus
pretació n del mundo, una metáfora que lucha contra la representaciones orgâ nicas b ásicas; el modelo artificial,
esencia, anímicamente condicionada, que es propia de lo como « imitació n» de las circunstancias naturales, se consi-
orgâ nico. La historia de este concepto, que en principio dera desde el principio como un recurso deficiente. Que
no sufrió influencia alguna de consideraciones metaf ísicas, el orden del mundo se comparase con un reloj no que -
se hace virulenta en el materialismo de la ilustraci ó n fran- ria decir que el cosmos fuese algo así como un reloj, sino
cesa: la machine de Vunivers, la machine du corps humain que al menos le son aplicables los predicados distintivos
[la m áquina del Universo, la máquina del cuerpo huma- que corresponden a un reloj: Si ergo meliora sunt ea quae
no], ya no son ahora denominaciones vagamente signifi- natura, quam illa quae arte perfecta sunt nec ars efficit3

cativas ( algo así como nuestra « configuració n » ) , sino que quicqiiam sine ratione, ne natura quidem rationis expers
son ya interpretaciones. En alemá n, la expresi ón aparece est habenda [Por tanto, si es mejor lo que se ha llevado a
ya como nombre puramente t écnico: en el siglo XVII, como t é rmino mediante la naturaleza que aquello que lo hizo
t é rmino para los instrumentos del arte del asedio y de la mediante el arte, y si el arte no crea cosa alguna sin aplicar
fortificació n107. la razó n, tampoco la naturaleza ha de considerarse privada
El dualismo organismo/ mecanismo no es pues una ca- de razó n] 109. A fuer de producido en el seno del mundo, lo
tegoria con la que podamos operar arbitrariamente en la artístico-técnico no puede tener la dignidad de la constitu -
; i historia del pensamiento . En Plató n, metá foras de tipo ció n del mundo como un todo: ... mundum aittem, qui et
j I
generativo y metáforas de tipo constructivo se presentan has ipsas artes et earum artifices et cuncta complectatur,
en inmediata proximidad, incluso entrelazadas 108. En el consilii et rationis esse expertem putare ? [ <L . pero pensar
Timeo se nos presenta su construcció n del mundo, una que el mundo, que comprende estas artes precisamente, y
construcci ó n que parece leerse en una sedicente esfera sus artífices, y a todas las cosas juntas, no participa de
armilar, o sea, en un modelo mecâ nico de las ó rbitas de discernimiento y de raz ó n ?] 51 La famosa « esfera » de Ar-
'

los cuerpos celestes; y sin embargo, lo que ah í configura el


Demiurgo es, como totalidad, un «ser vivo », una totalidad 109 . Cicer ó n, De natura deorum, II, 34, 87 [ Sobre la naturaleza de
orgâ nica. Esto se explica por lo siguiente: la proximidad los dioses, intr., trad, y notas de Angel Escobar, Gredos, Madrid, 1999,
p . 228 ]. La «esfera» de Arqu ímedes, como advierte Cicer ó n, loc. cit ., II,
entre el problema de la construcción de las ó rbitas celestes 38 , 97, fue puesta en movimiento macbinatione quadam [gracias a un
determinado mecanismo], como un reloj, es de presumir que mediante
107. Ibid., p. 109 . un dispositivo hidrá ulico.
108 . Por ejemplo : Banquete 209 a, Sofista 266 b, Timeo, 28 c. * Trad cit., loc. cit.
,

144 145
qu ímedes no puede servir para suponer la naturaleza me-
câ nica de los movimientos celestiales, sino que debe suge- peculiar perfecci ó n de la creaci ó n mecanicística, que a di-
rir la consecuencia: si ya esta imitaci ó n del cosmos ha sido
ferencia del organismo generado est á condicionada por su
perfecta ratione [realizada mediante una razó n], cu á nto creador y depende de él , y que por ello da testimonio a ú n
más claramente de su creador, de quien representa la
más y m ás seguramente no lo ser á el modelo original ( loc.
cit., 88 ) *. Lo interesante ahora es que precisamente el materializació n concreta de un acto de voluntad: non est
igitur astrorwn motus voluntarius, sed necessarius: quia
ejemplo de esta antigua maravilla de la « esfera» de Arqu í-
medes permite hacer ver como ciertos impulsos cristiano- praestitutis legibus officiisque deserviunt [No es pues el
teoló gicos han desplazado, en direcció n al mecanismo cos- movimiento de los astros conscientemente voluntá rio, sino
moló gico, la funció n interpretativa del modelo. Tambi é n necesario, ya que son esclavos de leyes y normas preesta-
Lactancio aduce la figura mundi [figura del mundo] de blecidas] 111. Como se ve, también aqui el concepto de « ley»
Arqu ímedes, pero ahora con la intenci ó n de debilitar la f ísica tiene su fundamento de « inter és » teológico. ? 0 Dios
idea del motuus voluntarius [movimiento voluntá rio] de no deb ía haber manifiestado su absolutamente condicio-
nante superioridad sobre el mundo de ese modo adecuado
los astros: si ya Arqu ímedes pudo confeccionar un modelo '

a su condició n de creador : Deus ergo illa vera non potuit


que funcionaba tan bien sin animaci ó n, cicu á nto más no
machinari et efficere, quae potuit sollertia bominis imita -
podr ía Dios prescindir del motus voluntarius ( y con ello,
en general, de las almas de los astros ) ? Se pone aqui de
tione simulare ? [ í acaso Dios no pudo imaginar y convertir
en realidad aquello que el ingenio humano pudo reprodu -
manifiesto un motivo que no fue explicitado hasta el deís -
cir imitando ?] 112. El mecanismo, de hecho, pertenece por
mo, quien se esforzó por nivelar los caracteres orgâ nicos
entero a quien lo . ha constru í do, o (cosa que todavia no
>; del cosmos, para dejarle al mundo solo un m í nimo de ser -
está aqui en discusi ó n ) a quien ha llegado a entender la
por -s í- mismo — y , por tanto, de automovimiento en el
\
sentido del concepto plat ó nico del alma. Se ve f ácilmente legalidad que lo rige y sabe servirse de esa intuició n . En
Lactancio, la relació n es a ú n perfectamente un ívoca: Inest
que hasta el descubrimiento del principio de in é rcia no se
f! '
pudo satisfacer por completo esta pretension y dejar sin ergo sideribus ratio ad peragendos meatus suos apta: sed
cabida metáforas orgâ nicas como las que se encontraban a
dei est ilia ratio, qui et fecit et regit omnia, non ipsorum I!
disposici ó n de la tradició n estoica, que renacía con brio al siderum, quae moventur (II, 5, 19 ) [Hay, pues, en las es -
comienzo de la Modernidad. Pero esto es anticiparse en
trellas un principio racional que preside la realizació n de
sus movimientos, pero ese principio racional procede de
exceso. En el modelo de la esfera de Arqu ímedes (de la que
solo tenía un conocimiento liter á rio, a través de su Cice-
r ó n, por más que se encontrase todavia en el templo de la 111. Div . Inst ., II, 5, 13. [Trad , cit . , p. 186 ( pero dando II, 5, 14 ) . j
Virtud en Roma, donde Marcelo la había llevado como 112. Loc. cit ., 5 , 18 . [Trad , cit., pp. 186-187.] Comp árese la meta-
trofeo ) 110, en ese modelo, digo, Lactancio ve ante todo la f ó rica gen ética , aproximadamente coetâ nea, del origen, en Plotino, quien
usa la expresión « padre» para el principio del ser de forma puramente
metaf ó rica, esto es, sin tonalidad emocional o religiosa ( Enéadas, VI, 9 ,
9 ) . Este tipo de metá fora fundamenta una relació n cósmica enteramente
* Trad cit., p. 229.
, distinta a ia mecâ nica : constituye una diferencia ú ltima que el mundo
« descienda » de la deidad o que sea « excogitado » artificis ingenio [ por el
110. Ciceró n , De re publica , I, 14. Anteriormente había sido coloca-
da sobre la montaha de Siracusa (Ovidio, Fasti , VI, 279 ) . ingenio dei artífice], con la posibilidad de haber sido escogido como un
proyecto más entre otros infinitos.

146
147
m\

m
m
it nante en astronomia a raiz del sistema ptolemaico, el con -
Dios, el cual hizo y rige todas las cosas, y no de las propias 3t
estrellas que se mueven] *. Lactando hasta se sirve expre- cepto de hip ótesis exclu ía desde luego un conocimiento
samente de su modelo mecâ nico contra el modelo orgâ ni- que se ajustase al objeto, una representación imitativa de
co de los estoicos : ( mundus ) nec animaits, si constructus la estructura real de los cursos estelares ; el ú nico crité rio
est , animans enim non construitur, sed nascitur: et si est de las hip ó tesis astron ó micas era la verificabilidad foron ó -
aedificatus, sic utique tanquam domus, tanquam navis est . mica. Para establecer un « modelo » , el esp íritu humano
Ergo aliquis artifex mundi deus: et seorsum erit mundus, quedaba remitido a su originaria capacidad. de construc-
qui factus est , seorsum ille, qui fecit (II 5, 37) [el mundo ni ció n ; de ahí, para el Cusano, lo ejemplar de ese resultado
es dios, ni es ser vivo, si es que ha sido construido : efecti- n-
í5íy;.
en orden a su concepci ó n del esp íritu humano, que es tan
i exactamente creador en el â mbito del ser racional y ar -
vamente, los seres vivos no son construidos, sino que na-
cen; y, si fue edificado, es como una casa o una nave. tificial como Dios lo es en el â mbito de los seres reales y
Existe, pues, un creador del mundo, Dios; y una cosa es el 1
y: de las esencias naturales 114. La construcci ó n mecâ nica se
mundo que ha sido hecho y otra el que lo hizo]* *. La * contrapone así de forma absoluta y esencialmente propia
metáfora del mecanismo asegura una « clara » trascenden- al fenó meno de la Naturaleza, a cuyo fondo, aun en el
ma
cia de Dios : como producto, no como generado, el mun- m
m supuesto de que, por así decirlo, el producto del esp íritu
do carece de divinidad, es un puro «objeto de uso » ; Sicut I:
mm humano pueda ponerse en el lugar del producto del espí-
enim domus in usum habitandi facta per se nihil sentit , ritu de Dios, no llega nuestra mirada. Y precisamente esa
dominoque subiecta est, qui earn fecit aut incolit ; ita mun - posibilidad se lee en la funció n del modelo astron ó mico:
%
5 dus per se nihil sentiens factori deo subiacet , qui eum in el modelo se proyecta hasta el lugar de aquello que parece
i;
usum sui fecit (5, 42) [Y es que, de la misma forma que sustraerse sustancialmente a la pretension teó rica de obje-
íl

una casa hecha para ser habitada no siente nada por sí tivació n. La estructura de este proceso ya nos resulta '
i i

misma y está sometida al senor que la hizo o la habita, así completamente familiar : es la estructura de la « metáfora I

íi
tambié n el mundo, que por sí mismo no es sensible, está absoluta». El moderno mecanicismo cosmológico es el de-
í II
V

sometido a Dios, su autor, que lo hizo para uso suyo] ** *. . sarrollo de una metáfora absoluta que tuvo como presu -
Volvemos a encontrar la «esfera », atribu ída esta vez a 1®
'


puesto una nueva concepción del rendimiento del espí ritu I;

w humano . Desde el punto de vista aristot é lico - tradicional


Ptolomeo, en Nicolás de Cusa; sólo que, aqui, ya no como
representación «imitativa» del cielo, sino como testimonio de la técnica como mimesis, la metaf ó rica que resultaba
I era, en consecuencia, más bien organicista que mecanicis-
de la potê ncia « inventiva » del espíritu humano 113. Domi-
i
i
ta, como en el tratado De re aedificatoria de Leó n Battista
:
! 1
!‘
* Traci , cit., t . I, p. 187. li
estas cosas no las crearon usando de invenció n ajena, sino a partir de su
Trad , cit., t. I, p. 190.
*** Trad , cit., t. I, p. 191. IS propia mente . Lo que hicieron , pues, fue explicitar el concepto en la
SI materia sensible] ,
113. De ludo globi, II: Creat anima sua inventione nova instrumenta, P 114. De beiyllo , VI: Nam sicut deus est creator entium realium et na-
ut discemat et noscat: ut Ptolomaeus astrolabiwn et Orpheys lyram et ita *-- turaí ium formarum: ita homo rationalium entium et formarum artificia-
de multis. Neque ex aliquo extrí nseco inventore crearunt ilia sed ex pro - i
lium [Pues as í como dios es creador de los entes reales y de las formas
pria mente. Explicarunt enim in sensibili materia conception [El alma '

II? naturales, as í el hombre lo es de los entes racionales y de ias formas artifi-


crea por invenci ó n suya nuevos instrumentos con los que juzgar y cono -
ciales].
cer : as í, el astrolá bio de Ptolomeo y la lira de Orfeo y tantos otros. Y
m í
í
148 149
y
tica no ha escapado a la penetració n de Baumgarten 117.
Alberti (1452) "5, donde se dice : «Pero aqui conviene ex-
iPero en cuanto al fen ó meno de la orientaci ó n metaf ó rica
plicar ú nicamente que las máquinas son una especie de
animales de brazos sumamente robustos, y que desplazan de la mirada, esto no pasa de ser un excurso!
La alusió n a la capacidad ejemplificadora del modelo
un peso casi de la misma manera como nosotros seamos
astron ó mico en el Cusano podia clarificar los presupues-
capaces de moverlo. Por tal motivo, los mismos movi-
tos metaf ísicos de los que depende el incipiente dominio
mientos que efectuamos con nuestros miembros y nues -
de la metaf ó rica mecâ nica. Seria instructiva una investiga-
tros tendones para apoyar , para empujar , para arrastrar ,
ci ó n combinada de la historia del concepto de « hip ótesis» ;
idênticos son los movimientos que es preciso reproducir
investigació n que podr ía mostrar, por ejemplo , có mo en -
con las máquinas » . La dirección de la metaf ó rica sigue
aqui una teoria determinada sobre la derivació n de lo ar- granan estructuralmente, en la teoria cartesiana de los or -
tificial de lo natural, y a esta premisa permanece también ganismos como autó matas, hipotética y metaf ó rica. Para
vinculado el sentido pragmático de la metáfora orgâ nica. Descartes, por principio, el investigador se enfrenta al or -
§§g

Pragmático, aqui, significa : conducció n de la atención teó- ganismo en la misma situació n te órica con que se enfrenta
rica en el sentido opuesto a la metaforizació n . Quiz á el
al cielo estrellado: infranqueablemente, mira s ólo « desde
ejemplo más ilustrativo de esta orientaci ó n de la mirada fuera » ( icomo si Vesalio no hubiese existido nunca !) , s ólo
ve efectos y sintomas, pero no la estructura causal «inter -
que arraiga en lo metaf ó rico es la historia de la idea del II
na ». Es esta situació n de cerrazó n y de incomprensibilidad
vuelo humano, de los dibujos de Leonardo al Vogelflug ais
te ó ricas la que provoca la « transferencia », una vez que se
Grundlage der Fliegekunst [El vuelo de los p á jaros como
supera la renuncia a la pretension teó rica, tanto la fideísta
fundamento del arte de volar ] de Lilienthal; só lo con los
como la escéptica. En sustitución del producto, para é l
hermanos Wright se transforma la mirada juvenil y ano-
rante al vuelo de los p á jaros en un mero t ó pico, tras el que
desconocido, y supuestamente incognoscible, de la poten -
se disimula la desnuda mecâ nica resolutiva del proble- Hl! tia absoluta [potê ncia absoluta] de Dios, el hombre p one
ma 116 . Por lo que hace a la persist ê ncia pragmá tica, podr ía m
lo que é l « puede» o « podr ía». Para Descartes, el compen-
dio supremo de lo que el hombre «puede » es la m áquina,
quizá compararse el predominio de la metáfora ut pictura ill!
esa estructura teleol ógica enteramente constitu í da a partir
poesis [como la pintura, así la poesia] en la estética del
siglo XVIII con su discurso predilecto sobre las « pinturas del intelecto que ahora se convierte, además, en contra-
concepto de la « Naturaleza » ; una Naturaleza que la Mo-
poéticas», un predominio que no se quebrar á hasta el
Laokoon de Lessing, que derogó todo un aparato de crité-
IIIs dernidad ha prohibido, y de la forma más estricta, inter-
— —
rios recogidos en -y sancionados por el modelo meta-
f ó rico. El car ácter metaf ó rico de esta pretendida sistemá-
pretar teleológicamente. Hacia el final de la cuarta parte
de los Principia, Descartes ha reflexionado sobre la estruc-
tura gnoseológica que ha llevado a té rmino con anteriori-
dad : hactenus hanc terram, totumque adeo hunc mundum
aspectabilem, instar macbinae descripsi (IV, 188 ) [hasta
115. De re aedificatoria, cit. en F. Kiamm, Technik . Eine Geschichte
ihrer Problems , Freiburg/ Mú nchen, 1954, p. 119 [Trad , de Javier Fresni-
iloN ú nez, Alcal, Madrid, 1991, p. 265]. 117. Cf . E. Cassirer, Die Philosophie der Aufklàrung , Tubingen, 1932,
116. Cf . mi est ú dio: « Nachalimung der Natur . Zur Vorgeschichte I
p . 470 [ Filosofia de la Ilustradon, trad , de Eugenio ímaz, FCE, México,
der Idee des sch õ pferischen Menschen » : Studlum Generate , X (1957 ) , 1943, p. 382].
p. 269.
® 1!:
150 I 151 i
J
R

el
ahora solo he descrito esta Tierra, y en general todo las dimensiones de las manos de las personas que los cons-
mundo visible, tal y como si solamente fuese una máqui- truyen, son siempre tan grandes que sus figuras y movi -
ex- mientos se pueden ver] *. La diferencia entre lo orgâ nico y
na] " . El fenó meno se entiende como producto, cuya
'

plicación directa, puesto que la guia el producto como lo mecâ nico es una diferencia puramente cuantitativa; que
est
fin, es precisamente la máquina: nec minus naturale lo sea ó ptica es pues accidental . Mientras Descartes se
horologio, ex his vel illis rotis composito ut horas
3
indicet , oculta así el car á cter metaf ó rico del mecanismo universal,
quam arbori ex hoc vel illo semine ortae, ut tales fructus 15 se renueva el problema de la «transferencia », y por cierto
producat (IV, 203 ) [pues, por ejemplo, cuando un reloj m que bajo el concepto de hipótesis en sentido propio; pues
está
marca las horas por medio de las ruedas de las que m
m que la Naturaleza se interprete en general como unidad de
formado, no es tal efecto menos natural de lo que que es agregados mecânicos no ha aclarado todavia en modo al-
un á rbol produzca frutos]* *. Encubre aqui muy há
bilmen- m guno qué construcció n especí fica se ha otorgado a los
te la relación metaf órica que la máquina se represente con mecanismos. Si permitimos que eso constituya el â mbito
el «fen ó meno» (el mero mostrarse en el cual se agota de , propio de las « hipótesis», surge una clara relació n de
m
forma improductiva, la finalidad del reloj) , mas la Natura-
m fundamentació n entre la « transferencia » universal y las
leza con el « producto » ( que obviamente solo es un apor- 1 hip ótesis referidas a unos fen ómenos que solo reciben de
« ;

ón teleol ó-
te » para el hombre para una ilícita consideraci aquéllas la necesidad propia del tipo; hip ótesis cuya « en -
M

!]
gica que trascienda la finalidad
de la autoconservació n de f vergadura» verificable no llega nunca a alcanzar m a cu -
es la especie) . La « transferencia resulta así tanto más f á
» cil- m brir, si cabe expresarse así, su base metaf órica universal.
Hí mente olvidada , y lo natural y lo artificial muestran
« » lo En el â mbito de lo que se debe explicar con « hipótesis»,
I li
te homogé neo de su estructura entitativa: atque ad hoc arte m un ú nico y mismo fen ó meno puede ser ahora producido
facta non parum me adiuverunt: nullum enim aliud inter
|
.
l •

mediante distintas construcciones: Non dubium est, quin


ipsa et corpora naturalia discrimen agnosco, nisi quod arte summits rerum opifex omnia ilia quae videmus pluribus
3

factorum operationes , ut plurimum peraguntur instrumen- diversis modis potuerit efficere (IV, 204) [es cierto que
É

ts adeo magniSy ut sensu facile percipi possint : hoc enim Dios posee una infinidad de diversos médios en virtud de
i requiritur, ut ab hominibus fabricari queant (IV, 203) [A los cuales puede hacer que todas las cosas de este mundo*
1n tal efecto me ha sido de gran utilidad el ejemplo que pres- parezcan tan y como ahora aparecen] * *. El investigador
tan distintos cuerpos, fabricados mediante el artificio
hu - decide entre estas posibilidades por motivos puramente i

mano, pues no reconozco diferencia alguna entre las m á- económicos; solo que esto no se siente como un mconve-
[
í

quinas que construyen los artesanos y los cuerpos que la —


mente y aqui se muestra ahora la funci ó n pragmática de
l naturaleza por sí misma ha formado; la ú nica diferencia !

la metáfora fundacional porque el interés dominante en
reside en que los efectos de las máquinas solo dependen la consideración de una máquina no es en absoluto pura-
de la disposición de ciertos tubos, resortes u otros instru- í mente teórico. La metáfora, que ha surgido de una preten-
mentos que, debiendo mantener una cierta proporción con %
1
sion originariamente teórica, reactúa modificativamente
sobre esta actitud de partida: por principio, uno se dirige í

*Los princí pios de la filosofia, trad, de Guillermo Quintás, Alian 3


í
za, Madrid , 1995, p. 396.
* Trad cit., p. 410.
,

** Trad , cit , p. 410.


* Trad, cit., pp. 410-411.
I
1
íi
152 153
-m !
:
É!
1

í : texto funcional de hip ótesis y sistema, sino la aplicaci ó n


a la máquina para, investigá ndola, apropiarse su efecto; de un trasfondo metaf ó rico enteramente distinto: escritu -
solo que para eso basta cualquier soluci ó n constructiva
!
-
} ra, carta, libro. El « texto cifrado » , la « escritura secreta » 118,
que también produzca ese efecto , si es que la soluci ó n es la asimilación, por parte del concepto nominalístico
hipot é tica fuese más econó mica que la opuesta real ( cosa
que sigue siendo indecidible), aunque aquélla fuese la m ás
« ill!
SI —
— una asimilación que falsea el sentido de una tradición
metaf ó rica totalmente heterogé nea : la metaf ó rica del li-
correcta » en el sentido del inter és cognitivo dominante . w
enfoque
M bro de la Naturaleza . Trato aqui de esta metáfora sin no-
Con la metáfora de la máquina en la mano, un i
i
vedad alguna 119, limitá ndome a aplicaria como fondo de
puramente te ó rico que quisiese incondicionalmente cono
- m
at contraste para poner de relieve la cualidad específica de la
cer como están reverá factae [hechas de verdad] las cosas metáfora mecanicista, cuya comparabilidad es m áxima en
adquiere car ácter de «excesivo»; la actitud aqui metafori-
<
i
camente inducida se aferra a la certitudo moralis... hoc est IS
iiSí
quantum sufficit ad usum vitae, quamvis si ad absolutam Si
dei potentia referantur, sint incerta (IV, 205) [certeza mo
- * 118. Cf . tambié n ia Regia X de Descartes : ...ut si velimus legere scrip-
turam ignotis cbaracteribus velatam, nullus quidern ordo bic apparet, sed
i
ral.., es decir, ... tangrande como la que tenemos acerca de m
tamen aliquem fingimus, turn ad examinanda omnia praejudicia, qnae
las cosas de las que no tenemos costumbre de dudar en circa singulas notas, aut verba, aut sententias haberi possunt, turn etiam
relaci ó n con la conducta de la vida, aunque referidas a la ad illa ita disponenda, ut per enumerationem cognoscamus quidquid ex
potê ncia absoluta de Dios, sean inciertas] . Significativa
* - i .
illis potest deduci [ ..así, si- queremos leer un texto velado por caracteres
mente, la verdad absoluta se refiere aqui no al mtellectus * desconocidos, ningíí n orden sin duda aparece ailí, pero imaginamos uno,
sin embargo, no sólo para examinar todas las conjeturas que pueden dar-
divinus [entendimiento divino], sino a la potentia divina m se sobre cada signo, palabra o frase, sino tambié n para disponerlos de tal
[potê ncia divina], con lo que se acredita el presupuesto, li
m .
manera que conozcamos por enumeració n lo que puede deducirse de
presupuesto que atraviesa toda la meditació n, de que la II
m ellos; trad , cit., pp. 110-111]. La comparaci ó n sirve aqui de aviso para
:- í
verdad se refiere esencialmente a la potentia [pot ê ncia]. m
m
obtener una consecuencia metó dica: un có digo solo tiene valor, pues, si
se «observa»: ordinis... subtiliter excogitati constans observatio [la obser-
<j Inmediatamente después de nuestra ú ltima cita, Des- iff vació n constante del orden... producido sutilmente por el pensamiento;
ci -
cartes pone el ejemplo dei desciframiento de un carta ibd., p. 110]. Característicamente apartada de la metáfora de la escritura
frada : quien consiga, aplicando una determinada clave , un secreta está la reformulació n galiieana de la metáfora fundamental ( a í 1

sentido legible, ciertamente no puede hacer más que con-


;

Fortunio Liceti en Bolonia, enero de 1641 [ed . Alberi, VII, p. 532]) : «Si
la filosofia fuese la que se contiene en los libros de Aristó teles, yo le
jeturar { sola coniectura cognoscat ) que ése haya sido tam
-
y tendr ía por ei mayor filósofo del mundo, tan impuesto como est á en
*
bié n el código del escritor ; pero cuanto m á s penetrante todos los posibies pasajes de aqu él. S ólo que yo creo que el verdadero
abarcante se confirme el contenido de sentido del texto libro de ia filosofia es el libro de la naturaleza, que tenemos siempre
clarificado, tanto más crece lo probable de la identidad: abierto ante los ojos; aunque no todos pueden leerio, puesto que está :• ;

vix potuisse contingere, ut tam multa simul cohaererent, si


escrito en caracteres distintos a los de nuestro alfabeto» . Para los que ;
IIJ conocen la lengua de este libro, est á garantizada su un ívoca legibilidad : la l

falsa essent [apenas hubiera podido suceder que tantas y lengua matem á tica es, por as í decirlo, la « lengua materna » de la Natura-
diversas afirmaciones fueran coherentes, si esos principios I
ieza, que el hombre tiene obligación de aprender. i
fuesen falsos] " . Aqui no nos interesa la remisió n al con-
' 3'
119 . Cf . E. R. Curtius, Europàische Literatur und lateinisches Mitte- if
i;
II lalter, cit . [nota 89], pp. 321 ss., y la literatura que allí se cita . En ia !
; Bibliografia de E. Rothacker { Mensch und Geschichte , Bonn, 1950, p.
* Trad cit., p . 411, y nota .
,
238 ), se menciona un trabajo todavia in édito, Das Buch derNatur (1946). 1
** Trad , cit., p. 412, nota .
;
.
.
155
154 f
*

la figura de la met áfora del reloj cósmico . Que un libro funciona, y ciertamente funciona a partir de su constitu -
tenga un contenido comunicable, incluso si seguramente ció n inmanente., que le ha sido dada de una vez por todas.
ha sido escrito en una lengua cifrada y solo sea potencial- La metáfora del reloj refuerza (como se mostraria, ante
mente legible , es algo inseparable de la idea b ásica: el todo, en la consecuencia del deísmo ) el teolog ú meno de la
autor tiene que tener algo que comunicar e intenci ó n de creación frente a teologú menos tales como el del concur -
comunicado, así sea solo a los iniciados, y para eso nece- sus divinus generalis [concurso divino general]; teologú -
sita lectores que est é n interesados en estas comunicacio- meno que a fines de la Edad Media llegó a ser cada vez
nes o que, mejor dicho, quieran leerlas. Un reloj tiene m ás apreciado, y que, por así decirlo, permite que el curso
igualmente, como medidor e indicador del tiempo que es, de la Naturaleza se vincule continua y sustancialmente a
una funci ó n informativa; pero la metaf ó rica solo se refie- un acto soberano de Dios, en vez de ver en la fundamen -
re a ella de forma accidental, lo que le interesa primor - tació n de la Naturaleza, como pretende sugerir la metáfo-
dialmente es la automaticidad y la regularidad del engra- ra del engranaje del reloj, una definitiva auto- imposici ó n
naje : el reloj del mundo es un reloj sin manecilla y sin de la pot ê ncia divina. Esta idea de la funci ó n motriz de
,

cuadrante120. El sentido de este reloj consiste solo en que Dios, « depositada» como si dijé ramos en la mecânica del
mundo — forma ú ltima del motor immobilis [motor inm ó-
vil] aristoté lico y prpto-forma del principio de iné rcia —
se encuentra ya contenida en la primitiva formulació n
120. Una derivació n de la metaf órica mecanicísta del engranaje del
ji;
reloj cósmico de Piató n en el Timeo, 39 BC no es por ello f ácil de creer, dada por Nicol ás de Oresme de la met áfora del reloj en su
puesto que en Piat ó n se trata de la « legibilidad » de las unidades de
tiem - Traicté du Ciei et du Monde [Tratado del Cielo y del
por mediaci ó n de los
po, así como producci ó n fundante del tiempo Mundo] de 1377 (II, 2), donde las inteligê ncias de las
ir
í í: de la
:
.i . movimientos estelares. Precisamente porque el reloj cósmico es dificil- esferas, ya supé rfluas, est á n todavia incrustadas de forma
unida-
i

I; i; mente legible en la mayor parte de sus unidades (la mayor de esas


des es el Gran Ano c ó smico , 39 D ) es por lo que el Demiurgo ha pensado totalmente ingé nua: ...quand Dieu créa ( sc . les corps c éles-
IL en un métron enargés [medida clara], que debe hacer visible, en particu
- tes ), il mit en eux qualités et vertus motives aussi comme il
lii; lar, el car ácter temporal de los fen ó menos celestes : el ciclo d í a - noche ,
mit pesanteur és choses terrestres et mit en eux résistances
. Que los hombres
contre les vertus motives... Et sont ces vertus contre ces
como la m ás pequena division « natural » del tiempo
mencionados en 39 C sean o no los destinatá rios de esa institució n expli-
IM

cada en 39 B, depende de si uno lee en el texto enmendado, con Archer-


résistances tellement modérées, attrempées et accordées que
Hind, katb' hà, o se atiene, con Taylor, al kai tà , con lo que la funció n del les mouvements sont faits sans violence. Et excepté la vio-
soi se conecta con . la medida del movimiento y con el camino luminoso lence c est aucunement semblable quand un homme a fait
3

de los demás astros. Si kai tà estuviese corrompido, ello atestiguaría que une horloge et la laisse aller et être mú e par soi; ainsi laissa
el escritor comprend ía profundamente a Piat ó n : el hombre no puede ser Dieu les cieux être mus continuellement selon les propor-
ia referencia teleológica de la instalación cósmica; esto está pensado más
bien a la manera estoica o en el sentido de la interpretaci ó n estoico- tions que les vertus motives ont aux résistances... [... cuan-
(p.
patrística de Deuteron., 4, 19 . En su comentá rio, Conford se decide
115, nota 4 por
) la lectura de Archer - Hind , entrando as í en conflicto con
el presupuesto de su interpretació n del contexto: ia entera organizació n Piató n se aplica y reserva a los astros divinos, así tambié n el «sentido » del
c ósmica se trata tan ai margen del hombre, que algo así como el cuadran - reloj del mundo solo se mantiene abierto ante su creador . (Estas observa-
te del reloj le es a éste absolutamente inaccesible, y ia unidad
última y ciones no tienen la pretension de exigir que se discuta el dif ícil pasaje dei
perfecta del tiempo, el « Gran Ano», permanece para é l enteramente ocul- Timeo, que aqui no puede tematizarse como tal; a mi juicio, esto habr ía
ta. Sin embargo, acaso se encuentra aqui al menos un punto de
partida de verse en el contexto de las representaciones teleológicas de Piat ón . )
para la metá fora nominalist a del engranaje : as í como el reloj c ó smico de

156 &
S?.. :
157
|
do Dios creó ( los cuerpos celestes ) , puso en ellos cualida - pasiones son las ruedas que hacen marchar todas esas
des y virtudes motrices as í como en las cosas terrestres má quinas]. Para justificar unas pasiones durante tanto
puso pesadez y resistencia contra las virtudes motrices... Y tiempo ignoradas, una manera teleológica de considera-
esas virtudes contra esas resistê ncias son hasta tal punto ci ó n es hasta legítima, aunque, significativamente, de for -
moderadas, atemperadas y armó nicas, que los movimien- st ma que el trabajo humano tenga que insertarse como
li
tos se hacen sin viol ê ncia . Y dejando aparte la viol ê ncia, « transformador » de la energia bruta de impulso: et il est
hasta cierto punto se parece a cuando un hombre ha he- II;: trè s vraisemblable que Dieu ne nous a donné ces besoms,
cho un reloj y deja que se mueva y vaya solo; así dejó Dios ft - ces passions quafin que notre industrie les tournât à notre
(li
que los cielos se muevan continuamente segú n las propor - avantage [y es muy probable que Dios no nos haya dado
ciones de las virtudes motrices a las resist ê ncias...] 121. II
esas necesidades, esas pasiones, más que con vistas a que
Mientras la metáfora del libro implica que el hombre, nuestro ingenio los vuelva en nuestro favor] . En fuerza de
como previsto « lector », no es el mismo un elemento del su razó n, el hombre, aná logo microcósmico del engranaje
libro del mundo, sino el colaborador — un colaborador del reloj del mundo, es ahora un reloj con manecilla y
enfrentado al todo de la Naturaleza— del autor, en el cuadrante; bajo ese modelo m é taforol ó gico explica Vau -
marco de la metáfora del reloj el hombre ingresa como venargues, en su Introduction à la connaissance de Vesprit
elemento funcional del engranaje. En el Traité de M éta- humain (1746 ) [Introducción al conocimiento del espíritu
physique [Tratado de Metaf ísica] de Voltaire, obra de humano], la relació n entre profundidad afectiva y superfí-
1734, las pasiones humanas se legitiman a t ítulo de ruedas cie racional, a fin de mostrar que la razó n ya no es la

de la mecâ nica del mundo que pór lo demás parece «sustancia » del ser humano, sino solo la trasformaci ó n en
necesitar todavia la supervision de un Dios que, de « geó - signos, sistemas, significados de las fuerzas impulsoras
metra », ha sido promovido a « maquinista » : Ces passions II esenciales. El cuadrante del reloj esconde el verdadero
i -í?
dont Vabns fait à la vérité tant de mal, sont en effet la mecanismo que mantiene en movimiento la exist ê ncia
.

§
principale cause de Vordre que nous voyons aujourd’ hui hunana bajo una capa protectora de significados que pro-
i; sur la terre... C’ est avec ce ressort que Dieu, appelé par 1 !
porciona a la manecilla, movida desde dê ntro, un có digo j
Platon V éternel géomè tre , et que j’ appelle ici Péternel ma- Iff para su « traducci ó n » de las genuinas fuerzas impulsoras.
chiniste, a anime et embelli la nature : les passions sont les J
11 La permanente funció n de modelo de la met áfora resulta
roues qui font aller toutes ces machines (cap . 8 ) [Esas pa- m aqui particularmente captable : la entera moralística fran -
i
siones cuyo abuso, la verdad, hace tanto dano, son en
efecto la principal causa del orden que hoy veis sobre la
il
II —
cesa y en ella una de las formas esenciales que preludian

la psicologia venidera est á dominada por el «esquema»
Tierra. . . Es con ese resorte con el que Dios, -al que Plató n ©: - de ese modelo, de la transformaci ó n de los impulsos inter -
llamaba el eterno geó metra, y que yo aqui llamo el eterno nos en «significados » sociales, de la diferenciació n de in-
maquinista, ha animado y embellecido la naturaleza : las m
M
j
terno y externo, existência y « mundo» (le monde en la
1
acepci ó n sem â ntica que le dio Pascal ) . La « razó n » queda
al descubierto como el sistema de las justificaciones, « mun -
121. P. Dahem ( Le Systems du Monde , IV, Paris, 1916, pp. 163 ss. ) danalmente» orientadas, de lo que realmente queremos, o
ha dispensado al Traicté y a su autor una interpretaci ó n excesivamente
« anticipadora » y , en consecuencia , una fama no enteramente justificada.
w-
i
i

bien anticipando ya el « inconsciente » moderno- de lo —
que «quiere con nosotros» a partir de la escondida ( escon- I

158 159
I

.S|
| :!

dida hasta para nosotros ) mecâ nica de esa esfera de los puede ser un juguete, y esa representació n hab ía aplicado
impulsos. En la metáfora se contiene todo lo que Marx al mundo una teologia que se lo imaginaba entregado a las
necesitar ía para su esquema de «infraestructura » y «su - manos del arb í trio y el despotismo divinos. Reimarus no
praestructura», solo que é l no se contento con la tranquila menciona a Cop é rnico para reducir a f á bula la historia
ironia que los moralistas mantuvieron frente al doble p ano de la detenció n del sol; para é l, se trataba de una cr ítica
del mecanismo; moralistas a quienes basto «la satisfacción de car ácter m ás de principio, m ás fundamental. Solo que,
de poner considerar sin ningú n prejuicio, con ojo limpio y desde Cop érnico, precisamente esto que es más b ásico
tranquilo, la verdadera naturaleza del hombre» . El fil óso- hab ía alcanzado una actualizació n emocional : el mundo
fo de la Encyclopédie , que tambi én se metaforizaba a si ha superado la dimension de « juguete » de Dios, la inter -
mismo mecanicísticamente, a ú n ten ía algo que hacer : « El venció n arbitraria en su consistê ncia y en su legalidad se
filósofo es una máquina humana como otro hombre; pero refleja en la deidad y la transforma en algo «desmesura-
es una máquina que, por su constitució n mecâ nica, re - do ». Se capta aqui el fondo emocional del deísmo, esa
flexiona sobre sus movimientos... Es un reloj que, por nueva autoconciencia de la mundanidad que ya no sopor-
decirlo así, se da cuerda algunas veces a si mismo» 122. ta el abandono a una disposici ó n trascendente y que hasta
Impresionante, precisamente allí donde se lanza a so- en sus metáforas trata de asegurarse contra las interven -
brepasar el marco de la metáfora, es la aplicació n que ciones del soberano del mundo .
hace H. Reimarus del reloj del mundo en su crítica a la En este contexto, y si para nosotros fuese cuestión de
historia de la detenci ó n del Sol por Josu é 123: « Pues poco presentar exhaustiva y masivamente nuestros «ejemplos » ,
a poco también los propios senores teólogos comienzan a habría que hablar detalladamente de Julien Offroy de La-
avergonzarse de semejantes monstruosidades, que trasto- mettrie y de su Uhomme machine [ El hombre máquina]
can 1a Naturaleza entera. Comprenden bien que eso, en el (1748). En vez de eso, hacemos un arco lo m ás elegante
5Í ' ò: caso del movimiento total del gran cuerpo cósmico, signi- posible donde la cosa se hace « demasiado densa », y pre-
H *: ficaria algo más que si uno quisiese parar por un dia el sentamos al maestro de la metaf ísica maqu ínica en el re-
pê ndulo de su reloj, y que si se parase solo por un instante flejo iró nico de una metáfora. En el n ú mero 47 de las
ese perpetuum mobile , le costar ía la vida a todo lo que Kritische Nachrichten aus dem Reiche der Gelehrsamkeit
respira ». Reimarus ve en el reloj algo que no encaja con [Noticias cr íticas del reino de la sabidur ía], del 17 de no-
un nuevo concepto de la Naturaleza: cierto que, si se le viembre de 1751, Lessing ofrece los lectores extranjeros
abandona a si mismo, el reloj sigue marchando regular- una nueva noticia del senor de Lamettrie, llamado por
mente, pero solo si se le abandona a si mismo. Un reloj Federico el Grande a ser su lector : « Imaginá is sin duda
que ha vuelto a cometer una pequena locura ingeniosa.
De algo así se trata, sí, salvo que para él ha resultado
122. Citado por Paul Hazard , La Pensée Européenne au xvnième siècle demasiado en serio. Ha muerto... su Antmula vagida, blan-
de Montesquieu à Lessing, Paris, 1946, p. 370 [ El pensamiento europeo dula / Elospes comesque corporis [Errante almilla, melosi-
en el s. Mill , trad , de Juliá n Marias , Revista de Occidente, Madrid, 1946, ff -
11a / hu ésped y companera del cuerpo] ha abandonado su
p. 264].
123. Apologie, I, 4, 1, segú n el manuscrito citado por D. F. Strauss, vivienda con toda correcció n, y solo le ha afligido que el
Hermann Samuel Reimarus und seine Schutzschrift fur die vernunftige mecanismo de relojería de su vida se haya detenido antes
Verehrer Gottes (Ges. Schr., V, p. 305 ). de que se le hubiese acabado la cuerda. Aqui, como bien

160 161
!

M ,

i
se ve, la mitad de nuestro discurso sigue su doctrina, la
matizació n de la ciencia de la Naturaleza operada por
otra mitad la nuestra... » 124. La muerte prematura del hom - Galileo se habr ía consumado una separació n entre la con-
bre al que Lessing reconoce « una considerable inteligê ncia sumació n teó rica y la referencia intuitivo-sensorial de ia
de esa ciencia que ciertamente le habria mantenido con investigació n; separación que, como metodizació n, anticipa
vida, si fuese útil que los mé dicos vivan para siempre » , se
contrapone en ir ó nica ofensa a la precision que hab ía do-
G

ya estíucturalmente - como transposició n a los autó matas
de operaciones formalizadas— el proceso de la « tecnifica-
minado sus met áforas mecanicistas125. II ció n». Eso se hace posible, en primer té rmino, «disfrazan-
Concluimos este par ágrafo completando nuestra con- H :

do» la verdad (cf . arriba, pp. 118 -119 ) : « El ropaje de ideas


frontaci ó n de las met áforas de la máqviina y del libro me-
hace que tomemos por ser verdadero lo que es un méto -
diante un paradigma casi contempor â neo, en el que am - do ... El ropaje de ideas hizo que el aut êntico sentido del
bas metáforas han sufrido un muy caracter ístico proceso método, de las fórmulas, de las cteorías\ permaneciera
de desarrollo y transformaci ó n : y es que aqui no se refie - ininteligible y no fuera nunca comprendido en la ingé nua
ren ya al sentido y a la estructura del mundo como reali - gé nesis del propio m étodo » ’ . Ahora bien , en este contex-
5

dad, sino al sentido y a la estructura del mundo como to nuestro resulta altamente significativo que la metáfora
ciencia. Esto no es casual; porque cada vez se desliza m ás
del disfraz desarrolle su juego en la metáfora del mecanis-
el rendimiento total de la ciencia entre el sujeto y su mun - li mo, que el mecanismo se vea como una esfera desvincula-
do , cada vez más ese mundo «es» idêntico al compendio iii
iil
da de la actual y viva consumaci ón de sentido, y que se
de enunciados te óricos sobre el mismo ( cosa que no debe IL
piense que este aislamiento se produce . mediante un « dis-
llevar a afirmar que nunca se haya dado experiencia « in - li fraz » , un blindarse ante esos problemas de donació n de
G mediata » y pura del mundo) . Ahora nuestras metáforas ; sentido, incomodamente acuciantes, que son los primeros
las dos se encuentran en el volumen de la Crisis de las
en liberar el potencial productivo: « ? No se asemejan aca-
obras de Husserl (VI, 52 y 460 ) . La primera se ajusta so la ciencia y su m étodo a una m áquina que efect ú a un
totalmente a la concepció n de Husserl de que en la mate- trabajo a todas luces muy provechoso y que por ello y en
ello resulta fiable, una m áquina que cualquiera puede
Si aprender a manejar correctamente sin entender en lo m ás
124. Gesammelte Werke, Rilla ed., III, p. 37. mínimo la posibilidad y necesidad internas de sus rendi-
125. Otro reflejo ir ó nico cie Ubomme ?nacbine [ El hornbre máqui-
!
mientos específicos ? » " " . En Husserl, la metáfora del libro
' '

na], que aqui, m ás que discutir, me tengo que limitar a recomendar, se está igualmente en estrecha conexió n con el problema de
encuentra en el pen ú ltimo fragmento de Auswabl aus des Teufels Papie -
ren [Seiecci ó n de escritos del diablo] de Jean Paul, intitulado « El hombre-
la ciencia, de su idea y de su integració n. En un anexo a la
m á quina junto con sus propiedades». Escondida en la espesura de la bu - Crisis del invierno de 1936/7, el discurso gira en torno a la
fonada, se encuentra aqui la m ás condensada f órmula que se ha dado a la particularidad del « horizonte de intereses» del científico
pretension de darie al hornbre un cuho mecanicista : « No ser nada y po- en el seno supra-abarcante del Lebenswelt [mundo de la
derio todo ». Y es genial el recurso de hacer que la historia esté dedicada vida]; este « vivir profesional del cient ífico para una finali- :
i
a «gente que vive en la Lima, en Saturno, en sus satélites, en sus anillos», !
para solo en la ultima proposici ó n hacer saltar por los aires toda la obje- ii
tividad distanciadora, y dejar que al lector le golpee en los oídos « así pues
vosotros, Saturnianos, daos cuenta de una vez, qu é diablos, de que ei ;
* Trad . cit. p. 53.
lector no es m ás que... ei hombre-m á quina mismo ».
Trad , cit., p. 54.

162 163
!
i
f

dad» viene determinado por una teleología inmanente, que i

I
convierte todo rendimiento en premisa de nuevos rendi-
mientos, y por cierto que de tal modo, «que todas las
obras de la ciê ncia está n asociadas en una obra unitaria de
conjunto, el sistema teórico (la doctrina del tratado ideal ) » . VII
EI «tratado ideal» como télos e integral del infinito esfuer -
zo de la ciência — en verdad que esto es una ir ónica
libro de la Naturaleza » originalmente
MITO Y METAFÓRICA
transcripción del «
compuesto por el Creador -Autor. M
m
M

j
.
1

j
Si ahora intentamos elaborar una tipología de los cursos
hist óricos que siguen las met á foras y acreditar sus para-
digmas, eso no significa, como nos consta, que la meta
>.
tem á tica y ei ideal de una metaforología sea una tipología
j!
semejante . Sobre esa tarea debemos mantener m ás bien
'
! •
M,
una vívida conciencia de que una metaforología como —
parte de la tarea de la . historiografia de los conceptos y

como ésta misma en su totalidad siempre ha de ser una
disciplina auxiliar de la filosofia; filosofia que se com -
M
prende a sí misma a partir de su historia y cumple a satis-
l !Ó facció n con su car ácter de actual. En correspond ê ncia, la
tipología de las historias de metáforas aspira a ganar y a
diferenciar aspectos — quizá aspectos nuevos— de la au -
tocomprensió n hist órica de la filosofia. De aqui que sean
ante todo los pasos los que permiten poner m ás acentua-
damente de relieve la especificidad de la metáfora y de sus
formas expresivas.
li Un fen ómeno semejante de « paso » se presenta en la
relaci ón entre mito y metaf órica. Desde este punto de vis-
A ta, los « mitos» de Plat ón se demuestran como mé dios de
ff enunciaci ó n que no tienen nada de homogé neos ; se mues-
i m
dim.
m tra tambi é n que el esquema de la dualidad de mito y logos,
esto es, del paso « del mito al logos», no basta para captar
suficientemente las diferencias funcionales. La exégesis ale-

164 165
los sofistas, caso de que sus alumnos les enganen en cuanto
gó rica de los mitos, tal y como la han practicado primero
.
a sus honor ários, no har ían m ás que enfrentarse a la prue-
la sof ística, despu és ante todo la Estoa, ha concebido el ba de lo presuntuosa que es su pretension de ensenanza
mito como « proto-forma » del logos, como expresi ó n en é tica. dPero acaso ya antes S ó crates no había sabido opo-
principio invariable, y con este esquema se descubre una ner nada al aviso prof ético de Calicles, el aviso de que él
interpretació n todavia hoy no superada del mito, una in - mismo podia ser juzgado y condenado injustamente ( 486
terpretació n que lo entiende como fen ó meno « prel ógico » , a- b ) ? El fil ósofo defiende la verdad, pero ella no le defien -
subordinado a una forma primitiva del « desarrollo » dei de a él: así que no tendr ía nada de extrano que tuviese que
esp íritu humano que fue sobrepasada y sustituida por for- morir por ella (521d) . No debe olvidarse : ipara el autor y
mas más precisas de comprensió n del mundo . Pero eso el lector del Gorgias, esta aporia se ha realizado ya en la
que en nuestras consideraciones reconocimos como « me- muerte de S ócrates ! Esto se refleja en la situaci ó n dial ógi-
táfora absoluta » presta apoyo, irresoluble como es a la lo- ca: el mito del juicio surje como la « ú ltima palabra » a par-
gicidad, a la idea de que semejante cartesianismo anticipa-
'
'•

tir de un postulado irrecusable, de una confianza, honda-


do conlleva una norma incompatible con el estado del mente arraigada en Ia vida, en que la habilidad de los
conocimiento histó rico . Tambié n en el mito hay preguntas sofistas y la estupidez de los fil ósofos frente a la justicia de
vivas, preguntas que se sustraen a una respuesta teor ética, la polis no pueden representar la distribuci ó n definitiva de
pero que no por esta comprensió n se hacen renunciables. papeies, sino que esos papeies se invertir á n. El mito está
i
Aqui, la diferencia entre mito y « metáfora absoluta » no preparado para darnos esa seguridad; pero dqu é fe podr ía
pasaría de gen ética: el mito lleva la sanción de su proce- merecer sin su fundamento en la necesidad del que está
d ê ncia antiqu ísima, insondable, de su legitimació n divina
i\\
Pil
o inspiracional, mientras que la metáfora no tiene más re-
preparado a morir por la verdad ? El mito no es un logos
y S ócrates tampoco borra esa diferencia; podr íamos apre-

medio que presentarse como ficci ó n, y su ú nica justifica- ciar menos el mito si pudié ramos encontrar lo bueno y lo
!Mt
ció n consiste en el hecho de hacer legible una posibilidad bello que buscamos y por lo que estar íamos dispuestos a
del comprender . En el Gorgias, el S ócrates platónico sin- canjearlo (527A) . Frente al mito, el pensamiento se en-
gulariza el mito del juicio de los muertos diciendo de él que ! cuentra en una situaci ón que aqui coincide con la que tiene
í 1 eso que a Calicles le parecerá un mito, tenía para él el 1
frente a la « metáfora absoluta» : se tiene que contentar con :
ji :
valor de un logos (523 a) . En el diálogo, este mito nace de ella, aunque no satisfaga su pretension .
una turbaci ó n profund ísima en torno a una respuesta esen - í
! Hay que localizar en otro lugar del « reino interm é dio»
cial e irrenunciable a la pregunta por la justicia ú ltima.
I
entre mito y logos el « mito de la caverna » del libro VII de
S ócrates lo ha intentado todo para arreglá rselas con la idea la Repíiblica . La caverna como escenario de un aconteci-
de una justicia hist ó rico-inmanente: sólo que demasiadas miernto origin á rio arraiga en la tradición y sanción míti-
veces la pólis ateniense ha condenado a sus mejores hom - cas 126. Para el propio Platón, la salida de la oscuridad sub-
bres, y eso nos parece como la pura injusticia; pero Sócra-
tes se atreve a afirmar que aqui siempre se ha expiado la
omisió n decisiva de un hombre de estado, la omisió n de 126 . Se encuentran huellas en Emp é docles ( Diels, B 120 ) y Fer écides
haber efectivamente mejorado a los ciudadanos a él con- de Siro (Diels B 6 ). A Emp é docles se refiere expresamente la metáfora de
la caverna-cosmos en Pio tino, Enéadas IV 8 , 1, 5, as í como Porfirio, De
fiados de tal forma, que ya no fuesen capaces de emitir un antro nympharum, S . Ya Erwin Rohde ha defendido contra Wilamowitz

juicio injusto sobre el buen hombre de estado así como
Ml 167
166 í
terr á nea « a la luz » es el suceso elemental de la historia m ás. El neoplatonismo fue el primero que acept ó sin más
humana, como ya ocurre en el mito de Prometeo del Pro- este mito como « metáfora absoluta » , en parte vinculándo-
tagoras (321 c) , donde ese èÇ ié vca CK yfjc d ç cjxSç [salir de la lo con Emp édocles y Platón, en parte con la gruta hom é ri-
tierra a la luz] se vincula con el don de la sabidur ía técnica ca de las ninfas, que en la alegoresis hom é rica, como mues-
y del fuego, una dotaci ó n, pues, que supera la forma « pre- tra el tratado de Porfirio De antro nympharum [Sobre la
vista » de ser del hombre. En el mito cosmol ó gico del Fe- cueva de las ninfas], había crecido hasta alcanzar significa-
d ó n (108 ss ) , el lugar « natural » del hombre es tambié n una ció n cósmica. Ahora , el cosmos se ha convertido en «ca-
profundidad cavernosa y carente de luz, y solo el don tras- verna », y « lo-de-fuera » en trascendencia pura y dura, pai-
cendentalizante de la especulaci ó n matemática y astron ó- dé ticamente inalcanzable. Una « arquitectura doctrinal »
mica hace posible la salicia de ese turbio medio. El diseno c úítica hab ía materializado la metáfora absoluta 129 . Gnosis
formal del mito de la caverna, en el que se dibuja un pro- y patr ística la han adoptado como lugar del acontecer so-
ceso de autorrealizació n, de auto-superació n humana, tie- teriológico, entendido como «luz en la caverna ». En la me -
ne pues sus raíces en una protorrepresentaci ó n m ítica y al t á fora de la caverna se expresa un sentimiento cósmico .
mismo tiempo la funció n de una met áfora absoluta. Pero De otra cualidad, en cambio, es el mito del demiurgo
la ejecució n material del « armazó n» de la caverna muestra del Timeo . Aqui, todo está puesto al servido de la funci ó n
que a ese instrumento se le pueden atribuir -tareas específi- explicativa (así lo senala ya Plotino, Enn . IV 8 , 4 [ in fine ] ;
cas muy distintas : el mito oficia de modelo. Un modelo se trata de una construcción ad hoc, compuesta en estilo
semejante puede estar en el trasfondo incluso con ocasió n m ítico. Determinadas propiedades del Demiurgo, como su
del despliegue de representaciones al principio totalmente « bondad », ya solo sirven como premisas de la deducci ó n
separadas. La presentaci ó n que hace Platón en el Sofista de proposiciones teor é ticas de las que se ha menester ,
-
i :ii
de su héroe negativo traiciona claras referencias al escena- como por ejemplo la de lo í ntegro de la transposici ó n del
rio de la caverna 527: é l es el que ha huido a la oscuridad del cosmos ideal en el real. Aqui, el mito, de acuerdo tambié n
no-ente, donde solo dificilmente puede ser conocido, y ah í a su sustancia, es solo modelo para el desarrollo de una
imita al ente en imágenes desprovistas de entidad, é l es el « hip ótesis » cosmogó nica . Si se compara este mito ficticio
que maneja el dispositivo de sombras chinescas, el sofista, como el modelo cosmológico de Descartes en los Principia
el que má gicamente quiere provocar en los hombres un ( III, 43 ss ) , no se puede indicar ninguna diferencia especí-
gusto por la apariencia 528. En general, lo primero que « ex- fica. En ambos casos, el modelo din â mico debe explicar el
plica » la caverna es la posibilidad de un fen ó meno como el estado está tico del mundo; lo importante es que puede
del sofista. Lo que hemos llamado « metaf ó rica de fondo »,
el uso impl ícito de una metáfora, se aclara áqu í todavia
129 . F. Creuzer, Symbolik und Mythologie der alien Võ lker, v. I, Leip-
zig, 1836, pp. 246 ss.: (sobre el escenario del culto de Mitra ) «Segun
Eubulo, Zoroastro había aderezado una caverna semejante de Mitra como
lo adecuado de esta interpretació n de Emp édocles. Cf . ahora R. Harder : imagen del mundo. Y nada carecia de significado : la penumbra como
Plotin-Kommentar 1 b (Hamburg 1956), p. 445. paso de la tiniebla a la luz era simbólica, la roca era la matéria y en su
127. Así también F. M. Cornford en su comentá rio al Sofista en â mbito interior se representaban todas las relaciones y formas cósmicas,
Plato' s Theory of Knoivledge , p. 195. [Trad esp ., La teoria plat ó nica del
,
las zonas [del cielo], las estreilas fijas, los planetas, los animales del Zo-
conocimiento , Paid ós, Barcelona, 1982, p. 181.] díaco, los elementos, etc. En ia entrada de esta gruta dei mundo aparece
128 . La interpretació n combina Sofista 233 c - 235 a y 254 a . Mitra ...».

168 169
j
haber sido así, de modo que Descartes — a diferencia de
Plató n— hasta insiste en que no ha sucedido así; cosa que,
a tenor de la materia, no tiene por qué ser un mimetismo
de defensa atento de reojo a la Inquisició n . La exégesis
estoica fue la primera en hacer del Timeo plat ó nico ese VIII
mito sancionado como origin á rio que por su estilo preten-
dia ser, y la técnica patr ística de inversion lo ha hecho TERMINOLOGIZACI Ó N DE UNA METÁFORA :
descender del Génesis b í blico. Esto ha cargado esencial- «VEROSIMILITUD »


mente a Agustín con el problema agravado por la Gno-

sis de volver a hacer una pura disecció n anat ó mica que

separe la creació n b íblica por boca divina en su imperio-
sa palabra soberana— de la creaci ó n demi ú rgica hecha por
i

mano de Dios. Eran dos met áforas primordialmente dis-


tintas del origen : la palabra soberana no « explica » nada y De acuerdo con la advertê ncia consignada en el título de
no quiere explicar nada, rechaza la racionalidad y exige estos est ú dios, no hemos intentado « tratar » exhaustiva -
sumisi ó n ; el « trabajo » paso a paso del Demiurgo no quiere mente la relaci ó n de mito, metá fora y logos ; nuestra ú ni -
más que explicar y dar a ver y que sea su devenir el que ca pretension es ejemplificar una problematizació n y un
prive de misté rio a lo existente. Se ve có mo la voluntad de m modo anal ítico de trabajar . Esta m á xima de contenci ó n
su «sumar » autoridades tradicionales pudo hacer que cosas quizá tiene a ú n más valor para el dif ícil campo del paso
secularmente heterogéneas se mezclasen por la fuerza y a
m
m de la metá fora al concepto . Intentamos perfilar el para -
i: ! presi ó n. Tomando pie en las metáforas fundacionales, se- digma de la «verosimilitud » . La met á fora, aqui, está atra -
tf pada en palabras, su relieve se ha perdido sin duda en la
mejantes heterogonías se tinen en su diferencia con colo-

*
res que contrastan. expresión terminologizada, pero un mero giro de la aten -
i
>i
I II ció n la hace perceptible: la apariencia de la verdad , con
ti
W: esa doble significació n de la apariencia como, por una
parte, destello, irradiaci ón, . aura , transpar ê ncia , ilumina -
ció n representativa y orientadora ; y, por otra, pretension
# vacía, espejismo enganoso, simulació n, deslizamiento fur-
y:

tivo en la legítima signatura. La metáfora, aqui, hace va -
it;
ler la palabra como palabra, no como nombre para una
regia definida de estados de cosas. Para mostrar con un
mismo ejemplo có mo y donde lo metaf ó rico ya no es
« co - oído » en la palabra , y por cierto que teniendo que
m »
reconducir expresamente a la palabra lo que la metáfora
contiene ya potencialmente, cito un pasaje del Sistema de
la filosofia estoica de Dieterich Tiedemann ( Leipzig,
1776, I 22) , donde se hace la siguiente relaci ó n de la

170 171
i
'
;

determinació n ciceroniana de los fines de la l ó gica en el mM siiao, jefe de la escuela, mientras que exteriormente se
De finibus ( III, 21, 72 ) : « tiene que impedimos dar nues- m
I hacía pasar por escé ptico, proporciono además ortodoxia
li
tra aprobaci ó n a una proposici ó n falsa , y no dejarnos plató nica a un círculo estrechísimo de discípulos escogi-
nunca embaucar por una enganosa apariencia de verosili - I dos, proporciona cuanto menos un iluminador apoyo a esta
mitud ...» §ap conexió n. En sus lectores, el Plat ó n de la vejez había reani-
La met áfora tiene sus ra íces, sin duda, en la ambiva-
.
mado precisamente la situació n de desesperada inalcanza-
l ê ncia de la antigua ret ó rica: el hablante puede dejar que !§ bilidad de la verdad. Al comienzo de la segunda parte de la
lo verdadero «se manifieste» en su legítimo esplendor, pero i
m cosmogonia del Timeo (48 d) se solicita, como salvació n
puede tambié n hacer que lo falso «se manifieste » como lo m del singular y extrano embrollo, la ayuda de lo eucóç, de lo-
verdadero; có mo invierta mejor su poder depende de una I que-se-parece- a-Io-verdadero, se invoca al dios èÇ à t ótou
concepció n básica de la que nos hemos ocupado en la me- m
m Kal áf|0ou ç Õ LTyyfiaewc; irpòç tò t (3v eiK Ótcov Ôóypa SiaoúÇ eiv
t áfora de la « potê ncia de la verdad » y que siempre hemos m [para que nos conduzca sanos y salvos de esta exposició n
de tener presente . Es precisamente esa pregunta de la rela- II
m rara y desacostumbrada a la doctrina probable] *. Lo vero-
ció n « natural » del hombre con la verdad la que en Aristó- m
m símil es «sustitución » graciosamente concedida de lo ver -
m
teles se decide positivamente al comienzo de su Ret órica m dadero ; salva al investigador, si éste lo « mantiene firme »
(1355 a 14 ) , all í donde, en correspond ê ncia con la deter - II (56a) . De este modo, la verdad conquista dignidad « teol ó-
minació n plató nica de lo é LK Óç como õi’ opoLornta rou im gica»: la certeza que surge de la verdad sólo puede ser
aleGou cfyiyvopevov [(lo que surge ) por su semejanza con compartida por el hombre con el consentimiento de la
lo verdadero] ( Fedro 272 e- 273 d ), hab ía acunado la ex- Adá .
deidad (Geou IpJiitJní aavTOç ) , mientras que lo verosímil, en
presión tò opoLon râ à Aj]0ei [lo semejante a lo verdadero], cambio, es apropiado para el estado del hombre Kal vuv
que más tarde ha puesto realmente en circulació n, con su *1 [tambi é n ahora] (72d ) . En el Critias (107d) , la escasa vero-
verisimile , Cicer ón. Act úa aqui un elemento plat ó nico, agu - similitud que hace acto de presencia en lo celeste y divino
dizado por el escepticismo acad é mico . No debemos to- como objeto de nuestra veneración queda suprimida por la
mamos tan a la ligera como suele hacerse la autoconcien- ’
•’ .vj:; exactitud de nuestra pesquisa de lo mortal y humano ; la
cia que Cicer ó n tenía de ser un plat ó nico, aunque «s ólo » lejanía de la trascendencia sólo permite a nuestra capaci-
St
pertenezca a la supuesta forma decadente del escepticismo dad de vision la débil apariencia de la verdad. Esta diferen-
acadé mico . El escepticismo acad é mico es más consecuen- m cia es tanto más significativa cuanto que determina el grado
temente « plató nico » de lo que parece a primera vista; no de certeza a la inversa de lo que ocurre en el pensamiento
es sólo una revuelta en la historia de la escuela plat ó nica, cristiano, en el que la certeza de la fe es superior a la mera
sino una respuesta a esa amplificaci ó n del car ácter trans - «verosimilitud » del saber natural . Esta inversion influir á
cendente de la verdad que observamos en el ú ltimo Plat ó n . decisivamente en la historia de la idea de verosimilitud.
li
La an écdota transmitida por Sexto Emp írico y que nun -
130 ;

El papel que, como la roca colocada sin especial moti-


ca se ha terminado de tomar en serio, segú n la cual Arque- vo en el océano de la incertidumbre, juega lo verosímil en
II
el escepticismo acad é mico al permitir confiar en la praxis

130 . Hipotiposis pirró nicas51, 33, 234. [ Esbozos pirró nicos, trad , de Diálogos, v. VI, trad , de Francisco Lisi, Gredos, Madrid , 1992,
Antonio Gallego y Teresa Munoz, Gredos, Madrid , 1993, p. 131,] p . 199.
:
: :
1
172 173
de la vida y en la exigencia de felicidad del hombre, este influ í da por Cicer ón ; depende de la metáfora de lo verisi -
papel sólo puede, pues, comprenderse si en todo ello se mile, término con el que Ciceró n reproduce el TUQAV óv aca-
percibe el « resto plató nico ». Partiendo del patrimó nio es- dé mico a la vez que malinterpreta lo que ya se caracteriza
toico, Cicer ó n, que sin esfuerzo, y de un modo que nada en la especificidad de su significado : que lo que designa es,
tuvo de mera fragmentació n ecl éctica , reunió en su pensa-
primero y sobre todo, el efecto de « convicció n » y la irra-
miento esos rivales irreconciliables y ciegos para su más diació n de las personas, luego de su hablar y persuadir, por
íntima comunidad que eran la Academia y la Estoa, podia ú ltimo del procedimiento argumentativo utilizado al efec-
to . Lo verisimile es primariamente una cualidad de la cosa
interpretar la diferencia entre evidencia pr áctica y oscuri-
dad teó rica como economia teleol ó gica para las verdade- misma de la que se trata, en su relació n a la facultad de
ras necesidades humanas. Surge de aqui un enfoque que conocer ; incluso allí donde la expresió n entra en juego en
no permite resignació n alguna en la è rroxfi: los dogmáticos la retó rica, en cuya tradició n lo TTIGCOW se encuentra como
en casa 132, no pretende transportar la fuerza de convicció n
se baten ciertamente por su verdad, pero los escé pticos
conocen a la perfecci ó n el camino para, incluso sin ella, vinculada al orador y a su técnica, sino la representació n
poder argumentar : nec inter nos et eos qui se scire arbitran- de la verdad que le presta «el asunto mismo» . En el « espa-
tur qvticquam interest nisi quod illi non dubitant quin ea do de juego » entre lo verdadero y lo falso, lo verosímil
est á prope verum [pr óximo a lo verdadero] l 3J , participa de
vera sint quae defendunt, nos probabilia mídta habemus,
quae sequi facile, adfirmare vix possumus [entre nosotros y su apariencia porque participa de su esencia de ah í que
lo verisimile metaf ó rico pueda ampliar decisivamente el

los que creen saber s ólo hay una diferencia : ellos no dudan
de la verdad de lo que defienden; nosotros, por el contra- terminol ógico probabile : probabilis erit narratio, si in ea
rio, consideramos como probables gran n ú mero de opi- videbuntur inesse ea, qicae solent apparere in veritate...; ac
niones y creemos que se las puede seguir , pero no hacer veri quidem similis ex his rationibus esse poterit [La narra-
ninguna afirmació n sobre ellas] 131. Lo probabile [probable] ción ser á verosí mil si en ella aparecen las caracter ísticas
es aquello que despierta confianza en su utilidad, en su habituales de la vida real...; podremos asegurar la verosi-
fiabilidad orientativa y vale hasta el punto en que el hom- militud siguiendo estos princípios]134. Cicer ó n quiere pues
bre lo necesite para vivir en el mundo ; tan pronto como tomar conciencia « literal » de lo veri simile, como tambi é n
traspasa esa delimitació n, lo verosímil se neutraliza, se con-
deja entender poniendo delante un quasi; 135 La fiabilidad
vierte f ácilmente en falaz captiosa probabilitas [probabili- del parecerse-a-la-verdad se limita siempre, sin embargo, a
dad capciosa] ( De finfibus ] , III, 21, 72). En la medida de su la esfera economicamente recortada de las necesidades
comprensió n, o de su falta de comprensi ó n , esta represen-
tacion ciceromana de la diferenciaci ó n del car ácter de la
• /

132. Cf . Platon, Fedro , 272 d - e , Para todo ei complejo de lo verisimi-


verosimilitud en el interior de un « campo » de orientaci ó n le en Ciceró n, cf . G. Gawlick, Untesuchungen zu Ciceros pbilosopbischer
antropocé ntrica llegó a ser importante para la patr ística Metbode . Diss., Kiel 1956, pp. 69s.
133 . De oratore, I, 240.
134. De inventione I, 29 [ La invenció n retó rica, trad de Salvador
,

N ú riez, Gredos, Madrid , 1997 p. 124] .


131. Lucullus, proem ., 8 . [ Discursos, Diálogos, Sobre la república, 135. Lucullus, 32: « volunt enim... probabile aliquid esse et quasi veri-
De las leyes, Questiones Acad émicas, trad de Martinez Herranz, Gayo
,
simile » [y es que pretenden.. . que hay algo probable y, por así decirio,
Arias y Aldo Berti (supervision ) , EDAF, Madrid, 1967, p. 1611.] verosímil].

174 175
humanas de orientació n en el mundo; esta satisfacció n predominante, si no definitivo, en su significado negativo,
contrasta con la evidencia de la conciencia é tica de las como mera apariencia de la verdad. Esa expectativa se
normas. En esto radica la caracter ística diferencia con res- confirma. En el De ira dei (IV, 7-10), Lactando acoge fa-
pecto a la economia de lo verosí mil del epicureísmo: aqui vorablemente una sentencia de Posidonio, transmitida por
— por ejemplo, en la interpretació n que neutraliza los ras-
gos religiosos, m íticos y astrol ógicos de los fen ó menos ce-
Cicer ón, segú n la cual Epicuro, de acuerdo con sus verda-
deras intenciones, habr ía sido ateo, y solo se habr ía ocupa-

lestes aqui, digo, la obligada conservació n136de lo verosí-
mil, TO TTL 0auoA oyoi|) iCvoy ... ôCOVTCúç KarodiTrciv , constituye
,
do de los dioses a fin de guardar las apariencias. Lactando ,
aqui, se comporta con Epicuro con particular dulzura y
la garantia de la caapa í a mediante ese mínimo te ó rico que lleno de comprensió n; le descarga de la acusaci ó n de ser
^
consiste en probar la equival ê ncia emocional de todas las
un deceptor bilinguis [mentiroso de doble lengua] mostran-
do que, con todo, hay una contradicció n en ese afirmar
opimones doxogr áficamente adquiribles sobre cualquier
cosa, dado que toda insistê ncia en la univocidad interpre- unos dioses a los que se les ha negado todo officium [fun-
ció n], así que Epicuro fue una víctima de sus premisas so -
tativa no puede sino conducir de nuevo al mito. Epicuro (o
su antiguo discípulo ) es aqui mucho m ás cuidadoso con lo bre la esencia de lo divino: ... ignorantia veritatis erravit .
veros í mil que su seguidor Lucrecio, en quien a menudo se inductus enim a principio veri similitudine nnius senten-
mezclan la verosimilitud f ísica y la poé tica, como cuando tiae, necessário in ea qucie sequebantvir incurrit [... se equi-
da por hecho que es inverosímil que solo haya sido creado voco por ignorância de la verdad; y es que, arrastrado des-
de el principio por lo semejante a la verdad de una cierta
un mundo, sin advertir cuá n inverosímil es ya eso en el
infinito reino de los á tomos 137. Que un «cosmos» que res- iK
sentencia, vino irremediablemente a caer en las consecuen-
ponda siempre a un mismo tipo brote allí donde, en gene - cias de la misma]. Hablando de la interpretaci ó n del mito
II de Saturno en el Octavio de Minucio F é lix, dice Lactancio
ral, algo surge en la azarosa mecâ nica de los á tomos, es una II
premisa oculta de car ácter metaf ísico-teol ó gico que facilita en tono cr ítico: snnt baec quidem similia veri, non tamen
1
en exceso el trabajar a partir de ah í con lo «verosímil » . vera138. Retorna, en relaci ó n con ciertas tesis cosmol ógi -
7 I
1 cas, la f ó rmula que aplico a Epicuro : Huius quoque erroris
Si ahora nos volvemos a lo verisimile en Lactancio, !
tanto nos cabe utilizar lo que ya arriba hemos compilado
aperienda nobis origo est. Nam semper eodem modo fa -
sobre su concepto de verdad como redondearlo. La con- lluntur. Cum enim falsum aliquid in principio sumserint,
cepció n de la verdad como bien privativo de Dios y de su veri similitudine indiccti, necesse est eos in ea quae con-
} 3

manifestació n mediante revelació n en dosis adecuadas para sequuntur, incurrere [Debemos destapar tambi é n el origen
de este error; y es que siempre se equivocan de la misma
la salvació n ( iefecto de la economia de Cicer ó n !) permite
forma; efectivamente, al aceptar en principio una cosa fal-
ya esperar que la « verosimilitud» se presente aqui de modo :! sa llevados por la apariencia de verosimilitud, se ven obli-
gados a caer en los errores en que caen] ( III, 24, 2) *. En el
136. Ep[istola] ad Pythoclem, 87. lenguaje, por ú ltimo, de sus dualismos, Lactancio demonizó
137. De rerum natura, II, 1052- 1057: nullo... pacto veri simile esse
.
putandiimst.../ btinc unum terrarum orbern caelumque creatum . . [. .. en
modo alguno se debe creer probable que sea / que... / solo este cielo se 138 . Div. Inst. I, 11, 56: « Esto es verosímil, aunque no es cierto ».
haya creado y un orbe de tierras ; Lucrecio, De la realidad, trad , r í tmica [Trad , cit., v. I, p. 111.]
de A. García Calvo, Lucina, Zamora, 1997, p. 202]. * Trad, cit., v . I, p. 323.

176 177
1

'

por completo lo veros í mil, en cuanto medio tentador de der nada: xr\v xe àveiKcci óxr} xa layupov X ó yov rrpóç xò C í KOç,
nacer indistinguibles los dos caminos de la salvaci ó n y la axrue pf ) èv õ i õóvca a ú tco [y la ecuanimidad, una raz ó n fuerte
condena: Quomodo enim praecursor eius vitae , cuius vis et frente a lo verosímil, para no ceder a ello] 140. En la neta
potestas omnis in fallendo est , universos in fraudem posset separació n estoica de interioridad y exterioridad , lo
indticere, nisi verisimilia hominibus ostentaret ? .(VI, 7, 3) UL 0 ay órr]<; se convierte en car ácter fundamental de la eficá -

[ cí Có mo, en efecto, ese profeta de este camino, cuya fuerza cia de los cosas « por fuera » , comparable con las influencias
m
y poder consiste totalmente en enganar, iba a poder enga- « retó ricas » de los hombres que , comoquiera que sea, se
.

É t
m
nar a todos si no presenta entre los hombres algo semejan- ... 1 « interesan» por el manejo del asentimiento 141.

te a la virtud?]*. A la vista de la autoridad que Cicer ó n En Agust ín se imponen ambos aspectos de la ambiva -
tiene sobre Lactancio, y a pesar de las nuevas premisas, lê ncia de la «verosimimilitud ». En la contrové rsia con el
asombra esa transvaloració n de lo verisimile. Fijá ndose con escepticismo acadé mico, el « resto plat ó nico » recupera de
más detalle se muestra con toda claridad que la elimina- nuevo todo su valor . En el di á logo Contra Acadé micos (II
ción del « resto plató nico » es producto de a acentuaci ó n 7, 16 ) , Agust í n pregunta a su interlocutor Licencio si tiene
de un elemento tradicional que en esta cuestión había pa- por verdadera la doctrina de los académicos; aqu él contes-
sado a segundo té rmino con Cicer ó n : la concepció n estoi- ta: Utrum verum sit, né scio: probabile est tamen [Si existe
ca de la verosimilitud. El significado de este brazo de la la verdad, no lo sé ; con todo, es probable] ' . Para avanzar
1

corriente tradicional radica, ante todo, en el influjo que a lo largo del hilo conductor de la metáfora, Agustín pasa a
más tarde ejerció sobre Descartes: para é l, aceptar lo vero- lo verisimile : Probabile... scisne ab ipsis etiam verisimile
símil es como sucumbir a lo incierto. En su lógica, los es- nominari? [ <íSabes que lo probable recibe también el nom -
toicos hab ían desarrollado la doctrina de las cualidades del bre de veros ímil ? : ibid . ] . Y la metáfora ofrece ahora, de
juicio desde el punto de vista de una «toma de posició n » de hecho, el acceso plató nico. Si alguien, objeta Agustín a su
la raz ó n respecto a los puros contenidos enunciativos: la companero, no hubiese visto nunca a su padre y viendo
r-
!
soberania de la raz ón se manifiesta en su libertad para la ahora a su hermano, asegurase que le ve parecido a su
rr: -!í è iroxfi, en su rechazo a adherirse al entero tenor del objeto. padre, cino pasar ía por perturbado o por charlatá n ? Como
'


Aqui, sin embargo, lo verosímil despliega esa fuerza suya copia que es, y como permite la met áfora, lo verosímil se
l!
! con la que induce a la precipitaci ó n (irpoTrcua ía ), que ante situa en relació n de procedê ncia respecto al original de la
todo cobro virulência a través de la Retórica, con la que, verdad. Tras dar un rodeo, el diá logo agustiniano escenifi-
en cambio, la dialéctica estoica debe hacer capaz de com- ca v ívidamente una vez más la historia, desarrollada a par-
petir 139. Con su meta de la aupoTíTCoaia [ausê ncia de preci- tir de la metáfora, del hombre que afirma la semejanza de
pitaci ó n], la dial éctica estoica quiere oponer precisamente Itj un hijo con su padre sin conocer a éste, concluyé ndose :
la raz ón a lo veros í mil, quiere la ecuanimidad : ese vigor de Ipsa res clamat similiter ridendos esse Acadé micos tuos, qui
la razó n enfrentada a lo verosí mil, al que no debe conce- se in vita veri similitudinem sequi dicunt, cum ipsum verum
I
* Trad cit. , v. II , p. 200.
, 140 . Diógenes Laercio, [2], VII, 46 .
139 Cf. ei ejemplo de la « precipitada » definición del concepto de
. 141. Esta comparació n se encuentra en Dió genes Laercio, [2], VII , 89 .
« madre» en Dió genes Laercio, [2], VII, 75, como ejemplificaci ó n de un
* Obras de San Agust ín , v. Ill, trad , de V . Capá naga, BAC, Ma -
mQav ó v . drid, 1971, p. 118. fc
'
2v- ?
i
178 179
quid sit, ignorent ( II 7 19 ) [La misma evidencia clama que micos (15, 33-16, 36) y se afirma con energia, una vez
son dignos de risa tus acadé micos, que en la vida quieren
.
más, en las Retractationes (I, 1, 4). Allí donde no se precisa
seguir lo verosímil , lo semejante a la verdad , ignorando la indicaci ó n, all í donde lo verdadero mismo tiene su pre-
ésta]*. Trigecio, que se incorpora en este momento al diá- sencia inmediata, en la proto- certeza trinitaria del et su-
logo, quisiera reconducir a Agustín de lo verisimile a lo mus et mos esse novimus et id esse ac nosse diligimus [exis-
probabíle, para escapar a las consecuencias plató nicas (II, timos, y conocemos que existimos, y amamos el ser as í y
8 , 20) ; tambié n Alipio objeta a Agustín que se aferra a una conocerlo], allí cesa lo verosímil, que decae en falsedad: in
palabra que le ofrece ayuda casual y que, sin embargo, es his autem tribus quae dixi nulla nos falsitas verisimilis tur-
sustituible por otra. Pero Agustín no suelta su bono del bat [En estas tres cosas no nos perturba ninguna falsedad
Tesoro: Non est ista... verborum, sed rerum ipsarum mag- disfrazada de verdad] 142.
na contrové rsia: non enim illos viros eos fuisse arbitror, qui El cambio decisivo en la funció n de la « verosimilitud»
rebus nescirent nomina imponere; sed mihi haec vocabula se produjo en las postrimerías de la Edad Media. El proce-
videntur elegisse, et ad occidtandam tardioribus, et ad sig- so es estructuralmente semejante al surgimiento del escepti-
nificandam vigilantioribus sententiam suam (II 10, 24 ) [ No cismo acad é mico : un exceso de trascendencia de la verdad
es... mera cuestió n de palabras, sino de mucha sustancia y conduce a la autarquia de lo verosímil . El nuevo escepticis-
realidad, pues los acad é micos sab ían poner nombres ade- mo de los siglos XIV y XV se pone al servicio del fide ísmo :
cuados a las cosas; más bien me parece que escogieron en el credo quia absurdum [creo porque es absurdo], la
!1:4 tales vocablos para ocultar su manera de pensar a los más verdad de la fe que se exige a la razón como « resultado» de
la obediê ncia se convierte en prototipo de lo inverosí mil ;
i •

tardos de ingenio y revelaria a los más aptos] **. Las pala-


it
ICi í bras descubren y encubren la cosa segú n el enfoque del este tipo de verdad « no tiene pinta » de que uno pudiera o
u debiera consideraria verdadera. Por su parte, lo verosí mil
liii sujeto; éste es un pensamiento fundamental neoplató nico.
Wi!
En el caso presente, esta dependencia del enfoque signifi- se hace autó nomo, pierde su conmensurabilidad con una
ca : prestar atenció n a la metáfora, aceptar el camino que verdad absoluta. Aqui, la situación plató nica del pasaje del
I
t :• '

nos indica hacia la cosa . As í es tambié n como luego, en el Critias antes citado se ha invertido; divino y celestial se
lii : di álogo del dia siguiente, Licencio despierta a la met áfora : separan entre s í: lo divino brinda en la fe una solitaria
0i cer.teza, lo celeste se ha convertido en un fragmento de la
nihil mihi videtur esse absurdius, quam dicere, se verisimile
sequi eum qui verum quid sit ignoret (II 12, 27) [Nada me Naturaleza, cuyos conocimientos el teólogo le acepta al
lit
oarece más absurdo que decir que aprueba lo semejante a astró nomo a título de ne verisimiles quidem [ni siquiera
a verdad el que ignora a ésta]***. La positividad de lo verosímiles]143. Precisamente en la cuestió n de la relació n
I, verosí mil radica en su funci ó n referencial : uno no puede
darse por satisfecho con él. Tomado en sí mismo, en el darse
por satisfechos de los escépticos, se transforma en algo ne- M:- 142. De civitate dei , XI, 26 [ Obras de San Agust ín, trad , de Santos
Santamarta del Rio y Miguel Fuertes Lanero, BAC, Madrid, 1977; v.
gativo ; esto se subraya en el tercer libro del Contra Acade - m XVI, p. 733].
I 143. Andreas Osiander en el pr ólogo a ias Revolutiones de Cop érni-
Ék; co : Neque enim necesse est eas hypotheses esse veras, immo ne verisimiles
3
* Trad , cit. , p. 122.
quidem, sed stifficit hoc unum, si calculum observationibus congruentem
** Ibid ., p. 127. m exhibeant... [Y no es necesario que estas hipó tesis sean verdaderas, ni si-
** Ibid ., p. 131.

180 '
1
ASf ?
'
181
;!
!§;
entre enunciados b íblicos y cosmologia copernicana se va
haciendo progresivamente visible la nueva indiferencia

aparente. — 14. La voluntad, arrastrada por el amor ha-
cia el objeto cre í ble, ordena al entendimiento que asien-
entre « verdad » y « verosimilitud» . Cuando ei cardenal Be-
larmino, en una carta del 12 de abril de 1615, le aconseja

ta . 15. Este asentimiento es fe o sabidur ía]. La incrusta-
tion del concepto de fe en un esquema conceptual estoico
al carmelita Foscarini que tenga la doctrina copernicana y su contraste con los eicota [apariencias] es aqui notable;
no por verdadera, pero sí por verosímil , detr ás est á la idea cu á n originalmente sabe manejar Melanchton las antiguas
de que ninguna verosimilitud puede entrar en conflicto con formas de expresió n a la hora de decir lo nuevo lo muestra
la verdad de la historia de la detención del Sol por Josu é, también su uso negativo de lo verisimile en la paradoja
aunque también, a la inversa, que esa verdad no excluye protestante de la Tesis 11: Ergo et bona opera peccata esse
aquella verosimilitud. En su crisis bajomedieval, la teolo- non est absimile vero [Por tanto, que tambi é n las obras
gia ha deformado ese entero complejo estructural; damos buenas son pecados no es desemejante a la verdad]. iEsto
un ejemplo que resulta particularmente interesante por la es precaució n teológica con hechura de palabras!
presencia peculiarmente latinizada del antiguo eucóç, las En la lucha por la nueva imagen del mundo, y como ya
tesis 12-15 de la disputa de Melanchton de 1519144: 12 . apuntan los nombres de Osiander y Belarmino, la ambiva-
Intellectus nulli propositioni assentiri potest citra rationem l ê ncia metaf ó rica de la «verosimilitud » celebro por segun -

aut experientiam. 13 . Nec voluntas per sese intellectum
eicotibus cogere potest, ut assentiatur. — 14. Voluntas per
da vez sus triunfos, particularmente en el proceso de Gali-
leo. Galileo había argumentado diciendo más o menos que
charitatem rapta ad obiectum credibile imperat , intellectui, algo que esté en contra de Ias fuentes b íblicas de fe puede
ut assentiatur ^5 .— Hic assensus fides est seu sapientia. [12. ser perfectamente verosí mil en ci ê ncia, pues una verosimi-
El entendimiento no puede asentir a ninguna proposition litud deja siempre abierta la posibilidad de que la situació n

contra la razón o la experiencia. 13. Y la voluntad por sí
misma no puede obligar al entendimiento a asentir a lo
sea distinta. La sentencia definitiva contra Galileo del 22
de junio de 1633 juzgó precisamente como « error grave»
decir que una opinion pueda ser verosímil cuando en la
Biblia se haya revelado expresamente lo contrario . Aqui
146

quiera que sean verosímiles, sino que basta con que muestren un cálculo se ve totalmente lo probabile desde el acto de aproba -
coincidente con las observaciones...: «Al lector sobre las hipó tesis de esta ció n del sujeto; de tal forma que algo así como una apro-
obra » ; Nicolás Cop é rnico, Sobre las revoluciones; est ú dio preliminar , trad ,
y notas de Carlos Mínguez Pé rez, Tecnos, Madrid, 1987, p. 4].
144. Melanchthon, \Verke ( R. Stupperich ed . ) , I, 24. El conjunto de
las 24 tesis, que Lutero (a Staupitz, 3 de octubre de 1519 ) denomino 146. II che pure è errore graví ssimo, non potendo in modo niuno esser
positiones audaculas sed veríssimas [posiciones atrevidillas pero verdade- probabile un' opinione dichiarata e definita per contraria alia Scrittura
r ísimas], representan uno de ios m ás concentrados documentos histó ri- Divina [Lo que justamente es error gravísimo, no pudiendo en modo
co-espirituales de ia época y merecen una interpretaci ó n minuciosa . alguno ser probable una opinion declarada y definida como contraria a la
145. R . Seeberg , Lehrbuch der Dogmengeschichte (4.a ed . ) , IV, p. 426, f; Sagrada Escritura] , Y en el catálogo de las Tesis con relació n a las cuales
nota 1, lee sine eicotibus. Me parece que eicotibus es complemento indi- Galileo resulta veementemente sospetto d’ eresia [vehementemente sospe-
rect y configura el contraste con la ratio [raz ón ] y ia experientia [expe- choso de herejía] se aduce una vez m ás, como elemento propiamente !
riencia] en las tesis precedente, designando pues, en té rminos estoicos, la formal, che si possa tenere e difendere per probabile un’ opinions dopo
deficiência frente a ia representació n catalé ptica. El obiectum credibile [ob- dJessere dichiarata e definita per contraria alia Sacra Scrittura [que se
jeto creí ble] sobrepuja a los eicota [aparentes] , y equivale en su efecto a la pueda mantener y defender como probable una opinion tras haber sido
representaci ó n catalé ptica, aunque naturalmente no sea nada semejante. declarada y definida como contraria a ia Sagrada Escritura] .

182 183 i
*
bació n diferenciada no se tiene por posible. Lo digno de to, que participa de su certidumbre y ya progresa con au -
aprobaci ón que es propio de lo verosímil tiene que tener dacia. Así, uniendo el rigor de las demostraciones de la
un derecho metaf ísico . Galileo había erigido la construc- ciê ncia con la incertidumbre del azar, y conciliando estas
ció n al contrario, habr ía defendido el sistema copernica- cosas, en apariencia contrarias, puede, sacando su nombre
no, en su impugnado Diálogo , con la habilidad argumenta- de ambas, arrogarse con todo derecho este pasmoso t ítulo:
tiva de un hombre que es capaz de hacer que basta lo falso Geometria del azar.» Leibniz ha admitido la necesidad de
parezca verosímil : in trovar, anco per le proposizione false, una l ógica probabilium [l ógica de lo probable], d á ndole
ingegnosi et apparenti discorsi di probabilità [en encontrar, carta de naturaleza en la filosofia . Pero tambié n en él se
147

incluso para las proposiciones falsas, ingeniosos y aparen - conserva vivo el trasfondo metaf ó rico. En la Teodicea ,
tes discursos de probabilidad] ,
Leibniz discute con la concepció n de Bayle de que haya
La logicización de la «verosimiiitud» tiene su punto de objeciones racionales contra la religion que no podr ían ser
partida en el significado que ha de corresponderle al «azar » debilitadas, o al menos no podr ían serio a ú n; Leibniz sena-
en una explicació n del mundo que se quiere, al menos hi- la (§ 27) , que la l ógica aristotélica bastaria y sobraria para
potéticamente, libre de premisas teol ógicas y teleológicas. superar siempre argumentaciones como ésa, desde el mo-
La pregunta de si reconocer el ciego azar significa renun- mento en que, en realidad, es puramente deductivo- racio -
ciar a la racionalidad es el motivo de la nueva urgência y de nal. Otra cosa es en el caso de las objeciones que descansan
la nueva formulació n que adopta el problema de la verosi- en la verosimiiitud, I’ art de juger des raisons vraisemblables
miiitud . La tarea de hacer comparables y, con ello , deter- nest pas encore bien établi, de sorte que nostre Logique à
minables a las verosimilitudes, encontro su modelo en el —
sentido de la significativa predilecció n de la modernidad
cet égard est encor tres imparfaite, et que nous n’ en avons
presque jusquicy que Vart de juger des demonstrations [el

por el arte factum [artefacto] en el juego de azar, en el
« azar » té cnicamente aislado, constante en sus factores,
arte de juzgar por razones probables no está a ú n formado;
de suerte que nuestra l ógica, en este punto, es todavia muy
cuantificable segú n casos y posibilidades. Eso que Pascal
llama, en la correspondê ncia con Fermat, «el arte del azar »,

es la consecució n del dominio racional limitado, pero 147. El m ás seguro indicio de esto es ia recepció n « escolástica» en la

comprensible en su limitació n sobre un dominio hasta
entonces opaco, estructuralmente desconocido. En 1654,
Lógica de Christian Wolff , § 593: Enimvero ad aestimandam probabilita-
tem opus est principiis specialibus quae a principiis ontologicis et philoso -
pbicis aliis pendent. Sed ea constituunt Logicam probabilium, quam in i i
Pascal envió a la Academia parisina una comunicació n con desideratis esse Leibnitius iam agnovit [Ciertamente, para calcular la pro- j :
una lista de sus trabajos matemáticos acabados, en curso babilidad se necesitan principios especiales, que dependen de otros prin-
de elaboració n o proyectados; aqui se habla de un estú dio cipios, ontoló gicos y filosóficos. Pero éstos constituyen ia Lógica de lo
probable, que ya Leibniz reconoció como deseable]. Woiff hab ía dado ya
sobre las leyes del azar : « Con justicia, en efecto, se atribu - una definición de verosimiiitud en el § 578 ; Si praedicatum subjecto tri-
yen de preferencia los resultados de la suerte ambigua a la buitur ob rationem insufficientem, propositio dicitur probabilis. Patet ad
contingê ncia fortuita que a la necesidad natural. De ahí eo, in probabili propositions praedicatum subjecto tribui ob quaedam re -
que el asunto haya errado hasta hoy en la incertidumbre; quisita ad veritatem [Si el predicado se atribuye al suje to en virtud de una
raz ó n insuficiente, la proposició n se llama probable. Es manifesto en
pero ahora, rebelde como era al experimento, no ha podi- •
este punto que en ia proposició n probable el predicado se atribuye al
do escapar al imp é rio de la raz ón . Y, gracias a la geome- sujeto en virtud de algo que se requiere para ia verdad] . La verosimiiitud
tria, la hemos reducido con tanta seguridad a un arte exac- es pues una verdad « incompleta ».

184 185
'

lis

imperfecta, y hasta ahora solo tenemos el arte de juzgar el tratado de Christian Huygens De ratiociniis in ludo alea
por demostraci ó n] (§ 28 ) . Pero esta deficiente situaci ó n de [Sobre los cálculos en el juego de azar] (1657). Un inter és
la ló gica carece de import â ncia para la defensa de la reli- enteramente distinto, formulado program á ticamente para
gion, porque una discusió n con argumentos de probabili- la Modernidad por Descartes en su marcher avec assuran-
dad careceria de sentido dado que de todos modos los ce dans cette vie [caminar con seguridad en esta vida], se
mist é rios de la religion tienen en contra suya la apariencia impone en el tratado de Edmund Halley publicado en
de la verdad; así que, por su parte, ni pueden llegar a ser 1693 : An estimate of the degrees of the mortality of man-
verosímiles, ni cabe defenderlos en contra de lo verosímil : kind, drawn from curious tables of the births and funerals
quand il s’ agit d’ opposer la raison à un article de nostre foy, I of the city of Breslaiu; with an attempt to ascertain the
on ne se met point en peine des objections qui n aboutissent : price of annuities upon lives [Una estimació n de los grados
qu à la vraisemblance: puisque tout le monde convient que
3
de mortalidad de la humanidad, sacado de curiosos cua-
les mysteres sont contre les apparences, et nont rien de dros de nacimientos y funerales en la ciudad de Breslau ;
vraisemblable, quand on ne les regarde qtte du cote de la con un intento de saber con certeza el precio de los segu -
raison (§ 28 ) [cuando se trata de oponer la razó n a un ros de vida]. Un inter és abiertamente cenido a lo estadis-
art ículo de fe, nadie para la atenció n en las objeciones que tico, pero acuciado sin embargo por una pregunta que
solo conducen a lo probable, puesto que todo el mundo comparecia por primera vez en la historia y habria de ser
conviene en que los misté rios son contra las apariencias, y determinante para muy distintos fen ó menos de la historia
que nada tienen de probable cuando solo se los mira por el espiritual moderna, alento al fundador de la estad ística,
lado de la raz ó n] *. La verdad puede tener en contra suya la William Petty, a escribir su Essay concerning the multipli -
apariencia de la verdad, y puede incluso pasarse sin ella. cation of mankind [Ensayo sobre la multiplicacion de la
A
Kfi Este pasaje, cuya significació n es ú nica para nuestro con - humanidad] (1686) 148. En general, el desmoronamiento
II
»;= texto, re ú ne la conciencia de la necesidad de la logiciza- cr ítico del principio teleol ógico y de su correlato teol ógi- ;
ció n de lo verosímil con una despreocupada explotacion 1= co, la Providencia, agudizo por vez primera la pregunta de v
exhaustiva de su implicacion metaf ó rica. '
Hi si la Humanidad podia sobrepasar el marco de las posibi - !
No puede ser aqui de nuestra incumb ê ncia el perse- I®: lidades de existencia dispuestas para ella en la Naturaleza,
!
guir en detalle la logicizació n y calculizaci ó n de la « vero- y si acaso no estuviese ya a punto de hacerlo. De mensura i
t

I» similitud » como realizacion de la exigencia leibniziana. ;


i| sortis [Sobre la medició n de la suerte] es un t ítulo, ulterior - !
i Brevemente se han de resaltar , sin embargo, algunas moti- f e indicativo de la autê ntica voluntad de saber, de un traba-
vaciones del « paso » de la metáfora al té rmino, porque jo de Abraham Moivre aparecido en las Philosophical tran-
representan al mismo tiempo fuerzas impulsoras esencia- sactions en 1711. Tambi é n ah í apareció en 1699 una pu -
les de la historia espiritual de la Modernidad . La disolu - blication que realiza eso que justamente, segú n el citado
ció n l ógica de esa fortuna tan dominante en la época , en
'

testimonio de Leibniz, es imposible : poner la teoria de la


ii forma de penetracion del modelo del juego, motiva la probabilidad al servicio de la religion ; en A calculation of
ir
autê ntica obra fundacional de la teoria de la probabilidad, the credibility of human testimony [Un cá lculo de la credi-
i •

* Obras de Leibniz puestas en lengua castellana, trad de Patricio


;•
,
148. Postumamente, a ú n apareció en 1691 la Political Arithmetic de
de Azcá rate, Casa Editorial de Medina, Madrid, s.f ., tomo V, pp. 71-72. t
Petty. !

|
• i

186 187
2
-

bilidad del testimonio humano] , así como en la Theologiae chkeit 150 [Pensamientos sobre la probabilidad] ; una vez
Christianae principia matbematica [Princípios matem á ti - más tenemos aqui una vista panor â mica, como desde una
cos de la teologia cristiana] de John Craig, se demostraria posici ó n elevada, de todo el complejo representacional.
« Entre todos los conocimientos a que se aplica el entendi -
la eminente verosimilitud hist ó rica de los testimonios b í-
blicos. Leibniz se saldría con la suya con su dictamen so - miento humano , quizá quepa considerar como el más im -
bre el uso de los argumentos probabilísticos en favor de la
s portante el conocimiento de la probabilidad, pues se ade-
religion. Como apê ndice del inacabado y postumamente cua a nuestra limitada intelecci ó n, y en la mayor ía de los
aparecido Ars conjectandi [Arte de la conjetura] de Jacobo casos ha de ocupar el lugar de la certeza. Su influjo en el
Bernoulli (1713 ), Nicolaus Bernoulli ha hecho uso jur í di- hacer y el dejar de hacer del hombre, y a trav és de éstos
co por vez primera, en el Specimina artis conjectandi ad en su felicidad, ha brillado siempre de tal modo a los ojos
quaestiones juris adplicatae (1709 ) [Ejemplos de aplica- de los fil ósofos de todos los tiempos, que antes se han
cion a cuestiones jur í dicas del arte de conjeturar], de la
• /
prestado éstos a hacer vacilar los puntales de la verdad
teoria de probabilidades, un campo en que el Poisson in - misma que los puntales de la probabilidad» bl . En el ú lti-
trodujo mucho m ás tarde la diferencia terminoló gica de i mo siglo, los « grandes descubrimientos» de los matemá ti- i.

probabilité [probabilidad] y chance [suerte]149. Andreas cos se habr ían realizado en el campo de lo probable : « En
Ríidiger, quien en De sensu veri et falsi [Sobre el sentido todas las ciases de juegos de azar, apuestas, seguros, lote-
de lo verdadero y lo falso] (1709 ) ya especifica una pl éto- r ías, en ciertos litigios, incluso por lo que respecta a la
ra de « probabilidades», define tambi é n, entre otras, una credibilidad hist ó rica, han cotejado mutuamente en sus
:
m édica: como probabilitas qua a constantia experientiae cá lculos los casos probables, y han determinado la magni -
pbysicae ad futurum eventum physicum cum metu opposi- tud de la expectativa o el grado de la probabilidad a tenor
I' !
de ese calculo... Un fil ósofo que por satisfacer el deseo del
ti concludimus... [probabilidad por la que de la constâ ncia
v
i!
de las experiencias f ísicas deducimos el futuro evento f ísi- senor de Leibniz quisiese inventar un arte racional de lo
co con miedo al opuesto]. La aplicaci ó n al campo meteo - probable tendr ía que tener la habilidad de abstraer lo uni-
rológico, aplicació n que todavia hoy resulta divertida, la versal de las regias particulares que nos han dado los gran -
hizo A. Pilgram con sus Untersuchungen úber das Wahrs- des matemáticos, y más tarde producir, por así decir a
f cheinliche der Wetterkunde [Investigaciones sobre el grado priori , un n ú mero mayor de regias particulares» 152. Men-
de probabilidad de la meteorologia] (Viena, 1788 ) . Inte- delssohn obtuvo ese universal con ayuda de la l ó gica wol-
rrumpo aqui la enumeración, huyendo de toda apariencia
í
ffiana, para la que el grado de certeza de una proposició n

— en el sentido de apariencia falaz de exhaustividad.
Regresamos ahora al « paso » propiamente filosófico 150. Gesammelte Scbriften, Elbogen , Guttmann y Mittwoch eds.,
en esta historia metaf ó rico-conceptual. En 1756, Mois és Vol. I ( Berlin, 1929 ), pp. 147 ss.
Mendelssohn publica sus Gedanken von der Wahrscheinli - ! ' 151. Loc . citp. 149 . Un resumen levemente modificado, pero rico
I!
en aclaraciones, de este pasaje, se encuentra en la «edició n mejorada » de
las Philosophischen Scbriften (Berlin , 1771 ; ed . cit., I, 497) : «Entre los
conocimientos que hemos de lograr, quiz á ia probabilidad pueda consi- I
149. Remarques sur la probabilit é des jugements en matière crimine- derarse ei m ás necesario ; pues se adecua a nuestra limitada esfera, y en la
lie et en matière civile... [Investigaciones sobre la probabilidad de los mayor ía de los casos tiene que ocupar el lugar de la certeza » .
juicios en materia criminal y en materia civil...], Paris, 1837. 152. Ed . cit., I, p . 498.

188 189
-- I
— i ;

depende de la medida en que se conozcan los fundamen - todo lo largo de la historia de las ideas sobre la probabili-
tos que hacen que el predicado se siga del sujeto. « EI gra- dad: « En su introducció n a la filosofia, s’ Gravesand de-
do de la probabilidad está determinado por la relació n muestra la solidez de esos argumentos (los inductivos ) par -
entre los fundamentos dados de la verdad y los que perte- tiendo de la voluntad de Dios; y es que el más perfecto de
necen a la certeza total » ( p. 499 ) . Frente la definició n de los seres tendr ía que actuar constantemente conforme a
probabilidad con la « expectativa» como genus proximum leyes universales. Solo que yo tengo escr ú pulo en poner el
[gé nero pr óximo], Mendelssohn hace valer que no solo fundamento de nuestro razonamiento experimental en la
los acontecimientos futuros, sino tambié n los pasados tie- voluntad de Dios » 154. Resulta interesante, en este contex -
nen su probabilidad: «Tan probable es que llegue a suce- to, la contrové rsia de Mendelssohn con la tesis de « algu-
der aquello a lo que le faltan poqu ísimos fundamentos de nos fil ósofos» de que tendr ía que darse una probabilidad
verdad como que haya sucedido aquello de lo que se nos esencialmente insuperable hasta para el entendimiento in -
han dado los mayores fundamentos de verdad » b3. La in- finito, si es que han de ser posibles actos libres de los
terpretació n wolffiana de la probabilidad como una ver - sujetos é ticos (p. 512 ) . Esto deber ía afectar tanto a la de -
dad incompleta se abre paso en Mendelssohn en la idea de terminaci ó n de la probabilidad como una « verdad incom -
una integració n de lo probable en la verdad: «Muy a me- pleta » como al concepto tradicional de omnisci ência. Pero
nudo, la verosimilitud es tambié n la via por la que se ;§ : ahora bien, la libertad, tal y como Mendelssohn la entien -
if :
alcanza la certeza infalible. Cuando no podemos abarcar de, a saber , como mdifferentia aequilibri [indiferencia de
de una sola ojeada todos los fundamentos de verdad que equilibrio], no posibilita ni siquiera un conocimiento pro-
hay en un sujeto, se aceptan primero algunos de esos fun - bable, as í fuese Dios, por tanto , el que tuviese ese saber .
I damentos de verdad , para ver qu é se seguiria de ellos, si Esta consecuencia obliga a Mendelssohn a enfrentarse a la
ellos solos agotasen realmente la esencia del sujeto. El opinion de una probabilidad esencial con una concepci ó n
i
: mi: -
resultado que se obtiene de este modo se llama una hipó - determinista: «Creo pues haber demostrado , en razón tan-
tesis » ( p. 504) . En Mendelssohn entra tambié n en juego )
to de las propiedades divinas como de la experiencia co-
ese momento teol ógico que nunca ha dejado de influir a m ú n , que todas las decisiones volunt á rias tendr ían que
tener por adelantado su certeza determinada... » ( p . 515 ) .
153. Op. cit., p. 502. Esta concepció n de la probabilidad como un i Hemos aludido ( vid . arriba, pp. 182 s.) al papel que
predicado real no es comparable con la distinció n de Jacobo Bernoulli hab ía desempenado la « probabilidad» en la lucha en torno
entre verosimilitud a priori y verosimilitud a posteriori (.Ars conjectandi , II
IV ) : la verosimilitud de un acontecimiento es determinable a priori si los m
is
factores favorables o desfavorables con vistas a la producción del aconte- 154. Op. cit ., p. 506. La Einleitung in die Weltweisheit (1755 ) de
cimiento pueden examinarse y sopesarse entre sí; el resultado consegui- 1
Wilhelm Jacob s’ Gravesande, traducció n al alem á n de su Introductio ad
do es determinable a posteriori ( inductivamente ) a partir de lo usual bajo Philosophiam, Logicam et Metaphysicam [Introducció n a la filosofia, la

condiciones id ê nticas o similares que sin embargo no necesitan ser de- l ó gica y 1a metaf ísica] de 1736, distingue entre evidencia matem á tica y
terminadas m á s de cerca ni apreciadas como favorables o desfavorables evidencia moral : « La primera es por sí misma un signo de la verdad, la
para el acontecimiento— : quod apriori elicere non datur, saltem a poste- segunda , en. cambio, porque Dios lo quiere , y solo con ocasió n de cierto
riori hoc est ex eventu in similibus exemplis multoties observato eruere ajuste de las cosas » (§ 582 ). Verosimilitud s ó lo la hay para ia evidencia
licebit [lo que no se puede obtener a priori, se podr á por lo menos obte- moral: « La verosimilitud está entre la incertidumbre ( ! ) y una intuici ó n
ner a posteriori, esto es, del acontecimiento que se ha observado muchas tal, que no le falta nada en absoluto, y arrastra consigo Ia ú nica convic-
veces en ejemplos similares]. ció n completa, está en el medio » (§ 584) .

190 191
1

hn pel semejante en los textos de la batalla copernicana, des-


a la imagen copernicana del mundo . Aqui, Mendelsso emboco en una neutralizacion de la pretension cosmol ógi-
nos da ocasi ó n , precisamente en esta espec í fica referencia ,
al termino - ca de verdad tal y como el propio Cop é rnico — y, con un
de documentar el paso del discurso metaf ó rico pathos incomparablemente mayor, sus sucesores la ha- —
lógico 155 : « EI sistema copernicano del mundo se reconoce b ía formulado.
ahora universalmente como más probable que el antiguo La probabilidad logicizada se convirtió en un instru -
ptolemaico , aunque tampoco los antiguos habrían estado mento del esp íritu de la crítica . Todavia un ejemplo a este
faltos de excentricidades y epiciclos para explicar todos respecto, sacado de la historia de la cosmologia en el siglo
los fen ó menos despu és observados. Solo que segú n el nue- XVIII. En su Essai de Cosmologie [Ensayo de cosmologia] l 56,
vo sistema del mundo se explica todo mediante simples Maupertuis dirige sus ataques contra la forma newtoniana
presupuestos, y en consecuencia a partir de pocas cansas ; de una prueba cosmol ógica de la existencia de Dios par -
mientras que los antiguos ten ían que pensar una hipótesis tiendo de la uniformidad de los movimientos planetarios.
nueva para cada uno de. los fen ó menos particulares. Se Maupertuis empieza por reforzar a ú n m ás la argumenta-
puede pues determinar hasta cierto punto el grado supe- ci ó n, estableciendo la elevada improbabilidad de que se
rior de probabilidad que el nuevo sistema del mundo tiene deba a la casualidad el hecho de que las ó rbitas planetarias
con respecto al antiguo » . A igualdad de n ú mero de fen
ó-
han de está n situadas en un piano que solo ocupa la decimosé pti-
menos observados, el n ú mero de factores que se ma parte de la esfera que supuestamente rodea el sistema
admitir para poder explicar esos fenó menos seria menor solar. Pero lo que aqui se rechaza es precisamente el p resu -
en el sistema copernicano. Cuanto menor es el n ú mero
de
, puesto de que la verosimilitud sea una «verdad incompleta »
I factores que es necesario introducir en el sistema tanto
que pueda convertirse en verdad ; no hay camino alguno
fV
I:
:
más improbable es el caso de que los fenó menos tengan que lleve de la improbabilidad del surgimiento casual del
li ; una causa diferente para cada uno . Cuando puedo explicar mundo a la necesidad de una causa voluntaria del mundo 157,
lí suficientemente los fenó menos a, b , c, mediante una causa
d, una teoria que introdujese a este efecto las causas A, B C
seria menos probable. En palabras de Mendelssohn : Pues
« -
156. Première Partie, ou Von examine les preuves de 1’ existence de
to que estos fen ó menos a, b , c, etc., concuerdan de modo Dieu, tirées des merveilles de la Nature [Primera parte, en la que se exa-
f que se pueden explicar todos ellos a partir de una ú nica minan las pruebas de la existencia de Dios sacadas de las maravillas de la
IV
causa d, si cada fen ómeno hubiese de tener realmente su St Naturaleza] (Oeuvres [Lyon 1768], I, p. 8 ).
w 157. El hiato entre verosimilitud y verdad es aqui enteramente in-
propia causa habr ía que considerar entonces esa concor - franqueable, tal y como ha afirmado Lessing acerca de ia relació n entre
dancia como una mera casualidad. La probabilidad de se- verosimilitud histórica y verdad religiosa: «La religion mir ífica tiene que
mejante casualidad es = 1/ n + l ; la probabilidad del caso hacer verosímiles los milagros que deben haber sucedido con ocasió n de
contrario, por tanto = n/n +1». La logicizació n de la pro- su primera fundació n. Pero ifundar la verdad de ia religion sobre ia vero-
babilidad implica la comparabilidad de enunciados hipot é-
similitud histórica de esos milagros, siempre que se piense correctamen-
te, siempre que se piense al menos con perspicácia! — iDigá moslo con
ticos, exige pues un enunciado sobre esos enunciado
s. La franqueza ! Si en alg ú n momento soy capaz de pensar tan correctamente,
«verosimilitud » metaf ó rica, tal y como desempen ó un pa- con tanta perspicácia, es que mi entendimiento está arruinado. Eso me
dice ahora mi entendimiento. Y si en alg ú n momento haya de tener otro
entendimiento, es que nunca tuve ninguno» ( Eine Duplik , 1778, Ges.
V Werke, Rilla ed., VIII, p. 36).
155. Loc. citp. 511.

192 mmí 193


n
.
y aqui ni siquiera cabe comparar entre si las tesis como si Vanalyse des sorts... je ne dois point être surpris qu’ une
fuesen probabilidades: Si l on prend done Vorbe de la Te -
3

chose arrive lorsquelle est possible , et que la difficult é de


rre pour le plan auquel on rapporte les autres, et qu on
3

V événement est compensée par la quantité des jets... mon


regarde leur position comme Veffet du hasard, la probabi - avantage serait même infini si la quantité des jets accordé
lit é, que les cinq autres orbes ne doivent pas être renfermés était infinie [Segú n las leyes del an álisis estocástico... no
da7is cette zone , est de 17 - 1 à 1 ; cest -à -dire, de 1419856 debe producirme ninguna sorpresa que algo ocurra citan -
à 1 ... II y restoit cependant quelque probabilit é, et d è s - lors do es posible, y la dificultad del acontecimiento queda
on ne pent pas dire que cette uniformit é soit Veffet néces - compensada por el n ú mero de las jugadas... mi ventaja
saire d un choix [Por tanto, si se toma la ó rbita de la Tie -
3

seria incluso infinita si se concediese un n ú mero infinito


rra como el plano con el que se remiten los otras, y si se de jugadas]. Ahora bien, una vez que se convierte en pre -
mira su posici ó n como efecto del azar, la probabilidad de misa que la materia es eterna y que el movimiento le resul-
que las otras cinco órbitas no hayan de estar encerradas ta esencial, se produce entonces dans la somme infinie des
en esta zona es de 17 -1 a 1: esto es, de 1419856 a 1... La combinations possibles un nombre infini d arrangements
3

probabilidad, sin embargo, no es nula, y no puede decirse admirables [en la suma infinita de combinaciones posibles
que esta uniformidad sea el efecto necesario de una elec- un n ú mero infinito de disposiciones admirables], entre las
ción]. Pero es más: la alternativa entre voluntariedad y cuales incluso un acontecimiento tan complejo como «este
azar no parece que se le impusiera a Newton sino porque mundo » tiene para el pensador un grado de probabilidad
no pudo proporcionar una causa f ísica para la uniformi- tal que le lleva forzosamente a decir : Done, Vesprit doit
dad de los movimientos planet á rios, y ni siquiera la consi- être plus étonné de la durée hypothétique du chaos que de
deraba posible. Maupertuis menciona un trabajo de Da- la naissance réelle de Vunivers [Así pues, el espí ritu debe
niel Bernoulli, Sur Vinclinaison des plans des orbites des asombrarse más de la hipotética duración del caos que del
planetes [Sobre la inclinació n de los planos de las órbitas nacimiento real del universo]. Mediante la asunci ó n del
de los planetas] , premiado por la Academia Parisina de las presupuesto de la infinitud, la probabilidad alcanza la ca-
Ciê ncias en el ano 1734, en el que se afrontaba el proble- pacidad de explicarlo todo. Es evidente que, aqui, un Dios
ma mediante la hip ó tesis de un medio fluido que rellenase cuya funci ón esencial había sido la de «explicar » el mundo
el espacio cósmico, no para sostener esa tesis, sino para ha sido sustituido por el azar infinito, la verdad eterna por
poner de relieve la vaga perspectiva de una consideration la eterna probabilidad; solo los nombres han variado. Pues
probabilística. Aqui se conserva la funció n cr ítica del edn - también resulta igualmente evidente que solo un Dios que
cepto de probabilidad ; pero en este siglo resulta tambié n por su parte fue entendido como arbitrio inescrutable,
superada por la vinculación con nuevas representaciones como deus mutabilissimus [dios sin constâ ncia alguna ] ,
metaf ísicas de fondo : la infinitud del tiempo, del n ú mero podia ser sustituido por el azar infinito ; esto es : que, como
de las « jugadas » , le da a cualquier acontecimiento pensa- precisamente resulta del todo claro en Diderot, había una
ble , tambié n por tanto a este mundo, una probabilidad de profunda necesidad de proceder a esa sustituci ó n: la pen -
llegar a producirse por casualidad. Diderot ha dado la sée qu il n y a point de Dieu n a jamais effrayé personne,
3 3 3

f órmula cl ásica en el vig ésimoprimero de sus Pensées Phi - mais bien celle qu il y en a un tel que celui qu on me peint
3 3

losophiques [Pensamientos filosóficos], en primer t é rmi- [Nunca ha espantado a nadie la idea de que no haya Dios,
no para el surgimiento casual de la Ilí ada : Selon les lois de sino m ás bien la de que exista uno que sea como el que me
194 195
7
pintan]158. Así, solo en apariencia el hombre est á entrega- presenta la tesis de Winckelmann de que « en el arte se con -
do al azar f ísico del mismo modo que a la voluntariedad sigue la excelencia por la mera imitació n de la Naturaleza
teoló gica. Los correlatos emocionales son radicalmente II tan poco como en la poesia » ; y « que, a la hora de escoger ,
distintos, y el azar tiene sus leyes, que permiten al hombre tanto el poeta como el pintor deber ían preferir lo imposi-
establecer su exist ê ncia contra el azar . ble que sea verosímil a lo meramente posible ». Aqui, el
Hay un amplio campo en la historia de la expresió n . doble sentido metaf ó rico de lo verosímil tiende de tal modo
« probabilidad », el â mbito de la est ética, que escapa f ácil -
•• "
1 a la unidad, que, por una parte, en tanto en cuanto no pue-
mente al observador actual . Nuestra exaltation metaf ísica de ser verdadero es « mera apariencia»; pero, por otra, esta
de la obra de arte nos ha acostumbrado de tal forma a atri- apariencia también es el aparecer y comparecer de una
buirle al arte su propia « verdad» , a atribuirle pues, en cierta verdad que no tiene nada que ver con la objetividad, real-
medida, « verdad », que « probabilidad » nos parece una ex- mente imposible, de la obra de arte . Ofr é cese como con -
presió n de menor rango, inapropiada para cuestiones de secuencia directa ( una consecuencia que, sin embargo, ni
teoria del arte. A la vez, es enteramente corriente en la es- Winckelmann ni Lessing fueron capaces de captar , y que a
t ética cl ásica la formulation de que en la obra de arte es lo sumo Kant habr ía podido sacar ) que también tendr ía que
preferible la «verosimilitud » a la «verdad», pensamiento que haberse podido renunciar del todo a la objetividad como
se ajusta por completo al marco de la po ética aristot é lica, algo eliminable en el valor de verdad de la obra de arte, a
cuya mimesis no se refiere a la «verdad » de lo real hilético- fin de poder consideraria ya no bajo el aspecto de la « vero-
concreto en su singularidad, sino a la « probabilidad » de lo similitud», sino solo bajo el de la «verdad ». En el caso de
I universal, que no existe como realidad. Ahora bien, la ve- Lessing, al que nos cenimos para no convertir este apartado
« rosimilitud estética se atiene aqui por entero al sentido en un tratado autónomo, una investigation más detallada
metáforico de lo verisimile , en la medida en que, para la podr ía mostrar que su concepto de la « verosimilitud » est é-
obra de arte, lo esencial no es su ser comprobablemente tica corresponde punto por punto al de « verdad interna» en
verdadera en relació n a los hechos, sino su parecer — un su filosofia de la religion. La « verdad interna » significa ante

parecer evidente en sí mismo . verdadera. Lessing critica
la tesis de Caylus de la equivalê ncia de poesia y pintura en
todo la independencia de los contenidos religiosos de he-
chos histó ricos y de su grado de verificabilidad160. La «vero-
I Homero indicando, entre otras cosas, que esa idea de una similitud» de la obra de arte es igualmente una cualidad
diosa arrojando una piedra de gran peso, p òsible en el epos, inmanente, que solo se manifiesta como fuerza de convic-
se convierte al pensar en un cuadro en una « improbabilidad tion, de forma que viene a ser indiferente si, por ejemplo,
intuitiva» J 59. En otro pasaje del Laokoon (XXIX ), Lessing

158 ., Pensées philosophiques (1746), IX.


159. Laokoon, XII (Werke, Rilla ed., V, p. 102). Lessing ofrece una do la verdad». La fundamentació n es ahora importante, porque ve la
gr áfica explicació n de lo « probable» en la trigésimonovena de las Briefe « verdad » como cualidad de lo puramente recibido , frente a ia « verosimi-
antiquarischen Inbalts [Cartas sobre el tema de las antiguedades] (W, litud » como cualidad de lo producido: « En la configuració n de lo prime-
V, p. 521). En la carta XXXVIIII, Lessing había revocado su interpreta - ro (esto es, de lo verosímil, de la tesis de Chabrias ) se emple ó a fondo
ció n del « Luchador Borghese» y por así decirlo justifica ahora el valor toda nuestra alma: en el conocimiento de lo otro (esto es, de la situaci ó n
esté tico de la tesis como tal: «En el est ú dio de las antiguedades, haber f áctica ), quizá s ólo vino a beneficiamos una feliz casualidad ».
encontrado lo verosímil tiene a menudo m ás m érito que haber encontra- 160 Cf. los ss. pasajes de la ed . cit.: VIII, 171, 179, 189, 190, 193.
'

196 197
a

lo que se representa como caso real en la f ábula guarda o


no relación con algú n hecho: «Yo s ólo creo que una cosa ha
sucedido, y que ha sucedido así o asá, porque es altamente m
verosímil, y seria altamente improbable que no hubiese
sucedido o que hubiese sucedido de otro modo. Y es que III! IX
ú nica y exclusivamente me hace creer en la pr ístina reali- 1
ífi):
I y.v.v.:

ns COSMOLOGÍA METAFORIZADA
dad de un hecho la verosimilitud interna, y esa interna ve-
rosimilitud se puede encontrar exactamente igual en un
hecho inventado : í qu é mayor fuerza puede tener la reali-
'

:Sffbl
|

dad del primero sobre mi convencimiento que la realidad mi


del otro ? » 161. Es más, dado que « la verdad histó rica no siem- i
:
§11
pre es tambié n verosí mil », mientras que el poeta tiene el :
• : | ;
« libre poder » de « hacer verosímil todo lo que hace pasar m
si

por verdadero», la fuerza de su convicció n hace que la f á- mf Podría parecer que nuestra detallada ejemplificaci ó n del
« paso » de la met á fora al concepto (y, con ello, todo nues -
bula sea preferible a los « ejemplos histó ricos» . Cabe apre- II
ciar las reflexiones de Lessing como parte de un desarrollo tro intento de establecer una tipología de desarrollos his -
esté tico de aquella doctrina de lo verosímil cuya exigencia, t ó ricos seguidos por las metáforas ) es presa de un primi-
I de raiz leibniziana, ya había traspasado a la estética Johann Sfii tivo esquema evolutivo. Desde el momento en que
s
Jakob Bodmer en su Chritischen Betrachtungen iiber die presentamos tambié n como tipo de un desarrollo hist ó ri-
I co de metáforas ei camino inverso , el camino que va del
Poetischen Gemãhlde derDichter [Consideraciones cr íticas
sobre las pinturas po é ticas de los poetas] (1741) : « Por eso concepto a la metá fora , esa apariencia se disipa . Sin duda,
no puedo aprobar que nos apliquemos con tan poco ceio al con respecto a las pruebas documentales no podemos
i
arte de lo verosímil, para lo que no sólo se echa en falta un menos de temer que sea obligado decir de nosotros lo
r i
:
M •; hombre sagaz que lo trate con un método dogmático, como que el consejero privado Klotz de Lessing: « iy cu á ntas
a menudo ha insistido ya el senor de Leibniz, sino que pare- cree usted que alega ? En conjunto, summa summarum,
§:l para ser exactos... una » . Pero el peso hist ó rico de esta
ce brillar bastante por su ausê ncia incluso en aquellos sitios : !‘;

Hl I $•
:

i ;f . : en los que deber ía mostrarse en la pr áctica y en la realiza- prueba documental resiste la objeci ón.
ill
ció n » . Es obvio que Lessing debía abandonar definitivamen- III En 1543 aparece en Nuremberg la obra De revolutio-
te el problema de « las pinturas po é ticas de los poetas », y nists orbhtm caelestium [Sobre Ias revoluciones de los or-
darle una nueva potencialidad; una potencialidad que to- bes celestes] del canó nigo de Frauenburg, fallecido ese
davia hoy está por agotar . mismo ano, Nicolás Cop é rnico. En sus seis libros, esa obra
constituye un sobrio edifício teó rico, que define los m é-
1
il dios de expresión con los que trabaja, o los acepta como
definidos de antiguo. Intenta superar las dificultades que
surgen de la aceptació n del sistema tradicional, ptolemai -
- Yi JI co, del mundo para la explicación foronómica de los datos
161. Tratados sobre las fábulas I (ed. cit. IV, 45) . observacionales mediante una nueva construcci ó n del

198 199
Universo que, por lo demás, hasta podia hacer suya la in- mente allí donde se aceptan afirmativamente las conse-
vocació n human ística de precursores antiguos. No hay ni cuencias científico-teóricas, el significado del trastorno cos-
rastro de conciencia de que esta nueva f ó rmula constructi- mol ógico para el hombre se ve en que « la Tierra, la Hurna-

va astronó mica por cuanto que incluso Copé rnico de - nidad, el yo individual queda destronado » , en que « el
seaba que se aceptase como verdad del cosmos creado por hombre ya rio es importante para la astronomia, todo lo

;if 1'

Dios y no como modelo matemá tico hipotético hubiera m m ás para si mismo » 165. Una ironia no enteramente casual
de convertirse a la vez y en su papel histó rico, ante todo, de la historia quiso que en ese mismo ano de 1543 apare-
en una nueva fórmula de la autointerpretación del bombre ciese en Basilea otra obra fundamental del espíritu moder-
en el mundo 162 . La virulê ncia espiritual de un proceso pu - 31 no, la Humani corporis fabrica del Vesalio, con lo que aho-
m
ramente teó rico se hizo tambié n efectivamente « conscien - .
«I ra es f á cil decir que éste ha humillado al hombre ( bajo el
te » , a más tardar , con la famosa estipulación de Goethe, en
j
escalpelo) como aqu él humilló a la Tierra, y que la oposi-
!
los Materiales para la historia de la teoria de los colores, de
i )
ción de la Iglesia frente a ambos tuvo «car ácter teológico-
li;
que « entre todos los descubrimientos y convicciones... nin - humanístico»166. A. Koestler ha hablado de un « desplaza-
guno » tuvo « mayor efecto sobre el esp íritu humano» que miento de destino»167: «No sabemos cuántas decenas de
esta consideraci ó n astron ó mica de la f á brica del mundo. miles de anos hace que el hombre planteó por primera vez
Cierto es que Goethe vio en ello una «exigencia para la II la pregunta por el sentido de la vida, pero sabemos en qu é
Humanidad», la apertura de una «hasta entonces descono- m —
momento del tiempo aterradoramente pr óximo al nues-
tro— perdió la respuesta ».
1ã cida, desde luego insospechada, libertad de pensamiento y li
t: grandeza de sentimientos» , una vez que presuntas seguri- m. Estas interpretaciones podrían multiplicarse a ú n con
l dades y encapsulamientos del hombre se habían volatili- muchas citas. Para establecer la situación decisiva, nos bas-
zado en polvo y humo. Pero Nietzsche formula una inter- ta con éstas: ninguna de ellas tiene nada que ver con el
II pretación enteramente contrapuesta de este giro de la proceso de la. reforma copernicana como una obra te órico-
conciencia. Con Copé rnico comienza el « autoempequene- Ift; terminológica de la Astronomia. iToman lo que ocurrió y
II cimiento del hombre», que ha perdido «la fe en su digni- lo que se descubrió no como conocimiento, no como hip ó-
dad, singularidad, insustituibilidad dentro de la escala tesis, sino como metá fora\ Y por cierto que como metáfora
Í7 jer á rquica de los seres»; con la «derrota de la teologia as- absoluta, dado que la reorganizaci ó n copernicana del cos-
tron ó mica » , la existê ncia humana se ha vuelto « m ás gratui
- mos se recibió como modelo orientativo a fin de contestar
ta a ú n, m ás arrinconada, m ás supé rflua en el orden visible una pregunta que no puede responderse por m é dios pura-
I
de las cosas» 163. De Nietzsche en adelante, el tenor de la
autocomprensió n copernicana es éste . Incluso y precisa -
164
if que les acompana acerca de la construcción de la naturaleza mediante
elementos lógico- matemá ticos de la conciencia que se ofrecen a priori, se
it funda de manera definitiva la conciencia soberana de la autonomia del
162.. Cf . mi « Der kopernikanische Umsturz und die Weltstellung des
m, intelecto humano y de su poder sobre las cosas...» (Weltanschauung und
Menschen. Eine Studie zum Zusammenhang von Naturwissnschaft und
Geistesgeschichte» : Studium Generate VIII (1955 ), pp. 637- 648 .

163. La genealogia de la moral , III, 25. [Trad. levemente modifica-

Analyse.., cit. vid . nota 43— , p. 260 ) . [ Cito por la trad , mencionada en
la nota 43: Hombre y mundo.,., p. 271.]
165. Max Born , Die Relativitàts Einsteins , Berlin, ;,1922, p. 10.

da de Andr és S á nchez Pascual, Alianza, Madrid, 1972, pp. 177 178 .]
164. Dilthey constituye una significativa excepció n : « As í,
-
mediante
3
166. G. Toffanin, op. cit., [vid. nota 77], pp. 268 ss.
167. Citado por Margret Boveri en Merkur XI (1957), p. 1183.
los grandes descubrimientos de Copé rnico, Keplero y Galileo, y la teoria

200 201
privilegio teleoló gico, , capaz de realizar por sí mismo su
mente teó ricos y conceptuales : la pregunta por el puesto exist ê ncia y ese mundo suyo que le tiene por centro. Esto
del hombre en el mundo, en el sentido de si se le debe quiere decir : el mundo copernicano se transforma en me-
considerar y ver de antemano como algo central , o si su t á fora de cómo la cr ítica priv ó de sus derechos al principio
participaci ó n en el engranaje cósmico es perif é rica; en el teleológico, a la causa finalis [causa final] de entre las que
sentido, por tanto, de su relación con cualquier otro ente y conforman el manojo aristotélico de causae [causas]; y
de ese ente con él. Geocê ntrica y heliocê ntrica, o mejor no hay ninguna duda de que con la met áfora copernicana
acé ntrica, se convierten en diagramas en los que debe po- comienza a abrise paso el pátbos de la desteleol ò gizació n ,
der leerse qu é import â ncia tiene la presencia del hombre de que en ella descansa una nueva autoconciencia vincula-
en el mundo. Esta tutela de nuestra autointerpretació n por da a la excentricidad cósmica del hombre. Pero también la
medio de la metáfora cosmol ógica ha pasado a ser un t ó pi- « reacci ó n » geocê ntrica y teleol ógica, que ahora empieza a
co de nuestra cr ítica contempor â nea de la situació n, y por descubrir que la antigua imagen del mundo «tenía sentido»
lo demás hace mucho que se ha olvidado la diferencia que y era valiosa, depende de semejante realismo metaf órico.
existe entre la interpretabilidad metaf ó rica de un aconteci- « Es la angustia frente a la revoluci ó n cultural lo que está
miento teó rico y la aceptació n de su causalidad para lo detr ás de toda la cr ítica a Cop é rnico ; uno se resiste a reco-
explicado por él y en él . Por no decir nada del prop ósito nocer que la vida, que durante mil é nios se había valorado
en que arraigo aquella obra: si bien Cop é rnico hubo de desde el punto de vista del ser estático, es una fuerza dinâ-
alterar la construcci ó n del mundo, su intenció n era «con- mica. Eso se percibe claramente en el texto de Sir Christo-
servadora», en la medida en que sólo así creia poder velar pher Hey don A Defence of Judiciall Astrologie (1603 ) ,
por la validez del principio de la constante racionalidad [donde dice : ] Kopernikus altered the whole orden of nature i:
del cosmos, y con ello acometió igualmente la empresa de to rectifie his Hypothesis [Cop é rnico altero el entero orden
legitimar al hombre como aquel que, en virtud de capaci- natural para rectificar sus hip ó tesis] (p. 386) . Ptolomeo,
dad teó rica, está en el centro de referencia de la inteligibi - en cambio, es una persona límpida, sin intenciones aviesas
lidad del ser 168. Esa confirmació n y acreditació n en un ob- ( p. 161) » 169. Responde tambié n a este contexto el hecho
jeto que sigue estando determinado por su antiguo rango de que sólo a través de Cop é rnico y de la metaforizació n
de divinidad, un objeto que todavia no ha sido nivelado a de su reforma se convierta la geocê ntrica en un teologú -
« objeto natural » , debi ó significar para el esp íritu humano
meno, comparable a los impulsos de Ia historia cristiana de
una aut ê ntica autoconfirmació n, no una autolocalizació n los dogmas, que surgieron de las « herejías » y condujeron a
metaf ó rica. Pero tambié n all í donde se capta esta implica- definiciones que despu és sancionaron como ortodoxo
ció n positiva de la obra copernicana ésta ejerce su eficacia aquello de lo que se habr ía desviado la heterodoxia. Muy
dando un « rodeo » a través de su metaforizaci ó n : el hom - expresivamente aparece el argumento de la geocê ntrica
bre, que ya no está en medio del mundo rodeado por el
ente , ser á triunfalmente concebido como un ser que tam -
bié n es capaz de afirmarse en la existê ncia sin el supuesto 169. P. Meissner, Die geistesgeschitlichen Grundlagen cies englischen
Literaturbarock , Munchen, 1934, pp. 62s. Todo ei capí tulo «Macrocos-
mos y microcosmos » (pp. 44-97) aporta un sugestivo material sobre la
congru ê ncia metaf ó rica de geocentrismo y teleología en la « reacció n »
168 . Cf . mi investigació n « Kosmos and System . Aus der Genesis der copernicana.
kopernilcanischen Welt » : Studium Generale X (1957 ), pp. 61-80.
203
202
i
como opinio communis [opinion comú n] teológica en la paraíso. No, la opinio [opinion] geocê ntrica es un teologú-
carta que Belarmino escribe a Foscarini el 12 de abril de meno ex eventu [por efecto], que solo se podia explicitar
1615170. Ahora bien, puede sin duda citarse una multitud en la metáfora copernicana. Pero en esa explicaci ó n tardia
de ejemplos patristicos y postpatristicos en los que la ima- y vehemente descansa el convencimiento universal de la
gen geocê ntrica del mundo se presupone para los consabi-
dos pasajes bíblicos correspondientes y se utiliza para la

Edad Moderna ien realidad una opinio communis «so-

bre » una opinio communisl segú n el cual la geocê ntrica
exégesis, pero justamente como presupuesto evidente, no ha sido defendida y dada por perdida a fuer de contenido
como una « opinion » basada en esa autoridad . Por el con- específicamente cristiano. En realidad, el Cristianismo no
trario, la fundamentación estoica de la antropocéntrica necesitaba en modo alguno una metáfora cósmica para
teleol ó gica en la geocê ntrica era para los autores de la Pa- determinar la posición del hombre en el mundo ; la teolo-
tr ística, que se alimentaban de tradici ó n estoica, algo que gia cristiana «sabe » demasiado sobre los hombres, su ubi-
se aceptaba con reserva y dificultad , porque la Tierra tenía cació n en el mundo y su destino como para mantener to-
que ser no solo el lugar del paraíso, del locus congruens davia esa vacía situaci ó n problem á tica sobre la que se
homini [lugar adecuado para el hombre] más cabalmente pudiese proyectar una respuesta metaforicamente inventa-
teleol ógico, sino el lugar tambié n de la ruda exist ê ncia del da. La Estoa, sin embargo, había acometido esa proyec-
hombre, existê ncia de trabajo, ateleol ógica, expulsada del ci ó n, y es seguro que el neoestoicismo, cuyo influjo no ha
sido ni con mucho suficientemente apreciado en sus mú lti-
ples ramificaciones, hab ía contribu í do decisivamente al
170. Fue publicada por primera vez por D. Berti, Copernico e le ui- « descubrimiento» del potencial metaf ó rico de la obra co-
!
k

cende del sistema Copernicano, Roma, 1876, pp. 12 ls. El pasaje decisivo pernicana.
reza: Dico che, come lei sa, il Concilio proibisce esporre le scritture contra No se puede pues entender la metaforizació n del mun-
il comune consenso de Santi Padri, e se la P. V . vorrà leggere non dico solo
1

li Santi Padri, ma li commentarii moderni sopra il Genesi, sopra li Salmi, do copernicano, y con ello el presupuesto de su funció n
sopra PEcclesiaste, sopra Giosuè, trovará, che tutti convengono in esporre formativa de la conciencia moderna, sin analizar el proce-
ad literam ch’ il sole è nel cielo egira intorno alia terra con somtna velocità so, estructuralmente emparentado, en cuyo virtud la Estoa 1
e che la terra è lontanissima dal cielo e sta nel centro del mondo immobile. fue la primera en convertir en metáfora el antiguo cosmos
Consideri hora lei con la sua prudenza , se la chiesa possa supportare, che geocê ntrico que fue descrito, ante todo, por Arist ó teles.
si dia alie scritture un senso contrario alli Santi Padri, et a tutti li esposito-
ri greci e latini [Digo que, como usted sabe, el Concilio prohíbe explicar Simplemente no es exacto que «a partir de Aristóteles» se
las Escrituras contra el consenso com ú n de los Santos Padres ; y si pueda « hablar francamente de una religiosidad geocê ntri-
VJuestra] P[aternidad] quisiera leer no solamente los Santos Padres, sino ca de los griegos» 171, y que en esta cuesti ón estuviesen en 1
también los comentá rios modernos sobre el G é nesis, sobre los Salmos, juego los « ideales de Arist óteles » l 72. En el seno del sistema : i

sobre el Eciesiast és y sobre Josu é, advertirá que todos está n de acuerdo


en explicar literalmente que el Sol está en el cielo y gira a gran velocidad filosófico que durante dos siglos debi ó servirle de veh ículo
en torno a la Tierra, y que la Tierra está muy alejada del cielo y está y proporcionarle su legitimidad, la cosmologia geocêntrica
inm óvil en el centro dei mundo. Considere ahora usted, con su prud ê n -
cia, si la Iglesia puede resignarse a que se d é [a las Escrituras] un sentido
contrario a los Santos Padres, y a todos los comentaristas griegos y lati- 171. E. Goldbeck, Der Mensch und sein Weltbild irn Wandel vonAl-
nos; trad de Mois és Gonz á lez García, Carta a Cristina de Lorena y otros
, tertum zur Neuzeit. Gesammelte kosmologische Abhandlungen. Leipzig,
textos sobre ciê ncia y religion , Aiianza, Madrid, 1987, p. 112, ievemente 1925, p. 22.
modificada]. 172. Loc. cit ., p. 60.
h-

204 205
:

careció más bien de significado metaf órico: para Aristóte-
mos, sino que quiere derivar la segunda de la primera. Para
les, en el hecho de que la Tierra ocupa el centro del cos-
mos no hay nada que « leer » en orden a la pregunta por el
los hombres y su autocomprensió n, toda esta estructura no
puesto del hombre en el cosmos . Tambié n Aristó teles te-
ofrece absolutamente nada para leer. Cierto que hay un
nia su metaf órica cosmol ógica ; s ólo que esa metaf ó rica no
privilegio teleol ógico del hombre, pero sólo en el marco
está constru í da segú n el esquema centro-periferia, sino se-
del axioma seg ú n el cual la Naturaleza no hace nada en
g ú n el esquema arriba-abajo, esto es: no parte de una sec- vano, así que la teleología centrada en el hombre só lo toca
ció n total que atraviese la esfera del cosmos, sino que se la region en la que y por la que el hombre subviene a su
refiere a cualquier radio arbitr á rio de la misma. Así, el cen- exist ê ncia. La referencia al hombre se limita a la region
tro del todo es al mismo tiempo el abajo absoluto de la sublunar , y no es posible considerar el cosmos entero bajo
ordenació n escalonada, radialmente orientada, de los ele- el aspecto del modo en que el hombre, que en modo algu-
no esxò apiaxov xtõv kv xcô Koapcp [lo mejor del cosmos] 17.
i

mentos cósmicos. En De caelo (II, 13 ) ’ , Arist ó teles ha en-


; '

esté ubicado en é l. La dotació n del hombre est á dosificada


trado en discusión con una concepción metafó rica de los
« lugares » cósmicos que ten ía premisas en com ú n con la
de manera altamente econ ó mica, al servicio de la conser-
vació n de la existê ncia, no de su plenificaci ó n; esa econo-
más tardia metaforizació n de su cosmologia: con la cos-
mologia de los pitagó ricos. Precisamente éstos, dado que mia permite decir, ciertamente, que todo lo que el hombre
necesita se encuentra a su disposició n en la Naturaleza su -
conceb ían el centro del mundo como xi|ncoxá xT| %cá pa [la
region más noble] , pudieron CK xo ú xtou à uaA.oyiíóq voi. [ra- blunar, pero no que todo eso esté ah í por causa del hom -
zonando a partir de esas premisas] no reconocerle a la Tie- bre. Las f ó rmulas teleol ógicas de Aristóteles tambié n se
rra ese lugar, sino que lo reservaron al fuego como el más prestan muy bien a que de ellas se extraiga que el hombre
est á ah í para que otro ser que le llegue a serie provechoso
,

noble de los elementos ( 293 a 30-34 ) . El propio Aristóte-


no haya existido en vano. No deber íamos mirar la doctri-
les tiene a lo envolvente por m ás noble que lo envuelto, y
na teleológica de Arist ó teles a través de las gafas de sus
si la à pxn tiene la m ás alta dignidad, entonces el centro del
receptores estoicos y cristianos; este cosmos no es un ar-
mundo es más bien lo más bajo y lo ú ltimo (293 b 11-14) .
mazó n que esté centrado en el medio, y, desde luego, ni el ,

Pero esa ordenació n axiológica no es el principio de la 4


autê ntica estructura cósmica, porque la congru ê ncia entre
hombre es ese medio, ni es eso lo que le distingue. En :
'
i
!
el centro de la Tierra y el centro del mundo es sólo «axà Aristóteles falta por entero esa dimension estética que la
oup.pepT|K Óç [accidental] ( II, 14; 296 b 15-18 ) y como mu - Estoa desarrollar á por completo, y que adscribe al hombre
cho se puede entender como producto de un proceso f ísi- el papel, indispensable para la belleza, del que colabora
co (297 a 12-14; b 14 -17) . Aqui, Arist óteles establece cla- como espectador y admirador , una consideració n metaf ó ri-
ramente su propia teoria contra una concepci ón que no
ca que al cabo deb ía darle una función central en el cosmos.
s ólo encuentra confirmado el acuerdo entre la ordenació n
La Estoa ha utilizado el cosmos geocêntrico como me-
táfora para su teleología antropocé ntrica. Ha aceptado la
axiológica de los puestos y ocupació n f áctica de los mis-
referencia teleológica a dioses y hombres en una de sus

173. Ética a Nicómaco , VI, 7, 1141 1 20- b 3. [Cico por É tica Nico-
Cf . Acerca del cielo. Meteorológicos , introd ., trad , y notas de
rnáquea. É tica Endemia, trad , de Julio Pallí, Gredos, Madrid, 1985, p. ::
Miguel Candel, Gredos, Madrid, 1996.
276.]
íf
í1
206 207
definiciones del cosmos que, cuanto menos, se remonta a tre esa misma ley del movimiento su explicació n, es algo
Crisipo 174. El centro del cosmos recibe su caracterizació n que s ólo podemos conjeturar a partir de los restos que nos
f ísica, ante todo, por medio de una nueva concepció n de la han quedado : la marcha de todas las partes del cosmos
unidad del Universo, que ya no se comprende en su es- hacia el centro parece corresponder al principio supremo
tructura eidé tico-est á ticamente, sino din á micamente : la de la olxe ícnoL ç, de la auto-constitució n, el auto- hallazgo y
consistê ncia del mundo en cuanto tal ya no es, como en la auto-conservación, por cuanto que, tratá ndose del pun-
Arist ó teles, evidentemente eterna, sino un « producto » in- to cósmico más alejado de lo K êV ó U = |íT] OV [vacío = no
manente y auto-consuntivo de ese todo y, en particular , de ser], el centro garantiza a la vez la más alta seguridád enti-
ese elemento suyo que todo lo rige, el Fuego, que, como tativa (frente a la intervenci ón de la nada ) ; esto es puro
nup rgyviK Ó u [fuego artístico], configura el semblante del pensamiento estoico: cjxxoi õe [ikveiv r òv Koapou èu à ire í pto
mundo, y que en su forma degenerada, como ir ú p atenuou õ ià xr\v èirl t ò péaov cjjopá u ( SVF , II, 554 ) [y dicen que
[fuego inartístico], lo vuelve a consumir. Cono Pneuma el universo se mantiene en el vacío infinito gracias al mo-
[esp í ritu], en un movimiento circular continuamente reno- vimiento hacia el centro]. La atracció n del centro está
vado, le proporciona al todo, así como a toda cosa singu - tambié n determinada por el presupuesto metaf ísico de
lar, y por tanto también al Universo, su x òvoç [tension], que el ser cósmicamente agrupado tiene que mantenerse
que garantiza laevoxn ç [union] ( SVF , II, 458 ; I, 497) . Para en medio del vacío de la nada, que amenaza de continuo
poder concebir esa unidad dinâ mica del cosmos, los estoi- su consistê ncia ( SVF , II, 549 ) . Esta premisa dualista ha
cos tuvieron que abandonar la doctrina aristótelica, está ti- invertido el cosmos aristotélico, y por cierto que, sobre
camente estratificada, del rórroç OLKé IOç [lugar doméstico] todo, porque la mayor y más alta dignidad del ser ya no
de los elementos y también, con ello, la vinculació n de la puede encontrarse en la periferia del cosmos, y aú n más allá
tesis dei « movimiento natural » con ese esquema. El movi-
miento b ásico elemental es ahora el centr í peto , abstraído
— como el motor inmóvil aristotélico — de su esfera m ás
exterior. Mas a pesar de esa inversion, la soluci ó n del pro-
del movimiento de caída y entendido como el continuo blema de la causalidad cósmica del movimiento sigue ate-
volverse- hacia-sí-mismo del cosmos, segú n resulta de una nié ndose formalmente al esquema aristotélico: el ser su -
cita de Crisipo transmitida por Plutarco ( SVF , II, 550), pero premo, ahora el punto central del mundo, está, como
como tambi én transmite ya, dogm á ticamente, Zen ó n : punto justamente que es, inmóvil; pero mueve mediante
iTá vxa rà pipri TOU K Óqiou errl x ò \ikaov TOU K Óapou rriv cjjop à v su atracci ó n a cualquier otro ser . En la medida en que éste
6 %6 LV [todas las partes del universo está n dotadas de movi- ú ltimo, como ente, tiende a asegurarse su ser, trata por
miento local hacia el centro del universo] ( SVF , I, 99) * . tanto de entrar «en posesió n de sí mismo», tiende hacia el
Para el cosmos enter o vale una ú nica ley del movimiento, medio, y así expulsa necesariamente del medio a cualquier
que permite explicar tanto la consistê ncia del cosmos en el otro ente, de modo que surge un ciclo inacabable, toda vez
vacío infinito como la localización de la Tierra .en torno al que, como punto, el medio sigue siendo para el elemento
centro del mundo ( SVF , I, 99 ) . Obviamente, có mo encuen - corp ó reo — como el motor inm óvil para el Eros de la pri-
li
mera esfera— una meta esencialmente inalcanzable e ideal.
Aqui, en el fondo, se inquiere metaf ó ricamente el cos- —
174 . Stoicorum Veterum Fragmenta, ed . Arnim ( = SVF) II, 527 [trad ,
cast. cit. nota 10]. mos estoico, como el platónico, es un í tSov [ser vivo] —
* Cito por la trad. cit. en nota 174, pp. 78-79. por el secreto de la auto-entidad de un sujeto bajo los pre-

208 209
esn

supuestos de mna metaf ísica materialista, y se entiende Para la Estoa, la congru ê ncia de la geocê ntrica y la antro-
como la continua disponibilidad para un centro de un con - pocé ntrica significa un principio de explicació n del mundo
junto estable de elementos. En su centro, el cosmos « en- sólidamente confirmado. Guando un astr ónomo estoico
tra» en posesi ó n de si mismo en sentido literal, se capta en quiere probar la homogeneidad del cosmos y la imposibi -
todas sus partes. Es f ácil ver que la inversion del cosmos lidad del vacío en é l, puede argumentar que, caso de estar
aristotélico retiene, en una « traducció n » peculiar , no solo el cosmos heterogé neamente compuesto, no todas las co-
las funciones, sino tambié n la esencia inmanente del « mo- sas del mundo podr ían alcanzar los sentidos humanos, el
tor inm ó vil » : el movimiento centr ípeto no es otra cosa que
mundo no seria enteramente accesible a nuestra percep -
una v ór\oi ç vof )oecúç [pensamiento del pensamiento] en fi- ció n, cosa que excluyen las premisas antropocé ntricas
gura materializada. ( Cleomedes, SVF, II, 546 ) . De modo parecido, la funda-
Para la Estoa, el hombre existe por tanto en un lugar mentaci ó n del muy utilizado argumento « del consenso » es
del mundo metaf ísicamente caracterizado, y le asiste el metaf ísica : la existê ncia de los dioses es segura, porque de
derecho de referir a si mismo toda esa organizació n cósmi- otro modo la religion seria una colosal estafa, cosa que sin
ca. Desarrollando elementos que provienen, sobre todo, embargo, y gracias a esa teleología que se cuida de los
del Timeo plató nico, los estoicos le han atribu í do al hom- hombres, resulta imposible; en el despliegue esencial de su
bre su m ás alta determinación como contemplator caeli exist ê ncia, el hombre, como centro y referencia de sentido
[contemplador del cielo] , d á ndole a este concepto un sig- del cosmos, no puede hacer nada in ú til176. Una y otra vez,
nificado no solo te ó rico, sino tambié n estético. La patr ísti- expresa o t ácitamente, el omnia bominum causa [todo por
ca ha intentado anadir inmediatamente la dimension teo- causa del hombre] es el principio que se aplica sin duda a
l ógica, asentarla por as í decirlo como « prolongació n » de la la soluci ó n de problemas metaf ísicos y f ísicos, una premisa
orientaci ó n visual del contemplator caeli' 75, pero con ello, general de la comprensió n estoica del mundo. Confluyen
en el fondo, ha abandonado el aristotelismo invertido del aqui así dos elementos doctrinales que, tomados en s í mis-
estoicismo antiguo, y preparado la « configuració n mixta » mos, pertenecen por su origen a distintas categorias, y se
medieval, en la que la construcción aristotélica sigue estan- amalmagan en esa firme conjunció n que, tras Cop é rnico,
do infectada por los acentos emocionales de los estoicos. hab ía de determinar la escisió n de los esp í ritus: por una
parte, el temido destronamiento del hombre con la supe-
ració n de la geocê ntrica; por otra, y en virtud del mismo
175. Es m á s, esto se verifica, sin ia detenció n que supone un procedi-
miento argumentative del tipo de ia prueba cosmológica de la existê ncia
proceso, la bienvenida liberació n de la teleología antropo-
de Dios, mediante un acto de percepci ó n inmediata, por as í decirlo fi- cé ntrica. No se advirtió que Cop érnico sacrifico el lastre
siogn ó mica : homo autem recto statu, ore sublimi ad contemplationem de una cosmologia cuya efectividad era solo metaf ó rica
mundi excitants confert cum deo vultum et rationem ratio cognoscit [el para conservarle al hombre su destino teó rico como con-
hombre, en cambio, que está llamado a la contemplació n del mundo por templator caeli que tiene la verdad a su alcance y el cosmos
su posició n erecta y su rostro vuelto al cielo, une su rostro al de Dios, y la
raz ó n conoce a la raz ó n] (Lactando, De ira dei, 7, 5 ) . Desde premisas racionalmente a su altura, y así salvar tambi é n en un nivel
estoicas no puede darse transcendência alguna, tendría que ser un salto más elevado el omnia bominum causa, recogido en el
en ei vac ío ( = no ser ) . Al mismo tiempo, sin embargo, se pone aqui de
I
manifesto que ei intento de ia Estoa antigua de disolver ei vínculo entre
el cielo y la divinidad no ha l íegado a calar.
176. Sexto Empírico, Adv. math., IX, 61, pp. 123ss.

210 211
mundus propter nos conditus [mundo constru í do para no- metaf ó rico de fondo de la « elevaci ó n » estelar de la Tierra.
sotros] del prefacio- dedicatoria a Pablo III de las Revohi- Arist óteles pudo a ú n defenderse de la imagen cósmica de
3
tiones . Copé rnico huyó de la metaf órica, quiso abandonar los pitagóricos indicando que, con su construcció n, la Tie-
la imagen para conservar el objeto al que remite; pero rra seria <è v x(ò v aatpcou [uno de los astros] 177 una conse-
como hemos puesto de manifiesto, lo que en té rminos de cuencia cuya absurdidad, dada la incontestable e inalcan-
eficacia histó rico-espiritual se ha abierto paso es la sensible zable divinidad de las estrellas, creyó poder presuponer
superficialidad de la metáfora. como absolutamente evidente. Pese a lo diverso de sus pre-
En la formacion de la vida histó rica, el realismo de las misas teológicas, la Edad Media tampoco aqui se había
metáforas es un factor de primer orden; para documentar podido librar de la autoridad de Aristó teles, y se aferro a
esta afirmació n, ning ú n paradigma seria tan apropiado m una peculiar especie de cuasi -divinidad de las estrellas que,
como éste que describimos. Idealizaciones sutiles, como con ocasi ó n de interpretar la Stella nova de la constelaci ó n
las que Cop é rnico hab ía acometido con la antropocé ntrica de Casiopea de 1572, todavia preocupo a Tycho Brahe .
teleológica, no se abren paso, recaen en su cualidad meta- Este rango místico de las estrellas está todavia en juego en
f ó rica; la sust ítució n de la posición central por una función la metáfora de la estelarizaci ó n de la Tierra, que desde
central no fue recibida como un « paso » legítimo, sino que luego una comprensió n desapasionada de la circunstancia
c í ertamente se realizo como un «logro » conseguido frente metó dica podia describir mucho m ás adecuadamente como
a la excentricidad metaf ó rica; cuando discutimos la metá- telurizació n del mundo estelar , toda vez que la aceptació n
forica de la verdad obtuvimos ya ese m ísmo resultado. En de la homogeneidad de la estofa del mundo y de sus leyes
general, la metaforizació n de la cosmologia copernicana se debe permitir la proyecci ó n de las estipulaciones terrestres
consumo en una orientaci ó n que en modo alguno estaba a los fen ó menos estelares. Solo que la metáfora no tiene
tan claramente establecida desde un principio como por precisamente nada que ver con problemas teoricamente
ejemplo se podr ía creer desde el aspecto subrayado por verificables, o quizá comprobables por via astron áutica ;
Nietzsche. La « estelarizació n » de la Tierra, su alineamien- quiere saber « más» de lo que un astronauta cualquiera po-
to con los demás los cuerpos celestes, desempenó un papel dr á establecer. La Tierra como estrella: esto es, primor - ;I

importante, un papel que hoy ya no podemos entender a dialmente, un indicio metaf ísico. En eso lo había converti- i

fondo, pero que todavia sigue operando absolutamente en do por vez primera el Cusano en el cap ítulo XII del
el fundamento axiomático de la astronomia. Teoricamen- segundo libro de la Docta ignorantia, y tambi é n se propor - '

!
te tuvo la desapasionada consecuencia de que, ahora, cabia cionan ya ahí las dos sehales que más tarde deben garanti -
tomar a la Tierra como punto de partida de extrapolac í o - zar, para Galileo, la esencia estelar de la Tierra: mov í m íen -
nes f ísicas, como paradigma cosmológico por ende, como to y luminosidad, o, mejor dicho, capacidad de recí bir la ;íí
Galileo fue el pr í mero en practicar . Pero el páthos coper- luz. Para el Cusano ha dejado de ser cierto quod terra ista
nicano buscaba en esto la metáfora: Galileo est á orgulloso sit vilí ssima et infima [que la Tierra sea vil ísima e ínfima] " ,
'

de haber elevado la Tierra al rango de estrella, y en el |


|: y la Tierra le pareceria a un observador que estuviese si- !
I
Diálogo hace que precisamente en este punto exprese el I tuado en otra estrella como un cuerpo brillante, ni más ni
necio de Simplicio una salvaje antipatia. Muchos intereses !
específicos de la investigación y de la especulació n galilea- I
'

177. De caelo II, 13, 293 a 21-23; 296 a 25. p


I
nas pueden entenderse unicamente a partir del significado Cito por ia trad , mencionada en nota 46, p. 156.
7|
§
212 213
SI :
ill
menos que el Sol, puesto que desde fuera se ve la envoltura aliis stellis. Non enim appetit homo aliam naturam,
ígnea que nosotros no podemos percibir. Est igitur terra
solum in sua perfectus esse [Pues aunque Dios sea el centro
y circunfer ê ncia de todas las regiones de las estrellas, y
. stella nobilis, quae lumen et calorem et influentiam habet
[La Tierra es, pues, una estrella noble, que tiene una luz, 1111 procedan de El naturalezas de distinta nobleza, en ninguna
region deja de haber habitantes y no hay ningú n lugar de

un calor y una influencia...]* se piensa incluso en la equi-
los cielos ni de las estrellas que esté vacio , y no parece ser
paraci ó n astroló gica de la Tierra a la hora de configurar el
destino de otros seres en otras estrellas 178 . Fue precisamen - 1;
| solo esta Tierra la habitada por cosas menores. Sin embar-
te la ilusi ó n de estar en el centro del mundo l á que dio
go, por la naturaleza intelectual que habita en esta Tierra y
lugar a la impresi ó n de que la Tierra se limitaba a recibir en su region no parece que pueda darse más noble y per -
pasivamente el influjo del resto del mundo, sin producir fecta segú n esta naturaleza, aunque haya habitantes de otro
por su parte efecto alguno : et cum non experiamur nos gé nero en otras estrellas. Así pues, el hombre no apetece
otra naturaleza , sino solo ser perfecto en la suya] A Este
aliter qtiam in centro esse, in quo confluunt influentiae de 811
ista refluentia nihil experimur [y como sabemos que esta-
3
memorable texto representa una cesura en la historia de la
mos en otro lado que en el centro, donde confluyen las autocomprensión humana. En é l se pretende quebrar el
influencias, no sabemos nada de esta influencia] 51 " . Una ' '
poderio de la metaf ó rica cosmol ógica sobre la autocon-
vez que ia Tierra, en el Cusano, ha pasado a ser una estre- ciencia. Las diferencias de la ordenaci ó n jer á rquica del
lla entre las estrellas, pierde toda propiedad particular que cosmos aristotélico se nivelan, la Tierra deja de ser aquel
el hombre pudiese referir a si mismo y a su rango en el oscuro y pesado sedimento del Todo, pero tampoco un
centro privilegiado de simpatias de las fuerzas cósmicas en
mundo; lo ú nico que se ha abolido es el rebajamiento de su
rango proveniente del sistema aristotélico de los elemen - sentido estoico, sino un cuerpo mundano entre otros cuer -
tos, pero sin adquirir ning ú n rasgo caracter ístico nuevo. pos mundanos, un cuerpo «sin especiales caracter ísticas ».
Para Cusa, sin embargo, en eso radica precisamente la ga- La importâ ncia de ese objeto de la Naturaleza, la Tierra,
nancia decisiva: la neutralidad cosmológica de la Tierra viene determinada ú nicamente por el hecho, hecho que le
como estrella entre las estrellas posibilita que ahora el es total y absolutamente accesorio, de que el hombre ha
hombre le otorgue a esta ú nica estrella el galardó n metaf í- sido instalado en ella. La metaf ísica del hombre, del alter
sico de su presencia : nam et si deus sit centrum et circumfe - deus [otro dios], de la raz ó n creadora, del conditor mundi
rentia omnium regionum stellarum et ab ipso diversae no ~ internus [creador del mundo interior ] , se limita a caracte-
bilitatis naturae procedant in qualibet regione habitantes rizar el punto cósmico, que no sobresale por nada f ísico.
ne tot loca coelorum et stellarum sint vacua et non solum
}
Se ve que esta concepció n, que tan duraderamente habr ía
ista terra fortassis de minoribus habitata, tamen intellec- de influir en la antropologia renacentista, no tiene inter és
tuali natrtra, quae hie in hac terra habitat et in sua regione alguno en una cosmologia geocê ntrica, que tiene natural-
mente que renunciar con firmeza a la excesivamente có-
3

non videtur nobilior atqrie perfectior dari posse secundum


hanc naturam, etiam si alterius generis mhabitatores sint in moda «ventaja » de ésta; una buena razó n para ello es que
el Gusano, con ayuda de su axioma de imprecision, expul-
* Trad cit., p. 157.
,

178 . Cosa que da a entender ei té rmino técnico influentia . * Trad, cit., p. 159.
** Trad , cit., p. 158 .

214 215
s ó a la Tierra del centro del mundo, sin que, sin embargo, del mundo, de un esp í ritu que, de este modo, cree también
con ello estuviese en juego ninguna nueva solucion cons- haber invertido una metáfora que menoscaba al hombre.
tructiva — el Cusano, a diferencia de la mayoria de sus
inté rpretes, que quisieran convertirlo en un precursor de
Esta concepci ó n metaf ó rica del acto te ó rico como una ac-
ción que determina la situació n misma, se presenta justa-
la astronomia y la cientificidad modernas, no tiene el me- mente como marca de estilo del pathos copernicano, como
nor inter és por esa cuesti ó n. Para é l, se trata de eso que se refleja incluso en la inscripción del monumento a Co-
pudiéramos denominar metaf órica negativa : un ser de la pé rnico en Thorn, obra de Friedrich Tieck : Terrae Motor,
dignidad metaf ísica del hombre tiene que emanciparse de w Solis Caelique Stator [Movedor de .la tierra, detenedor del
ese andador de su autoconciencia que es la metaf ó rica sol y del cielo] , Puede ser que los adversá rios hayan acuna-
geocê ntrica. do previamente esa f ó rmula de heroificació n; un manus-
No hay duda de que Galileo no ha llegado a tocar este crito iné dito del jesuita Inchofer , que participo en el pro-
n ú cleo de la cuestió n. Cuando se vanagloria de haber ele- ceso de Galileo a t ítulo de consultor, lleva por t ítulo
vado a la Tierra de hez del Universo 179 a estrella es cuando Vindiciae sedis apostolicae... adversus Neo- Pythagoreos te -
justamente se olvida la caracterizació n cusana de la Tierra rrae motores et solis statoresm. En este contexto, toma
por medio de la naturaleza general del ser del hombre, y se peso la observación de que en los textos de la polémica
reemplaza por el rendimiento, transformador de la imagen galileana la cuestió n del cuerpo central retrocede frente a
la alternativa inmovilidad-movilidad de la Tierra . Aqui se
179. La f órmula de hez y fango del mundo, que tan ú til resulta como emparejan distintas cosas: el conocido pasaje de Josu é, que

fondo de contraste para la estelarizació n de ia tierra non autem sor- cuanto menos presupone el movimiento del sol, pero des-
diitm mundanarumque fecum sentinam esse demonstrabimus [confirma - pu és tambié n la metaf ísica dignidad que lo inm óvil tiene
remos con demostraciones ,. que aqu élla (la Tierra ) no (es) un sumidero
en el sistema aristotélico 181* aunque sobre todo el inter és

de inmundicias y heces terrenales; Galileo-Kepler: El mensaje y el men-


sajero sideral, trad, de Carlos Solis Santos, Alianza, Madrid, 1984, p. 61], i
que Galileo pone en el movimiento de la Tierra, porque de
se dice en el Sidereus nuncius de Galileo de 1610— parece haber simbo- ese modo el rasgo astral vale para é l como dato. Hoy ve-
lizado originariamente el proceso de sedimentació n de la Tierra en el mos la legitimidad y el m é rito de ese inter és en que creó el
punto central del universo, de otro modo dificilmente habr ía llegado a
presupuesto de una astronomia procedirnentalmente fisi-

vincularse, en los primitivos textos estoicos, con ia acentuaci ó n de la


posició n central: ínrocn:a0|iTiv õ€ Trávccov xfiv , yf\v \ikor\v àilavrcou ouaav calista con el axioma de la homogeneidad del Universo;
\ [sedimento de todas las cosas es la tierra, por estar situada en medio de pero una consideració n histó rica tiene hoy que atenerse al
todas] ( SVF , I, 105; traduc, cit., p. 82) . Quizás la polé mica antiestoica dei íecho de que ese inter és está soportado por el páthos co-
-
V '
epicureísmo le ha dado a esto un cuno metaf órico, como puede colegirse
a partir de Lucrecio, V, 496s: Sic igitur terrae concreto coipore pondus /
constitit atqne omnis mundi quasi limus in limutn / confluxit gravis et
subsedit funditus et faex... [Así, de la tierra pu és al cuajar la rnasa, su peso 180. Cf . H. Grisar, Galileistudien, Regensburg, 1882, p. 168 .
/ quieto quedo, y a lo hondo del mundo fu é como un cieno / juntá ndose 181. A partir de ese presupuesto es comprensibie lo que Castelli, en
todo, y al fondo se fué como heces hundiendo ; sigo la trad. cit. en la nota una carta del 6 de febrero de 1630 (ed. Albèri, IX, 173 ) , informa a Gali-
137, p. 414 )]. Pero también en la propia escuela se aparto Posidonio , con leo : el cardenal Francesco Barbarini, sobrino de Urbano VIII, habría
la glorificaci ó n del Sol, de los caminos geocêntricos, y Plutarco le atribu - manifestado que si la idea del movimiento de ia Tierra fuese cierta, la
y ó, en el escrito De facie in orbe lunae [Sobre la cara de la luna] (940 e ) , Tierra quedaria degradada a estrella, lo que estaria en contradicció n con
tan utilizado por Galileo y por Kepler, la f ó rmula de la Tierra como las verdades teológicas. Aqui surge ante nuestros ojos el teologumeno ex
òiroaTaGpq KCU Uuç rou Travtóç [sedimento y lodo del todo]. eventu [por efecto].

216 ®: 217
m
4

pernicano de Galileo, que pone un «signo » en la estelariza- hasta Kepler, mucho m ás compenetrado con la sacralidad
ció n de la Tierra. Puede decirse que Galileo resuelve « por de las figuras geométricas, pudo abandonar . Pero para Ga-
elevació n » el dualismo aristotélico (y ptolemaico ) de mun - lileo, el «signo » del círculo es un indicio adicional de la
do sublunar y supralunar; asi, el descubrimiento de la se - i « equiparaci ó n » estelar de la Tierra y de la dignidad del
mejanza de la Luna con la Tierra no apunta para é l a que
de ese modo la Luna es algo así como una «Tierra » peque-
estado así conseguido — iqu é hubiese significado en efec-
to elevar la Tierra a la condition de estrella , si simult á nea-
na, sino que el efecto es, a la inversa, la aproximacion de la mente se hubiesen secularizado los privil é gios metaf ísicos
Tierra a un modo de ser del ser cósmico que desde Arist ó - de ese cósmico estado de nobleza! Esos aristotelismos y
teles estaba incomparablemente por encima de todo lo te- deducciones teleol ógicas que tan a menudo se critican en
rreno. Para el «inter és» inmanente de la cosmologia de Galileo anclan en ese trasfondo metaf ó rico ; conservan for-
Galileo, es extraordinariamente significativo el hecho de malmente los « puestos » a los que ahora puede ascender la
que tratara de conservar la caracterizació n aristotélica del Tierra. Tambi én el signo de la luminosidad de la Tierra
Universo estelar , a fin de que la Tierra pudiera participar pertenece al complejo de este inter és : el conocido fen ó me-
también del mismo, en vez de, a la inversa, « telurizar » las no de la luz lunar cenicienta posterior a la Luna nueva, que
estrellasy como sin embargo metodicamente ocurri ó de Galileo interpreta correctamente como luz solar reflejada
hecho. De ahi que la Tierra tenga que tenerun movimien- por la Tierra, le sirve de prueba de que la Tierra no puede
to — —
iy en perfecta ó rbita circular, por cierto ! y brillar . ser ese cuerpo oscuro y enemigo de la luz que segú n las
El vivo inter és que Galileo manifiesta por el fen ó meno del antiguas deducciones había de ser. En el Sidereus nun-
flujo y reflujo de la marea apunta a obtener una prueba del CIUS 185, Galileo anuncia (1610) su «sistema del mundo » y
movimiento absoluto de la Tierra 182. En la cuarta jornada deja entrever que allí mostrar á «con numerosas razones
del Diálogo se concede más espado a esta conexión, y con y experiencias... cu á n potente es la luz solar reflejada por
ello, Galileo pretende algo más que limitarse a respaldar el la Tierra a quienes pretendan que ha de atribuirse a la
sistema copernicano183. Tambié n el establecimiento estric- danza de las estrellas, sobre todo por hallarse [la Tierra]
to de la exacta circularidad de las ó rbitas planetarias y aho- carente de luz y movimiento» " , y demostrar á con copia de
'

ra también , con ello, de la ó rbita de la Tierra, está en co- SM


argumentos f ísicos que la Tierra se mueve, y que al menos
nexió n con esa tendencia a dejar que la Tierra participe 11
.

AviV sobrepuja en brillo a la Luna, y que no es el sedimento de


i 1
de los caracteres de la más alta perfección cósmica . No es porquer ía inmundicia y hez del mundo. Nò cabe presentar
Simplicio, sino el autorizado Salviati quien deduce la ó rbi - más nitidamente, en figura de metáfora, la motivació n de
ta circular como estigma de perfecci ó n184, una posició n que un gran complejo te órico; lo que para el historiador de la
ciê ncia, que va retrospectivamente en b úsqueda del primer
182. Como ya ha sido senaiado por E. Goldbeck (/oc. cit., pp . 129 ss.) . basamento de las series de resultados de una disciplina,
183. « Para nosotros, de ahí viene io importante que era para él ia aparece como fundamentaci ó n racional y metó dica (como,
idea de poder probar efectivarnente el movimiento de la Tierra y asegu - en el caso presente, el principio universal de homogenei-
.
rarle as í un puesto entre los cuerpos celestiales» (Goldbeck, loc. cit , p.
131) .
184. Jornada primera, ed. Alb è ri, I, 24. [Cito por Diálogo sobre los
dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano, trad, de An- 185. Opere, ed. nacional, II, 75.
tonio Beltr á n Marí, Alianza, Madrid, 1994, p. 17.] * Trad cit., p . 61.
,

218 219
dad ) , surge de un subsuelo de impulsos que adoptan forma por ningú n Tribunal de la Inquisition , si bien cabe senalar
de imageries, y que obtienen no s ólo su orientació n, sino que la censura de 1616 califica cada una de las proposicio-
también su fuerza, de representaciones metaf ó ricas. La re- nes juzgadas de stultam et absurdam in Philosophia [necia
lation crítica y receptiva con la tradition está sometida a la y filosoficamente absurda]187, sobre todo si se tiene en
regulation de la « necesidad» metáforica; cuando Galileo cuenta que las censuras filosóficas tienen que considerarse
precisa del aristotelismo para, como veremos, marcar la como algo enteramente inhabitual (por dificilmente justifi-
diferencia de rango que se requiere para el triunfo coper- , cable ) en la praxis de la Curia188. Para Galileo, la tradició n
nicano de la Tierra, lo adopta; cuando le estorba, lo arroja filósofica que así se defiende está bajo el radio de acció n de
por la borda. De ahí su áspera polé mica contra la valora- un lema, el de la vanità de i discorsi populari [vanidad de
ció n metaf ísica de la diferencia entre reposo y movimien- los razonamientos populares], pues el discurso sobre la in-
to, que gracias al « motor inmóvil » de Aristó teles había sido ferioridad de una «Tierra» constituida por el elemento tie-
firmemente establecida por la tradition ; tambié n aqui se rra es más bien est ú pido, toda vez que el valor o disvalor
vuelve a tratar de que la Tierra se rehabilite como lugar del de una cósa es s ó lo relativo, segú n sea su abundancia o su
cambio incesante, de la generació n y la corrupci ó n: io per rareza — y d ígase lo mismo de la primacía de lo inm ó vil-
me reputo la Terra nobilí ssima ed ammirabile per le tante e eterno frente a lo m óvil-temporal: el temor a la muerte y
si diverse alterazioni, mutazioni, generazioni, etc., che in lei el anhelo de sobrevivir hacen que los hombre consideren
incessabilmente si fanno [Por mi parte, considero a la Tie- la incorruttibilità [incorruptibilidad] y la inalterabilit à [in -
rra nobilísima y admirable por tantas y tan diversas altera- alterabilidad] como lo supremo, sin pararse a considerar si
ciones, mutaciones, generaciones, etc., que se producen
ii :

<
incesantemente en ella] lss. Si la Tierra se hubiese congela-
do , convirti éndose en un (parecido a las antiguas superfi-
187. Cit. por H. Grisar, op. cit. , p. 38.
i -i cies esf éricas) globo inmenso di cristallo [inmenso globo de 188 . Para todo esto, cf . Grisar, op. cit .y p. 224. Tambié n ei juicio
cristal] sin nacimiento ni muerte ni cambio alguno, io la contra Galileo de 1633 repite proposizione assurda e falsa in filosofia
stimerei un corpaccio inutile al mondo, pieno di ozio e, per [proposición absurda y filosoficamente falsa], a lo que sigue formalmente
diria in breve, supérfluo e come se non fusse in natura... [yo eretica [formalmente her é tica]. Es interesante el matiz de que la censura
í
la consideraria un corpachón in ú til para el mundo, ll.eno filosó fica de las dos proposiciones gálileanas que fueron enjuiciadas ia —
helioestá tica y la geocin é tica — es dei mismo tenor, mientras que la teoló -
!
de ocio y, para decirlo brevemente, sup é rfluo y como si no gica juzga m ás duramente la primera , a saber , como formalmente her é ti-
estuviese en la naturaleza... : ibid ] . Este giro radical, auté n- ca, que la segunda { ad minus errónea in fide [como menos err ó nea en ia
ticamente «copernicano», que a partir de Cop érnico y de fe]) . La Iglesia no tiene tanto empeno en defender el geocentrismo aristo-
télico-estoico cuanto el car á cter milagroso de ia detenció n dei Sol por
su puesta en circulation, astron ó micamente necesaria,
de la Tierra, realiza una transvaloració n del ú ltimo patr ó n Josu é. La orden de 1664 de incluir en el Indice todos los textos coperni-
canos deja enteramente fuera de juego ei problema de la ocupación del
metaf ísico de medida (transvaloraci ó n que sólo se acepta centro del mundo y se limita a formular: Libri omnes docentes mobilita-
como apoyo metaf órico), no ha sido llamado por su nom- tem terrae et immobilitatem solis [todos los libros que ensehen la movili-
bre por ninguna Congregation para la Doctrina de la Fe ni —
dad de la tierra y la inmovilidad dei sol]. Un anticopernicano tan « h á-'

bil» como el boloh és G. A. Magini, profesor de Matem á ticas, había atacado


i en 1617, en su Confutatio diatribae Scaligeri [Respuesta ala disertació n de
186 . Jornada primera (Sagredo ), ed. Albèri, I, p. 67. [Trad. esp. cit., Escalígero], la representación copernicana del mundo como violació n
p. 55.] de la filosofia.

220 ;is 221


:
ellos, caso de ser inmortales, hubiesen venido a parar al ré jouir la vue. Sur ce prí ncipe on ne manqua pas d’ abord de
mundo (e non considerano che quando gli uomini fussero s’ imaginer qu’ il fallait que la terre fut en repos au centre de
immortali, a loro non toccava a venir al mondo [Y no pien- I’ univers, tandis que tons les corps célestes qui étaient faits
san que si los hombres fuesen inmortales, a ellos no les pour elle, prendraient la peine de tourner à I’ entour pour
tocaria nacer ] *. Es asi como la Tierra representa, en cuan - 1’ éclairer [Y cuando se pregunta a los filósofos de qu é sirve
to estrella m óvil , la forma entitativa que realmente corres- esta cantidad prodigiosa de estrellas fijas, de las que una
!:
ponde al hombre, no a sus ilusiones y su miedo. El coper- Wd parte bastaria para hacer lo que hacen todas, os responden
nicanismo, convertido en metáfora, se explicita como el fríamente que sirven para recrear la vista. A partir de este
SU principio no se dejó de imaginar que era necesario que la
modelo entitativo de la Modernidad. §
El camino que va de esta nobilizació n. galileana de la I Tierra estuviera en reposo en el centro del universo, mien-
iM :
=

Tierra al lamento nietzscheano sobre el «empequeneci- m


m tras que los cuerpos celestes, que estaban hechos para ella,
miento del hombre a partir de Cop érnico» 189 parece largo. se tomaban el trabajo de girar a su alrededor para alum-
Perseguirlo significaria anatomizar una vena esencial de la brarlas] l 9°.
« historia interna» de la _ Modernidad; ésa, aqui, no puede
ser nuestra tarea. Querr ía sólo mostrar aú n, dando un sal-
to de medio siglo, cómo empezó a conseguir ambival ê ncia 190. Para comprender qu é posición puede haber tenido presente aqui
Fontenelle, an á dase quizá a ú n a lo anteriormente presentado el siguiente
la metáfora copernicana, y precisamente por mediació n pasaje del De otio de Séneca (c. 5, 3ss) : Curiosum nobis ingenium natura
del esp íritu de la primera Ilustració n, tal y como lo reflejan dedit et artiis sibi ac pulchritudinis suae cô nscia spectatores nos tantis
las famosas Conversaciones sobre la pluralidad de los mun- return spectaculis genuit, perditura fnictum sui ( esto es: porque hubiese
dos de Fontenelle de 1686. En la primera conversació n tenido que privarse de gozar plenamente de si), si tarn magna, tarn clara,
tarn subtiliter ducta, tarn nitida et non uno genere formosa solitudini os-
nocturna con la Marquesa se trae a colació n la conexió n tenderet. [La naturaieza nos concedió un car ácter curioso y , consciente
entre la geocê ntrica y la teleología antropocé ntrica, y es de su habilidad y de su belieza, nos engendro como espectadores de tan
t digno de notar que Fontenelle no hace surgir el principio magno espectáculo; estaba destinada a perder sus frutos si mostraba he-
1
teleológico de la ilusió n geocê ntrica, sino que, a la inversa, chos tan grandes, tan preclaros, tan pulcra y sutilmente concebidos, de
belieza tan variada, a un desierto] (Se presupone la multipiicidad de las
tiene la arrogancia teleol ógica por tan profundamente §:
apariencias como autorrepresentació n en la que se manifiesta un princi-
$ arraigada que fue ella la que se construy ó el sistema pio configurador; estamos ante un importante eslabón interm é dio entre
geocê ntrico para su ilustració n y confirmació n, ocasió n el demiurgo plató nico, que se limita a atenerse a su programa de trabajo,
ésta para que Fontenelle apostrofe en particular la compo- establecido por los ejemplares del mundo ideal, y el concepto cristiano
de creació n, en el que se refleja la idea de revelació n.) Ut scias illam :

nente esté tica de l ã geocê ntrica estoica: quand on demande


spectari voluisse, non tantum aspici, vide quern nobis locum dederit : in
à nos philosophes à quoi sert ce nombre prodigieux d’ etoiles media nos sui parte constituit et circumspectum omnium nobis dedit; nec
fixes, dont une partie suffirait pour faire ce qu’ elles font erexit tanturnrnodo horninern, sed etiarn habilem conternplationi factura,
toutes, ils vous ré pondent froidement qu’ elles servent à leur ut ab ortu sidera in occasum labentia prosequi posset et mdturn suum
circurnferre cum toto sublime fecit illi caput et collo flexibili imposuit...
}

[Para que te des cuenta de que quiso que se la contemplara, no s ólo que se
la mirara, observa qu é lugar nos concedió: nos colocó en su parte central
* Trad , cit., p . 56. y nos concedió la vision panor â mica de todo; y no s ólo irguió al hombre,
189. N.° 18 en el primero registro nietzscheano del plan para lá «Vo- sino que con la intención de hacerlo apto para la contemplación , para
luntad de poder » de 1887 ( Musarion -À usgabe, XIX, p . 386) . que pudiera seguir los astros que se deslizan desde el orto hasta el ocaso ,

222 223
Es una ironia altamente moderna la que aqui se ha reserva en una estancia, o el rango del asiento que se le
vestido con ropas copernicanas. El ilustrado se burla de asigne en una sesió n p ú blica : la même inclination qui fait
una premisa de desigualdad , que primero se proyecta en lo qu’ on veut avoir la place la plus honorable dans une céré-
cósmico y despu és busca en lo cósmico su legitimació n ; monie, fait quun philosophe, dans un syst ème, se met au
una premisa por medio de la cual no sólo el hombre, como centre du monde, s’ il pent. Il est bien aise que tout se fait
gé nero, se convierte en centro privilegiado de las cosas, pour lui... [la misma inclinació n que hace que se quiera
sino que, con ella, todás las formas interhumanas de pre- ocupar el lugar más honorable en una ceremonia, hace que
tension de superiorldad — Fontenelle menciona algunos un filósofo, si puede, se situe, en un sistema, en el centro

modos de tales pretensiones-r pueden reclamar también
su « naturalidad». Este motivo pre- rousseaniano, af ín a la
del mundo. Le resulta agradable que todo esté hecho p ara
él...]. A la Marquesa, por lo demás favorable a la ilustra-
moralística, sale a ú n más claramente a la luz en el desenla- ció n vespertina, este moralística cosmológica le resulta
ce de la primera noche de los Diálogos. La Marquesa, re- desagradable, y así, con un adelanto conceptual de dos si -
sentida con el «alemá n » ( Cop é rnico), observa que éste, si glos sobre Nietzsche, dice : Franchement... c’ est là une ca -
le hubiese sido posible, le hubiese quitado tambié n a la lomnie que vous avez invènt ée contre le genre humain. On
Tierra ese ú nico astro que gira a su alrededor, l ã Luna, car n’ aurait done jamais du recevoir le syst ème de Copernic,
je vois dans tout son procédé qu’ il était biervmal intention - puisqu’ il est si humiliant [Francamente... esto es una ca-
né pour la terre [pues en todo su proceder, veo que era lumnia que vos habéis inventado contra el género huma-
muy mal intencionado para con la Tierra]. A eso replica su no. Pues no habr ía debido aceptarse jamás el sistema de
instructor, con un páthos ya casi democrá tico, que é l por Cop érnico si es tan humillante] .
su parte más bien le est á agradecido a Copé rnico por ha-
ber confundido la vanidad de los hombres, que se hab ían
arrogado el lugar más bello del Universo, et j’ ai du plaisir
à voir présentement la terre dans la foule des planètes [y me
agrada ver hoy la Tierra entre la multitud de planetas]. iLa
Tierra como igual entre iguales! Hay un reflejo cr ítico de
ello en la situaci ón social de los hombres, pues la geocên -
trica era ya sólo el manifiesto a escala cósmica de la ego-
cê ntrica de un ser al que, en el fondo, le preocupa menos
su lugar y su rango. en el Universo que el lugar que se le

y llevar su rostro en torno al todo, hizo que su cabeza fuera lo m ás eleva-


do y la colocó sobre un cueilo flexible...] [Los textos de Fontenelle se
citan aqui con arreglo a la edició n de las Conversaciones preparada por
Antonio Beltr á n Marín, Editora Nacional, Madrid, 1983 , pp. 75 y 79 ; se
ha introducido alguna modificació n . La traducció n del texto de S éneca es
de Carm è n Codoner para Editora Nacional: «Sobre el ocio» , en L. Anneo
Sé neca, Diálogos, Madrid, 1984, p. 337.].

224 225
X

SIMB ÓLICA GEOMÉTRICA Y METAF Ó RICA

EI texto de Fontenelle que acabamos de presentar impli-


ca una distinci ó n importante para nuestra tipología de
las historias de las metáforas, que nos enfrenta con un
ú ltimo fen ó meno de « paso », el de metaf ó rica y simbóli -
ca. Aqui no es f ácil evitar el peligro de que se estreche
desde un principio la base de la intuició n plenificante
mediante definiciones excesivamente sutiles y elaboradas
con un ajuste sistemá tico. El concepto de símbolo, cuya
riqueza de matices se extiende ( ipor lo menos!) de su
modo de aplicación esté tica a su modo de aplicaci ó n l ó -
gico -formal, ha producido ya todo tipo de invisibilidad
para los fen ó menos de expresión. Aqui 'solo intentamos
ts; elaborar, con su ayuda, una diferenciación elemental;
diferenciaci ón que nos ha salido muy bellamente al en -
cuentro en el texto de Fontenelle. ;
En el caso de Fontenelle, se atribuyó a la imagen del
cosmos geocê ntrico una funció n expresiva que no es la de
la « metáfora absoluta », que seria capaz de dar un apoyo

orientativo a la pregunta una pregunta que ninguna in -

vestigació n teó rica puede contestar^ por la posició n del
hombre en el Universo de los entes. El espíritu cr ítico de
ese ilustrado temprano pretende m ás bien que esa pregun -
'
i
ta metaf ísica ya no necesita la metáfora cosmológica, o
II!
Ml que nunca la hubiese necesitado para procurarse una res-

li 227
at

puesta, puesto que ya siempre se ha dado esa respuesta lorada en el sentido de un ceremonial cortesano, de una
mediante la voluntad de preeminencia que domina en el convention social, ya había sido « inventada », y toma como
hombre. Esta decision previa, que ha clausurado por com- punto de partida que estas mismas disposiciones f ácticas
pleto la pregunta, solo buscaria a ú n la imagen que le re - carecen de toda referencia ontol ó gica : así como el af á n de
sulta adecuada, una manifestació n que atestigue su evi- notoriedad tuvo que empezar por crearse, en el interior de
dencia ontológicamente garantizada, un signo accesible a la sociedad, el andamiaje de las formas con cuya ayuda
cualquier sensibilidad que se sustraiga a la sospecha de pudieron marcarse y «expresarse », en general, posiciones
manipulació n egocê ntrica . Aqui no se trata de la ociosa de prestigio, vistas a obtener despu és satisfacciones con
cuesti ó n de si la concepci ó n de Fontenelle de la proced ê n- este « có digo » f áctico sin tener que someterse a ningú n pa-
cia de la imagen geocê ntrica del mundo tenga algo de tron sustantivo de medida, así tambié n el hombre ha co ~
sostenible. Pero la interpretaci ó n que Fontenelle da de la menzando por forjarse la ficció n de que la Naturaleza está
geocê ntrica convierte la imagen del cosmos, ahora ya su - dispuesta a aclararle, mediante la arquitectura del cosmos,
perada hace mucho, en símbolo, en proyecció n de una cu ál es su posició n en el conjunto de los entes, para que
situaci ó n objetiva que ya se encuentra dada en la autova - luego se deposite en la geocê ntrica el sí mbolo de su su-
loració n humana, en una dimension superior que, como puesto rango óntico. El símbolo solo necesita retener la
mucho, podría proporcionar a la conviction ya presupues- identidad de una relaci ón : no se trata de donde se sienta el
ta un enriquecimiento emocional ; pero que, vistas las co- primero en una distribution fija de asientos, sino de que se
sas con objetividad, naturalmente no podría proporcionar siente all í donde, segú n el có digo vigente, se sienta siempre
ninguna confirmació n ni legitimaci ó n ulterior . En esta in - aquel a quien se considera primero. La funci ó n del s í mbo-
terpretació n, la reforma teórica de Cop é rnico adquiere lo es servir para una identificació n; pero carece de sentido
-
rasgos político revolucioná rios: ha destruido un símbolo preguntarle por su contenido; donde, pese a todo, eso es
que había sido inventado para establecer firmemente y posible, es porque han concurrido momentos funcionales
sancionar una universal desigualdad. Y la destrucció n de simb ó licos y momentos funcionales metaf ó ricos. Ahora
un símbolo implica la voluntad de aniquilar su base real. bien, algo de este estilo debe ser estudiado con más detalle.
Por el contrario, el proceso que hemos descrito como Da ocasió n para ello la aplicación de signos y figuras
metaforización de la geocê ntrica por mediació n de la Es- matemáticas en contextos filosóficos. En este terreno, po-
toa, es de naturaleza específicamente diferente : a través seemos una de las pocas investigaciones convincentes del
suyo, una imagen del cosmos ya previamente inventada y material, o mejor dicho, de un sector determinado del
hecha valer teoricamente se ha, por así decirlo, « tra ído al mismo, en la representativa monografia de Dietrich Man-
habla» mediante una hipotésis de sentido adicional, a sa- hnke Unendlicbe Sphàre und Allmittelpunkt. Beitráge zur
ber , mediante la interpretaci ó n teleol ógica del hombre Genealogie der mathematischen Mystik ( Halle, 1937) . [Es-
como un ser creado para la intuició n investigadora y frui- fera infinita y centro universal. Contribuciones a la genea-
tiva del mundo . Los estoicos no solo habían le ído un « có- logia de la m ística matemá tica]. Aqui se habla continua-
digo» en su cosmologia, sino que habían obtenido de é l un mente de c írculo y esfera como «s ímbolos geom étricos »
contexto metaf ísico amplio y auto-consistente, en el que que mediante el momento adicional de su infinitizació n se
ser y tarea, rango y deber eran correlativos. Fontenelle convierten en m é dios de expresi ó n de la mística . No po-
presupone que la posición cosmocé ntrica, percibida y va- demos entrar aqui en competê ncia con la pl étora de datos

228 229
1

que ofrece esta monografia, pero queremos hacer valer y


fructificar lo más posible, en relació n precisamente a ese la simbólica 191 . Pero la esfera no sólo ilustra esa fuerza
â mbito material, esa cuestión que se ha presentado en suprema de comprensió n de la obra que conviene al De-
miurgo y a su prototipo, sino , más a ú n, la identidad de
nuestro contexto de la relación entre la simb ó lica y la
metaf ó rica. En lo que sigue, el interés por una metaf órica perfección y delimitación . El intento de Demócrito de edi-
cosmológica que predominaba en el capítulo IX permane- ficar una cosmologia sobre la recta, en cuanto que se trata
ce igualmente vivo en tanto en cuanto nos encontrare - del más racional de los elementos geométricos, y de ver
mos con el predominio del círculo y de la esfera como en correspondê ncia la estabilidad originaria en trayecto-
configuraciones de las ó rbitas y cuerpos cósmicos, y he- rias ató micas paralelas en el vacío ilimitado , hab ía evoca-
mos de preguntarnos por la funci ó n y el significado de do necesariamente el ôoreipov. temible para los griegos, ha-
esas configuraciones, cuya deformación — caso de Ke- b ía abierto el abismo del vacío sin limites y sin forma en el
pler, para la ó rbita circular ; caso de Maupertuis, para la que estaba amenazado de perderse y evaporarse un ser

configuración esf érica no pertenece menos a los he-
chos prototípicos de la Modernidad que la reforma de
presupuesto como finito en sus posibilidades de configu -
ració n. La negatividad del infinito para el griego só lo se
Cop érnico, sin guardar con ella una relaci ón consecuen- nos hace comprensible cuando tenemos presente que el
cial tan estrecha como la infinitizació n del Universo por fondo de los n ú cleos eidético-sustanci.ales era, para él, fi-
obra de Giordano Bruno. nito, y se había agotado con lo realizado en este mundo,
! .
1 Orbita circular y forma esf é rica como formas cósmi- de modo que hasta una pluralidad de mundos tenía que
cas fundamentales compendian, desde Platón y Aristó te- limitarse a repetir ese canon ; algo infinito, por tanto , s ólo
;
Ui les, la cosmicidad del cosmos, su perfecció n y racionali- podia ser el no-ser y, como tal, algo que escapa al dominio
dad. Que no basta con apuntar al trasfondo pitagó rico de del ser. La forma esf é rica del cosmos plató nico es un bas-
11
.
la geom é trica simbólica se manifiesta ya en la forma en tion contra ese atTO- pov que con Dem ócrito volvia a ser
que Arist ó teles, pese a que vuelve a rechazar sin mayor amenazador. En correspondência con ello, la forma circu-
esfuerzo lo pitagó rico, se aferra, en este punto, a las ad- lar de las órbitas estelares es el tipo de movimiento que
I
quisiciones del Timeo . Semejante comunidad es un indi- unifica uniformidad racional e infinitud en el tiempo, sin
cio seguro de una necesidad m ás profunda que la necesi- exigir un espacio ilimitado. Es significativo que esa san -
u ció n del movimiento circular basada en Plat ó n só lo pierda I
n dad simbólica . Desde Parménides y Emp édocles la forma
ú
n esf érica del ser es metáfora de la indivisible unidad, la su severidad cuando tambié n empieza a revestirse de posi-
homogénea inviolabilidad y atomicidad. En Platón se ana- tividad, con Nicolás de Cusa, la idea de una infinitud cós-
i
de que la norma ideal de la perfección de la creaci ó n mica: donde el creador y su obra crecen hasta lo infinito ,
demiú rgica del i\(òov uoex óv [el viviente inteligible] en- la « exactitud» de las figuras geométricas pierde su rele-
cuentra su expresió n en el volumen óptimo de la esfera; vâ ncia estabilizadora frente al no ser.
en consecuencia, en ninguna parte se dice que tambié n el
todo de las ideas tenga esa forma, eso sólo va a ser un 191. Mahnke ( op. citpp. 229 s ) confronta ios pasajes de Plató n y
malentendido, un error de interpretació n de los corres- Plotino en las notas ; pero Mahnke interpreta el malentendido de Plotino
pondientes pasajes del Timeo introducido por Plotino; un como una superació n de Plató n en direcció n a esa « esfera infinita» que
constituye su tema . En realidad, la metá fora pierde con ello su contenido
error de interpretació n que reduce la funció n metaf ó rica a expresivo y se convierte en mero sí mbolo .

230
231
*
r

S ólo que con ello no se agota todavia el contenido me- mente dispuesta en su consecuencia. Si no se pierde esto
taf ó rico de la esfera y el círculo. En el Timeo (34 a ) , el —
de vista, se llega a comprender que segú n un informe de
cosmos es una esfera que gira sobre sí misma; este girar Simplicio 194— el « programa » del rendimiento teórico de la
sobre sí misma de una esfera que así permanece en su pro- astronomia antigua hasta su final ( o más a ú n, hasta Ke-
pio lugar es la más perfecta unidad de movimiento y repo - pler ) , es decir, el reducir los movimientos planetá rios a
so y, como tal, equidista de lo divino inm óvil (aqui: de las puros movimientos circulares, pudo ser prescrito por Pla-
Ideas) y del movimiento intracósmico, incluido el irregu - tón. Con ello, el símbolo, que desde luego procede del
lar. Desde Jen ófanes, lo divino es lo inmóvil, pero a la vez mito, se cargo tanto de contenido, llegó a ser tan «signifi-
pensamiento puro. Actividad sin movimiento: si no cabe el cativo» , que le cupo convertirse en met á fora de la inma-
mero juego conceptual, hay que apoyarse en una represen- nente estructura homogé nea de lo divino y lo humano, del
tación metaf ó rica, y parece que la esfera que gira sobre sí cosmos y de la razó n, de la teoria y del étbos .
misma y el círculo que vuelve sobre sí mismo imitan el ser Para Aristóteles, el puro movimiento circular de la pri-
divino, dado que ya están hondamente implantados en la mera esfera celeste era precisamente el modelo para supri-
concepció n del dios que actuando descansa. El curso circu - mir el ycopiopoc; plat ó nico, para la posibilidad de una reali-
lar de los astros se convierte en signo de la divinidad y dad ideal que ahora se propaga formalmente a través de
adquiere car ácter normativo para la raz ó n humana, que se toda la Naturaleza. Cuando Aristóteles, por ejemplo, des-
ve así convocada a la contemplació n de los procesos celes- cribe el curso circular del agua195, su evaporació n bajo el
tiales, toda vez que allí se le representa la interna legalidad efecto del calor y su volverse a condensar en niebla, nube
del ser verdaderamente racional 192: debe imitar las revolu- y lluvia por enfriamiento, la carrera circular del sol con su
ciones estrictamente regulares del dios, a fin . de darse a sí acercamiento y su alejamiento es para él no sólo la KLVOíJCTíX
mismo esa «forma » (47 c; 90 c- d ). Así, ya con Plató n co- á pxú [el principio motriz] de este proceso cerrado en sí
mienza a transferirse al cosmos, y en primer lugar a los mismo, sino también su protoimagen formal : yiveTca ôè
cursps celestes, ese car ácter normativo originariamente K Ú K à Oç outoç pipoupenoç t òv tou f|ÀÍ ou KVKXOV [y este ciclo
inherente al todo de las ideas193; el hecho de que esos mis- se produce en imitación del movimiento circular del sol ]
mos cursos provengan de la imitació n desaparece en bene- (b 35/6) *. La Estoa da aqui el ú ltimo paso,!al reducir inclu -
ficio de que ahora elíos, por su parte, llaman a la imita- so la consist ência interna, la estabilidad de cada cosa cor-
ció n. La dignidad ético-est é tica del « cielo estrellado» en la p ó rea a un envolvente curso circular del pneúma ( SVF , II,
Estoa está aqui metaf ísicamente preparada y cuidadosa- 458 ) : no sólo el organismo, sino tambié n la piedra y la
madera obtienen a travé.s del pneúma que retorna a sí mis-
192. Cf . W. Theiler, Zur Gescbichte der teleologiscben Naturbetracb-
tung bis auf Arist óteles . Diss., Basilea, 1924, pp. 73 s. Theiler senala que
en la Politeía (436 c- e ) aú n no es reconocible ning ú n signo que privilegie
194. Commentarium in Aristotelis de caelo , 498 a 46 — b 3. Eudoxo
de Cnido habr ía sido el primero en establecer sus hip ó tesis seg ú n ese
al movimiento circular, como en Timeo, 36 c ss. principio.
193. Theiler senala la semejanza del pensamiento fundamental en 195. Metereológicos , I, 9 ; 346 b 16-347 a 5 [además de la trad. cit. en
República 500 c (imitació n de las ideas) y en Timeo 47 c (imitació n de las nota 177, existe otra específica : Los meteorol ógicos , intr ., trad , y notas
revoluciones celestes). Esta dislocation de un esquema fundamental pre- de J. Luis Calvo Martinez , Aiianza, Madrid, 1996]. Sobre la perfección
supupone un cambio de position . Cf. adem ás Nom. [ Leyes], 898 b, Epin ., dei círculo, cf . Metaf ísica V, 6 ; 1016b 16 s. [Trad . cit. nota 8, p . 221].
982 b. * Trad. cit. nota 195, p. 53 ( pero dando 347 a ).

232 233
j

mo, como fuerza de consistê ncia operante en ellos, la soli- En todo caso, en la region supralunar no hay más forma de
dez que les daria una cadena; el pneúma sale del centro y movimiento adecuado a los cuerpos celestes que ésa, de for -
se expande desde alii hasta el contorno del cuerpo; pero ma que la metaf ísica aristotélica ha dado al « programa »
una vez que ha alcanzado la superfície, vuelve de nuevo al plató nico de la astronomia, como el más potente de los
;
li
punto del que ha salido. La estructura del todo y la estruc- factores de tradici ó n, el más eficaz énfasis y apoyo. i
tura de la cosa singular son isomórficas ( SVF , I, 497 = II, En alusiones parciaímente cr ípticas, el entero horizon - !
45 8 ), llevan la marca de la divinidad y la perfecció n iuna

metaf ísica optimista, en verdad!- . En cuanto al resultado,
— te de la antigua metaf ó rica del círculo est á presente en el
tratado de Plotino Sobre el movimiento celeste 197 . La tesis iM
!
L
el movimiento centr ípeto de los estoicos, del que ya ante- con que se responde a la pregunta de por qu é el cielo se
riormente (pp. 208 s. ) se ha hablado con detalle, resulta mueve circularmente es un fragmento de Aristó teles repla-
ser desde luego un curso circular, puesto que todos los
elementos que alcanzan el centro son empujados hacia
adelante por los que a su vez presionan desde atrás en di- tariedad de los movimientos planetá rios, por razones de consecuencia
ló gica ; sin embargo, H . Cherniss, Aristotle' s criticism of Plato , I ( Balti-
recció n a aqu él, y vuelven a ser expulsados del mismo. El more, 1944) , p. 598 , ha debilitado la apelació n a Eth. Nic ., Ill 5; 1112 a
movimiento circular , sin embargo, ya no es el movimien - 21. Cf . ahora el comentá rio de F. Dirimeier ( Berlin, 1956), pp. 329 s. Me
to « natural » de Aristóteles, sino un producto del movi- parece, en ú ltimo té rmino, que la diferencia entre movimiento « natural»
miento natural (centr ípeto) y de un movimiento violento y movimiento « volunt á rio », cuyo influjo sobre la astronomia antigua solo
que se produce a partir de aqu él. Cierto es que Arist ó teles, nos oculta lo perdurable que fue, para la tradició n , el logro de Ptolomeo,
se reduce, ya en el Timeo plat ó nico, a la ambigiiedad de metaf órica mecâ- is !
junto al movimiento circular, había reconocido tambié n

nica y metaf órica orgânica. La idea de motus voluntarius [movimiento


como « naturales» los movimientos verticales de los ele- voluntá rio] pertenece a una metaf órica de fondo de tipo orgâ nico, y de
mentos hacia sus específicos Tó TTOL olxetoi [lugares natura- ah í que se revalorice en la cosmologia estoica, mientras que la idea de
les] ( hacia abajo, hacia arriba) : pero éstos nunca pueden motus naturalis [movimiento natural] sirve de axioma para una mecâ nica
I econ ó mica, y su rendimiento racional s ólo puede compararse con el prin -
seguirse sino a título secundá rio de movimientos violen- cipio de in ércia. La interpretació n vitalístico-voluntarística de los movi-
I tos, puesto que en un cosmos eterno hace mucho que ten- mientos planetá rios constructivamente indominables fue en todo caso,
l
dr ía que haber alcanzado un emplazamiento definitivo de para la astronomia como ciê ncia, una especulació n peligrosa, toda vez
: cada partícula, si no se produjesen continuamente nuevas que, frente a la «voluntariedad», el investigador que busca regias s ólo
puede resignarse; Cleomedes y Gemino se deslizaron hacia semejantes
dislocaciones mediante desplazamientos «violentos», y se- f ó rmulas de resignación especulativa (cf . K. Reinhardt, Poseidonios,
1 mejante violê ncia s ólo puede proceder , como un efecto
I Munich, 1921, pp . 202 ss., donde, sin embargo, al poner de relieve la
colateral accidental, del movimiento circular « natural » de diferencia se menosprecia lo que tienen en com ú n ). En cuaiquier caso, la
: las esferas. Vistas las cosas desde el estricto critério de la doctrina aristotélica de la esencia particular dei cielo ha suministrado a la
consistência lógica, sólo el movimiento circular es pues astronomia una f ó rmula trascendente de tal gé nero, que debilita la pre-
tension de exactitud última, como a ú n puede apreciarse en el caso de
« natural», y huellas del esfuerzo por atenerse a esa consis-
| Ptolomeo ( Syntaxis math., XIII 2; cf . a estos efectos el trabajo mio que se
tê ncia l ógica son a ú n perceptibles con bastante claridad196. menciona en la nota 168 ) .
197. Enn ., II, 2. Cito por la edició n de Henry-Schwyzer (I, 158 -163 ) .
En determinados pasajes he preferido la version del texto de R. Harder
196. Pues, como tambié n ha admitido W. Jaeger, Aristóteles, pp. (Voi. I, Hamburg, 1956 ) . La traducció n latina de Marsiiio Ficino se cita
154 s., Aristó teles habría sacrificado a Ia concepción del « movimiento a tenor de la edici ó n Didot de Creuzer-Moser ( Paris, 1855 ) . [Trad . cit.
natural » la concepció n, presente en los diálogos de juventud, de la volun - nota 13, v . I, pp. 362 ss .]

234 235
tonizado: oti vouv pipeltai, [porque imita a la inteligê n - [pues se refleja en si mismo], traduce Marsilio Ficino el
cia] . Que en esa tesis se alude a la concepció n del capítulo
* nepl a út òv yá p . El alma del mundo es incapaz de esa pura
s é ptimo del duodécimo libro de la Metaf ísica de Aristóte- autorreferencialidad teó rica; la imita repitiéndoia a su ni-
les y se le da una interpretació n, se muestra ante todo en la vel: unifica el todo, lo conduce a si mismo. Una diferencia
f ó rmula conclusiva del tratado, que desarrolla por com- entre el alma del mundo y la raz ón es pues que ésta perma-
pleto la tesis inicial: ó ôè vou ç oucoo xiueltai • earrixe yà p nece en si misma, aqu élla lleva a otro a si mismo en el
Kai KMELTON • nepl ocú x òy yá p . oíktoç o ú y xal t ò trâ y tcô movimiento circular que todo lo abarca, un movimiento
K Ú K à Cú KiyelaOai apa xal eatexev [Ahora bien, la inteligê n- elç a úipu auvaLa 0r|TLXT| xai auyyoiyciKfi xal ( CJTLXTI xal o úõa -
cia se mueve del mismo modo, pues está en reposo a la vez pou e co o úô’aA.Ào0 i • xal to . navta 5etv TTepiA.a[ipá veiy tou
que en movimiento. Es que se mueve alrededor del bien . ^
yà p Ç có ou t ò x ú pioy TrepiAriiTtixòy xal TTOIOUV 'ey [vuelto a si
Pues as í también el universo, por el hecho de moverse cir- mismo, autoconsciente, autointelectivo y vital, que en nin-
cularmente, está a la vez en movimiento y en reposo]** . guna parte está fuera ni en otra parte, por razó n de que
En Plató n, el Demiurgo configura el cosmos de tal forma, debe abarcar todas las cosas. En efecto, es la parte princi-
que satisface las pretensiones de la máxima racionalidad, y pal del animal la que lo abarca y unifica] *. Lo orgâ nico, no
orescribe así a los astros ó rbitas circulares; en Aristó teles, o mecâ nico, es la imitación inmediata de la razó n pura.
a absoluta uniformidad del ú ltimo movimiento circular Obviamente es ésta la tendencia del movimiento del alma
deriva del an á lisis del concepto detiempo, que exige como del mundo, el movimiento celeste, mientras que el movi-
sustrato un eterno movimiento homogé neo, a cuyo efecto miento del cielo es movimiento del cuerpo del mundo.
la inalterable y pura actualidad del motor inmóvil es la Ahora bien, es significativo que aqui Plotino se aparte por
norma captada a través del Eros de la primera esfera. Plo- completo del movimiento « natural » de Aristóteles y atri-
tino no sólo armoniza, sino que sobrepasa ambas posicio- buya al cuerpo un movimiento rectilíneo por naturaleza,
nes. Partiendo de la mimesis demi ú rgica, interpreta el Eros mientras que el alma quiere llevarlo por fuerza al centro;
de la primera esfera como imitación del principio (aristo- lo que resulta es el movimiento circular del cielo como un
t é lico ) supremo, del motor inm óvil como puro uouç. Pero, movimiento « mixto» de dos movimientos rectilíneos di-
ien qu é consiste eso que puede imitarse mediante el movi- vergentes. A primera vista, esto se aproxima a la idea
miento circular ? El primer motor aristotélico está inmóvil newtoniana del surgimiento de los movimientos planeta-
aplicando el crité rio del movimiento físico , cuyo ú ltimo rios, pero puede explicarse muy bien con la necesidad
principio debe ser é l; pero es al mismo tiempo pura
. metaf ísica de Plotino de interpretar el cuerpo como hete-
èué pyeLa [actividad] en la actividad teórica , como el pensar rogé neo respecto a lo espiritual y contrapuesto al mismo,
que se piensa a sí mismo, como vóriau; uoiíaeax; [pensa- como su deformación y falsificación: el movimiento del
miento del pensamiento]. El movimiento circular como cuerpo ya no puede te-ner por naturaleza la forma adecua-
imitació n del youç tiene como referencia una relaci ó n que da a lo espiritual, los fenó menos de la naturaleza surgen de
el espíritu tiene consigo mismo : nam reflectitur in se ipso la mezcla de lo metaf ísicamente antitético. Aqui se prefi-
gura ya, en lo cósmico, la relación alma-cuerpo en el hom-

* Trad , cit., p. 365.


** Trad , cit., p. 372. * Trad, cit., p. 366.

236 237
I

bre; tambi é n a eso se alude en nuestro tratado : en el cuer- te ; en vez del concepto y de esa captacion conceptual que
po del hombre, al alma le resulta aú n más dif ícil hacer que concibe como cosa propia, da una «imagen » , re - produce en
prevalezca «su » mimé tico movimiento circular , pues los sentido literal, y su reproducir es a la vez metáfora de lo
impulsos dirigidos a otros objetivos (up òç QLXLA cci ó ppm ) reproducido y metáfora del no-poder -alcanzar : d õfj | \ / uxf )ç

cooperan con las formas rectil í neas de movimiento de lo èaxi , TTcpiG éouaa x ò v 8cò u à|icj)ayaTTáÇ€Tai Kcd Tiepl aux ò v cbç
corporal. En su tratado Sobre qué son los males y de donde oi ó v TC oajTTj C%CL - è fjpTriTou yà p auxou Trá vxa . CTTC í OUV OUK
provienen ( I, 8 , 4) *, Plotino se representa el movimiento

^
COXL iTp òç aux òv , TTcpi a ú x óv (II, 2, 2) 198 [Si, pues, se trata del
circular en torno al vouç como la situaci ó n originaria del centro del alma, ésta, girando alrededor de Dios, lo abraza
alma del mundo, cuya «caída » y apoderamiento por la amorosamente y se mantiene, como puede, en torno a é l,
materia prima se resuelve en que el alma aparta la mirada pues todas las cosas está n suspendidas de é l . Ya que no pue-
del vou ç y así pier de como si dijéramos la orientaci ó n en de, pues, dirigirse a él, por eso gira alrededor de él] * . EI
su realizaci ó n de la mimesis; este primer movimiento rec- movimiento circular es lo extremo-alcanzable por un amor
tilí neo-vertical del alma es abandono de su puro estado
origin á rio y tiene que anularse mediante el correspondien- 198. En la tracíucció n de Ficino: Quodsi ita est, anima rursus revolvi-
te movimiento inverso de huida. Esta dual ística coordina- tur circa deum affectatque complecti, et, utcunque potest, circa ipsum
ció n de la configuració n circular y la configuraci ó n rect íli - sese habet; cuncta enim a deo pendent. Quoniam vero non permanet pe -
nes ipsum, saltem se versat circa ipsum... [Y si esto es así, el alma gira en
nea del movimiento ha fundido de tal forma la metaf ó rica torno a dios y desea abrazarlo y en lo posible se mantiene junto a él ; pues
geom étrica con la metaf ísica neoplató nica que, como ha todas las cosas dependen de dios. Aunque ciertamente no se mantiene
senalado Mahnke, en adelante se encuentra propiamente bajo su influjo, por lo menos gira a su alrededor...]. Claramente se colige
en casa en su tradició n . aqui del texto una aproximació n ext á tica dei alma del mundo a la raz ó n
cósmica, que como «estado normal » tiene empero por presupuesto el
La razó n de que aqui nos interese específicamente el movimiento circular como el mínimo ( saltem [por lo menos] ) de ia proxi-
I
origen de esta tradici ó n en Plotino es que en ese derivar midad espiritual, después que el esfuerzo por avanzar m ás allá no se « man -
el movimiento circular del cielo de la imitació n de la raz ó n tiene » ( permanet ). En esta concepció n, el momento de la mimesis dei
se hipostasia metaf ísicamente la estructura de la met á fora estar-cabe-sí- misma de la raz ó n pasa a segundo plano ; el movimiento
misma. En su naturaleza, en el «lenguaje » de su esencia, el circular se comprende como «el segundo mejor » comportamiento teó ri-
l co despu és de la aproximaci ó n extá tica, quiere contemplar desde todos
alma no puede ni captar la raz ó n ni « reproducirla » ; su mi-
.
los â ngulos el objeto amado. Si se ve así en el movimiento circular ante
mesis solo puede acertar por defecto, ser verdadera solo en todo ia continuidad de un comportamiento teó rico aplicado a un objeto,
la alteridad: segú n su estructura, se trata ya de la cusana la metaf ó rica desaparece; lo ú nico que se describe es una « técnica » de
docta ignorantia ( un seno fecundo de metaf ó rica metaf ísi - presentificació n . Sólo que con esta matizació n se pierde la conexió n con
la concepció n aristotélica ( Metafísica , XII, 7), que justamente habría de
ca) . Y es que ésta es la representació n exacta de la funció n interpretarse aqui a la luz de la aceptació n de la mimesis platónica; pues
de la « metáfora absoluta », que irrumpe en el hueco y en la desde luego en Aristó teies el cielo no gira en modo aiguno alrededor de la
casilla vacía abstracto-conceptualmente irrellenable, para pura razón motora, sino bajo la misma ; ese girar es ya teoria trasplantada
pronunciarse a su modo. El alma del mundo ejecuta el a la praxis (seg ú n Plotino: acci ó n mim é tica ) , mientras que la interpreta -
,

ció n de Ficino permite comprender ia praxis como comportamiento que


movimiento circular porque tiene que imitar amorosamen - sirve para la integració n de la teoria . Esto nO encaja con el tenor de la
'

te a la razó n y sin embargo no ptiede hacerlo adecuadamen - tesis que cierra el tratado, ia tesis del movimiento circular como mimesis
i de la razó n pura.
Trad cit., p. 370.
:
*
* Ed . cit., trad , cit., pp. 313 ss. ,

238 239
irrealizado e irrealizable frente al hiato de la trascendencia, La teologia negativa de la Antigiiedad tardia y del Cris-
por cuanto el amor quiere igualarse a lo amado., y , al mis- tianismo , allí donde éste tiene cuno neoplat ó nico, hizo ne-
mo tiempo, la metá fora de la irrealizabilidad : porque el cesario un nuevo lenguaje. Se puede decir, desde luego,
alma no puede alcanzar a la razón, pero tampoco puede que una teologia que no cree poder estipular nada en abso-
renunciar a ella, la rodea y encuentra de esta forma — por luto sobre Dios, en el fondo no necesitaba lenguaje alguno.
una contingê ncia gratuita, se podr ía amplificar teologica- Pero precisamente aqui debe advertirse una diferencia

mente la más precisa « metáfora absoluta » , en la que se
realiza la mimesis. Aqui no puede hablarse de «simbólica»;
esencial entre la mudez y el enmudecer ; a eso apunta la
docta ignorantia . La teologia negativa no representa un es -
dado que sirve para re-conocer, el símbolo tiene que ser tado de saber, sino que es un camino, una praxis, un méto-
est á tico y fijo, aqui se muestra en cambio ya que el m ás do para un modo de comportarse. Tambié n allí donde la
complejo de los movimient ós, el representado en la expre- teologia negativa no se construye sistemáticamente, como
sió n geométrica, debe « consumarse». La metáfora tiene en Agustín, encontramos esas significativas « metáforas que
capacidad para el movimiento, puede presentar el movi- violentan la intuició n » 200. Eso que proponemos denominar
miento, como confirma del modo m ás vigoroso la « metaf ó- « metaf ó rica explosiva » es susceptible de un mayor rendi-
rica explosiva » del Cusano, maestra del transcender, que miento: arrastra la intuició n a un proceso en el que ésta
opera con las figuras geom étricas y las transforma 199. *

comienza por ser capaz de seguir ( por ejemplo, pensar el


radio de un círculo duplicado y aumentado cada vez más ) ,
199 . Es cierto , por lo dem ás, que Mahnke (op. cit ., pp. 219 s . ) se ha —
pero para tener que abandonar y esto se entiende como
servido, a tí tulo de «simb ólica» , del ejemplo de la « esfera intelectiva »
(apalpa vorynj), ejemplo que comparece repetidamente en Plotino ( V , I,
'

9; VI, 5, 4; II, 9, 17), para poner de relieve la peculiar plasticidad de la


.
metaf ó rica plotiniana La esfera funciona aqui metaforicamente no como m ás íntimo, en todo. Pues intuitivamente estas expresiones significan lo
figura geom é trica de un determinado volumen y ó ptima capacidad , como en contrario, pero conceptualmente exactamente lo mismo » (op. cit ., p.
el Timeo plató nico y aun m ás sutilmente en el Hannonices mundi de 220 ) . Lo metaf ó rico no est á aqui en absoluto en el material, que s óio se
Kepler, sino que funciona .metaforicamente en tanto en cuanto se trata, acepta como un t ó pico de ia tradició n plat ó nica, sino en lo formal, en el
en general, de un concepto, y podría por ende ser arbitrariamente susti- rendimiento inmanente y trascendente del concepto como tal; solo que
tuido por cualquier otro concepto; segun su extension, el concepto « abar- Plotino todavia no conoce la té cnica con la que la metaf ó rica puede des-
ca» todo aquello que cae bajo su definició n, segun su intension es el prin- prenderse de su envoltura material, a saber, haciendo reventar, mediante
cipio constitutivo inmanente que fundamenta aquel caer- bajo-el-concepto la adició n del infinitum , aquello que se ajusta a ia medida de la represen-
de índole lógica (forma ). Esto es aristotelismo puro, y como tal se con - tació n , y suprimiendo ia intuición. Plotino quiere conseguir esto mismo
vierte en metá fora de la identidad de la inmanencia y trasçendencia de mediante ei inocuo i/OTycó u . Es precisamente esa tendencia a reventar ma -
Dios : « Exactamente igual que de la “ esfera en general” cabe decir con ei terialmente la met á fora, con vistas a poder utilizaria formalmente, lo que
mismo derecho que la extension de su concepto abarca todas ias esferas ha escapado a Mahnke en su exposició n de la historia de ia supuesta
particulares, grandes y pequenas, y que su contenido conceptual est á con- —
simb ó lica de ia «esfera infinita» . En su introducció n a la traducció n
tenido en la esencia de toda esfera individual, exactamente igual se puede inglesa de las En éadas de St. MacKenna ( Londres 1956, pp. XLV-XLIX),
decir de Dios tanto que es el “ omniabarcante” com ò que vive “ dentro, en P. Henry ha puesto de manifiesto el car ácter metaf ó rico del «símbolo»
el fondo” (VI, 8 , 18 ) . Así se explica que, por una parte, Plotino transfiera plotiniano.
la imagen aristot élica de las esferas celestiales, mantenidas en movimien - 200. E. R. Curtius, Europàische Literatur (cf . nota 119, p. 202 ) : «ia
to por Dios desde ei círculo m á s externo, al cosmos intelectivo, cuya mano de mi lengua » (Conf ., V, I ) , « la mano dei coraz ó n » ( X , VIII, 12 [ref .
“ primera esfera abarca todas ias dem ás” , pero por otra diga , con Plató n, mod., el autor da X, 12]), «la cabeza dei alma» ( X, 7) . La irrealizabilidad
que el alma est á “ en el cuerpo, el espíritu en el alma ” , y Dios, ei centro consiste aqui en la está tica incomposibilidad de los elementos intuitivos.

240 241
« rendirse » —en un determinado punto (por ejemplo, pen- punto de partida prefiere el mundo de las mathematicalia
sar el mayor de los radios posibles, o mejor el radio infini - [cosas matemáticas], que han sido producidas por la po-
to de un c írculo ) . Aqui, lo interesante es hacer por así decir t ê ncia creadora del espíritu humano. í Por qu é ese nuevo
« vivenciable » la transcend ê ncia, como limite de la realiza- medio de expresió n impropia ? En primer lugar : la obra
ció n teórica y, eo ipso , como exigencia de modos hetero- del hombre resulta tan exactamente apropiada para la
gé neos de representació n . El medio de explosion de esta metaf ó rica metaf ísica como la obra divina de la Naturale-
metaf ó rica es el concepto de infinitud, su modelo más du - za, porque el hombre, como « imagen y semejanza de Dios»,
radero la f ó rmula, f órmula que se hizo pasar por herméti- . M es creador . La ventaja de las mathematicalia es « metodoló-
ca, del Liber XXIV philosophorum [Libro de los veinticua- 3 gica » : la disponibilidad para efectuar libremente variacio-
tro fil ósofos]201 : Deus est spbaera infinita, cuius centrum 3
nes la posibilidad de experimentar estableciendo libremen -
ubique, circumferentia nusquam est [Dios es una esfera in- te las condiciones. Experimentar , aqui, significa : dejar , por
finita cuyo centro se halla en todas partes y su circunfer ê n- ejemplo, que el radio de un cí rculo se haga infinitamente
cia en ninguna] *. El Cusano ha aplicado esta f ó rmula no pequeno, con lo que la figura se convierte en punto, y así
só lo a Dios, sino tambié n a la totalidad del mundo (Docta pierde su «esencia», o bien dejar que crezca infinitamente,
ign . II, 4, 5, 11, 12) ; aunque tambié n, con una reflexividad con lo que la circunfer ê ncia se transforma en l í nea recta y
que ya deja atr ás la Edad Media, ha pensado « metodica- la figura deja también de ser ella misma. La figura está
mente » a fondo el uso de ese tipo de m é dios de expresi ó n , entre ambas infinitudes, entra en el esquema de la propo-
y justificado el haber sacado una « receta » del tópico tradi- sició n pseudo- hermética; la trascendencia ya no está sólo
cional . El capítulo de la Docta ignorantia (I, 11) lleva como « arriba », cada huida de ella desemboca en ella. En este
subt ítulo : Quod mathematica nos iuvet plurimtim in diver- limite se tiene que volver a abandonar la metáfora, que, no
sorum divinorum apprebensione [Que la matemá tica nos obstante, por su parte es ya un auxilio en la frontera de la
ayuda mucho en la aprehensió n de las distintas cosas divi- intuibilidad de « la cosa misma ». El Cusano ha descrito de
nas] **. El Cusano parte de la vieja tesis segtln la cual hay este modo el esquema de este proceso 202: ... constat maxi -
visibilia, invisibilium imagines [cosas visibles, imágenes de mum simpliciter nihil horum esse posse, quae per nos sciun-
las invisibles]; pero para é l el mundo creado ya no es pri- tur aut concipiuntur, hinc, cum ipsum symbolice investiga -
mariamente la imagen del creador invisible, sino que como ( re proponimus, simplicem similitudinem transilire necesse
est . Nam cum omnia mathematicalia sint finita et aliter
etiam imaginari nequeant: si finitis uti pro exemplo volue -
201. C. Baeumker, « Das pseudohermetische “ Buch der vierundzwan -
zig Meister ” » , en Beitrãge z. Gesch. d . Philosophie d. Mittelalters, XXV/ rimus ad maximum simpliciter ascendendi, primo necesse
1-2, Minister 1927, pp. 194 ss., prop. 2. Entre las definiciones lapidarias est figuras mathematicas finitas considerare cum suis pas-
de este texto multiexplotado se encuentra adem á s la siguiente metá fora
esf é rica ( prop. 18 ) : Deus est spbaera, cuius tot sunt circumferentiae, quot
sunt puncta [Dios es una esfera que tiene tantas circunferê ncias como 202. De docta ignorantia , I, 12: Quomodo signis matkematicalibus
puntos; cito por El libro de los veinticuatro filósofos, trad , de Cristina sit utendwn in propositio ( sc . diversorum divinorum apprebensione ) . So-
Serna yjaume P ò rtulas, Siruela, Madrid, 2000, p. 79]. Para genealogia y bre los motivos de su preferencia por ias metá foras matem á ticas, como
posterior influjo remitimos en un todo a la monografia de Mahnke. aqui se ha expuesto, el Cusano no se ha aclarado aim en este escrito
Í
* Trad. cit. nota 201, p. 47. temprano ; aqui ie da la preferencia (I, 11, conclusion ) a los mathematica-
Trad , cit. , p. 48 . lia signa limitá ndose a decir que son propter ipsorum incorruptibilem
certitudinem convenientius uti.

242 243
1ft
sionibus et rationibus, et ipsas rationes correspondenter ad bolice investigentur, radicem habet ex iis..., quoniam om-
infinitas tales figuras transferre, post haec tertio adbuc al - nia ad se invicem quandam — nobis tamen occtdtam et in -
tius ipsas rationes infinitarum figurarum transsumere ad
infinitum simplex absolutissimum etiam ab omni figura [...

comprehensibilem habent proportionem, ut ex omnibus
unum exurgat universum et omnia in uno má ximo sint ip -
consta que el m áximo absoluto no puede ser ninguna de sum unum [Y el que las cosas espirituales, que para noso-
aquellas cosas, que son sabidas o concebidas por nosotros, tros son por sí mismas inalcanzables, puedan ser investiga-
de ah í que como nos proponemos investigarlo simbolica- das simbolicamente, tiene su raiz en las cosas que antes se
mente es necesario trascender la simple similitud. Pues han dicho. Puesto que todas las cosas guardan entre s í cier -
como todas las cosas matem áticas son finitas y no pueden ta proporció n ( que para nosotros, sin embargo, es oculta e
imaginarse de otro modo, si queremos usar cosas finitas incomprensible ) , de tal manera que el universo surge uno
como ejemplo, para ascender al m áximo absoluto, en pri- de todas las cosas y todas las cosas en el m áximo uno son
mer lugar es necesario considerar las figuras matemáticas el mismo uno] " . El diseno metaf ísico que hace que el mun-
'

finitas, con sus propiedades y razones. En segundo lugar , do brote como explicatio de la divina unidad de la coinci-
trasladar adecuadamente estas figuras a tales infinitas figu - dentia oppositorum hace de la « metaf ó rica explosiva » una
ras. Despu és de estas dos cosas, en tercer lugar , llevar a ú n legítima b úsqueda de la estructura interna del proceso de
más alto las razones mismas de las figuras infinitas hacia el la creación retrocediendo en sentido inverso al fundamen-
simple infinito absolut ísimo desde cualquier figura] " . La
'

to origin á rio.
ayuda de la matem á tica para captar la alteridad ontológica El vigésimo primer cap ítulo del primer libro de la Doc -
de lo divino consiste en que la coincidentia oppositorum ta ignorantia trata de la transsumptio circidi infiniti ad uni-
[coincidê ncia de los opuestos] del ser divino puede « re- tatem [tr â nsito del cí rculo infinito a la unidad]. El círculo
construirse» formalmente mediante el indicado método es la perfecta representaci ó n transpositiva (figura) de la
metaf órico. Nuestra concepció n de la « met áfora absoluta » unidad y la simplicidad. Es legible, en la met áfora, la coin-
no es utilizable desde la posició n del Cusano y como com- cidê ncia de inicio y final, cuya transsumptio encuentra esta
prensi ón adecuada de su punto de vista, porque todas las f órmula plena de expresividad: tantum est in ipso princi-
proyecciones metaf ó ricas en una identidad universal de pium, quod et finis est in ipso principium [tal es en él el
estructura de ser conquistan un derecho más hondo que el principio que hasta el fin en él es principio] " " . La coinci-
' '

que nosotros concedemos a la « metáfora absoluta » , que, dê ncia de la inmanencia y la trascendencia es el gran tema
por así decirlo, parece nacer de un horror vacui espiritual. del Cusano ; tambi é n en el círculo infinito puede demos-
El Cusano ha antepuesto expresamente el presupuesto traria : cierto es que aqui la circunfer ê ncia y el di â metro
metaf ísico de la universal homogeneidad del ser , que aú n coinciden, pero esa unidad ha asumido la funci ó n de am-
funda la met áfora como medio de conocimiento, a los ca- bos, como circunfer ê ncia el círculo infinito es capacissimus
pítulos de la Docta ignorância en los que se ejercitan tales [absolutamente capaz], como exterior a todo es omniabar -
ejemplos hasta la coincidentia oppositorum (I, 11) : Hoc cante ( extra omnem omnia ambiens ) , como diâ metro es
autem, quod spiritualia, per se a nobis inattingibilia, sym- omnia penetrans [omnipenetrante]. La metáfora exige una

* Trad , cit., p . 48 .
* Trad. cí t. p. 51. -
>! 5f
Trad cit., p. 78.
,

244 245
interpretaci ó n funcionalmente orientada de todos sus mo- de su inalienable objeto, y que se separa de la ciência esco-
mentos ; contravenir esa norma supone que decaiga en ale - l ástica, como menosprecio de ese objeto. Esta conducta
goria , en la que las ruedas del carro de una diosa cualqu í e- inducida por la metáfora se actualiza en el uso de la metá-
ra pueden significar las cuatro virtudes cardinales y cosas fora, cuya implicaci ó n es docta ignorantia; este cí rculo pro-
oor el estilo. En Cusa, a veces, la adecuació n metaf ó rica a cesual se cerciora de la suya propia en la peculiar produc-
a funció n ya solo se reconoce con dificultad, o ha dejado tividad sin progreso de la metaf ó rica cusana , que no quiere
de reconocerse en absoluto, como cuando cree que puede «salir .» ni « ir m ás all á » de sí misma. El Cusano ha perdido

leer lo siguiente en el círculo infinito: Causa efficiens, quia ya esa fe que tuvo la alta escol ástica en la obsequiosa sub -
centrum; formalis, quia diameter; fina lis, quia circumfe- ordinació n de la l ógica a la metaf ísica; provoco a la lógica
rentia. Dans esse quia centrum; gubernans, quia diameter;
3
con una reticê ncia ciertamente apotropaica, vio además el
conservans, quia circumferentia [Es causa eficiente, porque pecado original en la tentació n del hombre mediante la
es centro; formal, porque es diâ metro, y final, porque es idea del saber, en el querer ser como Dios in scientia . Bajo
circunferê ncia. Es el que da el ser , porque es centro; es el el senor ío de la metaf ó rica del círculo se puede captar aqui
que gobierna, porque es diâ metro ; es el que conserva, la interna unitariedad y configuració n de sentido de un
porque es circunfer ê ncia] " . AI final de ese cap ítulo, el cí r-
'
estilo de exist ê ncia103.
culo, que como sphaera infinita [esfera infinita] ha pasado Que Kepler está influ ído , y como, por la metaf ó rica
a ser « modelo » de los enunciados sobre Dios, se califica geom étrica del Cusano, lo ha probado . Manhke ( loc. cit .,
ahora de figura clave del pensar y del proceder teol ó gicos: pp . 129 ss ). En té rminos generates, la especulació n cosmo-
Hoc tantum notandum esse admoneo, quomodo omnis ó gica kepleriana se caracteriza por un masivo realismo de
theologia circularis et in circulo posita existit , adeo etiam las metá foras, que ciertamente en muchos casos le lleva
quod vocabula attributorum de se invicem verificentur cir- como son â mbulo a nuevos puntos de vista, pero que tam -
cidariter: ut summa iustitia est summa veritas et summa
iustitia et ita de omnibus... [Solo advierto que hay que fi-
jarse en esto: como toda teologia es circular y está fundada 203. Puede que ia metaf ó rica circular y la idea de la coincidentia
oppositorum puedan tambi é n retrotraerse historicamente a una raiz co-
en el círculo,.y tambié n que los vocablos de los atributos se m ú n. Diez anos despu és de La docta ignorância , el Cusano compuso los
verifican entre sí de modo circular : así, la suma justicia es Diálogos del idiota (1450 ) , entre los que se encuentran Los experimentos
suma verdad y la suma verdad es suma justicia, y as í suce - con la balanza. Es probable que hiciese ya tiempo que se viniese ocupan-
sivamente...]**. Queda aqui claro que tambi é n la « verdad » do con esos experimentos mentaies; quizá se haya tropezado al respecto
con las pseudo-aristotélicas Quaestiones mechanicae, en cuyo comienzo
de la metaf ó rica explosiva, como intentamos poner de re- mismo el círculo es entendido como una coincid ê ncia de contr á rios, un
lieve para la metáfora absoluta, es esencialmente pragmá- « milagro » dei que puede derivarse otro, la eficacia de la palanca : ir á vxcov
tica : induce una conducta, un comportamiento, que sin 5c xtôv xoioúxtoy cyci x íjç alx íaç xqv à p%r]y ó K ÚK àOç . Kai xouxo cuA-óycoç
más precision se clasifica como « místico», en el Cusano aufipépr|KCv è ic pcv y à p Gaupaoicoxcpou aupPaiveiu xi Gaupaaxò v o úôcv
*

axoTrov , Gaupaauoxaxov 5c x ò xá vayxia 4éX àÀ Xfjltov . ó õc KUICXOC;


5

específicamente como docta ignorantia, como aquel no- auyéoxr|Kev CK XOIOUXCú V • c úGuç yà p CK Kinoupivou xc yeyévTycai KCU í CVOVXOç ,
J
saber que se «sabe » a s í mismo como indicio de lo enorme c5v r| C() ÚGIç kaxiv mevavx í a d:ÀÀr|A.oiç (847 b 15-21) [Ei principio de ia
causa de todos los fen ó menos de este tipo está en el c írculo. Y es razona-
* Trad , cit., p. 79. ble que esto ocurra así, pues no es nada raro que ocurra algo admirable a
>:
* Trad cit., modificada, p. 80.
,
partir de algo m ás admirable, y lo m ás admirable es que los opuestos se

246 247
bié n le impide llevar adecuadamente a té rmino la raciona- qpe este masivo realismo de las metáforas conlleva algo de
lizació n de la teleología antropocéntrica que se remonta a pagano, cuando sigue diciendo: «Si yo fuese un pagano y
Copérnico. La tesis heliocêntrica, que Giordano Bruno ya no hubiese sabido nada de la doctrina cristiana, diria que
había superado para llegar a un universo acé ntrico, obtie- en esa esfera, la más sublime del mundo, tenemos abierto
ne de Kepler un acento metaf ísico mucho más pronuncia- un refugio nosotros y todas las almas valerosas. .. ». Este
do que en Copé rnico; ello le lleva, ciertamente, a sus leyes es un ideal enteramente a-copernicano; pues el hecho de
del movimiento planetá rio, pero también a una dependen- que en el excê ntrico lugar ocupado en el mundo por el
ce, a su manera pre- copernicana, de la metaf ó rica del cen- hombre la apariencia y el ser de las ó rbitas astrales no sean
tro del círculo. Compru é bese en un pasaje de una carta de congruentes, el hecho de que los aequales illorum motus
princípios de 1618 a Wackher en Praga204: Kepler informa apparere nobis inaequales [iguales movimientos de aqu é-
sobre el progreso del Harmonices mundi y explica que el llos nos parezcan desiguales], este hecho, para Cop é rnico,
efecto propiamente dicho de la armonía cósmica sólo seria pertenece a la esfera, inferior y provisional, de los datos de
perceptible en el Sol, y que se vivir ía como un espectáculo los sentidos, que se reconducen racionalmente a la cons-
teatral : « Es creíble por tanto que haya seres vivientes mu- trucci ó n adecuadamente comprensible del edif í cio del
cho más nobles en el Sol, que se divierten con estos fenó- mundo. Aqui está implicado el presupuesto antropol ógico
menos, y que de forma natural se animan con ellos, se - de una discó rdia entre la esfera de los sentidos y la razó n,
res vivientes semejantes al ser divino. Pues a nosotros, pero tambié n la astronomia queda remitida al esquema
habitantes de la Tierra, nos circunda ú nicamente la Luna, ético de la soberania de la razó n sobre la sensibilidad .
s ólo ella está a nuestro servido... Pero el Sol está rodeado La aplicació n realista que Kepler hace de la metaf ó rica
por nosotros y por todo el coro de planetas, y nosotros le del círculo le lleva a dotar metaf ísicamente al Sol de atribu -
servimos para, por así decirlo, constituir propiamente su tos que parecen tomados del motor inmóvil aristot élico;
familia y sus posesiones » . El propio Kepler se da cuenta de dotaci ón en la que ahora se suprime esa confusion teologi-
camente funesta, debida a la alta escolástica, entre causali-
dad motriz y creación: «Ahora bien, como el Sol se encuen -
den unidos, y el círculo se compone de tales opuestos. Pues nace, senci- tra en medio de los planetas, él mismo en reposo y , sin
llamente, de lo que se mueve y lo que permanece, cuyas naturaiezas son embargo, friente del movimiento, muestra la efigie de Dios
opuestas entre sí; cito por Aristó teles, Sobre las líneas indivisibles. Mecâ- Padre, del creador . Porque lo que en Dios es la creaci ón, es
nica. Euclides: Ó ptica. Cató ptrica. Fenómenos . Madrid , 2000, p. 72, en el Sol el movimiento» 205. Kepler se representa la funció n
trad de Paloma Ortiz García, Gredos] . La eficacia de la balanza, que con
,

poca fuerza domina un gran peso y que en razó n de ello es tambié n una motriz del Sol de tal forma que « el cuerpo del sol es circu -
coincid ê ncia de contr á rios, aparece en su car á cter asombroso como un larmente magnético en todo su alrededor, y gira sobre su
fenómeno filiai del asombro aim mayor que representa el movimiento eje sin abandonar su lugar, con lo que también hace girar el
circular, pues éste proviene de la coincidentia oppositornm de reposo círculo de su fuerza. Esta fuerza no atrae a los planetas, sino
(centro) y movimiento (periferia ) . Sobre este principio, contradictorio en
s í mismo y por ende naturalmente aberrante, descansan los efectos del que provee a su movimiento continuo .. . el magnetismo es
arte mec â nico, « mediante el que dominamos aquello en lo que somos para mi una comparaci ó n, no es en modo alguno la cosa
vencidos por la naturaleza » ( 847 a 20 s. Cita de Antifonte ; trad cit , ,
,

p . 71).
204. Johannes Kepler in seinen Brie fen , M. Caspar y W. v. Dyck (eds. ),
205. Carta a Mástlin del 3 de octubre de 1595 ( op. cit ., I, p. 19 ) .
Mú nich, 1930 , II, 99.

248 249
misma » . Mientras que la teoria aristotélica del movimien
206 le permite comprender las formas orbitales como produc-
to se estructura de forma que permite imprimir movi
- tos de un proceso, no ya como ejemplares de un eidos . Ke-
miento en el mundo « desde el exterior » , con lo que la for - pler escribe208 : « Me preguntá is por qu é enseno a calcular
ma r egular del movimiento de la primera esfera se pierde, las ecuaciones a partir de las á reas triangulares. Sin duda
por degradaci ó n de la causalidad , en otros e irregulares pensáis en mi correspondiente exposició n en el Epitome .
modos, as í que, como ya había establecido Teofrasto, la Respuesta : porque yo me he propuesto deducir el cá lculo
efectividad del ente puro no alcanza de ninguna forma el de la teoria de las causas naturales, así como los antiguos lo
centro del mundo, Kepler ha trasladado la causa motrix deducen de la hip ótesis de los círculos perfectos y de los
[causa motriz] al centro del Universo como fons et princi- movimientos uniformes en éstos. Ahora bien, la causa del
pium circidi in loco Solis [fuente y principio del círculo en retraso o la aceleraci ó n real del planeta en su camino a tra -
el lugar del Sol ], de modo que el movimiento irradia centr í- v és del éter es Ia mayor o menor distancia del planeta con
fugamente. Esta « naturalizació n » de los movimientos pla- respecto al Sol , la fuente del movimiento » . Aqui, Kepler ha
net á rios conduce por vez primera de una astronomia pura - tomado ya conciencia de la peculiaridad de principio de su
mente foronómica, que ten ía que dejar correr todos los método. Una órbita planetaria no es una configuración a
problemas mecâ nicos del mundo astral, a una f ísica celeste construir eid é ticamente como forma total, no puede desa-
causal . Aqui es visible, con toda contund ê ncia, como la rrollarse inmanentemente, sino que «se construye» a partir
«conmutació n » de la perspectiva, decisiva para el ulterior de elementos cuya constante es el á rea triangular que el
proceso teó rico , la conquista de nuevas posibilidades y radio Sol-planeta barre en la unidad de tiempo cada vez. La
m édios de construcció n racional, se realizan en primer té r - forma orbital ha llegado a ser secundaria ; no es en ella don -
mino en el medio de la metaf ó rica. Para obtener
las leyes de hay que ver lo invariable, sino en la proporció n entre
de Kepler lo esencial no fue la concepci ó n conceptualme n- distancia al Sol y camino recorrido en la unidad de tiempo.
te suficiente de la gravitaci ó n, sino el puro esquema repre - Esta separaci ó n , « mediada » por la metáfora, de la eid ética
sentativo de la esfera de irradiaci ó n de la fuerza motriz geomé trica es lo propiamente « moderno » del logro keple-
constituida a partir del centro, el esquema de la esfera como riano. En la reelaboraci ón del espinoso problema de la ó r -
proyecció n del centro : superficies est ... imago centri et qua - bita de Marte, Kepler procede tratando de acomodar los
si fulgor ab eo et via ad id [la superf ície es... imagen del datos de observación de Brahe primero en un círculo, des -
centro y casi un fulgor del mismo y camino hacia é l] . El
207
pu és en una elipse . Cuando esto falia, se le ocurre que la
logro más asombroso de Kepler, el que exigia m ás valor diferenciaci ón eid é tica se limita a seleccionar fases polares
frente a la sanció n antiqu ísima, la tarea de la forma circular de un proceso de transformación que se verifica de conti-
como principio de construcci ó n de las ó rbitas planetarias, nuo, de forma que no se ha de considerar el caso singular
est á igualmente incrustada en la vision metaf órica básica : del círculo como figura fundamental, la elipse como una
su idea del Sol como fuente de los movimientos planetá rios figura específicamente heterogé nea, sino que el círculo ha
de concebirse como caso limite de la continua disminución

206. Carta a Mástlin del 5 de marzo de 1605 (op. c/í., I, p. 222) .


207. Citado por Mahnke, op . cit ., p. 135. Remito expresamente al 208 . Carta a Cruger del 9 de septiembre de 1624 ( loc. cit . , II, p .
rico material recogido por Mahnke. 206 ) .

250 251
de la distancia focal de la elipse . Para Kepler, lo que resulta ma perfecta - ser ía un ideal , pero la vida hist ó rica no lo per -
de aqui es la intuici ón metodológica de que con la compro- mite, y de este modo la division de poderes tiene que de-
bación de la alternativa círculo-elipse no se ha hecho nada, terminar un curso en el que el movimiento se asimila a la
sino que en principio habr ía que comprobar una por una quietud ( ien la metaf ó rica de la Antigiiedad el círculo era
infinitas elipses, y que, como hip ó tesis, el círculo no tiene la unificació n de reposo y movimiento! ) : Ces trois puissan-
ces devroient former un repos ou une inaction. Mais com-
'

preferencia metodológica sobre una cualquiera de las hipó-


tesis elípticas. La superaci ón de la disyunci ón eidética hizo me, par le mouvement nécessaire des choses, elles sont con-
posible la nueva perspectiva kepleriana del paradigma de la traintes d’ aller, elles seront forcées d’ aller de concert ( XI, 6 )
órbita de Marte. El círculo se ha convertido en el caso limi- [Los tres poderes permanecerían así en reposo o inacció n,
te m ás improbable . Ya no tiene sentido aferrarse a la más pero, como por el movimiento necesario de las cosas, es-
improbable de las figuras como a la figura del « movimiento t á n obligados a moverse, se ver á n forzados a hacerlo de
natural ». com ú n acuerdo] *. Ya la F ábula de las abejas, o vicios pri-
Newton recondujo las leyes de Kepler , le ídas en el mo- vados, públicos benef í cios (1714) de Mandeville, pese al
delo metaf ó rico y empiricamente verificadas, a los princi- revestimiento zoológico, estaba dominada por el modelo
pios de la mecâ nica de Galileo. Que las ó rbitas planetarias, estructural newtoniano que Montesquieu reformula as í en
en su homogé nea fenomenalidad, surgen de factores me- otro lugar : il se trouve que chacun va au bien commun,
cânicos divergentes, centrípetos y centr ífugos, esta pers- croyant aller à ses intérêts particulars (III, 7) [y así resulta
pectiva, ahora formulada en té rminos puramente teó rico- que cada uno se encamina al bien com ú n cuando cree obrar
matem á ticos, se convierte por su parte, en l ínea con la por sus intereses particulares] * *. Tambié n en el caso de
amplia influencia de Newton en el siglo XVIII, en una me- Kant , que intento « traducir » todo lo posible la estructura
táfora de fondo que «transparece » de multiples formas. inmanente del mundo f ísico de Newton en un reino moral,
Así, apenas cabe dudar de que la teoria de la division esta- puede captarse el trasfondo metaf ó rico del pol ígono de
tal de poderes desarrollada en El espíritu de las leyes de fuerzas, cuando en el « cuarto principio » de sus Ideas para
Montesquieu está «leída » en el « modelo» del polígono de una historia tiniversal desde un punto de vista cosmopolita
fuerzas. En su juventud, Montesquieu había sido un entu- escribe: «El medio de que se sirve la Naturaleza para lo-
siasta de la investigación natural, y en su obra capital se grar el desarrollo de todas sus disposiciones es el ANTAGO-
manifiesta a cada paso el influjo de representaciones me- NISMO de las mismas en sociedad, en la medida en que ese
cânicas condensadas en metáforas . En el Estado, los fac-
209 antagonismo se convierte a la postre en la causa de un
tores autó nomos tienen que obrar cada uno en la direcció n orden legal de aqu éllas» ** *.
de sus intereses, tareas, impulsos y, sin embargo, lograr Caso de tener alguna predilecci ó n por las f ó rmulas la-
como producto el curso estable del todo; el estado de cal - pidarias ( predilecci ó n que, desde luego, es principio vo-
.

* Trad de Mercedes Blázquez y Pedro de Vega para la editorial


,

209. Cf . Maria Ruchti, Raum und Bewegung irn «Esprit des Lois». Tecnos, Madrid, 1985, p. 113.
Versuch einer Deutung des Stils von Montesquieu, Zurich, Diss., 1945 * Trad , cit., p. 23.
(valioso desde el punto de vista del acopio de materiaies, pero huérfano ** * E. Kant, Filosofia de la historia, trad , de E. Imaz, FCE, México ,
de recursos interpretativos). 1941, p. 46.

252 253
luntario de este trabajo no compartir), se podría decir que por cierto que con una clara indirecta contra la racionali-
procesos esenciales de la historia espiritual de la Moderni- dad filosófica: De nimia philosophorum continua abstrac -
dad pueden comprenderse en su homogeneidad estructu - tione cyclum vitae turbante et ab eodem turbata (§ 15 ) [De
ral como derrocamientos de la metaf ó rica del círculo. Con - la excesiva abstracció n continua de los fil ósofos, que per-
firmaciones de ello pueden tambié n encontrarse en el turba el ciclo de la vida y por él es perturbada] , se titula
hecho de que la reacció n y la protesta contra el esp í ritu de uno de los cap ítulos, en el que la ratio , en cuanto saepe sine
la Edad Moderna se ponen al abrigo de la metaf ó rica del deo [a menudo sin Dios], se confronta con el sensus cum deo
círculo, renovando su vinculatividad, muy pronunciada- [sentido con Dios], y esta ant ítesis se inscribe en el modelo
mente, como es natural, en el caso de Nietzsche. Antes de cíclico de la existê ncia como sigue (§ 19 ) : Vera igitur cog-
llegar a é l, citemos todavia dos ejemplos más. La adapta- nitio non in linea cycli vitae tangentiali abstractiva sed in
ció n de la especulació n teol ógica a la nueva situació n se directa ex centro progreditur, unde intelligitur sensum ani -
pone de manifiesto muy donosamente en Friedrich Chris- mi qui centrum babet in corde, esse lucernam dei... [Así
3
toph Oetinger, quien, permutando los papeies tradiciona- que el verdadero conocimiento no avanza siguiendo una
les de la Naturaleza y de Dios, deduce ahora de las ó rbitas lí nea tangencial que se substrae al ciclo de la vida, sino
aproximadamente circulares de los cuerpos celestes, cuyo directamente desde el centro, por donde viene a com -
movimiento tendr ía que ser «propiamente » rectil íneo, una prenderse que el sentido an í mico, que tiene su centro en el
intervenci ó n de la voluntad de Dios bajo la forma de la corazó n, es luminaria de Dios...]. Momento en el que se
potentia supramechanica gravitatis [potê ncia supramecá- pasa a la no menos acrisolada metaf ó rica de la iluminació n .
nica de la gravedad] 210. Oetinger tambié n defiende la vitae A la metáfora estoica del sabio comparado con una
rotatio [rotació n de la vida] como modelo existencial211, y esfera, metáfora que recoge Horacio (S átiras, I, 7 ) descri -
biendo al sabio como enteramente de una pieza, esf é rico y
liso, de modo que nada exterior puede llegarse hasta é l
210. Inquisitio in sensum communem et rationem, Tubingen , 1753, y alterar su equilibrio, a esa metáfora, digo, se refiere Ni -
p. 147, § 88: Quaestiones de liberrimis Dei operationibus in universo
cholas Chamfort con el siguiente Pensée I : « El hombre de
2 2
[Cuestiones acerca de las libérrimas operaciones de Dios en el universo] .
Aqui se argumenta así en 2): quum corpora coelestia in orbit is circulariter
moveantur, quis nisi Deus motum naturalem rectilineum in curvam urget ?
mundo, el amigo de la felicidad, el que ama la gloria se
trazan una línea recta, que conduce a lo incierto. El sabio,

... annon potius Uberrima Dei actio est effectrix huius motus ex oppositis el amigo de s í mismo, escoge el círculo, que al cabo retor -
directionibus constantis? [Si los cuerpos celestes se mueven en ó rbitas cir- na a él. Es el totus teres atques rotundus [enteramente aca-
culares «í quié n sino Dios insta al movimiento natural rectilíneo a ia cur-
va ?... iAcaso no efect ú a mejor la libé rrima acció n de Dios ese movimiento
(
bado y redondo] de Horacio » . Esto parece pensado en
que las opuestas direcciones constantes ? ]. La intervenció n supramecá nica, completa sintonia con el modelo antiguo, puro Humanis-
arbitraria, de la gravitación (p. 148 ) se desactiva igualmente en su factici - mo en mitad de la gran Revolució n . Pero la metáfora es-
dad volitivo- dependiente desde el momento en que esa potentia [potê n -
cia] se caracteriza como constanter in mundo adbibita [de uso constante
en el mundo], <iDe d ó nde saca su razó n suficiente, en el marco de una
teologia voluntarista, esta afirmació n de constâ ncia ? Es m ás f ácil contestar
trurn illud leniter videatur moveri in generali totius vitae rotatione [la
la pregunta acerca del lugar del que saca, en el siglo xvm , su motivo. simplicidad del alma . .. parece mover con facilidad ese centro en la gene-
211. Brevissima Tbeoriae Musicae Analysis (Apêndice a la Inquisitio ral rotació n de la entera vida].
mencionada en la notá anterior) , II, 2, p. 50: animae simplicitas.., cen- .,
212. Vid . Schaik, Die franz õ sischen Moralisten, cit I, p. 262.

254 255
toica de la esfera para el alma perfecta del sabio es estáti- mundo : «Guardé monos de pensar la ley de ese cí rculo
ca: redonda y lisa, completa en si misma, aparta de si todo como algo devenido, segú n la falsa analogia de los movi-
lo que llega desde el exterior, carece de huecos por los que mientos circulares en el interior del anillo.. . El curso circu -
deslizarse y de puntos flacos. Aqui, esa metáfora se dina- lar no es nada devenido, es la ley originaria... no son de
miza, y por cierto que obligada por la confrontació n con la emplear pues, mediante una falsa analogia, los cursos cir-
recta infinita, que describe un proyecto vital inacabable y culares que nacen y se desvanecen, como por ejemplo los
que no conduce nunca al aseguramiento de si. Fue asi como de los astros, o pleamar y bajamar, dia y noche, estaciones
la esfera se nivelo a órbita: la atenció n no se pone en la del ano, para caracterizar el eterno curso circular » ( XI,
plenitud sustancial, sino en la retenció n de la figura. El 181) *. Que el movimiento circular sea el movimiento « na-
sabio conserva eso que se extravio por obra del espacio tural », ten ía todavia en Aristó teles un trasfondo completo
infinito y del principio de inercia, es pre-copernicano y de justificaci ó n metaf ó rico- racional ; para Nietzsche sig-
215

pre- newtoniano, proyectando su existê ncia como círculo nifica el ú ltimo principio, que ya no hay por qu é justificar :
sin confirmaci ón ni corroboració n por parte de la gran « ... racionalidad o irracionalidad no son predicados del
panor â mica cósmica que la filosofia estoica había deposi- Universo », el círculo es « una necesidad irracional , sin nin-
tado como garantia de su idea de sabidur ía . guna consideració n formal, ética, est é tica » . La metáfora
Nietzsche ha inclu í do al ya citado Chamfort entre los absoluta, como hemos visto, irrumpe en un vacío, se pro-
seis autores mediante los cuales «se ha resucitado el espíri- yecta sobre la tabula rasa de lo teoricamente incomputa-
tu de los últimos siglos de la era antigua» , cuyas obras « de ble; aqui ha ocupado el lugar de la voluntad absoluta, que
haber sido escritas en griego, tambié n los griegos las hu - ha perdido su vivacidad. A menudo, la metaf ísica se nos
biesen entendido»213. Lú cidamente consecuente, Nietzsche mostro como metaf ó rica tomada al pie de la letra; la des -
no se ha limitado a contraponer la metáfora del círculo al aparició n de la metaf ísica llama de nuevo a la metaf órica a
concepto de Naturaleza de la ciê ncia moderna, sino que ocupar su lugar .
más bien lo ha hecho al concepto voluntarista de Dios,
como presupuesto suyo: « Quien no cree en un proceso
circular del Universo, tiene que creer en el Dios arbitr ário
— iasí lo exige, frente a todos los antiguos teístas, mi con-
sideració n! »214. Bajo el título de «círculo devenido» se po-
lemiza contra la mecâ nica newtoniana de los círculos as -
trales como ideal de la interpretació n científico-natural del

213. Humano, demasiado humano , II, § 214. [Trad, de Alfredo Bro-


tons Munoz, Akal, 2 vols., Madrid, 1996, v. II, p. 184] La lista, que
,

termina con Chamfort, incluye a Montaigne, La Rochefoucauld, La Bru -


y ère, Fontenelle, Vauvenargues.
214. Anotació n del tiempo de La gaya ciê ncia , 1881/ 2 (ed . cit., XI,
* Traduzco seg ú n la lecció n Colli/Montinari del texto, V (2) , p.
178 ) [Kritische Gesamtausgabe, ed . Colli/Montinari, W. de Gruyter, Ber-
lin-New York , 1973, V (2), p. 459], 400, ligeramente distinta de la presentada por el autor.
.
215. Metafísica V 6; 1016 b 16ss [Trad cit. , p. 221.]
,

256 257

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