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LEGISLACION APLICABLE

Dada la dimensión personalista que se dio tradicionalmente al derecho de autor, la

legislación aplicable a la persona, entendida como la de la nacionalidad del autor, o como la

de su domicilio o residencia, habría podido cosechar los favores de la jurisprudencia y la

doctrina, pero no fue así. En el caso de las obras inéditas (no publicadas) se propuso la

vinculación a la legislación nacional del autor, sólo “en ausencia de algo mejor”, como una

consecuencia de la imposibilidad de la localización tradicional, que se realiza a partir de la

publicación. Se trata de una propuesta fundada en el axioma de que los derechos

patrimoniales del autor surgen a partir de la explotación, y ello impediría recurrir a los

criterios ordinarios de vinculación. Además resulta difícil ponerlo en práctica para las obras

en coautoría, es decir creadas por varios autores cuando éstos son resultan de diversa

nacionalidad, situación que tienden a ser cada vez más frecuentes en el entorno digital. Esta

solución de la legislación aplicable a la persona, no se justifica en lo que hace a los derechos

conexos reconocidos a los productores y a los organismos de radiodifusión, de naturaleza

exclusivamente patrimonial.

La legislación aplicable a los bienes

No goza de un aceptación popular por cuanto este criterio de vinculación surge del

hecho de que las obras y las prestaciones, si bien son la base de un derecho que puede hacerse

valer erga omnes (contra todos), no se prestan a la misma localización territorial que los

bienes corpóreos, a excepción del caso particular de las obras arquitectónicas, previsto en el

Artículo 5.4)c)ii) del Convenio de Berna.


En este sentido se han esgrimido posiciones que han propuesto superar esta dificultad,

al reconocer abiertamente la ubicuidad de las obras, de modo tal que permita localizarlas

“simultáneamente en el territorio de cada Estado”. La tesis resulta atrayente porque pone de

manifiesto la fuerza irresistible de propagación de las obras, desde antes de las redes digitales.

Pero resulta evidente que la legislación local no se aplicaría como una verdadera legislación

relativa al bien en cada uno de los países en que se localiza la obra de esta manera ficticia,

sino, más bien, como lex loci delicti o como lex fori, y ello demuestra el artificio de la

presentación. .

La legislación de la jurisdicción

Presunción de la aplicación de lex fori. El derecho de la jurisdicción o lex fori

desempeña un papel tradicional que nadie discute, en lo que hace a las cuestiones procesales

y a las medidas cautelares, que en el Acuerdo sobre los ADPIC se denominan los medios de

“observancia de los derechos de propiedad intelectual” a los que se dedican disposiciones

muy detalladas. La cuestión consiste en saber si se trata de la legislación prevista en el

Artículo 5.2) del Convenio de Berna con la expresión “legislación del país en que se reclama

la protección”. La opinión dominante es que la expresión “país en que se reclama la

protección” debe entenderse en un sentido mas amplio de “país para el que se reclama la

protección”.

Pero debe admitirse que podría interpretarse, al menos implícitamente, que el Artículo

5.2 designa la lex fori. La afirmación presente en el texto según la cual la legislación del país

en que se reclama la protección deberá regir los “medios procesales acordados al autor”, es

determinar si se escoge una acepción restrictiva de la expresión “medios procesales”, y si

fuera así, puede llevar a pensar que, de esa manera, se designa la lex fori. Finalmente se basa
en la conjunción entre las dos localizaciones, la del autor que acciona ante el tribunal del país

en que se vulneró su derecho, y que inspiró la expresión del Convenio de Berna en cuanto a

la “la extensión de la protección” y “los medios procesales”.

Posición sostenida por la Prof.Jane Ginburg, es que actualmente la cantidad de países

miembros del Convenio de Berna, del Acuerdo sobre los ADPIT y los WCT/WPPT , es muy

elevada, por lo tanto las legislaciones nacionales de esos países conforman , al menos

formalmente, los estándares mínimos de protección alcanzados en los mismos, que no es

poco. En tal sentido, la solución más razonable pareciera ser la de respetar el principio de la

territorialidad, consistente en al aplicación de lex fori (cuando la jurisdicción es la de algún

país miembro de los acuerdos antes mencionados), con sujeción a la prueba de las

divergencias territoriales específicas, es, que decir la carga de probar lo contraria recaería en

la parte contraria. Esta interpretación guarda coherencia tanto con el art. 5.2) del Convenio

de Berna (“el país en que se reclama la protección”), como con la lex loci delicti, pues

suponemos que el contenido d ela legislación del ámbito de la jurisdicción está en armonía

con el de la totalidad de las leges lococum delictorum. Además , considerando los

fundamentos de la competencia judicial, el ámbito de la jurisdicción será también el lugar

del inicio del daño o bien el lugar en que se producen sus efectos.

PROCEDIMIENTO PREPARATORIO

El curso del procedimiento puede ser iniciado por la denuncia de cualquier ciudadano

o funcionario público y de oficio por los órganos de la persecución penal, Ministerio públicoo

Policía. Y la querella expresada por la víctima.


Cuando nace la noticia del delito generalmente se sabe muy poco acerca del hecho y

de todas sus circunstancias, lo que hace innegable la necesidad de una investigar con fin de

reconstruir en la medida de lo posible, para determinar si se trata de un hecho delictivo o no

y si se dan los supuestos para la aplicación de la ley penal a una determinada persona.

La maquinaria represiva normalmente comienza a marchar con la denuncia, que

puede realizar cualquier persona que tenga informe de la posible existencia de un hecho

delictivo de acción pública artículo 262 CCP. La denuncia puede hacerse verbalmente,

cuando el ciudadano se presenta ante la autoridad Ministerio Público y la Policía y pone en

su conocimiento el hecho; o bien puede presentarse por escrito, artículo 263 CCP.

Como una regla general la denuncia constituyen una facultad, que tiene cada

ciudadano,y reconoce si la ejercita o no en caso determinado, según las situaciones. No se

trata de una obligación, y por norma el ciudadano no asume ninguna responsabilidad cuando

decide no poner en conocimiento de la autoridad una noticia de delito.

Por excepción se establece que algunas personas están obligadas a denunciar por

razones legales; éticas o profesionales. Tales son los supuestos que establece el artículo 264

CCP:

 a) Respecto de los funcionarios o empleados públicos que conozcan los hechos en el

ejercicio del cargo.

 b) Los profesionales que ejercen cualquier ramo del arte de curar.

 c) Los contadores públicos y los notarios públicos, respecto de infracciones que

afecten el patrimonio o ingresos públicos. Articulo 264 CCP.


La querella es otra forma de solicitar el procedimiento en delito de acción pública. La

puede formular la víctima, respecto de delitos cometidos en su perjuicio, o cualquier persona

cuando se trate de hechos atribuidos a funcionarios público, articulo 85 CCP. Tratándose de

hechos punibles que afecten intereses colectivos o difusos, pueden constituirse como

querellante las asociaciones, fundaciones y otros entes, siempre que su objeto se vincule

directamente con esos intereses, articulo 85 CCP.

Definitivamente, los órganos encargados de la persecución pueden iniciar su propia

acción de oficio, es decir, sin necesidad de instancia especial de alguna persona o autoridad,

cuando se trata de delitos de acción pública. Desde ese punto de vista dichos órganos tienen

una amplia facultad de iniciativa en la investigación. Por lo general ellos toman noticia

directa de un hecho supuestamente delictivo, y a partir de entonces se inicia toda la actividad

procesal; artículos 30, 88, 91, 273 CCP.

En cuanto a los delitos de acción públicas, pero perseguible solo a instancia privada,

el Ministerio Público no puede ejercer la acción penal sino hasta después de que quien tenga

derecho a pedir y haya formulado la denuncia. Antes de producirse esa instancia, podrán

realizarse todos aquellos actos urgentes que tiendan a impedir la continuación del hecho o

los imprescindibles para conservar los elementos de prueba, siempre que no afecten la

protección del interés de la víctima, articulo31 CCP.

Cuando el hecho configure un delito de acción privada, el proceso solo podrá iniciarse

cuando la persona legitimada para hacerlo formula la respectiva querella, pero en estos casos

no hay etapas previas al juicio, ya que se presenta directamente ante el tribunal de sentencia,

artículos 32, 359 y ss. CCP.


El régimen jurídico de esta querella por delitos de acción privada debe distinguirse de

la querella que por delitos de acción pública pueden formular ciertas personas autorizadas

para hacerlo, artículos 85 y 267 CCP.

TIEMPO DE LA INVESTIGACION Y PRUEBA APLICABLE

El procedimiento preparatorio: “es la etapa del procedimiento penal investigativa por

excelencia, en donde las partes, pero especialmente el instructor -diferencia del juez de la

causa despliega gran actividad tendientes a conseguir, haciendo uso de todos los mecanismos

que la ley pone a su servicio, el mayor número de elementos para integrar, dentro de las

posibilidades, un conjunto probatorio que sirva para formar juicios sobre el autor o autores,

cómplices o auxiliares del hecho, la manera como fue ejecutado, y las diferentes

circunstancias o modalidades que lo rodearon, para ponerlos frente a las previsiones legales

que pudieron ser violadas y que autorizan sanciones de tipo penal para los implicados, o que

los exoneran de responsabilidad por haber procedido conforme a derecho, o por no hallarse

demostración legal que lo señale como infractores, o por que el hecho no halla existido o no

se tipifique el hecho”.

El procedimiento preparatorio: “es un trámite, curso o formalización de un proceso o

expediente donde se reúnen pruebas, se citan y oyen a los interesados y se practican cuantas

diligencias y actuaciones sean precisas para que puedan resolverse y fallarse acerca del

asunto” .

El procedimiento preparatorio como afirma Alberto M. Binder es “…un conjunto de

actos, fundamentalmente de investigación, orientados a determinar si existe fundamento para

someter a una persona a un juicio...”


El procedimiento preparatorio consiste “ en el agotamiento de una serie de actos y

diligencias, esencialmente de investigación, enderezados a determinar si existen

fundamentos para presentar la acusación y exponer a la persona imputada al juicio” .

El Código Procesal Penal para Ibero América, también conocido como Código Tipo,

precisa que el procedimiento preparatorio, consiste en una fase de instrucción procesal penal

dirigida por funcionarios de una institución no jurisdiccional, como es el ministerio público.

Manuel Ulises Bonelly Vega afirma que: “el procedimiento preparatorio tiene por

meta determinar la existencia de fundamentos para la apertura de juicio. En esta fase van a

ser recogidos o reunidos los elementos de prueba que permitan sostener la acusación y la

defensa” .

“Constituyen el sumario, el conjunto de actuaciones encaminadas a preparar el juicio

oral y practicadas para averiguar y hacer constar la preparación de los delitos con todas las

circunstancias que puedan influir en su calificación y la culpabilidad de los delincuentes,

asegurando sus personas y las responsabilidades pecuniarias de los mismos. En definitiva, el

sumario, fase sumarial o juicio sumario en lo penal, constituye la primera parte del proceso

penal que se persigue por razón de un delito”

PROCEDIMIENTO INTERMEDIO

En un proceso penal democrático, la etapa principal es el debate o juicio, donde todas

las partes discuten la imputación en un único acto, continuo y público. Ahora bien, el mismo

hecho del debate provoca un perjuicio para el acusado: Además de que posiblemente haya

pagado un abogado para que lo represente, la exposición al público ya implica un deterioro

en su posición o reconocimiento social de su comunidad.


Es obligación del Estado, a través del Ministerio Público, la preparación de la

imputación, que se concreta en la realización de una investigación acerca del hecho y la

participación del imputado, con el objeto de determinar si existe fundamento para provocar

su enjuiciamiento público. Esta preparación de la imputación es la etapa preparatoria del

proceso penal o instrucción, que concluye con la petición del Ministerio Público solicitando

la acusación, el sobreseimiento o la clausura.

El procedimiento intermedio, se encuentra ubicado en el tiempo entre la etapa

preparatoria y el juicio, como su nombre lo ilustra. Su razón es la de que el juez controle el

fundamento del requerimiento del Ministerio Público con objeto de no permitir la realización

de juicios defectuosos y fijar en forma definitiva el objeto del juicio (el hecho y la persona

imputados), o en su caso evitar el sobreseimiento o la clausura ilegales.

El control judicial sobre el requerimiento del fiscal asume cinco formas:

Control formal sobre la petición: Consiste en verificar por ejemplo si los requisitos para la

presentación de la acusación establecidos en el artículo 332 bis CPP están cumplidos, o si se

incluyen medios de prueba que se espera obtener en la clausura provisional.

Control sobre los presupuestos del juicio: El juez controlará si hay lugar a una

excepción.

Control sobre la obligatoriedad de la acción, con el objeto de vigilar que el fiscal

haya cumplido con la obligación que, en forma genérica, señala el artículo 24 bis CPP, de

que todos los hechos delictivos deben ser perseguidos, o en su caso, que no se acuse por un

hecho que no constituye delito o es delito de acción privada.


Control sobre la calificación jurídica del hecho, en tanto que la calificación que el

fiscal otorga al hecho imputado puede ser corregida por el auto de apertura del juicio.

Control sobre los fundamentos de la petición, con el objeto de que el juez verifique

si la petición de apertura a juicio, de sobreseimiento o clausura, está motivada.

Este control de la solicitud del Ministerio Público está a cargo del juez de primera

instancia que también controla la investigación preparatoria y se materializa en la resolución

del artículo 341 y 345 quáter del Código Procesal Penal, mediante, las cuales, se puede dictar

el sobreseimiento, el archivo, la clausura provisional, el auto de apertura del juicio

manteniendo la acusación presentada por el fiscal o modificándola, suspender

condicionalmente el proceso o aplicar el criterio de oportunidad.

El examen de la solicitud del Ministerio Público se realiza en la audiencia oral

establecida en los artículos 340 y 345 del código procesal penal según haya sido la petición

formulada.

ARTÍCULO 471.- Procedimiento intermedio. Si el Ministerio Público o el

investigador designado formulan la acusación, el juez competente conocerá del

procedimiento intermedio. Cualquiera que sea el orden en que concluyan, la Corte Suprema

de Justicia será informada por el investigador del resultado de su averiguación.

Si el investigador designado no cumpliere con investigar diligentemente dentro de los

plazos señalados por la Corte Suprema de Justicia, caducará el mandato, en cuyo caso se

podrá designar otro investigador.


EL DEBATE

El debate es entre las herramientas de la comunicación, la más productiva y

resolutiva. Es la fuerza intelectual de más nivel del ser humano. Requiere instrucción,

mucho esfuerzo de pensamiento abierto y constructivo por parte de ambos contendientes y

mucho cuidado con el uso de la estructura a seguir y de sus reglas.

Elementos del debate

1.- Se expone el análisis de los hechos ocurridos y posteriormente la valoración de

los mismos según la visión de cada parte enfrentada.

2.- La confrontación de las diversas proposiciones del debate. Se establecen y

centran los hechos aportados en el paso anterior fijando cuáles son los hechos controvertidos,

y cuáles son los hechos sobre los que existe acuerdo. Los anteriores formarán el contenido

del debate, quedando fijados definitivamente los hechos no discutidos, evitando así perder el

tiempo debatiendo sobre hechos que nadie discute. Se discute sobre esos hechos para formar

un relato de hechos definitivo único al que se aplicará la Ley que corresponda.

3.- El abogado llega a la propuesta del debate. Cada parte expondrá sus

alegaciones en que pretenda basar su derecho, en aplicación del relato de hechos antes

fijado. Se expondrá una valoración dual en la que se expondrá lo Justo/Injusto de cómo

resolver la controversia, el fondo del asunto. Cada parte expondrá su valoración como la

ajustada al valor de Justicia; en detrimento de la adversa, que calificará como una injusticia.

4.- Los abogados abordan entonces la fase de argumentación: el factor nuclear del

debate y el que va a facilitar la eficacia y efectividad del mismo. Es en definitiva, la técnica

por la que se justifica la valoración del que acusa frente a la que defiende la parte contraria. El
juego de argumentación/refutación es tarea de la técnica argumentativa. Se hace cargo ésta

de la defendibilidad de los asuntos y del enfrentamiento según sus grados. La discusión debe

quedar sujeta a razones y éstas referidas a valoraciones, huyendo de disputas

irracionales. Argumentar las razones de nuestro derecho, y descubrir los fallos en la

argumentación adversa, para dejar a través de la refutación patente la equivocidad de las

razones del contrario. La argumentación tiene por objeto persuadir y convencer; y la

refutación busca poner al descubierto los errores, falacias y demás engaños.

5.- Por fin el debate debe desembocar en una solución para resolver el conflicto

grave que ha hecho necesaria la articulación del debate para su resolución. En este punto,

las partes ya conocen las razones de su derecho propio, y todos los argumentos de adverso. Y

puede, en este punto, haberse avanzado en el sentido de hacer ver a las partes enfrentadas un

enfoque distinto del que al inicio del debate tenían, y que exista una labor de recalculo de las

pretensiones iniciales, haciendo posible alcanzar un acuerdo o consenso que antes no fue

posible. Y la forma ordinaria en que suele terminar el debate jurídico, una vez celebrado: la

decisión judicial, del tercero imparcial, y ajeno a los intereses de las partes, en quien recae

la responsabilidad de decidir sobre qué hechos controvertidos formarán el relato final de

hechos, al que aplicará la Ley que corresponda en cada caso.


IMPUGNACIONES

La impugnación es un concepto genérico que se emplea dentro del ámbito procesal.

En tal sentido se puede hablar de “impugnar” como la interposición de un recurso contra una

resolución judicial, o de resolución “impugnable”, entendida como aquella resolución

susceptible de recurso, de impugnación o de discusión. De hecho en la Ley de Enjuiciamiento

Civil no existe ninguna referencia propia a este concepto, sino que el mismo se desarrolla a

lo largo de su articulado, y del examen de estas previsiones legales se permite apreciar que

el concepto genérico al que se ha hecho referencia, entendido como la posibilidad de

impugnar una resolución judicial, es insuficiente para abarcar la totalidad de supuestos en los

que se hace expresa mención en el texto procesal, pues junto con el concepto tradicional o

vulgar, existen otros casos en que lo que se impugna no es una resolución judicial, sino

específicamente un acto de la parte contraria.

Lo anteriormente razonado debe de llevarnos a considerar un concepto extensivo de

la impugnación, entendiendo como tal todas aquellas actuaciones de las partes del proceso

tendentes a oponerse a pretensiones deducidas por la contraparte o a mostrar su oposición a

resoluciones dictadas por el órgano judicial, con la finalidad de obtener, bien por el propio

órgano que las dictó bien por su superior jerárquico, la modificación de la misma en un

sentido más favorable a la parte que formula dicha impugnación.

Qué es Impugnar:

Impugnar es objetar la validez de una idea mediante argumentos. La palabra

impugnar proviene del latín impugnare que significa “atacar”.


El término impugnar en el área del derecho es solicitar la nulidad, sustitución o

modificación de un determinado acto de procedimiento que se afirma injusto o ilegal,

siendo ello la causa del agravio en el proceso. Los sujetos de las impugnaciones en el

proceso civil son: el demandante, el demandado, representantes de ambos, los terceros que

adquieren cualidad de parte, las partes incidentales o transitorias, entre otras, en el proceso

penal se le suma el ministerio público, fiscal y pupilar.

En referencia a lo anterior, los motivos de impugnación son:

 los vicios in procedendo: se origina por la desviación de los sujetos en los trámites

y procedimientos y dan lugar a la nulidad y,

 los vicios in iudicando: se origina por la mala o equivocada aplicación de la ley

sustancial, es por ello, que los interesados solicitan un nuevo análisis de la situación

bien sea por el mismo tribunal o por otro de mayor jerarquía.

PROCEDIMIENTOS ESPECIALES

El término procedimiento aplicado al Derecho administrativo alude al aspecto formal

de actividad de las Administraciones Públicas, pues supone la ordenación de unos actos

cuyos efectos jurídicos están vinculados entre sí, a fin de que se genere una decisión

administrativa; como se recogía en la Exposición de Motivos de la Ley de Procedimiento

Administrativo de 17 de julio de 1958, el procedimiento administrativo es el “cauce formal

de la serie de actos en que se concreta la actuación administrativa para la realización de un

fin”, idea que también se encuentra en la base del artículo 105 c) de la Constitución española

al reservar a la ley “el procedimiento a través del cual deben producirse los actos

administrativos, garantizando, cuando proceda, la audiencia del interesado”.


Sin embargo, así como el proceso tiene como fin esencial la averiguación de la verdad

y la satisfacción de las pretensiones ejercitadas por las partes mediante la decisión de una

instancia neutral e independiente de ellas, como los jueces, el procedimiento administrativo,

aún constituyendo una garantía para los administrados, no agota en ello su función, dado que,

como advierte García de Enterría, sirve para asegurar la pronta y eficaz satisfacción del

interés general mediante la adopción de medidas y decisiones necesarias por los órganos de

la Administración.

Esta doble finalidad del procedimiento administrativo (véase ”Procedimiento

Administrativo”) aparecía ya recogida en la mencionada Ley de 1958 cuando, tras precisar

la condición del procedimiento administrativo en los términos reseñados, subrayaba la

necesidad de “un procedimiento rápido, ágil y flexible, que permita dar satisfacción a las

necesidades públicas sin olvidar las garantías debidas al administrado”.

Ahora bien, la diversidad de actividades que desarrollan las Administraciones

Públicas hacen imposible o, al menos, muy difícil la existencia de un procedimiento general

o común, válido para todos los tipos. Según afirma González Navarro, ni como categoría

legal ni como construcción doctrinal es posible hablar de ese pretendido procedimiento

común o general. Lo que sí existen son una serie de trámites cuya utilización depende de la

finalidad perseguida por la Administración.

En este sentido, como indica Fanlo Loras, cuando se habla de procedimientos

especiales se alude a aquellos procedimientos en los que se predeterminan, formalizándolos,

qué trámites y en qué momento se realizarán todos y cada uno de los que lo integran,

radicando la especialidad en la diferente combinación de aquellos trámites abstractos o en la

inclusión de otros específicos.


LA UNIFICACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES

Sin desconocer la conveniencia y la necesidad, según los casos, de diseñar

modulaciones procedimentales propias, lo cierto es que la desmesura de los mismos ha sido

unánimemente criticada, hasta el punto de que el propio legislador se ha preocupado por la

cuestión, empleando diferentes técnicas para llevar a cabo sus permanentes pretensiones

unificadoras.

La Ley de 19 de octubre de 1889, primera regulación del procedimiento

administrativo en nuestro país y en el panorama del Derecho Comparado, constituyó un paso

significativo en la evolución del Derecho Público español, aunque se plasmara en un amasijo

de Reglamentos Departamentales y no impidiera la promulgación de un sinnúmero de

procedimientos singulares.

La situación de anarquía intentó atajarse con la citada Ley de Procedimiento

Administrativo de 1958, pero tuvo un limitado alcance unificador, pues la evolución posterior

primó la especialidad de los Reglamentos sobre la generalidad de las bases fijadas por la Ley,

dando lugar a la proliferación en exceso de procedimientos especiales.

La Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico de las Administraciones

Públicas y del Procedimiento Administrativo Común manifiesta un propósito unificador

mayor que la Ley de 1958. Sin embargo, ante el limitado éxito de las técnicas ensayadas por

las normativas precedentes, a la hora de diseñar un procedimiento general se sitúa en el

terreno de los principios, proclamando unas “disposiciones generales” aplicables a los

procedimientos administrativos, que constituyen el entramado básico y la estructura esencial

de esa institución jurídica y a las que debían adaptarse todos los procedimientos en vigor.
La adecuación a la Ley 40/2015 de los procedimientos especiales existentes vino

impuesta por la disposición adicional tercera de dicha Ley, que fijó un plazo para que lo

hicieran los distintos procedimientos administrativos, cualquier que fuera su rango. Para

cumplir este mandato, el Consejo de Ministros aprobó el 15 de enero de 1993 un Acuerdo

fijando los criterios de adecuación, especificando que el resultado debería ser la reducción

del número de disposiciones reguladoras de los procedimientos administrativas, la aplicación

estricta del cumplimiento de la obligación de resolverlos expresamente, fijando el plazo

máximo de resolución de los procedimientos y los efectos de los actos presuntos, así como

la simplificación y la agilización de los trámites internos de los procedimientos,

determinando además las resoluciones que ponen fin a la vía administrativa.

Pero el desarrollo del proceso se reveló especialmente complejo, como lo acredita el

que la Administración General del Estado, en una primera fase, identificara nada menos que

1.893 normas que contenían reglas procedimentales y que, en consecuencia, debían ser

adaptadas. Además, al profundizar en la prolijidad normativa se reveló una casuística

heterogénea, en particular en las áreas subvencionales y de autorizaciones administrativas,

poniéndose de manifiesto la necesidad de apreciar no sólo las peculiaridades derivadas de

esa adecuación procedimental, sino la de realizarla en sintonía con el régimen de distribución

de competencias previsto constitucionalmente.

Todos estos factores motivaron que el plazo inicial de seis meses previsto para la

adecuación se ampliara al de dieciocho meses y diera lugar a la publicación de 34 Reales

Decretos, a los que luego se aludirá.

EJECUCION PENAL
Según la doctrina de Costa Rica se puede definir la ejecución penal como la actividad

ordenada y fiscalizada por los órganos jurisdiccionales para lograr el cumplimiento de los

títulos de ejecución y las sentencias firmes de condena dictadas en procesos penales. El

magistrado Luis Fernández Arévalo, en su obra constitucionalización del proceso penal

define la ejecución penal "como la actividad desplegada por los órganos estatales facultados

legalmente en orden, a hacer cumplir todos y cada uno de los pronunciamientos contenidos

en el fallo de una sentencia penal firme.

De esta fase del procedimiento penal se puede decir que ha sido muy poca estudiada

y no ha recibido nunca el trato suficiente ni por el estado ni por la doctrina comparada y

mucho menos por los ejecutores del sistema judicial, hace falta entonces profundizar en el

estudio de esta institución jurídica. Hasta ahora lo que se ha dicho de esta institución es que

después que el juzgador dicta sentencia, se olvida posteriormente de los efectos de la misma,

delegando su resolución en órganos administrativos, ájenos al poder judicial, y generalmente

subordinando al poder ejecutivo todo el procedimiento de la ejecución de la pena. Al respecto

el maestro Binder nos señala que " tal perspectiva es claramente errónea, superficializa la

tarea de los jueces y da lugar a que ellos se desentiendan de las consecuencias de sus

decisiones, con menoscabo de la propia actividad decisoria." Siguiendo esta tesis, realmente

lo que se hace es construir un juez por encima de su propias decisiones y coloca al juez como

un ente alejado del sentido de compromiso; y como si no tuviera ninguna responsabilidad

con respecto a las personas condenadas a equis medidas. y así mismo se sitúa al tribunal en

una posición incomoda de ejercer un efectivo control judicial de las sentencias, además, la

efectiva vigilancia del respecto de los derechos fundamentales de los prisioneros. El Nuevo

Código Procesal Penal que al lado de introducir cambios significativos como delegar en el
ministerio publico la investigación de los delitos, dar a la víctima una mayor participación,

establecer procedimientos alternativos al juicio, organizar intereses difusos etc. Ha decidido

judicializar la fase de ejecución penal, creando los tribunales de ejecución de la pena,

dependiente del poder judicial y dándoles facultades de control y vigilancia en la aplicación

correcta de las penas privativas de libertad y de las medidas de seguridad.

La Ejecución Penal en el Derecho Comparado

Para la doctrina y la jurisprudencia española el cumplimiento de las sentencias y

resoluciones firmes forma parte del complejo contenido del derecho a la tutela efectiva de

los jueces y tribunales; y así nos lo expresa la jurisprudencia del tribunal constitucional

cuando dice "la ejecución de las sentencias es, por tanto, parte esencial del derecho a la tutela

judicial efectiva y es, además, cuestión de esencial importancia para dar efectividad a la

cláusula del estado social y democrático, que implica, entre otras manifestación, la sujeción

de los ciudadanos y de la administración publica al ordenamiento jurídico y a las decisiones

que adopta la jurisdicción, no solo juzgando, sino ejecutando lo juzgado..." (1). El tribunal

constitucional español lo que expresa con esta sentencia es indicar que la ejecución penal

forma parte de la tutela judicial efectiva, siendo entonces un presupuesto de este derecho. Y

no es para mas, porque de que le vale al individuo tener acceso a la jurisdicción y obtener

una sentencia judicial que reconozca derechos y que no pueda ser ejecutada; el derecho a que

se ejecuten las resoluciones judiciales firmes solo se satisfacen cuando el órgano judicial que

en principio las dicto, adopta las medidas oportunas para llevar a cabo su cumplimiento. Es

por tanto que otro fallo del tribunal constitucional español señala que "la ejecución de las

sentencia y demás resoluciones judiciales firmes corresponde a los jueces y tribunales,


quienes serán los que interpretaran los términos del fallo." (2). Con respeto a la ejecución de

la pena, la jurisprudencia constitucional de Costa Rica en varias resoluciones ha enfatizado

que el condenado no es una persona excluida de la comunidad jurídica, y en ese tenor a dicho

la sala constitucional "que en una democracia, el delincuente no deja, por el solo hecho de

haber sido condenado, de ser sujeto de derechos, algunos se le restringen como consecuencia

de la condenatoria, pero debe permitírsele todos los demás..." (3). Como se puede ver en estas

tesis jurisprudenciales la ejecución de la pena se ubica como parte del proceso que es

ejecutada también el poder judicial, en donde el poder judicial no se aparta de la suerte que

corra el condenado ni mucho meno se desatiende de su propia construcción. Es por tanto una

tarea del poder judicial terminar su obra. En el derecho constitucional comparado se puede

afirmar que existe todo un fenómeno constitucional de pretender judializar la ejecución de la

pena, las ultimas reformas constitucionales regionales que se han realizado reflejan tal

movimiento, es por ello que la constitución de Costa Rica recoge en su carta sustantiva este

criterio doctrinal de judializar la ejecución de la pena, en su articulo 151, dice "...que le

corresponde al poder judicial ejecutar las resoluciones que pronuncie...". en la misma línea

se expresa la constitución española al disponer en su articulo 117 numeral 3 "el ejercicio de

la potestad jurisdiccional en todo tipo de proceso, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado,

corresponde exclusivamente a los juzgados y tribunales determinados por las leyes...". En el

marco de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, sobre la ejecución de la penas,

Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores

establece que en la ejecución efectiva de la resolución, las autoridades juzgadoras adoptaran

ella mismas disposiciones adecuadas para la ejecución de sus ordenes, (art. 23.1). Con ello

se indica la idea de la creación del juez de la ejecución de las penas para menores.
Para la doctrina Argentina sobre el particular y hablando a través del destacado

maestro Julio Maier nos explica que " planteada universalmente la cuestión se reduce a saber

cuales son las reglas de ejecución propias del derecho penal material y cuales las procésales

o administrativas. Es tarea del derecho penal material definir que es una pena, como y cuando

debe ejecutarse, se cumpla esta labor en el mismo código penal o en una ley especial;

corresponde al derecho procesal penal instituir los órganos judiciales y el procedimiento

adecuado para decidir en aquellos casos en los cuales la ley penal exige una resolución

judicial sobre la vida de la ejecución penal o pone en manos de los jueces el control de la

ejecución; por ultimo corresponde al derecho administrativo (aun del poder judicial si se

otorgara esta función a ese departamento estatal) decidir sobre la dirección y administración

de establecimiento de ejecución penal." Maier con esta posición define y delimita las tareas

que le corresponden a algunas instancia del sector justicia y nos indica que la administración

penitenciaria es también una labor que debe asumir el poder judicial, la cual puede ser bien

situada en el derecho administrativo.

El código procesal penal modelo para ibero América o código tipo, el cual es la fuente

primordial de las reformas penales que se están llevando a cabo recientemente en la región,

plantea a partir del articulo 388 que la administración de la ejecución de la pena y todo lo

relativo al cumplimiento de la condena de un penado es realizada por los tribunales de

ejecución de las penas, pertenecientes al poder judicial. De ahí que el nuevo código procesal

penal dominicano haya sido influenciado por este importante documento reformatorio.

ANALISIS DE CASOS

El estudio de casos consiste en un método o técnica de investigación,

habitualmente utilizado en las ciencias de la salud y sociales, el cual se caracteriza por


precisar de un proceso de búsqueda e indagación, así como el análisis sistemático de uno o

varios casos.

Para ser más exactos, por caso entendemos todas aquellas circunstancias, situaciones

o fenómenos únicos de los que se requiere más información o merecen algún tipo de interés

dentro del mundo de la investigación.

Dependiendo del campo de investigación en el que se lleve a cabo, el estudio de casos

puede estar centrado en una gran variedad de materias o cuestiones. En el ámbito de la

psicología, este suele estar relacionado con la investigación de las enfermedades, trastornos

o alteraciones mentales a través del estudio de las personas que las padecen.

A diferencia de otros tipos de investigación empírica, esta metodología es

considerada como una técnica de investigación cualitativa, puesto que el desarrollo de

esta se centra en el estudio exhaustivo de un fenómeno. Y no en el análisis estadístico de los

datos ya existentes.

Por normal general, el estudio de casos se realiza con la intención de elaborar una

serie de hipótesis o teorías acerca de un tema o tópico concreto para así, a raíz de estas teorías

llevar a cabo estudios más costosos y elaborados con una muestra mucho más grande.

No obstante, el estudio de casos puede llevarse a cabo tanto con una sola persona

como objeto de investigación, como con varios sujetos que poseen unas características

determinadas. Para ello, la persona o personas que llevan a cabo el estudio de caso recurren

a técnicas com la observación o la administración de cuestionarios o pruebas

psicológicas. No obstante, estos procedimientos van a variar según la disciplina a la que

pertenezca la investigación.
¿Qué características lo distinguen?

En el año 1994, la pedagoga e investigadora Gloria Pérez Serrano, elaboró un listado

con las principales características que definen a los estudios de casos. Estas son:

Son particularistas

Esto significa que solamente abarcan una realidad o tema específico, lo que los

constituye en técnicas muy eficaces para analizar situaciones únicas y concretas.

Son descriptivos

Al finalizar un estudio de casos obtendremos una descripción exhaustiva y cualitativa

de una situación o condición específica.

Son heurísticos

El concepto heurístico significa hallar o descubrir alguna cosa. En el estudio de casos

podemos descubrir nuevos aspectos de un tema específico o confirmar aquello que ya

sabemos.

Son inductivos

Asándonos en un razonamiento inductivo podemos elaborar hipótesis y hallar nuevas

relaciones a partir de uno o varios casos concretos.

¿Cuáles son los objetivos?

Como toda técnica de investigación, el estudio de casos se guía por unos objetivos

específicos. Estos son:


 Elaborar una o varias hipótesis o teorías a través del estudio de una realidad o

situación determinada.

 Confirmar hipótesis o teorías ya existentes.

 Descripción y registro de los hechos o circunstancias del caso.

 Comprobación o comparación de fenómenos o situaciones similares.

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