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¡ESFUÉRZATE Y SÉ VALIENTE!

(SERMÓN)
por Guillermo Green
Algunos han preguntado sobre cómo predicar mejor a Cristo desde el Antiguo Testamento.
Ofrecemos este sermón como un
esfuerzo por presentar las historias del pueblo de Dios dentro del contexto de pacto, buscando
cómo se manifiesta al Señor de su
pueblo, Jesucristo.
Pasaje: Josué 1:1-10
ntroducción: ¿Se considera ud. valiente? La valentía ha sido una cualidad
valorada en toda cultura y
todo tiempo. Claro, cuando estudiamos un poco las diferentes culturas, lo que es
‘valentía’ para unos, es
¡locura para otros! En algunas comunidades de países donde cae mucha nieve y
tienen inviernos muy
fríos, la ‘valentía’ se expresa en cortar un hoyo en el hielo de un lago, y meterse
desnudo - cosa sumamente
peligrosa para la salud. Por tanto, aunque ud. haya contestado la pregunta, «sí,
me considero valiente» -
todavía es necesario indagar más. ¿Qué clase de valentía muestra? ¿Valentía
según el mundo, o valentía
como Dios la define?

I
I. El contexto de nuestro pasaje
Aprendemos en vs. 1 de nuestro texto, que Moisés había muerto. Seguramente
dentro del
campamento de Israel surgieron grandes preguntas. «Después de 40 años,
¿ahora quién nos va a dirigir?
¿Ahora qué hacemos?»
Pero era un momento crítico en especial por otro motivo. Hacía 40 años habían
llegado a la frontera
de Canaán. Pero esa llegada había terminado en un fracaso (ver Números 13, 14).
Sólo dos de los 12 espías
trajeron noticias de esperanza - Josué y Caleb. Los otros infundieron temor y duda
en los corazones de los
Israelitas. Entraron en gran confusión, primero queriendo volverse atrás, luego
intentando entrar sin la
ayuda de Dios - y todo terminó en derrota, caos, y el castigo de Dios: Estarían
condenados a vagar por el
desierto durante 40 años. Por tanto, esta segunda llegada a la frontera de Canaán
tenía un significado muy
importante para los israelitas. ¿Podrían superar este momento? Me imagino que
muchos estaban temerosos,
temblorosos, la tensión se acrecentaba en el campamento - ¡y ahora estaban sin
líder!
Este momento en la historia de Israel era crítico por otro motivo también. Las
promesas del pacto de
Dios estaban atadas a la tierra de Canaán. Desde el tiempo de Abraham Dios
había repetido su promesa de
darle a Israel esta tierra. Mientras los israelitas andaban por el desierto el reloj de
Dios estaba en espera.
Pero ahora se acercaba el momento esperado durante ¡casi 600 años! ¿Le ha
tocado alguna vez enfrentar una
situación que le daba temor y a la vez gran expectativa? Pues, los israelitas tenían
motivo de sentir las dos
sensaciones. El problema es que ahora estaban sin líder.
II. La iniciativa de Dios
Como siempre, el Dios de pacto toma la iniciativa. Dios tomó la iniciativa al llamar
a Abraham. Dios
tomó la iniciativa para sacar a su pueblo de Egipto. Ahora Dios de nuevo toma la
iniciativa al designar otro
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líder para esta importante etapa de su historia. Es importante notar que Israel no
pidió candidatos para ser
electos. Nadie se levantó para hacer campaña. Fue Dios que tomó la iniciativa - de
acuerdo al eterno
principio del Creador y Salvador. Dios es el Alfa y Omega. Dios es Iniciador y
Consumador. El pacto
consiste en que Dios inicia la relación, y que Dios se comprometa a consumar sus
promesas. El pueblo se
queda quieto después de la muerte de Moisés hasta que Dios actúa.
Al llamar a Josué (vs 1), Dios reitera sus promesas (vs 2,3). Este es otro elemento
que encontramos
una y otra vez en toda la biblia. Dios siempre nos hace retornar a SU plan,
trayendo a la memoria SUS
palabras y SUS promesas. Como hijos dispersos, fácilmente podemos caer en la
trampa de hoy decidir que
queremos otra cosa, otro plan, algo que más nos llame la atención. Pero Dios es
el que fija el rumbo, y
encontramos una y otra vez que Dios les recuerda a los suyos quién está en
control. Aquí Dios llama a
Josué, y deja claro que es el mismo plan que está vigente.
Hay otra razón por la cual Dios comienza así con Josué. Josué había presenciado
la ardua tarea que
tuvo Moisés con un pueblo rebelde, un trabajo casi imposible para cualquier
hombre. Pero Josué había sido
testigo de cómo la gracia de Dios sostuvo a Moisés hasta el fin. Por tanto, Dios se
manifiesta como el Dios
de Moisés, el Dios que le dio las promesas a Moisés - para que Josué enfoque sus
pensamientos no en sus
debilidades, sino en su Dios. En versículo 5 Dios le recuerda explícitamente a
Josué que había estado con
Moisés todos sus días, y que de igual manera estaría con él.
¡Que importante es este primero paso en la vida del pueblo de Dios! ¡Que
importante es enfocar
nuestra mirada en el Dios que toma la iniciativa! Somos muy a menudo como los
israelitas, olvidando las
maravillas que Dios ha hecho y sólo viendo los problemas, cediendo a las dudas y
los temores. ¿Cuántos
viven con frustraciones, tensiones y estrés porque no sienten ninguna seguridad
en cuanto al futuro? Pues
Dios conoce nuestras debilidades, y por esto repasa estas cosas con Josué para
que confiara en él.
III. El encargo de Dios
Ahora Dios le encarga a Josué su tarea. Después de haberse manifestado como
el Gran Dios del
pacto, el Iniciador y Consumador de la salvación, ahora llama a Josué a su
trabajo. «Esfuérzate y sé
valiente» se repite en vs. 6 y 7, añadiendo en vs. 7 «muy valiente».
Cuando pensamos en las cualidades de un cristiano, ¿en cuáles pensamos
generalmente? ¿El amor, la
humildad, la bondad? Seguramente todas estas son muy importantes. Pero hay
dos cualidades que se
destacan en la biblia una y otra vez: el esfuerzo y la valentía. Necesitamos amor,
humildad y bondad como
cristianos. Pero también necesitamos esfuerzo y valentía invencible. ¿Por qué?
Porque Dios nos ha llamado
a una misión. Hay trabajo que hacer. Ser cristiano no es un estado, sino una
actividad.
La pereza y la cobardía nunca lograron nada en el reino de Dios. Y para que
entendamos bien que
Dios considera el esfuerzo y la valentía como de suma importancia, vea lo que
Dios dice en Apocalipses
21:8. Aquí en el último libro de la biblia Dios nos dice quienes irán a acompañarlo
para toda la eternidad, y
quienes no. Adivine quiénes se encuentran con los abominables, los homicidas,
los fornicarios, los
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos que van al lago de fuego.
Encabezando la lista son: LOS
COBARDES.
Este llamado a Josué de esforzarse y ser muy valiente es el mismo llamado que
Dios hace a todo
cristiano. Siempre ha sido así. Dios no nos rescata para que nos escondamos en
un rincón, sino para
hacernos socios del ser más grande del universo. Por eso nos llama a ser
esforzados y valientes.
Pero siguiendo nuestro estudio del texto, encontramos algunas sorpresas. ¿En
qué debe consistir la
valentía de Josué? ¿Cómo se debía definir este llamado de ser ‘valiente’?
2
Lo primero que quizás venga a nuestra mente frente a este llamado eran los
gigantes en palestina. En
vs. 6 Dios le dice a Josué que repartirá la tierra a los israelitas, y sabemos que
palestina ya era habitada, y
¡algunos de sus habitantes eran gigantes fuertes! Nadie duda de que la tarea que
enfrentaba Josué era
temible y formidable. Sólo los obstáculos físicos de llevar una multitud de nómadas
en tiendas a una
conquista de ciudades fortificadas haría temblar a cualquiera. Sin embargo, Dios
no menciona a los
gigantes, ni las ciudades fortificadas ni los carros de hierro - ¡todas las cosas en
que nosotros pensaríamos!
¡Los gigantes nos pueden matar! ¡Los soldados enemigos nos pueden dañar!
Notemos bien - la valentía que Dios pide no es la valentía que alaba el mundo. Es
totalmente otra
cosa. Es una valentía que surge de ser socio de Dios, de pertenecer al pacto
establecido entre Dios y su
pueblo, una valentía que Dios define, y que a menudo nos confunde, a menudo no
la comprendemos. La
valentía que Dios pide de define en vs. 7, y tiene que ver sobre todo con honrar la
voluntad de Dios escrita
en su Palabra. La valentía verdadera es guardar la ley de Dios. La valentía que
Dios busca es la de
glorificarle a él por medio de aceptar y honrar su Palabra. ¿Por qué Dios le dice a
Josué que sea ‘esforzado y
valiente’ para guardar su Palabra. Esto amerita que pensemos un momento en
ello.
Dios había tomado a Israel y a Josué como socios, en relación de pacto. Dios se
identificaba con
Israel, y su voluntad era que ellos se identificaran con él. Dios deseaba moldear a
Israel conforme a su
imagen, para que reflejara como buen socio la naturaleza de Dios. Esto lo
podemos hacer solamente
ajustando nuestra vida a su voluntad expresada en la Palabra, suprimiendo el
pecado en nuestro corazón. Y
Dios dice que esto requiere ‘esfuerzo y valentía’.
¿Sabe cuál es el momento que requiere más valentía en todo el día? En el
momento en que se levanta
y se mira en el espejo. Mientras ud. contempla su rostro está contemplando la
persona con quien luchará
durante todo el día. Ud. será esforzado y valiente para meditar y practicar la
Palabra de Dios - o ud. será
cobarde y cederá ante una y otra tentación. Todas las demás acciones durante el
día - grandes o pequeñas -
simplemente fluyen de su disposición valiente o cobarde - y esa disposición
comienza desde que nos
levantamos en la mañana. Los hijos honrarán o obedecerán a sus padres como
manda la Palabra de Dios.
Los padres criarán a sus hijos de acuerdo a la Palabra de Dios, con esmero y
esfuerzo. Los cónyuges se
negarán a si mismos para exaltar al otro. Todos los cristianos procurarán con todo
su esfuerzo ser buenos
mayordomos de sus energías, tiempo, y bienes.
En versículo 7 y 8 se hace énfasis en guardar toda la ley - no las partes que más
le gustaban a Josué.
Esto es lo que requiere esfuerzo - esfuerzo consigo mismo. Esto es lo que
requiere valentía - valentía para
con uno mismo. Josué debía ser ejemplo para todo el pueblo, poniendo el honor a
Dios en primero lugar por
medio de guardar la Palabra de Dios.
Dios le dice además a Josué que su Palabra esté en su boca (vs. 8). Josué no
sólo debía conocer y
guardar la Palabra de Dios, sino también enseñarla. Josué como cabeza del
pueblo tenía la función de
profeta, de pastor, de predicador y maestro. La naturaleza de la religión bíblica
siempre ha sido así - es una
religión enseñada, pasada de generación a generación. Aquí vemos qué tan
importante es la función de la
enseñanza en la Iglesia - es algo que Dios instala como parte de su pueblo desde
los comienzos. Hoy
muchos quieren sustituir la enseñanza sólida y constante por otras actividades
más ‘interesantes’. Pues, tal
vez sean más interesantes para algunos, pero no para Dios.
Para poder guardar la ley de Dios, y para poder hablar su ley, era necesario
‘meditar’ en ella (vs 8c).
Y Josué debía meditar en ella ‘día y noche’. ¿Sabe? Muchas veces creo que
leemos las historias de la biblia
- como cuando Josué tumbó las murallas de Jericó, o David a Goliat, o las
victorias de Samuel contra los
filisteos - y nos maravillamos de estos grandes héroes de la fe. Pero olvidamos
que todos eran personas que
meditaban en la ley de Dios día y noche. Hay evidencias que todas las personas
que Dios usó grandemente
en la biblia (y también en la historia) eran personas que encontraban su delicia en
la Palabra de Dios.
3
Recordemos - ninguna ‘hazaña’, ningún esfuerzo, ninguna obra valiente vale nada
si está desligada de la
meditación diaria de la Palabra de Dios.
Lamentablemente nuestra cultura occidental se ha sumergido en la búsqueda
alocada de sensaciones,
de la gratificación inmediata, del placer impulsivo y el entretenimiento. Tristemente
muchos cristianos no
tienen los criterios para superar tal estilo de vida quasi-animal, y entregan horas
interminables a actividades
sin sentido de entretenimiento, frente al televisor, o en cualquier cosa menos la
meditación de la Palabra de
Dios. Dios no nos permite siquiera hablar de ‘esfuerzo’ ni de ‘valentía’ si no
estamos dispuestos a comenzar
con el esfuerzo de conocer su Palabra. Ahí comenzaba la tarea ‘valiente’ de Josué
- y ahí comienza nuestra
tarea también.
Para Josué los gigantes de Canaán no eran nada comparados con la conquista de
su propio corazón.
La valentía que Dios le pedía a Josué tenía que ver primero con su relación con
Dios, consigo mismo, y con
la voluntad de Dios. En esto vemos que Dios hace un llamado del ‘pacto’ - Seré tu
Dios y tú me serás por
pueblo. (Levítico 26:12, et al). Al tomar Dios a Israel como pueblo de pacto, el
propósito es reflejar a Dios
con sus vidas. Josué, como líder del pueblo, cabeza del pacto, es llamado a
reflejar al Dios del pacto en su
vida personal y público.
IV. El resultado de ser verdadero socio de Dios
¡Qué promesas más hermosas Dios le da a Josué! Si Josué ejerce valentía y
esfuerzo como Dios
quiere, Dios promete acompañarlo y prosperar todo lo que hace (vss 8, 9). Las
promesas del pacto son
grandes, y no hay mayor bendición que tener el favor de nuestro Dios.
Sin embargo, debemos entender bien esta promesa dentro del contexto bíblico,
porque muchas veces
citamos estos versículo fuera de su contexto. Si preguntamos: ¿Cumplió Josué las
condiciones para recibir la
promesa? Bueno, fue un siervo muy fiel en casi todo, pero Josué también tuvo
fallas - algunas serias. Se le
olvidó consultar a Dios en el caso de los Gabaonitas, por ejemplo (ver capítulo 9),
un error grave. Y si Josué
no cumplió, ¿quién realmente ha cumplido? Nosotros no hemos cumplido. Otros
no cumplieron. Parece
esfumarse nuestras esperanzas de recibir las bendiciones de Dios.
La respuesta tiene que ver con la figura de Josué. Dios estaba eligiendo a Josué
como cabeza de su
pueblo. Dios siempre se ha relacionado con su pueblo a través de un individuo
que representa a Dios ante el
pueblo. Así Josué sería el nuevo mediador, tal como Moisés había sido. Por eso él
recibe este encargo tan
serio, y debía comunicar todo lo que Dios decía al pueblo.
De hecho, en los versículos 10 y 11, leemos que Josué fue inmediatamente y
comunicó las noticias a
Israel. Les dijo que se alistaran, porque pronto pasarían a tomar la tierra. Josué
creyó a Dios, obedeció
inmediatamente, ‘se esforzó’ en ser obediente, un siervo fiel.
¿Cuántos de nosotros sentimos nuestra flaqueza ante este pasaje? ¿Cuántos
reconocemos que hemos
sido algo cobardes, apáticos o perezosos para cumplir la misión que Dios nos ha
dado? Tal vez al oír este
mensaje hoy ud. ha orado «Padre, perdóname, sé que te he fallado». Si esta es su
actitud, ¿de dónde espera
la ayuda? Lógicamente la ayuda no puede provenir de nosotros mismos, ya que
somos débiles y a menudo
fallamos. Nuestra ayuda no puede venir de Josué, ya que murió hace miles de
años - y en última instancia
era un hombre falible. Debemos mirar hacia otro ‘Josué’ - a Jesús - la verdadera
Cabeza del pueblo de Dios,
el verdadero y eterno mediador nuestro. Josué cumplía su función como una
sombra de Cristo que vendría
en perfección. Josué cumplió su tarea de una manera fiel (pero no perfecta),
esperando la llegada de Cristo
que sí cumpliría perfectamente la voluntad del Padre. Josué nos muestra las
cosas que Jesús haría por
nosotros, su pueblo. Por tanto nuestra esperanza es en Cristo. Jesús hizo dos
cosas muy importantes por
nosotros.
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1) Murió para perdonar todas las veces que ud y yo hemos fallado a Dios. Todas.
A pesar de que somos unos
cobardes indeseables, a pesar de que a cualquier hombre le daría no sólo rabia
sino desprecio nuestra
cobardía e infidelidad - en Jesucristo el Padre nos vuelve a recibir como socios.
¡Venga! ¡Venga al Padre por
medio de la fe en Jesucristo, y será lavado, regenerado, perdonado, y restaurado
como socio de Dios!
2) En segundo lugar, Jesús cumplió perfectamente todo lo que hemos leído en
este capítulo - Jesús fue El
Esforzado por excelencia. No hace falta repasar todos los eventos de su vida para
recordar qué tan esforzado
fue Jesús - desde la tentación en el desierto con Satanás, hasta la cruz de
Calvario. Jesús habló mucho de
que había venido para hacer la voluntad de su Padre - y probó su sinceridad en
Getsemaní, cuando pidió que
si era posible, que el Padre le quitara la copa, sin embargo, ‘no mi voluntad, sino la
tuya’ dijo Jesús. Y
cuando Jesús cumplió su misión aquí en la tierra, al resucitar y ascender al cielo,
envió su Espíritu sobre los
hombres para convertir cobardes en valientes, para convertir perezosos en
esforzados. De manera que Pablo
retoma estas mismas ideas cuando Timoteo estaba asediado por el temor: «Dios
no nos ha dado un Espíritu
de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio» (1 Tim. 1:7).
Volvamos a mirarnos en el espejo - con nuestras desobediencias, nuestras
perezas, nuestras
cobardías, y nuestras sinvergonzadas espirituales. Ahora oiga lo que Dios le dice
a ud. en Jesucristo:
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