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Durante los primeros años de vida (entre los 9 y 47 meses), las niñas tienen habilidades
más desarrolladas que los niños, en las áreas cognitiva, social, adaptativa y de
comunicación (ELPI, 2010 y 2012), mientras que en el área motriz no se pueden
establecer diferencias por sexo. Tristemente, esta ventaja queda atrás a medida que ellas
crecen en contextos que no las incentivan en su aprendizaje integral y en su
autoconfianza. (46)
Las niñas aprenden a ser mujeres conforme a la normativa social que predomina:
aquella que estimula conductas encaminadas al cuidado de la estética, a la maternidad,
al trabajo doméstico y al cuidado de las personas. Este comportamiento, que se presenta
de una manera inconsciente en los primeros años de vida, es la preparación simbólica
para arraigar su rol de mujer en la etapa adulta, y aunque actualmente en diversos
círculos sociales se las estimula para que estudien y se preparen profesionalmente, eso
no las aleja de seguir siendo educadas con los énfasis mencionados (47)
No se trata únicamente que a ellas se las vincule más con el rol maternal, sino que
además, aquellos atributos que en los niños son considerados positivos y conducentes al
“éxito”, como la audacia, la ambición, el riesgo, el “don de mando”, en ellas son
considerados negativos. Por lo tanto, la actitud modelada en el caso de las niñas es más
insegura, temerosa y de constante subestimación. Y eso se va proyectando en el tiempo,
a su vida escolar y profesional. (47)
Tal como señalan Covacevich y Quintela (2014) “los textos escolares tienen una
importante influencia en la creación de consenso cultural, porque junto con el contenido
y la didáctica propia de cada asignatura, sugieren maneras de interpretar la realidad y
aunque, a veces, los autores de los textos intenten ser objetivos, estos están trasmitiendo
valores y discursos, implícita y explícitamente”. Así, “por sus características de
herramienta transmisora de discursos, junto con su distribución masiva y uso intensivo,
los textos escolares pueden ser una herramienta clave de difusión de relatos sociales
relativos al género”.
“Tal como propone la corriente más actual de estudios de género y textos escolares,
probablemente no baste con hacer cambios en la manera en que los textos abordan el
género, sino que también es fundamental modificar la manera en que los profesores
trabajan con ellos en el aula. Por lo tanto, una estrategia complementaria al trabajo
directo con los textos escolares es fomentar las investigaciones y las prácticas docentes
adecuadas sobre la utilización de dichos textos en las aulas, con una perspectiva de
género incorporada”.
Para la socióloga Teresa Valdés (2013a), “las prácticas en el aula, la estructuración de los
espacios y las actividades, la interacción entre los niños y niñas, el uso del lenguaje y las
expectativas de las y los profesores respecto de las habilidades de sus alumnas y
alumnos forman parte de las normas y los valores que se enseñan, sin que estos sean
parte de los objetivos o contenidos explícitamente planteados por las y los profesores.
Sin embargo, afectan el aprendizaje de niñas y niños al estar marcados por los
estereotipos de género y se traducen en una preparación en habilidades y
conocimientos diferenciada por sexo que incide en el desarrollo de capacidades, el
rendimiento escolar y el futuro vocacional y profesional de las niñas y los niños”. (103)
Por lo general, a los hombres en el aula se les fomenta la capacidad para correr riesgos y
la libertad que esto implica, encaminándolos al éxito en el ámbito público y a la
posibilidad de responder a las exigencias que este conlleva. Por el contrario, es usual
que a las niñas se les fomente conductas que las acercan a ocupaciones vinculadas al
cuidado de los demás, tales como enfermería, docencia, psicología, entre otros. (103)
La misma autora reconoce que también “hay expectativas diferentes en cuanto a los
estilos comunicativos frente a la autoridad, dándoles protagonismo a los hombres,
manteniendo a las mujeres en segundo plano. Es más usual que se acepte a los alumnos
que a las alumnas discutir con la autoridad, ser voceros de las necesidades o demandas
del grupo o tener iniciativas, lo que les permite aprender a construir espacios de
negociación desde temprano. A las alumnas, en cambio, se las estimula a expresarse en
los ámbitos más privados y reducidos, y a relacionarse con la autoridad en voz baja. En
dicha relación aprenden a acatar las normas y, en caso de discrepancia, a actuar de
modo encubierto o “solapado”, generando rumores y resistencias silenciosas”. (103)
No solo las expectativas de las y los docentes condicionan el desarrollo posterior de los
niños y las niñas, sino también son muy relevantes las aspiraciones de las madres y los
padres, ya que sus hijas/os las interiorizan y las convierten en propias. Muchas de las
expectativas de los referentes adultos respecto de los niños, niñas y adolescentes, están
basadas en estereotipos de género, y se traducen en la estimulación diferenciada por
sexo en diversas habilidades y conocimientos, lo que, a su vez, condiciona el futuro
vocacional y la inserción laboral de las y los estudiantes. (106)
Constatar que a nivel de Matemáticas hay países que no presentan brechas de género o
que incluso, estas son a favor de las mujeres, es indicativo, en primer lugar, de que el mal
desempeño de las mujeres en estas áreas no es connatural a su sexo, y por otro lado, de
lo relevante que es ser proactivo en el derribamiento de los estereotipos sexistas, con
políticas educativas que promuevan el desarrollo de todas las habilidades en todos los
estudiantes, independiente de su sexo. (126)
Introducción
Sin embargo, las familias no siempre cuentan con las herramientas necesarias para abordar
adecuadamente la formación en sexualidad y afectividad de sus hijos; por diversas razones,
como desconocimiento, temor o por experiencias dolorosas que les han impedido, incluso
de adultos, desarrollar su sexualidad de manera natural y responsable, así como establecer
vínculos afectivos sanos, de modo tal, que no les es fácil transmitir valores y sentimientos
positivos sobre el tema. Por otra parte, las encuestas dan cuenta de que los adolescentes
estiman que existe un bajo nivel de comunicación con sus padres y madres3, lo que refleja
las dificultades que las propias familias presentan para afrontar el tema.
Es deber del Estado garantizar una educación que permita alcanzar el pleno desarrollo
espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico de niños y jóvenes, asumiendo
la formación en sexualidad y afectividad como dimensión constitutiva del ser humano, ésta
debe ser abordada a través del proceso educativo en escuelas y liceos, resguardando la
autonomía de los establecimientos educacionales y en concordancia con su Proyecto
Educativo Institucional.
El sistema escolar tiene el deber de hacerse cargo, como complemento al rol prioritario de la
familia, de la formación en sexualidad y afectividad, apoyando que niños y jóvenes accedan
a una educación oportuna y adecuada a su edad. Ella debe proporcionarles información
científicamente rigurosa, clara y veraz, enmarcada en un contexto de afectividad, que les
permita desarrollarse plena e integralmente, garantizando, a la vez, “la libertad de
pensamiento y conciencia de los ciudadanos, asegurando la expresión de las diversas
orientaciones y concepciones presentes en nuestra sociedad.
Lejos de situar a la educación sexual como una «asignatura más», otorgando una visión
parcial de ésta a los estudiantes, el curriculum la incorpora y retroalimenta desde los
distintos enfoques y saberes permitiendo que los y las estudiantes logren una visión
integrada de ésta, superando el reduccionismo biológico que predominó por años en esta
materia:
a) Desarrollo personal y autoestima: conocimiento de sí mismo, valoración de sí mismo,
identidad y sexualidad, proyecto de vida, cuidado y respeto por el cuerpo.
b) Afectividad: la amistad, el atractivo, el enamorarse, la relación de pareja, el
compromiso, la comunicación en la pareja, la expresión de sentimientos, etc.
Los docents en el aula deben propiciar que sus estudiantes, según las distintas edades,
reconozcan sus principales inquietudes sobre el tema, encontrando respuestas a ellas tanto
en las conversaciones que se establezcan en la sala de clases, como a través del
conocimiento otorgado por las distintas asignaturas y sectores de aprendizaje que forman
parte del currículo escolar.
a) Durante la primera etapa escolar (4-6 años), la experiencia de los niños y niñas está
fuertemente ligada a la vida familiar y al descubrimiento de nuevas relaciones con
otras personas, más allá de su núcleo familiar inmediato.
Así, los temas relevantes están vinculados con la comprensión de qué es la familia,
las relaciones de amistad, el respeto y la tolerancia, la relación con su cuerpo, el
resguardo de su intimidad e integridad física y la conformación de una autoimagen
sana y positiva de sí mismo.
b) Entre los 6 y 12 años, niños y niñas adquieren mayor conciencia de su entorno y son
capaces de considerar otros puntos de vista. Las diferencias físicas entre niños y
niñas se vuelven más evidentes, por lo que al final de ella, algunos niños y niñas em-
piezan a manifestar signos claros del inicio de la pubertad y a ser más conscientes de
los cambios que ocurren a su cuerpo. Se consolidan las relaciones afectivas con
otros niños y niñas, desarrollan su capacidad de razonamiento lógico y adquieren
mayor conciencia de la existencia de costumbres, creencias y experiencias diferentes
a las que han experimentado en sus familias.
c) Durante la etapa adolescente, de 12 a 18 años, la conformación de un proyecto de
vida saludable y gratificante adquiere centralidad, además de ser, para muchos
adolescentes, una etapa de inicio de la actividad sexual. Los pares adquieren
protagonismo y tiende a agudizarse el distanciamiento con la familia. Se requiere,
por lo tanto, fortalecer recursos personales como la autoestima, la autonomía
emocional, la confianza en sí mismo y el autocuidado
Concepto clave 1: Las relaciones afectivas (tipos de familia, amistad y amor, tolerancia y
respeto, etc)
Concepto clave 3: Cultura, sociedad y derechos humanos (diferencia entre sexo, sexualidad y
género, roles de género, estereotipos de géner, familia y escuela como fuentes de
aprendizajes sobre género, por qué es importante el enfoque de género).
Concepto clave 1: Las relaciones (amistad y amor, relaciones abusivas, como influyen los
estereotipos en las relaciones, tolerancia y respeto, responsabilidades del matrimonio,
responsabilidad de hombres y mujeres en la crianza de los hijos).
- Hacia finales de la década de 1960 y durante los 70, se produjo el gran quiebre de la
“ilusión igualadora” de la escuela moderna. --> Escuela como aparato ideológico: NO
SOLO CONTRIBUYE A LA PERPETUACIÓN DE LAS DESIGUALDADES DE CLASE, SINO
TAMBIÉN DE GÉNERO. Por un lado está la cuestión del acceso a la educación de las
mujeres y, por otro lado, el currículo oculto (expectativas de rendimientos y
comportamiento hacia mujeres y varones, y en las omisiones sistemáticas de temas
relevantes para la vida personal o profesional de las mujeres) y el currículo formal
(textos de estudios, representación en el rol de madres o de maestras, etc.).
- La categoría de género no fue suficiente, porque deja de lado temas que la teoría queer
problematizan: el supuesto de que existen dos cuerpos (de varones y mujeres) a los que
les corresponden dos géneros (masculino y feminino) y una direccionalidad “correcta o
normal” del deseo por el cuerpo/género opuesto.