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POLÍTICA

EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 2004

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Título en inglés: Empire with imperialism: The Globalizing Dinamics of Neoliberal
Capitalism. Agradecemos a los autores la cesión de derechos para su publicación en
Cuba.

Edición, corrección y diseño interior: Pilar Jiménez Castro


Diseño de cubierta: Yuleydis Fernández Lago
Composición: Idalmis Valdés Herrera

Traductor: Félix de la Uz
© James Petras, Luciano Vasapollo,
Henry Veltmeyer y Mauro Casadio, 2004
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2004

Primera edición en español

ISBN 959-06-0707-1

Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito,
acerca de este libro y de nuestras ediciones.

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO


Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14, no. 4104 e/ 41 y 43, Playa, Ciudad de La Habana, Cuba.
e-mail: nuevomil@icl.cult.cu

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ÍNDICE

I. UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL:


INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO / 1
1. De vuelta a lo básico: los instrumentos del análisis / 3
Algunas cuestiones críticas / 3
El imperialismo del siglo XXI: hacia un análisis estructural / 6
Los bloques económicos / 12
La teoría del valor y el imperialismo / 16
¿Llegó de nuevo a su fin la Belle Epoque? / 17
La crisis de la hegemonía / 20
Una cuestión de subjetividad / 23
La relación capital-trabajo en el análisis marxista / 25
2. El trabajo y el bloque social antagónico / 29
Introducción / 29
Una premisa económica / 30
¿Una nueva hipótesis para un mundo nuevo? / 31
Del fordismo al posfordismo / 34
Los méritos de un análisis estructural de clase: algunas tendencias
en curso / 38
La producción de mercancías, la filière productiva y las fábricas
modulares / 39
El desarrollo estratégico de los servicios / 40
Los bloques económicos y la dimensión internacional de la clase
obrera / 43
El posfordismo y los modelos de flexibilización del trabajo y la vida
social / 46
El posfordismo en Italia: nuevas formas de la división del trabajo
y la nueva estructura de la clase obrera / 52
Desde el Estado social, como agente de la mediación del conflicto
y la cooptación social, hasta el Estado de la ganancia basado
en la cultura empresarial / 59

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3. El conflicto social en la época de la globalización neoliberal / 62
El Estado de la ganancia y el militarismo keynesiano / 62
Los viejos y persistentes mitos no oscurecen la importancia de las
ideas marxistas / 67
La posibilidad de suprimir el capitalismo está inserta en la relación
entre el capital y el trabajo / 71
II. LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL / 75
4. Globalización neoliberal y desarrollo capitalista / 77
La nueva fase del capitalismo / 79
El nuevo régimen de acumulación de capital en Italia / 83
5. El Estado y el Nuevo Orden Mundial / 88
Modelos de desarrollo capitalista / 89
El Estado en la época de la competencia global / 91
Europa en la batalla por el mercado mundial / 95
De la concertación a la competencia / 100
Divergencias cada vez mayores / 101
La incubación del proyecto de un Nuevo Siglo Norteamericano / 102
La crisis de la OTAN / 103
Contradicciones dentro de la Unión Europea / 104
El lado oscuro de Europa / 105
Modelos de desarrollo y organización capitalista / 106
Integración europea y competencia global / 111
6. Europa dentro del imperio / 114
La Unión Europea y el déficit democrático / 114
Una súbita aceleración / 115
La preocupante identidad europea / 116
El ataque al Estado de bienestar / 117
Europa se “americaniza” en la competencia con los Estados Unidos / 119
Interrogantes que esperan por una respuesta / 119
La competencia tecnológica entre Europa y los Estados Unidos / 120
La carrera espacial. Los satélites de la discordia / 120
Galileo: un proyecto europeo que rompe el monopolio
norteamericano / 121
Washington contra Galileo / 122
Las industrias aeroespacial y militar y la competencia global / 124
La partida en torno a Finmeccanica / 125
Los Estados Unidos desean poner fin al “desacople europeo” / 127
7. El teatro euroasiático de la guerra imperialista / 129
Los recursos energéticos y el control geopolítico: El gran juego
en Asia Central / 129
El fundamento geopolítico de la guerra infinita / 130
El asalto de Eurasia / 131

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La “normalización” de los Balcanes / 132
Las relaciones de poder en Eurasia / 133
La “Ley de Estrategia del Camino de la Seda” / 135
La competencia por la energía y la competencia geopolítica en Asia
Central / 136
Afganistán dentro del “gran juego” de Eurasia / 139
Kazajstán como objetivo / 140
El mapa del tesoro del Mar Caspio / 141
Una guerra en curso alrededor del Mar Caspio / 141
El Oriente Medio en el epicentro de la crisis / 143
El Oriente Medio en la estrategia de los Estados Unidos / 146
Después de Iraq... ¿Irán? / 148
Iraq: un chivo expiatorio / 151
8. Zonas de competencia: El Oriente Medio, Rusia y China / 153
Los Estados Unidos y Europa en el Oriente Medio. Cuestiones
de competencia / 153
Rusia, una variante estratégica / 155
China, una variante independiente / 161
China después de dos años de la Organización Mundial
del Comercio / 162
La política o la economía: ¿cuál es la determinante? / 163
La lucha dentro del PCCh / 165
China y Asia: sorpresas a la vista / 166
III. LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO / 169
9. La república de los Estados Unidos y la importancia del imperio / 171
La estructura del imperio económico de los Estados Unidos / 173
Militarismo e imperio económico / 177
La decadencia de la república / 181
La guerra imperial y la república / 184
El conflicto entre imperios / 185
Circos sí, pero pan no / 190
10. El pillaje imperial: Los Estados Unidos en América Latina / 194
Introducción / 194
Relaciones entre imperio y Estado-cliente en la “periferia” de América
Latina / 195
El pillaje imperial, alimento de los tiburones / 198
El “cómo” del dominio imperial / 212
Las nuevas direcciones del Imperio / 214
11. La dinámica de la construcción del imperio y el dominio
imperial / 218
Las clases y el Estado en el imperio norteamericano / 219
Conflictos interimperialistas y nacionales de clases / 220

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La construcción del imperio: la omnipotencia a la vista
del observador / 225
¿El futuro del imperio? / 228
IV. LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA / 237
12. La dinámica de clases de la política antimperialista / 239
Los movimientos antimperialistas / 239
Las condiciones para el surgimiento de los movimientos
antimperialistas / 241
Los movimientos antimperialistas en una perspectiva histórica / 244
El antimperialismo en los Estados Unidos / 246
El imperialismo y la estructura de clases / 249
Organización de las clases y políticas antimperialistas / 252
Algunas cuestiones teóricas / 254
Movimientos y regímenes antimperialistas / 255
Los grandes movimientos sostenidos / 256
Tácticas y estrategia de los movimientos antimperialistas / 261
Reflexiones sobre los movimientos antimperialistas: hacia una
teoría / 265
13. Los movimientos sociales y el cambio de época: La conexión
europea / 267
Un movimiento para interrogar el pasado / 267
Pasos de avance y cuestiones por resolver / 269
“Vía campesina” contra “nuevo global”: el debate dentro
del movimiento / 274
El movimiento en pro de los palestinos: experiencias y lecciones / 276
La Europa imperial y la cuestión cubana / 279
Las relaciones entre los movimientos y los grupos europeos
de poder / 287
BIBLIOGRAFÍA / 291

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 1

I
UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL:
INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS
CRÍTICO

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2 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO

1. DE VUELTA A LO BÁSICO:
LOS INSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS

Algunas cuestiones críticas

El cambio que tuvo lugar en los años noventa del siglo XX después de la
caída de la Unión Soviética dejó su impronta en las décadas siguientes
de la humanidad. La expansión del sistema capitalista por todo el mun-
do se convirtió en un hecho concreto; aquella parte del mundo que había
ensayado un tipo diferente de desarrollo volvió atrás, y el sistema actual
penetró en todos los dominios económicos, sociales y geográficos im-
poniéndoles sus propias reglas.
Aquellos países que todavía se denominan socialistas tuvieron que
enfrentar esta nueva situación e introducir parcialmente relaciones capi-
talistas. China, cuyo socialismo cargado de contradicciones es comple-
jo y su resultado es aún incierto, también tuvo que adoptar este enfoque.
Queda por ver si como condición de su participación en la economía
global se verá forzada a seguir o será conducida por esta vía aparente-
mente capitalista o si será capaz de enfrentar el reto de la globalización
capitalista neoliberal. Estas cuestiones se debaten desde diferentes pers-
pectivas.
El mundo cambió de una situación bipolar a otra donde existen mu-
chos sujetos que se caracterizan por profundas contradicciones o modi-
ficaciones en sus Estados. Se trata de auténticas transformaciones que
guardan relación con las condiciones materiales en las que operan dife-
rentes “actores” internacionales y en las que las relaciones de poder
recíprocas y muy desiguales desempeñan un papel determinante.
En el escenario actual existe una pluralidad de sujetos o actores que
cuentan con un potencial económico, político, militar y nuclear que a
mediano plazo cuestionan las relaciones de poder heredadas del anterior
sistema bipolar.
En este escenario los Estados Unidos son, sin lugar a dudas, el prota-
gonista principal. Pero es evidente, como mostraremos más adelante,
que este país está perdiendo terrero en la esfera económica en relación
con sus principales competidores, en particular con la Unión Europea.
Está emergiendo un nuevo polo europeo como una gran potencia mun-

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 3
dial comparable a los Estados Unidos, aunque con muchas dificultades
y contradicciones.
Europa no es el único candidato potencial a convertirse en sujeto de
la competencia global. También China posee todos los requisitos subje-
tivos y objetivos para desempeñar este papel, aunque en este momento
no puede competir con las potencias occidentales y Rusia, aunque en lo
económico y militar no se iguala a los Estados Unidos, posee un arsenal
nuclear que heredó de la Unión Soviética. Esto sigue siendo un factor
importante en las relaciones internacionales, toda vez que refleja la es-
tructura de las relaciones de poder en este nivel. Rusia puede conservar
su papel gracias a sus vastas reservas de recursos naturales y a su capa-
cidad para producir energía.
Es este el nuevo escenario que surgió una vez que el sistema bipolar
llegó a su fin. Se trata de un mundo donde los Estados Unidos son la
potencia hegemónica, pero donde también nacen potencias nuevas en el
contexto de relaciones internacionales conformadas por el más reciente
viraje en el desarrollo capitalista. La competencia entre sistemas socia-
les diferentes es sustituida por la competencia entre potencias distintas
dentro de un mismo sistema capitalista mundial. Esta competencia, aun-
que habitualmente favorece a los Estados Unidos, prefigura una inesta-
bilidad internacional que constituye un reto para todas las posiciones
anteriores de dominio económico, político y militar. Los Estados Uni-
dos enfrentan ya un escenario en el que retienen la supremacía militar
pero pierden su superioridad económica y su hegemonía financiera.
Este cambio histórico en la situación internacional se interpreta de
diferentes modos, pero todas estas interpretaciones son apologéticas.
Para aquellos que contemplan el mundo desde la óptica de la “democra-
cia” liberal, esta multipolaridad que surge constituye una oportunidad
para restaurar el balance de fuerzas y con él un mundo mas armonioso
basado en la unión entre capitalismo y democracia. En este escenario,
las relaciones internacionales entre el Norte y el Sur se democratizan y
el desarrollo global, que solo el capitalismo puede garantizar después de
su victoria contra el socialismo, restringe las contradicciones de clase y
económicas. Es este el punto de vista que sustentan, ante todo, los
proeuropeos, quienes consideran que el mundo multipolar constituye
una oportunidad que Europa debe aprovechar para recuperar el papel
histórico que había perdido como consecuencia de la Segunda Guerra
Mundial. Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, nos ofrece
un ejemplo de esta visión del futuro. En sus recientes escritos ha ex-
puesto claramente su programa político, que depende de la necesidad
que tiene Europa de convertirse en una gran potencia en el nuevo siglo.
En una interpretación más “realista” (“geopolítica”) del futuro, el
mundo es un gran “tablero de ajedrez” donde las grandes potencias se
enfrascan en una partida política en la que está en juego el dominio o la
hegemonía mundial. Se asume que el sistema actual seguirá generando

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4 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
tasas adecuadas de acumulación de capital y crecimiento económico.
En esta cuestión, la interpretación “geopolítica” de los asuntos mundia-
les comparte el punto de vista “democrático liberal”. Por lo menos este
parece ser el argumento de aquellos que piensan que es posible determi-
nar el poder mundial por medios militares a un costo aceptable. La clase
dominante norteamericana y la administración Bush son los principales
partidarios de esta interpretación “geopolítica”. Este punto de vista se
apoya en el argumento de que la fuerza militar es necesaria para propor-
cionar una sombrilla de seguridad al sistema.
Pero existe también una tercera interpretación que, al tiempo que se
considera “antagónica” del argumento según el cual los Estados Unidos
deben proyectar su fuerza militar, acepta la noción de que el capitalismo
no tiene otras contradicciones internas con la excepción de una “multi-
tud” mítica que se considera la única fuerza capaz de transformar el
sistema actual. Nos referimos aquí a la teoría del “imperio” elaborada
por Toni Negri y Michael Hardt. Para ellos, la formación del “imperio”
es la fuerza motriz de un desarrollo capitalista que se caracteriza por la
superación del Estado-nación. No pretendemos analizar detalladamente
sus puntos de vista y nuestras diferencias con ellos.* En esta obra solo
destacaremos la contradicción que surge en los primeros capítulos, con-
tradicción que tiene que ver con la dimensión jurídica del sistema capi-
talista, y con el pensamiento burgués (y el pensamiento de Hardt y Negri
es completamente burgués). En realidad, la crisis en el funcionamiento
de virtualmente todas las instituciones que forman el orden mundial
neoliberal debería ser obvia. Pero estas son las mismas instituciones que
debían ser la fuerza motriz de un sistema global en el cual el capital
impondría su “imperio” al Estado-nación. Esto incluye a los Estados
Unidos, que aparece simplemente como un miembro, aunque el más
importante, de las Naciones Unidas. Pero la ONU —junto con la Orga-
nización Mundial del Comercio (OMC), la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y
el Banco Mundial (BM)— ha dejado de ser el lugar donde se median las
necesidades e intereses diferentes y orgánicamente recíprocos de las dis-
tintas fracciones del capital mundial. Por el contrario, como mostró la
agresión norteamericana contra Iraq, son esos los lugares donde los di-
ferentes actores defienden sus propios intereses en detrimento de los de
sus competidores a riesgo de irremediables rupturas. En los pasillos donde
se elabora la política norteamericana este problema se contempla como
una cuestión de “exageración imperial” y que exige adoptar un enfoque
más multilateral de los asuntos mundiales.
Estas diversas interpretaciones, que exponemos en términos muy ge-
nerales y sintéticos, son muy limitadas. Es más, son erróneas. Por un

* Véase M. Casadio, J. Petras, L. Vasapollo: Clash! Scontro tra potenze. La realtà della
globalizzazione, Jaca Book, Milano, 2004.

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 5
lado, no son más que un instrumento de los intereses internacionales y
sirven así de ideología dominante, entendida en su sentido clásico: como
un medio para generar una “falsa conciencia” en las masas, que son
objeto de una manipulación sistemática y planeada. Por otro —y aquí
tenemos en cuenta la teoría del Imperio—, nos parece que algunos ras-
gos exteriores de una fase específica del capitalismo se generalizan de
una manera inadecuada. Algunos aspectos fenomenológicos se tratan
como si fueran esenciales, cuando en realidad son transitorios y escon-
den procesos fundamentales del modo de producción capitalista. Los
efectos políticos de semejante concepción producen un “pensamiento
nebuloso”, es decir, una incapacidad para concebir alternativas exitosas.
En realidad, estas ideas no están subordinadas al Imperio sino, como
muestra la postura de Negri, a una parte de él, esto es, a la parte “demo-
crática” y “multipolar” que contradice la unidad del Imperio hipotético.
Por consiguiente, debemos desarrollar un análisis que preste más aten-
ción a los aspectos estructurales e históricos si aspiramos a interpretar la
naturaleza del imperialismo del siglo XXI. Este imperialismo se mani-
fiesta en formas materiales diferentes a las que analizara Lenin, aunque
conserva su esencia.
No enfrentamos entonces a una declinación de la capacidad del capi-
talismo para planificar que vuelve a generar viejos escenarios bajo for-
mas diferentes. Debemos reflexionar sobre esta declinación y sus causas,
sobre las razones por las que el capitalismo regresa a un estado anterior
que choca con los intereses de la humanidad.
También debemos verificar y fortalecer las categorías del análisis
marxista de la realidad que quedaron a merced de la ortodoxia y el
economicismo. Debemos actualizar y otorgar nuevo vigor a esas cate-
gorías y a nuestro análisis.

El imperialismo del siglo XXI:


hacia un análisis estructural
La excesiva importancia que el movimiento obrero y comunista le die-
ron a la dimensión estructural en el análisis del modo capitalista de pro-
ducción solía originar una perspectiva economicista que, al hacerse
dominante, se convirtió en fuente de serios errores políticos y teóricos.
Por otra parte, esta crítica, que nunca debió perderse de vista, no debe
ocasionar una subestimación de la importancia que tiene la dimensión
estructural como condición general del choque entre acciones y con-
ciencia.
Un análisis del imperialismo exige tomar en cuenta la teoría leninis-
ta, incluso cuando abordamos el imperialismo del siglo XXI partiendo de
consideraciones previas. Pero no debemos considerar los escritos de
Lenin como un dogma. Por el contrario, debemos tratar de comprender

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6 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
si los rasgos fundamentales que Lenin describiera siguen siendo válidos
en la fase actual.
Desde esta perspectiva, es claro que el proceso de concentración del
capital aún es una fuerza decisiva. Somos testigos del florecimiento de
las concentraciones industriales, comerciales y financieras en todos los
países capitalistas avanzados. En lo esencial, las compañías siguen es-
tando obligadas a forjar alianzas que producen un número cada vez mayor
de concentraciones. No solo tenemos en cuenta las concentraciones es-
paciales, sino también las de las propiedades y las finanzas.
Desde comienzos del siglo XX, tres han sido los picos en los procesos
de concentración técnica, concentración económica, concentración fi-
nanciera y, por último, concentración territorial. La primera tuvo lugar
entre 1897 y 1905. Durante este período, un promedio anual de 350
compañías desaparecieron como resultado de procesos de fusión. El punto
superior se alcanzó en 1898, cuando 1 208 compañías fueron adquiridas.
El segundo pico se registró a mediados del veinte del siglo XX, entre 1925
y 1929, cuando se fusionaron unas 4 500 compañías. El tercer pico se
alcanzó entre 1955 y 1968. Durante este período 1 114 compañías fue-
ron absorbidas y un número mayor de compañías prefirieron comprar
empresas ya existentes en lugar de crear otras. El proceso de concentra-
ción se detuvo después de las crisis del petróleo de 1974 y 1979. Pero ya
a partir de mediados de los años ochenta un número cada vez mayor de
firmas, incluidas las grandes, se fusionaron. Estos años se caracteriza-
ron por innumerables adquisiciones extranjeras como resultado de la
progresiva internacionalización de las actividades de las compañías.
Obsérvese que, mientras que en la década de los ochenta las grandes
adquisiciones y fusiones tuvieron lugar en el sector manufacturero, las
nuevas tienen rasgos diferentes debido a la apertura de nuevos merca-
dos, lo que a su vez guarda relación con la liberalización de las inversio-
nes y la circulación del capital. Esto ocurre sobre todo en el sector de los
servicios, lo que facilitó la expansión de las actividades de las firmas en
el exterior en virtud del tamaño de las compañías y del extendido ámbi-
to de las multinacionales en lo concerniente a la producción y la ubica-
ción. Hoy día las multinacionales prestan mucha mayor atención al capital
inmaterial en el proceso de producción y al nivel medio de desarrollo de
las zonas geoeconómicas.
Por ejemplo, un análisis de la concentración de las finanzas y la pro-
ducción muestra claramente que las compañías europeas tienden a fu-
sionarse con compañías —o a adquirirlas— fuera de las fronteras de los
Estados Unidos, aunque las reglas y los métodos de las fusiones y ad-
quisiciones varían de un país a otro. En los últimos años, donde más
adquisiciones tuvieron lugar fue en Francia, en términos del control de
propiedades conjuntas extranjeras. Suecia, Suiza, Alemania y Holanda
siguieron la misma política. El Reino Unido, por otra parte, es el merca-
do más fácil de conquistar. Por ejemplo, Nissan trasladó su división de

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 7
ensamblaje a ese país, mientras que ICL fue adquirida por Jujitsu con el
fin de incrementar su parte en el mercado de las computadoras. Las
alianzas entre Rover y Honda, y entre Volkswagen y Suzuki nacieron
con el fin de aumentar la producción y la rentabilidad a cambio del acce-
so a los mercados del Reino Unido y Alemania.
Por otra parte, la considerable concentración de grandes compañías
norteamericanas en la mayoría de los casos se debe a intensos procesos
de fusiones y adquisiciones. Nos enfrentamos a un dramático proceso de
concentración que no tiene paralelo histórico. Basta mencionar que en
solo un año, 1999, se realizaron 25 000 transacciones de este tipo.
Estas transacciones aumentaron un 14% en el 2000. Su importancia
se puede entender mejor si observamos su magnitud: 500 millardos* de
dólares en 1990, 2 500 en 1998 y 5 000 en el 2000. La burbuja especu-
lativa hizo algo más lento este proceso, pero se puede pronosticar que la
crisis de liquidez provocará una nueva ola de fusiones. Debemos seña-
lar también otro hecho importante: la “función decisiva” de los mono-
polios. Si consideramos las 274 compañías de la Unión Europea que
se encuentran entre las mayores del mundo, veremos que en el 2001 la
facturación de 18 compañías alemanas fue de 737 millardos de euros,
la de 24 compañías francesas alcanzó los 474 millardos de euros y la de
13 compañías italianas los 170 millardos.
Este fenómeno ocurre tanto en los Estados Unidos como en Europa y
Asia. Los procesos de concentración acelerada que afectan a todos los
grandes polos capitalistas condujeron a una economía mundial que se
encuentra cada vez más en manos de multinacionales. Poseen una infi-
nita capacidad para controlar el mundo, aunque esto tiene lugar en con-
sonancia con diferentes modelos organizativos y técnicos según el sistema
de la empresa y el tipo de capitalismo.
Debemos subrayar que debido a estos procesos de internacionaliza-
ción económica y relocalización productiva, los principales polos capi-
talistas se ven afectados por constantes fusiones, adquisiciones y
concentraciones financieras e industriales que suelen adoptar la forma
de procesos capitalistas que buscan agrandar su espacio de competen-
cia. En este contexto las multinacionales desempeñan un papel estraté-
gicamente fundamental. Es por ello que debemos destacar las fusiones y
adquisiciones relacionadas con la “nueva geografía” de los sectores y
propiedades de las multinacionales.
La competencia global y el desarrollo tecnológico influyó grande-
mente en la dirección, la dinámica sectorial y de ubicación, y la organi-
zación de los procesos productivos de las multinacionales. Pero la mayor
parte de las fusiones y adquisiciones debe relacionarse con las políticas
de privatización de estos últimos años. Por ejemplo, la mayoría de las
operaciones en el sector de las telecomunicaciones se realizaron en Bra-

* Un millardo = 1 000 millones. (N. de la E.).

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8 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
sil, donde casi todas las compañías de ese sector (por ejemplo, Telebràs)
fueron privatizadas. Un estudio reciente de la UNCTAD (sigla en in-
glés: United Nations Commission on Trade and Develpoment), que abar-
ca las fusiones y adquisiciones durante la década de los noventa, muestra
que el mayor crecimiento se produjo en el sector automovilístico, donde
también se pueden observar que las mayores fusiones y adquisiciones
ocurrieron a finales de esa década. En las telecomunicaciones se esta-
blecieron nuevas alianzas internacionales debido sobre todo a las re-
cientes liberalizaciones y privatizaciones que se llevaron a cabo en ese
sector en los principales países industrializados.
Asimismo, debemos recordar la fusión del capital bancario e indus-
trial que determinó la formación de la oligarquía financiera. Esto se
manifiesta, por ejemplo, en la parte porcentual de las compañías de se-
guros y bancos en las compañías industriales de los países más impor-
tantes de la Unión Europea. La sola compañía Allianz forma parte de 29
asociaciones industriales con un valor de 51 millardos de euros. Las
mayores son: Beiersdorf (38% de las acciones), Man (25%), Linde (11%),
Basf, RWE, Schering (10%), Bayer (7,5%). Las 10 asociaciones de
Dresner (que tienen un valor de 19 millardos de dólares) deben añadirse
a estas 29 después de que esta última se fusionó con Allianz. Las más
importantes son Heidelberg Zement (20%), Metallgeselschaft (12,6%),
Continental (11%) y BMW (5%). En cuanto al Deutsche Bank, sus 18 aso-
ciaciones con un valor de 22 millardos de dólares incluyen a Holzmanb
(15%), Metallgeselschaft (13%), Daimler Chrysler (12%), Linde (10%),
Heidelberg Zement (8,7%) y Continental (8%). Commerzbank (que ocupa
el último lugar con una participación de “solo” 7,3 millardos) posee
partes importantes en Thyssen-Krupp (18%), Linde (10%), Man (6,5%)
y Holzman (4,9%). La globalización en curso del sistema capitalismo,
tal como ocurría en época de Lenin, se caracteriza por el predominio de
las exportaciones de capital sobre las de mercancías. Podemos asegurar,
sin temor a que se nos contradiga, que en el paradigma productivo ac-
tual los países capitalistas importan mercancías de los dominados pero
conservan su predominio gracias a su supremacía financiera y sus ex-
portaciones de capital.
Después de la crisis internacional, las grandes potencias económicas
tuvieron que acelerar las reformas de los mercados financieros y mone-
tarios internacionales interviniendo en la política monetaria y reducien-
do repetidamente las tasas de interés, y de ese modo obtener un poder
absoluto sobre los “países en desarrollo” y controlarlos política y eco-
nómicamente.
El crecimiento económico de algunos de estos países se debió a los
procesos de acumulación y cambio tecnológico que originaron un nue-
vo modelo de dependencia económica y financiera en los dos grandes
bloques económicos, los Estados Unidos y la Unión Europea. La mo-
derna reproducción en gran escala del aparato industrial se basa en las

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 9
importaciones de maquinaria, herramientas y productos terminados. El
gran nivel de importaciones inherente a este modelo de crecimiento, la
falta de dinamismo de los sectores exportadores, las relaciones de in-
tercambio desigual, la dinámica de las Inversiones Extranjeras Direc-
tas (IED), los movimientos del capital financiero y la repatriación de las
ganancias son algunas de las causas del desequilibrio macroeconómico
y de la tendencia constante hacia los déficit en la balanza comercial.
Este último se trata de resolver recurriendo a la deuda externa y al capi-
tal extranjero como medio de conseguir un equilibrio en la balanza de
pagos. Este modo de acción económica determina cada vez más las po-
líticas monetaristas y neoliberales, aunque no afecta las causas más pro-
fundas del desequilibrio en la estructura de producción, por lo que
incrementa el déficit comercial.
Muchos gobiernos de los países en desarrollo, debido a que aceptan
las recomendaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Interna-
cional, siguen aplicando políticas de “ajuste estructural”, abren sus mer-
cados a un ritmo acelerado, privatizan las empresas estatales, desregulan
la economía y recurren a políticas antinflacionarias. Las primeras con-
secuencias de estas políticas son la reducción de los salarios reales, el
aumento del desempleo, la desindustrialización, la ausencia de inver-
siones reales y productivas financiadas por el capital nacional y, por
tanto, la mayor dependencia respecto de los grandes bloques económi-
cos. Además del incremento de la deuda externa y del empleo del capi-
tal extranjero, aumentan la rentabilidad de este y la repatriación de las
ganancias lo que, por consiguiente, se traduce en el desequilibrio del
sector exportador. El refinanciamiento de la deuda acumulada ocasiona
una entrada cada vez mayor de capital extranjero.
Lejos de desacelerar la descapitalización, todo esto ayuda a financiar
un desarrollo dependiente con la ilusión de conseguir ventajas durade-
ras. Pero a fin de mantener los niveles de rentabilidad se estimulan, tanto
el empleo del capital extranjero, como la dependencia de las estructuras
y los equipos foráneos, se explota cada vez más a los trabajadores, se
reducen las inversiones públicas y se aplican políticas restrictivas. Por
lo tanto, los países en desarrollo, a través de sus gobiernos (que también
son clientes de la gran potencia), entran en un círculo vicioso de depen-
dencia tecnológica y financiera que no hace más que elevar la deuda
externa y hacer más difícil la supervivencia de poblaciones enteras.
Los procesos de globalización de la economía y, dentro de ellos, el
papel dominante de las finanzas se le imponen al Tercer Mundo junto
con nuevas formas de la acumulación flexible. A la luz de lo expuesto
anteriormente, estos procesos se convierten, junto con la turbulencia de
los mercados, en factores sumamente importantes que pueden influir
decisivamente en los procesos de toma de decisiones relacionados con
la creación de valor mediante las inversiones y, de una manera más ge-
neral, con la acumulación.

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10 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
La tendencia hacia el predominio de las finanzas en la economía nun-
ca ha sido tan fuerte. Si existe un mercado global no es este el de la
fuerza de trabajo y las mercancías. La política de barreras comerciales
es cada vez más fuerte pero los mercados de capital se desregulan y
liberalizan sin cesar.
Desde la década de los ochenta, la especulación financiera recobró
fuerzas y volvió a convertirse en un protagonista en la escena mundial.
En la de los noventa, los movimientos de capital internacional se em-
plearon para generar crisis en algunas zonas económicas. El comienzo
tuvo lugar en 1995. Ese año marcó la subordinación de México a los
Estados Unidos. La crisis de 1998-1999 la siguió. Abarcó los países
asiáticos, Rusia y, sobre todo, Japón. Este último dejó de ser un protago-
nista económico internacional para convertirse en un sujeto secundario
del escenario mundial. Este retroceso contuvo las ambiciones que tenía
Japón de convertirse en centro del bloque económico asiático, un obje-
tivo que databa de la década de los noventa.
El dominio del capital financiero en el imperialismo del siglo XX re-
sulta evidente y algunos datos lo demuestran fácilmente. Es bien sabido
que los flujos financieros actuales son un múltiplo de los flujos comercia-
les. Por ejemplo, en 1998 el movimiento diario de capitales en el mundo
era de unos 2 000 millardos de dólares. Pero solo 1/50 o quizás incluso
un 1/100 de esta cifra tenía relación con el comercio. El incremento de
estas cifras es muy importante. Calculadas sobre una base de treinta
años, las transacciones financieras fueron de 10-20 millardos de dólares
diarios en 1970, de 80 millardos en 1980, de 500 millardos en 1990 y,
como ya se mencionó, de 2 000 millardos de dólares en 1998.
Por último debemos mencionar que, después de la caída de la URSS, la
recomposición de las zonas mundiales de influencia recobró velocidad.
Ya mencionamos el cambio trascendental que tuvo lugar en la década de
los noventa hacia un mundo multipolar. En este, además de las diferen-
tes relaciones de poder, cada Estado dominante hace lo posible por ob-
tener mayores cuotas de riqueza y se reorganiza más allá de su dimensión
nacional. Esta nueva subdivisión del mundo, diferente de la subdivisión
colonial del siglo XIX, tiene una función central. De hecho, la división
actual, o lo que sería más exacto, el reparto del mundo no sólo define las
zonas de influencia de las distintas unidades imperialistas, sino también
traza nuevas configuraciones estatales y geopolíticas cuyos contornos
surgen de una manera cada vez más claras mediante la constitución de
varios bloques económicos de zonas y alrededor de las potencias
hegemónicas. Esta situación ocasiona cambios estructurales tanto en los
países imperialistas como en los dominados. Aparece entonces una inte-
gración más orgánica, diferente a la colonial, que no hace desaparecer
los Estados-naciones. Por el contrario, determina un desarrollo históri-
camente nuevo que no está encaminado a la constitución del llamado
“Imperio”, sino hacia la nueva configuración del imperialismo actual.

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 11
Los bloques económicos

La crisis de la economía internacional entró en una nueva fase cuyo


rasgo fundamental consiste en que los Estados-naciones se hacen respon-
sables del curso del conflicto entre diversas burguesías nacionales. De
este modo el conflicto económico se traslada al plano político y militar.
El estallido del conflicto político entre las grandes potencias y la posi-
bilidad de que se desencadene una guerra provocarán inevitablemente
la movilización subjetiva de las grandes masas alrededor del tema de la
paz y la justicia internacional. La tarea de los intelectuales consiste en
interpretar las tendencias objetivas del desarrollo capitalista y contri-
buir a dar forma a los anhelos de paz y justicia.
El conflicto entre las principales zonas de desarrollo capitalista (América
del Norte, Europa Occidental y Japón) por la distribución del poder
económico entre esas zonas se han mantenido durante años. Hasta 1966,
el valor de la producción industrial de los Estados Unidos era mayor
que el de Europa Occidental y Japón juntos. Pero, desde 1975 es menor
que el de la sola Unión Europea. Este conflicto proviene del intento de
los Estados Unidos por incrementar su cuota o, en todo caso, hacer más
lenta la disminución de su importancia económica en el mundo.
El continuo debilitamiento del potencial económico norteamericano
implicaría eventualmente que los Estados Unidos son incapaces de se-
guir controlando los instrumentos de regulación (por imperfectos que
estos sean) del proceso de producción, intercambio y acumulación de la
economía internacional, es decir, el control del suministro de la divisa
internacional, de los flujos financieros internacionales y de las reglas
del intercambio internacional. La pérdida de este control se añadiría a
la de su importancia económica y reduciría la economía norteamerica-
na a una condición de subordinación en relación con los impulsos pro-
venientes de la economía internacional. Podría también surgir el
peligro de que otro se apropiara del control de los instrumentos de
la regulación capitalista internacional, lo que infligiría grandes
daños al capitalismo norteamericano. Estos párrafos se extrajeron de
un trabajo titulado La fragmentación de la economía mundial, escrito
a comienzos de la década de los ochenta por Riccardo Parboni, un eco-
nomista que falleció a finales de esa década.
La interpretación de Parboni enfoca correctamente las contradiccio-
nes que habrían determinado los subsiguientes acontecimientos y el cam-
bio histórico del desarrollo capitalista. En aquel momento era imposible
prever el momento y las formas de este cambio, pero si era posible dis-
cernir sus tendencias.
Con el surgimiento de las contradicciones entre las grandes potencias
capitalistas, que se manifestaron por primera vez desde la terminación
de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y otros países en-

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12 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
frentan el problema de cómo abordar esta nueva situación y su amenaza
potencial para toda la estructura de la sociedad capitalista. Esto coinci-
de con la hipótesis de Parboni en cuanto a las movilizaciones en favor
de la paz, que describía escenarios que no se materializarían en las for-
mas y el momento hipotéticos.
El capitalismo sale de esa situación siguiendo políticas específicas.
Solo podemos esbozarlas sin llegar a una descripción y un análisis deta-
llados. La primera es un cambio radical del aparato productivo tanto en
los países “centrales” como en el que se acostumbra llamar Tercer Mun-
do. Este cambio se produjo mediante el desmantelamiento de las enor-
mes fábricas fordistas en las naciones imperialistas, la descentralización
y la relocalización de la producción, y el desarrollo de grandes redes de
actividades de servicios, distribución y financieras. Estos, los sectores
más avanzados de la producción y la mercadotecnia, utilizaron la revo-
lución científico-técnica de esa época mediante el desarrollo de la tec-
nología de computación, la automatización y sus aplicaciones prácticas.
Este proceso de reorganización y de desarrollo tecnológico iba acompa-
ñado de una política antiobrera que desmantelaba lenta pero inexorable-
mente las conquistas jurídicas y económicas conseguidas por las luchas
de la clase obrera en la década precedente.
En los países imperialistas se llevó a cabo una profunda reestructura-
ción social a través del predominio de las finanzas en la economía después
de la crisis de la década de los setenta. Gracias a estas reorganizaciones,
las ganancias —que estuvieron jadeando después de años de constantes
crisis y reestructuraciones— aumentaron como resultado de las privati-
zaciones, los recortes de gastos sociales y el despojo de los fondos de
pequeños ahorristas. Las políticas en los antiguos países del Tercer
Mundo tenían los mismos rasgos que las de los países imperialistas,
aunque desde el punto de vista cuantitativo parecían robos feroces. En
particular, la política de deuda externa que proponían el FMI y el Banco
Mundial consiguió forzar a países y zonas enteras de los continentes a la
miseria más oscura y desesperada.
Por último, los Estados Unidos, con el fin de conservar su hegemonía
en el mundo occidental, comenzaron una política agresiva contra la Unión
Soviética basada en el incremento de los gastos militares —que funcio-
nó también como ayuda a una economía de pobre desempeño— y la
supresión de la autonomía de otros países en sus relaciones con los paí-
ses socialistas. La administración Reagan primero y la de Bush después
hicieron suyas esta política.
Los efectos de las elecciones que se hicieron después de que volvie-
ron a aflorar las contradicciones interimperialistas han permanecido a la
vista de todos durante los últimos 15 años: la desaparición del campo
socialista que tenía su centro en la Unión Soviética (desaparición que
fue facilitada por la incapacidad de los grupos dirigentes de los países
socialistas), el resurgimiento de la hegemonía capitalista —que actualmen-

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 13
te es indiscutible— y un fuerte repliegue de la clase obrera internacio-
nal y de los países “periféricos” (que incluye a los países del Tercer
Mundo y a los que fueron socialistas).
Esta nueva e inesperada situación determinó en la década de los no-
venta un crecimiento cuantitativo del mercado, el control de las econo-
mías planificadas y la continuación de la revolución científico-técnica,
lo que permitió arribar a una fase de recuperación económica general.
Estos procesos permitieron márgenes económicos y financieros más
amplios que impidieron la caída de las ganancias y propiciaron una fase
de concertación internacional, esto es, de mediación entre las grandes
potencias bajo el liderazgo de los Estados Unidos. La administración
Clinton fue la forma más completa de esta política.
La nueva situación internacional no afectó las tendencias que habían
surgido en la década de los setenta. En lo que respecta a la ideología, la
homogeneidad de los puntos de vista es tal que ahora se habla de “un
solo punto de vista mundial” y de un mundo unipolar bajo la hegemonía
norteamericana. Pero los procesos reales fueron harto diferentes. La
década pasada fue testigo de la materialización de una serie de factores
que caracterizan ahora el escenario “multipolar”.
El primero y más relevante fue el nacimiento del euro. Este no es solo
un medio de intercambio que se emplea en un mercado mayor que el de
los Estados Unidos, sino también y, sobre todo, una divisa internacional
de reserva que compite con el dólar y socava la situación financiera de
este. Está también la transformación de China de fabricante de produc-
tos industriales en sujeto económico internacional capaz de amenazar la
supremacía norteamericana. Este desarrollo es parte de un escenario
económico en el Lejano Oriente que está afectado por el estancamiento
de Japón. Este estancamiento no solo es producto de las políticas de ese
país, sino también de la agresiva política económica de los Estados Uni-
dos. De hecho, hacia finales de la década de los noventa, los Estados
Unidos desencadenaron y dirigieron una serie de crisis financieras con
la inapreciable ayuda del FMI. Entre estas crisis tuvo importancia la que
puso de rodillas la economía japonesa. Hasta la década de los noventa
Japón se consideraba una amenaza para los Estados Unidos.
Las contradicciones interimperialistas no solo se manifestaron en el
campo económico, sino también en el militar. Las guerras constantes y
las intervenciones militares del siglo XX (desde la primera intervención
en Iraq hasta la agresión contra Yugoslavia) fueron calificadas de accio-
nes humanitarias por la ONU, los países occidentales y la OTAN. En
realidad esconden una feroz competencias por zonas de influencia liga-
das a intereses económicos (el control de materias primas como el pe-
tróleo), por zonas estratégicamente importantes para el transporte y las
conexiones geográficas o por zonas geopolíticas como los Balcanes y
Europa Oriental que son decisivas para la construcción de una Europa
fuerte.

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14 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
Así pues, en los últimos treinta años, el panorama internacional sufrió
modificaciones radicales que fueron resultado no tanto de conflictos mi-
litares y políticos que ciertamente ocurrieron y que también fueron im-
portantes. Por el contrario, fueron el efecto de un hondo cambio que
afectó profundamente a aquellos sujetos que lo provocaron. Los sujetos
del imperialismo moderno proceden de estos desarrollos. No son solo
los Estados-naciones, sino también los bloques económicos. Estos últi-
mos son polos imperialistas que marchan hacia una integración cada
vez más estricta mediante constantes reestructuraciones, cuyas formas
políticas e institucionales no serán las mismas que en el pasado.
Este cambio posee sólidos fundamentos. El primero de todos es la
integración internacional de la producción alrededor de los centros del
desarrollo imperialista. La relocalización de las fases más avanzadas de
la producción en el centro de los bloques económicos, la investigación
científica y tecnológica, la concentración de la mercadotecnia principal-
mente en los mercados más desarrollados, la producción de mercancías
de baja composición orgánica del capital en la periferia, donde los cos-
tos laborales son los más bajos y el desarrollo de sistemas de informa-
ción que aceleran todo lo posible la circulación de mercancías son
manifestaciones del impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas
durante las últimas décadas, un desarrollo que el capital fue capaz de pro-
piciar justo en el momento en que la crisis era más aguda.
Este desarrollo, sobre todo en sus momentos más dinámicos, no se
caracteriza ya por la producción estandarizada de mercancías, como fue
el caso hasta la década de los setenta del siglo XX, sino por las grandes
redes de servicios como las telecomunicaciones, la energía, el transpor-
te, la capacitación, es decir, la investigación científica, y las finanzas.
Todo esto necesita el papel vital del Estado, a diferencia de la ideología
neoliberal que proclama la eliminación del Estado por la mano reguladora
del mercado. El desarrollo actual de las fuerzas productivas no origina
un gobierno mundial indefinido e improbable. Por el contrario, las fun-
ciones estatales deben ajustarse tanto cuantitativa como cualitativamente,
o sea, no pueden ser las mismas que ejercía en los siglos XIX y XX. El
surgimiento en todas las zonas del planeta de bloques económicos debe
verse dentro de este marco.
La tendencia a la constitución de zonas monetarias se ve reforzada
también por la creciente inestabilidad de los mercados financieros, que
es empleada y fomentada por los Estados Unidos a través de las políti-
cas criminales del FMI y el Banco Mundial con el fin de conservar el
señoraje internacional del dólar. Por otro lado, con el euro no ha sido
posible iniciar procesos especulativos que crearían problemas similares
a los que sufrió Japón después de la crisis financiera de 1999. Esto tam-
bién es válido para la moneda china El gobierno de Pekín no intenta
someter su moneda a la “dinámica del mercado” porque desea impedir
que los Estados Unidos intenten realizar maniobras financieras con el

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 15
fin de crear problemas a la competitividad china. Además, la creación
de zonas monetarias regionales fortalece los gigantescos procesos de
concentración monopolista y de racionalización entre las compañías.
El desarrollo integrado de los aparatos productivos, la formación de
zonas monetarias homogéneas, el manejo de los flujos migratorios den-
tro de los bloques económicos emergentes y los intereses geopolíticos
determinados por las diferentes ubicaciones geográficas son los elemen-
tos que fomentan la formación de nuevos sujetos imperialistas, los pro-
tagonistas de la actual competencia global.
La creación de la Unión Europea, el NAFTA (sigla en inglés: North
American Free Trade Agreement), los intentos de los Estados Unidos de
imponer un acuerdo de libre comercio en el continente americano, el
proyecto MERCOSUR y los propósitos de Japón en Asia son procesos
todos relacionados con proyectos esencialmente comerciales y econó-
micos. Pero, al mismo tiempo, estos procesos constituyen una primera
respuesta al desarrollo de las fuerzas productivas y al fuerte incremento
de la productividad social resultante, que obligan a las distintas fraccio-
nes del capital internacional a competir entre sí.
Por supuesto, estos procesos tienen una naturaleza compleja y no son
automáticos, sino resultado de elecciones subjetivas. Son respuestas a
una necesidad objetiva. Esta respuesta debe ubicarse dentro de un con-
texto histórico objetivo, como un aspecto de las posibilidades creadas
en el interior de ese contexto. Sería erróneo dar por hechos resultados
que en la actualidad solo se pueden vislumbrar. Lo que ahora contem-
plamos es un cambio global que afecta a aquellos asuntos, no solo eco-
nómicos sino también institucionales, que cobran forma estimulados por
las condiciones de operación específicas de los diferentes bloques.

La teoría del valor y el imperialismo

Nos encontramos ante una nueva fase del imperialismo que paradójica-
mente es igual y diferente a la del siglo XIX, basada en la supremacía de
los Estados-naciones. Vale la pena repetir de nuevo que la fase actual
del imperialismo no está relacionada exclusivamente con la beligeran-
cia militar, sino fluye a partir de los desarrollos económicos, sociales,
políticos e institucionales globales de la sociedad capitalista. Si toma-
mos esta observación como premisa podemos deducir la estrecha rela-
ción que existe entre la dinámica interna del sistema capitalista y los
inevitables períodos de crisis que destruyen el capital excedente. La causa
del actual drama humano y social la constituyen los acontecimientos
militares y económicos que el nivel de “desarrollo” presente genera.
A fin de interpretar la recurrencia cíclica de las crisis interimperialis-
tas debemos destacar la dinámica interna de este sistema social y partir
del análisis de Marx, en particular, de su teoría del valor y de la subsi-

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16 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
guiente teoría de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Uno
de los aspectos débiles del movimiento revolucionario de las últimas
décadas ha sido el abandono de una investigación teórica completa y la
repetición de fórmulas aparentemente desgastadas.
Retornar a los altos niveles de la teoría de Marx, ubicarla dentro de la
teoría del valor por el trabajo, el incremento histórico de la composición
orgánica del capital, la tendencia decreciente de la cuota promedio de
ganancia, la mayor competencia, primero, entre los sectores producti-
vos y, después, entre los países imperialistas: son estos los elementos
que constituyen una guía teórica que debe utilizarse para analizar la
realidad actual, el cual nos permite entender concretamente una crisis
cuyos aspectos estructurales y severidad ocultan las ideologías oficia-
les. Las crisis se reproducen a sí mismas sobre la base del DNA de la
sociedad capitalista. Mientras existan condiciones para el crecimiento
económico esta formación social genera un desarrollo general y su pro-
pia hegemonía. Pero, tan pronto emergen sus contradicciones funda-
mentales, la competencia intercapitalista no puede hacer otra cosa que
no sea enfrentar a los principales países entre sí.
Los intereses de los países imperialistas comenzaron a divergir en la
década de los setenta del siglo XX cuando, después de una dilatada fase
de crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, el
desarrollo llegó a su fin. En ese punto comenzaron a sentirse los efectos
de la caída de la cuota promedio de ganancia. En consecuencia, no solo
la competencia económica —como señalamos antes—, sino también la
competencia militar y política se hicieron más enconadas. Esto marca el
comienzo de una fase de conflicto que genera, en la década de los ochenta,
la primacía de las finanzas en la economía, la criminal explotación de
los países dominados mediante las políticas de deuda externa y desarro-
llo desigual, y las políticas norteamericanas en favor del señoraje del
dólar que tenían por objetivo mantener a los demás países imperialistas
en una posición subordinada. En otras palabras, los problemas de valo-
rización del capital doméstico se reprodujeron fuera de las economías
nacionales. Esto originó una fuerte competencia global y, en última ins-
tancia, probabilidades mucho más concretas de guerras, como quedó
demostrado por las guerras de la década de los noventa y, particular-
mente, por la agresión de los Estados Unidos contra Iraq en el 2003.

¿Llegó de nuevo a su fin la Belle Epoque?

Abordar el problema del imperialismo exige analizar los datos econó-


micos, las tendencias generales y las relaciones entre las grandes poten-
cias, así como —en los comienzos del siglo XXI— tratar de entender la
dinámica histórica que engendró el capitalismo y su evolución. La capa-
cidad de interrogar el pasado a fin de interpretar la dinámica más pro-

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 17
funda es un elemento decisivo que han de tener en cuenta los que se
plantean la tarea de transformar la sociedad actual. La crisis del comu-
nismo en el siglo XX no demostró que el capitalismo es eterno. Por el
contrario, mostró que el proceso revolucionario es mucho más prolon-
gado que lo que habíamos anhelado y creído a partir de las monumenta-
les victorias de los movimientos obreros y antimperialistas de la década
de los sesenta. Desde este punto de vista resulta evidente que la segunda
mitad del siglo XX fue un período “bloqueado” en el que la amenaza
mortífera del comunismo unificó el mundo capitalista bajo la hegemo-
nía del imperialismo norteamericano.
Esto fue posible gracias a los amplios márgenes de crecimiento que
surgieron después de la Segunda Guerra Mundial y a la indudable habi-
lidad política estratégica de las clases dirigentes occidentales. Ellas fue-
ron capaces de contener y obstruir la más directas expresiones de los
“espíritus animales” del capitalismo y de las contradicciones fundamen-
tales que dieron origen al período revolucionario anterior.
Podemos comparar la fase actual con las décadas de finales del si-
glo XIX y comienzos del XX, un período de fuerte desarrollo capitalista.
Son muchos los elementos comunes, pero podemos partir del prolonga-
do período de crecimiento que comenzó en 1873 y llegó a su fin a me-
diados de la década de los noventa del siglo XIX y se conoció como la
“gran depresión”. Este período puso en movimiento un proceso profun-
do de reorganización tecnológica, productiva, social y estatal que en lo
sucesivo generaría la evolución de los Estados-naciones hasta adoptar
las formas que conocemos hoy. Esa transformación originó una recupe-
ración económica que duró hasta 1913 y que, aunque ciertamente pro-
dujo desarrollo, condujo a la Primera Guerra Mundial y a la matanza de
toda una generación de europeos. Los apologistas de la globalización no
deben olvidar que esta no es nueva en el capitalismo, toda vez que fue
característica de muchas décadas y produjo, como en el caso del período
antes mencionado, la eliminación de sectores económicos como el sec-
tor agrícola de esa época. Durante este período también tuvo lugar una
larga fase de intenso desarrollo tecnológico, que incluso pudo haber
sido más importante que el actual, así como de crecimiento del comer-
cio internacional y del capital financiero. Este desarrollo sobrepasó las
esferas productiva y económica, modificó los equilibrios estratégicos
entre los Estados y desafió la primacía del Reino Unido en el siglo XIX
en competencia con el emergente poder de los Estados Unidos y, en el
viejo continente, con Alemania.
El surgimiento de la idea del imperialismo condujo a una transforma-
ción fundamental de la conciencia política europea. El primero en per-
cibirlo fue el liberalismo. Resultaba difícil que el pensamiento liberal
clásico —que propugnaba la mayor restricción posible de la interven-
ción estatal y argumentaba que la mejor forma del orden económico

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18 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
eran las leyes “naturales” del libre cambio— aceptara que el Esta-
do, mediante una amplia política expansionista, tenía que desbro-
zar el camino de la economía hacia los territorios de ultramar. Pero
el espíritu de ese período era más fuerte, por lo que aun los libera-
les no demoraron en descubrir sus inclinaciones imperialistas. En
tiempos tan lejanos como la última década del siglo XIX surgió el
imperialismo liberal bajo el liderazgo de Lord Rosebery. Los libera-
les rompieron sensacionalmente con la tradición de los Gladstones
y no fueron menos que los conservadores en lo concerniente a su
voluntad de anexar nuevos territorios al Imperio británico.
Este pasaje, tomado de The Age of Imperialism (1999) de W. J.
Mommsen, muestra que el gran crecimiento de los países capitalistas en
ese período era tanto cuantitativo como cualitativo. Esta transformación
tomó la forma de cambios en la ideología dominante en lo relacionado
con la confianza en el poder de la “mano invisible” del mercado en tanto
que ley general, y en el papel del Estado en las aventuras imperialistas
de esa época. Esto constituyó una ruptura con la visión que fue inheren-
te al capitalismo, especialmente al capitalismo inglés, durante todo el
siglo XIX.
También hoy se puede observar un cambio ideológico parecido, lue-
go de un período de denuncias, tanto del comunismo como de las ideas
de Keynes sobre la intervención pública en la economía. Después del
ataque a las Torres Gemelas, los partidarios más convencidos del libera-
lismo y la desregulación reevaluaron rápidamente el papel económico
del Estado y el gasto deficitario. En los Estados Unidos se tomaron al-
gunas medidas que reflejaban este cambio: desde una reducción nunca
vista de las tasas de interés hasta un incremento en los gastos militares,
desde los subsidios directos a las compañías hasta una enorme reduc-
ción de impuestos, sobre todo para el capital.
La semejanza histórica entre los cambios ideológicos en los países
imperialistas es muy revelador debido a que muestra los cambios reales
en la estructura productiva y en los bloques de poder que son los prota-
gonistas en el escenario mundial. Lo que se ha puesto de manifiesto hoy,
al igual que en el siglo XIX, es que la economía capitalista solo puede
crecer en lo fundamental a través de los gastos militares.
Cincuenta años de crecimiento capitalista constituyen un período muy
prolongado. En él, las contradicciones internas surgen como una ten-
dencia histórica, sin que importe cómo son demoradas, contenidas o
restringidas. Cuando las ganancias disminuyen no existe otra vía que no
sea la intervención estatal en forma de gastos militares. Esta es una con-
tratendencia económica, un instrumento para resolver, en la actualidad
de una manera indirecta, los conflictos interimperialistas. Es preciso
subrayar que hoy día los gastos militares son un instrumento que solo
tiene validez para los Estados Unidos. Es obvio que esto no se puede

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 19
emplear como un argumento para separar los malos Estados Unidos de
los buenos Estados Unidos, pero es útil para precisar los rasgos de la
fase actual.
Esta comparación histórica no se propone sugerir esquemas interpre-
tativos en los que los resultados de una determinada fase son una con-
clusión precedente. Por el contrario, deseamos subrayar que las cuestiones
fundamentales que surgen están estrictamente interrelacionadas con la
naturaleza del imperialismo. Estas dinámicas ni se pueden eliminar de
la realidad ni de la evaluación de las perspectivas de la lucha de clases y,
de un modo más general, de toda la humanidad.
Sabemos cómo el capitalismo salió de la fase anterior: a través de
treinta años de guerras y de una profunda crisis que solo llegó a su fin
con la Segunda Guerra Mundial. Lo que no sabemos es cómo podrá salir
de la fase actual. Las interpretaciones deterministas son inútiles para la
acción práctica y resultan dañinas a quienes las realizan; pero lo seguro
es que marchamos hacia un período en el que se exacerbarán las contra-
dicciones y los conflictos. En consecuencia, la hegemonía capitalista de
los últimos 15 años, determinada por el llamado pensiero unico, una
visión del mundo sin alternativas, será seriamente cuestionada.

La crisis de la hegemonía

El empleo de la guerra como volante de la economía capitalista no es


nuevo, ya que en otras ocasiones ha sido utilizada por los Estados Uni-
dos, el poder hegemónico capitalista, que hasta la década de los noventa
del siglo XX se consideraron la “locomotora” de la economía mundial.
Desde la guerra de Corea, que hizo posible que Japón se recuperara de
su crisis, hasta Viet Nam, la Guerra Fría y, por último, la Guerra de las
Galaxias de Reagan, la actividad económica que los episodios bélicos
de la segunda mitad del siglo XX inducían benefició de diferentes mane-
ras a todo el mundo occidental.
La diferencia no consiste en que se recurra a los gastos de guerra. Por
el contrario, hoy día el keynesianismo militar no funciona ya como vo-
lante general, ya que beneficia únicamente a los grupos de poder norte-
americanos. Esto modifica las relaciones dentro del campo imperialista
y produce, obviamente, agudos conflictos que, a su vez, son una condi-
ción del ulterior crecimiento de la economía de guerra. Pero todo esto
es, sobre todo, un síntoma evidente de una crisis de hegemonía no solo
en los Estados Unidos sino también en el conjunto del sistema, toda vez
que muestra los límites de un desarrollo que dejó de ser progresivo.
El papel que desempeña y las grandes dimensiones de la producción
de armamentos implica un cambio en la naturaleza de la burguesía inter-
nacional, que se convirtió, de clase dirigente capaz de ser una fuerza
conductora, en clase dominante. Desaparece el espacio para la media-

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20 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
ción y todo se subordina a la valorización del capital mediante el empleo
siempre creciente de medios coercitivos, incluso al precio de valores
universalmente apreciados como la paz.
Los signos de advertencia de esta crisis no solo están dados por la
importancia de la economía de guerra, sino también por otros síntomas
que conciernen al conjunto de la sociedad capitalista en la fase actual de
la globalización.
El primero y principal es el uso de la ciencia con el fin de incrementar
las ganancias. Es cada vez mayor la divergencia entre las posibilidades
de la ciencia y su empleo capitalista, lo que engendra consecuencias que
ni siquiera las clases dominantes pueden controlar: desde los desastres
ecológicos, hasta la manipulación genética de los alimentos y el llama-
do mal de las vacas locas. Los resultados de este desarrollo torcido afec-
tan la vida diaria de la población y transforman una contradicción potencial
en un problema político insoluble que socava la credibilidad del sistema
social actual. El riesgo de que la muy elogiada autorregulación del mer-
cado aparezca como lo que es: un mito y un engaño se contrarresta
degradando la ciencia en técnica. Este proceso se inicia ya en la ense-
ñanza, mediante la privatización de la investigación científica y las uni-
versidades y la apelación al misticismo en sus variadas formas. En este
sentido, el empleo de los medios masivos como espectáculo es de funda-
mental importancia y crea una superstición moderna cuyo fin es impedir
que la gente tome conciencia de las posibilidades que ofrece un tipo de
ciencia no sometida a las necesidades del capital.
Otro indicio de las dificultades que el capitalismo enfrenta cuando se
presenta como el único modelo viable es la situación social en el mun-
do. La reorganización internacional de la producción deslocalizó y
reubicó esta y transformó a grandes masas de campesinos en proletaria-
do urbano y en clase obrera de los países no imperialistas; pero también
hizo superfluas a masas de personas que el capital no puede emplear, ni
siquiera como fuerza de trabajo.
Nos referimos a la destrucción humana y social en África subsahariana,
donde la vida humana nada vale y lo que cuenta es el control de las
materias primas y los alimentos. Nos referimos también a ese grupo de
países situados entre el Estado de Israel y Asia Central, la Unión Sovié-
tica incluida, donde el control del petróleo es de vital importancia para
las grandes potencias y cuyas poblaciones e incluso los Estados se con-
virtieron en un “costo inútil”.
Las guerras civiles en África, la destrucción sistemática de las fun-
ciones políticas y sociales de sus Estados provocada por el SIDA, la
destructiva presencia militar de Israel en el Oriente Medio, las interven-
ciones militares en Iraq y Afganistán y la penetración imperialista en los
Estados de Asia Central son hechos que muestran cómo los Estados y
las poblaciones son eliminados materialmente, en la medida de lo posi-
ble, si dejan de ser útiles para la producción de mercancías, como mer-

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 21
cados de consumo, o para satisfacer necesidades geopolíticas que no
pueden delegarse más en las clases gobernantes locales.
Ningún pietismo occidental ni ninguna misión humanitaria empren-
dida por alguna organización internacional o no gubernamental puede
ocultar lo que en realidad es un genocidio planificado, mucho mayor
que el cometido por el nazismo contra los judíos en la Segunda Guerra
Mundial. Resulta evidente que la tragedia humana que experimentamos
y que nadie puede negar es un signo de la crisis de credibilidad de un
sistema que dice representar el fin de la historia.
El keynesianismo militar, el asalto del capital al trabajo y los límites
formales cada vez más estrechos que se imponen a la democracia repre-
sentativa son algunos de los temas que nos conducen a la controvertida
cuestión de si la democracia burguesa es compatible con el imperialis-
mo. Esta cuestión debe investigarse minuciosamente a fin de comprender
el nexo real con la crisis del liderazgo burgués en los países imperialistas.
Con este objetivo debemos partir de la divergencia que existe entre el
Estado, es decir, la dimensión de la política formal, y la sociedad civil,
donde se generan las diferencias sociales. El sufragio universal se con-
sidera acertadamente una conquista emancipadora de la población. Sin
embargo, en la sociedad actual el derecho de los ciudadanos a votar está
limitado por la separación entre la sociedad civil y el Estado, cuyas re-
glas de gobierno deben, por lo menos en teoría, crear las condiciones
para la igualdad de todos los ciudadanos. En realidad, esta separación
protege los derechos de propiedad y garantiza la imposición de los
derechos del más fuerte: el capital. En la mayoría de los casos, la clase
dominante es capaz de convertirse en clase dirigente que, directa o indi-
rectamente, controla los instrumentos del poder político del Estado, un
poder que habitualmente ejerce en beneficio de sus propios intereses
individuales o colectivos. Si esto es posible en las condiciones de la
“democracia” formal, es decir, el funcionamiento de las instituciones
que aseguran la representación, la participación popular, la transparen-
cia y la rendición de cuentas, muy bien. Si no lo es, si el dar preponde-
rancia a los intereses de clase dicta un cambio en la forma del Estado y
un abandono de los símbolos de la democracia burguesa, así sea. En
términos generales es esta una condición “fisiológica” de la democracia
burguesa que puede convertirse en un problema en los períodos de crisis
social y económica. En este caso, las clases dominantes no vacilan en
cambiar las “reglas” y reducir o eliminar los espacios de las formas
políticas democráticas. La resultante “inestabilidad estructural” tiene
que ver con el hecho de que, formalmente, la democracia debe represen-
tar a toda la población y, por lo tanto, también a las clases subordinadas,
aunque en realidad no es más que un instrumento para ejercer el poder
de clase. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos para no confundir la “ines-
tabilidad” con una contradicción fundamental. La democracia represen-
tativa no puede ser una contradicción porque la separación entre el Estado

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22 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
y la sociedad civil impide que algunos intereses sociales participen en los
asuntos públicos. Este impedimento es un elemento constitutivo del sis-
tema social actual.
Para pasar del análisis teórico a la realidad concreta podemos dar
muchos ejemplos que ilustran el hecho de que la democracia se mantie-
ne en la medida en que resulta de utilidad óptima para la acumulación
capitalista: Irán en la década de los cincuenta del siglo XX, Indonesia
en 1965, el fascismo entre las dos guerras mundiales e innumerables
dictaduras latinoamericanas apoyadas por los Estados Unidos. Dispo-
nemos también de ejemplos más recientes. En Europa es habitual hacer
comparaciones entre los Estados Unidos y Europa y concluir que los
primeros apoyan las políticas regresivas e imperiales, mientras que la
última apoya las políticas democráticas y multilaterales. Esta mistifi-
cación se derrumba al considerar cómo se esta realizando la construc-
ción de Europa: el pueblo no posee ningún poder efectivo para tomar
decisiones, mientras que los centros del poder político y económico son
dirigidos directamente por aquellos que ejercen el verdadero poder fi-
nanciero y económico en el continente. En realidad, la construcción de
una Europa unida transcurre en un contexto de conflictos y contradic-
ciones que se manifiestan en la elaboración de la Constitución Europea
o en la formación del llamado núcleo duro, del que forman parte Francia,
Alemania y el Benelux. En todo esto lo único cierto es que el parlamen-
to europeo posee un poder ridículamente pequeño, que los parlamentos
nacionales perdieron muchas de sus prerrogativas y que no existe una
coordinación europea entre los movimientos sindicales y sociales europeos
que sea capaz de influir en este proceso e impedir sus más peligrosos
efectos.
A pesar de todo, la crisis de la democracia burguesa adquiere impor-
tancia porque las restricciones que surgen en ciertas coyunturas históri-
cas son en realidad el límite de la hegemonía imperial. Es esto lo que se
debe destacar si queremos explicar la crisis de perspectivas propia de
nuestro modelo social y sus oligarquías.
En resumen, son muchos los elementos mediante los cuales podemos
contemplar la crisis de credibilidad que parecía haber desaparecido con
el colapso del campo socialista. No ocurrió así y ahora vuelve a emerger
y está engendrando un movimiento internacional que, aunque carece de
una forma definitiva y una estrategia efectiva, proclama vigorosamente
que “otro mundo es posible”.

Una cuestión de subjetividad

La nueva aparición de las contradicciones interimperialistas genera pro-


cesos constantes de producción y reorganización social que afectan los
bloques económicos emergentes como una contradicción de clases. Se

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 23
trata de un conflicto entre los poderes financieros y el bloque dominante,
por un lado, y las clases subordinadas —y no solo el proletariado—, de
otro. De hecho, la competencia global ejerce una presión constante so-
bre los capitalistas y los obliga a extraer más plusvalía de los trabajado-
res en forma de tiempo de trabajo no pagado, así como del conjunto de la
sociedad.
Debido al conflicto de clases promovido “desde arriba” se ha produ-
cido una desorientación política general que, por un lado, condujo a un
repliegue de los sectores sociales hacia su propia condición material sin
conciencia de clase y, por otro, dio origen a posiciones que niegan la
importancia del conflicto capital-trabajo.
Las manifestaciones sociales de los problemas ecológicos y de las
contradicciones entre los sexos y entre ricos y pobres desempeñaron un
papel rector en la lucha política, sobre todo en los países imperialistas, e
influyeron considerablemente en lo político y lo social, así como en
vastos sectores de militantes, intelectuales y organizaciones políticas de
izquierda. No negamos la importancia de estas contradicciones. Todo lo
contrario, pues son muy importantes en la lucha antimperialista y lo que
se requiere es combinarlas y unirlas. Sin embargo, estas tendencias que
afloran en la nueva situación mundial están devolviendo su papel cen-
tral y su capacidad de difusión a la contradicción de clases.
La reorganización de la producción en el centro, la deslocalización y
reubicación de la producción de mercancías cerca de las fuentes de tra-
bajo barato, la creciente flexibilidad forzada del trabajo tanto en los
países subordinados como imperialistas, la reducción sistemática de la
parte del trabajo (salarios directos e indirectos) en el ingreso nacional
(como una proporción del PIB), la reducción y la caída generalizada del
poder de compra de los salarios y, por ende, del consumo son los “de-
sarrollos” principales que muestran que los que participan en la lucha de
clases contra el trabajo no necesitan de la ideología y van directamente
al corazón de la cuestión. El objetivo es restaurar un orden económico
que no es nuevo y retornar a una antigua condición. Es obvio que este
“retorno” está revestido de nuevas formas sociales y productivas que
guardan relación con un nivel más avanzado de las fuerzas productivas
y con una organización industrial diferente.
El carácter central de la contradicción capital-trabajo emerge nueva-
mente, junto con el crecimiento de otras contradicciones generales. Po-
tencialmente, no se trata de un conflicto por la distribución de la riqueza,
aunque puede cuestionar también el fin mismo de la producción social.
La experiencia histórica de los movimientos obrero y revolucionario
del siglo XX nos enseña que la reaparición de las contradicciones princi-
pales tiene una función muy precisa. En realidad, la contradicción capi-
tal-trabajo surge como una condición objetiva de la posible superación
del sistema capitalista. Pero esto no conduce automáticamente a una
transformación revolucionaria. En este sentido la interpretación deter-

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24 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
minista del desarrollo capitalista, comúnmente aceptada en las últimas
décadas del siglo XIX y que persistió en el XX, era errónea. Según esta
interpretación equivocada, la transformación social era tanto inmanente
como inevitable, el resultado de un sistema llevado hasta y más allá de
sus límites. Este punto de vista determinista subestima el papel de la
subjetividad política en el proceso de transformación (desde el capita-
lismo hasta el socialismo y de aquí al comunismo). La subjetividad es
un factor esencial en el proceso de cambio de sistema. Es el único factor
que puede engendrar cambios revolucionarios si satisface las necesida-
des teóricas y políticas.
La caída de la Unión Soviética mostró que la construcción del socia-
lismo es reversible. Esto nos debe incitar a investigar con mayor profun-
didad la relación que existe entre la objetividad y las iniciativas de los
partidos y de las organizaciones socialistas y obreras. Estas últimas son
ahora conscientes de que la consideración de los datos económicos es
insuficiente para explicar la capacidad del sistema dominante para recu-
perarse de la crisis del movimiento revolucionario y socialista.
En un momento en que se manifiestan de nuevo los límites históricos
de la hegemonía imperialista no debemos limitarnos a enfrentar las nue-
vas condiciones que aparecen, sino que debemos abrir un debate e ini-
ciar un trabajo colectivo que nos permita hacer frente a esta nueva fase
de la lucha de clases. Para estos fines no basta con superar errores pasa-
dos, pues también debemos mantenernos enraizados firmemente en la
historia y las tradiciones de la revoluciones del siglo XX.
Los comentarios del último párrafo se refieren a cuestiones que, si se
quieren examinar seriamente, exigirían mucho más espacio y un nivel
de análisis muy diferente. El propósito único de esos comentarios es
aclarar que el análisis de los rasgos concretos del imperialismo es insu-
ficiente para crear nuevamente una alternativa social radical.

La relación capital-trabajo en el análisis marxista

Como conclusión abordaremos y discutiremos algunos conceptos cla-


ve del análisis marxista. Pero, antes de hacerlo, pedimos disculpas a
los especialistas que preferirían una forma de análisis más “compleja”
o matizada. Nuestra exposición será necesariamente sintética y, por lo
tanto, simplificada. Pero lo importante es comprender la relevancia, la
coherencia interna del pensamiento de Marx en estas cuestiones y su
permanente capacidad de explicar la dinámica fundamental del de-
sarrollo capitalista, incluso cuando se despliega en un contexto histó-
rico muy diferente. No necesitamos hacer apologías, pues el marxismo
sigue siendo el sistema rector de pensamiento en lo relacionado con la
dinámica del desarrollo capitalista y la sustitución del capitalismo por
otro sistema.

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 25
La “economía política” clásica, a la vez que consideraba que la fuerza
de trabajo era la fuente del valor y situaba el trabajo humano en la base
del progreso de la humanidad, sostenía que el sistema capitalista susten-
tado en la propiedad privada sobre los medios de producción y en el
trabajo asalariado era el único sistema económico racional y, por lo tanto,
natural.
La investigación y la teoría de Marx tienen como punto de partida
estos presupuestos teóricos e ideológicos. La primera y fundamental
mistificación de la economía política es, según Marx, considerar un cierto
tipo de economía, una forma social específica de la reproducción huma-
na simplemente como “la economía” y “la sociedad”. La economía po-
lítica no considera el capitalismo como una realización de la historia
que, como tal, tuvo un comienzo y tendrá necesariamente un fin.
A fin de subrayar esta contradicción, Marx emplea en sus Manuscri-
tos económicos y filosóficos el mismo análisis implacable que la propia
economía política utilizó para criticar la sociedad industrial.
Los teóricos de la “economía política” sostienen que el valor de una
mercancía está dado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para
producirla y es proporcional a este. Al mismo tiempo muestran que el
salario del obrero constituye solo una parte del valor añadido por el traba-
jo a la producción. En efecto, el salario representa un costo para el capi-
tal que se basa en el valor de la fuerza de trabajo en tanto que mercancía.
En esta forma el salario representa lo que le cuesta al capital asegurar la
reproducción de la fuerza de trabajo, esto es, la subsistencia de los obre-
ros y sus familias. La diferencia entre el valor producido por el trabajo y
el valor reflejado en el salario es la plusvalía, la fuente de la ganancia,
cuya búsqueda hace avanzar el sistema.
Partiendo de esta teoría del valor, Marx revela por primera vez en
la historia de la economía y de una manera rigurosamente científica el
secreto oculto del desarrollo capitalista, la esencia de la relación entre
el capital y el trabajo: el mecanismo de la explotación capitalista a partir
del análisis de la plusvalía como trabajo no pagado.
Pero Marx no se detuvo aquí y mostró que la apropiación capitalista
del trabajo no pagado no viola las “leyes” internas del capitalismo, esto
es, las tendencias que se derivan del modo de organización del sistema.
Esto es aún más cierto en la situación actual en la que los elementos
propios del modelo fordista en la periferia coexisten con el llamado
modelo posfordista característico de los países capitalistas desarrolla-
dos e incluso con los sistemas que se encuentran en la periferia (la peri-
feria también incluye algunas zonas marginales del centro). Hoy día los
diferentes aspectos del mismo modo capitalista de producción coexis-
ten en el mismo sistema; este sistema se sigue basando en la extracción
de valor y plusvalía, y en una clase de obreros sujetos a la explotación y
al dominio capitalista. En este sentido es que todavía podemos hablar
del proletariado como una clase y del movimiento de los obreros.

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26 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
La noción clásica del trabajo entra en crisis debido al capital como
información, que es el fundamento del capitalismo posfordista. De he-
cho, la creación de valor ya no se basa exclusivamente en el tipo de
explotación típica de la fábrica fordista. Pero la plusvalía, aunque pro-
viene de la actividad de la fábrica generalizada, social, se sigue crean-
do mediante la apropiación del trabajo (excedente). La economía de la
información controla y desarrolla las capacidades de la acumulación
flexible y de esa forma somete las subjetividades sociales al poder de
las tecnologías de la información y la comunicación, que en nuestros
días domina no solo el tiempo de trabajo directo, sino también el trabajo
de la vida social en su conjunto. Con más razón se puede sostener que,
en la fase actual de la competencia global, la contradicción entre el
capital y el trabajo se hace más aguda. Pero con ella crece también el
potencial de una transformación social.
Si esto es así, la sociedad capitalista en modo alguno es un mundo de
relaciones armoniosas. Todo lo contrario, es el lugar de un conflicto gene-
ral, económico, social, comercial y financiero y de lucha entre las clases.
Esto es más evidente hoy en el marco de una competencia global entre
las potencias imperialistas unas veces desenfrenada y otras controlada.
Los economistas políticos clásicos en ocasiones entendían estos conflic-
tos pero no consiguieron captar el hecho de que el conflicto y la lucha de
clases es la esencia misma del sistema capitalista; la causa central, real
de todos estos conflictos que enfrentan a los grupos sociales de la socie-
dad civil entre sí es el conflicto fundamental entre el capital y el trabajo.
En realidad, el proceso de acumulación de capital hoy día, indepen-
dientemente de la coyuntura y las circunstancias específicas de las di-
versas condiciones, incluidos la competencia global y el conflicto entre
los polos geoeconómicos, se sigue sustentando como siempre en la ex-
plotación del trabajo asalariado. Es precisamente en la articulación de
estas dinámicas socioeconómicas, en la posibilidad de organizar la so-
ciedad sobre bases diferentes donde las contradicciones de clase devienen
dominantes.
Así pues, ha tenido lugar un proceso de redistribución de los territo-
rios internacionales. Esto puede explicarse no solo mediante los fenó-
menos de transformación productiva —la reorganización industrial y la
conversión tecnológica—, sino también a través del cambiante modo de
aparición del modelo de desarrollo capitalista.
En estas condiciones deviene dominante una lógica económico-pro-
ductiva diferente: la de una nueva acumulación generalizada, cada vez
más diversificada en cuanto a los modelos de producción y de organiza-
ción del trabajo si la comparamos con los procesos productivos anterio-
res. Sin embargo, esta lógica coexiste no solo con los modelos industriales
que aún se basan en el trabajo asalariado y dependiente, sino también
con una explotación cada vez más desenfrenada y con una progresiva
extracción masiva de plusvalía absoluta y relativa.

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DE VUELTA A LO BÁSICO: LOS INTSTRUMENTOS DEL ANÁLISIS 27
Es precisamente esta y solo esta contradicción la que, de acuerdo con
la dialéctica hegeliana, empuja el sistema hacia su trascendencia/trans-
formación, lo que crea las condiciones objetivas (incapacidad de expan-
dir las fuerzas productivas) y las condiciones subjetivas (un proletariado
con conciencia de clase) de su colapso/derrocamiento.
Debido a que el capital crece y acumula solo a condición de que cree
nuevo trabajo asalariado, es dentro de la subjetividad política del movi-
miento de los trabajadores (sean empleados o desempleados, ambos
provienen del conflicto —y crecen en medio de él— entre el capital y el
trabajo) que la conciencia de clase (la necesidad de superar el capita-
lismo) puede alcanzarse.
Todo esto debe estar claro y los marxistas parecen estar de acuerdo en
estas cuestiones. Por cierto, parecería que cualquiera que haya estudia-
do esta cuestión está de acuerdo con estos elementos. ¡Pero este no es el
caso! Grande es la confusión bajo el cielo del análisis del posfordismo.
Y la situación es peor si tenemos en cuenta a los marxistas que sucum-
bieron a los imaginarios políticos de los analistas post-estructurales que
argumentan que la gente, incluidos los obreros, ya no están sometidos a
la explotación o a cualesquiera otras condiciones objetivas del desarro-
llo capitalista. Desde esta perspectiva post-estructuralista o posmoder-
nista de la sociedad, no existen fuerzas estructurales que obran sobre la
gente en condiciones objetivas de las que solo pueden escapar mediante
la acción colectiva o clasista.
Desde que se publicó el tomo III de El Capital, se detectaron algunas
contradicciones en el pensamiento de Marx. Los críticos problematizaron
su concepto del valor, cuestionaron la naturaleza científica de la teoría
marxista de la explotación y plantearon interrogantes sobre el carácter
circular de sus argumentos en relación con la transformación de los va-
lores en precios.1
La importancia de este asunto está dada por el hecho de que es preci-
samente en este punto (la teoría del valor y el llamado “problema de la
transformación”), así como en el análisis de las diversas y cambiantes
formas del trabajo asalariado —en pocas palabras, el enfoque científico
de la teoría de la explotación— donde podemos establecer la posibili-
dad, por no decir la inevitabilidad, de que el capitalismo está destinado
a ser derribado por sus propios sepultureros en las condiciones objetivas
y subjetivas de la transformación social.

1
De hecho, estos son los mismos argumentos que escuché en el día de estudios interna-
cionales que organizó el Laboratorio per la Critica Sociale el 21 de mayo del 2002, en
la Universidad La Sapienza de Roma, con motivo de la presentación del libro An Old
Myth: The Transformation of Values into Prices in Marx’s Capital (editado por este
autor y con artículos de Carchedi, Freeman, Kliman, Giussani y Ramos, y publicado
por Ed. Mediaprint).

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 29
2. EL TRABAJO
Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO

Introducción

La formación de bloques económicos continentales, la transformación


del papel económico de nuestro país y la modificación del papel del
Estado son los elementos que han sido condicionados y, al mismo tiem-
po, han condicionado las luchas de los obreros, las condiciones de tra-
bajo y la calidad de este. El fordismo, el posfordismo y la acumulación
flexible son algunos de los términos empleados para dar sentido a la
fase actual del desarrollo económico y para definir tanto sus caracterís-
ticas como su cualidad.
La realidad es más compleja y no cabe con exactitud en las categorías
que usualmente se emplean y que son en parte inadecuadas y en parte
“ideológicas”, insuficientes para describir las transformaciones. Esto se
debe al hecho de que la transformación global (tanto de la producción
como de la composición de clases) no ha terminado, aún no es completa
y, por lo tanto, no ha encontrado sus “formas” históricas y estables que
hacen posible analizar la situación y extraer de ella todas las consecuen-
cias culturales, políticas y sociales. En realidad, nos encontramos ante
una situación que no puede definirse clara y fácilmente. Por lo tanto, en
el trabajo que estamos realizando sobre las modificaciones de la compo-
sición de clases existe un elemento implícito de “riesgo” con el que, no
obstante, debemos ajustar cuentas. No se trata solo de describir un fenó-
meno, por ejemplo, señalar que la magnitud del trabajo de los autoem-
pleados crece al tiempo que disminuye el trabajo de los que cuentan con
un empleo. O señalar que en los países capitalistas avanzados el número
de trabajadores intelectuales crece y disminuye el de los trabajadores
fabriles. En este campo existe ya una vasta literatura que de algún modo
“expuso” los rasgos de esta transformación. Es obvio que no tendremos
en cuenta los trabajos de esta literatura cuya naturaleza ideológica y
apologética es harto evidente y cuyo único propósito es instaurar y re-
forzar la hegemonía del capitalismo “globalizado”.
Por supuesto, las formas son muy importantes. No obstante, ellas es-
tán ligadas al contenido, a la dinámica, que son, como se ha teorizado,

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30 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
“determinantes en última instancia”. En esencia, debemos asumir la res-
ponsabilidad por plantear una hipótesis que se propone describir trans-
formaciones concretas en el mundo del trabajo a sabiendas de que será
inevitablemente parcial y en parte refutable. Por lo tanto, debemos con-
centrar nuestro análisis en la relación entre formas y tendencias y tratar
de entender en que dirección se mueven estas.
Es obvio que esta elección nos obliga a comenzar nuestro análisis no
sólo “desde abajo”, sino también “desde arriba”, es decir, a partir de
nuestra concepción de la realidad general de hoy día.

Una premisa económica

Un análisis de las condiciones de la fuerza de trabajo debe estar relacio-


nado con la transformación de las características del imperialismo du-
rante la última parte del siglo XX. Para Lenin el rasgo principal del
imperialismo era la exportación de capital. Debido a la lógica inherente
al capitalismo, el capital —con el fin de impedir la caída de la tasa de
ganancia como consecuencia de la superproducción de capitales— se
invertía allí donde las ganancias eran más elevadas, es decir, en los paí-
ses menos desarrollados.
Esta tendencia dominó durante todo un siglo y encontró su más alto
desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los
Estados Unidos. Las corporaciones multinacionales expandieron esta
posibilidad al máximo y de ese modo originaron una nueva situación
internacional. Las inversiones extranjeras no solo se dirigieron a los
sectores de materias primas, como ocurrió en el período colonial, sino
también a la producción industrial así como al sector de los servicios,
como bancos y hoteles.
Su objetivo era penetrar y crear así nuevos mercados y posibilidades de
desarrollo. Esta política implicaba distintos modos de participación de los
Estados-naciones, tanto en las negociaciones entre los Estados económi-
camente desarrollados como mediante políticas agresivas o intervencio-
nes directas en los países del viejo Tercer Mundo. Todos estos elementos
relacionaban el mundo del trabajo con la dimensión nacional de la produc-
ción y, por ello, tomaron sus formas a partir de los rasgos del Estado-nación.
Pero los rasgos de las relaciones económicas internacionales cam-
bian con la llegada de la globalización de la economía de mercado y con
la constitución de los bloques económicos, tal como lo describimos. El
mercado es cada vez menos nacional y coincide con el mercado de los
países imperialistas. Esto ocasiona una gigantesca redistribución de la
riqueza que, sin embargo, no implica su crecimiento, como lo demues-
tra la crisis actual.
Además de estos cambios en el mercado, cambia la producción, que
alcanza también una dimensión internacional. Las inversiones extranje-

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 31
ras no disminuyen; por el contrario, aumentan. Sin embargo, cambia su
dirección. De hecho, dejan de orientarse hacia la producción para los
mercados nacionales y se dirigen a la producción para las exportaciones.
El escenario que surge de todo esto es completamente nuevo. En rea-
lidad la producción material tiene lugar en los países subdesarrollados y
dominados, mientras que la planificación, el diseño y la mercadotecnia
se realizan en los países imperialistas. La reestructuración resultante
tuvo importantes consecuencias sociales y económicas y modificó radi-
calmente la estructura de la producción.
La producción no se realiza ya en grandes fábricas, sino en una filière
internacional que gira alrededor de la revolución científico-técnica y las
posibilidades de materializarla. El proceso de valorización que tiene lu-
gar en la cadena de producción beneficia al centro imperialista en detri-
mento del conjunto de la clase obrera, en particular, la de la periferia.
Es obvio que este análisis es muy esquemático y genérico. Sin embar-
go, es útil para detectar aquellas tendencias que en el futuro caracteriza-
rán progresivamente la composición del mundo del trabajo, tanto del
empleado como del autoempleado.

¿Una nueva hipótesis para un mundo nuevo?

Incluso un análisis superficial revela claramente los elementos de discon-


tinuidad en el mundo del trabajo, particularmente en estos últimos 20 años,
no solo en Europa, sino en todo el planeta, toda vez que en lo económico
el capitalismo es el único modo de producción que lo abarca todo.
Las causas de esta modificación son numerosas. La primera, y más
obvia, es la desaparición de las economías planificadas, o sea, la notoria
caída del muro de Berlín. Esto permitió que el capitalismo se extendiera
y lo convirtiera en absolutamente hegemónico. El fin del conflicto entre
el Este y el Oeste ocasionó un cambio sustancial en los países capitalis-
tas avanzados (pero, es obvio, no solo en estos países), lo que a su vez
modificó las condiciones generales de la lucha de clases y, por tanto, las
relaciones de poder en la sociedad.
Otro elemento que modificó profundamente el cuadro fue el surgi-
miento de facto, mediante el euro, de la Unión Europea, que aparece en
la escena mundial como protagonista. Podríamos seguir enumerando
causas y efectos, pero lo fundamental ahora es señalar la causa principal
de los acontecimientos antes descritos.
Esta causa fundamental es la revolución científico-técnica que tuvo
lugar en el último cuarto del siglo XX y su aplicación a la economía
capitalista. La necesidad de esta revolución fue causada por la agudiza-
ción de la lucha de clases y el conflicto internacional de la década de los
setenta. Esta revolución modificó radicalmente el modelo de produc-
ción que había surgido después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

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32 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
Ya abordamos las consecuencias generales, por lo menos en lo con-
cerniente a la escena política internacional. Ahora deseamos subrayar
los efectos en el mundo del trabajo. La aplicación de la ciencia de la
computación, de la robótica y directamente de la ciencia a la producción
está causando cambios, tanto cualitativos como cuantitativos en el tra-
bajo. En lo que respecta a la calidad, lo que se ha modificado es el
contenido del trabajo. En los principales países capitalistas creció el
trabajo inmaterial, es decir, el trabajo del conocimiento en todas sus
variadas formas, desde los menos calificados (por ejemplo, los centros
de llamadas) hasta el de los investigadores y profesionales. El sector
terciario, es decir, los servicios de todo tipo, crece en detrimento de la
producción de mercancías. Esta última asume un papel más periférico
dentro del sistema internacional de producción.
Los cambios en el sistema de producción internacional modifican la
composición social de zonas geográficas enteras, tanto en el centro como
en la periferia, y cambian entonces las condiciones culturales y políticas
de los países implicados. Basta decir que la relocalización de la produc-
ción en masa de mercancías y del desarrollo de las biotecnologías trans-
formó el sistema de producción de vastas zonas del planeta.
Resolver estos problemas implica comprender lo que realmente es el
capitalismo actual. Esta dimensión y este tipo de desarrollo aparecen
hoy por primera vez en la historia de la humanidad. Por lo tanto, no ver
lo nuevo de la situación actual significa condenarse a la impotencia.
Pero, ¿es suficiente admitir esto para comprender en profundidad la trans-
formación actual? ¿Acaso la identificación de los nuevos rasgos de la
situación basta para comprender los fines últimos de esta transforma-
ción, o sea, para entender dónde se detendrá el proceso general de cam-
bio, tanto el que tuvo como el que tiene lugar?
¡Nuestra respuesta es no! En realidad, aunque el capitalismo de hoy
adopta nuevas formas, el modo de producción capitalista no ha cambia-
do. Dicho de otro modo, las relaciones de explotación en este modo de
producción no han cambiado. Este modo de producción, pese a todas
sus viejas contradicciones, sigue determinando un desarrollo general
cuyos efectos sufren los obreros y los pueblos que están sometidos a
intereses ajenos y antagónicos. Esta firme creencia no proviene de la
nostalgia ni se da por sentada. Por el contrario, es resultado de una vi-
sión del desarrollo de la producción y, por lo tanto, del cambio social
que, aunque discutible, goza de una coherencia interna propia que la
hace creíble y aceptable.
El salto productivo y social del fordismo al llamado “posfordismo”
no es un elemento nuevo del capitalismo; sin duda posee nuevos rasgos
específicos, pero es también un fenómeno que se ha manifestado mu-
chas veces en los últimos doscientos años y que siempre ha estado rela-
cionado con el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la organización
del trabajo. El surgimiento de la manufactura, que concentraba a los

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 33
artesanos en un mismo lugar de trabajo, el nacimiento de la gran empre-
sa, que transformó a los artesanos en obreros profesionales, el dominio
de la producción en masa fordista, que va acompañada del Estado de
Bienestar keynesiano y conduce a la transformación del obrero profe-
sional en obrero de masas (que se convirtió en protagonista de las luchas
que siguieron a la Segunda Guerra Mundial) son algunas de las etapas
que precedieron el cambio actual.
Por consiguiente, la transformación actual no es un elemento de una
discontinuidad total. Por el contrario, constituye un desarrollo ulterior
de la sociedad capitalista que progresa sobre la base de sus propias con-
tradicciones internas hasta alcanzar su propio horizonte, es decir, las
fronteras que estas contradicciones establecen. De esto se desprende
que los saltos cualitativos del modo de producción capitalista tengan
que interpretarse y entenderse no solo teóricamente, sino también, y
posiblemente ante todo, en relación con las consecuencias que tienen
para los trabajadores, a fin de encontrar el vínculo entre las transforma-
ciones pasadas y las presentes.
Si únicamente enfocamos cómo es afectada concretamente la compo-
sición de clases, tendremos que considerar no solo los efectos técnicos,
sino también aquellos que afectan la vida de los trabajadores y el trabajo
en el presente período histórico.
Al abordar las diferentes “revoluciones” científico-técnicas debemos
considerar también las consecuencias culturales que afectaron a los obre-
ros implicados: desde los artesanos, que sufrieron el infortunio de ser
dirigidos por jefes que carecían de cultura, hasta los obreros profesiona-
les “celosos” de sus habilidades y el obrero de masas que, a pesar del
pobrísimo contenido de su trabajo profesional, necesita una base cultu-
ral más avanzada. Esto muestra las diferencias culturales entre los va-
riados tipos de obreros, pero también nos permite comprender la
evolución del sistema educativo y, de un modo más general, de la socie-
dad. Estas modificaciones tan profundas pusieron fin a siglos de un es-
tancamiento que afectó a decenas de millones de personas y se manifestó
también en el plano político y en el mundo de la cultura en un nivel más
alto. La aparición de los partidos políticos, tanto los directamente rela-
cionados con los movimientos obreros como otros partidos, y de los
sistemas institucionales significaron un innegable, aunque contradicto-
rio, paso de avance de la civilización.
Podríamos continuar y ofrecer otros muchos ejemplos y análisis, pero
estas consideraciones concisas y ciertamente limitadas deben ser sufi-
cientes. En este punto surgen algunas cuestiones: si el análisis de las
fases de la producción y, por tanto, del desarrollo social y de su discon-
tinuidad es correcto, ¿cuán importante es el “salto” actual? ¿Se trata de
un desarrollo totalmente nuevo o de un cambio importante que, no obs-
tante, ocurre en el interior del sistema capitalista de hoy? Y, desde un
punto de vista histórico, ¿es la actual discontinuidad más importante y

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34 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
significativa que la que tuvo lugar con el paso de la manufactura a la
gran fábrica, con su motor de vapor y su obrero profesional? También
aquí nuestra respuesta es clara, aunque discutible. En realidad, sería un
riesgo peligroso leer los desarrollos de hoy día como si fueran excepcio-
nales; una distorsión óptica que debemos rechazar. El rechazo es una
condición de la comprensión de los acontecimientos que se desenvuel-
ven (y nos afectan) desde un punto de vista real y, por lo tanto, mensura-
ble y no “religioso”, o sea, que tiene como fin descubrir concretamente
la dirección por la que marchan las transformaciones actuales.
Esto es necesario a fin de orientar nuestra acción política y social.
Debemos evitar dos errores que se siguen cometiendo: el primero es el
de la concepción que sostiene que nada ha cambiado y que los nuevos
aspectos son únicamente externos; el otro es el del eclecticismo que, por
enfocar solo lo nuevo, es incapaz de ver los aspectos fundamentales de
la transformación social, por lo que se limita a definir escenarios —y en
no pocos casos a enamorarse de ellos— que son sumamente transitorios
e inestables.

Del fordismo al posfordismo

La exposición de la hipótesis que propusimos necesitó varias páginas,


pero nos permitió señalar los méritos de la transición actual, observar
sus tendencias y formas en una dimensión más objetiva y analizar con
mayor precisión las modificaciones que sufrió la composición de clases
en el mundo del trabajo, tanto en el nivel cuantitativo y profesional como
en el cuantitativo y general.
Ahora debemos esbozar algunas características de la llamada fase
posfordista, conocida también como fase de la acumulación flexible;
comenzaremos por las causas del salto cualitativo de la producción
fordista y de la gran fábrica. Es obvio que estas causas tienen relación
con el muy agudo conflicto de clases de la segunda mitad del siglo XX y
con los mecanismos de la competencia dentro del sistema capitalista.
En este tema nos gustaría citar algunas observaciones que hiciera Mar-
co Revelli, profesor de la Universidad de Turín, en un congreso patroci-
nado por CNEL que tuvo lugar en Brescia durante los días 9 y 10 de
febrero de 1999. Estas observaciones captan las causas fundamentales
de la reestructuración del sistema fordista.
A la luz de esta nueva conceptualización consideramos que el posfor-
dismo no es más que la forma que adoptó el fordismo una vez que agotó
su capacidad propulsora. Es la forma que tomó el sistema producti-
vo cuando tuvo que ajustarse a sus propios límites, es decir, a un siste-
ma productivo limitado por una débil demanda. De cierta manera, el
posfordismo es la forma que adopta el fordismo después del fin del

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 35
crecimiento; es el fordismo del posdesarrollo, de una época en la que se
esfuman las expectativas de un desarrollo intenso, sostenido e ilimita-
do. A fin de cuentas, todos los rasgos técnicos del posfordismo —desde
los más obvios y conocidos (como el justo a tiempo y la producción con
menos recursos) hasta los más complejos (como la fábrica integrada y
la fábrica modular, que constituye un ejemplo extremo del ahorro de
capital mediante el recurso de que lo pague el subcontratista), medidas
todas destinadas a incrementar la productividad y reducir los costos—
intentan satisfacer la misma necesidad: reducir los costos en una época
en la que el crecimiento es lento y hay que tomar las cosas como se
presentan y movilizarse a fin de enfrentar un mercado que no se puede
planificar, que es impredecible, transitorio e incierto.
Repetimos, el posfordismo es la forma que adopta el desarrollo indus-
trial en la época del posdesarrollo. Se puede añadir que es la forma
nueva de un viejo conflicto social como la competencia territorial, en
una época en la que ningún territorio puede ser el mercado principal,
protegido para la producción de alguien, cuando cada territorio debe
ser un terreno, tanto para las importaciones como para las exportacio-
nes, cuando —repetimos— dejan de ser idénticos el espacio territorial
y el espacio productivo (una identidad que caracterizó la época de oro
del fordismo).
Las consecuencias de todo esto fueron tanto positivas como negativas.
Sin embargo, la principal parece ser el carácter fundamentalmente des-
tructivo de este modo de producción, una especie de sistema de caniba-
lismo, en el cual el sistema productivo, para desarrollarse y crecer, se
ve forzado a consumir la sociedad, a consumir los nexos y la cohesión
social, a crecer debilitándose, a externalizarse, fragmentarse, descom-
ponerse y a disponerse a trabajar el territorio. Pero disponerse a traba-
jar el territorio implica valorizar los recursos colectivos que hasta ese
momento se consideraban res nulas (lenguajes, relaciones, sentimien-
tos, redes de confianza), reducirlos a la dimensión de factores de pro-
ducción en lugar de considerarlos elementos de la naturaleza como el
agua o el aire que respiramos. En este contexto se desvanece otro ele-
mento del fordismo, algo que este escritor personalmente no echa de
menos, pero que es indiscutible: su capacidad de autoagregación, de
autocoherencia.
Dentro del modelo fordista la agregación social estaba “dada” (auto-
máticamente creada por el sistema fabril) aunque era una agregación
mecánica, coercitiva, forzada y, en ocasiones, despótica (piénsese en la
comunidad fabril derivada del fordismo). Era, repetimos, una comuni-
dad terriblemente despótica, pero dentro de la cohesión fordista de cierto
modo era un producto automático del sistema. Por el contrario, en el
modelo posfordista la cohesión social dejó de ser algo dado. La socie-
dad de nuestros días está dominada por el riesgo, por una absoluta

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36 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
falta de seguridad, por lo impredecible. A largo plazo los vínculos so-
ciales solo se pueden mantener con dificultad, y siempre existirá el ries-
go de que se rompan.
En esta sociedad el desarrollo industrial no puede seguir garantizando
la reconstrucción de los vínculos sociales; estos vínculos, o se recons-
truyen artificialmente de alguna manera o están ausentes.1
En resumen, la revolución científico-técnica desarrolla una tendencia
que siempre ha estado presente pero que ahora se sigue fortaleciendo: la
socialización de la producción, el desarrollo de la productividad hasta
límites extremos, la negación de las capacidades intelectuales y huma-
nas dentro del horizonte de la máxima ganancia. Estas pocas observa-
ciones de Revelli constituyen una descripción muy acertada de cómo el
salto paradigmático del posfordismo en realidad está estrictamente rela-
cionado con el fordismo. El primero, como veremos más adelante, con-
serva algunos rasgos del último y se apoya en él como modelo ulterior
de producción. Esta interpretación se ajusta al marco propuesto antes en
lo que respecta a la evolución del trabajo desde el artesano hasta el pro-
fesional, desde el obrero de la línea de ensamblaje de la producción
hasta el obrero moderno más calificado. Muestra cómo estos avances,
en lugar de ser una novedad absoluta que no se podía prever, de hecho se
encontraban potencialmente presentes en la dimensión fordista de la
producción.
Algunos rasgos específicos de esta época surgen de la socialización
de la producción. El primero es el de “concentración financiera/descen-
tralización de la producción”. La formación de los bloques económico
puso en movimiento un proceso de concentración financiera que condu-
jo al control de la producción global por unas pocas empresas y no satis-
fizo algunas necesidades de los Estados-naciones, como ocurre en el
proceso de constitución de la Unión Europea. La gran concentración de
la propiedad va aparejada de una gran descentralización de la produc-
ción, que a su vez afecta a las unidades de producción y a los trabajadores,
tanto a los empleados como a los autoindependientes y a los seudoem-
pleados. Estos trabajadores son incorporados a un proceso cuya base
material hace responsables de la producción a los individuos, lo que
tiene consecuencias ideológicas importantes para el funcionamiento del
sistema. Esto desarrolla ideológicamente una cultura empresarial en la
que la subjetividad de los agentes sociales es totalmente ajena al trabajo
concreto y a las condiciones de vida de esos agentes.
El resultado es una crisis de la unidad de clase. La clase obrera se
encuentra, por lo menos en el momento actual de la lucha, en una fase
de resistencia y subordinación. Es imprescindible comprender los mo-
1
Revelli, M.: “Fine dello sviluppo e ricomposizione sociale”, en Postfordismo e
composizione sociale, Documenti CNEL, no. 26, Roma, 2000, pp. 97-98.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 37
dos y medios para recomponer una unidad que, probablemente, no adop-
tará las mismas formas que tuvo en el período anterior.
El nexo entre la concentración financiera y la descentralización, en-
tendido como la máxima socialización de la producción, es directo. De
hecho, es exactamente la dimensión financiera, empujada por la especu-
lación y la maximización de las ganancias, la que estimula las unidades
de producción a incrementar todo lo posible la productividad y la explo-
tación. Esta mayor explotación es posible gracias al incremento de las
inversiones en innovaciones tecnológicas y al ya mencionado proceso
de descentralización. Mientras mayor sea el empuje de la dimensión
financiera hacia la maximización de las ganancias, mayor será el interés
de la producción de bienes y servicios por comenzar procesos sistemáti-
cos y continuos de reorganización que modifican la situación de la fuer-
za de trabajo. Se pueden encontrar ejemplos diarios de esta dinámica,
sobre todo en períodos de crisis económica. El término “turbocapitalis-
mo”, que emplean empresas y economistas, describe con exactitud esta
dinámica.
El otro rasgo que surge en la fase posfordista y en su proceso produc-
tivo es la importancia cada vez mayor del conocimiento y de todos los
recursos del capital inmaterial. A diferencia de los anteriores modelos
de producción, en los que el conocimiento procedía directamente de los
medios técnicos y sistemas productivos de la fábrica, ahora el conoci-
miento penetra más profundamente las tareas productivas.
Antes sistematizamos, aunque de una manera escueta, los efectos del
conocimiento en la producción; ahora debemos aclarar esta cuestión. La
incorporación de habilidades a las máquinas es una tendencia constante
del sistema capitalista y hoy, cuando la división social del trabajo alcan-
zó su nivel más alto, esta tendencia sigue vigente. En realidad, hoy día,
el conocimiento no es sinónimo de profesionalismo independiente, sino
un requisito que debe cumplir la mayoría de los trabajadores para poder
entrar en el mercado laboral, ya que la ciencia y la tecnología se em-
plean directamente en la producción. Podemos entender entonces por
qué el conocimiento de la tecnología de computación es un salto cuali-
tativo que la fuerza de trabajo inevitablemente debe dar. No se trata solo
de una cuestión de esfuerzos individuales pues es también una obliga-
ción de toda la sociedad, por lo que el Estado debe organizar directa e
indirectamente la enseñanza de esa tecnología a partir de la escuela.
Pero el resultado de este salto cualitativo es que los trabajadores de la
tecnología de computación están actualmente más subordinados al capi-
tal que los obreros profesionales de la gran industria hace un siglo.
En todo caso, es evidente que una primera consecuencia de la aplica-
ción del conocimiento a la producción es el crecimiento del trabajo in-
material, aun en el caso de las labores poco calificadas. Este incremento
proviene del sistema de producción de mercancías (que examinaremos
más adelante) y, sobre todo, del enorme crecimiento del sector terciario,

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38 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
tanto público como privado, en el que la mayoría de los trabajadores
están empleados. Una segunda consecuencia es resultado de la reorga-
nización de la producción de bienes y servicios. Esta reorganización
genera, mediante los procesos de externalización, privatización, trabajo
por contrato, etcétera, una especie de sector intermedio en el cual un
conocimiento técnico más amplio debe ir acompañado por la capacidad
de manejar las relaciones mercantiles y sociales.
Ahora deberíamos abordar los temas relacionados con las empresas
pequeñas y medianas, el trabajo autoempleado, la “cultura” empresa-
rial, los distritos productivos, la relocalización, las redes de relaciones,
las redes de producción, etcétera. Pero lo más importante aquí es subrayar
los rasgos productivos del conocimiento en el posfordismo. Además, ya
contamos con numerosas publicaciones que describen de una manera
muy detallada (quizás demasiado detallada) los aspectos empíricos de
los procesos productivos y de relaciones así estructurados.
Existe un tercer nivel de integración entre la ciencia, la tecnología y
la producción que no es nuevo, pero en él la integración es ahora más
estrecha e interdependiente. Se trata del nivel directo de innovación tec-
nológica, de la relación entre las empresas y la investigación, de los
procesos de privatización de las universidades y de sus productos cien-
tíficos y su saber. En la relación entre ciencia y empresa, la que pierde es
la ciencia. Esta tiende a perder su horizonte humanista y los intereses
generales que hasta ahora se habían mantenido, por lo menos formal-
mente, independientes de intereses específicos como los de las ganan-
cias de las empresas.
Debemos hacer una observación general relacionada con el conoci-
miento en la producción. De los tres niveles antes descritos se despren-
de que sectores cada vez más grandes de la clase obrera se verán
involucrados en este salto cualitativo que afecta no solo los rasgos del
trabajo, sino también el desarrollo de la cultura y, de un modo más gene-
ral, la personalidad de los trabajadores.
La estrecha relación entre esta condición general y la dinámica sindi-
calista y política es obvia. Enfocar los mencionados cambios culturales
(y antropológicos) implica ser capaz de resolver los problemas que en-
frentan los trabajadores en el nuevo contexto social que está emergiendo.

Los méritos de un análisis estructural de clase:


algunas tendencias en curso

Una vez definidos el esquema interpretativo del desarrollo histórico del


modo de producción capitalista y algunos rasgos de la llamada fase
posfordista, debemos dedicarnos ahora a analizar de un modo más con-
creto y sustancial las transformaciones y cambios en la composición de
clases, en particular, en los países capitalistas avanzados.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 39
El primer elemento de este análisis sustancial es la identificación de
las tendencias que muestran claramente la dirección de las transforma-
ciones, análisis que no debe limitarse a lo que ya existe, ya que también
debe interpretar y entender los futuros escenarios.
Las tendencias en curso que se analizarán son: los cambios en la pro-
ducción de mercancías, el crecimiento estratégico del sector terciario y
los bloques económicos y la dimensión internacional de la clase obrera.

La producción de mercancías, la filière productiva


y las fábricas modulares

La ofensiva contra los trabajadores se inicia en las grandes fábricas —con


despidos y reorganizaciones— de los principales países capitalistas a
finales de la década de los setenta del siglo XX. La creciente competen-
cia internacional y la importancia de las finanzas en la economía refuer-
zan esta ofensiva debido al conflicto entre clases de esos años. Este
proceso depende, sobre todo, de las descentralizaciones y externalizaciones
que son perfectamente visibles hoy día, aunque sería precipitado con-
cluir que terminó. Además, la tendencia que surgió en las grandes fábri-
cas se difundió por todo el sistema de producción de mercancías y
modificó completamente el cuadro anterior.
En el sector de producción de bienes, las empresas descompusieron y
derrotaron al trabajador de masas que era la fuerza principal del movi-
miento de clases posterior a la Primera Guerra Mundial. Por consiguiente,
a los trabajadores ahora les resulta difícil desempeñar el papel dirigente
que tuvieron antes. Esto es, justamente, lo que ocurre en los principales
países capitalistas.
Hoy día la situación de la producción de bienes es diferente; en ella
los procesos productivos están dispersos en filières o “fábricas modula-
res”. Este proceso es una especie de reacción en cadena en las que no
solo las grandes empresas, sino también las compañías pequeñas y me-
dianas, relocalizan la producción. Concretamente, la compañía modular
está compuesta por tres niveles diferentes, en forma de tres círculos
concéntricos. El primero es el círculo estratégico de la firma, donde se
desarrollan las innovaciones, la coordinación y la mercadotecnia. En él
laboran los trabajadores más calificados, aquellos que poseen más co-
nocimientos y experiencia, por lo que tienen una visión general de las
estrategias y proyectos de la empresa.
El segundo círculo abarca la parte de la gran fábrica donde los com-
ponentes de las mercancías se ensamblan. La gran fábrica se achicó,
pero no desapareció. Sus funciones cambiaron. Mientras que antes rea-
lizaba toda la producción ahora se dedica a ensamblar las partes que se
producen fuera de ella utilizando, en lugar de la línea de ensamblaje,
una estructura productiva basada en la tecnología de computación y la

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40 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
robótica. Es obvio que no todas las compañías han alcanzado ese nivel
tecnológico, pero las funciones principales son las mismas.
Los obreros empleados en esas estructuras laboran en condiciones
muy diferentes a las del obrero de masas y suelen parecerse más a los
técnicos que a los obreros manuales.
Estos dos primeros “círculos” pertenecen a la estructura formal de la
compañía. La producción real se realiza fuera de la empresa mediante la
descentralización no solo de las tareas de los obreros, sino también de
los servicios, y mediante el empleo extensivo de la relocalización. Es en
este contexto donde tiene lugar la mayor explotación, independiente-
mente del trabajo que se realice. De hecho, la externalización de la pro-
ducción y los servicios incorporan tanto a trabajadores de plantilla como
a la llamada última generación de trabajadores autoempleados. Ade-
más, la relocalización de la producción en masa adquiere una gran im-
portancia, quizás determinante. Esta producción se realiza ahora en países
donde el costo de la fuerza de trabajo es sumamente bajo y el trabajo
que se realiza exige una especialización entre mediana y grande. Estos
dos últimos sectores de la fábrica modular demuestran claramente por
qué el posfordismo es un descendiente directo del fordismo, es decir,
por qué es una adaptación a una nueva situación en la que el mercado es
limitado en lugar de ser una negación de la fase previa. Esta última
crece en la periferia de las zonas desarrolladas.

El desarrollo estratégico de los servicios

En todos los países capitalistas avanzados la mayor parte de los trabaja-


dores están empleados en el sector de los servicios (tanto público como
privado). Por lo tanto, para definir la composición de clases de estos
países hay que empezar por analizar el desarrollo del sector terciario.
Lo primero que hay que subrayar es que esta tendencia hacia el creci-
miento cuantitativo va en aumento. De hecho, en sectores como los ser-
vicios, donde las Bolsas de Valores son particularmente sensibles a los
posibles efectos de las inversiones en el empleo, las inversiones están
creciendo de un modo casi exponencial. En el sector terciario las tasas
de ganancia suelen ser mucho mayores que en el sector productor de
bienes. La partida entre la “vieja” y la “nueva” economía se juega en
sectores como las telecomunicaciones, la energía, el transporte, el siste-
ma bancario y los servicios públicos (privatizados); estos son los secto-
res que más invierten en innovación tecnológica, y son también los
sectores donde los gobiernos ganan o pierden su credibilidad política.
Las muy variadas privatizaciones en todo el mundo muestran que la
partida del desarrollo se juega principalmente en el sector terciario. Es
más, un análisis más profundo de la fábrica modular revela que los tra-
bajadores empleados en los dos primeros “círculos” realizan tareas más

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 41
cercanas a la producción de servicios (administración, control por com-
putadora, mercadotecnia) que a la de bienes.
Esta es la perspectiva en cuanto a los países capitalistas desarrolla-
dos. Pero sería erróneo concluir que existe una coincidencia de intere-
ses entre las empresas y los trabajadores. De hecho, en el sector terciario
también está en marcha un proceso de reorganización basado en la des-
centralización, la externalización y —en lo que concierne a los servicios
públicos— el trabajo por contrato. Esta tendencia general ocasiona ten-
siones físicas y sicológicas a aquellos trabajadores cuyos empleos se
habían considerado, hasta ahora, garantizados, y por ello resulta más
fácil someterlos mediante chantaje. Además, a pesar de los altos niveles
de las inversiones en nuevas tecnologías, una buena parte de los trabaja-
dores en el sector de servicios realiza tareas no calificadas (limpieza,
preparación y suministro de comidas) ya que su papel es el de crear
condiciones para que el sector de servicios funcione.
La tendencia a fomentar el sector de servicios es impetuosa en los
países imperialistas, aunque también se evidencia cada vez más en los
países dominados que ajustan su desarrollo a las demandas del capital
internacional. Por consiguiente, el sector terciario se caracteriza por un
violento desarrollo tecnológico y financiero que lo convierte en fuente
estratégica de mayores ganancias, así como por el hecho de que sus
trabajadores están constantemente sujetos a procesos de reorganización
y descalificación. Es obvio que esta contradicción nos obliga a seguir
elaborando nuestro análisis. Este nos muestra que la posibilidad de ga-
nancias y desarrollo social para mantener el crecimiento en los países
desarrollados (bajo la hegemonía del capital), solo puede hacerse reali-
dad desarrollando el sector terciario y no regresando a la producción de
bienes. Las luchas de los trabajadores en los sectores del transporte, la
salud y la educación durante los últimos tres años no solo fueron las
únicas que tuvieron resonancia política, ya que también se caracteriza-
ron por su difusión internacional, por lo menos en Europa. No es este un
acontecimiento casual, pues indica que una contradicción fundamental
está emergiendo en este tipo de desarrollo. La derrota del movimiento
de los obreros en la década de los setenta fue sin duda política, pero su
base material fue la fragmentación de la fábrica y la producción. La
producción en masa fordista puede realizarse actualmente en las perife-
rias de las zonas desarrolladas y las tareas de los trabajadores en la em-
presa del centro solo pueden modificarse sustancialmente gracias a las
posibilidades técnicas y operativas de las empresas. La reducción de los
costos laborales mediante la relocalización quizás propicie el renaci-
miento futuro de las luchas obreras allí donde la explotación es mayor.
Pero, es objetivamente difícil prever un renacer del conflicto en las gran-
des fábricas de los países desarrollados porque los trabajadores, por
un lado, son chantajeados mediante la amenaza de que perderían sus
empleos y, por otro, son apaciguados por la política neocorporativa de

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42 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
la empresa que apela a la condición objetivamente diferente de estos
obreros.
La tendencia de los servicios a convertirse en el sector estratégico
trastornó la situación de los obreros en relación con las fábricas. En
realidad, la producción de bienes se realiza en otro lugar debido a que en
él son más bajos los costos de la fuerza de trabajo, pero el objetivo es
realizar las ganancias en los mercados desarrollados en vez de en el
lugar donde se producen esos bienes, pues las posibilidades de vender-
las aquí son insignificantes. Los servicios, por otra parte, están sujetos
a la inevitable condición de estar ligados al territorio por lo que no son
relocalizables.
Al analizar la composición de clase de los obreros y su comportamien-
to en los diferentes sectores debe destacarse un elemento importante. En
la producción de bienes la fragmentación jurídica va acompañada de
una respuesta técnica. Pero en la producción de servicios observamos
una subdivisión jurídica que no se corresponde con una división técni-
ca. Es difícil imaginar una división técnica del transporte nacional, de
los servicios de salud o de las telecomunicaciones. De ello se desprende
que la naturaleza de la lógica de la externalización, la descentralización
y el trabajo por contrato es en realidad más política que económica. La
cuestión es tratar de separar jurídicamente lo que de hecho está unido en
la producción. El único objetivo de hacer temporal el trabajo en el sec-
tor de servicios es el de impedir la posibilidad de que los trabajadores se
unan. Esta unidad podría modificar radicalmente las relaciones de po-
der en un sector que ha cobrado importancia estratégica para el desarro-
llo del capitalismo y de la rentabilidad. No es casual que el derecho a la
huelga solo esté restringido en el sector de servicios.
Por último mencionaremos algunas interrogantes que probablemente
no puedan ser respondidas definitivamente en este momento. Si es ver-
dad que los cambios jurídicos ejercen influencia sobre la condición
material de las grandes redes de servicios, ¿hasta qué punto pueden es-
tas soportar los procesos de descentralización y de condiciones preca-
rias de trabajo que, a largo plazo, podrían resultar, tanto funcional como
económicamente, contraproducentes? Si esta perspectiva es real, ¿es
posible que estos sectores se conviertan en el punto de resistencia de los
trabajadores más combativos gracias también a las condiciones objeti-
vas? Además, como perspectiva, ¿podría una “contraofensiva” de los
trabajadores comenzar precisamente en estos sectores en vez de en los
lugares donde el trabajo temporal está fragmentado, cuyas condiciones
materiales habitualmente son peores?
Es evidente que estas interrogantes y este análisis del sector terciario
no están estrechamente relacionados con el análisis de las característi-
cas (y los cambios) de la composición de clases en el mundo del trabajo.
Pero estos escenarios podrían ser una consecuencia del desarrollo
tendencial del sector de servicios.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 43
Los bloques económicos y la dimensión internacional
de la clase obrera

Este análisis es un “reto” a la comprensión de los cambios en la produc-


ción. Tiene un doble objetivo. Por un lado, aspiramos a una interpreta-
ción teórica que no solo debe ser plausible sino también abarcadora. Por
otro, aspiramos a definir del modo más concreto posible las transforma-
ciones objetivas. Esto significa que las tendencias cuantitativas y cuali-
tativas de la producción de bienes y servicios antes mencionadas deben
combinarse con la tendencia a la constitución de bloques económicos y,
en particular, con la aparición y el fortalecimiento de la Unión Europea
y el euro. Esquemáticamente, desde un punto de vista estratégico, ob-
servamos la constitución de bloques económicos (no solo del europeo)
dentro de los cuales —en lo que respecta a la producción— la produc-
ción de servicios es dominante en el centro mientras que la producción
material de mercancías se relocaliza en las periferias (en lo concernien-
te a Europa, el Este y el Sur del Mediterráneo; en cuanto a los Estados
Unidos, sin duda, el Norte de México).
Si enriquecemos este esquema “teórico” y lo comparamos con la in-
formación y los datos estadísticos, aparece otro elemento fundamental.
La tesis de que existe una ruptura absoluta entre el posfordismo y la fase
previa es refutada no solo por el hecho de que en los bloques económi-
cos hay un centro posfordista y una periferia fordista, sino también por
la circunstancia de que estas dos condiciones de trabajo se desarrollan
junto a otros modos de producción como el modo esclavista (véanse los
ejemplos de NIKE y Benetton) no solo en los países atrasados, sino
también en el llamado centro desarrollado, donde la explotación de los
inmigrantes es muy intensa. Incluso la reaparición de los sistemas
“neomedievales” o tribales, sobre todo en las zonas ricas en materias
primas de Asia y África, guarda relación con el nivel actual de desarro-
llo del capitalismo.
Por lo tanto, existe una creciente “producción flexible” que no reem-
plaza sino se suma a los anteriores modos de producción sobre la base
de un solo elemento conector: la competencia global, es decir, la con-
tracción del mercado mundial. Este mercado mundial cada vez se con-
centra más alrededor de los bloques económicos, como los de la Unión
Europea, el NAFTA o Japón, que se valen de estos bloques para defen-
der sus propios mercados internos.
Si estas son las tendencias relacionadas con la división del trabajo, es
insuficiente considerar a los trabajadores solo en el plano nacional o en
un nivel internacional genérico para comprender y enfrentar los proble-
mas que se presentan. Por ejemplo, a la luz de la Unión Monetaria Euro-
pea y de la división y concentración económica del trabajo en el bloque
europeo, sería de miopes no ver la clase obrera europea como un todo,

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44 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
evitar la cuestión de cómo esta nueva condición está emergiendo y no
dar respuesta a las inevitables demandas organizativas y a la necesidad
de defender el trabajo.
Es claro que lo que presentamos aquí no es más que un esquema,
dado que la producción de bienes no se puede planificar solo en la peri-
feria. En Italia, al igual que en otros países europeos, hay zonas de “in-
vitación” para las empresas, como por ejemplo el Sur y sus áreas
metropolitanas. Al mismo tiempo, la cuestión de los servicios, incluidos
los más desarrollados, no concierne solo al “centro”, sino también a
otras zonas. Basta recordar el conflicto con Telecom Serbia, o los con-
tratos con las compañías de los países europeos más importantes para
que dirigieran o construyeran infraestructuras y servicios, particular-
mente en los Balcanes, Iraq, etcétera.
Por último, hay que tener en cuenta que el cuadro anterior no es la reali-
dad totalmente desarrollada, sino la dirección que toma el movimiento
de la realidad. Carecería de sentido pensar que es posible prever el alcan-
ce y las formas de este proceso y cómo se realizará concreta y totalmente.
Sobre la base de los datos relacionados con la nueva composición de
clases en los principales países capitalistas surgió hace algún tiempo
una interpretación ideológica que, a partir de la relación entre el posfor-
dismo y el trabajo autoempleado, concibió escenarios que, a la luz de los
hechos, no dejaron de ser otra cosa que escenarios. En realidad, se ha
considerado que el trabajo autoempleado creció tanto que cuestionó la
primacía del trabajo empleado. Se creyó que el crecimiento cualitativo
del trabajo autoempleado llegó a un punto tal que la producción supues-
tamente pasó a ser un modelo “horizontal” donde las “redes” constitu-
yen el punto más alto de la modernidad y el desarrollo socioeconómico.
La realidad productiva y social de la década de los noventa refutó
claramente esta interpretación socioeconómica y devolvió de nuevo a la
tierra el análisis de la situación. No es cierto que el trabajo autoempleado
crezca cuantitativamente; en realidad, se estanca y quizás disminuye.
En lo cualitativo, los procesos dentro del trabajo autoempleado han dado
como resultado una pérdida de independencia y no lo contrario. En rea-
lidad, el porcentaje del trabajo autoempleado en Europa se ha manteni-
do más o menos estable durante los últimos veinte años. Lo que cambió
es su composición interna.
La reestructuración social de los últimos veinte años cambió no solo
el trabajo autoempleado, sino también el trabajo empleado. El número
de sujetos tradicionales, como los comerciantes minoristas, disminuyó
debido a las grandes cadenas de distribución y surgió entonces la llama-
da última generación de trabajos autoempleados que son el resultado de
los procesos de externalización y de descentralización de la producción
de bienes y servicios, como señalamos antes.
En relación con el trabajo autoempleado y sus tendencias, el hecho
realmente nuevo es que surge una convergencia, y no una divergencia,

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 45
entre el trabajo autoempleado y el empleado: conservan rasgos externos
diferentes aunque también muestran algunas características básicas co-
munes. La primera característica común es una gran subordinación al
modelo de desarrollo impuesto por la dimensión financiera de la econo-
mía. Para el trabajo dependiente esto significa una mayor inseguridad, y
para el autoempleado una pérdida de lo específico de su condición. El
segundo rasgo unificador es el salto cualitativo logrado por el empleo
del conocimiento y, por tanto, por la naturaleza cada vez más inmaterial
de la producción en todos los sectores. La causa de este proceso es sin
duda la socialización progresiva e inevitable de la producción como re-
sultado del modelo posfordista y su empuje hacia una mayor homoge-
neidad de los procesos laborales.
Una última observación para concluir esta sección sobre el trabajo au-
toempleado y el seudoempleado. La ideología posfordista del autoem-
pleo resulta más cuestionada cuando adoptamos otro punto de vista más
tradicional pero también más funcional. En realidad, la transformación de
la producción logró altos grados de productividad mediante el desarrollo
de la tecnología, pero también la utilizó, sobre todo, para elevar la pro-
ductividad del trabajo. Este proceso requirió que en ciertas produccio-
nes se introdujera el salario por piezas o a destajo en lugar del salario
por días trabajados. Por lo tanto, el salario por piezas ha sido una condi-
ción del aumento de la productividad, tanto material como inmaterial.
También produjo una identificación mucho más estrecha entre los obreros
y las actividades laborales dirigidas por otros y entre estas y los niveles
salariales aceptables e incluso medianos y altos en la sociedad moderna.
Hasta ahora hemos tratado de aclarar el vínculo entre la tendencia
histórica, los procesos económicos y la composición social de los traba-
jadores trazando las líneas generales del movimiento. Pero hay otros
aspectos del análisis que deben subrayarse a fin de obtener un cuadro
más preciso de los cambios en el mundo del trabajo. Uno de ellos tiene
que ver con la incorporación de la mujer al trabajo. Se trata de una ten-
dencia emergente menos obvia que en modo alguno cambia la subordi-
nación de la mujer en el mercado laboral. Es indudable que el cambio
parcial aunque considerable en la producción, de material a inmaterial,
crea condiciones para el acceso masivo de las mujeres al mundo del
trabajo. Sin embargo, este acceso no se produce de manera “regular”,
pues se caracteriza por el trabajo atípico y las formas más eventuales de
empleo. Las mujeres pueden encontrar empleos, pero estos se basan en
contratos de jornada parcial, a plazo fijo y temporales.
Otro elemento que nos permite obtener un cuadro más claro es el
crecimiento sostenido de la inmigración en los principales países capi-
talistas. Este fenómeno está creando un nuevo sector de trabajadores
que se estabiliza incluso de un modo contradictorio.
En lo que respecta a la relación entre los inmigrantes y el mercado
laboral, es imposible llevar a cabo un análisis preciso dado el evidente

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46 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
carácter del trabajo de los inmigrantes que es flexible e inconstante. En
todo caso es evidente que la fuerza de trabajo inmigrante complementa
la fuerza de trabajo autóctona, tanto por realizar los trabajos más pesa-
dos, incómodos, peor pagados y menos protegidos, como por su incor-
poración a los trabajos temporales y de estación. Es claro que el bloque
económico dominante en el centro del sistema tendrá que resolver la
cuestión de la inmigración.
La cuestión de la inmigración y sus consecuencias sociales, políticas
y culturales nos obliga a enfrentar un problema de primordial importan-
cia para el movimiento obrero en su dimensión internacional. En primer
lugar, hemos visto que el imperialismo de nuestros días tiende a reorga-
nizar la producción y la clase obrera de los diferentes países y cómo
estos últimos están mucho más entrelazados estructuralmente (no solo
políticamente, como ocurría en el siglo XX).
Es obvio que, dentro de la nueva división mundial del trabajo, las con-
diciones materiales de los trabajadores de países imperialistas son dife-
rentes, tanto en lo que concierne a los rasgos de su trabajo como en lo
político y económico. La razón de esta diferencia está dada por la deci-
sión de las clases dirigentes de los países imperialistas de mantener su
hegemonía política y no reducir los mercados nacionales de los países
imperialistas. Dicho de otro modo, la plusvalía producida en los paí-
ses dependientes se distribuye. Lenin se refirió a la aristocracia obrera.
Dada la naturaleza internacional y social de la producción, ¿cabe hablar
hoy de una “aristocracia asalariada”? No se trata de una cuestión retórica;
ella está íntimamente ligada al análisis de clase actual, a su dimensión
internacional y a los rasgos de los diferentes sectores, en primer lugar,
de los que se encuentran en el centro del sistema imperialista actual.
No deseamos abordar esta cuestión, pero queremos subrayar su gran
importancia en relación con los problemas políticos del movimiento obre-
ro internacional, con la necesidad que este tiene de organizarse más allá
de las fronteras nacionales y con la perspectiva del cambio social como
elemento de una contradicción profunda (tal como fue en la fase revolu-
cionaria anterior que llegó a su fin con la caída de la Unión Soviética).
Nuestro propósito es alentar una discusión sobre este asunto y sobre
cómo unificar los distintos sectores de la clase obrera en una sola pers-
pectiva de emancipación. Este objetivo es una tarea que no podemos
soslayar dadas las características que surgen de la división internacional
provocada actualmente por el imperialismo.

El posfordismo y los modelos de flexibilización


del trabajo y la vida social

A fin de comprender la fase actual de la competencia global es esencial


relacionarla con el análisis de la organización del ciclo productivo, de

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 47
las características del tejido productivo y social, del papel del Estado,
de las relaciones entre las zonas internacionales, así como de su estruc-
tura económica y de los intereses generales que están detrás de la domi-
nación y la expansión y determinan los conflictos interimperialistas. Estas
cuestiones están muy relacionadas con el paso trascendental de la época
fordista a la llamada posfordista.
La teoría económica de Marx, así como toda la teoría marxista, se
caracteriza por una nítida naturaleza social, por estar orientada a la ac-
ción y la práctica, por una relación muy estrecha entre la teoría y la
práctica. Para los marxistas, conocer el mundo siempre ha significado
transformarlo. Las leyes objetivas de la sociedad capitalista se revelan
en el curso de la lucha de clases para poner fin al capitalismo.
La tarea de Marx y Engels fue desarrollar una teoría económica y
política que subvertiría los viejos esquemas y que estaría constantemen-
te en consonancia e interactuaría con la realidad de clases. Esta cuestión
nos conduce a la importancia que tiene Marx para el análisis del conflic-
to actual entre el capital y el trabajo a partir de la composición de clases
de hoy día .
A partir de una reconstrucción esquemática de las últimas fases eco-
nómico-políticas podemos percatarnos de que desde los primeros años
de la década de los setenta se produce un debilitamiento de la unión
entre el sistema productivo fordista y los modelos keynesianos median-
te los cuales el Estado podía mediar, regular, cooptar y reducir los con-
flictos sociales. Los intensos procesos de industrialización fordista se
desplazan a nuevos mercados, especialmente en el sudeste asiático y
Europa Central y Oriental, lo que ocasiona un aumento de la competen-
cia internacional y cuestiona el liderazgo de los Estados Unidos.
El modelo de democracia capitalista, que nació y se consolidó en
todas sus variadas formas en los Estados Unidos con el fordismo, de-
sapareció en los últimos 25 años. Esto invalidó aquel concepto de socie-
dad civil, y de civilización, que había surgido junto con la sociedad
capitalista, lo que ocasionó el derrumbe de toda la estructura productiva
preexistente y destruyó aquellas formas de la sociedad civil que habían
sido determinadas por el modelo keynesiano de mediación y regulación
social. Estas formas de sociedad civil, social y, ante todo, económica
eran inherentes a la lógica constitutiva del modo capitalista de produc-
ción y a sus relaciones de clase. Ellas determinaron la existencia de los
trabajadores hace unos pocos decenios y, de la misma forma, en la fase
actual que denominamos, bien o mal, posfordismo.
El colapso del fordismo provocó el nacimiento de nuevos modelos de
acumulación flexible. Estos se basan en el hecho de que es la demanda
la que determina la producción en el contexto de conflicto global y com-
petencia desenfrenada aun cuando es imperfecta. La competencia se basa
cada vez más en la calidad de los productos y el trabajo, en un modo que
se caracteriza por los recursos inmateriales de capital intangible. Esta

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48 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
reorganización del capital dejó de sustentarse en la relación entre la
cantidad producida y los precios (que son elementos típicos del fordismo).
Por el contrario, va acompañada de un trabajo manual mal pagado,
relocalizado y cada vez menos regulado cuyo empleo es posible gracias
a los servicios externalizados con escasas garantías laborales.
La crisis del sistema, debido a la transformación del trabajo en la
sociedad posfordista, se puede explicar también en el contexto del de-
sarrollo de un tipo de trabajo básicamente inmaterial. Este tipo de trabajo
se caracteriza extensivamente por una forma de cooptación social que
va más allá de la fábrica y el trabajo productivo, e intensivamente por la
información y la comunicación, que son recursos del conocimiento o
capital intangible. Por trabajo inmaterial se entiende el trabajo que pro-
duce “el contenido informativo y cultural de la mercancía” que modifi-
ca el trabajo de los obreros en la industria y los servicios, donde las
funciones están subordinadas a la capacidad de procesar información,
tanto vertical como horizontal. No obstante, ¡esto sigue siendo trabajo!
Aparece un nuevo ciclo productivo ligado a la producción inmaterial
que muestra que la empresa y la economía fordista y posfordista se sus-
tentan en el procesamiento de capital como información. Esto ocasiona
una profunda modificación de la empresa, que se estructura ahora alre-
dedor de las estrategias de venta y de la relación con los consumidores:
como resultado de esta estrategia el producto se examina, en primer
término, desde el punto de vista de su venta y, en segundo término, de su
producción. Esta estrategia se basa en la producción y el consumo de
información como capital mediante la utilización de la comunicación
desviante y la mercadotecnia social con el fin de recolectar y difundir
información destinada al condicionamiento social general.
El proceso ante el que nos encontramos no es simplemente un proce-
so de desindustrialización, una de las muchas crisis del capitalismo. Por
el contrario, se trata de una transformación radical del capitalismo. Esta
transformación afecta a toda la sociedad y crea nuevas necesidades. La
cuestión aquí es la de una calidad de vida que crea comportamientos
socioeconómicos impuestos por la flexibilidad de la empresa, difundi-
dos a través del tejido social y diferentes a los de la sociedad industrial.
Esta última se basa en el carácter central de la fábrica y en la interven-
ción del Estado que, lejos de determinar una forma de relaciones dife-
rentes a las capitalistas, defendió de hecho el capitalismo y facilitó así
su salida de la crisis.
De un modo más específico, el resultado de los distintos análisis que
aparecieron en PROTEO2 muestran un sector de servicios que interactúa
cada vez más en otras actividades productivas y se integra en ellas, lo
2
PROTEO es una revista científica dedicada al estudio de la dinámica económico-
productiva y las políticas obreras que edita CESTES (Centro Studi Trasformazioni
Economico-Sociali) y Rappresentanze sindicali dei Base - RdB.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 49
que hemos definido en otro lugar como difusión terciaria de múltiples
niveles, que va acompañada de la flexibilidad de la vida social impuesta
por un tipo de empresa socialmente extendida por el territorio. El sector
de servicios va acompañado de una flexibilidad general que se está con-
virtiendo progresivamente en una fuerza motriz dentro de este tipo de
desarrollo económico. Esta flexibilidad no se puede explicar simple-
mente en términos de procesos de desindustrialización y transforma-
ción productiva (reestructuración/conversión tecnológica), sino debe
explicarse a partir de la necesidad general que tiene el capitalismo de
reorganizarse y diversificarse.
Este análisis muestra que todavía nos encontramos en una fase de
transición que, no obstante, revela ya algunas connotaciones muy cla-
ras. Somos testigos de un incremento de la producción de servicios en
comparación con la de bienes materiales. Pero esto tiene lugar funda-
mentalmente a través de procesos de externalización de los servicios y
las fases de poco valor añadido del ciclo de producción basado en la
superexplotación del trabajo. Este trabajo suele reclutarse mediante la
relocalización internacional que busca formas de trabajo desprotegidas
y de bajos salarios; esto va acompañado de un gran número de trabajos
intelectuales y técnico-profesionales que suelen ser tan precarios como
los manuales y repetitivos. Todo esto está ligado a la valorización del
capital, que se sustenta en las relaciones de clases, por lo que está en
contradicción con el trabajo vivo y reproduce el trabajo asalariado a
fin de multiplicarse.
Por consiguiente, debemos estar concientes de los cambios que se
han producido en los procesos productivos y en las configuraciones de las
subjetividades del trabajo, el no trabajo y el trabajo denegado. Es preciso
volver a subrayar que la posibilidad última de salir de la crisis de super-
producción, acumulación y crecimiento del capitalismo radica en el po-
tencial crítico del trabajo asalariado, que parte de un fuerte movimiento
sindical que actúa dentro y a favor de los procesos de recomposición
de clase, es decir, a favor de todo el segmento social que está sujeto de
manera diferente a la explotación capitalista, tanto en los lugares
de producción como en toda la vida social. En relación con estos pro-
blemas, las Rappresentanze Sindicali di Base han estado desarrollando
durante muchos años un papel rector y anticapitalista. La independen-
cia, la autonomía y las relaciones de clases se encuentran en el centro de
sus tareas político-sindicales.
Vivimos hoy en la época de la informática y la comunicación virtual,
de la revolución postindustrial basada en los recursos no materiales, en
el capital intangible. Este nuevo rasgo, a diferencia de lo que ocurría en
el boom industrial de la era fordista, no genera nuevos sectores ni nue-
vos empleos. Por el contrario, engendra una situación de mayor flexibi-
lidad en la que los derechos de los trabajadores son cada vez menos
importantes.

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50 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
Esta situación originó un nuevo tipo de trabajo, el llamado “trabajo
atípico o informal”. Esta expresión incluye los llamados trabajos ocul-
tos, secundarios, no registrados, ilegales y temporales. Se trata de
un trabajo mal pagado y que no está regulado mediante convenios co-
lectivos o procedimientos legales y reguladores. Estos trabajadores no
gozan de garantías y deben trabajar en condiciones inaceptables. La im-
posición de un nuevo modelo de explotación del trabajo, aunque con
diferentes procedimientos y etapas, origina una nueva fase de la acu-
mulación flexible capitalista que probablemente habrá de redefinirse
en el futuro.
El cambio es evidente. El sector de servicios está perdiendo su carác-
ter residual y de subsistencia y se convierte, mediante los procesos de
flexibilidad que la fábrica social generalizada impone, en un elemento
que contribuye al desarrollo capitalista. Es un factor rector en el nuevo
modelo dinámico de desarrollo, capaz de satisfacer la demanda cam-
biante tanto cuantitativa como, en particular, cualitativamente. Además,
fomenta y realiza procesos de innovación para los factores de la oferta e
impone a todo el cuerpo social (las nuevas figuras del trabajo, el no
trabajo y el trabajo denegado) una adaptación activa al nuevo ciclo de
desarrollo capitalista basado en la acumulación flexible.
Parece paradójico, pero aun cuando disminuye el tiempo necesario
para realizar un trabajo la clase obrera vive en condiciones de total opre-
sión, donde las horas extras trabajadas se consideran tiempo de trabajo
normal. La clase obrera no tiene ya un tiempo de trabajo fijo, está
menos protegida y suele aceptar pasivamente esta situación debido al
cierre del mercado laboral; como es muy difícil encontrar trabajo, la
clase obrera tiende a aceptar esta situación opresiva por temor al de-
sempleo.
La creciente importancia económica del sector de servicios y de la
flexibilidad, así como la reorganización del capital (con los consiguien-
tes fenómenos de precariedad, relocalización y carácter central de los
servicios) engendraron durante los últimos años un creciente número de
“trabajadores atípicos”. Este número siempre creciente de trabajado-
res es obligado, debido a la falta de trabajos regulares, a aceptar cual-
quier empleo, aun cuando se caracterice por una gran flexibilidad de las
funciones (que aumentan a medida que el trabajo se fragmenta) y por la
flexibilidad de las horas de trabajo (es decir, disminuye en los contratos
de duración indefinida y aumenta en los de plazo fijo). Somos testigos
del nacimiento de nuevas actividades (la mayoría de las cuales en el sec-
tor terciario) que generan y al mismo tiempo fuerzan el desarrollo de nue-
vos sujetos de clase, tanto del trabajo como del no trabajo, de nuevos
modelos y mecanismos de crecimiento, organización y acumulación.
Por primera vez la crisis del trabajo afecta tanto a los desempleados
como a los trabajadores empleados de variadas formas. Sin embargo,
aun los contratos atípicos y las nuevas formas de las estructuras (redes)

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 51
de las firmas siguen relacionados con los estándares pasados. En la fir-
ma tradicional la medida sigue siendo el tiempo de trabajo; por el con-
trario, la firma de redes aún es una organización con sus propios
empleados y con una notable presencia de los nuevos asalariados. El
cambio más profundo es aquél que afectó directa e indirectamente a la
masa de asalariados, al sistema laboral y al sistema de bienestar.
La máquina sustituye cada vez más el trabajo directo y aumenta la
frecuencia de las actividades que tienen como objetivo restaurar la
superexplotación en una sociedad asalariada que intensifica las formas
contractuales atípicas (jornada parcial, temporal, capacitación, etcéte-
ra) definidas por Gorz como “trabajo servil, complementario de la de-
clinación de las formas del trabajo asalariado”. La crisis está ocasionando
la desaparición de los trabajos permanentes, regulares, pero no del tra-
bajo asalariado.
Esto se debe, sobre todo, al nuevo sistema económico, que incrementa
la parte del capital y reduce la del trabajo y a los procesos de informa-
ción que ahorran una considerable de fuerza de trabajo, lo que permite
reducir los trabajadores permanentes. El desempleo, la flexibilidad y
la precariedad de los salarios y el trabajo se hicieron de este modo
estructurales.
Los datos suministrados por CNEL, ISTAT, etcétera, corroboran los
resultados de nuestra investigación. Podemos alcanzar entonces una
mejor comprensión de las relaciones de coerción general de los compor-
tamientos que se han establecido entre la empresa capitalista, el conjun-
to de los trabajadores empleados y desempleados y de la población que
está directa o indirectamente ligada a una especie de nueva fábrica ge-
neralizada. Esta nueva dimensión social del trabajo crea formas nuevas
de marginalidad social y nuevos pobres, incluidos aquellos que previa-
mente tenían empleos garantizados como los de la administración públi-
ca y que disfrutaron de un “trabajo permanente”. La realidad económica
está evolucionando rápidamente, pero esto no cambia la línea de demar-
cación entre el capital y la clase obrera, que no puede aceptar ser com-
patible con la crisis de la acumulación cuantitativa.
En la tercera fase de la modernización capitalista lo que se objeta es
la idea del tiempo de trabajo y el lugar de trabajo. Por ejemplo, en cuan-
to al empleo temporal, los trabajadores son empleados por varias em-
presas que pueden utilizarlos cuando los necesitan. En este caso los
trabajadores son contratados por un empleador, que los puede alquilar a
otros empleadores. Así pues, la idea del tiempo de trabajo y el lugar de
trabajo cambió, y ahora el tiempo de trabajo se divide en tiempo de
espera por un empleo y tiempo de trabajo efectivo.
El aspecto territorial habrá de ser cada vez más importante con el
paso de la producción en masa concentrada a la flexible y extendida, que
se basa en la movilidad, la flexibilidad y la fragmentación de la clase
obrera.

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52 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO

El posfordismo en Italia: nuevas formas de la división


del trabajo y la nueva estructura de la clase obrera

La llegada a su fin de la era fordista sitúa también a Italia en una fase de


redefinición del capital con características postindustriales. Los análisis
que enfocan la fábrica y el carácter central de los obreros son totalmente
obsoletos. Ahora marchamos hacia una jerarquización de los modelos
de desarrollo que se sustenta fundamentalmente en las modalidades de
la transformación económica y social que engendran nuevas subjetivi-
dades desprotegidas.
Existe un sector terciario que interactúa y se fusiona con otras activida-
des productivas, particularmente con las industriales. Este hecho permite
el nacimiento de un nuevo modelo de desarrollo organizado denomina-
do “tejido de capas múltiples de la difusión terciaria”. Esto significa un
sector terciario implícito y explícito que asume el papel de motor pro-
pulsor del modelo de desarrollo económico. El sector terciario no solo
puede explicarse por los procesos simples de desindustrialización, o por
los procesos industriales de reestructuración, sino también por las nece-
sidades de reestructuración y diversificación del capitalismo italiano.
En este contexto social, económico y productivo, la clase media toda-
vía desempeña un papel muy importante en la regulación y la dirección
de zonas locales específicas, caracterizadas en términos económicos.
En cuanto a la movilidad y los determinantes cualitativos del ciclo de
vida en el nivel económico regional y nacional, existe una tendencia
hacia la consolidación de los liderazgos locales, que se basan en los efec-
tos imitativos del status, particularmente influyente en una parte de la clase
media. En Italia esto significa, por ejemplo, que algunos grupos econó-
micos nacionales están influyendo el comportamiento económico y so-
cial de sujetos locales que antes habían caracterizado la evolución de
los distritos industriales.
El modelo italiano de capitalismo todavía recibe sus principales re-
cursos de las distintas formas del distrito industrial. Este modelo se
distingue por la especialización de las estructuras y fuerzas laborales,
dentro de redes de firmas que continuamente se transforman y cuyas
actividades están multilocalizadas. Al mismo tiempo se suele recurrir a
la flexibilidad del salario, la intensificación del tiempo de trabajo y a
una elevada división del trabajo, que condujeron a la difusión del tra-
bajo temporal y a la negación de los derechos sindicales.
La clasificación de las relaciones de trabajo atípico que propusimos
aquí es parte de un marco que agrupa diferentes categorías del trabajo
en tres niveles: el carácter, en cuanto al tiempo, del desempeño (perma-
nente, temporal), la duración de la jornada laboral (completa, parcial) y
la madurez de los derechos de seguridad social (completa, reducida o
ninguna).

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 53
Se puede conseguir una visión más o menor abarcadora de las dife-
rentes formas del trabajo en dependencia del punto de vista elegido. En
particular, si consideramos el carácter temporal junto con las horas de
trabajo, la madurez de los derechos de seguridad social y la mayor o
menor “naturaleza atípica”, es posible identificar 31 tipos de trabajo
atípico. De estos, 18 se pueden catalogar de “estrictamente atípicos” y
los 13 restantes de “parcialmente atípicos”.
Si analizamos detalladamente la naturaleza atípica de las relaciones
laborales que cuentan con derechos completos de seguridad social, ve-
remos lo siguiente:
• empleados que tienen trabajos permanentes de jornada completa,
que trabajan en sus casas o realizan teletrabajo: se clasifican como
atípicos únicamente sobre la base de las modalidades de sus servi-
cios laborales y no a partir de la naturaleza de los contratos que
regulan esos servicios;
• entre los dependientes con contratos de trabajo permanentes pero
de jornada parcial, aquellos con contratos de jornada parcial se
clasifican como atípicos, sobre todo, debido a su reciente difusión
en Italia;
• los trabajadores de agencia y los que realizan trabajo social en
el extranjero son “atípicos en el sentido estricto”; y
• los empleados que trabajan jornadas completas, con contratos de
agencia, de plazo fijo y capacitación se consideran “atípicos en el
sentido estricto”.3
Según ISTAT, entre 1992 y 1997 los trabajos se redujeron en 1 700 000
unidades; una gran parte de estos trabajos pasaron a formar parte de la
llamada “economía sumergida” (trabajadores no registrados, trabajado-
res inmigrantes e ilegales, trabajadores ocasionales, trabajadores que
reciben pagos por indemnización, etcétera). Estos problemas los sufren
ante todo las mujeres y los jóvenes, además de que incrementan la dife-
rencia tristemente célebre entre el Sur y el Norte de Italia. Debemos
destacar también la duración del período de desempleo: más del 60% de
los desempleados italianos tienden a mantenerse fuera del mercado la-
boral durante más de 12 meses.
Esta situación tampoco cambió en los años siguientes. Por ejemplo, el
informe ISTAT 2001 señala que en sus comienzos el período 1993-2001
se caracterizó por una fase de dificultades en el mercado laboral que
ocasionaron una disminución en el empleo de 458 000 unidades durante
los dos primeros años. En los años siguientes se pudo observar una recu-
peración igualmente firme: en 1998, las cifras del empleo vuelven a ser
las de comienzos del período y en el 2001 el número de los empleados
se elevó a 21 514 000 unidades, con un incremento de 1 030 000 unida-
des en relación con 1993.
3
Rapporto annuale ISTAT 2001, p. 149.

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54 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
El curso del desempleo es contrario al del empleo, pero con un signi-
ficativo intervalo de tiempo entre ambos: el desempleo aumenta rápida-
mente, pero solo es reabsorbido con dificultad cuando comienza la
recuperación económica. En relación con el nivel inicial, el desempleo
se elevó de 2 229 000 unidades a 2 745 000 unidades en 1998, el número
máximo de personas que buscaban trabajo. A partir de ese año, el de-
sempleo es progresivamente reabsorbido y en el 2001 el número de
desempleados se estabiliza en 2 267 000 unidades. Esta situación estuvo
influida por el crecimiento progresivo de las nuevas formas del trabajo
flexible, sobre todo durante la segunda mitad de la década de los noven-
ta. La parte del componente atípico de hecho aumento durante este pe-
ríodo en ambos sexos, un poco más en el caso de las mujeres que en el
de los hombres. En realidad, en el 2001, el desempleo temporal mascu-
lino fue un 8,3% del empleo total (en 1993 era del 5%), mientras que el
femenino aumentó desde un 8,2% hasta el 11,9% actual.4
Vale la pena recordar que, en relación con otros países europeos, el
desempleo en Italia tuvo la particularidad, desde el punto de vista de su
distribución, de ser sinónimo de desempleo juvenil. De hecho, desde
comienzos de la década de los sesenta hasta comienzos de la de los
noventa del siglo XX, entre el 75 y el 80% de las personas que buscaban
trabajo se concentraban en la categoría de 15-29 años, independiente-
mente de la fase de la coyuntura económica. En otros países europeos la
distribución mostraba una tendencia opuesta que no ha cambiado.
Este modelo cambió parcialmente en la última década. Ya en 1993 las
personas mayores de 29 años que buscaban trabajo fueron el 65,4% del
total , y ahora constituyen el 51,4%.
Esto no significa que el problema del desempleo haya aminorado. De
hecho, la tasa de desempleo en la categoría de 25-29 años sigue siendo
casi el doble de la de la categoría de 30-35 años —y tres veces más alta
que la de la categoría de 20-24 años—. Sin embargo, mientras el núme-
ro de los que buscan empleo se mantuvo más o menos igual en estos
nueve años, el desempleo de los adultos aumentó de 804 000 a 1 103 000.
Este cambio en el desempleo es resultado en parte de los cambios en la
composición por edades de la población, pero no se explica completa-
mente por estos.5
En relación con abril del 2001, el trabajo a plazo fijo —tanto de jor-
nada completa como parcial— aumentó en 88 000 unidades. Por el con-
trario, el trabajo de jornada parcial —tanto los de duración indefinida
como los de plazo fijo— disminuyó en 25 000 unidades. En un año el
porcentaje se redujo del 9,6 a 9,2%.
En abril, el componente masculino volvió a aumentar en un 1,5%
(199 999 unidades más); el componente femenino se mantuvo crecien-
4
Rapporto annuale ISTAT 2001, p. 127.
5
Rapporto annuale ISTAT 2001, p. 131.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 55
do hasta llegar al 2,3% (184 000 unidades más en relación con abril
del 2001).6
Es interesante analizar un estudio de los perfiles profesionales reali-
zado por el CNEL (abarca el período 1997-1998), que se basa en las
experiencias de los trabajadores miembros de las Associazioni della
Consulta. La diferenciación según tres perfiles profesionales (papel pro-
fesional, ecología de la profesión y estructura de la profesión) dio como
resultado ocho categorías:
• La élite, aquellos que desempeñan funciones de coordinación y
dirección sobre la base de un aparato teórico especializado.
• La sub-élite, aquellos cuya identidad se funda en una fuerte
autocertificación y en un aparato teórico muy genérico.
• Los conservadores, aquellos que realizan trabajo empresarial en el
sector público.
• Los cuasiprofesionales, aquellos cuyo trabajo se basa en un apara-
to teórico genérico.
• Los innovadores, aquellos cuyo trabajo se sustenta en un aparato
teórico especializado.
• Los adaptables, es decir, los profesionales que forman parte de un
sistema de capacitación especializado.
• Los especialistas, aquellos que trabajan fundamentalmente sobre
la base del trabajo dependiente sin elevados niveles tecnológicos.
• Los de los intersticios, aquellos que operan en un contexto estático
y para los cuales no existe una vía específica de capacitación.
Estos datos muestran que el sector “servicios a las empresas” agrupa
la mayor parte de los tipos profesionales: cuasiprofesionales (100%),
los de los intersticios (75%), innovadores (79%), sub-élites (66,6%). De
esta manera resulta claro el papel del sector terciario como sustento del
aparato productivo. Por otra parte, la élite (62,5%) y los conservadores
predominan en el sector técnico, mientras que los demás perfiles están
uniformemente distribuidos.
El nacimiento de nuevos sujetos del trabajo y del trabajo denegado
es evidente. Estos sujetos suelen estar en los límites del sistema produc-
tivo oficial, no son bien pagados, a menudo se involucran en trabajos no
registrados y en las formas del trabajo no oficial. Es esta aquella parte
de la clase obrera que para obtener un ingreso mínimo garantizado está
obligada a aceptar condiciones laborales similares a aquellas de comien-
zos del siglo pasado.
En este contexto es muy importante comprender el significado del
nuevo concepto de distrito industrial y terciario: es este un distrito muy
específico y su propia dimensión socioeconómica y territorial, definida
según las relaciones de coerción de los comportamientos de las masas
6
Fuente: ISTAT, “Rilevazione Trimestrale sulle forze di lavoro”, junio 26, 2002, p. 6.

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56 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
por las empresas capitalistas en la comunidad local, y una capacidad de
autocontención forzada en términos de oferta y demanda de trabajo. Se
trata de una nueva estructura del mercado laboral creada por la margina-
lización, la precariedad y la expulsión de aquellos sujetos que no son
compatibles económica y productivamente con este proceso.
De acuerdo con esta interpretación socioeconómica, es necesario ana-
lizar las transformaciones tecnológicas y productivas que caracterizan
algunas realidades territoriales y determinan la creciente importancia de
algunos sistemas terciarios y conformados por redes.
De este modo es más fácil detectar las tendencias del desarrollo eco-
nómico, sus cambios en curso y los diferentes rasgos de las actividades
económicas. En particular, se pueden detectar las actividades terciarias
y las fases de externalización y relocalización del ciclo productivo, muy
difundidas por todo el territorio nacional. Estos son los factores que
caracterizan el desarrollo económico en Italia así como en otros países
capitalistas avanzados, tanto centrales como periféricos.
Estas dinámicas afectan también las zonas “marginales”, es decir, afec-
tan las relaciones entre todas las estructuras de la economía y la reali-
dad productiva del Sur de Italia (Mezzogiorno). Estas relaciones cambian
con el tiempo, pero siguen conformando el subdesarrollo y están adap-
tadas a la necesidad evolutiva del sistema en otras zonas italianas: la
reproducción y la expansión de la estructura central de la economía. La
función del Mezzogiorno cambió. En el pasado se le consideraba la reser-
va de trabajo, el tope en el costo del trabajo y el regulador de las contradic-
ciones productivas y sociales. Ahora se le considera una zona preferencial
de ventas, un apoyo a la redistribución del ingreso a las empresas, las
cuales sufren debido a las bajas ganancias y a los recortes en los campos
tradicionales. Es sin duda el resultado de una relación de dominación
con características reales de colonización de las zonas del Sur.
Nos referimos aquí a las grandes zonas del sur de Italia, que se ca-
racterizan por un gran desempleo y el trabajo tanto no oficial como tem-
poral, apropiados para el desarrollo de actividades mal pagadas y el
trabajo en casa. Se trata de una auténtica relación de expropiación/apro-
piación, de superexplotación del trabajo, por lo que las empresas matri-
ces abren filiales en las áreas periféricas al tiempo que conservan las
funciones estratégicas y más rentables de producción y mercadotecnia.
Estos tipos de procesos de marginalización de la economía del Sur
también caben en el proyecto del camino italiano hacia la competencia
económica global, que obliga al capitalismo a escoger un modelo de
desarrollo distribuido en el territorio, y basado particularmente en for-
mas más presionantes del sector terciario implícito y explícito. Un mo-
delo que necesita de consenso para ampliar la fábrica, lo que hace más
precario el trabajo y fragmenta la clase obrera.
En definitiva, la tendencia de la estructura productiva hacia la tercia-
rización continúa. Esta tendencia va acompañada por una clara declina-

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 57
ción de la importancia del sector agrícola, ocasionada también por el
más o menos evidente proceso de desindustrialización.
En Italia, la transformación de la geografía del desarrollo tuvo lugar
sobre todo en las últimas dos décadas, y se debió, además de a un inten-
so proceso de terciarización, a una diferente caracterización cuantitati-
va y, en particular, cualitativa de las actividades productivas de la fábrica
social generalizada. La fábrica social, en virtud de su flexibilidad, deter-
mina intensos procesos de redefinición, especialización y diversificación,
e impone de esta forma a los nuevos sujetos del trabajo y el no trabajo una
adaptación activa a los tipos y la cultura organizativa de ella.
El aumento del número de empresarios, como lo muestran las fuentes
oficiales con la apertura de la partita IVA,7 tiene su causa en el gran
incremento que han tenido en Italia las actividades de autoempleo. Es-
tas nuevas figuras del trabajo sobrepasan los 7 millones de personas que
en lo fundamental son “compañías de un solo hombre”, representativas
de lo que podemos denominar trabajo autónomo —en oposición al tra-
bajo asalariado— de última generación. Se trata sobre todo de antiguos
empleados, ahora en situación precaria, que no tienen ya garantías de
continuar trabajando, obligados a dedicarse a las nuevas formas del tra-
bajo a destajo, sin las regulaciones ni los derechos típicos del trabajo
asalariado. Tras la ilusión del “autoempleo”, de la libertad socioeconó-
mica del “trabajador que se dirige a sí mismo”, siempre hay una nueva
forma de trabajo subordinado desregulado, una superexplotación y una
carencia severa de garantías de seguridad social (salud, pensiones y otras
formas de asistencia).
Pero detrás del desarrollo de la empresa local, que no es más que traba-
jo subordinado oculto, se encuentra el capitalismo salvaje que crea falsos
mitos para esconder sus contradicciones. Así pues, el desempleo y el
trabajo temporal han aumentado notablemente, al tiempo que se niegan
las garantías de la seguridad social y los derechos laborales. Esto ocurre
en un territorio que es vuelto a definir como “fábrica social”: un lugar
de experimentación y de imposición de la compatibilidad de empresas.
En este contexto de transformación global y de una transformación
capitalista total, el Estado de bienestar se convierte en un Estado de las
firmas, en un Estado de la ganancia. Este se basa en la lógica del merca-
do, la rentabilidad garantizada e incrementada, la transformación de los
derechos sociales en caridad y la difusión social de la flexibilidad y la
productividad como formas nuevas de las “divinidades sociales”.
El papel y el significado que usualmente se le asignan al llamado
“tercer sector” (organizaciones no lucrativas) es coherente con el análi-
sis anterior. Es importante recordar que la importancia estratégica del
sector no lucrativo es ampliamente reconocido por instituciones y enti-

7
La “partita IVA” es el impuesto de valor añadido que las empresas y los trabajadores
autoempleados deben cobrar a sus clientes y pagar al gobierno central.

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58 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
dades como la Banca d’Italia (el Banco Central de Italia), la dirigencia
católica y el mundo de las fundaciones financieras.
La tendencia parece orientarse hacia una economía de dos facetas: la
primera solo aspira a las ganancias, la exclusión social y la marginaliza-
ción. La segunda, el mundo de los “voluntarios” y de las organizaciones
no lucrativas, se basa en la “solidaridad” y debe absorber los efectos de
la exclusión social.
Las empresas suelen estar en manos de fundaciones bancarias, cuyo
potencial ético es empleado por los grupos económicos y políticos neo-
liberales (un modelo “asociativo”) como un instrumento para convertir
el trabajo en temporal y flexible, lo que reduce al mismo tiempo el poder
sindical y los salarios. Dicho de otra forma, lo que realmente importa es
crear ganancias mediante el control de la empresa social y la coopera-
ción. A partir de estos antecedentes podemos entender también el mane-
jo fiscal de las donaciones de solidaridad y el financiamiento público de
las empresas sociales bien conectadas con los principales grupos políti-
cos o de negocios.
Por lo tanto, es este un uso instrumental de la cooperación social y de la
participación obrera. Se trata de una asociación y una democracia eco-
nómica falsas dentro del “tercer sector”, organizado según las reglas de la
eficiencia capitalista. Es un empleo de la economía no lucrativa que reem-
plaza el Estado de bienestar canalizando y comprimiendo los conflictos
para permitir que el Estado se sustente en las reglas de la ganancia, mien-
tras que las donaciones de caridad contribuyen a que el sistema funcione.
En este contexto, las nuevas formas cooperativas y de concertación
de la negociación/colaboración de los sindicatos solo conducen al debi-
litamiento de los derechos sindicales —que se conquistaron mediante
las luchas de la clase obrera— y a un aumento de las desventajas socia-
les del desarrollo económico. Asistimos de este modo al nacimiento de
un bloque social basado en el nuevo modelo “asociativo”, que es el cen-
tro de un tipo de relación industrial que solo se preocupa por el desem-
peño de la empresa y la destrucción de la solidaridad y la unidad de la
clase obrera. Es un modelo que se hace realidad mediante una comuni-
cación capaz de influir en toda la sociedad.
La fábrica tradicional (producción estandarizada) se ubica en las zo-
nas marginales, en las cuales los costos laborales son bajos y pocos los
conflictos.
En las zonas principales encontramos la fábrica innovadora (produc-
ción creativa). En ellas el mercado laboral está altamente especializado
y determina un tipo de aristocracia obrera y la marginalización de los
demás sujetos económicos del trabajo. Es este el caso de los empleados
públicos, los pequeños comerciantes al por menor, los trabajadores pre-
carios y (cada vez más) los desempleados.
Los procesos de descentralización productiva, relocalización y
subcontratación que encontramos en empresas tanto grandes como pe-

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 59
queñas, incrementan constantemente el número de los grupos de empre-
sas donde las condiciones laborales no están reguladas. En este caso, por
la relación no regulada entre el capital y el trabajo, el obrero está más y
más individualizado y carece de garantías. Debemos considerar también
la miniaturización de la empresa hasta llegar a la empresa de un solo
hombre, con el consiguiente aumento del sector del autoempleo. Un sec-
tor que se caracteriza por la expulsión de una parte creciente de los obre-
ros de las empresas matrices, los cuales se ven forzados a ocupar una
posición laboral nueva, precaria, más subordinada que en el pasado.
Así pues, el contexto del desarrollo económico italiano cambia: de un
modelo centralizado y polarizado a la fábrica social, que está difundida
por todo el territorio. Es un nuevo ciclo del capitalismo que se caracte-
riza por una amplia descentralización productiva, desde una migración
de las poblaciones y la fuerza de trabajo procedentes de las zonas prin-
cipales hasta la reducción del tamaño promedio de las empresas y ma-
quinarias. Todo se basa en la movilidad, la flexibilidad y lo precario del
trabajo y la imposición —mediante las políticas económicas y cultura-
les del Estado de la ganancia— de la fábrica social generalizada.

Desde el Estado social, como agente de la mediación


del conflicto y la cooptación social, hasta el Estado
de la ganancia basado en la cultura empresarial
Estamos en presencia de un proceso en curso de redistribución territo-
rial causado por los fenómenos de reestructuración y reconversión in-
dustrial y que afecta el modo mismo de manifestación del desarrollo
capitalista. Un nuevo modo de producción se estableció, y se diversifica
cada vez más en comparación con anteriores procesos productivos, en
particular los industriales. Esta transformación social crea nuevas nece-
sidades y actividades, la mayoría de las cuales son precarias y aparecen
en el sector terciario. Ellas generan y al mismo tiempo impulsan nuevos
mecanismos de crecimiento, de organización social y de acumulación
de capital. Esto se consigue también mediante el uso específicamente
productivo de los recursos del capital intangible, que depende de la in-
formación y la comunicación así como de la desregulación (el objetivo
es atacar los derechos sociales en general y los derechos laborales en
particular) y a través de una reorganización del territorio. Este proceso
va acompañado de la precariedad de todo el ciclo de vida social de la
clase obrera y del conjunto de la fuerza laboral. Al mismo tiempo, se
cuestiona el papel específico del Estado intervencionista como empleador
y mediador en el conflicto social mediante políticas keynesianas.
En la era fordista, el Estado social tenía una función económica redis-
tributiva como consecuencia de la fortaleza del movimiento obrero. Esta
fortaleza le permitió conseguir una parte mayor del ingreso para el tra-

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60 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
bajo, es decir, un mayor salario social (o sea, el salario directo, indirecto
y pospuesto). Pero esto tuvo lugar dentro del capitalismo y las relacio-
nes de producción capitalistas, lo que hizo posible el desarrollo de rela-
ciones sociales que, aunque mediadas por el Estado, se centraban en el
uso del acuerdo fordista-keynesiano y se emplearon también como un
elemento para controlar cualquier forma de antagonismo, contención y
cooptación del conflicto social, precisamente para impedir el surgimiento
de aquellas relaciones sociales que podían prefigurar las nuevas relacio-
nes sociales (y en esto el capitalismo realmente tuvo éxito).
En otras palabras, la intervención del Estado en la economía nunca
previó otras relaciones junto a las capitalistas ni, mucho menos, rela-
ciones fuera o más allá del capitalismo, porque el Estado social no era
más que una consecuencia, un tipo y un modo de manifestación, de las
formas de existencia del capitalismo en un momento en que las relacio-
nes de poder entre el capital y el trabajo eran más favorables al movi-
miento obrero que en la actualidad.
Esto es más cierto hoy día, en una fase en la que la intervención del
Estado en la economía y el propio Estado social se hicieron incompati-
bles con los paradigmas del desarrollo neoliberal.
El principal objetivo del empresario es maximizar las ganancias. En
el modo de producción fordista esto se conseguía en lo fundamental
mediante el crecimiento del Estado social, que hizo posible que incluso
los estratos menos favorecidos consumieran y compraran: los salarios
no eran solo un costo, sino también un ingreso. Por lo tanto, la estimula-
ción de la demanda y el consumo, centrada en la venta de mercancías,
significaba el uso de servicios sociales que sólo en apariencia eran gra-
tuitos (la educación, los servicios de salud, etcétera). En realidad eran
una reapropiación del salario indirecto (y, por tanto, de la plusvalía) en
una fase en la cual las relaciones de poder hicieron posible una redistri-
bución más favorable al trabajo. En la nueva situación, en una fase que
es más favorable al capital, el espacio para maniobrar y la fuerza del
movimiento obrero disminuyeron y los salarios se convirtieron en un
costo que había que reducir todo lo posible.
“Es por esta razón que el Estado social, como redistribuidor del in-
greso a través del sistema fiscal, y como creador del ingreso constituye
un obstáculo para el capitalista posfordista, por lo que debe ser elimina-
do. Por un lado, es visto como la causa de los excesivos costos del traba-
jo (cargas sociales y apropiación fiscal) y, por otro, como la causa del
excesivo costo del dinero (crecientes tasas de interés para canalizar los
ahorros hacia la deuda pública) (...) el sistema de justo a tiempo prospera
debido a la atomización del mercado; el gusto del consumidor indivi-
dual y el deseo de comprar son decisivos, deben ser estudiados, explora-
dos y satisfechos sin demora tan pronto como se manifiestan”.8

8
Marazzi, C. : “Il posto dei calzini”, pp. 106-107.

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EL TRABAJO Y EL BLOQUE SOCIAL ANTAGÓNICO 61
Las consecuencias son un perceptible crecimiento del desempleo vi-
sible o invisible, la precariedad del trabajo, la negación de las garantías
sociales y de los derechos laborales elementales, en un territorio que
deviene fábrica social y se convierte en el lugar de experimentación y
dominación de lo que es compatible con la empresa.
Todo depende de la precariedad del las relaciones laborales, la ne-
gación de las garantías, de la gran movilidad y flexibilidad del trabajo,
de la imposición (mediante la política cultural y económica del Estado
de la ganancia) a los nuevos sujetos del trabajo, el no trabajo y el tra-
bajo denegado de una adaptación activa a los horizontes organizativos
y económico-culturales impuestos por la presente fase del desarrollo
capitalista.

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62 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO

3. EL CONFLICTO SOCIAL
EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

El Estado de la ganancia y el militarismo keynesiano

La propensión a la crisis de la economía más poderosa y grande del


mundo, junto con la guerra contra el terrorismo, la cual es muy probable
que se intensifique en los años venideros, así como los increíbles costos
de construir y asegurar un imperio nuevo indican que los Estados Uni-
dos están desarrollando una economía de guerra.
La economía de guerra habrá de tener un carácter estructural, es decir,
tendrá que ser muy amplia y a largo plazo (con recortes de los sistemas de
salud y pensiones y del Estado social). Esta economía tiene como objetivo
detener la tendencia hacia una crisis de acumulación y una fuerte rece-
sión. Se propondrá relanzar la demanda y las inversiones, aunque recurrien-
do directa e indirectamente a los gastos militares (inteligencia, seguridad,
etc.) relacionados con el proyecto del gobierno de construir el imperio.
Los costos financieros directos de este proyecto probablemente serán
tan grandes como para obligar al gobierno a regresar a las políticas key-
nesianas de la década del treinta del siglo XX, la Segunda Guerra Mun-
dial y los años siguientes. Esto conducirá a los Estados Unidos a librar
un guerra global permanente, que obviamente implica gastos militares
crecientes y reducciones serias de los gastos públicos de naturaleza so-
cial (pensiones, salud y beneficios a los trabajadores), gastos militares
públicos en lugar de gastos sociales, lo que equivale a un cambio en las
políticas keynesianas clásicas. Estas dejan de estar ligadas al régimen
de acumulación/modo de regulación fordista o a un dilatado boom eco-
nómico. No son ya el modelo keynesiano con un alcance social que
solía emplearse como amortiguador del choque social a fin de refrenar
los conflictos del movimiento obrero. Se trata de un keynesianismo mi-
litar que crea conflictos y guerras destructoras de seres humanos y bie-
nes, cuyo fin no es otro que permitir que el capitalismo salga de su crisis
y reafirme sus propósitos hegemónicos dentro de los conflictos interim-
perialistas. Entramos así en una guerra permanente global, o más bien
posglobal, como un elemento constitutivo del carácter central de los
Estados Unidos, donde el bienestar es un factor residual.

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 63
En esta ocasión, a diferencia de otros períodos históricos, el keyne-
sianismo militar lo único que conseguirá es estimular y consolidar algu-
nos sectores productivos, pero no será capaz de manejar del todo la crisis
capitalista de los Estados Unidos. Esta vez la crisis es profunda, lo que
determinó y sigue determinando serios conflictos geoeconómicos entre
las tres grandes potencias (los Estados Unidos, la Unión Europea y los
polos asiáticos). El hondo proceso de transformación actual obliga a
reconsiderar las viejas categorías económicas, los sujetos productivos,
el papel del Estado y la política económica. La reestructuración capi-
talista de hecho disolvió las grandes fábricas donde el antagonismo
social estaba mejor organizado. Ahora están desmanteladas y subdivi-
didas en distritos, empresas de redes, firmas de actividad central y sec-
tores productivos diseminados por el territorio. Los cambios en la
estructura productiva y los procesos reestructuradores del sistema ca-
pitalista han originado necesidades diferentes, modificaciones en las
figuras productivas, alteraciones en la subjetividad tanto del trabajo
como del no trabajo, y transformaciones en la estructura, el papel y la
conducta del Estado.
Lo que arroja claramente nuestra investigación es el intenso proceso
de terciarización, que acompaña a la acumulación flexible. Esta última
se distingue cada vez más por la precariedad del trabajo y de lo social.
Explican esta terciarización la reorganización industrial y la conversión
tecnológica, así como los cambios que afectan la esencia de los servi-
cios y la producción. Surgen nuevas figuras y composiciones de clases
que sufren cambios, interactúan entre sí y quedan integradas en lo que
es compatible con los procesos productivos capitalistas y otros procesos
económicos, sociales y políticos resultantes.
Las transformaciones estructurales que caracterizan el sistema so-
cioeconómico modifican también, sobre todo, la esencia y el modo de
inserción de los nuevos sujetos sociales y productivos. Esto no puede
entenderse mediante análisis que todavía se centran en la importancia
decisiva de los trabajadores y la fábrica y en un papel del Estado que ya
resulta anticuado. Estos procesos de transformación suelen ignorarse y
los nuevos sujetos económicos no están protegidos ni en ocasiones si-
quiera considerados, debido al dominio de la cultura de compatibilidad
industrial. Se siguen utilizando análisis sindicales y políticos, así como
contribuciones científicas caducos. Estos análisis son compatibles con
los actuales procesos de redefinición del capital, pero no guardan rela-
ción con la realidad socioeconómica concreta que, una vez más, debe
interpretarse mediante un análisis clasista.
Es mediante el análisis clasista que algunos de los resultados de la
encuesta-análisis pueden comprenderse. Estos resultados pudieran sor-
prender a aquellos que interpretan los fenómenos socioeconómicos sin
hacerlo desde el interior de la cultura y las contradicciones de clase. El
actual orden económico capitalista determina la reubicación social de la

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64 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
empresa en una fase de reorganización profunda. Debido a esta
reubicación, las diferentes formas (tanto abiertas como ocultas) del tra-
bajo asalariado aumentan en vez de disminuir (como una lectura super-
ficial podría hacernos creer); los sujetos más débiles, menos funcionales,
compatibles y consolidados son seleccionados; y se diseñan de nuevo
los patrones de la relación social entre las empresas y el territorio lo que
refuerza la tendencia al fortalecimiento de la lógica del Darwinismo
social. En este contexto prevalecen las opciones típicas del capitalismo
salvaje: aquellos que no están integrados son expulsados y aplastados
por las leyes de hierro de un mercado cada vez más selectivo.
De este modo, el análisis basado en los modelos de desarrollo engen-
drados por la transformación económica y social provocada por un nue-
vo sistema de firmas, reemplaza al que se sustenta en el carácter central
de la fábrica y los obreros. Aquel sistema se apoya sobre todo en el
sector terciario, lo precario del empleo, la diseminación de la fábrica
social y la acumulación flexible, verdadera responsable de las transfor-
maciones actuales y del nacimiento de nuevos sujetos productivos.
Los diferentes modelos de análisis social y económico que han adop-
tado hoy los investigadores de diferentes orientaciones económicas y
educativas siguen estando sujetos a criterios que se derivan de un mode-
lo enfocado en el carácter central de la fábrica. Una gran parte de los
sindicatos oficiales y de las fuerzas políticas de izquierda, que compren-
de a un sector de las formaciones políticas alternas y radicales, conside-
ran que este modelo es de primordial importancia. Este enfoque sigue
recurriendo a la fábrica, el modelo centrado en la clase obrera, para
explicar el desarrollo de la flexibilidad de la firma y los puntos de refe-
rencia que permiten definir las orientaciones y la acción políticas.
Los procesos de desarrollo económico en curso necesitan una nueva
lógica interpretativa y nuevos instrumentos, pero los análisis económi-
cos que apelan a un enfoque “industrialista”, “fordista” y “posfordista
modernista”, ignoran a una y otros. Las transformaciones estructurales
que caracterizan el sistema socioeconómico actual modifican también,
y es posible que sobre todo, la esencia y el modo de interacción del
desarrollo capitalista que deja atrás el carácter primordial de la fábrica y
se desplaza hacia un sistema cultural y productivo que cada vez se cen-
tra más en el territorio y, se apoya en el papel activo del Estado de la
Ganancia. Esto solo puede observarse e interpretarse mediante un aná-
lisis de clase disgregado que tiene por objeto la distribución territorial
de las actividades.
Este análisis da como resultado un mapa geográfico constantemente
puesto al día del desarrollo económico y social, que destaca el papel
específico de la flexibilidad de la empresa. Esta flexibilidad obliga a los
nuevos sujetos del trabajo y el no trabajo a adaptarse activamente a la
organización de un tipo de empresa que se caracteriza cada vez más
por realizar actividades de servicios y se encuentra diseminada por el

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 65
territorio. Este sistema de empresa engendra relaciones de producción
capitalistas que siguen teniendo por objetivo la explotación y la extor-
sión global de plusvalía.
Por lo tanto, el análisis debe estar dirigido al campo de las nuevas
relaciones industriales. A partir de esta premisa se pueden señalar las
siguientes características estructurales de los sistemas productivos loca-
les: trabajo calificado; intensificación de los ritmos del trabajo; una más
extendida división del trabajo; producción y mercados especializados;
multiplicidad de los sujetos económicos; nuevos sujetos en el mundo
del trabajo; un profesionalismo extendido de los trabajadores, que va
acompañado, en el caso de las labores más miserables, de contratos ex-
ternos con un gran componente de trabajo clandestino, no registrado y
mal pagado; difusión de relaciones individuales “cara a cara”, sin orga-
nización sindical.
Las transformaciones estructurales que caracterizan el sistema so-
cioeconómico son, ante todo, transformaciones que se derivan de la con-
tinua interacción del nuevo sector de servicios posfordista con el resto
del sistema productivo, con todo el territorio. La razón radica en que
estas transformaciones nacen de la necesidad de redefinir el capital des-
de los ángulos productivo y social, dentro de las relaciones de clases y el
conflicto entre el capital y el trabajo.
Las formas clandestinas del trabajo asalariado, las formas contingen-
tes y fuera de los libros del trabajo, las nuevas formas del trabajo auto-
empleado que esconden la cruda realidad en que viven los expulsados
del ciclo productivo, constituyen la nueva marginalización social en lu-
gar de un nuevo empresariado.
Por lo tanto, el territorio es el centro de una parte considerable de los
intereses de la colectividad, la clase y los nuevos sujetos que operan en
la fábrica social. Una fábrica social generalizada que engendra nuevos
sujetos, sujetos cuya recomposición en un cuerpo clasista está enraizado
en la reestructuración neoliberal, en el modo de producción y en el do-
minio social de la firma, la ganancia y el mercado.
Es posible llevar a cabo, mediante un procedimiento científico y ob-
jetivo y dentro de los límites del mismo estudio, un análisis tanto nacio-
nal como internacional. El propósito consiste en analizar los modos de
establecimiento de un sistema económico concentrado en un espacio y
especializado en un determinado sector o en varios sectores de la pro-
ducción, vinculándolos con una población cohesionada espacial y so-
cialmente.
La amenaza constante del desempleo, en particular, la coexistencia
del desempleo coyuntural y estructural, la preponderancia de las finan-
zas en la economía, y el paradigma de la acumulación flexible en la
llamada “época posfordista”, en virtud de la automatización de la pro-
ducción y la intensificación del trabajo, ejercen una sustancial influen-
cia en el deterioro general de las condiciones de las clases trabajadoras

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66 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
mundiales. La “incertidumbre de la existencia” de que hablara Engels
sigue creciendo. Estos factores objetivos otorgan evidente validez a la
teoría marxista del empobrecimiento absoluto y relativo. De esta mane-
ra, el desarrollo del capitalismo actual vuelve a confirmar por sí mismo
otra de las tesis fundamentales de Marx: la intensificación del proceso
de proletarización dentro de la sociedad capitalista, el aumento, aunque
en formas diferentes y articuladas, del trabajo subordinado, del trabajo
asalariado y, en cualquier caso, del segmento social sometido a la explo-
tación capitalista. Este segmento se convierte en el proletariado, deviene
movimiento obrero que se transforma en clase y, por consiguiente, en
subjetividad político-social, cuando toma conciencia de su propio papel
antagónico y de su misión en tanto que sujeto de la transformación del
capitalismo.
El actual problema social y económico del trabajo no radica entonces
en el solo desempleo progresivamente estructural. Tiene que ver tam-
bién con una serie de problemas cuantitativos y cualitativos y, por tanto,
con los nuevos tipos del trabajo, el trabajo denegado y el no trabajo,
inherentes a un modo de producción capitalista que no ha cambiado. El
problema del trabajo afecta también hoy a los que tienen empleo, toda
vez que la gente trabaja más que nunca y en condiciones que son cada vez
más precarias y desprotegidas, con un salario social absoluto y relativo
que no deja de disminuir y altos niveles de movilidad e irregularidad.
En la actualidad, la gran mayoría de la población de los países capita-
listas está compuesta por trabajadores asalariados. El trabajo asalariado
constituye la base del capitalismo, en un grado mucho mayor que en la
época de Marx, en los procesos y dinámicas del modo de producción
capitalista.
Los cambios más recientes en la estructura de la clase obrera indican
la gran importancia del “trabajador colectivo”, categoría de análisis que
Marx introdujo e investigó. Esta categoría abarca a aquellos que reali-
zan un trabajo tanto físico como intelectual y que participan directa-
mente en la creación de un producto. Ellos son, en relación con el capital,
trabajadores asalariados, obreros subordinados, el segmento social su-
bordinado al dominio del modo capitalista de producción. Este último
se basa en la explotación y, por lo tanto, en la valorización del capital en
su relación antagónica con el trabajo vivo.
El número cada vez mayor de los empleados fuera de la producción
material propiamente dicha, de los trabajos flexibles, precarios, a plazo
fijo y atípicos, y la proporción creciente del trabajo intelectual y/o de
los trabajadores falsamente autónomos dentro del “trabajador colecti-
vo”, son tendencias que están lejos de mostrar una desproletarización de
la clase obrera, de la clase trabajadora en general.
Así pues, también el trabajo asalariado se reproduce a sí mismo en
una escala mayor en los países capitalistas avanzados, donde las formas
de explotación son más sutiles e incisivas que nunca, a pesar del paso

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 67
desde el fordismo a una forma más flexible de producción/regulación
del trabajo (el llamado posfordismo), desde el obrero de masas hasta el
“trabajador social”, desde el carácter central de la fábrica hasta la fábri-
ca social generalizada, desde los trabajadores de cuello azul hasta los de
cuello blanco, desde el trabajo manual hasta los trabajadores intelectua-
les y del conocimiento.
Por consiguiente, hemos llegado a una fase en la que aparecen en la
escena social y económica nuevas subjetividades, nuevas formas de po-
breza y, como consecuencia, nuevas figuras que han de ser reagrupadas
en un proyecto de recomposición y organización del conflicto entre el
capital y el trabajo, a partir de una nueva ofensiva de todos los trabaja-
dores en una nueva temporada de lucha de masas por un nuevo sujeto
que no es otra cosa que el modo actual de vida y aspecto del movimien-
to obrero.
Debemos desplazarnos hasta más allá del horizonte del capitalismo
comenzando por la supresión de las fronteras sociales entre la clase obrera
propiamente dicha, los intelectuales y las nuevas figuras de trabajo, el
no trabajo y el trabajo denegado. Debemos encontrar espacios comunes
a estos grupos en su lucha por la emancipación social (que en realidad
los sitúa de nuevo dentro de los confines del conflicto entre el capital y
el trabajo). Al hacerlo, debemos superar la tesis del fin del movimiento
obrero, que algunos investigadores marxistas defienden también.
¡Cuánto se ha hablado del fin del movimiento obrero! El análisis cien-
tífico que hizo Marx del trabajo asalariado y de la proletarización y
pobreza (tanto absoluta como relativa) en sectores cada vez más am-
plios de los países capitalistas avanzados —por no mencionar la escla-
vitud, el feudalismo y la miseria absoluta en el Tercer Mundo y en el
Cuarto— no deja de cobrar importancia.
Son estos nuevos sujetos de clase, capaces de detonar contradiccio-
nes socioeconómicas y procesos de socialización como un sujeto unita-
rio dentro de un nuevo movimiento obrero. Sus valores y su conducta se
orientan hacia un tipo de desarrollo —al tiempo que se derivan de él—
que, debido a la reorganización de la empresa y el capital, afecta profun-
damente el territorio y crea sus propias contradicciones en esta fase del
conflicto entre el capital y el trabajo. Este enfrentamiento, lejos de ha-
berse debilitado, surge con todo su poder perturbador y da origen a una
dinámica de recomposición de clases.

Los viejos y persistentes mitos


no oscurecen la importancia de las ideas marxistas

Fue el propio Marx quien reveló la tendencia objetiva hacia la explota-


ción máxima de la clase obrera y el papel decisivo del conflicto de cla-
ses. Así ha ocurrido y sigue ocurriendo a lo largo de toda la historia del

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68 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
capitalismo. Como señalamos antes, esto es más cierto aun en la fase
actual en la que los modos fordistas de producción coexisten con los
llamados modos posfordistas y con verdaderos modos esclavistas, no
solo en la periferia, sino también en los principales países capitalistas.
Lo que sigue caracterizando hoy, y en mayor medida, el modo de
producción capitalista, no es que una parte de la población explote a la
parte restante. Por el contrario, su rasgo específico es la forma de explo-
tación, o sea, la producción de plusvalía, por la que el capitalista no
paga un equivalente. Es la forma de intercambio entre el capital y el
trabajo que constituye el fundamento de la producción capitalista, esto
es, del sistema de trabajo asalariado, que debe conducir a la reproduc-
ción constante del obrero como obrero y del capitalista como capitalista.
Nos encontramos aquí ante uno de los grandes resultados de los aná-
lisis económicos de Marx, la “paradoja de la ganancia”: la ganancia no
surge en el intercambio, sino del hecho de que las mercancías se venden
exactamente por su valor. (Sobre estas y otras consideraciones que ex-
pusimos antes en esta sección, véase el Prefacio en “Un viejo mito”, ob.
cit.). En El Capital, t. III, Marx subraya explícitamente que el costo de
un producto comprende todos los elementos constitutivos de su valor,
que el capitalista paga. Por lo tanto, estos costos deben recuperarse para
que el capital se preserve, para que su magnitud vuelva a ser equivalente
a su cantidad original.
Según lo dicho antes, el lector seguramente habrá percibido que la
ganancia no es otra cosa que la plusvalía misma. Para ser más exactos,
la ganancia es la forma fenoménica de la plusvalía, el resultado del capi-
tal invertido.
Es en El Capital, t. III, cap. 9, donde los comentaristas han visto la
explicación que da Marx de “cómo se forma una cuota general de ga-
nancia (cuota de ganancia media) y cómo los valores de las mercancías
se convierten en precios de producción”. El punto de partida es precisa-
mente la asunción de que los precios de producción no son otra cosa que
los precios realizados sobre la base de la cuota media de ganancia. Aña-
diendo esta cuota a los precios de costo en los diferentes sectores llega-
mos a la definición “clásica” de los precios de producción.
Es este precisamente el punto fundamental, el lugar del enfrentamiento
clásico que ha estado ocurriendo durante décadas y que se discutió en el
Congreso organizado en el ya mencionado “Laboratorio per la Critica
Sociale”, que se celebró el 22 de mayo del 2002 en Roma. Se trata de un
punto fundamental para analizar el actual modo de producción capita-
lista y el carácter central de la explotación como una categoría del aná-
lisis y la relación entre el capital y el trabajo.
La base del enfoque que hace Marx de la transformación de los valo-
res en precios fue el objeto de Un viejo mito y del Congreso antes men-
cionado. En ese libro, los investigadores que han venido estudiando este
problema durante muchos años (C. Cardechi, A. Freeman, A. Ramos y

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 69
A. Kliman) dieron respuesta a las críticas señalando que el problema en
cuestión no es más que un mito. En realidad, Marx investigó la transfor-
mación de los valores en precios en El Capital, t.III. Este trabajo se
comparó con el manuscrito original de Marx que se publicó por primera
vez en 1992 como parte de las Obras completas de Marx y Engels
(MEGA). Los resultados fueron sumamente útiles.
Los autores de Un viejo mito trataron a los llamados “críticos” con
paciencia, seriedad y rigor científico, mediante un lenguaje y un enfo-
que accesible, destinado a destacar una vez más la corrección formal y
sustancial del análisis de Marx. Los precios de producción, por lo tanto,
se basan en la existencia de una cuota media de ganancia tendencial
que, a su vez, se fundamenta en el hecho de que las cuotas de ganan-
cia de cada sector ya se habían transformado en cuotas medias de ga-
nancia en el período precedente.
Por lo tanto, es posible reconstruir una presentación coherente de la
teoría del valor marxista que no está afectada por el “paso traumático”
(como así lo consideran los críticos de Marx) del “capital en general” a
los “capitales individuales”. La plusvalía puede aparecer en una forma
transformada como ganancia, o la cuota de plusvalía puede aparecer en
una forma transformada como cuota de ganancia, pero este desarrollo,
como explicara Marx en los Grundrisse, solo tiene lugar “en el análisis
de muchos capitales (reales) y todavía no tiene lugar aquí”. Dicho de
otra forma, este desarrollo ocurre cuando surge la cuota media de ga-
nancia y la transformación de los valores en precios. Esto está determi-
nado por la competencia, que no se toma en consideración en el análisis
del “capital en general”. Como explica Marx, si se quiere analizar cien-
tíficamente el desarrollo real del capitalismo, si se quiere analizar la
relación capital/trabajo, el papel de la plusvalía como la bisagra del modo
de producción capitalista, no se debe comenzar desde “muchos capita-
les reales”, sino desde el “capital”, es decir, el conjunto del capital de la
sociedad. Esto aparece claramente explicado en los Grundrisse: “Nues-
tro análisis no se altera al introducir muchos capitales reales. Por el
contrario, su relación solo resulta clara si destacamos lo que tienen de
común, es decir, el ser capital”.
Es en este desarrollo de aspectos sucesivos, aunque estructurales, don-
de podemos encontrar una explicación apropiada de la supuesta contradic-
ción entre los tomos I y II de El Capital. Marx explicó diáfanamente que
la plusvalía es el origen de la ganancia, y que el sistema de precios es la
expresión fenoménica de la ley del valor. Por lo tanto, la razón de que las
mercancías no se intercambien según su valor obedece a que, en el inter-
cambio de los productos de los capitales, estos productos actúan como
reclamos de distribución de la masa de plusvalía entre los capitalistas.
Una reconstrucción filológica coherente de los textos marxistas, que
fue posible gracias a la edición de las obras completas conocida como
MEGA, nos permite argumentar que muchas de las interpretaciones tra-

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70 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
dicionales de la “transformación” de los valores en precios provienen
de una incomprensión de algunos aspectos teóricos fundamentales, o
bien, en algunos casos, de interpretaciones que se proponen cuestionar
la importancia del enfoque de Marx para la superación del capitalismo.
Las respuestas que dieron Kliman, Freeman, Carchedi y Ramos, ade-
más de las de Callari y De Angelis, fueron muy precisas, y algunas de
ellas se pueden leer con más detalle en el libro antes mencionado. Estos
autores respondieron a los críticos desde el punto de vista de la interpre-
tación de sistema único temporal —o TSSI según sus siglas en inglés—
(puede verse también lo expuesto por Vasapollo en el número anterior
de L’Ernesto).
En pocas palabras, si los críticos, incluidos los que participaron en el
congreso que organizó el “Laboratorio Per La Critica Sociale”, hubie-
ran abandonaron sus modelos y hubieran utilizado un método diferente
en el que los precios de las entradas y las salidas no están determinados
simultáneamente, es decir, si hubieran tomado en cuenta el tiempo como
una variable, hubiesen entendido que la transformación de los valores
en precios de Marx es rigurosamente científica y, al mismo tiempo, que
el problema de la transformación es un seudoproblema. Esta es la razón
de que el análisis de Marx sea lógicamente coherente, científico por su
forma, ilimitado y de gran relevancia.
El enfoque temporal se introdujo en el debate italiano por primera
vez, lo que permitió llenar una laguna y sirvió de ayuda a los marxistas.
Ya no caben excusas para seguir ignorando las contribuciones del “en-
foque temporal”. Aquellos que así hacen dejarán de contar con excusas
para ignorar este enfoque, pero tendrán que admitir que el interés real de
sus propias interpretaciones es la demolición del marxismo.
Precisamente a partir de este enfoque, de la coherencia científica,
holística y lógica de Marx, es posible argumentar lo que se ha escrito en
párrafos anteriores.
El análisis que realizó el CESTES (Centro Studi Tranformazioni
Economico-Sociali) de la crisis actual del capitalismo, que es también
una crisis de superproducción, acumulación y de expansión de la de-
manda (que se debe, entre otras causas, a la tendencia a la contracción
global del salario social de toda la clase obrera), realza, como dijimos
antes, que el llamado ciclo posfordista de la fábrica social generalizada
causa, además del desempleo estructural, las variadas formas del traba-
jo flexible y atípico, y del trabajo asalariado, dependiente y dirigido por
otros, que constituyen aquel segmento social que está sujeto al dominio
capitalista porque está sometido a la explotación en el modo de produc-
ción capitalista. Pero el objetivo de este análisis debe ser la identifica-
ción, desde el ángulo de las relaciones de clases, de la subjetividad y la
objetividad antagónicas capaces de crear a largo plazo la posibilidad
de suprimir el capitalismo, esto es, la identificación del papel del nuevo
sujeto proletario.

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 71
En lo concerniente a esta última cuestión, aquellos que rechazan, a
partir de fundamentos empíricos o lógicos, el sujeto proletario en la
época del posfordismo y del capitalismo maduro, lo hacen con el fin de
negar el carácter central del conflicto entre el capital y el trabajo y del
movimiento obrero, lo que cuestiona el conjunto del enfoque de Marx
como una teoría del proceso de acumulación. Debe quedar claro que no
se trata de repetir acríticamente los dictados de socialismo real del
siglo XX. De ninguna manera, ¡pues es mucho más lo que está en juego!
De lo que se trata es de reafirmar la relevancia y validez del movimiento
obrero como una clase asalariada sometida al dominio capitalista en las
distintas formas de manifestación del trabajo asalariado. Asimismo, la
cuestión consiste en fortalecer el proceso de recomposición de clases
admitiendo que el sujeto político revolucionario no es otro que la subje-
tividad proletaria, el proletariado, todos aquellos que están sometidos a
la explotación capitalista.

La posibilidad de suprimir el capitalismo


está inserta en la relación entre el capital y el trabajo

Este proyecto solo se puede derrotar dando inicio a una nueva fase en el
conflicto entre el capital y el trabajo, creando conciencia de las transfor-
maciones sociales como procesos antagónicos. En esta nueva fase, la
clase de los sometidos al dominio capitalista, de los sujetos del trabajo y
del trabajo denegado, de los sujetos explotados en cada forma de la vida
social toman conciencia de su propio papel. Esta subjetividad determi-
nada por la clase actúa como un medio de comunicación. Mediante él,
los diferentes sectores sociales toman conciencia de la subordinación de
las fuerzas productivas a las fuerzas de la producción, esto es, de su
socialización, lo que pone en marcha aquellas transformaciones que a la
larga determinarán la supresión del capitalismo.
De esto se desprende que la liberación de todos los sometidos al do-
minio y la explotación capitalistas solo es posible si se suprime el modo
de producción capitalista mediante la creación de un fuerte movimiento
obrero dentro de los movimientos de masas antagónicos sociales más
amplios. Esta conclusión tuvo y sigue teniendo suma importancia, ya
que cuestiona todas las ilusiones relacionadas con la posibilidad de eli-
minar la contradicción capital/trabajo dentro del modo de producción
capitalista.
Debemos recordar que los empresarios actúan dentro de instituciones
socioeconómicas, y que deliberadamente llevan a la práctica sus pro-
pias decisiones. El propósito es alcanzar los objetivos de eficiencia pre-
vistos en complejas condiciones ambientales y sociales. Estos objetivos
deben ser compatibles con el mercado y la generación de ganancias.

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72 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
Desde este ángulo, la función tradicional del empresario puede seguir
existiendo al margen de la presencia de la estructura empresarial en-
tendida en su significado tradicional.
El autoempleo, el trabajo precario, la flexibilidad salarial y los con-
tratos de agencia temporales, es decir, los nuevos patronos, el trabajo
intermitente, el multifuncional y la fábrica diseminada e integrada: es
esta la contribución real de los trabajadores a los aumentos de producti-
vidad. Debido a la flexibilidad de la firma diseminada por todo el tejido
social, aparecen modos nuevos y flexibles de la acumulación del capi-
tal. Se derivan ellos de las cantidades siempre crecientes de trabajo so-
cial que se realiza con diferentes tecnologías y se paga de diferentes
modos, debido también al papel del Estado de la ganancia.
Las nuevas formas de colaboración concertada y cooperativa solo
han dado como resultado la reducción de aquellos derechos sindicales
que habían sido conquistados durante largos períodos de lucha. Por con-
siguiente, aumentaron los retrocesos sociales del desarrollo y surgió un
bloque social cuyo espíritu de concertación se centra en las relaciones
industriales que son útiles al desempeño de la empresa y permiten rom-
per la unidad y la solidaridad de los trabajadores.
Pero detrás de los incentivos, el pago de horas extras, los bonos de
producción, las acciones concedidas a los empleados, la última genera-
ción del trabajo autónomo, el tan alabado desarrollo del empresariado
local, el gran crecimiento de la “gente de empresas”, el sector no lucra-
tivo, la cooperación social, el llamado al keynesianismo como transfor-
mador y portador de relaciones diferentes a las capitalistas, detrás de
todo esto se encuentra únicamente el modo de existencia del sistema de
producción y relaciones del modo de producción capitalista que genera
mitos falsos para esconder sus propias contradicciones. La posibilidad
de participar en el “juego” que no hace más que definir de nuevo los
mecanismos de control y gobierno de la economía (en lo que a esto
respecta hay que pensar en las grandes ventajas para el capitalismo que
se derivan del keynesianismo auténtico y del Estado social) se le concede
a los trabajadores mediante formas de cooperación ficticia y de direc-
ción de la propiedad. Los trabajadores se involucran en una administra-
ción económica a través de procesos de falsa democratización de la
empresa y de todo el sistema económico. Lo que se pone en práctica son
interpretaciones de una democracia económica basada en un modelo
coercitivo y de asociación de las relaciones económicas y sociales que
se centran en la eficiencia de la firma. Estos modelos y relaciones nunca
cuestionan la redistribución del poder para tomar decisiones, sino re-
fuerzan los procesos de acumulación mediante la formación de capital
como un todo.
Esto no significa que debamos rechazar la lucha por logros y deman-
das graduales. Todo lo contrario. Pero debemos poner en práctica desde

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EL CONFLICTO SOCIAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL 73
ahora un poderoso reformismo estructural que forme parte de una visión
a largo plazo de la transformación socioeconómica del capitalismo, sin
dejar de ser conscientes de que los modelos de asociación que se propo-
nen en el marco del desarrollo capitalista solo sirven de apoyo al capital
y permiten que se valorice y expanda. En lo que a esto concierne, es de pri-
mordial importancia la iniciativa renovada del nuevo movimiento obre-
ro que debe abarcar las luchas de masas de todos los sujetos antagónicos
del movimiento obrero, de los nuevos sujetos del trabajo denegado, de los
movimientos contra el neoliberalismo y la globalización, y de los de-
más movimientos sociales antagónicos (en primer lugar, del movimien-
to contra la guerra). A estas luchas se debe incorporar también un
movimiento sindical fuerte y resuelto que, partiendo del papel rector del
sindicalismo de filas, ensanche la zona no conciliadora con el fin de
interceptar las necesidades viejas y nuevas y exigir espacios cada vez
mayores para la ciudadanía social.
Por lo tanto, la iniciativa destinada a acceder a una nueva fase del
conflicto social debe comenzar por un renovado despliegue de la lucha
de masas en defensa de los derechos sociales en general y de los sindica-
les en particular, de las luchas por aumentos salariales, por una mejor
calidad de vida y trabajo, por menos horas de trabajo sin reducciones
del salario, contra la flexibilidad y la precariedad del trabajo, los sala-
rios y la vida social, por un ingreso social mínimo para todos los
desempleados, trabajadores en precario y jubilados, por la defensa de la
democracia, por un regreso a la intervención del Estado en la economía
y el empleo, por una ampliación de los gastos sociales y, en mayor me-
dida que en años anteriores, del Estado social, por una mayor redistribu-
ción del ingreso que favorezca a los trabajadores, tanto los que tienen
empleo como los desempleados, y por los derechos sociales y los dere-
chos de la ciudadanía.
Pero debemos estar conscientes de que una fase renovada de las
luchas obreras y sociales ha de centrarse en el papel rector de las masas,
que constituyen la linfa vital para el fortalecimiento de todos los nuevos
movimientos antagónicos. En esta nueva temporada de luchas, el nue-
vo movimiento obrero debe situarse en el centro del conflicto entre el
capital y el trabajo. De este modo volverá a conquistar una posición de
fuerza para los sujetos del trabajo y el trabajo denegado.
Mediante la demanda de mayores derechos, de mayores salarios di-
rectos, indirectos y diferentes, y de mayor democracia, se construye una
subjetividad social y política capaz de crear la conciencia de que es
necesario suprimir el capitalismo y establecer una formación social ver-
daderamente nueva que desarrolle formas de relaciones dentro del hori-
zonte del socialismo.
Para lograr esto, debemos desarrollar un análisis que se base en tres
aspectos fundamentales de la obra de Marx: el análisis de la economía

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74 UN ANÁLISIS DEL CAPITALISMO ACTUAL: INSTRUMENTOS PARA UN ANÁLISIS CRÍTICO
en términos del valor como expresión socialmente determinada del
trabajo humano; el análisis de la dinámica de la sociedad (y de la posibi-
lidad de su transformación) en términos de clases sociales y, por consi-
guiente, del conflicto entre el capital y el trabajo; y la dialéctica como
método de la investigación social.

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 75

II
LA DINÁMICA GLOBAL
DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

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76 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

4. GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL
Y DESARROLLO CAPITALISTA

La globalización neoliberal de hoy es una fase nueva del capitalismo


mundial, una manifestación específica del modo de producción capitalis-
ta. Al mismo tiempo es un proceso nuevo y un modelo nuevo de compe-
tencia internacional que se manifiesta a través de la división internacional
del trabajo, es decir, la fragmentación de las diferentes fases de la pro-
ducción de una compañía o de un sector productivo por diferentes paí-
ses (en este texto estas compañías serán denominadas “filiales”), y
mediante los flujos comerciales, el dominio de las finanzas en la econo-
mía y la llamada interdependencia entre diferentes países.
La llamada globalización neoliberal es un aspecto dinámico del capi-
talismo actual, o sea, un intento del capital por encontrar una solución a
su crisis de acumulación, que se manifestó por primera vez en la década
de los setenta del siglo XX, y que determina la estructura y la dinámica
actuales del capitalismo en su forma neoimperialista. La prioridad de
los países capitalistas en este contexto es, ante todo, manejar la crisis
del capital financiero internacional (la “crisis financiera”) en cuanto a la
capacidad de este para extraer plusvalía y generar ganancias a partir de
la producción social mundial y sus efectos colaterales y, en segundo
lugar, restablecer las condiciones de estabilidad política, esto es, esta-
blecer un “buen gobierno” (un orden político basado en la concertación
social y un gobierno mínimo).
Es por esto que el análisis que hizo Marx del modo capitalista de
producción, centrado en su explicación de las crisis y la explotación, y
la teoría leninista del imperialismo constituyen una explicación conse-
cuente y totalmente válida de la fase actual del desarrollo capitalista y
de los conflictos internacionales.
La necesidad de un tipo diferente de análisis de clase y de investiga-
ción empírica se deriva de la observación de que el desarrollo socioeco-
nómico se caracteriza por ser una forma específica de la acumulación
de capital que a su vez está determinada por la reestructuración y la
internacionalización del capitalismo en la época de la competencia glo-

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 77
bal. Tanto este análisis de clase como la investigación empírica deben
centrarse en el carácter de la subjetividad de los obreros y los que no lo
son dentro de un territorio dado, y en cómo esta subjetividad muestra el
modo de producción capitalista. Las dimensiones territorial y sectorial
se hacen cada vez más importantes a medida que la producción en masa,
territorialmente concentrada, se convierte en un tipo de producción flexi-
ble y territorialmente diseminada que se basa en la movilidad, la flexibi-
lidad y la informalidad de las condiciones laborales.
Estos son los temas y los análisis en los que el CESTES (Centro Studi
Tranformazioni Economico-Sociali) y su revista científica PROTEO han
venido trabajando durante más de cinco años. En este período se com-
pletaron estudios y encuestas sobre la dinámica de la polarización
geopolítica y geoeconómica internacional y, sobre el papel de Italia den-
tro de este marco internacional.
Este análisis de clase aborda los cambios en la producción y los nue-
vos rasgos de esta, los cambios que ha experimentado el modo de pro-
ducción y la organización del trabajo y sus transformaciones y, por tanto,
la nueva estructura de clases. Hemos tratado de destacar las diferentes
formas que adoptan los mecanismos de la acumulación capitalista y los
cambios que esta ha sufrido en relación con el modo de producción
capitalista que en esencia siempre ha sido el mismo. Sobre esta base
analizamos las tendencias de la productividad y de sus patrones de dis-
tribución de ingresos (ganancias, rentas, pagos directo, indirecto y dife-
rido a través del Estado social) que conforman los nuevos rasgos del
conflicto entre el capital y el trabajo.
Nuestro método en este trabajo consiste en retomar el análisis siguien-
do las líneas y el ejemplo del grupo “Quaderni Rossi”, que en la década
de los sesenta del siglo XX comenzó una investigación sobre los tra-
bajadores de Turín, ciudad que por ese entonces era la capital italiana
del modelo fordista, y un registro de las contradicciones inherentes al
conflicto entre el capital y el trabajo, tanto en la fábrica como en la
sociedad. Es a partir de aquí, que analizamos la llamada época posfordista
de la acumulación flexible.
Dentro de este marco, aplicar el método del análisis de clase implica
emprender una investigación que es al mismo tiempo científica y mili-
tante, educar e involucrarse en la política para desarrollar el conflicto
entre clases. De hecho, si aspiramos a entender y provocar conflictos
sociales es necesario hacer una lectura desde una óptica marxista de las
tendencias básicas de la sociedad capitalista en continentes, países y
regiones. Todos son completamente diferentes (debido a sus historias,
culturas y modelos sociales) y al mismo tiempo iguales, ya que están
dominados por el modo capitalista de producción. Este modo de pro-
ducción conserva sus mismas características fundamentales, pese a que
en su evolución adopta diferentes modelos de producción (en lo esen-
cial, desde el fordismo al posfordismo) y paradigmas de acumulación

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78 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
(de la acumulación rígida a la llamada acumulación flexible) y, por tan-
to, diferentes modos de organización del trabajo y de la vida social en
general.
Solo de esta manera es posible entender correctamente el desarrollo
de las fuerzas productivas, de las relaciones de poder modificadas entre
el capital y el trabajo, y de las evoluciones constantes en la composición
de clases, a partir de un nivel de desarrollo dado.
Sobre la base de las consideraciones anteriores y mediante la compa-
ración de tres polos: los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón (o,
de un modo más general, la variable asiática), este trabajo se propone
desarrollar un análisis económico y político de (esto es, una investiga-
ción de y una encuesta sobre) los cambios ocurridos en las tendencias
capitalistas básicas que han tenido lugar desde la década de los setenta
del XX en adelante. Por consiguiente, el objetivo consiste en estudiar
cuidadosamente esta fase del capitalismo y el imperialismo universales.
Estos estudios teóricos tienen por objeto los cambios en la estructura y
la ubicación del sistema socioeconómico y en los modelos del capitalis-
mo (después de las privatizaciones); las tendencias macroeconómicas
en el proceso de reestructuración capitalista (en la medida en que concier-
nen tanto a la producción como al trabajo); y, en particular, los procesos
de internacionalización de la producción, el papel de las multinaciona-
les y la nueva estructura mundial de poder geoeconómico.
Este libro incorpora las experiencias políticas, analíticas y culturales
de distintos autores. Comienza por un método de trabajo que fue descu-
bierto, examinado minuciosamente y desarrollado del todo por los pa-
dres del marxismo, quienes nos lo transmitieron como una lección de la
que no se puede prescindir.
Engels, con el fin de entender la condición de la clase obrera y el
desarrollo futuro del capitalismo, comenzó un análisis de clase de los
centros industriales ingleses. Marx, después de un profundo análisis de
los “Libros azules del parlamento inglés”, desarrolló un cuestionario
muy articulado. Mao, en oposición a la “mentalidad libresca” de mu-
chos intelectuales marxistas, propuso el método de la encuesta como un
elemento de la formación estratégica e intelectual de los revoluciona-
rios militantes (“quien no averigua no tiene derecho a hablar”).
Esta es nuestra manera de “realizar análisis científicos”, de “involu-
crarnos en la política”; este es nuestro método de experimentación en el
terreno, con los trabajadores, “con las masas y por las masas”, que a su
vez permite una (auto)formación cultural y política colectiva.

La nueva fase del capitalismo

La contracción de la demanda es una de las causas de que no se materia-


lizara la recuperación económica a partir de la década de los noventa del

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 79
siglo XX y durante los años siguientes. Esta contracción, a su vez, es
resultado de la creciente desigualdad social y económica que multiplica
las diferencias entre ricos y pobres. Se trata de otra prueba del fracaso
del mercado que, cuando se le deja libre, acentúa aún más las diferen-
cias entre las clases sociales.
La desaceleración de la economía mundial, que se hizo evidente en la
segunda mitad del año 2000 debido a los aumentos en los precios del
petróleo y al drástico debilitamiento del proceso de acumulación, siguió
aumentando durante el período del 2001 al 2002 y en el año 2003. Co-
menzó en los Estados Unidos y se difundió con rapidez por el resto del
mundo. La producción media mundial creció en el 2001 en un 2,5%,
mientras que en el 2000 lo había hecho en un 4,7%. La desfavorable
fase coyuntural estuvo acompañada, y al mismo tiempo influida, por
una drástica desaceleración en el comercio.1 El comercio mundial de
bienes y servicios se derrumbó, pues de un 12,4% en el 2000 pasó a ser
de –0,2% en el 2001, aunque se recuperó en la primera mitad del 2002 y
a partir de entonces se estabilizó en un nivel más bajo. El crecimiento de
los flujos comerciales ha estado acompañado por un crecimiento de la
manufactura, lo que marcó el comienzo de un período de acumulación
moderada.2
Según los datos del FMI, en el 2002 la tasa de crecimiento de la pro-
ducción y el comercio mundiales fue de 2,8% y 2,5% respectivamente.
Las perspectivas de la economía mundial se revisaron varias veces a la
baja en el 2002 y los primeros meses del 2003. La perspectiva del creci-
miento mejoró solo parcialmente en los primeros meses del 2003 gra-
cias a que los efectos positivos de la economía de guerra fueron mayores
que los esperados. No se espera que el comercio mundial de bienes y
servicios se acelere mucho durante el 2003; pudiera mejorar en el 2004
si la economía de los Estados Unidos se consolida, toda vez que en los
últimos años las inversiones en maquinaria y equipos de computación
comenzaron de nuevo a crecer debido al efecto económico del keynesia-
nismo de guerra.
La causa de la desaceleración económica se encuentra sobre todo en
los Estados Unidos, cuyas importaciones disminuyeron. Entre los años 1994
y 2000 habían crecido como promedio en un 11% anual. Además, en el
2001 la actividad productiva creció en un 1,2%, cuando en el año ante-
rior el crecimiento había sido del 4,1%. En los años 2002 y 2003, la
causa de esta tendencia negativa cíclica también había sido la reducción
de la acumulación capitalista, sobre todo en los sectores de las tecnolo-
gías de las comunicaciones y la información, así como una considerable
disminución de los inventarios. Las inversiones fijas brutas crecieron
1
Banca d’Italia, “Assemblea generale ordinaria dei partecipanti”, celebrado en Roma,
31/05/02. Anno 1, centottesimo esercizio.
2
Confindustria, Previsioni Macroeconomiche “La politica economica verso la finanza.
Federalismo e bilancio pubblico”, Roma, septiembre 2002.

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80 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
un 7,6% en el 2000, pero disminuyeron un 2% en el 2001. Su contribu-
ción al crecimiento, que en el 2001 había sido del 1,3%, pasó a ser de
signo negativo. Más tarde, durante el último período, en algunos mo-
mentos la producción volvió a crecer.
Este crecimiento fue provocado por un incremento parcial del consu-
mo privado que compensó solo parcialmente la disminución de las in-
versiones. Esta disminución comenzó en el 2000 y ha continuado hasta
hoy. Por otra parte, no ha habido mejoría en la producción industrial y el
empleo. Este último continúa registrando una tasa superior al 6% de la
fuerza de trabajo; fue del 4% hasta finales del 2000.3
Los últimos datos muestran que la economía norteamericana experi-
menta también grandes dificultades. Evidencian que los indicios de re-
cesión económica se mantuvieron durante tres trimestres consecutivos.
Además, la confianza de los consumidores alcanzó su punto más bajo
en los últimos 10 años, mientras los mercados financieros siguen estan-
do a merced de fuertes tensiones. Incluso la Reserva Federal norteame-
ricana y otras instituciones económicas internacionales han admitido la
debilidad de la economía de los Estados Unidos. Subrayaron también el
riesgo de nuevas y más profundas recesiones y de la renovación de fuer-
tes tendencias a la deflación. En realidad, los pronósticos para el 2003
y 2004 indican una recuperación, aunque muy débil. Dentro de este mar-
co, la administración Bush sigue atacando el empleo público. De hecho,
los últimos meses del 2000 fueron testigos de la mayor privatización de los
servicios públicos de los últimos 20 años. Se piensa que unos 850 000
empleados públicos (la mitad del total) tendrán que desplazarse hacia el
sector privado.
La significación de esta maniobra es clara porque tiende a reducir los
costos del trabajo en una fase de crisis profunda de las finanzas públi-
cas, y a debilitar los sindicatos que todavía gozan de mucha credibilidad
en el sector del empleo público. No es casual que la ley de seguridad
nacional introduzca un fuerte control a cargo de la administración Bush
de la contratación, el despido y los traslados de trabajadores que realice
el Ministerio de la Seguridad Interior. La privatización de Bush no llega
a los servicios de seguridad social o salud, pues estos ya se habían priva-
tizado en su casi totalidad. Mas bien, tiene como fin atacar a los sindicatos
mediante la privatización, por ejemplo, de la dirección del mantenimiento
de parcelas, limpieza de calles y servicios de recogida de residuos, res-
tauración de oficinas públicas, etcétera. Además, debe tenerse en cuenta
que la Casa Blanca no necesitará más de la autorización del Congreso y
que, a partir del 2002, los costos laborales se siguieron reduciendo me-
diante la transferencia al sector privado del personal civil de las agen-
cias federales.
3
Cfr. Ministerio dell’Economia e delle Finanze, “Relazione Generale sulla Situazione
Economica del Paese (2001)”, vol. 1, Edit. Istituto Poligrafico e Zecca dello Estato,
Roma, 2002.

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 81
En cuanto a Japón, su economía cayó en recesión por tercera vez en
los últimos diez años. La actividad económica decayó como resultado
del ciclo negativo de las inversiones privadas y del profundo descenso
de las exportaciones. La producción industrial se redujo, la demanda
interna está estancada y el gasto privado tuvo un incremento mínimo. El
desempleo ascendió y, en los últimos meses ha habido una ligera mejo-
ría coyuntural gracias a la recuperación de la demanda extranjera y de la
economía norteamericana, como resultado de los efectos de la econo-
mía de guerra; la producción industrial se estabilizó mientras las expor-
taciones mejoraban ligeramente. Las organizaciones internacionales
financieras y económicas pronostican que habrá crecimiento en el pe-
ríodo 2003-2004 gracias a la esperada mejoría en el nivel internacional,
pero esto también es un efecto de la demanda inducida por la economía
de guerra.
En el 2001 la actividad económica en la zona euro también se desace-
leró. Los principales indicadores coyunturales muestran que la recesión
del 2001 llegó a su punto más bajo en noviembre. Como promedio, la
producción creció en un 1,5% contra un 3,5% en el 2000. Se produjo
una desaceleración de la actividad económica en todos los países del
euro en el año 2001. También en el 2002 y en estos primeros meses fue
menor la actividad económica en la zona euro como consecuencia de
una súbita paralización de las inversiones y a una bien definida
desaceleración de las exportaciones.
El claro deterioro en las expectativas de la demanda extranjera trajo
consigo el fin de la acumulación. La tasa de crecimiento del consumo
familiar se redujo significativamente en comparación con el año ante-
rior. La tasa de desempleo, que en el 2000 se había reducido en casi un
1%, se ha mantenido más o menos igual (8,3%) en el 2001, pero poste-
riormente comenzó a elevarse de nuevo. Una división por sectores mues-
tra que el retroceso en el crecimiento del empleo se produjo básicamente
en el área industrial. También la creación de empleos en el sector de los
servicios fue más lenta que la del año anterior. 4
Todos los países de la zona euro registran una recuperación modera-
da en el 2002, que en todo caso es inferior a la de los Estados Unidos. De
hecho, al contrario de lo que esperaban muchos operadores, la produc-
ción industrial no ha mostrado indicios de aceleración. Se ha estimado
que la mitad de la desaceleración de la actividad económica en la zona
euro, se le puede atribuir a aquella parte de la demanda mundial que se
vio afectada por el aumento de los precios del petróleo en años anteriores.
Por su parte, las principales instituciones internacionales pronostican
una mayor recuperación durante el período de dos años del 2003-2004,
como resultado de una aceleración prevista en las inversiones, el consu-
mo familiar y las exportaciones. Pero, lo más probable es que todo esto

4
Ibid.

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82 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
solo será posible si el keynesianismo de guerra se mantiene, tanto directa
como indirectamente.
Téngase en cuenta que la hipótesis de que el presupuesto europeo sea
reformado, lo que se realizará en el 2006, fue calurosamente recibida
por los economistas keynesianos. Estos contemplan la posibilidad de
implantar un modelo de federalismo clásico, de modo que el presupuesto
de la Unión Europea pueda convertirse en un elemento de estabilización
anticíclica que no estaría en manos de las autoridades nacionales. Den-
tro de este marco, los gastos de seguridad y defensa tendrán que formar
parte de una política financiera europea de índole general que estaría
situada en el centro del presupuesto de la Unión. Las justificaciones se
encontrarían en los cambios en la situación geopolítica y en los nuevos
rasgos de la OTAN como consecuencia de los ataques del 11 de septiem-
bre. Obsérvese que, en un informe presentado por el gobierno federal de
los Estados Unidos, se admite que el Producto Interno Bruto (PIB) de
los cuatro principales países de la Unión Europea (Gran Bretaña, Ale-
mania, Francia e Italia) creció con más lentitud debido a los bajos gastos
en defensa. Las conclusiones de un informe de la RAND subrayan que
los gastos en defensa de los países de la Unión Europea que acabamos
de mencionar son totalmente insuficientes para honrar los compromisos
que la Unión tiene no solo con la OTAN, sino también con la Política de
Defensa y Seguridad Europea y con la Fuerza de Reacción Rápida.
Lo anterior está estrictamente ligado a una política de estimulación
de la demanda mediante políticas de guerra keynesianas dentro del con-
texto de la “guerra infinita”. Esta última no es más que la posibilidad de
que el crecimiento económico y la acumulación vuelvan a empezar, gra-
cias a una política de economía de guerra unida a una reducción general
de los costos del trabajo y los gastos sociales.
Las zonas periféricas de Europa están experimentando una reestruc-
turación y una nueva definición del modelo de capitalismo que caracte-
rizó, tanto el período de reconstrucción de posguerra como el de
industrialización de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX. Lo
anterior, no solo concierne al paso de la época taylorista-fordista al
neoliberalismo posfordista, sino también a la diseminación de diferen-
tes formas de producción con los consiguentes cambios en el desarrollo
de las objetividades socioeconómicas (cambios estructurales) y las sub-
jetividades sociopolíticas (diferencias en la conciencia y las identidades
de los trabajadores).

El nuevo régimen de acumulación de capital en Italia

También Italia, al igual que el resto de los países capitalistas desarrolla-


dos, enfrenta no solo algunos procesos de desindustrialización y una de
las muchas crisis del capitalismo, sino también una importante transfor-

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 83
mación socioeconómica que envuelve a toda la sociedad. Nos encontra-
mos ante cambios en la producción y la economía que crean nuevas
necesidades sin ser capaces de satisfacerlas, ante una noción del creci-
miento económico y de la vida misma conducentes a diferentes formas
de comportamiento socioeconómico que los principios en los que la
empresa se fundamenta imponen, es decir, la flexibilidad de la empresa
diseminada por todo el tejido social. De esta manera, el sistema supera
muchas de las rigideces de un tipo de sociedad industrial basada, en las
zonas del centro, en el carácter central de la fábrica dentro del contexto
de un crecimiento cuantitativo sin desarrollo cualitativo; y, en las zonas
del sur y más periféricas, en la pobreza absoluta.
Lo anteriormente expuesto, explica aun mejor los rasgos cuantitati-
vos y cualitativos de la reestructuración capitalista, de su definición so-
cial y de cómo esta última asume progresivamente un papel fundamental
en la comprensión del conflicto de clases y de las nuevas formas de este.
La evolución de la situación económica internacional, por lo tanto,
no puede dejar de repercutir en la economía italiana. Es evidente que las
actividades productivas se están desacelerando. Los últimos datos indi-
can que también el año 2003 será un año de estancamiento y que se
desvanece la posibilidad de una recuperación económica. Un rápido
debilitamiento de la demanda agregada, consecuencia de la contracción
del consumo y las inversiones, provocó esta desaceleración. El nexo
con los cambios en la economía mundial y, sobre todo, en la demanda
mundial resulta claro. En realidad, el único componente que contribuyó
a estimular el crecimiento (modesto) de la demanda agregada (consu-
mo, inversiones, exportaciones) se puede encontrar en aquellas activi-
dades relacionadas con la producción militar. Aunque las inversiones se
están recuperando ligeramente, gracias a los sectores de construcción e
infraestructura, la tendencia del consumo es muy negativa.
Es realmente inconcebible que, el gobierno italiano, se atenga a una
política de más infraestructuras al mismo tiempo que apela a la ecua-
ción según la cual menos impuestos y contribuciones (para la empresa,
por supuesto) es igual a mayor crecimiento. Esto es, aún más inconcebi-
ble, si consideramos la fase crítica en que se encuentran las finanzas
públicas y el hecho de que los únicos medios para incrementar los ingre-
sos fiscales parecen ser las privatizaciones, los aseguramientos y los
acuerdos fiscales. No se le presta atención a la posibilidad de elevar de
nuevo el PIB mediante el fortalecimiento de la estructura productiva
italiana, lo que elevaría también el empleo. No hay más que pensar en el
grupo FIAT, que constituye el 0,5% del PIB y es el productor cuyos
puntos de venta europeos son los que más se redujeron, cuando en los
comienzos de la década del noventa del XX era el segundo grupo eu-
ropeo. Lo que parece correcto hacer es dar un nuevo impulso a las inver-
siones y el empleo en lugar de apelar a medidas ridículas como los indultos
de diversos tipos y las falsas reducciones de impuestos.

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84 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Algunas actividades económicas contribuyeron en distinto grado al
crecimiento del PIB. La contribución de los sectores de servicios y cons-
trucción fueron positivas y bastante altas, mientras que la de las activi-
dades industriales, en el sentido estricto de la palabra, fue casi de cero.
Entre 1995 y 2001, el PIB de Italia creció cada año un 1,9%. La causa
básica del débil crecimiento de nuestra economía es la pérdida de
competitividad, tanto en el mercado internacional como en el interno.
Durante ese período las exportaciones italianas aumentaron un 25%,
pero el comercio mundial había crecido un 45%. También, durante el
mismo período, el porcentaje de los productos italianos en el comercio
mundial descendió del 4,6% al 3,7%.
Es obvio que estas políticas macroeconómicas no pueden conducir a
un aumento del PIB y la demanda interna. La caída general de la compe-
titividad es sobre todo imputable al desempeño de las compañías más
grandes. Durante años estas han tenido dificultades para introducir tecno-
logías nuevas, estimular la investigación y formar cuadros calificados.
Las tendencias empeoraron como consecuencia del deterioro de las
perspectivas de recuperación de la economía mundial y de la pérdida de
competitividad de los precios de las exportaciones italianas en los mer-
cados no europeos. En el 2004, el PIB italiano, debe comenzar a crecer
de nuevo siguiendo las líneas de la zona euro. Se supone que ese creci-
miento será estimulado por un aumento de la demanda interna inducido
por el consumo familiar y las inversiones estructurales, sobre todo en el
sector de los servicios.
El cambio de la coyuntura en Italia por ahora es claro, por lo menos
en lo que concierne a los activos productivos internos y a su papel en la
división capitalista de la economía internacional. El sector terciario se
despoja progresivamente de su carácter residual en cuanto al bienestar y
se convierte, mediante la flexibilidad y la informalidad del trabajo —que
la nueva fase capitalista impone—, en un elemento que preserva y ace-
lera el crecimiento cuantitativo, en sector impulsor de un modelo de
capitalismo que se ha alejado del carácter central de la fábrica. El sector
terciario, que puede estar oculto en variadas formas de actividad pro-
ductiva, es capaz de responder cuantitativamente, pero, sobre todo,
cualitativamente, a las transformaciones y evoluciones constantes de la
demanda. Por lo tanto, fomenta y da lugar a procesos innovadores en la
oferta e impone a todo el cuerpo social —a los nuevos sujetos del traba-
jo empleado y desempleado, y a los que perdieron toda esperanza de
encontrar empleo— la capacidad de adaptarse al nuevo ciclo capitalista
basado en la acumulación flexible.
El modelo italiano de capitalismo aún depende de un distrito indus-
trial, cuya dimensión internacional está determinada por la dinámica de
las filiales internacionales. Este modelo se caracteriza por una especia-
lización de sus estructuras y de la fuerza laboral en redes de compañías
sujetas a constantes cambios, así como por la localización de sus activi-

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GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y DESARROLLO CAPITALISTA 85
dades en varios países. Al mismo tiempo se recurre con frecuencia a la
flexibilidad salarial, a las aceleraciones y a una minuciosa división del
trabajo que son causa del trabajo informal y de la negación generalizada
de los derechos sindicales.
La competitividad de la industria italiana se afecta por estar fragmen-
tada en un gran número de empresas pequeñas. El tamaño de una com-
pañía pequeña permite que el sistema sea más flexible, pero también
dificulta más la introducción de productos y técnicas innovadoras, obs-
taculiza la consecución de la eficiencia y depende del constante proceso
de flexibilidad e informalidad del mercado laboral.
El 95% de las empresas italianas tienen menos de 10 empleados. Las
empresas pequeñas han contribuido considerablemente al desarrollo de
la economía italiana, aunque ahora la fragmentación de esta podría afectar
negativamente su crecimiento potencial.
La descentralización de la producción, la relocalización y la externa-
lización que las empresas grandes y pequeñas generan, aumentan cons-
tantemente el número de empresas que evaden las regulaciones laborales;
y, cuya relación con los trabajadores es cada vez más de índole indivi-
dual, personal, relación en la que los trabajadores no cuentan ya con
garantías. Es más, el fenómeno del empequeñecimiento de las empresas
no ha dejado de existir: su forma extrema es la empresa de un solo hom-
bre o una sola mujer. El crecimiento del trabajo autónomo es alimentado
por el número creciente de trabajadores desempleados que son despedi-
dos de la compañía “matriz” y se ven forzados a realizar un trabajo
precario, desregulado y de menor categoría que el que tenían antes.
La flexibilidad es el nuevo paradigma, el instrumento con el que se
pueden alcanzar los distintos objetivos de la sociedad capitalista moder-
na. El primero de estos es un deliberado ataque contra los derechos ad-
quiridos por los trabajadores y todos sus derechos sindicales; y, de un
modo más general, un ataque contra el Estatuto del Obrero, el derecho a
la huelga, la desregulación de las horas laborables, las condiciones del
trabajo y los niveles de ingresos. Además, la flexibilidad puede dar lu-
gar a la fragmentación de la clase obrera, lo que puede afectar su capa-
cidad de lograr una cohesión interna (es obvio que si en una compañía
los trabajadores cambian constantemente de posición y de puesto de
trabajo por estar subordinados al principio de la flexibilidad, les resulta-
rá más difícil organizarse).
Pese a la desaceleración de las actividades productivas, el empleo
promedio aumentó, de acuerdo con los datos de personas empleadas.
Pero, una lectura correcta de estos datos debe tener en cuenta la infor-
malidad del mercado laboral y la proporción del trabajo temporal en sus
variadas formas. También sigue creciendo el número de empleos de tiem-
po completo y de duración indefinida gracias a las políticas específicas
de estímulo, pero en una proporción menor. Esto se debe, sobre todo, al
nuevo sistema económico —que produce una parte cada vez mayor de

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86 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
la riqueza con menos y menos trabajo—; y, a la informatización —que
“ahorra” trabajo y reduce el número de contratos de duración indefini-
da—, al mismo tiempo que eleva el número de los que tienen un trabajo
a plazo fijo y precario. Estos últimos forman un permanente ejército
industrial de reserva del trabajo. El desempleo, la flexibilidad y la infor-
malidad de los salarios y los tipos de trabajo se convierten así en un
fenómeno estructural. El empleo ha crecido fundamentalmente en el
sector terciario. El número de empleos creció en la construcción, pero
disminuyó en la manufactura.5
Así pues, por un lado tenemos un país rico y, por otro, sectores cada
vez más vastos de trabajadores marginales e informales que se encuen-
tran cerca de la línea de pobreza. Ocupan los lados opuestos de una
división que cada vez se ahonda más. Estos procesos marginalizan y
empobrecen a estas masas hasta llegar a un grado tal, que los que las
forman se pueden considerar “los nuevos pobres diablos” de la sociedad
de la opulencia. Estos factores determinan las nuevas subjetividades entre
aquellos que trabajan y entre aquellos a los que se les niega el trabajo.
Ambas categorías están compuestas por trabajadores que suelen encon-
trarse en las márgenes del sistema de producción oficial, realizan activi-
dades mal pagadas y son contratados ilegalmente. Estos trabajadores,
con el fin de conseguir siquiera un ingreso mínimo garantizado, se ven
obligados a aceptar condiciones de trabajo de una calidad tal que nos
hacen recordar las del siglo XX.
Son, por añadidura, fenómenos típicos de una economía marginal,
como las relaciones entre las estructuras de la economía y la realidad
productiva del sur de Italia. Estas relaciones cambian en el curso del tiem-
po, pero siguen siendo funcionales para el subdesarrollo del sur de Ita-
lia, al mismo tiempo que resultan ventajosas para el desarrollo de otras
zonas italianas, así como para la reproducción y el crecimiento de la
estructura central de la economía.

5
Banca de Italia “Assemble generale ordinaria dei partecipanti”, Roma, 31/05/02. Anno
2001, centottesimo esercizio.

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88 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

5. EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Una de las varias respuestas estratégicas a la crisis que sufrió el sistema


capitalista a finales de la década de los sesenta y comienzos de los se-
tenta del siglo XX, fue el asalto directo a las clases obreras del mundo.
Otra de ellas, fue el lanzamiento de un nuevo proyecto: la creación de
una economía global única y la integración de los países de un lado a
otro del mundo en el marco de un orden mundial renovado, esto es, un
nuevo orden mundial. Para facilitar este proceso, los guardianes, que se
nombraron a sí mismos, de este nuevo orden mundial —miembros de lo
que se denominó “trust del cerebro imperial” o, de un modo más prosai-
co “la clase capitalista transnacional”— lanzaron también lo que solo
puede verse como una guerra de clases, con el propósito de subordinar
el trabajo al capital y crear las condiciones para una nueva ronda de
acumulación de capital en todo el mundo. Esta guerra de clases por lo
general ha sido reconocida como tal, y se ha contemplado más bien como
una “teoría de la contrarrevolución en desarrollo” conservadora (con el
fin de paralizar y hacer retroceder una tendencia a la inclusión de los
trabajadores, los productores directos y los pobres del mundo en el pro-
ceso de desarrollo político y económico). En todo caso, la década de los
ochenta fue testigo del desenvolvimiento de esta guerra de clases o con-
trarrevolución conservadora, que se libró de diferentes formas en distin-
tos lugares de todo el mundo. Lo que estaba en juego en esta guerra de
clases era una nueva fase en el proceso de desarrollo capitalista, en este
caso bajo la égida de un modelo neoliberal que privilegia el mercado
mundial como el motor del crecimiento económico, la fuerza motriz del
proceso de acumulación, y el “sector privado” (la clase capitalista) como
conductor de este motor. En el contexto de este “desarrollo”, un proceso
aparentemente irresistible de “globalización” (la inserción de las econo-
mías de todo el mundo en una economía capitalista única) había crea-
do condiciones que facilitaban otro “proyecto” geopolítico, o sea, el de
la administración de los Estados Unidos, destinado a restablecer la he-

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 89
gemonía sobre todo el sistema: la construcción de un imperio con impe-
rialismo.1

Modelos de desarrollo capitalista

Las políticas neoliberales, y el fracaso al contrarrestarlas, pueden tener


y han tenido ramificaciones políticas trascendentales. Existe el riesgo
real de que las democracias occidentales den un viraje hacia atrás a tra-
vés de la desocialización, la degeneración política y la difusión de una
“cultura empresarial” en la que el motivo de la ganancia y el egoísmo
asociado a él sean primordiales.2 En los países dependientes se dispara-
ron ya los procesos de inestabilidad económica, política y social, y zo-
nas enteras fueron desestabilizadas. Las antes mencionadas crisis en
México, Brasil, Tailandia, Corea, Indonesia, Rusia y Argentina, pero
también las “guerras étnicas”, el fundamentalismo religioso, la fragmen-
tación de los Estados-naciones y los cada vez más complejos tipos de
criminalidad, todos al servicio del Nuevo Orden Mundial, son un señal
en la pared, esto es, una señal de lo que nos espera.
Lo que los países de América Latina y los países en desarrollo por lo
general necesitan es reducir o cancelar su deuda pública, reorganizar en
beneficio propio los procesos de toma de decisiones de Instituciones
Financieras Internacionales (IFI) como el Banco Mundial, el Banco de
Desarrollo Interamericano y el Fondo Monetario Internacional, y poder
escapar así de su condición de “países nuevamente colonizados” que
ellas les impusieron. Otras medidas incluyen la nueva regulación y el
control del capital extranjero, el establecimiento de nuevas reglas para
la protección ambiental, las inversiones socialmente útiles, así como
gravar con impuestos las transferencias internacionales de capital, espe-
cialmente los movimientos especulativos. En relación con esto se ha
estimado que un impuesto de solo el 1% (el impuesto Tobin) sobre esas
transferencias, que constituyen más del 90% de todas las transacciones
que se efectúan en los mercados de capital mundiales, sería suficiente
para satisfacer las necesidades básicas de los pobres del mundo, un esti-
mado de 1,4 millardos de personas que en su mayoría viven en los paí-
ses en desarrollo del Tercer Mundo. También es indispensable que esos
países negocien acuerdos sobre la migración internacional de los traba-
jadores, de modo de impedir la violación de los derechos económicos,
sociales y humanos de trabajadores emigrantes que son sistemáticamente

1
Sobre la dinámica de estos procesos, y un análisis crítico de los asuntos que abarca,
véase Petras y Veltmeyer (2001, 2003).
2
Véase: Murray: “Flexible Specialization in the ‘Third Italy’”, Capital and Class, 34,
1988.

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90 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
oprimidos mediante formas cada vez más indirectas y severas de explo-
tación en los países desarrollados.3
En cuanto a la izquierda, esas transformaciones de largo alcance de-
ben conducir necesariamente a un reexamen de las categorías socioeco-
nómicas de los análisis, a una reconsideración de las políticas económicas,
y a una reevaluación de los modelos de democracia económica y políti-
ca. En el contexto actual de polarización geoeconómica, es imprescindi-
ble investigar las condiciones y situaciones locales, incluidos los patrones
locales de desarrollo. Hoy día son estos los factores fundamentales de la
acción de clase, que constituyen recursos primordiales a la hora de ela-
borar estrategias exitosas destinadas a crear formas nuevas y diferentes
de antagonismo social que sean capaces de restaurar la unidad de la
clase obrera.
El CESTES4 y su revista PROTEO han venido trabajando durante
más de cinco años en un análisis complejo de (y en una encuesta sobre)
la polarización geoeconómica y geopolítica internacional. Este análisis
de clase se centra en los nuevos modos de producción y en la nueva
organización del trabajo y, por consiguiente, en la nueva composición
de clases. La encuesta aspira a subrayar la diversificación de los meca-
nismos de acumulación de capital —mientras el núcleo del sistema de
producción capitalista permanece igual— y a echar luz sobre el patrón
de productividad y sus formas de redistribución (ganancias, rentas, sala-
rios directos y salarios indirectos mediante el estado de bienestar) que
conforman la nueva situación del conflicto entre capital y trabajo.
A partir de los análisis antes mencionados, CESTES y PROTEO es-
tán desarrollando un análisis económico-político que depende de una
investigación económica y estadística y de una encuesta de campo que
tienen por objeto las transformaciones que han tenido lugar a partir de
los primeros años de la década de los setenta del siglo XX en las princi-
pales tendencias del capitalismo en Italia, los Estados Unidos, Japón y
la región asiática. Hemos enfocado las transformaciones espaciales y
estructurales del sistema socioeconómico italiano, los modelos de capi-
talismo y el proceso de privatización (particularmente en Italia y Euro-
pa) y, por último, las tendencias macroeconómicas del proceso de
reestructuración capitalista, y le prestamos la mayor atención a los pro-
cesos de internacionalización productiva, al papel de las corporaciones
multinacionales y al nuevo equilibrio entre las potencias geoeconómicas
mundiales.
La primera parte de este análisis se publicó en la obra de R. Martufi y
L. Vasapollo Eurobang. La sfida del polo europeo nella competizione
globale. Inchiesta sul lavoro e capitale (ed. Mediaprint, 2000). El libro
3
Véase: R. Martufi, L. Vasapollo, Eurobang...., ob. cit.; D. Harvey: “The Geopolitics
of Capitalism”, en D. Gregory y J. Urry Social Relations and Spatial Structures,
Londres, 1985.
4
Véase: nota 6.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 91
enfoca los fenómenos relacionados con la llamada globalización y su-
braya las transformaciones en la economía capitalista internacional y
sus efectos en el mundo del trabajo.
En resumen, lo que se desprende de los datos y el análisis que apare-
cen en Eurobang es, en efecto, una competencia global cada vez más
feroz no solo entre las compañías, sino también entre las zonas econó-
micas, como es el caso de la Unión Europea, los Estados Unidos y Ja-
pón. La población del sur del planeta y los trabajadores de los países
desarrollados sufren las severas consecuencias de estos conflictos inter-
imperialistas. Estos efectos incluyen los recortes de puestos de trabajo,
el desempleo estructural, la fragmentación de las labores, los recortes
salariales y el empequeñecimiento del Estado de bienestar. El análisis
destaca que durante los últimos 25 años los trabajadores no se benefi-
ciaron de los aumentos de productividad.
La segunda parte del análisis de CESTES-PROTEO (No/Made Italy.
Eurobang 2. La multinazionale Italia e I lavoratori nella competizione
globale. Ed. Mediaprint, 2001) se concentra más directamente en Italia,
en los procesos de internacionalización, la cambiante estructura funda-
mental del Estado (federalismo, privatización, etc.) y el equilibrio so-
cioeconómico de las zonas urbanas y el sur de Italia.
La tercera parte del análisis-encuesta, en el cual hemos estado traba-
jando desde hace algún tiempo, enfoca las tendencias del mercado labo-
ral. Sus resultados dependen de una encuesta de campo de gran tamaño
(3000 cuestionarios se distribuyeron por todo el territorio nacional).

El Estado en la época de la competencia global

Muchos estudiosos y movimientos sociales consideran que el fetiche de


la globalización es adecuado para explicar el mundo actual, las nuevas
relaciones internacionales y las nuevas relaciones de poder. Sin embar-
go, la globalización es una categoría muy imperfecta y, en cierto senti-
do, confusa. En realidad, lo más apropiado sería hablar de “competencia
global”, porque esta es la época que nos ha tocado vivir. En esta época la
competencia política y económica entre los países más poderosos y/o
los principales polos geoeconómicos (sobre todo, los Estados Unidos y
Europa) tenderá a agudizarse en vez de quebrarse, para dar nacimiento a
un “imperio” único dominado por las empresas multinacionales.
Lo cierto es que en la actualidad la estructura de la dominación inter-
nacional del gran capital ha dejado de basarse en el “Estado nacional”.
Por el contrario, se basa en polos, dentro de los cuales varios Estados,
que como tendencia son más homogéneos en los planos económico, fi-
nanciero, monetario y político, coordinan sus acciones. Pero sería un
lamentable error pensar que, en este proceso, el Estado deja de ejercer
funciones determinantes. El “Comité del Estado y los Empresarios” hasta

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92 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
ahora se ha difundido hasta un nivel regional (por ejemplo, la Unión
Europea, cuyas reuniones, según el Financial Times, se parecen cada
vez más a las de las juntas directivas) pero conserva del todo —en reali-
dad expande— su función estratégica de servir de apoyo económico y
político a la acumulación de capital. Ejerce esta función valiéndose de
políticas presupuestarias y fiscales y de políticas internacionales y co-
merciales en franca rivalidad con otras zonas económicas y polos geoeco-
nómicos. Por último, aunque no por ello menos importante, el Estado
también realiza esta función a través de medios militares, lo que ha sido
evidente en dos ocasiones durante el último decenio del último siglo
(como fue el caso de Iraq y los Balcanes).
Proponemos entonces que la función del Estado en la época de la
competencia global depende, ante todo, de la naturaleza del Estado.
Existen Estados “desagregadores” (Estados fuertes) y Estados “desagre-
gados” (Estados débiles). Eric Hobsbawm subraya, muy oportunamen-
te, que “uno de los problemas más grandes que enfrenta el siglo XXI es el
de la interacción entre el mundo con Estados y el mundo sin Estados”. 5
El proceso de desintegración del Estado, que iniciaron los Estados
más poderosos (los Estados Unidos y Europa) contra la Europa Orien-
tal, así como contra África y Asia “descolonizadas” (esta última dejó de
ser un bastión antisoviético, véase Indonesia y posiblemente la India y
China), corrobora que esta “interacción” es uno de los proyectos carac-
terísticos de la competencia global.
A fin de tener una idea concreta, basta con observar un mapa del
mundo actual y compararlo con el del mundo de hace diez años. Por ese
entonces diez Estados formaban la Europa Oriental, y ahora son 28 (y
pueden llegar a treinta si continúa el proceso de desintegración de lo
que fuera Yugoslavia). Pero debemos tener en cuenta la calidad más que
la cantidad. Las continuas secesiones en las antiguas Unión Soviética y
Yugoslavia dieron origen a algunos Estados pequeños y muy pequeños.
Solo once de ellos cuentan con más de diez millones de habitantes.
La desintegración de todos los Estados que no son de importancia
estratégica para los Estados más poderosos, es un proceso que se sigue
forjando según la creencia casi religiosa en lo inevitable de la globaliza-
ción y en la naturaleza supranacional de los procesos de toma de deci-
siones.
Estos Estados nuevos son pequeños, débiles, están subordinados a las
instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, EBRD)
y dependen de la calidad de las inversiones extranjeras que son capaces
de atraer y de la cantidad de las exportaciones competitivas que pueden
vender en los mercados regional y mundial. Para hacerlo, estos Estados
tienen que ser “suaves” en las fronteras y las aduanas, muy indulgentes
con los impuestos y tarifas con que gravan a los inversionistas extranje-

5
Eric Hobsbawn: Intervista sul nuovo secolo, edizione Laterza, 2000.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 93
ros, obedientes a los dictados del FMI en lo que atañe a las políticas de
privatización y a la eliminación de los sectores estatales, puntuales en el
pago de las deudas acumuladas con los bancos e instituciones interna-
cionales, y despiadados cuando de mantener los salarios de los obreros
bajos y controlados se trata. Por último, deben garantizar a los inversio-
nistas extranjeros la “estabilidad interna”, para lo cual han de recurrir a
cualesquiera medios posibles, sean estos democráticos o represivos. Si
no se las arreglan solos, la OTAN puede inmiscuirse con sus bombar-
deos e intervenciones “humanitarias”.
Ya en la actualidad es posible percibir a simple vista las funciones
agregadoras y desagregadoras alrededor de los principales polos:
• La función de los Estados Unidos con relación al NAFTA obvia-
mente es una función hegemónica y centralizadora, tanto en lo que
concierne a otros países integrados en el “polo norteamericano”
(México y Canadá) como a la zona de influencia del bloque mismo
(América Latina). El proyecto de Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), que se aspira a materializar en el 2005, extien-
de esta centralización a toda América Latina. La dolarización de
Ecuador, El Salvador, Panamá, Guatemala y Argentina revela el
propósito de construir un gran polo económico, comercial y mone-
tario con los Estados Unidos como centro, un polo que se estable-
cerá para oponerse al europeo.
• Japón, por el contrario, no posee el mismo poder agregador y
desagregador que los Estados Unidos. Después de su derrota en la
competencia con este país en la muy profunda “crisis asiática” de
1997, no solo carece de un poder hegemónico global sobre el resto
de Asia (aunque si ha logrado una penetración económica impor-
tante), sino que también debe competir con una potencia naciente
como China, que ya mostró su papel estratégico para la estabilidad
y el desarrollo económico en Asia.
• Por último, este proceso es más complejo en la Unión Europea.
Aquí su función centralizadora creció alrededor del eje franco-ale-
mán. Se trata de una función desagregadora en abierta rivalidad
con Europa Oriental (desde la desintegración de Yugoslavia hasta
la deflagración de la URSS y la secesión checoslovaca). Hasta ahora,
Europa ha continuado con su centralización económica, mientras
la centralización política ha sido más lenta, lo que limita seriamen-
te este proceso. El Reino Unido está más cerca de los Estados Uni-
dos que de Europa. Al gobierno Berlusconi en Italia, una disonancia
dentro de Europa, le gustaría tomar esa misma dirección, razón
esta por la que otros gobiernos europeos son hostiles al italiano.
Por ahora, la constante ampliación de la Unión Europea hacia el
Este y el Sur (mediante la incorporación de nuevos Estados y nue-
vos mercados) va acompañada de la organización de un ejército

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94 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
europeo eficiente y de una Comisión más dinámica, donde el poder
alemán es mayor que nunca (véase el Tratado de Niza).6
Sin embargo, la función determinante del Estado en la época de la
competencia global no se limita a los aspectos geopolíticos y a la con-
quista de mercados internacionales. La función del Estado también es
decisiva en el nivel de la acumulación y del mercado interno en los
sectores fundamentales de la economía capitalista.
1. La investigación y el desarrollo, por ejemplo, deben verse como
fuerzas productivas cada vez más esenciales en la competencia global.
La ganancia privada monopoliza la mayor parte de sus resultados, si
bien es cierto que exigen grandes inversiones de capital y posibilidades
para reducir costos, lo que aún hoy solo el Estado puede garantizar. En
lo que a esto concierne, el caso de las biotecnologías es emblemático. Los
dos últimos gobiernos alemanes (primero el demócrata-cristiano y des-
pués el socialdemócrata) lanzaron un muy ambicioso plan de desarrollo
destinado a la industria y a las investigaciones en biotecnología. No
menos de tres entre las cinco mayores multinacionales químico-farma-
céuticas del mundo están situadas en Alemania. Sin embargo, ni siquie-
ra ellas hubieran sido capaces de cerrar la brecha y competir exitosamente
con las transnacionales norteamericanas de no ser por la intervención
del Estado en su favor. El enfrentamiento entre Bayer y Pfizer en rela-
ción con los medicamentos y la legislación sobre GMOs, es un indicio
de este conflicto: las firmas nacionales apelan cada vez más a la legisla-
ción del Estado para obstaculizar la penetración de la firmas competido-
ras en los “mercados internos”.
2. La formación de un capital humano apropiado y funcional para las
nuevas necesidades de la acumulación flexible es una tarea que en gran
medida realiza el Estado. El tipo de administración de las escuelas, uni-
versidades y centros de formación que se funda en la política de las
compañías, tiende por un lado a privatizar la reproducción y la dirección
del mando (en la docencia), pero por otro continuará cargando una bue-
na parte de los costos sociales al Estado.
3. El Estado sigue desempeñando un papel fundamental en la estabi-
lidad del mercado interno. Si bien es cierto que las privatizaciones han
ido reduciendo progresivamente el papel del Estado en la economía, no
lo es menos que los flujos de demanda interna siguen exigiendo interven-
ciones masivas del Estado. Sin ellas, el “mercado” no sería capaz de ase-
gurar márgenes de ganancia a la acumulación de capital. La rottamazione
(desguace) de automóviles viejos (es decir, un subsidio estatal que se
entrega a quienes deciden desguazar sus automóvileos viejos y comprar
uno nuevo), los planes para conectar las grandes zonas metropolitanas,

6
En cuanto a los resultados de la Cumbre y los objetivos del Tratado de Niza, véase
Carchedi, Contropiano, febrero 2001.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 95
la reestructuración de las redes eléctricas y la expansión de las redes de
transporte, evidencian que los patronos quieren “más Estado para el
mercado”.
4. Por último, debemos considerar el significativo papel desempeña-
do por los intereses nacionales del Estado francés en el torpedeo del
Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (el tristemente célebre MAI), o
el “papel de los Estados” en el fracaso de las negociaciones de la Orga-
nización Mundial del Comercio en Seattle, o la presión del interés na-
cional del Estado norteamericano sobre las dudas de las multinacionales
petroleras de los Estados Unidos en cuanto a la ruta que debían seguir
los oleóductos del Mar Caspio. Debemos reflexionar sobre estos ejem-
plos antes de teorizar apresurada y confusamente sobre el agotamiento
de las funciones del Estado.

Europa en la batalla por el mercado mundial

Para interpretar el desarrollo del capitalismo actual debemos analizar el


manejo de la crisis del modelo fordista y las diferentes fases imperialis-
tas relacionadas con esa crisis. Los análisis que se sustentan en este
enfoque muestran que la globalización terminó al comenzar la década
de los años noventa, debido inicialmente a algunas características de la
globalización vinculadas a la relación capital/trabajo. Esta última tenía
como objetivos el control social dentro de cualquier país capitalista y el
enfrentamiento externo, con la intención de determinar la dominación
global mediante el ensanchamiento de las zonas de influencia geoeco-
nómicas de los tres grandes bloques, los Estados Unidos, la Unión Europea
y Japón.
Por distintas razones culturales, políticas y sociales, pero sobre todo
debido a las políticas económicas vinculadas a la reestructuración capi-
talista, el ciclo taylorista-fordista-keynesiano llegó a su fin. En este ci-
clo, la producción comandaba el mercado y hacía posible predecir y
planificar la economía y orientar la producción en masa hacia el consu-
mo masivo.7 Es cierto que estas condiciones entrañaban también una
mayor explotación del trabajo, pero se había establecido un círculo vir-
tuoso en el que la inversión, el crecimiento, el empleo y la demanda
ascendente se alimentaban mutuamente. En esta fase el poder del movi-
miento obrero condujo a un fortalecimiento de las clases trabajadores
en un período de vigoroso desarrollo económico (hasta la década de los
7
Véase: “Il giusto lavore per un mondo giusto; dalle 35 ore alla qualità del tempo di
vita”, Ed. Punto Rosso, 1995; F. Jameson: “Postmodernism, or the Cultural Logic of
Late Capitalism”, New Left Review, 146, 1984; B. Jessop, “Accumulation Strategies,
State Form, and Hegemonic Projects”, Kapitalistate 10/11, 1983; A. Sayer, “Port-
Fordism in Question”, International Journal of Urban and Regional Research, 1989.

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96 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
setenta del XX). El precio de la fuerza de trabajo aumentó y la redistribu-
ción se inclinó a favor de los salarios directos e indirectos, al tiempo que
se producían considerables avances relacionados con el Estado de bien-
estar. Posteriormente, la turbulencia, la inestabilidad y la crisis petrole-
ra (con sus agudos conflictos entre diferentes economías capitalistas)
condujeron a una creciente inflación. La deuda pública alcanzó niveles
patológicos. Los volátiles tipos de cambio agravaron la situación.
En la actualidad es solo el mercado el que parece dictar las reglas del
juego. Su flexibilidad y variabilidad han conducido a un estado de cosas
que exige un cambio radical en la organizacion de la producción. Es
más, todo esto ocurrió durante un período marcado por la recesión y el
estancamiento y, más tarde, por una desaceleración del crecimiento. La
reestructuración del capital y su ofensiva política a gran escala se centró
en el costo del trabajo y en todas las formas del salario, directas o indi-
rectas. El Estado de bienestar se debilitó y se intensificó la explotación.
Para la nueva burguesía empresarial internacional esto no era más que
una forma nueva del desarrollo capitalista, que entraba en la llamada
época posfordista de la acumulación flexible, o época de la globaliza-
ción, que es mejor definir como época del “conflicto global”.
La actual crisis económica comenzó a finales de la década de los
sesenta del siglo XX, o sea, antes de la crisis del petróleo, con un cambio
de actitud hacia el Estado de bienestar en Occidente y la supresión de la
convertibilidad del dólar.
Si consideramos las últimas fases económica y política, observamos
que, desde comienzos de la década de los setenta, se ha estado debilitan-
do la alianza entre el sistema productivo fordista y los modelos keyne-
sianos que el Estado necesita para mediar, regular y exprimir el conflicto
social. El intenso proceso de industrialización fordista comienza a inte-
resarse por nuevos mercados, en particular, el sudeste asiático y los paí-
ses del centro y el este de Europa, y de este modo se fortalecieron la
competencia internacional y el liderazgo de los Estados Unidos.8
Durante los últimos 25 años, el modelo de “democracia capitalista”
ya consolidado, que había nacido en los Estados Unidos con el fordismo,
disolvió el concepto de sociedad civil y civilización, que había marca-
do la entrada a la modernidad capitalista, y provocó así el derrumbe de
toda la estructura productiva existente y la destrucción de la coexis-

8
A esto debemos añadir otras cuestiones socioeconómicas que están directamente re-
lacionadas con la falta de políticas de asistencia social en los EE.UU.: además de
numerosos crímenes y la violencia, las drogas y la prostitución, tenemos que consi-
derar el gran problema de la pobreza y la intensa discriminación racial. En 1992, un
censo mostró que uno de cada tres afronorteamericanos (alrededor del 33%) vive por
debajo del umbral de pobreza, en comparación con el 11% de la población blanca,
para un total de 36 millones de personas. Además, en los últimos tres años la situa-
ción empeoró debido a la interrelación entre desempleo, trabajo más precario y una
vida social, también, precaria.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 97
tencia civil misma que era un resultado del modo de mediación social
keynesiano.
Como consecuencia, la hegemonía norteamericana quedó en malas
condiciones. Pero no solo la hegemonía norteamericana, pues también
la del capital enfrentó un desafió serio y poderoso. Desde muy tempra-
no, en 1970, el crecimiento económico y la expansión del mercado co-
menzaron a desacelerarse notablemente, lo que puso fin a “la época de
oro del capitalismo” (Marglin y Schor, 1990). Ya en 1973, después de
una gran ofensiva de cinco años en demanda de salarios más altos y
mejores condiciones laborales, el movimiento de los trabajadores había
conseguido niveles cercanos al pleno empleo con los consiguiente in-
crementos de los salarios nominales y, más tarde, incluso de los salarios
reales; el sector de los servicios se había expandido considerablemente
sin que fuera modernizado; pero la producción en la manufactura no
aumentó debido a la escasez de capital para invertir, lo que provocó que
el crecimiento de la productividad se rezagara y se produjera una signi-
ficativa “mascada de las ganancias”; por último, las dos conmociones
petroleras de 1973 y 1979-1980 dieron lugar a tendencias inflacionarias
cada vez mayores y a efectos negativos, ante todo, en el empleo. En 1975,
un Nuevo Orden Económico Internacional, que los países no alineados
demandaban, dio paso a la crisis de la deuda del Sur, que comenzó con
la primera crisis de la deuda mexicana en 1982.
Los años de los ochenta fueron años de agudos desequilibrios en la
balanza de pagos, causados en lo fundamental por las incertidumbres
que generaba la economía norteamericana, la cual evidenciaba una mar-
cada sobrevaluación del dólar y un déficit serio en el presupuesto fede-
ral. A finales de 1987, el temor a la recesión, provocado por el derrumbe
de la bolsa de valores, condujo a una contracción de la política moneta-
ria mundial, y 1988 fue testigo de un marcado aumento del crecimiento
económico en Europa (4,1%). La fase final de la crisis de la época bipolar
fue el colapso del sistema soviético. Esta derrota había sido anticipada
por la perestroika de Gorbachov y culminó con la fragmentación de
Europa oriental entre 1989 y 1991 y con la caída de la Unión Soviética.
La desintegración de la Unión Soviética y el fin del sistema bipolar dejó
sobre la escena a una sola superpotencia: los Estados Unidos.
Sin embargo, a partir de 1991, el PIB declinó hasta devenir negativo
en 1993 (por ejemplo, en 1993 el PIB italiano cayó en un 1,2%). En 1992-
1993 la recesión se hizo sentir debido a la necesidad de respetar las
obligaciones relacionadas con el nacimiento y el desarrollo de la Unión
Europea según criterios exclusivamente financieros carentes de conte-
nidos de seguridad social. Una combinación de políticas económicas
restrictivas y los efectos de la reunificación alemana reforzaron esta
tendencia negativa. Sin embargo, en la última mitad del año 1995 y los
primeros meses de 1996 se evidenció que la actividad económica despe-
gaba lentamente, una vez más gracias a un nuevo equilibrio en las polí-

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98 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
ticas macroeconómicas y a un progreso en la estabilidad presupuestaria
y el ajuste financiero. Es más, las bajas tasas de inflación y las expecta-
tivas de aumentos salariales permitieron a las políticas económicas dar
pasos más decisivos dirigidos a propiciar el crecimiento de la produc-
ción y las inversiones, especialmente en el sector de los factores
intangibles; el empleo creció al tiempo que el trabajo se hacía cada vez
más flexible, precario y atípico.
En el verano de 1997 estalló la llamada “crisis asiática”: la devalua-
ción de la moneda tailandesa provocó una turbulencia en los mercados
cambiarios de Indonesia, Malasia y todo el sudeste de Asia. Las razones
de esta crisis deben buscarse en los desequilibrios propios de estos paí-
ses: disponibilidad de trabajo y capital, grandes déficit internos, debili-
dad en los sectores bancario y financiero y colocación de capitales en
los sectores especulativos, sobre todo en bienes raíces. En 1998 la crisis
azotó Japón, con la consiguiente depreciación del yen y una abrupta
caída de las acciones (entre enero y agosto de 1998 la moneda japones
se depreció en un 11,9% en relación con el dólar). Esto originó una
fuerte tendencia a la consolidación en el sector bancario: en Japón, por
ejemplo, el total de los activos bancarios representaba un 157% del PIB,
mientras que en los Estados Unidos era del 75%. Europa también fue
testigo de una marcada tendencia a la consolidación y a una mayor con-
centración de los bancos mediante adquisiciones y fusiones. Hacia fina-
les de 1998 el total de activos del sector constituía el 234% del PIB. A
comienzos de 1999 la zona euro contaba con 8249 instituciones de cré-
dito. En los Estados Unidos se produjo también una abrupta reducción
del número de bancos (a fines de 1997 operaban 8 855 bancos), y en
el 2000 la parte del mercado interno de los primeros cinco bancos creció
desde el 12% al 22%. Al mismo tiempo las tensiones se elevaron en los
mercados laborales, y en Europa el desempleo iba acompañado de una
aguda declinación de las posibilidades de conseguir trabajo.
Por lo tanto, la década de los noventa se caracterizó por una profunda
crisis económica que todavía espera por una solución. Se adoptaron di-
versas medidas para impedir la devaluación del capital: desde las tasas
de cambio flexibles hasta la privatización, desde la desregulación hasta
la flexibilidad del trabajo y el desempleo estructural de los nuevos mer-
cados laborales. Esto trajo como consecuencia los asaltos salvajes a los
salarios de los trabajadores y al Estado de bienestar, la eliminación de
políticas de seguridad social, mayores dificultades para conseguir traba-
jo, crecientes desigualdes de ingresos y el traspaso de la riqueza nacio-
nal desde el trabajo (en forma de salarios directos, diferidos e indirectos)
al capital (en forma de ganancia financiera como forma predominante
de las utilidades).
En lo internacional, estas políticas profundizaron la dicotomía entre
el Occidente y el Este, entre el Norte y el Sur. No fue sorprendente que
surgieran dudas sobre la viabilidad de estas medidas político-económi-

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 99
cas adoptadas en los países capitalistas avanzados e impuestas a los paí-
ses dependientes.
Un nuevo ciclo de producción, vinculado con la producción inmate-
rial, está a punto de surgir. En él, la economía postindustrial y posfordista
se basa en el capital de información. Esto modifica profundamente la
estructura de la empresa, que se sustenta ahora en las estrategias de
venta y en la relación con el consumidor: el producto se evalúa en un
principio desde el punto de vista de su mercado potencial y, posterior-
mente, desde el de su producción. Esta estrategia se fundamenta en la
producción y el consumo del capital de información mediante una co-
municación y una mercadotecnia social que están al margen de lo habi-
tual y tienen por objetivo obtener y difundir información cuyo propósito
es el condicionamiento social total.
Lo que predomina en el escenario actual es no solo un sistema de
producción relocalizada, sino también un nuevo sistema financiero y un
nuevo tipo de acumulación de capital o “acumulación flexible”. Esta se
basa en la flexibilidad del trabajo, en el progresivo empleo del capital y
los recursos intangibles (tales como el conocimiento y la experiencia, la
información y la comunicación), y en el carácter financiero de la econo-
mía. En lo que respecta a este último aspecto, lo que salta a la vista es el
carácter central de los sistemas bancario y financiero que atraviesan
ahora una fase de reorganización compleja y tienen como misión deter-
minar los nuevos procesos de desarrollo internacional y las nuevas es-
trategias de la competencia global. La posición central del sistema
bancario y financiero internacional es el verdadero rasgo innovador del
proceso económico mundial.
Desde hace muchos años, los Estados Unidos han estado afrontando
grandes dificultades económicas y políticas que los han hecho caer en
una auténtica recesión después de unos diez años de desarrollo econó-
mico forzado9 que se ha basado en un gran déficit en el gasto público, en
los desequilibrios en la balanza de pagos, una voluminosa deuda exter-
na y una parte cada vez menor del comercio internacional.
También en el aspecto político-militar, la hegemonía de los Estados
Unidos se ha visto amenazada por los propósitos de expansión geopolítica
y geoeconómica de la Unión Europea (véase la situación en los Balcanes,
la expansión económica de la Unión Europea por los países del Centro y
el Este de Europa, la creación de un ejército europeo autosuficiente, las
contradicciones entre los países de la Unión Europea y los Estados Uni-
dos dentro de la OTAN).
Desde los comienzos de la década de los noventa del XX, la situación
interna de los Estados Unidos ha tenido problemas: en 1992 la deuda

9
Por ejemplo, tenemos en cuenta el 1 200 000 despidos en los últimos meses, a los que
debemos añadir los otros miles y miles de despidos después de septiembre 11, y el
bajón de las inversiones y la demanda de viviendas.

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100 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
nacional sobrepasaba los 4 000 millardos de dólares, la asistencia médi-
ca era insuficiente, una gran parte de los norteamericanos carecían de
protección social,10 las inversiones y los ahorros disminuyeron en com-
paración con los países de la Unión Europea, y la tasa de crecimiento de
la producción era muy baja (poca competitividad). Si a esto le añadimos
el fuerte endeudamiento externo de los Estados Unidos, si lo compara-
mos con el del resto del mundo y los déficit comerciales cada vez mayo-
res, comprenderemos lo importante que llegó a ser la debilidad de la
economía norteamericana en la década de los noventa.11
Además, debemos tomar en cuenta la existencia de un mercado de
valores inflado, donde las alzas y las pequeñas recuperaciones de los
valores de los activos son el resultado de maniobras destinadas a soste-
ner las acciones de las empresas integradas en los nuevos escenarios de
la economía de guerra posterior a la global. ¡Y este era el período reco-
nocido como el del gran crecimiento norteamericano!
Es en medio de este amplio contexto internacional que se crea la Unión
Económica y Monetaria. En lo que al trabajo concierne, los tratados de
Maastricht y Amsterdam se concibieron (por lo menos así se dijo) como
una alternativa a la globalización salvaje que los Estados Unidos pusie-
ron en práctica. El polo geoeconómico europeo, se argumentó, propor-
cionaría un marco socioeconómico capitalista más moderado. El objetivo
de este trabajo es mostrar cómo los acontecimientos subsiguientes
divergieron dramáticamente de las proclamaciones oficiales. Esto se hará
mediante una encuesta de algunas de las etapas fundamentales y de la
etapa temprana de consolidación de la Unión Económica y Monetaria.

De la concertación a la competencia

La asociación histórica entre los Estados Unidos y Europa parece haber


agotado su curso. La necesidad norteamericana de seguir dominando no
coincide más con las ambiciones estratégicas europeas. Han aparecido
de nuevo la competencia entre ambos en las zonas de influencia, el pro-
teccionismo y las diferencias profundas. Una nueva prueba en el África
devastada. Una fase histórica ha llegado a su fin, pero ya la nueva susci-
ta preocupaciones.
Mientras escribíamos este trabajo surgió un nuevo escenario que te-
nía como fondo las divergencias entre los Estados Unidos y Europa:
10
La diferencia entre ricos y pobres en los Estados Unidos aumentó considerablemente
en los últimos 30 años: si en 1969 el 1% de la población poseía el 25% de la riqueza
nacional, en 1999 este porcentaje aumentó hasta el 40% aproximadamente.
11
En los Estados Unidos el desempleo registra un gran incremento. Desde comienzos
del 2001 son más de 1 200 000 los desempleados, y la tasa de desempleo alcanzó
el 4,9% en agosto último. El consumo se redujo en más de 0,5%. El PIB del segun-
do semestre del 2001 solo aumentó en un 0,2%, mientras su crecimiento fue nega-
tivo (-0,4) en el tercer semestre, lo que indica una fase de recesión.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 101
África. En realidad, la decisión de la Unión Europea de enviar su propio
contingente militar al Congo “para detener la violencia” y en respuesta
a una petición del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, encontró
inmediatamente la oposición de los Estados Unidos. La Unión Europea
quería poner a prueba sus propias ambiciones militares en el país africa-
no. Pero Estados Unidos se opuso a este proyecto y sostuvo que el futu-
ro ejército europeo debía probarse únicamente en el marco de la OTAN
y en los Balcanes, un escenario consolidado. El núcleo duro europeo
(Francia, Alemania y Bélgica) sigue marchando por su propio camino.
Primero, la Cumbre Europea sobre Defensa, formada por cuatro países,
después, la propuesta de sacar los gastos militares de los criterios de
PIB, fijados por el Pacto de Estabilidad con el fin de comenzar una
carrera acelerada hacia el rearme y, por último, la misión militar en el
Congo como experimento “de campo” que otorga una dimensión inter-
nacional al futuro ejército europeo.
“La guerra terminó”, pero las contradicciones entre los polos impe-
rialistas parecen estar destinadas a crecer y no a desaparecer.
La guerra que los Estados Unidos desataron en el Oriente Medio pa-
rece ser en realidad una crisis destinada a lastrar las relaciones entre los
Estados Unidos y Europa. Desde el fin de la guerra hasta nuestros días,
los Estados Unidos han recurrido sistemáticamente al factor militar cada
vez que pensaban que su liderazgo mundial estaba siendo amenazado
por sus “enemigos”, pero también por sus “aliados”.
La división del mundo entre los “aliados” durante 50 años de Guerra
Fría y la concertación “trilateral”, son un claro indicio de que el ciclo
histórico de posguerra y la fase de globalización neoliberal están llegan-
do a su fin. Una serie de factores históricos, económicos y políticos que
surgieron entre el siglo XX y el XXI contribuyeron a cambiar considera-
blemente las relaciones internacionales.

Divergencias cada vez mayores

Los Estados Unidos no querían el euro porque no deseaban que se con-


virtiera en una moneda importante de la economía mundial. Durante las
décadas recientes, los Estados Unidos apoyaron la idea de un mercado
europeo único porque era compatible con sus propios intereses. Ahora,
sin embargo, temen a la unión política y monetaria europea porque ella
—objetivamente— reduce el ámbito de la hegemonía mundial norte-
americana. Toleran mucho menos que Europa se independice en lo mili-
tar, porque se convertiría en una amenaza no solo para la OTAN, sino
también para la supremacía tecnológica y estratégica de los propios Es-
tados Unidos.
Hasta ahora, la primacía del dólar en los flujos financieros ha sido el
rasgo principal del sistema en el que se ha sustentado la economía mundial

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102 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
a partir de Bretton Woods. Esta primacía está destinada a desaparecer y a
dejar espacio a un sistema ciertamente (o por lo menos) bipolar. En este
sistema nuevo, los Estados Unidos y Europa tendrán que hallar un nuevo
punto de equilibrio o un nuevo punto de conflicto mediante la competencia.
La subdivisión del mundo en varias zonas monetarias y económicas
(el ALCA y la Unión Europea, sobre todo) está tomando forma de una
manera cada vez más clara. En una entrevista para US News and World
Report, la que fuera Secretaria de Estado norteamericana, Madelaine
Albright, señaló que “los nuevos grupos económicos (y monetarios) serán
en el próximo siglo el equivalente de las alianzas militares del pasado”.
Si el análisis de la señora Albright es correcto, los Estados Unidos y
Europa han dejado de pertenecer a la misma alianza militar. Lo que está
ocurriendo en la OTAN, que tiene como fondo la competencia entre el
proyecto de un ejército europeo, por un lado, y la Fuerza de Reacción de
la OTAN que los Estados Unidos y el Reino Unido propusieron durante
la Cumbre de Praga, por otro, es una prueba de que la escisión estratégi-
ca entre los Estados Unidos y la Unión Europea no puede hacer más que
aumentar, lo que sucederá también en la medida en que esa escisión
guarde relación con el manejo de la estabilidad y los intereses materia-
les en una región tan vital como el Oriente Medio. De todo esto se des-
prende que el “Nuevo Siglo Norteamericano”, decretado por Wolfowitz,
Rumsfeld y compañía, solo puede nacer sobre las ruinas y la sangre de
sus competidores estratégicos.

La incubación del proyecto


de un Nuevo Siglo Norteamericano

En el año 1992, el New York Times publicó un informe secreto del Pentá-
gono conocido como “Informe Wolfowitz”. La Casa Blanca negó el con-
tenido de este informe (cuando Bush padre era presidente), pero consiguió
su objetivo. ¿Qué se decía en ese documento? Un pasaje muy significa-
tivo del Informe Wolfowitz de 1992 señalaba: “Debemos desalentar
que otras naciones industrializadas desafíen el liderazgo norteameri-
cano, y debemos cuestionar el orden político y económico establecido.
Debemos conservar una supremacía militar tal que disuada a los riva-
les potenciales de aspirar a un mayor papel global o regional”.
No es casual que en la actualidad, Wolfowitz sea un vice-ministro y
miembro muy influyente de la administración Bush. El poder político y
militar se concentra hoy en sus manos, así como en las del grupo que
elaboró el notorio “Proyecto de un Nuevo Siglo Norteamericano”, una
especie de Mein Kampf de los grupos de poder más reaccionarios y pe-
ligrosos dentro de la clase dirigente norteamericana.
Entre los miembros de este grupo nos encontramos a personajes como
Perle, Armitage, Negroponte, Rumsfel y otros a quienes John Pilger lla-

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 103
ma likudziki porque buena parte de ellos, son también asesores del Likud
israelí y mucho hicieron a finales de la década de los noventa para que
fracasara la negociación entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
Los fuertes centros de poder que son parte de este bloque son los que,
durante los años de la década del noventa, percibieron con extrema pre-
ocupación el desgaste de la hegemonía mundial económica y moral de
los Estados Unidos. Solo quedaba la supremacía militar para conservar
esta hegemonía.
El Proyecto de un Nuevo Siglo Norteamericano es explícito en este
punto: “La Pax Americana debe mantenerse durante todo el siglo XXI” y
“el orden mundial debe fundarse con firmeza en una indiscutible supe-
rioridad militar norteamericana”. Este documento, incubado en 1997 y
hecho público en el 2000, subrayaba un punto alarmante. De acuerdo con
sus redactores, el proyecto de establecer la supremacía norteamericana
era de largo plazo, “a no ser que ocurra algún acontecimiento catastrófi-
co y explosivo, como un nuevo Pearl Harbour”. Quizás fue obra de la
casualidad, pero un acontecimiento semejante se produjo el 11 de sep-
tiembre, lo que permitió que la administración Bush y el grupo del Pro-
yecto obtuvieran fondos y un consenso adecuado que satisfacían al grupo.
La colisión entre las ambiciones del Nuevo Siglo Americano y las de
sus “socios” es cada vez más evidente. China, el eje franco-alemán, Rusia,
Irán; pero también las petro-monarquías árabes, se consideran rivales
potenciales a los que hay que disuadir de que aspiren a desempeñar
cualquier papel regional o global. Pero China, un gran país emergente
que crece a un promedio anual del 8% mientras otros países están estan-
cados (y quién sabe si la epidemia de SARS tenía como propósito nive-
lar esta diferencia); Europa, que hizo realidad su objetivo de una moneda
única y se está dotando de una constitución política común; Rusia, que
después de la devastación provocada por la perestroika y por la libre
circulación de los “espíritus animales” está consiguiendo de nuevo una
centralización estatal, la burguesía árabe islámica, que percibe con ani-
mosidad el contraste entre una riqueza de petróleo y capital, por un lado,
y una subordinación política total, por otro, ¿hasta cuándo podrán estos
países y clases ser “disuadidos” por la superpotencia norteamericana y
seguir aceptando el status de vasallos? El proyecto de un Nuevo Siglo
Norteamericano intenta responder esta interrogante de una forma pe-
rentoria: “mientras sea posible”.

La crisis de la OTAN

Durante estos meses han sido muchos los que han subrayado la crisis de la
ONU, que parece estar destinada a correr la misma suerte que la Sociedad
de las Naciones en la década de los treinta del siglo XX. Pero hay otra insti-
tución internacional de posguerra que atraviesa por una crisis profunda.

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104 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Después de la desintegración de la URSS, la OTAN ha tratado de so-
brevivir y conservar el papel que tuvo en la guerra fría, interviniendo dos
veces en Yugoslavia (en 1995 y 1999), expandiendo sus fronteras para
incorporar a los países orientales y extendiendo su campo de acción de
modo que todas las intervenciones militares caigan dentro de sus límites.
La renovación del Tratado del Atlántico, firmado en abril de 1999 en
Washington, quizás hubiera podido resistir la prueba si —al mismo tiem-
po— los grupos dominantes de la “vieja Europa” no hubieran elevado
su apuesta por un ejército europeo y si, en los Estados Unidos, aquellos
que elaboraron el Proyecto de un Nuevo Siglo Norteamericano (proyec-
to que proclama abiertamente las ambiciones norteamericanas de supre-
macía mundial) no hubieran impuesto sus puntos de vista. Las hondas
diferencias estratégicas entre el naciente polo imperialista europeo y el
polo imperialista norteamericano no se pueden seguir resolviendo en
una cámara de compensaciones como la OTAN ni con un primus inter
pares tan arrogante y peligroso como los Estados Unidos de Bush.
Las reuniones de la OTAN en Bruselas han reflejado directamente
los diferentes enfoques que surgieron en Praga. El objeto de estas re-
uniones era el enfoque que se le debía dar a la guerra de Iraq. Fue enton-
ces que la crisis estalló. Las manzanas de la discordia fueron la decisión
de intervenir militarmente y el apoyo formal a Turquía. Estas diferen-
cias abrieron grietas importantes en la Alianza Atlántica.
Parece inevitable que la Identidad de Defensa Europea (IED) acabe
de hacerse realidad. El modelo de “cooperación reforzada”, que se hizo
explícito en el documento franco-alemán sobre la defensa y por la Cum-
bre de cuatro países en Bruselas, insinúa esa opción que, como en el
caso de la moneda única, solo los países que estén de acuerdo con el
modelo participarán en esa cooperación: los demás se podrán incorpo-
rar más tarde. Además, los gobiernos de Francia, Alemania, Bélgica y
Luxemburgo propusieron que los gastos militares no se tomaran en cuenta
al calcular el PIB. De este modo se espera lograr un significativo incre-
mento en los gastos de defensa de forma tal, que esos gastos no afecten
la observancia de los límites establecidos en el Pacto de Estabilidad.
Dentro de este contexto, la OTAN podría dejar de ser un instrumento
de interferencia norteamericana en los asuntos europeos y de una políti-
ca militar que Zbignew Brzezinski describió con mucha claridad. El
teatro de la primera prueba de este cambio de relaciones en el seno de la
OTAN será el de los países europeos orientales. Para ellos será cada vez
más difícil lograr que la lealtad atlántica coexista con el hecho de ser
miembros de la Unión Europea.

Contradicciones dentro de la Unión Europea


Debería ser obvio para cualquiera que también la otra cámara de com-
pensaciones, creada en el período posterior a la Segunda Guerra Mun-

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 105
dial en Bruselas (la Comunidad Europea), es obsoleta. La función que
tuvo durante el período de la guerra fría, la de servir de “contención”
social, militar y política de la URSS, se agotó; y la ilusión, alimentada,
tanto por la izquierda como por la derecha, de que un proceso de unifi-
cación supranacional como el de la Unión Europea podía transcurrir sin
contradicciones y conflictos, se está desmoronando. Una cosa es crear
un mercado común y otra es dotarse de una moneda única, de una cons-
titución política y de un ejército común. Este año y los siguientes serán
decisivos para la Unión Europea. La Unión deberá formar la Fuerza de
Reacción Rápida en el 2003, como se decidió en la Cumbre de Helsinki
en diciembre de 1999, y deberá adoptar una Constitución fundadora y
obligatoria (para los Estados miembros) en el 2004. Ya hemos subraya-
do que, el paso de las reglas establecidas por un tratado internacional a
reglas fijadas por una constitución común, constituye un gran salto cua-
litativo. Los rasgos de la Unión Europea serán los de un Estado real. La
soberanía centralizada será un acontecimiento histórico. Pero hay que
recordar que la formación de los Estados Unidos no transcurrió armo-
niosamente, sino a través de una secesión y una reunificación después
de una sangrienta guerra civil.
Londres parece estar muy consciente de lo que está en juego (y Blair
arriesga mucho en el plano estratégico), mientras que los liderazgos de
menor peso (como el de Berlusconi y Aznar) muestran tanta indolencia
y servilismo que acabarán por dañar considerablemente sus oportunida-
des y la estabilidad política de ambos.
La estabilidad política europea también se someterá a una severa prue-
ba en los países europeos orientales que se incorporarán a la Unión Eu-
ropea, después de convertirse en miembros de la OTAN por imposición
de los Estados Unidos, una imposición obstinada que forzó a estos paí-
ses a ponerse de parte de los Estados Unidos en la crisis de Iraq y en la
guerra contra este país. Es posible que algunos líderes orientales evalua-
ran cómo utilizar la contradicción entre el núcleo franco-alemán y los
Estados Unidos con el fin de conseguir condiciones menos draconianas
para su ingreso en la Unión Europea, y que prefirieran seguir a un jefe
“lejano” (Washington) que a uno “cercano”, es decir Berlín/París y su
nuevo eje con Moscú. La unidad política europea estaría entonces divi-
dida al medio por la esfera norteamericana de influencia. Pero el riesgo
político y diplomático al que se exponen los líderes de Europa oriental
no puede ser más claro.

El lado oscuro de Europa


La formación de un núcleo europeo alrededor de Francia y Alemania
crea una polarización estratégica de intereses del que es muy difícil que
Italia, España y Europa oriental puedan escapar. Este proceso no trans-
currirá de un modo automático, inmediato y visible. Será un proceso

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106 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
mucho más turbulento de aquellos que estamos acostumbrados a con-
templar. Esto puede provocar escisiones, desestabilizaciones y represa-
lias dentro de Europa. En Europa, instrumentos como el proteccionismo,
el terrorismo y la represión nos obligarán a hacer “gimnasia mental” y a
desarrollar una capacidad de iniciativa política mucho mayor que la acos-
tumbrada cuando se trata de nuestra actitud nacional de atribuir excesi-
va importancia a la política.
La primera prueba de la madurez con que enfrentaremos la nueva
fase pudiera ser el manejo político de la probable crisis de la presidencia
europea semestral que asumirá el gobierno de Berlusconi. Este gobierno
ha demostrado ser absolutamente incompetente (lo contrario del gobier-
no de Prodi) en la fase histórica actual. Si Europa decide o tiene que
decidir seguir el ritmo de los Estados Unidos en la competencia global,
las clases dirigentes europeas no vacilarán en utilizar las “reservas” que
tienen a su disposición: su ventaja competitiva con respecto al modelo
anglo-norteamericano. Dicho de un modo más simple, los residuos del
Estado social y de la rigidez de la fuerza de trabajo en Europa se sacrifi-
carán sin compasión en aras de la “misión” de competir globalmente
con los Estados Unidos.
La privatización de aquellos servicios que todavía permanecen en
manos públicas y, sobre todo, del sistema de seguridad social, dará al
capital europeo una masa crítica financiera que puede lanzar a los mer-
cados y mediante la cual aumentará el poder de atracción de Eurolandia.
El liberalismo económico desbocado de los Estados Unidos y Gran Bre-
taña ya quemó estas reservas. La concertación de las tasas de crecimien-
to que se buscó hasta mediados de la década de los noventa será un
recuerdo lejano, el proteccionismo ya está apareciendo en ambos lados
del Atlántico para amparar a sus respectivos mercados internos, y el
liberalismo se les impone con disparos de cañón y embargos a todos los
países en desarrollo y a sus propias sociedades. A aquellos que en años
anteriores dividían el mundo entre el modelo alemán y el anglosajón no
les quedará más remedio que reconsiderar esta concepción y leer de
nuevo un popular ensayo titulado Imperialismo.

Modelos de desarrollo y organización capitalista


Llegó el momento de discernir de un modo más específico las tenden-
cias que caracterizan a los diferentes países de la Unión Europea.12 Po-
12
Véase: A. Rannie: “Workers, Globalization and Tradisation: The Case of European
Union”, Seminario Internacional, Florianopolis, Brasil, 1998; G. Carchedi: Problems
in Class Analysis, Production, Knowledge and the Function of Capital, Rourledge
and Kegan Paul, Londres, 1983; H. Braverman: Lavoro e capitale monopolistico. La
degradazione del lavoro nel XX secolo, Turín, 1978; R. Boyer: La flessibilità del
lavoro in Europa, Milán, 1998; R. Martufi, L. Vasapollo, EuroBang... ob. cit.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 107
demos distinguir dos tipos de modelos de capitalismo. El primero es el
modelo alemán-japonés. Este se basa en una moneda muy fuerte y estable
y en estructuras industriales poderosas. Las firmas se erigen sobre un
“núcleo duro” de accionistas que fundan sus expectativas en una firma
de larga vida, con pocos riesgos de que surjan ofertas para adquirirla en
el mercado financiero. La característica básica de este modelo es que la
fuerza de trabajo no se concibe como un factor productivo igual a cualquier
otro, sino como un elemento responsable del funcionamiento de la firma.
El resultado es una especie de codirección entre los propietarios, la
dirección de la firma y los sindicatos obreros. Por consiguiente, es im-
portante que la fuerza laboral tenga acceso a la capacitación, disfrute de
condiciones de trabajo seguras y que su desempeño tenga calidad, si se
quiere que la firma y los trabajadores consigan un acercamiento lo más
estrecho posible. Además, en este modelo las perspectivas de largo pla-
zo prevalecen sobre la búsqueda de ganancias a corto plazo, como es
característico de las firmas occidentales. En Japón las relaciones de ín-
dole contractual se reemplazan o en todo caso se complementan con
relaciones en lo esencial fiduciarias, puesto que en este país son las
firmas y no los consumidores las que desempeñan el papel más impor-
tante en el sistema económico.
En el modelo anglosajón, desarrollado en los Estados Unidos, el Rei-
no Unido, Australia y Canadá, el objetivo principal es la búsqueda de la
mayor ganancia y el mayor éxito personal. La firma se considera un
activo de los accionistas en vez de una institución social, y cuando surge
una coyuntura desfavorable no existen redes de seguridad para los tra-
bajadores (como una jubilación anticipada, trabajo compartido, etcéte-
ra). Este modelo concibe la misión del Estado en términos de servicios e
infraestructura, y el primer objetivo de este tipo agresivo e individualis-
ta de capitalismo es el éxito inmediato. Dentro de este modelo es que
surgieron las denominadas “compañías públicas” (o sea, compañías que
se basan en una muy diseminada tenencia de acciones).
Lo expuesto antes, muestra que el modelo de desarrollo europeo está
preparado para enfrentar una multiplicidad de situaciones locales en su
intento por someter la “resistencia” de los trabajadores y de otros agen-
tes sociales. En países como Holanda, Suecia y Gran Bretaña se tiende a
minimizar la intervención en el mercado laboral. Aunque oficialmente
se le concede una gran autonomía organizativa a todas las partes intere-
sadas, lo cierto es que se deja un espacio amplio a las decisiones que
imponen las asociaciones de industriales, cuya mira es la privatización,
la flexibilidad y las restricciones de las garantías que amparan a los
trabajadores. Por ejemplo, en muchos países (sobre todo en Holanda) el
mercado laboral sufrió una liberalización de largo alcance que dio lugar
a la aparición de sectores cada vez mayores de trabajadores atípicos.
En otros países (Francia, Alemania, España e Italia) se aplicaron con-
troles sobre las desregulaciones “para inyectar dosis de flexibilidad en

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108 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
uno u otro segmento del mercado, pero que estaban sujetos a verifica-
ción o a excepciones, y nunca tuvieron una extensión generalizada. En
tales casos las intervenciones se realizaban en grupos sociales específi-
cos, como los jóvenes, o en zonas geográficas particulares, como las
menos desarrolladas, (por ejemplo, los patti territoriali) y usualmente
su horizonte era muy limitado, después de lo cual el experimento podía
revocarse”.13
A pesar de estas variaciones, solo mediante la movilidad y la flexibi-
lidad de la fuerza de trabajo puede el mercado laboral ajustarse a la
diferencias de larga duración entre las oportunidades económicas y las
de empleo. Por ejemplo, alrededor del 5% de los residentes de la Unión
Europea que forman parte de los grupos de edad activos no son ciudada-
nos de los países miembros en los que viven, y una tercera parte de ellos
procede de países que están fuera de la Unión Europea. En contraste con
las declaraciones oficiales, los obstáculos a la migración dentro de los
países europeos y entre ellos en realidad son cada vez mayores, lo que
en parte se debe a dificultades culturales y lingüísticas, y en parte a la
rigidez del trabajo o, dicho de otro modo, a las ofertas de trabajos de
bajos salarios, sujetos a escasas regulaciones y sumamente duros.
Las actitudes racistas no son más que un efecto de estos límites im-
puestos a los inmigrantes provenientes de países que no pertenecen a la
Unión Europea. La inmigración todavía se aborda en términos de la ley
y el orden (drogas, terrorismo, crimen). No se intenta poner fin al tráfico
ilegal de fuerza laboral, ni a la explotación o el racismo, ni se hacen
esfuerzos para garantizar servicios de salud y asistencia legal a los
inmigrantes. Lo que es compatible con el desarrollo del polo europeo es
la máxima explotación del trabajo de los inmigrantes, que ejercen la
función de ejército de reserva disponible ante cualquier contingencia y
que pueden utilizarse para situar a toda la fuerza laboral, local o de otra
índole, en una situación cada vez más precaria y poderla someter a una
mayor presión. Vale la pena recordar que desde la década de los ochenta
el suministro de fuerza de trabajo, por ejemplo, desde Turquía, Marrue-
cos y Túnez, creció en más de 5 800 000 unidades; en estos países el
mercado laboral local aportó 2 600 000 trabajos, más de 3 000 000 de
personas.
Un rasgo que distingue las tendencias del empleo en la Unión Euro-
pea es la progresiva concentración del empleo y de los nuevos trabajos
en los escalones superiores, a costa de trabajos que demandan un estándar
medio de cualidades profesionales. De hecho, los datos indican que el
aumento neto del empleo en el período de dos años (1994-1996) se de-
bió a un crecimiento de los trabajos que exigían conocimientos y expe-
riencias relativamente altas. Por cierto, mientras el número de ejecutivos,
13
M. Regini: Modelli di capitalismo. Le risposte europee alla sfida della globalizzazione,
ed. Laterza, Roma, 2000, p. 19.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 109
especialistas y técnicos se elevó abruptamente, los niveles más bajos
sufrieron una caída brusca que resultó más notable a finales de la déca-
da de los noventa. También es cierto que aunque el nivel de educación y
capacitación profesional creció en todos los países de la Unión Europea
a lo largo de unos pocos de los últimos años, todavía son muchos los
desempleados que no poseen la calificación sufiente para competir con
posibilidades reales en el nuevo mercado laboral, además de que existen
los llamados desempleados de “edad avanzada”, que forman un ejército
en constante crecimiento formado por personas de cuarenta y cincuenta
años que tienen escasas posibilidades de regresar al mundo del trabajo
activo, debido justamente a que se les niegan los ingresos imprescindi-
bles para satisfacer sus necesidades básicas, entre las que se encuentra
la de una capacitación continuada y actualizada.
Los efectos negativos de estas políticas son mucho mayores en secto-
res específicos del trabajo europeo. Tomemos como ejemplo a Italia. Si
bien el desempleo afecta a más del 10% de la población apta para el
trabajo (a pesar de la disminución artificial del desempleo debido a las
cifras de las formas de empleo atípicas, precarias y flexibles), en el sur
de Italia el porcentaje es tres veces mayor, y abarca a un tercio de la
población joven —sobre todo femenina—. En zonas que antes se carac-
terizaban por contar con una gran industria, los trabajadores, sobre todo
los de mediana edad, colman las filas de los que durante largo tiempo
han estado desempleados.
La tendencia es similar en el resto de Europa occidental. En lo que
respecta a los jóvenes de ambos sexos y menores de 25 años, su partici-
pación en el mercado laboral ha disminuido como consecuencia de la
tendencia de largo plazo según la cual cada vez es más prolongado el
período de educación y capacitación, las cuales están dirigidas a satisfa-
cer necesidades de las firmas, a pesar de que se llevan a cabo con dinero
público, de acuerdo con una política de “parquear” a los jóvenes para
poder mostrar tasas más bajas de desempleo. Además, la dificultad para
acceder al mercado de trabajo solo ha podido atenuarse gracias a las
crecientes oportunidades de encontrar un trabajo de índole temporal,
intermitente, que se caracteriza por una gran flexibilidad salarial y po-
cos derechos y garantías. El desempleo entre los jóvenes declinó duran-
te los últimos 15 años, pero sigue siendo el doble de la cifra del de los
adultos (alrededor de un 20% contra un 10%). En resumen, durante unos
pocos de los últimos años, la cifra de jóvenes desempleados se redujo,
como consecuencia de factores demográficos y de su reducida partici-
pación en el mercado laboral debido a políticas de capacitación “falsea-
das”, al tiempo que se producía un abrupto crecimiento del número
relativo de adultos desempleados, que a largo plazo tiende a crecer.
En el caso de las mujeres, por un lado, durante el período de dos años
de 1994 a 1996, alrededor de dos tercios de los nuevos puestos de traba-
jo que se crearon en toda la Unión Europea fueron asumidos por muje-

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110 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
res. Pero no es esta una cifra positiva, toda vez que esos trabajos eran de
jornada parcial y poco seguros. Por otro lado, el desempleo masculino
tiende a ser más afectado por las fluctuaciones en la actividad económi-
ca que el femenino. Esto en parte obedece al hecho de que los hombres
tienden a concentrarse más en sectores sensibles a los ciclos, como es el
caso de la manufactura y la construcción.
En cuanto al desempleo de largo plazo, lo primero que observamos es que
durante los últimos 15 años las tendencias se inclinan a seguir la tenden-
cia general, con el agravante de que mientras la tasa total de desempleo
declinaba en 1985, la tasa del de largo plazo se mantuvo creciendo, y
solo disminuyó ligeramente en 1986. A medida que la recesión se pro-
longaba, la tasa total de desempleo subía, mientras que las tasas del
desempleo de largo plazo disminuían ligeramente y empezaban después
a subir de nuevo, hasta llegar a porcentajes relativamente altos en 1996.
En la Unión Europea, menos de una tercera parte de los hombres em-
pleados en 1995 se emplearon en 1996: la mitad de ellos siguieron de-
sempleados, mientras que los restantes fueron totalmente retirados de la
fuerza laboral. En cuanto a las mujeres, la proporción de las empleadas
en 1995 que encontraron empleo en 1996 era aún más baja. Los datos de
cada uno de los países miembros son muy similares a los del conjunto de
la Unión, lo que demuestra lo enorme que son los problemas que arros-
tran los desempleados a la hora de buscar un trabajo estable.
Lo expuesto atestigua claramente que en el caso del desempleo de
largo plazo, más aún que en el del desempleo en general, solo puede
conseguirse una reducción mediante un crecimiento sostenido y diná-
mico del empleo de tiempo completo, las políticas amplias de empleo y
un regreso a las políticas de inversión probadas, incluida la inversión
pública. Sin embargo, en la Unión Europea no existen políticas concebi-
das para crear nuevas oportunidades de capacitación profesional y en la
práctica casi nada se ha hecho para mejorar las habilidades de la fuerza
de trabajo en activo durante toda la vida laboral.
La Unión Europea en realidad no se ha esforzado por llevar a la prác-
tica planes orgánicos, ni por organizar un esquema de capacitación acti-
va de los desempleados, sobre todo de los desempleados de largo plazo;
ha faltado también un esquema coherente, orgánico para asignar un in-
greso social mínimo a los desempleados y subempleados que permita
financiar el tipo adecuado de capacitación para el trabajo. El único modo
de equilibrar la situación es reducir el tiempo de trabajo sin rebajar el
salario global, introducir un salario de bienestar para los desempleados
y subempleados, fortalecer el Estado de bienestar, e incrementar las in-
versiones productivas en zonas de importancia ambiental y social. El
tiempo libre así creado será bien empleado por el consumidor, el equili-
brio en el ciclo producción/consumo se preservará y, sobre todo, la ri-
queza creada mediante el incremento de la productividad se redistribuirá
en beneficio de los que trabajan.

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 111
Integración europea y competencia global

Como se ha argumentado en estudios anteriores,14 son dos las fases fun-


damentales que surgieron desde los años del período de posguerra hasta
nuestros días. La primera duró hasta los primeros años de la década de
los setenta y se caracterizó por tasas razonablemente altas del empleo, la
producción y el crecimiento. La segunda estuvo marcada por tasas mu-
cho menores de la producción y el crecimiento, y por una reducción del
empleo. El desempleo perdió sus características cíclicas y pasó a ser
estructural.
Durante algunos de los últimos años la economía internacional sintió los
efectos de la grave crisis financiera en el sudeste asiático. Las fluctuacio-
nes de los mercados cambiarios, que comenzaron con la devaluación de la
moneda tailandesa, se propagaron rápidamente a las Filipinas, Malasia
e Indonesia, y provocaron a su paso devaluaciones, colapsos de las bolsas
de valores y cracks bancarios. La crisis puso de manifiesto los serios defec-
tos de estas economías: un exceso relativo del trabajo y capital disponi-
bles, una balanza negativa en el comercio extranjero, sectores financieros
frágiles y la vulnerabilidad del sector financiero en su conjunto.
La crisis de la Unión Soviética y la fragmentación de Europa oriental
entre los años 1989 y 1991 dejó el sistema bipolar en malas condicio-
nes. Como resultado de ello, por un lado, la posición de los Estados
Unidos se fortaleció en cuanto al comercio y la internacionalización del
capital, mientras que, por otro, se puso de relieve el mayor poder com-
petitivo global de Europa. Europa emergió como un polo geoeconómico
capaz de enfrentar el inmenso poder de los Estados Unidos. Es evidente
que este país se está beneficiando de su posición y busca mantener su
predominio con todos los medios a su alcance, temeroso de tener que
competir con una Europa unida y Japón o, más bien, con un nuevo polo
asiático.
A fin de conservar y ampliar su posición predominante, los Estados
Unidos han seguido forjando el Acuerdo de Libre Comercio de América
del Norte (NAFTA), eliminando aranceles de aduana e integrando di-
versos sectores agrícolas e industriales bajo su hegemonía, y así reafir-
ma su predominio sobre México y Canadá. Sin embargo, el NAFTA no
dispone de un verdadero mecanismo de consulta , mientras que genera
considerables desventajas comerciales y productivas para México: la
movilidad de la fuerza laboral quedó fuera de las negociaciones, se am-
plió el control de los Estados Unidos sobre el mercado agrícola mexica-
no, y los servicios nacionales de transportes y finanzas están sometidos
al control extranjero.
14
Véase: R. Martufi, L. Vasapollo: EuroBang. La sfida del polo europeo nella
competizione globale: inchiesta su lavoro e capitale, Media Print, Roma, 2000;
Cardechi, G. (2001) For Another Europe, Verso.

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112 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
En su conjunto, por lo tanto, el NAFTA tiene importantes límites y la
cuestión consiste en saber si estimulará el crecimiento en América Lati-
na. Por cierto, es evidente que América del Sur en general se ha visto
perjudicada como resultado de las políticas monetarias, la privatización
de las empresas estatales, la eliminación de los aranceles y convenios
aduanales, y las políticas para luchar contra la inflación, sin contar con
que sectores cada vez mayores de la población se están empobreciendo.
Estos países han sido testigos de una caída drástica de los salarios, la
pérdida de numerosos empleos y el deterioro de la crisis agrícola.
Además de los cambios en curso en América Latina, otro aconteci-
miento importante de las últimas décadas ha sido el traslado del centro
de gravedad económico en Asia de Japón a China. En los últimos 15
años China consiguió extraordinarias tasas de crecimiento. Su PIB al-
canzó un crecimiento medio anual del 9,7%, mientras que el de algunos
países del Tercer Mundo fue de 2,9%. El crecimiento económico de
China no descansa solo en las exportaciones (en otros países importan-
tes de Asia la proporción entre exportaciones y el crecimiento anual del
PIB es aproximadamente el doble de la de China), sino también en una
deuda internacional y una inflación reducidas que se mantienen contro-
ladas. El crecimiento de China se puede atribuir a diversos factores: en
primer lugar, aunque el sistema de precios es bien complejo, no existe
liberalización del mercado; en segundo lugar, no han habido privatiza-
ciones o, con otras palabras, aunque existe un nuevo sector privado no
ha habido privatización de lo que ya estaba en manos del Estado.
A esto último debemos añadir una política eficaz de descentraliza-
ción de las regiones: de hecho, en términos del PIB, la propiedad estatal
disminuyó de un 85% a un 54%, mientras que la propiedad regional
colectiva aumentó del 25% al 35% gracias a la descentralización, al
tiempo que el sector privado crecía del 2% al 6%. Así pues, el fenome-
nal crecimiento de China es más fácil de explicar: en realidad, aunque el
país es el más poblado de todo el mundo y la desigualdad en muchos
sectores es considerable, la redistribución del ingreso y el crecimiento
general de todas las regiones son considerables. Es obvio que si China
mantiene este nivel de crecimiento y continúa consolidando sus fuerzas
militares no tardará mucho en desempeñar el papel de Japón y será ca-
paz —junto con la India y, posiblemente, Irán— de crear un tercer polo
al lado de las superpotencias que hoy dominan la economía mundial.
En virtud de este escenario, los gobiernos continentales han visto en
la construcción de la Europa de Maastricht una oportunidad para crear
un polo geoeconómico y geopolítico capaz de hacerle frente a los Esta-
dos Unidos y a Asia. El Euro constituye una elección que se hizo si-
guiendo una lógica de distribución imperialista bajo la dirección de los
líderes de la globalización financiera. Sin embargo, para los norteameri-
canos la mejor Europa posible debe estar lo suficientemente unida, pero
sometida a la dominación de los Estados Unidos. Por ello tratan de man-
tenerla dividida justo lo necesario para impedir que emerja como una

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EL ESTADO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL 113
superpotencia con capacidad de competir. Por lo tanto, los Estados Uni-
dos están más temerosos que nunca ante las perspectivas de una moneda
que favorezca las exportaciones europeas con el decursar del tiempo y
amenace la posición del dólar como moneda de reserva mundial.15
Pero las ansias imperiales de la Unión Europea no son algo de lo que
algunos políticos están dispuestos a hablar. Prefieren destacar el otro
objetivo de la unión económica y monetaria: la estabilidad económica.
Esta proporcionó la oportunidad de buscar una política monetaria orien-
tada en lo fundamental a mantener controlada la tasa de inflación y re-
ducir el déficit público de los países de la Unión. Como ha quedado
ampliamente ilustrado en estudios anteriores,16 esto condujo al desman-
telamiento del Estado de bienestar y a un crecimiento del desempleo
(que oscila entre un 10% y un 15%). Los trabajos, los salarios y, en
general, las condiciones sociales se han hecho “flexibles” y precarios
para que se ajusten a lo establecido en el Tratado de Maastricht. En un
esfuerzo por respetar este Tratado se siguen aplicando duras medidas
financieras. Sin embargo, estas no enfrentan el problema real (la reduc-
ción del desempleo), sino se limitan a posponerlo. Al mismo tiempo, los
gobiernos piden grandes sacrificios a los trabajadores y a la población
en general y, en particular, a los sectores más débiles.
Pero el esfuerzo puesto en hacer del euro una moneda nueva, fuerte
en las transacciones internacionales (de fundamental relevancia para la
Europa oriental y el África mediterránea) divide en dos partes los países
de la Unión. Por un lado, una élite de países “euro-virtuosos” y, por otro,
los países miembros que han quedado fuera. En el Tratado de Maastricht
está implícita la legitimidad del principio de una Europa que avanza a
diferentes velocidades, lo que demuestra que en una comunidad de su-
puestos iguales algunos son más iguales que otros. Desde este punto de
vista, Maastricht no es la continuación del Tratado de Roma, sino la
manifestación contradictoria del surgimiento del polo geoeconómico
europeo. Con este fin, los gobiernos europeos se preocupan por elegir el
mejor aliado en su lucha por la supremacía política y económica, en
oposición, más o menos aguda, al polo imperialista norteamericano,
mientras trabajan para que las multinacionales europeas, y otras fuera
de la comunidad del mercado europeo, desempeñen un papel más im-
portante. Los destinos del euro están muy condicionados por el contexto
externo, incluidos los mercados financieros del mundo y la política
monetaria de los Estados Unidos. Pero dependen también de la habili-
dad del capital para imponer su dominio al trabajo.

15
La subordinación de la Unión Europea a los Estados Unidos fue evidente durante la
guerra de la OTAN en Yugoslavia. Esto tuvo un impacto negativo en el euro, que en
ese período cayó un 12% con respecto al dólar, y en las economías de los 15 países de
la Unión Monetaria Europea.
16
Véase: R. Martufi, L. Vasapollo, EuroBang...., ob. cit.

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114 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

6. EUROPA DENTRO DEL IMPERIO

La Unión Europea y el déficit democrático

El déficit democrático1 con el que Europa nació se agranda progresiva-


mente. El mito de una Europa progresista por naturaleza se derrumba.
El resultado negativo del referendum en Suecia dice sin ambages NO al
asalto final contra el Estado de bienestar, que se lleva a cabo con el
pretexto de la competencia global. La Unión Europea consigue hacerse
más independiente de los Estados Unidos, pero al mismo tiempo se
“americaniza” más en el aspecto social y en la política internacional.
El mundo está a punto de ser testigo de una preocupante paradoja: la
promulgación de una constitución sin convocar a una asamblea consti-
tuyente. El nacimiento de una constitución europea, obligatoria para todos
los miembros individuales de la Unión, sigue la línea del déficit demo-
crático que ha caracterizado a esta Unión desde que surgió: un proceso
dirigido por los grupos dominantes europeos que sistemáticamente evi-
taron cualquier forma de participación democrática en la definición de
los poderes y los procesos de toma de decisiones de la Unión y que estos
se sometieran a debate.
Esto explica que Suecia defendiera su modelo de Estado de bienestar
y que sus habitantes y la izquierda rechazaran la introducción del euro.
La gran mayoría de la población acudió a las urnas y votó NO, a pesar
de que el conjunto de los grupos dirigentes, los medios de comunicación
y los partidos más importantes —tanto el socialdemócrata como el de
centro-derecha— apoyaran abiertamente la incorporación a la zona euro.
En esas raras ocasiones en las que se han celebrado referendos sobre
cuestiones importantes de la unificación europea (la ratificación del Tra-
1
La noción de “déficit democrático” fue elaborada por investigadores asociados a
diferentes fundaciones para el desarrollo capitalista democrático e instituciones como
el Banco Interamericano de Desarrollo (véase, en particular, Carrillo Flórez, 2001)
que estaban interesados en que se estableciera una “buena gobernabilidad” tanto en
el mundo en desarrollo como en el desarrollado. En esta literatura la democratiza-
ción se contempla como una condición indispensable del desarrollo económico y,
según se argumenta, “la democracia sólo surge en sistemas orientados al mercado”.
(Lindblom, 1977:16)

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 115
tado de Maastricht, la introducción del euro, la ratificación del Tratado
de Niza), los detentores del poder perdieron por estrecho margen. Por esta
razón, los más importantes procesos de centralización política, moneta-
ria, económica y estatal (quizás con la excepción de la constitución de la
URSS en el siglo XX y de los Estados Unidos en el XIX) ignoraron, supri-
mieron o liquidaron sistemáticamente cualquier control democrático.
En la Conferencia Intergubernamental de Roma, algunos quisieran
dar el paso final y aprobar el borrador de la Constitución Europea elabo-
rado por la Convención bajo la dirección de Giscard D’Estaing. Otros
preferirían que esto no ocurriese durante la presidencia italiana, toda
vez que Berlusconi dejó ver con mucha claridad que él no es más que el
mayordomo de la administración norteamericana.
Las fuerzas participantes y las opciones por las que había que deci-
dirse todavía son divergentes. Existen divergencias en cuanto a la figura
y las funciones del presidente de la Unión, hay inquietud en lo concer-
niente a la definición del equilibro entre una estructura federal y la unión
de los Estados nacionales, y hay resistencia a aceptar la Carta de Dere-
chos Fundamentales aprobada en Niza en el artículo 5 de la Constitu-
ción Europea. Pero, al parecer, el tren de esta constitución política se
acerca a su estación final: la constitución de un auténtico polo imperia-
lista europeo. Lo único que queda por hacer es señalar el andén al que
llegará. “El aspecto menos claro pero más importante es la voluntad de
Europa, expresada por primera vez, de desempeñar un papel muy acti-
vo en la escena mundial y de actuar de conformidad con una visión
global por necesidad diferente de la norteamericana”.2
El resultado del referendo sueco y las incertidumbres inherentes a la
ampliación de la Unión a los países europeos orientales, fortalecerán y
acelerarán las cooperaciones reforzadas alrededor del eje franco-alemán,
una especie de junta ejecutiva/locomotora que halará solo a aquellos que
acepten subir al tren de la centralización monetaria, política y militar.3

Una súbita aceleración

Si observamos la historia reciente de Europa no podemos dejar de asom-


brarnos de lo mucho que se ha acelerado el proceso de unificación des-
pués de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS. Durante
cuarenta años, los grupos dominantes europeos actuaron dentro de las
fronteras del mercado común aprobado y facilitado por los Estados Uni-
dos. Los agudos conflictos de clases, un fuerte movimiento obrero y la
existencia de la URSS habían forzado al capitalismo europeo a aceptar
una “función progresista” en lo que concierne a la distribución del in-
2
A. Touraine, Questa Europa vuole contare di più, Il Sole 24 Ore, julio 29, 2003.
3
S. Romano: “Messagio a Bruxelles”, Corriere della Sera, septiembre 15, 2003.

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116 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
greso y las relaciones internacionales. Un avanzado Estado de bienestar
y el espacio creado por un mundo bipolarizado (EE.UU./URSS) le otor-
gó a Europa un papel que se percibía progresista, tanto interna como
externamente.
Tierry de Montbrial, partidario de un mundo trilateral, recuerda que,
antes del período de 1989 a 1991, Europa occidental era el factor
geopolítico de equilibrio. “Hoy esto no es así. A medida que los riesgos
fueron controlados, el concepto mismo de factor de equilibrio perdió su
significado y ha seguido debilitándose en virtud del crecimiento de los
dos bloques: la OTAN y la Unión Europea”. 4
El fin del equilibrio de fuerzas entre los Estados Unidos y la Unión
Soviética, por un lado, aceleró el proceso europeo de centralización po-
lítica, monetaria y económica (expresión de las manifiestas ambiciones
europeas de independizarse de las restricciones de los Estados Unidos)
y, por otro, dio inicio a un proceso de desmantelamiento (y de repentina
desilusión) de la idea de Europa como un espacio progresista en cuanto
a modelos sociales y política internacional.
En solo once años, desde 1992, se produjo un rápido paso del Merca-
do Común a la moneda única, y ahora, a la unión política. La agresión
contra Yugoslavia en 1999 aceleró aún más este proceso. En muchos
sentidos esta guerra fue paradigmática y decisiva para la creación del
polo imperialista europeo.

La preocupante identidad europea

El documento que sintetiza mejor que cualquier otro esta “idea de Euro-
pa” fue escrito por Romano Prodi, justo antes de ser nombrado Presi-
dente de la Comisión Europea. “Europa significa una gran potencia que
puede desempeñar un papel relevante en el tablero mundial (...) la zona
euro es un buen punto de partida para enfrentar a los Estados Unidos,
que son y seguirán siendo los mayores competidores en los mercados
internacionales”.5
Es emblemático que un representante de los grupos dirigentes, quien
es considerado más “progresista” que otros, haya hecho explícitas las
ambiciones que se abrigaban. No solo los sectores reaccionarios del vie-
jo continente, sino también los progresistas, hicieron suya la idea de
Europa que Prodi había hecho explícita. La réplica de un intelectual
norteamericano progresista a los documentos que escribieron dos repre-
sentantes famosos de la cultura europea, Jurgen Habermas y Jacques
Derrida, es tan útil como significativa. Los dos filósofos, que apoyaban
quizás por casualidad el eje franco-alemán, exaltaron la Europa de la

4
T. de Montbrial, Stati Uniti contro la potenza Europa, Le Monde, agosto 5, 2003.
5
R. Prodi: Un’idea dell’Europa, Il Mulino, 1999.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 117
última primavera y su función e identidad progresistas, e hicieron un
llamado a los intelectuales europeos a que apoyaran el actual proceso de
constitución política; también intentaron reconocer el eslabón perdido
en este proceso: una identidad europea.
Los dos filósofos subrayaron la necesidad que tiene Europa de definir
su propia identidad como opuesta a los Estados Unidos. Escribieron:
“Nos resulta difícil imaginar un presidente que comienza su día rezando
y que asocia sus importantes decisiones a una misión divina”. Es más,
Derrida y Habermas celebraron las manifestaciones pacifistas de febre-
ro 15 como “un signo del nacimiento de una esfera pública europea”.
Por lo tanto, a la idea de Europa le es inherente un DNA progresista,
capaz de definir su identidad en oposición a los Estados Unidos, la creen-
cia de que la tarea de la unificación y constitución de Europa es la de
completar una operación que beneficiará a toda la humanidad, como si
esta fuera su naturaleza espiritual.
Iris Marion Young, una feminista e intelectual norteamericana, res-
pondió pasado algún tiempo a ese manifiesto filosófico-político y desta-
có sus “pecados originales”: ¿Puede esta Europa que cierra sus puertas a
los extranjeros tratar también como iguales, como verdaderos ciudada-
nos, a aquellos extranjeros que viven ya dentro de sus fronteras? Esto no
es todo. “El llamado a una política extranjera europea —prosigue
Young— termina refiriéndose a una relación entre los países europeos
y el sur del mundo que nos recuerda el pasado imperial de Europa”.
Según Habermas, todas las organizaciones que Europa tendría que pre-
sionar para contrarrestar la peligrosa tendencia unilateral actual de los
Estados Unidos se inclinan a privilegiar el Norte y a dominar el Sur del
mundo: la estructura del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el
Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial. Lo que se demanda
es que Europa tenga un mayor peso en estas organizaciones en lugar de
abolirlas.6
Si reflexionamos sobre la idea de Romano Prodi nos daremos cuenta
que es sumamente pertinente, pero también preocupante. De hecho, Prodi
contempla la constitución de una zona mediterránea en la cual las tecno-
logías coexisten con reservas de trabajo barato que pueden emplearse
para competir con el NAFTA, dominado por los Estados Unidos, y con
la zona asiática en la que el papel de China no deja de crecer.7

El ataque al Estado de bienestar

La idea de una Europa progresista está sufriendo un duro embate en


todos los frentes. En el aspecto socioeconómico ya es evidente que los
6
I. M. Young: Europa provincia del mondo, Il Manifesto, agosto 7, 2003.
7
Un’idea dell’Europa, ob. cit., p. 79.

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118 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
grupos dominantes decidieron comenzar la ofensiva contra los residuos
del Estado de bienestar utilizando tanto a los gobiernos de centro-iz-
quierda como de centro-derecha. Sería de miopes pensar que existe una
“política de Blair”, “una política de Schroeder”, etcétera. La cuestión es
sencilla, casi visible a simple vista: tiene que ver con el “demonio” de la
competitividad y el crecimiento —que se destaca en el artículo 3 del
borrador de la Constitución Europea— y la competencia global con los
Estados Unidos, a la cual suele volver la idea que tiene Prodi de Europa.
El estancamiento de la economía mundial es bien visible. En estos vein-
te años de dominación del liberalismo, el sistema anglo-norteamericano
quemó todas sus reservas en la esfera pública, privatizó todo lo que
podía privatizarse, hizo precario todo lo que podía hacerse precario, y
forzó a las familias a endeudarse más allá de sus posibilidades. Para
todo el mundo es obvio hoy que el neoliberalismo fracasó: la guerra
parece ser ahora la opción de los Estados Unidos y Gran Bretaña para
intentar invertir esta tendencia.
Pero Europa todavía cuenta con algunas reservas. Quedan los servi-
cios de seguridad social y salud que todavía están en manos públicas.
Quedan todavía compañías públicas por privatizar. Los sindicatos aún
ejercen influencia en la toma de decisiones y en la sociedad.
La ofensiva que contra los residuos del Estado de bienestar lanzaron
el “derechista” Raffarin en Francia y el “izquierdista” Schroeder en Ale-
mania, indican que el asalto contra esas reservas había comenzado, asal-
to que también se debió al hecho de que los pronósticos sobre la economía
norteamericana resultaron ser completamente erróneos.8 El crecimiento
es mucho más débil que el pronosticado, la competitividad marca el
paso y el estancamiento daña. La privatización de la seguridad social y
los sistemas de salud se proponen “liberar” capitales públicos y priva-
dos para emplearlos en la competencia global, reforzar la zona euro en
relación con la zona de los Estados Unidos y financiar proyectos estra-
tégicos como el sistema de satélites Galileo y el ejército europeo. Pero,
dedicar recursos financieros a estos proyectos equivale a sustraerlos de
la esfera pública y los salarios. Es más, son muchos los que sostienen
que la recuperación de la economía europea no puede contar mucho con
la “recuperación norteamericana”.9 Por el contrario, de producirse esta
será en detrimento de la recuperación europea y ambas tendrán que arre-
glar cuentas con la variable independiente del mundo: China.

8
En el IMPE del 2002 (Indirizzi di massima per le politiche economiche) y en el
borrador del 2002-2006, se señalaba que “la economía norteamericana inevitable y
progresivamente se consolidará y conseguirá una tasa de crecimiento cercana o ma-
yor que la potencial de mediados del 2002, que seguirá creciendo en el 2003
(Alessandro Nocini, “Le cause strutturali della crisi economica”, La Rinascita, su-
plemento, junio 6 del 2003.
9
Este verano, economistas como Mario Deaglio y Robert Solow han dicho claramente
que Europa no puede contar con la posibilidad de una recuperación económica nor-
teamericana.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 119
Europa se “americaniza”
en la competencia con los Estados Unidos

Pero no es solo en las esferas económica y social donde la idea de una


Europa “progresista” queda hecha pedazos. En lo relacionado con la
política internacional, mientras muchos se confundieron con la posición
germano-francesa contra la guerra de Iraq, la Unión Europea dirigió su
curso hacia elecciones reaccionarias en muchos asuntos importantes.
En cuestiones como las sanciones contra Cuba, la ilegalización de Hamas,
la situación en Euskadi o Irán y las negociaciones con los países en
desarrollo en la Organización Mundial del Comercio, la Unión Europea
dio la impresión de haberse “americanizado”. Aunque sus posiciones
difieren de las norteamericanas o las israelíes, la Unión Europea adoptó
una postura agresiva contra otros países y pueblos. En lo esencial, los
países de la Unión, aunque divididos por contradicciones, parecen po-
nerse fácilmente de acuerdo cuando la Unión Europea comienza a ha-
blar el lenguaje del “poder global”. Según Thierry de Montbrial, “el
peligro de una crisis trasatlántica tan grave como la de Iraq es menor a
corto que a mediano plazo (...) Los norteamericanos rechazan categóri-
camente la noción de un mundo multipolar del cual dos componentes
sean inaceptables por ellos”.
El lenguaje de la Unión Europea es reaccionario y prevé un horizonte
que en modo alguno es tranquilizador, ni dentro de sus sociedades ni
para otros países y pueblos. Las proposiciones de no tomar en cuenta el
incremento de los gastos militares en el cómputo de las cifras del Pacto
de Estabilización y de enviar una fuerza militar europea al Congo para
“ensayar” (para los propios fines de la Unión y contra los intereses nor-
teamericanos en África) son señales no por pequeñas carentes de signi-
ficación.

Interrogantes que esperan por una respuesta

La herencia progresista de Europa al parecer se agotó hacia finales de la


década de los ochenta del siglo XX. Sería una ilusión peligrosa para la
izquierda europea alimentar la ilusión de una Europa progresista.
Algunas interrogantes surgen: ¿debemos aceptar el fortalecimiento
de la Unión Europea con vistas a equilibrar el poder excesivo de los
Estados Unidos? ¿Puede ser diferente la política de los gobiernos eu-
ropeos? ¿Es posible que la victoria de una opción reformista/progresista
en las instituciones europeas pueda diferir significativamente de la ofen-
siva antipopular y militarista cuyos contornos ya resultan claros? A la
luz del texto de la Constitución europea, pero sobre todo, a la luz del
proceso real y las fuerzas sociales que le dieron forma, nuestra respues-

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120 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
ta no puede ser más que negativa. Una respuesta positiva no es posible,
y es muy probable que tampoco lo será, sin una profunda acometida
política y social contra la hegemonía y el proceso que condujo a la unifi-
cación de Europa. La conciencia de esto es sumamente baja en la mayor
parte de la izquierda europea, y demasiado “ligera” en los movimientos
contra la globalización, que han sido lo máximo del radicalismo en estos
últimos años. ¡Lo seguro es que el futuro no será una comida de gala!

La competencia tecnológica
entre Europa y los Estados Unidos

La Unión Europea decidió independizarse de la supremacía tecnológi-


ca norteamericana. La competencia tiene lugar ya si de satélites, indus-
tria espacial y militar se trata. Es este un aspecto decisivo de la
competencia global.
En uno de los primeros días de marzo del 2002, a las 2 a.m. (hora
italiana), el satélite más grande y costoso de los producidos con tecnolo-
gía europea —el Envisat— despegó desde la rampa de lanzamiento si-
tuada en medio de la selva ecuatorial de Kourou, Guyana francesa, una
de las últimas colonias de Francia en América Latina.
Envistat es el mayor (10 metros que se convierten en 24 cuando el
panel solar se extiende), el más pesado (más de 8 toneladas) y el más
costoso de todos los satélites que la Agencia Espacial Europea (en lo
sucesivo ESA) ha puesto en órbita. Los técnicos y científicos estaban
muy preocupados porque ya había fallado un lanzamiento anterior con
el mismo tipo de cohete portador —Arianne— del Envisat.

La carrera espacial. Los satélites de la discordia

En el momento en que escribimos el Envisat llevaba cuatro meses en


órbita alrededor del globo terrestre. Su misión oficial es civil y científi-
ca (monitorear el medio ambiente, etcétera). En realidad, los datos que
suministra, recogidos por tres estaciones en Escandinavia así como en
Italia, también pueden venderse al sector privado. Pero, sobre todo, el
Envisat tendrá repercusiones políticas en las relaciones entre la Unión
Europea y los Estados Unidos. “El satélite es también el único capaz de
suministrar en tiempo real la gran cantidad de datos que solicitan las
instituciones con el fin de controlar el cumplimiento del Tratado de
Kyoto”, según expresó uno de los principales técnicos que trabaja en el
proyecto. Es bien conocido que el Tratado de Kyoto y la negativa norte-
americana a firmar el acuerdo sobre su cumplimiento es una de las man-
zanas de la discordia en las relaciones bilaterales entre la Unión Europea
y los Estados Unidos.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 121
Gracias a los datos del Envisat, Bruselas podrá documentar y denunciar
ante la opinión pública mundial la responsabilidad de los Estados Unidos
por no acceder a cumplir el Tratado de Kyoto sobre el medio ambiente.
Sobre todo, podrá hacerlo independientemente de los datos suministra-
dos por el sistema de satélites norteamericanos que los recolecta.
Como admitiera el director general de ESA, Antonio Rodotà, la ESA
planifica para el período 2002-2006 un vasto programa estratégico “con
el fin de explotar el espacio de una manera más completa y sinérgica y
hacer de estas tecnologías uno de los puntos más fuertes de la industria
y la investigación”. Rodotà añade, con algo de orgullo, que Europa con-
trola ya el 50% del mercado de lanzamientos y el 50% del de satélites,
que la capacidad tecnológica europea no es inferior a la de los Estados
Unidos, y que la tasa de éxitos en el lanzamiento de satélites es mayor
en Europa que en los Estados Unidos.10
Comenzó ya la competencia en el campo de las tecnologías avanza-
das. Pero justo en los meses en que el Envisat despegó de las selvas de
Guyana, la Unión Europea lanzó un arma verdaderamente estratégica
en los Estados Unidos: “Galileo”.

Galileo: un proyecto europeo


que rompe el monopolio norteamericano

A mediados de septiembre de este año se difundió una noticia verdade-


ramente sensacional. La Unión Europea y China habían llegado a un
acuerdo según el cual se le permite a China participar en el proyecto del
satélite “Galileo”, cuyo objetivo explícito es “reducir la dependencia
europea de los Estados Unidos en el campo de la comunicación por
satélites”.11
El 26 de marzo del 2002, la cumbre de los ministros de transporte de
la Unión Europea dieron luz verde al sistema de satélites “Galileo”, y en
marzo del 2003 las oficinas de la Industria Galileo se ubicaron en Ale-
mania (que se las arregló para sacarla de Italia, en la cual no se podía
confiar debido al pro-americanismo del gobierno de Berlusconi).
Hasta ahora los sistemas de satélites del mundo eran el GPS norte-
americano o el Glonas ruso. Este último, cuyo funcionamiento en época
de los soviets había sido mejor que el del norteamericano, se encuentra
ahora en un estado bastante deplorable. Ambos sistemas nacieron para
guiar a los misiles nucleares hacia sus blancos.
El primero, el famoso GPS, es operado por los militares norteameri-
canos y depende de un sistema de 24 satélites. Dado que son los milita-
res quienes los manejan, el sistema GPS puede ser cerrado o limitado.
10
“La grande sfida europea allo spazio”, Il Sole 24 Ore, noviembre 28, 2001.
11
Il Corriere della Sera, septiembre 19, 2003.

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122 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Esto es en realidad lo que ocurrió durante el bombardeo de Yugoslavia
y, más recientemente, durante la agresión contra Iraq. Debido a estos
rasgos no puede catalogarse de sistema civil de navegación por satélite.
Según las palabras de Giuseppe Virgilio, director de Alenia Spazio, “el
GPS fue hecho por los militares para los militares. Solo lo podemos
utilizar gracias a una amable autorización. El GPS no es apropiado para
uso civil. Si lo que se lanza es una cabeza nuclear, ¿qué importancia
puede tener una diferencia de 100 metros?”.12
Por el contrario, como afirma el editor de la publicación Rivista Ita-
liana Difesa, Andrea Nativi, “Galileo es el resultado de tecnologías y
diseños de origen exclusivamente europeo. No solo romperá el indiscu-
tible monopolio del GPS, sino también será más eficiente y exacto. No
es de extrañar que los Estados Unidos no soporten siquiera verlo”. Tam-
poco es casual que algunos círculos europeos se hayan referido a una
reciente carta contraria al proyecto escrita por Rumsfeld, Secretario de
Defensa de los Estados Unidos en los primeros meses del 2003. 13
Por lo tanto, Galileo está llamado a reemplazar en los próximos años
el monopolio del GPS norteamericano en el campo de los satélites. As-
pira a hacer más y mejor. El GPS depende de un sistema de 24 satélites,
pero Galileo dispondrá de 30 de ellos en órbita. Mientras que el GPS
costó 20 millardos de dólares, Galileo sólo costará 3,9 millardos. De es-
tos, 600 millones fueron aportados por la Unión Europea y 600 por ESA.
Todavía hacen falta 2,7 millardos más. Según expertos europeos, en
el 2020 Galileo podría ganar 17,8 millardos de dólares con un costo de
3,9 millardos. Es por ello que se ha invitado a instituciones públicas y
privadas a que no esperen más y financien el proyecto con la perspecti-
va de un rendimiento considerable de la inversión diseminado a lo largo
de 15 años.

Washington contra Galileo

Una revista especializada informa que Europa es vista en los Estados


Unidos con mucha hostilidad, y no solo en el plano político y diplomá-
tico. “Después del 11 de septiembre nació un movimiento político que
se propone redefinir las relaciones atlánticas a la luz de una mayor com-
petencia política, industrial y económica con Europa (...) A diferencia
de décadas anteriores, la transferencia de tecnología desde los Estados
Unidos a Europa no está garantizada ni se da por segura”.14
Ya hemos informado en esta revista de la existencia de un documento
confidencial del Pentágono que descarta toda forma de cooperación re-
12
La sfida di Galileo, “Un GPS mondiale in mano agli europei”, Affari e Finanza,
enero 21, 2002.
13
“Gli USA in guerra contro Galileo”, Affari e Finanza, abril 14, 2003.
14
“Potere tecnológico”, suplemento “Alfa”, Il Sole 24 Ore, marzo 22, 2002.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 123
lacionada con la tecnología militar con muchos países europeos (y en
particular con Francia). Es por ello que el inicio del proyecto Galileo ha
caído como una piedra sobre las relaciones atlánticas, piedra que es
mucho más pesada que los subsidios agrícolas y los impuestos a la im-
portación de acero.
Una idea de lo que está en juego se puede inferir del comportamiento
de los Estados Unidos. La administración norteamericana abrió fuego
contra el proyecto Galileo antes de la amenazadora carta de Rumsfeld.
Una primera carta de “disuasión”, escrita en los Estados Unidos, ya ha-
bía llegado la víspera de la Cumbre europea en Laeken (diciembre 2001).
En ella, el Departamento de Estado explicaba a sus colegas europeos lo
inútil que sería proseguir con el proyecto Galileo dado que el GPS ya
existía, e invitaba a los europeos a participar en la dirección del sistema.
Se consiguieron algunos resultados. Bajo la presión de costos muy ele-
vados, la leal Gran Bretaña y más tarde Alemania, Dinamarca, Austria,
los Países Bajos y Suecia abandonaron el proyecto. Pero a principios de
marzo del 2002, Alemania y los Países Bajos dieron marcha atrás y le
brindaron su apoyo. Viena y Copenhague, siempre sensibles a los de-
seos de Berlín, comenzaron a reconsiderar la cuestión.
Tres días después, para ser exactos el 6 de marzo, se recibió una nue-
va carta de la administración norteamericana dirigida a todos los minis-
terios de relaciones exteriores. En esta carta los Estados Unidos “pedían”
que Galileo se utilizara exclusivamente con fines civiles. Al día siguien-
te, el propio Bush presionó rechazando completamente el proyecto
Galileo y declarando públicamente que el sistema GPS brindaría gratui-
tamente esos mismos servicios.
El 8 de marzo, Jonathan Fall, vocero de la Comisión Europea, res-
pondió insistiendo de nuevo en la utilidad del proyecto Galileo y plan-
teando una vez más que Europa no estaba interesada en disponer de un
solo sistema: “no nos gustan los monopolios”, declaró el funcionario.15
Pero los Estados Unidos no desistieron y exigieron que se constituye-
ra una comisión de expertos militares para controlar de conjunto la crea-
ción de Galileo. Ante este ultimatum, comenzaron a aparecer algunas
grietas en la unidad de Europa, en particular, debido a la acción de la “quin-
ta columna” española e italiana, una operación en la que Finmeccanica
desempeña un papel determinante.
Pese al fuerte cabildeo norteamericano, el 16 de marzo del 2002 los
países de la Unión Europea dieron luz verde al sistema Galileo y esco-
gieron a Alemania como oficina central del proyecto. El sistema de 30
satélites estará funcionando en el 2008, e independizará a Europa en el
sector de la navegación por satélite, algo que, como dijera un periódico
italiano, “quebrará el monopolio norteamericano en la navegación”.
El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, resumió explí-
citamente la importancia política, estratégica y epocal del proyecto
15
“Bush contro Galileo”, Il Manifesto, marzo 10, 2002.

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124 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Galileo en dos declaraciones hechas con un intervalo de 10 días: “el
problema no está en los costos: por el contrario, debemos decidir si
queremos o no ser independientes”. Y más adelante, “La posición nor-
teamericana en este tema es difícil de justificar, tal como ocurrió en el
caso del acero: lo que se nos pide es que dependamos de ellos, de un
sistema que no controlamos, que se suele suspender y modificar, y que
en todo caso está controlado por las autoridades militares”. Por últi-
mo, Prodi subrayó con insistencia que el proceso de emancipación euro-
pea ya había comenzado y que, como informa un importante diario
italiano, “se trata de un proceso con el que ciertamente tiene algo que
ver el nacimiento de la moneda única”.16

Las industrias aeroespacial y militar


y la competencia global

El consorcio europeo Airbus ha conseguido superar al gran monopolio


de aviación American Boeing, gracias al “superjumbo” A380 de 550
plazas. De hecho, en el 2001, a Airbus se le encargaron 367 aviones, 32
más que a Boeing. Es más, el hecho histórico de la supremacía del avión
europeo ocurrió en una fase de reducción drástica de los pedidos co-
merciales globales, debido tanto a la crisis del sector como a los efectos
del 11 de septiembre. En 1998, Boeing recibió encargos por 630 avio-
nes, y en la actualidad los pedidos se han reducido casi a la mitad. Es
cierto que en el 2001 los pedidos a Airbus sufrieron también una reduc-
ción del 30% en comparación con el 2000, pero no lo es menos que este
consorcio sobrepasó a Boeing y, sobre todo, la reducción que sufrió no
fue tan grande como en el caso de Boeing.
Los pedidos para el 2002 confirman la tendencia. Se consolidó la
ventaja que Airbus le llevaba a Boeing (empresa esta que absorbió a
otro gigante de la aeronáutica norteamericana, McDonnel-Douglas). De
hecho, Boeing está recortando considerablemente su fuerza laboral en
el sector de los aviones civiles con motor de reacción, al tiempo que
dirige sus esfuerzos hacia los aviones militares, cuyos pedidos crecen
gracias a los grandes gastos militares que el Pentágono ha programado.
El monopolio norteamericano de la aeronáutica civil, que había dura-
do 50 años, es cosa del pasado.17
Hace un año, la Comisión Europea presentó una disposición contra
las compañías de aviación norteamericanas. La disposición brinda la
posibilidad de gravar con impuestos el acceso al espacio aéreo como
compensación por los subsidios concedidos a esas compañías después
del 11 de septiembre. Estos subsidios tienen como objetivo ayudar a un
16
“Galileo, la sfida europea agli Stati Uniti”, Il Corriere della Sera, marzo 27, 2002.
17
Affari e finanza, junio 30, 2003.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 125
sector afectado por la crisis en el que el tráfico aéreo disminuyó en un
20% en comparación con el año anterior.
Como prueba de que la competencia es ahora general y sin ningún
tipo de restricciones, se puede mencionar el ejemplo de Alenia (Grupo
Finmeccanica). Se trata de una historia típicamente italiana.
En diciembre del 2001, la junta directiva de Finmeccanica dio luz
verde a la incorporación al programa del Airbus A380 europeo. Con su
cuota del 4%, se habría convertido en un socio que compartía los ries-
gos, junto con la compañía europea EADS y la inglesa Systems-BAE.
Finmeccanica y estas dos compañías tenían un participación del 25% en
el segundo grupo mundial de misiles, Mbda.
Cuando el representante francés de Mbda, Brégier, hizo la introduc-
ción al acuerdo no ocultó su ambición de penetrar también en el merca-
do norteamericano, “que es muy impermeable a los productos europeos,
mientras que los norteamericanos venden copiosamente en Europa”.18
Boeing empezó a ejercer fuertes presiones sobre Alena. En ocasión
de celebrarse los veinte años de cooperación, Joseph Quinlivan, presi-
dente y director general de Boeing, voló hasta Roma para participar en
la ceremonia junto con la dirección de Alenia. Les recordó “los buenos
tiempos de colaboración en el Boeing 767, pero no dejó de subrayar que
Boeing aportaba una tercera parte del volumen de negocios de Alenia.
Al mismo tiempo, el gobierno de Berlusconi (notoriamente cercano a
Washington) comenzó a presionar a la más alta dirección de Finmeccanica
(a través de la Tesorería, que es propietaria del 32,4% de las acciones de
Finmeccanica) para que se retirara de cualquier proyecto industrial eu-
ropeo que pudiera “chocar” con los intereses de los monopolios norte-
americanos.
El cabildeo combinado de Boeing y Berlusconi dio algunos frutos.
De hecho, Alenia, una especie de Salomón moderno, decidió participar
no solo en el Airbus A380, sino también en el proyecto “Sonic Cruiser”
de Boeing con una cuota de entre el 5% al 8%. El Airbus A389 deberá
terminarse en el 2006, y el “Sonic Cruiser” en el 2008. ¿Qué estaba
ocurriendo mientras tanto en el interior y en derredor de Finmeccanica?

La partida en torno a Finmeccanica

En el gran rompecabezas de la Defensa, informa un semanario econó-


mico, a los norteamericanos nada les importaría cortar las alas del
núcleo industrial europeo formado por Francia y Alemania antes de
que incorporase a otros socios. Pudiera parecer una exageración, pero
mucho de esto depende del futuro de Finmeccanica.19

18
“Alenia sale sul superjumbo”, Il Sole 24 Ore, diciembre 20, 2001.
19
Finmeccanica nella rete di Blair, CorrierEconomia, febrero18, 2002.

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126 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Estas conclusiones son inevitables dado que, además del cabildeo de
Boeing y Berlusconi,20 el señor John Weston ha estado muy ocupado
visitando a la más alta dirección de Finmeccanica, que ya había sido
“interrogada” por el gobierno italiano. Weston es el director ejecutivo
de BAE-Systems, que es, junto con AEDS, “la víbora en el seno de
Mbda”, así como en el de Airbus. BAE juega sistemáticamente en dos
campos, el norteamericano y el europeo.
Ya en enero, las negociaciones entre Finmeccanica y el grupo franco-
germano-español AEDS se habían roto. Estas negociaciones tenían que
ver con Aeronave Militar Europea (EMAC), una empresa conjunta en el
sector de la defensa y el espacio aéreo.21
Finmeccanica, que es más pequeña que BAE y EADS, se contempla
como el fiel de la balanza en el equilibrio de los sistemas electrónicos de
defensa. Weston se movió mucho en todos los campos y no solo en las
relaciones industriales. “Weston, descrito por quienes lo conocen bien
como un ‘imperialista inglés’ —comenta CorrierEconomia—, puso en
conocimiento del gobierno (de Berlusconi) un proyecto que le permiti-
ría a Alenia Marconi Systems realizar actividades en el campo de los
aviones y las comunicaciones militares que ya forman parte de los res-
pectivos grupos”. Los respectivos grupos a que se refiere Weston reve-
lan una vez más que los ingleses juegan en dos mesas. En realidad se
trata del consorcio del Eurofighter europeo y del consorcio del Joint
Strike Fighter, que son los que están preparando el supercaza F-35 para
la compañía norteamericana Lockheed.
Pero en diciembre del 2002, la junta de directores de Finmeccanica
comenzó a reconsiderar su acuerdo con la BAE inglesa. Cabildeando en
varias direcciones (desde Thales, de Francia hasta el Grupo Carlyle nor-
teamericano) la junta trató de convencer a Finmeccanica de que esco-
giera otras opciones. Entretanto, la compañía compró el 66,6% de
Aermacchi y pensó comprar Fiat Avio, que el grupo de Turín pensaba
vender debido a la crisis industrial que sufría el grupo.
Al presidente de Finmeccanica, convocado a Arcore por el propio
Berlusconi, se le dijo en presencia de Gianni Letta y el subsecretario
Baldassarre que el mismo Blair estaba cabildeando en busca de un acuer-
do entre Finmeccanica y BAE, y que Finmeccanica debía haberse incor-
porado al escudo estelar norteamericano. Pero había un obstáculo.
Tremontini, ministro del Tesoro (que se oponía al acuerdo con BAE) no
había sido informado de la carta de intenciones firmada en Arcore y no
estuvo de acuerdo con ella. A fin de poder equilibrar nuevamente la
20
Il Sole 24 Ore, febrero 16, 2002.
21
Es emblemático que durante las negociaciones entre Finmeccanica y EADS sobre el
aeronave militar europea, las declaraciones del Ministro de Defensa, Martino, sem-
braron duda sobre la dirección de Finmeccanica, lo que provocó una caída del 2% en
su cotización, aunque sus acciones no tenían problemas. Esto anuló las negociacio-
nes, que habían llegado a un buen punto. Véase Italia Oggi, febrero 5, 2002.

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EUROPA DENTRO DEL IMPERIO 127
situación, se le dio el visto bueno al acuerdo entre Alenia Spazio y Te-
lespazio, por un lado, y las compañías europeas Astrium y Alcatel Space,
por otro, que tenía por objetivo crear el polo de satélites europeo.22
Pocos meses después, el mundo fue testigo del ataque del Grupo
Carlyle (que se ocupa de los intereses de la familia Bush) que resultó en
la compra de Fiat Avio junto con Finmeccanica. Algunos analistas inter-
pretaron la operación no como una adquisición estratégica, sino como
“un favor concedido al gobierno de Berlusconi” y un “ avance hacia
una asociación con los Estados Unidos”. Ambos prometieron pedidos
interesantes en el futuro.

Los Estados Unidos


desean poner fin al “desacople europeo”

Hacia finales de septiembre aparecieron noticias de que China se dispo-


nía a invertir fuertemente en el proyecto Galileo. El Financial Times
hablaba de 230 millones de euros que consolidarían la alianza que se
gestaba, de gran importancia estratégica, entre China y la Unión Euro-
pea. Es obvio que esto preocupa mucho a los Estados Unidos. Este país
considera que su propio sistema de satélites, el Global Positioning
System, es el único eficiente y sostiene que Galileo no es más que un
duplicado de su sistema. Este acuerdo sería muy ventajoso para China,
porque mejoraría mucho su sistema de comunicaciones militar y civil;
estas mejoras traerían consigo gananciosos pedidos a las multinaciona-
les extranjeras. De este modo, la Unión Europea manifiesta su deseo de
ser autónoma en su proyecto de expansión dentro de la globalización
capitalista; pero también China muestra que es independiente dentro del
mercado global. El eje que surge entre la Unión Europea y China puede
tener un peso geoeconómico y geopolítico y podría competir fuertemen-
te con el polo norteamericano.
Por consiguiente, la competencia entre industrias desarrolladas de alta
tecnología en el campo de la defensa y lo aeroespacial tiene lugar en el
contexto de una maraña de golpes bajos, acuerdos sobre acciones,
cooptaciones en los proyectos industriales, presiones gubernamentales
y medidas proteccionistas. Lo que resulta muy claro es que las grandes
compañías norteamericanas y la administración de los Estados Unidos
están tratando de impedir —poniendo en ello muchos esfuerzos y con
todos los medios a su alcance— que surja un complejo industrial-mili-
tar europeo independiente de la política militar y tecnológica norteame-
ricana. ¿Tendrán éxito los europeos?
22
Finmeccanica, mal de strategia, CorrierEconomia, febrero 14, 2003; Finmeccanica
nel vortice di alleanze, Affari e Finanza, enero 27, 2003.

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128 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Si tenemos en cuenta la determinación con que los europeos se dedi-
can al proyecto Galileo, a los sistemas de satélites, e incluso tratan de
hacerse de otros nichos en las tecnologías militares, podrán tener éxito.
Pero también es concebible que choquen algunos de los equipos que
transportan los Airbus, que los satélites salten en pedazos sin explica-
ción alguna, que los factores propulsores exploten misteriosamente, como
ocurrió en Tolosa, o que ministros y hombres de negocios perezcan,
víctimas de “misteriosos ataques terroristas”. Una cuidadosa revisión
de las crónicas de estos años muestra que la competencia entre la Unión
Europea y los Estados Unidos ha sido mucho más dura que lo que se le
ha dicho al público general.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 129
7. EL TEATRO EUROASIÁTICO
DE LA GUERRA IMPERIALISTA

Los recursos energéticos y el control geopolítico:


El gran juego en Asia Central

Quién gobierne Europa Oriental domina la zona central


Quién gobierne la zona central domina las masas euroasiáticas
Quién gobierne las masas euroasiáticas domina el mundo

(HAROLD MACKINDER, padre de la geopolítica moderna)

Si queremos comprender los objetivos y las causas de una guerra debemos


considerar todas las causas posibles, es decir, los intereses materiales y
las fuerzas económicas o sociales que empujan hacia el conflicto y, sobre
todo, hacia la solución que coincide con los objetivos que uno se propuso.
La administración norteamericana declaró que la “guerra infinita”
duraría meses, o quizás años, y que todo un sistema internacional políti-
co, económico y social tendría que someterse a las exigencias de un
conflicto de nuevas características.
Es cierto que, en este caso, la casus belli, es decir, los ataques del 11
de septiembre contra el corazón político y económico de los Estados
Unidos estaban más allá de lo que podía imaginarse.1
También es cierto que, en la historia reciente, quienes llevaron a cabo
los ataques, y los ataques mismos, fueron opacados por lo que ocurrió
más tarde. En una perspectiva histórica, ¿que relación existe entre el
ataque de Sarajevo, el hundimiento del Lusitania y la Primera Guerra
Mundial? ¿O entre el hundimiento del acorazado norteamericano Maine,
la conquista de Cuba y la exclusión definitiva de España del grupo de
potencias coloniales? ¿O, por hablar de casus belli, entre el bombardeo
de Pearl Harbor y aquella parte de la Segunda Guerra Mundial que se
desarrolló en Asia y el Pacífico?
Son pocos los detalles que conocemos de la guerra infinita. La identi-
ficación y la búsqueda de Bin Laden —a quien se le considera responsa-

1
En realidad, sería más correcto hablar de “nuestra imaginación”, debido a la asom-
brosa cantidad de libros publicados en los Estados Unidos en los que el tema eran los
ataques suicidas contra la Casa Blanca y las Torres Gemelas.

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130 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
ble del ataque contra las Torres Gemelas—, los bombardeos y las
masacres de los Talibanes en Afganistán —de quienes se cree que le
brindaron refugio— y el control total por los Estados Unidos de la pri-
mera fase de la guerra.
Los objetivos abiertamente declarados de esta guerra son luchar con-
tra el terrorismo internacional y “disuadir” a todos —sean estos una
organización terrorista de Estados— de amenazar o atacar los intereses
estratégicos de los Estados Unidos dentro de sus propias fronteras na-
cionales o en el resto del mundo.
Es bien conocido que la doctrina desarrollada en los centros de toma
de decisiones de los Estados Unidos se basa en la muy amplia y flexible
noción de sus propios intereses estratégicos. Los principios que guían
las políticas internacionales norteamericanas (incluidas las de índole
militar) cambian según las diferentes fases. En algunas fases, ciertos
intereses materiales, escuelas de pensamiento e interpretaciones se im-
ponen, mientras que en otras devienen dominantes otros intereses mate-
riales, escuelas de pensamiento e interpretaciones. El cambio en las
políticas norteamericanas hacia el Oriente Medio, es decir, hacia Israel
y los palestinos, o hacia Iraq y Arabia Saudita, es un índice de la “flexi-
bilidad” de las direcciones que a su vez se reafirman sucesivamente.
Esta obra se propone reconstruir las fases de las elecciones hechas
por los Estados Unidos durante la última década en relación con Asia
Central. Esta zona parecer ser hoy el centro de la acción militar y políti-
ca estadounidense. La reconstrucción de lo ocurrido indica que los Esta-
dos Unidos comenzaron a cambiar su posición en la segunda mitad de la
década de los noventa del siglo XX.
Dentro de la nueva administración Bush, la infuencia y el poder de
toma de decisiones dominantes parecen radicar en aquellos sectores que
se inspiran en una lectura muy política de los intereses estratégicos de
los Estados Unidos. En esta fase, asesores como Brzezinski, Huntington
y Wolfowitz parecen ser los que poseen un mayor poder para tomar
decisiones que determinan la dirección de las políticas internacionales
norteamericanas, y lo hacen dentro de una administración fuertemente
entrelazada con las empresas del petróleo y la economía de guerra.

El fundamento geopolítico de la guerra infinita

Uno de los padres de la geopolítica sostiene que quien controla la zona


central controla Eurasia, y quien controla Eurasia controla el mundo. Es
cierto que después de la caída de la URSS los Estados Unidos se hicie-
ron con el control de la zona central. Si intentan conquistar y mantener
la supremacía mundial, es imprescindible que los Estados Unidos domi-
nen las masas euroasiáticas. “La capacidad de los Estados Unidos para
lograr una verdadera supremacía mundial dependerá de cómo maneja-

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 131
rán los complejos equilibrios entre las potencias de Eurasia y, aún
más, de si serán capaces de impedir que surja una potencia antagóni-
ca y dominante en esa región”.2 Es probable que este ambicioso plan,
que Brzezinski se encargó de explicar, haya inspirado el cambio en la
administración norteamericana en la segunda mitad de la década de los
noventa del XX y, sobre todo, la escalada de estos últimos meses.
Afganistán, por lo tanto, puede estar en el lugar adecuado, contra su
propia voluntad.
Para entender las “fuertes” motivaciones de la actual intervención
militar en Afganistán y Asia Central, basta con abrir un mapa de Eurasia.
Se trata de una extensa zona con países que poseen sistemas, recursos
económicos y potencialidades militares muy diferentes Pero, por enci-
ma de todo, es la zona que, a partir del período de 1989-1991, posterior
a la caída de la URSS y de la Comunidad Económica de Europa Orien-
tal, se “abrió” a los intereses e inversiones europeas y norteamericanas.

El asalto de Eurasia

En 1993 la Unión Europea lanzó el proyecto del Corredor Caucásico


Trans-europeo, que se puso en práctica entre 1994 y 1995. El propósito
de este proyecto era eludir a Rusia en lo concerniente a transporte, oleo-
ductos e inversiones entre Europa y Asia Central.
Lo que estaba en juego en este proyecto no eran solo las ambiciones
norteamericanas y europeas, sino también las de otros Estados de la
región como Turquía, país miembro de la OTAN, aliado fiel de los Esta-
dos Unidos y candidato a miembro de la Unión Europea.
Entre 1993 y 1994, después de dos accidentes marítimos, Turquía
comenzó una amplia ofensiva con el fin de reducir el tráfico de tanqueros
en el Estrecho del Bósforo. Inclusó llegó a pensar en retirarse del Trata-
do de Montreaux, que “internacionaliza” el tráfico en los Dardanelos y
en el Bósforo. Todos los tanqueros infractores provenían de las termina-
les petroleras rusas del Mar Negro.
En 1994, un artículo en el diario turco Milliyet revelaba la existencia
de un proyecto de oleoducto entre Bakú (Azerbaiyán) y Ceyhan (Tur-
quía) que excluiría definitivamente a Rusia de las nuevas rutas del pe-
tróleo desde Asia Central. Después del contrato del siglo firmado por
Azerbaiyán y un grupo de compañías petroleras encabezado por British
Petroleum (AIOC) comenzó la “carrera” hacia el oro negro, el gas y los
mercados de Asia Central.
De este modo, las condiciones estaban creadas para el “cambio” en la
estrategia política de los Estados Unidos en esa región. El término “cam-
bio” no es una simplificación, sino un indicador político, geoeconómico
2
Zbignew Brzezinski: La Grande Scacchiera, Longanesi, 1998, p. 8.

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132 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
e histórico que puede explicar muchos acontecimientos de la segunda
mitad de la pasada década de los noventa. De hecho, hasta 1993, los
Estados Unidos se habían propuesto incorporar a Rusia a los tratados
sobre el Corredor Caucásico Trans-europeo y los oleoductos. Después
de una fase de discusiones, allá por el año 1995, el enfoque de la admi-
nistración norteamericana sobre Asia Central y los Balcanes cambió ra-
dicalmente. En ese mismo año de 1995, además de Azerbaiyán, Georgia
y Uzbekistán cayeron en la esfera de influencia de los intereses norte-
americanos.
Este cambio de política fue a su vez la causa de otro cambio en las
elecciones que hicieron los Estados Unidos en 1996, es decir, el año en
que los Talibanes conquistaron Kabul después de una “marcha triunfal”
que se había iniciado en 1995 en Pakistán.
El derrumbe de la URSS y la separación de sus repúblicas hicieron
posible que los Estados Unidos intervinieran con éxito en esta zona de
forma bilateral y multilateral, esto es, incorporando algunos de estos
países a una “asociación por la paz” con la OTAN.
Los países europeos que antes pertenecían a la Comunidad Económi-
ca de Europa Oriental, como Polonia, la República Checa, Hungría, et-
cétera, ya se habían integrado en la OTAN y estaban siendo penetrados
por las Inversiones Extranjeras Directas (IED) gracias a las privati-
zaciones, los favorables incentivos a las inversiones extranjeras y los
cambios en las leyes de propiedad que impusieron el FMI y las institu-
ciones financieras internacionales. Pero los cambios aún no habían lle-
gado tan lejos en las que fueran repúblicas soviéticas asiáticas, ni en los
Balcanes.

La “normalización” de los Balcanes

Había que “poner en orden” los Balcanes, y ya en 1999 se logró. Para


ello se necesitaron dos intervenciones militares (la primera, cronológi-
camente significativa, en Bosnia, y la segunda, de mucha mayor magni-
tud, en Kosovo y la Federación Yugoslava en 1999) destinadas a crear
un orden satisfactorio para los intereses norteamericanos y los más vul-
nerables intereses de los “socios europeos”.
Ahora mismo, los Estados Unidos pueden contar con algunos resulta-
dos definitivos en los Balcanes: neutralizaron el estratégico Corredor
no. 10 en el cual convergen los intereses de Rusia, Serbia, Grecia y Ale-
mania, y dieron comienzo al lado más occidental del Corredor no. 8 en
el cual, por otra parte, convergen los intereses de los Estados Unidos y
el Reino Unido; y pueden contar también con la alianza con tres países
que son de utilidad para el Corredor: Albania/Kosovo, Bulgaria y una
parte de la Macedonia ingobernable. Gracias a la actual reconciliación
con los movimientos panalbaneses nacionalistas, pueden controlar to-

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 133
das las confluencias estratégicas de la zona en Kosovo, Albania y
Macedonia.3
La situación se fortaleció hasta un punto tal que el Departamento de
Estado de los Estados Unidos está evaluando la hipótesis de sacar una
parte de los contingentes que operan en Kosovo, Macedonia y Bosnia y
dejar solo el personal que opera a plena capacidad en la base de Camp
Bondesteel, y responsabilizar al contingente italiano (que se convertiría
en el mayor de los Balcanes) con las tareas de control y de policía militar.

Las relaciones de poder en Eurasia

La situación en el lado oriental de la región euroasiática (Asia Central)


le crea más problemas a la hegemonía y el control de los Estados Uni-
dos. De hecho, esta es la región donde confluyen los intereses estratégi-
cos de Rusia y China. Además, en ella se ubican potencias regionales
hostiles como Irán, y potencias aliadas, como Turquía, cuya influencia
crece en la zona de habla turca, aunque con contradicciones en aumento
y conflictivas presiones internas. En la más cercana periferia de esta
región existen dos potencias nucleares regionales: Pakistán y la India
(esta última cuenta con un enorme potencial humano).
Justo en el medio se encuentra una tierra de nadie llamada Afganistán.
La ocupación de este país por la Unión Soviética en diciembre de 1979
dio origen a diferentes reacciones. Los palestinos se regocijaron porque
percibían esa ocupación como el interés renovado de los soviéticos por
la zona más cercana al Oriente Medio y como un posible punto de resis-
tencia después del adiós de Brzezinski a la OLP.
El efecto que produjo esa ocupación en los Estados Unidos fue el
mismo que causó el ataque contra las Torres Gemelas, aunque en un
nivel diferente, debido también a la caída del Shah de Irán ese mismo
año. Fue el comienzo de la escalada que condujo a la Segunda Guerra
Fría, esto es, al despliegue de misiles en Europa, a la creación de la
Fuerza de Despliegue Rápido basada en Diego García, una isla del Océa-
no Índico, a la confrontación global entre el Este y el Oeste en todos los
campos, y a la organización política, económica y militar de todas las
fuerzas opuestas a la presencia soviética en Afganistán (incluido Osama
Bin Laden).
Los mapas disponibles revelan algunas cosas.
1. Los Estados Unidos todavía están ausentes de Eurasia en el aspec-
to militar y en todo lo que pudiera relacionarse con un control per-
3
Debemos recordar la entrevista de Alberto Negri al Gen. Jackson en Il Sole 24 Ore
(abril 1999), donde se declaró que los contingentes militares norteamericano e inglés
permanecerían en los Balcanes “para proteger los oleoductos estratégicos que atra-
viesan la región”.

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134 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
manente (bases militares, corredores aéreos preferenciales, acuer-
dos bilaterales, o una organización multilateral con la cual obrar
como primus inter pares).
2. En esta zona, las potencias opuestas a la hegemonía de los Estados
Unidos (China, Rusia, India, como potencias aliadas o no) pueden
desarrollar sus propios planes.
3. En Eurasia se habían encontrado importantes reservas de petróleo
poco explotadas. Después de la caída de la URSS fue posible acce-
der a esas reservas y controlarlas, algo que habría sido imposible
antes de 1991.
4. Afganistán está situado en un lugar adecuado desde un punto de
vista geopolítico.
Cuando los Estados Unidos decidieron intervenir en Afganistán, la
situación en Eurasia era la siguiente:
1. Después de la guerra contra Yugoslavia y el “despido” de Milosevic
en el 2000, los Balcanes (punto terminal del Corredor no. 8) que-
daron en gran medida controlados por los Estados Unidos. Las as-
piraciones europeas y la influencia rusa en la zona eslava se
redujeron.
2. En la región del Cáucaso, Georgia y Azerbaiyán (la parte del me-
dio del corredor no. 8) están controladas por los Estados Unidos.
En Georgia, la bahía de Supsa en el Mar Negro sirve de terminal
petrolera de los oleoductos que vienen de Bakú. Este corredor es
una alternativa al que se extiende desde Bakú a Rusia, pasa a tra-
vés de Chechenia y termina en Novorossisk, la terminal petrolera
rusa en el mar Caspio. Georgia y Azerbaiyán solicitaron ser miem-
bros de la OTAN. Aunque queda pendiente por definir el status de
miembros de la OTAN, Georgia creó en 1997 el GUUAM, un pac-
to de asistencia militar entre Georgia, Ucrania, Uzbekistán,
Azerbaiyán y Moldova sujeto a la supervisión norteamericana (es
significativo que la segunda reunión de los países del GUUAM se
efectuara en Washington). Turquía, gracias a su proximidad a las
zonas de habla turca, asumió la responsabilidad de convertirse en
el guardián de Azerbaiyán y de poner a este país de su lado contra
el enemigo común, Armenia, que obviamente está ligado a Rusia y
tiene algunas bases militares rusas. Azerbaiyán pasó a tener un
valor estratégico particularmente importante. Como señala
Brzezinski, “un Azerbaiyán independiente, conectado con los mer-
cados occidentales mediante oleóductos que no atraviesan el terri-
torio que los rusos controlan, sería un importante canal que conecta
las economías avanzadas consumidoras de energía con las repú-
blicas ricas en petróleo del Asia Central”.
3. En el sudeste, durante el otoño de 1999, el proyecto petrolero Bakú-
Ceyhan quebró la resistencia de las compañías petroleras norte-

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 135
americanas que operan en Azerbaiyán (gracias a la promesa de
rebajar los impuestos). Esta ruta tenía como objetivo excluir defi-
nitivamente a Rusia de las rutas del Mar Caspio. Más al norte, la
guerra en Chechenia (octubre de 1999) tenía la intención de acla-
rar a los inversionistas que esa ruta “ya no era segura”. Estalló
después que, durante meses, los secesionistas islámicos (muy cer-
canos también a Bin Laden) se dedicaron a “sangrar” petróleo del
oleoducto Bakú-Novorossisk y a atacar este y los oleoductos en
construcción que conectan a Kazajstán con Novorossisk.
4. Más hacia el este, los Estados Unidos habían tratado de eludir a
Rusia e Irán a través de un corredor de energía hacia el sur. Desde
las reservas en Turkmenistán y posiblemente desde las de Kazajstán,
este corredor estaba destinado a atravesar Afganistán y Pakistán y
terminar entonces en la bahía pakistaní de Gwadar. En la práctica,
esta se habría convertido en la terminal oriental del Corredor no. 8.
Esto era la cuadratura del círculo. Las reservas de hidrocarburos
fluirían al oeste y al este “saltando” sobre los rivales, Rusia e Irán,
y bajo un estricto control norteamericano.

La “Ley de Estrategia del Camino de la Seda”

Como ya señalamos, en 1993 los Estados Unidos comenzaron una cam-


paña en gran escala con el propósito de recuperar el control de Eurasia.
A fin de acelerar esta campaña, a finales de 1997 el Congreso de los
Estados Unidos discutió la “Ley de Estrategia del Camino de la Seda”.
El primer objetivo de esta ley era cortar las relaciones entre las repú-
blicas asiáticas de la antigua Unión Soviética y Rusia. El segundo,
reiniciar un diálogo con Irán aprovechando las posibles divisiones entre
los “reformistas” y los “conservadores”, como sugerían un artículo de
seis autores (que habían escrito, entre otros, Brzezinski, Scowcroft y
Murphy, y que apareció en la edición de mayo/junio del 97 de Foreign
Affairs) y un documento publicado en 1998 por el actual vice-ministro
de Defensa, el halcón Wolfowitz.
El tercer objetivo era crear una base militar permanente en las con-
fluencias estratégicas de la región. Este era el propósito de la amplia-
ción de la OTAN hacia el Este (que incluía a Georgia y Azerbaiyán).
Pero por ese entonces en el lado oriental no había nada que pudiera
compararse con la OTAN. Por esta razón los Estados Unidos juzgaron
necesario operar directamente en el terreno y dotarse de las estructuras
imprescindibles. Una importante publicación norteamericana admite que
“la densidad de las estructuras fijas y móviles en la región es menor que
en otras regiones cruciales. Por esta razón es importante que los Estados
Unidos consigan ulteriores avances en la región y desarrollen sistemas
capaces de realizar operaciones distantes y desafiantes con un mínimo

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136 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
de apoyo en el teatro de las operaciones”.4 El plan de construir bases
militares norteamericanas en Afganistán, Uzbekistán y Pakistán se ajus-
ta completamente a la estrategia de los Estados Unidos en Asia Central.
También aquí, como ocurrió en el Golfo y los Balcanes, una vez que la
confusión provocada por la guerra y por la situación de emergencia des-
aparezcan, lo que quedará serán las bases militares permanentes de los
Estados Unidos.

La competencia por la energía


y la competencia geopolítica en Asia Central

¿Qué problemas han obstaculizado hasta ahora el proyecto norteameri-


cano de penetrar y controlar las confluencias euroasiáticas estratégicas?
Y, ¿de qué manera se han modificado las relaciones de poder en la re-
gión como resultado de la guerra?
1. LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y RUSIA
A finales de 1999, Yeltsin se vio forzado a retirarse y Putin llegó al
poder. Con él se hizo dominante una nueva percepción de los intereses
“estratégicos” rusos. Con el respaldo de los jefes de las compañías del
gas y el petróleo, Putin puso en práctica una política más “agresiva”
hacia las antiguas repúblicas soviéticas. Su propósito era ocuparse de
que Rusia conservara su acceso a las rutas petroleras que constituyen
el 70% de las exportaciones rusas. Son indicios de esto las recientes
noticias sobre la inauguración de un oleoducto entre Kazajstán y la ter-
minal rusa de Novorossisk, y las que se refieren a la empresa conjunta
entre Rusia y Kazajstán para suministrar gas desde esta a la primera. De
su venta se ocuparían las infraestructuras rusas que pueden llegar hasta
los puntos de salida terminales. Durante estos meses las relaciones entre
Rusia y los Estados Unidos parecen haber mejorado. Aunque todavía no
se logró ningún acuerdo en algunos de los temas de la agenda bilateral
(como es el caso del escudo antimisiles y la ampliación de la OTAN
hasta las repúblicas del Báltico), algunos comentaristas aseguran que
los acuerdos y la cooperación estratégica se multiplican en los negocios
petroleros. Spencer Abrahams, Secretario de la Energía de los Estados
Unidos, participó en la inauguración del oleoducto que se extiende entre
Kazajstán y Rusia. El oleoducto, según Il Sole 24 Ore, es una “victoria
rusa”, cuando en la década de los noventa se percibía como un desafío a
las intenciones de los Estados Unidos y Turquía de quitarle a Rusia el
control de los flujos de gas y petróleo en esa zona. A cambio de esta
derrota de las estrategia energética y política de los Estados Unidos,
Rusia ignoró la demanda de la OPEC de que redujera su producción con
4
Quadrennial Defence Review, septiembre 30, 2001.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 137
el fin de provocar un alza en los precios del petróleo. La administración
norteamericana declaró “apreciar mucho” la decisión rusa.5
2. LA RELACIÓN ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y CHINA
En julio del 2001, Rusia y China llegaron a un importante acuerdo que
tendrá una duración de 20 años: el “Tratado de buena vecindad, amistad
y cooperación entre la Federación Rusa y la República Popular China”.
El tratado contempla “una asociación estratégica que tiene como fin
enfrentar la creciente hegemonía norteamericana”. Casi al mismo tiem-
po, India firmó un acuerdo comercial y militar con Rusia por un valor de
10 millardos de dólares. Es bastante evidente que estas iniciativas po-
dían dañar considerablemente los intereses estratégicos de los Estados
Unidos en Asia Central. Como consecuencia de la guerra en Afganistán,
los Estados Unidos y China iniciaron una multifacética relación. En
octubre, durante la cumbre de la APEC, China sirvió de anfitrión y per-
mitió que se adoptara un documento político de los Estados Unidos (con-
tra el terrorismo) en un entorno donde lo usual es que solo se discutan
problemas económicos. China se puso de parte de una coalición interna-
cional tramada por Washington con el fin de legitimar la “guerra infini-
ta” y la agresión contra Afganistán. A cambio de hacerlo obtuvo dos
resultados. El primero es similar a lo que Rusia obtuvo en cuanto a
Chechenia, es decir, el placet occidental y norteamericano para solucio-
nar violentamente el problema de los secesionistas islámicos en Xinkiang
(llamada por los chinos Turkistán oriental). “También China es víctima
del terrorismo”, declaró Tang Jiaxuan, Ministro del Exterior chino, “el
grupo del Turkistán oriental es veraderamente una organización terro-
rista y golpearla es parte de la lucha contra los terroristas”.
El segundo resultado, quizás el más esperado, es que Bush aceptó
—por lo menos en esta fase— la doctrina de “una sola China”, a partir
de la cual la República Popular China ha negado tradicionalmente la
existencia de la República China de Taiwán. A la luz de lo ocurrido en
los últimos meses entre China y los Estados Unidos, este no es en reali-
dad un detalle menor.
3. LA COMPETENCIA EN GRAN ESCALA ENTRE LAS MULTINACIONALES
DEL PETRÓLEO
En la despiadada competencia que se desarrolla en Asia Central, que
durante años ha sido encarnizada, también Italia, a través de la ENI,
comenzó a poner de manifiesto sus ambiciones de grandeza en esa zona.
Recientemente, la ENI le “robó” a las compañías norteamericanas Exxon-
Mobil un contrato relacionado con las inmensas reservas de Kachagan
en Kazajstán. Firmó también un gran contrato con Rusia que atañe a los
yacimientos petrolíferos de Astrakán. La ENI comenzó la construcción
5
Piero Sinatti: “E nel gioco del petrolio Russia e USA sono alleati”, en Il Sole 24 Ore,
diciembre 3, 2001.

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138 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
de un gasoducto submarino, el Blue Stream, en colaboración con Rusia.
Este gasoducto, que trasladará el gas desde Rusia a Turquía, mete a
Moscú de nuevo en el juego, y en realidad sustituye el proyecto Bakú-
Ceyhan (en el que la administración norteamericana había puesto sus
esperanzas). En 1998, los Estados Unidos declararon sin ambages su
oposición al proyecto Blue Stream y durante el 2000 ejercieron presión
sobre parlamentarios turcos para que no aprobaran el proyecto. Sin em-
bargo, las presiones fueron infructuosas.
Por último, ENI y FinaElf están extendiendo sus actividades en Irán.
Aprovechándose de la ausencia de los Estados Unidos como resultado
del embargo norteamericano contra Irán, firman contratos y concesio-
nes que valen millardos de dólares para explotar los campos del sur de
Pars. Se han filtrado las exaltadas conversaciones telefónicas entre
Albright, primero y Powel después, y las autoridades italianas. Se están
ultimando los contactos con Iraq y las autoridades italianas, algo que
provoca enojo en los Estados Unidos. Como comentara Brzezinski: “los
Estados Unidos consideran la divergencia de opiniones con Europa en
cuanto a Irán e Iraq como una manifestación de insubordinación y no
como una disputa entre iguales”. Como vemos, las viejas interferencias
no lograron sus propósitos.
El conflicto por el control de los recursos energéticos es ahora defini-
tivo y frontal. Lo que está en juego son las perspectivas del desarrollo de
las principales economías capitalistas y, en particular, de la norteameri-
cana. Para esta, una de sus principales líneas a seguir en la política ener-
gética es la de obtener energía de bajo costo. Pero el juego por los recursos
energéticos es mucho más complejo y vital en virtud de los intereses
estratégicos involucrado en él. Se dispone de detallados análisis políti-
cos, económicos y técnicos.6
4. LA ALIANZA CON LOS TALIBANES Y LOS SAUDITAS Y SU ROMPIMIENTO
Durante estos años, más de un observador documentó la estrecha rela-
ción entre los Estados Unidos, Arabia Saudita y el régimen Talibán en
Afganistán. El interés común era el proyecto de un gasoducto y un oleo-
ducto que se extenderían desde Turkmenistán hasta Gwandar, en Pakistán,
y atravesaría Afganistán. Tanto la compañía norteamericana Unocal,
como la saudita Delta Oil, tenían intereses convergentes en este proyec-
to. Como señalara hace cinco años Le Monde Diplomatique, “pese a que
lo niega, Washington apoya completamente este proyecto (...) Tan pron-
to como la ciudad /Kabul/ cayó en manos de los Talibanes, el Departa-
mento de Estado publicó un documento en el que califica esa victoria de
‘positiva’ y anuncia el envío de una delegación a Kabul”.7
6
Entrevista al Ministro chino de Relaciones Exteriores Tang Jiaxuan en La Stampa,
noviembre 24; Military Review, US Army, septiembre 2001.
7
Oliver Roy: Sharia e gasdotto, la ricetta dei Talebani, Le Monde Diplomatique, no-
viembre 1996.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 139
Pero el acuerdo entre la compañía norteamericana Unocal, la saudita
Delta Oil y el régimen de los Talibanes no fructificó. Algunos dicen que
la causa fue que fracasaron los intentos por alcanzar un acuerdo en cuanto
a las regalías del oleoducto y el gasoducto. Otros sostienen que la causa
hay que buscarla en la condición que pusieron los sauditas, según la
cual ellos se ocuparían de toda la operación (¿estaría la mano de Bin
Laden detrás de todo esto?, ¿sería esta la razón que provocó el enojo de
los norteamericanos?)
En septiembre de 1998, los Estados Unidos lanzaron algunos misiles
contra Afganistán, como represalia por el ataque con bombas contra las
embajadas de los Estados Unidos en Kenya y Tanzania. Unocal abando-
nó el proyecto y Afganistán hizo lo mismo cuatro meses después, en
diciembre de 1998. A cambio de esto, Kirzai, el nuevo Presidente afgano,
un pashtún que fue escogido como nuevo líder del país por una confe-
rencia en Bonn, fue y sigue siendo un consejero que figura en la nómina
de Unocal.

Afganistán dentro del “gran juego” de Eurasia

Pese a ser un país pobre e inhóspito, Afganistán está situado en el lugar


político adecuado para que los Estados Unidos entren violenta y direc-
tamente en el “gran juego” de Eurasia. Como sostiene el teniente coro-
nel Lester W. Grau, uno de los más prominentes expertos militares en
cuestiones de la región: “Gracias a su ubicación geográfica, Afganistán
siempre ha desempeñado un papel importante en la estabilidad de la
región y a menudo ha ocupado el centro de la atención de las grandes
potencias”.8
La campaña contra el terrorismo islámico encaja bien en este es-
cenario. Hace cuatro años, Brzezinski, de una manera algo sospechosa,
escribió:
Incluso un posible desafío del fundamentalismo islámico a la su-
premacía norteamericana podía ser parte del problema en una re-
gión caracterizada por la inestabilidad. La condena religiosa del
estilo de vida norteamericano y el conflicto árabe-israelí podrían
emplearse para provocar la crisis de más de un gobierno pro-
occidental , es decir, podrían poner en peligro los intereses de los
Estados Unidos en esa región, particularmente en el Golfo Pérsi-
co. Es claro que sin cohesión política y sin un Estado islámico, un
8
Además de otras contribuciones, es de particular importancia (y alarmante) la de
Alberto Di Fazio’s Contro le nuove guerre, Odradek editor. Este libro publica los
trabajos del “Convegno degli Scienzati e Scienzate contro la Guerra”, que tuvo lugar
en Turín en junio del 2000. Una síntesis del trabajo de Di Fazio también se puede
encontrar en Contropiano, suplemento, febrero de 2001.

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140 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
desafío del fundamentalismo islámico carecería de un verdadero
centro geopolítico y correría el riesgo de manifestarse como vio-
lencia difusa.
¿Podría Afganistán haber sido el Estado islámico “fuerte”, el centro
geopolítico capaz de poner en peligro los intereses de los Estados Uni-
dos? A la luz de lo que ahora sabemos y de lo que hemos visto de este
país inhóspito y pobre, devastado por una guerra de 20 años, nos cuesta
trabajo creerlo. No obstante, la más poderosa nación del mundo ha sido
despiadada con él fingiendo actuar conta el terrorismo y la amenaza
islámica. Obviamente, esta última es tan indefinible que puede utilizar-
se como pretexto de cualquier operación.
Rusia y China, por ejemplo, tienen los mismos problemas en Chechenia
y en Xinjiang, como los tiene India en Cachemira. Irán incluso ha ame-
nazado con invadir la parte occidental de Afganistán con el fin de prote-
ger a los chiítas iraníes que fueron derrotados y diezmados por los
Talibanes. Todas estas potencias euroasiáticas regionales en modo algu-
no esconden el hecho de que apoyan política y militarmente a los
mujaidines de la Alianza del Norte contra el régimen Talibán y las am-
biciones pakistaníes: ambos habían sido apoyados, hasta hace unos po-
cos años, por los Estados Unidos.
Los intereses norteamericanos pueden absorber los intereses de los
“competidores” euroasiáticos, aunque no por mucho tiempo. Los Esta-
dos Unidos necesitan eliminar rápida y definitivamente el riesgo de ver-
se involucrados en un largo conflicto en Afganistán. Conseguir este
objetivo entraña la necesidad de llegar a un acuerdo con Rusia y China
sobre los límites recíprocos y los intereses comunes en la zona (véase la
cumbre de la APEC en Shangai, octubre del 2001). Pero también a Was-
hington le urge y necesita consolidar lo antes posible su presencia mili-
tar en la región dentro de un marco de relativa estabilidad. El proyecto
estratégico de los Estados Unidos en Eurasia sería coronado por una
presencia permanente en Afganistán y Pakistán, por la penetración en
Uzbekistán y Kazajstán, el gigante euroasiático, y por la puesta a prueba
de sus relaciones con Turkmenistán y Tayakistán.

Kazajstán como objetivo

El día 5 de diciembre del 2000, la publicación rusa sobre el mundo de


los negocios Argumenti y Facti informó que los Estados Unidos planea-
ban construir bases militares en Kazajstán, Georgia y Azerbaiyán. La
primera de estas tres antiguas repúblicas de la URSS es la “gallina de
los huevos de oro” de la zona. Sus reservas de hidrocarburos (petróleo y
gas) son las mayores de toda la zona, por lo que solo ellas pueden hacer
que los oleoductos y gasoductos resulten económicamente ventajosos.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 141
En lo que atañe a Kazajstán, ya se libra una guerra por la adquisición
de los yacimientos petrolíferos. Esta guerra está provocando un fuerte
conflicto entre los Estados Unidos, Rusia, China e Italia.
Al final del pasado año, Shell perdió su papel de “operador” en los
yacimientos petrolíferos de Kazajstán. Entre diciembre del 2000 y ene-
ro del 2001, solo la italiana ENI (que ya realizaba operaciones en los
yacimientos petrolíferos de Tengiz y Karachay-Cherkess) y la francesa
ELF/TotalFina estaban luchando por estos yacimientos. La norteameri-
cana Exxon/Mobil quedó fuera. Sin embargo, otra compañía norteame-
ricana, Chevron/Texaco está presente en Tengiz. Pero esta empresa, de
la que Condoleeza Rice es uno de sus asesores, es también rival de Exxon/
Mobil. Esta última financió la campaña electoral de Al Gore, mientras
su rival daba apoyo a la de Bush.
El 12 de febrero de este año, Kazajstán firmó una concesión petrolera
que otorga a la ENI los yacimientos petrolíferos de Kashagan. Pero Exxon
/Mobile protestó con vehemencia, al tiempo que solicitaba y conseguía que
Colin Powell, nuevo Secretario de Estado, ejerciera presión sobre Italia.
Además, el gobierno de Kazajstán anunció que el oleoducto entre
Tengiz y Novorossisk (el que Rusia prefería y los rebeldes chechenos
sabotearon) comenzaría a funcionar en el 2001. De esta forma los pla-
nes norteamericanos sufrieron un duro golpe.
Quienes se apoderen de Kazajstán se adueñarán de sus reservas ener-
géticas, de la segunda república de lo que fuera la Unión Soviética y de
una región que tiene fronteras directas con Rusia y China, por lo que
tendrán en sus manos el corazón de Eurasia.

El mapa del tesoro del Mar Caspio

Países Petróleo Petróleo Petróleo Gas


Reservas conocidas Reservas posibles Total

Kazajstán 10-17,6 92 102-100 53-83


Azerbaiyán 3,6-12,5 32 36-45 11
Rusia 2,7 14 17
Turkmenistán 1,7 80 82 98-155
Uzbekistán 0,3 2 2 74-88
Total 18,4-34,9 220 238-255 236-337

FUENTE: Agencia Internacional de Energía.

Una guerra en curso alrededor del Mar Caspio


En la década de los años noventa del siglo XX, las guerras se disemina-
ban por la zona del Caspio. Durante algún tiempo existieron tensiones y

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142 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
conflictos, tanto dentro de cada república como entre ellas, los que hasta
ahora se han definido como conflictos de “baja intensidad”.
En julio de este año, algunas embarcaciones de las fuerzas navales
iraníes del Mar Caspio amenazaron y ahuyentaron a dos barcos que rea-
lizaban prospecciones petroleras en Azerbaiyán y llevaban a bordo a
técnicos de la compañía anglo-norteamericana BP/Amoco.
Días después, el gobierno de Turkmenistán acusó a Azerbaiyán de
explotar yacimientos petrolíferos en el Mar Caspio, cuya soberanía
reclama.
El problema no resuelto del status del Caspio está fomentando serios
conflictos entre las repúblicas que dan a ese mar. De acuerdo con algu-
nos comentaristas, se supone que Chevron/Texaco se retirará de Azer-
baiyán porque dejaría de ser rentable si no lo hace. Se supone también
que la ENI suspendió las perforaciones.
Como hemos visto, parece ser que el plan del oleoducto entre Bakú
(Azerbaiyán) y Ceyhan (Turquía) ha sido abandonado. La administra-
ción de los Estados Unidos estaba muy interesada en este proyecto y
muchas compañías norteamericanas aceptaron de mala gana. Supuesta-
mente, los costos de este oleoducto se habrían elevado de 2 a 3 millardos
de dólares. De no ser posible en el futuro vincular el petróleo de Kazajstán
a este proyecto, el oleoducto Bakú-Ceyhan dejaría de ser económico y
tendría que abandonarse definitivamente. El proyecto de Azerbaiyán y los
Estados Unidos sufriría la derrota estratégica que mencionamos antes.
Uzbekistán ha estado abiertamente de parte de los Estados Unidos
durante 6 años. Turkmenistán se las arregla y declaró ser neutral en la
campaña contra Afganistán. Pero el problema de ambos países es cómo
hacer llegar sus reservas de gas y petróleo a los mercados de venta.
Económicamente, la opción rusa sería más ventajosa, pero, políticamente,
el “camino afgano”, apoyado por los Estados Unidos e impuesto me-
diante el control del territorio por los Talibanes, fracasó.
La administración de los Estados Unidos decidió entonces “meter el
hombro” para penetrar decisivamente en la región. Para los Estados
Unidos, Afganistán es el primer experimento directo que tiene por obje-
tivo llegar y permanecer en el “corazón” de Eurasia. El hecho de que el
Secretario de Defensa Rumsfeld admitiera el propósito de construir una
base militar en Afganistán sirve de sustento a esta lectura. Igualmente,
después de la Guerra del Golfo, cuando se aplacó la confusión que la
guerra había causado, quedaron tres grandes bases militares (en Arabia
Saudita, Kuwait y Omán) en un territorio donde antes no había ninguna.
El campamento Bondsteel en Kosovo y el Rhino en Afganistán están
destinados a ser dos “fortalezas” de avanzada para controlar el Gran
Corredor no. 8 que se extiende de este a oeste siguiendo el “Camino de
la Seda”. En el medio se encuentran países aliados como Turquía,
Georgia, Azerbaiyán y Uzbekistán. Allí se ubica el corazón de Eurasia
y, según los teóricos de la geopolítica, allí radica el dominio del mundo.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 143
Es evidente que si los Estados Unidos desean conservar y fortalecer
su hegemonía mundial están obligados a intervenir permanentemente
en Eurasia. La aparición de potencias rivales que compiten con los Esta-
dos Unidos, su persistente ausencia del sector euroasiático, el fracaso
del proyecto para aislar no solo a Rusia, sino también a Irán y a China de
las rutas estratégicas, son los peligros que se estaban haciendo realidad
y contra los cuales nos alertaron, en 1992, el Informe Wolfowitz y, más
recientemente, Brzezinski. Este cuadro es cada vez más sombrío debido
a la posibilidad de que, en pocos meses, algunos de los más importantes
países productores de petróleo del Oriente Medio comiencen a emplear
el euro, en lugar del dólar, en sus transacciones internacionales. Impedir
que esto ocurra es probablemente uno de los aspectos que están en juego
en esta guerra.

El Oriente Medio en el epicentro de la crisis

Otro problema que tiene como fondo la guerra en Iraq, que probable-
mente será peor, más prolongada y más desestabilizadora que las otras
guerras de las que hemos sido testigos en la década de los noventa, es el
que está surgiendo en estos últimos meses: el profundo silencio que
envuelve la cuestión palestina dentro del contexto de la escalada de la
guerra preventiva en el Oriente Medio.
Los palestinos están amenazados por la “solución final”. Muchos son
los que piensan que al gobierno de Sharon le gustaría aprovechar esta
oportunidad para eliminar definitivamente la Autoridad Nacional Pales-
tina, provocar el traspaso y hacer realidad el “Eretz Israel”, el Gran
Israel, que planea expulsar a un gran número de palestinos y confinar a
los que quedan en un sistema de bantustanes.
Sandro Viola subraya con vigor y claridad esta posibilidad en su “Carta
a un amigo palestino”: la soledad y la amenaza que penden sobre los
palestinos guardan simetría con la “reorganización violenta del cuadro
del Oriente Medio” que los Estados Unidos e Israel desean imponer
dentro del marco de la guerra preventiva. 9
Día tras día, la infinita serie de asesinatos selectivos y la limpieza
étnica continúan inexorablemente en las ciudades y pueblos palestinos.
Redadas diarias y constantes, asesinatos premeditados o fortuitos de
militantes u otras personas, devastación de los campamentos, bombar-
deos y arrestos en masa. Lo ocurrido en los Balcanes podría ser una
pálida versión de lo que sucede ahora en los territorios palestinos ocu-
pados por los colonos y soldados israelíes. El argumento de que el dolor
y el luto son los mismos para israelíes y palestinos debido a los ataques
de estos últimos ha dejado de tener validez, tanto en el aspecto político
9
Sandro Viola: La Repubblica, febrero 25, 2003.

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144 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
como en lo que respecta a su magnitud, sobre todo si se cuenta la histo-
ria de la ocupación militar y colonial de los territorios palestinos.
En marzo de 1982, justo antes de que los aviones y tanques de Israel
invadieran el Líbano, la Embajada israelí en Italia envió a los parlamen-
tarios “un documento que resumía el punto de vista de Israel sobre los
problemas políticos y de seguridad en el conflicto árabe-israelí”. El do-
cumento era el texto de una conferencia que pronunció en Londres el
embajador Shlomo Argov. El haber sido herido en un atentado fue el
pretexto para desatar la operación “Paz en Galilea” y la invasión del
Líbano. En la conferencia Argov afirmó que “la obsesión de Israel será
permanente e imborrable”. Habló asimismo de “la determinación de
obtener nuevas fronteras, más seguras que las antiguas de 1967”, y ase-
guró que “la idea de una retirada total, como la de la península del Sinaí
(como resultado de los acuerdos de Camp David, nota del editor) no se
repetirá en ningún otro lugar”.
Estos tres conceptos estratégicos, casi teológicos, es decir, la seguridad,
las nuevas fronteras y la no retirada, parecen ser, veinte años después, el
proyecto por el que apuesta el gobierno israelí con el fin de “solucio-
nar”, a su manera, el conflicto árabe-israelí. Es claro que ni las negocia-
ciones de paz serias ni el “mapa de ruta” son posibles sobre la base de
estos tres conceptos que son indivisibles. El gobierno israelí sigue pen-
sando que tiene que presentar ante el mundo un hecho consumado.
Las conversaciones de paz de Oslo lo único que podían hacer era
fracasar, ya que la colonización trajo consigo una “masa crítica” de 800 000
colonos de Rusia. El resultante boom de asentamientos en los territorios
de los palestinos obligó a estos a una desesperada y creciente defensa de
su propia tierra, de sus pozos de agua y de la posibilidad misma de so-
brevivir.
La ocupación de la tierra y el agua por casi un millón de personas y los
asentamientos no constituyen un proceso que pueda revertirse fácilmen-
te sin correr el riesgo de que se produzca un agudo conflicto social den-
tro de la sociedad israelí.
La retirada de Israel del sur del Líbano, después de una ocupación
que duró casi 18 años, puso de relieve el costo político, material y hu-
mano ocasionado por la constante iniciativa guerrillera de la resistencia
palestina y libanesa (que costó cientos de bajas al ejército israelí). Este
costo no lo puede soportar indefinidamente una sociedad como la de
Israel, donde el estilo de vida “occidental” coexiste, aunque en medio
de dificultades y conflictos, con un oscurantismo confesional como el
que nos muestran las novelas de Mordecai Richler.
La segunda Intifada y su gradual transformación en guerra de libera-
ción (desde peleas a pedradas hasta auténticas iniciativas guerrilleras)
probablemente contaba con esta “libanización” del conflicto y con el
efecto de desgaste con el fin de forzar a los gobiernos israelíes a decre-
tar una “reducción de los asentamientos coloniales” en los territorios

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 145
palestinos y a aceptar, real y no virtualmente, la tesis de “dos pueblos,
dos Estados”.
Aquí radica el salto cualitativo de la Intifada a la guerra de liberación,
una visión de un escenario más parecido a la “Batalla de Argel” contra
la ocupación militar francesa en la década de los sesenta del siglo pasa-
do, que a la primera “Intifada de las piedras” hacia finales de los ochen-
ta. En Argelia no solo se combatía contra las fuerzas militares francesas,
sino también contra una presencia civil colonial (los pieds noirs). El
momento llegó en que ambas tuvieron que abandonar el territorio arge-
lino como resultado de una impetuosa insurrección popular.
Hay que subrayar que, dentro de la Resistencia palestina se discute
enconadamente la oportunidad de atacar objetivos israelíes no solo en
los territorios ocupados (colonias o bases militares), sino también en las
ciudades y en las zonas metropolitanas tras la línea fronteriza. La iz-
quierda palestina (FDLP, FPLP y la izquierda de Al Fatah), por ejemplo,
considera mejor atacar objetivos en los territorios ocupados y obligar
así a los colonos a regresar a los territorios israelíes. Por lo tanto, los
ataques en los territorios israelíes son erróneos ya que, de realizarse, la
“seguridad” de una alternativa “fallaría” y los colonos permanecerían
en los territorios ocupados. O, debido a que, en lo que al peligro con-
cierne, no importa en el lugar en que se encuentren, también pueden
quedarse donde están.
Por el contrario, las nuevas y viejas organizaciones que emergieron
de la nueva Intifada (las brigadas Aqsa, cuyo orígen es Al Fatah, y Al
Quds y Ezzedin Al Qassam, que provienen de Jihad y Hamas) conside-
ran necesario continuar la estrategia de atacar (con suicidas o no) tam-
bién en territorio israelí.
Un recuento doloroso, pero objetivo, revela claramente que los ata-
ques suicidas se fueron reduciendo en la década de los noventa hasta
que cesaron del todo en 1999 y los primeros meses del 2000. Esto signi-
fica que de alguna manera las negociaciones de Oslo y la perspectiva de
un acuerdo duradero que condujera a un Estado palestino independiente
debilitaron la estrategia de los ataques. También es claro que después de
la provocación de Sharon en el espacio abierto de las mezquitas y de la
escalada de la represión israelí, el número de ataques aumentó con rapi-
dez. Más recientemente, los ataques israelíes tuvieron como objetivos
las ciudades y colonias como reacción a los asesinatos israelíes de líde-
res palestinos. Así pues, el nexo de causa y efecto y la imposibilidad de
llegar a una solución militar del problema palestino se evidencia con
toda nitidez.
Además, en un documento que Edward Luttak hizo público en el oto-
ño del 2001 (un año después de que comenzara la segunda Intifada), las
autoridades israelíes reafirmaron su convicción de que podían manejar
la represión de la revuelta palestina con una pérdida muy baja de vidas
humanas. Pero las cosas, como bien se sabe, dieron un giro diferente.

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146 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Como informaran muchos corresponsales, el sentido de inseguridad
dentro de los asentamientos y en el corazón mismo del Estado de Israel
está ocasionando un daño considerable a la economía y la cohesión de la
sociedad israelí. La opción de guerra total que Sharon supuestamente
representa se proponía evitar lo acontecido. En realidad, su objetivo era
una represión rápida y definitiva, la expulsión de tantos palestinos como
fuera posible de los territorios en disputa y la reducción de los que que-
daban a la condición de habitantes de un bantustán sudafricano.
Para conseguir este objetivo Israel necesita el apoyo de los Estados
Unidos y la neutralidad conspirativa (y la indulgencia) de los países
europeos. La activación sistemática de los grupos de presión pro-israelíes
en todos los países importantes se ha convertido en una especie de mo-
vilización general de la que ningún “judío” puede escapar, como tampo-
co puede evadir las exageraciones y la asfixiante omnipresencia en todos
los diarios más importantes de comentaristas, escritores, expertos, his-
toriadores y ganadores israelíes o pro-israelíes de premios Nobel.
Este es el significado del intento de presentar el conflicto colonial
israelo-palestino como un choque de civilizaciones, donde Israel es vis-
to como el bastión democrático del modelo occidental (el “mejor mode-
lo posible” en esa región, pese a todos sus defectos) contra el terrorismo
árabe-islámico y la barbarie que amenaza el modelo occidental. La cam-
paña de terror contra el Islam y los árabes que se desató en los Estados
Unidos y Europa después de los ataques contra las Torres Gemelas de
Nueva York coincide exactamente —quizás con demasiada exactitud—
con la orquestada en defensa del bastión israelí en el Oriente Medio.
Pero, ¿cuál es la razón de que Palestina, este pequeño pedazo de territo-
rio ocupado, siga siendo la contradicción no resuelta de la región del
Oriente Medio?

El Oriente Medio
en la estrategia de los Estados Unidos

Hemos visto sucesos que nunca soñamos ver: quema de automóviles en


Bahrein, medio millón de personas que protestan en Marruecos, mani-
festaciones en Egipto. Esta situación nos inquieta y esta preocupación
se debe al hecho de que ya nos enfrentamos a un conflicto entre las dos
partes de los territorios ocupados. Por el contrario, nos enfrentamos a
algo que bulle y se rebosa como un caldero y afecta no solo a los intere-
ses israelíes, sino también a los norteamericanos, de un modo durade-
ro, a largo plazo.
Esta evaluación que hizo el Secretario de Estado norteamericano Powel
durante uno de sus viajes al Oriente Medio, revela la existencia de una
nueva situación en esa zona.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 147
El conflicto que los militares israelíes y la ocupación de Palestina
desataron es el eje tanto de la crisis del Oriente Medio como de buena
parte de lo que está en juego en la guerra infinita que la administración
Bush desencadenó.
Como comenta Ugo Tramballi en Il Sole 24 Ore, después de la guerra
en Afganistán, que permitió a los Estados Unidos establecerse en Asia
Central, el corazón del problema “no es ese país lejano (Afganistán)
sino el Oriente Medio que incluye esa cuña de civilización occidental
encajada en el corazón de su mundo, Israel”. 10
El escenario apocalíptico de Powell, por un lado, y la evaluación de
Tramballi, un experto comentarista de asuntos internacionales, por otro,
aportan los dos polos que permiten entender la esencia de una gran par-
tida. Esta, que comenzó con la “Gran crisis de 1973” y se ha reducido a
solo uno de sus aspectos, el choque del petróleo; no se ha decidido aún.
Hace algún tiempo, en un extenso comentario que se publicó también
en Italia, uno de los protagonistas de esa crisis, Henry Kissinger, resol-
vió la cuestión palestina de una manera muy perentoria: nada de confe-
rencia de paz internacional porque “aislaría a los Estados Unidos”, nada
de la retirada de los territorios ocupados en 1967 “porque a ningún pri-
mer ministro israelí le ha pasado alguna vez por su mente que semejante
medida pudiera proponerse”, nada de apoyo al plan de Arabia Saudita
“porque estimularía a los fanáticos de la Jihad que deambulan por el
mundo”. Kissinger proponía una solución diferente: una división de
papeles entre los Estados Unidos y los aliados europeos, “en caso de
que estos comprendan bien sus propios intereses”. Los primeros debían
desempeñar el papel de negociador principal y los últimos el de “contri-
buir a interrumpir los flujos de iniciativas de paz, iniciativas que tienen
como objetivo mejorar su posición en el mundo árabe, aunque en reali-
dad no hacen más que fomentar la radicalización de las expectativas y la
posición de los árabes”.11
Es este un aut aut (lo uno o lo otro) de primera magnitud contra las
ambiciones europeas en el Oriente Medio. Pero, no solo la estrategia de
los Estados Unidos corrobora este enfoque, pues también la confirman
una entrevista de Peres —en la que el político israelí alude al “riesgo de
una nueva guerra fría entre los Estados Unidos y Europa” en relación
con los problemas del Oriente Medio— y las declaraciones repetidas y
brutales, aunque explícitas, de Sharon contra la política europea en la
región.
Los Estados Unidos comprendieron que deben jugar duro en el Oriente
Medio si aspiran a neutralizar el escenario dibujado por Powell y, si
desean volver a controlar todos los países estratégicos de la zona con los
cuales sus relaciones tradicionales se han hecho mucho más difíciles.
10
Il Sole 24 Ore, septiembre 16, 2001.
11
Los Angeles Time/La Stampa, mayo 9, 2001.

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148 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
En la lista de los Estados villanos aparecen ya Iraq e Irán, pero no está
muy lejos el día en que pudieran formar parte de ella, Siria, Líbano y
Arabia Saudita. La producción de tres de estos cinco países constituye
la mitad de la producción mundial de petróleo. Esto no es casual, dado
que cuatro de estos cinco países establecieron una relación privilegiada
con la Unión Europea y Rusia en vez de con los Estados Unidos.
Los acontecimientos relacionados con Bin Laden y Al Quaeda mos-
traron al mundo que los grupos económicos dispuestos a competir con
la hegemonía de los Estados Unidos crecieron también en los países
árabes y musulmanes. En Arabia Saudita, Egipto, Pakistán, Indonesia y
Malasia, sectores de la burguesía “petrofeudal”, con fuertes intereses en
el mundo de las finanzas, aspiran a escapar del control norteamericano.
Un documento que en 1998 elaboró el actual vice-ministro de Defen-
sa, el “halcón” Wolfowitz, argumentaba sin ambages que se debe obligar
a los árabes a vender no solo su petróleo a las compañías multinaciona-
les, sino también sus pozos, y que era necesario impedir la desestabili-
zación de un país estratégico como Arabia Saudita. Un documento a
destiempo, pero indicador de lo que preocupa a los norteamericanos en
esa zona.
Las diferencias surgidas entre los “socios” en cuanto al ataque contra
Iraq fueron muy nítidas tanto en Europa como en el Oriente Medio.
De acuerdo con lo afirmado por Kissinger y por otros que forman el
núcleo duro de la administración Bush (Rumsfeld, Cheney, Wolfowitz),
la crisis del Oriente Medio debería manejarse sin la participación de la
Unión Europea e incluso sin la cooperación de los denominados países
árabes moderados.
Como subraya Geoffrey Aronson en Le Monde Diplomatique,12 “¿qué
ventaja habría en pagar un precio político por la cooperación de los
árabes si esta no es esencial y si los Estados Unidos están seguros de
que podrán obenerla en caso de una victoria norteamericana?”. La
ausencia total de aliados árabes en la nueva guerra contra Iraq (con la
excepción de Kuwait y los Emiratos del Golfo) confirman el adiós nor-
teamericano, incluso a los llamados países moderados.

Después de Iraq... ¿Irán?

Las negociaciones con Turquía sobre las bases militares que se necesi-
taban para la agresión contra Iraq, una cierta vacilación por parte del
nuevo ejecutivo del Partido Islamista y la hostilidad abierta de la opi-
nión pública a la guerra, introdujeron algunos elementos de incertidum-
bre en la relación entre Washington y su leal centinela, la OTAN, en las
puertas del Oriente Medio.
12
Geoffrey Aronson: Le Monde Diplomatique, mayo 2002.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 149
En este momento, el único aliado verdadero de los Estados Unidos
parece ser Israel. Este, por lo menos en lo concerniente a votos electora-
les, parece condicionar más la política norteamericana que lo que esta
condiciona la israelí. Según Geoffrey Aronson, los líderes israelíes han
tratado durante más de veinte años de convencer a los Estados Unidos
de que la percepción israelí de los peligros no convencionales que
entrañan Irán, Iraq y Siria es la correcta.
El intelectual pacifista Uri Avnery explica muy bien cómo, después
del 11 de septiembre, los grupos dominantes israelíes han tratado de
dirigir la mano de los Estados Unidos contra Irán. Avnery sostiene que
los israelíes han estado conduciendo esta campaña durante meses. El
escenario que dibujó es increíblemente realista:
Israel ejerce una enorme influencia sobre el Congreso y los medios de
comunicación. Ocurrirá lo siguiente: todos los días los generales
israelíes anunciarán que Irán está produciendo armas de destrucción
masiva y que amenaza al Estado de Israel con un segundo Holocausto.
Sharon anuncia que la captura de un barco iraní lleno de armas de-
muestra que Arafat tiene vínculos con la conspiración iraní. Peres le
dice a todo el mundo que los misiles iraníes son una amenaza para el
mundo entero. No pasa un día sin que un periódico norteamericano
anuncie que Bin Laden se encuentra en Irán o con la Hezbollah libanesa
(...) Sharon consigue entonces tener las manos libres para oprimir a los
palestinos, detener a Arafat, asesinar militantes y expandir los asenta-
mientos. El intercambio es simple: me dan el apoyo de los medios de
comunicación y del Congreso y yo les sirvo a los palestinos en bandeja
de plata. Esto podría no ocurrir si los Estados Unidos necesitaran to-
davía el apoyo de sus aliados europeos o árabes. Pero en Afganistán
llegaron a la conclusión de que se las pueden arreglar sin ellos.
En una entrevista en The New York Post del 8 de noviembre del 2002,
Sharon planteó que tan pronto como termine la guerra en Iraq ejercerá
presión para “poner a Irán en la cabeza de la lista de cuestiones por
resolver”. Según Sharon, “Teherán hace todo lo que puede para hacerse
de armas de destrucción masiva y misiles balísticos. Constituye un peli-
gro para el Oriente Medio y Europa”.13
En realidad, desde el punto de vista de Israel, Irán parece ser un pro-
blema más serio que Iraq. Irán no sufrió la devastación de la Guerra del
Golfo ni el consiguiente embargo, y hasta ahora no ha estado sometido a
las sofocantes inspecciones de los hombres de Washington que se infil-
traron entre los inspectores de la ONU (pese a que la IAEA se presta a
un juego muy ambiguo). Irán evadió fácilmente el embargo comercial
que le impuso la Iran Act aprobada por el Congreso: ha hecho negocios
con las compañías y multinacionales europeas y rusas (e incluso con
13
Uri Avnery, www.Gush-Shalom.org

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150 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
algunas norteamericanas), es un país grande con inmensas reservas
de petróleo, está bien armado gracias a los años durante los cuales no
faltaron los abastecimientos de armas desde Rusia, Francia y China,
apoyó abiertamente la resistencia de Hezbollah en el Líbano que humi-
lló a Israel al obligarlo a retirarse de la zona del sur que había ocupado
en 1982, y apoya a Hamas y la Jihad Islámica en los territorios palestinos
ocupados.
Las imágenes que la inteligencia norteamericana prestó y la CNN
transmitió en diciembre no hacen más que mostrar lo que la IAEA ya
sabía e hizo oficial: Irán posee dos plantas nucleares, una en Isfahan y la
otra en Bushehr. Pero Irán firmó el Tratado de no Proliferación y los
inspectores de la IAEA verificaron el carácter civil de ambas plantas.
Israel no hizo nada.
Comenzó ya una campaña de los medios de comunicación destinada
a mostrar que Al Zarwaki, uno de los líderes de Al Qaeda, se mueve
entre Irán e Iraq. Matar dos pájaros de un tiro: esto demuestra que am-
bos países, pese al conflicto entre ellos, apoyan a los mismos terroristas
que estaban detrás de los ataques del 11 de septiembre.14
La campaña de los medios de comunicación que promueve la agre-
sión contra Irán dio ya sus primeros pasos. Después de Bagdag, la ma-
quinaria de guerra norteamericana, que se encuentra ahora en la frontera
con Irán, podría moverse hacia Teherán y satisfacer así los objetivos del
equipo israelo-norteamericano.
Iraq es un país que se sentía orgulloso de su independencia. Pero, a
diferencia de Irán, quedó postrado por un mortífero embargo que ha
durado 15 años y ha estado sujeto a inspecciones de la ONU que impu-
sieron el desarme unilateral del país. No fue posible alcanzar de nuevo
los niveles tecnológico y social que el país había conseguido porque el
programa “Alimentos por petróleo” y las llamadas “sanciones inteligen-
tes” fueron ideados y controlados por los Estados Unidos y el Reino
Unido. Así pues, la “amenaza iraquí” era relativamente menor.
Las prioridades de los Estados Unidos en cuanto a Israel se invirtie-
ron. El propósito de aquel país y de las multinacionales norteamericanas
de ocupar Iraq e invadir Afganistán tenía tres objetivos:
1. La penetración en casi todas las repúblicas de Asia Central permi-
tió a los Estados Unidos lograr el objetivo estratégico que durante
mucho tiempo persiguieron: tener bases militares alrededor de toda
Rusia y dentro de los territorios de la antigua Unión Soviética.
2. Gracias al control de Afganistán y Pakistán, los oleoductos y
gasoductos que proceden del Asia Central podrán eludir a Rusia
e Irán y llegar al Océano Índico. Esto permite que Washington y
las compañías petroleras como Unocal materialicen sus ambicio-
14
“Gli uomini di Al Qaeda più di casa in Iran che a Bagdag, Corriere della Sera,
febrero 7, 2003.

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EL TEATRO EUROASIÁTICO DE LA GUERRA IMPERIALISTA 151
nes y desechen a los Talibanes, con los cuales habían flirteado en
el pasado.15
3. En Irán, el conflicto entre las nuevas generaciones y la teocracia
islámica podría provocar un cambio interno (debidamente apoya-
do desde el extranjero) sin que los Estados Unidos tuvieran que
recurrir —al menos hasta ahora— a la intervención militar. La pre-
sencia de bases norteamericanas y personal militar en Iraq, en la
frontera con Irán, constituye el “disuasor mínimo” para lograr su
objetivo.
“El estado mayor israelí actualiza continuamente sus planes para ata-
car a Irán”, escribe Limes, “pero los que toman las decisiones políticas
dejan a los Estados Unidos la tarea de disuadir —política o militarmen-
te— a Irán, con la esperanza de que el ala moderada del régimen se
fortalecerá”.16
Si esto es verdad, es posible que, en contra de los deseos de los gru-
pos dominantes israelíes, el “castigo” de la guerra infinita de Bush pue-
da posponerse también en vista de que la resistencia iraquí está infligiendo
serveras pérdidas —en términos políticos, económicos y humanos— a
la ocupación militar norteamericana.
Para saber si los misiles, las bombas, y quizás las bombas atómicas,
caerán sobre Teherán y Riyad, después de haber caído sobre Bagdag,
tendremos que considerar la decisión de los líderes israelíes y norte-
americanos sobre el orden de las prioridades y las modalidades de un
ataque.

Iraq: un chivo expiatorio

Los Estados Unidos ajustaron definitivamente sus cuentas con Iraq a fin
de enviar algunas advertencias:
a) la primera advertencia está dirigida a los movimientos populares
del mundo árabe, a los que les gustaría derrocar sus gobiernos u
obligarlos a adoptar una política más dura contra Israel y los Esta-
dos Unidos, así como recuperar su propia identidad e independen-
cia nacional;
b) la segunda advertencia va dirigida a Arabia Saudita, en la cual,
desde antes del escándalo alrededor de Bin Laden y los fondos
destinados a Al Quaeda, algunos dirigentes adoptaron posiciones
menos tolerantes con la hegemonía de los Estados Unidos y la pre-

15
Sobre esta cuestión, véanse los dos capítulos centrales, sumamente interesantes, del
libro de Ahmed Rashid, Talibani, Islam, petrolio e il grande scontro in Asia Centrale,
Feltrinelli, 2001.
16
“Dopo Saddam nel mirino di Sharon sono gli ayatollah”, Limes, no.1, 2001.

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152 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
sencia de bases militares norteamericanas en suelo saudí; además,
esos dirigentes estaban listos para convertir su capital de “petrodó-
lares” en “petroeuros”, por lo que los dólares no irían a parar al
vulnerable sistema financiero norteamericano.17
Un indicio de la atmósfera reinante es la recepción que se le dió al
“plan de paz” saudita en la cumbre árabe de marzo en Beirut; la respues-
ta de Israel no podía ser otra que la ofensiva militar contra las ciudades
palestinas. Fue la primera vez que Arabia Saudita tomaba una iniciativa
diplomática de tanta importancia.
Para todo el mundo es evidente que detrás del desafío de Bin Laden y
Al Quaeda a los Estados Unidos se encuentran también las ambiciones
de una naciente burguesía árabe que, dependiente del petróleo y de los
capitales depositados en bancos norteamericanos e ingleses, llegó gra-
dualmente a la conclusión de que podía convertirse en un nuevo polo de
poder, en un elemento de equilibrio, si no en el mundo por lo menos en
la región del Oriente Medio. La influencia y el prestigio conseguidos
por el canal de televisión Al Jazira es un indicio de los cambios en el
clima cultural. Los acontecimientos del 11 de septiembre pusieron de
manifiesto lo mucho que los Estados Unidos temían a esta posibilidad.
Es obvio que la partida se juega sobre todo en el Golfo y que Iraq es en
este sentido el “chivo expiatorio” mediante la cual enviar una adverten-
cia muy seria a Arabia Saudita, Irán o los Emiratos del Golfo sin tener
que bombardearlos.
c) la tercera advertencia está dirigida a las crecientes ambiciones in-
ternacionales de Europa. Es esta quizás la advertencia más emble-
mática en el aspecto estratégico.

17
“Doccia fredda sulle relazioni con Washington”, Le Monde Diplomatique, mayo,
2002.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 153
8. ZONAS DE COMPETENCIA:
EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA

Los Estados Unidos y Europa en el Oriente Medio.


Cuestiones de competencia

Todo parece indicar que la nueva crisis que los Estados Unidos de-
sataron en el Oriente Medio de seguro afectará considerablemente las
relaciones entre ese país y Europa. Desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial hasta hoy, los Estados Unidos recurrieron sistemáticamente al
factor militar en las relaciones internacionales cada vez que pensaban
que su liderazgo mundial era amenazado por “enemigos”, así como por
“aliados”.
Los Estados Unidos no deseaban que el euro se convirtiera en una
moneda que pudiese ejercer influencia sobre la economía mundial. Si
bien aceptan la idea de un mercado único europeo, temen a la unión
monetaria porque reduce el peso de la hegemonía norteamericana en el
mundo.
Según analistas como William Clark, “Sadam firmó su propia senten-
cia de muerte cuando hacia finales del 2000 decidió pasar al euro, esto
es, cuando convirtió sus reservas ascendentes a 10 millardos de dólares.
En ese momento, la segunda Guerra del Golfo se hizo inevitable (...) la
capacidad del dólar para mantenerse firme se vio en peligro. Si los Esta-
dos Unidos no hubiesen encontrado rápidamente un remedio, el fuego
se habría extendido a toda la economía y al comercio mundial”.1
En febrero de 1966, Helmut Kohl, el ex-Canciller alemán, en un dis-
curso en la Universidad de Lovaina, Bélgica, utilizó un lenguaje sor-
prendentemente inusual: “La política de la integración europea es en
realidad una cuestión de la guerra y la paz en el siglo XXI”. Esta decla-
ración pública del líder alemán provocó cierta consternación. Esta mis-
ma tesis se repitió tres años más tarde, durante la agresión de la OTAN
contra Yugoslavia.
Año y medio después, Martin Feldstein, un economista norteameri-
cano pro-republicano, empleó un lenguaje similar, como es obvio, des-
de una perspectiva norteamericana. En un ensayo publicado en Foreign
1
W. Clark: “Dollaro contro euro. Guerra di valute”, La Contraddizione, agosto, 2003.

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154 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
Affairs, Feldstein afirmó que la introducción del euro “conducirá a la
discordia y a la guerra entre los mismos países europeos, y entre estos y
los Estados Unidos”.
En una entrevista para el periódico económico italiano más importan-
te, Feldstein reafirmó esta perturbadora tesis. “Estoy convencido de que
el peligro de guerra aumentará, en vez de disminuir, con la introducción
de la Unión Monetaria y Económica. Es por ello que recomendé al go-
bierno norteamericano que modificara todo su enfoque de la política
exterior, en vista de las serias desestabilizaciones y enfrentamientos con
Europa”. No es casual entonces que Martin Feldstein2 sea hoy uno de
los asesores de Bush.
En 1992 el Washington Post hizo público un documento secreto del
Pentágono, el infame “Informe Wolfowitz”. Este informe fue negado,
pero dio lugar a controversias, sobre todo con los “aliados”. Anticipó lo
que luego sería afirmado por Kohl y Feldstein. “Debemos desalentar
que otras naciones industrializadas desafíen el liderazgo norteamericano
y cuestionen el orden político y económico establecido. Debemos con-
servar una supremacía militar tal que disuada a los rivales potenciales
de aspirar a un mayor papel global o regional”.3 Esto forma parte del texto
del informe.
No es obra del azar que Wolfowitz sea actualmente un vice-ministro
y miembro muy influyente de la administración Bush. El poder político
y militar se concentra hoy en sus manos, así como en las del grupo que
elaboró el notorio “Proyecto de un Nuevo Siglo Norteamericano”, una
especie de Mein Kampf de los grupos de poder más reaccionarios y pe-
ligrosos dentro de la clase dirigente norteamericana.4
Hasta ahora, la primacía del dólar en el control de los flujos financie-
ros ha sido el rasgo principal del sistema en el que se sustenta la econo-
mía mundial. Esta primacía está destinada a desaparecer y a dejar espacio
a un sistema que sea (por lo menos) bipolar, y dentro del cual los Esta-
dos Unidos y Europa tendrán que hallar un nuevo punto de equilibrio, o
de conflicto.
La subdivisión del mundo en varias zonas monetarias y económicas
(el FTAA y la Unión Europea, sobre todo) es cada vez más nítida. La
2
Martin Feldstein escribió este ensayo que aparece en el número de noviembre de
1997 de Foreign Affairs. Entrevistado en Il Sole 24 Ore, reafirmó su perturbadora
tesis y dejó estupefacto a quien lo entrevistaba.
3
El Wolfowitz Report de 1992 afirmaba explícitamente que los EE.UU. tenían que
mantener una maquinaria militar tan poderosa como para desalentar las rivalidades
globales o locales. Para conservar su supremacía, los Estados Unidos tenían que
eliminar por la fuerza la proliferación de las armas nucleares, química o biológicas en
Iraq y Corea del Norte.
4
El documento “Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano” se esbozó nueve
años después que el Wolfowitz Report. Se inspira en esta filosofía (y la vuelve a
proponer) saturada de supremacía militar y moral norteamericana en oposición al
resto del mundo.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 155
decisión de desregular los mercados financieros está causando —ade-
más de las crisis financieras de 1992 en Europa, de 1995 en México,
de 1997 en Asia, de 1998 en Rusia y de 1999 en Brasil—, la reducción de
la importancia del dólar en la economía internacional.
En una entrevista para US News and World Report, la que fuera Se-
cretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, señaló
que “los nuevos grupos económicos y monetarios serán en el próximo
siglo el equivalente de las alianzas militares del pasado”. Si esto es
verdad, los Estados Unidos y Europa no formarán parte de la misma
alianza militar. Lo que está ocurriendo en la OTAN y la competencia
entre el proyecto de un ejército europeo, por un lado, y la Fuerza de
Reacción de la OTAN que los Estados Unidos y el Reino Unido propu-
sieron durante la Cumbre de Praga, por otro, confirma que la hendidura
estratégica entre los Estados Unidos y Europa crecerá también definiti-
vamente en el manejo de la estabilidad de una región tan vital como el
Oriente Medio, así como en la de los intereses materiales en esa región.
El “Nuevo Siglo Norteamericano”, que Wolfowitz, Rumsfeld y otros
decretaron, solo podrá decursar sobre las ruinas y la sangre de sus com-
petidores estratégicos.

Rusia, una variante estratégica

Lo que hemos destacado más arriba constituye el contexto real de la


nueva estructura de la sociedad capitalista. El punto de partida de este
análisis está dado por algunos rasgos relacionados entre sí del creci-
miento capitalista. Se contemplan dentro del marco de la relación ca-
pital-trabajo, cuyo objetivo es el control social interno en cada país
capitalista. Esto es más claro aún si analizamos los datos macroeconó-
micos de la recesión capitalista. Esta recesión empuja inexorablemente
a una guerra sostenida y a designios expansionistas en la zona ruso-
asiática, esto es, en la región estratégica llamada Eurasia.
El colapso de la URSS cambió radicalmente la faz de Eurasia porque
abrió el camino a la penetración de los Estados Unidos y la Unión Europea
en el continente asiático. El fin de la URSS no solo causó una pérdida de
prestigio internacional que Rusia sufrió, país este que dejó de ser una
potencia internacional capaz de desafiar a los Estados Unidos para con-
vertirse en una potencia de mediano nivel. También dio lugar a una nue-
va y notable definición de las fronteras de Rusia y, por tanto, a un cambio
en la disponibilidad de recursos energéticos subterráneos estratégica-
mente importantes. Después de 1991, Rusia tuvo que vérselas con una
realidad que había cambiado radicalmente: el territorio asiático bajo su
dominio disminuyó en un 20% en relación con su extensión anterior, la
población asiática que Rusia controlaba se redujo de 75 a 30 millones, y
millones de rusos que viven en el Cáucaso se encuentran ahora separa-

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156 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
dos de Rusia. Debe recordarse que las grandes migraciones de la pobla-
ción más las diferencias étnicas (que de cierto modo se mantenían con-
troladas por el régimen soviético) han provocado y seguirán provocando
conflictos (como son los casos del Cáucaso y Chechenia) que serán cada
vez más agudos y trágicos, no tanto por motivos religiosos, sino por los
intentos de controlar una zona que puede considerarse la “mayor mina
de energía” del mundo.
La Federación Rusa cuenta con 150 millones de habitantes (la mayo-
ría de los cuales son rusos), pero también son millones los rusos que
viven fuera de su propio Estado: la idea de “restaurar el imperio” (cuyo
objetivo es defender a quienes viven lejos de Rusia) tropieza con el
nacimiento y la consolidación de nacionalismos muy enraizados y cada
vez más actuales.
En resumen, Rusia fue hasta hace poco el creador de un gran impe-
rio territorial y el líder de un bloque ideológico de Estados satélites
que se extendían hasta el corazón de Europa y el Mar del Sur chino.
Ahora se ha convertido en un país agitado, sin un fácil acceso geográ-
fico al mundo exterior y potencialmente expuesto a conflictos devasta-
dores con sus vecinos a lo largo de sus fronteras occidentales,
meridionales y orientales. Solo los espacios deshabitados e inaccesi-
bles del Norte, casi siempre asolados por las heladas, parecen ser
geopolíticamente seguros”.5
El territorio asiático que antes formaba parte el imperio soviético está
subdividido en Tayikistán, Kirguistán, Kazajstán, Turkmenistán y Uz-
bekistán. Estas zonas atraviesan una fase económica inestable y difí-
cil, y son el teatro de constantes conflictos internos. El colapso de la
URSS provocó también un terremoto geopolítico en la zona del Mar
Caspio. De hecho, hasta 1991, este territorio podía considerarse soviéti-
co e iraní. Después del fin de la URSS, además de la Federación Rusa y
la República Islámica de Irán, otros tres países daban al Caspio: Turk-
menistán, Azerbaiyán y Kazajstán. Debido a este cambio, cinco países
costeros están interesados en el petróleo y el gas. Además, esta zona
sufre una grave y progresiva degradación ambiental. La ausencia de todo
tipo de control ha ocasionado considerables pérdidas a los sectores lo-
cales con tradición de desarrollo, como la pesca. Esto mismo se repitió
en el turismo, que no puede conseguir un buen despegue debido a estas
condiciones.
Comoquiera que ninguno de estos países ha ratificado un acuerdo
definitivo para la explotación de esta zona y de sus recursos energéticos,
el problema no se ha podido resolver.
No es extraño entonces que una zona como la del Caspio, muy bien
dotada de recursos energéticos, sea una tentación para todos. En cuanto
a las relaciones geopolíticas mundiales, esta zona será regulada por un
5
Z. Brzezinski: La grande..., ob. cit., p. 132.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 157
acuerdo entre los cinco Estados costeros, pese a que hasta ahora, en
virtud de las difíciles relaciones entre ellos, no se ha producido intento
alguno por arreglar las cosas, sobre todo porque no se ha logrado un
“acuerdo compartido” que convenga a los Estados Unidos, la Unión
Europea y Rusia.
Desde un punto de vista económico, Rusia sufrió un colapso muy
grave. Entre 1992 y 1998 su PIB diminuyó en aproximadamente 40%, y
en la actualidad constituye más o menos el 20% del de los países de
la Unión Europea. Las inversiones decayeron abruptamente en más
del 60% y constituyen menos del 13% del PIB.
Desde 1992 hasta 1994, inmediatamente después de las reformas eco-
nómicas, la producción en la manufactura disminuyó en más del 50%.
La causa fue las dificultades en las ventas como resultado de la liberali-
zación de los precios en 1992 y la suspensión de los subsidios estatales.
La situación mejoró entre 1995 y 1999. Pero no se puede comparar el
desarrollo de Rusia con el de otras de las llamadas “economías en tran-
sición”, como Polonia y Hungría. En 1997 las inversiones en negocios
fueron menos del 13% del PIB; las inversiones extranjeras directas son
muy pocas, pues no llegan al 1% del PIB (0,8%). La devaluación del
rublo en 1998 estimuló la producción industrial que en 1999 creció en
un 3,1%.
La devaluación del rublo como consecuenca de la crisis financiera de
agosto de 1998 ya en 1999 arrojó claros resultados. Según el Comité
Estatal de Estadísticas (Goskomstat), en el primer semestre de 1999 las
exportaciones rusas disminuyeron en un 11,7% en relación con el año
anterior y las importaciones en más del 45% anual.
También es importante recordar que desde 1992 a 1998 se redujeron
también las importaciones provenientes de la Unión Europea y las ex-
portaciones a esa Unión. Mientras que en 1992 la Unión Europea reci-
bió el 48% de las exportaciones rusas y suministró el 43% de sus
importaciones, en 1998 las cifras disminuyeron hasta el 31% y el 36%
respectivamente. Los países de la Unión Europea que tienen más rela-
ciones comerciales con Rusia son Alemania (35% de las exportaciones
de la UE y 31% de las importaciones de la UE en 1998), Italia (13% de
las exportaciones y 14% de las importaciones), Francia (8% de las ex-
portaciones y 10% de las importaciones) y el Reino Unido (6% de las
exportaciones y 10% de las importaciones). La situación mejoró en el
curso del 2001: en los primeros 9 meses el PIB creció en un 5,7%, las
inversiones en 5,8%, la producción agrícola en 7,4%, el comercio mino-
rista en 10,1%, la producción industrial en 5,2%, y la tasa de inflación
fue del 13,9%.
En cuanto al comercio internacional, en los primeros meses de 2001,
Italia fue segunda, después de Alemania, entre los países que recibían
más exportaciones rusas, y sexta entre los países que suministraban las
importaciones de Rusia. Los datos muestran que Rusia es un mercado

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158 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
de gran importancia para Italia, sobre todo si tenemos en cuenta que el
80% de las importaciones italianas desde Rusia son de petróleo y gas.
El desempleo también se redujo, de unos 7 millones a 5,7 millones en
los primeros nueve meses del 2001; los salarios crecieron en aproxima-
damente un 20%, al igual que el ingreso real de la población, que tuvo
un incremento del 6%. Los determinantes extranjeros del crecimiento
económico ruso perdieron importancia como resultado tanto de la caída
de los precios de las materias primas (sobre todo los de la energía, que
constituye la parte fundamental de las exportaciones rusas), como de
la revaluación del rublo en relación con el dólar. Fundamentalmente, es la
demanda interna de bienes de consumo y maquinaria la que estimula
la economía. “En septiembre del 2001, la deuda externa de la Federa-
ción Rusa era de 143,3 millardos de dólares, de los cuales 93,3 millar-
dos se heredaron de la época soviética. Del total, se adeudan al FMI y
al Banco Mundial 17,6 millardos, y 39 millardos al Club de París”.6
Desde el 2000 hasta el fin de septiembre del 2001, las inversiones
extranjeras crecieron en más del 23%. Los principales inversionistas son
Alemania, los Estados Unidos, Chipre, Francia, Reino Unido, Holanda
e Italia.
En el 2002 y los primeros meses del 2003, los indicadores macroeco-
nómicos fundamentales mostraron un desarrollo positivo, en particular,
los de crecimiento del PIB y las inversiones extranjeras. También la bolsa
de valores rusa alcanzó su máximo nivel anual en septiembre del 2003,
mientras el rublo no solo se mantuvo estable, pues su tendencia es a
fortalecerse. Son estas señales positivas las que pueden crear las condi-
ciones para que regresen aquellos capitales extranjeros que abandona-
ron el país en masa después de la crisis financiera de 1998. El tipo de
cambio entre el rublo y el dólar es ahora de 1 a 31. No cabe duda de que
esto es favorable para las exportaciones rusas e impide la depreciación
de las inversiones.
La convertibilidad del rublo en los mercados internacionales se ha
convertido en una posibilidad real, ya que parece ser que el valor real
del rublo aumentará entre un 3% y un 5% en el 2004. Por cierto, Rusia
ha estado por algún tiempo mostrando interés por el euro y ya anunció
que quiere diversifircar sus reservas. De hecho, lleva muchos meses
comprando euros, además de oro y dólares. También es patente que la
economía rusa crece gracias al aumento de los precios del petróleo. Asimis-
mo, son mayores sus esperanzas de ingresar en la Organización Mundial
del Comercio. Todo esto se traducirá en un considerable aumento del
PIB en muy corto tiempo, lo que eleva las probabilidades de que el rublo
se convierta en una moneda internacional. No es casual que varias de las
naciones de la antigua Unión Soviética lleven varios meses negociando
la posibilidad de utilizar el rublo como moneda común de la zona.

6
www.ICE.it

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 159
Es importante destacar que, para convertirse de nuevo en una poten-
cia económica capaz de competir con las “grandes de Occidente”, Rusia
debe controlar Ucrania. Este es un país de vital importancia porque,
además de contar con más de 50 millones de habitantes, es una con-
fluencia estratégica dotada de recursos mineros en gran cantidad y de
gran calidad, y controla el acceso al Mar Negro. Es claro, entonces, que
el control de este país le otorgaría a Rusia una presencia tanto en Asia
como en Europa. Si además de Ucrania, Rusia pudiera controlar
Afganistán (país también dotado de enormes recursos minerales y ener-
géticos), tendría acceso a Asia Central y al Mar Caspio.7
Es importante recordar que los estudios geológicos estiman que los
recursos petroleros en esta zona podrían llegar a 235 000 millones de
barriles, lo que haría de la zona un nuevo Golfo Pérsico. Por ejemplo, en
Kazajstán hay inmensos yacimientos petrolíferos (en Kashgan) que son
explotados, por cierto, por una compañía italiana, Agip, líder de un gru-
po de nueve compañías internacionales entre las cuales se encuentran
Shell, British Gas, BP-Amoco, etcétera.
Azerbaiyán tiene reservas de más de 20 000 millones de barriles de
petróleo y Turkmenistán cuenta con el 25% del total de las reservas de
gas de la zona del Caspio (esto es, el 18% de las reservas mundiales). Y
estos datos no comprenden las reservas que posiblemente no se han en-
contrado aún.
Rusia ya dejó de considerar que el petróleo era solo una materia pri-
ma exportable, y entiende que es un elemento de central importancia
para la estabilización del consumo mundial de energía y, por consiguiente,
para su fortalecimiento geoeconómico y geopolítico en el mundo. Rusia
desea que sus reservas se conviertan en una alternativa a las del Golfo
Pérsico en virtud de que fuentes fidedignas internas pronostican un fuerte
incremento de la producción de petróleo que podría elevarse de 380 000
a 520 000 millones de toneladas. Pero, conseguir este aumento, requiere
de grandes inversiones en infraestucturas. Estas, por su parte, exigen
recursos financieros internacionaes que se calculan entre 500 mil y 800
mil millones de dólares. Y en septiembre de 2003 se anunció que Arabia
Saudita y Rusia, los dos mayores exportadores de petróleo, están a pun-
to de firmar un acuerdo por 5 años para la cooperación en el sector de la
energía. Este acuerdo contempla iniciativas de colaboración en los mer-
cados mundiales.
Rusia considera que el petróleo, el gas y la energía eléctrica constitu-
yen el volante de su propio desarrollo y los elementos que le permiten
actuar internacionalmente como un competidor estratégico y confiable.
Es por ello que trata de ejercer un cierto control internacional sobre
todo el territorio de lo que fuera la Unión Soviética y mediante la utili-
zación en provecho propio de los conflictos internos. Es obvio entonces

7
Z. Brzezinski: La grande..., ob. cit.

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160 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
que esto tropieza con los designios expansionistas de los países occi-
dentales que con este fin favorecen a los nuevos Estados y su “reciente
independencia” para impedir que Moscú instale bases militares en sus
territorios.
Pero ¿cómo puede beneficiarse Rusia de su participación en la “lucha
contra el terrorismo”? Si el mundo se ve envuelto en una guerra en terri-
torio afgano y en sus alrededores, Rusia puede seguir utilizando los oleo-
ductos de la costa norte del Mar Caspio, que se extienden desde Kazajstán
hasta las costas rusas del Mar Negro. De este modo, el oleoducto de
Novorossisk permite a Rusia convertirse en el principal país capaz de
suministrar a Europa el petróleo del Mar Caspio.
Por lo tanto, en esta fase, Rusia considera favorable la presencia de
los Estados Unidos en los territorios asiáticos. Pero, si analizamos esto
a más largo plazo, la cuestión consistirá entonces en saber si Rusia de-
sea entregar una gran parte del territorio euroasiático a las potencias
occidentales, si tenemos en cuenta que son muchas las personalidades
en Rusia que, sabedores del pasado poder geoeconómico ruso, no pare-
cen aceptar la presencia norteamericana en los territorios que pertene-
cieron a la Unión Soviética.
De lo que hemos dicho debe quedar claro que después del colapso de
la Unión Soviética, la Europa Oriental y Central se convirtió en una
zona estratégica de singular importancia para estos intereses geoeconó-
micos y geopolíticos que afloran en la competencia global entre los Es-
tados Unidos y la Unión Europea.
En realidad, estos territorios, pese a que se han diferenciado y frag-
mentado, y a su depresión social y económica, cuentan con posibilida-
des significativas en virtud de sus recursos energéticos; y, a su posición
geográfica que los convierte en un puente entre Asia y Europa. Es por
ello que constituyen una atracción para algunos países desarrollados
cuyo objetivo es aprovecharse de las oportunidades de invertir y comer-
ciar que ofrece esa zona, e instalarse en las que poseen un elevado valor
estratégico y de control.
Ahora mismo, no obstante, es acertado subrayar la opinión de
Brzezinski: “El colapso de la Unión Soviética no solo crea posibilidades
para que la influencia norteamericana penetre en el vacío euroasiático
(en particular, mediante la consolidación de los Estados no rusos); en-
traña también importantes consecuencias geopolíticas en las ramifica-
ciones sub-occidentales de Eurasia: el Oriente Medio y el Golfo Pérsico
se tranformaron en una zona de evidente y exclusiva influencia norte-
americana (...) /aunque/ debido a las conspiraciones religiosas y nacio-
nalistas contra una hegemonía extranjera en la región, la actual
supremacía norteamericana en el Oriente Medio descansa, literalmen-
te, en la arena”.8

8
Z. Brzezinski: Il mondo fuori controllo, ob. cit., pp. 164-165.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 161
Los Estados Unidos, a pesar de lo lejos que están de estos territorios,
necesitan controlarlos, si no en lo militar, por lo menos en lo económico.
“La elección básica, por el contrario, será entre un delicado equilibrio
regional y (...) los conflictos étnicos, con la consiguiente fragmentación
política y con un posible rompimiento de las hostilidades a lo largo
de las fronteras meridionales de Rusia. Conseguir este equilibrio regio-
nal y consolidarlo sigue siendo el objetivo primordial de cualquier
geoestrategia norteamericana en cuanto a Eurasia”.9

China, una variante independiente

“¿Afectará la Organización Mundial del Comercio a China, o China


afectará a esa Organización?, pregunta Walden Bello. El resultado de
Cancún indica que la respuesta correcta es la última. La variable china
no deja de perturbar los esquemas de aquellos que elogiaron la globali-
zación y subestimaron así la competencia global. China, por otro lado,
se vale de la globalización y la competencia global para favorecer sus
intereses nacionales, su propio desarrollo, y su influencia en los países
emergentes. ¿Quién guía este proceso? El debate dentro del Partido
Comunista Chino.
Parece ser que China trastornará inevitablemente la idea de la globa-
lización que hasta ahora se nos ha estado vendiendo. La conmoción fue
tan fuerte que volvieron a emerger las tendencias proteccionistas en cír-
culos que tradicionalmente fueron defensores del liberalismo.
Durante años, la masa crítica de China y su potencial demográfico
fueron el único criterio que se tomó en cuenta. Su incorporación a la
industrialización mundial solo se evaluaba a la luz de la posibilidad de
acceder a este mercado inmenso.
En la primera mitad de la década de los noventa del siglo XX, la “pres-
tigiosa” agencia de consulta sobre asuntos mundiales, DRI/McGraw Hill,
lanzó la teoría del 10%. Según esta teoría, se debe contar con todos los
mercados de los países emergentes. Por el contrario, solo se debe contar
con el 10% de la población con una capacidad de compra comparable a
la de los principales países de la Organización Europea para la Coopera-
ción y el Desarrollo (OECD). Por consiguiente, el objetivo estratégico
sería un 10% de los chinos, de los indios, de los brasileños, etcétera. En
la actualidad se estima que los que en China cuentan con esa capacidad
de compra son unos 180 millones, o el 15% de la población. Pero los
criterios occidentales parecen inadecuados para entender que la globali-
zación y el dogma del libre mercado también pueden verse y abordarse
desde otros puntos de vista. China está trastornando la sabiduría y las
opiniones trilladas que recibió.
9
Z. Brzezinski: La grande..., ob. cit., p. 202.

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162 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
En el contexto de años de estancamiento de la economía mundial,
China fue el único país que consiguió crecer. Su crecimiento sirvió de
estímulo a buena parte de la zona asiática. Hay que demoler un primer
lugar común: China no solo crece en cuanto a la oferta (exportaciones),
sino también en cuanto a la demanda (importaciones, inversiones, sala-
rios, consumo). China está estimulando la demanda de materias primas,
desde la energía a la lana; desde los metales (como el aluminio y el
cobre) hasta el algodón. Según las estimaciones de algunos expertos,
desde ahora hasta el 2020, el consumo de energía eléctrica crecerá
un 5,5% anual. Por otra parte, China consume más de lo que produce y
exporta, lo que constituye un índice de que el mercado interno comienza
a crecer y absorber su producción y que las inversiones extranjeras se
acumulan en las ciudades industriales chinas.10
La adquisición de nuevas tecnologías una vez que se abrieron las puer-
tas a las inversiones extranjeras, permitió que China no solo exportara,
sino que desarrollara su propio mercado interno, a menudo en detrimen-
to de las expectativas de las multinacionales extranjeras. El caso de los
automóviles y los teléfonos celulares es emblemático. Por ejemplo, el
gobierno se propone ayudar al desarrollo de una industria automovilísti-
ca competitiva y totalmente nacional estimulando, incentivos mediante,
a los 120 productores chinos de automóviles a que compren sus piezas
dentro de las fronteras nacionales. Con este fin elevó los aranceles de
importación. En el 2003, el número de autos vendidos para uso privado
creció en un 60% en comparación con el año anterior, cuando se vendie-
ron tres millones de ellos. China, que cuenta con 10 millones de auto-
móviles, había necesitado 40 años para producir el primer millón, nueve
para llegar a los dos millones, y dos para fabricar el tercer millón.11
Pero China es también el país que, según el Banco Mundial, lanzó la
mayor campaña contra la pobreza en toda la historia del mundo. Como
escribe el periodista alemán Georg Blume, “el presupuesto para luchar
contra la pobreza creció de 10,8 millardos de yuanes a 25,3 millardos.
(...) Los comunistas asumieron la lucha contra la pobreza de una
forma más seria que otros y trataron de hacer algo con sus propios
medios, afirma Jurgen Vogele, un economista del Banco Mundial”.

China después de dos años


de la Organización Mundial del Comercio

China se unió a la OMC hace menos de dos años (en noviembre de 2001)
y ya parece pertinente la interrogante que planteara el economista no
10
“La sindrome cinese sui mercati”, Il Sole 24 Ore, febrero 3, 2003.
11
“La Cina protegge l’auto nazionale innalzando barriere fiscali”, Il Sole 24 Ore, agos-
to 29, 2003.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 163
partidario de la globalización Walden Bello: “¿Afectará a China la OMC,
o China afectará a la OMC?”. Los resultados de la Cumbre de Cancún
nos dicen que esta última hipótesis es la que se ha hecho realidad.
Es obvio que a China tuvo que costarle algo su ingreso en la OMC: se
redujeron 5 000 aranceles (sobre todo los que gravaban los productos
agrícolas), se modificaron 2 300 leyes y regulaciones internas, y los
impuestos por importaciones se redujeron en un 25%. A partir de este
año se permitirá que los bancos extranjeros operen en moneda local en
nueve ciudades (eran cinco el año pasado). Las compañías extranjeras
podrán tener una participación hasta del 35% en la propiedad del sector
telefónico, y hasta de un 49% en la de las compañías de alto valor añadi-
do (que son las que requieren tecnologías más avanzadas).
Sin embargo, como señala Il Sole 24 Ore, según las ambiguas reglas
de la OMC, China ya está ganando. Hace cinco años, los Estados Uni-
dos “pidieron cortésmente” a China que no devaluara su propia moneda
a fin de que sirviera de factor estabilizador en la región asiática, que se
había derrumbado bajo el peso de la crisis financiera de 1997. Así pues,
mientras las monedas de los tigres asiáticos se venían al suelo, China
tuvo que sufrir la competencia de sus vecinos en un intento por brindar-
le a las exportaciones de estos países un espacio para respirar. Los chi-
nos aceptaron vincular el yuan al dólar, que en ese momento era una
moneda dura. Pero cuando hace unos meses los Estados Unidos decidie-
ron devaluar el dólar para crearle dificultades al euro y a otros bloques
comerciales, el yuan siguió al dólar y China obtuvo una ventaja compe-
titiva que los Estados Unidos no habían tomado en cuenta con seriedad.
Las exportaciones chinas se dispararon (y crecieron mucho más que las
norteamericanas), lo que dio origen a una ola de pánico que condujo a la
ofensiva proteccionista de Bush y Tremonti. La presión que los Estados
Unidos ejercen sobre China, que había disminuido después del 11 de
septiembre, está creciendo otra vez en gran escala.
Recientemente, el Secreatrio del Tesoro, Snow, viajó a China para
pedire a los chinos que revaluaran el yuan. La respuesta fue “No inter-
fiera. No devaluaremos el yuan solo porque alguien visite China”. Por
supuesto, los observadores no descartan que dentro de poco China pue-
da revaluar su moneda. Pero lo que es seguro es que China no revaluará
para complacer a los norteamericanos.

La política o la economía:
¿cuál es la determinante?

En la actualidad China es un participante de importancia en la compe-


tencia global. China, a diferencia de otros países emergentes, sabe cómo
aprovechar los mecanismos de la globalización con el fin de reforzar su

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164 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
propio interés nacional y el mercado interno. Por supuesto, este enfoque
no daría resultado sin una dirección que lo apoye y sin una concepción
“política”. La economía por sí sola no puede ni explicar ni ayudar a
entender la variante China mientras sea cierto que la desinformación
sobre ese país sea mayor que la información.
Es improbable que cambios tan importantes en la estructura socioeco-
nómica del país más grande del mundo puedan llevarse a cabo sin un
enconado debate dentro del Partido Comunista Chino. El debate no ha
terminado; en realidad se ha agudizado a raíz de un impetuoso creci-
miento económico.
El PCCh concibe el socialismo como una economía mixta en la que
predomina la propiedad pública. La economía mixta comprende la pro-
piedad pública (la estatal, la social/colectiva y la cooperativa), las em-
presas que combinan la propiedad pública (en términos generales, la
estatal) con la propiedad privada, y la propiedad privada (nacional y
extranjera).
Esta concepción fue elaborada por el Comité Central en septiembre
de 1999. Su documento final subrayaba que “la economía nacionaliza-
da, que en su conjunto se ha seguido fortaleciendo, sigue desempeñan-
do una función primaria en la economía nacional y siempre ha sido la
fuente fundamental del ingreso y de una manera decisiva ha respaldado
la reforma y la construcción del país (...) La economía de propiedad
pública, incluida la economía de propiedad estatal, constituye la base
económica del sistema socialista chino”.12
Pero el propio Comité Central afirmó que era necesario realizar cam-
bios en la estructura de la industria estatal y en la propiedad de las com-
pañías. Se decidió que el gobierno podía renunciar al control de las
empresas que no fuesen estratégicas, para dejar espacio a diversas for-
mas de propiedad y propiciar la conducción de las grandes compañías
de propiedad estatal. Al mismo tiempo, el gobierno estaba obligado a
conservar el control de cuatro categorías de empresas de propiedad esta-
tal: a) las empresas que operan en los sectores del armamento y la segu-
ridad nacional; b) los monopolios naturales (tabaco, la Casa de la
Moneda); c) las empresas que realizan sus actividades en los sectores de
infraestructuras, agua, energía, ferrocarriles, salud y educación); d) las
industrias básicas como la metalurgia, el carbón, las tecnologías avan-
zadas y las nuevas tecnologías. Por consiguiente, el corazón estratégico
de la industria se mantiene firmemente en las manos de la autoridad
estatal.
La relación entre los sectores público y privado debe examinarse con
mayor cuidado. Según Yang Quixan, el 30% del PIB de China proviene
de las empresas de propiedad estatal, el 40% de las empresas colectivas,
12
“Die Zeit”, julio 27, 2000, traducido y publicado por L’Ernesto, noviembre-diciem-
bre, 2000.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 165
y el 30% de las empresas privadas nacionales o extranjeras. Aun si este
último porcentaje se elevara al 40%, la mayor parte de la producción de
la riqueza nacional quedaría todavía en manos públicas o colectivas.13

La lucha dentro del PCCh

En el último congreso del PCCh (el XVI, celebrado en noviembre del


2002), varias posiciones se enfrentaron entre sí. La vieja dirección en-
cabezada por Jang Zemin trató insistentemente de imponer la línea de
las “tres representaciones”, que en realidad hubiera convertido al PCCh
en un partido de varias clases, abierto también a los empresarios priva-
dos. Esta línea enfrentó una firme oposición dentro del Partido, la que
culminó con la “Carta de los catorce” dirigida al Comité Central y fir-
mada por 14 miembros. “Nos oponemos con firmeza y sin reservas a la
propuesta de que a los propietarios de empresas privadas se le permita
ingresar en el Partido. Creemos que la posición del camarada Jang
Zemin es equivocada, por varias razones. Contradice la teoría marxista
sobre el partido proletario (...) contradice los programas y estatutos de
nuestro Partido (...) viola la disciplina partidista (...) obra contra la
voluntad del Partido y del Estado.”
Los firmantes de la carta invitaron a los empresarios privados a unir-
se a otro partido14 o a participar en la vida política como diputados de la
Asamblea Nacional.15
Posteriormente, Ma Bin y Han Yaxi, dos de los firmantes de la carta,
enviaron una segunda carta a Jang Zemin y al Comité Central, lo que
puso de manifiesto la existencia de una lucha política dura y articulada
en el seno del PCCh. Buena parte de este enfrentamiento tiene que ver
precisamente con el papel de los “capitalistas”. En la actualidad, en China
hay más de 2 millones de empresas privadas que emplean a 27,13 millo-
nes de trabajadores (el 3,7% de todos los trabajadores chinos).
Un sector del PCCh preferiría que los empresarios privados fueran
cooptados por el Partido con el fin de controlarlos mejor. Otro sector se
propone salvaguardar la naturaleza clasista del Partido e impedir que
los “capitalistas” se conviertan en una verdadera clase con su propia
representación. Ya en 1999, cuando se abrió un debate sobre la teoría
13
Yang Quixan es el presidente del Instituto de investigaciones sobre reestructuración
económica.
14
Pocos saben que en China hay siete partidos además del Partido Comunista. Uno
de ellos es el “Constructor democrático de la patria”, que es el partido de los em-
presarios privados y tiene 700 000 miembros. Véase Affari e Finanza, noviembre 11,
2002.
15
El texto de la Carta de los Catorce y un análisis del debate político dentro del Partido
Comunista Chino aparecieron en la revista marxista norteamericana Monthly Review,
mayo, 2002.

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166 LA DINÁMICA GLOBAL DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL
marxista del valor, un artículo oficial en la prensa del Partido sostuvo
que los empresarios son “trabajadores” en lugar de “explotadores”. En
el último congreso, tres tendencias se enfrentaron entre sí: la izquierda,
la derecha y el centro.
La izquierda desea reformas económicas que den prioridad al plan
antes que al mercado, y rechaza las reformas políticas por considerarlas
una “liberalización burguesa”. La derecha aspira a reformas que otor-
guen más importancia al mercado y que asignen al Estado la sola fun-
ción de apoyo. El centro piensa que el plan y el mercado tienen la misma
importancia y quiere mantener la misma estructura política del país.
Pero dentro de la izquierda misma existen tres corrientes. Los que se
oponen a las reformas de Deng porque distorsionan el socialismo; los
que no se oponen a las reformas, pero critican su amplitud y la celeridad
con que se adoptan; y la más reciente agrupación, llamada “Nueva iz-
quierda maoísta”, formada por los que demandan un mayor control obrero
y la democratización de la economía y el Estado.16
El Congreso del PCCh eligió a Hu Jintao, que sustituye a Jian Zemin,
y a ocho nuevos miembros del Comité Permanente. Prácticamente se
produjo un viraje “total”. El Presidium del CC se amplió de 7 a 9 miem-
bros. La Comisión Política también fue ampliada de 22 a 24 miembros.
De ellos, no menos de 16 son nuevos. Todavía es muy difícil entender
exactamente cuáles son las posiciones que representan, pero lo que sí es
seguro es que la situación política en China no está “congelada”.

China y Asia: sorpresas a la vista

Son pocos los que han prestado atención a una serie de iniciativas bila-
terales y multilaterales que China emprendió en la región asiática. Una
parte de este dinamismo tiene que ver con importantes cambios en el
equilibrio internacional y con el multilateralismo que tanto complace a
muchos como factor de contención de la agresividad imperialista de los
Estados Unidos.
En noviembre del pasado año se celebró una cumbre de la Asociación
de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA) en Pnom Phen, en la que
China participó. Esta organización, que en sus orígenes estaba formada
por Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, se extendió lue-
go a Vietnam, Brunei, Laos, Myanmar y Cambodia. Su creación fue
obra de los Estados Unidos y, durante la Guerra Fría, tenía una función
antichina.
En esta cumbre, los países de la ANSEA firmaron un acuerdo con
China para iniciar negociaciones que darían como resultado, al cabo de

16
Patrice Theuret, director de Corrispondances Internationales “Dove va la Cina”, en
L’Ernesto, noviembre-diciembre, 2002.

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ZONAS DE COMPETENCIA: EL ORIENTE MEDIO, RUSIA Y CHINA 167
10 años, la creación de la mayor zona comercial del mundo: 1 700 mi-
llones de habitantes, un PIB total de entre 1 500 y 2 000 millardos de
dólares, y una zona de comercio entre sus miembros de 1 200 millardos
de dólares.
Hace dos años, China propuso la creación de una zona de libre co-
mercio que, sin embargo, excluía a Japón y Corea del Sur. Pero en la
cumbre de Pnom Phen, estos países también estuvieron presentes. Se
cree que un primer acuerdo integral se firmará en el 2004. 17
China fundó en el 2001 la “Organización de Shangai para la coopera-
ción”, cuyos miembros son Rusia, China, Tayikistán, Kirguistán y, so-
bre todo, las repúblicas de Kazajstán y Uzbekistán, ricas en recursos
energéticos. La intervención norteamericana en Afganistán trató de de-
bilitar esta organización, pero las relaciones bilaterales de Beijing, so-
bre todo con Rusia y Kazajstán, parecen mejorar notablemente.
Por último, en julio de este año, tuvo lugar una cumbre entre China e
India, los países más poblados del mundo. Solo el provincialismo de la
prensa italiana pudo ignorarla.
Después de años de hostilidad y una guerra sangrienta hace 40 años,
los dos gigantes de Asia descubrieron que tienen muchos intereses co-
munes. China estuvo de acuerdo en reconocer las fronteras de Sikkim
(una región fronteriza en disputa), mientras la India declaró que el Tibet
es “tierra china” (aunque esta declaración debe verse en su propia pers-
pectiva, toda vez que India acoge al Dalai Lama).
Los acuerdos económicos indican una sinergia colmada de potencia-
lidades entre los conocimientos más avanzados de la India en el campo
del software y la estructura industrial de China.
La reconciliación entre potencias nucleares, económicas y demográ-
ficas como India y China puede significar muchas cosas, algunas de las
cuales vimos en la práctica durante la fallida cumbre de Cancún.

17
Angela Pascucci informó detalladamente de esta cumbre en Il Manifesto, noviem-
bre 5, 2002.

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 169

III
LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN
DEL IMPERIO

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170 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

9. LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS


Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO

Hasta su reciente renacer, el concepto de “imperialismo” había desapa-


recido del discurso académico y político. Sin embargo, con la excepción
de los raros dinosaurios intelectuales, numerosos escritores, periodistas
y académicos introdujeron ese concepto en sus análisis del poder mun-
dial. Las formas de análisis que emplearon el concepto de “hegemonía”
por lo general resultaron inadecuadas para explicar la dinámica de la
construcción del imperio en la actualidad, en particular, la que guarda
relación con el nuevo énfasis que el imperio de los Estados Unidos pone
en la proyección de poder y dominio militar por la fuerza, es decir, el
“nuevo imperialismo” (como algo opuesto a las maquinaciones del im-
perio económico en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial).
Hace unos cincuenta años, la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) describió la economía mundial en términos de un “cen-
tro” y una “periferia”, y veinte años después, Immanuel Wallerstein,
teórico del sistema mundial, adicionó al discurso académico sobre la
estructura de las relaciones internacionales la muy peculiar noción de
“semiperiferia”. Pero la mayoría de los escritores críticos del mundo
contemporáneo descartaron este y otros términos semejantes, despro-
vistos de toda especificidad histórica, clasista o estatal, por considerar-
los carentes de sentido y, en consecuencia, inútiles. Además, como hemos
argumentado en un contexto diferente (Petras y Veltmeyer, 2001), el
reciente y en la actualidad muy difundido viraje intelectual hacia la no-
ción de globalización como medio para describir lo que ocurre en el
mundo actual, es aún menos útil.
No hace mucho, Hard y Negri (2000) se referían al “imperio” como
un “mundo sin imperialismo”. Sin embargo hoy, justo tres años des-
pués, la noción de imperialismo en relación con la proyección unilateral
de poder estatal por los Estados Unidos, vuelve a estar en el mapa inte-
lectual y la agenda política. Todas las más importantes cuestiones que
enfrentamos hoy relacionadas con la naturaleza de las relaciones de po-
der internacionales y la realidad de conflictos que se multiplican y de

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 171
los patrones de conquistas y resistencia, giran alrededor de la naturaleza
y la dinámica del imperialismo, en particular, el más poderoso y agresi-
vo poder imperial: los Estados Unidos de América.
Sin embargo, tan pronto como el espectro del imperialismo de los
Estados Unidos alzó su cabeza y se reafirmó en nuestras mentes y en la
política global, tuvo que enfrentar serios problemas relacionados con su
capacidad de sostenerse en las actuales circunstancias, es decir, una cues-
tión que exige preguntar si el imperialismo norteamericano en su más
reciente encarnación es tan “nuevo” como se dice. Los ideólogos y abo-
gados del imperio norteamericano en el contexto actual hablan y escri-
ben extensamente sobre la necesidad de un “nuevo imperialismo”, es
decir, un imperialismo que no vacila en recurrir “a una fuerza organiza-
da (...) coercitiva” (Wolfe, 2001:13) o regresar a los métodos más duros
de una época anterior: la fuerza, el ataque preventivo, el engaño, o a
cualquier cosa que /pudiera/ ser necesaria” (Cooper, 2000b :7).
En su forma más simple la cuestión es si el imperio norteamericano
está en ascenso o en decadencia. Pero mientras esta parece ser la “cues-
tión central”, en realidad oscurece interrogantes más fundamentales que
deben formularse, interrogantes que atañen a las relaciones entre la po-
lítica y la economía domésticas y el imperio, a la dinámica de las fuer-
zas de resistencia y oposición al imperio, y a la capacidad política del
Estado imperial para sostener su expansión externa y manejar la deca-
dencia doméstica. Argumentar, como hacen algunos académicos, que el
imperio declina porque “se excedió”, es decir, “se extendió demasiado”
(Kennedy, Hobsbawm, Wallerstein), pasa por alto la capacidad de la
clase dirigente imperial para redistribuir recursos de la economía do-
méstica y destinarlos a la defensa del imperio y la eficacia del Estado,
así como a las instituciones privadas (los medios de comunicación, et-
cétera) que preparan el proyecto de construcción del imperio y, lo que es
más importante, elevan la capacidad de los funcionarios estatales para
reclutar vasallos al servicio del imperio.
La dinámica continua de la expansión imperial, que incluye la con-
quista militar de tres regiones (los Balcanes, Afganistán e Iraq), tiene
lugar con la aprobación y el apoyo activo de la vasta mayoría de los
ciudadanos norteamericanos que sufren los peores recortes económicos
y sociales de los programas gubernamentales y la más regresiva legisla-
ción sobre impuestos de la historia reciente. Es evidente que estaban
equivocados los comentaristas impresionables que vieron en las ocasio-
nales manifestaciones de masas en Seattle, Washington, Cancún y otras
ciudades contra la globalización y la guerra de Iraq, un desafío y un
debilitamiento del Imperio.
Una vez que la guerra comenzó, las grandes manifestaciones termi-
naron y hoy no existe un movimiento de masas que se oponga a la con-
tinuación de la sangrienta ocupación colonial, ni que apoye la creciente
resistencia anticolonial. Reviste seriedad el hecho de que los críticos del

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172 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
poder imperial son incapaces de explicar la naturaleza universal de la
doctrina imperial, que no es otra que la de librar guerra imperiales “donde-
quiera y hasta un futuro previsible”, según la doctrina de Bush enuncia-
da con mayor claridad en su “Doctrina de Seguridad Nacional” del 2000.
Aferrado al objetivo más visible y evidente —el petróleo en el caso de
Iraq—, el crítico militante no consigue ver los múltiples sitios de la
continua intervención militar imperialista en América Latina, África y
Asia (Colombia, Djibuti, Filipinas, etcétera). El petróleo es una cues-
tión importante en el proyecto de construcción del imperio, pero tam-
bién lo son el poder estatal en sus variadas formas (en particular, la
económica y la militar) y el control y la dominación de vasallos, rivales
y Estados independientes.
Para comprender del todo la agresión política y militar de los cons-
tructores de imperios en todo el mundo, debemos enfocar el alcance y la
extensión del imperio económico de los Estados Unidos. Para estable-
cer si el imperio norteamericano declina o se expande, ante todo debe-
mos hacer una distinción entre economía doméstica (lo que denominamos
“la república”) y economía internacional (lo que llamamos “imperio”).

La estructura del imperio económico


de los Estados Unidos

Uno de los indicadores imprescindibles de las dimensiones económicas


del Imperio norteamericano, es el número y el porcentaje de sus Corpo-
raciones Multinacionales (CMN) y bancos entre las primeras 500 fir-
mas del mundo en comparación con otras regiones económicas. La
mayoría de los analistas económicos coinciden en que la fuerza motriz
de la economía mundial, las instituciones que constituyen el centro de
los flujos internacionales de inversiones, transacciones financieras y
comercio mundial son las CMN que, según la UNCTAD (2003), ascien-
den a unas 65 000 con un estimado de 860 000 filiales. Es igualmente
importante que ningún Estado puede aspirar a la dominación global si
su principal agente económico, las CMN, no desempeñan de conjunto
un papel primordial en la economía mundial. Cualquier discusión seria
sobre el presente y el futuro de la supremacía imperial de los Estados
Unidos debe incluir un análisis de la distribución del poder entre las
CMN que participan en la competencia, en particular, las primeras 500,
o sea, el “club de los miles de millones de dólares” de la UNCTAD.1
1
También es posible comparar el poder económico de las CMN con el de las naciones
Estados. La UNCTAD (2003) lo hace comparando el PIB de los países más grandes
con el total de ventas anuales de las mayores CMN o, para mayor exactitud, con el
valor añadido en el proceso de sus actividades económicas. Mediante esta discutible
medición, por lo menos la mitad de las 100 mayores economías del mundo son CMN,

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 173
Existen diferentes procedimientos para identificar las “principales
CMN” y medir su poder económico relativo. En beneficio del análisis
seguiremos el enfoque del Financial Times y utilizaremos los datos que
esa publicación ha compilado. El FT clasifica las compañías según su
capitalización de mercado, o sea, el valor de las acciones de una compa-
ñía. Mientras mayor sea el valor de mercado de las acciones de una
compañía, más alta será su clasificación. La capitalización de mercado
equivale al precio de una acción multiplicado por el número de acciones
emitidas. Solo se incluyen las compañías en las que la flotación libre de
las acciones es superior al 85%, por lo que se excluyen aquellas donde
el Estado o las familias poseen un gran número de acciones.
Las CMN que tienen su base en los Estados Unidos dominan las lis-
tas de las 500 corporaciones más importantes del mundo. Casi la mitad
de las mayores CMN (48%) son de propiedad norteamericana y operan
en los Estados Unidos, y casi duplican la parte de las CMN pertenecien-
tes al competidor regional que le sigue: Europa (28%). Las CMN pro-
piedad de japoneses solo constituyen el 9% del total, y el resto de Asia
(Corea del Sur, Hong Kong, India, Taiwán, Singapur, etcétera) en su
conjunto no llegan al 4% de las mayores firmas y bancos. La concentra-
ción del poder económico de los Estados Unidos es aún mayor si obser-
vamos las 50 CMN más grandes, de las cuales más del 60% son propiedad
norteamericana; y el poder de los gigantes económicos norteamericanos
es todavía más evidente cuando examinamos las primeras 20 CMN, el
70% de las cuales son de propiedad norteamericana. Entre las primeras
10 CMN, los Estados Unidos controlan el 80%.
Muchos analistas que tienen una visión muy impresionista y superfi-
cial de estos asuntos, al citar la declinación en los valores de mercado de
las acciones de las CMN norteamericanas como un indicador general de
la declinación de la posición global de los Estados Unidos no aciertan a
reconocer que el valor de las acciones de las CMN europeas, Japón y el
resto del mundo también cayó —en un grado igual o mayor—, lo que
neutraliza el efecto de una aparente declinación del dominio de las CMN
de los Estados Unidos. Además, el análisis no consigue tomar en cuenta
el carácter financiero del capital mundial y el dominio de este capital
por los Estados Unidos. Asimismo, la frenética actividad de “fusión y
“adquisición” de las CMN en años recientes2 puede explicarse a partir

lo que pone en duda el presunto “debilitamiento” de la nación Estado debido al


impacto de la globalización, es decir, la internacionalización y globalización de las
relaciones de poder económico y político, la toma de decisiones frente a la asigna-
ción (autoritaria) de los recursos productivos de la sociedad que presumiblemente
pasan de la nación Estado a un complejo de organizaciones internacionales.
2
En todo el mundo, la actividad de inversiones extranjeras directas se redujo conside-
rablemente (51% en el caso del flujo de entradas y 55% en el flujo de salidas) en
comparación con el año anterior, y en los países menos desarrollados de 238 millardos
a 205 millardos de dólares. Según la UNCTAD, (World Investment Report, 2002)

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174 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
del predominio del capital financiero que tiene su base en los Estados
Unidos y sus inextricables nexos con las formas “globalizadoras” del
capital de las corporaciones.
Podemos examinar algunos otros aspectos del poder económico con-
tinuado y consolidado del imperio norteamericano. Si comparamos la
capitalización neta de las CMN de los Estados Unidos que se encuen-
tran entre las primeras 500 firmas con las CMN de otras regiones,
comprobaremos que el valor de las primeras supera el valor que, en su
conjunto, tienen las de las regiones restantes. La valoración de las CMN
de los Estados Unidos es de 7 445 millardos contra 5 141 millardos de
dólares. Por lo tanto, las CMN norteamericanas poseen un valor de mer-
cado que es más del doble que el de las CMN de su más cercano compe-
tidor, Europa.
El argumento según el cual la “hegemonía” económica mundial de
los Estados Unidos se consolida y crece, cobra más fuerza si examina-
mos los ocho sectores principales de la economía mundial: bancos, in-
dustria farmacéutica, telecomunicaciones, hardware de tecnología
informática, petróleo y gas, software y servicios de computación, segu-
ros y firmas de ventas al por menor. Las CMN que tienen su base en los
Estados Unidos constituyen la mayoría de las mejor clasificadas en cin-
co sectores, son el 50% en un sector (petróleo y gas), y solo en un sector
son minoría (seguros). El mismo patrón es válido si examinamos la lla-
mada “vieja economía”. Las CMN de propiedad norteamericana en la
vieja economía, incluidos la minería, el petróleo y los automóviles, los
productos químicos y los bienes de consumo, son 45 de las 100 más
importantes. Entre las primeras 45 CMN dedicadas a la manufactura, 2l
pertenecen a los Estados Unidos, 17 a Europa, 5 a Japón y 2 al resto del
mundo. Las compañías que ocupan el primer lugar de la clasificación en
23 de 34 grupos industriales son norteamericanas. Las CMN de los Es-
tados Unidos controlan cerca del 59% de las principales firmas manu-
factureras y mineras, porcentaje que es casi igual al de las CMN europeas
y japonesas juntas. Donde las firmas norteamericanas son más débiles
es en el sector de la electrónica: solo 2 entre las 23 primeras.
Comoquiera que las CMN constituyen la fuerza motriz de la cons-
trucción del imperio económico —el agente primario de lo que pode-
mos denominar perfectamente “imperialismo económico” —, es evidente
entonces que los Estados Unidos continúan dominando, pues son pocos

esto fue resultado de dos factores: a) la reducción del frenético ritmo de la actividad de
fusiones y adquisiciones, que totalizaron 4,6 millones de millones de dólares desde
1987 a 2001; b) una abrupta disminución del valor de las acciones de corporaciones en
las operaciones bursátiles: el valor de las acciones listadas en la Bolsa de Valores de
Nueva York disminuyó en una tercera parte en el 2001. A estos dos factores se le
puede añadir el ritmo más lento de las privatizaciones, particularmente en Latinoamérica,
donde la mayoría de las principales empresas públicas ya se había vendido.

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 175
o ninguno los indicios de “debilitamiento”, “decadencia”, o de que están
perdiendo los principales puestos de la clasificación en favor de Japón o
Europa.3 La tesis de un imperio demasiado extendido o de una economía
en decadencia no puede sustentarse en hechos. La burbuja especulativa
de años recientes solo afectó al sector de la tecnología informática, pero
esto también le ocurrió a los competidores de los EE.UU. Además, mien-
tras este sector languidecía, los sectores de la “vieja economía” revivían
o se expandían. E incluso dentro del sector de la tecnología informática,
tuvo lugar un proceso de concentración y centralización, en el que otros
gigantes norteamericanos como Microsoft, IBM, etcétera, avanzaron en
la clasificación mientras muchas otras firmas bajaban de lugar.
Si bien es cierto que los fraudes y la corrupción socavaron la confian-
za de los inversionistas en las CMN norteamericanas, lo mismo ocurrió
en Europa y Japón. El resultado ha sido una baja general en los valores
de mercado de todas las CMN en cada uno de los centros trilaterales
imperiales que compiten entre sí (Estados Unidos, Unión Europea y
Japón). La baja mundial del valor de las acciones es evidente si compa-
ramos el total de un año con el del siguiente: en el 2002 el valor neto era
de 16 500 millardos de dólares, mientras que en el 2003 fue de 12 589
millardos, es decir, una baja de 22,6%. Sin embargo, alrededor de la
mitad de la baja ocurrió en el sector de hardware de la tecnología
informática.
El hecho indiscutible es que el imperio económico norteamericano es
dominante y se encuentra en una fase de ascenso, y su profundidad y
alcance es de tal magnitud que le permite superar a sus rivales europeos
y japoneses por un múltiplo de dos en la mayoría de los casos. Los
defensores de la tesis del “imperio decadente”, o bien no aciertan a cap-
tar los elementos económicos estructurales del Imperio de los Estados
Unidos, o bien recurren a pronósticos basados en comparaciones histó-
ricas y concluyen, entonces, que en algún momento futuro el imperio,
como todos los imperios, declinará (Hobsbawn). Los pronósticos a lar-
go plazo de una decadencia inevitable tienen la virtud de consolar a
miles de millones de personas que afrontan la explotación y las guerras
destructivas y a los gobernantes de las naciones amenazadas por inva-
siones militares y la apropiación de sus lucrativos recursos naturales.
Pero esto resulta irrelevante al diagnosticar la estructura y la dinámica
del poder económico actual, así como para comprender las fuerzas que
se le enfrentan. La tesis de la decadencia se basa en una teorización
3
Si clasificamos las CMN norteamericanas según los activos extranjeros y no por la
capitalización de mercado, estas multinacionales parecen ser menos dominantes, ya
que sólo constituyen el 22% de las 100 primeras, según la UNCTAD (2002). Y
medidas según el nuevo índice de “transnacionalización” de la UNCTAD, las CMN
de origen norteamericano son aún menos dominantes, ya que todas ellas están
clasificadas por debajo de varias compañías suizas y canadienses (UNCTAD, 2002:
tabla 4.1).

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176 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
abstracta, en el peor de los casos, en una ilusión, y en el mejor, en extra-
polaciones improcedentes de la economía doméstica al imperio.
Lo que se necesita enfatizar es que las “contradicciones” que amena-
zan el imperio no son simples deducciones económicas de la asunción
de un “imperio demasiado extendido” que presumiblemente dará al “pue-
blo” las energías necesarias para derrocar u obligar a quienes elaboran
la política imperial a volver a pensar su proyecto imperialista. El impe-
rio de los Estados Unidos ha sido construido y es apoyado por los dos
grandes partidos políticos y por todas las ramas del gobierno; y ese impe-
rio ha seguido una trayectoria ascendente valiéndose de guerras im-
periales, conquistas coloniales y la expansión de las corporaciones, en
particular, a partir de la derrota en Indochina. Las derrotas imperiales y
los momentos de decadencia son el resultado directo de las batallas mi-
litares, sociales y políticas, la mayoría de las cuales han tenido lugar en
América Latina y Asia y, en menor medida, en Europa y América del
Norte.

Militarismo e imperio económico

Pocas son las dudas de que el imperio económico global de los Estados
Unidos ha tenido un nexo positivo de larga duración y en gran escala
con el imperio militar de ese país. Son las dos partes de una misma
estructura y proyecto. Los Estados Unidos tienen bases militares en 120
países del mundo que forman el núcleo del imperio militar. El militaris-
mo norteamericano, que incluye guerras, intervenciones por encargo
mediante mercenarios, combatientes contratados, fuerzas especiales y
operaciones de inteligencia encubiertas, creó en muchas regiones del
mundo durante un prolongado lapso las condiciones favorables para que
se expandiera el imperio económico de los EE.UU. Los regímenes que
imponen restricciones a las inversiones directas de origen norteameri-
cano, se niegan a pagar deudas a los bancos de Estados Unidos, nacio-
nalizan las posesiones en el exterior de ese país o apoyan movimientos
nacionalistas, han sido amenazados para que se sometan, subvertidos o
invadidos, lo que ha dado como resultado la imposición de regímenes-
clientes favorables a la construcción del imperio de los Estados Unidos.
No existe una secuencia precisa entre la expansión económica y la ac-
ción militar, aunque sí una vasta red de vínculos que se solapan. En
algunos casos son los intereses económicos los que imponen las bases
militares o la intervención de la CIA (como ocurrió en Chile en 1973),
mientras que en otros la acción militar, la guerra incluida, se ha emplea-
do para obligar a países a que se sometan al proyecto de la construcción
económica del imperio (Iraq en el 2003).
Tampoco existe una simetría perfecta entre los gastos militares y la
participación militar imperial, y la construcción económica del imperio.

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 177
En ocasiones el enfrentamiento militar ocurre después de la expansión
multinacional corporativa, como ocurrió entre mediados de la década de
los cincuenta del siglo XX y los primeros años de la década de los sesenta
y, posteriorente, entre el final de las guerras de Indochina y los primeros
años de la década de los ochenta. En otros casos ha ocurrido lo contra-
rio: la participación militar domina la agenda económica política. Son
ejemplos de ello: la guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Indo-
china (1965-1974), la época de Reagan (1981-1989) y, al parecer, lo que
ocurre hoy en Iraq. La “construcción” del imperio no sigue una línea de
perfecta simetría entre los componentes económicos y militares. Ni tam-
poco un énfasis desproporcionado, periódico, en uno u otra conduce a la
desaparición del imperio. Un examen del último medio siglo del impe-
rio norteamericano corrobora lo dicho.
La noción de un imperio “demasiado extendido” se basa en la asun-
ción ahistórica y especulativa de que la construcción del imperio sigue
un patrón ideal o estilizado donde los costos militares y los beneficios
económicos van de la mano. Esto es falso por distintas razones: la ma-
yoría de los beneficios del imperio van a parar a la élite corporativa
doméstica y extranjera, mientras que los costos los asumen los contribu-
yentes y las familias de bajos ingresos norteamericanos que aportan los
soldados para el combate y la ocupación. Además, lo que en un período
parece ser una desproporción entre lo militar y lo económico, en el si-
guiente parece un “equilibrio” entre ambos. Por ejemplo, los gastos mi-
litares y las intervenciones de los EE.UU. en la Guerra Fría contribuyeron
a la caída de los regímenes comunistas, lo que condujo a la obtención de
ganancias inesperadas y a la explotación lucrativa de los recursos mine-
rales en los países que fueron comunistas, así como a una reducción de
los programas de bienestar social en Occidente. Para concluir que el
militarismo y los gastos militares “excesivos” (el “nuevo imperialismo”)
son dañinos a la construcción del imperio económico sería necesario
demostrar que declinó el control corporativo norteamericano de la eco-
nomía mundial; que disminuyó el acceso de los EE.UU. a los recursos
estratégicos; y que, la ciudadanía norteamericana rechaza sufrir los re-
cortes sociales, los impuestos regresivos y las asignaciones presupues-
tarias que sustentan el proyecto de construcción del imperio. Pero hasta
ahora nada evidencia que esto haya ocurrido.
La tesis de la “excesiva extensión” del imperio militar norteamerica-
no pasa por alto la capacidad que tienen los constructores del imperio de
EE.UU. para reclutar aliados y Estados clientes que estén dispuestos a
aceptar obligaciones financieras, administrativas y policiales al servicio
del imperio. En los Balcanes, los europeos tienen más de 40 000 solda-
dos bajo el mando de una OTAN dominada por los Estados Unidos. En
Afganistán, las fuerzas militares europeas, el personal administrativo de
la ONU y varios Estados dependientes del Tercer Mundo, aportan el
personal para proteger el régimen de marionetas de Karzai, a quien los

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178 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Estados Unidos designaron. En Iraq, aliados subordinados como los bri-
tánicos y Estados vasallos como Polonia y otros países dependientes de
Europa Oriental, aportan los auxiliares civiles y militares para hacer
respetar el dominio colonial de los EE.UU. Durante mucho tiempo Was-
hington se dedicó a crear numerosas organizaciones dependientes en
Europa Oriental, como fue el caso de Solidaridad en Polonia, que data
de la década de los ochenta del XX, lo que le ha permitido contar con una
gran reserva de apoyo diplomático y político y con ejércitos mercena-
rios en la campaña actual de construcción del imperio. Se están constru-
yendo inmensas bases militares y plataformas para el despliegue de tropas
en Rumania y Bulgaria, semejantes a las que existen en Kosovo y Mace-
donia.
Los constructores del imperio de los Estados Unidos sacaron a los
rusos de Asia Central y meridional y construyeron bases aéreas en
Kazajstán, Uzbekistán, Georgia y Afganistán. El reclutamiento de regí-
menes clientes desde el Báltico hasta el Oriente Medio, Asia Central y
Asia Meridional, es una demostración del rápido crecimiento del impe-
rio militar norteamericano y de la creación de nuevas oportunidades
para que las CMN de EE.UU. expandan el imperio económico. Este
imperio extendido condujo al establecimiento de alianzas regionales
regidas por él, y aportan reclutas militares destinados a reforzar y con-
solidar un imperio en expansión. En vez de contemplar la construcción
del imperio norteamericano como un proceso de “extensión excesiva”,
debe verse como un proceso de ampliación del grupo de nuevos reclutas
cuya misión es fortalecer el mando militar de los Estados Unidos. El
poder de este país aprendió a descartar el compartimiento del poder
multilateral con sus aliados y competidores imperiales europeos, en fa-
vor de la subcontratación de la ocupación militar y las funciones de
policía a los nuevos países dependientes de Europa Oriental y Asia Cen-
tral y meridional.
Durante todo el crecimiento y la expansión del imperio norteamerica-
no, la Unión Europea no ha dejado de marchar en pos de sus conquistas,
financiando y suministrando administradores civiles y militares. El bre-
ve intervalo de la disensión alemana, francesa y belga, antes de la inva-
sión norteamericana de Iraq, fue seguido de una casi total subordinación
a las políticas imperiales norteamericanas: exigencias belicosas e im-
pertinentes, ataques a Irán, Corea del Norte y Cuba; compromisos de
seguir el ejemplo norteamericano en cuanto a promover una fuerza de
despliegue rápido; respaldo a la ocupación norteamericana de Iraq (Re-
solución 1483 del Consejo de Seguridad) y, de un modo más general, el
reconocimiento de que, según las palabras del obediente Javier Solana,
quien se ocupa de los asuntos exteriores de la Unión Europea, “no de-
seamos competir con los Estados Unidos —lo que sería absolutamente
ridículo—, sino abordar juntos el problema”. Por lo general, la Unión
Europea acepta su papel (tal como lo definieron Rumsfeld y Wolfowitz)

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 179
de aliado subordinado a la campaña norteamericana por la dominación
mundial con el fin de asegurarse un lugar en el ámbito económico, un
poder delegado y una parte minoritaria de los contratos y compañías
privatizadas.
Los imperialistas que afirman que una mayor independencia y com-
petencia europeas debilitarían el imperio norteamericano debían leer a
Romano Prodi, Presidente de la Comisión Europea, quien declaró a la
prensa en Washington, en junio del 2002: “Cuando Europa y los Esta-
dos Unidos están juntos, no hay problema o enemigo que no seamos
capaces de enfrentar; si no estamos juntos, cualquier problema puede
convertirse en crisis”. Prodi y Solana representan el pensamiento nuevo
en Europa: es mejor colaborar con un imperialismo victorioso y asegu-
rar beneficios minoritarios, que ser castigados, intimidados y dejados al
margen, excluidos de las nuevas colonias. Dada la promesa de ayudar a
pagar los costos iniciales de la ocupación y la construcción del Estado
colonial sin desafiar la supremacía norteamericana, los constructores
del imperio norteamericano de conjunto tienden a dar la bienvenida y
estimular este pensamiento nuevo.
No hay indicios de que el militarismo global esté erosionando la cons-
trucción del imperio económico en los Estados Unidos, y esto incluye la
fase actual de las guerras norteamericanas de conquista imperial. Las
CMN de los Estados Unidos siguen dominando en los bancos, la manu-
factura, la tecnología informática, la industria farmacéutica, el petróleo
y el gas y otras industrias estratégicas. La invasión de Iraq fortaleció el
control norteamericano sobre las segundas mayores reservas de petró-
leo y gas del mundo, y el acceso a ellas. Además, no se avizora ninguna
revuelta popular inminente o el rechazo de la ciudadanía a la construc-
ción del imperio. En medio de la conquista colonial, más del 75% de los
ciudadanos norteamericanos —la más alta proporción en el mundo—
declaran sentirse “muy orgullosos de su país”; ocho de cada diez perso-
nas apoyaron la invasión de Iraq y siguen respaldando la ocupación nor-
teamericana, incluso cuando es de conocimiento público que la justificación
del Presidente Bush para desencadenar la guerra —destruir las armas
de destrucción masiva— resultó no ser más que una pura invención.
Pese a la mayor reducción regresiva de impuestos en la historia re-
ciente, al gran recorte del gasto social y a los inmensos déficit presu-
puestarios, evidencia de que las fuerzas de ocupación norteamericanas
nada tienen que ver con la “liberación de los iraquíes”, e incluso a que
ya comenzó el conteo regular de jóvenes soldados muertos, los ciudada-
nos norteamericanos dan pocas muestras, por no decir ninguna, de que
están dispuestos a protestar en masa. El movimiento contra la guerra de
enero y febrero del 2003 desapareció casi por completo una vez que se
llevó a cabo exitosamente la conquista y la ocupación militar de Iraq. En
pocas palabras, la extensión de la actividad militar desde los Balcanes a
través del Oriente Medio y hasta Asia meridional no afectó adversamente

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180 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
la posición económica internacional de las CMN norteamericanas, ni
tampoco socavó el apoyo político doméstico al proyecto de construc-
ción del imperio y a sus arquitectos.

La decadencia de la república

No obstante, el crecimiento y la consolidación continuos del imperio


norteamericano hay otro aspecto de él, un aspecto oculto si se quiere.
Mientras el imperio prospera y las bases militares proliferan, la “repú-
blica” —la economía dentro de las fronteras del territorio de los Estados
Unidos— declina, su sociedad de clases se polariza cada vez más y su
política es más represiva.
Existen dos economías y actividades estatales que aunque son dife-
rentes están interrelacionadas: el imperio, que abarca el mundo de las
CMN, el aparato militar global y las instituciones financieras interna-
cionales vinculadas al Estado imperial; y la “república”, o sea, la econo-
mía, las instituciones estatales y las clases sociales que proporcionan
los soldados, los ejecutivos, los dólares de impuestos y los mercados
que sustentan el imperio. El crecimiento del imperio ha empobrecido
visiblemente y de varias formas la economía doméstica, al tiempo que
enriquece a los presidentes ejecutivos de las empresas (y a sus nutridos
séquitos) que ben dirigen las actividades en el exterior de las CMN y se
benefician de ello. Los constructores del imperio norteamericano aña-
dieron más de 100 millardos de dólares al gasto militar para financiar
las guerras de Afganistán e Iraq, para lo cual recortaron los programas
de asistencia social, educación y salud. Y en el aniversario del 11 de
septiembre, la administración solicitó otros 800 millones de dólares para
preparar un informe final sobre el paradero de las “armas de destrucción
masiva” de Iraq. Los costos sociales del imperio son asombrosos. Hoy,
según el Instituto para los estudios de políticas, son más de 40 millones
los norteamericanos que no tienen cobertura de salud alguna; otros 50
millones cuentan con una cobertura parcial aunque claramente inade-
cuada; y muchos otros millones están obligados a gastar hasta una terce-
ra parte de sus ingresos netos en una adecuada cobertura médica. En
cuanto al sistema de bienestar social del gobierno, los fondos de pensio-
nes y de seguridad social que se requieren para garantizar y proteger el
bienestar de los ciudadanos norteamericanos fueron consumidos para
cubrir los gastos corrientes e impedir que el déficit presupuestario cre-
ciera hasta un punto en que no fuera posible controlarlo. Al mismo tiem-
po, mediante las maquinaciones de corporaciones como Enron —y
Corpfocus, un organismo de vigilancia y control a cargo de ciudadanos,
demostró que Enron no es un caso aislado, sino la más visible manifes-
tación de todo un sistema de avaricia y corrupción corporativas que cuesta
a la “sociedad” (en apropiaciones destinadas al enriquecimiento perso-

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 181
nal) millones, por no decir millardos, de dólares anuales— un gran núme-
ro de pensiones de empleados, con fondos de hasta 40 millardos de dóla-
res, fueron virtualmente barridos de la noche a la mañana.
Solo en el 2003, el financiamiento del imperialismo ya había provo-
cado un déficit presupuestario en ese año que se estimó en 400 millar-
dos de dólares, aunque lo más probable es que aumente debido a que la
ocupación de Iraq costará, por lo menos, otros 80 millardos (86 millar-
dos de dólares, según lo que la administración pidió al Congreso) para
asegurar la victoria de las fuerzas de la “libertad”. La producción indus-
trial doméstica, particularmente en el sector automovilístico, experimentó
una aguda declinación en los márgenes de las utilidades, ya que la Ford
tuvo pérdidas por varios millardos de dólares, mientras que la mayoría
de las empresas manufactureras norteamericanas invertían en el extran-
jero o subcontrataban la producción a fabricantes locales en América
Latina y Asia. Como resultado de ello, las subsidiarias de las CMN nor-
teamericanas se hicieron con una importante parte de las exportaciones
de China al mercado de los Estados Unidos, pero también incremen-
taron el déficit exterior de este país en el 2003, un déficit que ascendió
a 500 millardos y sigue aumentando. Las superganancias que obtuvie-
ron las CMN que se deslocalizaron para instalarse en las nuevas econo-
mías semicoloniales y coloniales de Asia y América Latina, fortalecieron
las instituciones imperiales a la vez que debilitaban la economía domésti-
ca y el financiamiento presupuestario del gobierno y las cuentas externas.
Pero los “insoportables costos de la dominación global” (según el
financiero Felix Rohatyn) son, de hecho, harto “soportables”, por lo
menos por los ultrarricos y una clase media que, aunque disminuida,
sigue siendo extensa. No se ha producido una revuelta de masas pese a
las crecientes desigualdades en la distribución del ingreso, la declina-
ción de los estándares de vida, los servicios sociales agotados o inexis-
tentes, los largos días de trabajo y el aumento de las contribuciones
personales a los fondos de pensiones y salud, así como a la corrupción y
los fraudes continuados en los fondos de pensiones y ahorros de jubila-
dos e inversionistas norteamericanos, que cuestan a estos millones de
dólares. El desempleo no cesa de crecer. Si incluimos a aquellas perso-
nas que no se molestan en registrarse, la tasa de desempleo a mediados
del 2003 superó el 10%. Por supuesto, en algunos sectores de la pobla-
ción y de la sociedad —en las zonas residenciales y las comunidades
demasiado pobladas— la tasa de desempleo es mucho mayor, y llega a
elevarse hasta un 80% en algunas zonas. Las estadísticas de desempleo
no incluyen el gran problema del subempleo, esto es, el que hasta un
40% de la fuerza laboral se dedique a lo que el lenguaje popular llama
“trabajos de mierda”, con salarios que están en el nivel de pobreza, ma-
las condiciones laborales y/o formas irregulares del empleo, como los
trabajos temporales y de jornada parcial. La estadística combinada so-
bre este ámbito del imperio norteamericano —su aspecto oculto dentro

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182 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
de los EE.UU., tras las murallas del imperio— apuntan a una economía
estancada y a una decadente sociedad enferma allí donde no se ha veni-
do abajo.
En este contexto de descomposición doméstica, los constructores del
imperio gastan sumas inmensas para conquistar el mundo valiéndose de
reclamos inventados. Aterran a la población con visiones paranoicas de
ataques inminentes que sirven de pretexto a las guerras infinitas, la con-
quista del mundo y la espantosa matanzas de gentes indefensas. Patroci-
nan o protegen a los terroristas domésticos del ántrax que espantaron a
los ciudadanos norteamericanos y sirvieron para justificar el terror de
Estado norteamericano. De todos modos la gran mayoría de los norte-
americanos simplemente “se cruzaron de brazos y observaron” (Harold
Pinter), o lo que es peor, sintieron el orgullo y el placer vicario de que
los asociaran a los victoriosos ejércitos devastadores. Aunque las prin-
cipales ciudades de los EE.UU. están en bancarrota o muy endeudadas,
el gobierno federal gasta miles de millones subsidiando a las élites
agroexportadoras a un ritmo de 180 millardos de dólares en 10 años,
otorgando lucrativos contratos por miles de millones de dólares a los
contratistas de las grandes multinacionales de la construcción (Halli-
burton) que mantienen estrechos vínculos con los constructores del im-
perio, mientras gastan miles de millones en el mantenimiento de ejércitos
mercenarios en Afganistán, Iraq y Colombia. En medio del estancamiento
del país, los constructores del imperio conceden inmensas rebajas de
impuestos a la élite corporativa, es decir, a los que son más propensos a
invertir en las CMN y en sus “operaciones” en el exterior.
Para atraer inversiones exteriores que permitan financiar el gran défi-
cit en la balanza comercial del país, el Estado imperial permite a los
bancos multinacionales de los Estados Unidos que laven miles de mi-
llardos de dólares en fondos ilícitos, dólares que provienen de evasores
de impuestos multimillonarios, banqueros corruptos y de la élite de fun-
cionarios políticos de América Latina, China, África y de cualquier otro
lugar (del Congreso de los Estados Unidos, por ejemplo). Los fondos
para sostener el imperio provienen en parte de muy corruptos vasallos
extranjeros que “invierten” en la economía norteamericana mientras se
dedican al pillaje de sus propios países o abren las puertas de su econo-
mía al pillaje imperial. Sin embargo, a medida que el dólar se debilita y
las oportunidades rentables se reducen, la declinante economía de la
república deja de atraer las hasta ahora grandes inversiones extranjeras.
La afluencia de inversiones extranjeras directas, por ejemplo, se reduje-
ron de 300 millardos de dólares en el 2000 —más del 20% del total de
las inversiones extranjeras directas en el mundo— a solo 124 millardos
en el 2002 y a 50 millardos en el 2003 (UNCTAD, WIR-02). El proble-
ma consiste en que la república necesita 2,7 millardos de dólares diarios
en afluencias de capital para financiar el déficit externo de la balanza
comercial, que ascendió a la histórica cifra de 354 millardos de dólares

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 183
en el 2002 (US Census Bureau, 2003).
Las consecuencias del fortalecimiento del imperio y el debilitamien-
to de la república son: mayores sacrificios sociales en el país, más pro-
teccionismo, mayores transferencias de ganancias y de pagos de intereses
desde América Latina y otras regiones neocoloniales, más cruzadas
moralizantes, campañas más vigorosas de los medios de comunicación,
mentiras oficiales aún más descaradas y nuevas guerras que estimulan
el chovinismo. En este contexto, lo estafado por las corporaciones a
millones de inversionistas y jubilados norteamericanos sirvió para enri-
quecer personalmente a los presidentes ejecutivos y financiar la expan-
sión de las CMN en el exterior, así como para empobrecer a muchos. La
corrupción no es una aberración de unos pocos presidentes ejecutivos
descarriados, sino un rasgo estructural de la construcción del imperio de
los Estados Unidos, tanto en el exterior como en el país.

La guerra imperial y la república

Pese a las críticas ocasionales de los líderes europeos y al inconsecuente


desacuerdo de la legislatura de la república, el régimen de Bush exten-
dió ampliamente el proyecto de construcción del imperio sobre los ci-
mientos (y redes) militares y políticos de sus predecesores, en particular,
la presidencia de Clinton. En época de Clinton, el imperio militar se
extendió desde el Báltico hasta los Balcanes y más allá de la ocupación
parcial de Iraq. Los militaristas de Bush, sin embargo, se las arreglaron
para ampliar el imperio militar norteamericano mediante la conquista
de Iraq, el Cáucaso, Asia Central, Afganistán y Asia meridional, y la
construcción de un vasto archipiélago de bases militares, zonas de abas-
tecimiento militar y fortalezas desde las que se podía atacar toda la parte
meridional de Asia hasta, e incluida, Corea del Norte. En el Oriente
Medio, Bush anunció una “zona de libre comercio” —desde África del
Norte hasta Arabia Saudita, incluido Israel— controlada por los Esta-
dos Unidos.
Como señala Wolf en el Financial Times, las aventuras en curso de la
administración Bush en esta región estratégicamente crucial guardan
relación con dos preocupaciones que se hallan detrás de todas las for-
mas del imperio: el control de todos los recursos codiciados (el petróleo
en este caso) y un “vacío de seguridad”, esto es, la oposición al imperio.
Nunca el imperio norteamericano había crecido tan extensamente, con
tanta rapidez y de una manera tan fácil, lo que convierte a lo que se dice
(y a lo mucho que se escribe) sobre la “decadencia del imperio” en pura
palabrería o en un ejercicio autoindulgente de “cura por la fe”.
Como ocurrió con la irracional política exterior del régimen en cuan-
to a Cuba, algunos sectores económicos de los Estados Unidos induda-
blemente sufrieron las consecuencias de la histérica propaganda

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184 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
“antiterrorista” del imperio, diseñada para conseguir respaldo público a
las guerras y conquistas imperiales. Los sectores más afectados son los
de las industrias de aeronáutica civil, el turismo y las consiguientes acti-
vidades de servicios. Sin embargo, los subsidios estatales de gran cuan-
tía y los préstamos de bajos intereses protegieron el sector corporativo
de estos efectos adversos.
Las fuerzas políticas y sistémicas impulsan la construcción del impe-
rio en nuestros días, mientras que el extremismo ideológico la refuerza.
Las tentativas simplistas de explicar la guerra mediante la influencia del
complejo militar-industrial no toma en consideración la declinación re-
lativa en años recientes de la importancia que tiene sector de la aeronáu-
tica y la defensa entre las 500 firmas más importantes. Las conquistas
imperiales se basan hoy en el esfuerzo por dominar el mundo —la ONU
se fundó para frustrar proyectos semejantes— y en crear oportunidades
futuras en provecho de las CMN. El imperio militar se diseñó para ase-
gurar el futuro acceso a la riqueza, no para generarla en los procesos de
conquista. La guerra y la red de satélites militares están diseñadas como
un apéndice de la organización del sistema para facilitar la obtención de
ganancias de monopolio con la complicidad de los gobernantes depen-
dientes dispuestos a conceder derechos de explotación a las CMN.
“La construcción del imperio no es un té”, nos dijo en una ocasión un
coronel retirado de los marines norteamericanos refiriéndose a las vio-
laciones sistemáticas de los derechos humanos que acompañan las guerras
y las conquistas imperiales. No hay nada que evidencie mejor la con-
quista deliberada, planificada y violenta y la ocupación brutal insertas
en la construcción del imperio norteamericano que la oposición de los
Estados Unidos a la corte penal internacional y el despiadado arm-
twisting que obligó a más de 50 países a firmar pactos bilaterales que
otorgaban impunidad al personal militar norteamericano. Pero no es lo
inhumano de las guerras imperiales, ni las flagrantes violaciones de la ley
internacional, ni la invención de provocaciones para justificar la con-
quista colonial lo que origina las fisuras en el bloque de poder dirigente
(funcionarios estatales y la élite corporativa), sino la controversia entre
los constructores del imperio militar que gobiernan y los constructores
del imperio económico en cuanto a la mejor manera de construirlo y de
consolidar la estructura de gobierno y dominación sin socavar la capa-
cidad de la república para financiar el Estado imperial.

El conflicto entre imperios

El conflicto entre las élites sobre la mejor manera de construir el impe-


rio se libra en distintos niveles. La cuestión primera, y más general,
atañe a la relación entre los constructores militaristas del imperio y los
corporativos. A la misma vez que comparten una visión común del im-

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 185
perio norteamericano, están en desacuerdo (por lo menos algunos) en
cuanto al grado de “autonomía” de que disponen los militaristas a la hora
de actuar y a que en ocasiones elaboran estrategias militares que se cen-
tran en la conquista en vez de en los costos y beneficios económicos.
Las conquistas militares exitosas aumentaron el poder y ampliaron la
independencia de los militaristas al elaborar la estrategia global sin te-
ner en cuenta y contra algunos de los intereses de los constructores del
imperio económico en el sector privado.
La segunda cuestión tiene que ver con las distorsiones en la construc-
ción del imperio norteamericano provocadas por estrategas clave del
imperio debido a sus vínculos con el sionismo y a la influencia que este
ejerce en la elaboración de la política imperial, sobre todo en el Oriente
Medio. Sionistas como Wolfowitz, Feith, Perle y muchos otros arqui-
tectos de la estrategia de conquista global, cuando se trata de apoyar la
política estatal israelí, se dedican casi fanáticamente a dirigir la política
norteamericana hacia la destrucción de los adversarios árabes de Israel
en todo el Oriente Medio, incluso cuando un enfoque “negociado” de la
expansión del imperio norteamericano —y de la paz— es viable. Ocurre
lo mismo en el caso de Irán y Siria, pese a que han aparecido en estos
países personalidades y movimientos políticos liberales pro-norteame-
ricanos que andan en busca de métodos no violentos.
A los estrategas militares y de inteligencia convencionales les parece
igualmente dañino que los constructores sionistas del imperio expresa-
ran un paranoico punto de vista israelí de la política: la de un mundo
lleno de enemigos, entre ellos los europeos, en quienes no se puede
confiar y de gente de todo el Tercer Mundo que se consideran terroristas
potenciales. Sionistas influyentes como Richard Pere siguen los precep-
tos de un tristemente célebre político y militar israelí (Moshe Dayan):
“los árabes sólo entienden el uso de la fuerza”. Mientas que la “filoso-
fía” israelo-sionista es lo suficientemente mortífera en el Oriente Me-
dio, sus exponentes en Washington tienen poder global y la capacidad
de ejercerlo en todo el mundo. Los militaristas norteamericanos, que
tienen vínculos lejanos con Israel e hicieron de las prácticas israelíes la
guía doctrinal de su proyecto de construcción del imperio, adaptaron la
visión del mundo israelí de guerras “preventivas”, “colonización”, ocu-
pación, castigo colectivo y el empleo unilateral de la fuerza en desafío a
la ley internacional.
El resultado de esta “parcialidad sionista” en la estrategia norteame-
ricana de la construcción del imperio generó varios conflictos dentro de
la élite imperial: entre los constructores del imperio económico que bus-
can alianzas con los que mandan en el petróleo árabe con el fin de exten-
der su dominio; entre la élite profesional de los militares y las agencias
de inteligencia que los sionistas castigaron y dejaron al margen por no
haber suministrado la información de inteligencia “apropiada” para la
guerra de aniquilamiento de los enemigos de Israel. Esto hizo que el

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186 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz creara una estructura de inte-
ligencia paralela compatible con la política sionista de “destruir los ene-
migos de Israel”. Este espurio grupo de inteligencia, que se calificaba a
sí mismo de “conspiración”, es menos una agencia de inteligencia ocu-
pada en la recolección de información confiable que una agencia de
propaganda dedicada a inventar “informes” justificadores de políticas
de guerra preconcebidas que se basaban en la visión del mundo israelí.
En su tercer nivel, el conflicto en el interior del régimen es el que
existe entre Rumsfeld, Secretario de Defensa, y los profesionales de la
inteligencia militar. Rumsfeld, en tanto que figura clave implicada en el
proceso de construcción del imperio militar, se ha dedicado vigorosa-
mente a concentrar poder en sus manos, así como, en las de aquellos que
forman parte de su círculo personal, que encabezan Wolfowitz, Perle,
Boulton y otros militaristas extremistas. Rumsfeld no permitió que otros
profesionales del Pentágono participaran en la reorganización de las fuer-
zas armadas, la obtención de armas, la elaboración de la estrategia de
guerra y las operaciones de inteligencia. Promovió a oficiales leales por
encima de aquellos de mayor antigüedad y experiencia militar, y humi-
lló a quienes expresaban el más insignificante desacuerdo. Su tiránica
actitud hacia los oficiales de alta graduación forma parte de su método
de ahogar cualesquiera discusiones en la élite. Sus más fieles subordina-
dos y sus asesores más influyentes son aquellos que se adhieren a su
estrategia extremista de construcción del imperio militar: una secuencia
de guerras que se solapan y combinan con los programas de asesinatos
terroristas encubiertos.
No cabe duda de que Rumsfeld ha sido la figura que controla la for-
mulación y la ejecución de la estrategia de conquista militar del mundo,
una estrategia imperial que mucho se parece, por no decir que es idénti-
ca, a la de la Alemania nazi. La concentración del poder de Rumsfeld
dentro de la élite imperial y la hostilidad hacia los profesionales se ma-
nifestó dramáticamente cuando nombró al general retirado Shoomaker,
antiguo comandante de las Fuerzas Especiales “Delta”, que algunos
militares de alta graduación del cuartel general de Delta en Fort Bragg
describieron a uno de los autores de esta obra (Petras) como una colec-
ción de “sicópatas entrenados para asesinar”. Es claro que el que fuera
general de Delta fue seleccionado precisamente porque su perfil ideoló-
gico y su comportamiento coinciden con los del propio Rumsfeld.
La primera de las principales diferencias y conflictos internos entre
Rumsfeld y las jerarquías militares y de la inteligencia, que salieron a la
superficie después de la guerra de Iraq, tenían que ver con la cuestión de
la no existencia de armas de destrucción masiva en Iraq. Comoquiera
que estas armas fueron la principal justificación de la administración
Bush para desatar la guerra, esto dio origen a un debate en los medios de
comunicación y entre algunos congresistas. El conflicto entre los miem-
bros de la élite y dentro de ella afloró cuando los “profesionales” de las

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 187
fuerzas armadas y las agencias de inteligencia filtraron informes e hicie-
ron declaraciones que cuestionaban los alegatos de Rumsfeld en su es-
calada hacia la guerra. Es evidente que los “profesionales” deseaban
hacer responsables a Rumsfeld y a su círculo personal de “inteligencia”
de preparar los datos para justificar los planes de guerra de Rumsfeld-
Wolfowitz. Dicho en pocas palabras, la intensidad de la lucha por el
poder burocrático entre los miembros de la élite y dentro de esta había
llegado a un punto en el que los profesionales en pro del imperio esta-
ban dispuestos a cuestionar una exitosa guerra imperialista para des-
hacerse de un tirano burócrata que ponía en peligro su proyecto (la
construcción del imperio), con el fin de promover su estrecho poder
personal dentro del aparato estatal imperial. Sin embargo, con la ayuda
del Congreso y de los medios de comunicación, los militaristas pudie-
ron enterrar el asunto, e incluso consiguieron que el público diera su
consentimiento a la guerra.
El cuarto asunto dentro de la élite imperial gobernante es el conflicto
en cuanto a las relaciones entre los constructores del imperio militar y
los del imperio económico. Estos últimos conciben claramente la acción
militar como un medio para conseguir un fin: un imperio norteamerica-
no dominante y hegemónico. Para los imperialistas militares, la defini-
ción militar de la conquista del mundo se convirtió en un objetivo estratégico
que, se pensaba, redundaría eventualmente en beneficio de los construc-
tores del imperio económico. Esto hizo que algunos críticos e ideólogos
entre los constructores del imperio económico cuestionaran el conoci-
miento que tenían los militaristas de los costos económicos a corto y
largo plazo de una política indiscriminada de intervención militar y guerra
permanente. Esto puede convertirse en un importante debate sobre los
métodos de la construcción del imperio, pero no sobre el imperio mismo,
que ambas partes apoyaban. La disputa sobre el “amiguismo económi-
co” que aqueja a los militaristas echó más leña al fuego del debate. Estos
otorgan contratos lucrativos de posguerra a las favorecidas CMN que
están ligadas a la camarilla Rumsfeld-Cheney-Bush, al tiempo que igno-
ran los reclamos de otros sectores corporativos.
Sin embargo, estas disputas entre capitalistas y constructores del im-
perio militar son obviamente secundarias con respecto a los poderosos
intereses y políticas que los unen. Pese a que algunos capitalistas expre-
saron ocasionalmente, y de pasada, algunas preocupaciones sobre las
políticas de guerra imperialista, la clase capitalista, las CMN en particu-
lar, respalda fuertemente la construcción del imperio de Bush-Rumsfeld.
Existen por lo menos siete razones por las que las CMN respaldan la
administración Bush a pesar de los recelos de algunos capitalistas rela-
cionados con la doctrina neonazi de la guerra permanente. Pese a que
unos pocos editorialistas en la prensa financiera y algunos capitalistas
criticaron los déficit financieros, el dólar débil y los crecientes déficit
de las cuentas externas, la mayoría de la clase capitalista le sigue dando

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188 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
un sólido apoyo al régimen de construcción de imperio de Bush por
razones muy concretas. El régimen rechazó todos los tratados interna-
cionales, incluido el acuerdo de Kyoto, que impone controles ambienta-
les a la industria, por lo que se reducen los costos de producción de las
firmas norteamericanas. En segundo lugar, la administración Bush otor-
ga subsidos por miles de millones, en particular, a las firmas exportadoras
de productos agropecuarios, lo que permite a las empresas que los reci-
ben ampliar su parte en el mercado y elevar su “competitividad” y sus
ganancias. En tercer lugar, la administración Bush protege más de 200
productos en cuya producción participan decenas de miles de producto-
res que no son competitivos y venden en el mercado de la república
(“doméstico”), por lo que bloquean o limitan la entrada de competido-
res más eficientes. En cuarto lugar, el régimen de Bush redujo los im-
puestos de toda la clase capitalista, lo que benefició a los directores
ejecutivos de la CMN y a los capitalistas que operan en la “república”,
los que recibieron aumentos cada vez mayores por dividendos, ganan-
cias de capital y salarios. En quinto lugar, la administración Bush ha
tolerado (o participado en) el encubrimiento de la corrupción en gran
escala, del fraude y los delitos de auditoría en la mayoría de las CMN y
bancos más importantes. En sexto lugar, el régimen sigue tolerando las
regulaciones bancarias poco rigurosas que no hacen más que promover
el lavado de millardos de dólares por los bancos multinacionales norte-
americanos.
En séptimo lugar, la administración Bush rechazó aumentar el salario
mínimo y ha seguido una línea antiobrera, que se traduce en una reduc-
ción de los costos laborales de las grandes y pequeñas empresas que
operan en el sector de los servicios o poseen establecimientos donde la
intensidad del trabajo es mayor.
Estas y otras políticas similares proporcionan las bases económicas
al nexo estructual de larga duración y en gran escala entre la administra-
ción Bush y la clase capitalista en su conjunto. Esto explica la íntima
colaboración entre los constructores del imperio económico y los del
imperio militar, es decir, entre los constructores del imperio militar y la
clase de los hombres de negocios que operan en la república. El “inter-
cambio” (¡cómo si hiciera falta alguno!) comprende contribuciones eco-
nómicas financieras del Estado a la élite local de los hombres de negocios
a cambio del apoyo financiero y político de la clase capitalista a los
constructores del imperio militar.
Lo que permite a estos últimos proseguir en su consecución de la
conquista del mundo, pese a las críticas inconsecuentes y de pasada de sus
aliados europeos, es saber que cuentan con el sólido respaldo de Wall
Street y “Main Street”, la Calle Principal, es decir, los capitalistas que
producen para el mercado doméstico de la república. Además, el poder
externo y los nexos corporativos entre las CMN y los bancos norteame-
ricanos con sus homólogos europeos debilitaron la disposición europea

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 189
de desafiar las supremacía de los Estados Unidos y fortalecieron los
regímenes de derecha de Berlusconi y Aznar en Italia y España.

Circos sí, pero pan no

La construcción del imperio no otorga beneficios a los obreros, los em-


pleados, los pequeños granjeros ni a la mayoría de los hombres de nego-
cios de la república. Su apoyo al Imperio se basa en el consumo de la
propaganda estatal a través de los medios de comunicación, es decir,
una gratificación simbólica por formar parte de un victorioso “poder
mundial” y por mantener una actitud servil hacia la autoridad estatal
establecida. La falta de credibilidad de un partido o movimiento político
de izquierda sigue minando o impidiendo la formación de una oposición
popular. Y lo que es peor, los que se hacen pasar por intelectuales o
revistas de izquierda apoyaron en gran medida las guerras de los Esta-
dos Unidos contra Yugoslavia, Afganistán y, en menor grado, Iraq.
Lo más revelador es que la gran mayoría de la izquierda intelectual
norteamericana se unió a la administración Bush en sus ataques contra
Cuba por la ejecución de terroristas cubanos y el encarcelamiento de
elementos subersivos y propagandistas financiados por los Estados Uni-
dos. Los movimientos y revistas “progresistas” de los Estados Unidos,
con algunas notables excepciones, nunca expresaron su solidaridad con
los movimientos de resistencia anticolonial del pasado o del presente,
con las luchas de liberación nacional o los regímenes revolucionarios,
tratárase del Frente de Liberación Nacional de Viet Nam, la resistencia
iraquí o la Revolución Cubana. La mayoría de la oposición norteameri-
cana tiende a ser legalista (citan la ley constitucional) o moralista (citan
preceptos universales) y está divorciada de cualquiera o de todas las
formas de lucha por el cambio social, esto es, de la práctica revoluciona-
ria, sin duda, pero incluso del reformismo.
El Estado, los medios de comunicación y el mundo de las corporacio-
nes alientan todos una dedicación pasiva e insensata, como espectado-
res de masa, a los deportes y los espectáculos de entretenimiento, lo que
crea un ethos apolítico (héroes y heroínas de los deportes y las telenove-
las) y refuerza la visión del mundo que tiene el imperio sobre lo que es
“bueno” y “malo”, donde los “tipos buenos” derrotan a los hacedores
del “mal” mediante la violencia y la destrucción. Quizás lo más asom-
broso sea la forma en que unos pocos sociólogos abordan esta cuestión
o incluso la conceptúan de problema, problema que nos remite al funda-
mento mismo de la “sociedad” y la “cultura” de los Estados Unidos.
A medida que el imperio crece, desaparecen los fondos de pensiones
corporativos, los costos de los servicios médicos y los productos farma-
céuticos se disparan y la pobreza aumenta más allá de lo que registran
las defectuosas estadísticas oficiales. En julio del 2003, la tasa de de-

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190 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
sempleo oficial era del 6,5%, pero la tasa no oficial se acercaba al doble
de esta. La construcción del imperio no crea una “aristrocracia obrera”
que anhela compartir las migajas del imperio, por lo menos, si excluimos
a los miles de funcionarios sindicales que obtienen cientos de miles de
dólares por concepto de salarios anuales, pensiones y retribuciones, mien-
tras que los afiliados a sindicatos en el sector privado que pagan sus
cuotas, y constituyen solo el 9% de la fuerza laboral, están desmovilizados
y desmoralizados. Las desigualdades sociales en la república se ensan-
chan y ahondan: la proporción entre el ingreso de un director ejecutivo
y un trabajador, que era de 80 a 1 hace veinticinco años, es de 450 a 1 en
la actualidad, y no deja de crecer. Desde 1990 al 2000, los pagos que
reciben los ejecutivos de las principales corporaciones norteamericanas
aumentaron en un 571%, y las noticias recientes apuntan hacia la conti-
nuación de esta tendencia: los salarios se comprimen —la parte del tra-
bajo en el ingreso nacional declinó significativamente (en un 12% solo
en la última década) — mientras la remuneración (salarios, opciones de
adquirir acciones y otros beneficios) de los directores ejecutivos sigue
creciendo a ritmos acelerados (Weisman, 2002); y la parte del “capital”
en el ingreso nacional (dinero disponible para ser invertido) aumenta
sin cesar.
Uno de los mecanismos que emplean los gobiernos para reducir la
parte de los trabajadores y de las familias en el ingreso nacional y au-
mentar la del capital (en la creencia de que los trabajadores no harán
más que gastar sus salarios, mientras los ricos son más propensos a in-
vertir sus ahorros y promover así el “crecimiento económico”) es el de
imponer impuestos cada vez más regresivos y la reducción de impues-
tos. Según los “Ciudadanos en pro de impuestos justos”, los impuestos
de las corporaciones caerán abruptamente hasta llegar a ser solo el 1,3%
del PIB del 2003. Más de la mitad de los recortes de impuestos que
entraron en vigor el pasado año favorecen a los más ricos, que constitu-
yen el 1% de todos los contribuyentes, por lo que se mantiene la tenden-
cia que se inició durante la presidencia de Reagan.
En la otra columna de este libro de contabilidad, los trabajadores en
general son afectados por las presiones cada vez mayores sobre sus sala-
rios, la reducción de los beneficios sociales, el deterioro de sus condi-
ciones de trabajo y la posibilidad de perder sus empleos o de no encontrar
ninguno. En relación con los trabajadores europeos, los norteamerica-
nos disfrutan de muchos menos días de vacaciones (como promedio
menos), reciben menos y menores beneficios, mantienen más tiempo el
empleo con más horas de trabajo semanales y, como los dos partidos
dominantes están controlados por constructores del imperio, no cuentan
con representación alguna. Como resultado de todo esto, los trabajado-
res norteamericanos quedan cada vez más marginados con cada asalto
contra sus condiciones de vida y trabajo y su capacidad de negociar
estas condiciones. En relación con esta situación, la clase obrera ha per-

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LA REPÚBLICA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA IMPORTANCIA DEL IMPERIO 191
dido batalla tras batalla en la dilatada lucha de clases que los capitalistas
libran contra ellos.
El período de 1968 a 1973 fue el punto más alto que alcanzaron los
trabajadores en su lucha, tanto en Europa como en los Estados Unidos,
pero, desde la perspectiva de la clase obrera, los últimos treinta años
han sido años de declinación constante de su capacidad organizativa, de
reducción de su parte en el ingreso nacional, de empeoramiento de su
calidad de vida, y de una menor influencia política. Mientras que el capi-
tal corporativo norteamericano lanzaba una serie de campañas globales
de relativo éxito en su lucha por la parte de los “mercados emergentes”
(en Asia y América Latina) que le corresponde y hacía avanzar su pro-
yecto de imperio económico (dentro de la institucionalidad del nuevo
orden mundial), la clase obrera norteamericana era exprimida, desecha-
da o atropellada en el camino.
Al capital nunca le fue tan bien como en las últimas dos décadas,
incluso mejor que durante la “época de oro del capitalismo” en las déca-
das del cincuenta y el setenta del siglo XX. Y a los trabajadores nunca les
fue tan mal, por lo menos desde la década del treinta. El promedio de los
salarios actuales en los Estados Unidos es igual o está por debajo del
de 1973 y, según el Instituto de Política Económica, una cuarta parte de
la población que trabaja hoy en los Estados Unidos recibe salarios que
se encuentran en el nivel de pobreza. En una situación en la que se dispa-
ran las compensaciones de los ejecutivos y la acumulación de riqueza, la
clase obrera norteamericana carga con el peso del ajuste de la economía
norteamericana como lo exige el imperio militar y económico. Los cos-
tos sociales de este imperio, que la clase obrera paga de una manera
desproporcionada en sus innumerables formas y divisiones multirraciales,
son absolutamente abrumadores, y nunca lo habían sido tanto como en
el régimen actual.
Lo que resulta sorprendente (o por lo menos lo que nadie ha podido
explicar) es que la pérdidas objetivamente definidas y bien documenta-
das de las clases trabajadoras no han conducido a ninguna oposición de
importancia a la construcción del imperio, con la excepción, al parecer,
de la de los negros, quienes, como ocurrió, se opusieron a la guerra de
Iraq por amplio margen. Por supuesto, en muchas zonas, hasta el 40%
de los negros, en particular los jóvenes y los que se encontraban en
“edad de trabajar” se encuentran desempleados o capturados por la ma-
quinaria del sistema judicial, o en ambas situaciones a la vez. La erosión
del Estado de bienestar, el alto grado de explotación y de opresión de los
trabajadores de color (y de los inmigrantes recién llegados), junto con la
transferencia de la riqueza hacia los altos estratos y su concentración en
ellos, contribuyen a financiar el proyecto de la construcción del imperio
del régimen. Esto es sumamente evidente. Como evidentes son los ne-
gativos efectos colaterales sociales y políticos de este proceso. La corrup-
ción corporativa en gran escala en una economía especulativa estancada

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192 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
y el desempleo creciente han acompañado el dramático viraje a la dere-
cha en la política imperial.
También se produjo un aumento del crimen corporativo, el chovinis-
mo nacional y la difusión del darwinismo social, ideología que incita al
individuo egoísta a enfrentarse a otros en una lucha por la supervivencia
y el provecho personal. En este contexto, son muchos los miembros de
las minorías desempleadas y de baja educación que deciden incorporarse
al ejército imperial, al tiempo que numerosos trabajadores blancos po-
bres manifiestan una hostilidad socialmente creada contra los musulma-
nes, los árabes y los pueblos del Oriente Medio. Los líderes acomodados
de las principales organizaciones judías apoyan incondicionalmente al
carnicero Sharon y a sus homólogos ideológicos del régimen de Bush en
sus planes de guerras imperiales, la próxima de las cuales tiene a Irán
por objetivo. Mientras tanto, los “progresistas” renuevan sus perennes y
fútiles esfuerzos por convertir el Partido Demócrata, de partido impe-
rial, en partido democrático de la república.
En los Estados Unidos no existe un desafío al imperio, ni es de espe-
rar que se produzca en un futuro previsible. Ni los capitalistas disiden-
tes (es decir, la brecha que no deja de ensancharse entre el imperio y la
república), ni la clase obrera con sus muchas divisiones pueden formar
la base social de una oposición consecuente. La principal amenaza al
imperio proviene del exterior, de las incesantes luchas de masas y clases
en el Tercer Mundo, que equivale a decir, América Latina, el Oriente
Medio y Asia.

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194 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

10. EL PILLAJE IMPERIAL:


LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

Introducción

Las relaciones económicas entre el Imperio y el Tercer Mundo en el


mundo contemporáneo nunca fueron tan unilaterales —ni tan benefi-
ciosas para el primero y tan perjudiciales para el segundo— como en
América Latina. Examinar y discutir la cuestión de las relaciones entre
imperio y Estado cliente exige, ante todo, establecer una periodización
que distinga los grados de dominación y control, lo específico de la
colaboración de clases y las diferentes formas de la construcción del
imperio durante el último cuarto del siglo.
En primer lugar, hablar del imperialismo como “500 años de explota-
ción y dominio” es tan cierto en lo general como engañoso en lo especí-
fico. Si bien es cierto que los constructores europeos y norteamericanos
del imperio explotaron a muchos de los países latinoamericanos la ma-
yoría del tiempo durante medio milenio, también es verdad que los mo-
vimientos populares latinoamericanos y los regímenes nacionalistas y
socialistas consiguieron modificar o transformar significativamente sus
relaciones con el imperio en diferentes coyunturas. El imperialismo se
basa en relaciones estatales y de clase que por su naturaleza entrañan un
proceso de conflictos, confrontaciones y conquistas, revoluciones, con-
trarrevoluciones y transformaciones. La historia de la región está plaga-
da de semejantes “acontecimientos”.
Los regímenes nacional-populistas de la década del treinta a la del
sesenta del siglo XX lograron transformar parcialmente la economía de
Latinoamérica, de exportadora de materias primas en economía indus-
trial urbana relativamente diversificada y orientada hacia el mercado
doméstico. Un rasgo de este desarrollo populista y nacionalista era la
gradual incorporación, no solo de elementos de la clase media sino tam-
bién de la clase obrera, al proceso de desarrollo político y económico.
También a los campesinos sin tierra, con poca tierra o proletarizados, se
les ofreció “desarrollo” y reforma agraria como un medio de conjurar
las crecientes presiones de los que exigían un cambio más radical y una
revolución. Sin embargo, mediada la década de los setenta, la clase ca-

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 195
pitalista, tanto en Europa (Davis, 1984; Pizzorno y Crouch, 1978) como
en América Latina —para ser más preciso, el Chile de Pinochet—, lan-
zó una contrarrevolución que en esta región fue secundada, cuando no
dirigida, por los agentes del imperialismo norteamericano.
En alianza con los capitalistas transnacionales latinoamericanos (sec-
tores del capital vinculados con las redes internacionales del comercio y
la mercadotecnia) y las fuerzas armadas, esta contrarrevolución se propo-
nía detener e invertir el proceso en curso de cambio y desarrollo refor-
mistas. Con este fin, en Chile y Argentina se introdujo mediante la fuerza
militar un “nuevo modelo económico” de desarrollo capitalista neoliberal.
En la década de los ochenta, en el contexto totalmente nuevo de una
crisis de la deuda que se extendía por toda la región, estos “experimen-
tos neoliberales” anteriores se reprodujeron e impusieron a los regíme-
nes-clientes por los agentes económicos del imperio que trabajaban de
acuerdo para que se realizaran las reformas de las políticas que desbro-
zarían el camino a una nueva ola de “inversiones” y someterían las eco-
nomías nacionales de la región a los dictados del capital y a las exigencias
del imperio (para más detalles, véase Veltmeyer y Petras, 1997, 2000).
Una vez que controló los sectores estratégicos y dinámicos de la econo-
mía y consolidó su dominio sobre una clase política-cliente, el imperio de
la década de los noventa se encaminó hacia un proceso de desnacionali-
zación y nueva colonización que facilitaría el pillaje de los recursos (ver
más adelante) que acabaría por socavar y paralizar las mayores econo-
mías de la región. Este proceso creó en algunos países las condiciones
para que se produjera una severa crisis económica y política y, en gene-
ral, para que emergieran nuevas fuerzas de resistencia y oposición en
forma de movimientos sociales contra el sistema. Ya a finales de esa
década, este proceso de nueva colonización que distintas rondas de re-
formas neoliberales de la política habían facilitado y que se apoyaba en
los líderes tradicionales de derecha y en el reclutamiento de nuevos go-
bernantes clientes que provenían de las filas de renegados izquierdistas
y populistas latinoamericanos, había avanzado considerablemente.

Relaciones entre imperio y Estado-cliente


en la “periferia” de América Latina

Podemos señalar tres períodos diferentes de las relaciones entre el impe-


rio y el Estado-cliente. El período de 1930-1970 de dominación imperial
relativamente limitada se basaba en el eclipse y no en el desplazamiento
de las clases colaboradoras agrarias y mineras, y en el surgimiento y la
expansión del Estado nacional y las empresas industriales privadas,
los regímenes de control de cambios y del comercio extranjero, y los
bancos nacionales. La década de los setenta (de 1965 a 1982, para ser

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196 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
1
exactos) fue de transición de un período de reforma liberal y desarrollo
nacional bajo la égida del “viejo modelo económico” de nacionaliza-
ción, regulación y protección estatal (así como de cierta industrialización
a partir de la sustitución de importaciones) a un proceso de globaliza-
ción y desarrollo capitalista neoliberal, esto es, la incorporación de
América Latina a la “economía global” y al “nuevo orden económico
mundial” (o sea, el imperio euro-norteamericano). El período de 1983-
1999 incluyó la privatización en masa de las empresas públicas y la
desnacionalización de bancos, industrias, empresas de telecomunicacio-
nes, servicios estratégicos de energía, etcétera. La tercera fase (el perío-
do actual) comprende la transformación de las conquistas económicas
estratégicas en un nuevo régimen político-jurídico —la Comisión del
ALCA— que confiere a los constructores del imperio la soberanía for-
mal de la región.
LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO: FASE I
La transición del populismo nacional al neoliberalismo se consumó a
través de un proceso de conflictos violentos, golpes de Estado, masacres,
exilios forzosos y el establecimiento de un aparato estatal (los militares
y la policía) leal al imperio y una clase política de cómplices voluntarios
del dominio imperial. Los constructores del imperio y sus gobernantes
clientes, tanto militares como civiles, no tardaron en abrir las puertas de
la región a una invasión en masa de “inversionistas” europeos y norte-
americanos y a las CMN.
La construcción del imperio económico fue posible gracias a los cons-
tructores militares del imperio que intervinieron directa e indirectamen-
te para reprimir, desarticular y fragmentar la oposición popular. Los
golpes militares en Brasil (1964), Bolivia (1971), Chile (1973) y Argen-
tina (1976), así como los golpes de civiles y militares en Uruguay (1972)
y Perú (1993), crearon el marco político y los acuerdos internacionales
con las instituciones financieras internacionales (IFI) que detuvieron e
invirtieron el curso del proyecto de industrialización nacional de la bur-
guesía nacional (y nacionalista) de la región, lo que abrió Latinoamérica
a la invasión y su eventual conquista por las CMN europeas y norteame-
ricanas. Este proceso se inició en la década de los setenta en el Cono Sur
(Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay) bajo la égida de “fuerzas arma-

1
En esta periodización parece existir un patrón de unos 17 años de“desarrollos” en la
región, semejante a los patrones de cualquier otro lugar: 1) 1948-1965, ejecución del
proyecto de desarrollo de los reformistas liberales (reforma agraria, crédito rural,
etcétera) y participación de América Latina en la llamada “época de oro del capitalis-
mo”; 2) 1966-1982; y 3) 1983-1989, desarrollo capitalista, desnacionalización y nueva
colonización bajo la égida del “nuevo modelo económico” (el neoliberalismo) y en
condiciones de la crisis de la deuda y el proceso de nueva democratización (los gene-
rales se retiran del poder estatal, formación de regímenes civiles, descentralización y
constitución de la “sociedad civil”).

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 197
das” entrenadas y apoyadas por los Estados Unidos que facilitaron el
proceso mediante una ronda inicial de políticas neoliberales.
El proyecto imperial siguió avanzando en la década de los años ochenta
gracias a una segunda ronda de políticas neoliberales bajo la égida de
regímenes civiles constitucionales que se materializaron en el proceso
de “renovación democrática”, es decir, el retorno al imperio de la ley y
la reincorporación del “sector privado” (empresas capitalistas naciona-
les y extranjeras) al proyecto de desarrollo económico.
Debido a la presión del movimiento popular, los Estados Unidos ges-
tionaron una “transición negociada” del gobierno de los militares al go-
bierno político y autoritario de la élite mediante elecciones, y de este
modo salvaguardaron la política “neoliberal” y el marco institucional
necesario para seguir expandiendo el imperio económico. En la década
siguiente, gracias a la afluencia masiva de capital en forma de Inversio-
nes Extranjeras Directas (IED), el imperio económico —tanto el eu-
ropeo (español en su mayor parte) como norteamericano—, logró una
dramática expansión a medida que se eliminaban las barreras comercia-
les y las mercancías asiáticas, de la Unión Europea y norteamericanas
inundaban los mercados norteamericanos, desplazando a pequeños cam-
pesinos, productores locales, fabricantes y comerciantes minoristas. Fue
por buenos motivos y por su valor simbólico que los zapatistas atacaron
el primero de enero de 1994, día fijado para que el Acuerdo de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA) entrara en vigor. Como anun-
ciara el comandante Marcos en ese entonces, este acuerdo era el “toque
de difuntos” para Chiapas y las economías de la región.
Los nuevos regímenes clientes “democratizados” —el año 1989 fue
testigo del último régimen militar que quedaba en la región, lo que puso
fin a un proceso de diez años de re-democratización o “renovación de-
mocrática”— saquearon la economía privatizando y liquidando miles
de empresas públicas, mientras las CMN compraban una parte de bancos
y empresas manufactureras locales, así como tierras y bienes raíces. Según
un estudio realizado en Brasil en 1989, los bancos extranjeros poseían
el 9,6% de las acciones bancarias, pero ya en el 2000 controlaban el 33%.
En el 2001 el capital financiero extranjero controlaba 12 de los 20 ban-
cos más grandes de Brasil. En México este proceso llegó más lejos, pues
todos los bancos fueron presa de varios consorcios controlados por ban-
cos de propiedad extranjera. En toda la región, más del 50% de todos los
activos bancarios se privatizaron y desnacionalizaron (Correa, 2001).
El crecimiento del capital se debe casi exclusivamente a la adquisi-
ción de bancos privados y públicos nacionales, y no a la creación de
nuevas firmas. En América Latina, un estudio de 212 directores de 19
asociaciones financieras que representaban a los bancos en 14 países
latinoamericanos reveló que el 55% eran representantes de bancos ex-
tranjeros. En la actualidad, la mayoría de los dirigentes de redes finan-
cieras en Latinoamérica son banqueros europeos o norteamericanos.

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198 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Estas redes financieras, a su vez, controlan directa o indirectamente
las propiedades industriales, comerciales y de bienes raíces. Es de pare-
ja importancia el hecho de que establecieran las condiciones para el
financiamiento externo en colaboración con las IFI . Los ideólogos clien-
tes norteamericanos en América Latina se han entrenado, en su mayo-
ría, en universidades de propaganda elitistas como Chicago, Harvard y
Stanford. Mediante el terror y la coerción del Estado, así como del ser-
vilismo ante las demandas imperiales que se comunican a través de las
IFI, aunque controladas por el imperio, impusieron el modelo neoliberal
diseñado por el imperio y centrado en él. Las IFI impusieron el “mode-
lo” recurriendo a las políticas de ajuste estructural y las “reformas” a
ellas asociadas que beneficiaban a las élites financieras locales vincula-
das a los bancos multinacionales norteamericanos.

El pillaje imperial, alimento de los tiburones

El modelo neoliberal diseñado por el imperio y centrado en él condujo


al pillaje sistemático, de larga duración y en gran escala, de cada país
latinoamericano, o por lo menos de aquellos países que contaban con
recursos para saquear. Los cálculos según los datos suministrados por la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (ECLAC) (2002a
y 2002b) sobre remisiones de pagos de ganancias e intereses (ver tabla
1) muestra que el rendimiento de las operaciones del capital norteameri-
cano en Latinoamérica promediaban cerca de 60 millardos de dólares
anuales en los años de la década del noventa. Durante la década se remi-
tieron 585 millardos de dólares por concepto de pagos de intereses y
ganancias al centro del imperio, la mayor parte de ellos a las oficinas
centrales norteamericanas

TABLA 1
Ganancias por exportaciones y remisiones de ganancias e intereses,
América Latina 1980-2001
(Millardos de dólares)

1980 1985 1990 1993 1994 1995


Ganancias por exportaciones 109,0 115,5 164,9 183,4 221,4 270,5
Remisión de ganancias 31,9 46,6 43,0 45,0 47,8 54,4

1996 1997 1998 1999 2000 2001


Ganancias por exportaciones 299,5 332,5 332,9 347,1 412,6 392,01
Remisión de ganancias 59,9 66,2 71,6 71,2 81,7 77,6

FUENTE: ECLAC, Balance Preliminar de Economías de América Latina, 2002a, Anuario


Estadístico, 2002b.

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 199
Este volumen de los rendimientos del capital de inversiones y présta-
mos en América Latina quizás baste para explicar por sí mismo el “lento
crecimiento” de la región y el fracaso de América Latina para satisfacer
las expectativas de recuperación y crecimiento económico del Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional y muchos otros analistas a lo
largo de la década de los noventa. No obstante, los datos de la Tabla 1 solo
constituyen una parte de esta triste y sórdida historia. Ni el estudio de la
UNCTAD, ni los datos de la Tabla 1, recopilados por la ECLAC, inclu-
yen los elevados ingresos obtenidos por concepto de pagos por regalías,
tarifas de embarques, seguros y otros servicios, ni incluyen tampoco los
muchos millardos de dólares transferidos ilegalmente por las élites lati-
noamericanas a cuentas en el exterior a través de bancos europeos y
norteamericanos.2 Saxe Fernández (2002) estima que si solo se toman
en cuenta las transferencias “legales” de recursos financieros, el pillaje
total de América Latina en el 2000 estaría más cerca de los 100 millardos
que de los 70 millardos de dólares. Si multiplicamos esta suma por los
años de la pasada década podemos estimar que América Latina hizo una
contribución neta al imperio de más de un millón de millones de dólares.
La Tabla 2 ofrece una foto instantánea de algunos de los mecanismos y
flujos de capital envueltos en esta “transferencia de recursos” desde Amé-
rica Latina hasta los principales centros del imperio. En cinco de los años
de la década del noventa, los flujos de salida superaron a los de entrada.

TABLA 2
Ganancias por exportaciones y remisiones de ganancias e intereses
en América Latina 1980-2001
(Millardos de dólares)

1985-1990 1991-1992 1993 1994 1995 1996


Flujos de entrada - 105,1 123,7 125,6 66,7 98,8
ODA 37,5 10,0 5,4 5,6 5,7 5,5
Flujos privados - 95,1 118,3 120,0 61,0 93,3
IED 42,5 29,4 17,2 28,7 31,9 43,8
En cartera(b) - 44,7 74,4 63,1 4,8 12,2
Préstamos 63,8 21,0 26,5 28,2 24,3 37,9
Rendimientos Capital - 142,0 74,1 73,2 78,5 79,2
Ganancias s/ activos - 62,0 34,7 36,6 40,9 42,8
Pagos de intereses(c) 211,2 76,0 38,0 35,0 36,0 35,0
Regalías(a) 5,4 2,2 1,4 1,6 1,6 1,4

2
Según el World Investment Report (2003: véase pág. 16), los pagos por regalías de
los países en desarrrollo a las CMN desde 1986 a 1990 —años cruciales de la “déca-
da perdida para el desarrollo” en la que Latinoamérica sufrió un inmenso drenaje de
capitales en forma de intereses pagados sobre las deudas externas— aumentaron en
un 22% anual, hasta llegar a un total de 73 millardos de dólares. En cuanto a América
Latina resulta difícil obtener los datos de regalías y otros pagos, pero la Tabla 1
resume los datos disponibles de la década de los noventa.

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200 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

1985-1990 1991-1992 1993 1994 1995 1996


Transf. neta
de recursos s/activos 150,0 30,7 31,5 10,1 19,4 22,7
Capital Acumulado
Deuda 420,0 480,2 520,6 564,4 619,3 641,6
IED - - 167,8 186,2 225,8 320,6

1997 1998 1999 2000 2001 2002


Flujos de entrada 103,7 109,2 96,5 96,5 83,1 49,6
ODA -8,6 10,9 1,6 11,1 10,2 12,6
Flujos privados 112,3 98,3 94,9 85,4 62,9 37,0
IED 66,1 73,4 87,8 75,8 69,3 42,0
En cartera(b) 13,3 -2,1 -3,6 -0,4 2,3 1,0
Préstamos 32,9 27,0 10,7 10,0 -8,7 -6,0
Rendimientos Capital 82,9 99,4 107,8 90,9 100,0 96,8
Ganancias s/ activos 48,2 51,2 52,2 53,4 54,7 52,5
Pagos de intereses(c) 33,0 46,3 53,6 35,3 43,1 41,9
Regalías(a) 1,7 1,9 2,0 2,2 2,2 2,4
Transf. neta
de recursos s/activos 32,3 27,2 -3,1 -0,2 -4,6 -38,8
Capital Acumulado
Deuda 666,6 747,6 763,7 740,5 727,8 725,1
IED 375,4 396,8 190,6 207,1 216,4 269,9

FUENTES: ECLAC, 1998, UNCTAD, 1998: 256, 267-68, 362; FMI (1995); US Dept.of
Commerce (1994); Banco Mundial (1997). Las cifras de IED solo incluyen las de
EE.UU. (US Census Bureau, Inversiones directas de EU. Situación en el exterior
sobre una base histórica de costos). (a) en 1995 —Banco Mundial, Indicadores mun-
diales de desarrollo, 2002. (b) Banco Mundial, Global Development Finance, Apén-
dice estadístico, tabla 20, 2002. (c) Banco Mundial, Global Development Finance,
2000, 2002.

Lo que estos datos muestran es que los flujos de salida de capital


desde el centro imperial —las “transferencias internacionales de recur-
sos” según la jerga oficial— sirve como un medio para drenar capital
extrayendo grandes fondos de capital acumulado y potencial. A finales
de la década de los setenta, América Latina era el primer receptor tanto
de las IED como de los préstamos bancarios comerciales internaciona-
les que recibían los países en desarrollo. Los nuevos países que se
industrializaban en Asia Oriental por regla general financiaban su pro-
pio desarrollo. Sin embargo, los gobiernos latinoamericanos, algunos
de ellos bajo un régimen militar, estaban impacientes por atraer IED no
obstante las regulaciones vigentes, así como por recibir los grandes prés-
tamos con tasas de interés muy bajos que los bancos les ofrecían, ansio-
sos de comprometer a los clientes extranjeros. En consecuencia, estos
países se endeudaron en grado sumo, lo que los empujó a una crisis
cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos (el Banco Central)
elevó las tasas de interés hasta el punto más alto de su historia. A finales
de los setenta, el ingreso que recibieron las CMN como rendimiento de

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 201
sus inversiones acumuladas y nuevas fue superior a los nuevos flujos de
salida por un margen considerable: 30 millardos de dólares (sobre un
capital acumulado de 188 millardos de dólares) entre 1977 y 1979. El
ingreso declarado proveniente de las inversiones directas de las corpo-
raciones equivale a una cuota media de ganancia de sólo un 12% sobre
las IED, si nos atenemos a los cálculos del Departamento del Comercio
de los Estados Unidos, pero si nos guiamos por los de la ECLAC (1998),
esa cuota estaría entre el 22 y el 33%.
En solo tres años, a comienzos de la década de los ochenta, las CMN
norteamericanas obtuvieron 15 millardos de dólares de ganancias por
sus operaciones en América Latina. Aunque estos rendimientos del ca-
pital invertido pudieran parecer bajos en comparación con las ganancias
que obtuvieron los bancos comerciales en la década de los ochenta (un
aproximado de 211,2 millardos de 1985 a 1989, y 300 millardos en toda
la década) bastaron para estimular otra oleada de nuevas IED en la déca-
da de los noventa, ya que, gobierno tras gobierno, fueron obligados a
liberalizar sus mercados de capital y a eliminar las barreras restantes
que obstaculizaban su entrada y sus operaciones libres. Las estadísticas
sobre todo esto son tan reveladoras como alarmantes (véase la Tabla 1).
En el transcurso de la década, las multinacionales se encaminaron
hacia América Latina a pasos agigantados y aumentaron las inversiones
de 8,7 millardos de dólares en 1999 a 61 millardos en 1998, o sea, se
multiplicaron por siete los flujos de entrada de las IED, lo que equivale
al doble de la tasa de crecimiento que se obtuvo en cualquier otro lugar
(el promedio mundial era de 223%). No obstante, el enorme y rápido
crecimiento del capital y los mercados que surgían en China y en todo el
Este, y la frenética actividad de fusiones y adquisiciones en cualquier
otro lugar (sobre todo en Europa y los Estados Unidos), Latinoamérica
tuvo la mayor tasa de crecimiento del capital directamente invertido.
Sin embargo, la mayor parte de este capital —un aproximado de 400 mi-
llardos de dólares en toda la década (y otros 160 millardos desde el 2000
al 2002)— se dedicó a operaciones de fusión de empresas y adquisicio-
nes de firmas privatizadas, y no a inversiones productivas.3 A pesar de
todo, las CMN y las IED se las arreglaron para obtener de estas inver-
siones directas 368 millardos de dólares en ganancias y otros 18 en in-
gresos por regalías.
3
En el mundo, las inversiones extranjeras directas Norte-Sur fueron el 60% de todos
los flujos internacionales de recursos en el 2000 (contra un 6% en 1980 y un 25% en
1990) (World Investment Report, 2002:24). La UNCTAD estima que entre 1987 y
2000, más de 4,6 millones de millones de dólares se dedicaron a fusiones y adquisi-
ciones, lo que significa que una gran parte del capital asignado a una función produc-
tiva (según algunos estimados, solo un 5% de todo el capital que circula en los
mercados mundiales) es “improductivo”, debido a que se utiliza para adquirir firmas
ya establecidas en vez de destinarse a inversiones en nuevas tecnologías. Este patrón
es el que rige en América Latina, donde, según los estimados, hasta un 70% de todas
las inversiones extranjeras directas se emplea de esta manera improductiva.

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202 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Los recursos financieros extraídos de la región en la década de los
noventa eran más que suficientes para explicar el débil crecimiento de
las economías de la región durante la década: menos de un 3% anual,
que se redujo al 0,3 en el 2001 y a 0.9 en el 2002 (lo que en un cálculo
per cápita equivale virtualmente a un crecimiento cero en todo el perío-
do).4 En este contexto, la UNCTAD (2003) llegó a la conclusión de que
los diez años pasados constituyeron otra “década perdida para el de-
sarrollo”. Si tomamos en cuenta otros mecanismos menos obvios de la
transferencia de utilidades a los centros del imperio, el pillaje de la ri-
queza de la región adquiere entonces proporciones gigantescas, una ver-
dadera hemorragia de recursos extraídos de la región por medio de (en
el lenguaje poético del subcomandante Marcos (1994)) “las mandíbulas
sangrantes” de la “bestia salvaje” (el imperialismo) cuyos dientes, seña-
la, “se clavaron profundamente en el cuello del sudeste de México y
extrajeron grandes chorros de sangre” /un tributo en forma de “petróleo,
energía eléctrica, ganado, café, plátanos, miel, maíz”/ “a través de nu-
merosas arterias: oleoductos y gasoductos, líneas eléctricas, vagones de
ferrocarril, cuentas bancarias, camiones y camionetas, senderos clan-
destinos, brechas y caminos en los bosques”.
Los mecanismos financieros de las transferencias de recursos finan-
cieros que aparecen en la Tabla 1 son los principales medios de extrac-
ción y transferencia de utilidades o, para ser más precisos, de explotación
(extracción de plusvalía o trabajo no pagado). Pero, como sugería Mar-
cos, el sistema imperialista puede contar con diversos agentes y una
serie de variados mecanismos para saquear los recursos de las econo-
mías que domina, algunos de ellos muy ocultos o disimulados.
Estos otros mecanismos muy ocultos de transferencia de utilidades
(“flujos netos de salida de recursos internacionales”) se pueden dividir
en dos categorías: 1. La estructura del comercio internacional, que los
neoliberales catalogan de “motor del crecimiento económico” (con las
corporaciones capitalistas como conductores de este motor) y 2. La es-
tructura de las relaciones entre el capital y el trabajo, así como la organi-
zación del trabajo dentro de esta estructura.
En cuanto al comercio, es evidente la existencia de un proceso de
construcción del imperio en la adquisición sistemática de instalaciones
productivas dentro de la región, la penetración de los mercados locales
y el esfuerzo por dominar, tanto el comercio entre las regiones como
dentro de ellas, mediante políticas diseñadas para abrir las economías
latinoamericanas y liberalizar el acceso a bienes y servicios de origen
norteamericano; al tiempo que limitan (y controlan) el acceso de los
competidores de América Latina al mercado norteamericano.5 Según un
4
Banco Mundial, Global Development Finance, Statistical Appendix (2003: tabla 8).
5
Según la ECLAC, no menos de un 50% de todas las inversiones extranjeras directas
en la década de los noventa —97,2 millardos de dólares desde 1990 hasta 1997 y, por
lo tanto, mucho más de 100 millardos en toda la década— se dedicó a la compra de

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 203
estudio del Banco Bilbao Vizcaya Argentina (BBVA) con oficinas cen-
trales en España, más de una tercera parte (56) de las 150 mayores com-
pañías del país son de propiedad extranjera y casi un 13% son firmas
estatales nacionales.6 Sin embargo, las 75 firmas privadas nacionales
solo generan el 30% del total de ventas de este grupo de empresas y el
22% de sus exportaciones. No obstante, las utilidades de las firmas de
propiedad extranjera constituyen el 63% de las utilidades por exporta-
ciones del grupo. Otros estudios indican que las CMN norteamericanas
y europeas controlan una parte sustancial del mercado doméstico argen-
tino, mientras que las restantes empresas públicas nacionales son las
que más ganancias obtienen del intercambio extranjero. En Brasil, como
ya hemos mostrado, el patrón es muy similar (Petras y Veltmeyer, 2003).
Las CMN europeas y norteamericanas no solo dominan el comercio
entre las regiones y dentro de ellas, sino también los mercados domésti-
cos de la región, y para conseguirlo desplazan a buen parte de los pro-
ductores locales. La fórmula imperial para América Latina es exportar
capitales para capturar los mercados domésticos e importar materias
primas provenientes de las empresas de propiedad pública. En el 2002,
las CMN repatriaron 22 millardos de dólares de las ganancias que arro-
jaron 76 millardos de inversiones directas, equivalentes a una tasa de
rendimiento del 35%.7 Algunos datos sobre esta cuestión aparecen en la
Tabla 2, que abarca la década de los noventa. La mayoría de los flujos
netos de salida de recursos en la década de los ochenta correspondían a
pagos de intereses sobre la deuda externa. Sin embargo, en la década del
noventa, las IED o financiamiento de la adquisición de valores (en su
gran mayoría para la compra de activos de empresas ya existentes o
privatizadas) reemplazaron la deuda como fuente principal de capital,8

activos de firmas privatizadas que existían, sin que se hicieran inversiones producti-
vas en nuevas tecnologías con el propósito de iniciar lo que la ECLAC considera un
proceso de “transformación productiva”.
6
Según las cifras que Gabetta, Calcagno y Calcagno (2002) presentaron y analizaron,
el 42% de las inversiones extranjeras directas en Argentina son europeas (un 25%,
españolas). Igual que ocurre con el capital norteamericano, la mayor parte de este capi-
tal se utilizó en la compra de empresas privatizadas y no en inversiones productivas.
7
En cuanto a las corporaciones financieras en Brasil, según una firma de asesoramien-
to financiero, ABM Consulting, los diez mayores bancos de Brasil, incluidos el
Citybank y el Bank Boston, obtuvieron rendimientos del 22% en sus valores en car-
tera en Brasil, mientras que en el resto del mundo el rendimiento de sus valores en
cartera era del 12%. Esta es una de las razones por la que George Soros, un financiero
internacional con pensamiento de avanzada que posee importantes tenencias en Bra-
sil declaró: “El sistema no funcionó” puesto que “no proporcionó un adecuado flujo
de capital a los países /como Brasil/ que lo necesitan y tienen derecho a recibirlo”.
8
En cuanto a ODA, que funciona también como una forma de financiamiento de la
deuda, los flujos globales de la región siguen estando muy por detrás de los “flujos
de recursos internacionales privados”, a pesar de que, debido a la retirada de los
bancos comerciales privados y la caída de las inversiones extranjeras, los principales
prestamistas internacionales como el Banco Mundial aumentaron sus préstamos a los

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204 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
lo que en el lenguaje del FMI se denomina “la espina dorsal de los flujos
financieros externos del sector privado” hacia los países menos desarro-
llados (PMD) y pese a una “sustancial declinación de (...) los desembol-
sos por fusiones y adquisiciones” (FMI, 21002:2).
Aunque las ventas de las empresas públicas o estatales alcanzaron la
cifra de 245 millardos de dólares, de los cuales un 35% representaba
exportaciones, es claro que el objetivo estratégico de la construcción
del imperio norteamericano es tomar el control de los activos y empre-
sas de este sector.
En la década de los ochenta, donde más avanzó este proceso fue en
México, pues entre 1982 y 1993 devolvió casi todas sus empresas esta-
tales, unas 1152, al “sector privado”. El acontecimiento que coronó este
proceso y dejó al gobierno 31,5 millardos de dólares de ingresos netos,
fue la venta, en los años 1992 y 1993, de los 18 bancos estatales del país,
los mayores de los cuales cayeron posteriormente en las manos (de ban-
cos, claro está) de la clase capitalista transnacional euro-norteamerica-
na: Banamex en las del Citybank, y Bancomer en las del Banco Bilbao
Vizcaya. Que los ingresos anticipados provenientes de la venta de estas
empresas estatales no eran el principal objetivo de la agenda de privati-
zaciones quedó evidenciado en informes recientes del Banco de México
y la Secretaría de Hacienda (La Jornada, 25 de julio de 2003), según los
cuales el total de los ingresos procedentes de estas privatizaciones en
todos los sectores económicos fue solo de 31,5 millardos de dólares,
apenas un 28,8% de la deuda (89,4 millardos de dólares) que posterior-
mente asumió el gobierno en el proceso de sacar de apuros a los bancos
en medio de la crisis de 1995. Amador (2003) estima que el proceso de
sacar de apuros al capital privado en años recientes costó al país 109,2
millardos de dólares.
En la década de los noventa, las privatizaciones se llevaron a cabo
como parte de una segunda ronda de reformas radicales que el “nuevo
modelo económico” del capitalismo de libre mercado exigía (Benhold-
Thomas, 1996; Veltmeyer y Petras, 2000). La política de privatización,
aunque la aplicó por primera vez en Chile Augusto Pinochet en la década
de los setenta, y Carlos Salinas de Gortari la impulsó espectacularmente
a finales de esa década y comienzos de la del noventa, alcanzó su forma
paradigmática en el régimen de Carlos Menem en Argentina durante la
década de los noventa. El Banco Mundial consideró la experiencia ar-
gentina como un “modelo” que debían seguir otros países del mundo así
como la región, y esto fue precisamente lo que se hizo en Brasil durante

países en desarrollo en el 2002. Sin embargo, esta “entrada” de “recursos internacio-


nales” en una forma sirvió para asegurar una “salida” en otra. La relativamente mo-
desta cifra neta de entradas de IDS, 418 millones de dólares en la primera mitad del
año, puede compararse con pagos netos de préstamos al Banco Mundial de 260 mi-
llones de dólares (Fondo Monetario Internacional, 2002:6).

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 205
el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (Petras y Veltmeyer, 2003).
Comoquiera que las deudas de Argentina, Brasil y México constituían
en 1983 el 50% de la deuda de todo el Tercer Mundo, en la década
siguiente en estos países se realizaron algunas de las privatizaciones
más importantes del mundo.
El interés estratégico de la agenda y la política de privatizaciones se
desplazó en el curso de los años. En la actualidad, el interés estratégico
de los constructores del imperio en la región se centra en las compañías
de gas y petróleo estatales de México, Venezuela, Brasil, Ecuador, Co-
lombia y Bolivia, así como en la Corporación Chilena del Cobre (Banco
Bilbao Vizcaya citado en La Jornada, 15 de junio de 2003). En un estu-
dio realizado por Saxe-Fernández y Núñez (2001) se analizan en detalle
las maquinaciones del Banco Mundial en relación con esto. En ese estu-
dio se examinan minuciosamente los esfuerzos sistemáticos del Banco
para llevar a cabo la privatización de facto de Pemex, la empresa petro-
lera estatal de México, y propiciar así la expropiación en masa de los
desnacionalizados recursos productivos y naturales de ese país, así como
transferir al centro del imperio norteamericano la plusvalía y el capital
que hacen falta para socavar seriamente la economía mexicana y contri-
buir sustancialmente al fortalecimiento de la norteamericana. Se dice
que el diablo está en los detalles, y este estudio de Saxe-Fernández y
Núñez es sin duda un estudio detallado. Ellos calculan (pp. 150-151)
que la aplicación por México del modelo neoliberal según las condicio-
nes del FMI y el Banco Mundial durante el período de 1983 a 1997
permitió que un superávit económico de 457 millardos de dólares se
sacara del país por diversos medios y fuera a parar a los centros norte-
americanos y europeos del imperio. Este cálculo, en lo que a México
concierne, incluye dos formas de transferencia del superávit: 1. El servi-
cio de la deuda y 2. Las pérdidas comerciales como resultado del pago
de rentas, el intercambio desigual de los valores y los pagos de franqui-
cias, las concesiones y los derechos de patentes.
En otro orden de cosas, el sistema de comercio entre los Estados Unidos
y México —y, en cuanto a esto, Latinoamérica en general así como otros
países en desarrollo— se fundamenta en una estructura que está muy
sesgada en lo concerniente a la distribución de los beneficios económi-
cos. Sin embargo, en el comercio mundial, la economía norteamericana
no es el behemot que le gustaría ser, mejor dicho, que fue, por ejemplo
en el período inmediato al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando se
llevaba la parte del león de los recursos financieros y productivos del
mundo (hasta un 50%, según algunos estimados) y ocupaba una posi-
ción de superioridad en la producción industrial y el comercio de bienes
y servicios mundiales, que estaba dada por el 59% de las reservas de
petróleo mundiales en explotación, el 46% de la producción total de ener-
gía, más del 80% de todos los vehículos motorizados y el 50% de las
reservas monetarias mundiales en oro y divisas (Lundestad, 1990).

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206 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Sin embargo, como muestra parcialmente la Tabla 3, con el decursar
de los años los Estados Unidos fueron perdiendo continuamente su par-
te del mercado en el comercio mundial, que se explica por el hecho de
que la producción y las ventas de las filiales de las CMN norteamerica-
nas no se incluyen en la balanza comercial de los Estados Unidos. Estas
filiales, según la UNCTAD (2002), ahora representan por lo menos un
13% del comercio mundial actual. Otro 50% de este comercio en bienes
y servicios adopta la forma de transferencias en el interior de las firmas,
lo que significa que en modo alguno entran en el mercado. En todo caso,
lo que puede afirmarse con mayor certeza es que la balanza comercial
nacional de los Estados Unidos ha sido deficitaria desde los últimos
años de la década de los sesenta. En esa época, en 1971 para ser exactos,
la administración norteamericana comenzó a tomar un serie de medidas
estratégicas, la primera de las cuales fue el abandono del régimen de cam-
bio fijo del dólar adoptado en Bretton Woods con el propósito de mejorar
su posición en el mercado mundial en franca rivalidad con sus principa-
les competidores (Aglietta, 1992).

TABLA 3
Balanza comercial de los Estados Unidos
1990-2003
(Millardos de dólares)

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996


Mundo -101,1 -66,3 -84,5 -115,6 -150,6 -159,8 -170,2
México -1,9 2,2 5,4 1,7 1.4 -15,8 -17,5
América Latina (Otros) -9,7 -2,6 1,7 2,4 3,3 7,5 3,1
Comunidad Europea 6,3 17,0 9,0 -1,0 -8,1 -8,2 -15,2

1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003


Mundo -180,6 -229,8 -328,8 -436,1 -411,9 -468,3 -354,1
México -14,6 -15,9 -22,8 -24,6 -30,0 137,1 27,7
América Latina (otros) 9,3 13,1 -3,3 -14,1 -9,2 -18,0 -17,7
Comunidad Europea -16,8 -27,4 -43,4 -55,0 -61,3 -82,0 -59,9

FUENTE: US Census Bureau, Balanza comercial de los EE.UU.


http/www.census.gov.foreign - trade/balance

Sin embargo, como mostrara Aglietti en un estudio de las respuestas


estratégicas de la administración norteamericana a la crisis del capita-
lismo global, no pasó mucho tiempo sin que se produjeran déficit aún
mayores en la balanza comercial nacional de los Estados Unidos. Este
país sigue confrontando una situación de sustancial déficit comercial,
un déficit que creció de 63,6 millardos de dólares en 1991 (101 millar-
dos en 1990) a 482,9 millardos de dólares en el 2002 (354,1 millardos
en el 2003). Los Estados Unidos siguen registrando un déficit comercial

http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections
EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 207
en relación con las economías de las principales regiones del mundo,
incluso en Latinoamérica. Durante un tiempo (la mayor parte de la dé-
cada de los noventa del siglo XX) América Latina ayudó al gobierno
norteamericano a reducir el déficit de su balanza comercial (véase la
Tabla 3). Sin embargo, ya en 1999 (y en 1995 en México) esto dejó de
ser así, por lo que los Estados Unidos tuvieron que depender aún más
del capital financiero para cubrir sus crecientes déficit comerciales. Esta
situación en la balanza comercial de los EE.UU. aparece reflejada esta-
dísticamente, en cuanto al año 2002, en la Tabla 4.

TABLA 4
Exportaciones, Importaciones y Balanza comercial, por regiones, 2002.
(Millardos de dólares)

Exportación Importación Balanza Comercial


América Latina -56,9 142,3 199,1
APEC -316,8 448,9 765,7
OECD -88,0 156,2 245,1
Total -482,9 681,9 1 164,7

FUENTE: US Census Bureau. Balanza comercial de los EE.UU.


http//www.census.gov.foreign-trade/balance

Por lo general, los Estados Unidos mantienen estos déficit atrayendo


capitales financieros y de inversión de todo el mundo que andan en bus-
ca de tasas más altas de rendimiento estable, las cuales están aseguradas
por la fortaleza del dólar en tanto que moneda mundial dominante. Sin
embargo, la capacidad de la economía norteamericana para sobrellevar
su propensión a la crisis y financiar el enorme déficit de su balanza
comercial, depende hasta cierto punto de su habilidad para capturar nue-
vos mercados de exportación y dominar los mercados existentes donde
y cuando sea posible. De ahí los continuos esfuerzos de la administra-
ción norteamericana por establecer el Área de Libre Comercio para las
Américas (ALCA). Para los Estados Unidos resulta claro que América
Latina tiene que hacer una mayor contribución a la enfermiza economía
norteamericana, no obstante su enorme contribución durante años, so-
bre todo en la década de los noventa del XX. Sin embargo, la naturaleza
y el total exacto de esta contribución no son fáciles de establecer. Hacer-
lo requeriría examinar más de cerca los diversos mecanismos de flujos
de recursos productivos que están insertos en la estructura del comercio
entre los Estados Unidos y América Latina, y en este sentido no hay país
tan importante como México, el principal socio comercial de los Esta-
dos Unidos en la región, la mayoría de cuyas exportaciones —un 80%—
van a parar a su vecino del Norte.
Estudios recientes de la UNCTAD (2002, 2003) y la ECLAC (2000b)
exponen uno de los elementos ocultos de esta estructura: el deterioro de

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208 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
los términos del comercio entre las economías situadas en el centro del
sistema y las de su periferia. En lo que a esto concierne, la UNCTAD
(2002:42) estima que América Latina (junto con otras zonas del mundo
en desarrollo), desde los primeros años de la década de los ochenta,
perdió por lo menos un 10% (un 13% en 1998 y otro 14% en 1999)9 del
valor de venta del trabajo incorporado a la producción de sus mercan-
cías exportadas. La magnitud de esta pérdida, debido a “una presión a la
baja de los precios de las exportaciones”, es enorme. En un plazo largo
pudiera muy bien sobrepasar el valor total del excedente económico que
se extrae por otros medios como las inversiones extranjeras directas.
Pero esta historia de pillaje y violación no acaba aquí. Una serie de
barreras que se erigieron contra las exportaciones latinoamericanas y la
correspondiente liberalización10 de los mercados de capital y productos
de América Latina de cara a los Estados Unidos —lo que la UNCTAD
denominó “una falta de equilibrio en el proceso de liberalización” (de
liberalización para los países menos desarrollados, de protección y sub-
sidios para los países de la OECD)11— se tradujeron en un flujo de sali-
da de “recursos productivos” (capital potencial) que es comparable con
el valor total de la “fuga de capitales” de América Latina (capital de
9
Al utilizar los precios de las exportaciones norteamericanas como patrón, se encon-
tró que incluso en el campo de las exportaciones de alta tecnología, las exportaciones
de los países en desarrollo “están sujetos a un grado más alto de volatilidad (...) /con/
caídas más agudas en los precios después de 1989 que las de las exportaciones de los
mismos productos que se comercializan entre los países desarrollados (UNCTAD,
2002: 117). La evidencia relacionada con esta cuestión de los términos comerciales
en el caso de los países en desarrollo se aborda en las pp. 197-199.
10
Según el World Investment Report (2002), entre 1991 y 2001 la mayoría de los países
del mundo en desarrollo liberalizaron sus regímenes comerciales y mercados finan-
cieros y “coincidieron en una postura más tolerante hacia las inversiones extranjeras
directas: de 306 cambios que sufrieron las regulaciones, 231 eran más favorables a
las IED.
11
La UNCTAD (2002:70) estima que los países menos desarrollados podrían obtener
por los menos 700 millardos de dólares si se elimina la protección de las actividades
que requieren un trabajo intensivo en los países industrializados. En relación con
esto, incluso Horst Kohler, Director del FMI, señaló que “la verdadera prueba de la
credibilidad del esfuerzo que realizan las naciones ricas para combatir la pobreza
radica en su voluntad de abrir sus mercados y eliminar paulatinamente los subsidios
distorsionadores del comercio en áreas donde los países menos desarrollados dispo-
nen de una ventaja comparativa” (Kohler, 2002). Los recientes esfuerzos realizados
en Doha (2002) y en Cancún (2003) por un grupo de 21 países en desarrollo para
cambiar esta estructura y sus reglas de intercambio que se aplican desigualmente, a
fin de establecer un “un sistema de comercio justo y orientado al /libre/ mercado”
sobre la base de un “programa de reformas fundamentales”, fracasaron al tropezar
con el escollo de la resistencia colectiva de los EE.UU. y la UE. El colapso de las
negociaciones en Cancún entre los países de la OECD y los países en desarrollo
refleja el fracaso parecido que sufrió el llamado general que hace unos treinta años
hizo la ONU a establecer “un nuevo orden económico internacional”. En estas nego-
ciaciones las potencias imperiales están dispuestas a negociar cualesquiera cosas que
no sean sus propios intereses económicos fundamentales.

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 209
inversión depositado en los Estados Unidos o situado en el mercado
norteamericano) cuya cifra se estima que se acerca —si no es que sobre-
pasa— el valor total de los pagos de la deuda externa durante años.12 Y
estos pagos han sido y continúan siendo un factor determinante en la
expropiación de los recursos productivos que se generan en la región.
Joao Pedro Stedile (2003), líder del movimiento de los trabajadores sin
tierra de Brasil, estima que en el caso de este país el gobierno ha pagado
hasta 480 millardos de dólares por concepto de deuda desde su viraje al
neoliberalismo en 1991, pero mientras efectuaba estos pagos la deuda
acumulada aumentó de 6 millardos a la increíble cifra de 250 millardos
de dólares. Estas reformas no solo facilitaron el proceso de globaliza-
ción y adquisición de activos, pues también sirvieron de medio para
transferir al centro del imperio una considerable cantidad de recursos
financieros y productivos.
Pese a la naturaleza oculta de estas transferencias en lo que respecta
al comercio y a la dificultad de medir o estimar con exactitud los flujos
de salida correspondientes, la magnitud de la plusvalía probablemente
supera el más visible flujo de salida de recursos financieros. Lo que
resulta bastante evidente es que mediante la estructura de su comercio
con los Estados Unidos, Latinoamérica en particular no solo pierde una
gran masa de plusvalía extraída a sus productores y trabajadores directos,
sino también hace una contribución sustancial y significativa a la econo-
mía norteamericana. En consecuencia, el comercio con América Latina
es uno de los pilares del imperialismo económico norteamericano.
El comercio entre los Estados Unidos y América Latina es una contri-
bución de primer orden que dos clases diferentes de productores y tra-
bajadores hacen a la economía norteamericana. En cuanto al trabajo es
bien sabido que constituye un factor decisivo en el proceso de produc-
ción, la principal fuente de valor añadido y el principal contribuyente a
la “productividad total de los factores”. Pero lo que no se conoce bien es
de qué manera se puede utilizar la organización y la exportación del
trabajo (y así se utiliza) como un medio diferente para saquear los recur-
sos de un país y transferirlos al centro imperial. En relación con esta
cuestión es revelador un reciente trabajo de Delgado-Wise acerca de la
12
No solo la estructura vigente del comercio internacional daña severamente los países
en desarrollo, ya que también se espera que estos países paguen las reformas de la
misma, es decir, reformas como las TRIPS (siglas en inglés de derechos de propiedad
intelectual relacionados con el comercio), que sin duda favorecen a los países en
desarrollo. En relación con esta cuestión, la UNCTAD (2002:59) señaló los “consi-
derables gastos” en que incurren los países en desarrollo al implantar o asegurar
estos derechos de propiedad intelectual. Finger y Schiuller (2000: 60) estiman que
los costos de implantación de estos derechos ascenderían, como promedio, a 150
millones de dólares, lo que equivale al presupuesto de desarrollo anual de algunos
países. No solo estos países tienen que absorber los considerables costos de implan-
tación y administrativos, ya que los gastos por patentes protegidas o derechos de
propiedad intelectual marchan en esa misma dirección.

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210 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
migración transnacional del trabajo. Este investigador estima (Delgado-
Wise, 2003:7) que la contribución directa e indirecta de la fuerza de
trabajo mexicana a la economía de los Estados Unidos (a la balanza
de pagos) —y la pérdida equivalente para la economía mexicana— es de
unos 29 millardos de dólares anuales. Esta “contribución” no incluye la
gran exportación de recursos naturales (de petróleo en el caso de Méxi-
co) y de activos (activos de las compañías públicas privatizadas que
adquieren las CMN a precios rebajados).13 Lo que sí incluye es la hemorra-
gia de capital potencial que se filtra hacia la economía norteamericana
por diversos conductos, que incluyen: 1. La remuneración del trabajo en
las maquiladoras que constituyen la mayor parte de las exportaciones
manufactureras mexicanas (en la actualidad el 70% del total de exporta-
ciones) a un precio que está muy por debajo del valor de la fuerza de
trabajo empleada y que crea una enorme reserva de plusvalía en forma
de ganancias repatriadas, cuya tasa de rendimiento en relación con el
capital invertido es del 35%;14 2. La exportación directa de trabajo agrí-
cola en forma de migración temporal, controlada o “ilegal” de trabaja-
dores tanto documentados como indocumentados, que constituye, según
los estimados, hasta un 80% de todo el trabajo agrícola en los Estados
Unidos, e influye en la reducción de los salarios que perciben los traba-
jadores asalariados del sector; y 3. La emigración directa a los Estados
Unidos de personas de una elevada calificación e instrucción como for-
mas del trabajo mexicano, que según los estimados constituyen el 40%
de todos los mexicanos emigrantes, sin que los Estados Unidos tengan
que asumir ninguno de los costos de reproducción de este trabajo.15
13
Esta contribución tampoco toma en cuenta el aporte del trabajo mexicano a la formación
de capital a través del efecto depresivo en los salarios de los trabajadores empleados en
los sectores en los que ellos suelen trabajar. Una de las principales ofensivas del
capital contra el trabajo en las últimas tres décadas ha sido la de reducir la parte del
trabajo en el ingreso nacional, lo que incrementa el ingreso disponible como capital.
La primera batalla de esta ofensiva fue el rompimiento del contrato social que garan-
tizaba la participación del trabajo en los aumentos de productividad (sobre este par-
ticular véase Davis (1984) y Courch y Pizarro (1978). Durante los años siguientes el
capital halló diversos modos de incrementar la parte del capital y reducir la del traba-
jo en el ingreso nacional, incluido el uso del desempleo como palanca para reducir
los salarios e importar fuerza de trabajo más barata, así como a través de la relocali-
zación de la producción en zonas donde existen abundantes ofertas de trabajo barato.
14
En relación con esto, Carlos Tello (1996:50) señala que lo que México fundamental-
mente exporta es su fuerza de trabajo, sin que esta tenga necesidad de abandonar el
país. La rentabilidad de este proceso de trabajo se refleja en el hecho de que las
ganancias de las CMN de origen norteamericano en el sector de las maquilas consti-
tuyen no menos de una tercera parte de todas las ganancias obtenidas.
15
Delgado-Wise señala que a diferencia del estereotipo de emigrante mexicano, el 40,7%
del grupo principal de emigrantes mexicanos temporales o “circulares” terminaron la
enseñanza secundaria u otros estudios de más nivel, una cifra que se eleva al 55% de
todos los residentes norteamericanos de origen mexicano (contra un 51,8% de la
población general). Además, pasan de 250 000 los mexicanos que tienen un título
universitario o realizaron estudios de posgrado (Delgado-Wise, 2003:10).

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 211
Aunque no existen estudios acerca de la magnitud del importe de estas
transferencias de valor añadido, la contribución a los Estados Unidos y
el costo que tienen para México son sin duda considerables. Delgado-
Wise (2003: 7) estima que la contribución del trabajo mexicano a la
balanza comercial con los Estados Unidos en el 2002 es superior a los
28 millardos de dólares.16 Aunque las remesas de los emigrantes mexi-
canos ascienden a 9,8 millardos de dólares —la tercera de las mayores
fuentes de ingresos por intercambio exterior del país, detrás de los in-
gresos por exportaciones de petróleo y manufacturas, pero delante del
turismo y las exportaciones agrícolas, y con un volumen comparable al
de las IED— ellas proceden de actividades económicas de mexicanos
que, por trabajar dentro de los Estados Unidos, constituyen una pérdida
para México y hacen una contribución mucho mayor a la economía nor-
teamericana que a la mexicana, a pesar de la importancia económica de
las remesas.17 Al igual que el comercio (la exportación de recursos natu-
rales y mercancías), la migración (la exportación de trabajo) constituye
una sustancial pérdida neta para México y un correspondiente impulso
y beneficio sustancial para la economía de los Estados Unidos.18
Si sumáramos estos distintos mecanismos de transferencia de plusvalía,
tanto abierta como oculta, la contribución de la economía mexicana (el
trabajo de unos 80 millones de persona que participan directa o indirec-
tamente en esta economía) a la de los Estados Unidos y la correspon-
diente extracción de capital de México, resultan abrumadoras. Si además
16
Para determinar la magnitud de la contribución del trabajo mexicano a la economía
norteamericana, Delgado-Wise (2003: 2, 9) calcula que 1) 8,5 millones de mexica-
nos, algo más de una tercera parte de los “indocumentados” (o sea, “ilegales), residen
y trabajan en lo Estados Unidos; 2) los “transeúntes” (emigrantes temporales) son
entre 800 000 y 1 000 000 cada año (Tuirán: 2000); y 3) cada año unos 370 000
mexicanos se “establecen”, mediante el permiso de residencia temporal, en los Esta-
dos Unidos, lo que arroja una cifra total de 22,9 millones (8,5 millones de inmigrantes
nacidos en México —el 27% de todos los inmigrantes de origen extranjero— y 14,4
millones de norteamericanos descendientes de mexicanos).
17
Desde un punto de vista fiscal, los emigrantes internacionales contribuyen más a la
economía receptora que lo que reciben en concepto de beneficios y servicios públi-
cos. Mediante su transferencia de recursos, los emigrantes aumentan la masa de capi-
tal social a disposición del Estado norteamericano. Según los datos del Fórum Nacional
de Migración (Delgado-Wise, 2003:14), la población de emigrantes en los Estados
Unidos hizo una contribución que superaba en 80 millardos de dólares lo que reci-
bían en forma de beneficios. De esta y otras formas los emigrantes constituyen una
fuerza de primer orden para el progreso de la economía norteamericana.
18
Delgado-Wise (2003:14) indica que a diferencia del trabajo que se exporta indirecta-
mente (a través de las maquiladoras), los trabajadores mexicanos que emigran y se
establecen en los Estados Unidos consumen en este país una parte significativa de
sus salarios, lo que significa que el resultado multiplicador de sus ingresos se trans-
fiere a la economía norteamericana. Observa que el beneficio que esto tiene para la
economía de los EE.UU. es considerablemente mayor —más de diez veces— que el
beneficio que recibe México por las remesas en divisas de los emigrantes, lo que se
refleja también en la balanza de pagos.

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212 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
les añadimos las formas similares de extracción de capital de otros paí-
ses de la región, Brasil en particular, América Latina puede considerar-
se el más importante pilar económico del imperio de los Estados Unidos,
lo que explica hasta dónde podría llegar este país —y periódicamente ha
llegado— para asegurar, por medios políticos o militares, el servilismo
de los muchos Estados-clientes de la región.
LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO POR ETAPAS
Como resumen de lo que hemos señalado, se pueden distinguir cuatro
etapas de la construcción del imperio como preparación de un asalto
final que desemboca en un proceso de nueva colonización:
1. La intervención política, militar e ideológica que permite imponer
el “nuevo modelo económico” según los criterios de un “enfoque”
realista de las relaciones internacionales y la necesidad de superar
los inevitables “obstáculos”: resistencia popular, momento y se-
cuencia de su realización, gobernantes incompetentes, etcétera.
2. La puesta en práctica de las políticas del imperio —privatización, desre-
gulación, liberalización y descentralización— que conducen a una
integración cada vez mayor en el “nuevo orden mundial” y, en lo
nacional, a procesos de expropiación y desnacionalización, así como
a la dominación de las élites locales vinculadas a las IFI y las CMN.
3. El paso de la privatización nacional al control extranjero a través
de pagos de la deuda, préstamos y compras de acciones que permi-
ten adueñarse de grandes partes del mercado en el sector de las
ventas y los servicios bancarios.
4. El esfuerzo dirigido al control político-militar imperial directo con
el fin de reprimir la resistencia de las masas en respuesta al pillaje
resultante de las fases 1-3 y de extender y profundizar la privatiza-
ción de modo que llegue a las tan lucrativas empresas de energía,
materias primas, así como a las empresas públicas de electricidad.
La cuarta etapa es la de preparación para imponer el ALCA, es
decir, la etapa final de la construcción del imperio que no es otra
cosa que la nueva colonización de América Latina.

El “cómo” del dominio imperial


La clave de la construcción del imperio —la dinámica del imperialis-
mo— es el papel enérgico del Estado imperial y de sus auxiliares públicos
y cuasiprivados del sector privado. Las CMN y la expansión financiera
en Latinoamérica son cruciales para la acumulación y para contrarrestar
la tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Pero también es im-
portante reconocer el papel del Estado imperial en la solución de la cues-
tión fundamental de los lugares (geográficos/económicos) donde estos
procesos se desenvuelven, en la elección del momento oportuno para

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 213
resolver o intentar resolver las crisis económicas y en las necesarias
relaciones y marco sociopolíticos que permiten superar las contradic-
ciones económicas. El exceso de producción puede impulsar a los capi-
talistas a conquistar los mercados exteriores, pero los “mercados” no se
abrirán si los regímenes locales no son obligados a reducir las barreras
mediante invasiones, golpes de Estado, y la ubicación de ideólogos eco-
nomistas proimperiales en las posiciones donde se toman las decisio-
nes. La influencia de las instituciones financieras internacionales
vinculadas al Estado imperial es también un componente básico de la
apertura de los mercados. La caída de la cuota de ganancia en sectores
económicos de primer orden (y en las principales CMN) no se puede
revertir si la legislación laboral de los Estados-clientes no se “reforma”
a través de las IFI y si la policía y el aparato militar de estos Estados no
reprimen la resistencia organizada de las masas.
Las tasas de rendimiento del 35% no se consiguen en sociedades de-
mocráticas y de participación con la eliminación del desempleo y los
derechos laborales. Las exorbitantes tasas de rendimiento, el pillaje de
los recursos públicos, la saturación de los mercados y el pago puntual y
completo de la deuda en medio de una pobreza de masas, exigen que los
gobernantes clientes repriman a sangre y fuego, lo que rebasa la capaci-
dad de las “fuerzas del mercado”.
Brindar oportunidades estratégicas a las CMN exige que el Estado
imperial se involucre sistemática y masivamente. La construcción del
imperio económico guarda estrecha relación con la construcción del
régimen cliente (lo que liberales e imperialistas denominan “construc-
ción de la nación”). El Estado imperial en Latinoamérica no solo sienta
las bases iniciales del desarrollo centrado en el imperio, sino también se
ocupa de controlar, disciplinar, reclutar, corromper, cooptar y amenazar
a los políticos elegidos con el fin de que se conviertan en sus colabora-
dores locales.
El imperio domina a través de las IFI que hacen respetar la disciplina
económica recurriendo a los préstamos, las condiciones y las amenazas,
cuyo propósito es utilizar las obligaciones de la deuda para extender las
privatizaciones y crear complicidades con la política de “mercados abiertos”.
La regla del mercado abierto es válida para Latinoamérica, pero no
para Europa o la Unión Europea donde reina un proteccionismo selecti-
vo. El Estado imperial estableció más de 120 bases militares en todo el
mundo, incluidas más de dos docenas de bases e instalaciones de opera-
ciones en América Latina, para reclutar oficiales y entrenarlos ideológi-
camente de modo que se identifiquen con el imperio, se enfrenten a los
adversarios de este e intervengan cuando el régimen entra en crisis. Lo
más importante es que el Estado imperial interviene para ejercer in-
fluencia sobre las élites políticas, financiar candidatos y partidos, com-
prar, cooptar, amenazar y seducir a las figuras políticas en ascenso. Los
hacedores de la política imperial fomentan el establecimiento de víncu-
los con las CMN y un mayor distanciamiento de los que apoyan a líde-

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214 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
res populares. Esta última actividad abarca el cultivo prolongado de fi-
guras de la oposición que proceden de lo que el Departamento de Estado
llama la izquierda “responsable” o “izquierda democrática”, la que da
“buenas indicaciones”: apoyo a los compromisos electorales, en oposi-
ción a la lucha de masas, que favorecen las consiguientes concesiones a
las CMN, afinidad con la movilización individual en lugar de la colecti-
va. El imperio patrocina un perfil personal de mando personalista que
proporciona el marco autoritario donde se implanta una dura regla de
austeridad para la mayoría y se hacen grandes concesiones a los ricos,
en particular, a los extranjeros ricos.
Los más recientes éxitos de la estrategia del Estado imperial de cons-
truir un régimen cliente los encontramos en Brasil y Ecuador. Inacio “Lula”
da Silva y Lucio Gutiérrez fueron respaldados por movimientos popula-
res antes de que se “inclinaran” u optaran por políticas centradas en el
imperio mediante un proceso de persuasión ideológica en correspon-
dencia con un viraje a la derecha en la dirección de su aparato partidista.
El Estado imperial a través de sus vínculos formales e informales con
instituciones culturales de procedencia norteamericana —tanto priva-
das como públicas— recluta a “estrellas” de los medios de comunica-
ción, a intelectuales, estudiantes y periodistas que ascienden por la
jerarquía social, con el propósito de que diseñen y promuevan prácticas
e instituciones centradas en el imperio que entrenen activistas y ejerzan
influencia sobre la opinión pública. El director de USAID demandó re-
cientemente que las organizaciones no gubernamentales financiadas por
los Estados Unidos se deshagan de su fachada “no gubernamental” y
declaren abiertamente que son un “brazo del gobierno norteamericano”
(Financial Times, 13 de junio de 2003). Hay muchos “brazos del gobier-
no norteamericano”, admítase o no, que combinan el entretenimiento
cultural con el adoctrinamiento ideológico, las noticias del mundo con
la propaganda imperial, las becas y los subsidios de fundaciones con un
pensar y un accionar que tienen al imperio como centro. El Estado im-
perial creó y defendió este universo cultural “público-privado” para la
construcción del imperio económico en América Latina. En resumen,
Washington gasta los dólares de los impuestos norteamericanos en fi-
nanciar la expansión del imperio económico de los Estados Unidos, o
sea, agota los recursos de la república.
En ningún otro lugar los vínculos directos entre la construcción del im-
perio político-militar y los que ejercen el poder están más nítidamente
relacionados con la construcción del imperio económico que en Latino-
américa y el proceso se encamina hacia el dominio colonial imperial.

Las nuevas direcciones del Imperio

La construcción del imperio ha tomado una nueva y más agresiva direc-


ción en el nuevo milenio: la de emprender una serie de guerras y con-

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 215
quistas imperialistas impulsadas por el Estado imperial y dirigidas por
ideólogos militaristas. En el curso de dos años los Estados Unidos se
comprometieron en dos guerras de conquista, cometieron numerosos
asesinatos y realizaron intervenciones en todo el mundo mediante “ope-
raciones de fuerzas especiales” clandestinas y el reclutamiento y la co-
optación de gobernantes clientes en Asia, África, América Latina y los
Balcanes. Los constructores del imperio consolidaron su control sobre
sus clientes de Europa Oriental y el Báltico y siguieron adelante en su
tarea de consolidar los lazos con los regímenes de extrema derecha de
España e Italia. Bajo presión, la resistencia inicial de la Unión Europea
cedió y esta se convirtió en socio subordinado de los Estados Unidos
que protege los regímenes de marionetas de EE.UU., brinda asistencia
al régimen colonial norteamericano en Iraq, respalda las demandas y
amenazas norteamericanas contra Irán y se une a los ataques contra Cuba
apoyando a los agentes cubanos financiados por los Estados Unidos.
Los constructores del imperio norteamericano aceleraron el proceso
de colonización de América Latina a través del ALCA. Son varias las
razones por las cuales los Estados Unidos apresuran los procesos de
colonización:
1. Los clientes y los colaboradores de América Latina mantienen su
lugar, pero su poder es débil en el mejor de los casos;
2. La resistencia de masas aumenta por toda la región;
3. El modelo mercantilista, liberal-proteccionista de imperio está pro-
vocando oposición entre sectores de la élite exportadora latinoa-
mericana;
4. Los Estados Unidos se proponen monopolizar la propiedad de las
principales empresas públicas que quedan a medida que son priva-
tizadas, con el fin de impedir que paseen a manos de los europeos,
en particular los españoles, como ocurrió durante la ola anterior en
la década de los noventa;
5. Los militares-clientes siguen en sus puestos, pero no están presen-
tes dondequiera ni el número de ellos es igual en todas partes, como
es el caso de Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia;
6. Los Estados Unidos conservan el ímpetu de sus conquistas políti-
co-militares en Asia para presionar y chantajear a las élites po-
líticas latinoamericanas y obligarlas a manifestar conformidad, y
7. La sorpresiva aceptación del ALCA por los regímenes de Lula en
Brasil y Gutiérrez en Ecuador y su vulnerabilidad a la oposición de
masas hace que el imperio se mueva con prisa.
Los constructores del imperio norteamericano se han movido hacia la
dominación colonial con evidente poder y formulando exigencias impe-
riales, sin hacer concesiones a sus regímenes-clientes, lo que debilita
severamente sus posibilidades de lograr aceptación. México es un ejem-
plo muy claro: los Estados Unidos rechazaron la solicitud del presidente
Fox de legalizar la situación de cuatro millones de trabajadores mexica-

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216 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
nos emigrantes, o acatar en reciprocidad los acuerdos comerciales sobre
transporte, textiles y otras mercancías. En lugar de hacerlo, Washington
demanda la completa privatización de la industria petrolera pública de
México (PEMEX), la mayor firma del país por los ingresos y ganancias
que obtiene en sus intercambios con el extranjero.
El precedente histórico del actual proceso de construcción del impe-
rio de Estados Unidos en América Latina es el sistema mercantilista de
los imperios coloniales europeos. Los rasgos comunes básicos son:
1. Controles imperiales abiertos mediante una autoridad política
(ALCA) que establece las regulaciones económicas y el marco ju-
rídico para que los Estados Unidos monopolicen una posición eco-
nómica privilegiada en Latinoamérica;
2. Estructuras imperiales de mando militar, bases, participación di-
recta en las operaciones de campo destinadas a reprimir las insur-
gencias populares;
3. Comercio no recíproco que comprende la total liberalización de
los regímenes comerciales y medidas selectivas de protección para
impedir que los productores latinoamericanos con posibilidades
de competir lo hagan con éxito en el mercado norteamericano;
4. Medidas efectivas para impedir que europeos, japoneses y otros
compitan en los mercados latinoamericanos.
El sistema imperial neomercantilista se está implantando sin amba-
ges por medio del ALCA en el sector económico y mediante el Plan
Colombia, la Iniciativa Andina y la coordinación continental de la eco-
nomía y las operaciones en América Latina, y en el frente militar.
El futuro de la construcción del imperio, la nueva colonización y la
consolidación descansa en tres pilares políticos: 1. La cooptación de
líderes “populares” como Lula en Brasil, Gutiérrez en Ecuador y Kirchner
en Argentina; 2. La aceleración de los acuerdos militares y sobre el ALCA
debido a que algunos gobernantes-clientes están en decadencia (Toledo
en Perú, Sánchez de Losada en Bolivia y Uribe en Colombia); el aisla-
miento y/o derrocamiento de los regímenes de Cuba y Venezuela y la
derrota de la creciente oposición popular en América Latina. El ALCA
permitirá que los constructores norteamericanos del imperio controlen
una institución, la Comisión del ALCA, que elaborará políticas para
cada uno de los aspectos del comercio, la inversión, las relaciones pú-
blicas y privadas, y los servicios (incluidas la educación, la salud, las
pensiones, etc.). Del mismo modo que el refinanciamiento de la deuda
de los regímenes latinoamericanos facilitó la liberalización, los actuales
regímenes neoliberales propician la nueva colonización mediante el
ALCA. Bajo el dominio colonial norteamericano, las estructuras admi-
nistrativas latinoamericanas se mantendrán, reducirán o transformarán
con el fin de implantar las políticas coloniales norteamericanas aproba-
das por la comisión del ALCA. Las atribuciones de la legislatura lati-

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EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA 217
noamericana y los poderes ejecutivo y judicial quedarán reducidas a la
discusión de los métodos, el ritmo y la aplicación de las políticas dicta-
das por el ALCA y los Estados Unidos.
El creciente poder militar de los Estados Unidos y sus proyecciones
en América Latina han animado a los constructores del imperio a actuar
con mayor agresividad. En Venezuela, las agencias de inteligencia nor-
teamericanas orquestaron un golpe de estado de civiles y militares y un
paro patronal. En Colombia, la participación militar norteamericana in-
tensificó las masacres y el desplazamiento de cientos de miles de cam-
pesinos con el fin de privar de reclutas, alimentos y apoyo logístico a los
movimientos insurgentes populares. Contra Cuba, Washington organizó
abiertamente núcleos de cuadros contrarrevolucionarios (llamados “di-
sidentes”) para dedicarlos a la propaganda y el reclutamiento, a la vez
que señalaba al régimen revolucionario como su inmediato objetivo
militar. En todo el territorio de América Latina los Estados Unidos esta-
blecieron bases militares como cabezas de playa destinadas a la inter-
vención en caso de que los regímenes clientes sean derrocados por las
mayorías populares.
Tienen pareja importancia las conquistas políticas de los constructo-
res del imperio. En Brasil, el régimen de Lula se convirtió del todo en un
satélite del imperio, aunándose indiscriminadamente a las élites finan-
cieras y agroexportadoras que desempeñan un papel integral en la pro-
moción del ALCA y la nueva colonización. En Ecuador, Lucio Gutiérrez
y sus socios, el partido Pachakutik, no tardaron en privatizar las compa-
ñías estatales del petróleo y la electricidad, aceptaron la dolarización,
las bases militares norteamericanas, el Plan Colombia y el ALCA, rom-
pieron huelgas y militarizaron las refinerías de petróleo en el curso de la
preparación del país para el status colonial.
Las “nuevas perspectivas” de la colonización de América Latina ya
existían cuando ocurrieron los acontecimientos del 11 de septiembre y
la llamada “guerra contra el terrorismo”. El nuevo militarismo posterior
al 11 de septiembre aceleró el proceso de colonización y le imprimió un
mayor ímpetu a la militarización y la intervención directa. El cambio
más significativo después del 11 de septiembre fue la total exclusión de
toda consulta con los regímenes-clientes y de cualquier concesión a es-
tos, lo que contribuyó a desequilibrar aún más las relaciones.
En la actualidad la estructura del imperio norteamericano en América
Latina descansa sobre bases inseguras, no obstante las múltiples formas
en que se manifiesta en la región. Volveremos a examinar este tema en
otra parte.

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218 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

11. LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN


DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL

Es fútil en el mejor de los casos y engañoso en el peor especular sobre el


hecho de que en algún futuro distante “todos los imperios declinarán”.
Tampoco esta circunstancia ofrece motivos para consolarse. Antes de
que llegue ese momento tan incierto, millones de vidas estarán en juego,
la soberanía nacional enfrentará riesgos y tendrán lugar luchas popula-
res. Situar el “juicio final” en el centro del análisis equivale a distanciar-
se de los actores del cambio y del poder real del imperio hoy día, de su
lógica y dirección. Las tendenciosas verdades de Perogrullo del tipo “el
imperio declina” no nos proporcionan un marco analítico para compren-
der las fuerzas motrices del imperialismo y las fuerzas en ascenso de la
oposición. El análisis histórico abstracto y no específico es de por sí
frívolo y superficial, como superficiales son las discusiones de los cons-
tructores del imperio y frívolas sus decisiones. Una “visión amplia de la
historia” divorciada del análisis concreto del poder dominante del impe-
rio norteamericano actual y de su propósito de conquistar el mundo, así
como de las luchas antimperialistas sustentadas en clases, constituye un
espejo que refleja el estilo de los ideólogos de los constructores del
imperio. Son innumerables los sabios imperiales que escriben sobre el
“Siglo Norteamericano”, la “Pax Americana”, el “Poder Global” y otras
vacuas “visiones amplias” de la historia.
Para entender las contradicciones actuales del imperio tenemos que
analizar clases concretas, clases étnicas, la naturaleza específica de los
regímenes y sus configuraciones de clases, así como las capacidades
organizativas de los movimientos populares para desafiar al imperio y
sus vasallos imperiales. Pontificar a partir de analogías históricas abs-
tractas y descubrir la verdad de Perogrullo de que el imperio eventual-
mente declinará carece de relevancia política, tanto práctica como
intelectual.

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 219
Las clases y el Estado en el imperio norteamericano

La construcción y la decadencia del imperio norteamericano se erigen


sobre relaciones de clase y estatales. Las clases colaboradoras se consti-
tuyen a través de un complejo proceso de formación política y clasista
interno y de integración externa en relaciones subordinadas pero benefi-
ciosas (para la élite). La hegemonía y la dominación de las clases domi-
nantes latinoamericanas transnacionales es esencial para conformar y
sustentar los Estados-clientes imperiales que implantan las “políticas
neoliberales” que tienen por centro al imperio. El papel del Estado im-
perial resultó decisivo para la formación de Estados-clientes, tanto en lo
que concierne al respaldo político y financiero, como a las amenazas y
recompensas personales que inducen a la implantación activa de la pri-
vatización de empresas públicas lucrativas y la eliminación unilateral
de las barreras que obstaculizan las inversiones y el comercio extranjero.
Lo que a los críticos académicos del exterior les parece una “irracio-
nal” agresión imperial es en realidad un cálculo sumamente racional
basado en la facilidad histórica con que los hacedores de la política
imperial han conseguido una posición dominante en la economía colo-
nizada, la conformidad de los Estados-clientes y el apoyo entusiasta de
las élites latinoamericanas transnacionales dedicadas a las finanzas y la
especulación. El éxito fácil al imponer “modelos” que tenían al imperio
por centro, al derrocar regímenes latinoamericanos recalcitrantes o na-
cionalistas e/o invadir los países en los que esos regímenes se habían
establecido (en Chile, Brasil, Panamá, República Dominicana, etcétera),
alentó a los constructores del imperio a actuar con la mayor violencia,
con una fuerza ejercida descaradamente como la más razonable de las
armas, dada su eficiencia para lograr los objetivos imperiales. Debemos
recordar que el éxito de la intervención norteamericana en Guatemala (1954)
hizo que los Estados Unidos repitieran esa política en Cuba en 1961,
política que los condujo a la derrota. Los exitosos golpes militares orga-
nizados por los Estados Unidos en Brasil (1964), en Indonesia (1965) y
la invasión de la República Dominicana (1965) alentaron a ese país a
profundizar y extender su invasión militar de Indochina, que terminó
con la derrota histórica aunque temporal de quienes elaboraban la polí-
tica imperial y debilitó considerablemente el apoyo político doméstico.
La reconstrucción del proyecto de construcción del imperio en época
de Carter se concentró en la guerra político-ideológica en el terreno pro-
picio de Europa Oriental y la URSS y en la reconstrucción de los susti-
tutos militares encubiertos en Asia Meridional (Afganistán) en alianza
con los fundamentalistas islámicos. En el sur de África (Angola y Mo-
zambique), los hacedores de la política imperial financiaron y propor-
cionaron los sustitutos tribales que la racista Sudáfrica respaldaba. En

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220 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
Centroamérica y América del Sur (Argentina, Chile, Bolivia, El Salva-
dor y Guatemala) los Estados Unidos actuaron por intermedio de sus
regímenes militares clientes, y en Nicaragua, mediante clientes merce-
narios dedicados al tráfico de drogas. Desde finales de la década de los
setenta del siglo XX, los constructores del imperio comenzaron a recons-
truir el aparato militar imperial de los Estados Unidos y paulatinamente
reconquistaron el apoyo político doméstico a sus conquistas externas
mediante las invasiones de Panamá y Granada.
La fórmula ideológica de la conquista imperial es muy parecida a la
empleada por el Tercer Reich: a los líderes de la oposición se les con-
vierte en demonios, la invasión de otros Estados y la imposición de regí-
menes clientes se califica de liberación, y la restauración de la democracia
y la incorporación a la esfera de influencia de los Estados Unidos se
describe como adhesión al “mundo libre”. El imperio militar de Carter y
Reagan sentó las bases para que el padre de Bush se lanzara a crear un
“Nuevo Orden Mundial”, del que los Estados Unidos eran el centro, con
la Guerra del Golfo, un proyecto que resultó prematuro y no contó con
una “ocupación militar” que asegurara un control indiscutible.
La década de Clinton (1992-2000) fue testigo de la enorme expan-
sión de la construcción del imperio en el mundo: guerras en los Balcanes,
conquista de una tercera parte de Iraq por medio de los clientes kurdos
en el Norte, y zonas de “prohibición de vuelos” en el Sur (en combina-
ción con bombardeos de castigo y bloqueos económicos dirigidos a des-
truir el Estado y la economía), alianzas militares con los nuevos clientes
y bases militares desde los Estados del Báltico, a través de Europa Cen-
tral, hasta los Balcanes y el Sur del Cáucaso. La agresiva conquista mi-
litar y la colonización comenzaron bajo la bandera del imperialismo
humanitario durante la presidencia de Clinton. La radicalización doctri-
nal llegó con Bush, Rumsfeld y Wolfowitz. Constituye un serio y fla-
grante error considerar que el 11 de septiembre fue el punto de partida
de la construcción militar del imperio. Lo que se produjo después de esa
fecha fue la puesta en marcha sistemática y unilateral de la construcción
del imperio mediante una doctrina más explícita de la guerra global, en
oposición a la práctica poco sistemática pero igualmente violenta del
imperialismo humanitario que Clinton propugnara.

Conflictos interimperialistas y nacionales de clases

En primera instancia, el poder imperial está inserto en las relaciones


estatales y de clase: antes de que el capital se ponga en movimiento y se
imponga un poder estatal imperial, tiene lugar una lucha nacional de
clases, lucha que varía de intensidad pero se repite durante todo el pe-
ríodo de ocupación y dominación imperiales. Como se señaló antes, la
imposición en Latinoamérica de regímenes liberales cuyo centro era el

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 221
imperio se llevó a cabo mediante una violenta lucha estatal de clases
“desde arriba”. Las victoriosas clases transnacionales otorgaron una nue-
va configuración al Estado con vistas a “reconstruir” las relaciones so-
ciales (las relaciones entre el capital y el trabajo, las formas de propiedad
pública-privada y nacional-extranjera) de modo que coincidiera con el
modelo en el que el imperio ocupaba el centro. Los regímenes neolibera-
les y los imperios mercantilistas eran productos de las luchas de clases,
como lo son también las relaciones antagónicas continuas que enfrentan
el proyecto de nueva colonización de los constructores del imperio.
Las relaciones antagónicas de clases son una constante de la cons-
trucción contemporánea del imperio. Sin embargo, las relaciones socia-
les y las fuerzas de clase, étnicas y de género que se enfrentan entre sí en
la actualidad son diferentes a las del pasado reciente, debido a la trans-
formación de la estructura de clases engendrada por un cuarto de siglo
de dominio neoliberal. Es importante resumir los cambios en la forma-
ción de las clases a fin de comprender las clases sociales contemporá-
neas que se enfrentan a los constructores del imperio y a los Estados
clientes locales. Las nuevas fuerzas de clase desarrollaron a su vez nue-
vas tácticas, estrategias y liderazgos que son decisivos para los esfuer-
zos encaminados a acabar con la dominación imperial.
CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE CLASES Y EN LAS RELACIONES SOCIALES
Desde la llegada del liberalismo en la década del setenta se produjeron
algunos cambios socioeconómicos y políticos decisivos en la estructura
de clases. La apertura de la economía a las baratas importaciones manu-
facturadas extranjeras tuvo dos impactos fundamentales en la estructura
de clases: redujo el tamaño de la clase obrera industrial, dio origen a una
“fuerza de trabajo cautiva” en las plantas de ensamblaje/maquiladoras
ubicadas en las zonas de libre comercio, redujo el número de trabajado-
res metalúrgicos calificados y creó industrias de “trabajo por contrato”
descentralizadas, más pequeñas y donde la explotación era mayor. En
consecuencia, el tamaño de la fuerza laboral con empleo estable dismi-
nuyó en la mayoría de los países (Bolivia, Perú, Colombia, Brasil y Ar-
gentina), mientras que las personas que conservaron un empleo temían
ser reemplazadas porque los patronos estaban dispuestos a desplegar el
ejército de reserva de los desempleados. El peso relativo de los trabaja-
dores industriales dentro de la clase obrera se redujo, lo que también
ocurrió con el porcentaje de trabajadores sindicalizados y el número de
huelgas y la combatividad obrera en el sector industrial. Por otra parte,
el número de trabajadores desempleados y subempleados aumentó en
proporción geométrica y pasó de un 40% a un 80% en países como
Argentina, Perú, Bolivia, Colombia, Brasil, Venezuela y México. Las
viejas regiones industriales maquiladoras —las regiones de la frontera
septentrional mexicana y el Caribe— sufrieron cierres de plantas a me-
dida que los capitalistas norteamericanos las deslocalizaban para ubi-

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222 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
carlas en China o en “áreas rurales” (en el Sur de México), donde los
salarios eran más bajos y los trabajadores laboraban en peores condicio-
nes y eran más explotados (más horas de trabajo, menos seguridad en el
trabajo y pocas regulaciones en lo concerniente a la salud de los traba-
jadores y el medio ambiente). El crecimiento de una “masa crítica”
de trabajadores sin empleo se tradujo en más movimientos autónomos de
trabajadores desempleados que atacaban a la clase capitalista fuera
de los lugares de producción (la fábrica) en las calles, bloqueando la
circulación de la maquinaria y las materias primas (entradas) y los pro-
ductos terminados (salidas) que se transportaban al mercado, lo que res-
tringía la realización de la ganancia.
La promoción de una “estrategia de crecimiento de las exportacio-
nes”, unida a la importación de alimentos de bajo precio subsidiados,
sobre todo de granos, desplazó a los campesinos y llevó a la quiebra a
las familias campesinas que producían para el mercado. Más de 90% de
subsidios agrícolas estatales se destinan a los grandes agroexportadores,
mientras que a los pequeños productores se les niegan los créditos esta-
tales y el financiamiento. La políticas agrícolas imperiales incrementa-
ron el porcentaje y el número de trabajadores rurales sin tierras,
polarizaron el campo y radicalizaron las familias de pequeños campesi-
nos en vías de extinción debido a la intervención del Estado-cliente en
favor de la importación de alimentos y de las élites agroexportadoras.
La creciente concentración de la tierra, la invasión de las tierras de los
pueblos indígenas, el elevado costo de los inputs de las fincas y los
bajos precios de los productos alimenticios radicalizaron las comunida-
des campesinas y de indios campesinos que fueron privadas de tierras,
mercados y márgenes de ganancias. El aumento del alfabetismo y la
interacción social con núcleos progresistas de la Iglesia y los sindicatos,
así como las recientes experiencias adquiridas en las luchas, convirtie-
ron el campo en un centro de movimientos antimperialistas.
Los movimientos rurales contemporáneos no están formados por “re-
beldes primitivos”, ni “tradicionalistas” que miran al pasado y se resis-
ten a la “modernización”. Los movimientos campesinos son dirigidos
por hijas e hijos con educación de familias rurales que descendieron en
la escala social, los cuales son capaces de buscar créditos y hacerse con
partes del mercado, de recobrar tierras que el capital ocupó y conseguir
una protección del Estado que compense los efectos de las importacio-
nes baratas subsidiadas. Lo distintivo de las clases rurales modernas,
aunque empobrecidas, es que cuentan con personas que trabajan y lu-
chan colectivamente en busca de medios de producción modernos, par-
ticipación en los mercados, créditos baratos y “precios justos”. Además,
son conocedoras del impacto negativo de las políticas imperiales como
al ALCA y el neoliberalismo. En Brasil, el Movimiento de los Trabajado-
res Rurales sin Tierra (MST); en Boliva, los cocaleros; en Colombia, los
movimientos campesinos y la guerrilla rural; en Ecuador, los sectores

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 223
del movimiento de indios campesinos y, en menor medida, en Paraguay,
Perú y México, los movimientos con una base campesina que han sido
los mejor organizados y la vanguardia de la resistencia antimperialista.
La contradicción entre el imperio y el campesinado ha sido la más
aguda, no porque la explotación y la extracción de plusvalía haya sido
mayor, sino por la amenaza de una expulsión definitiva (de sus tierras,
su casa, su familia, su comunidad), de ser despojados de sus medios de
producción, de que se les niegue un sitio “donde ganarse la vida”. La
fuerza de trabajo rural está muy estratificada y en mucho casos com-
puesta por personas de etnias diferentes, lo que origina divisiones socio-
políticas; sin embargo, allí donde se superaron estas “diferencias”, las
combativas clases rurales organizadas fueron las que más éxitos logra-
ron al desafiar la expansión del imperio, tanto en el campo como en las
ciudades. El MST ocupó grandes haciendas y logró establecer a 359 000
familias en menos de 20 años, y en la actualidad cuenta con 120 000 fami-
lias preparadas para ocupar fincas no cultivadas (julio 2002). En Boli-
via, más de 40 000 familias se ganan la vida cultivando coca en entusiastas
comunidades de familias estables, gracias a la organización y a las lu-
chas del sindicato de campesinos cocaleros. En Latinoamérica, el prin-
cipal desafío a los regímenes clientes y a los constructores del imperio
militar norteamericano se ubica en el campo colombiano, donde dos
grandes grupos guerrilleros (las FARC y el ELN) controlan más del 40%
de las zonas rurales. Muchas de las más importantes organizaciones na-
cionales que preparan y realizan manifestaciones urbanas contra el ALCA
suelen formar parte de las combativas organizaciones rurales.
Dado el papel visible y dominante de los modernos movimientos agra-
rios que se oponen a los Estados Unidos, es asombroso que esta proble-
mática no se aborde sistemáticamente en los escritos de Hobswawn,
Wallerstein y otros profetas de la eventual decadencia del imperio. Es-
tos escritores ponen el énfasis en las rivalidades interimperialistas, los
conflictos entre las élites (capitalistas contra imperio) y basan su argu-
mentación en disputas comerciales específicas y en las diferencias entre
los modos de construcción del imperio o en nociones generales, tenden-
ciosas y emocionalmente gratificadoras como “todos los imperios decli-
nan”, “todos los sistemas capitalistas eventualmente entran en crisis”, y
dejan que la magia del mercado engendre lo que ellos denominan “cam-
bios sistémicos” a partir del “caos”. Una visita a una reunión de campe-
sinos en una hacienda ocupada es posible que proporcione el estímulo
necesario a estos profetas de sillón imperiales para reconsiderar sus teo-
rías de la decadencia del imperio.
EL NUEVO PROLETARIADO URBANO: LOS TRABAJADORES DEL SECTOR PÚBLICO
Desde junio a julio de 2003, los empleados públicos de Ecuador, Boli-
via, Perú, Brasil, Argentina y Colombia —en su mayoría maestros de
escuelas públicas— participaron en huelgas indefinidas que englobaban

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224 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
a millones de personas y que, en algunos casos, detonaron paros labora-
les de los trabajadores asalariados del sector privado. En las ciudades,
los empleados públicos estuvieron en la vanguardia de las mayores y
más combativas luchas urbanas contra los regímenes-clientes y sus polí-
ticas imperiales. Así tenía que ocurrir, toda vez que la expansión impe-
rial tiene como premisa una privatización de las empresas públicas que
trae consigo despidos en masa, la pérdida de las pensiones y otros bene-
ficios sociales y del empleo. En segundo lugar, los acreedores imperia-
les exigen un superávit presupuestario para pagar lo que se les adeuda,
lo que implica recortes en todos los servicios sociales y gastos de de-
sarrollo público que conducen a la reducción del número de empleados
públicos, a la rebaja de salarios, pensiones y beneficios públicos, y a
una mayor intensificación de la actividad laboral (número de estudian-
tes por maestro y de pacientes por médico). La pérdida del empleo y la
incorporación de trabajadores por contrato socavaron la seguridad del
trabajo de los empleados públicos, que son víctimas de las mismas “in-
seguridades del mercado” que sufren los trabajadores industriales. En
pocas palabras, las estrategias de construcción del imperio que tienen
como fin privatizar las empresas públicas, dar prioridad a los pagos de
la deuda en las asignaciones presupuestarias y proletarizar los niveles
de vida y las condiciones de trabajo son los factores objetivos que sacan
a los empleados públicos a las calles y los alientan a participar en pro-
longadas huelgas nacionales.
Los principales socios de la coalición en todas las confrontaciones de
importancia con los Estados-clientes y sus patronos imperiales son los
empleados públicos, en especial, los maestros y los campesinos. Las
acciones más combativas de los sindicatos en las ciudades provinciales
y las capitales son las que realizan los empleados públicos, que incluyen
la ocupación de los edificios municipales y federales, el bloqueo de las
calles y el despido de funcionarios públicos. Es frecuente que los em-
pleados públicos queden reducidos a una situación cercana a la indigen-
cia debido a demoras en los pagos y/o a que se les paga con monedas
devaluadas. En Brasil, los empleados públicos perdieron un 20% de sus
ingresos reales cuando los salarios estuvieron congelados desde 1998
hasta el 2003. En las provincias argentinas, a los trabajadores municipa-
les se les demoran los pagos entre tres y cuatro meses, y cuando por fin
se les paga se hace con monedas locales y provinciales.
Los nuevos protagonistas de la política antimperialista incluyen a los
sin tierra rurales, los pequeños propietarios de tierras, los movimientos
campesinos, los desempleados urbanos, los trabajadores autoempleados
(sobre todo en Argentina, Venezuela, Bolivia y Perú) y los empleados
públicos de la región, sobre todo los trabajadores de las industrias del
gas y el petróleo que son objetivos de la privatización. Las demandas
específicas suelen estar relacionadas con el rechazo del ALCA, las ba-
ses militares y las políticas imperiales de los regímenes clientes.

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 225
La construcción del imperio:
la omnipotencia a la vista del observador

En los medios de comunicación norteamericanos y en las declaraciones


públicas de la élite de Washington, el avance del imperio de los Estados
Unidos parece ser un proceso inevitable, exitoso siempre, totalmente
justificado e irreversible, que se ha de aplaudir o sufrir. Pero los críticos
consideran que las “contradicciones internas” o la “extensión excesiva”
del imperio conducirán a sus constructores a su propia perdición.
La sensación de omnipotencia imperial permea a quienes la celebran
y a los pesimistas que tienen una visión de largo plazo del imperio. Lo
que les falta tanto a los especuladores históricos del “largo plazo” como
a los apologistas del corto plazo es la comprensión profunda de las lu-
chas concretas que conforman la correlación de clases en la actualidad
y que habrán de determinar si el imperio nos acompañará durante unos
pocos años, una década o un siglo.
Los constructores del imperio de los EE.UU. han sufrido algunas derro-
tas fundamentales en toda una serie de confrontaciones importantes. En
Venezuela, cientos de miles de pobres de las ciudades, desempleados y
trabajadores autoempleados descendieron de los “ranchos” de Caracas
y dieron a los militares leales el ímpetu para derrocar el régimen dictato-
rial de Carmona, impuesto por un golpe de civiles y militares que los
Estados Unidos orquestaron, y restaurar en su cargo al populista Hugo
Chávez que había sido elegido Presidente. Un año después, los clientes
sindicales, de los sectores económicos y los medios de comunicación
respaldados por los Estados Unidos intentaron derribar el régimen para-
lizando la industria del petróleo. También fueron derrotados por una
alianza de oficiales del ejército, sectores de la clase obrera y la masa de
pobres urbanos, muchos de ellos organizados en los “Círculos boliva-
rianos”, las organizaciones de masas en los barrios.
En Colombia, los esfuerzos de los Estados Unidos por establecer su
dominación mediante campañas paramilitares y de terror estatal ordena-
das por el Presidente cliente Uribe, fueron rechazados con decisión por
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) - Ejército
Popular (FARC-EP) y el Frente de Liberación Nacional (FLN), pese a
los miles de mercenarios, los trabajadores por contrato y los asesores de
combate financiados por los EE.UU. que operaban con un presupuesto
de más de 2 millardos de dólares y con las más avanzadas tecnologías y
helicópteros artillados.
En Bolivia, los cocaleros resistieron satisfactoriamente la campaña
que los Estados Unidos organizaron con el fin de destruir a los cultiva-
dores de coca y sus organizaciones. Pese a la violenta represión del Pre-
sidente-cliente Sánchez de Losada y a la intervención directa del
embajador norteamericano en la política boliviana, los cocaleros crea-

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226 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
ron, junto con los mineros, los pobres urbanos, los trabajadores de las
fábricas y los que trabajan por su cuenta en Cochabamba, La Paz, Sucre
y Oruco, una formidable coalición capaz de bloquear las política neoli-
berales —como la privatización del suministro de agua—, y organiza-
ron un movimiento político nacional que se convirtió en el principal
partido de oposición del Congreso y una dirección nacional capaz de
derrotar la entrada de Bolivia en el ALCA.
En Cuba, los movimientos de masas urbanos y rurales brindaron un
sólido apoyo al exitoso esfuerzo del régimen por desmantelar las redes
terroristas financiadas por los EE.UU. y las células de propaganda en
embrión promovidas por el director de la Oficina de Intereses de ese país.
Los más exitosos desafíos a la construcción del imperio norteameri-
cano y las derrotas que esta sufrió tuvieron lugar en el Tercer Mundo;
sus autores fueron las fuerzas de clases organizadas y autónomas. Los
oponentes menos consecuentes de la construcción del imperio son los
antiguos regímenes electorales socialdemócratas, de centro derecha y
populistas que adoptaron gran parte de las estrategias sociales y econó-
micas imperiales y se aliaron a los capitalistas transnacionales latinoa-
mericanos y a las multinacionales de EE.UU. y la Unión Europea. El
ejemplo más sorprendente es el régimen de Inacio “Lula” da Silva y el
Partido de los Trabajadores (PT). El régimen del PT se ha convertido en
un servil cliente de los Estados Unidos que nombra a los más importan-
tes ministros de la economía y a un banquero central que están total-
mente integrados al proyecto de “desarrollo” imperial. El programa
económico monetarista de Lula, que comprende la reducción de las
pensiones de los empleados públicos, grandes recortes del gasto social,
impuestos regresivos y una “reforma laboral” en beneficio de los em-
pleadores, no es más que una parte de la agenda en pro del imperio.
Procesos parecidos tuvieron lugar en Ecuador, con Lucio Gutiérrez, y
en Perú, con Toledo, ambos políticos seudopopulistas que ganaron elec-
ciones. Lo más significativo de todo es la rapidez con que las masas de
los movimientos de clase, en particular los empleados públicos, los
campesinos, y los trabajadores por cuenta propia, se movilizaron para
enfrentar y atacar a estos nuevos clientes del imperio. En cada caso, las
masas que votaron por el “centro izquierda” fueron las mismas que en
las calles demandaron que aquellos renunciaran por ser colaboradores
del imperialismo.
De hecho, en América Latina no existen movimientos de masas orga-
nizados por la clase capitalista y ni siquiera por personas que poseen
pequeños y medianos negocios o fincas, aunque una minoría apoya oca-
sionalmente protestas específicas contra el pago de la deuda, las tasas
de interés y el proteccionismo. Lo que impide la participación de la
burguesía en las luchas de masas es que apoyan la legislación antiobrera
neoliberal, el bajo nivel del salario mínimo, la reducción de los impues-
tos que se dedican a la seguridad social y la tolerancia del régimen a la

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 227
difundida evasión del pago de impuestos y los vínculos corruptos con los
funcionarios de baja categoría de las aduanas y el comercio que tienen
que ver con los aranceles de importación y las licencias de exportación.
Los movimientos sociopolíticos que tienen estrechos vínculos con
los regímenes de “centro izquierda”, convertidos en clientes del impe-
rio, se encuentran sumamente desorientados y, en algunos casos, pasan
por un proceso de debates y discusiones internas. El MST y el CUT en
Brasil, CONAIE en Ecuador, el movimiento de trabajadores desemplea-
dos en Argentina y los sindicatos en Uruguay enfrentan todos la disyun-
tiva de elegir entre la lucha de clases antimperialista o la colaboración
con los regímenes-clientes electorales de “centro izquierda” del imperio.
A diferencia de la lucha que se apoya en las clases y está orientada a
la conquista del poder estatal, la cual ha asestado golpes a la expansión
imperial, los amorfos movimientos “antiglobalización” y los Foros So-
ciales Mundiales no han podido derrotar ninguno de los proyectos de
construcción del imperio, ni han tenido éxito en impedir aunque sea una
conquista militar. Además, los líderes “antiglobalización” no han conse-
guido dar ningún apoyo de masas a la resistencia antimperialista popular
a la ocupación militar, ni al pillaje de los Estados Unidos en los Balcanes,
Afganistán o Iraq. Las manifestaciones de masas son eventos rituales
limitados en tiempo y espacio. Carecen de tácticas o estrategias que ten-
gan un gran impacto en la expansión imperial, los preparativos de guerra,
las privatizaciones, las políticas de ajuste estructural o cualesquiera otras
medidas imperiales. Los trabajadores solo salen en manifestaciones cuan-
do los rivales imperiales de los Estados Unidos en Europa (en particu-
lar, Francia, Alemania, Italia y España) toman medidas que hacen más
competitivas sus CMN mediante la reducción de las pensiones, la pro-
longación de la edad de jubilación o la reducción de los gastos sociales.
Solo en Francia observamos algún esfuerzo del movimiento de los obre-
ros por sobrepasar los límites de las huelgas “rituales”, esto es, protestas
simbólicas que pueden retardar pero que en realidad no suprimen la
imposición de cargas domésticas a la expansión financiera imperial.
La manifestaciones de masas contra la guerra, disciplinadas y de tiem-
po limitado confrontan simbólicamente el poder estatal: marchan por la
ciudad de Londres hasta Hyde Park para escuchar discursos antimperialis-
tas, pero no son capaces de paralizar el sistema o de sostener una lucha
política seria. Es esta la naturaleza de las “multitudes” que llegan y se
van cuando les place, pero carentes de cualesquiera estructuras políticas
organizadas. Las sectas izquierdistas se limitan a vender sus periódicos
o a distribuir panfletos que convocan a foros radicales, mientras los que se
describen a sí mismos como anarquistas (y los provocadores de la policía)
rompen algunas vidrieras para convencerse de que son anticapitalistas.
La fuerza del movimiento antimperialista se encuenta en las guerri-
llas de las selvas colombianas, los Círculos Bolivarianos de los barrios
pobres de Caracas, las manifestaciones por las calles cubanas, los traba-

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228 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
jadores sin tierras que ocupan las haciendas de Brasil, los cocaleros de
Bolivia, los subempleados y desempleados urbanos pobres de Perú y
Argentina, en una palabra, las clases organizadas que son desplazadas,
explotadas y empobrecidas por los regímenes-clientes del imperio.

¿El futuro del imperio?

Es difícil predecir con alguna exactitud el momento en que el imperio


de los Estados Unidos comenzará a declinar. Más difícil aún es determi-
nar si esta decadencia es estructural o coyuntural. Lo mejor que se pue-
de hacer es delinear las contradicciones principales. Las contradicciones
primordiales son tanto políticas y sociales como económicas. Hoy día,
la contradicción y el enfrentamiento fundamentales son los que existen
entre las masas rurales y urbanas organizadas de América Latina, por un
lado, y los constructores del imperio y sus gobernantes-clientes, sus capi-
talistas transnacionales y sus auxiliares de las organizaciones no guberna-
mentales y los sindicatos, por otro. La segunda contradicción principal
es la existente entre el imperio en expansión y la república en decaden-
cia, o sea, entre aquel y la capacidad de transferir riquezas, ganancias y
personal a la construcción del imperio. La tercera contradicción es la
que existe entre la conquista y la ocupación de países colonizados y los
movimientos nacionales de masas de resistencia anticolonial, como en
Irán y Afganistán.
La cuarta contradicción es la que existe entre el creciente imperio
militar y la incapacidad de extraer ganancias de las regiones nuevamen-
te colonizadas, a pesar de los ingresos futuros provenientes del petróleo.
Lo que mejor ilustra el papel decisivo de las luchas tercermundistas en
el debilitamiento del imperio norteamericano son los efectos de la resis-
tencia iraquí en el ejército de ocupación de los EE.UU. Las fuerzas nor-
teamericanas de ocupación colonial sufren bajas diariamente, o sea,
muertos y heridos en todo el país por los ataques de las guerrillas iraquíes
que cuentan con respaldo popular. Su efecto más inmediato es una baja
en la moral de los miembros de las tropas de ocupación norteamerica-
nas. El rápido desencanto de los militares norteamericanos y la hostili-
dad que manifiestan hacia toda ocupación de larga duración es uno de
los eslabones más débiles del imperio de los EE.UU., tal como ocurrió
en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y las guerras de Corea
e Indochina. Esta debilidad de las fuerzas armadas imperiales de los
Estados Unidos indica que los militaristas tienen serios problemas para
mantener las conquistas coloniales, a no ser que consigan una mayor
participación de legionarios extranjeros procedentes de India, Pakistán,
Turquía, Europa Oriental y otros regímenes-clientes.
La vasta superestructura tecnológica de la máquina de guerra impe-
rial norteamericana depende, en última instancia, de que las tropas terres-

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 229
tres ocupen y consoliden el dominio colonial. Sin embargo, el problema
consiste en que la naturaleza de las tropas terrestres norteamericanas no
es compatible con la función de controlar las colonias durante largo
tiempo. En primer lugar, buena parte del ejército de ocupación la cons-
tituyen los reservistas —soldados que no se alistan para toda la vida—
que se unen a las fuerzas armadas para aumentar sus ingresos como
civiles y tener derecho a los beneficios de salud y pensiones que de otro
modo no recibirían. La idea que tienen los reservistas del “servicio mi-
litar” es una noche a la semana de entrenamiento y ejercicios veraniegos
de poca duración, con llamadas a realizar actividades durante corto tiempo
cuando se produce una emergencia nacional. Esta actitud mental es in-
compatible con una ocupación colonial prolongada. Este sector de los
militares no resiste ausentarse durante mucho tiempo del trabajo, la fa-
milia, la escuela y la comunidad, y mucho menos cuando se está en Iraq
y Afganistán, donde tienen que enfrentar las duras condiciones de inten-
so calor, falta de agua y de instalaciones adecuadas donde vivir, una
hostilidad popular muy difundida y frecuentes ataques de francotiradores.
En segundo lugar, muchos de los soldados que se alistaron lo hicieron
para escapar del desempleo o de los trabajos de bajos salarios y poco
futuro con la esperanza de “aprender un oficio” y regresar a la vida civil.
Pocos son los voluntarios que esperan combatir cara a cara en un terreno
hostil.
En tercer lugar, a los “soldados profesionales” no les gusta realizar
actividades de policía colonial, sobre todo cuando tienen que hacerlo en
un medio de permanente hostilidad y cuando los escalones superiores
del mando militar son totalmente incompetentes para reconstruir una
infraestructura básica.
En cuarto lugar, cuando se es militar es muy grande la diferencia
entre los generales y coroneles de aire acondicionado, alto nivel social y
conocedores de los medios de comunicación, que vuelan a los países
ocupados para hacer informes, examinar la situación y participar en con-
ferencias de prensa, y volar entonces de regreso a los cuarteles genera-
les seguros y bien atentidos de Qatar, Florida o Washington a comer
filete, y las fuerzas de ocupación que viven en tiendas de campaña incó-
modas, comen raciones envueltas en plástico, carecen de agua en duchas
y baños y enfrentan la hostilidad universal del pueblo iraquí conquistado.
En quinto lugar, las fuerzas de ocupación se sienten cada vez más
resentidas y frustradas por las mentiras y engaños del alto mando en
cuanto a la duración del servicio. La brecha entre los ideales y promesas
y la realidad envía ondas de choque a las fuerzas de ocupación. Primero,
les dijeron que serían recibidos como un “ejército de liberación”; en
lugar de ello, confrontan una hostilidad generalizada y se les considera,
con toda justificación, un ejército de opresores. Les dijeron que trabaja-
rían con “iraquíes libres” en la reconstrucción del país, pero lo que hacen
es patrullar las calles devastadas en carros artillados, destruir viviendas

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230 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
y realizar masivas operaciones militares de limpieza. Pero, lo más im-
portante es que les dijeron que harían la guerra, conquistarían el país y
volverían a casa como héroes. Pero ahora les dicen que tendrán que
pasar años esquivando granadas y balas para sostener a un gobernador
militar odiado por todos e inepto.
Los militares norteamericanos, que fueron entrenados para librar una
guerra de alta tecnología, lo que hacen es combatir en las calles, univer-
sidades y barrios de ciudades donde la resistencia iraquí se aprovecha
de todas las ventajas que proporciona el conocimiento del terreno y cuenta
con el apoyo de los habitantes locales. La propaganda de Rumsfeld,
según la cual la resistencia urbana no es más que un “remanente” de las
derrotadas fuerzas del Baath, suena falsa a los soldados que perciben la
hostilidad de niños de las escuelas primarias y de millones de musulma-
nes que Sadam Hussein solía perseguir.
El dilema de los militaristas civiles es que los 160 000 soldados nor-
teamericanos en Iraq no bastan para controlar a 24 millones de iraquíes
que exigen autodeterminación. Si tenemos en cuenta que los militares
norteamericanos necesitan cinco soldados no combatientes por cada
combatiente activo y que disminuyen los reclutamientos de “volunta-
rios” que tienen que enfrentar las duras exigencias de formar parte de un
ejército de ocupación, los militaristas civiles no tienen otra opción que
no sea la de limitar la rotación de las tropas y pedir asistencia “multilate-
ral” a los clientes y aliados. A lo que estos militaristas no están dispuestos
es a volver al reclutamiento general. Los militaristas de la administra-
ción Bush, que en el pasado habían eludido el reclutamiento, no desean
llamar a filas a sus hijos y nietos para que arriesguen sus vidas por el
imperio. Tanto los gentiles de la alta clase media como los sionistas, no
tienen intención de sacar a su progenie de las universidades de élite y las
escuelas profesionales o de sus lucrativas carreras en la banca y las fi-
nanzas para luchar contra el “terrorismo internacional”.
Por último, los gobernantes civiles y militares que se encargan de la
política colonial están completamente separados no solo de la extendida
oposición de masas en Iraq y de sus propias tropas cada vez más rebel-
des, sino de sectores de sus propios oficiales. Los ideólogos Rumsfeld y
Wolfowitz desacreditaron y pasaron por alto las fuentes de inteligencia
militares y de la CIA y crearon sus propios “círculos internos” con el fin
de imponer su “inteligencia” altamente politizada y justificar la con-
quista militar. Su obsesión con la conquista imperial y la dominación
militar se alimenta de un odio racista a los árabes y la impulsa la idea de
una mayor “esfera común de prosperidad” israelo-norteamericana en el
Oriente Medio. La división entre organizadores e ideólogos en el nivel
superior de la organización militar y de inteligencia imperial puede ero-
sionar seriamente en un futuro el poder de los militaristas civiles.
A medida que la república es reemplazada por el imperio es más que
probable que algunos militares se conviertan en fuentes de conflicto y

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 231
rebelión, lo que puede tener un impacto en la política doméstica. La
guerra y el empeño en el control colonial generalizaron la resistencia
popular anticolonial en los países ocupados y las bajas diarias de las
fuerzas imperiales en esos países. Estos factores (resistencia, bajas, des-
contento militar) están comenzando a afectar la popularidad de esta úl-
tima guerra imperialista. El problema aquí son las imágenes negativas
en los Estados Unidos que son resultado de las crecientes bajas norte-
americanas, el caos económico y político en Iraq, los costos cada vez
más elevados de la conquista (un estimado de 80 millardos de dólares en
este año) y la evidente incompetencia de los gobernantes locales en el
manejo de la ocupación. Incluso algunos renombrados apologistas im-
periales se lamentan de la falta de “preparación” o “capacidad” de los
estrategas de la dominación colonial. La acción militar unilateral bene-
fició el propósito de los militaristas de una guerra sin restricciones a
corto plazo, pero esto socava las bases para conseguir apoyo militar y
financiero multilateral durante la construcción de la colonia después de
la conquista.
Las emotivas y violentas diatribas de los militaristas civiles, con su
neonazi “voluntad de poder mundial”, se estrellan contra la realidad
de Estados vasallos renuentes, el resurgimiento de la oposición iraquí de
masas y la creciente rebeldía de las tropas norteamericanas en tierras
ocupadas. Aquellos ideólogos y políticos que siguen la estrategia de los
israelíes y Sharon de una fuerza unilateral masiva para asegurar las co-
lonias, olvidan que Sharon no puede existir sin el apoyo del gobierno
norteamericano y la diáspora sionista, pero los Estados Unidos no tie-
nen una potencia que los apoye ni benefactores ricos.
Algunos observadores que hacen hincapié en las discrepancias sobre
disputas comerciales y tácticas, llegan a la conclusión de que aumentan
las rivalidades interimperialistas entre la Unión Europea y los Estados
Unidos. Lo que es significativo en estos conflictos es la rapidez con que
se calman, lo reducido de su impacto y, más recientemente, lo rápido
que que se reconcilian los contendientes para juntos continuar la cons-
trucción del imperio.
Por ejemplo, la oposición de algunos países europeos a la invasión
norteamericana y británica de Iraq fue seguida del acuerdo de la Unión
Europea de crear sus propias fuerzas de desplazamiento rápido. Francia
envió paracaidistas a tres países africanos poco después de la guerra de
Iraq. La decisión europea de seguir a los Estados Unidos se manifiesta
en sus decisiones de reducir las relaciones con Cuba, colaborar con los
EE.UU. en el aislamiento de Iraq, aprobar las resoluciones propuestas
por los Estados Unidos contra la difusión de “armas de destrucción ma-
siva”, etcétera. Los vínculos imperiales entre Europa y los Estados Uni-
dos son más fuertes que sus intereses competitivos. Tiene pareja
importancia el hecho de que la fuerza del imperio económico y militar
norteamericano y su violenta aplicación intimidaron a supuestos críti-

http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections
232 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
cos en Francia y Alemania que están rodeados por los satélites de los
Estados Unidos de Europa Oriental, las naciones bálticas y los Balcanes.
La economía de la república de los Estados Unidos se erige sobre la
especulación, el fraude, el crédito, la deuda, el trabajo barato de los
inmigrantes, grandes subsidios estatales directos e indirectos, présta-
mos extranjeros y un inmenso y creciente déficit presupuestario y co-
mercial. Cuando la economía pasa del estancamiento a una mayor
recesión debilitará el imperio si el Estado no puede endilgarle el peso de
la recuperación a los grupos de pequeños propietarios de negocios y de
obreros asalariados; y, si el Estado es obligado a trasladar recursos y per-
sonal de la construcción del imperio a la república. Desafortunadamente,
la historia del último cuarto de siglo nos enseña que el público norte-
americano ha hecho poca resistencia activa a los gastos militares en
época de guerra y una oposición minoritaria a la conquista imperial.
Los sindicatos son políticamente impotentes y están vinculados al
imperio a través de sus lazos con el Partido Demócrata. No existe nin-
gún movimiento político y social nacional que sea capaz de desafiar a
los constructores del imperio, ni hoy ni en un futuro previsible. Cuando
más del 90% de la fuerza de trabajo del sector privado no está sindicali-
zada, los obreros, además de tener poca o ninguna influencia política, ni
siquiera cuentan con una organización social que fuese capaz de dirigir
las asignaciones presupuestarias hacia un mayor gasto social en lugar de
hacia el gasto militar. Una de las grandes ventajas que tienen los cons-
tructores del imperio norteamericanos en relación con los europeos y
japoneses es precisamente su capacidad de explotar a los trabajadores
(más horas de trabajo, ausencia de planes vacacionales, de pensiones o
de salud pública), de despedirlos de una forma más fácil y barata, y de
deslocalizar las firmas. La ventaja comparativa decisiva de los cons-
tructores del imperio de los Estados Unidos, en comparación con sus
potenciales rivales europeos y japoneses, se basa en el control que ejer-
cen sobre la clase obrera más atrasada del mundo industrializado.
Las muy explotadoras relaciones sociales de producción de los Esta-
dos Unidos proporcionan el excedente necesario para la expansión ex-
terna y limitan las posibilidades de las clases asalariadas que descienden
en la escala social de enfrentar la decadencia de la República.
El argumento de la decadencia del imperio no permite esperar algún
colapso económico automático, ni una rebelión interna o división consi-
guiente entre los constructores militares y los constructores económicos
del imperio. El imperio será derrotado desde afuera o no será derrotado.
Solo las derrotas externas harán que surja una oposición o un desacuer-
do interno que active a los explotados y a los pobres, en particular, a los
hispanos y a los negros.
La particularidad del imperio norteamericano en comparación con
Europa, Asia y cualquier otro lugar es que carece absolutamente de tra-
diciones antimperialistas obreras o de izquierda. En el pasado reciente

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 233
la oposición se dirigía contra el “capital global” y las políticas y prácti-
cas de las CMN. Con la excepción de una pequeña minoría, en el movi-
miento antiglobalización no se percibía que la cuestión central era el
Estado imperial norteamericano. Ni siquiera en la cima del reciente
movimiento contra la guerra se entendía la naturaleza colonial imperial
de la guerra. Esto quedó evidenciado en la ulterior desaparición del mo-
vimiento contra la guerra una vez que ésta comenzó. Durante la ocupa-
ción norteamericana, el dominio colonial y la masacre de los iraquíes
que protestaban por la ocupación norteamericana del país y la destruc-
ción de su economía, virtualmente no existió el movimiento anticolonial.
La única oposición interna prolongada a la política imperial se produjo
durante la guerra de Viet Nam debido a la duración y la efectividad
sostenida de los movimientos de resistencia indochinos, a la derrota de
los Estados Unidos y al elevado número de muertos y bajas de soldados
norteamericanos.
Los actuales constructores del imperio aprendieron de sus derrotas
anteriores, por lo que no vacilan en lanzar ataques aéreos masivos, em-
plear armas mininucleares (los proyectiles con puntas de uranio) y mo-
vilizar mercenarios de sus nuevos regímenes clientes de Inglaterra,
Polonia, Ucrania, etcétera. Recurren al reclutamiento de miles de mer-
cenarios privados que el Pentágono subcontrata para llevar a cabo el
Plan Colombia y la pacificación de los Balcanes. El problema de la “ex-
tensión excesiva” no es entonces un problema irremediable, sobre todo
cuando los Estados Unidos ya pusieron en práctica un programa similar
de fuerzas de rápido desplazamiento para invadir y ocupar países donde
los clientes están en peligro o allí donde surgen movimientos o Estados
independientes.
La dinámica de la construcción del imperio norteamericano conserva
aún toda su fuerza aunque las contradicciones se agudizan y aparecen
las fisuras. El Estado imperialista exige la lealtad de su clase dominante
doméstica y de numerosos sectores de una población fragmentada,
chovinista y en descenso en la escala social pese al creciente malestar
entre la gente a medida que aumenta la resistencia iraquí. La economía
imperial sigue dominando los sectores clave de inversiones, comercio y
finanzas mundiales a través de sus multinacionales. Los constructores
militares del imperio instalaron más bases militares y en más regiones
que nunca antes y adoptan abiertamente una doctrina de guerra perma-
nente y de intervención militar en cualquier lugar del mundo, y lo hicie-
ron con el consentimiento de Europa y Japón.
¿Ha llegado el imperio norteamericano a su punto más alto? Quizás.
Pero los proyectos imperiales actuales contemplan otras guerras. Las
nuevas redes coloniales imperiales se consolidan. En América Latina los
pasos dados por “Lula” da Silva hacia el ALCA y la formación de un eje
formado por Estados Unidos, Brasil y México proporcionan a los EE.UU.
nuevos y mayores mercados y grandes oportunidades privilegiadas para

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234 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO
las transnacionales norteamericanas. El nexo entre Israel y los Estados
Unidos promueve una “zona de libre mercado” en el Oriente Medio que
ambas potencias dominan.
Los promotores de las conquistas coloniales imperiales de EE.UU.
no establecen límites, no están sujetos a restricciones internas y cuentan
con cómplices voluntarios entre otras potencias grandes y pequeñas, la
mayoría de las cuales están ansiosas por enmendar su dócil desacuerdo
con las tácticas norteamericanas en la carrera hacia la conquista de Iraq.
La evidencia es clara. La Unión Europea rompió lanzas por los Estados
Unidos al atacar y amenazar a Cuba, Irán y Corea del Norte con una
vehemencia nunca vista, lo que le permitió hacer méritos para ganar la
confianza de Washington. Ante la exitosa conquista norteamericana de
Iraq, los constructores de imperio en la Unión Europea y Japón decidie-
ron que es mejor unirse a la maquinaria de guerra de los Estados Unidos
y compartir el pillaje de la conquista que quedar excluidos en el futuro.
Si nuestra certeza y nuestros argumentos son válidos, es claro que las
rivalidades imperiales, la oposición interna y la contradicción económi-
ca no desempeñarán un papel decisivo en la “decadencia del imperio”.
Las luchas sociales y políticas en las naciones colonizadas y los Estados
clientes son las fuerzas motrices que ponen en duda la estabilidad del
imperio, su longevidad, sus éxitos y fracasos. La resistencia popular de
masas en Iraq está demorando los suministros de petróleo, lo que mina
la moral militar y pone de manifiesto el repugnante rasgo totalitario de
una fuerza de ocupación sanguinaria. La poderosas guerrillas colombia-
nas bloquean la expansión de las CMN norteamericanas y socavan las
estrategias militares de los Estados Unidos. La incesante resistencia
palestina impide la consolidación del Gran Israel y la puesta en práctica
de los planes israelo-norteamericanos de una más amplia zona de libre
comercio. Los levantamientos de las masas urbanas en Venezuela derro-
taron el paro empresarial respaldado por los Estados Unidos y minaron
los esfuerzos de este país por monopolizar el petróleo desde Venezuela
hasta Iraq. El régimen revolucionario cubano sigue siendo un modelo de
resistencia y una esperanza para cientos de millones de personas en el
Tercer Mundo.
Solo cuando estas y otras luchas detonen levantamientos regionales
más amplios y luchas más radicales que eleven las bajas y los costos de
los Estados Unidos, surgirá una oposición en este país y en la Unión
Europea. Las potencias imperiales rivales pueden aprovecharse de la
decadencia para hacer valer sus propios intereses imperiales y separarse
de un imperio que se debilita.
La construcción del imperio no es simplemente un producto de la
“acumulación a escala mundial”, ni los constructores del imperio mili-
tar sobrepasaron los límites de las posibilidades económicas. La crea-
ción del imperio ha tenido altas y bajas durante más de medio siglo, y se
aceleró durante el reciente período con la desaparición del bloque chi-

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LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO Y EL DOMINIO IMPERIAL 235
no-soviético y sus aliados nacionalistas del Tercer Mundo. Tanto los
demócratas como los republicanos, las administraciones de Clinton y
Bush, aprovecharon ávidamente las oportunidades de extender las bases
militares, realizar conquistas coloniales e imponer regímenes-clientes,
aunque las justificaciones ideológicas de ambos gobernantes no fueron
iguales. Los gobernantes de los dos partidos más importantes de los
Estados Unidos subordinaron la economía de la República al Imperio.
Ambos partidos son partidarios del ALCA: Clinton lo promovió y Bush
lo implantó. El sistema norteamericano de partidos políticos, el congre-
so, el sistema judicial y los medios de comunicación están totalmente
insertos en el sistema imperial. Los valores e intereses imperiales de los
fundamentalistas cristianos, los ideólogos sionistas, los militaristas ci-
viles, los banqueros y los directores ejecutivos de las CMN también lo
están en el Estado imperial.
La mayoría de los ciudadanos norteamericanos que defienden el im-
perio pueden participar en su financiamiento, pero nada reciben del pi-
llaje imperial; sin embargo, parecen haber asimilado y estar imbuidos
de una ideología racial nacionalista que se arroga todo lo bueno y atri-
buye todo lo malo a los críticos y adversarios extranjeros del Estado.
Esta situación cambiará solamente cuando la realidad de la resistencia y
las revueltas del Tercer Mundo socaven la voluntad militar de conquista
de los Estados Unidos.

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 237

IV
LA POLÍTICA
DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA

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238 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA

12. LA DINÁMICA DE CLASES


DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA

Para entender la naturaleza de la dinámica inherente a la política antim-


perialista es importante dar respuesta a algunas cuestiones clave. Son
estas: 1. ¿Qué es un movimiento antimperialista (MAI)?, ¿son antimpe-
rialistas los movimientos o eventos contra la globalización, contra el
ALCA, contra Iraq (o contra la guerra)?, 2. ¿bajo qué condiciones y en
qué ubicación geopolítica surgen y se expanden los MAI?, 3. ¿cuáles
son las clases específicas que inician y cuáles expanden los MAI, y qué
clases, Estados y regímenes defienden el imperialismo?, 4. ¿bajo qué
condiciones (contexto político y económico) las clases estructuralmente
determinadas (explotadas) se activan en las luchas antimperialistas?, ¿aca-
so tienen importancia las crisis económicas intensificadas y la emergen-
cia de nuevas organizaciones y líderes?, 5. ¿bajo qué condiciones surgen
los MAI en los países imperialistas (EE.UU. y UE)? 6. ¿cuáles son sus
posibilidades y limitaciones y, 7. “¿cuáles son las estrategias y tácticas
que propician o limitan el crecimiento de los MAI?
Las respuestas a estas y otras relevantes preguntas proporcionan una
guía para nuestra discusión de la teoría y la política antimperialista hoy.

Los movimientos antimperialistas

La oposición al imperialismo adopta una gran variedad de formas y prác-


ticas organizativas. No existe una sola organización dominante interna-
cionalmente que se oponga completamente al imperialismo como sistema
de poder. Por el contrario, lo que predomina es una variedad de movi-
mientos con un solo objetivo que se oponen a las políticas e institucio-
nes imperiales. Por ejemplo, por toda América Latina importantes
manifestaciones, movimientos y referendos se han opuesto al ALCA
patrocinado por los Estados Unidos. Para muchos de los que lo repu-
dian, la oposición al ALCA está motivada por los efectos destructivos
que el libre comercio causa al empleo, así como a los campesinos y

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 239
pequeños propietarios rurales. Otros consideran que el ALCA es parte
de una estrategia global de los Estados Unidos para conquistar y domi-
nar las economías y la política de Latinoamérica y el resto del mundo.
Los movimientos contra el ALCA se oponen a un importante aspecto
del imperialismo norteamericano: su intención de dominar el comercio
y las inversiones en toda la región mediante su control formal del marco
jurídico y político que rige las relaciones económicas.
El movimiento contra la globalización y las campañas contra la guerra
(de Iraq, Afganistán) agrupan tanto a antimperialistas como a “refor-
mistas imperiales”, o sea, son grupos que por lo general apoyan el poder
imperial de los Estados Unidos, pero se oponen a la manera específica
de ejercer el poder o al lugar específico donde este poder se manifiesta.
Otros se oponen al comportamiento de las corporaciones multinaciona-
les, pero no al Estado y sistema imperial en el que ellas están insertas.
Estos movimientos son antimperialistas en la medida en que movilizan
las fuerzas populares para que se opongan a cualquier manifestación
importante de expansión imperial, profundizan la toma de conciencia
popular sobre los motivos de los regímenes de Estados Unidos y la Unión
Europea y crean la posibilidad de ahondar y extender la resistencia al
imperialismo como sistema.
Sin embargo, lo más frecuente es que las posibilidades de estas polí-
ticas de un solo objetivo no se materialicen; la lucha por un objetivo
único queda aislada del rechazo general al imperialismo, y la victoria o
derrota del poder imperial suele poner fin a las movilizaciones. La mo-
vilización contra la guerra de Viet Nam, que fue la mayor y más prolon-
gada oposición permanente a una guerra imperialista, declinó cuando el
reclutamiento militar llegó a su fin, los vietnamitas ganaron la guerra y
los Estados Unidos retiraron sus tropas. Como consecuencia de estos
sucesos durante 15 años se limitó el uso masivo de tropas terrestres
(hasta la Guerra del Golfo) y aumentó el reclutamiento de personal para
formar ejércitos mercenarios (Afganistán, Nicaragua, Angola, Mozam-
bique, etcétera), se dependió más de las agencias de inteligencia y las
fuerzas especiales para derrocar regímenes antimperialistas (Chile 1973,
Argentina 1976, Uruguay 1973, etcétera) y de fuerzas de menor tamaño
para invadir países pequeños (Granada, Panamá). Además, los movi-
mientos antimperialistas que tienen un objetivo único no impidieron el
bloqueo económico de Cuba, Viet Nam, Cambodia, Laos, etcétera, y ni
siquiera se movilizaron para que se le pusiera fin. Por último, muchos
de los antimperialistas de objetivo único se unieron al ala liberal del
propimperialista Partido Demócrata norteamericano y a los partidos
europeos reformistas y partidarios de la OTAN (el Partido Socialista
francés, el Partido Comunista italiano, etcétera).
La historia de los movimientos antimperialistas con un objetivo único
es muy ambigua; en algunos casos lograron efectos residuales de media-
no plazo, en otros se disolvieron en la política tradicional y en algunos

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240 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
pocos se insertaron en movimientos sociales más amplios. En este último
caso, las luchas anticoloniales en Francia e Italia se insertaron en movi-
mientos más amplios contra el sistema: París 1968, el otoño caliente de
Italia en 1969.
La clave para conocer la dinámica (progresiva o regresiva) de los
movimientos antimperialistas de objetivo único es la política: la ideolo-
gía, los líderes y los programas a partir de los cuales los movimientos se
organizan. La mayoría de los impactos de corta duración son el resulta-
do de la ideología de los líderes que se traduce en una política pragmá-
tica de bajo perfil, centrada exclusivamente en el objetivo más inmediato
(la política imperial), disociada del imperialismo en tanto que sistema
de poder, que evita todo desafío político al régimen o al poder estatal y
que acomoda o subordina el movimiento de masas a los políticos “disi-
dentes” oportunistas de los principales partidos imperiales que buscan
capitalizar la protesta de las masas con fines electorales.
Las movilizaciones antimperialistas de objetivo único, al igual que el
movimiento contra la globalización, estallan, se extienden hasta conver-
tirse en rutina y declinan, ya que no consiguen conectar los instrumen-
tos políticos para desafiar el poder con las luchas populares de masas.
En cuanto a la lucha contra la globalización, las falsas premisas de los
ideólogos del movimiento y la idea de que las corporaciones multina-
cionales son poderes autónomos separados del Estado imperial, no pu-
dieron prever las guerras imperiales y la ocupación colonial. Muchos
fueron los antiguos activistas antiglobalización que se pasaron al movi-
miento contra la guerra de Iraq, lo que aumentó las protestas contra la
guerra, pero cesaron después que los Estados Unidos conquistaron y
ocuparon Iraq. No ha surgido ningún movimiento de masas que se opon-
ga al régimen colonial norteamericano o apoye la resistencia iraquí.
La aparición de movimientos de masas opuestos a políticas singulares
y específicas no necesariamente llevan a un movimiento consecuentemente
antimperialista que avanza y se radicaliza, a menos que el movimiento
se proponga otros objetivos y desarrolle un programa y un liderazgo
capaces de vincular el antimperialismo con la transformación del sistema.

Las condiciones para el surgimiento


de los movimientos antimperialistas

La segunda interrogante clave es: ¿qué condiciones se necesitan para


que los MAI surjan y se expandan? Los regímenes coloniales saquean la
economía, designan a los gobernantes coloniales, destruyen la infraes-
tructura, asesinan civiles y torturan sospechosos. Las humillaciones que
diariamente sufren millones provocan hostilidad, rechazo y resistencia.
Esto es cierto también en Afganistán, donde existe resistencia armada a la
ocupación de los EE.UU. y la UE y a su régimen de marionetas (Karzai).

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 241
INTERVENCIÓN MILITAR
La prolongada participación militar norteamericana como asesores, su-
ministradores de armas y sostenedores financieros de la oligarquía co-
lombiana dio origen a una oposición civil y una guerrilla antimperialistas
de gran magnitud y larga duración. La fase más reciente de la interven-
ción militar imperial (Plan Colombia) polarizó el país, empobreció a los
trabajadores urbanos y multiplicó los asesinatos de campesinos, activis-
tas de derechos humanos, periodistas y sindicalistas.
La directa participación en combate de los subcontratistas mercenarios
norteamericanos y la erradicación de la coca contribuyeron a que se si-
guieran multiplicando las políticas antimperialistas en las áreas rurales.
LA PRIVATIZACIÓN Y LA DECLINACIÓN DE LOS NIVELES DE VIDA
La mayoría de los bancos, las telecomunicaciones, las empresas públi-
cas de electricidad, minería y petróleo que se nacionalizaron acabaron
en manos de las multinacionales norteamericanas y europeas. Los resul-
tados: copiosos despidos, precios más altos, reducción de las regiones
que recibían servicios y gran transferencia de recursos al extranjero,
legal o ilegalmente. El proceso mismo de privatización no fue transpa-
rente, al tiempo que los sobornos y las retribuciones permitieron com-
prar a precios por debajo del valor de mercado. Esto provocó protestas
de masas contra empresas extranjeras específicas, las políticas estatales
y las consecuencias negativas de las privatizaciones. Se produjeron pro-
testas de masas contra la privatización de las compañías de electricidad
estatales en Perú, la de abastecimiento de agua en Bolivia y las de petró-
leo y electricidad en Ecuador y en muchos otros países. En Argentina,
un levantamiento popular de masas tuvo lugar durante los días 20 y 21
de diciembre de 2001, después que los bancos de propiedad extranjera
transfirieron al exterior los ahorros de los depositantes. Las innumera-
bles actividades contra la privatización se concentraron en las institu-
ciones financieras internacionales, por ser las patrocinadoras de la
privatización, y en el respaldo que los EE.UU. y la UE dieron a ellas.
COMERCIO DESIGUAL E INVERSIONES
Los Estados Unidos y la Unión Europea subsidian sus productos agríco-
las en un monto superior a los 50 millardos de dólares en pagos direc-
tos y varios millones más en sistemas de irrigación, subsidios a las
exportaciones, asistencia técnica, rebajas de las tarifas de electricidad y
energía, promoción de las ventas, infraestructuras, redes y “ayuda con-
dicionada” que corren por cuenta del Estado. Además, tanto los EE.UU.
como la UE imponen barreras aduanales, cuotas y barreras comerciales
no tradicionales a las exportaciones agrícolas e industriales del Tercer
Mundo. Al mismo tiempo, los EE.UU. y la UE exigen la reducción y
eliminación de las tarifas y subsidios del Tercer Mundo. Como resulta-
do de ello, el Tercer Mundo pierde un estimado de 200 millardos anuales

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242 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
en sus ingresos comerciales, más del doble de todos los préstamos, in-
versiones, subvenciones y transferencias procedenes de los regíme-
nes imperialistas. Los Estados Unidos se proponen, ALCA mediante,
consolidar y profundizar su relación de intercambio comercial con Amé-
rica Latina estableciendo un marco político y legal que la comisión del
ALCA controla, lo que convierte a Latinoamérica en una zona mercantil
colonial.
En toda América Latina millones de personas protestaron contra la
firma de los acuerdos del ALCA. En Brasil, un 95% de los votantes
(once millones de ellos) en un referendo informal rechazaron el ALCA.
La clave para que el ALCA avance se encuentra en los regímenes vasallos
que gobiernan en Latinoamérica, en particular, en Brasil, Colombia,
México, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú y en otros lugares.
La derrota de la nueva colonización de Washington pasa por el derro-
camiento o sustitución de los regímenes vasallos que colaboran activa-
mente con los Estados Unidos. Las principales fuerzas sociales que se
oponen a la nueva colonización son los campesinos, los pequeños pro-
pietarios de tierras que no pueden competir con los productos agrícolas
subsidiados de los Estados Unidos, que estos venden a precios bajos
gracias a los subsidios a la exportación del Estado imperial. En Bolivia,
los campesinos abandonaron sus cultivos tradicionales y se dedicaron al
cultivo de la coca, toda vez que no pueden competir con las importacio-
nes agrícolas subsidiadas norteamericanas. En México, Bolivia, Colom-
bia y Perú, los movimientos rurales defienden el derecho a cultivar otros
productos y oponerse al ALCA.
En la medida en que el ALCA, por su esencia y en tanto que símbolo,
entraña la conquista y colonización imperial de Latinoamérica por los
Estados Unidos, los movimientos contra el ALCA constituyen un ele-
mento decisivo de la lucha antimperialista.
La transición del libre comercio al imperialismo mercantilista colo-
nial creó más condiciones para la aparición y expansión de los movi-
mientos antimperialistas. Tiene igual importancia el hecho de que el
ALCA ampliara el ámbito de la oposición a la dominación de los EE.UU.
y la UE. Durante la primera fase del neoliberalismo, la oposición al
imperialismo se basaba en una política específica, la privatización, y se
concentraba en los sectores industriales particulares (o incluso en fir-
mas particulares) que se afectaban. Estas protestas se dirigían contra
perjuicios específicos, la pérdida del empleo, las rebajas salariales, los
aumentos de precios, etcétera. Estas luchas particulares persisten, sobre
todo las de los trabajadores petroleros ecuatorianos contra la privatiza-
ción y la desnacionalización de la industria petrolera y la de los trabaja-
dores de la industria eléctrica mexicana, etcétera.
Sin embargo, estas luchas están cada vez más vinculadas explícita-
mente a la oposición al ALCA y a la conquista imperial de los Estados
Unidos.

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 243
Los movimientos antimperialistas
en una perspectiva histórica

Los actuales MAI son la más reciente de una serie de luchas que se
remontan a la conquista originaria del Tercer Mundo. Sin embargo, las
metas, las clases sociales y los programas de los MAI difieren conside-
rablemente de lo que fueron en épocas anteriores.
Cabe distinguir algunos tipos y subtipos de movimientos antimperia-
listas históricos y contemporáneos.
1. LOS TRADICIONALES
Los primeros movimientos contra la conquista imperial colonial solían
hacer resistencia al genocidio, el exterminio, la esclavización, el despla-
zamiento y la servidumbre. El objetivo de, por lo menos, algunos de sus
líderes no era otro que restaurar los sistemas precoloniales de dominio
jerárquico encabezados por emperadores, consejos o comunidades lo-
cales. Las rebeliones, las derrotas, la esclavización repetida y la disper-
sión de los pueblos colonizados crearon dos economías paralelas: la
economía colonial dominante y las comunidades de subsistencia de pue-
blos anticoloniales en regiones remotas de los países conquistados.
2. LOS MODERNOS
Los movimientos antimperialistas modernos pueden dividirse y subdi-
vidirse en los que lucharon por la independencia política de un dominio
colonial abierto (América Latina en el siglo XIX y comienzos del XX) y
los de Asia y África (en la mitad del siglo XX), y aquellos que lucharon
por la independencia política y económica en la mitad del siglo XX (Chi-
na, Cuba, Viet Nam, Yugolavia, etcétera). Estas revoluciones antimpe-
rialistas a su vez sentaron las bases de una nueva confrontación entre los
movimientos nacionalistas capitalistas y los socialistas populistas. Los
modernos MAI consiguieron establecer economías y regímenes
“híbridos” y formas de propiedad mixta colectivas, privadas y estatales.
Estas economías y regímenes híbridos se convirtieron en el terreno de
nuevas confrontaciones con el imperialismo. Las nuevas élites comu-
nistas y nacionalistas, divorciadas de las realidades socioeconómicas de
las masas y sujetas a la influencia y la intervención imperial, evolucio-
naron con el transcurso del tiempo y se convirtieron en una nueva clase,
o fueron derrocadas y reemplazadas por regímenes vasallos, sobre todo
durante las últimas décadas del siglo XX. Los regímenes nacionalistas de
Asia y África fueron derrocados y reemplazados por señores de las
guerras tribales, vasallos coloniales y reaccionarios clericales, todos ellos
vinculados inicialmente a los Estados Unidos y/o Europa. La conver-
sión de los regímenes colectivistas en regímenes procapitalistas y pro-
imperialistas en la Unión Soviética, Europa Oriental y Asia Meridional
se debió a la acción de fuerzas sociales tanto internas como externas. En

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244 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
Europa Oriental, el apoyo ideológico y financiero que los EE.UU. dieron
a políticos, élites intelectuales y dirigentes sindicales nacionalistas facilitó
que sus regiones dejaran de ser satélites rusos para convertirse en Esta-
dos vasallos que extendieron el imperio norteamericano desde el Báltico
a los Balcanes. La intervención militar y el apoyo a las fuerzas
paramilitares que la sustituían expandieron el imperio de los Estados
Unidos desde los Balcanes hasta el Oriente Medio. En el siglo XXI, los
Estados Unidos, mediante las guerras en Afganistán e Iraq, se extendie-
ron hasta el Oriente Medio y Asia Meridional. La ideología de la con-
quista imperial ha variado desde la retórica “humanitaria” colonial
tradicional hasta la retórica de la “liberación” en Iraq y el moderno sub-
terfugio antiterrorista en Afganistán.
A fines del siglo XX ya habían aparecido tres variantes de estos movi-
mientos antimperialistas: 1. El antimperialismo de derecha, organizado
por los disidentes clientes de los Estados Unidos en Europa Oriental, los
Balcanes y el Cáucaso como un instrumento para transferir sus lealtades
de la dominación soviética al imperio norteamericano; 2. El antimpe-
rialismo clerical, basado en la oposición religiosa (musulmana) a la agre-
sión militar, la conquista política, la influencia cultural, las depredaciones
económicas y la hostilidad racial norteamericanas, con el objetivo de
“restaurar” las concepciones clericales tradicionales que en algunos ca-
sos se combinan con valores nacionalistas modernos; 3. El antimperia-
lismo moderno, que se opone a las conquistas y guerras imperiales, a las
CMN, la Organización Mundial del Comercio y el ALCA y apoya las
luchas de liberación en el Tercer Mundo. Las profundas diferencias po-
líticas y clasistas entre los movimientos nacionalistas o antimperialisas
—entre los movimientos imperiales en pro de los Estados Unidos y los
movimientos de liberación modernos y clericales nacionalistas— tienen
importantes consecuencias teóricas y prácticas. La guerra de los Esta-
dos Unidos contra Yugoslavia, que se sustentaba en una alianza con los
terroristas musulmanes en Bosnia y Kosovo (ELK), los derechistas cle-
ricales en Afganistán y el intento de establecer una junta clerical colo-
nial (Shia) en Iraq, indica la manera cómo el imperialismo se une con
los derechistas reaccionarios contra los regímenes seculares. El apoyo
que brindan los Estados Unidos a las élites disidentes en Europa Orien-
tal, la influencia que ejercen sobre ellas y su conversión en vasallos de
ese país demuestran la capacidad que posee el imperio para aprovechar-
se de una ideología que no ejerce influencia y cooptar a sus propagado-
res con el fin de asegurarse bases militares y Estados vasallos políticos.
El uso y el desuso selectivo de los musulmanes, los intelectuales secula-
res y los extremistas étnicos, es una parte central de la estrategia impe-
rial norteamericana para debilitar los regímenes antimperialistas y dividir
a los oponentes imperialistas. Esto es particularmente efectivo en el caso
de los críticos de los MAI que carecen de una perspectiva clasista sobre
la naturaleza del imperialismo, las diferentes formas de que se reviste y

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 245
lo indulgente que puede ser cuando le conviene: apoya a los musulmanes
contra los izquierdistas, en un caso; ataca a los nacionalistas musulma-
nes para favorecer a los seculares o a los vasallos musulmanes, en otro.
La ola actual de MAI comprende tanto las fuerzas seculares como cle-
ricales, los socialistas y nacionalistas, los progresistas y restauracionistas.

El antimperialismo en los Estados Unidos

Los movimientos antimperialistas han sido los más débiles de los Esta-
dos Unidos. Con la excepción de las que se produjeron durante el punto
más alto de la invasión norteamericana de Indochina entre 1966 y 1972,
pocas han sido las actividades antimperialistas de masas sostenidas. Sin
embargo, las protestas electorales y de la opinión pública norteamerica-
na contra incursiones específicas del imperio de los Estados Unidos no
han sido esporádicas. En lo esencial, podemos señalar varios períodos
de oposición pública en los Estados Unidos a ciertos aspectos de la po-
lítica imperial.
1. 1945-1947. La oposición pública norteamericana y las manifesta-
ciones de las tropas de ultramar, obligaron a los planificadores imperiales
del período posterior a la Segunda Guerra Mundial a reducir considera-
blemente los desplazamientos de tropas en los países ocupados y a limi-
tar la intervención norteamericana contra las revoluciones socialistas
china, indochina y yugoslava.
2. 1951-1953. La oposición pública a la Guerra de Corea condujo a la
derrota del candidato presidencial demócrata partidario de la guerra y
presionó a Eisenhower para que negociara un armisticio que privaba a
Washington de una victoria militar.
3. 1966-1972. La oposición pública norteamericana (manifestacio-
nes de masas y una aguda polarización política) y un gran descontento
entre los militares destacados en Viet Nam, socavaron las bases políti-
cas y militares del poder imperial y contribuyeron a la derrota de los
militares norteamericanos. En lo sucesivo se realizaron protestas públi-
cas sostenidas contra la intervención de los Estados Unidos en América
Central, el apoyo norteamericano al régimen del apartheid en Sudáfrica
y, más recientemente, contra la invasión norteamericana de Iraq. Estas
protestas tuvieron efectos muy limitados en la política de los EE.UU.
Fue igualmente lamentable que las intervenciones de los Estados Uni-
dos en Angola, América del Sur y Central durante los años 1973 a 1983
para apoyar golpes militares y/o mercenarios provocaran una respuesta
pública tan insignificante, con la excepción que la de pequeños grupos
de activistas. Las manifestaciones contra la globalización de 50 000 per-
sonas en Seattle (1999) fue un acontecimiento singular, pero que tuvo
una continuación poco efectiva, a no ser el estallido de las manifestacio-
nes contra la guerra en enero y febrero de 2003.

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246 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
“¿Cómo explicar las raras aunque exitosas manifestaciones de pro-
testa contra el imperialismo en los Estados Unidos? Tanto en Corea como
en Viet Nam, las fuerzas militares norteamericanas fueron derrotadas o
no pudieron vencer y sufrieron incontables bajas (varios cientos de mi-
les de muertos y heridos) durante un período de tiempo prolongado (de
tres a diez años) a manos de las fuerzas de liberación nacional. Las derro-
tas y las bajas imperiales llevaron la guerra a las comunidades, vecinda-
rios, lugares de trabajo, familias y organizaciones sociales de los Estados
Unidos. En segundo lugar, las primeras guerras se libraron con ejércitos
de reclutas, que incorporaban o amenazaban con incorporar a los hijos
de las clases media y alta y llevarlos a combatir, lo que afectaba a una
parte importante del electorado. La amenaza de reclutamiento en unas
fuerzas armadas que ya habían sufrido numerosas bajas en una guerra
prolongada, hizo que muchos hombres en edad de ser llamados a filas y
sus padres se opusieran enérgicamente a la guerra. En tercer lugar, las
guerras imperiales prolongadas y costosas, aunque estimulan la econo-
mía, acarrean la pérdida de partes del mercado mundial y fortalecen a
los rivales de los Estados Unidos, a la vez que limitan la capacidad de
Washington para intervenir y controlar otras regiones del mundo. Secto-
res de las clases políticas y dominantes comenzaron a poner los intere-
ses estratégicos del imperio por delante de la continuación de una guerra
sin esperanzas de victoria, lo que originó divisiones en la élite en cuanto
al mejor modo de construir un imperio mundial.
Los factores combinados de resistencia popular sostenida, bajas mili-
tares norteamericanas, temor al reclutamiento y divisiones dentro de la
élite dieron origen a movimientos organizados de masas y a una oposi-
ción permanente. Sin embargo, incluso durante las grandes protestas
contra la invasión norteamericana de Indochina, la gran mayoría no se
opuso al sistema imperial de los Estados Unidos, sino a algunos de sus
aspectos particulares, como la guerra en Indochina, el reclutamiento y
las bajas militares norteamericanas. Terminada la guerra, el éxito del
movimiento fue relativo; condujo a una reducción temporal de los gas-
tos militares (1974-1978) y a una resistencia a que las tropas terrestres
tuvieran responsabilidades en las intervenciones abiertas. Posteriormente,
durante las décadas de los años setenta al noventa, cuando los Estados
Unidos decidieron recurrir a las intervenciones encubiertas dirigidas por
la CIA (Chile, Argentina, Uruguay) y utilizó ejércitos mercenarios en
Angola, Mozambique y América Central (los contras nicaragüenses),
las protestas fueron insignificantes. No se produjo un rechazo importan-
te de las invasiones norteamericanas de países débiles y pequeños como
Granada y Panamá en la década de los ochenta, en las que fueron pocas
las bajas de soldados norteamericanos alistados.
Posteriormente, las invasiones y ocupaciones norteamericanas de re-
giones como Yugoslavia y Afganistán, que en lo fundamental fueron
guerras aéreas con apoyo que desde tierra prestaron señores de la guerra

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 247
y terroristas fundamentalistas musulmanes, obtuvieron un considerable
apoyo público en los Estados Unidos. La invasión y la conquista norte-
americanas de Iraq confirman este análisis. Si la invasión y la conquista
tuvieron éxito, ello fue en gran parte resultado de la inmensa fuerza
militar y los bombardeos, que estuvieron acompañados de la rendición
encubierta de los comandantes militares iraquíes, lo que dio por resultado
una conquista militar exitosa con un mínimo de bajas norteamericanas.
Sin embargo, la ocupación y el consiguiente dominio colonial produje-
ron una gran oposición militar en Iraq y dieron sustento a una guerra de
guerrillas urbanas que le ocasionaron a los Estados Unidos docenas de
bajas semanales (más de cuatrocientos heridos y más de ciento cincuen-
ta muertos) en los seis primeros meses (de mayo a octubre de 2003). A
medida que crece la resistencia guerrillera y la oposición militar iraquíes
y las bajas se multiplican, la opinión pública norteamericana pasa del
apoyo rotundo a las guerras imperiales a la creciente oposición (a fina-
les de agosto los que rechazaban a Bush llegaron al 49%). Esto coinci-
dió con la convocatoria a audiencias del congreso y las críticas a la
campaña electoral basada en la guerra.
Es significativo que la invasión de Iraq por los norteamericanos haya
sido la primera guerra imperialista que no se combinó con ventajas so-
cioeconómicas para la masa de las clases obrera y trabajadora. El imperio
se expande, las ganancias de las compañías petroleras y las corporacio-
nes duplican sus cifras, al mismo tiempo que aumenta el desempleo y
las reducciones en las asignaciones para salud y educación erosionan
los niveles de vida de la fuerza laboral. Pese a la magnitud de la agresión
imperialista y a la severidad del bajón en el nivel de vida, apenas hubo
“movimiento” contra el imperialismo por parte de las clases trabajado-
ras y asalariadas. En los círculos opositores oficiales y semioficiales, la
oposición se concentra en la “propaganda engañosa” (las mentiras del
gobierno) y no en la cuestión esencial de las guerras imperiales. Los
disidentes progresistas critican las políticas particulares conducentes a
la guerra y no las estructuras de poder que generan las políticas que
condenan; critican el régimen de Bush, no el Estado imperial. Si es que
existe alguna “solidaridad”, es con los soldados norteamericanos (“re-
gresen a nuestros muchachos a casa”) y no con la resistencia de los
pueblos anticoloniales a un ejército de ocupación.
La historia nos enseña que tendrían que originarse situaciones extre-
mas para poder movilizar fuerzas de importancia que se opongan a la
agresión imperial norteamericana: una profunda crisis económica, gran-
des pérdidas de vida o prolongadas guerras de desgaste. Debemos bus-
car en otras partes (fuera de los Estados Unidos) si queremos localizar
la dinámica de los movimientos antimperialistas, precisamente en aque-
llas regiones y entre aquellas clases que han sufrido todo el impacto de
la conquista imperialista.

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248 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA

El imperialismo y la estructura de clases

Los nuevos MAI sustentados en clases surgen como resultado de las


vastas transformaciones causadas por la penetración y el dominio de las
economías del Tercer Mundo, sobre todo las de América Latina. El im-
perialismo y en particular sus políticas y éxitos económicos que le per-
mitieron adueñarse de sectores tan estratégicos como las finanzas, el
comercio, la minería y el petróleo, tuvieron un gran efecto en la natura-
leza cuantitativa y cualitativa de todas las clases sociales latinoamerica-
nas. Además, las políticas económicas impuestas por instituciones que
se autodenominan “internacionales” (FMI, Banco Mundial, Banco de
Desarrollo Interamericano) también han sido un instrumento en la trans-
formación de la estructura de clases. No es menos importante el papel
crucial que la ejecución selectiva de políticas de “libre comercio” des-
empeñó en la reestructuración de la estructura de las clases urbana y
rural. Todos los cambios que las instituciones y las clases imperialistas
produjeron, sirvieron para conformar la naturaleza de los movimientos
antimperialistas emergentes. Los efectos decisivos en las políticas im-
perialistas y las clases fueron, a saber:
1. El socavamiento de los agricultores pequeños y medianos median-
te políticas de “libre mercado” que permiten la entrada en masa de
productos agrícolas norteamericanos subsidiados.
2. La concentración de la producción y el desplazamiento de los
campesinos de subsistencia y sin tierras debido al otorgamiento
de préstamos y la asistencia a las firmas agroexportadoras (tanto
latinoamericanas como norteamericanas) especializadas en los pro-
ductos de exportación como soya, café y jugo de naranja.
3. Una progresiva polarización en el campo una vez que se suprimie-
ron las restricciones a la propiedad extranjera y se eliminaron los
títulos de propiedad comunal de la tierra, lo que propició la estrati-
ficación interna.
4. Precios más bajos para los productos locales que se tradujeron en
un aumento en el costo de los créditos (sobre todo mediante la
negativa a otorgar créditos a los pequeños productores, lo que los
obligó a buscar préstamos con tasas de interés exorbitantes en el
mercado informal).
Como consecuencia de todo lo anterior, aumentaron el número de pro-
ductores rurales sin tierras y las bancarrotas de los propietarios de tierras
y sus familias y los habitantes del campo se vieron obligados a emigrar
hacia la periferia de los centros urbanos regionales. El empobrecimien-
to de las masas provocado por el imperio, la concentración de la tierra y
el desplazamiento de los campesinos fueron un factor clave que prendió

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 249
la chispa de los movimientos rurales que han estado en el frente de com-
bate contra el ALCA, las IFI y el neoliberalismo. Fue igualmente impor-
tante el hecho de que las políticas imperiales afectaran adversamente
los países con grandes concentraciones de campesinos indios y negros y
trabajadores agrícolas mediante la mecanización y la eliminación de
empleos, la incautación de pastizales o el empleo de mecanismos coer-
citivos legales o no para apoderarse de tierras que cuentan con reservas
minerales probadas. Las IFI aportaron fondos para las construcción de
infraestructuras que, en la mayoría de los casos, conectan a los grandes
agroexportadores con los mercados e ignoran las necesidades de las co-
munidades rurales. En cuanto a los pequeños productores de Bolivia,
Perú y Colombia, lo que parece ser más importante son los programas
de “erradicación” química de diseño imperial, los cuales destruyeron los
medios de subsistencia de millones de hogares sin proporcionar otros culti-
vos viables que fueran una alternativa a la producción de coca. El resulta-
do fue la organización y movilización de movimientos de masas formados
por campesinos dispuestos a defender sus tierras, viviendas y comuni-
dades, así como una abrupta elevación de la conciencia antimperialista.
En las ciudades, las privatizaciones de empresas y recortes presu-
puestarios que permitirían disponer de fondos para pagar a los acreedo-
res extranjeros, medidas ambas de promoción imperialista, tuvieron un
severo impacto en los empleados y trabajadores asalariados. Millones
de empleados del sector público, sobre todo en los servicios sociales y la
administración pública, perdieron sus trabajos y la seguridad de un em-
pleo, y la mayoría sufrió una reducción en sus ingresos de hasta un 40%
durante la pasada década. Los nuevos propietarios despidieron trabaja-
dores industriales a medida que consolidaban las operaciones empresa-
riales o el saqueo de los recursos públicos de nueva adquisición. El resultado
final no fue otro que la “proletarización” de los trabajadores del sector
público como consecuencia de los bajos ingresos, la inseguridad del em-
pleo y un status más bajo. Como era de esperar, se produjo entonces un
aumento de las protestas organizadas en el sector público contra los
programas de “ajuste estructural” promovidos por los imperialistas, e
incluso contra los autores intelectuales de las IFI. Las instituciones y
políticas imperiales socavaron estos dos pilares de la “estabilidad políti-
ca” de la hegemonía imperial: los pequeños propietarios rurales y los
profesionales de ingresos medios en el sector público. Los desemplea-
dos urbanos y los productores rurales desplazados se concentraron en el
llamado “sector informal” y en las muy controladas “maquiladoras” (plan-
tas de ensamblaje), donde la explotación del trabajo es intensiva. Organi-
zados cada vez más en movimientos de trabajadores desempleados, los
vendedores callejeros por su cuenta que tienen como base los barrios o
están organizados en distintos mercados, los líderes y activistas de Boli-
via, Argentina, Perú y otros países han estado al frente de la lucha contra
las políticas imperialistas de privatización, como es el caso del agua en

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250 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
Cochabamba, Bolivia y la electricidad en Arequipa, Perú, y el aumento
de las tarifas de servicios públicos que cobran las hoy privatizadas em-
presas que pertenecieron al Estado y se encuentran ahora en manos de
monopolios extranjeros. Los maestros y estudiantes de las universidades
y escuelas primarias y secundarias se opusieron a los recortes presu-
puestarios, el deterioro de las escuelas públicas y la reducción de los
salarios, medidas dictadas por las IFI para que se pudiera pagar a los
acreedores extranjeros.
Estallaron protestas ocasionales entre los trabajadores productivos
de las muy controladas “maquiladoras”, pero los sindicatos industriales
tradicionales del sector privado mostraron falta de interés o capacidad
para apoyar la sindicalización de las firmas de propiedad imperialista.
De hecho, los trabajadores industriales y en particular sus sindicatos,
han sido los miembros menos activos y combativos de los movimientos
antimperialistas. Muchos son los trabajadores que temen perder sus
empleos cuando los trabajadores desempleados constituyen una multitud.
Resultó muy dañino que la mayoría de los dirigentes sindicales con-
solidaran su control y estuvieran estrechamente ligados a los pactos
tripartitos con el Estado y los empleadores, y rechazaran la acción inde-
pendiente de clase, por no mencionar la solidaridad antimperialista acti-
va. Aunque han denunciado formalmente el ALCA, el neoliberalismo y
las políticas de ajuste estructural, los sindicatos industriales siguen siendo
actores de menor importancia en la nueva ola de luchas antimperialistas
en Latinoamérica, mucho menos comprometidos que los sectores pro-
gresistas de la Iglesia Católica. No faltan las excepciones, pero constitu-
yen una minoría en las confederaciones brasileña, uruguaya, chilena y
argentina.
El imperialismo reestructuró la clase capitalista; cientos de miles de
fabricantes de mediano tamaño se arruinaron o trasladaron a la activi-
dad comercial a medida que la escasez de créditos y su elevado costo
cortaron el flujo de efectivo, las importaciones baratas redujeron las
ganancias y las CMN exprimieron las utilidades de los subcontratistas.
En el sector del comercio el patrón es similar: las grandes tiendas por
departamentos y supermercados de propiedad extranjera redujeron
abruptamente la parte de los establecimientos pequeños y medianos en
el comercio minorista y los servicios gastronómicos. El resultado neto
es un sustancial aumento de los trabajadores de servicios mal pagados y
no sindicalizados que laboran para los gigantescos emporios de propie-
dad extranjera. Las numerosas compras de bancos por banqueros norte-
americanos y europeos, provocó despidos masivos de trabajadores
bancarios y dio estímulos al incremento del capital especulativo y al
flujo, legal e ilegal, de millardos de dólares provenientes de ganancias
que no pagaron impuestos y de utilidades ilícitas.
En vez de radicalizar a la burguesía, las políticas imperiales crearon
socios imperiales vinculados a las redes financieras y comerciales, un

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 251
ejército de consultores locales, publicistas, asesores jurídicos y de im-
puestos y promotores políticos locales que sirven de intermediarios cuya
misión consiste en facilitar las privatizaciones lucrativas, los contratos
estatales y los controles monopolistas del mercado. Una minoría de ca-
pitalistas pequeños y medianos dedicados a la producción (PYMES)
son eficaces en la búsqueda de créditos baratos, protección, subsidios y
tarifas bajas en las empresas públicas, pero su oposición es moderada
debido a que apoyan la legislación antiobrera y antisocial promovida
por las IFI, por lo que desempeñan un papel menor en los nuevos movi-
mientos antimperialistas.
El imperialismo transformó también la naturaleza del Estado median-
te la intervención militar, el chantaje económico, los golpes de Estado,
los corruptos procesos electorales y la manipulación de las elecciones a
través de los medios de comunicación. El Estado en América Latina, o
sea, el Banco Central, los militares, la policía, los servicios de inteligen-
cia y los funcionarios con cargos importantes en la administración (to-
das las “instituciones permanentes” del gobierno), con algunas notables
excepciones, son entrenados, adoctrinados e interrelacionados por el
Estado imperial. El Estado sostiene los regímenes vasallos que reempla-
zaron a los regímenes populistas nacionalistas de una época anterior. El
imperialismo estableció los criterios que rigen las políticas de los regí-
menes vasallos: subordinación al imperio en política exterior, mercados
libres y políticas de ajuste estructural en la economía, concentración de
los ingresos en los niveles altos y externos en cuanto a política social,
prioridad al pago de las deudas con acreedores extranjeros con respecto
a los egresos destinados al consumo y las inversiones domésticas.
Este régimen de acumulación que se centra en el imperio exige una
participación estatal, amplia y prolongada, en la tarea de reasignar los
recursos y dirigirlos a las empresas imperiales y la promulgación de las
regulaciones que facilitan el libre flujo de las ganancias e intereses ha-
cia el exterior, así como una intervención extensa en la sociedad civil
para reprimir, cooptar o eliminar a los líderes y activistas antimperialis-
tas; entre otros, que es lo que ocurre en Colombia, Bolivia, Guatemala,
Perú y en las zonas rurales de Brasil, Paraguay y México.
El imperialismo se encaminó hacia un control político sin ambages
por medio del ALCA, el llamado tratado para las inversiones y el co-
mercio, que convertirá los Estados vasallos en auténticas colonias den-
tro del nuevo modelo político económico en el que el imperio formal es
el centro.

Organización de las clases y políticas antimperialistas

En la superficie tal parece que los movimientos antimperialistas abar-


can una multitud de clases, identidades y estratos que se extienden des-

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252 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
de el fondo hasta un punto cercano a la parte superior de la jerarquía
social. Esta impresión refleja los puntos de vista de quienes participan
activamente en los movimientos europeo y norteamericano contra la glo-
balización. La imagen está muy lejos de la realidad latinoamericana. En
la actualidad, al igual que en un pasado reciente, la parte mayor de los
movimientos antimperialistas es la constituida por los trabajadores asa-
lariados, los desempleados y los subempleados en las ciudades, los estu-
diantes y los trabajadores por su propia cuenta, los campesinos, en particular,
los campesinos indios de subsistencia, y los trabajadores rurales sin tierra.
No existen “multitudes” no diferenciadas; por el contrario, los participan-
tes están organizados y/o son convocados por organizaciones sociales
sustentadas en clases, cuyos líderes y organizadores tienen un “historial”
de participación en la lucha de clases y la política clasista bien en los
lugares donde trabajan o en los barrios.
Los movimientos antimperialistas contemporáneos son diferentes por
su esencia en comparación con los del pasado, en la medida en que su
composición, sus líderes y sus fuerzas políticas adoptan las característi-
cas específicas del período actual. En primer lugar hay que señalar la
ausencia de cualquier “burguesía progresista”, tanto como factor hege-
mónico o como participante. La mayor parte de la burguesía local, a
pesar de que es afectada adversamente por la rebaja de las barreras
aduanales, tiene subcontratos con las firmas imperiales, se convirtió en
un socio marginal, fue desposeída, o se benefició de una legislación
laboral regresiva que rebaja el costo del trabajo.
A diferencia de lo que ocurrió en el pasado, el eje de la base popular
de los MAI se trasladó de los sindicatos industriales a los movimientos
rurales y campesinos, toda vez que muchos sindicatos se dedican al ca-
bildeo de acuerdos con las CMN y prefieren negociar contratos en vez
de plantear cuestiones como la nacionalización. Por el contrario, los
medios de vida y los hogares de campesinos y pequeños propietarios
rurales se han visto afectados directa y adversamente por la voluminosa
entrada de productos alimenticios subsidiados, por la erradicación de
programas sociales que los imperialistas impusieron y por la expansión
de las corporaciones agroexportadores de propiedad extranjera.
En tercer lugar, los actuales movimientos antimperialistas no son in-
fluidos por Estados extranjeros como la Unión Soviética y China, como
ocurría en el pasado, por lo que poseen una mayor flexibilidad táctica y
una noción más clara de la dinámica de clases interna de la explotación
imperialista. En el pasado, la agenda antimperialista dependía en parte
de las prioridades de los “aliados” externos; hoy, esas prioridades se
establecen internamente y las acciones internacionales se basan en con-
sultas sin tapujos. Por último, los líderes actuales de los MAI, se incli-
nan más a la acción directa y a la lucha de clases sostenida vinculadas
con el antimperialismo y son menos propensos a las grandes manifesta-
ciones simbólicas. Los Foros Sociales, sean mundiales, regionales o na-

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 253
cionales, son lugares donde los distintos movimientos se encuentran para
intercambiar ideas, pero no establecen una dirección ni elaboran pro-
gramas, ni tampoco suministran recursos para las luchas antimperialis-
tas diarias que tienen lugar en el interior de los Estados-naciones.

Algunas cuestiones teóricas

La clave de los nuevos movimientos antimperialistas se encuentra en su


análisis teórico que considera central la contradicción entre las clases y
no entre los Estados. Los nuevos MAI vinculan la explotación de clase
con el saqueo imperialista, a diferencia de lo que ocurría en el pasado,
cuando los conflictos se percibían como conflictos entre bloques, como
el de los Estados socialistas contra los capitalistas, o entre regímenes,
como los del Tercer Mundo contra los del Primer Mundo. Los nuevos
MAI comprenden perfectamente que las diferencias y desigualdades
internas entre clases guardan relación con la coalición de las CMN im-
periales y los Estados, que a su vez refuerzan esas diferencias. La pe-
netración imperial en el Estado-nación, en particular, en la cúpula del
Estado, el régimen y las jerarquías financieras significa que las clases
imperialistas y las clases colaboradoras locales son el punto inicial del
conflicto entre el capital y el trabajo. En otras palabras, el imperialismo
no se dedica simplemente a ejercer influencia y controlar las estructuras
económica, política y cultural de la nación, sino también opera en los
niveles macro y micropolítico y socioeconómico. El resultado es que el
antimperialismo se manifiesta, tanto en lo nacional en forma de grandes
manifestaciones en las principales ciudades, como en los municipios y
en los pueblos. Es más, los distintos movimientos antimperiales suelen
estar interconectados y ascienden desde lo local a lo nacional, aunque
también ocurre lo contrario.
Por ejemplo, en Bolivia, en la región de Chapare y en Cochabamba,
dos importantes luchas antimperialistas tuvieron lugar en el micronivel
ciudad/campo. En el caso de Cochabamba, la lucha se libró contra la
privatización de una compañía extranjera que suministra agua, y en
Chapare contra la política norteamericana de erradicación de la coca.
Estas luchas locales estaban ligadas a luchas mayores contra la imposi-
ción de medidas neoliberales que afectaban el empleo local en la agri-
cultura y la manufactura y el financiamiento del sector público, lo que a
su vez, condujo a movimientos antimperialistas contra el ALCA, el FMI
y el imperialismo norteamericano.
La clave de los nuevos MAI se encuentra, justamente, en el vínculo
directo entre las políticas macroeconómicas imperialistas y sus impac-
tos en las clases locales y sectoriales que permitieron elevar la concien-
cia de trabajadores y campesinos desde las luchas por las demandas
económicas a las luchas políticas nacionales. Por ejemplo, las políticas

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254 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
de ajuste estructural (PAE) impuestas por las instituciones financieras
de los EE.UU. y la UE a las economías peruana y argentina produjeron
despidos masivos y reducciones de los salarios de los empleados públi-
cos, sobre todo los maestros y los trabajadores de la salud. Esto, a su
vez, provocó grandes manifestaciones públicas que reclamaban aumen-
tos salariales y ataques contra el régimen que ponía en práctica las PAE
y las IFI que dictaban las políticas; y, contra los hacedores de la política
imperial norteamericana y los banqueros que se beneficiaban de los pa-
gos de intereses garantizados por los superávit estatales.
Las mayores y más extendidas protestas contra el imperialismo nor-
teamericano, guardan relación con la amplia franja de clases afectadas
por las políticas macroeconómicas del imperialismo norteamericano y
las clases específicas y los sectores públicos afectados por las PAE, las
doctrinas del libre comercio y los vociferantes personajes imperiales
con facultades de decisión que imponían estas políticas.
Lo visibles que son los hacedores de la política imperial, su clara
identificación con el Estado imperial y el impacto negativo, directo y
sostenido de las políticas económicas imperiales proporcionan a las masas
de las clases explotadas un blanco contra el cual dirigir su oposición y
movilización. Las clases populares no tienen que esforzarse mucho para
identificar las fuentes de sus adversidades cuando el FMI dicta políticas
de ajuste estructural cuyas consecuencias son la reducción de los fondos
públicos, la pérdida de empleos públicos y la eliminación de las clínicas
en los barrios, las aulas atestadas de alumnos, las huelgas de maestros y
los niños limosneros en las calles. Los MAI dejaron de ser movimientos
nacionalistas controlados por la clase media para convertirse en movi-
mientos de clases porque el imperialismo está presente en el trabajo
diario y en la supervivencia de la familia.

Movimientos y regímenes antimperialistas

A contrapelo de la retórica triunfal de los Estados Unidos, Gran Bretaña


e Israel, que siguió a la exitosa invasión militar norteamericana de Iraq
y Afganistán, los movimientos antimperialistas ganan terreno en varios
frentes.
En Afganistán, los movimientos anticoloniales se están reagrupando
y han lanzado varios ataques efectivos, en particular, contra las agencias
civiles de la ocupación colonial. Es más sorprendente aún que el movi-
miento de resistencia iraquí le haya infligido bajas diarias a las fuerzas
de ocupación anglo-norteamericanas. Las protestas civiles de masas y la
hostilidad diaria de millones de iraquíes está bajando la moral de los
soldados comunes de la ocupación. Los esfuerzos de Israel, respaldados
por los sionistas norteamericanos y el Pentágono, por extender la guerra
del Oriente Medio a Irán, Siria y Líbano, y provocar la reanudación de

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 255
la guerra contra los palestinos están estimulando la actividad antim-
perialistas y la concientización en todo el Oriente Medio. Pero es en
América Latina donde es más intenso el enfrentamiento a la expansión
imperial norteamericana y el creciente descontento popular ante los de-
clinantes niveles de vida. Después de cuatro años de crecimiento nega-
tivo (1999-2002) y altos niveles de transferencias de riquezas a los Estados
Unidos y Europa, América Latina constituye la más clara ilustración sim-
bólica y real de todos los males del imperio.
Al analizar los movimientos antimperialistas es importante estable-
cer una distinción entre los eventos antimperialistas y los movimientos
y las luchas organizadas en curso. Por ejemplo, el referendo contra el
ALCA que se celebró en Brasil en julio de 2002 abarcó una coalición de
movimientos, grupos progresistas de las iglesias y partidos izquierdis-
tas. Once millones de personas votaron en el referendo convirtiéndolo
en un acontecimiento relevante, lo que puso de manifiesto la eficacia de
la oposición a las pretensiones coloniales de los Estados Unidos. El
referendo fue todo un acontecimiento, la unión a un tiempo de fuerzas
sociales en un movimiento específico. Un evento similar aunque amor-
fo es el Foro Social Mundial, que se reunió, aprobó resoluciones y se
dispersó o se dedicó a organizar foros sociales nacionales. A diferencia
de estos, las organizaciones de los cocaleros en Bolivia luchan conti-
nuamente contra las políticas, instituciones y agencias del imperialismo
norteamericano que están estrechamente relacionadas con la dirección
de las políticas agrarias y el control de las ramas ejecutiva y militar del
gobierno. Al analizar el antimperialismo es muy importante enfocar los
movimientos sostenidos en lugar de hacer un simple recuento de los
eventos internacionales que recibieron buena parte de la publicidad pero
tuvieron escasas consecuencias para cambiar el dominio imperial si se
les compara con las luchas nacionales sostenidas por los movimientos
en curso.
Los movimientos antimperialistas en América Latina se desarrollaron
de una manera desigual. Se pueden señalar tres categorías: 1. Grandes
movimientos sostenidos; 2. Movimientos que son grandes pero que no
se sostienen durante mucho tiempo; 3. Movimientos esporádicos y de me-
nores dimensiones. También podemos establecer una diferencia entre los
movimientos consecuentemente antimperialistas y los que combinan el
antimperialismo con posiciones conciliadoras con el imperialismo.

Los grandes movimientos sostenidos

Amarya Sen y otros afirman que los regímenes que son resultado de
elecciones —denominados gobiernos “democráticos— generan más
igualdad, desarrollo y estabilidad política que las dictaduras. Se trata de
un argumento falaz por distintas razones. En primer lugar, pese a las

http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections
256 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
elecciones, muchas de las decisiones socioeconómicas más importantes
de los regímenes elegidos las toman las élites domésticas y extranjeras
que no son elegidas, y el resultado ha sido mayores desigualdades, nive-
les de vida que declinan y un crecimiento negativo o regresivo.
Los cuatro países donde más poderosos son los movimientos antim-
perialistas son todos regímenes provenientes de elecciones; y todos, tam-
bién, actúan como vasallos económicos de los Estados Unidos que han
estado ejecutando las políticas imperiales en el curso de las dos últimas
décadas.
El régimen elegido más antiguo, el colombiano, ha estado sujeto a la
ley cuasimarcial durante el pasado medio siglo, recibe la mayor canti-
dad de ayuda militar norteamericana y cuenta con más asesores y más
fuerzas mercenarias extranjeras contratadas que cualquier otro país de
América Latina. Colombia también es el país del mayor, más combativo
y duradero movimiento antimperialista de Latinoamérica. Comprende dos
ejércitos guerrilleros nacionales que tienen una base popular y movimien-
tos sociales relevantes. En Colombia las guerrillas son el componente
más importante del movimiento antimperialista. Las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) cuentan con unos 20 000 comba-
tientes y casi 10 000 partidarios activos entre sus milicias armadas, co-
mandos y unidades rurales de apoyo que operan en más de la mitad de
los municipios del país. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) agru-
pa a unos 4 500 combatientes y probablemente a otros 5 000 simpatizan-
tes civiles en las ciudades y algunas provincias. Los escuadrones de la
muerte militares y paramilitares del régimen han diezmado durante años
los movimientos antimperialistas civiles legales. Entre el 2002 y agosto
de 2003 fueron asesinados más de 250 dirigentes sindicales, cifra esta,
que sin duda, es la más alta del mundo.
A diferencia de los movimientos antimperialistas de cualquier otro
lugar, las FARC se proponen derrocar el régimen vasallo y tomar el
poder estatal para poner fin al control imperialista de la economía, las
fuerzas armadas y el Estado. Cuentan con un programa multisectorial
integral que no se limita al rechazo del ALCA, pues se opone también a
la propiedad extranjera de los recursos naturales y las finanzas, al pago
de la deuda externa y al estratégico Plan Colombia, un engendro de los
Estados Unidos.
Si las condiciones socioeconómicas en Colombia son parecidas a las
que existen en el resto de América Latina, ¿cómo explicar que en Co-
lombia se desarrollara un movimiento revolucionario antimperialista y
no ocurriera igual en el resto de Latinoamérica? Son varios los factores
que podrían hacerlo. El muy represivo sistema político colombiano eli-
mina físicamente a los críticos políticos del imperialismo, como fue el
caso del Frente Patriótico, un movimiento electoralistas de la década de
los ochenta del siglo XX que sufrió 5 000 muertes a manos del régimen y
sus aliados paramilitares. Existe una larga tradición de resistencia popu-

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 257
lar armada en el campo frente al control centralizado que ejerce un go-
bierno vinculado a los terratenientes locales y a los narcotraficantes.
Por último, la organización del movimiento guerrillero con base rural,
el 65% de cuyos guerrilleros provienen del campo, y su dirección enca-
bezada por Manuel Marulanda, que mantiene estrechos vínculos con el
campesinado, se han mantenido independientes de los reformistas urba-
nos y los partidos electoralistas. La prolongada presencia de las fuerzas
contrainsurgentes y su táctica de desplazamiento masivo de los campe-
sinos, la erradicación de cultivos lucrativos de los campesinos y sus
familias; y, la alianza de los Estados Unidos con las fuerzas militares,
paramilitares y los terratenientes, radicalizaron el campo. El resuelto
papel que han desempeñado los Estados Unidos en la intervención y la
estrategia militares durante cuarenta años, las tradiciones históricas de
la insurgencia rural vinculada a líderes campesinos y la falta de un espa-
cio democrático han sido los elementos decisivos que fomentan el más
poderoso movimiento antimperialista de América Latina.
El segundo de los movimientos antimperialistas más importantes es
el boliviano. Una vez más, la intervención financiera, política y militar,
prolongada y en gran escala de los Estados Unidos, el apoyo que este
país ha prestado a los regímenes y golpes militares, la erradicación de
los cultivos y el respaldo al cierre de minas generaron una toma de con-
ciencia antimperialista muy arraigada y difundida. Desde la interven-
ción norteamericana posterior a la revolución nacionalista de 1952 hasta
la promoción de juntas militares pronorteamericanas en las décadas de
los sesenta, setenta y ochenta del siglo XX, el cierre de las minas de
estaño y la masiva y violenta campaña de erradicación de la coca de los
últimos veinte años, la política de los EE.UU. y su intromisión en las
políticas bolivianas han tenido un impacto negativo prolongado y consi-
derable en los mineros urbanos, los trabajadores industriales (mediante
las doctrinas de libre comercio) y los campesinos. El segundo factor es
la larga tradición de revolución y lucha antimperialista desde la revolu-
ción de 1952 hasta la formación de milicias obreras, la Asamblea Popu-
lar con apoyo de masas de 1970-1971, la historia de repetidas huelgas
generales, los actuales bloqueos de carreteras por grupos de campesinos
combativos, el alzamiento popular rural y urbano de febrero de 2003
contra las políticas de los Estados Unidos y el FMI; en todos estos acon-
tecimientos los movimientos populares bolivianos, demostraron ser ca-
paces de librar una lucha sostenida.
El tercer factor es el liderazgo social y político con apoyo de masas
de los cultivadores de coca y de sus disciplinados y democráticos movi-
mientos sociales y los sindicatos. El líder popular Evo Morales combina
la acción directa con la política electoral urbana a fin de crear un movi-
miento antimperialista que abarque todo el país y vincule las demandas
locales de la erradicación de la coca dirigida por los Estados Unidos con
el rechazo del ALCA. En Bolivia, la lucha antimperialista cuenta con un

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258 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
apoyo popular que se sustenta en los vínculos con las familias y los
trabajadores.
En Argentina, Brasil y Ecuador existen grandes movimientos antim-
perialistas que combinan el rechazo consciente del IMF y las políticas
de desarrollo imperiales con acciones de masas para protestar contra el
pago de la deuda externa, el ALCA y otras manifestaciones del poder
imperial. Sin embargo, estos movimientos no están vinculados a un pro-
yecto de poder político y carecen de organización y de un liderazgo
político unificado. No obstante, han demostrado ser capaces de derrocar
gobiernos (Argentina y Ecuador) y poner de manifiesto la oposición de
las masas al ALCA (mediante el referendo de Brasil en el 2002, en el
que participaron once millones de personas). En el resto de América
Latina existe una amplia oposición al ALCA, las políticas neoliberales
que benefician al imperio, el Plan Colombia y, de un modo más especí-
fico, a las iniciativas del régimen proimperialista como el programa de
privatización de Toledo, en Perú, que engendró una protesta nacional
de masas.
Además de los movimientos antimperialistas hay dos gobiernos que
se oponen al imperialismo o son parcialmente independientes de él: los
de Cuba y Venezuela. Cuba ha estado en la primera línea de la lucha
contra el imperialismo desde Sudáfrica hasta América Latina y más allá.
A diferencia de otros regímenes nacionalistas e izquierdistas del pasado,
como Allende en Chile (1973), Goulart en Brasil (1964) y algunos otros,
el régimen revolucionario cubano derrotó rotundamente los intentos de
los Estados Unidos por derrocarlos. A diferencia también de otros regí-
menes izquierdistas y nacionalistas, como el de los socialistas en Chile,
los peronistas en Argentina y el Partido de los Trabajadores de Brasil,
Fidel Castro rechazó adoptar políticas proimperialistas.
¿Cómo explicar la prolongada trayectoria de Cuba como país antim-
perialista mientras otros regímenes de izquierda eran derrocados o de-
clinaban? Son varios los factores internos y externos que los explican.
El régimen cubano es el resultado de un proceso revolucionario y una
dirección que destruyó el viejo aparato estatal y creó exitosamente una
eficaz organización de seguridad del país con el fin de neutralizar a terro-
ristas y saboteadores. En segundo lugar, Cuba cuenta con grandes fuer-
zas armadas muy profesionales y motivadas, estrechamente vinculadas
con el pueblo, subordinadas a la dirección revolucionaria y capaces de
defender el país de una invasión frontal desde los Estados Unidos (En
los “juegos de guerra” simulados, el Pentágono estimó que las bajas de
los Estados Unidos en una invasión por tierra de Cuba serían de decenas
de miles). En tercer lugar, la dirección histórica de la revolución cubana
ha tenido éxito en la formación de una nueva generación de cuadros y
técnicos revolucionarios que cuando asuma las riendas del poder defen-
derá las conquistas sociales originales de la revolución. En cuarto lugar,
la inmensa mayoría de los trabajadores y campesinos cubanos se en-

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 259
cuentran en una situación mucho mejor que los de América Latina y
cuentan con beneficios de asistencia social que no están al alcance de
los exiliados cubanos en los Estados Unidos. En quinto lugar, la direc-
ción cubana consiguió establecer favorables acuerdos comerciales, mi-
litares y económicos con la Unión Soviética y China que le permitieron
resistir los ataques militares y el bloqueo de los Estados Unidos. Ade-
más, la dirección cubana logró reestructurar la economía del país des-
pués del desplome de la Unión Soviética y desarrollar relaciones
económicas y comerciales con Europa, Asia y América Latina. Recien-
temente estableció vínculos mutuamente ventajosos con Venezuela que
garantizan que el país disponga de recursos energéticos estratégicos.
Por último, la política norteamericana de creciente hostilidad y amena-
zas militares desalentó a cualquier grupo que pudiera existir en Cuba de
llegar a una conciliación con el imperialismo. Dicho de otra forma, para
Cuba el antimperialismo es al mismo tiempo un ideal y una necesidad.
En la Venezuela que gobierna el presidente Chávez la situación es
más ambigua, parecida a la que enfrentaron anteriores nacionalistas la-
tinoamericanos. Chávez propugna una política exterior independiente,
se opone a las guerras imperialistas como la invasión de Iraq y a los
programas de contrainsurgencia como el Plan Colombia, promueve la
solidaridad y las relaciones fraternales con Cuba y critica el ALCA. Sin
embargo, en los asuntos domésticos ha seguido una política neoliberal,
privatizó empresas públicas, otorgó concesiones petroleras a las multi-
nacionales norteamericanas, paga la deuda externa y sus políticas mo-
netaria y presupuestaria son demasiado ortodoxas. La clave de las políticas
ambiguas o contradictorias se encuentra en el proceso mediante el cual
Chávez llegó al poder, en las alianzas de clase que forjó y los programas
que elaboró para gobernar el país y en su visión liberal de la estructura
política y social del país. Chávez forjó alianzas con un grupo amplio de
fuerzas políticas y sociales y la mayoría con que contaba incluía un nú-
mero importante de grupos y personalidades neoliberales y proimperia-
listas que en lo sucesivo se pasaron a la oposición golpista. A diferencia
de Cuba, Chávez no organizó un coherente movimiento de masas que
apoyara su régimen. El desbordante apoyo de masas que lo apoyó en su
vuelta al poder después del intento de golpe de Estado fue en gran parte
espontáneo. Solo tres años después de que asumiera la presidencia se
están organizando una federación de sindicatos y los “Círculos bolivaria-
nos” por barrio. Chávez aún depende de oficiales “institucionales” y de
las lealtades personales de estos para defender el régimen. La mayoría
de estos oficiales nunca participaron en una experiencia social revolu-
cionaria, a no ser su rechazo a los dos golpes de Estado organizados por
los Estados Unidos.
La ideología de Chávez nunca ha cuestionado las desigualdades de
clase, ni la propiedad y la riqueza de las clases altas. Sus reformas giran
alrededor de estos obstáculos a la justicia social. Si tenemos en cuenta

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260 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
esta compleja situación de una economía política de derecha, una admi-
nistración pública de dudosa lealtad y competencia y una política exte-
rior de independencia nacional resultarán evidentes los límites del
antimperialismo de Chávez: es un antimperialismo político y no econó-
mico, tolera la burguesía proimperialista y las CMN norteamericanas en
los sectores estratégicos de la economía y moviliza a los pobres urbanos
que son más consecuentemente antimperialistas en lo que respecta a la
propiedad y el control de la economía doméstica.
Tanto los movimientos como los Estados antimperialistas han conse-
guido numerosos partidarios políticamente conscientes que participan
en las luchas locales, nacionales e internacionales. Todos los movimien-
tos y regímenes que han triunfado contaron con poderosos líderes muy
vinculados a la lucha de masas. Y lo que es más importante, los mayores
y más exitosos movimientos se desarrollaron en medio del conflicto
directo con los Estados Unidos. En Cuba, Colombia, Bolivia y Venezue-
la los fallidos golpes militares e intervenciones armadas no hicieron más
que radicalizar a las masas. También es significativo que los movimien-
tos antimperialistas sean en lo fundamental movimientos de clase y no
una multitud amorfa. Las masas campesinas son la base de las guerrillas
colombianas, mientras que los movimientos antimperialistas encuentran
sustento en los empleados y los obreros asalariados. En Cuba, las masas
campesinas y obreras; y, en Venezuela, los pobres urbanos, son la base
del movimiento antimperialista. Lo que causa asombro es la ausencia de
cualquier sector importante de la burguesía a pesar de que el control
imperial de los mercados, el crédito y la política estatal han perjudicado
a numerosos grupos hasta el punto de llevarlos a la bancarrota. Los gru-
pos que desempeñan un papel decisivo en Colombia, Argentina y Perú
son los de los empleados públicos que sufren las consecuencias de los
recortes presupuestarios dictados por el imperio. En los casos de Vene-
zuela, Paraguay y México, los empleados del sector público se dividie-
ron y sectores importantes que deben sus empleos a la protección política
se unieron a sus patronos del partido proimperialista.
La base popular de clase de los movimientos antimperialistas influyó
en las tácticas de acción directa de estos movimientos, a la vez que el em-
pleo de esas tácticas fue la causa de que muchos se incorporaran a ellos.

Tácticas y estrategia de los movimientos antimperialistas

El crecimiento y la extensión de los movimientos antimperialistas por


todo el mundo es en parte resultado del éxito de la política de acción
directa, la que a su vez, es una respuesta a los fracasos y traiciones de
los partidos electoralistas que fueron de izquierda. Entender la política
de “acción directa” entraña situarla en su contexto. Dos son los factores
que saltan a la vista: la creciente agresividad de los imperialismos eu-

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 261
ropeo y norteamericano, tanto de su sector económico como militar, y la
activa colaboración de partidos tradicionales como los socialdemócra-
tas y los excomunistas; así como de los sindicatos, con los regímenes
dedicados a las conquistas imperiales. En la variante norteamericana, es
la ausencia de cualquier alternativa electoral o sindical importante al
imperialismo lo que obliga a la oposición en las calles.
Los enfoques de los MAI difieren por su esencia en los Estados Unidos
y Europa de los que realizan los latinoamericanos, pese a que existen
puntos de semejanza y convergencia entre los activistas. En los EE.UU.
y Europa, las principales tácticas tienen por meta la organización de
grandes eventos como los de Seattle, Génova, Davos y Barcelona, en los
que convergen innumerables organizaciones no gubernamentales, sin-
dicatos y grupos contra la globalización para protestar contra los en-
cuentros de las potencias imperiales, tales como la Organización Mundial
del Comercio y el G-7. Estos eventos sirven para demostrar el alcance y
la profundidad del rechazo popular a las políticas imperialistas, educar
al “público pasivo” y quizás obligar a los gobernantes imperiales, parti-
cularmente de Europa, a ser más cuidadosos en su apoyo a los planes
norteamericanos de conquista mundial. Estas movilizaciones también
propician que los MAI tengan un lugar donde intercambiar ideas, coor-
dinar futuras actividades y crear redes de solidaridad para casos de re-
presión, sobre todo en América Latina.
En Latinoamérica el mayor empeño de los MAI se pone en las luchas
diarias contra el imperialismo, en las movilizaciones contra las constantes
privatizaciones, la serie infinita de programas de austeridad de las políti-
cas de ajuste estructural y el FMI y las exigencias de que se pague la
deuda, la gran penetración de las operaciones militares norteamericanas
en la contrainsurgencia, los programas de erradicación de cultivos y los
golpes de Estado que los norteamericanos promueven. Aunque estas con-
frontaciones reciben mucho menos publicidad que los grandes eventos en
los países del Norte, atraen a muchos más obreros y campesinos y consi-
guen resultados concretos más satisfactorios cuando de bloquear la priva-
tización, estimular las luchas y educar a la población local se trata. Los
grandes eventos, como el Foro Social Mundial y sus descendientes nacio-
nales e incluso municipales, también tienen lugar en Latinoamérica. Su
función es educativa y su impacto en quienes participan en ellos, tanto
como símbolo como por lo que inspiran, es mayor que cualquier impacto
directo en las conquistas imperiales. De hecho, con el decursar del tiempo
los foros sociales mundiales fueron involucionando desde las críticas al
imperialismo hasta una empresa mucho más ambigua, en particular, a par-
tir de que uno de sus patrocinadores más importantes, el Partido de los
Trabajadores de Brasil se fue convirtiendo en un partido proimperialista.
No son estas las únicas diferencias profundas entre la táctica de los
movimientos del Norte, partidarios de los grandes eventos y la de los
movimientos que propugnan las luchas populares sostenidas en Améri-

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262 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
ca Latina. En cuanto a sus programas, los movimientos del Norte son
una mezcla de reformistas progresistas del imperialismo, radicales anti-
capitalistas y dirigentes sindicales chovinistas defensores del proteccio-
nismo, lo que complica considerablemente la puesta en práctica de
actividades concretas. Además, los grandes eventos, si excluimos algu-
nas que otras barricadas en las calles, unas cuantas vidrieras rotas y la
quema de depósitos de basura, tienen poco impacto en las estructuras
políticas o las actividades económicas diarias de las potencias imperia-
les, aunque sea en las del país donde los eventos tienen lugar.
En América Latina los movimientos antimperialistas paralizaron el
transporte y las actividades económicas nacionales bloqueando de ma-
nera permanente numerosas calles, tomando edificios públicos y llevan-
do a cabo huelgas generales contra la privatización. Estas acciones fueron
tan eficaces que obligaron a los regímenes a renunciar a los decretos de
privatización y a limitar los programas de erradicación de cultivos pro-
movidos por los EE.UU., contrarrestaron la intervención militar norte-
americana e infligieron una derrota a los golpes militares organizados
por los norteamericanos. En una palabra, los MAI latinoamericanos tie-
nen un carácter mucho más político que simplemente social, son mucho
más anticapitalistas que reformistas, se encaminan más a la conquista
del poder que a las protestas simbólicas y proporcionan más experien-
cias educativas mediante la práctica de los dirigentes políticos, que las
conferencias públicas de los notables llegados del extranjero.
La profunda disparidad entre la lucha antimperialista de las FARC,
los cocaleros, las masas venezolanas y los movimientos del Norte se
evidencia en la abundante publicidad y solidaridad que estos últimos
reciben y el mínimo de atención y solidaridad que se les da a los prime-
ros. Cuando sesenta activistas antimperialistas bolivianos fueron asesi-
nados entre enero y febrero de 2003, casi ninguna organización no
gubernamental, sindicato o intelectual progresista protestó enérgicamen-
te; sin embargo, cuando un activista italiano fue asesinado en Génova
abundaron las protestas mundiales y los llamados a una investigación
parlamentaria, y el activista se convirtió en punto de referencia del mo-
vimiento norteño. En una palabra, el movimiento antimperialista, pese a
sus afirmaciones de ser “internacionalista”, sigue comprendiendo de ma-
nera muy estrecha el grado que debe alcanzar la solidaridad recíproca.
Las diferencias tácticas se manifiestan en el carácter de las miras es-
tratégicas de los MAI del Norte y los latinoamericanos. Gran parte del
movimiento del Norte (las ONG en particular) es profundamente refor-
mista, ataca el “capital especulativo”, los preparativos de guerra, los
excesos de las CMN, reclama la implantación del impuesto Tobin y de
códigos de conducta para las CMN, y apoya las resoluciones de la ONU
contra las guerras. En Latinoamérica, los MAI luchan por transformar el
sistema capitalista, sustituir a los detentores del poder y multiplicar la
solidaridad con los pueblos del Tercer Mundo.

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 263
Son aún más significativas las hondas diferencias políticas entre los
intelectuales del Norte y los de América Latina en cuanto a la interven-
ción imperialista en Cuba y la solidaridad con este país. Intelectuales
“progresistas” europeos y norteamericanos condenaron que Cuba arres-
tara a agentes financiados por los Estados Unidos que se hacían pasar
por disidentes y aplicara la pena capital a terroristas que abordaron una
nave cubana y amenazaron las vidas de sus pasajeros. En América Lati-
na la gran mayoría de los intelectuales y movimientos reafirmaron su
solidaridad con Cuba y reconocieron que los Estados Unidos abastecen
de fondos a los “disidentes” y los controlan.
Las ambigüedades e inconsistencias de los intelectuales y las ONG
antimperialistas del Norte se explican en parte por la gran presión que
ejercen los medios de comunicación, sus iguales y los gobiernos que
califican a los antimperialistas latinoamericanos de “terroristas”, “auto-
ritarios” y “narcotraficantes”. Los intelectuales progresistas del Norte
moderan sus críticas del imperialismo condenando a los antimperialis-
tas latinoamericanos que no se ajustan a su modelo preconcebido de
oposición. Esta política de realizar equivalencias morales llegó a su punto
más bajo en el caso de la guerra colonial de los Estados Unidos contra
Iraq, cuando los principales críticos intelectuales de la guerra norteame-
ricana se negaron a apoyar la resistencia anticolonial iraquí, tanto en el
curso de la invasión como en el período posterior a la caída de Saddam
Hussein.
Pese a la mucha retórica antimperialista y solidaria, la oposición del
Norte (sobre todo en los Estados Unidos) tiene un historial turbio: mu-
chos sectores apoyaron la invasión de Yugoslavia y Afganistán, muchos
criticaron que los Estados Unidos invadieran Iraq, pero condenaron tam-
bién la resistencia iraquí; la mayoría critica el ALCA, pero no deja de
criticar a los principales regímenes que en América Latina se oponen a
ese acuerdo: Cuba y Venezuela.
En América Latina casi todos los grandes movimientos, los líderes y
los intelectuales más destacados apoyan la revolución cubana y expre-
san públicamente su solidaridad con la mayoría de las movilizaciones
de masas contra los golpes organizados por el imperialismo, el ALCA y
otras acciones de conquista imperial.
Tras las diferentes actitudes hacia Cuba se esconde una diferencia
estratégica más profunda, toda vez que los movimientos e intelectuales
norteamericanos siguen atados a instituciones proimperiales de la so-
ciedad civil (el ala “izquierda” del Partido Demócrata, la AFL-CIO, una
confederación sindical proimperial y partidaria de los golpes de Estado)
y siempre han retrocedido cuando se trata de apoyar las victoriosas re-
voluciones sociales latinoamericanas. La falta de una visión común re-
vela los límites de cualquier alianza estratégica entre los movimientos
antimperialistas norteamericanos y los latinoamericanos.

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264 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA

Reflexiones sobre los movimientos antimperialistas: hacia


una teoría

Los movimientos antimperialistas norteamericanos agrupan mayoritaria-


mente a profesionales, estudiantes y militantes de ONG de la clase me-
dia. La gran mayoría de quienes militan en los MAI son trabajadores,
pobres urbanos, campesinos, empleados públicos y estudiantes de la baja
clase media provenientes de las provincias. Los movimientos norteame-
ricanos están fuertemente ligados a los movimientos ecologistas, los
sindicatos proteccionistas y a los movimientos de ciudadanos progresistas
y partidarios de la paz. En los Estados Unidos el imperialismo se con-
templa negativamente debido a sus efectos en el medio ambiente, las
libertades civiles y la pérdida de empleos y a sus inmorales intervencio-
nes en el exterior y sus engaños, así como a la degradación que provoca
en la política democrática de los Estados Unidos. En Latinoamérica los
MAI se basan en el rechazo de las políticas que tienen un impacto nega-
tivo directo en los niveles de vida, el empleo, la producción agrícola y el
control de la política económica.
Los nexos entre el imperialismo y las organizaciones represivas
paramilitares y estatales es un punto clave de confrontación. El resulta-
do no es otro que una conciencia antimperialista mucho más profunda e
integral que supera el “deslinde sectorial” de los MAI europeos y norte-
americanos. La cuestión teórica es que las relaciones de clases y las
diferentes ubicaciones en la estructura clasista de Europa, los Estados
Unidos y América Latina tienen un impacto directo en el surgimiento de
niveles diferentes de la conciencia antimperialista. El efecto desigual de
las políticas imperialistas, su impacto directo en las vidas de los latinoa-
mericanos y sus efectos indirectos en los Estados Unidos y Europa han
dado como resultado un desarrollo desigual en la acción militante, su
alcance y sostenibilidad. Los MAI religiosos y seculares del Tercer
Mundo coinciden en su oposición a la dominación de los Estados Uni-
dos, pero divergen en cuanto a sus miras estratégicas, particularmente
en el Oriente Medio.
El surgimiento de los MAI en todo el mundo, a pesar de sus vaivenes
en los Estados Unidos y Europa y de que son reprimidos en Oriente
Medio y Latinoamérica, demuestra lo vulnerables que son los imperia-
lismos europeo y norteamericano. La conversión de la OTAN en un ejér-
cito de ocupación militar y el rápido desarrollo de las fuerzas armadas
imperiales es, en buena medida, una respuesta a la nueva resistencia
antimperialista, así como un esfuerzo sistemático para imponer el domi-
nio colonial.
Las configuraciones de clase de los nuevos MAI, su eminente carác-
ter popular y su nexo con la resistencia al dominio colonial sin rodeos

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LA DINÁMICA DE CLASES DE LA POLÍTICA ANTIMPERIALISTA 265
(trátese de Afganistán, Iraq o mediante el ALCA en América Latina)
garantizan que la lucha no será fácil de traicionar por los nacionalistas
burgueses que desertan. Dicho de otro modo, las fuerzas de clase impli-
cadas son las que probablemente resulten perjudicadas por el abandono
de la lucha antimperialista. Los intereses intrínsecos de las clases están
insertos en los movimientos que proporcionan una base a las luchas
sostenidos. Lo vulnerable del imperialismo es más que evidente en toda
una serie de derrotas tácticas: el revés del golpe de Estado venezolano
de abril de 2002; el reagrupamiento y la creciente actividad de la resis-
tencia anticolonial en Afganistán; la resistencia guerrillera anticolonial
en Iraq; el fracaso del Plan Colombia como instrumento para derrotar a
las FARC, el ELN y los movimientos cívicos, y la progresiva resistencia
continental al ALCA. El dominio imperial se basa en relaciones de cla-
se, por lo que en la medida en que crece la resistencia en el Tercer Mun-
do y se elevan los costos económicos y humanos en los Estados Unidos
y Europa, comienzan a engendrar conflictos políticos y sociales dentro
de las potencias imperiales europea y norteamericana y entre ellas, que
en un futuro, no muy lejano, podrían convertirse en un desafío unificado
al poder imperial.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 267
13. LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA

Los movimientos europeos contra la globalización y por la paz están


mostrando una importante autonomía. Surgen dos problemas: cómo lo-
grar representación política y cómo desarrollar un análisis más maduro
y profundo. La guerra contra Iraq revela el fin del ciclo histórico de
posguerra y la crisis de las instituciones internacionales sobre las cuales
ese ciclo se mantuvo durante décadas. Somos testigos de un cambio de
época. Tenemos necesidad de un salto cualitativo en nuestro análisis.
Debemos enfocar de nuevo el imperialismo y poner al día su análisis.

Un movimiento para interrogar el pasado

La movilización contra la guerra preventiva desencadenada por los Es-


tados Unidos y la muy extendida reacción contra el bombardeo de Iraq
son hechos nuevos y apasionantes de la historia reciente. Sin lugar a
duda, el hecho de que millones de personas colmaran las plazas de
Florencia, Roma, Londres, Madrid, París y Atenas constituye un impor-
tante paso de avance.
En Italia, el bloqueo de los trenes militares norteamericanos entre dos
campamentos de los Estados Unidos, Camp Darby y Camp Aderle; la
militarización de los puertos a los que tuvieron que recurrir las autorida-
des italianas y norteamericanas para poder cargar el material bélico; el
éxito de la huelga general de emergencia de los trabajadores y estudian-
tes del 20 de mayo de 2003 (un día después que comenzaran los bom-
bardeos) y de la siguiente huelga del 2 de abril de 2003; y los cientos de
miles de manifestaciones en pueblos grandes y pequeños y frente a las
bases militares de Aviano y Sigonella, fueron el notable resultado del
trabajo teórico y práctico que se realizó en Europa en unas pocas semanas.
Cuatro años antes, el movimiento griego contra la guerra en Yugosla-
via había mostrado cómo oponerse y obstaculizar la maquinaria bélica
puesta en movimiento por la OTAN. El bloqueo de la bahía de Salónica

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268 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
y los muchos obstáculos situados en las carreteras por las que tenían que
transitar los vehículos artillados anglo-norteamericanos para llegar a los
Balcanes dieron indicaciones claras a todo el movimiento europeo.
La habilidad que tuvo el movimiento antiglobalización para vincular-
se al movimiento contra la guerra, la entrada en acción del asociacionismo
y del sindicalismo de base, así como de los partidos de izquierda y la
Iglesia Católica (que en Italia es todavía una fuerza relevante, a diferen-
cia de lo que ocurre en los Estados Unidos y Gran Bretaña): todo esto
obligó, incluso a los gobiernos subordinados a los intereses estratégicos
norteamericanos —como los de Aznar y Berlusconi—, a pasar a la de-
fensiva.
El radicalismo de una posición como la de “no a la guerra, sin condicio-
nes” es revelador en lo que concierne a su efectividad. La demanda básica
de esta plataforma del movimiento pone de manifiesto —por lo menos
hasta ahora— un grado de autonomía política que aterra tanto a las fuer-
zas sociales democráticas como a las fuerzas de derecha del gobierno.
Además, la decisión de realizar manifestaciones frente a las bases
militares de los Estados Unidos y la OTAN puso en el centro de esta
iniciativa una oposición concreta al sistema operativo de la OTAN que
elimina cualquier ambigüedad residual. Quizás este resultado no se sus-
tentó en una reflexión muy profunda. Sin embargo, a diferencia del pa-
sado y pese a cierta renuencia, la naturaleza agresiva de las bases militares
de los EE.UU. y la OTAN dejó de ser un elemento característico del
convencimiento de estrechos círculos para convertirse en una convic-
ción muy extendida.
Por supuesto, la situación no está perfectamente definida. No es esta
una imagen en blanco y negro. Algunos “meten el pie en más de un
zapato”. Otros mantienen un proceder ambiguo (como la Confederación
de Sindicatos Europeos, que decidió no participar en la huelga general
europea contra la guerra del 12 de abril de 2003) o a veces prefieren
estar bajo la luz de los reflectores en lugar de dedicarse a elaborar una
política y unos argumentos coherentes.
Además, el análisis de la guerra, de sus causas y de sus consecuencias
es demasiado superficial. La oposición a la guerra es formidable en tér-
minos éticos, pero no emplea aquellas categorías del análisis histórico,
económico y geopolítico (dicho brevemente, el análisis del imperialismo)
que sitúa la guerra de un modo más concreto dentro del horizonte de
nuestra realidad. Pero, sería injusto e hipócrita dejar de subrayar los rasgos
avanzados de este movimiento que combina su oposición a la guerra con
sólidas demandas sociales (desde un ingreso social para los desemplea-
dos y trabajadores temporales hasta su oposición a las privatizaciones).
Quienes intenten debilitar este movimiento no tendrán una tarea fá-
cil. Por cierto, algunos “líderes” compiten, conscientemente o no, por
tener un espacio en los medios de comunicación. Sin embargo, ningún
sector político o sindical del movimiento parece contar por sí solo con

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 269
la capacidad de dirigir y ser admitido colectivamente como el factor
hegemónico. Esta capacidad está ausente no solo en el campo “antagó-
nico” (el llamado “no global”), sino también en los campos reformista,
pacifista y católico; falta no solo en los partidos socialdemócratas (el
Partido Socialista Francés y el DS de Italia) que se adhirieron con entu-
siasmo al movimiento contra la globalización y la guerra, sino también
en el Partito della Rifondazione Comunista de Italia o en la Izquierda
Unida española, y más recientemente en el Partido Comunista Francés,
todos los cuales invirtieron mucho en este movimiento, o quizás, como
sostienen algunos, demasiado. Y le falta, además de a los sindicatos de
base, a los oficiales.
Incluso algunas manifestaciones, aunque muy legítimas y capaces de
dirigir correctamente la lucha contra la guerra (por ejemplo, contra las
bases militares) o a favor de la solidaridad entre los pueblos (véase Pa-
lestina), demostraron que cuando un proyecto no lo asumen todos los
distintos componentes del movimiento, el contexto de lo que hemos
denominado “una militancia discontinua y móvil” no consigue materia-
lizarse, lo que dificulta la plena participación en este proyecto.
Esta contradicción entre los objetivos concretos y coherentes, por un
lado, y una participación debilitada, por otro, explica la “deserción”, la
falta de participación del movimiento europeo en importantes manifes-
taciones, como fue el caso de la organizada contra la cumbre de la OTAN
en Praga, contra la Conferencia sobre Seguridad en Munich o contra la
cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Cancún.
Si nos remontamos al pasado, esta es la misma contradicción que el
movimiento por la paz europeo quería evitar y que había sido uña y
carne suya en la década de los ochenta del siglo XX, cuando el movi-
miento evitaba que en los programas de sus manifestaciones apareciera
alguna referencia al antimperialismo y cuando le faltaba determinación
en su lucha contra la OTAN o las bases militares norteamericanas en
Europa. ¿Hasta cuándo tendremos que vivir con la paradoja de una mo-
vilización contra la guerra y no contra los centros de toma de decisiones
que están detrás de la guerra? ¿Hasta cuándo seguiremos manifestándo-
nos contra los efectos de la guerra y no contra sus causas y contra aque-
llos que son responsables de ella?
Por lo tanto, la unidad y la autonomía del movimiento son problemá-
ticas, por lo que deben entenderse y protegerse cabalmente. Pero, la
defensa y el fortalecimiento de este movimiento no implica que nuestras
contribuciones y sugerencias tengan que ser acríticas.

Pasos de avance y cuestiones por resolver

Es bien sabido que los centros de toma de decisiones, aquellos que deci-
den los contenidos y formas políticas comunes, deben continuar desarro-

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270 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
llando su análisis y su unidad. Pero, sería erróneo conseguir una síntesis
política con demasiado apresuramiento.
Es cierto que las discusiones sobre los contenidos y los diferentes
puntos de vista deben ser exhaustivas en los centros de investigación y
de toma de decisiones (que todavía son poco conocidos y se manejan de
una manera no democrática). La democratización de los centros europeos
de toma de decisiones tendrá que llevarse a cabo según criterios públi-
cos compartidos por todos. Debemos admitir, honestamente, que se han
hecho esfuerzos para que así sea. Pero también ha de quedar claro que
esto no arrojó ningún resultado, ni permitió establecer criterios pública-
mente aceptados.
En el Foro Social de Florencia, o en Porto Alegre y París, todos han
tenido tiempo para hablar y es probable que las polémicas que se suscita-
ron en cuanto a las exclusiones serán evitadas en el futuro. Por ejemplo,
en modo alguno resultó obvio que Batasuna, la organización patriótica
vasca, sería bien vista en Florencia y París. Esto también es válido para
las organizaciones de las misiones cubanas en el exterior. El problema
es diferente: ¿quién debe resumir y sacar las conclusiones políticas de
eventos en los que se realizan paralelamente cuarenta o cincuenta con-
ferencias, seminarios y talleres sobre diferentes temas y en los que par-
ticipan diferentes organizaciones?
La plena participación política responde a la necesidad de que todas
las partes y sujetos gocen de autonomía y se involucren. Pero, ¿cuándo
y cómo se adoptarán el documento final del movimiento y los futuros
programas? El Consejo Internacional del Foro Social Mundial debe re-
formarse inmediatamente.
Por supuesto, es imposible discutir con rigor y profundidad cualquier
documento en el auditorio Araujo Viana de Porto Alege, o en la Esta-
ción Leopolda de Florencia, o en Saint Denis en París en medio de miles
de personas y de la confusión de numerosas lenguas. Pero el problema
sigue en pie y de alguna manera el Consejo Internacional del Foro So-
cial Mundial tendrá que resolverlo haciendo proposiciones que ayuden
a democratizar un movimiento cuya fortaleza radica precisamente en su
dimensión internacional.
Algunos sectores del movimiento europeo contra la guerra son de la
opinión (en realidad se ilusionan) de que las instituciones y la ley inter-
nacionales pueden intervenir para resolver los conflictos de una manera
justa. Muchos dicen “los Estados Unidos fuera de Iraq y las Naciones
Unidas en Iraq” o “enviemos una fuerza de intervención de la ONU a la
frontera entre Israel y los territorios palestinos ocupados”. Estas posi-
ciones o bien subestiman la realidad o bien esconden ambigüedades. En
realidad, lo importante en este caso es realizar actividades políticas en
un contexto internacional que es muy diferente, tanto de la época del
sistema bipolar Este-Oeste como de la década de los noventa del siglo XX,
que estuvo dominada por el fetiche de la globalización neoliberal y por
la visión única del mundo que tenían los Estados Unidos.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 271
La historia sigue su curso aceleradamente. En el transcurso de unos
meses entraron en crisis la ONU, la OTAN y la Unión Europea, institu-
ciones que fueron la base del período de posguerra.
a) En primer lugar, las Naciones Unidas están agotadas. La ONU
parece seguir el dramático destino de la Sociedad de Naciones de los
años treinta del siglo pasado. El sistema basado en cinco miembros per-
manentes con derecho al veto agotó su función una vez que llegó a su fin
el equilibrio y el conflicto entre el Este y el Oeste. Por otra parte, en el
Oriente Medio y los Balcanes, la ONU demostró no ser viable como
posible gobierno mundial. Los diferentes criterios de los países que se
suponía ejecutarían las resoluciones (véase el diferente tratamiento que
se le da a Israel, Iraq y Yugoslavia); la subordinación a los Estados Uni-
dos cuando se trata de decisiones importantes y una mayor autonomía
en lo concerniente a las decisiones formales; una desmedida asimetría
entre las decisiones del Consejo de Seguridad y las de la Asamblea Ge-
neral: la lista es demasiado larga como para permitir que la ONU resista
el peso de sus propias contradicciones y de una fase histórica distinta.
Del mismo modo que la Sociedad de Naciones no resistió la escalada
nazi de la década de los treinta, la ONU podría desplomarse por las
ambiciones del Nuevo Siglo Norteamericano, un proyecto elaborado por
quienes representan la administración Bush y sus intereses estratégicos.
La aspiración a un mundo multipolar con un mínimo de gobierno mun-
dial democratizado no puede hacerse realidad con una ONU agotada,
impotente y desacreditada.
b) El carácter unipolar del poder militar puso en crisis la OTAN.
Como señalara Henry Kissinger.1 “Se produjo una muy clara reducción
de los gastos militares y las grandes inversiones norteamericanas no
incrementan la cohesión de los aliados porque Europa percibe que están
ligadas a intereses que no son los suyos. A fin de cuentas estas inversio-
nes aumentan el temor de un mundo unipolar mientras Europa preferiría
que el mundo fuese multipolar”. Las palabras de Kissinger ubican bas-
tante bien la fuente de la crisis de la OTAN.
Muchas personas pasaron por alto las consecuencias que para Europa
tiene la guerra contra Yugoslavia. Los proyectos de los grupos dominan-
tes europeos fueron considerablemente acelerados por la percepción de
una guerra en las fronteras europeas con el objetivo de desestabilizar,
tanto la unidad europea como la introducción del euro y por la insosteni-
ble brecha entre las ambiciones europeas y la supremacía militar norte-
americana. Pocos comprendieron que el debate sobre la defensa europea,
que comenzó en junio de 1999 en la cumbre de Kohl, fue el inicio de la
tendencia europea a desvincularse de la OTAN y, por lo tanto, del domi-
nio norteamericano.

1
Henry Kissinger: “Nuova NATO. Il difficile equilibrio tra USA”, traducido y publi-
cado en La Stampa, del 1 de dicembre de 2002.

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272 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
Las diferencias que surgieron sensacionalmente en la cumbre de la
OTAN en Praga en noviembre de 2002, relacionadas con la agenda de
la Fuerza de Reacción Rápida Europea en oposición a la propuesta
de la OTAN, planteada por los Estados Unidos y el Reino Unido; el
enfrentamiento sobre el sistema de satélites Galileo (como alternativa al
GPS norteamericano); y las fusiones y concentraciones que dieron
origen a un complejo militar industrial europeo capaz de competir con
el norteamericano, son acontecimientos mayores de consecuencias im-
portantes.
Las diferencias que surgieron en Praga tuvieron un impacto directo
en las reuniones de la OTAN en Bruselas, donde se planteó la cuestión
de la línea a seguir en la guerra contra Iraq. Aquí la crisis explotó ruido-
samente cuando se discutió si se intervenía militarmente y cómo apoyar
a Turquía. Estas diferencias abrieron importantes grietas en la Alianza
Atlántica.
Turquía, uno de los socios tradicionales de la OTAN, por un lado,
hizo saber que aspiraba a una mayor autonomía respecto de los Estados
Unidos en la definición de sus propios intereses estratégicos en el encla-
ve kurdo del norte de Iraq pero, por otro, aprovechó la oportunidad que
le daban las contradicciones que surgían en el seno de la OTAN. Estas
contradicciones pusieron en un primer plano la competencia en todos
los campos entre los Estados Unidos y la Unión Europea por el dominio
de la cuenca del Mediterráneo.
La OTAN trató de conservar su papel durante la Guerra Fría intervi-
niendo dos veces en Yugoslavia (en 1995 y 1999) y extendiéndose a los
países de Europa Oriental. La renovación del Tratado del Atlántico, fir-
mada en Washington en abril de 1999, pudo haber funcionado si, al
mismo tiempo, los grupos dominantes de la Vieja Europa no hubieran
insistido en el ejército europeo y si los grupos de poder que elaboraron
el “Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano” no hubiesen devenido
dominantes en los Estados Unidos. Este proyecto revela las aspiracio-
nes de los Estados Unidos a la hegemonía mundial. Es difícil resolver
profundas diferencias estratégicas, como las que existen entre los eu-
ropeos en ascenso y el complejo militar industrial norteamericano, en
una cámara de compensaciones como la OTAN y con un primus inter
pares tan peligroso y arrogante como los Estados Unidos de Bush.
La defensa europea, que descansa en el eje franco-alemán, está desti-
nada a hacerse realidad. El modelo de “cooperaciones estructuradas”
que se subraya en el documento franco-alemán sobre la defensa insinúa
la posibilidad de que, como en el caso de la moneda única, sólo se ad-
hieran a este proyecto los que están de acuerdo con él. Los otros pueden
adherirse más tarde. En este contexto, la OTAN puede dejar de ser ese
instrumento de interferencia norteamericana en los asuntos europeos y
de política militar que Zbignew Brzezinski describiera con tanta clari-

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 273
dad. La primera prueba de las relaciones modificadas dentro de la OTAN
estará relacionada con los países de Europa Oriental y la cada vez más
difícil elección entre su lealtad a la Alianza Atlántica y su pertenencia a
la Unión Europea.
c) Las contradicciones dentro de la Unión Europea. La cámara de
compensaciones que se estableció en Bruselas ha respondido hasta aho-
ra a estímulos que pertenecen al pasado. Aunque su función como barrera
política, militar y social contra la URSS llegó a su fin, la unificación
supranacional europea abandona la ilusión —tanto de la izquierda como
de la derecha— de que este proceso podría decursar sin contradicciones
ni conflictos. Una cosa es crear un mercado único y otra dotarse de una
moneda común, una constitución política y un ejército conjunto. Los
años 2003 y 2004 serán decisivos para la Unión Europea. En el 2004, la
Unión deberá contar con una Constitución básica que será obligatoria
para todos los Estados miembros. Ya hemos subrayado el gran cambio
cualitativo que entraña el paso de reglas establecidas por un tratado in-
ternacional a reglas instituidas por una constitución común. La Unión
Europea asumirá los rasgos de un verdadero Estado con una soberanía
centralizada: esto marcará un cambio de época. Los mismos Estados
Unidos se convirtieron en una nación mediante una secesión y una
reunificación que costaron una sangrienta guerra civil.
El gobierno de Blair parece conocer bien lo que está en juego (los
riesgos estratégicos son grandes en el caso de Londres), mientras líderes
de menor calibre como Berlusconi y Aznar se muestran tan cobardes y
serviles ante los Estados Unidos que su liderazgo y estabilidad política
se debilitaron considerablemente.
La estabilidad política europea también pasará por una prueba severa
en los países de Europa Oriental que se incorporarán a la Unión Euro-
pea al mismo tiempo que los Estados Unidos les piden ingresar en la
OTAN. La obstinada exigencia norteamericana de que estos países so-
brepongan los intereses de los Estados Unidos a los suyos, hizo que se
aliaran a los Estados Unidos en la crisis relacionada con Iraq y en la
guerra contra este país. Es posible que algunos dirigentes de los países
de Europa Oriental pensaran aprovecharse de las contradicciones entre
el núcleo franco-alemán y los EE.UU. para conseguir condiciones me-
nos draconianas de ingreso a la Unión Europea, o que prefirieran seguir
a un jefe “lejano” como Washington en vez de a uno “cercano” como
Berlín/París y su nuevo eje con Moscú. La continuidad política europea
quedaría rota en su corazón por una zona de influencia norteamericana.
A simple vista es evidente el riesgo que corren los líderes de Europa
Oriental.
El surgimiento del núcleo duro europeo formado por Alemania y Fran-
cia crea una polarización estratégica de intereses de la cual no pueden
escapar fácilmente Italia, España y Europa Oriental.

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274 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA

“Vía campesina” contra “nuevo global”:


el debate dentro del movimiento

Quienes participaron en la movilización contra la cumbre de la Organi-


zación Mundial del Comercio en Cancún fueron testigos de importantes
indicios del desarrollo del movimiento contra la globalización. La orga-
nización internacional de trabajadores de la tierra, Vía Campesina, con-
siguió el liderazgo de las movilizaciones gracias a lo que podemos definir,
siguiendo a Gramsci, como su “hegemonía”. Quizás, el indicador más
claro de la credibilidad mundial de esta organización en años recientes,
haya sido el hecho de que los ingobernables “bloques negros” aceptaron
las orientaciones de Vía Campesina en los momentos más críticos de las
manifestaciones (entre ellos, el dramático suicido de un dirigente del
movimiento de campesinos coreanos).
Las organizaciones campesinas de Brasil (los Sem Terra), de toda
América Latina y Asia ya desarrollaron una estrategia global de enfren-
tamiento al sistema capitalista que va más allá de la crítica de la globa-
lización neoliberal como modelo específico al que ese sistema recurre
en determinadas fases histórica y abandona en otras.
La rigidez con la que los sectores del movimiento “nuevo global” o
“no global” perciben instituciones internacionales como la OMC y el
FMI, las que consideran agentes del “gobierno mundial” y raíz de todos
los problemas, esconde la realidad capitalista y no se corresponde con
ella. No se trata de una cuestión de detalles porque percibir el paso de la
fase de globalización a la de competencia global supone reconocer las
contradicciones entre los diferentes países imperialistas y trazar una
acción política acertada. Además, el desvanecimiento de la idea de un
gobierno mundial y un capitalismo colectivo entraña también el de la
idea de que este gobierno puede “reformarse” desde dentro. Los resulta-
dos de la tesis dominante dentro del movimiento antiglobalización pue-
den compararse con una lucha contra la monarquía cuando el mundo
había adoptado el gobierno republicano. Debemos admitir abiertamente
las diferencias políticas, analíticas y estratégicas entre los diferentes sec-
tores del movimiento europeo y enfrentarlas.
El enfoque y la idea del papel que cada cual debe desempeñar eran
muy diferentes en el movimiento que luchaba por echar abajo las barre-
ras de carretera en el distrito de tolerancia de Cancún, por un lado, y en
las organizaciones no gubernamentales que se encontraban adentro, con-
versaban con los funcionarios de la OMC y “aconsejaban” a los funcio-
narios de los países en desarrollo, por otro. Se trata de una diferencia
entre los que piensan que pueden reformar o incluso gobernar la globali-
zación imperialista y aquellos que la combaten en su totalidad. La dife-
rencia entre los sectores del movimiento “no global” y los anticapitalistas
y antimperialistas está llamada a agudizarse. El movimiento está desti-

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 275
nado no solo a dividirse entre los sectores “nuevo global” y los antimpe-
rialistas, sino también entre los movimientos de los países en desarrollo
y los europeos. Por ejemplo, la lógica y las rigideces centradas en Euro-
pa que impusieron los organizadores franceses del Foro Social Europeo
reunido en París en el 2003, provocaron una gran irritación en otros
movimientos. La conducta de los que trataban de excluir a Cuba o las
concesiones en cuanto a Palestina, debido a las presiones preventivas de
los grupos pro-israelíes franceses, fueron evidencias de la excesiva leal-
tad y subordinación del movimiento europeo a los grupos de poder eu-
ropeo y a sus ambiciones. La capacidad hegemónica de Vía Campesina
dista mucho de la conducta de los dirigentes de ATTAC/Francia: gozar
de autoridad no es lo mismo que autoritarismo.
Ha llegado el momento de que el movimiento discuta asuntos esen-
ciales y democratice verdaderamente su vida interna.
Los sectores antimperialistas de los Foros Sociales europeos han se-
ñalado algunos problemas que este movimiento tendrá que resolver tar-
de o temprano:
a) Estos movimientos internacionales o europeos deben ser capaces
de llevar a cabo la tarea —extraordinaria en relación con el pasado— de
representar la percepción general (o en todo caso coincidir con ella) de
la mayoría de la población. Esta se opone a la guerra y comienza a ma-
nifestar el digusto que le causan los efectos de años de liberalismo eco-
nómico. Las entrevistas realizadas a europeos en los programas de radio
del movimiento revelan no solo que la mayoría está contra la guerra,
sino también que la mayoría dentro de esa mayoría no es hostil a las
formas duras de lucha como el bloqueo de las vías de trenes militares.
Esta disposición a participar en el conflicto social era inimaginable hace
algún tiempo, cuando la lógica de “gobernabilidad” a cualquier precio
era hegemónica. Por lo tanto, debemos ser muy responsables en el ma-
nejo de las formas de lucha, pero también ha de alentarnos el hecho de
que en la actualidad es social y políticamente factible combinar las aspi-
raciones de paz y justicia social con acciones concretas contra la guerra
y el liberalismo.
b) A pesar de esta situación extraordinariamente positiva, no debe-
mos subestimar la contradicción entre expectativas y resultados. Des-
pués de las últimas manifestaciones y con el comienzo de la guerra en
Iraq, una sutil sensación de frustración se ha estado difundiendo y ame-
naza con debilitar el carácter de masas del movimiento. El fracaso de los
esfuerzos por detener la guerra contra Iraq y la invasión de este país a
los pocos días de que millones de personas participaran en manifesta-
ciones en Europa y el mundo entero con la esperanza de influir en los
equilibrios políticos, reveló la distancia que separa los gobiernos esta-
blecidos de la sociedad, el carácter formal de la democracia occidental y
la naturaleza antidemocrática de los sistemas electorales (como el siste-

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276 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
ma electoral de mayoría relativa) que obstruyen la representación y en-
tregan todos los poderes al ejecutivo, a los gobiernos europeos.
c) Este análisis que hace el movimiento de la lucha de liberación y la
resistencia de los pueblos al imperialismo y el colonialismo (Iraq, Pa-
lestina, Cuba) todavía es tarea de una minoría y aún está limitado por un
eurocentrismo intransigente. La desilusión es una amenaza que no debe
subestimarse. Podría fomentar una lógica mortal, el deseo de “una guerra
que, no importa cómo marche, debe terminar pronto”, quizás gracias a
la intervención de la ONU, en vez de reconocer la legitimidad de la
resistencia iraquí que, por oponerse a la invasión anglo-norteamericana
y por inspirar esa resistencia, junto con la resistencia de los palestinos,
mantienen abierta la posibilidad de que en el Oriente medio se haga
realidad un sistema que no esté sometido a los intereses estratégicos
norteamericanos.
Desde este punto de vista es inadecuado y erróneo mantener una po-
sición equidistante como la de “contra la guerra y contra el terrorismo”.
No existe simetría entre la agresión del imperialismo y la resistencia de
quienes se le oponen. Para el imperialismo todas las formas de resisten-
cia son terrorismo, aunque es igualmente cierto que no todas las formas
de terrorismo pueden considerarse formas de resistencia.

El movimiento en pro de los palestinos:


experiencias y lecciones

En los últimos tres años Italia ha sido la protagonista de algunos inten-


sos movimientos contra la globalización y la guerra. Aquí, más que en
otros países europeos, surgieron importantes y constantes iniciativas
antimperialistas y anticolonialistas.
El éxito de dos manifestaciones nacionales italianas a favor de Pales-
tina, el 9 de marzo de 2002 y el 8 de noviembre de 2003 (la mayor de
toda Europa) y la manifestación europea de Marsella en septiembre del
2002 (aunque numéricamente menor que las de Roma) revelaron la exis-
tencia de un vasto movimiento masivo de solidaridad con la lucha del
pueblo palestino y de oposición radical a la ocupación militar y colonial
de los territorios palestinos por Israel. El movimiento más poderoso de
Europa en favor del boicot a la economía de guerra israelí surgió en
Francia e Italia (y en este caso, también en Gran Bretaña). Este movi-
miento dependía de las experiencias adquiridas de la lucha contra el
apartheid en Sudáfrica.
El movimiento provocó también un intenso debate y contramedidas
muy fuertes. En Italia y Francia hemos sido testigos de que, desde el
año 2000, las fuerzas pro-israelíes experimentaban dificultades, pese a
lo cual comenzaron una contraofensiva política y cultural. Los grupos
partidarios de Israel en Europa han calificado sistemáticamente de

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 277
antisemita toda crítica de la política israelí (trátese de un libro, un artículo
periodístico, una manifestación, una exhibición pictórica o, como ocu-
rrió recientemente, una encuesta de opinión). Al hacerlo, estos grupos
legitimaban y justificaban la política colonial de todos los gobiernos
israelíes, incluido el de un criminal de guerra como Sharon. Ante esta
ofensiva (que no vaciló en movilizar grupos de extremistas sionistas
para que realizaran actos de agresión de tipo fascistas contra los repre-
sentantes políticos de los palestinos y los movimientos en favor de es-
tos), la izquierda y los movimientos europeos han mantenido un
preocupante silencio sobre las luchas del pueblo palestino. Este silencio
no corresponde a la postura de todos aquellos que en estos meses han
participado en manifestaciones al lado del pueblo palestino.
La ofensiva sionista en un principio obligó a los partidos de izquierda
a pasar a la defensiva y proporcionó a estos partidos una excusa para no
participar en esas manifestaciones, cuyo propósito central era defender
los derechos del pueblo palestino y apoyar su resistencia a la ocupación,
y cuya tesis central era el rechazo de la absurda simetría entre esta resis-
tencia y la ocupación colonial que mantiene el Estado de Israel. El caso
del Partito della Rifondazione Comunista, que rehusó participar en las
manifestaciones de solidaridad con los palestinos por considerarlas uni-
laterales y no equidistantes, es dramático. Esta postura fue objeto de
enconadas disputas internas y de serias críticas por parte de intelectua-
les marxistas. Además, fueron muy pocos los dirigentes de la izquierda
europea que tuvieron el coraje de visitar a Arafat, quien desde hace más
de dos años permanece sitiado en Ramallah.
Los líderes de la izquierda europea hicieron todo lo posible para
mantener a los palestinos fuera de su agenda política porque temían las
reacciones y polémicas de los grupos pro-israelíes. La falsa imputación
de antisemitismo, una vez que los medios de comunicación la hacen
pública, se convierte en algo así como una excomunión papal o una dela-
ción hecha por un cura rural de la Edad Media, que privaban al acusado
o al excomulgado de su derecho a hablar o a existir (o le hacían cosas
peores). Ante esta imputación, los representantes políticos de la izquier-
da reformista se desorientan, se retiran y aconsejan silencio o autocensura
en lo relacionado con la lucha de liberación y los derechos del pueblo
palestino.
Afortunadamente, los grupos de discusión en internet, las redes de
correo electrónico, los contactos directos, las emisoras de radio inde-
pendientes y, ocasionalmente, algún espacio en los periódicos, en mu-
chos casos consiguen neutralizar los anatemas y romper el silencio y el
boicot de los medios de comunicación oficiales. Son estos importantes
espacios e instrumentos que han hecho posible comunicarse, confrontar
ideas y organizar actividades.
No obstante, la solidaridad con el pueblo palestino sigue estando en
el corazón de la opinión pública, los activistas de los movimientos y las

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278 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
personas de izquierda. Son muchos los trabajadores, estudiantes e indi-
viduos que han dejado a un lado sus problemas personales para conver-
tirse en miembros de un partido, un sindicato u otra organización. Hemos
visto en los últimos años que la gente “común” es mucho más abierta y
más sensible a la cuestión palestina que los políticos. Las encuestas de
opinión en Europa corroboraron que esta visión de la realidad era correcta
y provocaron reacciones histéricas en los grupos pro-israelíes. La distri-
bución de volantes por quienes hacían campaña en favor del boicot a la
economía israelí frente a grandes tiendas por departamentos y centros
comerciales en incontables ocasiones ha sido más estimulante que mu-
chos mítines políticos.
Esto ha quedado confirmado no solo por el éxito de las manifestacio-
nes en pro de Palestina, sino también por la gran cantidad de banderas y
pancartas palestinas en todas las grandes manifestaciones por la paz en
Roma, Florencia, Londres y París. Estas manifestaciones revelaron el
espacio disponible para las iniciativas de solidaridad con Palestina y a
menudo compensaron la falta de movilizaciones específicas en varios
países europeos. Esta participación, evidente y masiva, en las manifes-
tación por la paz y los derechos sindicales en Italia dio lugar a una aira-
da reacción del embajador israelí.2
Es natural que el movimiento europeo, que lucha contra la guerra y
por un mundo diferente, haga preguntas precisas y quizás difíciles sobre
la situación en Palestina. Después del bombardeo de Yugoslavia en nom-
bre de una intervención humanitaria, ¿cómo permanecer cruzados de
brazos ante una emergencia humanitaria en Palestina que ha sido de-
nunciada incluso por UNRWA y por un informe de la ONU elaborado
por Jean Ziegler? ¿Por qué razón el movimiento no lucha por la apertura
de corredores humanitarios que permitan hacer llegar medicinas, ali-
mentos y asistencia a la población palestina? ¿Dónde se encuentra esa
galaxia de asociaciones y organizaciones no gubernamentales humani-
tarias que participaron en la emergencia humanitaria de Kosovo mien-
tras se realizaban las operaciones militares de la OTAN y en ocasiones
incluso las legitimaron? ¿Cómo se puede exigir el desarme y la destruc-
ción de las armas de destrucción masiva —lo que es justo— solo en Iraq
mientras los arsenales nucleares israelíes son intocables y permanecen
fuera del Tratado de no proliferación nuclear? ¿Cómo es posible escan-
dalizarse —lo que también es justo en este caso— ante el sistema de
castigo colectivo y las redadas de todos los hombres mayores de 16 años
y condenar los asesinatos y persecuciones nazis de judíos y negar enton-
ces que las fuerzas armadas israelíes utilizaron los mismos métodos en
Jenin y las ciudades palestinas? ¿Cómo pueden los gobiernos y fuerzas
2
Ehud Gal, embajador israelí en Italia, reaccionó contra la masiva manifestación por
la paz del 15 de febrero escribiendo un airado artículo “Paz con pacifismo”, en La
República, el 19 de febrero de 2003, en el cual acusaba, explícitamente, a los mani-
festantes por ser “cómplices del terrorismo”.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 279
políticas europeas negarse a romper las relaciones diplomáticas y eco-
nómicas con Israel o a adoptar sanciones contra este país cuando en
estos últimos diez años han sido implacables en sus embargos contra
Iraq y Yugoslavia?
Por un lado, existe una contradicción enorme cuya solución requiere
una lucha cultural y política dentro de la izquierda, las ONG y los movi-
mientos de solidaridad internacional. Por otro, resulta totalmente inade-
cuada la cultura política de la mayor parte de la izquierda europea que
niega la existencia del imperialismo como una fase histórica, no es ca-
paz ya de abordar coherentemente las contradicciones y fuerzas interna-
cionales que se enfrentan entre sí, y abandonó el marxismo y sus
categorías de análisis y las sustituyó por otras que son cada vez más
compatibles con el pensamiento burgués y neoliberal.
Hoy no es posible, ni aceptable, hablar de paz en el Oriente Medio sin
cuestionar radicalmente el sistema colonial israelí, sobre todo en virtud
de la guerra preventiva que los Estados Unidos libraron contra Iraq y
están a punto de desencadenar contra otros países del Oriente Medio. Si
se comprende esta cuestión no se puede negar el derecho de los pueblos
y organizaciones iraquíes y palestinas a resistir y combatir con cuales-
quiera medios que estén a su alcance en su lucha de liberación nacional
contra la ocupación militar y colonial.

La Europa imperial y la cuestión cubana3

Las dudas concernientes a la solidaridad con Cuba y el abandono de esa


solidaridad, la ausencia de análisis y la dosis excesiva de doble moral en
muchas cuestiones han resultado una amarga sorpresa para los movi-
mientos de solidaridad europeos. Esto motivó que se convocara a mani-
festaciones de solidaridad con Cuba, primero en mayo y junio de 2003
en Italia y más tarde en el mes de noviembre en París. Estas iniciativas
arrojaron un importante resultado: detuvieron un derrumbe que estuvo a
punto de aplastar la izquierda europea y obligaron a la izquierda a discu-
tir de una manera más correcta los problemas que plantea la experiencia
cubana.
En los últimos meses, algunos partidos políticos de izquierda, o sec-
tores de ellos, se portaron como padres descuidados que, en vez de edu-
car a sus hijos, se conforman con el sentido común que estos manifiestan.
Muchos partidos de izquierda abandonaron su función dirigente. Esta
función le es imprescindible a esos partidos, aun cuando nadan contra la
corriente, para poder enfrentar situaciones muy complejas y educar a las
nuevas generaciones políticas. Pero ocurrió lo contrario: eligieron refu-
3
Para profundizar sobre el tema véase Vasapollo L., Guzman D., autores de L’Europa
daid Sud. Squardo da Cuba, Jaca Book, Milano, 2004.

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280 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
giarse en el sentido común. Es cierto que la mayor parte de los jóvenes
—que participaron con mucho entusiasmo en los recientes movimientos
europeos contra el liberalismo y la guerra— guardan distancia de las
duras medidas (y en ocasiones son abiertamente hostiles a ellas) que
tomaron las autoridades cubanas, o del modelo político cubano. Pero,
también es cierto, que los partidos de izquierda deben asumir la misión
de orientar y situar en su contexto los análisis críticos de los aconteci-
mientos, por espinosos que sean. La nueva generación política creció
con lo que encontraba disponible, pero los instrumentos y el enfoque
político básico de que dispone hoy son decisivos.
El fracaso al actuar como dirigentes teóricos, históricos, culturales y
políticos se pone claramente de manifiesto, por ejemplo, en lo relacio-
nado con la cuestión decisiva: el modelo democrático como base de la
posibilidad de un mundo diferente, que es la aspiración de los amplios
movimientos contra la guerra y la globalización.
En estos últimos meses, muchos documentos y posiciones políticas
comúnmente aceptadas en la “izquierda europea”, señalaron que Cuba
debe introducir la democracia porque los incuestionables beneficios so-
ciales de por sí han dejado de ser suficientes para que Cuba se diferencie
del sistema dominante. Los dirigentes socialdemócratas se oponen al blo-
queo norteamericano contra Cuba, pero demandan el derrocamiento
político del gobierno de Fidel Castro. Se trata de una posición muy gra-
ve que se parece mucho a la de la administración norteamericana, cuyo
objetivo real es el derrocamiento del gobierno cubano.
En este momento nos enfrentamos a un problema serio, también para
Cuba. El sistema dominante, el neoliberal, tiene su propio modelo de
democracia, capaz de ser hegemónico en el mundo. Se convirtió en el
“único modelo posible”, cuya difusión se puede legitimar también me-
diante la guerra, los bombardeos, las ocupaciones de Estados sobera-
nos, etcétera. Este modelo, que la izquierda europea también aceptó,
gira alrededor de unos pocos ejes considerados fundamentales para la
sociedad moderna: pluralismo político, elecciones libres y separación
de poderes. Los gobiernos que no adoptan estos criterios tarde o tempra-
no son puestos en la lista de los “Estados villanos” que deben ser elimi-
nados política, militar y económicamente. La administración Bush admite
sin rodeos que desea cambiar el régimen económico y político de estos
países. Pero también la Unión Europea —empujada por los gobiernos
pro-norteamericanos de Italia y España— parece tener la misma ambi-
ción, lo que equivale a liquidar el principio de “no injerencia en los
asuntos internos de otro Estado” de las Naciones Unidas.
La lista de los conceptos fundamentales de la democracia, sin embar-
go, no menciona en ningún momento la justicia y la cohesión social. Se
asume que en la democracia liberal el mercado y sus leyes invisibles
gobiernan automáticamente la jerarquía de las relaciones sociales y eco-
nómicas.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 281
Beatrice Alemanni del Carrillo (la abogada de derechos humanos en
El Salvador) en una reciente visita a Italia expresó vigorosamente su
convicción de que los derechos humanos básicos son los económicos,
sociales y culturales. Lo afirmado por una representante que goza de
autoridad en un país atormentado por la guerra, la represión, la tortura y
los escuadrones de la muerte constituye una tesis que debe ser también
objeto de reflexión para muchos italianos.
Por consiguiente, la contradicción entre “igualdad” y “libertad indi-
vidual” es un problema tanto para Cuba como para sus enemigos y críti-
cos. No es este un asunto nuevo en la agenda del movimiento que lucha
por la transformación social o, para emplear una expresión moderna,
por “la posibilidad de un mundo diferente”.
Debemos admitir que no se ha avanzado en lo que respecta al análisis
y la experimentación de esta cuestión. Esto es así en Europa y en cual-
quier otro lugar. Aunque se ha declarado que con los eventos de 1989-1991
una fase histórica había llegado a su fin, lo cierto es que no se han dedi-
cado esfuerzos a hacer un balance histórico y teórico destinado a iniciar
una nueva fase en el frente de los movimientos que luchan por la trans-
formación social.
Todo esto podría descartarse en tanto que, argumentos posiblemente
pertinentes, aunque insuficientes, para explicar lo ocurrido en Cuba: la
pena de muerte, la represión de los “disidentes”, el déficit democrático.
Es esto lo que los principales partidos europeos de izquierda y, muchas
cartas y posturas, le reprochan a Cuba.
Permítasenos, entonces, hacerle una pregunta a los amigos y camara-
das cubanos, así como a la izquierda crítica. En este contexto histórico y
político, si el modelo “democrático” universal (el modelo que casi todos
perciben como democrático) es el que indican los principales países ca-
pitalistas, ¿qué modelo debe adoptar Cuba? ¿Qué debe hacer Cuba para
que los gobiernos europeos y la izquierda reformista la acepten, o para
ser más aceptable por el movimiento antiglobalización europeo?
a) Ahora mismo, el “original” modelo democrático cubano descansa
en un partido, la elección de los candidatos, la posibilidad de remover
de sus cargos a aquellos que fueron elegidos si no cumplen sus obliga-
ciones y la retribución sin privilegios de los candidatos elegidos. Se
trata de un modelo original que, no obstante, difiere de la idea que se
tiene del llamado modelo democrático universal. El análisis de los re-
sultados electorales en Cuba revela un elevado porcentaje de participa-
ción y el empleo del voto en blanco para expresar desacuerdo. Los datos
electorales de La Habana muestran que la metrópolis/capital, a diferen-
cia de otros centros urbanos, es el punto más crítico de las relaciones
entre el gobierno y algunos sectores de la población. Pero limitarnos a
señalar esta cuestión significa borrar la identificación del pueblo cuba-
no con su experiencia revolucionaria. Las nuevas generaciones aspiran
a cambios. Esto es inherente a la dialéctica de cualquier sociedad, in-

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282 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
cluida la cubana. Exagerar esa cuestión implica utilizarla con otros ob-
jetivos, por ejemplo, el derrocamiento violento del régimen cubano,
posiblemente organizado por fuerzas extranjeras. El debate interno en
Cuba no excluye a priori los cambios, pero los cubanos están absoluta-
mente dispuestos a rechazar los cambios estructurales que pudieran afec-
tar la independencia política y la cohesión social del país. Por otra parte,
la política norteamericana y muchos sectores europeos indudablemente
aspiran a estos cambios negativos.
b) Además, no debemos olvidar que el modelo de democracia que
predomina hoy en día no descansa realmente en el pluralismo. Por el
contrario, se trata de un modelo bipartito que, según las palabras de
Eduardo Galeano, parece más un modelo basado en dos facciones de un
mismo partido, un modelo que no permite cambios radicales o diferen-
cias sustanciales en la medida en que guardan relación con los progra-
mas políticos y sociales, las relaciones de propiedad y la política
internacional. El pluralismo político, lo mismo en los Estados Unidos
que en Europa, se reduce a un sistema bipartito cuya prioridad no es la
democracia mediante la gobernabilidad y la estabilidad política (la
“gobernancia”, como se le llama en la actualidad). Es indicativo que en
todos los países donde existen un sistema bipartito y un sistema electo-
ral de mayoría relativa el porcentaje de participación democrática y de
participación de votantes es mínimo: fluctúa entre un 35% y un 55% de
la población. Italia constituye una anomalía, pero parece estar en cami-
no de coincidir con la situación general. El modelo plural/bipolar occi-
dental da origen, quiéralo o no, a una creciente exclusión social de la
representación política y a una coerción destinada a integrar a otros en
el esquema bipolar. Además, como se observa en los Estados Unidos, lo
importante en este modelo son los recursos financieros de las formacio-
nes y líderes políticos. En demasiados casos son estos recursos, en vez
de los programas políticos, los que han determinado los resultados elec-
torales.
c) Por último, existe un nuevo modelo de democracia que aún no está
bien definido y que concuerda con las aspiraciones de aquellos que sos-
tienen que “un mundo nuevo es posible”. Sin embargo, todavía son po-
cos los experimentos con este modelo, que puede y debe ser objeto de
debate, pero no puede resolver los problemas del Estado, sobre todo
cuando ese Estado está amenazado desde el exterior. Este debate debe
abordar la cuestión de cómo conservar y difundir todo lo conseguido
hasta ahora, de modo de Cuba y Venezuela no terminen como la valiente
aunque ingenua Nicaragua sandinista.
La Cuba socialista no siempre coincide con nuestros deseos pero si-
gue siendo una importante realidad política, un punto de resistencia contra
las interferencias imperialistas en Latinoamérica porque las masas po-
pulares de esta región la ven como un ejemplo de progreso social, inde-
pendencia y orgullo nacional. Como advirtieran los delegados brasileños

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 283
en el Foro Social de París, en esta cuestión la percepción de los eu-
ropeos es muy diferente de la que tienen los latinoamericanos.
Después de la disolución de la URSS y del CAME, Cuba inició un
proceso de ajuste estructural que hubiera puesto de rodillas a otro país
en lo económico, lo político y lo social. Posiblemente Cuba no habría
podido superar el “período especial”, rechazar su subordinación al FMI
y conservar su cohesión social y su soberanía política de haber utilizado
medios represivos. Es improbable que un sistema político que garantiza
niveles máximos de educación y salud pueda descansar también en la
opresión a mediano y largo plazo. La Revolución Cubana se ha mante-
nido en pie durante 44 años y la credibilidad de Fidel Castro sigue sien-
do muy alta tanto en Cuba como en el extranjero. Los sistemas represivos,
por el contrario, aseguran el consenso y el control social manteniendo
en la ignorancia a las masas y reservando la educación para las élites.
Es un hecho real que el sistema cubano tuvo que movilizar todos sus
recursos humanos y materiales (los primeros son abundantes y los últi-
mos, escasos) para enfrentar la crisis. Cuba se vio obligada a transigir en
cuanto a la igualdad social y a depender de una economía mixta (en la
que predomina el control estatal), de la doble circulación de pesos y
dólares y del turismo. Esta decisión puede resolver muchos problemas
de flujo monetario, pero daña también la cohesión social e introduce la
corrupción. A comienzos de la década de los noventa del siglo pasado,
Carlos Lage fue explícito al señalar los peligros que esto entraña. Pero
Cuba ha seguido esta política dentro de un proyecto político general que
distribuye en cada momento todo lo que tiene, utiliza al máximo su ca-
pital humano e invierte en educación y salud, que también son factores
de redistribución del ingreso e igualdad social. En pocas palabras, el
orden de las prioridades en Cuba ha sido totalmente distinto al de otros
gobiernos que tratan de superar la crisis económica pero están subordi-
nados a los dictados del FMI. Estos factores no deben subestimarse.
Cuba experimentó con una forma de socialismo que es compatible
con una determinada situación social, económica, geopolítica e históri-
ca. Esto condujo a innegables resultados políticos y sociales, a aspira-
ciones que no se materializaron, a errores que no siempre se rectificaron,
a contradicciones no resueltas y a logros que aunque se consolidaron
pueden mejorarse.
Sus problemas internos parecen plantear más interrogantes aquí —donde
estamos más condicionados por el “modelo democrático dominante”—
que en América Latina o en los países en desarrollo. En estos países el
modelo democrático dominante expresa la contradicción entre sus aspi-
raciones progresistas y sus consecuencias morales y sociales que con-
duce a un obvio deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones.
Las diferentes percepciones de la izquierda europea y de las fuerzas
populares latinoamericanas implican que si queremos dar a Cuba algu-
nos de nuestros instrumentos de análisis, por lo menos debemos ofrecer

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284 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
algunos elementos positivos, algo que constituya una alternativa en lo
que concierne a resultados políticos, capacidad de condicionar la políti-
ca exterior de nuestros gobiernos y experimentación avanzada con la
democracia. Es decir, estos instrumentos y procesos democráticos de-
ben ser utilizables también en Latinoamérica o en situaciones de “guerra
no declarada”, como la que Cuba ha tenido que enfrentar durante dema-
siados años solo con sus propias fuerzas. Aquí el déficit se manifiesta
con toda su gravedad en la izquierda europea en vez de en el campo
cubano.
En Europa, el “modelo puesto a disposición del género humano” por
la izquierda cuando estuvo en el poder, fue el de Blair, Prodi, d’Alema,
Schroeder y Jospin. Los resultados sociales, políticos, económicos e in-
ternacionales fueron muy graves no solo para los trabajadores, desem-
pleados y jubilados europeos, sino también para muchos países en
desarrollo que habían confiado y puesto sus expectativas en esos diri-
gentes. Lo más probable es que este modelo no parezca tan atractivo
desde la óptica de la población yugoslava bombardeada por la OTAN,
de las oprimidas poblaciones kurda y palestina, de los inmigrantes que
buscan desesperadamente en Europa una alternativa al hambre, la po-
breza y las guerras.
Es innegable que la Nicaragua sandinista está pagando hay un precio
moral, económico y social muy alto y devastador por la derrota que
sufrió en 1990 el desafío, impuesto por los Estados Unidos y numerosos
“consejeros” europeos, de introducir el pluralismo político. El caso de
Venezuela también es paradigmático. Al parecer, la introducción del
pluralismo político, la convocatoria a elecciones y la victoria democrá-
tica en ellas, y el aseguramiento de la libertad de prensa no bastan para
ser bien aceptados y queridos por Washington, Londres, Roma y Bruse-
las. Para ser admitidos en el grupo de los gobiernos democráticos y para
evitar el riesgo de ser añadidos a la lista de los gobiernos a los que se
“debe exportar la democracia” (como lo demuestran la guerra infinita
de Washington y los dos intentos de golpe de Estado contra el actual
gobierno venezolano) hay que cumplir sus planes, imponer su racionali-
dad del mercado, someterse a los dictados del FMI y aceptar el ALCA,
el Plan Colombia y el Plan Pueblo Panamá.
Hace unos meses (en octubre de 2003), uno de los autores de este
libro (Vasapollo) junto con otros investigadores italianos del CESTES
(Centro Studi Trasformazioni Economico-Sociali) tuvieron la oportu-
nidad de participar en una conferencia internacional organizada por el
Centro de Estudios Europeos de Cuba. Muchos representantes de fun-
daciones, centros de investigación y universidades asociados a los par-
tidos socialdemócratas europeos han participado durante años en esta
conferencia internacional. Durante los debates que siguieron a la pre-
sentación de los trabajos en las distintas sesiones, la delegación del
CESTES a menudo tuvo que rebatir las posiciones de otros delegados

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 285
europeos, sobre todo las posiciones no muy diferentes de las del DS
italiano, el SPD alemán y la Izquierda Unida española. Se debatieron
y entrechocaron muchas cuestiones —como el empleo asimétrico e
instrumental de las sanciones de la Unión Europea (que se aplican a
Yugoslavia pero no a Israel, a Cuba pero no a otros países), la omisión
de la responsabilidad de la Unión Europea en relación con la agresión
de la OTAN contra Yugoslavia, la retirada “político-diplomática” del
problema palestino— hasta la última sesión en la que la delegación
italiana atacó la hipocresía de la izquierda española que pontifica so-
bre los derechos humanos en Cuba pero guarda un silencio aquiescente
sobre la degeneración democrática que se viene produciendo desde
hace ahora dos años en España, donde se declararon ilegales algunos
partidos políticos, se cerraron periódicos, se documentaron muchos
casos de torturas y cientos de personas fueron acusadas de terrorismo
y encarceladas.
Si abordamos los acontecimientos cubanos fuera de su contexto, de-
bemos admitir que el pelotón de fusilamiento no es un escenario fácil de
aceptar en cualquier latitud, como tampoco son aceptables los procesos
contra “conspiradores”. Pero también es cierto que ningún historiador o
educador sería creíble si evaluara los resultados de la revolución france-
sas partiendo solo de la guillotina. ¿Cuáles son las alternativas que la
izquierda europea y la izquierda más radical pueden indicar a Cuba cuan-
do este país está obligado a elegir entre capitular ante la agresión norte-
americana o enfrentarla, toda vez que los Estados Unidos declaran sin
ambages que se proponen derrocar a aquellos gobiernos que juzgan se
oponen a su hegemonía y dado que ya comenzaron una “guerra preven-
tiva” con ese propósito? El destino de Nicaragua y los repetidos intentos
de golpe de Estado contra el gobierno venezolano demuestran que bajar
la guardia o aceptar las reglas que las “democracias” sugieren es suma-
mente peligroso para la supervivencia de las experiencias que constitu-
yen una alternativa al modelo inspirado por el imperialismo en su propio
“patio”. La guerra no declarada de los Estados Unidos no es un detalle
menor, sino un factor decisivo que influye, complica y amenaza la bús-
queda de un modelo democrático y socialista compatible con las aspira-
ciones que la revolución cubana representa. ¿Acaso no es mejor
perfeccionar su evolución defendiendo sus logros que anunciar una
nueva derrota? Esta es la alternativa y, a la luz de la guerra preventiva
desatada por los Estados Unidos, la diferencia radica en el modo cómo
uno elige.
La izquierda europea debe abrir un debate con los camaradas cuba-
nos, pero no se debe cometer el error de negar la solidaridad con el
proyecto revolucionario cubano y dejar de defenderlo. También en este
caso los muchos “si” y los muchos “peros” son venenosos y dañinos.
Lo grave y preocupante, aun para la izquierda europea, es que las
iniciativas francesas contra Cuba las encabezan, además de la ambigua

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286 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
sección francesa de “Reporteros sin Fronteras” (que nos recuerdan el
papel agresivo contra Yugoslavia de Médicos sin Fronteras de Francia y
su dirigente Bernard Kouchner), la ATTAC, los grupos trotskistas y la
mayoría actual del “renovado Partido Comunista francés”, es decir, el
sector dominante del PSE francés.
Según muchos investigadores cubanos, los países cuyos gobiernos de
derecha (Aznar, Berlusconi, Chirac) son más hostiles a Cuba son Fran-
cia, España e Italia. La complicidad con esta política del PCF en Fran-
cia, Izquierda Unida en España y el DS en Italia debe ser objeto de una
seria reflexión por parte de los militantes, votantes y simpatizantes de
estos partidos. También el heterogéneo movimiento antiglobalización
—cuya agenda plantea acertadamente que “otro mundo es posible”—
contra los señores de la guerra y los que dominan el mundo debía re-
flexionar sobre esta cuestión.
Es imposible mantenerse equidistante en el choque histórico y políti-
co entre la experiencia cubana y la agresión norteamericana, del mismo
modo que es imposible borrar la originalidad, las dificultades y los be-
neficios sociales y políticos de un proceso revolucionario como el cuba-
no. Es un error trágico tratar del mismo modo y sacar de su contexto la
norma y la excepción (la pena de muerte), la represión masiva y las
medidas coercitivas específicas, un original modelo de participación
política y el pluralismo liberal. Este error nubla la conciencia y debili-
ta las alternativas políticas y sociales de una Europa cada vez más reac-
cionaria.
Una mirada a América Latina muestra que en todo el contexto
geopolítico en el cual Cuba está integrada (y dentro del cual debe eva-
luarse la experiencia cubana), faltan derechos políticos, sociales y eco-
nómicos. Además, y no se trata de un detalle menor, la interferencia de
los Estados Unidos en el “patio trasero”, en esa América Latina que
aquel país considera su propio patio, parece estar destinada a crecer
considerablemente, lo que permitirá imponer a esos países el ALCA, el
Plan Pueblo Panamá, el Plan Colombia y desarraigar las aspiraciones a
una mayor independencia e integración económica que no tienen por
qué subordinarse al “consenso de Washington”.
En este sentido es vergonzoso y trágico que la Unión Europea trate de
unirse a las políticas norteamericanas. Con sus recientes posiciones
anticubanas, la Unión Europea parece dispuesta a realizar un “intercam-
bio inmoral”: luz verde a las políticas anticubanas de los Estados Uni-
dos a cambio de un mayor espacio para poder maniobrar en aquellas
zonas geopolíticas que le interesan a la Unión, como el Oriente Medio y
los Balcanes. Esto sería una nueva versión de la doctrina Monroe que
entregó a los Estados Unidos el control de América Latina. Es claro que
los movimientos europeos contra la globalización y la guerra no pueden
unirse a este proceso, sino combatirlo.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 287
Las relaciones entre los movimientos
y los grupos europeos de poder

Sería erróneo subestimar un factor fundamental: la convergencia objeti-


va entre los movimientos contra la globalización y la guerra en Europa y
la crisis estratégica surgida entre los intereses norteamericanos —diri-
gidos al mantenimiento de su propia hegemonía mundial— y las ambi-
ciones de núcleo duro europeo (Alemania y Francia), cuyo propósito es
competir con los Estados Unidos en el campo económico, financiero,
político y, como tendencia, militar.
Este aspecto, en modo alguno, es secundario porque ha contribuido
significativamente a crear un “sentido común” contra la guerra muy di-
fundido en Europa, y porque contribuirá, tarde o temprano, a crear pro-
blemas de autonomía y resistencia al movimiento antiglobalización. Estos
problemas serán mucho más difíciles y complejos que aquellos que has-
ta ahora ha estado confrontando el movimiento. La reaparición del na-
cionalismo en Europa, que es una contribución al antiamericanismo
europeo, puede hoy día ser un aliado contra la guerra, pero en un futuro
podría entrar en conflicto con la visión clasista e internacionalista de la
realidad.
Un cierto “antiamericanismo”, que ciertos sectores de los grupos de
poder europeos estimulan aquí y allá, es muy diferente por su naturaleza
y análisis al antimperialismo internacionalista, que es uña y carne del
DNA del movimiento europeo. El antiamericanismo es útil para definir
una “identidad europea” (negativamente concebida, es decir, como lo
opuesto al modelo norteamericano predominante a finales de la década
de los noventa), que las clases dominantes no han sido capaces de de-
sarrollar mientras construían, a través de medidas antipopulares y
antidemocráticas, la Unión Europea del Tratado de Maastricht.
En Europa existe un movimiento de masas que es amplio y está arti-
culado y enraizado en la sociedad; este movimiento comienza a conver-
tirse en algo más que un movimiento de opinión, aunque todavía no ha
llegado a ser un nuevo bloque social antagónico. Las contribuciones
teóricas y prácticas, que ocasionalmente tratan de resolver el problema
de la representación política del movimiento, dejaron de ser una moda
intelectual o un intento de explotar políticamente el movimiento para
convertirse en el problema principal que el movimiento tendrá que en-
frentar tarde o temprano.
El problema se está haciendo serio para los líderes de la socialdemo-
cracia europea, quienes se han visto obligados a adoptar una postura
contra la guerra que no deseaban asumir (y que lo hicieron con renuen-
cia y obvias reservas mentales). Las direcciones asociadas y reformistas
deben arreglar cuentas con un movimiento que abarca importantes sec-

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288 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
tores de los sindicatos oficiales, virtualmente todos los sindicatos de
base, una parte considerable de las asociaciones de base y los partidos
de izquierda (total o parcialmente), pese a los problemas que esto entraña.
Pongamos un ejemplo de los problemas que aún permanecen sin re-
solver: la lucha contra la guerra y el liberalismo es ahora mismo el míni-
mo común denominador que caracteriza el movimiento. Sin embargo,
esto no implica que será posible evitar una discusión seria de las cues-
tiones esenciales.
a) Existe un sector dentro del movimiento, que en modo alguno es
minoritario, que retuvo o redescubrió el imperialismo como una catego-
ría que permitiría interpretar la crisis del sistema que está empujando
hacia la guerra. Hay convergencia entre la práctica y el análisis antim-
perialistas de este sector y los de otros sectores (como ATTAC y muchas
organizaciones no gubernamentales, sindicatos oficiales y numerosos
grupos religiosos) en relación con la movilización contra la guerra. Pero
también existe una divergencia relacionada con los sujetos y procesos
que conducen el sistema capitalista a la escalada militar. Esta conver-
gencia está llamada a durar a condición de que un debate abierto y justo
mantenga los elementos de unidad, al tiempo que admite y legitima los
elementos de divergencia. En caso contrario, no es difícil prever que los
sectores reformistas y antimperialistas se dividirán, por lo que los ele-
mentos de convergencia y unidad devendrán fortuitos.
b) En segundo lugar, a la luz de la represión del movimiento por los
gobiernos, el debate de las formas de lucha es un problema que tarde o
temprano tendrá que solucionarse y evitar el falso dilema entre violen-
cia y no violencia. Hasta el año 2000, en Génova, era posible acusar al
movimiento, por un lado, de emplear formas demasiado radicales de
lucha y, por otro, de que sus contenidos eran reformistas. Pero ahora
somos testigos de una especie de vuelta atrás: una radicalización de los
contenidos de la lucha acompañados de formas moderadas de ella. El
“no” a la guerra o el “con o sin la ONU” ha sido sin lugar ha dudas un
salto adelante cualitativo en relación con las ambigüedades de la “guerra
humanitaria” contra Yugoslavia. Al mismo tiempo, el reclamo de un
ingreso social para los trabajadores temporales y desempleados, un in-
greso social desvinculado de los escasos amortiguadores sociales y de la
precariedad de los actuales contratos de trabajo, son indicativos de un
creciente radicalismo que es equiparable a las demandas políticas y sin-
dicales más avanzadas de los trabajadores. Pero, también es evidente
que el movimiento contra la guerra europeo debe resolver el problema
de la legitimidad de la resistencia popular —aun en sus formas más
“violentas— en aquellos países donde la ocupación extranjera colonial
y militar o la opresión local no deja espacios para que los movimientos
de masas maniobren.
c) Otro tema que debe debatirse y elaborarse es el de las alianzas
sociales y la confrontación política mediante las cuales este movimiento

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL CAMBIO DE ÉPOCA: LA CONEXIÓN EUROPEA 289
intenta participar en conflictos sociales más amplios. En el aspecto for-
mal, los sindicatos tradicionales y oficiales se encuentran ahora “den-
tro” de este movimiento, mientras que los sindicatos de base en Francia
e Italia han estado “adentro” desde hace algún tiempo.
En más de una ocasión nos hemos referido al “fin de la maldita década
de los noventa”, una década durante la cual el neoliberalismo y la con-
certación social coexistieron dentro del marco de las ambiciones mun-
diales (o en todo caso europeas) de la socialdemocracia, y dentro del cual
los sindicatos oficiales desempeñaron un papel decisivo. Pero, hay que
admitir también, que algunos sectores de los sindicatos italianos y espa-
ñoles están lanzando interesantes señales relacionadas con la relación
entre la representación política y el movimiento obrero. Estas señales y
primeros pasos están capturando la atención del sindicalismo de base.
El reformismo “radical” de la “izquierda” socialdemócrata contiene
elementos novedosos. Pero esto no debe se motivo para que renuncie-
mos a destacar lo que los diferencia del proyecto y la estrategia revolu-
cionarios. No está claro si ese reformismo se limita a un debate con los
dirigentes socialdemócratas en época de elecciones. Ya no es suficiente
subrayar, a fin de ganar la confianza y el consenso de la izquierda o de
este movimiento, que durante los cinco años de gobiernos socialdemó-
cratas europeos (Jospin, Prodi-D’Alema, Schroeder, Blair, etcétera) las
condiciones económicas y políticas fueron menos graves.
Pero el debate sobre las alianzas no se limita al frente social y político
interno o regional. El problema de la alianza (o de una línea común)
entre la “gente de Seattle” y la “gente de Durban”, todavía es un proble-
ma de actualidad que espera ser resuelto.
Nos enfrentaremos a una fase de experimentos, iniciativas y confron-
taciones tumultuosas y positivas, tanto dentro como fuera de este movi-
miento europeo. Su autonomía y unidad deben defenderse y sus límites
han de superarse si se le quiere dar una configuración antimperialista y
anticapitalista.
No será este un proceso automático, repentino y visible; será mucho
más conflictivo que aquellos a los que nos hemos acostumbrado en Eu-
ropa. Esto podría provocar divisiones, desestabilizaciones y represalias.
Instrumentos como el proteccionismo, el terrorismo y la represión obli-
garán a la izquierda y los movimientos europeos a analizar intensamen-
te y a realizar iniciativas políticas de más trascendencia que aquellas a
las que suelen recurrir los políticos europeos.
Uno de los temas que provocó más de un debate es el de si la fase de
concertación trilateral entre los Estados Unidos, la Unión Europea y
Japón (en la que se fundaba el conflicto global contra la URSS en la
época de la Guerra Fría), llegó a su fin y comenzó una fase nueva de
competencia global entre los diferentes polos estratégicos del imperia-
lismo moderno. Un debate aún más encarnizado tiene lugar dentro del
grupo de parlamentarios europeos de izquierda en Strasburgo sobre las

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290 LA POLÍTICA DE RESISTENCIA ANTIMPERIALISTA
tesis de muchos partidos comunistas europeos que ignoran por comple-
to no solo esta nueva fase, este cambio histórico, sino sobre todo sus
causas y consecuencias. Tesis como la de Negri sobre el Imperio o sobre
el fin de los Estados nacionales deben ser objeto de renovado debate.
Los hechos son testarudos y, hoy día, son dramáticamente evidentes
para todos. Es por ello, que debemos comprender las tendencias y co-
menzar a articular estrategias y tácticas adecuadas que garanticen la in-
dependencia del punto de vista antimperialista y de la capacidad de acción
de las organizaciones antimperialistas; además, deben orientar las ini-
ciativas de los movimientos de masas, los sindicatos y los “políticos”.
La izquierda europea y los movimientos contra la guerra y la globaliza-
ción serán aplastados por este cambio de época si no van más allá de la
discusión de las tácticas, sobre todo las de índole electoral, y si no son
capaces de discernir las tendencias actuales interrogando el pasado para
sacar lecciones de la historia.

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BIBLIOGRAFÍA 291
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