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CONCEPTO: El principio de legalidad o primacía de la ley es un principio fundamental, conforme al cual todo
ejercicio de un poder público debe realizarse acorde a la ley vigente y su jurisdicción, y no a la voluntad de las
personas. Si un Estado se atiene a dicho principio entonces las actuaciones de sus poderes estarían sometidas a
la constitución y al estado actual o al imperio de la ley.
FUNDAMENTO TEORICO
Desde una perspectiva general, el principio de legalidad presupone y dispone una actuación de los
órganos estatales conforme al ordenamiento jurídico. Es decir, la sentencia de un juez se ajusta a
derecho, que el acto administrativo se ajusta al ordenamiento en su conjunto, y que la ley se ajuste a la
Constitución.
Se conoce también como principio de juridicidad, el cual fija una limitación jurídica del poder público,
entendido el término limitación en un sentido amplio.
El principio de juricidad impone, por tanto, la exigencia de normas jurídicas que vinculan a la
Administración cuando actúa y que de este modo la sometan a Derecho.
En efecto, el principio de legalidad exige que no se autorice a la administración para perseguir
libremente sus fines, que no se concedan apoderamientos en blanco y que las normas sirvan de criterio
para enjuiciar en su contenido la actuación administrativa.
Art. 6 inc. 1 dispone: ‘’ Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella y garantizar el orden institucional de la Republica”.
El artículo 6 puede ser analizado desde diversas perspectivas:
1. Imperatividad del ordenamiento jurídico. La adquieren las normas constitucionales respecto
del Estado. Lo que se desprende del art. 6º inc. 1º es que allí se encuentra la base de la
consagración del principio de legalidad a nivel constitucional.
2. Eficacia normativa de la Constitución. Desarrollada en el art. 6 inc. 2 CPR ‘’ Los preceptos de
esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda
persona, institución o grupo’’ Este precepto sienta la eficacia de la CPR así como la eficacia
horizontal entre los particulares, respecto de dicha norma
3. Recapitulación y corolario: El Art. 6 inc. 1 dispone “Los órganos del Estado deben someter
su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella y garantizar el orden
institucional de la Republica”, dicha disposición se justifica en cuanto somete a la legalidad la
actuación de los órganos del Estado, y en especial a la Administración Pública. Mientras que el
inciso 2 del art 6º “Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo’’, sienta claramente la
eficacia normativa directa de la Constitución, porque, hasta hace no mucho, la Constitución era
considerada una norma programática, que requería para su aplicación un desarrollo legislativo
posterior.
4. Se trata de un principio de juricidad: En realidad, mas propio que hablar de legalidad
corresponde hablar de juricidad, y sobre todo nosotros, que en los incisos 1º y 2º del art 6º
contamos con una sujeción a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. Y ello resulta
de vital importancia, toda vez que no se agota el principio con la sujeción solo a la ley; el
principio de juricidad supone respetar toda la pirámide normativa, en cuanto al grado y en
cuanto a la materia. Es más bien una sujeción al bloque de la juricidad.
SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCION:
El art. 6º inc 1 al referirse a la sujeción a las normas dictadas conforme a la Constitución, es susceptible de dos
interpretaciones:
1. Las disposiciones que no contradicen la norma constitucional, es decir, obligan sólo aquellas
normas que son constitucionales. En tal sentido, podemos señalar que una norma como la del art. 6º
inc 1, no solo es manifestación de la imperatividad de la norma constitucional, sino en su relación con
su inciso 2º, supone la consagración del principio de supremacía constitucional.
2. Aquellas normas que son dictadas conforme a la Constitución, es decir, que se someten a los
procedimientos previstos para la producción legislativa establecidos en la propia constitución, es decir,
las leyes (LOC,LQC, o comunes), Decretos con Fuerza de Ley, Tratados internacionales y reglamentos.
Pero respecto de las demás normas que integran el ordenamiento jurídico, no regiría ese
corolario, por ejemplo, los Decretos Leyes, normas propias de los gobiernos de facto. Evidentemente,
esta conclusión respecto de los DL conduce al absurdo. La Administración Pública también está
vinculada por los DL, como también lo esta por los principios generales del Derecho, o incluso, por su
propio precedente administrativo, apoyado en el principio de protección de la confianza legítima, sin
que pueda sostenerse seriamente que no constituyen fuentes del Derecho Administrativo.
En definitiva, debemos afirmar que la sujeción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella,
lo que hace es establecer un principio de juricidad, que debe orientar el actuar de la Administración
Pública.
El ordenamiento jurídico que se produce de acuerdo con la Constitución, esta protegido por esta
presunción de legitimidad, que no admite desconocer la norma mientras no sea declarada
inconstitucional por el órgano que corresponda (Tribunal Constitucional).
El inciso 3 del art. 7º señala que “todo acto en contravención a este artículo es nulo y originara las
responsabilidades y sanciones que la ley señale”, esto se entiende como nulidad de Derecho Público.
Esta norma es básica para entender el sistema de nulidad de Derecho público.
Se entiende entonces que habrá nulidad cuando falte competencia, investidura o alguna formalidad.
Los actos que caen en ilegalidad sustantiva no podrían aplicárseles esta norma, toda vez que no incurren
en las causales que señala el artículo.