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Comentario oral individual: Fragmento III

José Hernández, considerado uno de los mayores autores argentinos, es el


creador de “El gaucho Martín Fierro”.
Hernández nació el 10 de Noviembre de 1834 en una chacra situada pocos
kilómetros al noreste de Buenos Aires, la capital de Argentina, donde vivió hasta la
edad de seis años. Luego, durante el período comprendido entre su seis y nueve años,
vivió en una quinta, localidad en la cual su madre fallece en 1843, antes de cumplir él
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diez años de edad. Tras este rotundo cambio en la vida de los Hernández y por
cuestiones laborales, la familia se muda al sur de la provincia de Buenos Aires, a la
región de la Pampa, donde el poeta vive por diez años. Por lo tanto, fue durante su
adolescencia en la campaña que Hernández conoció desde adentro la vida del gaucho y
aprendió a valorar su riqueza y su miseria.
Poco antes de cumplir veinte años, Hernández adoptó nuevos rumbos. En 1956
comenzó a ejercer el periodismo en Buenos Aires y se integró al Partido Federal
Reformista liderado por Rosas. A su vez, en 1869 fundó el diario El Río de la Plata, que
se caracterizó desde el primer número por su fuerte oposición al gobierno de Sarmiento.
Con frecuencia dirigió sus artículos hacia la defensa del gaucho, denunciando la
persecución que de éste hacían las autoridades de la campaña. Las duras críticas de
Hernández terminaron despertando la reacción del gobierno, y al cabo de un año el
periódico fue clausurado. Como legislador, más tarde, Hernández prosiguió su campaña
en defensa de los derechos del gaucho.
Como parte de su proyecto político, Hernández escribe “El gaucho Martín
Fierro” en 1872, también conocido como el poema de la queja, en el cual plantea su
tesis de que el gaucho es el único agente constructor de la Argentina como potencia. Por
lo tanto, “El gaucho Martín Fierro” no es un paréntesis recreativo en la vida del poeta,
sino la culminación de sus más sentidos ideales cívicos.
El último período de su vida se desarrolló en Belgrano, donde muere el 21 de
octubre de 1886, a la edad de cincuenta y un años.
En cuanto al género literario de la obra, la tradición representada en críticos
emblemáticos tales como Unamuno o Leopoldo Lugones clasifican “El gaucho Martín
Fierro” como épico lírico. Por un lado es considerado épico, dado que narra las hazañas
y la lucha del protagonista contra la adversidad y la injusticia. Por otro lado, lo califican
como lírico por su estructura externa, la cual se basa en estrofas de seis versos
octosílabos con rima consonante, llamados coplas o sextillas.
Sin embargo, Jorge Luis Borges toma distancia de esta posición y plantea que
“El gaucho Martín Fierro” es una narración con el “accidente del verso", sugiriendo
que lo relevante de la obra no es la musicalidad, sino el relato en sí.
Dentro de las distintas clasificaciones que existen de títulos, "El gaucho Martín
Fierro" es epónimo, dado que adelanta la nominación del protagonista. Sin embargo, no
solo se presenta su nombre sino que, a su vez, se indica que es gaucho. Por lo tanto, 2
entendemos que la identidad de Fierro está construída alrededor de esta condición. Este
mecanismo también presenta a Martín Fierro como una figura representativa de toda la
comunidad gaucha.
Adentrándonos en la estructura interna del fragmento que se me ha asignado,
éste se constituye de las estrofas cuatro a siete del segundo canto de la obra literaria.
Como primer punto de análisis, en la primera estrofa es posible identificar que el poema
es un relato retrospectivo. En relación a esto, en los primeros cuatro versos leemos: “Yo
he conocido esta tierra/ en que el paisano vivía/ y su ranchito tenía/ y sus hijos y
mujer...” “He conocido” corresponde a la conjugación del verbo conocer en el tiempo
pretérito perfecto compuesto de la primera persona del singular. Este tiempo verbal hace
referencia a acciones ya finalizadas, destacando que el tiempo de prosperidad en la vida
de la voz lírica acabó. Sin embargo, usualmente estas acciones, a pesar de haber
terminado, tienen aún alguna relación con el tiempo presente. Es decir, la voz lírica, al
utilizar el pretérito perfecto compuesto, se acerca al mencionado tiempo de felicidad, lo
sitúa más cerca del presente. Por lo tanto, a pesar de ser un relato retrospectivo, se
destaca cierta melancolía por parte de Martín Fierro al hacer de este pasado feliz un
período que se desarrolló en un tiempo más cercano al presente.

Ésta mencionada melancolía que surge de evaluar el próspero pasado se destaca,


no solo al comienzo de la primera estrofa, sino a lo largo de todo el fragmento a través
de distintos mecanismos. El primer mecanismo es el uso del pronombre personal “yo”,
en el primer verso de la primera estrofa del fragmento. A pesar de que la persona
gramatical se encuentra explícita en la conjugación en tiempo pretérito perfecto
compuesto del verbo conocer, la voz lírica antepone el pronombre personal “yo” con la
finalidad de enfatizar y magnificar el valor emocional y la melancolía que le generan los
elementos que perdió: el rancho, los hijos y la mujer.
Por otro lado, la melancolía también se genera mediante la repetición del
pronombre posesivo “su”, en el tercer y cuarto verso de la primera estrofa. Éstos leen:
“y su ranchito tenía/ y sus hijos y mujer...”. Esta repetición intensifica la desgracia
presente del personaje, dado que se contrapone lo tenido con lo perdido. Sin embargo,
es importante destacar que la realidad planteada en estos versos es ficticia, dado que no
se ha podido demostrar que el gaucho en algún momento de la historia haya tenido
efectivamente una familia propia, si no que por el contrario, es considerado un ser
nómade. Esta realidad ficticia pudo haber sido creada por José Hernández con la 3
finalidad política de presentar al gaucho como un ser civilizado e insertable en la
sociedad.

En estas mismas líneas se encuentran las figuras literarias del polisíndeton y la


anáfora, ambas en el conector aditivo “y”. Éstas generan un efecto similar al pronombre
posesivo analizado anteriormente, ya que dispone lo que Martín Fierro ha perdido.

El último mecanismo a analizar es el uso de la elipsis, la cual se encuentra


presente una vez en la primera estrofa y dos veces en la segunda. Ésta indica
meditación, emoción y melancolía.

Otro aspecto de análisis en el fragmento es la predominancia semántica de


elementos naturales. Este campo semántico se ve generado a partir de términos como
“tierra”, “lucero”, “cielo”, “gallos”, “pájaros”, entre otros. La predominancia de
elementos naturales es una característica propia del Romanticismo, movimiento literario
que se desarrolló en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. A su vez, esta
predominancia de elementos naturales también puede referir a la tesis de Hernández, la
cual afirma que el gaucho es el poblador por excelencia del campo.

En este pasaje se evidencia una clara representación del habla rural. Por ejemplo,
en el primer verso de la tercer estrofa leemos: “jogón” y en el cuarto verso de la cuarta
estrofa: “apiarse”. Este lenguaje se ve justificado en el subgénero de la obra literaria que
es la Literatura gauchesca. Obras pertenecientes a este subgénero literario son escritas
por individuos cultos, en el caso de “El gaucho Martín Fierro” por José Hernández, que
pretenden imitar el habla y las costumbres del gaucho.
Finalmente, en la tercera estrofa del fragmento se destaca una sociedad patriarcal
en la medida en que se presenta a la “china” como propiedad de Martín Fierro. Esta idea
se genera mediante el uso del pronombre posesivo “su”. Esta idea también se vincula
con la gradación ascendente de elementos positivos que encontramos en la última
estrofa, la cual culmina con la imagen de “las gallinas apiarse”. Esta connota amor, algo
que Martín Fierro perdió cuando fue llevado a la frontera.

En conclusión, en este fragmento predomina la oposición entre el pasado y el


presete, entre lo tenido y lo perdido.

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