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Participante.

Oscar taveras lopez.

Matricula: 15-6146

Asignatura.

Procesal Civil. I

Tema.VI.

El Referimiento

Facilitador.

Lic. Pedro Rafael Escolástico

Recinto.

Oriental.

Agosto del 2015.


REFERIMIENTO

CONCEPTO

En la obra “Vocabulario Jurídico” de Henri Capitant, se lee, textualmente, que el “referi-


miento” es un “trámite rápido y sencillo tendente a obtener del presidente del tribunal
civil o de comercio una ordenanza que resuelva provisionalmente una incidencia, sin
decidir sobre el fondo del asunto, y en caso urgente o de dificultad en la ejecución
forzada de un título ejecutivo”.

El profesor Artagnán Pérez Méndez, ha definido el “referimiento” diciendo que es “un


procedimiento excepcional, al cual se acude en caso de urgencia y para las dificultades
de ejecución de una sentencia o de un título ejecutorio”, agregando más adelante este
ilustre jurisconsulto, que “también se puede acudir al juez de los referimientos para que
éste prescriba una medida conservatoria para prevenir un daño inminente o para hacer
cesar una turbación manifiestamente ilícita” (su obra sobre Procedimiento Civil, tomo 1,
edición de 1989, página 207).

Jacinto Bienvenido Valdez, en su libro Las Vías de Recursos, 1999, página 60, citando
a M. Perrot, ha indicado que este maestro francés adujo, respecto al “referimiento”, que
se trataba de “un procedimiento que tiende a obtener rápidamente del Tribunal una
decisión que tiene un carácter provisional...”, y que presenta “...tres caracteres
específicos: Rapidez, juez único, carácter provisional”.

Héctor A. Cordero Frías, en “Competencia del Juez en Atribuciones de Referimiento”,


1981, página 7, opina que dicha institución es “... una vía de acción que permite
obtener ligeramente una justicia inmediata en todos los casos urgentes y para todas las
dificultades de títulos ejecutorios”, agregando que “es un procedimiento abreviado”.

ORIGENES

La palabra “referimiento” proviene de la voz francesa “référé”. Esta, a su vez, viene del
latín “référé”, que significa precisamente “referir”.
Pero es harto conocido el hecho de que el “referimiento” como institución jurídica no es
de origen romano, sino de origen francés. Lo único que ella ha tomado de Roma es el
vocablo, la palabra, puesto que la lengua francesa proviene o deriva del latín vulgar
hablado antiguamente en ésta.

El referimiento fue reglamentado en Francia por vez primera mediante edicto real del
22 de enero de 1685, aunque ya existía en París mucho antes de esa fecha. Luego
quedó plasmado estructuralmente en el Código de Procedimiento Civil napoleónico de
1804, desde el artículo 806 al artículo 811, los cuales, entre nosotros, fueron después
derogados y sustituídos por los artículos 101 a 112, y 136, 137, 140 y 141, de la Ley
No. 834, del 15 de Julio de 1978, aún vigentes.

APLICACIÓN

El artículo 109 de la Ley 834, de 1978, establece textualmente que “en todos los casos
de urgencia, el presidente del tribunal de primera instancia puede ordenar en referi-
miento todas las medidas que no colidan con ninguna contestación seria o que justifi-
que la existencia de un diferendo”.

De ese artículo resulta que hay lugar a la apertura del referimiento en todos los casos
de urgencia. Esta es pues una de sus condiciones más necesarias e imprescindibles.

La urgencia es una cuestión de hecho que se deja a la soberana apreciación del juez,
quien siempre deberá hacerla constar en su ordenanza, preferiblemente de manera
expresa, aun cuando pudiere inferirse o deducirse implícitamente de ésta.

Es pues, como tal, inherente al referimiento, mas, siendo precisamente asunto de


hecho, escapa al control de casación.

Se podría decir, no obstante, que ella, la urgencia, existe cuando se requiera tomar una
medida provisional, apremiante e inmediata, destinada a evitar un daño irreparable, sin
perjudicar o tocar nunca el aspecto principal.

Incluso, ha sido estimado que desde que existe la urgencia, la competencia del juez de
los referimientos resulta ser de orden público.
Sin embargo, no procede el referimiento, pese a la urgencia, si con él se pretende dilu-
cidar el fondo de los derechos invocados, o bien cuando éstos son seriamente contradi-
chos.

Sencillamente, no es posible plantear al juez de los referimientos una situación jurídica


que es perfectamente invocable y sostenible ante los jueces del fondo.

Asimismo, la existencia previa o concomitante de un diferendo, de una confrontación,


justifica el referimiento, una vez fuere comprobada y advertida la urgencia. Esto es, en
el transcurso de una instancia principal.

Es lo que sucede, por ejemplo, cuando se requiere el nombramiento de un secuestrario


judicial con motivo de una demanda en partición de bienes sucesorales.

De su lado, el artículo 110 de la Ley 834, previamente citada, dispone que “el presiden-
te puede prescribir en referimiento las medidas conservatorias que se impongan, sea
para prevenir un daño inminente, sea para hacer cesar una turbación manifiestamente
ilícita. En los casos en que la existencia de la obligación no es seriamente discutible,
puede acordar una garantía al acreedor”.

Así, se puede apoderar en referimiento desde el instante mismo en que se advierta que
se podría ocasionar al interesado un daño cualquiera, a fines precisamente de evitarlo.

Como también en los casos en que se ha producido alguna turbación ilícita y actual,
mediante vías de hecho.

En ambas hipótesis, la urgencia, condición indispensable para la procedencia del referi-


miento, está sobreentendida y no se requiere su demostración.

Parece imponerse el criterio de que, además, en tales casos o circunstancias,


“tampoco sería obstáculo para la medida conservatoria la existencia de una contesta-
ción seria” (F. Taváres, Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, sexta
edición, volumen II, página 87, revisada por Froilán J.R. Taváres y Margarita A.
Taváres).
“La urgencia no debe confundirse con la celeridad. Un asunto requiere celeridad desde
que exige una solución más expedita que aquella que se podría obtener siguiendo los
plazos ordinarios del procedimiento... El asunto no es urgente más que cuando hay
peligro inminente en la demora, es decir, cuando el demandante no puede esperar, sin
comprometer gravemente sus intereses, la expiración del plazo de una demanda aún a
breve término, en el caso, según las expresiones del tribuno Favard, estaríamos sin
justicia, si la decisión no es rendida en el instante mismo en que la dificultad se
presenta” (Américo Moreta Castillo, Revista Jurisciencia, volumen 1, No. 6, enero a
mayo de 1987, página No. 25, citando a Bioche, M., Dictionnaire de Procédure Civile et
Comérciale, tome V, Paris: Durand, 1867, página 699, p. 16).

La parte in fine del artículo 110 de la Ley No. 834, de 1978, permite expresamente al
juez de los referimientos acordar una garantía a todo acreedor que sostenga frente a su
deudor una obligación que no sea seriamente discutible, sin que pueda, bajo ninguna
circunstancia, adentrarse en el examen del fondo.

Es posible también acudir en referimiento a fines de hacer retractar o modificar una


ordenanza sobre requerimiento, conforme con los artículos 48 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil, modificados por la Ley 845, del año de 1978, a propósito del
embargo conservatorio general y de la hipoteca judicial provisional.

Así pues el artículo 48 de la Ley 845 establece al final que “la parte interesada podrá
recurrir en referimiento ante el mismo juez que dictó el auto”.

Y el 50 dice que se podría levantar el embargo conservatorio “por instancia dirigida al


juez de los referimientos mediante la consignación en manos del secuestrario que éste
tenga a bien designar de las sumas necesarias para garantizar las causas del
embargo, en principal, intereses y costas”.

Agregando en su parte in fine que “el juez apoderado del litigio o el juez de los referi-
mientos podrá ordenar la cancelación, reducción o limitación del embargo, en cualquier
estado de los procedimientos, cuando hubiere motivos serios y legítimos”.
El artículo 56, que trata sobre la hipoteca judicial provisional, determina que el artículo
50, que se refiere, como se ha dicho, al embargo conservatorio general, le es aplicable
íntegramente también a ella.

No es admisible, sin embargo, la demanda en referimiento en estos casos, si ya ha sido


lanzada previamente la demanda en validez de embargo retentivo. Y en torno al
embargo conservatorio general y la hipoteca judicial provisional, parece mantenerse el
criterio externado por la Suprema Corte de Justicia mediante sentencia del 12 de
diciembre de 1984, B.J. 889, página 3291, y del 22 de febrero de 1985, B.J. 891,
página 423, en el sentido de que para estas medidas precautorias está abierta la vía
del referimiento siempre y cuando la misma sea iniciada antes que la demanda en
validez o sobre el fondo, salvo los casos de sustitución del embargo conservatorio por
otra garantía.

Para salvar este escollo, se admite que es posible entonces entablar una demanda a
breve término, en atención a las disposiciones del párrafo II del artículo 72 del Código
de Procedimiento Civil, “... en la cual se podrá pedir de manera principal y si hubiere
fundamento, la nulidad del embargo retentivo y hasta indemnizaciones por los daños y
perjuicios que el referido embargo haya causad. Esto último no se hubiera podido pedir,
si se hubiere apoderado al tribunal por la vía de los referimientos” (Américo Moreta
Castillo, Revista Jurisciencia, volumen 1, No. 6, enero a mayo de 1987, página 21).

Por demás, Rafael Luciano Pichardo, en su libro DE LAS ASTREINTES Y OTROS


ESCRITOS, 1996, de la página 191 a la página 200, ha sostenido, con indudable
acierto, que cuando la ordenanza en referimiento dispone el levantamiento de alguna
medida precautoria o conservatoria acordada por autorización del juez y en ausencia
de título ejecutorio, es oponible e inmediatamente ejecutable respecto a los terceros, en
virtud de que esa especial decisión es ejecutoria provisionalmente por mandato
expreso de la ley.

El referimiento está abierto además en todos aquellos casos en que se pretenda


facilitar o suspender la ejecución de una sentencia u otro título ejecutorio cualquiera, de
conformidad con los términos generales del artículo 112 de la Ley 834 de 1978.
En este tipo especial de referimiento la urgencia siempre se presume, y el texto legal
mencionado no la condiciona o subordina a la ausencia de contestación seria.

En República Dominicana es posible utilizar esta vía expedita y especial para los
asuntos comerciales. La ley, ciertamente, no ha establecido distinción alguna al
respecto.

Incluso, el artículo 111 de la Ley 834 dice que “los poderes del presidente del tribunal
de primera instancia previstos en los artículos precedentes, se extienden a todas las
materias cuando no exista procedimiento particular de referimiento”.

Esta institución, sin embargo, no ha sido prevista para los tribunales de excepción,
como el Juzgado de Paz, a deducción de las disposiciones sobre la materia de la Ley
834 de 1978.

Tampoco es aplicable en derechos inmobiliarios registrados ni en proceso de sanea-


miento, según el artículo 9 de la Ley de Registro de Tierras No. 1542, como tampoco
es aplicable en materia administrativa, en virtud del acápite f del artículo 7 de la Ley
1494, del 2 de Agosto de 1947, ni en las materias de que conoce el Tribunal Contencio-
so Tributario ni en ninguna otra área del Derecho Público (ver su sentencia de fecha 17
de julio de 1996).

Mediante Sentencia de fecha 22 de noviembre de 2000, la Cámara Civil y Comercial de


la Suprema Corte de Justicia ha indicado que el referimiento no se puede utilizar con la
finalidad de obtenerse el sobreseimiento en las persecuciones de embargo inmobiliario,
por contener, esta vía de ejecución, una estructura legal propia y que se basta a sí
misma. Aunque en dicha Sentencia se habla de incompetencia, aparentemente debió
hablar de sustitución o nulidad de procedimientos, por aplicación del principio de pleni-
tud de jurisdicción que resulta del artículo 43 de la Ley 821 sobre Organización Judicial.

El referimiento procede de manera especial cuando se producen dificultades con


motivo de un proceso verbal de fijación de sellos (artículo 921 CPC), o de formación de
inventario a causa de partición (artículo 944 CPC), lo mismo que con motivo de las
previsiones de los artículos 607, 843 y 844 del aludido Código de Procedimiento Civil.
PROCEDIMIENTO

La demanda en referimiento se introduce mediante citación.

Dicha citación se puede realizar para el “día habitual de los referimientos”, que es el día
que, por Auto colocado a principios de cada año en la puerta principal del tribunal, el
Juez de Primera Instancia, en tales atribuciones, reserva para esos fines. Así no hay
que obtener, obviamente, su previa autorización para demandar en referimiento. Pero
en los distritos judiciales donde no existe establecido ese día habitual, se impone
solicitar al Juez de Primera Instancia autorización para citar en referimiento.

Asimismo, en aquellos asuntos especiales que requieren de extrema celeridad (párrafo


2 del artículo 102 de la Ley 834, de 1978), el juez de los referimientos puede permitir
citar, a hora fija, aun los días feriados o de descanso, sea en el local de las audiencias
o en su propia morada pero con las puertas abiertas.

Se ha indicado que el legislador quiso decir aquí extrema urgencia en vez de extrema
celeridad, por las circunstancias explicadas más arriba, pues el concepto de celeridad
se ha reservado especialmente para las demandas a breve término u otros
procedimientos afines.

En ocasiones el procedimiento empieza por acta levantada por Oficial Público


competente, cuando en cumplimiento de sus funciones, encuentra algún obstáculo
serio, remitiendo a las partes por ante el Juez de los Referimientos con miras a
solucionarlo, como acontece en los casos previstos por los artículos 607, 843, 844, 921
y 944 del Código de Procedimiento Civil. A esto es que tradicionalmente se le llama
“referimiento sobre acta”.

La ley no ha establecido plazo alguno entre la citación y la audiencia. El artículo 103 de


la Ley 834 de 1978 se ha limitado a decir que el juez se debe de asegurar que entre un
hecho y otro la parte demandada haya podido preparar sus medios de defensa. Así él
podría suplir de oficio este aspecto, remitiendo el asunto para otra fecha a tales fines.
En materia de referimiento, las partes tienen que estar representadas por Abogados,
tras la entrada en vigencia de la Ley 91 de 1983, que creó el Colegio Dominicano de
Abogados.

La audiencia se celebra como cualquier otra, en el local del Juzgado de Primera Instan-
cia, o en los casos de extrema urgencia, en la morada misma del juez. Esa audiencia
es pública, a menos que se trate de un asunto que la ley manda que se conozca a
puertas cerradas.

Los debates son esencialmente orales. Pero las partes pueden depositar conclusiones
escritas si ambas están presentes o representadas, y sin que nada desnaturalice la
rapidez que ha de caracterizar a este tipo especial de procedimiento.

Los incidentes de la instancia de derecho común podrían perfectamente suscitarse


también en materia de referimiento (excepciones de procedimiento, medios de
inadmisión, demandas en intervención, demandas adicionales, demandas
reconvencionales, etc.)

El juez puede ordenar, asimismo, a solicitud de parte, cualquier medida de instrucción


(informativo, comparecencia personal, comunicación de piezas, peritaje, etc.)

El asunto queda en estado de fallo tan pronto terminan los debates. Ese fallo debe ser
dictado lo más rápido posible, en virtud de las características que el mismo reviste.

Los jueces acostumbran, en la práctica, a otorgar plazos breves, que oscilan entre dos
y cinco días, para que las partes depositen escritos justificativos de sus conclusiones.

ORDENANZA

Las decisiones adoptadas en materia de referimiento, aunque constituyen, en


realidad, verdaderas y auténticas sentencias, son denominadas por la ley como
“ordenanzas” (artículos 101 y siguientes de la Ley No. 834, de 1978).

Esas ordenanzas han de ser leídas en audiencia pública. No es necesario dictámen


alguno del Fiscal.
El artículo 108 de la Ley 834 de 1978 establece que “las minutas de las ordenanzas de
referimiento son conservadas en la secretaría de la jurisdicción”.

Para los fines de ejecución, cuanto se hace es expedir, pura y simplemente, las
necesarias copias de la minuta correspondiente.

No obstante, si es preciso, el juez puede perfectamente disponer que la ejecución


proceda a la vista de la minuta (párrafo 2 del artículo 105 de la Ley 834, de 1978).

Las ordenanzas en referimiento no tienen, “en cuanto a lo principal, autoridad de cosa


juzgada”, como lo dice expresamente el artículo 104 de la Ley 834 de 1978. La
provisionalidad es precisamente uno de sus elementos esenciales y característicos, por
lo que, con ellas, no se debe nunca prejuzgar el fondo del asunto.

Ese mismo texto indica, sin embargo, en su segundo párrafo, que estas decisiones no
pueden ser modificadas ni renovadas, a no ser que surjan nuevos factores, elementos
o circunstancias. Dice al respecto Sergio Germán Medrano, en la revista Estudios
Jurídicos, volumen VI, número 1, enero a abril de 1996, páginas Nos. 118 y 119, que
“en la Gaceta Oficial No. 9478, de fecha 12 de Agosto de 1978, donde fue publicada la
Ley No. 834, y en la edición oficial del Código de Procedimiento Civil, se cometió el
error de colocar la palabra “renovada” en vez de la palabra “revocada”, que es la que
corresponde al texto del artículo 488 del Nuevo Código de Procedimiento Civil francés
adoptado por dicha Ley como su artículo 104”.

Igualmente, las ordenanzas en referimiento son ejecutorias provisionalmente, sin


necesidad de prestación de fianza (párrafo 1 del artículo 105 de la Ley 834 de 1978).
Pero el juez puede ordenar que se preste una, si lo estima necesario, como lo expresa
ese mismo texto.

El único recurso posible contra ellas es el recurso ordinario de apelación, nunca el de


oposición. El plazo para apelar es de quince días a contar de la notificación de la
ordenanza (artículo 106 de la Ley No. 834, de 1978).

El juez de los referimientos puede, en fin, de conformidad con las disposiciones del
artículo 108 de la Ley de que se trata, pronunciar condenaciones a astreintes,
liquidándolas a título provisional. Pero la Suprema Corte de Justicia, mediante
sentencia de fecha 31 de Mayo de 1989, B.J. 942, página 713, ha dicho que ello sólo
es posible para los casos en que se trata de obtener el cumplimiento de obligaciones
de hacer, mas no para los casos en que lo que se pretende es el pago de determinadas
sumas de dinero. También está facultado, dicho juez, para estatuir respecto a las
costas procesales, como se hace en la forma común.

COMPETENCIA

En razón de la materia, para el referimiento ordinario que prevén los artículos 101 al
112 de la Ley No. 834, de 1978, es el Juzgado de Primera Instancia la jurisdicción
competente.

No sólo porque dicha jurisdicción es de derecho común, y, por ende, con aptitud para
conocer de todo asunto no atribuido expresamente por la ley a un tribunal de
excepción, sino también porque incluso así resulta textualmente del artículo 109 de la
ley ya indicada.

Aunque ese artículo habla del “Presidente del Tribunal de Primera Instancia”, hay que
admitir que se trata de una misma realidad que resulta del carácter unipersonal que
tiene en República Dominicana ese órgano jurisdiccional del Estado.

En razón del territorio, por aplicación de la regla general actor sequitur forum rei, que
resulta de la primera parte del artículo 59 del Código de Procedimiento Civil de la
República Dominicana, el Juzgado de Primera Instancia competente para conocer de la
demanda en referimiento es aquél donde tiene ubicado su domicilio real la parte
demandada. Si no tiene, por ante el de su residencia.

Refieren Salvador Jorge Blanco y Orlando Jorge Mera, en la página No. 350 de la
revista Estudios Jurídicos, volumen IV, número 3, septiembre a diciembre de 1994,
que, “sin embargo, esa competencia queda excluida en determinados casos en los
cuales textos especiales determinan una competencia territorial distinta, tal como en
materia de embargo en reivindicación (artículo 829 CPC), o del lugar donde está el
mobiliario en caso de inventario o venta de los muebles de una sucesión (artículos 944
y 948 CPC), o del juez del Juzgado de Primera Instancia donde se efectúa la fijación de
sellos (artículo 921 CPC). De igual manera, el Juzgado de Primera Instancia
competente es el del lugar donde la medida debe ser aplicada. Se entiende que esta
competencia es concurrente con la del domicilio del demandado”.

En la pág. 348 de la revista mencionada, indican, esos renombrados jurisconsultos, que


“es necesario recordar que en materia de referimiento existe una regla de oro que
permite explicar la competencia en términos generales. El Juez de los Referimientos
competente es aquél de la jurisdicción que eso sería competente para estatuir sobre el
fondo del litigio conforme a los principios propios que señalan la competencia de cada
tribunal”.

Esa regla viene a aclarar las confusiones que trajo consigo el artículo 101 de la Ley 834
de 1978, cuando ésta fue puesta en vigencia, pues se entendía que no era posible
apoderar como Juez de los Referimientos al mismo juez que ya estaba apoderado del
fondo del litigio, encontrando esta tesis fuertes correligionarios.

Luego de levantarse contra dicha confusión la doctrina mejor acabada del país (Rafael
Luciano Pichardo, página 7 del Listín Diario de fecha 26 de enero de 1988; Juan
Manuel Pellerano Gómez, página 6 del Listín Diario de fecha 6 de febrero de 1990;
Emigdio Valenzuela, página 7 del Listín Diario de fecha 8 de abril de 1991; Emigdio
Valenzuela, página 7 del mismo periódico de fecha 20 de mayo de 1992; Salvador
Jorge Blanco y Orlando Jorge Mera, revista Estudios Jurídicos, volumen IV, número 3,
septiembre a diciembre de 1994, páginas 339 y siguientes), la Cámara Civil y
Comercial de la Suprema Corte de Justicia, mediante decisión de fecha 1ro. de octubre
de 1997, Boletín Judicial No. 1043, página 38, ha considerado al respecto lo siguiente:

“Considerando, que si bien es cierto que el artículo 101 de la Ley No. 834, de 1978,
que sustituyó determinadas disposiciones en materia de procedimiento civil, expresa
que «La ordenanza de referimiento es una decisión provisional rendida a solicitud de
una parte, la otra presente o citada, en los casos en que la ley confiere a un juez que
no está apoderado de lo principal, el poder de ordenar inmediatamente las medidas
necesarias», no es menos cierto que en nuestro ordenamiento jurídico procesal, el
Juez de los Referimientos competente es el de la jurisdicción que es competente para
estatuir sobre el fondo del litigio, y, por tanto, es el Juez de Primera Instancia que
conoce en materia civil o comercial el fondo de la contestación el competente para
resolver, como juez de los referimientos, sobre las medidas necesarias o urgentes que
le sean requeridas; que este criterio se corresponde con nuestro sistema judicial en que
el Juzgado de Primera Instancia, esté o no dividido en cámaras, constituye una unidad
de jurisdicción con plenitud para conocer, conforme el procedimiento de cada uno de
ellos, de los asuntos que les atribuyen los códigos, según el artículo 49 de la Ley de
Organización Judicial; que la circunstancia de que el artículo 101 de la Ley No.834,
exprese que la ordenanza de referimiento debe ser rendida por un juez que no está
apoderado de lo principal, no debe interpretarse en el sentido de que debe ser un juez
distinto al que conoce del fondo el que estatuya en referimiento, no solo por razones de
la organización y composición de nuestros tribunales de primera instancia apuntadas,
sino porque es la propia Ley No.834, en su artículo 109, la que ratifica la tradición
jurídica en esta materia que había consagrado el sustituido artículo 807 del Código de
Procedimiento Civil, cuando expresa: «En todos los casos de urgencia, el Presidente
del Tribunal de Primera Instancia puede ordenar en referimiento todas las medidas que
no colindan con ninguna contestación seria o que justifique la existencia de un
diferendo».

Esa decisión, sin embargo, en términos de nuestra práctica judicial, no parece haber
roto aún el criterio previamente externado por la misma Suprema Corte de Justicia
mediante sus Sentencias de fechas 12 de diciembre de 1984, B.J. 889, página 3291, y
22 de febrero de 1985, B.J. 891, página 423, en el sentido de que no es posible acudir
al Juez de los Referimientos a fines de obtenerse el levantamiento de las medidas
conservatorias después de radicada o lanzada la demanda en validez o sobre el fondo,
salvo los casos de sustitución de dichas medidas por otras garantías.

La Ley No. 50-00, de fecha 12 de Julio de 2000, que vino a modificar a la Ley No. 248,
de fecha 17 de enero de 1981, la cual modificó a su vez a la Ley de Organización
Judicial No. 821, de fecha 21 de noviembre de 1927, introdujo ciertos cambios
significativos dentro del ámbito jurisdiccional de lo que aún se entiende como “Distrito
Nacional”, así como dentro del ámbito jurisdiccional del distrito judicial de Santiago de
los Caballeros.

Dicha ley, en efecto, suprimió las antiguas circunscripciones que existían en esas
demarcaciones territoriales, estableciendo en el ordinal A de su artículo 1 que “en el
Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional habrá una Cámara Civil y
Comercial...”, que “estará compuesta por seis (6) y hasta doce (12) jueces...”, así como,
en el Ordinal B de dicho artículo, que “en el Juzgado de Primera Instancia del Distrito
Judicial de Santiago de los Caballeros habrá una Cámara Civil y Comercial...” que
“estará compuesta por cuatro (4) y hasta ocho (8) jueces...”

En su artículo 2, la Ley citada dispone que “la Suprema Corte de Justicia designará, de
entre los jueces de cada una de las cámaras Civiles y Comerciales supraindicadas, un
Juez Presidente, un Primer Sustituto y un Segundo Sustituto de Presidente para cada
una de ellas, teniendo el Juez Presidente, entre otras funciones, la de encargarse de la
distribución y asignación, entre dichos jueces, mediante un sistema aleatorio
computarizado, de los casos que deba conocer las mencionadas cámaras de lo Civil y
Comercial, y del manejo administrativo de las mismas”.

Corresponde también a los presidentes de las Cámaras Civiles y Comerciales de los


Juzgados de Primera Instancia del Distrito Nacional y de Santiago de los Caballeros,
dentro de sus respectivos territorios, conocer acerca de las demandas en referimiento
que por ante ellas se introduzcan, de conformidad con las disposiciones contenidas en
el párrafo XV de ese mismo artículo 2 de la Ley No. 50-00.

Dichos Presidentes pueden, sin embargo, delegar estas facultades al Primer o al


Segundo Sustituto, o bien a cualquier otro juez que forme parte de la misma Cámara,
siempre y cuando éste “no haya sido apoderado de lo principal” (parte in fine del citado
párrafo XV del artículo 2 de la Ley No. 50-00, de fecha 12 de Julio del año 2000).

De lo anterior se desprende que en las Cámaras Civiles y Comerciales de los juzgados


de Primera Instancia del Distrito Nacional y de Santiago de los Caballeros, el juez al
que le haya sido asignado el expediente del fondo, nunca puede conocer de la
demanda en referimiento que se interponga en relación con el mismo, aspecto éste que
viene a conjurar, definitivamente, en esas demarcaciones territoriales, la aparatosa
confusión que trajo consigo el artículo 101 de la Ley 834, de 1978, en adición a la
decisión de principio adoptada por la Suprema Corte de Justicia, en fecha 1ro. de
octubre de 1997, Boletín Judicial No. 1043, página 38, precedentemente comentada.

LOS PODERES DEL PRESIDENTE DE LA CORTE DE APELACION

En la obra Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano de F. Taváres hijo,


revisada por F.R. Taváres y Margarita A. Taváres, sexta edición, volumen II, páginas 92
y 93, se lee lo siguiente: “De acuerdo con el antiguo derecho, el referimiento no existía
en grado de apelación. Los asuntos urgentes que debían ser decididos en referimiento,
eran llevados ante el Juez de Primera Instancia, obligado en este caso a conocer en
referimiento cuestiones que, por el efecto devolutivo de la apelación, debían ser
conocidas por la Corte. Por otro lado, cualquier dificultad surgida con motivo de la
ejecución provisional de una ordenanza debía forzosamente ser conocida por la Corte
de Apelación en pleno, de acuerdo con el procedimiento propio de esta jurisdicción”.

“Los poderes atribuídos al presidente en la instancia de la Corte de Apelación restrin-


gidos sin lugar a dudas a determinados casos expresamente previstos por la ley, ha
venido a llenar una necesidad en la práctica judicial”.

Esos poderes del Presidente de la Corte están claramente previstos y regulados en los
artículos 136, 137, 138, 139, 140 y 141 de la Ley 834 de 1978, los cuales constituyen,
entre nosotros, una verdadera novedad legislativa.

Se trata, en sí, de un tipo especial de referimiento reservado exclusivamente al Presi-


dente de la Corte en el curso de la instancia de apelación, el cual, aun cuando coincide
en muchos aspectos con el denominado referimiento ordinario que se produce ante el
Juez de Primera Instancia, tiene, no obstante, su propia naturaleza y sus propios
principios.

De hecho, la Primera Cámara de la Suprema Corte de Justicia, por la citada sentencia


de fecha 1ro. de Octubre de 1997, Boletín Judicial No. 1043, se ha referido a las
diferencias ostensibles que separan al referimiento del Juez de Primera Instancia,
regulado por los artículos 101 a 112 de la Ley No. 834, de 1978, y al referimiento ante
el Presidente de la Corte de Apelación, en el decurso de dicha instancia, regulado, a su
vez, por los artículos 137, 140 y 141 de esa misma Ley.

No obstante, en este referimiento del Presidente de la Corte, la urgencia es también


condición esencial e imprescindible.

Se trata pues de la misma urgencia que se requiere para el referimiento ordinario de


que conoce el Juez de Primera Instancia.

Su admisibilidad está subordinada a la previa existencia de un recurso de apelación por


ante el pleno de la Corte correspondiente. Entonces, procede primero el recurso, y
luego procede la demanda. Lo inverso hace que ésta resulte irrecibible. Se estima y se
considera que la instancia de apelación se abre con la sola notificación del acto
contentivo del recurso.

Pero es necesario además que la Corte de Apelación aún esté apoderada de dicho
recurso, pues si ésta ya ha fallado se desapodera, y cesan así también las facultades
del Presidente para estatuir o decidir en referimiento.

Es por ello que el legislador precisa con claridad que las atribuciones del Presidente de
la Corte, en referimiento, están limitadas o reservadas a la instancia de apelación.

En sujeción a las disposiciones que resultan del artículo 140 de la Ley 834, en todos los
casos de urgencia, el presidente podrá ordenar en referimiento, en el curso de la
instancia de apelación, todas las medidas que no colidan con ninguna contestación
seria o que justifique la existencia de un diferendo.

Ese artículo 140 de la Ley 834 de 1978, repite el contenido del artículo 109 de la misma
ley, que se refiere a los poderes, en referimiento, del Juez de Primera Instancia.

En éstos se advierte el factor urgencia como un factor determinante o sine aqua non. Y,
como ya consta, la urgencia ante el Presidente de la Corte es idéntica a la urgencia
ante el Presidente del Juzgado de Primera Instancia.
Del artículo 140 de la Ley 834, de 1978, se desprende con claridad que el Presidente
de la Corte, en atribuciones de referimiento y en el curso de la instancia de apelación,
no puede tampoco perjudicar lo principal, no puede prejuzgar.

Como consta en la obra de F. Taváres, Elementos de Derecho Procesal Civil Dominica-


no, vol. 11, página 95, éste “no podría pues ordenar en referimiento una medida que,
aunque urgente, fuera susceptible de darle una solución a la litis”.

Dice, al respecto, Artagnán Pérez Méndez (Revista Estudios Jurídicos, volumen V,


número 3, septiembre a diciembre de 1995, página 425), que “la contestación seria
equivale, según algunos maestros, a un derecho manifiestamente indiscutible. La
medida provisional ordenada por el Presidente de la Corte, en referimiento, no debería
ni aniquilar ni entorpecer ese derecho manifiestamente indiscutible”.

Se ha indicado así que “...desde que exista incertidumbre, por débil que ésta sea, sobre
lo que decidiría el juez del fondo, no se podría hablar de contestación seria” (ver página
426 de la revista mencionada en el párrafo anterior).

Más adelante, en la página 427 de dicha revista, Pérez Méndez afirma: “Al Presidente,
en referimiento, le está prohibido dictar medidas que choquen con una contestación
seria y también que esas medidas justifiquen la existencia de un diferendo, porque de
ser así..., el conocimiento del fondo no tendría razón de ser”.

Asimismo, el artículo 141 de la Ley 834, de 1978, establece que “el Presidente podrá
igualmente, en el curso de la instancia de apelación, suspender la ejecución de las
sentencias impropiamente calificadas en última instancia, o ejercer los poderes que le
son conferidos en materia de ejecución provisional”.

Este texto legal contiene pues dos partes bien diferenciadas que ameritan sus respec-
tivos análisis por separado.

En cuanto a la primera parte, se puede decir que el Presidente de la Corte de


Apelación, en el transcurso de esa instancia, “tiene un poder de control sobre la
calificación de las sentencias impropiamente calificadas en última instancia, y en caso
de que ésta sea errada, puede suspender la ejecución de la sentencia, hasta que la
admisibilidad del recurso sea apreciada por la Corte de Apelación” (F. Taváres,
Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, volumen 11, página número 95).

Obviamente que aun en esta circunstancia también se impone, antes que nada, la
interposición del correspondiente recurso de apelación, para luego apoderarse al
Presidente de la Corte, en el curso de dicha instancia.

En cuanto a la segunda parte, que se refiere a los poderes conferidos al Presidente de


la Corte en materia de ejecución provisional, se impone tomar en consideración,
primero, las tres situaciones que resultan de las disposiciones de los artículos 137, 138
y 139 de la Ley 834, y segundo, la situación especial que prevé el artículo 136 de la ley
mencionada.

a) En efecto, el artículo 137 de la Ley 834 de 1978 especifica que “cuando la ejecución
provisional ha sido ordenada, no puede ser detenida, en caso de apelación, más que
por el presidente estatuyendo en referimiento y en los casos siguientes: 1ro) Si está
prohibida por la ley; y 2do) Si hay riesgo de que entrañe consecuencias
manifiestamente excesivas; en este último caso, el juez apoderado podrá también
tomar las medidas previstas en los artículos 130 a 135”.

Constituye un acontecimiento de suma importancia para nuestro sistema jurídico


procesal, la inclusión del referido texto, pues mediante éste se permite acudir por ante
el Presidente de la Corte de Apelación, en referimiento y en el curso de dicha instancia,
a fines de que éste disponga la suspensión de la ejecución provisional de una
sentencia cuando tal beneficio o facultad está prohibida por la ley.

Cuanto tiene que hacer dicho Magistrado es cerciorarse en el sentido de determinar si


la ejecución provisional de la sentencia apelada está o no está prohibida por la ley, y en
caso de que así sea, debe él disponer su inmediata suspensión.

La prohibición de la ejecución provisional de una sentencia puede resultar de expreso


mandato de la ley, o bien pudiere resultar tácitamente, cuando ello entre en contradic-
ción con la lógica aplicación de algún texto legal.
Asimismo, dicha prohibición podría afectar a toda una sentencia o sola una parte de
ella, como acontece, por ejemplo, en el caso especialmente previsto por la parte in fine
del artículo 128 de la Ley 834, de 1978, que expresa que la ejecución provisional nunca
se puede ordenar por los costos, o la especie tratada en forma indirecta en sus
artículos 8 y 9.

En la obra LA EJECUCIÓN PROVISIONAL de Alfredo Pina Martínez, 1997, San


Francisco de Macorís, página 18, consta que este beneficio especial está particular y
expresamente prohibido “en materia de orden (artículo 765 C.P.C.), o cuando la rapidez
del procedimiento la hacen poco necesaria; en materia de publicidad inmobiliaria, la
decisión que estatuye rechazando el depósito o la desestimación de formalidad
proveniente del conservador de hipoteca no es susceptible de ejecución provisional; en
materia comercial en los asuntos tratados en el ordinal 7º del 2.1.”

Para Sergio Germán Medrano (Revista Estudios Jurídicos, enero a abril de 1996, volu-
men VI, número 1, página No. 111), el artículo 130 de la Ley 834 de 1978 “es un texto
legal imperativo. Pone a cargo del juez una obligación positiva, no una obligación
negativa, puesto que no establece prohibiciones. No prohíbe la ejecución provisional,
sino que le impone al juez la obligación de ordenar la constitución de una garantía cada
vez que beneficia su sentencia con ella. Por argumento a contrario no pueden existir
dudas entonces en el sentido de que cuando el juez la ordena y simultáneamente no
establece la garantía que deberá prestar el beneficiario, la ejecución provisional deberá
ser suspendida por violación del citado artículo”.

En nuestro vigente sistema judicial no es posible que un tribunal represivo pronuncie u


ordene la ejecución provisional del aspecto civil de su sentencia, cuando este aspecto
es llevado accesoriamente a la acción pública.

Primero, porque la ejecución provisional es una institución enteramente de derecho


civil, no contemplada, por ende, para los asuntos penales, a no ser en los casos limitati-
vamente previstos en algunos textos especiales (artículo 206 del Código de
Procedimiento Criminal; artículo 1 de la Ley 3723 de 1953; artículo 2 de la Ley 322 de
1964).
Y, segundo, porque en los casos en que la acción civil es llevada accesoriamente a la
acción penal, esa acción civil está enteramente subordinada a todas las reglas que
gobiernan a aquélla (la acción penal), para la que, latu sensu, no está prevista la
ejecución provisional.

Como bien lo ha dicho Reynaldo Ramos Morel (Estudios Jurídicos, volumen V, número
2, mayo a agosto de 1995, página 276), “no puede entonces ejecutarse primeramente
el aspecto civil, cuando todavía no se ha resuelto el penal, que es el principal”.

Agregando éste más adelante que “el carácter suspensivo absoluto del recurso de
apelación en materia penal, se aplica a todo el contenido de la sentencia rendida, lo
que incluye necesariamente la condenación civil”.

El efecto suspensivo del recurso de apelación es de orden público, sobretodo si se trata


de la materia penal, como una necesaria y lógica consecuencia de la protección al
sagrado derecho de defensa previsto en el artículo 8 ordinal J de la Constitución de la
República.

Cuando acontece que un juez represivo dispone la ejecución provisional del aspecto
civil de su sentencia, se está entonces frente al caso en que dicha ejecución no está
permitida por la ley, lo que abre la posibilidad de acudir por ante el Presidente de la
Corte de Apelación, en referimiento, en el curso de dicha instancia, para detener esa
ejecución provisional, en sujeción al ordinal 1ro. del artículo 137 de la Ley 834 de 1978.

El Dr. Rafael Tulio Pérez de León, actuando como Presidente de la Cámara Civil y
Comercial de la Corte de Apelación de Santo Domingo, llegó a librar sendas
Ordenanzas en fechas 18 de Julio de 1994 y 21 de marzo de 1995, en las que sentó el
criterio de que:

“Las condenaciones civiles obtenidas en materia penal tendentes a reparar los danos
morales causados como consecuencia de la comisión de un crimen, un delito, o un
cuasidelito, pueden llevarse accesoria y conjuntamente con la acción pública, pero,
para su ejecución, deben agotarse todas las instancias a que puede estar sujeto el
juicio penal, ya que como demanda accesoria está subordinada y sujeta al
procedimiento penal y a sus reglas determinantes. Por tanto, como en materia penal el
recurso de apelación es absoluto, es decir, es suspensivo por sí mismo en todas las
condenaciones impuestas, las penas accesorias como lo son en este caso las
condenaciones civiles, corren la misma suerte de las penas principales y están sujetas
a las reglas de aquéllas, inclusive y muy principalmente a las consecuencias que se
derivan del recurso de apelación ejercido contra la sentencia condenatoria”.

Adujo éste, por dichas Ordenanzas, que “el Presidente de la Corte es el único funciona-
rio judicial competente para suspender la ejecución provisional de las sentencias, todo
en virtud de las disposiciones de la Ley 834 del 15 de julio de 1978, pero para ello es
necesario que esté en curso, un recurso de apelación, del cual esté apoderada la Corte
en pleno. No habiendo un recurso ordinario de apelación por ante la Cámara Civil y
Comercial de la Corte de Apelación, no están reunidas las condiciones exigidas por la
mencionada ley para el apoderamiento regular del Presidente de la Corte en sus
atribuciones de Juez de los Referimientos, por lo que procede declarar la demanda en
suspensión inadmisible, no siendo necesario solicitar la suspensión de la ejecución
provisional a ningún otro tribunal de la República, porque dicha sentencia está
suspendida en su generalidad mediante el recurso de apelación que ha sido ejercido”.

Si bien es cierto que el recurso de apelación es absolutamente suspensivo, sobretodo


en materia penal, y que ello abraza a sus aspectos accesorios, entre los que se
encuentran las condenaciones civiles, no menos cierto es, sin embargo, que de alguna
manera habría que detener una ejecución provisional así dispuesta en desmedro de la
ley, puesto que no bastaría para ello dicho efecto suspensivo cuando la sentencia
recurrida ha sido beneficiada, aunque impropiamente, con la fuerza devastadora de esa
fórmula especial.

Y la única manera prevista en la ley, para detener la ejecución provisional de una


sentencia cuando ello no esté permitido por la misma, es acudiendo por ante el Pre-
sidente de la Corte, en el curso de la instancia de apelación, como Juez de los
Referimientos.
En aquellas Cortes de Apelación divididas en Cámaras, dicha facultad descansa en
manos del Presidente de la Cámara Civil y Comercial, porque el referimiento, según se
ha dicho, es una institución jurídica enteramente propia del derecho privado.

Poco importa, para ello, que sea la Cámara Penal de dicha jurisdicción de segundo
grado la que se encuentre apoderada del correspondiente recurso de apelación, pues
“resulta que conforme al artículo 43 de la Ley de Organización Judicial No. 821-27,
nuestros juzgados de Primera Instancia tienen plenitud de jurisdicción, y podrán estar
divididos en Cámaras.La Corte de Apelación es el tribunal de segundo grado con
competencia para conocer de las apelaciones de las sentencias del Juzgado de
Primera Instancia, de acuerdo a lo prescrito por el artículo 71-1 de la Constitución. De
esa manera también las cortes de Apelación gozan de plenitud de jurisdicción”;
circunstancia que lleva invariablemente a la conclusión de que “no es válido pretender
que por el hecho de que el recurso de apelación se ha interpuesto en la forma de los
asuntos penales, el Presidente de la Cámara Civil de una Corte de apelación no tenga
competencia para ejercer los poderes que le confieren los artículos 140, 141 y 137 de
la Ley 834-78, al no existir recurso ordinario de apelación ante dicha Cámara, pues sólo
hay una Corte, y la misma ha sido apoderada por un recurso de apelación” (Reynaldo
Ramos Morel, revista Estudios Jurídicos, volumen V, número 2, mayo a agosto de
1995, páginas 273, 274 y 275).

Se estila, primero, que en todos los casos precedentemente tratados, bien sea cuando
la ejecución provisional esté prohibida por la ley, o bien sea cuando entonces
sencillamente no esté permitida, o cuando, en fin, haya sido ordenada no siendo de
derecho sin la constitución de la garantía que refiere el artículo 130 de la Ley 834 de
1978, es posible requerir al Presidente de la Corte, en la instancia de apelación y en
atribuciones de referimiento, la inmediata suspensión de esa ejecución provisional, al
amparo del primer párrafo del artículo 137 de dicha ley; y, segundo, que la urgencia
queda sobreentendida.

Por otra parte, si la ejecución provisional ha sido dispuesta por el Juez de Primera
Instancia (en sentido lato, juez de primer grado), dentro de las facultades que le
confiere el artículo 128 de la Ley 834 de 1978, sin haber sopesado cuidadosamente la
medida, aun cuando ella no esté prohibida por la ley, es obvio que se podrían derivar o
generar, de dicha ejecución, riesgos o efectos de consecuencias manifiestamente
excesivas.

Es así como se puede acudir por ante el Presidente de la Corte, en referimiento, en el


curso de la instancia de apelación, a fines de que éste disponga la suspensión de la
ejecución provisional ordenada bajo tales circunstancias.

Dicho magistrado habrá de sopesar si las consecuencias de la ejecución provisional de


la sentencia apelada serían mucho más perniciosas que no permitir la misma.
DEMANDA EN REFERIMIENTO

EN SUSPENSION DE EMBARGO RETENTIVO U OPOSICION

Acto No.__315/2015

En el Municipio Santo Domingo Este, Provincia Santo Domingo, República Dominicana,


a los siete_ (07) días del mes de _agosto del año Dos Mil quince (2015).-

ACTUANDO: A requerimiento de los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y


FRANCISCO CARPIO, dominicanos, mayores de edad, portadores de las Cédulas de
Identidad y Electoral Nos. 001-0825291-7 y 001-0762450-4, domiciliados y residentes
en la calle 8-A, No. 38, del Sector Respaldo Alma Rosa, Municipio Santo Domingo
Este, Provincia Santo Domingo, República Dominicana, quien tiene como Abogado
constituido y apoderado especial al LIC. RIGOBERTO PEREZ DÍAZ, dominicano,
mayor de edad, Abogado de los Tribunales de la República Dominicana, portador de la
Cédula de Identidad y Electoral No. 078-0007448-1, con estudio profesional abierto en
la calle Luperon B, No. 1, Suite 105, Cabilma del Este, Municipio Santo Domingo Este,
Provincia Santo Domingo, lugar donde mi requeriente hace elección de domicilio para
todos los fines y consecuencias legales del presente acto.---------------------------------------
----------------------------

Yo

Juan Alberto Rosario Gómez , alguacil ordinario de la sala penal del tribunal de niños y
niñas adolescentes de la provincia de Santo Domingo, domiciliado y residente en la
calle .nom.14 peatonalc-2,Lotes y servicio, sabana perdida.ced-001-1358-58985-7

Debidamente nombrado, recibido y juramentado para el regular ejercicio de todos los


actos de mi propio ministerio.---------------------
EXPRESAMENTE y en virtud del requerimiento mencionado, me he trasladado, dentro
de esta misma ciudad; PRIMERO: A la calle Ramón Marrero Aristy, No. 53, Ensanche
Ozama, Municipio Santo Domingo Este, Provincia Santo Domingo, que es donde tiene
su domicilio y residencia la señora HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA CRUZ, y una vez
allí, hablando personalmente con Carlos Pérez Rijo
quien me dijo ser hijo de mi requerido, persona con
calidad legal para recibir actos de esta naturaleza; SEGUNDO: A la calle Ramón
Marrero Aristy, No. 53, Ensanche Ozama, Municipio Santo Domingo Este, Provincia
Santo Domingo, que es donde tiene su domicilio y residencia el señor LUIS MIGUEL
BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, y una vez allí, hablando personalmente con quien
me dijo ser sobrino de mi requerido, persona con calidad
legal para recibir actos de esta naturaleza; TERCERO: A la calle Ramón Marrero Aristy,
No. 53, Ensanche Ozama, Municipio Santo Domingo Este, Provincia Santo Domingo,
que es donde tiene su domicilio y residencia el señor ISAIAS RIJO DE LA CRUZ, y una
vez allí, hablando personalmente con Carlos Pérez Rijo
sobrino quien me dijo ser de mi
requerido, persona con calidad legal para recibir actos de esta naturaleza; CUARTO: A
la calle Ramón Marrero Aristy, No. 53, Ensanche Ozama, Municipio Santo Domingo
Este, Provincia Santo Domingo, que es donde tiene su domicilio y residencia la señora
JULIA RIJO OZUNA, y una vez allí, hablando personalmente con Carlos Pérez
Rijo quien me dijo ser
de mi requerido, persona con calidad legal para recibir actos de esta naturaleza;
QUINTO: A la calle Ramón Marrero Aristy, No. 53, Ensanche Ozama, Municipio Santo
Domingo Este, Provincia Santo Domingo, que es donde tiene su domicilio y residencia
la señora MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, y una vez allí, hablando personalmente
con Carlos Pérez Rijo quien me dijo ser
Su ESPOSO de mi requerido, persona con calidad legal
para recibir actos de esta naturaleza; lo cual es de mi personal conocimiento;. LE HE
NOTIFICADO a mis requeridos, que mi requeriente, mediante el presente acto, LE
CITA y EMPLAZA para que como fuere de derecho, comparezcaN el día LUNES, que
contaremos a DIEZ (10) DEL MES DE AGOSTO DEL AÑO DOS MIL quince(2015), a
las nueve horas de la mañana (9:00A.M), por ante el Magistrado Juez Presidente de la
Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de la Provincia Santo Domingo, sito
en la calle Presidente Vásquez, No. 23, Ensanche Ozama, Municipio Santo Domingo
Este, Provincia Santo Domingo, en materia de referimiento, a los medios y fines
siguientes:

ATENDIDO: A que mi requeriente, señora YOLANDA RODRIGUEZ contrajo


matrimonio con el señor RAMÓN ANTONIO PERALTA VALDEZ, en fecha veinticinco
(25) del mes de Septiembre del año mil novecientos noventa y siete (1997), en Salem,
Estado de New Hampshire, Estados Unidos, y hasta el momento se mantienen unidos
por el vínculo del matrimonio.

POR CUANTO: A que en fecha Quince (15) del mes de Mayo del año Dos Mil quince
(2015), a través del acto No. 067/2015, los señores HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA
CRUZ, LUIS MIGUEL BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE LA CRUZ,
JULIA RIJO OZUNA, MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, trabaron embargo retentivo u
oposición, a las cuentas de los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO
CARPIO, sin poseer ningún título ejecutivo ni mucho menos autorización de la
autoridad competente.

POR CUANTO: A que el supuesto fundamento para dichas personas embargar


retentivamente las cuentas de los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y
FRANCISCO CARPIO, es única y exclusivamente la interposición de una querella
penal.

POR CUANTO: A que al tenor de lo establecido en los artículos 557, 558, 559, 560 y
561 del Código de Procedimiento Civil Dominicano, dicho embargo es a todas luces
ilegal, por lo que el banco no debió proceder a ejecutar dicho embargo sino le fue
presentado un acto autentico, bajo firma privada o en su defecto autorización de la
autoridad judicial competente.

POR CUANTO: A que al tenor del artículo 545 del Código de Procedimiento Civil
Dominicano, solo tienen fuerza EJECUTORIA LAS PRIMERAS COPIAS DE
SENTENCIAS, OTRAS DECISIONES JUDICIALES Y LAS DE ACTOS NOTARIALES
QUE CONTENGAN OBLIGACIONES DE PAGAR CANTIDADES DE DINERO YA SEA
PERIODICAMENTE O EN EPOCA FIJA, cosa que en el presente caso no existen.

POR CUANTO: A que al proceder como lo hicieron los señores HAIDEE SORAIDA
RIJO DE LA CRUZ, LUIS MIGUEL BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE
LA CRUZ, JULIA RIJO OZUNA, MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, y la institución
bancaria que mediante el presente acto se ponen en mora, han violentado derechos
fundamentales de los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO
CARPIO, y por lo tanto han causado daños materiales, morales y económicos a los
señores MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO CARPIO.

POR CUANTO: A que el señor FRANCISCO CARPIO, ha sido cliente de dichas


instituciones bancarias por alrededor de veinte (20) años, manejando sus cuentas de
una manera pulcra y nunca ha tenido inconveniente con dicha institución bancaria.

POR CUANTO: A que al proceder de los señores HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA


CRUZ, LUIS MIGUEL BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE LA CRUZ,
JULIA RIJO OZUNA, MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, han producido a los señores
MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO CARPIO, un daño inminente toda vez
que los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO CARPIO, no han
podido disponer de los fondos de los cuales son propietarios en el BANCO POPULAR
DOMINICANO.

POR CUANTO: A que los señores HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA CRUZ, LUIS
MIGUEL BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE LA CRUZ, JULIA RIJO
OZUNA, MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, han procedido a embargar de manera
retentiva las cuentas de los señores MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO
CARPIO, sin poseer ningún título ejecutorio, ni sentencia en contra de los señores
MARCELINA PEÑA MERCADO y FRANCISCO CARPIO, lo que violenta
flagrantemente lo establecido en los artículos 557 al 561 del Código de Procedimiento
Civil.

POR CUANTO: A que el artículo 101 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: La ordenanza de referimiento es una decisión provisional rendida a solicitud
de una parte, la otra presente o citada, en los casos en que la ley confiere a un juez
que no está apoderado de lo principal el poder de ordenar inmediatamente las medidas
necesarias.

POR CUANTO: A que el artículo 102 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: La demanda es llevada por vía de citación a una audiencia que se celebrará
a este efecto el día y hora habituales de los referimientos. Si, sin embargo, el caso
requiere celeridad, el juez de los referimientos puede permitir citar, a hora fija aún los
días feriados o de descanso, sea en la audiencia, sean en su domicilio con las puertas
abiertas.
POR CUANTO: A que el artículo 103 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: El juez se asegurará de que haya transcurrido un tiempo suficiente entre la
citación y la audiencia para que la parte citada haya podido preparar su defensa.

POR CUANTO: A que el artículo 104 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: La ordenanza de referimiento no tiene, en cuanto a lo principal, la autoridad
de la cosa juzgada. No puede ser modificada ni renovada en referimiento más que en
caso de nuevas circunstancias.

POR CUANTO: A que el artículo 105 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: La ordenanza de referimiento es ejecutoria provisionalmente sin fianza, a
menos que el juez haya ordenado que se preste una. En caso de necesidad, el juez
puede ordenar que la ejecución tenga a la vista de la minuta.

POR CUANTO: A que el artículo 106 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: La ordenanza de referimiento no es susceptible de oposición. Puede ser
atacada en apelación a menos que emane del primer presidente de la corte de
apelación. El plazo de apelación es de quince días.

POR CUANTO: A que el artículo 107 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: El juez estatuyendo en referimiento puede pronunciar condenaciones a
astreintes. Puede liquidarlas a título provisional. Estatuye sobre las costas.

POR CUANTO: A que el artículo 108 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: Las minutas de las ordenanzas de referimiento son conservadas en la
secretaría de la jurisdicción.
POR CUANTO: A que el artículo 109 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: En todos los casos de urgencia, el presidente del tribunal de primera
instancia puede ordenar en referimiento todas las medidas que no colidan con ninguna
contestación sería o que justifique la existencia de un diferendo.

POR CUANTO: A que el artículo 110 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: El presidente puede siempre prescribir en referimiento las medidas
conservatorias que se impongan, sea para prevenir un daño inminente, sea para hacer
cesar una turbación manifiestamente ilícita. En los casos en que la existencia de la
obligación no es seriamente discutible, puede acordar

Una garantía al acreedor.

POR CUANTO: A que el artículo 111 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: Los poderes del presidente del tribunal de primera instancia previstos en los
dos artículos precedentes, se extienden a todas las materias cuando no exista
procedimiento particular de referimiento.

POR CUANTO: A que el artículo 112 de la Ley 834 del 15 de Julio del 1978, expresa lo
siguiente: Puede igualmente el presidente del tribunal estatuir en referimiento sobre las
dificultades de ejecución de una sentencia o de otro título ejecutorio

POR CUANTO: A que el artículo 557 del Código de Procedimiento Civil, expresa lo
siguiente: Todo acreedor puede, en virtud de títulos auténticos o bajo firma privada,
embargar retentivamente en poder de un tercero, las sumas y efectos pertenecientes a
su deudor u oponerse a que se entreguen a éste. Párrafo.- En ningún caso la
indisponibilidad producida por el embargo retentivo excederá al doble del valor de la
deuda que lo origine.

POR CUANTO: A que el artículo 558 del Código de Procedimiento Civil, expresa lo
siguiente: Si no hubiere título, el juez del domicilio del deudor, y también el del domicilio
del tercer embargo podrán, en virtud de instancia permitir el embargo retentivo u
oposición.

POR CUANTO: A que el artículo 559 del Código de Procedimiento Civil, expresa lo
siguiente: Todo acto de embargo retentivo u oposición hecho en virtud de un título,
contendrá la enunciación del título y la suma por la cual se verifique; si el acto se
hiciere por permiso del juez, el auto enunciará la cantidad por la cual deba hacerse el
embargo retentivo u oposición, y se dará copia del dicho auto en cabeza del acto. Si el
crédito por el cual se pide el permiso de embargar retentivamente no fuere líquido, el
juez hará la evaluación provisional de él. El acto contendrá además elección de
domicilio en el lugar en donde resida el tercer embargo, si el ejecutante no habitare en
el mismo lugar: todo a pena de nulidad.

POR CUANTO: A que el artículo 560 del Código de Procedimiento Civil, expresa lo
siguiente: El embargo retentivo u oposición hecho en países extranjeros no tendrá en la
República fuerza legal, ni los tribunales tendrán competencia para conocer de su
validez.

POR CUANTO: A que el artículo 561 del Código de Procedimiento Civil, expresa lo
siguiente: El embargo retentivo u oposición hecho en manos de los receptores,
depositarios o administradores de caudales públicos, y en esta calidad, no será válido,
si el acto no se hace a la persona designada por la ley para recibirlo, y si dicha persona
no visare el acto original, o en caso de negativa de ésta, el fiscal. Igual formalidad de
visado deberá cumplirse cuando el embargo se practique en bancos comerciales o
instituciones de crédito legalmente establecidas, por funcionarios autorizados.

ATENDIDO: A que el artículo 1382 del Código Civil Dominicano establece: “Cualquier
hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga a aquél por cuya culpa sucedió a
repararlo”.

ATENDIDO: A que el artículo 1383 del Código Civil Dominicano establece: “Cada cual
es responsable del perjuicio que ha causado, no solamente por un hecho suyo, sino
también por su negligencia o su imprudencia”.

POR TALES MOTIVOS, OIGAN MIS REQUERIDOS A MI REQUERIENTE PEDIR Y AL


JUEZ APODERADO FALLAR:

PRIMERO: ACOGER como buena y válida la presente DEMANDA EN


REFERIMIENTO, en suspensión de embargo retentivo u oposición por haber sido
hecha conforme al derecho y ser justa en cuanto al fondo.

SEGUNDO: ORDENAR la SUSPENSION PROVISIONAL del embargo retentivo u


oposición trabado a través del acto No. 067/2015, de fecha Quince (15) del mes de
Mayo del año Dos Mil quince (2015), instrumentado por EUGENIO DE JESUS
ZAPATA, Alguacil Ordinario de la Cámara Penal de la Novena Sala del Distrito
Nacional.
TERCERO: ORDENAR la EJECUCIÓN PROVISIONAL y sin fianza de la sentencia a
intervenir, no obstante cualquier recurso que se interponga contra la misma.

CUARTO: Condenar a la parte demandada señores HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA


CRUZ, LUIS MIGUEL BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE LA CRUZ,
JULIA RIJO OZUNA, MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, al pago de la costas del
procedimiento, ordenado su distracción a favor y provecho de LIC. RIGOBERTO
PEREZ DÍAZ, Abogados que afirman haberlas avanzado en su totalidad.

BAJO LAS MAS AMPLIAS RESERVAS DE DERECHOS Y ACCIONES.

Y a para que mis requeridos HAIDEE SORAIDA RIJO DE LA CRUZ, LUIS MIGUEL
BERNARDO RIJO DE LA CRUZ, ISAIAS RIJO DE LA CRUZ, JULIA RIJO OZUNA,
MAYRA BAUTISTA FIGUEREO, no pretendan alegar ignorancia o desconocimiento del
presente acto, así se los he NOTIFICADO, DECLARADO y ADVERTIDO, dejándoles
en las manos de las personas con las que digo haber hablado en los lugares de mis
traslados, copia fiel e íntegra del presente acto, el cual consta de once (11) fojas
debidamente selladas, firmadas y rubricadas por mí, Alguacil Infrascrito que certifico y
doy fe.-------------------

Costo del Acto: RD$_3000____________.

Doy fe,

__Juan Alberto Rosario _Gómez

EL ALGUACIL

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