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EL DERECHO, CIENCIA

La finalidad del derecho es lograr la justicia en todas las actividades humanas.

Hoy en día enfrentamos la necesidad de superar el concepto de derecho como

privativo de los abogados, reemplazándolo por una idea más amplia en la cual se

acepte que el derecho no es únicamente para los profesionales en esta ciencia, sino

entendiendo que el mismo está simbióticamente unido a todas las disciplinas

profesionales y académicas.

Para ilustrar lo anterior, tomemos varios ejemplos: supongamos que usted es el

gerente de una compañía y –aunque no es abogado- para desempeñar bien sus

funciones debe conocer la naturaleza jurídica de la empresa que representa: ¿se

trata de una sociedad anónima, de una limitada o pertenece a alguna de las otras

clasificaciones que figuran en nuestra legislación comercial?, ¿ello que implica?,

¿cuál es su régimen de responsabilidades?, ¿sabe usted en que se está metiendo?

Además, en su carácter de representante legal usted va a celebrar diversos actos

jurídicos, concertar contratos y transacciones comerciales que necesariamente

implican derechos y obligaciones para su empresa; va a contratar personal, el cual

debe sujetarse necesariamente a las disposiciones del derecho del trabajo, tanto en

su vinculación, desenvolvimiento laboral, como en su desvinculación; va a asistir a

Juntas de Socios y Asambleas de Accionistas, en las cuales tendrá que manejar


temas tales como el quórum decisorio y deliberatorio, las facultades y funciones de

estos organismos, la elección de dignatarios, el cociente electoral, entre otros

conceptos.

Aunque se trate de una empresa privada, tendrá que manejar unas relaciones con

el Estado, para lo cual es indispensable el conocimiento de las normas básicas del

derecho constitucional, administrativo y tributario, en asuntos tales como el pago de

impuestos, la contratación estatal, importaciones y exportaciones.

Podría decirse que para el tratamiento de dichos temas la empresa contará con

asesores jurídicos expertos en los mismos, pero aunque ello sea cierto en las

empresas grandes, en muchas otras tal posibilidad no existe o al menos no es

posible contar de manera permanente con un profesional del derecho, por el

volumen de la compañía o por la capacidad económica de la misma; además de

que, en última instancia cabe preguntarse: si el profesional de hoy, distinto al

abogado, no tiene un mínimo de conocimientos jurídicos que le permitan interactuar

con esta disciplina, y para todo depende del abogado: ¿quién termina manejando la

empresa, usted o el abogado?

Si usted es Contador, tampoco se escapa de la influencia del derecho en su vida

profesional, ya que su actividad, el ejercicio de su profesión y el desempeño de las

tareas que debe cumplir están normadas, legisladas, por el mundo del derecho.

Leyes, decretos, resoluciones, conceptos, Plan Único de cuentas y otros conceptos,

regulan la actividad del contador y lo circunscriben en el ámbito de la legalidad.


En realidad profesionales que uno creería tan alejados del mundo de lo jurídico,

como los médicos e ingenieros, no escapan a sus regulaciones, puesto que en su

desempeño se enfrentan al cumplimiento de múltiples normas y regulaciones:

normas de sismo-resistencia, permisos, usos del suelo para las construcciones,

regulaciones de derechos de autor, licencias, normas sobre responsabilidad civil

contractual y extracontractual, responsabilidad por práctica médica, y muchas más.

Desde tiempos inmemoriales, la vida del individuo, aun alejado de su perfil

profesional, está influida por el derecho: normas de tránsito, compraventas, seguros,

impuestos, herencias, legados, matrimonio, comercio, arrendamientos, viajes,

servicios públicos y otros múltiples aspectos de la vida humana, han estado regidos,

dirigidos y normados por reglas de derecho.

Cuando el ser humano empezó a organizarse socialmente, surgió la necesidad del

derecho para precisamente determinar las reglas que permitieran que esa sociedad

funcionara, desde las primeras sociedades nómadas y cazadoras que debieron fijar

parámetros de convivencia y de reparto de las piezas de caza cobradas, hasta

cuando se dieron los primeros asentamientos humanos, en los cuales debió

regularse la repartición de la tierra.

Sistemas normativos como el código de Hammurabi (cuya finalidad era: “evitar los

abusos de los fuertes sobre los débiles, garantizar la rectitud de los jueces
sancionando a quien se deje sobornar, castigar el perjurio y regular los actos más

relevantes de la vida privada entre los que se encontraban los relativos a la familia”);

los Diez Mandamientos (verdadero código de conducta social) los aportes de la

democracia griega al derecho; la ley de las doce tablas, la codificación más antigua

del derecho romano y el embrión del sistema de derecho occidental que aun hoy

nos influye; nos demuestran que a lo largo de su acontecer histórico el hombre ha

dado gran importancia al derecho en su papel de sistema regulador del

comportamiento social.

Si partimos de reconocer que el derecho es el conjunto de principios científicamente

formulados, que regulan de manera sistémica las relaciones sociales, con el objetivo

de que estas se desarrollen de manera justa y armónica, comprenderemos que el

derecho se interrelaciona con todas las demás disciplinas: economía, historia,

psicología, sociología, medicina, ingeniería, contaduría, en tanto ellas son

manifestaciones de la conducta humana y se ejercen en el ámbito social.

Derecho Internacional Público: Regula y estudia las relaciones entre los Estados en

tanto ellos son sujetos de derechos y obligaciones.

Derecho Internacional Privado: Estudia y regula las situaciones que se presentan

cuando los involucrados no son estados sino elementos o personas extranjeras.


Derecho Civil: Se refiere a las relaciones sociales del individuo o particular y las

relaciones jurídicas que entabla con otras personas particulares o con los bienes,

las sucesiones, el derecho de propiedad, la capacidad de la persona, son objetos

de esta rama del derecho.

Derecho de Familia: El matrimonio, la unión libre, la sociedad conyugal, el régimen

de bienes, la filiación, las relaciones con los parientes, son aspectos de

conocimiento de esta disciplina.

Derecho Comercial: Regula el comercio y por ende las actividades de quienes lo

ejercen.

A pesar de las anteriores especialidades, que podemos llamar clásicas, el derecho

no pierde de vista los avances sociales, tecnológicos, culturales y científicos, lo que

implica que se ocupe de las innovaciones que se generan en estos campos y que

cada día se especialice más o surjan nuevas ramas, acordes con dichos avances

del saber humano.

Como puede concluirse hasta aquí, el derecho impregna, dirige, regla, los actos

humanos, en tanto su trascendencia en lo social, de ahí que, como hemos

sostenido, es de vital importancia entender y conocer en todas las disciplinas

profesionales, académicas y laborales, el papel que el derecho juega en la

regulación de dichas actividades.


Pero más que su carácter normativo, la trascendencia del derecho hoy en la vida

social y profesional del hombre, está en la finalidad del mismo, en el logro de la

materialización de su razón de ser como es la justicia.

La justicia es el principio y el fin de la ciencia jurídica. Ningún sistema es legítimo si

no es justo. Por eso el logro de una justicia material, que conlleva una convivencia

equitativa y armónica, es la razón de ser de una sociedad dentro el contexto de unos

valores fundamentales, a los cuales apunta el derecho.

Partamos de la base de que de acuerdo con la Constitución Política, nuestra

sociedad integra el concepto de Estado Social de Derecho. Es decir, desde el punto

de vista político y constitucional, nuestra sociedad se define como un Estado de tal

índole.

Recordemos que la Constitución, en su carácter de norma de normas, es el conjunto

de principios, valores, y reglas que estructuran, rigen, dan la razón de ser del

Estado; nos indican que clase de Estado queremos y debemos construir, cuales son

sus principios y fines, fundamentales y básicos, los derechos y libertades inherentes

a los asociados, y sus deberes en atención a lograr la configuración de sus

mandatos.
A contrario de lo que se cree normalmente, la Constitución no es la fotografía de un

país ya realizado, es, como se le denomina en algunos medios la “carta de

navegación”, es la proyección del país que queremos, nos plantea en realidad un

reto: la sociedad que todos debemos coadyuvar en construir.

Ahora bien, esa construcción se basa en principios y valores, que guían y orientan,

no solo la actividad de las entidades estatales, sino de todos los habitantes del

estado, y cuyo cumplimiento se busca garantizar a través de la norma de derecho.

De ahí que el objetivo del derecho es materializar la justicia, y por ello, en su

interrelación con las demás ciencias, disciplinas o actividades, éste es el mayor

aporte que el derecho hace a nuestras vidas: enseñarnos a ser justos, a obrar con

justicia, y a que dicho ideal se convierta en el norte de la actuación social.

Cuando el artículo primero de la Constitución define a nuestro Estado como “social

de derecho”, nos genera un compromiso como es el de materializar dicho concepto.

Sobre éste, el de Estado Social de Derecho, se ha pronunciado en reiteradas

oportunidades la Honorable Corte Constitucional, algunos de cuyos

pronunciamientos se reseñan a continuación:

“El Estado social de derecho no es ajeno a las condiciones de vida de los estratos

más pobres del país. De hecho, su origen histórico está unido a las políticas

sociales que en los sistemas políticos de occidente se dictaron con miras a paliar

sus efectos. En la actualidad, lo que se propone con esta forma típica de


configuración estatal va más allá de una mera actuación episódica o coyuntural,

como quiera que la política social asume un más amplio espectro y de ella se

sirve deliberada y permanentemente el Estado para inducir cambios de fondo

dentro del sistema económico y social.

El presupuesto en el que se funda el Estado social de derecho, es el de la íntima

interconexión que se da entre la esfera estatal y la social. La sociedad no se

presenta más como una entidad absolutamente independiente y autorregulada,

dotada de un orden inmanente ajeno a toda regulación estatal que no fuera

puramente adaptativa y promulgada en momentos de crisis. La experiencia

histórica ha demostrado la necesidad de que el Estado tenga una decidida

presencia existencial y regulativa en las dimensiones más importantes de la vida

social y económica, con el objeto de corregir sus disfuncionalidades y

racionalizar su actividad, lo que llevado a la práctica ha contribuido a difuminar -

hasta cierto punto - las fronteras entre lo estatal y lo social, reemplazándolas por

una constante, fluida e interactiva relación entre lo público y lo privado.

El Estado social de derecho se erige sobre los valores tradicionales de la libertad,

la igualdad y la seguridad, pero su propósito principal es procurar las condiciones

materiales generales para lograr su efectividad y la adecuada integración social.

A la luz de esta finalidad, no puede reducirse el Estado social de derecho a mera

instancia prodigadora de bienes y servicios materiales. Por esta vía, el excesivo

asistencialismo, corre el riesgo de anular la libertad y el sano y necesario


desarrollo personal. En este sentido, los derechos prestacionales, la asunción de

ciertos servicios públicos, la seguridad social, el establecimiento de mínimos

salariales, los apoyos en materia laboral, educativa y de salud pública, entre

otros institutos propios del Estado social de derecho, deben entenderse como

fines sociales de la acción pública que se ofrecen a los individuos para que éstos

puedan contar con un capacidad real de autodeterminación. Las finalidades

sociales del Estado, desde el punto de vista del individuo, son medios para

controlar su entorno vital y a partir de allí desarrollar libremente su personalidad,

sin tener que enfrentarse a obstáculos cuya superación, dado su origen, exceda

ampliamente sus fuerzas y posibilidades.

La función distributiva de determinados bienes y servicios culturales y materiales

por parte del Estado, se apoya fundamentalmente en el ejercicio de la potestad

tributaria y tiene, por ende, un límite en la capacidad de exacción del sistema

fiscal, el cual a su turno depende del nivel y del crecimiento de la economía. No

es, pues, ilimitado, el poder del Estado social de derecho de captar ingresos y

convertirlos en recursos fiscales. La necesaria distribución del producto social,

no puede traducirse en la destrucción del proceso económico, cuya dirección de

otra parte se confía al mismo Estado. Igualmente, por idénticas razones, la

gestión del Estado en su ámbito prestacional, deberá caracterizarse por su

eficiencia, economía y eficacia.


El Estado social de derecho, se proyecta en la Constitución, en primer término,

en la consagración del principio de igualdad y en su consecuencia obligada: los

derechos sociales y económicos y en la prestación de los servicios públicos. En

segundo término, a través de los derechos de participación de todos en las

decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y

cultural de la nación, que se compendian en el principio democrático y gracias al

cual se socializa el Estado y las diferentes instancias de poder dentro de la

comunidad.

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