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David Humé

Influencia y actualización

Las resonancias filosóficas que se derivarán del pensamiento de Hume a lo largo de la historia
son muy importantes: a nivel teórico, las ideas de Hume respiran en el fondo de diferentes
corrientes: desde el positivismo francés (A. Comte), a toda la filosofía americana (Ch. S.
Pierce, W. James…). Ya en el siglo XX, la filosofía analítica (R. Carnap, B. Russell) trasladará
las tesis empiristas al marco de la filosofía del lenguaje. Pero no creó escuela Hume sólo en la
teoría del conocimiento: si ya durante su vida fue amigo de Adam Smith (fundador de la
economía), sus propuestas éticas alargaron su influencia hasta el utilitarismo y al
pragmatismo, como hemos comentado anteriormente. Por si todo esto fuera poco, hay un
terreno en el que Hume ha ganado también actualidad: la filosofía de la ciencia.

Efectivamente, la crítica de Hume al razonamiento inductivo nos deja como herencia un


mundo regido por la probabilidad, una realidad a la que tenemos que incorporar la
incertidumbre como uno de sus componentes esenciales. La ciencia, en consecuencia, estará
construida en función de “conjeturas y refutaciones” (Popper) y ya no volverá a ser ese
conocimiento cierto, objetivo, y eterno al que se aspiró en la modernidad. A. Musgrave ha
interpretado la crítica de Hume al razonamiento inductivo como una invitación al
irracionalismo (por supuesto discutible y criticable), más allá del escepticismo moderado del
que hablara Hume. Musgrave ha formalizado la crítica de Hume en el siguiente silogismo:

 Razonamos y debemos razonar inductivamente


 Razonar inductivamente no es válido.
 Razonar de un modo no válido es irracional.

Por tanto, somos y debemos ser irracionales.

El reto que este argumento lanza al conocimiento científico y también al conocimiento de la


vida cotidiana ha sido analizado por Bertrand Russell, que habla de la necesidad de resolver
el problema de Hume en los siguientes términos:

“Es importante descubrir si hay alguna respuesta para Hume… Si no, no hay ninguna diferencia
intelectual entre la cordura y la locura. El lunático que cree que es un huevo cocido podría
ser condenado solamente sobre el fundamento de que es una minoría o mejor –puesto que no
debemos asumir la democracia- sobre el fundamento de que el gobierno no está de acuerdo
con él. Este es un punto de vista desesperado y se debe esperar que haya algún camino para
escapar de él.”
David Hume (1711-1776)

1.

David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Aunque de familia acomodada, no lo era lo
suficiente como para permitir a Hume el poder dedicarse exclusivamente a la filosofía, por lo que su
padre lo orientó hacia la carrera de abogado, a la que llegó a dedicarse durante unos meses en
Bristol. No obstante, ya desde muy joven Hume manifestaba, según sus palabras, "una aversión
insuperable hacia todo lo que no fuera la investigación filosófica y el saber en general", por lo que
abandonó su trabajo y viajó a Francia, donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto a
dedicarse exclusivamente a la filosofía.

2.

De esos años data la composición de su primera obra,


"Tratado sobre la naturaleza humana", redactada "durante mi retiro en Francia -primero en Reims,
pero principalmente en La Flèche, Anjou", según nos cuenta en su autobiografía. Recordemos que
fue precisamente en La Flèche donde había estudiado Descartes, lo que ha dado motivo a ciertas
especulaciones sobre la intencionalidad de este retiro en el mismo lugar por parte de Hume. En 1737
regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde vivirá unos años con su madre y
hermano. En 1739 publicará los dos primeros volúmenes del "Tratado", al que seguirá el tercero en
1740. El poco éxito alcanzado significó un duro golpe para Hume, que llega a decir en su
autobiografía "jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la naturaleza
humana". No obstante, el éxito obtenido posteriormente, en 1742, por los "Ensayos", le hizo olvidar
por completo su fracaso anterior, estimulándole para reescribir el Tratado (obra que será publicada
en 1748 con el título: "Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano"). En 1745 optó a la
cátedra de ética de la Universidad de Edimburgo, plaza que no obtuvo probablemente por su
reputación de escéptico y ateo. Después de un año Inglaterra, como tutor privado del marqués de
Annandale, fue invitado por el general St. Clair a una expedición que, inicialmente dirigida contra
Canadá, acabó con una pequeña incursión en la costa francesa; posteriormente, en 1747, fue
invitado por el mismo general a acompañarle como secretario en una embajada militar por las cortes
de Viena y Turín. Estas últimas actividades le permiten mejorar su situación económica.

En 1749 regresa a Escocia, donde volverá a pasar dos años con su hermano en su casa de campo,
publicando algunas obras más. En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario
de la facultad de Derecho, dedicando su actividad filosófica más bien a problemas históricos, sociales
y políticos, como pone de manifiesto las obras publicadas a partir de entonces.

En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle a París como secretario de
embajada. Rechazada la invitación en principio, Hume la aceptó ante la insistencia del conde,
dirigiéndose a París donde permanecerá hasta 1766, participando en las actividades de los
eciclopedistas y los círculos ilustrados y entablando amistad con algunos de los personajes
destacados de la época, como Rousseau.

A su regreso a Londres fue nombrado "subsecretario de estado para el departamento septentrional",


que se ocupaba de los asuntos diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que
no estaba remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta 1769. Ese año regresará a
Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación. Allí morirá el 25 de agosto de
1776, habiendo escrito previamente, el 18 de abril, una breve autobiografía, conocedor ya de su
pronta e inevitable muerte.

Hume y las instituciones religiosas

1.

William Warburton, que llegó a ser obispo de Gloucester, fue uno de los mayores enemigos de Hume.
Parece que fue el autor de la cruel y burlesca recensión del Tratado que apareció en la revista inglesa
History of the Works of the Learned, y que tanto ofendió a Hume (Cfr. Mi vida, Madrid, Alianza
Editorial, 1985, p. 15). Con respecto a las Disertaciones, parece que fue el causante directo de la
mutilación del libro, puesto que llegó a amenazar a Andrew Millar -el editor y después amigo de
Hume- con la persecución judicial si se atrevía a publicarlas. Así, las Five Dissertations pasaron a
ser Four, e incluso estuvieron a punto de ser Three, ya que también intentó eliminar primero, y cortar
después, la Historia natural de la religión. Parece que Warburton estaba también detrás del panfleto
que el reverendo Richard Hurd publicó atacando esta obra: "el doctor Hurd escribió contra el libro un
panfleto, ejemplo de toda esa mezquina petulancia, arrogancia y chabacanería que caracterizan a la
escuela warburtoniana" (Ibídem, p. 19).

2.

El juicio que Hume y su obra merecían al tal Warburton se puede apreciar claramente a través de
una conocida anécdota: cuenta E.C. Mossner en su biografía de Hume (The Life of David Hume,
Oxford, Clarendon Press, 19802, p. 290) que, en 1749, Warburton dudaba sobre si debía atacar
públicamente a Hume o no, ya que ello podría tener el efecto no deseado de darlo a conocer, a lo
que Warburton añadió "y yo no querría contribuir a que avanzara a ningún sitio que no fuera la
picota".

3.

Con respecto a las relaciones de Hume con las instituciones religiosas, y a la constante y nada sutil
"persecución" que sufrió por parte de éstas, que se prolongó hasta después de su muerte, resulta
ilustrativo leer, junto a la ya mencionada obra autobiográfica de Hume, el resumen realizado por
Carlos Mellizo sobre la polémica abierta en torno a la "impía" muerte de Hume (cfr. el apéndice "La
muerte de Hume" en Mi vida. Cartas de un caballero a su amigo de Edimburgo, Madrid, Alianza
Editorial, 1985, pp. 67-92).
(Edimburgo, 1711-id., 1776) Filósofo inglés. Nació en el seno de una familia emparentada con la
aristocracia, aunque de modesta fortuna. Estudió durante un tiempo leyes en la Universidad de
Edimburgo por voluntad de su familia, pero su falta de interés determinó que abandonara la
carrera y se viese obligado a buscar la manera de ganarse la vida.

David Hume

Tras una breve tentativa de iniciarse en el comercio, decidió dedicarse al estudio. En 1734 marchó
a Francia, donde pasó tres años, la mayor parte de ellos en La Flèche, dedicado a la redacción de
su primera obra, Tratado de la naturaleza humana, que completó tras su regreso a Londres y se
empezó a publicar en 1739. El tratado no despertó ningún interés, y Hume se retiró a la casa
familiar en Ninewells.

La favorable acogida que obtuvo la publicación en Edimburgo de la primera parte de sus Ensayos
morales y políticos en 1742, le hizo olvidar su primer fracaso. Trabajó como preceptor del marqués
de Annandale (1745-1746) y luego como secretario del general St. Clair (1746-1748), a quien
acompañó en misión diplomática a Viena y Turín. Nombrado bibliotecario del Colegio de Abogados
de Edimburgo, emprendió la redacción de una historia de Inglaterra, que publicó desde 1754 hasta
1762 en varias entregas, algunas bastante mal recibidas por la burguesía liberal.

En 1763 aceptó la invitación de lord Hertford de incorporarse a la embajada en París, ciudad donde
residió hasta 1766 y en la que se relacionó con los enciclopedistas. En 1769 regresó
definitivamente a Edimburgo con el propósito de disfrutar de la fortuna que le habían
proporcionado tanto sus cargos como, finalmente, sus obras.

Se ha considerado a Hume como uno de los máximos representantes del llamado empirismo
inglés; su análisis crítico del conocimiento, que ejerció sobre Kant una decisiva y reconocida
influencia, insistió en la importancia de investigar el origen de las ideas, que él entendía como
copias o imágenes de las impresiones (sensaciones, pasiones, emociones). Concibió el
razonamiento como la actividad de descubrir relaciones entre ideas, que podían ser de dos tipos:
las existentes entre hechos (objeto del razonamiento probable, fundado en la experiencia) y
relaciones entre ideas (objeto del razonamiento demostrativo, basado en el principio de no
contradicción).

Estimando imposible cualquier otra forma de razonamiento, lo que suponía rechazar como falsas
las proposiciones de la metafísica o la teología, sometió a crítica toda clase de ideas, y refutó en
especial las de sustancia, existencia y relación causal. Respecto de esta última, sin negar la
posibilidad de que exista una causalidad real, afirmó que era imposible conocerla: el origen de la
idea de causa hay que buscarlo, por tanto, en el hábito psicológico de percibir determinadas
sensaciones de forma simultánea o sucesiva, sin que dicha idea encierre ninguna necesidad lógica
o racional.

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