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Consideraciones relativas a la calificación registral

 01/10/2002

 Edmundo Rojas García

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El título XI del Código Orgánico de Tribunales se refiere a los Auxiliares de la


Administración de Justicia y entre ellos a los Conservadores -párrafo 8- definiéndolos
como ministros de fe encargados de los registros conservatorios que señala y demás
que les encomienden las leyes (art. 446) haciendo extensiva en cuanto es adaptable a
ellos, todo lo dicho en el ya mencionado código respecto de los Notarios. (art. 452)
El Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces de 24 de junio de 1857
determina los deberes y funciones del Conservador y la forma y solemnidad de las
inscripciones (art. 695 del Código Civil)
Este D.F.L. que es el Reglamento Conservatorio, en sus artículos 13 y 14 precisa el
ámbito de la función calificadora que compete al Conservador en relación a los títulos
que se le presenten para practicar una inscripción (art. 12) o subinscripción (art. 90).
En los artículos 15, 16 y 17 señala los efectos de la anotación del título en el Repertorio,
anotación con que se da inicio al proceso registral.
En los artículos 18, 19 y 20 reglamenta a su vez el procedimiento a seguir si el
Conservador se rehusa a practicar la inscripción requerida cuando de la calificación del
título y la confrontación de su contenido con los asientos registrales respectivos estima
que no procede practicar la inscripción.
Según dicho procedimiento y lo prescrito en el art. 25 del Reglamento “Devolviendo el
Conservador el título por alguna de las causales mencionadas en los artículos 13 y 14
se expresará al margen del Repertorio el motivo de la devolución.”
Por su parte, y en tal caso, según el artículo 18 del Reglamento, la parte perjudicada
con la negativa del Conservador concurrirá al juez, quién con el mérito de lo expuesto
en la solicitud por el perjudicado y los motivos expuestos por el Conservador resolverá
por escrito y sin más trámite lo que corresponda, debiendo el Conservador, si el juez
manda hacer la inscripción, hacer mención en ella del decreto que la hubiera ordenado.
(art. 19)
El artículo 20 seña1a que el decreto que niegue lugar a inscripción es apelable en forma
ordinaria. A contrario sensu, si se da lugar a la inscripción, dicho decreto no es
susceptible de apelación.
Según lo expuesto, el Conservador debe en todo caso anotar el título y calificarlo y si
rehusa practicar la inscripción deberá dejar constancia en el Repertorio del motivo que
tuvo para no practicar la inscripción, abundando en el motivo que tuvo para no inscribir
en el informe que deberá emitir para que el juez resuelva con el mérito de lo expuesto
en la solicitud del perjudicado y dicho informe.
O sea, será el juez quién resuelva, pues es a él al que la ley le entrega la facultad
exclusiva de conocer, juzgar y hacer ejecutar lo juzgado e intervenir en los actos no
contenciosos en que una ley expresa requiere su intervención, en este caso los artículos
18, 19 y 20 del Reglamento Conservatorio (artículos l y 2 del C.0.T.)
Ordenada la inscripción por el juez, el Conservador la practicará haciendo mención en
ella del decreto que la hubiere ordenado.
Ajustándose a lo expuesto el Conservador actúa en el ámbito de sus funciones, que
según lo precedentemente dicho, no puede ir más allá de exponer sus opiniones de
orden jurídico registral en la oportunidad que la ley contempla para ello y que si bien
implica una interpretación de la ley no tiene la fuerza de la interpretación de la misma
que nuestro ordenamiento jurídico da a la que hace el juez en el ejercicio de sus
atribuciones que sólo son privativas de él.
Corrobora todo lo dicho lo que exponen los artículos 3, 5, 10 y l2 del Código Orgánico
de Tribunales, que en resumen entregan exclusivamente a los tribunales el
conocimiento y resolución de los asuntos contenciosos y no contenciosos, la
interpretación de las leyes aplicables a los asuntos de su competencia, la facultad de
hacer ejecutar lo juzgado por los medios de acción conducentes de que dispusieran,
incluso el uso de la fuerza pública, sin que la autoridad requerida pueda calificar el
fundamento con que se le pida, ni la justicia o legalidad de la resolución que se trata de
ejecutar, y ello por cuanto el Poder Judicial es independiente de toda otra autoridad en
el ejercicio de sus funciones que comprenden también las facultades conservadoras,
disciplinarias y económicas que les entregan los respectivos títulos del Código Orgánico
de Tribunales.
Estas facultades son de rango constitucional ya que en iguales términos, están
contempladas en los artículos pertinentes del Capítulo VI de la Constitución Política del
Estado, en especial y en lo que al tema en análisis se refiere, en el artículo 73 que las
disposiciones ya mencionadas se limitan a reproducir.
Por su parte el artículo 74 inciso 2 y final de la Constitución confiere al Código Orgánico
de Tribunales el carácter de ley orgánica constitucional modificable sólo previa
audiencia de la Corte Suprema.
Por lo dicho y por lo que dispone el artículo 6 de la Constitución, siendo el Poder Judicial
un órgano del Estado, sometido al igual que los otros órganos de igual naturaleza, a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, tanto dichos órganos como sus
integrantes están obligados a proceder con arreglo a sus preceptos.
Por su parte el artículo 7 de la Constitución dispone que los referidos órganos del
Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes dentro de su
competencia y en la forma que prescribe la ley.
Agrega este artículo 72 que ninguna magistratura, ninguna persona ni agrupación de
personas pueden atribuirse ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias otra
autoridad o derechos que los que expresamente se le hayan conferido en virtud de la
Constitución o las leyes.
Concluye esta disposición estableciendo que “Todo acto en contravención a este
artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale.”
En consecuencia, la sanción de rango constitucional para los actos ejecutados fuera de
la competencia que a cada órgano del Estado, a sus integrantes y a toda persona,
institución o grupo de personas corresponde es la nulidad, sin perjuicio de las
responsabilidades y sanciones que determine la ley.
La nulidad con que la Constitución sanciona la extralimitación de la competencia de los
órganos del Estado, y por ende de sus integrantes, es una nulidad de derecho público,
la que a su vez es irrenunciable, insanable e imprescriptible y que por su propia
naturaleza se irradia, alcanza y afecta a cada uno de los actos ejecutados por los
integrantes de dichos órganos si actúan sin investidura regular, fuera de su competencia
o en distinta forma que la prescrita por la ley.
De lo dicho fluye en consecuencia, que toda esta normativa constitucional y legal a que
se ha hecho referencia debe ser respetada so pena de afectar seriamente la estabilidad
de la institucionalidad orgánica y por ende la génesis del órgano respectivo, al
nombramiento de cualquiera de los integrantes de dicho órgano y a la competencia que
a cada órgano o integrante del mismo en su caso compete, toda vez que la nulidad de
derecho público con que se sancionan estas infracciones no se condice con las
características del Estado de Derecho, la estabilidad de los derechos de los particulares
que el Estado debe amparar y la paz social que es el ámbito necesario para un
desarrollo armónico de cada uno de los componentes del cuerpo social.
Por lo menos y en lo que a los Conservadores se refiere, por su calidad de abogados e
integrantes de un Poder del Estado -El Poder Judicial- ministros de fe pública, y
encargados de cautelar derechos patrimoniales, su ordenamiento y publicidad, es
indispensable que en el ejercicio de sus funciones actúen con apego irrestricto al
Derecho en el marco de su competencia, que no es otro que el que limitadamente le
asignan los artículos pertinentes del Reglamento Conservatorio a que ya hemos aludido
Los informes que evacúe con arreglo al artículo 18 del Reglamento Conservatorio, las
monografías de índole profesional, las reuniones de carácter profesional y las instancias
académicas, son los cauces por los cuales pueden discurrir la creatividad, las
inquietudes, las dudas y las soluciones de índole profesional sin que se llegue a
contravenir el marco de nuestra competencia funcionaria, que como ya se ha señalado,
puede llevar a incurrir en infracciones a normas constitucionales cuya sanción como se
ha visto es la nulidad de derecho público.
En relación con el tema que nos ocupa, resulta atinente transcribir lo que expresara en
relación al principio de la legalidad y la legitimación registrales en la monografía
presentada como documento de trabajo al X Encuentro del Comité Latinoamericano de
Consulta Registral que tuvo lugar en noviembre de 1995 en Porto Alegre, Brasil,
principios de Derechos Registral, que junto con otros principios tratara anteriormente
mí estimado amigo y colega Bernardo Hojman P.
Por análoga razón y por la importancia que desde el punto de vista registral le da a la
anotación del título en el Repertorio un nuevo fallo de la Excma. Corte Suprema y que
corrobora y valida las opiniones que en igual sentido se expresan al hablar del principio
de la legitimación, en que se trae a colación otro fallo dictado en análogo sentido, he
estimado del caso conveniente incluirlo, y no obstante precisar que dichos fallos no han
contado con el voto unánime de todos los señores Ministros.
Principio de la Legalidad Este es el principio registral por antonomasia. La registración
es la memoria contractual. Es el acto sacramental que hace devenir los derechos
personales que emanan del acto notarial en derechos reales que emanan del acto
registral. Con la firma del asiento registral por el Conservador, culmina el proceso que
se inició con la intención contractual expresada en el instrumento sujeto a registración.
El principio de la legalidad está normado en los artículos. 13, 15, 16, 17, 18, 19 y 20 del
Reglamento Conservatorio.
En primer lugar debe, en todo caso el Conservador, anotar el título en el Repertorio -
anotación que caduca a los dos meses si la inscripción no se practica- y esta anotación,
que tiene el carácter de presuntiva, se convierte en inscripción cuando se subsana la
causa que impedía la inscripción (arts. 15 y 16).
Los artículos 13 y 14 establecen la facultad calificadora del Conservador, precisando
que éste no puede rehusar ni retardar las inscripciones, pero puede negarse a
efectuarla si la inscripción es en algún sentido legalmente inadmisible y luego de
establecer esta norma da algunos ejemplos tales como:

 No ser auténtica la copia del título


 No ser inmueble la cosa a que el título se refiere
 Estar éste situado fuera de su jurisdicción territorial
 Ser visible en el título un vicio que lo anule absolutamente
 No contener el título las designaciones legales necesarias para su inscripción.

Por su parte el artículo 14 reglamenta el procedimiento a seguir en el caso de requerirse


una inscripción de dominio por dos personas distintas sobre un mismo inmueble o si
éste aparece vendido por persona que según el Registro no es su dueño o actual
poseedor. En estos casos el Conservador rehusará practicar la segunda inscripción o
aquella en que el inmueble según el Registro no es del vendedor.
En ambos casos debe rehusarse la inscripción no pertinente hasta que se le haga
constar que judicialmente se ha puesto la pretensión en noticia de los interesados a
quienes pueda perjudicar la anotación expresándose la negativa en el título.
Como puede verse, la facultad calificadora del título que tiene el Conservador,
registralmente es amplia y tiene por objeto dar a la registración la fuerza y consistencia
que apuntan a su debida seguridad y certeza para el resguardo de los derechos que
constan en el título que se inscribe, pero la acota sólo a este campo y no a la
interpretación de la ley en general o a la ley del contrato. De allí los ejemplos que da
para fijar el ámbito de la función calificadora, que por ser una casuística meramente
enunciativa en el caso del artículo 13 -de allí la expresión “por ejemplo” que emplea-
está dejando en claro que no sólo por esas causales puede el Conservador rehusar la
inscripción, sino que por otras más cuya apreciación queda entregada a su criterio con
tal que se enmarquen en el ámbito que el referido artículo 13 fija y el artículo 14 precisa
en los casos específicos a que se refiere.
Insistimos en que no compete, según los ejemplos dados, que el Conservador se
convierta en intérprete de la ley o de la ley del contrato ya que esta facultad es propia
del juez.
Su ámbito de calificación está determinado por la expresión “deberá negarse a practicar
la inscripción si ella es en algún sentido legalmente inadmisible.”, o sea, que la
inscripción requerida vulnere la normativa registral haciendo ineficaz la inscripción por
falta de autenticidad del título, por incompetencia territorial, por no tener el título las
designaciones legales para la inscripción o por ser visible -no pesquisable- un vicio o
defecto que anule absolutamente el título o se den la situaciones previstas en el artículo
14.
El artículo 18 establece un recurso especial en favor del interesado perjudicado con la
negativa del Conservador para ante el juez de primera instancia, quien, en vista de la
solicitud del perjudicado y del informe del Conservador, resolverá por escrito y sin más
trámite lo que corresponda.
Sí manda el juez hacer la inscripción, el Conservador hará mención en ella del decreto
que la hubiese ordenado y si el decreto niega lugar a la inscripción éste es apelable en
la forma ordinaria (arts. 19 y 20 del Reglamento).
El articulo 25 del Reglamento por su parte expresa: “Devolviendo el Conservador el
título por alguna de las causas mencionadas en los artículos 13 y 14 se expresará al
margen del Repertorio el motivo de la devolución dejando en blanco la quinta columna
para designar el Registro parcial en que debe inscribirse el título y darle el número que
corresponda a la fecha en que de nuevo se le presente, en caso de ordenarse por el
juez la inscripción según lo prevenido en el artículo 19.”
En lo que al artículo 14 se refiere, la razón de ser de esta disposición se basa, sin lugar
a dudas que corresponde a los tribunales la facultad de interpretar la ley y de juzgar y
con el informe del Conservador resolver las situaciones planteadas dejando la eficacia
de la inscripción sometida a la decisión judicial.
En lo referente a la materia en análisis cabe transcribir lo que establece el art. 74 del
Reglamento: “Si anotado un título en el Repertorio se desistiera de la inscripción el
requirente o se suspendiere ésta por cualquier otro motivo, pondrá el Conservador, bajo
el número que al título se haya asignado en el Repertorio, el respectivo certificado,
firmando también por la parte, haciendo constar el hecho y el motivo de la no
inscripción.”
Principio de la LegitimaciónLos artículos 16 y 17 del Reglamento expresan, el
primero, que la anotación presuntiva del título en el Repertorio se convertirá en
inscripción cuando se haga constar que se ha subsanado la causa que impide la
inscripción y el artículo 17 por su parte indica que, convertida la anotación en
inscripción, surte ésta todos sus efectos de tal desde la fecha de la anotación, sin
embargo de cualesquiera derechos que hayan sitio inscritos en el intervalo de la una a
la otra. Desde un punto de vista netamente registral estas dos disposiciones establecen
el principio de la prioridad registral, esto es, que la anotación de un título en el Libro
Repertorio bajo una serie general de números siguiendo el orden de presentación de
los títulos (art. 26) con señalamiento de la hora, día y mes de su presentación (art.24
N0 4) fija el comienzo del proceso de la inscripción y los efectos de ésta se retrotraen a
la fecha de dicha anotación.
O sea, que los efectos de la inscripción pueden retrotraerse hasta dos meses anteriores
a la fecha con que la inscripción se práctica, toda vez que las anotaciones en el
Repertorio caducarán a los dos meses de su fecha si no se convierten en inscripción
(art. 15 inc.29), mas “convertida la anotación en inscripción, surte ésta todos sus efectos
de tal desde la fecha de la anotación, sin embargo de cualesquiera derechos que hayan
sido inscritos en el intervalo de la una a la otra”.
Luego, anotado un título en el Repertorio, desde ese día y hora se fijan los derechos
del titular de la inscripción y las inscripciones hechas en el lapso que media entre la
anotación y la inscripción, serán meramente provisionales y no tendrán más efecto que
el que corresponda o pudieran tener con arreglo a la inscripción que, materializada
después, es sin embargo jurídicamente eficaz desde su anotación en el Repertorio.
Esto es así en atención a lo que dispone el artículo 17 del Reglamento por una parte y
el art. 92 por otra, disposición esta última que prohibe al Conservador hacer cancelación
alguna de oficio pero, no obstante, en las inscripciones anteriores no canceladas -y las
practicadas en el intertanto que no están canceladas, tienen ese carácter- será obligado
a poner una nota de simple referencia a las posteriores que versen sobre el mismo
inmueble: o sea, que en dichas inscripciones deberá indicarse que, a fojas y con el
número que le corresponda, se practicó una inscripción cuya naturaleza habrá de
señalarse y así deberá igualmente consignarse en los certificados que otorguen y que
en relación con dicho inmueble se soliciten.
En tanto no se requiera en virtud de un título idóneo su cancelación o se ordene
judicialmente ésta, deberá mantenerse vigente dicha inscripción, aunque no pueda
producir efecto alguno como consecuencia de la inscripción que se hubiera practicado
y cuyos efectos se retrotraen a la fecha de la anotación del título respectivo en el
Repertorio.
Jurisprudencia reciente permite concluir así. La anterior jurisprudencia estimaba que la
expresión “convertida la anotación en inscripción” hacía que si anotado un título en el
Libro Repertorio y no inscrito aún, se dictaba una medida precautoria o se trababa un
embargo, inscrita la medida precautoria o el embargo, no podía inscribirse el título que
anotado precedentemente en el Repertorio no había sido aún inscrito puesto que, por
tal circunstancia no podía convertirse en inscripción. Por otro lado se sostenía que las
medidas cautelares decretadas en juicio por los Tribunales no son “derechos” inscritos,
dando sólo tal carácter a los que no son originados en una resolución judicial, la que
tiene por objeto asegurar los resultados de una acción, de un derecho litigioso.
Esta posición se funda indudablemente, además de la razón lingística y gramatical
dada, en que la paralización de la registración es necesaria en tanto no se resuelva la
cuestión sometida a la decisión judicial y que por su naturaleza tiene el carácter de
transitoria a diferencia de la inscripción que tiene efectos definitivos y puede por
consiguiente hacer inoperante lo que en definitiva se resuelva.
Esta posición privilegia los derechos eventuales del actor en juicio frente a los derechos
de las partes originados en el acto o contrato sujeto a inscripción; se resta así a un
hecho cierto, como es la anotación del título en el Repertorio, la eficacia de fijar en ese
día y hora los derechos de los contratantes.
Así las cosas, los derechos litigiosos eventuales aparecen revestidos de más fuerza
que los derechos definitivos que constan del acto o contrato sujeto a registración.
La referida interpretación del artículo 17 del Reglamento significa desconocer el efecto
retroactivo de la anotación en el Repertorio sin considerar que la fecha y hora en que
se anota el título, y en que se entiende se da inicio al proceso de la inscripción, es la
que fija en el tiempo y en el espacio los derechos de las partes contratantes y de los
terceros a quienes también la inscripción empece, al convertir, desde esa fecha, los
derechos personales de los contratantes en derechos reales.
En resumen, toda esta cuestión se limita a privilegiar una fecha cierta -la de la anotación
del título en el Repertorio- o una fecha incierta, la de la firma de la inscripción por el
Conservador. La anotación es un solo acto y la autorización de la inscripción es la
culminación de una serie de actos previos y necesarios para que la inscripción se
perfeccione. Es precisamente esta la razón por la cual creemos que el legislador da a
la materialización de la inscripción un efecto retroactivo sin embargo de cualesquiera
derechos que hayan sido inscritos en el intervalo de la una a la otra.
La expresión “derechos” que se emplea en el artículo 17 es a nuestro juicio comprensiva
de todo derecho, tanto de los que emanan de un acto o contrato como de los que nacen
de las medidas cautelares que, a petición de parte, decreta el juez de la causa en juicio
declarativo, ejecutivo o de cualquier tipo. La acción es un derecho deducido en juicio y
no se divisa motivo para que tenga un rango superior a otros derechos.
El Código de Procedimiento Civil tiene numerosas normas que premian al diligente y
otras que castigan al negligente y tanto las unas como las otras fijan, en el tiempo y en
el espacio, como lo hace el artículo 17 del Reglamento Conservatorio, los derechos y
sus efectos. No se ve, según lo ya expuesto, porque los derechos que emanan del acto
o contrato inscriptible no pueden entenderse fijados por la anotación del título en el
Repertorio.
La fijación de tales derechos, como lo ha resuelto últimamente la Excma. Corte
Suprema, se produce al anotarse el título en el Repertorio, con lo cual se consigue dotar
a nuestro sistema registral de la certeza y seguridad jurídica que debe serle
consustancial.
Fijar la fecha y hora de la anotación del título en el Repertorio como el inicio del proceso
de la inscripción, es aun más conveniente que el de la fecha del otorgamiento del acto
o contrato, como lo hacen otras legislaciones, pues se da así mayor tiempo aún a quien
cree ver lesionados o burlados sus derechos, para impedir que una posible burla o
lesión de tales derechos se produzca.
En todo caso, como las inscripciones requeridas antes que la pendiente se practique
deben quedar asentadas en el Registro, se da así la publicidad necesaria de la
existencia de un cuestionamiento al contrato de cuya inscripción se trata y servirá de
antecedente para entablar las acciones conducentes al resguardo de los derechos de
quien los tiene o cree tenerlos.
En conclusión, todo se refiere a señalar una fecha cierta para fijar en el tiempo y en el
espacio los derechos que de alguna manera dicen relación con un bien sujeto a
inscripción e indudablemente dicha fecha es la de la anotación del respectivo título en
el Repertorio como debió ser la intención del legislador y lo ha afirmado la última
jurisprudencia de nuestro máximo tribunal.
Partes de un reciente Fallo de la Excma. Corte Suprema que se refiere a la
prioridad registral publicado en el N 456 de la Revista Fallos del mes.
A) Que se encuentran establecidos en la sentencia, como hechos de la causa, los
siguientes: que el día 31 de diciembre de 1990, el Conservador de Bienes Raíces negó
lugar a la solicitud de que se procediera a inscribir, en el Registro de Propiedad del
referido Conservador, la propiedad a que se refiere la escritura de compraventa
otorgada con fecha 28 de diciembre de 1990; aduciendo para ello la existencia de
embargos que gravaban la propiedad, los que datan desde los años 1985, 1987, 1989
y 1990; razón por la que sólo procedió a anotarla en forma presuntiva en el Repertorio,
con el número 934; que el 27 de febrero de 1991 se requirió nuevamente la inscripción
de la misma propiedad, negándose nuevamente el Conservador a practicarla, por tener
vigentes a esa fecha dos gravámenes, consistentes en una medida precautoria y un
embargo, ingresados en el Registro de Prohibiciones con fecha 17 de enero y 8 de
febrero de 1991, respectivamente. Como en el recurso no se dieron por infringidas las
leyes reguladoras de la prueba, los hechos establecidos en la sentencia son
inamovibles por esta Tribunal de Casación.
B) Que en primer lugar, se debe tener presente que el Reglamento del Registro
Conservatorio de Bienes Raíces tiene rango de ley, ya que fue dictado por mandato de
lo dispuesto en el artículo 695 del Código Civil. Por otra parte, conforme lo prescribe su
artículo 13, el Conservador no puede rehusar ni retardar las inscripciones. Sólo puede
negarse a practicar una inscripción, si esta es en algún sentido inadmisible. Sin
embargo, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 15 del mismo Reglamento, dicho
funcionario no puede dejar de anotar en el Repertorio el título que se le presente para
ser inscrito, anotación que caduca a los dos meses de su fecha, en el evento que no se
convierta en inscripción; pero, conforme lo previenen los artículos 16 y 17 del mismo
Reglamento, una vez que se hace constar que se subsanó la causa que impedía la
inscripción, la anotación practicada en forma presuntiva en el Repertorio se convierte
en inscripción, surtiendo ésta todos los efectos de tal desde la fecha de la anotación,
no obstante de cualesquiera derechos que hayan sido inscritos en el intervalo de la una
a la otra.
C) Que, en consecuencia, interpretando armónicamente lo dispuesto en los artículos
citados, el Conservador de Bienes Raíces está facultado para negarse a proceder a
inscribir en el registro pertinente de su oficio, un inmueble a nombre de una persona
determinada, cuando exista un motivo que lo habilite para ello; el que, obviamente, debe
ser previo o coetáneo a la presentación de los títulos que se le exhiben para su
inscripción, porque es en esa oportunidad cuando el Conservador debe examinar la
situación jurídica del bien raíz y rechazar lo solicitado, si existe una causal legal que le
impida aceptar que se modifique al titular que detenta el dominio de un bien raíz, ya sea
por intermedio de una transmisión por causa de muerte. Entender que pueden surtir
efectos las medidas que se inscriben en el registro, en el tiempo intermedio que confiere
la ley al interesado para subsanar los defectos que se han hecho presente por el
funcionario competente y que gravan o impiden la libre circulación de los bienes,
significaría que, además, es letra muerta lo prescrito en el artículo 17 del Reglamento
del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, que a la letra señala: “Convertida la
anotación en inscripción, surte ésta todos los efectos de tal desde la fecha de la
anotación. Sin embargo, de cualesquiera derechos que hayan sido inscritos en el
intervalo de la una a la otra.” La importancia que dicha norma legal le otorga a la
anotación que se efectúa en el Repertorio, se debe a que da inicio al proceso que
termina con la inscripción, proceso al que la ley ha dado el carácter de indivisible,
retrotrayendo el efecto de la inscripción al tiempo de la anotación. Por lo expuesto, basta
que el requeriente subsane los defectos dentro del plazo de dos meses o supla las
deficiencias que se le hicieron presente por el Conservador, para poder transformar en
inscripción la anotación que aquel efectuó en forma presuntiva en el Repertorio.
D) Que, en consecuencia, como se ha establecido como hecho de la causa, que la
inscripción solicitada se anotó en el Repertorio el día 31 de diciembre de 1990, la que
fue rechazada porque el inmueble estaba gravado con varios embargos, que fueron
alzados dentro del término que al efecto señala la ley, y se requirió nuevamente que se
practicara la inscripción en el Registro de Propiedad el 27 de febrero de 1991; el
Conservador no debió rechazar lo pedido invocando la existencia de medida
precautorias y embargos, que se inscribieron en el tiempo intermedio que tenía el
solicitante para subsanar la causa que impedía la inscripción.
E) Que, atendido lo expuesto, los jueces del fondo, al no hacer lugar a la petición
formulada, consistente en que se ordene al Conservador de Bienes Raíces, que inscriba
en el Registro de Propiedades el título que se le presentó al efecto, han incurrido en un
error de derecho que influyó substancialmente en lo dispositivo del fallo. Acordada
contra el voto de los Ministros señor Efren Araya V. y señor Oscar Carrasco A., quienes
tienen presente, que las medidas precautorias y los embargos que se decretan en virtud
de una resolución judicial, persiguen impedir la libre circulación de los bienes, para
resguardar los derechos válidamente adquiridos por los acreedores, resolución que
debe surtir todos los efectos legales mientras el bien gravado se mantenga en el
patrimonio del afectado y, además, porque conforme a lo dispuesto en el artículo 17 del
Reglamento Conservatorio de Bienes Raíces, la anotación que se practica en el
Repertorio, sólo produce todos los efectos legales desde la fecha en que se lleva a cabo
aquella, una vez que se efectúa la inscripción en el Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces.

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