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Acerca de la Psicoterapia Junguiana

Un primer punto a tratar, es la posición del psicoterapeuta para Jung, que difiere de
la posición clásica de analista, porque la relación terapéutica se basa en una relación
dialéctica, donde ambos participantes se encuentran comprometidos activamente en el
proceso terapéutico-analítico. En este sentido, se aborda ya no sólo la transferencia, sino
también la contratransferencia, y teniendo en cuenta que aquí la transferencia no tiene el
mismo sentido freudiano, sino que, por sus influencias y conocimientos sobre Alquimia,
la define a partir de la metáfora de dos cuerpos químicos diferentes que, puestos en
contacto, se modifican mutuamente.

En sí, este modo de terapia es una terapia de conversación, es decir que es necesario
un encuentro cara a cara con el cliente, en posición de iguales, para poder así lograr una
autenticidad, una confianza y una colaboración profesional entre ambos. Además que se
define esta calidad en la relación como algo que asegura de que los clientes se sientan
cómodos para abrirse y explicar sus problemas, puesto que se sienten contenidos y
apoyados lo necesario como para facilitar a su aparato psíquico el superar las dificultades
que limitan su integridad psicológica.

Retomando un concepto anteriormente nombrado, en este método sintético-


hermenéutico que propone Jung, la finalidad que encuentra la terapéutica es la de facilitar
el proceso de individuación, o de autorrealización psíquica. Como ya nombramos toda
individuación remite a la relación entre el Ego y el Inconsciente colectivo, a lo largo de
la biografía de ese individuo.

Con esto último Jung añade algo central y que es un cimiento de muchas formas de
psicoterapias, que es la inclusión del contexto y su influencia, a través del concepto de
inconsciente colectivo. Y qué mejor manera de explicitarlo, que a partir de una definición
que brinda de un concepto tan elaborado por el psicoanálisis y por la psiquiatría clásica,
como ser el concepto de Neurosis.

Jung define a la neurosis como: “Un fenómeno psicosocial, más que una
enfermedad en sentido estricto. La neurosis nos obliga a ampliar el concepto de la
‘enfermedad’ más allá de la idea de un cuerpo individual perturbado en sus funciones, y
a contemplar al ser humano neurótico como un sistema relacional social que se ha
enfermado”.
Analizando más en detalle la definición que presenta, y teniendo en cuenta las
implicancias teóricas que acarrea, vemos como Jung propone ir más allá de la noción
individualista, más allá de la enfermedad del cuerpo, proponiendo un sistema relacional
social como aquel enfermo. Y en este sentido, la forma de abordaje cambiará, porque para
el autor, si bien la base de todo síntoma, y de toda neurosis, tal como se la pensaba en
psicoanálisis, se haya relacionada con vivenciares infantiles, plantea que la neurosis se
fabrica de nuevo todos los días, y “precisamente, a base de una falsa actitud que consiste
en que el neurótico piensa y siente como lo hace, y justifica con su teoría de la neurosis”.

¿Qué quiere decir con esto?, que la actitud errónea puede tener su origen en un
tiempo remoto, pero no existiría hoy si no existiesen causas inmediatas y propósitos
inmediatos que la mantienen viva. Y precisamente esto es lo que nos hace pensar, en la
clínica psicodinámica de Jung, en una conversación, casi al estilo de Fiorini, en donde si
bien se recurra al pasado para comprender la base etiológica del problema, también se
haga foco en aquellas situaciones actuales que posibilitan la permanencia del síntoma.

Por otro lado, otra cuestión a tratar es la función del diagnóstico en esta terapia.
Para Jung el diagnóstico es de escaso valor y de poca utilidad práctica, puesto que no
proporciona información relevante en cuanto al pronóstico y a la forma de asumir el
proceso terapéutico. Por ello, el psicodiagnóstico junguiano se focaliza en los contenidos
psicológicos que guardan relación con el estado patológico del individuo, y mucho menos
en la descripción del cuadro clínico explícito.

Entonces, y volviendo nuevamente al inicio, podríamos pensar en la terapia


junguiana como una tentativa de descubrir y de explorar aquellas áreas psicológicas y
afectivas en las cuales el crecimiento de la personalidad se ha desviado o detenido.
Además, para comprender las formas terapéuticas, es importante tener en cuenta la
distinción que Jung realiza acerca del cambio terapéutico (o curación terapéutica), y el
verdadero proceso de individuación.

Dice Jung que, en tanto se hable de curación, se la entiende como cambio, en donde
esto es posible, con ello no se exige un sacrificio demasiado grande en términos de
personalidad, y por ello uno debe cambiar terapéuticamente al enfermo. Pero, donde un
paciente comprende que la curación, a través del cambio, significaría un sacrificio
demasiado grande en términos de personalidad, el médico puede y debe renunciar al
cambio y al querer curar.
Con esto, y para cerrar, Jung nos enseña que existe posibilidad de curación, en tanto
y en cuanto no exista un sacrificio de mayor escala en términos de la personalidad. Puesto
que si el sacrificio es demasiado grande, tratándose de un paciente que está agradecido a
sus síntomas neuróticos, el médico no tiene nada que ofrecerles, aparte de la posibilidad
del desarrollo psíquico individual.

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