Professional Documents
Culture Documents
ABSTRACT
La presente ponencia tiene como finalidad interpretar las fuerzas productivas, concebidas
por Marx como el primer escalón en su teoría sobre el capital, en términos ontológicos.
Para tal efecto, revisaremos las definiciones que el pensador alemán desarrolló en sus
diversos textos, especialmente los que forman parte de la Contribución a la crítica de la
economía política y del primer tomo del Capital. Nuestro interés es, desde un punto de
vista ontológico, darle el lugar que le corresponde a las fuerzas productivas, ya que
constituyen el verdadero motor de toda la civilización humana. A pesar de ello, su
primigenia función ha quedado opacada por el predominio de la dimensión social e
histórica de la crítica a la economía política de Marx.
Como sabemos, la columna vertebral del pensamiento de Marx es, sin lugar a
dudas, la dialéctica hegeliana. En efecto, Marx reinterpretó la economía política clásica
mediante el movimiento que Hegel atribuía al espíritu. Así, la dialéctica histórica del
espíritu universal fue reemplazada por la dialéctica de las fuerzas productivas. De esta
manera, la economía política se transformó, con Marx, en una disciplina que estudiaba la
producción de mercancías como una actividad dialéctica, histórica y universal.
Así, el marxismo anunció la expansión inexorable del capitalismo a la totalidad
del globo terráqueo. Asimismo, mostró el motor de esta expansión en la lucha de clases.
Finalmente, explicó los acontecimientos históricos a partir de tal expansión económica
mundial. A estas tres dimensiones, Marx agregó una cuarta que podemos considerar
hipotética: el advenimiento del socialismo, como un nuevo modo de producción.
Tal hipótesis debemos considerarla como el resultado de un planteamiento
científico, aunque el poder sugestivo de la misma haya sido, más bien, de carácter utópico.
Tiene su origen, como el jurista alemán Carl Schmitt ha mostrado,1 en la Filosofía del
Derecho de Hegel,2 específicamente en los §§ 243-246, donde se dice que la sociedad
burguesa está constreñida dialécticamente a buscar, respecto a lo que a ella le sobra, los
consumidores y medios de subsistencia que necesita en pueblos menos desarrollados,
porque no tiene el suficiente exceso de riqueza para pagar el exceso de pobreza de su
propia plebe. A partir de esta constatación, Marx pudo desarrollar el planteamiento según
el cual el propio capitalismo debía expandirse inexorablemente a la totalidad del globo
terráqueo transformando todo a su paso. Desde este punto de partida, la lucha de clases,
el devenir de la historia y el advenimiento del socialismo se desarrollaban casi por inercia.
Según Marx,3 las fuerzas productivas (Produktivkräfte), constituidas por la fuerza
del trabajo, los instrumentos de producción y las materias primas, al transformar la
naturaleza, crean las relaciones de producción, las cuales, a partir de una constante
contradicción entre ellas, generan el aparato estatal y sus organismos ideológicos. Cuando
las relaciones de producción impiden el desarrollo de las fuerzas productivas, se genera
un proceso de revoluciones sociales.
Las fuerzas productivas forman parte de una unidad sustancial entre la naturaleza,
el ser humano y la técnica. En efecto, desde el momento en que el ser humano se enfrenta
1
SCHMITT, Carl. (1955). “La tensión planetaria entre Oriente y Occidente y la oposición entre tierra y
mar”. Revista de estudios políticos, España, nº 81, pp. 3-28.
2
HEGEL, G.W.F. (). Filosofía del Derecho. Madrid: Centro de estudios constitucionales.
3
MARX, Carl. (). Contribución a la crítica de la economía política.
3
que el modo de producción ha creado. De esta manera, la totalidad del ser podríamos
imaginarla como una serie de círculos concéntricos en la que el círculo más externo y
abarcador correspondería a la naturaleza, el siguiente a la sociedad y el más interno a la
historia.
Si la naturaleza constituye el origen de la civilización, la historia parece ser su
finalidad última. Sin embargo, la naturaleza se apropia de sí misma a través de la acción
del hombre
4
HOBBES, Thomas. (). Leviathán.
5
más allá de las pretensiones del propio Hobbes, pues, como sabemos, el Leviathán es una
bestia mítica asociada con los mares.
De esta manera, el Estado se transformó en un instrumento del capitalismo, el cual,
a su vez, asumió la identidad del verdadero Leviathán. En este sentido, el Estado, cuya
muerte Marx profetizara en el siglo XIX y Schmitt constatara en el siglo XX, no era más
que la manifestación más superficial del verdadero Leviathán: el capitalismo. En efecto,
como había mostrado Hegel, la industria, y no el Estado, era la bestia marítima que se
apoderaba del mundo e invadiría todas las áreas de la vida humana.
II
5
SCHMITT, Carl. (). El Leviathán en la teoría del Estado de Thomas Hobbes
6
JUNG, Carl. (). Símbolos de transformación.
6
posible el surgimiento de ella. Por tal razón, Jung sostiene que se trata de una estructura
común a toda la naturaleza, no solo al ser humano.
En el caso del ser humano, es primeramente en la religión, específicamente en los
dogmas, donde encontramos tales símbolos. En segundo lugar, aparecen de manera
antropomórfica en el arte. Finalmente, podemos encontrar símbolos en la política y en la
vida social. En cada una de estas áreas de la cultura humana, el símbolo se desarrolla
independientemente de la racionalidad individual del ser humano, de manera que no es
posible acceder a su conocimiento mediante el ejercicio de nuestras capacidades
gnoseológicas habituales.
Por otro lado, la misma vida cotidiana del ser humano está condicionada por los
símbolos que se viven a través del lenguaje. De esta manera, como ha mostrado Stefano
Arduini,7 las metáforas del mundo cotidiano, acumuladas en lo que él denomina “campo
figurativo”, constituyen los vehículos discursivos por los que accedemos a esta parte de
la realidad. Tales metáforas son los instrumentos mediante los cuales los símbolos podrán
luego ser aprehendidos.
Por tal razón, cuando los pensadores de una época piensan un concepto en
determinados términos debemos considerar, en primer lugar, las metáforas que utilizan.
Hobbes introdujo el símbolo del Leviathán, el monstruo marino que, según los judíos,
será devorado al final de los tiempos, porque, de alguna manera, tuvo acceso a un
arquetipo cuyo contenido mostraba el devenir violento de la nueva época.
Sin embargo, Hobbes no pudo prever, en su interpretación mítica de la nueva
unidad política, que la industria constituiría el verdadero corazón del monstruo legendario.
En efecto, ninguna maquinaria política de tal envergadura podría haber sobrevivido sin
el combustible que la transformación sistemática de la naturaleza y del ser humano
producía. En ambos casos, la cosificación de la mercancía se impondría a todo aquello
que la economía podía someter.
III
7
ARDUINI, Stefano. (). Prolegómenos a una teoría de las figuras.
8
MARX, Carl. (). El Capital. Crítica de la economía política. Tomo I.
7
9
SCHMITT, Carl. (). El Leviathán en la teoría del Estado de Hobbes.
10
JUNG, Carl. (). Simbología del espíritu.
11
8
IV