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LOS BENEFICIOS EN EL CÓDIGO CIVIL1

1. BENEFICIO DE EMOLUMENTO EN LA SOCIEDAD CONYUGAL:

Ha sido definido como "la facultad que tiene la mujer o sus herederos para limitar
su obligación y su contribución a las deudas de la sociedad hasta concurrencia de
su mitad de gananciales, es decir del provecho o emolumento que obtuvieron en
ella" (Alessandri). Está contemplado en el artículo 1777.

Para que la mujer pueda hacer uso de este beneficio sólo deberá probar el exceso
que se le cobra, en la forma dispuesta en el inciso 2º del art. 1777, esto es "sea
por el inventario y tasación, sea por otros documentos auténticos". La prueba sólo
puede consistir en instrumentos públicos -ese es el significado de documentos
auténticos según el art. 1699- de manera que no es admisible ni la prueba de
testigos ni instrumentos privados, salvo el inventario privado pero sólo respecto del
acreedor que lo aprobó y firmó (art. 1766).

La razón que ha tenido la ley para limitar la responsabilidad de la mujer, está en


que no ha sido ella quien ha administrado la sociedad conyugal, sino su marido.
Es una protección que se le otorga para defenderla de la mala administración del
marido.

El beneficio de emolumento no produce una separación de patrimonios. Por ello,


los acreedores pueden hacer efectivo su crédito en todos los bienes de la mujer,
no sólo en los que haya recibido a título de gananciales.

¿A quién se opone el beneficio de emolumento?

La mujer lo puede oponer a un acreedor de la sociedad (jamás a un acreedor


personal suyo), cuando se la demanda por una deuda social; y también lo puede
oponer a su marido. Respecto de este último por vía de acción o como excepción.
Lo primero (acción) ocurrirá cuando ella haya pagado una deuda social de monto
superior a su mitad de gananciales, para que el marido le reembolse el exceso.
Opondrá el beneficio por vía de excepción, cuando el marido haya pagado una

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Apunte realizado en base al Cedulario de Derecho Civil de la Universidad Central de Chile año 2016.
Contenido extractado de separatas del curso de JGC.

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deuda social y demande a la mujer para que le restituya su mitad (art. 1778); la
mujer le dirá que nada debe restituir o que sólo debe reembolsar una parte porque
lo que se le cobra excede a lo que percibió a título de gananciales.

Irrenunciabilidad del beneficio de emolumento

La mujer no puede renunciar en las capitulaciones matrimoniales a este beneficio


(art. 1717) pues como dice Alessandri ello importaría “facultar al marido para
obligar los bienes propios de la mujer por las obligaciones de la sociedad”. Sin
embargo, nada le impide renunciarlo una vez disuelta la sociedad conyugal.

Los cónyuges pueden acordar una división de las deudas en una proporción
diferente.

Los cónyuges pueden convenir que una deuda social la soporte uno de ellos en su
integridad o en una proporción diferente al cincuenta por ciento. Ello es
perfectamente posible, y lo aceptan los artículos 1340 y 1359 para los herederos,
normas que se aplican al caso de la liquidación de la sociedad conyugal de
acuerdo al artículo 1776. Este acuerdo de los cónyuges no obliga a los acreedores
según los mismos artículos citados.

2. BENEFICIO DE EMOLUMENTO EN FAVOR DEL MARIDO EN EL


PATRIMONIO RESERVADO DE LA MUJER CASADA:

Si la mujer o sus herederos aceptan los gananciales el artículo 150 contiene un


verdadero beneficio de emolumento en favor del marido al establecer que sólo
responderá por las obligaciones contraidas por la mujer en su administración
separada hasta concurrencia del valor de la mitad de esos bienes (reservados)
que existan al disolverse la sociedad. Pero para ello deberá probar el exceso de
contribución que se le exige con arreglo al artículo 1777 (art. 150, inciso final).

Este beneficio de emolumento lo puede oponer el marido tanto a los terceros,


cuando lo demanden por deudas que exceden el valor de la mitad de los bienes
reservados con que se ha beneficiado; como a la mujer, cuando ésta pagare una
deuda contraída en ese patrimonio y pretenda que el marido le reintegre la mitad
de lo pagado, podría éste defenderse alegando que lo que se le está pidiendo
reembolsar excede al beneficio que él obtuvo con los bienes reservados.

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3. EL BENEFICIO DE INVENTARIO EN LA ACEPTACIÓN DE UNA HERENCIA:

El legatario puede optar por aceptar o repudiar la asignación; pero el heredero,


además, puede aceptar con beneficio de inventario.

El beneficio de inventario tiene por objeto poner un límite a la responsabilidad del


heredero que acepta la herencia; sin este beneficio, su responsabilidad es
ilimitada y le obliga ultra vires hereditatis.

La aceptación de la herencia no debe racionalmente ser un motivo de ruina para el


heredero. El beneficio de inventario concilia el interés del heredero y de los
acreedores del difunto.

El art. 1247 dispone: “El beneficio de inventario consiste en no hacer a los


herederos que aceptan, responsables de las obligaciones hereditarias y
testamentarias, sino hasta concurrencia del valor total de los bienes que han
heredado”.

Es de orden público

El beneficio de inventario cede en provecho del heredero; éste ha de ser quien


decida si aprovecha de sus ventajas.

El causante no puede imponer al heredero una aceptación pura y simple de la


herencia. El art. 1249 establece que “el testador no podrá prohibir a un heredero el
aceptar con beneficio de inventario”.

Herederos que deben aceptar con beneficio de inventario

Por regla general, el heredero es libre para aceptar llanamente la herencia o


hacerlo con beneficio de inventario. Ciertos herederos, sin embargo, deben
necesariamente aceptar con este beneficio:
a) Las herencias deferidas al Fisco y a todas las corporaciones y
establecimientos públicos deben aceptarse “precisamente” con beneficio de
inventario (art. 1250 inc. 1º);

b) Del mismo modo deben aceptarse las herencias deferidas a los incapaces,
o sea a las personas “que no pueden aceptar o repudiar sino por el ministerio o
con la autorización de otras” (art. 1250 inc. 2º).

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Caso en que las personas jurídicas de derecho público o los incapaces no acepten
con beneficio de inventario (art. 1250 inc. 3º).

En este caso sucede algo bastante curioso, porque si los representantes de estas
personas no aceptan con beneficio de inventario, la ley se lo otorga de pleno
derecho, o sea, es exactamente igual que si se hubiera aceptado en dichos
términos. Quiere decir, en otras palabras, que las personas jurídicas de derecho
público y los incapaces gozan de pleno derecho del beneficio de inventario,
acepten o no con él.

c) Los herederos fiduciarios “son obligados a aceptar con beneficio de


inventario” (art. 1251). El fundamento de esta disposición es obvio; el legislador
con ella vela por el derecho del fideicomisario, ya que la herencia del asignatario
fiduciario, cumplida la condición, pasa a pertenecer a aquél. Resguardando el
derecho del fideicomisario es que la ley obliga al heredero fiduciario a aceptar con
beneficio de inventario.

Caso de pluralidad de herederos

La pluralidad de herederos puede ocasionar un conflicto entre ellos acerca de


cómo debe aceptarse la herencia.

El Código ha zanjado expresamente la cuestión. Si de varios herederos los unos


quieren aceptar con beneficio de inventario y los otros no, “todos serán obligados
a aceptar con beneficio de inventario” (art. 1248).

Es la solución más sencilla para evitar la confusión que engendraría la dualidad de


responsabilidades de los varios herederos.

Requisitos del beneficio de inventario:


a) Que el heredero lo impetre expresamente;
b) Que no haya ejecutado actos que importen aceptación de la herencia;
c) Que se practique inventario, y
d) Que el inventario sea fiel.

Demanda del beneficio de inventario

El heredero debe expresar su intención de aceptar con beneficio de inventario, de


otro modo, la aceptación debe entenderse pura y simple, puesto que el beneficio
de inventario crea un estado de cosas de excepción.

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Sin embargo, no es necesario que el heredero declare expresamente su propósito


cuando, en el hecho, hubiere practicado inventario solemne.

El heredero que acepta sin previo inventario solemne queda ilimitadamente


responsable de las deudas hereditarias y testamentarias; pero si ha precedido
inventario solemne, “gozará del beneficio de inventario” (art. 1245 inc. 2°).

En resumen, cuando el heredero practica inventario, antes de aceptar la herencia,


se presume su intención de impetrar el beneficio de inventario.

Inejecución de actos de aceptación de la herencia

Es necesario que el heredero haga la declaración de aceptar con beneficio de


inventario sin haber ejecutado antes actos que importen aceptación pura y simple
de la herencia.

El art. 1252 dispone: “Todo heredero conserva la facultad de aceptar con beneficio
de inventario mientras no haya hecho acto de heredero”.

La ejecución de actos de heredero importa aceptación que priva del beneficio de


inventario, a menos que haya precedido inventario solemne (art. 1245).

Facción de inventario solemne

No basta que el heredero exprese su intención de aceptar con beneficio de


inventario; es necesario que lo practique.

El inventario debe ser necesariamente solemne.

El Código no ha señalado un plazo para efectuar el inventario; de los


artículos 1245 y 1252 fluye solamente que debe hacerlo antes de ejecutar actos
de heredero.

El heredero que declara su intención de aceptar con beneficio de inventario,


pero lo omite y ejecuta actos de heredero, queda responsable ultra vires
hereditatis.

El inventario debe ser fiel

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El inventario debe ser fiel, completo, exacto.

El art. 1256 prescribe: “El heredero que en la confección del inventario omitiere de
mala fe hacer mención de cualquiera parte de los bienes, por pequeña que sea, o
supusiere deudas que no existen, no gozará del beneficio de inventario”.

Mediante la ocultación de bienes o la simulación de deudas, el heredero perjudica


a los acreedores y se enriquece a sus expensas. La ley le sanciona haciéndole
responsable de las deudas, aunque le impongan un gravamen que exceda del
valor de los bienes que hereda.

¿El beneficio de inventario produce separación de patrimonios?

A juicio de Meza Barros, el beneficio de inventario produce una separación de los


patrimonios del causante y del heredero. En contrario René Abeliuk.

Si se acepta que el beneficio de inventario produce la separación de los


patrimonios, quiere decir que los acreedores hereditarios, si pretenden pagarse
sus créditos, sólo podrán perseguir éstos en los bienes que fueron del causante,
pero no podrán hacer efectivos sus derechos en los bienes propios del heredero.
Deberán pagarse sus créditos en los bienes del causante.

Si aceptamos, en cambio, que el efecto propio del beneficio de inventario es


solamente limitar la responsabilidad del heredero, pero no producir semejante
separación en los patrimonios, querrá decir, entonces, que los acreedores
hereditarios podrán hacer efectivos sus créditos no sólo en los bienes del
causante, sino también en los de los herederos que aceptan con beneficio de
inventario (pero sólo hasta el monto de lo que los herederos reciben a título de
herencia).

Abeliuk se apoya, entre otras razones, en que el art. 1247, al definir el beneficio de
inventario, limita la responsabilidad del heredero al monto de lo recibido a título de
herencia y no a los bienes que adquiera en dicha forma. En efecto, la definición
termina diciendo que el beneficio de inventario no hace responsable al heredero
“sino hasta concurrencia del valor total de los bienes que ha heredado”. Como se
ve, limita la responsabilidad del heredero en cuanto al monto de lo que deberá
pagar; pero no dice que la circunscriba a los “bienes” recibidos.

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El beneficio de inventario impide la extinción de las obligaciones por


confusión

Art. 1259: “Las deudas y créditos del heredero beneficiario no se confunden con
las deudas y créditos de la sucesión”. Esta norma está repetida en el art. 1669.

En otros términos, el heredero beneficiario conserva el derecho de reclamar el


pago de sus créditos en el patrimonio hereditario. Su situación es idéntica a la de
cualquier acreedor. Del mismo modo, el heredero deberá pagar a la sucesión las
deudas que tenía para con el causante.

Adquisición por el heredero de créditos en contra de la sucesión

El heredero beneficiario que paga con su propio dinero deudas de la herencia se


subroga en los derechos de los acreedores (art. 1610 N° 4). De esta manera se
convierte en acreedor de la sucesión en lugar del acreedor a quien pagó.

Responsabilidad del heredero beneficiario

Arts. 1247 y 1257. El heredero beneficiario limita su responsabilidad al valor de los


bienes heredados y que se detallan en el correspondiente inventario.

Responsabilidad del heredero beneficiario por los créditos de la sucesión

Art. 1258. Si el heredero por su culpa no cobra un crédito hereditario,


responde ante los acreedores hereditarios como si efectivamente los hubiera
percibido, salvo la excepción que contempla el propio precepto.

Cesación de la responsabilidad del heredero beneficiario

La responsabilidad del heredero beneficiario termina por dos causas: 1) por el


abandono a los acreedores de los bienes hereditarios (art. 1261), y 2) por la
inversión de los bienes sucesorios en el pago de las deudas (arts. 1262 y 1263).

Tanto el abandono como la inversión de los bienes de la herencia deben


acompañarse de una rendición de cuentas que, una vez aprobada, pondrá fin a la
responsabilidad del heredero.

4. EL BENEFICIO DE SEPARACIÓN EN LA HERENCIA:

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La aceptación pura y simple de la herencia produce una confusión de los bienes y


deudas del difunto con los bienes y obligaciones del heredero.

Los patrimonios confundidos tienen, en lo sucesivo, un solo titular: el heredero.


Todos los acreedores tienen como deudor al heredero y en el patrimonio
confundido ejercitarán su derecho de prenda general.

Esta confusión puede ser, según las circunstancias, perjudicial para el heredero o
para los acreedores de la sucesión.

Será perjudicial para el heredero cuando el pasivo supera al activo hereditario


porque, responsable ilimitadamente de las deudas, deberá satisfacerlas aun con
sacrificio de sus propios bienes. Para precaverse de las consecuencias
perjudiciales de esta responsabilidad ilimitada, el heredero dispone de un recurso:
el beneficio de inventario.

La confusión de patrimonios será perjudicial para los acreedores hereditarios


cuando el heredero es insolvente. Puede suceder que el patrimonio del deudor
difunto era suficiente para satisfacer sus deudas; pero en el patrimonio confundido
los acreedores del difunto deben tolerar la competencia de los acreedores del
heredero que puede no tener bienes. Para esto el legislador crea el beneficio de
separación.

El art. 1378 dispone: “los acreedores hereditarios y los acreedores testamentarios


podrán pedir que no se confundan los bienes del difunto con los bienes del
heredero; y en virtud de este beneficio de separación tendrán derecho a que de
los bienes del difunto se les cumplan las obligaciones hereditarias o
testamentarias con preferencia a las deudas propias del heredero”.

Los acreedores del heredero no sufren un perjuicio porque contarán para ser
satisfechos con el mismo patrimonio que tuvieron en vista al contratar.

El beneficio de separación puede definirse como un beneficio que impide la


confusión de los patrimonios del difunto y del heredero y permite a los acreedores
hereditarios y testamentarios pagarse con los bienes del difunto con preferencia a
los acreedores propios del heredero.

Quiénes pueden invocar el beneficio de separación

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El beneficio de separación pueden impetrarlo los acreedores hereditarios y


testamentarios.

También, pueden invocar el beneficio los acreedores hereditarios y testamentarios


cuyos créditos no son exigibles, en razón de un plazo o condición (art. 1379). Se
explica que aun el acreedor condicional pueda invocar este beneficio, porque, en
el fondo, éste no es sino una medida conservativa que tienen los acreedores para
defender su derecho, y el acreedor condicional está expresamente facultado para
solicitar tales medidas.

No gozan del beneficio de separación los acreedores personales del heredero


para pagarse preferentemente con los bienes de éste (art. 1381).

A primera vista, podría pensarse que existe aquí una situación injusta, porque bien
puede ocurrir una situación inversa a la señalada anteriormente: que fuera el
patrimonio del causante el excesivamente gravado y, en cambio, el del heredero
fuera suficientemente solvente. Confundidos los patrimonios, los acreedores
personales no tienen medios para impedir que los acreedores hereditarios y
testamentarios concurran a pagarse en los bienes del heredero.

Pero, en realidad, en este caso, el heredero tiene un modo de evitar el perjuicio de


sus propios acreedores, aceptando la herencia con beneficio de inventario. No es
dable presumir que el heredero, para perjudicar a sus acreedores, no haga uso de
este derecho, pues en tal caso, el primer perjudicado con ello sería él mismo. Por
eso el legislador niega a los acreedores del heredero todo derecho a solicitar el
beneficio de separación.

Casos en que los acreedores hereditarios y testamentarios no pueden


solicitar el beneficio de separación.

a) Cuando sus derechos han prescrito (arts. 1380 inc. 1° y 1382 inc. 1°);

b) Cuando hayan renunciado a él.

La renuncia puede ser expresa o tácita. Habrá renuncia tácita “cuando el acreedor
ha reconocido al heredero por deudor, aceptando un pagaré, prenda, hipoteca o
fianza de dicho heredero, o un pago parcial de la deuda” (art. 1380 N° 1°).

c) Cuando los bienes de la sucesión han salido ya de manos del heredero (art.
1380 N° 2°).

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d) Cuando los bienes de la sucesión se han confundido con los del heredero,
“de manera que no sea posible reconocerlos” (art. 1380 N° 2°).

El beneficio de separación obtenido por uno de los acreedores hereditarios o


testamentarios favorece a todos los demás.

El inc. 1º del art. 1382 dispone que “obtenida la separación de patrimonios por
alguno de los acreedores de la sucesión, aprovechará a los demás acreedores de
la misma que la invoquen y cuyos créditos no hayan prescrito, o que no se hallen
en el caso del número 1 del art. 1380 (que no se haya renunciado a solicitarlo)”.

Contra quién se pide la separación de patrimonios

Pueden darse dos soluciones a) que el beneficio de separación debe pedirse en


contra de los herederos, y b) que debe demandarse en contra de los acreedores
personales de los herederos. Esta última solución es, sin duda, la más jurídica, por
cuanto los perjudicados con dicho beneficio van a ser los acreedores personales
de los herederos, y no éstos, pero presenta grandes dificultades prácticas. En
efecto, va a ser difícil, para los acreedores hereditarios y testamentarios
determinar la persona de los acreedores personales. En cambio, es fácil precisar
quiénes son los herederos, por el auto de posesión efectiva. De modo que, según
Abeliuk, debemos inclinarnos por esta última solución.

Cómo se obtiene el beneficio de separación

De diversas disposiciones del Código, especialmente del art. 1385, resulta que el
beneficio de separación debe ser decretado judicialmente. La disposición alude al
“decreto en que se concede el beneficio de separación”.

Tal es la tradición romana y la opinión de Pothier.

La resolución judicial, si existen bienes raíces en la sucesión, debe inscribirse en


el Registro Conservatorio de Bienes Raíces (art. 52 Nº 4 del Reglamento). El art.
1385 dispone: “Si hubiere bienes raíces en la sucesión, el decreto en que se
concede el beneficio de separación se inscribirá en el Registro o Registros que por
la situación de dichos bienes corresponda, con expresión de las fincas a que el
beneficio se extienda”.

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Los acreedores pueden impetrar el beneficio mientras no hayan prescrito


sus créditos

El art. 1380 inc. 1°, dispone que “el derecho de cada acreedor a pedir el beneficio
de separación subsiste mientras no haya prescrito su crédito” y el art. 1382 agrega
que obtenido por algunos acreedores aprovecha a los demás que lo invoquen
“cuyos créditos no hayan prescrito”.

Efectos del beneficio de separación

Los efectos del beneficio de separación deben verse:


1. Entre los acreedores hereditarios y testamentarios;
2. Entre los acreedores de la sucesión y los acreedores personales del
heredero, y
3. Respecto del heredero o herederos.

1. Efectos del beneficio de separación entre los acreedores hereditarios


y testamentarios entre sí.

Los acreedores hereditarios y testamentarios se pagan en los bienes de la


sucesión con preferencia a los acreedores personales de los herederos.

Pero los acreedores hereditarios y testamentarios concurren en los bienes de la


sucesión en conformidad a las reglas dichas, es decir, se pagan primero los
acreedores hereditarios que los testamentarios, las deudas hereditarias antes que
las cargas testamentarias.

2. Efectos del beneficio de separación entre los acreedores hereditarios


y testamentarios de una parte y los acreedores personales del heredero de
otra.

El Código, en los artículos 1382 y 1383, reglamenta las relaciones que se


producen en virtud del beneficio de separación entre los acreedores hereditarios y
testamentarios de una parte y los personales del heredero de otra. Al respecto
distinguen entre los bienes hereditarios, es decir, del causante, y los del heredero.

Respecto de los primeros la regla general es que, obtenida la separación de los


patrimonios, se pagan preferentemente en los bienes de la sucesión los
acreedores hereditarios y testamentarios.

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Ahora, en caso de que pagados los acreedores hereditarios y testamentarios


quedare un sobrante, se aplica el inciso segundo del artículo 1382, según el cual
“el sobrante, si lo hubiere, se agregará a los bienes del heredero, para satisfacer a
sus acreedores propios, con los cuales concurrirán los acreedores de la sucesión
que no gocen del beneficio”.

De modo que en los bienes de la sucesión los acreedores hereditarios y


testamentarios gozan de una especie de preferencia para el pago, de un
verdadero privilegio respecto de los acreedores personales de los herederos, y
aun de los acreedores hereditarios y testamentarios que no gocen del beneficio de
separación. Estos podrán ser únicamente los que hayan renunciado a él o no lo
invoquen, pues los demás acreedores que no gozan del beneficio son aquellos
cuyos derechos han prescrito, y éstos no pueden ya hacer valer sus créditos. En
los otros casos del artículo 1380, no hay beneficio de separación para ningún
acreedor hereditario o testamentario. Decíamos que en esta situación había un
verdadero privilegio para estos acreedores, porque primero se pagan ellos, y sólo
el resto aprovecha a los acreedores del heredero.

Radicalmente inversa es la situación respecto de los bienes propios del heredero.


El artículo 1383 establece que “los acreedores hereditarios o testamentarios que
hayan obtenido la separación, o aprovechándose de ella en conformidad al inciso
primero del artículo precedente, no tendrán acción contra los bienes del heredero,
sino después que se hayan agotado los bienes a que dicho beneficio les dio un
derecho preferente; más aun entonces podrán oponerse a esta acción los otros
acreedores del heredero hasta que se les satisfaga en el total de sus créditos”.

De modo que para que los acreedores hereditarios y testamentarios puedan


pagarse en los bienes del heredero, deben concurrir dos circunstancias:
1º Que se hayan agotado totalmente los bienes de la sucesión porque si
quedan bienes hereditarios, en ellos deberán pagarse;

2º Que no hubiere oposición de parte de los acreedores personales del


heredero, la cual se fundará en el hecho de no estar satisfechos aún sus créditos.

De modo que respecto de los bienes del heredero son los acreedores personales
de éste los que gozan del privilegio. Primero se pagan ellos, y después los
acreedores hereditarios y testamentarios. Hay entonces una estrecha armonía
entre los artículos 1382 y 1383. El primero dice que en los bienes hereditarios se
pagan primero los acreedores hereditarios y testamentarios, y después los
personales del heredero. Y el 1383, con el mismo criterio, establece que en los

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bienes propios del heredero se pagan con preferencia sus acreedores personales,
y si existe un sobrante, entonces en él se pagan los acreedores hereditarios y
testamentarios. Ambos preceptos contienen, por tanto, la misma idea.

3. Efectos respecto del heredero.

No existe duda alguna de que, a pesar del beneficio de separación, los herederos
se hacen dueños de los bienes hereditarios. El beneficio de separación no obsta a
que los herederos adquieran por sucesión por causa de muerte. El único efecto
que respecto de ellos produce este beneficio es limitar la facultad del heredero
para disponer de dichos bienes. Y es lógico que así sea, porque, de lo contrario,
los acreedores que obtuvieron el beneficio de separación se verían burlados por
los herederos.

Por ello, el artículo 1384 en un precepto un tanto oscuro dispone que “las
enajenaciones de bienes del difunto hechas por el heredero, dentro de los seis
meses siguientes a la apertura de la sucesión, y que no hayan tenido por objeto el
pago de créditos hereditarios o testamentarios, podrán rescindirse a instancia de
cualquiera de los acreedores hereditarios o testamentarios que gocen del
beneficio de separación. Lo mismo se extiende a la constitución de hipotecas o
censos”.

La ley habla de que se “rescindan” las enajenaciones, pero en realidad en este


caso, dice Abeliuk, no habría propiamente nulidad relativa, sino que se trata de
una acción especial, que tiene mucho de acción pauliana.

Para que ella proceda es necesario:


1º Que las enajenaciones hechas por el heredero no hayan sido efectuadas
con el objeto de pagar créditos hereditarios y testamentarios, porque si ellas han
tenido dicha finalidad son totalmente inacatables. Y es lógico que así sea, porque
el beneficio de separación tiende precisamente a evitar que se paguen con bienes
del causante deudas que no sean hereditarias o testamentarias. Si se pagan
éstas, en nada se afecta al beneficio de separación;

2º Que las enajenaciones hayan sido llevadas a cabo dentro de los seis meses
subsiguientes a la apertura de la sucesión. Y como la ley usa la expresión “dentro
de” quiere decir que se trata de un plazo fatal. Nótese que la ley dice que lo que se
anula son las enajenaciones hechas dentro de los seis meses siguientes a la
apertura de la sucesión. El plazo se cuenta desde el fallecimiento del causante, y
no desde que se concede el beneficio de separación.

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Y cabe preguntarse: ¿qué pasa con las enajenaciones efectuadas después de los
seis meses subsiguientes a la apertura de la sucesión? ¿Son ellas totalmente
inacatables para los acreedores hereditarios o testamentarios? Según Abeliuk
parece evidente que estas enajenaciones no quedarían del todo indemnes, pues
los citados acreedores podrían atacarlas conforme a las reglas generales, o sea,
mediante la acción pauliana, probando que dichas enajenaciones han sido
efectuadas en fraude de sus derechos.

5. BENEFICIO DE EXCUSIÓN EN LA FIANZA:

La naturaleza misma de la fianza justifica el beneficio de excusión. Sin duda que el


fiador no ignora que se expone a pagar por el deudor; pero el solo hecho de que
se obligue prueba que se forja la ilusión de que el deudor ejecutará cumplidamente
la prestación debida.

Su buena voluntad merece una protección: que no se persiga en sus bienes sino
en defecto del deudor. El art. 2357 dispone: "El fiador reconvenido goza del beneficio
excusión, en virtud del cual podrá exigir que antes de proceder contra él se persiga
la deuda en los bienes del deudor principal, y en las hipotecas o prendas
prestadas por éste para la seguridad de la misma deuda". La disposición pone de
manifiesto que el beneficio de excusión es facultativo para el fiador: "podrá exigir"
que persiga primero al deudor o abstenerse de hacerlo.
Casos en que el acreedor es obligado a practica la excusión
Es facultativo para el fiador oponer el beneficio de excusión. Sin embargo, en ciertos casos,
el acreedor está obligado a practicar la excusión, como requisito previo indispensable
para proceder contra el fiador.

a) En primer lugar, deberá el acreedor practicar la excusión cuando así se haya


estipulado expresamente.

b) En segundo lugar, se entenderá que el acreedor es obligado a la excusión cuando el


fiador, expresa e inequívocamente, "no se hubiere obligado a pagar sino lo que el
acreedor no pudiere obtener del deudor" (art. 2365, inc. 2º).

Como el fiador ha limitado su responsabilidad a lo que no pueda obtenerse del deudor,


es lógico que el acreedor deba perseguir primero a éste.

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Obligándose de esta manera, el fiador no es responsable de la insolvencia del deudor,


con tal que concurran las circunstancias siguientes: a) que el acreedor haya tenido
medios suficientes para hacerse pagar; y b) que haya sido negligente en servirse de
ellos.

Para que se entienda que el acreedor ha tenido medios suficientes será menester que
disponga de acción contra el deudor y que éste tenga bienes en cantidad bastante.

Requisitos del beneficio de excusión


Los requisitos que hacen procedente el beneficio de excusión son tres, a saber:
a) que el fiador no esté privado del beneficio;
b) que lo oponga en tiempo oportuno; y
c) que señale al acreedor bienes del deudor para perseguir el cumplimiento de la
obligación.

Casos en que el fiador no goza del beneficio de excusión


El beneficio de excusión es de la naturaleza de la fianza; puede el fiador, en
consecuencia, estar privado de este beneficio sin que por ello resulte ineficaz el
contrato o degenere en un contrato diverso.
a) No goza del beneficio de excusión el fiador que lo ha renunciado expresamente
(art. 2358, Nº 1º).
El art. 2360 deja en claro que "por la renuncia del fiador principal no se entenderá que
renuncia el subfiador".
Aunque la ley establece que la renuncia debe ser expresa, podría ser tácita si el fiador
no invoca el beneficio en tiempo oportuno.

b) Tampoco goza del beneficio el fiador que se ha obligado solidariamente. Para


disponer del beneficio de excusión es menester "que el fiador no se haya obligado
como codeudor solidario" (art. 2358, Nº 2º).

En sus relaciones con el acreedor, el fiador y codeudor solidario es un codeudor. En


sus relaciones con el deudor o deudores, es un fiador (art. 1522).

c) No goza del beneficio de excusión el fiador de una obligación natural; es preciso


"que la obligación principal produzca acción" (art. 2358, Nº 3º).

Se comprende que es absurdo que el fiador pueda exigir al acreedor que persiga
primeramente al deudor contra quien carece de acción.

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d) No dispone del beneficio de excusión el fiador en la fianza judicial; para que goce
de esta ventaja es preciso "que la fianza no haya sido ordenada por el juez" (art.
2358, Nº 4º).

Oportunidad para oponer el beneficio de excusión

El art 2358, Nº 5º, previene que para gozar del beneficio de excusión es menester "que
se oponga el beneficio luego que sea requerido el fiador; salvo que el deudor al tiempo
del requerimiento no tenga bienes y después los adquiera".

Pero el Código de Procedimiento Civil ha precisado la oportunidad en que el


beneficio de excusión debe invocarse. Si se tratare de un juicio ordinario, debe
oponerse en el término para contestar la demanda y constituye una excepción
dilatoria (arts. 303, Nº 5º, y 305); en el juicio ejcutivo debe hacerse valer en el escrito
de oposición a la ejecución (arts. 464, Nº 5º, y 465).
Cuando el deudor adquiere posteriormente bienes el beneficio de excusión sólo
podrá oponerse como alegación o defensa; tan pronto como el fiador tenga
conocimiento de haber sobrevenido bienes al deudor (art. 305, inc. 2º).

Señalamiento de bienes del deudor


No puede el fiador limitarse a exigir al acreedor que se dirija contra el deudor
principal: debe señalar los bienes del deudor en que debe perseguir primeramente la
deuda. El art. 2358, Nº 6º, exige, como condición del beneficio, "que se señalen al
acreedor los bienes del deudor principal".

No se tomarán en cuenta para la excusión los bienes que señala el art. 2359, bien
por las dificultades de su realización, bien porque resulta problemático que el
acreedor pueda satisfacerse con ellos.
No se tendrán en cuenta:
- Los bienes existentes fuera del territorio del Estado (art. 2359, Nº Iº);
- Los bienes embargados o litigiosos, o los créditos de dudoso o difícil cobro (art.
2359, Nº 2º);
- Los bienes cuyo dominio está sujeto a una condición resolutoria (art. 2359, Nº 3º);
- Los bienes hipotecados a favor de deudas preferentes, en la parte que pareciere
necesaria para el pago completo de éstas (art. 2359, Nº 4º).

No es preciso que los bienes sean bastantes para obtener un pago total.

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El art. 2364 así lo pone de manifiesto: "Si los bienes excutidos no produjeren más
que un pago parcial de la deuda, será sin embargo, el acreedor obligado a
aceptarlo y no podrá reconvenir al fiador sino por la parte insoluta".

Pero los bienes excutidos han de ser suficientemente importantes para que pueda
obtenerse un resultado apreciable y serio; de otro modo el beneficio de excusión
constituiría una burla para el acreedor.

Costos de la excusión
Tiene el acreedor derecho para que el fiador le anticipe los costos de la excusión
(art. 2361, inc. 1º).

No está obligado el fiador a proporcionar de inmediato los fondos, so pena de que


se rechace su excepción. El suministro de los costos no es condición o requisito del
beneficio de excusión. Debe el fiador anticipar los gastos siempre que el acreedor
se lo exija.

La razón del anticipo de los gastos es obvia: a) el juicio en que el acreedor persiga al
deudor puede redundar en provecho del fiador, quien se liberará total o parcialmente de
la obligación; y b) el fiador no recurrirá al beneficio de excusión con fines puramente
dilatorios, si debe anticipar los gastos.

A falta de acuerdo de las partes, el juez regulará el monto del anticipo, "y nombrará la
persona en cuyo poder se consigne, que podrá ser el acreedor mismo" (art. 236l,
inc. 2º).

El art. 2361 concluye que "si el fiador prefiere hacer la excusión por sí mismo, dentro
de un plazo razonable, será oído".

El beneficio de excusión procede una vez

El art. 2363 establece perentoriamente: "El beneficio de excusión no puede oponerse


sino una sola vez".

El fiador debe señalar todos los bienes del deudor y no podrá pretender, a pretexto
de que la excusión no produjo resultado o los bienes fueron insuficientes, señalar
otros bienes del deudor.

La regla tiene una sola excepción: salvo que los bienes "hayan sido posteriormente
adquiridos por el deudor principal" (art. 2363, inc. 2°).

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El beneficio de excusión en las obligaciones solidarias

El fiador debe señalar para la excusión los bienes del deudor a quien afianzó.

La regla sufre excepción en las obligaciones solidarias. El art. 2362 dispone: "Cuando
varios deudores principales se han obligado solidariamente y uno de ellos ha dado fian-
za, el fiador reconvenido tendrá derecho para que se excutan no sólo los bienes de
este deudor, sino de sus codeudores".

El fiador de uno de los deudores solidarios es considerado, en cierto modo, como fiador
de todos.
Existe entre los arts. 2362 y 2372 una notoria antonomia. Mientras el primero
considera al fiador de uno de los varios deudores como fiador de todos, el
segundo sólo le da acción de reembolso contra el que expresamente afianzó.

Beneficio de excusión del subfiador

El subfiador -fiador del fiador- goza ciertamente del beneficio de excusión respecto
del fiador.

Pero el art. 2366 le otorga el mismo beneficio respecto del deudor principal: "El
subfiador goza del beneficio de excusión, tanto respecto del fiador como del deudor
principal".

Efectos del beneficio de excusión


a) Como excepción dilatoria que es, el beneficio de excusión suspende la entrada a
juicio, tanto como el acreedor demore en practicar la excusión. Mientras tanto, el
fiador queda liberado de pagar.

b) El acreedor queda obligado a practicar la excusión, a perseguir al deudor


principal. El art. 2365, inc. 1º, prescribe: "Si el acreedor es omiso o negligente en la
excusión, y el deudor cae entre tanto en insolvencia, no será responsable el fiador
sino en lo que exceda al valor de lo bienes que para la excusión hubiere señalado".

El fiador se libera hasta concurrencia del valor de los bienes que señaló para la
excusión y que el acreedor, por negligencia suya, dejó escapar.

El fiador, por lo tanto, quedará libre de toda responsabilidad si los bienes excutidos
cubrían íntegramente la deuda; en caso contrario, su liberación será sólo parcial.

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c) Si los bienes excutidos no son suficientes, el acreedor deberá resignarse a recibir


un pago parcial. Solamente puede perseguir al fiador por el saldo insoluto (art.
2364).

6. BENEFICIO DE DIVISIÓN EN LA FIANZA:

El beneficio de división sólo tiene lugar cuando existe pluralidad de fiadores. Si son
varios los fiadores, "se entenderá dividida la deuda entre ellos por partes iguales, y
no podrá el acreedor exigir a ninguno sino la cuota que le quepa" (art. 2367).
La división de la deuda entre los cofiadores, en nuestro Código, se opera de pleno
derecho.

Mientras el beneficio de excusión es una excepción dilatoria, el beneficio de división


es una excepción perentoria.

Requisitos del beneficio de división


Para gozar los fiadores del beneficio de división se requieren las siguientes
condiciones:
a) que los fiadores "no se hayan obligado solidariamente al pago" (art. 2367).
La estipulación de la solidaridad es una enérgica renuncia al beneficio de división.
b) que los fiadores lo sean de un mismo deudor y de una misma deuda.
El art. 2368 dispone expresamente: "La división prevenida en el artículo anterior
tendrá lugar entre los fiadores de un mismo deudor y por una misma deuda,
aunque se hayan rendido separadamente las fianzas".

Forma de la división

Por regla general, la división de la deuda entre los fiadores se hace por partes
iguales o cuotas viriles.

La regla tiene dos excepciones:

a) La división de la deuda se verifica entre los fiadores solventes.

El art. 2367, inc. 2º, dispone: "La insolvencia de un fiador gravará a los otros; pero no
se mirará como insolvente aquel cuyo subfiador no lo está".

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b) Tampoco se verificará por partes iguales la división la deuda cuando alguno de


los fiadores haya limitado su responsabilidad a una determinada suma.

El art. 2367 inc. 3º concluye: "El fiador que inequívocamente haya limitado su
responsabilidad a una suma o cuota determinada, no será responsable sino hasta
concurrencia de dicha suma o cuota".

La suma o cuota a que ha limitado su responsabilidad el fiador puede ser menor


que la que le correspondería a consecuencias de la división en partes iguales de la
deuda; los cofiadores, en tal caso, también deberán concurrir con una cuota mayor.

7. BENEFICIO DE COMPETENCIA EN EL PAGO:

Trata de esta modalidad del pago, el párrafo 10 del Título XIV del Libro IV,
artículos 1625 al 1627.

Según el artículo 1625 “Beneficio de competencia es el que se concede a ciertos


deudores para no ser obligados a pagar más de lo que buenamente puedan,
dejándoseles en consecuencia lo indispensable para una modesta subsistencia,
según su clase y circunstancias, y con cargo de devolución cuando mejoren de
fortuna”.

Como se puede ver, la finalidad de este institución es no dejar al deudor en la


absoluta indigencia.

Personas que pueden demandar este beneficio

El artículo 1626, señala las personas a quienes el acreedor está obligado a


conceder este beneficio:

1º “a sus descendientes o ascendientes; no habiendo éstos irrogado al


acreedor ofensa alguna de las clasificadas entre las causas de desheredación;

2º a su cónyuge; no estando divorciado por su culpa;

3º a sus hermanos; con tal que no se hayan hecho culpables para con el
acreedor de una ofensa igualmente grave que las indicadas como causa de
desheredación respecto de los descendientes o ascendientes;

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4º a sus consocios en el mismo caso; pero sólo en las acciones recíprocas


que nazcan del contrato de sociedad;

5º al donante; pero sólo en cuanto se trata de hacerle cumplir la donación


prometida;

6º al deudor de buena fe que hizo cesión de bienes y es perseguido en los


que después ha adquirido para el pago completo de las deudas anteriores a la
cesión, pero sólo le deben este beneficio los acreedores a cuyo favor se hizo”.

Características

1. Es un beneficio personalísimo concedido por la ley al deudor.


Consecuencia de ello es que no puede renunciarse, transferirse, trasmitirse ni
perderse por prescripción;

2. Puede oponerse en cualquier momento como excepción. Dentro del


juicio ejecutivo se planteará mediante la excepción del artículo 464 Nº 7 del
Código de Procedimiento Civil;

3. Tiene carácter alimenticio. Por ello “no se pueden pedir alimentos y


beneficio de competencia a un mismo tiempo. El deudor elegirá” (art. 1627).

8. LA SUSPENSIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN (ADQUISITIVA ORDINARIA)


COMO UN BENEFICIO:

Es un beneficio que la ley establece a favor de personas que se encuentren en


determinada situación, consistente en la detención del cómputo del plazo para
ganarles una cosa por prescripción.

En substancia, es la detención del curso de la prescripción, en términos tales que,


cesando la causa, se inicia, o continúa corriendo sin perderse el tiempo
transcurrido antes del aparecimiento de aquella circunstancia. La especial
preocupación de la ley por esas personas implica que no le es suficiente la posible
diligencia de los representantes legales, que podrían actuar en contra del
prescribiente.

Sin definir la suspensión, el Código señala las personas a cuyo favor opera y los
efectos que produce (art. 2509).

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Algunas puntualizaciones:

a) La suspensión se aplica sólo a la prescripción ordinaria (arts. 2509 y 2511);

b) En cuanto a los menores, nada importa que estén emancipados;

c) Respecto a los dementes y sordomudos, no se exige declaración de


interdicción;

d) Luego de indicar que se suspende a favor de ciertas personas, menciona a la


herencia yacente (arts. 1240 y ss.), con lo que se ha pretendido sostener que la
herencia yacente sería persona jurídica; no hay base suficiente para ello (ver art.
2346, que las distingue);

e) Se justifica mantener la suspensión a favor de la mujer casada en sociedad


conyugal porque aunque actualmente es plenamente capaz, ella no administra sus
llamados "bienes propios"; sus bienes (así como los bienes sociales) los
administra el marido.

La suspensión entre cónyuges (art. 2509, inc. final): El mantenimiento de la


armonía en el matrimonio, el título de mera tenencia que significa para el marido el
usufructo legal que tiene sobre los bienes de la mujer, el evitar que se celebren
donaciones irrevocables encubiertas entre los cónyuges, y, en general, para velar
por el adecuado funcionamiento de la sociedad conyugal, han llevado al
establecimiento de la suspensión de la prescripción entre cónyuges (es norma
común en la generalidad de las codificaciones).

Polémica de las clásicas ha llegado a ser entre nosotros la de si esta suspensión


tiene lugar sólo en la prescripción ordinaria o también en la extraordinaria. Se ha
sostenido lo primero: a) el precepto está ubicado al tratar el Código la prescripción
ordinaria; b) el art. 2511 está insistiendo que la prescripción extraordinaria no se
suspende a favor de las personas enumeradas en el art. 2509, y se entienden no
sólo las "enumeradas" (con números) sino todas las "mencionadas" allí; c) se trata
la suspensión de un beneficio excepcional cuyos textos obligan a una
interpretación restrictiva, y d) en fin, cuando se dispone que la prescripción se
suspende "siempre" entre cónyuges, no se refiere la ley a que ello rige en la
ordinaria y en la extraordinaria, sino -regulando la ordinaria- se suspende entre
cónyuges sin importar el régimen de bienes en que vivan, tema al que se estaba
recién refiriendo en el inciso anterior (así, por ej., Barros Errázuriz, Alfredo, ob. cit.,

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t. 1, p. 378). En cambio, se afirma la vigencia de la suspensión para toda


prescripción, ordinaria o extraordinaria, recordando que: a) las razones para dicha
suspensión se presentan en ambas situaciones; b) cuando el art. 2509 concluye
que se suspende "siempre" entre cónyuges, se entiende la expresión
precisamente referida al que se suspende sea ordinaria o extraordinaria la
prescripción; y c) cuando el art. 2511, regulando la prescripción extraordinaria,
dispone que esta prescripción no se suspende a favor de las personas
enumeradas en el art. 2509 se entiende la expresión "enumeradas" literalmente,
comprensiva sólo de las mencionadas en los Nos 1º y 2°.

Fuera de estas argumentaciones de texto y más bien literales, permanece como


muy fuerte la razón de fondo de la suspensión, por las características de la
institución del matrimonio, que valen para toda forma de prescripción. Por todo
esto, la última alternativa parece ser la mayormente seguida (ver Gaceta de 1896;
sent. 605, p. 425, aunque el punto no se resuelve en definitiva).

Por su carácter excepcional, el precepto que indica las personas a cuyo favor se
suspende la prescripción es taxativo (ver Misene, Salvador: Suspensión de la
prescripción adquisitiva, Concepción, 1953).

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