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Observación
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Observación
El propósito de este estudio es explorar algunos aspectos de la gramática del nahuatl clásico.
Usaremos como base los vocabularios y gramáticas de esa lengua redactados por los cronistas
españoles en los siglos 16 y 17, así como el canon literario de los pueblos nahuas.
Para facilitar su correcta pronunciación, los términos del nahuatl se escriben con ortografía
fonética, por lo que se deben leer tal como están escritos, según los valores actuales de las letras
del español. Se exceptúan casi todos los aztequismos (términos del nahuatl incorporados al
español, tales como Nahuatl, Anahuac, Mexicas, Teotihuacan, etcétera) y los hispanismos
(términos del español incorporados al nahuatl), los cuales se escriben con ortografía popular.
Todas las palabras de más de una sílaba se pronuncian con acento llano o grave. Debido a que
el nahuatl es una lengua monotonal, tal acento no se escribe. También se omiten los acentos
ortográficos de los aztequismos.
• Los componentes son los términos que se aglutinan para formar otro, deslindados mediante
paréntesis (); por ejemplo: (Koska)kuau’tli, buitre.
• Los elementos son las unidades gramaticales de un término, deslindadas mediante guión (–);
por ejemplo: Te-kua-ni, animal feroz.
• Las unidades fonéticas son los fonos, fonemas y sílabas del término, deslindadas mediante
corchete []; por ejemplo: [A]katl, caña.
• El signo de suma (+) expresa la aglutinación de términos o su unión en una frase; por
ejemplo: Ketsalli + Koatl.
• El signo de igualdad (=) expresa el resultado de la unión anterior o la sinonimia entre dos
términos; por ejemplo: Pantli = Pamitl, bandera.
• El signo “mayor que” (>) establece una relación causal entre términos; por ejemplo: Ka, ser
> Onka, estar.
• La barra diagonal (/) destaca la diferencia semántica entre dos términos; por ejemplo:
Ketsalli, pluma fina / Kecholli, pluma.
Capítulo 1. Contexto lingüístico del nahuatl
Primera Parte - Presentación de la lengua
Durante la Colonia, se usó tanto con propósitos de evangelización como de resistencia cultural,
adquirió refinamientos y vocabularios, y se extendió demográfica y territorialmente. Pero, a
partir de la Independencia, comenzó a declinar y entró en un proceso de dialectización.
Desde tiempos remotos, el ser humano ha tratado de explicar el origen del habla. Según la
Biblia, Dios creó al Universo mediante la palabra, y creó al ser humano con una lengua
incorporada. Por su parte, el Popol Vuj, libro sagrado de los mayas, afirma que la Serpiente
Emplumada creó a los seres vivos con el objeto de que aprendieran a pronunciar el nombre
divino, y midió el desarrollo de lo humano a través de la capacidad de hablar.
La ciencia moderna ha comprobado que el habla tiene un origen biológico. Muchos mamíferos
se comunican mediante sonidos y algunos son capaces de disponerlos en una primitiva
sintaxis¹. Los fósiles indican que la capacidad de articular sonidos de tipo humano surgió hace
2 millones de años, gracias a una mutación en la glotis de nuestros antepasados; es probable
que, por entonces, surgieran las primeras lenguas. El siguiente paso ocurrió hace 200 mil años,
cuando otra mutación creó un gen que controla el habla. Tal origen natural explica la instintiva
propensión de los niños a comunicarse mediante sonidos y a ordenar los significados de
determinada manera², y la notable homogeneidad que tienen todas las lenguas de la tierra, desde
el punto de vista estructural.
1 Por ejemplo, los monos de Campbell, en Costa de Marfil, pueden emplear seis
palabras en nueve secuencias sintácticas para referirse a significados específicos.
Sin embargo, los aportes de la cultura a la lengua no ocurren de una vez, sino que se distribuyen
en el tiempo. De modo que, el tercer factor a tomar en cuenta para entender la lengua, es el
histórico. Así como la cultura define la lengua, las contingencias históricas la indefinen o
modifican, haciendo que, con el tiempo, una lengua se transforme en otra. Como este fenómeno
no se conocía en la antigüedad, la Biblia intenta explicarlo, afirmando que las lenguas surgieron
de una vez, la noche en que Dios castigó a los malvados constructores de la torre de Babel.
En su lento proceso de formación, las lenguas recogen las vicisitudes por las que pasan los
pueblos, de modo que son una valiosa herramienta para comprender la historia, con una ventaja
sobre los libros de historia: en tanto estos se pueden falsear por accidente o a propósito, la
lengua es honesta.
1.4 Reglas
Toda lengua se compone de un conjunto de reglas y un conjunto de vocabularios. Las reglas
son de tres tipos:
Al igual que en español, los términos del nahuatl se componen de una raíz a la que se añaden
partículas que aplican su sentido y le dan característica gramatical; por ejemplo, la raíz Kual,
relativa a lo bueno, da origen al sustantivo Kuallotl, bondad, al adjetivo Kualtik, bueno, al
adverbio Kualtika, buenamente, y al verbo Kualtilia, mejorar.
Las categorías gramaticales del nahuatl no siempre coinciden con las del español; así, en
español tenemos modo verbal infinitivo y en nahuatl no; en cambio, el nahuatl posee
sustantivos con función verbal, de los que carece el español. Esto genera un problema pues, a
veces, no existen en la nomenclatura gramatical del español términos que describan
apropiadamente ciertas características del nahuatl. El asunto se resolvería si creáramos una
taxonomía exclusivamente nahuatl, pero esta sería poco comprensible para el lector.
En este estudio llegamos a una solución intermedia: adoptamos las categorías gramaticales
similares del español, especificando los sentidos particulares en que se emplean, y creamos
algunas categorías nuevas cuando resulta necesario.
1.5 Vocabularios
El segundo componente de la lengua son los vocabularios, paquetes de términos relacionados
por su función que reciben el nombre técnico de stocks lingüísticos.
Las lenguas son como seres vivos: nacen, se desarrollan, a veces se reproducen y, con el tiempo,
mueren. Toda lengua cambia en todo momento. Aunque quizás no nos demos cuenta, nuestra
forma de expresarnos ha variado a través de la vida, y esto es más evidente a lo largo de las
generaciones.
Si no hay presiones ideológicas o de otro tipo, los cambios masivos de la lengua ocurren a una
tasa fija; la técnica que la mide se llama Glotocronología o medida de la deriva glotal. Se ha
observado que, en circunstancias normales, una lengua pierde del 15 al 20 % de sus raíces por
milenio, inventando o importando otras tantas raíces para ocupar los espacios vacíos. Después
de 2 mil años, la lengua ha cambiado tanto, que resultaría inentendible para sus primeros
hablantes; es así como una lengua da origen a otra.
En las circunstancias que se dieron tras la invasión europea, la deriva de las lenguas americanas
se aceleró. Como resultado, en los últimos 500 años, el nahuatl ha cambiado tanto como el
español en su milenio de historia. Por eso, en la actualidad, las lenguas de origen americano
presentan variaciones notables en estructura y extensión con respecto a sus versiones
prehispánicas.
La deriva glotocronológica implica que, tarde o temprano, toda lengua se extingue.
Sorprendentemente, el renacimiento del vasco y el hebreo clásico en el siglo 20 ha demostrado
que, en ciertas circunstancias, una lengua muerta o casi muerta puede resucitar.
Debido a que unas son modificaciones de otras, las lenguas están emparentadas; así, el español
es hijo del latín, hermano del portugués y primo del francés. Esos vínculos se adentran en el
tiempo, abarcando lenguas cada vez más distantes. En última instancia, todas las leguas que
hoy se hablan parten de una, hablada hace más de cien mil años en el norte de Sudáfrica. Eso
no significa que aquella fuera la lengua “original”, sino que las demás que existían por entonces
se han extinguido.
El foco del que descienden las lenguas hoy habladas se ha podido ubicar gracias al estudio de
la deriva fonológica (de los sonidos). Las lenguas más ricas en sonido son las del sur de África;
a medida que nos alejamos de ese foco, siguiendo las rutas de las antiguas migraciones, van
perdiendo fonemas. Las lenguas más pobres en sonido son las del extremo sur de Sudamérica,
pues ese territorio fue el último en ser habitado por el ser humano. Aclaremos que la pérdida
de sonidos no implica detrimento alguno en la capacidad de comunicar, y no debe tomarse
como indicador del nivel de desarrollo de una lengua o de sus hablantes.
El más amplio grado de parentesco reconocible entre las lenguas es el tronco lingüístico. Se
aplica a un grupo de lenguas que tienen un antepasado común distante o prehistórico. Por
ejemplo, el español, el ruso, el griego, el anatolio y el sánscrito pertenecen al tronco
Indoeuropeo, mientras que el nahuatl, el maya, el arahuaco, el guaraní y el quechua pertenecen
al tronco Indoamericano o Amerindio⁴.
4 No hay que confundir los conceptos territorial y lingüístico de
Indoamérica. En América conviven varios troncos lingüísticos.
Desde el punto de vista del número de lenguas producido en tiempos históricos, el tronco
Indoeuropeo es el más extenso del planeta, seguido por el tronco Indoamericano. Entre ambos
existen relaciones de parentesco lejano, como evidencian más de 100 raíces comunes entre el
nahuatl y el español; he aquí unos ejemplos:
Tapetl, tapete
Mana (arcaico), mano
Teotl, dios
Sentli, semilla
Molinia, moler
Piloa, apilar
Tolli, tallo
Metstli, mes
Kashitl, caja
Tepilo, hilo
Kopina, copiar
El grado de parentesco lingüístico más estrecho se establece entre ese conjunto de variedades
al que llamamos “lengua”. Esto nos obliga a aclarar lo siguiente:
Podemos definir que una lengua es un conjunto de variedades lingüísticas que reconocen unas
reglas comunes. Por ejemplo, el chilango, el dominicano y el rioplatense son variedades del
español, pues, aunque sus usuarios pronuncian las palabras con tonos distintos, las escriben de
un mismo modo.
Las variedades surgen, principalmente, por el paso del tiempo, la influencia de otra lengua, la
lejanía, el aislamiento, la profesión, la religión, la clase social, la edad y el género.
1.7 El proceso de dialectización
En tanto comuniquen con eficiencia, no hay lenguas superiores e inferiores. Tampoco hay
lenguas originales, madres o puras, y otras mezcladas o derivadas; toda lengua natural deriva
de una anterior y se compone de una mezcla de elementos propios y foráneos. Eso significa
que todo término de toda lengua natural fue, en su momento, una palabra mal pronunciada.
Pero sí existen procesos de cultivo y deterioro de la lengua. Una lengua se cultiva en la medida
en que normaliza sus reglas y amplía su vocabulario, y se deteriora cuando se dialectiza.
La dialectización es consecuencia de la indefinición de las reglas, cosa que suele ocurrir cuando
la lengua no está respaldada por una autoridad, tal como es la Real Academia para el español.
Un dialecto es una variedad que se desgaja de su lengua originaria y comienza a reformular sus
reglas gramaticales y sintácticas. El portuñol es un dialecto del español y el pipil un dialecto
del nahuatl, ya que no se atienen a las reglas de las lenguas que les dieron origen. La forma
práctica de distinguir la lengua del dialecto es como sigue: quienes hablan dos dialectos
procedentes de una misma lengua se entienden entre sí, pero, quienes hablan lenguas diferentes
no se entienden, a menos que las estudien.
Si se dan las condiciones apropiadas, un dialecto puede apartarse tanto de su lengua natal, que
da origen a una nueva lengua. Todas las lenguas naturales han surgido de este modo; por
ejemplo, el Pochuteco comenzó siendo un dialecto del nahuatl, pero, tanto por la lejanía del
grueso de la población nahuablante como por la cuña que introdujo el español en el corazón de
Anahuac, hace cuatro siglos se transformó en lengua propia.
En Latinoamérica se suele llamar “dialecto” a todas las lenguas de origen americano. Tal uso
es doblemente impropio, pues, por un lado, posee una connotación despectiva que las injuria,
así como a sus hablantes, y, por el otro, no describe la complejidad lingüística de esta región.
En América, como en el Viejo Mundo, se desarrollaron troncos lingüísticos, familias, lenguas,
variedades y dialectos.
Capítulo 2. Historia del nahuatl
2.1 Origen
Nawatl significa fluido, armonioso, y, por extensión, lengua. Los nahuablantes le llaman al
español Nawatl kastillan, la lengua de Castilla. Por lo tanto, la expresión “lengua nahuatl” es
un pleonasmo o definición innecesaria, pero la usamos porque se ha hecho habitual.
El nombre propio de esta lengua, tal como lo emplean hasta la actualidad muchos de sus
usuarios, es Masewal o Masewalla’tolli, habla popular; también se conoce como
Meshi’katla’tolli, lengua mexicana o de los mexicas¹. Poco a poco, las campañas de
alfabetización están sustituyendo estos nombres tradicionales por el de nahuatl, título de la
cultura a la cual pertenece esta lengua.
1 Más conocidos como “aztecas”. El término azteca define a un
conjunto de pueblos procedentes de la mítica isla de Aztlán, en
tanto el término “mexica” es específico de los moradores de
México Tenochtitlan.
El nahuatl forma parte del tronco lingüístico Indoamericano, el cual se desgajó del Viejo
Mundo hace 13 mil años, cuando terminó de entrar a América, a través del Estrecho de Bering,
el último gran contingente humano procedente de Asia. Poco después, el derretimiento de los
glaciales dejó a América incomunicada, lo que generó un proceso de desarrollo lingüístico
enteramente endógeno o sin influencias externas.
Los pueblos que antecedieron a los mexicas les legaron algunos recuerdos sobre la formación
de la lengua, que quedaron plasmados en la siguiente observación de Boturini:
“El nahuatl o la lengua que hablaban los mexicanos no es suya, sino aprendida de otras
naciones antecedentes. Más bien se debía llamar Tolteca, porque esta nación la trajo desde su
peregrinación, habiéndola perfeccionado en la Tercera Edad.” (Historia General de la
América Septentrional).
Los toltecas a los que se refiere la cita anterior son los moradores de la capital interétnica de
Teotihuacan, la cual extendió su hegemonía sobre todo el territorio mesoamericano durante la
primera mitad del primer milenio después de Cristo. La arqueología no ha podido determinar
si los teotihuacanos hablaban wewenawatl, pero no parece casual que el nahuatl se haya
independizado como dialecto justo en el momento en que cayó Teotihuacan, en el siglo 8 de la
era cristiana - caída que dejó un vacío de poder que aprovecharon los estados y lenguas locales.
Según han concluido algunos investigadores, el nahuatl surgió en algún lugar del sur del Estado
de Nayarit y se definió como lengua en el Valle de Anahuac, hacia el siglo 10 dC. Se trata,
pues, de una lengua bastante joven, con la misma edad aproximada que el español. A partir del
siglo 11 comenzó a expandirse, llegando a constituirse en la lengua oficial de los
estados nahuas.
Este esfuerzo generó un canon literario del que sobreviven dos textos principales: unos
sermones de carácter sapiencial llamados Wewetla’tolli, pláticas de los antiguos, y una extensa
colección de poemas y cantos de carácter filosófico llamados Teukkuikatl, cantares de los
señores.
El uso literario y cortesano dotó al nahuatl clásico de una serie de atributos, entre los cuales
destacan los siguientes:
1. Es una lengua regular, pues sistematiza las reglas gramaticales y sintácticas presentes en el
nahuatl común.
2. Es eufónica, pues procura el buen sonido mediante la simplificación de los sonidos y la
aplicación de ciertas reglas de eufonía que estudiaremos adelante.
3. Es elegante, pues tiene fórmulas para dignificar la expresión, denotar las calidades de las
personas y distinguir los términos personales de los impersonales³, y los animales de los
humanos.
3 Los gramáticos suelen llamar a estos tipos de términos
“inanimados” y “animados”, respectivamente.
4. Es una lengua culta, pues su carácter franco le permitió nutrirse con los conocimientos
atesorados por numerosos pueblos.
5. Es rica en vocabulario, propiedad que se refuerza por su regularidad y su naturaleza
incorporativa o aglutinante, que le permite crear términos con facilidad, como observó el el
Presbítero Aldama y Guevara:
“Procura manejar el Vocabulario, porque con su manejo te irás haciendo aún de más voces
que las que en él vieres. La razón es: porque esta lengua es pura etimologia y no tiene la
multitud de anomalias que la española, sino que es muy natural y regular en sus derivaciones.”
(Arte de la Lengua Mexicana)
Estas características determinaron que, al final del período mexica, el nahuatl clásico llegara a
distinguirse notablemente del común, como afirma un gramático:
Paradójicamente, la máxima expansión territorial del nahuatl clásico se debió a los padres
cristianos, quienes lo adoptaron como lengua de evangelización, llevándolo a regiones alejadas
de Centro y Norteamérica. En la década de 1520, incluso cruzó los océanos, abriendo escuelas
en España y estableciéndose en las Filipinas, donde sobrevive hasta hoy en apellidos y términos
coloquiales.
El teonawatl fue usado por los sacerdotes y dejó registro en los Himnos Sacros del Templo
Mayor, transmitidos por los informantes del padre Sahagún. Se caracteriza por su gran
concisión, por la omisión de los pronombres redundantes, por la abundancia de recursos
literarios y por su carácter conservador. De hecho, esta variante de la lengua, con todo y ser un
refinamiento posterior, tiene un sabor arcaico, pues conserva formas del wewenawatl o de los
primeros momentos del masewalli que se perdieron en el nawatl clásico.
El nawalla’tolli, empleado por los chamanes, quedó reflejado en los conjuros naguales
recogidos por los padres Alarcón y La Serna. Aún no siendo tan conservadora como el
teonawatl, esta variante está plagada de términos crípticos, metáforas y tropos que oscurecen
la comprensión, a tal punto, que los cronistas españoles no fueron capaces de traducirlo
correctamente.
Ambas variedades del nawatl se extinguieron a comienzos del siglo 17, víctimas de la
persecución de los sacerdotes y médicos anahuacas por parte de las autoridades coloniales.
La historia del nahuatl demuestra que una variedad lingüística común es más resistente que una
variedad culta. Esto se debe a que la variedad común no depende de una clase social ni está tan
reglamentada como la culta, lo cual le permite adaptarse a las circunstancias. Además, no
necesita de instituciones académicas, pues su transmisión ocurre de modo horizontal, por la
comunicación entre padres e hijos. Por el contrario, una lengua culta requiere de especialistas,
enseñanza escolar sistemática, una institución de salvaguardia y un marco ideológico al cual
aplicarse, lo cual la vuelve vulnerable ante los cambios sociales.
Eso explica por qué las variedades más recientes y refinadas del nahuatl, como el Teonawatl y
el Nawalla’tolli, fueron las primeras en extinguirse, mientras que el Masewalli, siendo la
variedad más antigua, sobrevive hasta la actualidad.
Al final de esta obra, el lector interesado encontrará una relación, tanto de las fuentes del
nahuatl clásico como de las investigaciones modernas que he podido consultar.
A juzgar por la cantidad de usuarios, podríamos pensar que el nahuatl es una lengua saludable,
pero tal condición es aparente, por cuatro razones:
Lo anterior significa que, si no se toman medidas eficientes en este momento, dentro de dos
generaciones el nahuatl será una lengua prácticamente extinta.
Capítulo 3. La dialectización del nahuatl
3.1 Causas de la dialectización
Las campañas de los reinos nahuas en los siglos 14 y 15 de la era cristiana tuvieron el efecto
de poner al nahuatl en contacto con muchas otras lenguas y alejar geográficamente a las
comunidades que lo hablaban, lo cual propició el surgimiento de variedades. Esta tendencia se
aceleró tras la llegada de los españoles, según reportó un gramático:
“Han ido aprendiendo varias palabras castellanas, de que resulta que su idioma esté ya muy
adulterado, juntándose muchas veces en sus periodos (oraciones) palabras mexicanas con
castellanas, o mexicanizándose las castellanas.” (Cortés y Zedeño, Arte, Vocabulario y
Confesionario Mexicano, 1765)
Sirva como ejemplo de lo anterior un sondeo realizado por el Instituto Lingüístico de Verano
entre las variedades del nahuatl que se hablan en el Itsmo. Partiendo del vocabulario
diagnóstico de Swadesh (una lista de términos resistentes al cambio), se ha encontrado entre el
73 y el 86 por ciento de términos cognados (es decir, divergentes a partir de un origen común),
lo que indica un proceso de dialectización comenzado hace medio milenio.
A los intercambios impuestos de modo natural por la convivencia con el español, hay que sumar
otros factores que contribuyeron a la rápida erosión de la lengua, como:
• El hecho de que el español enraizó en el corazón del área nahuatl, creando una barrera entre
los grandes bloques dialectales.
• El exterminio de los intelectuales anahuacas, que dejó a la lengua sin autoridad.
• La conversión de los anahuacas al cristianismo, que anatemizó un extenso vocabulario
religioso, filosófico y científico.
• La regresión étnica, fomentada por la política colonial de aislar a las comunidades y crear
resentimientos recíprocos.
4. La importación de fonemas o usos fonéticos del español y otras lenguas del área, tales como:
7. La adopción de reglas gramaticales y sintácticas del español. Por ejemplo, casi todas las
variedades y dialectos actuales asignan el plural tanto a los nombres personales como a los
impersonales, cuando en nahuatl clásico sólo lo reciben los personales. La importación de
reglas afecta sobre todo a la composición de los números, debido al abandono de la forma
vigesimal de contar, como vemos en estos casos:
• El milpalteño usa una fórmula vigesimal para componer el orden decimal 1000, pero
reduciendo el multiplicador a una fórmula decimal: Sempoalsitlalin, una veintena de
estrellas.
• El guerrerense forma el 15 y sus compuestos a partir del 10: Matlaktle iwan makuile, diez
y cinco, por abandono del término original Kashtolli, quince, y adopción de la fórmula
decimal hispánica para componer las cantidades del 16 al 19.
• En Cholula, las composiciones Sempoalli, veinte, y Sentsontli, cuatrocientos, se emplean
como ordinales por abandono de la estructura vigesimal, generando términos artificiales
como Omesempoalli, cuarenta, y Omesentsontli, ochocientos, en lugar de Ompoalli y
Ontsontli.
9. El deterioro del sentido original del término nahuatl por intrusión de su equivalente español.
Este fenómeno asume tres formas:
Pale, padre
Shumpelu, sombrero
Kawayo’, caballo
A veces, la modificación no se debe a que el nahuatl carezca de los fonemas necesarios, sino a
la necesidad de desambiguar el término; por ejemplo:
1. Incorporativos o propios, los que se usan para denominar cosas que no existían en Anahuac,
así como inventos, materiales y conceptos modernos. Este es un fenómeno positivo, que
enriquece la lengua. Por ejemplo:
Wakash, vaca
Kashtil, gallo
1 Del español Tomín, antigua moneda, procedente del
Kashtillan, lengua española
árabe Tumn.
Tomi = Tomin¹, moneda de metal
a) En la mayoría de los casos, por sinonimia, cuando el término es sustituido por su sinónimo
español; por ejemplo:
b) En unos pocos casos, la sustitución ocurre por parofonía, cuando el término nahuatl es
desplazado por un término del español o de fonética hispana que recuerda su sonido, aunque
de significado diferente; por ejemplo:
Algunos parófonos no sustituyen al término original, sino uno de sus atributos; por ejemplo:
Observación: no todos los hispanismos derivan del español, algunos derivan de otras lenguas
a través del español, como:
Nailoj, plástico, del inglés Nylon
Maka’tli, cuna de niño, del arahuaco Hamaca, mecedora
Neken, tejido de maguey, del caribe Henequén, maguey
Kasike por Tla’sopilli, príncipe, del arahuaco Cacique, príncipe
Ku por Teokalli, templo, del maya Ku, templo
La Real Academia de la Lengua Española cuenta cerca de 200 aztequismos, pero hay muchos
más en el español de México. Algunos conservan el sonido original, como:
Pilmama, niñera
Milpa, terreno
Machinkuepa, contrario
Sin embargo, la mayoría sufre modificación para adaptarse a la fonética del español.
1. Incorporativos o propios, los que describen elementos que no existían en el Viejo Mundo
antes del descubrimiento de América. Este es un fenómeno positivo, que contribuye a
enriquecer el español. Por ejemplo:
Shokoatl, chocolate
Tsiktli, chicle
Ketsalli, quetzal
Tamalli, tamal
Nawalli, nagual
Mapachtli, mapache
Shitomatl, tomate
Awakatl, aguacate
Washolotl, guajolote
Kakawatl, cacahuate
A este grupo pertenecen los topónimos y nombres propios que recibieron modificación fonética
por influencia del español, como:
• Guatemala, de Kuau’temallan, lugar boscoso
• México, de Meshi’ko, en el ombligo o centro de la luna
• Quetzalcuate, de Ketsalkoatl, serpiente emplumada
• Uchilobos, de Witsilopochtli, colibrí zurdo
A este grupo pertenecen los aztequismos aplicados a nombres propios del español, sea por
traducción, como Atlakatl, marino, o por el parecido fonético, como Malintsin, Marina.
Observación: los aztequismos no son términos del nahuatl, sino del español; por lo tanto, se
deben escribir con la ortografía española y atenerse a las reglas de esta lengua. Por ejemplo, el
término Kalpolli, casa común, barrio, se aztequiza Calpuli, con una L, y se pluraliza Calpulis,
no Calpultin. Lo mismo se cumple para gentilicios como aztecas, toltecas, mexicas, anahuacas,
etcétera.
3.5 Híbridos
Los términos híbridos, mezcla de nahuatl y español, demuestran la plasticidad y el vigor que
poseen ambas lenguas. En México se emplean numerosos híbridos de dos tipos, según
su lengua:
A este grupo pertenecen aquellos términos y frases que, aunque compuestos enteramente por
elementos del nahuatl, adoptan sentidos o usos del español, como:
Ometeotl, amén
Kualli Yowalli, buenas noches
Kualli ka’, está bien
Katolikatin, los católicos
A este grupo pertenecen aquellos términos que, aunque compuestos en su totalidad por
elementos del español, incorporan sentidos o estructuras del nahuatl, como:
1. Incorporativos o propios, cuando cubren una carencia del nahuatl o el español, enriqueciendo
la lengua; por ejemplo:
1. Adaptativos, los que consisten en la adaptación de términos a los nuevos sentidos sin que
pierdan el sentido previo, como:
Kuanakatl, gallina (sentido original, cresta)
Ichkatl, oveja (sentido original, algodón)
Tewilotl, vidrio (sentido original, cristal de roca)
Tepostli, hierro (sentido original, cobre)
Masatl, caballo (sentido original: venado)
2. Generativos, los que consisten en composiciones creadas expresamente para incorporar los
nuevos sentidos. Algunas son antiguas, como:
Tonalpoaloni, reloj (lit., calculador de tonales; es posible que este sea un caso de adaptación
de alguna herramienta calendárica mesoamericana)
Teposkaktli, herradura (lit., zapato de hierro)
Tepostlatopon, arma de fuego (lit., metal que estalla)
Tla’toaloni, micrófono
Powawastli, computadora
Mekatlawi, fibra óptica
Nawatl, nombre de la lengua (sentido original: lengua) por Masewalla’tolli, habla popular,
o Tekpilla’tolli, habla culta
Tlaselia, comulgar (sentido original, renovar), por Teokua, comer a dios
Altia, bautizar (original, bañar) por Kuatekia, trabajo con la cabeza
Weinan (de Wei, grande + Nantli, madre) por Si’tli, abuela
Weitata’ (Wei + Tata’, padre) por Kolli, abuelo
Weialtepetl, gran ciudad, por Tollan, capital
3. Extintivos, los que se limitan a extinguir el sentido del término original, sin substituirlo por
otro, como:
Teokalli, iglesia católica (sentido original, templo tolteca)
Teomoshtli, Biblia (sentido original, libro sagrado de Anahuac)
Teoyotica, relativo a la religión cristiana (sentido original, espiritual en general)
La incomunicación entre las comunidades nahuablantes hace que, a veces, surjan diversos
neologismos para describir un mismo concepto; estos son dialectismos en tanto no se normalice
su uso.
1º. La política de “borrón y cuenta nueva” retomada cada cierto tiempo por las autoridades de
México, según la cual, la historia de Anahuac y todas sus producciones culturales, incluyendo
las lenguas, son un pasado que hay que trascender.
3º. El llamado “respeto” a la diversidad cultural, una política que olvida que:
• No todas las diversidades son equivalentes: algunas se forman por la adquisición de valores
y otras por su pérdida. El abandono de valores no merece respeto.
• El respeto a la diversidad cultural debe someterse a un principio superior: el respeto a la
integridad cultural.
• Apoyar una diversidad que deriva de la política colonial de aislamiento de las comunidades
es continuar dicha política.
• Cuando se inhibe o prohibe el uso de lenguas nativas de América para elaborar tesis,
impidiéndoles competir culturalmente.
• Cuando se exige al estudiante que aplique “correctamente” las reglas del español o el inglés,
pero se interpreta la aplicación incorrecta de las reglas del nahuatl como una muestra legítima
de variedad cultural.
5º. Un activismo étnico y comunitario estrecho, que enfatiza las diferencias en lugar de los
puntos en común, impidiendo a los nahuablantes ponerse de acuerdo en asuntos tan elementales
como unas reglas gramaticales comunes, una variedad lingüística unificada o una ortografía
que refleje los verdaderos sonidos de la lengua.
6º. La reducción de la lengua a un motivo de identidad, desconociendo que, para que una lengua
sobreviva, su función identitiva debe subordinarse a la comunicativa. Este fenómeno se
manifiesta, por ejemplo, en la negación del uso de la lengua a quienes no forman parte de la
etnia, lo que, en el caso del nahuatl, destruye su carácter de lengua franca.
7º. El fundamentalismo cultural, manifiesto como una aplicación exagerada de la lengua, que
termina anulándose a sí misma. Un ejemplo son los neologismos imprácticos, como
Tepostla’towastsitsin, teléfono celular (literalmente: pequeño instrumento de metal para
hablar). Si no existen términos apropiados en nahuatl, es preferible adaptar a su fonética uno
del español, como Seltsin, teléfono celular.
• Positiva, cuando se sustituye el uso o sentido del término por un uso o sentido foráneo; por
ejemplo, al emplear el nombre de Ometeotl como equivalente del Amén de los cristianos.
• Negativa, cuando se niega un sentido al término por reacción a las creencias cristianas; por
ejemplo, al traducir Teteo’ como energías porque el cristianismo repudia su sentido original
de dioses.
9º. Una escritura que no refleja los auténticos sonidos de la lengua, como analizaremos
adelante.
10º. Como reacción al problema anterior, el fonetismo a ultranza que impulsa la Secretaría de
Educación Pública de México, la cual sugiere adaptar la escritura a la variedad del nahuatl que
se hable en cada zona. La ortografía fonética regional crea una brecha entre las comunidades,
al tiempo que normaliza e impone la dialectización de la lengua.
1º. La dialectización tiene causas objetivas y no se detendrá mientras estas subsistan. La raíz
del problema son las estructuras coloniales de dominio que predominan en la actual sociedad
mexicana; por ejemplo, la división de la población en “normales” y “nativos”.
3º. Lo que le dio carácter clásico al nahuatl fue un sistema educativo basado en el compromiso
cultural, la gratuidad y la obligatoriedad. Para recuperar ese carácter, es preciso devolver el
nahuatl a las escuelas y las escuelas al nahuatl.
4º. Antaño, la garantía de la lengua era el Congreso de Flor y Canto, una institución capaz de
definir e imponer reglas, pues contaba con el aval de los principales intelectuales de la época.
Sería deseable que estudiosos y nahuablantes cultos se pusieran de acuerdo para restablecer
dicha institución.
5º. Los aportes del Congreso de Flor y Canto se difundían a través de obras literarias que eran
el referente de la lengua. La defensa del nahuatl exige el rescate de su literatura.
En mi opinión, tal esfuerzo debe articularse en torno al nahuatl clásico por cuatro razones:
1º. Por sus valores intrínsecos, tales como extensión lexical, regularidad, flexibilidad,
profundidad y refinamiento.
2º. Por practicidad, pues el nahuatl clásico es la lengua indoamericana que más testimonios
escritos ha dejado, lo cual facilita la elaboración de un canon.
3º. Por interés histórico y cultural, pues tres cuartas partes de los textos-fuente mesoamericanos
que se conservan fueron redactados en esta variedad, y estudiarla es el único modo de rescatar
esa literatura.
4º. Por su ascendiente sobre las demás variedades. La imposición de alguna variedad moderna
sobre los demás suscitaría reacciones, pero los hablantes más ancianos todavía reconocen la
antigüedad y propiedad de la variante clásica.
5to. Por el principio de permeabilidad que notó Molina, según el cual, las variantes son
mutuamente menos inteligibles que la lengua culta:
“En las cortes de los reyes y entre las personas ilustres se habla la lengua con más curiosidad
y pulimento que entre la gente de baja suerte. De manera que estos hablan la misma lengua
tan imperfectamente y con tantas incongruencias, que las más veces no se dejan entender de
la gente noble. Pero, es cosa maravillosa que, pronunciando las dichas lenguas cóngrua y
perfectamente, se dejan entender, tanto de los unos como de los otros.” (Arte de la lengua
Mexicana)
Es de notar que la conveniencia de unificar las variantes del nahuatl en torno al Tekpilla’tolli
no es nueva: fue propuesta por Molina hace casi cinco siglos, siguiendo una tradición que
seguramente comenzó en tiempos prehispánicos, con los intelectuales de Texcoco:
“La lengua mexicana no es menos curiosa y delicada que cualquiera otra... Y, aunque en
algunas partes la pronuncien con algunas incongruencias e imperfectamente, lo regule (el
ministro) con las reglas de este arte.” (Obra citada)
“En orden a la ortografía española sigo libremente lo que me agrada, y así lo haré hasta que
nos den ley fija y se avenga el Común a recibirla; pero eso creo que va despacio...” (Arte de
la Lengua Mexicana)
Con el paso del tiempo, los valores de las letras han cambiado, arrastrando consigo la
pronunciación del nahuatl. Un ejemplo de ello es la deformación que ha sufrido el nombre de
México. Su pronunciación correcta, según el valor actual de las letras latinas, es Meshíkko,
eufonizado Meshí’ko; sin embargo, se escribe México, forma que da motivo a dos lecturas,
ambas incorrectas: los angloparlantes pronuncian “méksico”, y los latinos y nahuablantes
“méjico”.
En 1815, una reforma ortográfica discontinuó el uso de la Ç, y dictaminó que la X debía
escribirse y pronunciarse como J. Así surgió la ortografía popular del nahuatl que hoy se emplea
en los nombres de los pueblos y accidentes geográficos de México. Esta escritura no obedece
a un consenso de lingüistas o nahuablantes y no ha sido oficializada, empleándose por
costumbre.
Debido a que es un sistema congelado (no evolutivo) de representación del sonido, acumula en
la actualidad las siguientes incongruencias:
• Representa el sonido K mediante tres letras propias: C y Qu; por ejemplo, Can, dónde; Quen,
cómo.
• Asigna dos sonidos propios a la C: K y S; por ejemplo: Cantli, carrillos; Centli, uno.
• Asigna dos valores a la H: marca saltillo si termina la sílaba, como en Ihtoa, decir, pero es
muda si la inicia, como en Huitzilopochtli, colibrí zurdo. Esto modifica la pronunciación del
radical, según vaya seguido de vocal o consonante; por ejemplo: Cuauhitl (H muda) =
Cuauhtli (H saltillo), árbol, águila. Con frecuencia, la ortografía popular aplica la H
arbitrariamente, como en los topónimos Cuahutlan, Chiautla y Cuauhtla.
Ochuia por Okwia, enfermar por causa del vino (de Oktli, vino + Wia, sufijo verbal)
Teuchuia por Teukwia, entrenar guerreros (de Teuktli, señor + Wia)
Xichuentli por Shikuentli, bautizo del recién nacido (de Shiktli, ombligo + Wentli, ofrenda)
3.11 La ortografía fonética
El problema de la ortografía popular radica en el hecho de que la lengua escrita tiene prestigio
sobre la hablada. Ello significa que el nahuatl termina adaptándose a su escritura, un proceso
que aceleran las campañas de alfabetización. Por eso, urge que los nahuablantes se pongan de
acuerdo para reformar la escritura popular.
Tal necesidad ha llevado a los lingüistas a desarrollar ortografías fonéticas, algunas muy
complejas. Por ejemplo, González Casanova, basado en el alfabeto fonético internacional,
transcribe como sigue un fragmento de un cuento recogido en los alrededores de Teotihuacan:
“Se: tiɛnpo ƞ k’ɔjɔ·tl o:kimocti’lito ən tɔ tàtsiɩn diɔs k co:kimo: maki’liaja li’sɛnsia paρa
ki:ƞkUas nitepɩλhua (cierta vez, el coyote fue a ver a nuestro padre Dios para que le diera
licencia para comer a sus hijos).” (Estudios de Lingüística y Filología nahuas.)
Aunque útil para la investigación, esta forma de escribir es impropia para la alfabetización y la
docencia básica, pues emplea signos difíciles de reconocer. Por ello, diversos investigadores e
instituciones han propuesto emplear ortografías fonéticas simplificadas.
En el presente trabajo empleamos una ortografía simple para el nahuatl clásico, compuesta por
las siguientes letras o combinaciones de los alfabetos español, inglés e italiano, más el apóstrofe
(’), entendido como una suspensión de sonido que, en ocasiones, connota un leve aspirado:
1. Es fonética, o, mejor dicho, representa los sonidos del nahuatl tan bien como se puede con
las letras latinas.
2. Es biunívoca, es decir, cada fono tiene un solo grafo y cada grafo tiene una sola
pronunciación.
Sin embargo, esta convención no basta para garantizar por tiempo indefinido la correcta
pronunciación del nahuatl. Las lenguas americanas necesitan escrituras evolutivas, que se
adapten a la deriva fonética del español y el inglés. Por lo tanto, tan importante como establecer
una ortografía que refleje los sonidos actuales del nahuatl, es revisarla cada pocos siglos.
Capítulo 4. Los fonos
4.1 Los sonidos del nahuatl
El nahuatl es una lengua pobre en sonidos; únicamente tiene 18 fonos básicos, organizados en
los siguientes grupos:
• Cinco vocales: A, E, O, I, U.
• Dos semiconsonantes: Y, W¹.
• Cuatro consonantes oclusivas: K, P, T, Tl.
1 Las formas vocálicas de estas semiconsonantes
• Cuatro consonantes aspiradas: Ts, S, Sh, Ch. (I, U) se llaman semivocales, pero en este estudio
• Dos consonantes nasales: M, N. les llamaremos vocales.
• Una consonante líquida: L.
Además, tiene una marca llamada saltillo que no aporta sonido, excepto un leve aspirado, pero
establece un lapso entre sonidos, que representamos en este curso mediante el apóstrofe (’).
La A se pronuncia igual que en español: las demás vocales tienen las siguientes características:
4.2 La O
La O es más aguda que en español, por lo cual, como afirma Alonso de Molina, a veces se
confunde con la U:
“En los vocablos una veces se pone U por O y otras O por U, porque los naturales las varían
indistintamente; así unos dicen Muchi y otros Mochi.” (Vocabulario de la lengua nahuatl)
“Usan de la O algunas veces tan cerrada, que tira algo a la pronunciación de la U, pero no
deja de ser O. Así, no tengo por acertado escribir Teutl, sino Teotl.” (Arte de la lengua
mexicana)
O’tli, camino
Chillo’, picante
Iknoyo’, compasivo
Okichtli, varón
Komalli, olla
Shikko, en el centro
Choloa, huir
a) Cuando le precede o le sigue una vocal dentro del término; en estos casos es opcional, pero
poco usada, la pronunciación arcaica en O; por ejemplo:
Esta es la razón por la cual no existen en la lengua términos que inicien en las combinaciones
Oa, Oe, a menos que se formen por el prefijo pretérito O, como en Oelak, haber estado triste,
o sean producto de la pérdida de una K inicial, como Oakalko (por Koakalko), casa de la
serpiente. Por lo mismo, las combinaciones Oi, Ou, sólo son posibles cuando van seguidas de
otra vocal, transformándose la I y la U en semiconsonantes, como en:
Oyamelli, abeto
Owi, peligroso
4.3 La U
La U no tiene una conducta libre en esta lengua, sino muy acotada por su contexto; se pronuncia
de dos maneras:
Kueitl, falda
Kuitlatl, excremento
Kuau’tli, árbol, águila
Chikuatl, lechuza
Tonatiu’, sol
Yau’tli, amaranto
Teku’tli, señor
Neku’tli, miel
2. Se torna semiconsonante (W) cuando le siguen las vocales A, E, I: Aldama lo define asi:
“Es consonante la (U) que estuviere entre dos vocales y la que fuere primera letra de la voz,
porque no hay voz que empiece con U vocal... Es vocal si no le sigue vocal o si le precede C
(K), pero, fuera de ese caso, no hay U vocal en esta lengua.” (Arte de la Lengua Mexicana)
Por ejemplo:
“La H antepuesta a esta V (U) no la aspira, porque en la lengua mexicana no hay aspiración.”
(o. c.)
2º Porque este uso es herencia de una época en que la U se solía escribir con el grafo V, por lo
que necesitaba un grafo desambiguador, como explica fray Manuel Pérez:
Sostienen Olmos, Molina, Paredes, Aldama y Carochi que, antaño, mujeres y hombres
pronunciaban esta vocal de modos diferentes:
“Toca un poco en la pronunciación de la U vocal, pero tan poco, que no hace sílaba por sí;
así, la palabra Ueuetl es de dos sílabas y no de cuatro. Y, para que no se pronuncie consonante,
se le suele anteponer una H como Huehuetl.” (o. c.)
De estas observaciones se deduce que ambas formas de pronunciar, la labial y la gutural, son
extremas. En la lengua clásica, la U seguida de vocal se pronuncia acercando los dientes
superiores al labio inferior, pero sin tocarlo, de modo que el sonido resultante no forma
diptongo ni es fricativo.
4.4 La I
La I tiene tres pronunciaciones:
I’titl, vientre
Tlei, qué
Mitl, flecha
2. Se torna semiconsonántica cuando le sigue una vocal, excepto I, pronunciándose suave,
como en español; por ejemplo:
Yankuik, nuevo
Yawalli, círculo
Yektli, correcto
Kiawitl, lluvia
Tiankistli, mercado
Piochtli, cabello del cogote
ᴵtskuintli, perro
ᴵtstika, despierto
ᴵtsawa’wia, picar con una aguja de obsidiana
4.5 La E
La E es paladial, es decir, se pronuncia como en español, con el cielo de la boca; por ejemplo:
Ewa, levantarse
Elel, pecho
Metstli, luna
Teiknelilli, favor
“El modo de pronunciar de los indios, que es al que debemos estar, es que, no siendo
penúltima, todas (las sílabas) pueden ser breves, o es más fácil pronunciarlas breves.” (Arte
del Idioma Mexicano)
Lo anterior no significa que la vocal larga se pueda asimilar o reducir, sino que la forma larga
afecta a tan pocos términos, que, en la práctica, podemos considerar que el nahuatl se compone
de un solo tipo de vocal, alargado o enfatizado si cae en el arranque de la penúltima sílaba del
término. Sin embargo, hay excepciones; veamos cada caso:
1. Las vocales A, E, O largas extienden su sonido sin duplicar la sílaba. No derivan de la vocal
corta, por lo que no se pueden asimilar. Eso significa que los términos con vocal larga y corta
tienen sentidos diferentes; en los siguientes ejemplos se señalará la larga con acento
circunflexo:
En este estudio evitaremos ejemplos en los que sea necesario distinguir la longitud de las
vocales, de modo que no señalizaremos los casos de vocal larga.
Observación: no hay que confundir la vocal larga con la convivencia creada por la
frecuentación de sílabas cerradas que comienzan en vocal, como Astli, ala > Aastli, alas, o la
aglutinación de dos vocales pertenecientes a raíces distintas, como:
Atl, agua, orina, extremidad superior + Ashisha, ensuciar a otro = Aashisha, orinarse de
miedo
I, suyo + Ishtli, ojo = Iish, sus ojos
I’titl, interior + Ilakatsiwitl, espiral = I’tiilakatsiu’ki, con el interior en forma de espiral
a) Progresiva, cuando la Y precede a la I, en cuyo caso ambas constituyen sílaba. Esto ocurre
cuando la I termina la sílaba o el término; por ejemplo:
Ai = Ayi, hacer
Painalli = Payinalli, corredor
Wei = Weyi, grande
Miek = Miyek, mucho
Chiampinolli = Chiyampinolli, harina de chía
También son alargado residual de I los casos en que esta vocal muta en E, como Sia = Sea, raíz
relativa al consentir y el frío > Sealistli = Seyalistli, voluntad / Tlasesea = Tlaseseya, hacer
frío.
Observación: no hay que confundir estos casos con el añadido de un término comenzado en
Wa a uno terminado en O, como Nowampo’, mi prójimo, o el añadido del prefijo O a términos
comenzados en W, como Owalkuik, él o ella llevó algo.
Kakalotl, cuervo
Kikistli, trompeta
Kokowa, comprar, vender
Se puede reiterar por convivencia de sílabas, como en:
En la escritura popular, este sonido se escribe con C fuerte o con la combinación Qu del
español, lo que no daña la pronunciación.
Se puede reiterar por contaminación de sonido, como en Nawi, cuatro + Pan, sufijo locativo =
Nappan, en cuatro lugares.
Teteo’, dioses
Tititl, contraído, terminado
Totolli, pájaro
La Tl lateral produce un sonido suave y de una sola emisión, que se hace más suave al final del
término; por ejemplo:
Tletl, fuego
Tlo’maitl, ala de halcón
Tlakametl, maguey que produce pulque blanco
4.9 La N
M y N derivan de una nasal genérica; por ello, son opcionales en términos como:
Otras veces son intercambiables según el sonido que les siga; veamos los casos particulares:
1. Es fuerte o nasal, como en español, cuando inicia la sílaba o cuando se reitera por
convivencia, como en:
Nawatilli, orden
Onok, estar de pie
Teteoinnan, su madre de los dioses
Kaltoⁿtli, casita
Tlamaⁿtli, lo que se presenta
3. Se hace muy tenue, incluso nula, si la siguiente sílaba comienza con W o en aspirada, como
en:
4. Si le sigue una consonante aspirada, adopta su sonido. Por ejemplo: San, sólo + Se, uno =
Sasse (por Sanse), uno sólo.
5. Se hace labial, pronunciándose M, ante P, M y vocal, como:
4.10 La M
Según el contexto, la M tiene tres pronunciaciones:
1. Es fuerte, como en español, dentro del término y al comienzo de la sílaba, como en:
Amatl, papel
Tilma’, manta
2. Se pronuncia más breve que en español cuando inicia el término; en los siguientes ejemplos
(no en el resto del estudio) se escribe como M superíndice:
ᴹetl, maguey
ᴹasatl, venado
ᴹekawewetl, instrumento musical de cuerda
Tal pronunciación breve se hacía extrema entre los mexicas, quienes, según el padre Olmos y
un cronista anónimo, omitían la M inicial, llamando a su capital Eshik (Éshik), en lugar de
Meshi’ko:
“La palabra México no es propia de los indios (mexicas), pues los naturales del país y la gente
pulida dicen Exic o Echic solamente.” (Teogonía e Historia de los Mexicanos II, 45)
Sasakatl, red
Sesen, de uno en uno
Soso, repasar las cuentas del rosario
Al final del término se pronuncia más apagada, tirando a Z, como afirma Carochi:
“La Z no la usan al principio de las dicciones... sino solamente al final... Esta Z se pronuncia
casi como la S castellana.” (o.c.)
Shonakatl, cebolla
Shomolli, jabón
Ashtlawa, arreglarse el cabello
Shalli, arena
Iastashel, su tocado de plumas
Tsinakan, murciélago
Tsalan, entre
Kuau’tsontli (aztequizado como Huanzontli), mechón vegetal
Chalchiwitl, turquesa
Chichimekatl, salvaje
Chontalli, extranjero
Las aspiradas pueden mutar unas en otras debido al margen de variabilidad intrínseco de este
tipo de consonantes. Tales casos no son variaciones del radical, sino raíces diferentes, aunque
estrechamente emparentadas, aún si los términos resultantes son sinónimos. Por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este tipo de mutación con la adición de sufijos comenzados
en aspirada y posterior eufonización del resultado. Por ejemplo, la Ts del verbo
Kuekuetsa, hacer temblar, no deriva de la Ch del verbo Kuekuechka, temblar, sino de la
adición del sufijo verbal Tsa a la raíz verbal Kuekuech, espantar, cuya Ch se apocopa.
4.12 La L
Sólo existe en la lengua una consonante líquida, la L, con dos formas:
1. Se pronuncia breve, como en español, cuando inicia o termina una sílaba; por ejemplo:
Observación: pese a su abundancia en la lengua, la L nunca inicia un término; las raíces del
protonahuatl que comienzan con L adquieren una I inicial, como Iloktia, anegar. Sin embargo,
sí inicia la sílaba, como en:
Melawa, extender
Malia, capturar prisioneros
Masewaloyan, sala de baile
En estos casos, la L pertenece siempre al radical representado por la sílaba anterior.
4.13 El saltillo
El saltillo es difícil de clasificar, pues no es un sonido, sino una una breve oclusión de la glotis,
acompañada en ocasiones de un leve aspirado suspenso. Algunos gramáticos antiguos y
modernos no lo señalizan, probablemente porque no tiene equivalente en español; un proceder
injustificado pues, como señala Carochi, el saltillo es tan importante para el término como
cualquier otro componente:
“No es menos quitar un saltillo de su lugar, que una letra.” (o. c.)
El saltillo sólo se añade a vocal breve, nunca a vocal larga o consonante. Tiene tres
aplicaciones:
1. Semántica o con sentido propio, uniéndose a todas las vocales, menos U, si forma parte del
radical, como en:
Pa’tli, medicina
I’toa, decir
O’mitl, hueso
Se ha discutido si el saltillo del nahuatl clásico tiene o no algún sonido; el asunto quedó definido
por Carochi:
Una prueba de que el saltillo no involucra flujo de aire, es que en nahuatl no se pueden
componer sílabas del tipo saltillo + vocal; por tal razón, nunca encabeza una sílaba, y menos
un término. Sin embargo, podemos distinguir tres matices en su pronunciación:
1. Áfono o suspenso, cuando le sigue una semiconsonante o vocal dentro del término o la frase,
para evitar combinaciones del tipo J + vocal. En los siguientes ejemplos, tal fenómeno se señala
con un guión:
Ne-watl (Ne’watl), yo
A-akatla (A’katla), cañaveral
A-iknowa’ (A’iknowa’), despiadado
Iteokuitlaanawau-yelpan mani, su disco de oro sobre su pecho
a) Cuando le sigue una consonante. En tal caso, el saltillo se enfatiza mediante una tenue
aspiración que no llega a ser J, representada en los siguientes ejemplos como una J superíndice:
Iʲtoloka, historia
Maʲtlaktli, diez
Tlaʲko, mitad
“Al final (del término)… se pronuncia con fuerza, como quien va a pronunciar una aspiración,
aunque no es aspiración.” (o. c.)
Por ejemplo:
In shochitlaʲ, el jardín
In tlakaʲ ma’sewa, la gente practica penitencia
3. Aspirado, a continuación de la U final, según Carochi:
“En la lengua mexicana no hay aspiración, sino en algunas palabras cuando, al final, se
pospone la U, como Auh.” (o. c.)
Por ejemplo:
Pero, si después de la combinación U’ sigue otro sonido dentro del término, el saltillo vuelve
a pronunciarse con aspiración leve, como en la frase Auʲaka’se’mo tiya’kau’, puede que no
sea un gran guerrero.
En el nahuatl clásico el saltillo tiende a desaparecer. Por eso, hay numerosos términos con
sílabas abiertas frecuentadas que no lo llevan por costumbre (aunque se les puede aplicar por
regla), como:
El deslinde de la sílaba depende del criterio empleado; los gramáticos interpretan una frase
como Ino’wi, su camino de ellos, de dos maneras: algunos la dividen con arreglo a su
significado (In-o’-wi), en cuyo caso cada sílaba corresponde a un morfema: In, de ellos o ellas
+ O’, radical relativo a los caminos + Wi, sufijo conjugativo. Otros la dividen con arreglo a su
sonido (I-no-wi), en cuyo caso cada sílaba corresponde a un fonema.
Algunos estudiosos, como los del Instituto Lingüístico de Verano, consideran válidas ambos
deslindes. Sin embargo, la impropiedad de la silabación morfémica se nota cuando esta no
refleja el número de sílabas del término. Por ejemplo, el adverbio Nowian, en todas partes, se
compone del verbo Nowi, estar en todo, que pierde la I por afijación, más el locativo Yan,
cuya I se revocaliza por estar precedida de semiconsonante. Desde el punto de vista semántico,
tiene dos componentes: Now-ian; sin embargo, se pronuncia con tres: No-wi-an.
[A]katl, caña
[E]watl, piel
[I]tla, cosa
[O]kotl, pino
b) En diptongo (VV), formadas por los diptongos que veremos adelante, como [Ei]metstli, tres
meses.
2. Son cerradas, o de ataque nulo, las que empiezan en vocal y terminan en consonante, incluso
saltillo. Hay dos grupos:
Ok, aún
In, el, la
Is, he aquí
Aik, nunca
Au’, pero
[Eu’]tok, levantarse
3. Son abiertas, o de coda nula, las que empiezan en consonante o semiconsonante y terminan
en vocal. Hay tres grupos:
Si, abuela
To, nuestro
Pi, pelar
Ye, ya
Wi, hola
Yei, tres
A[wia]ni, prostituta
a) Simples (CVC), formadas por consonante más vocal más consonante, como:
Tlok, cerca
[Tlan]tli, diente
Temo[shoch], sueño lúcido
b) En diptongo (CVVC), formadas por consonante más diptongo más consonante, como:
Tlein, qué
Maitl, mano
Kiotl, brote vegetal
• Simples (SVC), formadas por semiconsonante más vocal más consonante; por ejemplo:
Wan, y
[Yu’]ki, como
[Wits]tli, espina
• En diptongo (SVVC), formadas por semiconsonante más diptongo más consonante, como:
[Wau’]tli, amaranto
Yau’, ir
5.3 El acento
Como afirma Molina, el nahuatl clásico se pronuncia en forma llana, sin énfasis especial en
alguna sílaba del término o la frase.
“Estos naturales no alzan más una sílaba que otra en su hablar, salvo de cuando en cuando.”
(Arte de la lengua)
Fray Manuel Pérez especifica que esta es una propiedad del término y no del fono, pues aplica
con independencia de la longitud intrínseca del mismo:
“Toda penúltima es larga, sea la que fuere; de tal suerte, que la que en un vocablo es larga
por penúltima, y su antecedente breve, luego que dicha antecedente queda por penúltima, se
hace larga.” (Arte del Idioma Mexicano)
Todos los términos polisílabos son llanos, es decir, se acentúan en la penúltima sílaba. En los
siguientes ejemplos (no en el resto del estudio) se ha escrito la tilde para enfatizar la
sílaba tónica:
Si un termino adquiere sufijos o se aglutina con otro, el acento se traslada a fin de mantener la
estructura llana; por ejemplo: Teotía, adorar > Teotiwákan, donde se adquiere divinidad
1. Los esdrújulos que se forman por la conjugación de verbos cuya sílaba inicial tiene A breve,
si es necesario desambiguar el sentido. He aquí un ejemplo del padre Molina en el que se
acentúa ortográficamente la sílaba tónica: Tlatia, encender > Shíktlati, enciéndelo / Tlâtia,
esconder > Shiktláti, escóndelo.
2. Los agudos formados por los sufijos vocativos E y Tsé, como:
Garibay considera que estos casos no son auténticos agudos, sino frases formadas con el
vocativo E. Sin embargo, el hecho de que el término modificado pierda su acento llano, y que
el vocativo pueda afijarse con polisintesis a otros sufijos, indica que se trata de
términos agudos.
En estos casos, considero apropiado escribir el acento para no tomar el vocativo como una
apócope del sufijo posesivo E’. Veamos un ejemplo de tal distinción: el sustantivo Tlalli,
tierra, da origen al adjetivo Tlále’, terrateniente, y a la expresión vocativa Tlalé, ¡oh, tierra!
Observaciones: en otras variedades del nahuatl se dan casos de términos agudos y esdrújulos.
Los textos escritos con ortografía popular suelen acentuar todos los polisílabos que no terminan
en N, S o vocal, como Náhuatl, Nezahualcóyotl, Cuauhtémoc, etcétera. Sin embargo, esta es
una regla del español, no del nahuatl. Las lenguas que sólo tienen un acento no llevan acento
ortográfico.
Showeyak, patilargo
Ishpoyawi, estar mareado
• A es fuerte
• E, O, son semifuertes y equivalentes
• U, I, son débiles y equivalentes
1. Bisilábicas: los hiatos, formados por dos vocales que pertenecen a sílabas diferentes, como
Tla-ewalli, forrado.
2. Monosilábicas, aquellas en que dos o tres vocales conviven en una sílaba. Estas pueden ser:
a) Semiconsonantes, cuando incluyen una vocal débil que se torna consonántica por el
contexto, como:
[Ya]walli, círculo
[We]yi, grande
b) Vocálicas o melódicas, los diptongos y triptongos. Estas combinaciones de dos o tres vocales
siempre incluyen una vocal fuerte o semifuerte, y una o dos débiles, todas con sonido vocálico,
como veremos a continuación.
Observación: es preciso leer correctamente las combinaciones de vocales para ubicar la sílaba
tónica. Con frecuencia, se escucha una mala pronunciación debido a que se confunden hiatos
y diptongos, como en los siguientes ejemplos, donde se acentúa ortográficamente la sílaba
tónica para esclarecer el sonido:
1. Débiles o de núcleo débil (estructura: VdVd), los diptongos o combinaciones de las dos
vocales débiles, a saber:
Iu: Ye[tiu’], ir
Ui: [Kui]ka, cantar
2. Mixtas o de núcleo mixto, los diptongos compuestos por una vocal fuerte o semifuerte y una
débil. Estos pueden ser:
a) Mixtos débiles (VfVd), cuando las vocales débiles se posponen a las fuertes o semifuertes,
produciendo las siguientes combinaciones:
b) Mixtos fuertes (VdVf), cuando las vocales débiles preceden a las fuertes o semifuertes,
siempre que la sílaba comience en consonante. Se exceptúan la combinación Ia cuando aparece
al final del término, y la combinación Uo, que no existe en la lengua, lo que deja las siguientes:
3. Fuertes o de núcleo fuerte (VdVfVd), los triptongos o combinaciones de tres vocales. Estas
aplican la jerarquía en ambos sentidos, pues se forman por el añadido de las vocales débiles a
un diptongo mixto fuerte, de modo que su núcleo consiste siempre en una vocal fuerte o
semifuerte flanqueada por dos débiles. No se emplean todas las combinaciones posibles, sino
las siguientes:
5.6 Asimilación
Una regla del nahuatl es que aquellos radicales que terminan en diptongos o triptongos en Ai,
Ei, creados por la incorporación de una I epentética o intrusiva, a la que Garibay llama
prostética y nosotros llamaremos en este estudio demarcativa, asimilan (pierden) dicha vocal
al frecuentarse o incorporarse. Veamos cada caso:
1. Asimilación por frecuentación, cuando se frecuenta una sílaba que contiene alguno de los
mencionados diptongos; por ejemplo: Ai, hacer > Aai (por Aiai), hacer algo fuera.
3. Por desambiguación, como en Eilia, triplicar (la forma asimilada Elia se entendería como
causativa del verbo Eli, ser diligente).
Observación: no hay que interpretar como violaciones de esta regla los casos formados por
incorporación, como Ye, ya + Iman, momento = Yeiman, ser el momento.
5.7 Semiconsonantes
Según vimos en los ejemplos anteriores, las vocales débiles que inician la sílaba y preceden a
otra vocal se semiconsonantizan, escribiéndose y pronunciándose, la I como Y y la U como W.
Esto produce las siguientes combinaciones:
• Ya: Ya’ya, ir
• Ye: Ye’yekoa, ejercitarse, probar, ensayar
• Yo: Yoyolin, insecto
• Yu: Yuktli, hermano o hermana menor
• Wa: Wawatl, especie de gusano
• We: Wel, bien
• Wi: Wik, hacia
Los radicales que contienen diptongos o triptongos los pierden cuando uno de sus componentes
se semiconsonantiza, cosa que ocurre por dos razones:
2. Cuando los diptongos fuertes y los triptongos pierden una consonante anterior, como en:
5.8 Hiato
El hiato o pronunciación separada de dos vocales contiguas tiene lugar en aquellas
combinaciones de vocales que no cumplen con los requisitos para formar diptongos. Es de dos
tipos:
1. Homofónico, cuando una vocal convive consigo misma, lo que ocurre para todas las vocales,
menos U, en las siguientes circunstancias:
b) Por incorporación, como en Maitl, mano + Ana, extender = Maana, extender los brazos.
Eestentli, contusionado
Oollama, jugar a la pelota
d) Por deslinde de sentido, como en Ki, a él + Ilpia, atacar = Kiilpia, él o ella le atacan.
e) Por posesión de sustantivos comenzados en I por la tercera persona del singular, como en
Iits, su cuchillo de obsidiana.
2. Alofónico, cuando conviven dos vocales diferentes. Este tipo de hiato puede ser fuerte o
débil.
a) El alofónico fuerte se forma cuando se unen vocales fuertes o semifuertes, en todas las
combinaciones; por ejemplo:
b) El alofónico débil ocurre cuando una vocal débil se compone con una fuerte o semifuerte.
El caso por excelencia es la posesión de sustantivos comenzados en vocal por la tercera persona
del singular, como en:
Iamosh, su libro
Iolol, su balón
Iikpal, su silla
Iekawilo, su sombra
Ia’tlau’, su lanzadardos
Iknoi’toa, petición
Noiyoka, yo sólo
Eloisuatl, túnica del maíz verde
Tsoiyak, tabaco común
Shochiointli, cierta variedad de maíz
• Ai, cuando a la I le sigue una consonante que cierra sílaba o en composiciones con el verbo
I, beber, como:
Tlai, beber
Tlailli, hemorragia
Sakaikpalli, silla de paja
Chimalpain, mensajero del escudo, nombre personal
• Ia, en tres casos:
I - En composiciones formadas por el añadido del sustantivo Atl, agua, como Shochiatl, agua
de rosas.
Tlachia, fabricar
Tlatia, quemar
Teomania, meditar
Moyektilia, la forma correcta de hacer
III - En los sustantivos derivados de los verbos en Ia, si si la a pertenece a la última sílaba del
término; por ejemplo:
Si a los sustantivos derivados de verbos en Ia se les pospone una partícula o radical que conste
de una o más sílabas, el hiato vuelve a comportarse como diptongo; por ejemplo:
5.9 Sinéresis
Ocasionalmente, el nahuatl permite abreviar la emisión del término mediante el recurso de
transformar el hiato fuerte en diptongo, al debilitar las vocales semifuertes (nunca la fuerte), la
E en I y la O en U. Como resultado, dos sílabas quedan reducidas a una. Este fenómeno se
llama sinéresis y tiene dos aplicaciones:
• Oa/Ua:
• El alargado de las vocales E, O, pues, en estos, ambas vocales forman parte del mismo fonema
y el alargado no tiene como objeto acortar el término, sino evitar hiatos.
• La pérdida de fonemas; por ejemplo, el verbo Poa, contar, parece sufrir sinéresis de la A en
el sustantivo Pou’ki, contador. Sin embargo, en este caso, la A es un sufijo verbal elidido, en
tanto el fonema U’ deriva de un sufijo flexivo.
Capítulo 6. Estructura de la lengua
Segunda Parte - Los componentes de los términos
6.2 Niveles
Tanto por su naturaleza como por el cultivo de que fue objeto, el nahuatl es una lengua
estructural. Posee una organización interna en cinco niveles de complejidad que hemos
aprovechado para organizar el presente estudio; estos son:
Las raíces son unidades de sonido y significación abstractas; por ejemplo, la raíz Naw se refiere
a lo oculto, lo duplicado, la fluidez y la comunicación, y la raíz Ton, al calor, la luz, la energía
y lo evidente.
Las raíces del nahuatl no tienen una naturaleza gramatical intrínseca. Según las partículas que
adopte, toda raíz puede funcionar como sustantivo, verbo, adjetivo o adverbio, como vemos en
los siguientes ejemplos elaborados sobre la raíz Tlal, relativa a la tierra:
Tlalli, tierra
Tlalti, hacerse tierra
Tlaltik, terroso
Tlalpan, patria (lit., en la tierra)
Casi todas las raíces simples de del nahuatl proceden del protonahuatl, aunque hay intrusiones
de otras lenguas. Algunas raíces son tan antiguas, que aparecen en otras lenguas de América y
el Viejo Mundo, no por intercambio, sino por comunidad de origen; por ejemplo:
• La raíz On, relativa a la unidad, lo entero y lo completo, aparece en el maya Jun, uno, el
quechua Oma, unidad, el tungús Omo, uno, el malayo Onnu, uno, y el germánico On, uno.
• La raíz Kau’, relativa a lo que se extiende, aparece en los términos del español Cauda,
Caudal, Cauce y Causa.
Las raíces se agrupan en familias con un antepasado común. Por ejemplo, las raíces Kau’, Kua,
Kuau’ y Koa derivan de una raíz del protonahuatl relativa a lo que está encima, es extenso o
elevado, como se denota en los siguientes términos:
Kalli, casa
Kale’, casero
Kali, estar en casa
Kalpan, en la casa
Kaltin, las casas
Kalsolli, choza
Kalisatl, portal
Kalkuaitl, techo
Kaltechtli, pared
Kaltentli, acera en torno a la casa
Kaltetsontli, cimiento de la casa
Kalpolli, barrio
Weikalli, templo
Si una raíz muta en sonido, aunque sea levemente y sin modificar su sentido, da origen a otra.
Así, los sonidos Ish, Its e Is se refieren al rostro y la visión, pero constituyen raíces distintas
productoras de términos como:
Ishtia, ver
Itstilia, observar
Issitlalchiwa, adornarse el rostro con estrellas
Observación: no hay que confundir la mutación de las raíces con la modificación de los
radicales por eufonía. Así, en el verbo Ichchichitintinemi, tener ojos llorosos, el radical Ish se
modifica en Ich por una regla eufónica aplicable a la unión de dos consonantes aspiradas, pero
continúa representando a la raíz Ish.
El radical es la parte básica o invariable del término. Tiene la característica gramatical del
término al que da origen, que no desaparece cuando la partícula desaparece o, mejor dicho, se
subroga por incorporación.
En una lengua como el nahuatl, la distinción entre raíz y radical es importante pues, como
acabamos de leer, los radicales pueden mutar por eufonía sin que ello origine nuevas raíces.
Observemos, por ejemplo, la variación del radical en los siguientes términos derivados de la
raíz Kuau’:
2. Los morfemas flexivos no cambian la característica gramatical del término, pero modifican
su significado, especificando formas de conjugación o posesión; por ejemplo:
3. Las partículas vinculativas unen los componentes del término sin cambiar su característica
gramatical o significado; por ejemplo:
Una raíz puede adquirir diversas partículas modificadoras que definen o modifican su sentido,
o vinculan sus componentes. Por ejemplo, el plural O’oselo’, los ocelotes, posee tanto una
partícula vinculativa (el saltillo interpolado entre los componentes de la sílaba que se frecuenta
por énfasis) como un sufijo evaluativo (el saltillo final que marca el plural).
Se, uno
Nel, entonces
Wi, hola
2. Incorporados, los que resultan de una incorporación o unión de raíces, radicales y partículas.
La incorporación procede de dos modos: por afijación y por aglutinación.
a) La afijación es la unión de partículas modificadoras entre sí o con una raíz o término. En los
siguientes ejemplos, las partículas se destacan entre corchetes:
b) La aglutinación es la unión de dos o más términos para crear uno nuevo; por ejemplo:
Casi todos los términos en nahuatl son resultado de una incorporación; según su estructura, se
clasifican en dos grupos:
1. Monorradicales, los que tienen un radical simple al que se añaden una o más partículas
modificadoras. En los siguientes ejemplos, el radical se destaca entre corchetes:
[Mich]in, pez
[Komish]in, lagartija pequeña
[Sipak]tli o [Sipaki’]tli, dragón
[Kuetspal]li, lagartija grande
2. Polirradicales o aglutinados, aquellos cuyo radical se forma por varios radicales, al que se
añaden, por lo general, una o más partículas modificadoras. En estos términos se cumple la
regla de polisíntesis incorporativa, según la cual, el radical anterior pierde el sufijo nominal y,
generalmente, también el verbal. En los siguientes ejemplos, se separan los componentes del
radical con un guión:
Por su carácter incorporativo, los términos del nahuatl absorben gran parte del significado y
estructura de la expresión, comportándose como frases breves. La distinción entre el término y
la frase se puede establecer desde dos puntos de vista:
• Estructural: el término adquiere sufijos que le dan característica gramatical y pierde sonidos
al incorporarse, por reglas de composición, eufónicas y de desambiguación; la frase no.
• Semántico: por lo general, los componentes del término sintetizan sus significados en un
nuevo significado, en tanto los de la frase los suman. Por ejemplo:
Atl, agua + Tlachinolli, quemado = Atlachinolli, guerra / Atl Tlachinolli, agua quemada,
concepto esotérico
Shochitl, flor + Kuikatl, canto = Shochikuikatl, canto florido, un género literario / Shochitl
Kuikatl, flor y canto, la poesía
6.7 El refinamiento
El tercer nivel de la lengua consiste en refinar los términos. El recurso de la incorporación
propicia el surgimiento de combinaciones de sonido complejas o de significado ambiguo. Estos
casos se resuelven mediante los recursos de eufonización y desambiguación.
1. La eufonización o mejora del sonido consiste en modificar los sonidos para evitar
combinaciones difíciles o cacofónicas. Según su estructura, la eufonización puede ser:
a) Por síncopa o supresión de sonido, cuando se elide un fonema de uno de los radicales
aglutinados, como Teotl, divino + Amoshtli, libro = Teomoshtli (por Teoamoshtli), libro
sagrado.
6.8 La articulación
Como afirmó Molina, el nahuatl tiene reglas propias que lo distinguen de las lenguas del
Viejo Mundo:
“El lenguaje y frasis de estos naturales, especialmente de los nahuas y mexicanos, es muy
diferente del lenguaje y frasis latino, griego y castellano.” (Vocabulario de la lengua, 1571)
El gran peso semántico del término dentro de la frase determina que la sintaxis del nahuatl sea
muy simple, a tal extremo, que Carochi afirma, exagerando, que “esta lengua no la tiene”.
Por lo general, el orden de los términos no afecta su comprensión; sin embargo, no es lo mismo
decir In itskuintli in kalli, la casa del perro, que In kalli in itskuintli, el perro de la casa.
1ro. El determinante (término o radical que modifica) precede al determinado (término o radical
modificado), como en Semanawak etilistli nawatilli, la ley de gravitación universal (de
Semanawak, universal + Etilistli, gravedad + Nawatilli, ley).
Esta composición se invierte para demostrar; así, en la siguiente frase, el último término
modifica al penúltimo: Yu’kin kokoa’ nawintin, como cuatro serpientes (de Yu’kin, como +
Kokoa’, serpientes + Nawintin, plural de cuatro).
Se exceptúan a esta regla las posesiones demostrativas, en las que se mantiene la precedencia
del posesor, como en Onkan tekuani ichan, allá está su guarida de la fiera (de Onkan, allá
+ Tekuani, fiera + I + Chantli, hogar).
4to. El sujeto precede al verbo, como en San titlakaneki tiwetski, tú ríes sin razón (de San,
sólo + Ti, tú + Tlakaneki, proceder sin reflexión + Ti + Wetski, reír). Esta regla es capaz de
descomponer los verbos autotransitivos, como en Tlama’tlakkua, él es el décimo en comer
(de Ma’tlaktli, diez + Tlakua, comer algo). Pero, en las oraciones demostrativas, el verbo
toma la precedencia; por ejemplo: Chichiko yau’ inon tlawanki, ese borracho va haciendo
eses (de Chichiko, de un lado a otro + Yau’, ir + Inon, aquel + Tlawanki, borracho).
5to. El interrogativo precede a la descripción; por ejemplo: Tle itoka in tla’toani Meshi’ko?,
¿cómo se llama el representante de México? (de Tle, qué, cuál + I + Toka, nombre +
Tla’toani, vocero).
6.9 La elevación
La función de los recursos expresivos es elevar la frase. Aunque la elevación no es una regla,
sino una opción, lo apropiado en nahuatl clásico es, no sólo comunicar el sentido, sino hacerlo
de un modo elegante. Este nivel viene a ser, para la frase, como la eufonización para el término.
b) La modificación del pronombre Ti, tú, en Shi, usted, para exhortar; por ejemplo: Ma
shimokuikatsin, cante usted, por favor.
c) Términos o expresiones diferenciadas para referir seres vivos o inanimados, así como
personas o animales; por ejemplo:
2. La metáfora. Ciertos conceptos, como los relativos a las relaciones sociales, funciones
fisiológicas y aspectos del culto, se dicen de forma elíptica, aunque tengan término propio;
por ejemplo:
3. El difrasismo. Este recurso consiste en combinar dos o tres términos para construir con ellos,
por asociación, un concepto no explícito; por ejemplo:
El nahuatl tiene dos tipos de raíces: simples y compuestas; he aquí sus características:
1. Las simples no están integradas por otras. Por lo general son breves (monosílabas) y tienen
amplia familia de términos. Casi todas son herencia de lenguas anteriores. En los siguientes
ejemplos se destaca el radical:
[Tol]in, espadaña
[Tok]tli, caña del maíz
[Shiw]itl, hierba
[Oko]tl, pino, antorcha
[Owa]tl, caña dulce de maíz, caña de azúcar
2. Las raíces compuestas se crean por la aglutinación de dos o más términos. Por su origen y
estructura, se clasifican en:
a) Sencillas, las que derivan de una incorporación ocurrida en una lengua anterior al nahuatl.
Al igual que las simples, están bien establecidas y suelen tener amplia familia de términos. Por
lo general, son bisílabas. A veces sus componentes no funcionan con independencia y uno de
ellos no es entendible. Por ejemplo, en el sustantivo Telchitl, el que se goza del mal de otro,
se reconoce la partícula enfática Tel, pero el componente Chi que no existe fuera de esta
composición. Otros ejemplos:
Ko, arcaico para Kua, punta, cabeza + Pilli, vástago = Kopilli, sombrero
Shiki, raíz relativa a las cestas, sólo en composición + Pilli = Shikipilli, bolsa, saco
O’, raíz relativa a los caminos + Tla, raíz relativa a la fibra vegetal, sólo en composición =
O’tlatl, caña maciza, bastón
Tla + Ko, raíz relativa a las cañas y contenedores, sólo en composición = Tlakotl, caña fina
para flechas
Chim, raíz relativa a las cañas y juncos + Am, raíz relativa a la fibra vegetal, sólo en
composición = Chinantli, caña
b) Complejas, las que derivan de la incorporación de varios términos reconocibles y separables.
Muchas de estas incorporaciones - como el extraño verbo Kuatai’toa, llamarse Kuakuata -
son tardías, improvisadas y no tienen familia de términos, por lo que sus raíces no están tan
establecidas como las simples o las compuestas sencillas; casi todas constan de tres o más
sílabas. Por ejemplo: la aglutinación de los sustantivos Tekpilli, príncipe, y Tla’tolli, palabra,
crea el término Tekpilla’tolli, lenguaje noble, del cual se abstrae la raíz Tekpilla’tol, relativa
a lo que es delicado o noble. A su vez, esta adquiere partículas modificadoras para crear nuevos
términos, como Tekpilla’tolistika, elegantemente (de Tekpil-la’tol + Is, sufijo adjetivo +
Tika, sufijo adverbial). Otros ejemplos:
7.2 Sinónimos
Las raíces del nahuatl suelen tener una relación biunívoca con sus sentidos, es decir, cada una
posee un sentido y cada sentido es representado por una raíz. Tres tipos de términos rompen
estas relaciones: los sinónimos, los homófonos y los antiosemas.
Los sinónimos se forman por raíces diferentes que comparten un mismo significado. Son de
dos tipos: estrictos y parciales.
1. La sinonimia estricta ocurre cuando el significado es el mismo, lo que ocurre por las
siguientes razones:
2. La sinonimia parcial ocurre cuando los sentidos se parecen, pero poseen matices que es
preciso deslindar por contexto, como:
La sinonimia parcial puede dar origen a la estricta. Por ejemplo, los sustantivos Witstli, espina
de maguey, y Awatl, espina de roble, son sinónimos parciales porque, aunque aplicables a las
espinas de cualquier otra planta, son específicos de las suyas; pero producen los sinónimos
estrictos Witswia y Awawia, espinar.
Observación: los términos cuya pronunciación difiere por eufonía, desambiguación,
frecuentación, anagrama, apócope, aféresis, síncopa, sinéresis, énfasis o alargado de vocal no
son sinónimos, sino variantes fonéticas; por ejemplo:
7.3 Homófonos
Los homófonos son términos que, pese a pronunciarse igual, tienen diversos significados, lo
cual puede ocurrir por dos razones:
1. Por polisemia, cuando una raíz tiene diversos sentidos. Por lo general, este fenómeno ocurre
por aplicación del sentido; por ejemplo, la raíz Sen, relativa a la semilla, fue aplicada al
cómputo, efectuado originalmente con semillas, por lo que se tornó polisémica en el término
Sentli, maíz, unidad. Más ejemplos:
Son homófonos aquellos términos cuyos sentidos derivan por metáfora o tropo, como:
2. Por homonimia, cuando se llega a una misma pronunciación a partir de diversas raíces;
por ejemplo:
1. Influencia recíproca. Por ejemplo, el verbo Akana significa estar echado en tierra y echar
en el agua. A primera vista, es un caso de polisemia, pero el primer sentido se forma de Aktia,
introducir, entrar + Ana, extenderse, y el segundo, de Ak, en el agua (Atl, agua + K, sufijo
locativo) + Ana. Ambos sentidos se coluden para producir un tercero en que se unen sus dos
etimologías: sacar un navío a tierra.
3. Relación simbólica. Por ejemplo, los conceptos en el ombligo de la luna y en el ombligo del
maguey se pronuncian igual: Meshi’ko. El primero se forma de la incorporación Metstli +
Shiktli + Ko, y se refiere al alineamiento de la Luna y el Sol, este último representado por el
ombligo o centro; el segundo se forma de Mets + Shiktli + Ko, y se refiere al corazón del
maguey, de donde se extrae el pulque. Como ambos sentidos se relacionan en el mito fundador,
los términos se unieron en acepción secundaria como nombre de la ciudad de México.
7.5 Polilexia
La polilexia o múltiple interpretación es un fenómeno inverso a la convergencia semántica, con
el cual se puede confundir. Consiste en que un radical se puede leer de diversos modos, por
asociación fonética con otros. Por ejemplo, el sustantivo Semanawak, universo, tiene un
sentido directo o etimológico: extensión indefinida o total (de Semana, extenderse, totalizar +
Wa, sufijo posesivo + K, sufijo locativo), y dos sentidos poliléxicos o asociativos:
7.6 Antiosemas
Antiosemia es la presencia de sentidos opuestos en la misma raíz, como ocurre en los términos
españoles Sima, lo alto, y Cima¹, lo profundo. Es un fenómeno muy raro en español, pero
relativamente abundante en nahuatl. Es de dos tipos: intrínseco y por aplicación.
1 Ambos procedentes del griego Kyma, algo que se
abulta o comba.
1. La antiosemia intrínseca consiste en que la raíz contiene dos acepciones opuestas sin relación
causal entre sí (es decir, una no deriva de la otra); por ejemplo:
a) Lineal, cuando un sentido da origen a su antiosémico. Por ejemplo, la raíz Tsin, referente a
la cola, llegó a significar, por extensión, algo pequeño o en posición posterior o inferior, como
en Tsimpil, espantadizo. Este último sentido dio origen al sufijo Tsin, pequeño, como en
Piltsin, niñito, del cual derivó el de preciosidad o respeto, como en Topiltsin, nuestro noble;
Tonantsin, nuestra respetable madre. Así surgió el sustantivo antiosémico Tsintli, ano,
trasero, fundamento, algo respetable. Otros ejemplos:
Timalli, modesto > Timal, glorificado, enaltecido (acepción derivada del mérito obtenido
por el sufrimiento)
Masewalli, merecido > Masewal, pobre (acepción derivada de la condición común del título
de merecido)
Mawiskui, acobardarse > Mawiso’, honrado (acepción derivada de inspirar temor)
b) Disyuntiva, cuando un sentido anterior da origen a dos sentidos antiosémicos. Por ejemplo,
la raíz Poyau’, relativa a colorear o cubrir con manchas, da origen al verbo Poyawi, aclarar,
esclarecer, aplicado a las nubes / oscurecer, aplicado en general. Otros ejemplos:
Kual, raíz relativa a comer, morder: Kualti, ser bueno (derivado de sabroso, alimenticio) /
Kualani, irritar (derivado morder)
Teo, raíz relativa a la condición especial: Teotia, adorar / Teopoa, afligir
Ikn, raíz relativa a la condición de necesidad y el favor: Ikniu’tli, amigo / Iknotl, pobre,
huérfano
Observación: no hay que confundir las raíces antiosémicas con dos tipos de términos que
comparten su naturaleza paradójica:
• Las aglutinaciones antiosémicas, tan abundantes en el habla teológica nahuatl, que evocan
una idea por tensión semántica, como:
• Las frases en oxímoron (relación de términos con sentidos opuestos para producir un tercer
sentido), las cuales son parte del recurso del difrasismo; por ejemplo: Yakki kuechawak, seco
y húmedo, es decir, la vida biológica.
Los sentidos opuestos de las raíces antiosémicas nunca se aplican simultáneamente, salvo por
el inevitable juego de sentidos. En cambio, las aglutinaciones antiosémicas y las frases en
oxímoron aplican ambos sentidos a la vez y constituyen un recurso literario, no una
característica morfémica de la lengua.
• Al derivar el nombre del Tlachko, estadio mesoamericano, del verbo Tlachia, observar (Tla,
prefijo intensificador + Chia o Chiya, mirar), se ha supuesto que la función principal del
estadio era la observación astronómica. Lo cierto es que el término Tlachko deriva de Tlachtli,
juego de pelota, de la raíz Tlach, relativa a la goma y los rebotes, más el sufijo locativo Ko².
El locativo de Tlachia es Tlachialoyan, observatorio.
2 Lo cual no descarta que los estadios se emplearan para
hacer observaciones.
• Otro caso es el término Nemontemi, que diversos autores traducen llenos de nada, al
interpretarlo como aglutinación de los adverbios Nen, vacío, y Temi, lleno, lo cual ha dado pie
a la idea de que esos días no tenían nombre calendárico. En realidad, Nemontemi significa los
(días) faltantes para completar, de Nemi, faltar + On, vinculativo + Temi, completar³. El
concepto llenos de nada se dice en nahuatl Sannen kontemiko.
3 Los Nemontemi eran los cinco días finales del año
civil.
• Tanto los cronistas como los investigadores actuales suelen traducir el término Astlan como
lugar de garzas, al componerlo de Astlatl, garza + Tlan, sufijo locativo. De ahí que algunos
traten de localizar a Astlan en un estero relacionado con las garzas. Lo cierto es que ese término
se forma de la raíz As, relativa a lo blanco, que no sólo da nombre a la garza, sino también a
otros animales y objetos blancos. Astlan significa lugar blanco⁴; el concepto lugar de garzas
se dice Astatlan.
4 Astlan es el mítico lugar de origen de los Asteka’, los
de astlan. El cronista Chimalpahim lo traduce como
lugar del askuawitl, cierto árbol blanco.
Capítulo 8. Las partículas modificadoras
8.1 Origen de las partículas modificadoras
El segundo componente de los términos del nahuatl son las partículas modificadoras. Estas
tienen un sentido latente que, por lo general, se manifiesta únicamente cuando se afijan o unen
a la raíz. Su función consiste en definir detalles como carácter, número, modo, atributos,
ubicación, etcétera. Desde el punto de vista etimológico, son de dos tipos:
b) Las partículas compuestas se forman por la afijación de dos o más partículas. Por ejemplo:
• El sufijo Tli de Tekpantli, orden, se compone por la afijación del nominal Tl con la
partícula demarcativa I.
• El sufijo adjetivo Tik de A’kualtik, malo, se compone del verbal Ti y el adjetivo K.
• El sufijo verbal Oa de Nitlakuiloa, yo escribo, se compone con el pasivo O y el verbal A
2. Derivadas, las que derivan de sustantivos que pierden el sufijo nominal, como:
Observación: no hay que interpretar como derivadas aquellas partículas que se relacionan con
un sustantivo por el modo como se escribían en la antigüedad con glifos nahuas. Por ejemplo,
el sufijo locativo Tlan no deriva de Tlantli, diente, aunque los mexicas lo escribieran con el
glifo del diente.
Tampoco hay que confundir las partículas modificadoras con las raíces homófonas. Por
ejemplo, el sustantivo Tetla’, pedregal, no se forma con el prefijo pronominal Te, gente, sino
con la raíz Te, relativa a las piedras.
8.2 Tipos de partículas
Los atributos de los términos del nahuatl son definidos por cuatro tipos de partículas
modificadoras: gramaticales, flexivas, recursivas y vinculantes.
• Los morfemas gramaticales definen la naturaleza gramatical del término. Son de cuatro
tipos: nominales, verbales, adjetivos y adverbiales.
• Los morfemas flexivos se añaden a sustantivos y verbos para indicar características de la
conjugación.
• Los morfemas recursivos se añaden a los cuatro términos gramaticales para especificar
atributos como el número, el género y el énfasis.
• Los morfemas vinculantes tiene la función de articular, vincular y estructurar a los términos.
1. Los sufijos absolutivos o de estado absoluto (en adelante les llamaremos sufijos nominales)
definen la entidad de las cosas. Todos los sustantivos los llevan, salvo que los pierdan por regla
o recurso semántico. Tienen dos aplicaciones:
Mits[tli], gato
Koate[tl], esturión
Osoma[tl], mono
Kuitlach[tli], oso negro
Akacha[tl], saltamontes
Ayau’toch[tli], armadillo
Kimich[in], ratón
2. Los sufijos nominales titulares representan a una persona, creando títulos. Son de tres tipos:
gentilicios, entitivos y posesivos.
Kochis[tekatl], dormilón
Kuau’[tekatl], cadáver del sacrificado (lit., el del [país] del águila)
Atempan[ekatl], magistrado
Saka[tekatl], oriundo de Sakatlan
b) Los sufijos entitivos designan al agente de la acción o el atributo representado por el radical;
por ejemplo:
Yaokis[ki], guerrero
Koyon[ki], agujerado
Tlamati[ni], sabio
Miki[ni], mortal
Melawa[ni], testigo
Nek[ti], desear
Sennem[i], existir, durar
Ash[ka], poseer
Se[tia], unir
Tsa[tsi], pregonar
2. Secundaria, cuando se unen a verbos, adverbios y sustantivos para formar verbos de segunda
generación, como:
La afijación verbal secundaria puede crear nuevos verbos, llamados honoríficos, causales o
transferentes, pues transfieren la acción; por ejemplo: Polakki, sumergir > Polaktia, sumergir
a otro. Tal proceso puede añadir sentidos al radical, como en:
Tlawi[s], luminoso
Yu’ki[s], natural
Neteki[s], descansado, dormilón
Este sufijo sufijo es poco usado al final de los términos; por lo general, se infija o pasa al
interior a través de la aglutinación, produciendo composiciones como:
Ista[k], blanco
Koko[k], picante, doloroso
Tsopeli[k], dulce
Eti[k], pesado
Olti[k], elástico
Kualanto[k], irritado
Esta partícula se une con frecuencia al interfijo Ti, creando el sufijo Tik, como en
Matepolti[k], manco. También puede añadirse al sufijo S, confirmando el carácter sustantivo,
como en Maki[s-tik], precioso como un brazalete (de Makis, en forma de brazalete).
Observación: no hay que confundir los adjetivos en K con el sufijo locativo K, como en
Mostlayok, pasado mañana, o con sustantivos truncos cuyo radical termina en K, como el
nombre propio Tenamik, de Tenamiktli, adversario.
Es denotar que otras partículas gramaticales y flexivas pueden crear términos capaces de
calificar sustantivos; por ejemplo:
Ai[k], nunca
Imman[ti], ahora es el momento
Yowal[tika], en la noche
Shiu’[tika], de turquesas
Ishtlamat[ka], prudentemente
Yeli[ka], suavemente
a) Interrogativos como:
Ak, ¿quien?
Ken, ¿cómo?
Ik, ¿cuándo?
Kan, ¿dónde?
b) Demostrativos como:
c) Condicionantes como:
Kuish, ¿acaso?
Ma’, reforzador de interrogativos o vetativos
Intla, si condicional
Intlaka, si no
4. Los morfemas posposicionales constituyen un tipo particular de sufijo adverbial que se une
a un radical para ubicarlo en tiempo o espacio, produciendo términos que con frecuencia
funcionan como sustantivos, e incluso como nombres propios. Son de tres tipos:
• Dinámicos, cuando se añaden al verbo para describir un desplazamiento verso o inverso, sin
modificar su característica gramatical; por ejemplo:
Ni[kan], aquí
Ash[kan], hoy
Welash[kan], en este punto
Tlal[pan], en la tierra, patria
Teish[pan], públicamente
Totekua[kan], ciudad capital
A[nalko], al otro lado del agua
Tlami[yan], cuando algo termina
La mayoría de los locativos del nahuatl se forman con este tipo de partículas; por ejemplo:
[K]i’toa, le dicen
[Ni]tlachiwa, yo trabajo
[Mo]sawa, él (se) ayuna
[Te]kuani, fiera (literalmente, que come personas)
b) Verbales, las partículas que se añaden al verbo conjugado en substitución del sufijo verbal
para señalar tiempos; por ejemplo:
Tie[s], tú serás
Konitta[s], él lo experimentará
Tenotsa[ya], él llamaba a alguien
[O]mochiu’, él se transformó
Noteo[u’], mi dios
Isiwa[u’], su primera esposa
Mokich[wi], tu esposo
8.8 Morfemas recursivos
Los morfemas recursivos matizan el sentido del término sin modificar su característica
gramatical. Hay cuatro grupos: cuantificadores, evaluativos, vocativos y marcas enfáticas.
1. Los sufijos cuantificadores indican cantidades. Según su función, son de dos tipos:
a) Plurales, los que marcan cantidades indeterminadas. Hay cinco con funciones
cuantificadoras específicas:
b) Los representativos son partículas que representan a la cosa contada, creando adjetivos
numerales. Se aplican siempre a cantidades determinadas. Estas partículas pueden ser:
• Abstracta, formada por el interfijo Sh más el plural genérico Tin; crea términos como:
Sen[tlamantli], un objeto
Om[ipilli], dos paquetes de ropa
Sem[pantli], veinte personas
Ma’tlak[olotl], diez racimos
Observación: los números del nahuatl son sustantivos, pues no sólo numeran, sino también
representan a la cosa contada, pudiendo adquirir sufijos plurales. De hecho, los órdenes y
subórdenes tienen sufijos sustantivos:
Makuil[li], cinco
Ma’tlak[tli], diez
Sempoal[li], veinte
Sentson[tli], cuatrocientos
Seshikipil[li], ocho mil
2. Los sufijos evaluativos aportan al sustantivo un atributo de tamaño o calidad, sin cambiar su
condición gramatical; por ejemplo:
3. Las partículas vocativas determinan el modo y expresan orden, deseo, saludo o estado
emocional. Pueden incorporarse al término, como el pronombre Shi de Shikaki, ¡escucha!, o
conceptuarse y escribirse por separado, como el exhortativo Ma de Ma timokuitlawi, ¡cuídate!
4. Las marcas enfáticas confirman, distribuyen, remarcan o exageran el sentido del término.
Son de dos tipos:
• El frecuentado enfático de una sílaba, como en Sentli, uno > Sesen, de uno en uno.
• La elisión del sufijo absoluto en los sustantivos enfáticos (truncos), como Tsikilli, pedazo >
Tsikil, pedacito. Este es un caso especial, porque la marca recursiva no consiste en una
partícula modificadora, sino en su ausencia.
1. Las partículas causativas establecen relaciones entre las partes del término o la frase. Tienen
dos estructuras:
a) Incorporada, cuando forman parte del término, escribiéndose unidas al radical y participando
en las modificaciones eufónicas que correspondan. Por ejemplo, el pronombre I, suyo, de
Tosan[i]chan, cueva de tejón (lit., su cueva del tejón).
b) Externa, cuando modifican la frase, escribiéndose por separado de los términos y no
participando en las modificaciones del radical. Por ejemplo:
2. Las partículas articulares presentan a los términos, funcionando como artículos. Se usan en
tal sentido el artículo indefinido In, el, la, y el adverbio Is, he aquí. En el siguiente ejemplo
ambos se emplean en forma contigua: Is in tonan, in tota’, in Tlalteuktli, he aquí a nuestra
madre y padre, el Señor de la Tierra.
a) El saltillo que adoptan las sílabas abiertas cuando se les aplica el recurso de la
frecuentación, como Choka, llorar > Cho’choka, llorar mucho.
b) Los interfijos, como el demarcativo Sh de Eshkampa, en tres lugares (de Ei, tres + Kan,
sufijo locativo + Pa, sufijo direccional).
Capítulo 9. Estructura de la afijación
9.1 Los prefijos
Según se ubiquen al comienzo, al final, en el interior, en la periferia o en posiciones variables
dentro del término, las partículas modificadoras se califican de prefijos, sufijos, interfijos,
infijos, exfijos y afijos. He aquí sus características:
Los prefijos se ubican delante de la raíz, el radical u otra partícula modificadora. Pueden
adoptar dos posiciones:
1. Los interfijos son unas pocas partículas no significantes que sólo poseen función estructural.
El interfijo típico es la partícula Ti que vincula sufijos posposicionales, como Kuau’[ti]tlan,
donde los árboles.
2. A diferencia de los interfijos, los infijos modifican el sentido del término. Los infijos por
excelencia son los pronombres objeto, pues conectan a un pronombre conjugativo con un
verbo. He aquí unos ejemplos:
a) Pronombres relativos:
b) Pronombres reflexivos:
Aunque los pronombres posesivos son prefijos por naturaleza, en ocasiones se transforman en
verdaderos infijos para enlazar los componentes de un término o un término-frase, como en
Yolli, vida + I, su + Yan, sufijo locativo = Yol[i]yan, lugar o época en que vive alguien o algo
(lit., su lugar de vida).
1. El demarcativo I delimita radicales, como en Tle = Tlei, qué, algo. En posición prefija,
presenta a las vocales E, O, tornándose semiconsonante, como en:
Ocupa simultáneamente posición prefija y sufija en el número tres, Yei. Puede infijarse por
incorporación, como en:
3. Parecida a la anterior, la partícula Pal, por medio de, puede ocupar posición prefija y sufija
sin cambiar su sentido; por ejemplo:
Casi siempre se infija, como en I[pal]nemoani, aquel por quien se vive, nombre divino.
Observación: no hay que confundir esta partícula con radicales que llevan su sonido, como
Makpallo’, dotado de manos.
9.5 El afijo On
En nahuatl sólo hay un afijo: la partícula On, que se ubica en tres posiciones:
1. Como prefijo y sufijo, aunque sea infijado por aglutinación o afijación, indica deferencia o
separación; por ejemplo:
Como extensión del sentido de deferencia, esta partícula también eleva el sentido del término,
funcionando como reverencial; por ejemplo:
∅, él, ella, ellos, ellas + On + Pewa, partir = Ompewa, él parte a algún lugar
∅ + Ki, le + On + Itta, ver + S, sufijo futuro = K[on]ittas, lo descubrirá, lo revelará
2. Como infijo no vinculado con pronombres, esta partícula indica una unión o relación
incidental o causal; por ejemplo:
[No]kal, mi casa
Shalshoko[tl], guayaba
Kapol[in], cereza
[Te]ka[tl], general
[Tla]yowal[lo], cosa tenebrosa
[Mo]yokoya[ni], que a sí mismo se inventa o crea, nombre divino
[Te]ish[pan], públicamente
No hay límite teórico para la complejidad que pueden alcanzar las afijaciones periféricas,
acotándose únicamente por criterios prácticos. Las composiciones más extensas se establecen
en las conjugaciones, que pueden sumar al radical docenas de partículas. En el siguiente
ejemplo, el radical se destaca entre corchetes y las partículas se separan con guiones: A’-o-ni-
kin-wal[it]ta-k-ke’, yo no vine a visitarlos (a verlos) a ellos, compuesto por A’mo, no + O,
prefijo pretérito + Ni, yo + Kin, a ellos + Wal, prefijo direccional + It, raíz relativa al ver +
Ta, sufijo verbal + K, sufijo pretérito + Ke’, sufijo plural.
2. La infijación vincula dos o más términos, de modo que la partícula o partículas permanecen
en el interior del producto. Estos casos son simples cuando sólo involucran una partícula,
como en:
Los complejos involucran varias partículas, sea en forma contigua, como en Teska[tl-i]poka,
su humo del espejo, o repartida por la composición, como en Akal[la]chish[ka-te]achkau’,
primer piloto de un barco. Por lo general, los términos infijados también adoptan sufijos y
prefijos, formando afijaciones mixtas como:
La afijación primaria o radical enlaza directamente a la partícula con una raíz para formar un
término. Lo que la hace primaria no es la naturaleza del sufijo, pues este puede participar en
afijaciones secundarias, sino la estructura del enlace. Tal vínculo sólo lo establecen los sufijos
nominales y verbales. Llamaremos a la abstracción de dicho fenómeno “radical nominal” o
“verbal”, según el caso - lo que no implica que la raíz tenga una naturaleza gramatical
independiente de sus afijaciones.
1. La afijación nominal primaria la establecen el absolutivo Tli y sus modificaciones Tl, Li, en
los sustantivos primitivos; en los siguientes ejemplos se marca el sufijo en itálicas:
Observación: existen otros dos sufijos nominales que no establecen afijaciones primarias:
• Itl, pues añade el sufijo Tl a través del interfijo I. Los sustantivos en Itl tienen una variante
primaria en Tli, teórica o real; por ejemplo: Awitl > Au’tli, tía.
• In, pues sustituye a Tli, Li, como en:
Todos los sufijos nominales se subrogan por regla cuando se afijan o aglutinan. Este fenómeno
puede ocurrir de dos modos:
No hay que tomar como excepciones a la subrogación los casos en que se aglutina un término
comenzado en Tl o Tli, como Okotlilli, negro de humo de pino (de Okotl, pino + Tlilli, algo
negro)
2. Por sufijación, cuando se pospone al sustantivo otro término o sufijo, como:
1. El verbo pierde su sufijo en algunas conjugaciones que estudiaremos adelante, en las cuales
se le antepone una partícula. En los siguientes ejemplos se señala la ausencia con guión:
Ma, partícula imperativa + Shi, usted + Ikak, estar de pie = Ma shika-, que estés de pie
O, prefijo perfecto + Te, pronombre impersonal + Notsa, llamar = Otenots-, él llamó a
alguien
O + Ni, yo + Tla’toa, hablar = Onitla’to-, yo hablé
O + Ni + Mania, estar tendido + Ka, sufijo flexivo = Oniman-ka, yo estaba tendido
Tekpana, ordenar + Ka, sufijo verbal + Powa, contar = Tekpankapowa, contar órdenes o
rangos
Te, pronombre impersonal + Tla, pronombre impersonal + Chiwa, hacer =
Tetlachiwa, ella, él, ellas o ellos le hace(n) algo a alguien
A diferencia de las subrogables, las partículas que se afijan al tema tienen una naturaleza
inclusiva, soportando la convivencia con otras. Por ejemplo, el sufijo pasivo Lo de Tlalo,
fluido, se mantiene cuando adquiere el sufijo locativo Kan en el nombre del paraíso teológico
Tlalokan, lugar de Tlalok. Son casos típicos los pronombres, pues necesitan convivir para
especificar el sentido de la conjugación, como en Ni, yo + Mits, te + Tlaso’kamachitia,
reconocer, agradecer = Nimitstlaso’kamachitia, te agradezco.
Aunque a la vista son binarias, las afijaciones temáticas tienen una estructura trina, pues
incluyen una raíz, un sufijo subrogado y un sufijo inclusivo [T(Ss)Si]. Estas afijaciones pueden
adquirir sufijos nominales y verbales en función secundaria, transformándose en afijaciones
complejas (de más de tres elementos); por ejemplo: Tsontli, cráneo + Pan, sufijo locativo +
Tli = Tsompantli, altar de muertos (Tson-tli-pan-tli).
Los sufijos primarios en función secundaria se subrogan si se les posponen nuevos elementos,
como en Tsompanko, cementerio (Tson-tli-pan-tli-Ko, sufijo locativo). Esto demuestra que
la subrogación es una característica del tipo de partícula, no del tipo de afijación.
• Las que impone la naturaleza estructural de cada tipo de partícula, sean prefijos, sufijos,
etcétera. Ya conocimos que estas definiciones se vuelven relativas ante la posibilidad de añadir
nuevas prefijaciones o sufijaciones.
• Las relaciones sintácticas entre las partículas. Por ejemplo, un pronombre relativo nunca se
antepone a uno conjugativo (forma invariable: Ni, yo + No, me + Ketsa = Ninoketsa, yo me
levanto).
Una característica de las afijaciones complejas es que son semánticamente complementarias,
pues modifican por igual al tema. La complementariedad es de dos tipos:
1. Directa, cuando una partícula modifica directamente a la otra, y ambas aplican su efecto
combinado al radical. Estas afijaciones siempre son contiguas y forman nuevas partículas.
Casos típicos son los sufijos abstractos Yotl e Istli, compuestos, respectivamente, por los
sufijos Yo’ + Tl, e Is + Tli. Por ejemplo:
Otros ejemplos son los sufijos posposicionales Ti-tlan, en, Tlam-pa, hacia, Ti-ka, indicador
de sostenido, y el verbal impersonal O-a.
2. Indirecta, cuando ambas partículas no se modifican en forma directa, sino a través del radical,
en cuyo caso existe una subordinación semántica entre ellas. Tales afijaciones pueden ser
contiguas o discontiguas y no constituyen partícula por sí. Por ejemplo:
• El sufijo evaluativo Tsin de Ayotsinko, donde los pequeños armadillos, evalúa en tamaño
al radical; posteriormente, el locativo Ko indica su ubicación.
• El prefijo intensificador Tla’ de Tlameme’, cargadores, indica la continuación del sentido
del radical; a continuación, el saltillo marca el plural.
• El sufijo verbal Ti de Ipantilia, caer encima de alguien, establece que el radical expresa
una acción, y el causativo Lia añade que dicha acción se aplica a un complemento.
Las complementariedades directa e indirecta pueden convivir en un mismo término. Así, los
componentes Ka y Pan del sufijo direccional Kapan se complementan en forma directa y son
indirectamente complementados por el pronombre I, suyo, en el término Totonikapan, en la
tierra caliente (literalmente, su rumbo del calor, de Toton, frecuentado de Tona, hacer al calor
- el este).
La afijación lexical total puede ocurrir por frecuentación, cuando la partícula se reitera para
enfatizar su sentido, como en:
El radical formado por las afijaciones lexicales puede abstraerse como raíz, adquiriendo nuevas
afijaciones, como en:
En teoría, no hay límite a la cantidad de términos que se pueden aglutinar. Casi todos los
aglutinados se componen de dos términos, pero abundan los de tres. Rémi Siméon pone el
siguiente ejemplo de una composición quinaria:
1. Permite construir decenas de miles de términos con poco más de mil raíces básicas.
2. Por lo anterior, inhibe la incorporación de raíces nuevas.
3. En consecuencia, estimula la formación de neologismos o términos nuevos, de los que
vimos ejemplos en el capítulo 3.
Por ejemplo, la composición Tlawankashitl, copa (de Tlawana, beber pulque + Kashitl,
vaso), es un sustantivo, aunque su primer componente es un verbo, ya que el último posee
sufijo nominal. Por el contrario, la composición Yollokua, hechizar (de Yollotl, corazón +
Kua, comer), es un verbo, aunque su primer componente es un sustantivo, pues el último tiene
sufijo verbal.
Por lo general, el morfema gramatical pertenece al último radical incorporado; en los siguientes
ejemplos, este se señala en itálicas:
Sin embargo, también puede ocurrir que el morfema que define la naturaleza gramatical del
término sea una afijación explícita; por ejemplo, los siguientes términos se componen de
adjetivo, adverbio y verbo, que adquieren sufijo nominal para funcionar como sustantivos:
Esta regla se viola en sustantivos que pierden el sufijo nominal por el recurso del énfasis. En
estos casos hay que ser cuidadosos para no traducir mal, pues el radical expuesto podría tomarse
por un verbo. Por ejemplo, uno de los líderes mexicas recibió los apodos de Moteku’soma
Ilwikamina, nuestro señor airado flechador del cielo. En apariencia, ambos se componen con
los verbos Soma, airar, arrebatar, y Mina, flechar, pero se trata de sustantivos truncos, es
decir, apocopados en el sufijo nominal y el primero de ellos en parte del radical por licencia
concedida a los nombres propios. Moteku’soma se compone de Mo, se + Teku’tli, señor +
Somalli, airado, e Ilwikamina de Ilwikatl, cielo + Minani, flechador.
1. Ya conocemos la regla de polisíntesis por composición: consiste en subrogar los sufijos que
participan en afijaciones primarias cuando se les añade otro término. En los siguientes títulos
divinos, el fonema perdido se señala mediante guión:
Nechikol-kil-chiwa, hacer ensalada (de Nechikolli, pedazo + Kilitl, vegetal + Chiwa, hacer)
Sem-poal-tson-shikipilli, 64 millones (de Sentli, unidad + Poalli, ordinal 20 + Tsontli, ordinal
400 + Shikipilli, ordinal 8000)
1. En la aglutinación directa, como vimos en el capítulo anterior, los términos se unen a través
de una partícula subrogada, dando la impresión de que los radicales se aglutinan directamente.
2. En la aglutinación indirecta, los términos se unen a través de una partícula inclusiva heredada
(es decir, que no entra a la composición para vincular), la cual se lexicaliza a los efectos
prácticos, incluyendo la eufonía. Según la estructura resultante, esta aglutinación es de
dos tipos:
a) Progresiva (es decir, marcada por el componente que sigue), cuando la partícula heredada es
un sufijo, como:
Nemil[is]poa, relatar historias, de Nemilistli, modo de vivir (Nemiltia, hacer vivir + Is,
sufijo adjetivo) + Poa, contar, leer
Mik[tlan]teku’tli, señor del inframundo, de Miktlan, inframundo (Miki, muerte + Tlan,
sufijo locativo) + Teku’tli, señor
Siwa[pan]kuikatia, cantar como mujer, de Siwapan, femenino (Siwatl, mujer + Pan, sufijo
locativo) + Kuikatia, cantar
Los pronombres posesivos crean composiciones en las cuales indican que un componente está
siendo poseído por el sustantivo que le precede. Estas composiciones tienen la estructura de
una frase, pero son términos, pues sufren modificación eufónica. Se cumplen dos reglas
paradójicas: el sustantivo predecesor conserva el sufijo nominal, pese a aglutinarse, y el
componente poseído pierde el sufijo nominal, si lo hubiere, pese a ubicarse al final del término,
por regla de posesión que analizaremos en la segunda parte de este estudio.
Por lo general, estos términos se forman de la tercera persona del singular, I, suyo. En los
siguientes ejemplos traduzco en forma literal para denotar el posesivo, pero en la traducción
literaria al español este debe omitirse:
Teskatl, espejo + I + Pokatl, arcaico, humo = Teskatl[i]poka, su humo del espejo , nombre
divino
Koatl, serpiente + I + Kueitl, falda = Koatl[i]kue, su falda de serpientes, nombre divino
Koyotl, coyote + I + Nawalli, nagual = Koyotl[i]nawal, su nagual coyote, nombre propio
Kualli, bueno + I + Yollotl, corazón = Kual[i]yollo’, persona de buen corazón (lit., su
corazón bueno)
Con menos frecuencia, los demás números y personas del posesivo también forman términos-
frase, como los siguientes nombres divinos:
Teteo’, dioses + In, suyos + Nantli, madre = Teteoinnan, su madre de los dioses
Witsilli, colibrí + In + Koatl, gemelo + Teku’tli, señor = Witsilinkoatek, colibrí doble (lit.,
su gemelo de los colibríes)
Shipe, desollar + To, nuestro + Tek, apócope de Teku’tli, señor = Shipetotek, nuestro
señor desollado
Temaskalli, baño de vapor + To + Si’tli, abuela = Temaskaltosi’, nuestra abuela de los
baños de vapor
Observación: no hay que confundir los términos formados con el posesivo In, con aquellos que
hacen el plural en Tin. Por ejemplo, Kuau’tinchan, su casa de las águilas, se compone del
verbo Kuauti, ser como un águila (derivado del título militar Kuau’te’, guerrero águila), más
el posesivo In y el sustantivo Chantli, hogar, que pierde por regla el sufijo nominal. En
cambio, la expresión Kuau’tin chantli, la casa de los guerreros, se compone con Kuau’tin,
plural de Kuau’te’, por lo que el término Chantli conserva el sufijo y se escribe aparte.
11.7 El vinculativo On
El afijo On deriva de una raíz relativa a la unidad que también contiene los sentidos de
completar y emparejar. Como estudiamos en el capítulo 9, al unir dos términos, este afijo indica
que uno se añade o condiciona al otro, y también expresa distancia, alejamiento y honra. Como
en el caso del vinculativo posesivo, el resultado es un término-frase, de modo que el
componente anterior, de tenerlo, conserva el sufijo nominal, cuya I final, si la tiene, puede
sintetizarse con la O del afijo. Por ejemplo:
En ocasiones, esta partícula hace la diferencia; por ejemplo, dota al verbo Kawa, abandonar,
de sentidos opuestos: Nitekawa, yo abandono a alguien / N[on]tekawa, yo acompaño a
alguien.
Observación: no hay que confundir los términos formados por el vinculativo On con los que
se forman por el radical On, dos, como Tlaonkakishtilli, pliego, doblez, o aquellos en que el
fonema On forma parte del radical, como Sentsontilma’tli, cuatrocientas mantas (de
Sentsontli, cuatrocientos + Tilma’tli, manta).
1. Como frase, es decir, separando los elementos, si el tonal se emplea como fecha;
por ejemplo:
2. Como término, uniendo los elementos y subrogando el sufijo nominal del número, si el tonal
es nombre propio o representa un concepto ideológico, como:
Si el número carece de sufijo nominal, se apocopa su desinencia (la última vocal); por ejemplo:
Por costumbre, algunos casos mantienen la desinencia, como Ometochtli, dos conejo,
nombre divino.
Los tonales aglutinados admiten afijaciones e incluso nuevas aglutinaciones; por ejemplo:
No hay que confundir los tonales con composiciones en las que se numera al sustantivo del
tonal sin función calendárica. Si estos casos son diferentes de uno e involucran objetos
personalizados, ayuda la presencia del plural. Por ejemplo, la fecha Nau’kalli se traduce en
singular: cuatro casa, pero uno de los nombres de los rumbos cardinales se compone con el
sufijo plural Tin y se traduce en consecuencia: Nau’kaltin, las cuatro casas.
Capítulo 12. Sintaxis de la aglutinación
12.1 Nexo calificativo atributivo
Toda incorporación establece un nexo entre los componentes del término. Hay diez tipos de
nexo: de calificación, posesión, naturaleza, comparación, vocación, demostración, explicación,
referencia, condición y complemento. He aquí sus características:
Este nexo se puede invertir por eufonía o énfasis. Por ejemplo, para abreviar el término, la
estructura de Popokatepetl, volcán (lit., monte humeante, de Popoka, humeante + Tepetl,
cerro) se invierte en Sitlalpopoka, cometa (lit., estrella humeante, de Sitlalli, estrella +
Popoka). Asimismo, la necesidad de distribuir hace que en Kalwiwilashtli, casas contiguas,
se anteponga el calificado Kalli, casa, al frecuentado de Wilasho, alargado, confluente.
Según la regla de la precedencia del determinante, para que un sustantivo califique debe
ubicarse al principio del término; en otra posición (salvo que sea para eufonizar o desambiguar)
pierde dicha capacidad. Por ejemplo, el componente Shochitl califica en Shochiyaoyotl,
guerra florida, pero es calificado en Tleshochitl, llama (lit., flor de fuego). Otros ejemplos de
este tipo:
Este nexo puede converger con el ontológico. Así, podemos interpretar el componente Tetl,
piedra, de Temimilli, como calificador, traduciendo columna pétrea, o como referencia al
material, traduciendo columna de piedra.
Este nexo también aplica cuando el determinante es el medio de expresión del determinado,
como en:
Atl, agua + Tokatl, araña = Atokatl, araña del agua, nombre divino
Shikalli, vaso + Koliu’ki, curvo = Shikalkoliu’ki, greca escalonada (lit., curva del vaso)
Ilwikatl, cielo + Chane’, moradores = Ilwikachane’, los espíritus del cielo
Este nexo establece una relación de destino o propósito. Se cumple cuando un sustantivo es
objeto del que le sigue; por ejemplo:
Temetstli, plomo + Temoa, descender = Temetstemoa, descender (en busca de) mineral de
plomo
Atentli, costa + Kisa, salir = Atenkisa, ir (hacia) la costa
Chilli, chile + Kawa, cerrar, cesar = Chikawa, no (comer) chile
Kochitl, sueño + Ewalia, levantarse = Kochitlewalli, levantarse (del) sueño, ensoñar
A’wiak, hacia ambos lados + Tlaloa, ir = A’wiktlaloa, cubrir de una (costa) a otra
Tla’toka, hablar + Siwatl, mujer = Tla’tokasiwatl, dama noble (lit., señora que habla)
Iya, oler fuertemente + Kualli, bueno = Iyakualli, bola de incienso (lit., algo que huele bien)
Tsitsika, fijar, clavar, introducir, apretar + Mitl, flecha = Tsitsimitl, fantasma nocturno (lit.,
flecha que se clava)
Tsatsi, gritar + Tepetl, monte = Tsatsitepetl, sitio para elevar pregones o convocatorias
(lit., montaña que grita)
Pa’payana, desmenuzar + Tlashkallo’tli, tortillas = Pa’payatlashkallo’tli, miga de tortillas
Itstli, obsidiana, navaja + Mina, flechar = Itsmina, rasgar con punta de obsidiana (técnica
curativa)
Tekpatl, pedernal + I’kuiloa, escribir, dibujar = Tekpai’kuiloa, esgrafiar (lit., escribir o
dibujar con una punta de sílex)
12.9 Nexo referente
Este nexo se establece cuando un elemento establece el marco de referencia del que le sigue;
por ejemplo:
Kuikatl, canto + Toltekatl, maestro = Kuikatoltekatl, maestro de canto, director del coro o
la orquesta
Kuaitl, cabeza + Pantli, rango, orden = Kuapantli, de la altura de un hombre (lit., en el
orden de una cabeza)
Okotl, abeto + Tochtli, conejo = Okotochtli, conejo del árbol o arbóreo
Neku’tli, miel + Tsalli, insecto = Nekutsalli, abeja de la miel o mielera
Tepetl, sierra + I’tik, interior + Tli = Tepei’tiktli, valle
Mitlan, inframundo + Teku’tli = Miktlanteku’tli, señor del o sobre el inframundo
Sintli, maíz + Teotl = Sinteotl, dios del maíz
Koskatl, collar + Kuau’tli, águila = Koskakuau’tli, buitre (lit., águila con collar)
Atl, agua + Nawatl, lo circundante (solo en composición) = Anawatl, costa (lit., lo de en
torno al agua)
Melau’ka, hacer recto + Itta, ver = Melau’kaitta, nivelar
Senti, ser uno + Wits, venir = Sentiwits, convenir, concordar (lit., venir a ser uno)
Senti + Mana, dar, extender = Semana, perseverar hasta el fin
La alteración del orden de los componentes puede transformar este nexo en calificativo. Por
ejemplo, en los siguientes casos, la primera combinación es condicionante y la segunda de
calificación:
Por ejemplo, en Astakemitl, capa (de plumas) blancas, el componente Astak, blanco, califica
al implícito Iwitl, pluma, y el resultado describe el material de que está hecho el calificado
(Kemitl, capa, manta, ropa). De modo que, aunque el nexo de la composición formalmente es
un calificativo, se entendía en la antigüedad como ontológico y sería erróneo traducir
simplemente capa blanca.
Un caso similar es el término Mishtekomatl (de Mishtli, nube + Tekomatl, olla), cuyo oyente
entiende una calificación: noche oscura, es decir, un lugar tenebroso, aunque formalmente se
trata de un nexo ontologico: olla (compuesta) de nubes. La traducción literal, en un contexto
literario, sería un disparate.
Este fenómeno se da con frecuencia en el lenguaje mítico y religioso, pues el oyente percibía
una historia o función implícita en el término, que no se recoge en sus componentes. Veamos
dos ejemplos:
El término teológico Kuau’shikalli, vaso del águila (de Kuau’tli, águila + Shikalli, vaso),
referente a cierta vasija donde, figuradamente, se guardaban los rayos del sol, se entiende como
nexo de vocación: vaso para el águila, o de posesión: vaso que tiene o contiene al águila
(animal emblema del Sol), pero es formalmente un nexo de complemento.
• Un caso muy interesante es el término Ayamanilatl, agua tibia, pues pues repite el sustantivo
Atl, agua, con dos nexos diferentes. Se forma de un demostrativo (Ayamanilia, calentar agua,
de Atl + Yamanilia, suavizar, temperar), al que se añade un explicativo representado por la
presencia postrera de Atl.
• El término Seshiu’amatl, libro de historia, se forma del nexo vocativo Shiu’amatl, libro de
los años o para los años (de Shiwitl, año + Amatl, libro), al que se suma el condicionante
representado por el numeral Se, uno.
• El término Ishshollokoskatl, piedra preciosa para anillo en forma de corazón, se forma del
comparativo Ishshollotl, piedra en forma de corazón (Ishtli, ojo, figurativo de piedra preciosa
+ Yollotl, corazón), más un nexo vocativo formado con el término Koskatl, collar, anillo.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, al afijar una aglutinación, se añade un nuevo tipo de
nexo al término resultante. Obviamente, esto ocurre en todos los nexos no posesivos a los que
se añade una partícula de posesión. Por ejemplo, la entidad representada por el sufijo de
posesión E’ de Matlalkueye’, la de falda verde, nombre de cierta montaña, posee al nexo
calificativo Matlalkueitl, falda verde, formado de Matlalin, de color verde oscuro + Kueitl,
falda). Veamos otros casos:
• La entidad representada por el sufijo titular Ki del nombre divino Koyolshau’ki, adornada
con cascabeles, posee al nexo comparativo Koyolshawalli, decoración facial en forma de
cascabeles (de Koyolli, cascabel + Shawalli, decoración facial).
• El sufijo titular Ki del término Kalpishki, mayordomo, es explicado por el nexo demostrativo
Kalpia, ordenar la casa (de Kalli, casa + Pia, escoger, ordenar).
Capítulo 13. Eufonía por adopción
13.1 El patrón fonético
La posibilidad de unir términos para formar otros produce dos fenómenos indeseables: sonidos
difíciles, según el canon fónico de la lengua, y sentidos equívocos. Para resolverlos, la lengua
ha desarrollado dos conjuntos de reglas que le dan propiedad al resultado de la incorporación:
eufónicas o de buen sonido y desambiguadoras o de buen sentido.
Las combinaciones fónicas del nahuatl clásico se organizan en dos grupos: armónicas e
inarmónicas.
[Am]ochitl, estaño
T[ep]ostli, cobre, metal
Te[me]tstli, plomo
Tl[ak]ashotl, crisol
Tlamiya[wa]lli, vena de metal
Tepostli + Ikpatl, hilo = Tepo[si]kpatl, hilo de latón
Yolki, viviente + Amochitl = Yo[la]mochitl, mercurio
La U constituye un caso especial, pues solo se combina con K y saltillo en precedencia (Uk,
U’), como en Kosa[u’]ki, oro, y con K, Y, en postposición (Ku’, Yu’), como en Teo[ku]itlatl,
metal precioso (de Teotl, divino + Kuitlatl, excremento).
También son armónicas casi todas las combinaciones de consonantes que resultan de una
incorporación; por ejemplo:
13.2 La eufonía
La eufonía es un fenómeno circunstancial marcador de términos, pues nunca se aplica al
componente aislado ni a la frase, sino únicamente en el punto donde los términos se incorporan
o frecuentan. Por lo tanto, los términos simples no frecuentados no la aceptan; cualquier
modificación fonética que encontremos en ellos corresponde a otro radical.
La eufonía no modifica el significado de los términos, pero los hace agradables al oído. Por
ejemplo, el título de los huastecas en macehual es Kueshyo’¹, pero la forma clásica es
Kueshsho’, los que portan faldas. Este fenómeno marca la distinción entre las variedades
común y clásica del nahuatl.
1 Origen del gentilicio Kueshteka’, de donde el
aztequismo Huasteca.
Esta regla tiene numerosas excepciones y tiende a desaparecer en las variedades modernas
del nahuatl.
Observación: no hay que confundir los cambios eufónicos con los que derivan de las reglas
gramaticales, el margen de variabilidad de las consonantes aspiradas o la pérdida de sonido por
contracción o costumbre, como:
Mati, saber + O, sufijo pasivo = Macho (por Mato), sabido
Nesi + O + Wa, sufijo verbal = Neshowa (por Nesowa), mostrar
Kuikatl, canto + E’, sufijo de posesión = Kuike’ (por Kuikae’), maestro de canto
Wishosiwatl = Wishtosiwatl, señora decorada con resina, diosa del mar
13.3 La adopción
La eufonización procede por adopción y elisión o pérdida de sonido.
La adopción consiste en que un fonema es modificado por su vecino, como ocurre en el español
arcaico Vuessa por Vuestra. A diferencia del español, en nahuatl este fenómeno es muy común
y puede adoptar dos estructuras:
1. Adaptativa, cuando el sonido cambia para adelantar la disposición labial del fono siguiente,
como en On + Pewa, conquistar = Ompewa (por Onpewa), conquista.
2. Símil, cuando los fonos incorporados se parecen, como Sentli, unidad + Mati, pensar =
Semmati (por Senmati), concentrarse.
3. Disímil, cuando los fonos no se parecen, como en Sentli + Pa, sufijo distributivo = Seppa
(por Senpa), una vez.
La adopción símil es el único proceso eufónico que puede ocurrir entre nasales, siendo
obligatorio y sin excepciones. Ocurre cuando radicales en nasal incorporan términos o
partículas comenzados en nasal, lo cual genera dos posibilidades:
Am, vosotros + Mo, pronombre reflexivo + Wikats, venir + (K)e’, sufijo plural =
A[mm]owikatse’, sed bienvenidos
Kashtolli, quince + On, ligativo + Nawi, cuatro = Kashtollio[nn]awi, diecinueve
2. En la combinación N + M, la N adopta el sonido de la M para favorecer la emisión. Este es
un fenómeno casi inaudible, por lo que no suele registrarse como regla de la lengua.
Por ejemplo:
Las reglas de elisión y adopción símil entre aspiradas tienen numerosas excepciones por
costumbre; por ejemplo:
La adopción disímil de nasales tiene lugar cuando una nasal se incorpora a una no nasal. Se
dan dos casos, ambos progresivos:
1. Vocálico. Cuando el fonema U’, W, precede a una M, adopta su sonido; por ejemplo:
Nawi, cuatro + Matl (forma de Maitl), mano = Nammatl (por Nau’matl), cuatro brazos
Tlakuau’, con esfuerzo (Tlakuau’) + Manka, colocar = Tlakuammanka, intento inflexible
Siawi, cansarse + Mikilistli, mortandad = Siammikilistli, fatiga
Se exceptúan los términos formados con el afijo On y el posesivo In, pues el resultado sería
oscuro; estos, lo más que aceptan, es la adaptación de N en M, como:
13.9 Mutación de la I
Una de las formas más usuales de eufonía tiene lugar cuando los sufijos Yo’, Yotl, se añaden
a un radical terminado en consonante aspirada o L. En esos casos, la Y adopta su sonido;
por ejemplo:
Tampoco aplica si la Y es precedida por los demás sonidos de la lengua, como en:
13.10 Mutación de la U’
Al incorporarse a consonantes, el fonema U’ y su variante W forman dos tipos de estructuras
eufónicas: regresivas y progresivas.
1. La adopción regresiva ocurre cuando la W es precedida por las consonantes Ts, Ch, T;
por ejemplo:
Este último caso (única mutación provocada por la T) merece un análisis particular, pues solo
ocurre en la raíz It, de donde deriva el verbo Itta, origen de numerosa familia de
términos como:
Ahora bien, pese a su complejidad, la combinación TW (TU) viola la regla de adopción disímil
en dos ocasiones:
• Cuando se presta a confusión, como en el sustantivo Itualli, patio, pues la forma Ittalli
significa quien ha sido visto. A su vez, Itualli genera otros términos no eufónicos, como
Semitualtin, familia (lit., unidos en un patio).
• En los verbos Itua, ver, e Itui, ser visible, cuya existencia no se justifica por regla: es un
arcaísmo de sabor dialectal. A su vez, estos verbos crean familia, como:
Esta mutación se puede lexicalizar; así, la raíz Tlau’, relativa a la luz y el color rojo, se eufoniza
en el adverbio Tlappan, en el este (lit., en el lugar rojo). Posteriormente, el radical eufonizado
se independiza y adquiere el sufijo direccional Kopa para formar el adverbio Tlapkopa, hacia
el este, que tiene una opción basada en la raíz original: Tlau’kopa.
Capítulo 14. Eufonía por elisión
14.1 Tipos de asimilación
La eufonía por elisión consiste en la síntesis de dos sonidos con asimilación o pérdida de uno
de ellos. En español tenemos algunos casos, como Del por De el, Entrambos por Entre ambos,
Dizque por Dice que, pero en nahuatl es un fenómeno común.
Según su extensión, la asimilación tiene dos grados: parcial, cuando no se elide por completo
un fonema, y total, cuando elide por completo un fonema. Según la estructura resultante, la
asimilación es de tres tipos:
• Regresiva o por aféresis, cuando el último fono de un radical elide el primer fono o fonema
del siguiente.
• Progresiva o por apócope, cuando el primer fono de un radical elide el último fonema del
anterior.
• Nula, cuando ambos fonos o fonemas permanecen representados, lo cual sólo ocurre en la
elisión común.
El caso más común de este tipo de eufonía es el sufijo nominal Li, una aféresis de Tli motivada
por radicales en L, como en Malinal, raíz relativa a la torsión + Tli = Malinalli (por
Malinaltli), hierba torcida, signo calendárico. Veamos otros ejemplos:
Tolli, tule + Tlan = Tollan (por Toltlan), ciudad capital
Milli, tierra + Tla = Milla, sementera
Kalli, casa + Tlalli, tierra = Kallalli, solar de la casa
Atl, agua + Tsalan, sufijo locativo + Tlan = Atsallan, puerto, estrecho marítimo
Ellotl, diligencia + Tlatsilwia, aborrecer = Ellatsilwia, aborrecer mucho
Akalli, bote + Tlanewia, rentar = Akallanewia, fletar o rentar un barco
Nawalli, brujo + Tla’toa, hablar = Nawalla’toa, lengua de brujos¹
• Exclusiva, cuando los fonemas sintetizados no se parecen, de modo que uno de ellos
excluye al otro.
• Representativa, cuando los fonemas se parecen, de modo que uno representa al otro.
• Común, cuando los fonemas son idénticos, de modo que ambos permanecen representados
en la expresión.
Atl, agua + Itskalli, costado (alusión a los bordes redondos) = Atskalli (por Aitskalli),
ostión
Amatl, papel + Istak, blanco + Tli = Amastalli, papel blanco
Tenewa, prometer + I’tolli, palabra = Tene’tolli, promesa
Este tipo de elisión se exceptúa por costumbre y por desambiguación; por ejemplo:
Pitsotl, cerdo + Ilama’, anciana = Pitsoilama’, cerda, pecarí hembra (la forma Pitsolama’
se entendería como una composición de Pitsolli, cerducho)
Oppa, doble + Ilpia, atar = Oppailpia, atar doblemente (la forma Oppalpia se entendería
como composición con Palli, color)
Chiko, atravesado + Akolli, brazo = Chikoa’kolli, cruz (la forma Chiko’kolli se entendería
como composición de Kolli, curva, abuelo)
A veces esta regla es opcional, como en Tenshipalli = Teshipalli, labios. No se aplica en las
siguientes circunstancias:
• Cuando resulta oscura, como en Tepantli, muro + Kamak, que tiene boca = Tepankamak,
en un nicho (la forma eufonizada se entendería Tepakamak, en la boca pintada).
• En términos compuestos con el posesivo Im, In, de ellos o ellas, pues la forma I se
entendería en singular: de él o ella; por ejemplo:
En las sílabas cerradas, tanto de núcleo simple como en diptongo, se elide la consonante final
del primer elemento del par; en los siguientes ejemplos se marca entre corchetes la sílaba a
frecuentar:
Tampoco hay que interpretar como excepciones a la regla los siguientes casos, productos de
aglutinación y no de frecuentado:
1. En diptongos cuyo núcleo es una vocal fuerte o semifuerte (A, E, O), y triptongos
comenzados en U, se elide únicamente la vocal final; por ejemplo:
Esto aplica incluso en sílabas cuya U final se semiconsonantiza, como Kuau’tli = Kuawitl,
árbol > Kua’kuau’tik, erguido como un árbol, Kua’kuawitl, leñador.
Esta regla se exceptúa en diptongos en UI, como Kuika, cantar > Kuikuika, cantar
constantemente.
Observaciones: no hay que confundir estos casos con el frecuentado de silabas que forman
hiato; por ejemplo, en Yayaotl, entrenamiento marcial, frecuentado de Yaotl, guerra, no hay
elisión de sonido, ya que las vocales A y O pertenecen a sílabas diferentes. Los hiatos pueden
darse incluso con vocales débiles como:
Esta regla aplica a diptongos o triptongos cuyas vocales son parte de la raíz. En el caso de
términos como Maitl, mano, cuyo diptongo se forma por una I demarcativa, el frecuentado
(Ma’maye, que tiene manos) omite la intrusión y adquiere un saltillo, como estudiaremos en
la lección siguiente.
Este tipo de elisión se exceptúa para desambiguar; por ejemplo, en la unión de Mishtli, nube +
Showa, que está seco, es necesario mantener ambos aspirados (Mishshowa, no haber nubes),
pues el eufónico Mishowa significa demorarse las nubes (de Owa, demorar).
Esta excepción se aplica en particular a los términos formados con el afijo On y los posesivos
I, In, pues es preciso conservar todos los fonemas para su correcta comprensión; por ejemplo:
Sin embargo, también puede ocurrir elisión silábica aún entre sílabas distintas, siempre que
compartan el arranque, como en E’katl, viento + Ketsalkoatl, deidad del viento =
E’ketsalkoatl (por E’kaketsalkoatl), torbellino de viento.
14.10 Eufonía múltiple
Para terminar este recorrido por los fenómenos eufónicos, mencionemos que un término puede
recibir dos aplicaciones eufónicas. Por ejemplo, el título Meshi’ko (por Metsshikko), México
(lit., en el ombligo de la luna), sufre primero la elisión representativa del fono Ts de Metstli,
luna, por ir seguido de consonante aspirada, y, a continuación, la modificación en saltillo de la
K del componente Shiktli, ombligo, por ir seguida de otra K².
En los siguientes ejemplos se señalan entre paréntesis los pasos intermedios del proceso
eufónico doble:
• Elisión doble: San, solo + A’mo, no = (Sana’mo > Saa’mo) Sa’mo, no en absoluto
• Adopción + elisión: Ye, ya + Ome, dos + Pa = (Yeompa > Yeoppa) Yeppa, otra vez, antes
de
• Adopción + Elisión: Ishtli, ojo + Kopi, cerrar = (Ishkopi > Ikkopi) Ikopi, cerrar los ojos,
dormir
• Adopción + Elisión: A’mo, no + Kualli, bueno = (Ankualli > Akkualli) Akualli, malo
• Adopción + Elisión: Kuichtli, hollín + Yo’, sufijo adjetivo = (Kuichyo’ > Kuichcho’)
Kuicho’, tiznado
• Adopción + Elisión: Kin, les + Maka, dar = (Kinmaka > Kimmaka) Kimaka, les dan
• Adaptación + Adopción: Ome, dos + Shiwitl, año = (Omshiwitl > Onshiwitl) Oshshiwitl,
dos años
Capítulo 15. La desambiguación
15.1 La necesidad de desambiguar
Si el resultado de una incorporación indefine sus componentes o afecta a su significado, es
necesario someterlo a las reglas de desambiguación. Por ejemplo, al aglutinar Atl, agua +
Tepetl, cerro, se produce un término equívoco: Atepetl, la punta del cerro. En consecuencia,
para especificar que el componente A se refiere al agua, es necesario hacer una excepción a la
regla de la subrogación del sufijo nominal, manteniendo su último fono: Altepetl, ciudad, país,
rey (lit., agua y cerro)
Según su propósito, hay dos tipos de desambiguación, ambos orientados a prever una mala
interpretación:
Desde el punto de vista formal, la desambiguación tiene tres modos que se aplican tanto a la
desambiguación estructural como a la semántica:
• Por comisión - un fenómeno inverso a la elisión, pues aporta sonidos que no significan, pero
aclaran el significado.
• Por omisión, es decir, excepciones a las reglas de formación y eufonización de los términos.
• Por reestructuración o alteraciones en la estructura habitual del término.
2. En las sílabas de una vocal o terminadas en vocal fuerte se repite íntegramente la sílaba tras
el saltillo; por ejemplo:
Observación: no hay que tomar como excepción de esta regla la redistribución de una sílaba
cerrada de la raíz en el radical. Por ejemplo, aunque el verbo teórico Poka, humear, contiene
dos sílabas abiertas, su raíz es una sílaba cerrada (Pok); por lo tanto, su frecuentado aplica la
regla de la pérdida de la consonante final, no la del intercalado de saltillo: Popoka, humear
intensa o frecuentemente.
Otro ejemplo de este fenómeno es el frecuentado de Ome, dos, formado del radical Om y la
desinencia E, de modo que no admite saltillo: Oontetl, de dos en dos.
1. Por causas estructurales, para enfatizar o distribuir una pluralidad. Algunos de estos casos
pueden conservar por costumbre la forma reglamentaria. Por ejemplo:
1. En sílabas cerradas que omiten la elisión de la última consonante del primer elemento del
par para evitar equívocos; por ejemplo:
Au’ = Yau’, ir
A’yo = Ya’yo, reprensible
E = Ye, ya
El = Yel, de buen grado
Elli = Yelli, buena voluntad
Ewatl = Yewatl, piel
E’watl = Ye’watl, él, ella
Ontlapal = Yontlapal, de ambas partes, de lado a lado
U’ = Yu’, como
A’mo, no + Atle, algo = Ayatle, nada en absoluto (por Aatle, algo del agua)
A’mo, no + Ak, alguien = A’yak, nadie (por A’ak, entrar en diversos lugares)
Ishto, expandir + Atl + Wa, sufijo verbal = Ishtoyawa, derramarse un líquido (por
Ishtoawa, expandir el agua)
Este recurso puede establecer diferencia semántica, como vemos en los siguientes ejemplos:
Yoli, vivir
Yolki, ser vivo
Yoyolli, animal
• La raíz El, relativa al pecho, las entrañas y los sentimientos, y creadora de términos como
Elleli, emoción, en su variante Yel pasa a significar cosas relativas a la naturaleza del ser (es
decir, a su profundidad), como en Yelistli, naturaleza, comportamiento.
Observación: no hay que confundir este demarcado con términos formados de raíces
comenzadas en Y, como Yektli, recto. Estos se reconocen porque la forma sin Y, en caso de
existir, tiene otro sentido; por ejemplo:
Ye = Yei, tres
Tle = Tlei, algo, cosa
Por lo general, el resultado de la sufijación se nominaliza, como en:
Kueitl, falda
Kuaitl, cabeza
Tepemaitl, contrafuerte de montaña
Teuktokaitl, apellido étnico o familiar
Sin embargo, la elisión se omite si la partícula afijada es el posesivo E’, como en:
También se omite si el resultado crea hiatos, como en Kueitl, falda + Atl, agua = Kueyatl,
rana, o si es semánticamente confuso, como en:
15.7 El demarcativo Sh
Según el contexto fónico, el sufijo demarcativo I muta en Sh - Garibay le llama “el
endurecimiento de la I” - con dos propósitos:
1. Estructural: ante I, para evitar hiatos, en Kuaitl, cabeza + Ilwia, extender + Wastli,
instrumento = Kuashilwastli (por Kuailwastli), peine, cepillo.
Esta mutación procede aún si se añade el sufijo posesivo Yo’ - en cuyo caso cabria esperar la
síntesis de la I demarcativa -, produciendo la forma eufonizada y desambiguada Kueshsho’,
que tiene falda, pues la forma Kueyo’ se entenderia provisto de brillo.
• Ante sufijos locativos y direccionales, para evitar que se confundan con adverbios;
por ejemplo:
Yei, tres + Pan, sufijo locativo = Yeshpan, en tres lugares (para no confundir con Ipan,
sobre)
Yei + Kampa, sufijo direccional = Eshkampa = Yeshkampa, triangular (por Yeikampa,
tras el frijol)
Yei + Kan, sufijo locativo = Yeshkan, en tres lugares (para no confundir con Ikan, detrás)
• Ante sufijos verbales, para evitar que se confundan con composiciones de la raíz I, relativa al
interior o al beber; por ejemplo:
• Ante O, para evitar que el demarcativo se interprete como fono inicial de los sufijos Yo’,
Yotl; por ejemplo: Etl, frijol + Yotl = E[sh]otl, ejotes, habichuelas (por Eyotl, tercero).
2. Excepción a la adopción eufónica. Por ejemplo, la regla eufónica dice que, si la N precede a
una consonante fricativa en incorporación, adopta su sonido. Sin embargo, se exceptúa en
Onkan, allá (de On, partícula vinculativa + Kan, sufijo locativo), pues de otro modo se
entendería como Okkan, en dos lugares.
1. La excepción parcial consiste en la aféresis del sufijo nominal Tl, que queda reducido al
fono L. Tiene lugar únicamente en composiciones de Atl, agua, para evitar que se confundan
con alguna otra acepción de este término, con el prefijo vetativo A’ o con radicales comenzados
en A. Por ejemplo:
Ilwikatl, cielo + I’tik, dentro = Ilwikatli’tik (por Ilwikai’tik), dentro del cielo, paraíso
celestial
Kuau’tloselotl (por Kuawoselotl), águila ocelote (Kuau’tli, águila + Oselotl, ocelote)
Kuawitl + Ewa, incorporarse = Kuawitlewa (por Kuawewa), levantarse los árboles,
veintena calendárica
Kuawitl, árbol + Ikak, estar de pie = Kuawitlikak, pararse como árbol, apodo de Mercurio
(por Kuawikak, que tiene cabeza)
Metstli, luna + Apan, río, laguna = Metstliapan, laguna de la luna (por Metsapan, donde
los restos del maguey)
En particular, este caso aplica a algunas aglutinaciones de Atl, agua, para que no se interpreten
como una forma incorrecta del vetativo A’mo; por ejemplo:
Observación: no hay que tomar como conservación del sufijo nominal el añadido del sufijo
locativo Li (poco usado) a radicales en L, como Tlalli, tierra + Li + K, sufijo direccional =
Tlallik, al suelo. Tampoco hay que confundirlo con el fono inicial Tl; por ejemplo,
Atlachinolli, agua quemada, no se compone de Atl + Achinolli, sino de A[tl] +
Tlachinolli, quemado. Sobre todo, si ambas lecturas tienen sentido, como en
Akatlo’tli, gavilán de las cañas (de Akatl, caña + Tlo’tli, gavilán), que podría
interpretarse erroneamente como la excepción camino de cañas (de Akatl + O’tli, camino).
15.10 Posposición frecuentativa
La desambiguación también puede hacerse por redistribución de los elementos del término.
Estos casos son de dos tipos: por posposición del frecuentado y por inversión sintáctica.
En el caso de Ishtekokoyoktli, las cuencas de los ojos (de Ishtetl, globos oculares + Koyoktli,
agujero), las desambiguación es necesaria por las imprecisiones del lenguaje hablado, donde
no queda clara la separación de los términos. En este caso, se frecuenta el segundo componente
porque la frecuentación del primero se entendería como Iishte(u’), su ojo + Koyoktli, la
cuenca. Veamos otros ejemplos:
Observación: no hay que confundir estos casos con las aglutinaciones no enfáticas formadas
con un frecuentado, como Mawistli, estima + Popoloa, disolver >
Mawispopoloa, deshonor. Tampoco con el traslado del frecuentado para acentuar
determinados sentidos del término. Por ejemplo, Kuashipewa, cortar el pelo (de
Kuaitl, cabeza + Shipewa, pelar), frecuenta el primer componente para acentuar la cantidad
de cabezas (Kuakuashipewa, rapar cabezas), y el segundo para acentuar la cantidad de pelo
(Kuashishipewa, arrancar los cabellos a alguien).
1. Los sinónimos parciales por inversión ocurren cuando un significado básico tiene segundas
acepciones diferentes; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir estos casos con los sinónimos estrictos, los cuales no se
deben a la desambiguación, sino a la flexibilidad de la lengua, y tienen uso opcional; por
ejemplo:
Neku’tli, miel + Tsalli, insecto = Nekutsalli, abeja de la miel / Tsalneku’tli, miel de abejas
Atl, agua + Sokitl, lodo = Asokitl, viscosidad del agua / Sokiatl, agua fangosa
Tetl, piedra + Tlilli, negro = Tetlilli, tinta negra de piedra (lit., negro de piedra) / Tliltetl,
marca de escritura (lit., piedra negra)
Tetl + Metlatl, metate = Temetlatl, metate de piedra / Metlatetl, piedra de la que se
fabrican metates
3. Los polisémicos por inversión tienen sentidos distintos y desvinculados según se ordenen
sus componentes; por ejemplo:
Kuau’tli, árbol, águila + Shotl, pie = Kuau’shotl, pata del águila / Shokuau’tli, pata de
palo, un componente del telar y nombre divino
Shochitl, flor + Kalli, casa = Shochikalli, sala de baño, temascal / Kalshoch (apócope de
Kalshochitl), ratón
Shochitl + Ketsalli, pluma fina = Shochiketsal, pluma florida, nombre divino /
Ketsalshoch, flor emplumada, la víctima de cierto sacrificio
Shochitl + Tonalli, calor, luz = Shochitonal, de nombre flor, cierto animal mítico /
Tonalshochitl, flor de primavera
Witstli, espina + Ketsalli, quetzal = Witsketsalli, lleno de espinas / Ketsalwitstli, las
plumas de la cola del quetzal
Maitl, mano + Kuawitl, árbol, leño = Makuawitl, espada / Kuammaitl (eufonización de
Kuau’maitl), rama
Teotl, divino + Pan, locativo + Tlalli, tierra = Teopantlalli, tierra del santuario, terreno
destinado a mantener los templos / Teotlalpan, patria divina, el rumbo del norte
Observación: no hay que confundir la polisemia por inversión con la homofonía. Veamos dos
ejemplos:
• Nominalización de verbos:
• Nominalización de adjetivos:
• Nominalización de adverbios:
Siti-tl, absoluto
Teka-tl, general
Nowianyo-tl, general
Etike-tl, materia
Sente-tl, resumen
Tlapanawi-tl, especial
16.4 El sufijo Li
Si el radical termina en L, el sufijo Tli sufre aféresis o pérdida del fono inicial debido a la
imposibilidad del nahuatl de pronunciar la combinación LTL. De esto resulta la variante Li que
forma sílaba por sí, aplicable a radicales en L como:
Nel-li, verdad
Yol-li, vida
Kua’kual-li, maravilloso
We’kai’tol-li, profecía
Nelnonotsal-li, predicción
Ishkichiwel-li, todopoderoso
Senkol-li, omnipresente
Semanal-li, esfuerzo continuo
Observación: no hay que confundir esta variante con dos sufijos de origen diferente:
Weli, posible
Teokali, en el templo
Estos verbos forman sustantivos en Li, como Yoli, vivir, nacer > Yolli, ser viviente
16.5 La regresión de Tli
Los radicales que terminan en saltillo forman un grupo especial, por lo siguiente: el saltillo
deriva de una consonante gutural, de modo que, según la regla, adopta el sufijo Tli, como en:
Ta’tli, padre
Koso’tli, paloma
Tilma’tli, manta
Pi’tli, hermana mayor
Sin embargo, para abreviar la expresión, la mayoría de los términos con radical en saltillo
admiten su elisión, provocando la regresión de Tli a Tl. Esta modificación traslada el acento a
la sílaba anterior, produciendo términos equivalentes y opcionales como:
Un caso peculiar es el sustantivo arcaico Shochi’tli, flor, pues tiene la opción de elidir el saltillo
o la I, pronunciando Sochtli = Shochitl. Las dos primeras variantes aparecen únicamente en
composiciones como:
En algunos casos solo sobrevive la forma abreviada; por ejemplo, el frecuentado de Ti’tli,
juntado, no es Titi’tli, sino Tititl, contraído, terminado
Si la abreviación introduce variación semántica, surge una nueva raíz y los términos resultantes
no equivalen, como en Shiko’tli, abeja grande / Shikotl, abeja.
Observación: no hay que confundir estos casos con los homófonos, los cuales tienen sentidos
diferentes, incluso si en protonahuatl estuvieron relacionados; por ejemplo:
Amatl, papel
Shikamatl, jícama
Tomatl, tomate
Kakamatl, espiga doble de maíz
Chikomatl, mal juicio, opinión dudosa
Estos se distinguen porque las formas en Tli, si existen, tienen otro sentido; por ejemplo:
La terminación Itl se aplica a radicales cerrados de todo tipo, con dos grados de equivalencia:
1. Sinonimia, si los términos son equivalentes y opcionales, lo cual sólo ocurre en radicales de
terminación aspirada y nasal (en estos últimos, la N se eufoniza en M por ir delante de
vocal) como:
2. Parentesco, cuando hay distinción semántica entre los términos resultantes, pero se reconoce
un origen común, como en:
Wastli, mecanismo
Tsalantli, desfiladero, puerto
Tlilantli, esbozo, trazo de un dibujo
Observaciones: no hay que confundir la preposición del demarcativo I al sufijo con radicales
en esta vocal, como:
Tisitl, médico
Tlaitl, bebestible
Pipitl, escogido, desplumado, pelado
Kilitl, vegetal
Tsitsitl, turquesa de calidad inferior
Estos casos se distinguen porque las formas en Tli, si existen, tienen otro sentido; por ejemplo:
Tampoco hay que confundirla con la posposición del demarcativo I al radical, casos
reconocibles por el hiato en Ai, Ei, como:
1. En unos pocos radicales en Iu’, es lícito elidir el fonema U’, pues el resultado no es ambiguo;
por ejemplo:
Ilwitl, día
Iwitl, plumón
Clalchiwitl, turquesa
Tlapanawitl, especial
Sin embargo, regresan a ella si se anteponen en composición, pues la forma Witl alargaría el
resultado. Por ejemplo: Chalchiwitl + I, suyo + Kueitl, falda = Chalchiu’tlikue (por
Chalchiwitlikue), su falda de turquesas, nombre divino.
Las formas en U’tli y Witl pueden adquirir distinción semántica, como en Shiwitl, año /
Shiu’tli, nombre dado al niño que nacía cuando se “cargaba” o denominaba el año. También
pueden dar origen a dos raíces con significados emparentados, como en:
16.10 El sufijo In
El sufijo In deriva del uso especializado del artículo indefinido In. Se aplica a radicales
cerrados en sustitución de los sufijos Tli, Li. Crea sustantivos concretos a los que da una
connotación coloquial, sobre todo, nombres de plantas, animales y cosas pequeñas o múltiples;
de hecho, en las variantes nahuas de Veracruz crea el diminutivo. Tiene dos aplicaciones:
Kuishin, milano
Chakalin, camarón
Kimichin, ratón
Tapayashin, camaleón
Kakalachin, cucaracha
Tsitsilin, cascabel
La aplicación de este sufijo puede cambiar el sentido del radical, sea por especialización del
sentido básico, como en Yoyolli, animal / Yoyolin, insecto, o por incorporación de otro sentido,
como en Kosolli, cuna / Kosolin, langostino.
Debido a que su origen es un artículo, este sufijo exceptúa la regla de la subrogación del sufijo
nominal, manteniéndose audible en las incorporaciones; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo In con los radicales de sustantivos
truncos en In, como Itskuin (por Itskuintli), perro. Tampoco con los radicales nominales
formados por la apócope de los sufijos verbales Ni, Na, como Matlalina, ser o volverse
verde > Matlalintsin, respetable verde, nombre divino.
Capítulo 17. Propiedades de los sustantivos
17.1 Función articular
Desde el punto de vista de su estado, los sustantivos pertenecen a dos categorías: poseídos y
absolutivos. Los poseídos son acotados por el posesor, perdiendo el sufijo nominal absoluto;
por ejemplo: I’takatl, alimento > Ni’tak, mi comida. Por su parte, los absolutivos no reciben
modificación, definiendo a la entidad por sí y no por su relación.
Sin embargo, a diferencia de los absolutivos del español, los del nahuatl, además de definir la
entidad, la determinan a través del sufijo absoluto, pues este tiene una función articular
equivalente a los artículos “el, la”. Por ejemplo, en el contexto de la frase, el término
Tla’tolpewalistli, argumento, exordio, significa el argumento.
Es por esto que la lengua nahuatl no emplea artículos explícitos, salvo los indefinidos,
representados por los números, o el redundante In, que puede omitirse sin afectar la
comprensión. Así, la frase la voluntad de supervivencia se puede expresar Teyolli yolilistli o
In teyolli in yolilistli.
Puesto que, en nahuatl, la tercera persona es implícita, el sustantivo por sí se puede representar
al verbo y al sujeto, funcionando como una pequeña frase. Un ejemplo es la siguiente
descripción de Teskatlipoka: Yaotl teyaou’, él es el enemigo, el asesino de la gente, donde
cada término es una frase: Yaotl, (él es) el enemigo + Teyaou’, (él es) el asesino de la gente
(compuesto por el pronombre impersonal Te).
Veamos otros casos de conjugación de sustantivos en los que se señala entre paréntesis el verbo
implícito:
El sentido verba´ del sustantivo es tan poderoso, que se mantiene en la posesión; por ejemplo,
Namosh (de Amoshtli, libro) tanto significa mi libro como es mi libro, deslindándose el
sentido por el contexto.
En teoría, todos los sustantivos pueden funcionar como verbos, no solo para indicar condición
ontológica, sino también acciones relativas como estar, tener, sostener, haber, llevar, llamarse,
representar, etcétera. Por ejemplo, la frase In tlalli in tonatiu’ in tsintli in yolistli, la Tierra y
el Sol sostienen la vida, contiene cuatro sustantivos presentados por el artículo In. Como los
dos primeros, Tlalli, tierra, y Tonatiuh, Sol, conllevan su conjugación, no necesitan
componerse con el verbo Iskaltia, sostener, sino directamente con el complemento del
predicado: Tsintli yolistli, el sostén de la vida. Veamos otros ejemplos en los que se señala el
verbo implícito entre paréntesis:
1. Cuando es modificado por uno o más verbos, como en In pipiolin tlachichina moneuktia,
la abeja CHUPA y PRODUCE miel (Pipiolin, abeja + Tlachichina, chupar + Mo, se +
Neuktia, hacer miel)
2. Cuando es reducido a objeto por un sustantivo, adverbio, artículo o partícula vinculativa;
por ejemplo:
Nepa ome tepetl, por allá hay DOS montañas (Nepa, allá lejos + Ome, dos + Tepetl,
montaña)
Tlashkalli iwan kashpechtli, la tortilla Y el plato (Tlashkalli, tortilla + Iwan, y, con +
Kashpechtli, plato)
Teoshiwitl iwan we’wei chalchiwitl, una turquesa fina (es - valiosa - como una) GRAN
pieza de jade (Teoshiwitl, turquesa fina + Iwan, y + We’wei, muy grande + Chalchiwitl,
jade)
3. Cuando otro sustantivo de la frase asume la conjugación. Por ejemplo, en Inin tla’tolli
yu’kin teoshiwitl, esas palabras (son) como una turquesa fina, el componente Teoshiwitl
renuncia a su sentido ontológico, pues lo asume el componente Tla’tolli, palabra.
El contexto permite distinguir cuándo un sustantivo asume el sintagma verbal y cuándo dicha
capacidad se anula, según vemos en los siguientes ejemplos, basados en el título Topile’, juez
(compuesto de Topilli, bastón + E’, sufijo posesivo):
• En la frase Ikopil in topile’, (es) su sombrero del juez, el término Topile’ funciona como
objeto directo; si le asignamos sentido verbal, el resultado es absurdo: el juez (es) su
sombrero.
• En la frase Topile’ itla’tokatoka, su título (es) juez, al tiempo que anula la función verbal
implícita de Topile’, el verbo Tla’tokatoka, imponer un título oficial, adquiere un sentido
sustantivo secundario; de ahí que no se traduzca en forma literal: el juez su imponer título.
• En la frase In tiankistli ye’watl in topile’, él (es) el juez del mercado, hay una conjugación
implícita en el sustantivo pronominal Ye’watl, él mismo, que anula las de Tiankistli,
mercado, y Topile’, pues, de otro modo, la expresión no tendría sentido: el mercado, él
mismo, el juez.
La adjetivación por aglutinación es de dos tipos: sistemática e incidental; entre ellos no hay
una diferencia estructural, sino de uso. La adjetivación sistemática aplica a los sustantivos que
describen un atributo, los géneros si no se usan como títulos y ciertos títulos que implican
condición biológica o psicológica. Generalmente, estos se emplean para calificar y solo por
excepción asumen su característica gramatical.
Por ejemplo, la expresión Kualli in itla’tol se entiende como una calificación: bello es su
canto, aunque su significado literal es el canto del bueno, pues el sustantivo Kualli, persona
buena, es un calificativo sistemático: bueno, bello. He aquí otros ejemplos:
Teotl + Kalli, casa = Teokalli, templo (lit., casa de dios o casa divina)
Tsotl, sudor + Atl, agua = Tsoatl, agua salada
Nawalli, brujo + Piltsintli, príncipe = Nawalpiltsintli, príncipe sabio
Apistli, hambre + Teotl, algo especial, mucho = Apisteotl, glotón, nombre divino
Nesawalli, hambre,ayuno + Koyotl, coyote = Nesawalkoyotl, coyote hambriento, nombre
propio
Iknotl, miserable + Kuau’tli, águila = Iknokuau’tli, guerrero pobre
Yowalli, noche + Koatl = Yowalkoatl, serpiente nocturna, nombre divino
Los sustantivos que expresan el material de que está hecho algo en forma literal o figurada, se
pueden traducir indiferentemente como calificadores o complementos; por ejemplo:
Tetl, piedra + Petlakalli, cofre = Tepetlakalli, ataúd, tumba (lit., cofre de piedra o cofre
pétreo)
Atl, agua + Chalchiwitl, turquesa + Tetl, piedra = Achalchiu’tetl, mármol (lit., piedra
semipreciosa de agua o acuosa)
Chokistli, llanto + Kuikatl, canto = Chokiskuikatl, canto de llanto o canto lloroso
Kamashochitl, palabra agradable (lit., boca de flores o boca florida, de Kamatl, boca +
Shochitl, flor)
Kualnemachilistli, buenas obras / Kualli nemachilistli, (son) las obras buenas o del bueno
Nawalishtli, rostro mágico o sabio, nombre de la máscara de Ketsalkoatl / Nawalli ishtli,
(es) el rostro sabio o del sabio
Tlakanemilistli, vida humana, compasiva / Tlakatl nemilistli, (es) la vida o conducta
humana, o del ser humano
Yektli chipawak in itoski, su voz es bella y pura (Yektli, correcto + Chipawak, puro + I,
suyo + Toskitl, voz)
Ipiltoka yowalli ichan, su título es ‘su casa oscura’ (Piltoka, título + Yowalli, noche,
oscuridad + Chantli, hogar)
1. Los sistemáticos son sustantivos que sólo tienen función adverbial. Se organizan en tres
categorías:
a) Interrogativos con sufijo nominal, como el componente Tle’watl, ¿qué, quién, cuál?, de la
frase In tle’watl omochiu’?, ¿cuál de ellos lo hizo? Otros ejemplos:
Tlein, ¿qué?
Kanin, ¿dónde?
Kesin, ¿cómo?
b) Pronombres enfáticos y otros con estructura nominal, como el componente Newan, ambos,
de Newan nemi’, ambos viven juntos. Otros ejemplos:
Ne’watl, yo
Ye’watl, él, ella
E’watl, esto, eso
Katl, algo, alguien
Kualli, gracias
Kayekualli, sea para bien
Telchitl, tanto mejor
2. Los incidentales son sustantivos que ocasionalmente asumen una función adverbial, por lo
general, con el apoyo de un adverbio o del verbo ser, con los que puede ocurrir aglutinación.
Por ejemplo:
In sitlalin welsentson, las estrellas (son) muchas (Wel, bien + Sentson, cuatrocientos)
In wel nelli weitlakatekolotl, él (es) verdaderamente un gran hechicero (Wel + Nelli)
Capítulo 18. Los abstractos nominales
18.1 Tipos de abstractos
Desde el punto de vista semántico, los sustantivos del nahuatl se clasifican en concretos y
abstractos.
Wilotl, paloma
Apantli, acueducto
Tlaktli, torso
Yakapantli, primogénito
2. Los abstractos expresan condición o estado. Son de dos tipos: nominales y verbales.
a) Por lo general, los abstractos nominales derivan de un sustantivo concreto, aunque pueden
hacerlo de cualquier categoría gramatical. Los caracteriza el sufijo Yotl, que indica la
condición genérica de algo; ejemplo: Toltekatl, persona culta > Toltekayotl, la cultura
tolteca.
b) Los abstractos verbales parten de la adjetivación de un verbo. Los caracteriza el sufijo Istli,
que indica el cumplimiento de la acción; ejemplo: Wanyolka, tener parentesco >
Wanyolkayotl, parentesco consanguíneo.
1ro. Un sustantivo, verbo, adverbio o, más raramente, adjetivo, adopta el sufijo de posesión
Yo’, volviéndose sustantivo de posesión; por ejemplo: Ta’tli, padre + Yo’ = Ta’yo’, paterno
(lit., que tiene condición de padre).
Toda nominalización de una afijación en Yo’ corresponde a este tipo de términos. Con
frecuencia, el sustantivo de transición solo existe en teoría; por ejemplo, Yolkatl, animal,
insecto, da origen al abstracto Yolkayotl, sustento, alimento, sin que exista o se conserve en la
lengua el adjetivo Yolkayo’, poseedor de alimento.
Observaciones: no hay que confundir los sustantivos en Yo’ con la posesión de abstractos
en Yotl, como Iyolkayo, su alimentación.
1. Integrales, los que abstraen íntegramente el sentido del término de origen o lo emplean como
metáfora de condición; por ejemplo:
2. Parciales, los que abstraen una de las cualidades o propiedades del término, que puede ser:
b) Alegórica, como:
El término resultante puede compartir sentidos total y parcial, literal y alegórico. Por ejemplo,
Nakayotl (de Nakatl, carne) tiene el sentido total y literal de carnalidad, y los parciales y
alegóricos de condición humana y mortalidad.
18.4 Origen
En particular, se prestan a la formación de abstractos los adverbios formados con los sufijos
Ka, Tika, como:
3. Verbos. Como estudiaremos en el próximo capítulo, los verbos se abstraen mediante el sufijo
Istli, pero también pueden hacerlo en Yotl, sobre todo los verbos en Ka, o a través del infijo
Ka. Por ejemplo:
Esta I puede marcar diferencia semántica. Así, el adverbio Achi, poco, pequeño, da origen al
sustantivo Achtli, una semilla, de donde derivan dos abstractos: Achyotl, semillas, granos, y
Achiyotl = Achiotl, cierta semilla colorante y el colorante de ella extraído.
Observación: no hay que confundir los radicales en I con los que adquieren el interfijo I, que se
elide en composición; por ejemplo: Tokaitl, nombre > Tokayotl, renombre, honor.
2. Cualidades divinas, sacramentales o míticas, pues el ámbito divino supone una abstracción;
por ejemplo:
1. Aplicativa, cuando el sufijo distingue una posesión, acepción o aplicación concreta del
sentido del término de origen; por ejemplo, el abstracto del verbo teórico Olinka, mover,
designa específicamente a las plumas que orientan el movimiento del ave: Olinkayotl, plumas
de la cola. Otros ejemplos:
Este fenómeno puede ocurrir por resignificación de términos mediante aglutinación, como en:
2. Causal, cuando el término en Yotl tiene dos acepciones: abstracta y concreta, siendo la
primera causal de la segunda; por ejemplo:
Oa, sufijo verbal > Tsopiloa, comer carroña > Tsopilotl, buitre
Kotstli, pierna + Ko, sufijo locativo > Kotskotl, pierna
Mo, pronombre reflexivo + I’toa, decir, cantar = Mi’totl, danza, rito
Tla, sufijo adverbial + Sowa, sangrado > Tlasotl, sangrado, picado con agujas
Ko, sufijo locativo > Tle’ko, subir > Tle’kotl, raya que dividía al estadio de pelota
Palia, frecuetado, teñir, colorear + O, sufijo pasivo > Papalotl, mariposa
Estos casos se distinguen, básicamente, porque tienen sentidos concretos; sin embargo, debido
a que los abstractos pueden concretizarse, es necesario aplicarles un análisis estructural. Son
sustantivos en Otl aquellos en que dicha terminación no está precedida de I, por lo que no se
puede tomar como reducción de Yotl, y tampoco por Y o sus eufónicas (la doble L y la doble
consonante aspirada).
Este modo de deslindar se invalida en radicales en Yo, como Koyotl, coyote. En estos, el
deslinde se establece sustituyendo el sufijo Yotl por el sufijo nominal que corresponda. Si el
resultado es un término semánticamente relacionado, entonces el término de origen es un
abstracto; por ejemplo: Meshikayotl, mexicanidad - Yotl + Tl = Meshikatl, mexicano. Pero,
si no hay una forma en Tl o no está semánticamente relacionada con la forma en Yotl, entonces
se trata de un radical en Yo. Por ejemplo, si substituimos la terminación en Yotl de Moyotl,
mosquito, por el sufijo nominal Tl, el resultado (Motl) no existe en la lengua.
La distinción es más importante en casos de homofonía, pues se pueden confundir. Por ejemplo,
la raíz Pe, relativa a recubrir, crea el abstracto Peyotl, envoltura, pericardio, capullo del gusano
de seda, homófono de Peyotl, cierto cactus alucinógeno, formado de una raíz en Yo.
Los sustantivos en Otl también pueden componer abstractos como:
Es de notar que muchos de estos términos derivan, por pérdida del demarcativo I, de un antiguo
abstracto que, en algunos casos, todavía se puede reconstruir. En los siguientes ejemplos se
expone entre paréntesis la reconstrucción, aclarando que es teórica y que no existe o no la he
encontrado en nahuatl:
Poch, raíz relativa a cosas esponjosas > Pochotl, ceiba (Pochyotl, esponjoso)
Pin, raíz relativa a la timidez > Pinotl, extranjero (Pinyotl, timidez, condición de extranjero)
Shil, raíz relativa a lo que se abulta > Shilotl, mazorca de maíz tierna (Shilyotl, abultamiento)
Capítulo 19. Los abstractos verbales
19.1 Formación de los abstractos verbales
Los verbos dan origen a sustantivos abstractos mediante el siguiente proceso: un verbo adopta
el sufijo adjetivo Is, tornando la acción en atributo; por ejemplo: Mawi, temer > Mawis,
temible. El resultado se nominaliza en Tli: Mawistli, temor. De modo resumido, podemos decir
que estos sustantivos se forman por la incorporación del sufijo Istli. Toda nominalización de
una afijación en Is corresponde a este tipo de términos.
Con frecuencia se pierdan partes del proceso de abstracción. Por ejemplo, el sustantivo Si’tli,
abuela, evidencia un verbo teórico Si, ser abuela, que no existe o, mejor dicho, no se usa como
tal actualmente en la lengua, de donde deriva el abstracto concretizado Sistli, madre. En
cambio, el verbo Nawalwia, embrujar, da origen al sustantivo Nawalistli, brujería, sin que
exista en la lengua el adjetivo Nawalis.
Es necesario aclarar que los numerosos abstractos en Listli son producto de la afijación del
sufijo Istli a un radical en L. Por ejemplo, Masewalistli, merecimiento, se forma del radical
Masewal a través del verbo Masewaltia, ser común, merecer. No existe en la lengua el sufijo
Listli, como se suele interpretar.
Observaciones: no hay que confundir los abstractos verbales con la nominalización de radicales
en Is, como Kikistli, trompeta, formado de Kikisoa, penetrar, frecuentado de Kisa, salir,
pasar.
3. Los verbos cuyo radical termina en L subrogan la totalidad del sufijo verbal; por ejemplo:
1. Primarios, cuando resultan de la afijación de un verbo no causal, como en Neki, desear >
Nekistli, deseo.
2. Secundarios, cuando el verbo que les da origen es causal. La mayor parte de los abstractos
verbales se forman así.
Los verbos causales - también llamados honoríficos, pues transfieren su acción - se forman a
partir de verbos no causales mediante la adición de los sufijos Lia, Tia, Wia. Se distinguen
dos casos:
1. En los verbos en Lia, la adición del sufijo abstracto subroga la A y sintetiza la I; por ejemplo:
Sin embargo, por lo general, forman el abstracto a partir de sus causales en Tilia, Wilia, los
cuales suelen producir sinónimos como:
Elewia, desear o codiciar vivamente algo > Elewilia, desear algo para alguien > Elwwilistli,
gran deseo o codicia
Tlawia, encender una antorcha > Tlawilia, iluminar > Tlawilistli, iluminación
En caso de que el verbo primario tenga abstracto, la afijación causal suele dar origen a
sinónimos como:
Sin embargo, en ocasiones, introduce algún matiz semántico; así, Choka, llorar, produce el
abstracto primario Chokistli, lágrimas, el acto de llorar, y el secundario Chokilistli, llanto,
queja, a través de su causal Chokilia, llorar por alguien.
19.4 Abstracción de verbos impersonales
Los verbos en Oa, Owa, no se abstraen directamente, sino a través de sus pasivos en Lo, que
subroga la última sílaba del sufijo verbal y, a su vez, pierde la O frente al sufijo abstracto;
por ejemplo:
1. La aplicación ocurre cuando el sufijo abstracto aplica en forma concreta el sentido del verbo,
como en:
19.6 El hiperabstracto
Ambos sufijos abstractos, Yotl e Istli, se pueden unir en un hiperabstracto de dos modos:
1. Por adopción del sufijo Yotl. En estos casos, Istli pierde el sufijo nominal y la S resultante
eufoniza la Y de Yotl; por ejemplo: Chiawi, engrasar > Chiawistli, líquidos del cuerpo >
Chiawissotl, grasa.
A veces, este hiperabstracto crea sinónimos como:
Otras veces, introduce matices semánticos, generalmente para concretar; por ejemplo:
2. Por adopción del sufijo Istli. En estos casos, el nexo se establece a través del interfijo Ti,
para evitar el hiato Oi. Por ejemplo: Yolli, vida > Yollotl, corazón > Yollotilistli, coraje,
fidelidad.
Los sufijos gentilicios se añaden a términos de cualquier característica gramatical para indicar
nombre, profesión o pertenencia grupal. Tienen cuatro variantes:
1. Katl, formado por la nominalización del verbo Ka’, ser, se une a radicales abiertos y
cerrados para formar títulos de pertenencia, como Meshikatl, mexicano, y también sustantivos
comunes como Akalteskatl, espejo cóncavo.
2. Ekatl, formado por el añadido del sufijo Katl a sustantivos formados por el sufijo de
posesión E’, indica al que posee lo que significa el radical, como en Tlappanekatl =
Tlapanekatl, guerrerense (de Tlappane’, el del este).
3. Tekatl, formado por la unión del pronombre Te, relativo a personas, al sufijo Katl, se añade
a radicales abiertos y cerrados para indicar profesión o pertenencia, como en Pochtekatl,
mercader (de Pochotl, ceiba). Este sufijo funciona con independencia en el término Tekatl,
alguien.
4. Tlakatl, formado por la unión del prefijo adverbial Tla al sufijo Katl, se une a radicales
abiertos y cerrados para formar títulos como Altepetlakatl, ciudadano, oriundo (de Altepetl,
ciudad). También funciona con independencia en el término Tlakatl, ser humano.
Como estudiaremos con más detalle en el capítulo 25, los sufijos gentilicios hacen el plural,
sustituyendo al sufijo nominal absoluto por el saltillo; por ejemplo:
Asteka’, aztecas
Meshika’, mexicas
Observación: no hay que confundir la forma plural del sufijo gentilicio con los verbos en Ka,
Eka y Teka, como:
Teka, extender
Popoka, humear, fumar
Tlae’eka, soplar el viento
Kowateka, celebrar un banquete
En ocasiones, un gentilicio genera o comparte una acepción nominal o titular; por ejemplo:
Estos casos se prestan a confusión. El deslinde básico se establece por su función: si un término
en Katl, Ekatl, Tekatl o Tlakatl funciona como título, tiene un sufijo gentilicio; si no se emplea
como título, es posible que el parecido sea accidental. Por ejemplo, Shochtekatl =
Shochitekatl, morador de Xochitlan, es un gentilicio, de modo que su radical es Sochi. Pero
Shochimekatl, guirnalda, no es gentilicio, por lo que la terminación Eka se debe interpretar
en principio como parte del radical Shochimeka (de Shochitl, flor + Mekatl, cuerda). Para
un deslinde más profundo, es necesario un análisis etimológico.
Este frecuentado adopta el sufijo de posesión E’, resultando Chichime’, poseedor de ropas
rústicas, y luego el sufijo Katl para hacer el gentilicio Chichimekatl, persona rústica. Una
prueba de esta etimología es que, según los informantes de Sahagún, este gentilicio es la
abreviación de Sakachichimeka’ (con Sakatl, hierba), los de los tejidos de hierba. De ahí que
el jeroglífico de la etnia chichimeca fuera un escudo tejido o una falda de hierbas.
“(Los sacerdotes de la diosa Wishtosiwatl, señora de la sal) pintaban su rostro de azul (con
resina), a la manera de los olmecas.” (Códice Florentino)
Puesto que la raíz de resina es Ol, se deslinda el componente M, apócope de Me’. Para
entenderlo, podemos aprovechar gentilicios de estructura similar, como Akolmekatl, morador
de Acolman, o Chalmekatl, morador de Chalman. Tanto Akolman como Chalman se
componen con el verbo Mantiu’, extender. Al incorporar el sufijo posesivo E’, el componente
Man se apocopa, quedando en Me’, tras lo cual pierde el saltillo para adoptar el sufijo Katl.
Del mismo modo, Olmekatl se forma de Olli, resina + Mantiu’ en su segunda acepción: llevar
una insignia o marca. Prueba de ello es que, en los libros de los mayas del sur, los olmecas son
llamados Olman, un préstamo del nahuatl que pierde el sufijo gentilicio y, en consecuencia,
mantiene íntegro el radical del verbo. De modo que la correcta traducción de Omekatl es
persona pintada o marcada con resina.
20.4 Entitivos en Ni
Otro modo de crear sustantivos titulares, es añadiendo al verbo los sufijos entitivos Ni, Ki, Ti’,
que aluden al actor. El resultado es una forma similar al participio activo del español.
El sufijo Ni deriva del sufijo verbal Ni, pero no se debe interpretar como un uso nominal de los
verbos en Ni, pues los verbos en Ni, si bien, ocasionalmente, hacen el entitivo en Ni, como
Soloni, ir con ímpetu > Solonini, impetuoso, rápido, por lo general lo hacen mediante el
absoluto Tl, como en Titlani, enviar un mensaje > Titlanitl, mensajero, o el entitivo Ki, como
Semani, ser simple, entero > Semanki, continuo, seguido.
El sufijo entitivo Ni se une a los sufijos verbales, después de vocal, para formar tres tipos de
sustantivos:
1. Personales, los que describen a un actor personal, funcionando como sujetos, tal como hace
Namakani, vendedor, en la frase Ashkan namakani a’mo wallau’, el vendedor no vendrá
hoy. Otros ejemplos:
2. Calificativos. Por lo general, estos también son personales y tienen doble función, sustantiva
y adjetiva. Por ejemplo, Namakoni, vendible, tiene función nominal en la frase Inin senka
namakoni, eso es todo lo vendible, pero califica en Inin kamitl namakoni, ese vestido está a
la venta. Otros ejemplos:
3. Impersonales, los que describen a un actor impersonal, sea animal u objeto, como:
Observación: no hay que confundir los sustantivos en Ni con los adverbios en Ni, como
Sekni, en un lugar, ni con los verbos en Ni, como Kateikniu’tlani, tener paz con todos.
20.5 Entitivos en Ki
El sufijo entitivo Ki deriva del sufijo verbal Ki. No es un caso de uso nominal del verbo, pues
los verbos en Ki hacen hacen el entitivo en Ni, como Kochmiki, dormir profundamente >
Kochmikini, durmiente, dormilón. Este sufijo se añade a radicales verbales en N, W y
aspirados para formar sustantivos como:
En los casos de verbos en Wa, Wi, este sufijo elide la vocal, por lo que restablece el sonido de
la raíz, terminada en U’; por ejemplo:
Este sufijo también puede formar sustantivos no personales en los que describe una cualidad o
característica; por ejemplo:
Tal como ocurre con los entitivos en Ni, los que adoptan el sufijo Ki puede funcionar como
adjetivos sin perder su carácter nominal; por ejemplo, Yokoshki, pacífico, de buena apariencia
(de Yokosh, concebir, crear), asume la acción en Ye’watl yokoshki, ella tiene agradable
presencia, y califica en Yokoshki siwakonetl, una niña dulce.
Hay verbos que admiten ambos sufijos: Ki y Ni, generando sinónimos como:
El sufijo entitivo Ti’ se añade a radicales verbales en vocal y consonante para indicar al que
cumple la acción; por ejemplo:
En los verbos en Ti, Tia, el entitivo Ti’, subroga el sufijo verbal; por ejemplo:
Tal como ocurre con los entitivos en Ni y Ki, los que se forman a partir del sufijo Ti’ pueden
funcionar como adjetivos; por ejemplo:
Estos sustantivos admiten reforzamiento mediante la adición del entitivo Ki, produciendo
sinónimos como:
Es preferible traducir estas posesiones mediante los verbos “tener”, “haber”, “portar”, “estar”,
etcétera, que en forma literal. Por ejemplo, la traducción literal de O’onkashua’ es: ellos son
dueños de vasos de dos en dos, pero el sentido es: cada uno de ellos tiene dos vasos (de O’ome,
de dos en dos + Kashitl, vaso + Wa’).
Debido a que reflejan el resultado de una acción, los sustantivos formados con estos sufijos se
pueden conjugar, como en Nikakake’, tengo zapatos (lit., yo soy dueño de unos zapatos).
Y, como esa posesión dota de atributo al posesor, también pueden funcionar como adjetivos,
razón por la cual, generlamente, se les califica como tales; por ejemplo: Ayashkanyo’, lento,
flemático.
La conjugación y la función atributiva se pueden unir, como en Titlatkiwa’, tú eres rico (lit.,
tú posees riquezas).
Los sufijos de posesión pueden sustituir al pronombre posesivo en ciertas composiciones; así,
el título de la diosa de la bóveda celeste, Sitlalikue, su falda de estrellas, formado con el
pronombre I, suyo, tiene una forma alterna en E’: Sitlalkueye’, dueña de la falda de estrellas.
21.2 El posesivo E’
El sufijo E’ se aplica a términos de cualquier característica gramatical para indicar posesión
por parte de una persona o un ser impersonal que se personaliza con ello, como en Tlalli, tierra
> Tlale’, terrateniente.
Para evitar hiatos, este sufijo se aplica a radicales abiertos a través de una I demarcativa que se
torna semiconsonante, como en:
En cuanto a, los radicales terminados en I no demarcativa, la eliden por regla; por ejemplo:
También para evitar hiatos, este sufijo se aplica preferentemente a radicales cerrados,
describiendo dos tipos de posesión:
2. De cualidades. En estos casos, el sufijo adquiere una función adjetiva capaz de afectar a otros
sustantivos; por ejemplo:
Con frecuencia, este sufijo expresa la posesión, tanto del objeto como de la cualidad derivada;
por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo E’ con los radicales en E que hacen
el plural mediante saltillo, como:
Tetepe’, cerros
Tlameme’, cargadores
Kokone’, niños
Wewetke’, viejos
Anamakake’, aguadores
21.3 El posesivo Wa’
El sufijo Wa’ significa lo mismo que E’, formando sinónimos como:
De hecho, ambos sufijos pueden alternar con el mismo sentido en difrasismos como Ilwikawa’
Tlaltikpakke’, señor del cielo y de la tierra, nombre divino (de Ilwikatl, cielo, Tlaltikpak,
sobre la tierra).
Este sufijo se añade sobre todo a sustantivos de radical abierto para indicar que alguien o algo
posee a alguien o algo; por ejemplo: Atl, agua > Awa’, dueño de un pozo o río, título divino.
Atsitsitl, algo picoso > Atsitsiwa’, que tiene picor, cierta variedad de pimientos
Chacha, radical relativo a lo esparcido o extendido > Chachawa’, moho (lit., que tiene la
condición de esparcido)
Alsesekatl (teórico de Alsesekawia, castigar) > Alsesekawa’, castigador (lit., que tiene
agua fría)
Mekatl, cuerda > Mekawa’, muy anciano o que tiene varias amantes (lit., que tiene cuerda o
continuidad)
Este sufijo se aplica en particular a los sustantivos abstractos de origen nominal para denotar
la posesión de la abstracción, pudiendo concretizarla; por ejemplo:
Tal como ocurre con el sufijo E’, la afijación del prefijo vetativo A’mo, no, transforma la
posesión en carencia o cualidad negativa; por ejemplo:
Este sufijo puede añadirse a E’ para enfatizar la posesión, como en Teoye’ = Teoye’wa’, avaro,
mezquino, o para indicar la posesión del posesor, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con los verbos en Wa como:
Tsawa, hipnotizar
Alawa, resbalar
Shochiwa, hechizar
Tampoco con el alargado de la O ante A, sobre todo si va seguido de saltillo plural, como en
Mimishkowa’ (por Mimishkoa’), serpientes de nube, las galaxias.
21.4 El posesivo Yo’
El sufijo Yo’ puede aplicarse con el mismo sentido que los sufijos E’, Wa’, formando
sinónimos como:
Sin embargo, también puede marcar diferencia semántica, como en Tepetl, montaña >
Tepewa’, que posee una montaña / Tepeyo’, mineral de cobre, cristal de roca, que brilla como
metal.
Al igual que los sufijos E’, Wa’, describe dos tipos de posesión:
2. Por lo general, indica la posesión de una cualidad literal o metafórica representada por el
objeto, como:
La posesión concreta puede convivir con la cualidad, como en Kuekueitl (teórico), que tiene
ondas, que brilla > Kuekueyo’, rutilante, chispeante, océano, zarcillo.
Este tipo de posesión tiene una función adjetiva que puede modificar a otros sustantivos. Por
ejemplo, Teyo’, rudo, que tiene piedras, califica a O’tli, camino, en la frase Teyo’ o’tli, el
camino es pedregoso.
Al igual que los sufijos E’, Wa’, este sufijo forma títulos como:
Se distingue de los sufijos E’, Wa’, en que no solo denota una cualidad, sino, también, su
abundancia, como en los siguientes ejemplos, donde el sustantivo en Yo’ abunda lo que
describen los sustantivos en E’, Wa’:
La animación es una propiedad del nahuatl sin equivalente en español, que consiste en
distinguir dos tipos de sustantivos: animados e inanimados. Estas nociones derivan de la
cosmovisión mesoamericana, por lo que, en ocasiones, no coinciden con sus equivalentes de la
cultura cristiana.
1. Son inanimados los sustantivos que representan a seres no vivos como objetos, conceptos
abstractos y elementos naturales, salvo que se apliquen como nombre propio o por metáfora.
Estos solo aceptan los recursos de la frecuentación y la evaluación.
2. Son animados los sustantivos concretos que representan a seres literal o simbólicamente
vivos. Estos aceptan, además, los recursos del género explícito, el vocativo y el énfasis.
a) Impersonales, los que representan a seres no individuales, es decir, sin nombre propio, como
las plantas y animales naturales.
b) Personales, los que representan a individuos o constituyen título, como los humanos,
animales domésticos, dioses, astros, pueblos, pronombres, gentilicios, números y ciclos
temporales. Sólo estos aceptan, además, los recursos del género implícito y la cuantificación.
Lo anterior no significa que el nahuatl no marque el género; de hecho, tiene dos tipos de género:
implícito y explícito.
1. En la propiedad de los títulos. Por ejemplo, el concepto de señora se dice por lo general con
el título común Siwatl, hembra, pero, el de señor tiene término especializado: Teku’tli =
Teuktli. La ascendencia del término especializado sobre el común determina que el concepto
de anciana señora se forme con el título de la anciana asociado al del señor, no al de la señora:
Ilamateku’tli. En cambio, el concepto de anciano señor se forma por redundancia masculina:
Wewe’teuktli. Se descartan las composiciones con el título femenino, como Wewesiwatl o
Ilamasiwatl.
2. En la necesidad de explicitar los casos femeninos. Por ejemplo, el término Teku’tli basta
para designar a un hombre, pero, si es necesario enfatizar la condición señoril de una mujer,
hay que añadir el calificativo: Siwateku’tli, señora. Otros ejemplos:
• En los títulos de niños pequeños, pues aún no manifiestan su género; por ejemplo:
Siwakonetl, niña
Okichkonetl, niño
• En títulos en los que el calificativo cambia el sentido del radical; por ejemplo, el genérico
Tlakatekolotl, brujo, bruja, requiere del masculino Tlakatekolokichtli, brujo, pues el
femenino es peyorativo: Tlakatekolosiwatl, mujer perversa.
• Si la condición masculina describe a una mujer; por ejemplo:
En cuanto a los animados impersonales, no presuponen género. Por ejemplo, Mistli, gato, se
aplica a ambos sexos; para especificar, se dice Siwamistli, gata, u Okichmistli, gato.
El género objeto marca a aquello de lo que se habla. Se establece mediante dos aplicaciones:
2. Flexivo, con una función similar a los sufijos de género del español, cuando se añaden los
calificativos Siwatl y Okichtli al sustantivo inanimado, o al animado impersonal, sólo si es
necesario especificar el género. Esta aplicación es de dos tipos:
b) Nominal, si la calificación se emplea como título. Estos casos siguen siendo recurso de
género, pues en su interior ocurre una calificación, tras lo cual, el resultado se emplea como
título. Su doble naturaleza se refleja en el hecho de que se pueden traducir al español de dos
modos: atributivo y nominal. Debido a que el masculino es implícito, casi todos estos casos
son femeninos; por ejemplo:
Las funciones nominal y atributiva pueden crear sinónimos; por ejemplo, Okichkuau’tli es
tanto águila macho como hombre águila (un guerrero). La primera acepción es recurso de
género, la segunda no.
Es de notar que el uso de Siwatl y Okichtli como recurso de género se cumple en las
aglutinaciones calificativas (cuando estos términos califican a otros), pero no se cumple en los
siguientes casos:
• Si representan a alguien, como en los títulos divinos Miktekasiwatl, señora de los muertos,
y Miktlanteku’tli, señor del inframundo. Otros ejemplos:
Aclaremos que, en Mesoamérica, la distinción de género era distinta que en la cultura cristiana.
Aquella sociedad organizaba el Universo en mitades femenina y masculina, la primera
relacionada con las mujeres, niños, sacerdotes e intelectuales, y la segunda con los guerreros y
políticos. Los homosexuales y chamanes transgredían la frontera. De modo que el género sujeto
podía ser asumido por hablantes de un género físico diferente.
3. Lexical, cuando ambos géneros describen el mismo sentido con términos propios como:
Hay casos en los que sólo uno de los géneros tiene término propio, siendo suficiente para
marcar la distinción. Por ejemplo:
• El saludo común es Tla’palwi, ¡hola!, pero los varones pueden saludar Tla’palpolé.
• El concepto común gran mentiroso se dice Ishtlakapol, pero las mujeres pueden decir
Istlakapashoch.
Todas las variantes lexicales cuentan, además, con términos genéricos. Por ejemplo, si no es
necesario una afirmación formal, las mujeres dicen Shiso y los hombres Maiwi, sí, está bien,
pero ambos pueden consentir Kema’, sí.
Confundir las formas femenina y masculina de hablar no solo es impropio del nahuatl clásico,
sino que puede introducir distinción semántica. Por ejemplo, si es el hombre el que dice Pi’tli,
no significa hermana mayor, sino sirvienta. En las variantes actuales de la lengua dicha
distinción tiende a desaparecer.
Capítulo 23. El recurso del vocativo
23.1 Tipos de vocativos
Los vocativos son partículas o términos enfáticos que no forman parte de la trama gramatical
o sintáctica, pudiendo extraerse de la frase sin alterar su sentido, con algunas excepciones. En
nahuatl hay dos grupos de vocativos con características opuestas: complementarios e
interjectivos.
1. Salvo los pronominales, los vocativos complementarios son partículas que complementan
un referente, por lo general, explícito. Por ejemplo, el vocativo Ma acentúa el sentido de la
conjugación en la frase Ma ommalti, hay que bañarse. Algunos se integran con el término al
que modifican, como el sufijo vocativo Tsin de Oselotsin, ¡oh, valiente! Casi siempre se
aplican a sustantivos personales, pero también a impersonales, e incluso a inanimados que
fungen como nombre propio o metáfora de persona, personalizándolos en el proceso. Veamos
como ejemplo las siguientes referencias a una hija:
2. Casi todos los vocativos interjectivos son adverbios a los que complementa un referente, por
lo general, implícito. Por ejemplo, la expresión Yewe, ¡ay!, es complementada por el referente
implícito Kikokoa, eso duele. También admiten un referente explícito redundante, como en la
frase Wi Yaotsin, ¡eh, Ricardo!, donde el nombre reitera la intención del interjectivo Wi. Por
su naturaleza, los interjectivos aceptan modificación de términos de cualquier característica
gramatical.
A diferencia del vocativo español, que abarca toda la frase, los del nahuatl se aplican a cada
término de la frase, como en los siguientes ejemplos:
No es necesario que todos los vocativos aplicados a una frase sean del mismo tipo. Por ejemplo,
la expresión Nopiltsé, notelpochtsé, nosentekonetsiné, ¡oh, hijo mío, mi muchacho, mi
unigénito!, aplica el sufijo Tsé a los dos primeros términos, pero forma el último con É.
23.2 Exclamativos masculinos
Los vocativos complementarios son de tres tipos: exclamativos, flexivos y pronominales.
Los vocativos masculinos son É y Tsé. Sólo los aplican los hombres en referencia a ambos
géneros. Se afijan a los sustantivos y otros tipos de términos a los que nominalizan. Asumen
como sílaba tónica, creando los únicos términos agudos del nahuatl clásico.
1. Por lo general, el vocativo É aprecia, pero también puede despreciar sin minimizar, como en
Tla’tlakollé, ¡oh, pecador! Es la única partícula modificadora que se une a los sufijos
nominales sin subrogarlos; por ejemplo:
No solo se afija a los sufijos absolutos, sino también a otros sufijos nominales o en función
nominal, como:
También se une directamente al radical cerrado, en caso de sustantivos truncos como Chontal
> Chontalé, ¡oh, extranjero! Si el radical es abierto, elide la vocal, como en Sholo > Sholé,
¡oh, esclavo!
A continuación, del saltillo, tiene dos modalidades:
b) Puede afijarse en forma opcional y equivalente a través de una I demarcativa, como en:
Una misma frase puede aplicar y omitir el interpolado, como Tloke’é Nawakeyé, ¡oh, Dueño
del Cerca y el Junto!
Observación: no hay que confundir la aplicación del vocativo Tsé con la aplicación de É a
radicales en Ts, como:
Achitsín, cosita
Iknotsín, pobre huérfano
b) Como vocativo, el sufijo Tsin tiene la misma función que el vocativo masculino É,
aplicándose a radicales de todo tipo, con dos funciones:
• Asociada a adverbios, forma vocativos neutros usados por ambos géneros como:
Los sustantivos evaluados en Tsin hacen el vocativo femenino, frecuentando la partícula; por
ejemplo: Tlakuatl, devorador > Tlakuatsin, zarigüeya > Tlakuatsitsín, ¡oh, zarigüeya!
Pipiltsitsin, niñitos
Achitsitsin, cosa sin valor
2. Las mujeres pueden enfatizar la expresión, añadiendo a Tsin el vocativo masculino É, que
pierde la fuerza tónica, de donde resulta el sufijo Tsine. En los siguientes ejemplos se destaca
la silaba tónica mediante acento ortográfico:
1. El adverbio O’, he ahí, se escribe delante del término o la frase a la que complementa, con
cuatro funciones:
a) Vocativa, seguido de un adjetivo o adverbio, para expresar aflicción; por ejemplo: O’ owi,
¡ah, difícil!
c) Interjectiva, cuando se reitera con complemento implícito o explícito para reír, como en O’
o’, kekelwi’, ¡jaja, qué cómico!
3. El adverbio Ka, ya, pues, se ubica delante del término al que modifica con tres funciones
vocativas:
Ka iska, he aquí
Ka kin, y después
Ka a’mo ka a’motsin, ¡no, en absoluto!
En esta función, sustituye al adverbio Yu’, como, y al sufijo adverbial Tika, así, como en Ka
titlako’tis, ka titekitis, ka tiksiyawis in tlaltikpak, como esclavo, como trabajador, con fatiga
(vivirás) sobre la tierra.
c) Complementa al verbo, como en Ashkan ka onok, ka itto, esto es lo que queda, lo que se
ve. En esta función, sustituye al verbo Ka’, ser, no para conjugar, sino por énfasis, como en
esta frase de Teskatlipoka: Ka nishpopoyotl, ka nitlayowalli, ka shomolli, ka nikaltechtli,
soy lo invisible, la noche, el rincón, el muro.
La expresión se puede suavizar aún más empleando el pronombre vocativo Shi, tú, como en
Ma shikmonantli ma shikmo ta’tli, sé como madre, como padre.
b) Vocativa, para remarcar una acción, como en Ma timochintin timikikan, es necesario que
todos muramos.
2. El adverbio Tla significa lo mismo que Ma, pero le aporta más vehemencia a la frase. Tiene
dos funciones:
a) Vocativa, ordenando, como en Tla sewilos amaapilol, ¡extinguid el fuego con vuestras
cubetas!
Tal como ocurre con Ma, se puede suavizar mediante el pronombre Shi, como en:
1. Shi es una interjección adoptada como honorífico de Ti, tú, pronombre al que sustituye para
marcar respeto, a la manera del “usted” del español, en expresiones en las que solicita u ordena.
Veamos ejemplos de la distinción entre las conjugaciones regular y honorífica de esa persona:
Como acabamos de estudiar, este pronombre se une a los vocativos Ma y Tla para rogar o pedir
favor; por ejemplo: Nopiltsin, ma shimokuikati, señor, cante usted.
Su función vocativa se puede acentuar mediante el sufijo Tsin, en forma simple o frecuentada;
por ejemplo:
Los interjectivos expresivos reflejan emociones primarias sin el propósito de llamar la atención
(aunque pueden servir para ello). Algunos no necesitan de un referente explícito para ser
comprendidos, pero, por lo general, aceptan un referente explicativo - nunca un título, a menos
que adopten función comunicativa. Por ejemplo: Inik i’iyak, ¡oh, qué peste!
1. No, también, asimismo. Como interjección, este adverbio es de uso femenino, equivalente al
masculino Iyo. Expresa queja, dolor, angustia o cansancio; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en No ne’watl
nikchiwas, yo también lo haré.
2. Iyo = Iyo’, sólo, formado por I, suyo + Yo’, sufijo de posesión. Como interjección, este
adverbio y su variante Yo’ es de uso masculino, equivalente al femenino No. Por ejemplo:
Iyoyawe’, ¡pobrecito!
Iyo’ tetlaokuilianié, ¡oh, misericordioso!
Observación: la función adverbial de Iyo’ se distingue por que se asocia a otros adverbios,
como en San iyo’ shopan in tlakati, sólo crece en la estación de lluvias.
3. Yawe’ = Yewe’, más, otro, formado por Ya = Ye, ya + We’, muy. Como interjección, este
adverbio expresa queja. Por lo general, enfatiza a los interjectivos No, Iyo’, pero también
funciona aislado, como en Yawe koko’, ¡ay, duele!
4. Kua = Kue, ásperamente. Como interjección, este adverbio expresa queja: Kue a’kualli,
¡ah, malo! Tiene la variante A’kua, con el mismo significado: A’kua notlaweliltic, ¡ah, soy
desdichado!
6. Telpayo’, de Telpan, dentro + Yo’, sufijo de posesión. Este sustantivo expresa lo mismo
que el anterior, y también se puede conjugar; por ejemplo: Notelpayo’, ¡ay, me lo merezco!
Observación: no hay que confundirla con su homófono Moyolik = Moiyolik, en paz, (de
Mo, se + Yolik, apaciblemente), como en San moiyolik in motla’tol, que tu palabra sea
apacible.
8. Sanen, en vano, de Sa, solo + Nen, en vano. Este adverbio expresa duda, sobre todo en
combinación con Kuish, acaso; por ejemplo: Kuish sanen noknopiltis, ¿acaso me
favorecerás?
9. Awia = Awiya = Owaya, estar contento. Como interjección, este verbo se pospone a las
expresiones, con dos funciones:
• Expresiva, empleada en los cánticos rituales y profanos para marcar gozo, como en
Kiyektenewa in tloke’ in nawake’ owaya owaya, alabemos al Dueño del Cerca y el Junto,
¡alegría, alegría!
• Imprecativa, para invocar o comunicar gozo, como en In ishkich tla’tlakatl owaya, ¡que
haya alegría en toda persona buena!
24.3 Interjectivos admirativos
Los interjectivos admirativos expresan admiración, sorpresa o espanto; algunos también
saludan y llaman. Los principales son:
1. Yu’ = Yu’ki, como, de Yu’, cómo + Ki, sufijo adverbial. Al inicio de la expresión, este
adverbio refleja una condición de intensidad o grandeza con los siguientes matices:
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en In yu’ ka’, es así.
3. Tlewi’ = Witle, ¡qué es eso!, de Tle, qué + Wi, vocativo. Esta interjección refleja susto;
por ejemplo:
4. Tleoko, ¡oh, qué es eso?, de Tle, qué, algo + Ok, aún + O pasiva. Este adverbio expresa
admiración en tono interrogativo.
5. Tlaka’se’ = Tlaka’so, quizás, del vocativo Tla + Aka’so, puede ser. Como interjección,
este adverbio expresa sorpresa por algo inesperado. Con frecuencia, es reforzado por los
adverbios San, Ye, creando las variantes Santlaka’so = Tlaka’seye’. Por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Ach akin, no sé quién
sea.
7. Mach, es posible. Como interjección, pronunciándose por separado y delante del predicado,
este adverbio expresa a la vez interrogación, duda y enfado o desconcierto. Por ejemplo: Tlein
mach tiki’toa, ¿qué diablos dices, qué cuento es ese? Posponiendo el adverbio Ye, enfatiza
al verbo en el pretérito, como en Omache’mekatikakikakatsilpia, le ataron muy recio
(Mekatika, con una cuerda + Ki, le + Kakatsilpia, atar fuertemente).
8. Kemmach, ¿cómo es posible?, de Ken, cómo + Mach. Como interjección, este adverbio
expresa sorpresa; por ejemplo: Kemmach in a’mo assemmiki’, ¿cómo es posible que no
tengas frío?
9. Yeik, cómo, de Ye, ya + Ik, sufijo adjetivo. Según el tono que se emplee, este adverbio
interroga o admira. Por ejemplo, en su acepción adverbial, la frase Yeik kualli pregunta ¿cuán
bueno es?; en la interjectiva, exclama ¡qué bueno es!
10. Inik, que, desde, hasta. Como interjección, este adverbio expresa admiración para cosas
positivas o negativas, como Inik kualli, ¡oh, qué bueno, qué cosa tan buena!
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Inik owalkis in
Tonatiu’, desde que salió el sol.
1. Makuel, que ya, de Ma, vocativo + Kuel, ya. Esta interjección se puede enfatizar,
intercalando y posponiendo el adverbio Ye, lo que produce las variantes Mayekuel, Makuele’
(por Makuelye’), Mayekuele’ (por Mayekuelye’). Se usa en dos sentidos:
• Para desear el cumplimiento de una acción, como en Makuel nitlapoa, ¡ojalá yo cuente!
• Para incitar a la acción, como en Makuele’ toltekayé, ¡oh, toltecas, adelante!
2. Tlakuel, que ya, de Tla, vocativo + Kuel. Esta interjección también se enfatiza posponiendo
el adverbio Ye: Tlakuele’ (por Tlakuelye’). Tiene el mismo sentido que Makuel:
Combinado con otros vocativos, Tlakuel enfatiza la exclamación y puede llamar; por ejemplo:
Tlakuel tla shiwallau’ tlashikkapan, ¡eh tú, aporreado, ven!, conjuro al tabaco
3. Manyu’mechiwa, que así sea hecho, expresión ritual compuesta de Man, aféresis de
Niman, esto + Yu’, como + Mechiwa por Mochiwa, se haga, ocurra.
4. Maok, al menos, de Ma + Ok, aún. Como interjección, este adverbio también se enfatiza
posponiendo el adverbio Ye, lo que produce las variantes Maoke’ (por Maokye’) y Make’.
Tiene los mismos sentidos que Makuel y Tlakuel:
5. Tel, pero. Como interjección, este adverbio consuela y expresa o solicita excusa, siendo
equivalente al “perdone usted” del español. Por ejemplo:
6. Kayekualli, que sea para bien, imprecación de buen augurio no salutativa, compuesta por
el vocativo Ka + Ye, ya + Kualli, bueno.
7. Chich. Esta expresión se usaba exclusivamente en los ritos, para invocar a los cuatro vientos
como augurio. Sahagún lo describe así:
Parece un enfático trunco de Chichtli, silbato, brujo, pero también es posible que sea una
importación del maya, donde Chich es un saludo ritual y significa precisamente invocar,
augurar.
8. Moknelili’, por favor, expresión que invoca el favor de otro, de Iknelia, hacer un favor.
Ejemplo: Moknelili’ totla’to’kau’, ¡protégeme, soberano!
9. Tawi, por favor, aféresis de I’tawi’, invocar favor. Según Molina, este adverbio sirve para
saludar o llamar en general. Alarcón añade que se empleaba como exclamación ritual para
atraer el favor de los cargadores de los rumbos:
“Concluyen (el conjuro) dando voces hacia las cuatro partes del mundo, pronunciando esta
voz Tahui, cuatro voces.” (Tratado de las Supersticiones)
3. Nopiltsé, de No + Pilli, hijo + Tsé. Llama y saluda a un niño o joven: Nopiltsé tlapaliwi,
¡eh, joven!
4. Tokné, de To, nuestro + Ikniu’, amigo + É. Llama y saluda a alguien del mismo rango:
Tokné nowikal, ¡eh, compañero!
5. Ane. Esta interjección llama la atención sin saludar: Ane ompa, ¡eh, los de allá!
6. Nik = Nika, he aquí, apócope de Nikan, aquí. Como interjección, este adverbio llama la
atención sin saludar. Se puede enfatizar mediante el verbo Ka’, ser, produciendo la variante
Nikka. Por ejemplo: Nikka’ te’watl nokniu’, ¡eh, usted, amigo!
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Nik wel itta, me parece
bien. Tampoco con la conjugación Nika, yo estoy, como en Tetlan nika, estoy acompañado.
7. Yekkue, de Yek, ya + Kue. Esta interjección llama sin saludar: Yekkue nikan, ¡eh, aquí!
8. Ayo. Como la anterior, esta interjección llama sin saludar: Ayo shikaki, ¡eh, oye!
1. Tla’palwi = Tlapaloa, saludar, honrar. Como interjección, este verbo expresa el saludo
formal y puede conjugarse; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este uso con el verbal, como en Motla’palwis, él será
dichoso.
2. Nemoa, que todos estén bien. Se emplea para saludar, pero contiene también un sentido
imprecativo, pues expresa deseo de cumplimiento.
3. Tlamatka, que haya paz, un uso interjectivo del adverbio Tlamatka, apaciblemente.
4. Pakkayelia, que haya alegría o salud, un uso interjectivo del verbo Pakkayelia, sentirse
bien.
5. Wi = Wi’. Como estudiamos, esta interjección sirve como admirativo, pero también puede
saludar informalmente y llamar, admitiendo las variantes Wia = Wiya. Por ejemplo: Wia
witsnawak telpochtla’, ¡saludos, joven del Sur!, invocación a Witsilopochtli.
Observación: no hay que confundir esta interjección con el imperfecto de Yau’, ir, como
en Ompa wiya in ilwikak, él iba al cielo.
6. Tlaye, ¡bienvenido!, de Tla, vocativo + Ye. Esta interjección saluda a quienes llegan; por
ejemplo: Tlaye we’kakayotl, ¡bienvenido, peregrino!
7. Yolikatzin, que sea en paz, de Yolika, en paz + Tsin, vocativo. Como interjección y en
conjugación, este sustantivo tiene dos usos:
8. Au’, y. Este adverbio, pronunciado con dos sílabas, así como su reverencial Au’tsin, tienen
tres funciones apelativas:
Observación: no hay que confundir estas funciones con la vinculativa, en cuyo caso, Au’ se
pronuncia en una sola sílaba; por ejemplo: Au’ inik wel moyollo’, y, por mi buen corazón.
10. Kualli, gracias, uso interjectivo del sustantivo Kualli, bueno, para agradecer en forma
coloquial o incidental.
Capítulo 25. El recurso de la cuantificación
25.1 Tipos de plural
Los sustantivos impersonales no necesitan marcas para expresar el plural; así, según el
contexto, Ilnamikamatl significa el calendario o los calendarios (lit., libro de recuerdos, de
Ilnamiki, recordar + Amatl, hoja, carta). Esto vale incluso para los sustantivos animados; por
ejemplo, en en la expresión Ome siwayolki, dos animales hembras, no es necesario añadir un
sufijo plural al termino Siwayolki.
Sin embargo, los sustantivos personales requieren de sufijos para expresar una pluralidad
indefinida, que se puede definir mediante adjetivos numéricos; por ejemplo: Wewentli,
anciano > Wewentin’, ancianos > Yei wewentin’, tres ancianos.
Es de notar que, la distinción que hace el nahuatl clásico entre los sustantivos personales e
impersonales comenzó a desaparecer desde la invasión por influencia del español, como
testimonia Fray Manuel Pérez:
“Todos los que no son cosas animadas no tienen plural, según el origen del idioma. Pero,
como al día de hoy están amoldados al nuestro, suelen pluralizarlos, aunque sean de cosas
inanimadas.” (Arte del Idioma Mexicano)
En esto no hemos de encontrar tanto una carencia del nahuatl como un cambio profundo en la
cosmovisión, que cosificó al mundo inanimado, anteriormente interpretado de modo genérico.
Las variantes modernas de la lengua pluralizan todos los sustantivos, pero no conforme a las
reglas de aplicación del plural, sino de modo simplificado: algunas comunidades hacen el plural
Tin y otras en Me’, pero no emplean ambos sufijos.
El plural nahuatl es más complejo que el español, pues, además de abundancia, describe su
índole. No es lo mismo pluralizar un grupo indiferenciado de personas (Tlaka’) que un grupo
de esclavos, relacionados por su profesión (Tlakawan, solo en composición), o un grupo de
nacidos, relacionados por su condición (Tlakatke’, solo en composición). Tal complejidad se
resuelve con siete formas de hacer el plural, organizadas en tres grupos:
• Los genéricos Tin, In y Me’ aluden a conjuntos de personas o cosas personalizadas que no
tienen relación entre sí.
• Los plurales de posesión Wan y Ke’ aluden a conjuntos de personas relacionadas por
parentesco, profesión o condición.
• Los plurales enfáticos consisten en la aplicación del saltillo y la frecuentación de una sílaba.
Respecto a su etimología, notamos lo siguientes:
• Cuatro sufijos plurales (Tin, In, Me’, Wan) se forman a partir del articulo In o de su nasal,
que, en Me’, muta a M por preceder a vocal.
• Tres se forman a partir de sufijos de posesión: Me’ y Ke’ lo hacen en E’, y Wan lo hace en
Wa’.
Kakatsak, persona negra > Teokakatsaktin, negros divinos (apodo de los negros que
llegaron durante la invasión)
Kuekuech, impúdico > Kuekuechtin, impúdicos
Kakawalli, viudo > Kakawaltin, viudos
Estlapiktli, falso linaje > Estlapiktin, los bastardos, gentilicio
Tlakanepapantli, extraño > Tlakanepapantin, extranjeros
Wishto’tli, olmeca > Wishto’tin, los olmecas
Siwapilli, princesa > Siwapipiltin, mujeres muertas en el parto
Es de notar que, en ocasiones, el sufijo Tin no cuantifica, sino enfatiza un tamaño grande o
pequeño, como en:
1. Adverbios formados con el sufijo I, como Iski, tanto, mucho > Iskin, todos. Si cuantifican,
estos adverbios tienen opciones en In, In + Tin y Tin, si el radical es cerrado; por ejemplo:
a) Para marcar un plural no es explícita. Por ejemplo, Achikin, un poco después, plural de
Achik, de inmediato, no se refiere a un conjunto de momentos, sino a lo que viene después de
ellos. Otros ejemplos:
En algunos casos, la distinción entre las formas singular y plural desaparece, usándose
cualquiera de ellas a opción; por ejemplo:
3. Este sufijo también se aplica para pluralizar sustantivos animados impersonales de radical
abierto y cerrado. Tal uso converge con la adición del sufijo nominal In, pues, en este tipo de
sustantivos, se sobreentiende la pluralidad. Por ejemplo, Tolin designa tanto al junco como al
macizo de juncos. Sin embargo, hay aplicaciones con un sentido plural más obvio, como:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo plural In con los siguientes casos:
Seme’, algunos
Chi’chikuasemme’, seis por seis
Observación: no hay que confundir este sufijo con casos homófonos como:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con radicales en Wan como
Yowalli, noche + Tlawana, beber = Yowallawan, el que se bebe la noche, nombre divino.
1. Sustantivos de posesión en Wa’, E’, Yo’, en convivencia con estos sufijos; por ejemplo:
2. Sustantivos formados con los sufijos titulares Ti’ y Ki, elidiendo la I del último; por ejemplo:
b) Nominalización de verbos y pasivos para formar títulos o describir a quienes actúan o reciben
la acción; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con los radicales en K que
adoptan el sufijo de posesión E’, como:
En particular, este plural describe objetos formados por una duplicidad, como:
Observación: no hay que confundir este uso con los truncos de radicales en saltillo, como:
1. Para indicar atributos personales o por constituir nombre propio, como explica Carochi:
“No tienen plural los nombres de cosas inanimadas, y si hay algunos que los tengan, son raros,
porque pensaron por ventura que eran animados, como lo cielos, las estrellas, etcétera. Y
cuando estos nombres de cosas inanimadas por metáfora se aplican a personas, tienen también
plural.” (o. c.)
2. Para indicar colectivos de seres animados, sea por pluralización directa del nombre del
animal, o de alguno de sus atributos. En estos casos, el sufijo plural no personaliza al sustantivo.
Por ejemplo:
3. Para crear sustantivos evaluados que, por lo general, califican conjuntos de semillas, hojas,
etcétera. Este caso aplica, sobre todo, al frecuentado del evaluativo de pequeñez Ton;
por ejemplo:
4. También se aplica plural a ciertos términos relacionados con la cultura y la Naturaleza que
incursionan en el campo religioso, como:
También se pueden infijar sin perder su sentido. Por ejemplo, el verbo Siwa’tlani, buscar
esposa, contiene el plural Siwa’, mujeres, que sugiere una acción reiterada o una selección
entre varias mujeres.
Por lo general, estos casos se forman por la adición de una partícula modificadora al sufijo
Wan y al trunco con saltillo. Si dicha partícula no es otro sufijo plural, el resultado es un
sustantivo singular que contiene una pluralidad; por ejemplo:
Kuau’tle[wan]itl, águila de fuego, nombre divino (de Kuau’tli, águila + Tlewanitl, fuego
vivo)
Ayo[tin]chan, su lugar del sumidero, laguna de Tepepolco (de Ayotia, sumergir + In, su +
Chan, sufijo locativo)
Tlaltikpa[ke’]katsintli, el señor de la tierra, apodo de Teskatlipoka (de Tlaltikpak, sobre
la tierra + E’, sufijo de posesión + Ka, ligativo + Tsintli, sufijo evaluativo)
1. La excepción irregular tiene lugar cuando se aplica un plural no reglamentario sin opción
reglamentaria. Por ejemplo:
2. La sinonimia ocurre cuando se pueden aplicar varios sufijos plurales al mismo término,
produciendo sinónimos como:
Este fenómeno ocurre, sobre todo, entre los sufijos profesionales Ke’ y trunco con saltillo, ya
que ambos tienen una función similar; por ejemplo: Kolwake’ = Kolwa’, culuacanos.
Observación: no hay que confundir estos casos con la convergencia, cuando diversos radicales
producen dos formas plurales con el mimo sentido. Por ejemplo:
Tepetl, montaña > Tepeme’, montañas, ciertas estatuas votivas / Tetepe’, montañas,
cordillera
Koatl, serpiente > Koame’, serpientes, las energías divinas / Kokoa’, nido de serpientes
Koyotl, coyote > Koyome’, coyotes, apodo de los naguales / Kokoyo’, jauría de coyotes
4. La excepción por afinidad fónica tiene lugar cuando el radical manifiesta afinidad por un
sufijo que no es el que le corresponde en regla; hay dos casos:
a) Los radicales en nasal adoptan por regla el sufijo Tin, pero la nasal permite hacer síntesis
con Me’. En algunos casos se mantiene la opción; por ejemplo:
b) Los radicales en U’ adoptan por regla el sufijo Tin, pero su terminación es afín al sufijo
Wan, lo que produce opciones como:
Observación: el nahuatl clásico mostraba una tendencia a normalizar el uso de los sufijos
plurales que fue interrumpida por la invasión, debido a la forma tan diferente como pluraliza
el español. En mi opinión, los esfuerzos de rescate de la lengua deben continuar esa tendencia,
evitando, sobre todo, la excepción irregular, incluso si se encuentra documentada en las fuentes.
Capítulo 26. El énfasis por frecuentación
26.1 Duplicados no frecuentados
El nahuatl tiene dos recursos cuya función es enfatizar el sentido del término: la frecuentación
y el truncado.
La frecuentación consiste en duplicar una sílaba del término; ya la conocimos respecto a cierta
forma de hacer el plural. Para entenderla mejor, aclaremos lo siguiente: todo término
frecuentado tiene una sílaba doble, pero no todo término con sílaba doble es un frecuentado,
pues la reiteración de la sílaba también puede ocurrir por las siguientes razones:
1. Por consistir en una A larga, como en Aaktiou’, ir corriendo. En este caso, la A larga es
característica de la raíz, no producto del frecuentado de Aktia, introducir.
2. Por incorporación, como en Masatl, venado + Sakatl, hierba = Masasakatl, hierba del
venado.
4. Por contener la raíz una sílaba doble, como en Tototl, ave. Estos casos generalmente son
herencia de un frecuentado anterior a la lengua.
Para evitar confusión, en este estudio llamamos frecuentado a la sílaba que se duplica por
énfasis, y duplicado a la sílaba que se duplica por alguna otra razón.
Observaciones: no hay que confundir la frecuentación con otros fenómenos, sobre todo, en
caso de homófonos. Por ejemplo, Altia, bañarse, da origen a la aglutinación Aaltia, bañarse
en agua (con Atl, agua) y al enfático Aaltia, bañarse mucho.
2. Si el diptongo termina en vocal débil, el primer elemento del par la elide. Por ejemplo: Shou’,
raíz relativa al verdor y la libertad > Shoshou’ki, verde-azul, libre.
3. Si la sílaba termina en vocal fuerte, se intercala un saltillo entre ambos elementos; por
ejemplo: Ekatl, aire > E’ekatl, viento.
Por lo general, el frecuentado se practica en la primera sílaba del radical, que es la que tiene
mayor peso semántico. Sin embargo, si el componente del término que se enfatiza no es el
primero, entonces el frecuentado puede ubicarse en su interior. Por ejemplo, el sustantivo
Siwatlakitl, ropa de mujer (de Siwatl, mujer + Tlakitl, vestido), se puede frecuentar en su
primer componente o en el segundo: Sisiwatlakitl, la ropa de las mujeres / Siwatlatlatkitl, los
vestidos de la mujer. Otros ejemplos:
Como es obvio, si al término se le antepone una partícula o término, la sílaba frecuentada pasa
al interior; por ejemplo:
Tsitsimitl, flechas que encajan > Tsitsmitl, diosa madre, contraparte de Weweteotl
Pi’tli, hermana mayor + Tontli, sufijo diminutivo = Piptontli (por Pipi’tontli), hermana del
bisabuelo
26.3 El sentido de la frecuentación
Desde el punto de vista semántico, la frecuentación es una iteración, es decir, un reforzamiento
del sentido que no a modifica la característica gramatical del término. No obstante, en ciertos
casos, puede comunicar una función nominal, o aplicar o extender el sentido; por ejemplo:
Si el término tiene diversas acepciones, estas pueden pasar a su frecuentado. Por ejemplo,
Sisi’tli, frecuentado de Si’tli, abuela, liebre, es plural si se aplica al animal (liebres) y singular
reiterado si se refiere a la persona (bisabuela). Sin embargo es más común que el frecuentado
desarrolle una de las acepciones del término, como en:
De modo general, se distinguen cinco tipos básicos de frecuentado que, con frecuencia,
convergen: plural, reiterativo, atributivo, titular y estrenuo. Ya estudiamos el primero de ellos
en el capítulo anterior: el frecuentado plural, que describe una pluralidad o colectividad en
términos personales e impersonales, animados e inanimados a los que personifica, como en
Koatl, serpiente > Kokoa’, serpientes. Veamos los otros tipos:
Se exceptúan el 3 y sus composiciones, que no llevan sufijo plural: Ei, tres > E’ei = Eei, tres
por tres, y el 1, pues su exponente no tiene sentido.
5. El reiterativo de acción describe acciones repetidas o extendidas, o sus efectos. Por ejemplo,
Memetl, maguey cultivado (enfático de Metl, maguey), contiene la idea de surcos ordenados
de cultivo. Otros ejemplos:
3. El atributivo comparativo indica que dos cosas comparten atributos; por ejemplo:
1. Nombres genéricos que suelen tener un sentido coloquial, admirativo o peyorativo. A veces,
también reciben énfasis por truncado. Por ejemplo:
Observación: no hay que confundir el frecuentado que constituye título con el título que
aprovecha un frecuentado, como:
1. Para enfatizar los atributos de término modificado, en número singular; por ejemplo:
26.9 Hiperfrecuentados
El frecuentado se puede aplicar dos veces al mismo término, resultando verbos y adjetivos
hiperfrecuentados. Estos casos son de dos tipos: triplicados y doble frecuentados.
Pitsa, soplar > Pipitsa, resoplar (intensificativo) > Pipipitsa, gritar el ratón (acotador)
Chiltik, como chile > Chichiltik, rojo (atributivo) > Chichichiltik, cosas rojas (plural)
Tsimitl, rayo solar > Tsitsimitl, demonio (titular) > Tsitsitsimi’, demonios (plural)
Kui, esgrafiar > Kuikui, labrar, esculpir (intensificativo) > Kuikuikui, esculpir en redondo
(acotador)
Tlapalpa, teñir, tener color > Tlatlapalpowi, tener colores (plural) > Tlatlatlapalpowi,
tener muchos colores (superlativo)
Shamania, cascar, quebrar > Shashamaka, hacer ruido el agua o el vientre (acotador) >
Shashashamaka, crepitar, crujir (intensificativo)
Observación: no hay que confundir los hiperfrecuentados con sus homófonos formados por
incorporación, como:
26.11 Duplicados
La nominalización de un frecuentado con el propósito de producir titulos o expresar el resultado
de una acción enfatizada pierde el énfasis, convirtiéndose en un caso de duplicado o triplicado
no enfático, ya que sílaba reiterada no tiene el propósito de enfatizar a ese termino. Estos casos
se reconocen porque la reducción del duplicado o el triplicado da como resultado un término
inexistente o con un sentido no directamente relacionado. Por ejemplo, Popo’tia, unir tallos,
frecuentado de Poa, tallo de hierba, da origen al duplicado (no enfático) Popotl, escoba. Otros
ejemplos:
“Hay algunos nombres imperfectos y mutilos, porque les falta su final Tl, Tli, que se dicen por
mofa y vituperio, o denotan falta de la persona.” (o. c.)
Este recurso tiene una función parecida a la del frecuentado, enfatizando aspectos positivos,
negativos o neutros del sentido del término.
Observación: no hay que confundir los truncos enfáticos con los siguientes casos:
• La posesión, pues subroga el sufijo nominal. Esto es más importante en ciertos sustantivos
que funcionan solo en posesión; en los siguientes ejemplos se muestran entre paréntesis los
formas absolutas teóricas:
Son propios ciertos títulos que carecen de sufijo nominal y sólo tienen forma enfática, como:
Alo, loro
Tosnene, papagayo
Tlilka, perro negro
Sentla’kol, mitad
Algunos títulos se forman de términos importados de otras lenguas, llegando al nahuatl con
una carga enfática que no requiere nominalización, como:
Es necesario aclarar que algunos sustantivos que parecen truncos, en verdad son casos de
síncopa del sustantivo In. Estos se dividen en dos grupos:
Mayaken, lobo
Chilpan, avispa
Tosan, tusa, cierto tipo de rata
Chian = Chien, semilla aceitosa
Toposan, tepozán
2. En los radicales cerrados, el sufijo In pierde la N por la debilidad intrínseca a esta consonante
en tal posición; por ejemplo:
1. En la sinonimia total, el trunco conserva el sentido de origen, pero se aplica de modo informal
o peyorativo; por ejemplo:
¹ No hay que confundirlo con el verbo Chi’cha, escupir. A través de los españoles, el sustantivo
trunco pasó a las lenguas sudamericanas, dando nombre a diversas bebidas nativas.
2. Los sinónimos parciales comparten el sentido, pero el trunco lo especializa. Por ejemplo,
Ishneshtli = Ishnesh, cara de ceniza, se aplica en forma sufija a quien peca a escondidas, y
trunca, como apodo del dios Wewekoyotl. Otros ejemplos:
3. Los truncos aplicativos aplican el sentido básico en forma causal, o por metáfora o tropo;
por ejemplo:
El truncado puede hacer que se pierdan acepciones, de donde resultan sinónimos estrictos
acotados, como Senkamatl, bocado, palabra > Senkama, bocado. Y a la inversa: un trunco
puede adquirir nuevos sentidos, permitiendo que convivan diversas formas de sinonimia, como
Kuatesontik, calvo, tonsurado > Kuateson, tonsurado, hermano lego.
Un trunco puede compartir el sentido descriptivo con el desprecio o el aprecio, como ocurre
con algunos evaluados que estudiaremos en el capítulo siguiente, en los que el tamaño implica
cualidad.
Los truncos descriptivos describen la forma, el tamaño, la extensión o algún componente del
término sufijo; también aplican o intensifican el sentido básico sin calificarlo. Por ejemplo:
Los truncos calificativos describen una condición, aportando un matiz emocional o moral, o
un tono coloquial. Algunos funcionan como adjetivos. La calificación puede ser apreciativa o
despectiva.
Los truncos apreciativos enfatizan buenas cualidades o se usan en señal de afecto, confianza o
respeto; por ejemplo:
Los truncos despectivos enfatizan o aportan malas cualidades, cayendo con frecuencia en lo
peyorativos. Este tipo de calificación puede hacerse de dos maneras:
1. Por deducción, cuando la condición deriva directamente del sentido de la forma sufija,
como en:
En este grupo entran los mutilos atributivos que describen características humanas.
c) Aplicados, los que solo se emplean como nombre propio la forma trunca, sinónima de la
sufija, como los siguientes nombres divinos:
1. Los concretos son aplicaciones de sustantivos concretos cuyo sentido conservan, como los
siguientes nombres propios:
2. Los concretizados son aplicaciones de una abstracción cuyo sentido se concretiza por la
pérdida del sufijo, como los siguientes títulos:
Por su expresividad, la combinación de ambos tipos de énfasis puede ser suficiente para indicar
el sentido, deshaciendo una composición. Por ejemplo, el sustantivo no enfático
Shikaltekompapalotl, variedad de mariposa (de Shikaltekomatl, vasija para beber +
Papalotl, mariposa), se frecuenta y trunca en Shikaltetekon, perdiendo el componente
Papalotl, pero conservando el sentido de la forma sufija.
1. Evaluados, los truncos de todo tipo que adquieren sufijos evaluativos, como Nanawa’ >
Nanawatsin, bubosillo. Los estudiaremos con más detalle en el siguiente capítulo.
2. Absolutos, los escasos truncos propios que adquieren sufijos absolutos para describir
sentidos derivados o funcionar como títulos o nombres propios. Por ejemplo, el caracol llamado
Ayo’palli es un renominado del trunco Ayo’pal, de color naranja-violeta, formado de Ayo’tli,
calabaza + Palli, teñido. Otros ejemplos:
Estos evaluativos se unen a términos de todo tipo; los sustantivos y verbos dan origen a
sustantivos, pero, cuando se aplican a adjetivos y adverbios, en ocasiones se limitan a matizar
el atributo; por ejemplo:
Los sufijos evaluativos pueden adquirir un sufijo nominal absoluto, como Pilli, niño > Piltsin
= Piltsintli, niñito. Los evaluativos en L también admiten el sufijo In, como Tama, raíz relativa
a la masa > Tamasolin, sapo.
Se exceptúan los sustantivos truncos y los que funcionan como nombres propios, salvo
excepciones. Estos solo reciben el evaluativo trunco, como Chichi, perro > Chichiton, perrito.
Por lo general, las formas truncas y renominadas equivalen: Atsin = Atsintli, agüita, gota. Sin
embargo, también pueden connotar diferencia semántica o de uso, como en:
Observación: no hay que confundir los sufijos evaluativos con los radicales de terminación
homófona, como Yakatopil, ave de pico largo (de Topilli, bastón).
a) Si el atributo del término es neutro, se le añade, como en Mimiltik, cilíndrico > Mimilpil,
pequeño y cilíndrico.
b) Si el atributo connota elevación, lo atenúa, como en Kostik, amarillo > Kospil, amarillento,
un poco amarillo.
Con frecuencia, estos modos se mezclan, deslindándose por el contexto; por ejemplo, el
evaluado de Wiak, largo, es atenuante en la frase Wiakapil, a’mo wiak inin mekatl, esa
cuerda no es muy larga, pero suma su sentido en Wiakapil in kuetlashkolli, la lombriz de
tierra es pequeña y larga.
2. La modalidad afectiva connota juventud, fragilidad o ternura, implique o no un tamaño
pequeño; por ejemplo:
Este sufijo se frecuenta para acentuar el atributo, como en Achipil, poquito > Achipipil, casi
nada, o para pluralizar, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con la afijación de Pilli, como
en:
Este sufijo se puede aplicar de dos modos: trunco y con sufijo nominal.
1. El modo trunco crea títulos en los que indica pequeñez, ternura, gracia, preciosidad o algo
que inspira lástima, como:
2. Si se le añade sufijo nominal, este evaluativo indica una porción o límite, como en:
Este sufijo se frecuenta para enfatizar el atributo de ternura en Meshoshochtli, maguey verde
(de Metl, maguey). De modo excepcional, ocupa posición prefija en Wikolli, vaso >
Shoshochwikolli, vasito.
1. Como aplicación del sentido básico de su término de origen, indica compasión o condición
humilde o despreciable. Por ejemplo:
Esta modalidad crea títulos como Ta’tsin, respetable padre, y nombres propios como:
Kentsin, elegante
Istakatsintli, blanco
Teuksintli, señor
Atonaltsin, febril
Kinantsin, poderoso
Tlakateotsin, humano divino
Tlalolintsin, temblor de tierra
Asociada a adverbios, esta modalidad expresa admiración y sirve de vocativo femenino, según
ya estudiamos; por ejemplo:
Yo’yolitsitsin, insecto
Tepitsitsin, átomo (lit., muy muy pequeño)
2. Para pluralizar, como en Ye’watl, él, ella > Ye’wantsitsin, ellos, ellas. Puede adquirir sufijo
plural, en cuyo caso se elide la N del segundo elemento del frecuentado; por ejemplo:
Masewaltsitsiwan, los repetables macehuales.
Mashtlaton, pañito
Chachaton, pequeño saltamontes
Esta modalidad se suma a atributos neutros como Kayaktik, enrarecido, esparcido >
Kayakton, poco y enrarecido. Atenúa atributos elevados como Kualli, bueno > Kualton, más
o menos, bastante bueno. Acentúa atributos que connotan pequeñez, como Witstli, espina >
Witstoton, de extremo puntiagudo. También puede adoptar dos de estas modalidades,
deslindables por el contexto; por ejemplo: Kuitlatolontik, grueso > Kuitlatolonton, un
poquito grueso / pequeño y grueso.
Esta función también crea nombres propios, como los fantasmas de mal agüero llamados:
Kuitlapanto, espalditas
Sintana’ton, cestita de maíz
Sentlapachton, enanito
Por excepción, este sufijo precede al radical en Pia’tli, cesta profunda > Tonpia’tli, cestita
profunda. También de modo excepcional, introduce otros sentidos como:
Aki’toton, pequeños
Chapoltoton, pequeños saltamontes
Tepiktoton, figurillas de montañas de uso ritual
Ayatotontli, pequeñas mantas de fibra de maguey
El frecuentado pluraliza y desprecia; por ejemplo: Amatl, papel > Amatsotsolli, pedazos
desechados de papel.
Este sufijo se lexicaliza, formando términos que desarrollan sus sentidos como:
Observación: no hay que confundir este sufijo con radicales en Tsol, como Pitsolli, beso (de
Pitsoa, besar).
1. Indica deterioro, tosquedad o condición inferior, tanto física como moral, sobre todo si se
aplica en forma trunca; por ejemplo:
Este sufijo no se frecuenta por énfasis o plural, pero sí sus lexicalizaciones, como:
Sosolli, suciedad
Sosolko, en la basura
b) Honorífica, cuando evalúa un tamaño moral que puede o no estar vinculado al literal;
por ejemplo:
Wetsin, respetable
Wemak, gran don (de Maktli, don)
Weman, gran ofrenda (de Mana, ofrecer)
Por excepción, este evaluativo se torna despectivo en Wepantli = We’pamitl, haz, mazo, viga
grande y tosca.
Wewe’, viejo
We’wei, muy grande, lejano o viejo
Wewetilistli, vejez, un ciclo calendárico
Wewemekayotl, linaje
We’we’ka, muy lejos
Wewe’kau’tika, ocasional o raramente
Observación: no hay que confundir este prefijo con radicales comenzados en We y sus
frecuentados, como:
Wesholotl, pavo
Wekolli = Wekpalli, coa, bastón para arar (de Wik, contra, hacia)
Wewetsi, caer
Wewelik, suavemente perfumado
Al recibir el sufijo nominal, se atenúa o aplica el carácter evaluativo de este sufijo; por ejemplo:
Ketsa, levantarse > Telketsa, espantar / Tilketsa, golpear el suelo con algo
Akti, meter > Telaktli, tortilla gruesa / Tilaktik, muy grueso
Este prefijo tiene dos funciones:
1. Neutra, cuando describe una condición de grosor, crecimiento o fuerza, sin connotación
despectiva; por ejemplo:
Por lo general, la función peyorativa recurre al frecuentado para intensificar; por ejemplo:
Chiwa, hacer + Tika, sufijo advebial > Tetelchiwalistika, con desprecio, difamando
Iksa, pisar, hollar > Teteliksani, resistirse dando patadas
Ki, pronombre + K, sufijo adjetivo > Tetelkik, duro, rugoso, rudo
Telwia, golpear
Teloa, abofetear
Tetelli, pirámide de piedras
Tilawa, engrosar
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con homófonos como:
Tilma’tli, manta
Telpan, en el pecho, de To, nuestro + Elli, pecho + Pan, sufijo locativo.
Achtontli, antepasado
Achto, delante, en primer lugar
Achtik, que tiene raíz o extremo
Aachti, estar al servicio de alguien
Observación: no hay que confundir el uso de este prefijo con términos derivados
de Achtli, grano, semilla, ni con la composición Achikualli, mejor, de Achi, un
poco + Kualli, bueno.
Como vemos en los ejemplos anteriores, a diferencia del sufijo Po’, que produce sustantivos,
el sufijo Teu’ únicamente produce adverbios. Sin embargo, puede sustantivarse por adquisición
del sufijo absoluto o del plural Tin, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación del evaluativo Teu’ con términos compuestos
con el radical Teu’, relativo al polvo, como Teu’tika, en el polvo, en el vicio, o con el
prefijo Te, relativo a personas, como Teu’tia, advertir, prevenir.
28.14 Hiperevaluados
Dos o tres partículas evaluativas pueden afijarse, creando términos hiperevaluados. Dicha
convivencia es de dos tipos:
2. Flexiva, cuando la afijación tiene el propósito de confirmar el sentido del término o introducir
uno nuevo. Desde el punto de vista estructural, estos casos son de dos tipos: