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EN TORNO AL APOCALIPSIS
Por:
Febrero, 2010.
Punto 1: Fecha de composición del libro Apocalipsis.
Distintas versiones concuerdan en afirmar que el libro fue escrito hacia finales del siglo
primero de nuestra era, y aunque no se precisa exactamente un año definitivo, La Biblia
Latinoamericana y el autor José Bortoloni señalan el año 95. Lo que parece cierto, en todo
caso, es que, como ya se dijo, la composición del libro data seguramente de un período
que va desde el comienzo de la última década del siglo I hasta principios del II, cuando las
persecuciones romanas se hicieron más cruentas en tiempos del emperador Domiciano
(que fue César del imperio romano a finales del siglo I). Fue por cierto el primer
emperador que persiguió abiertamente a los cristianos en todo el imperio (años 94-95)
Dado que se observa en el libro la emisión de siete mensajes a siete iglesias, se podría
pensar que las destinatarias son efectivamente las iglesias asiáticas mencionadas. Sin
embargo, la realidad parece más profunda. Al parecer (y según la Biblia Latinoamericana),
“eran más de siete las iglesias de Asia. Pero siete designa una plenitud, y las siete
representan, pues, a todas las comunidades cristianas”. Esta sería entonces una clave
para responder la pregunta sobre los destinatarios. Como se ha dicho en el punto uno del
presente trabajo, el libro se redacta en un período donde recrudece la persecución (ahora
abierta, por cierto) a los cristianos por parte del poder romano, pero también se sabe que
la comunidad se ha mezclado con gente de distinta procedencia y culto. En este sentido,
uniendo ambos elementos en el contexto de las comunidades cristianas de finales del
siglo I, se podría hablar perfectamente de una crisis en ellas (miedo, pérdida de fe,
coqueteo con otros cultos, desapariciones físicas, dispersión, etc). La Biblia
Latinoamericana dice: “El Apocalipsis se dirige a cristianos que empiezan a sufrir por su
fe, y les muestra a Cristo como el modelo que están imitando” (subrayado mío). Las siete
iglesias representarían más bien siete problemas o conflictos que el autor del Apocalipsis
quiere afrontar dirigiéndose a las comunidades cristianas de la época, con la finalidad de
darles ánimos para resistir y testimoniar (en el sentido de denunciar). Según Bortolini, “el
libro del Apocalipsis pretende ser un libro de denuncia profética que lleva a resistir. Sin
esta clave, pierde toda la fuerza que estimuló a los profetas del pasado y del presente. De
hecho, el autor del Apocalipsis se considera profeta (cf. 10,11), y quiere igualmente que
todas las comunidades profeticen”. En síntesis: el libro se dirige a las comunidades
cristianas de finales del siglo I en Asia con el propósito de animarlas a resistir la opresión
del poder romano y las dudas de fe que pudieron estar presentes a partir del contacto con
otros cultos. Es un libro que invita a la urgente resistencia fundamentada en la figura de
Jesucristo como vencedor de la muerte. Al respecto, concluyo con una cita extraída de
internet: “Por ello, el Apocalipsis conllevaría también un trasfondo histórico que haría
referencias múltiples a estas persecuciones y a los consejos que el autor daría a sus
lectores, cristianos, de mantenerse en la fe para soportar las angustias, poniendo la
esperanza final de la nueva Jerusalén como premio seguro para los que fueran firmes
(Prévost, 2001)”
“Se pueden reconocer en el Apocalipsis siete series de siete elementos cada una,
distribuidas en cuatro grandes partes:
Puntos importantes: la rotura de los cuatro primeros sellos, el clamor de los mártires (5to
sello) y la respuesta de Dios al clamor (6to sello).
Puntos importantes: la primera señal (la Mujer 12,1), la segunda señal (el Dragón 12,3), la
tercera señal (los siete Ángeles con las siete plagas, 15,1).
Punto importante: Cristo juzga y vence a las fuerzas del mal y prepara la victoria de las
comunidades-esposas del Cordero.
Epílogo (22,6-21).
Adicionalmente, según referencia en internet acerca del autor Läpple (1970), encontramos
la estructura septenaria del Apocalipsis, que se expone a continuación:
4. El cuarto sello (el jinete del caballo verde o amarillo) (Ap 6:7-8)
6. La sexta trompeta (el segundo ¡Ay!, que se prolonga durante los 3 excursos
siguientes) (Ap 9:13-21)
7. Visión del Hijo del Hombre y la Siega por parte de Tres Ángeles (Ap 14:14-20)
1. Visión del Cielo abierto y del Verbo de Dios (sobre un caballo blanco) (Ap 19:11-
16)
2. Visión del Ángel Exterminador (Ap 19:17-18)
3. Visión de la Bestia y de su Derrota (Ap 19:19-21)
4. Visión del Reinado de Mil Años y juicio a Gog y Magog (Ap 20:1-8)
La figura central del libro sin duda es Jesucristo. Y es una figura triunfante. Tal triunfo o
gloria pienso que viene dado por haber vencido a la muerte, es decir, se trata de un Jesús
resucitado, un Cristo (condición que queda representada ya desde el capítulo 1 con la
visión de Juan de un Jesús radiante, con cinturón de oro, cabellos blancos como de lana
blanca, ojos parecidos a llamas de fuego, etc). De esta forma, hay una conexión con el
tema evangélico de la resurrección de Jesús y de su ascensión triunfante, su glorificación,
su reinado celestial. Esto creo que es clave.
Punto 5: Aplicación de algún tema a nuestra realidad por medio de una cita
Más allá de Los Grandes Problemas (situación política, pobreza, delincuencia, etc), hay
quizá que comenzar por evaluar y transformar Los Pequeños Problemas (y lo escribo con
mayúsculas porque son pequeños grandes problemas), esos que nos tocan más de cerca
en los afectos y en la interacción social cotidiana. Se me ocurre asociar esto que acabo
de decir con el tema de la resistencia y la esperanza, presentes en el Apocalipsis. ¿Cómo
resistir y frente a qué resistir? Y también, ¿por qué resistir? En Apocalipsis 21, 6-8 leemos:
“Al que tenga sed yo le daré de beber gratuitamente del manantial del agua de la vida.
Esa será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él será hijo para mí. Pero para
los cobardes, los renegados, los corrompidos, los asesinos, los impuros, los hechiceros,
los idólatras, en una palabra, para todos los falsos, su lugar y su parte es el lago que arde
con fuego de azufre, que es la segunda muerte”. Resistir entonces frente a las tendencias
infladas de nuestros propios egos, vencer en esa lucha que parece no dejarnos tregua
entre nuestros propios intereses egoístas y las necesidades del prójimo que está allí, junto
a mí y que con tanta frecuencia me niego a verlo y reconocerlo. Esta actitud debe incluir
una alta dosis de valentía y sobre todo de empeño y voluntad por lo sutil del juego y de los
elementos implicados. Una inflación típica del ego de aquel que ha emprendido un camino
espiritual, por ejemplo, suele ser el de creer que está por encima de los demás en ese
camino, usando así el nombre de Dios y La Palabra en general como dispositivos de
opresión al otro y a sí mismo. La resistencia tiene que ser diaria, la vigilancia permanente
para poder vencer. Ahora bien, ningún esfuerzo (menos aún uno tan titánico como el
descrito) puede fructificar sin la garantía (por mínima que sea) de un triunfo, de un
horizonte promisorio. Cuando leemos con fe en la cita del Apocalipsis “seré Dios para él y
él será hijo para mí” , algo nos impulsa a mantener la lucha porque sabemos que llevará a
buen término. Y no se trata de un triunfo mío, personal, exclusivo; antes por el contrario
esta resistencia, fe y esperanza se fundamentan en saber (pero especialmente en vivir)
que mi suerte es la suerte de aquellos que están detrás. Mi triunfo es el de ellos y
viceversa.
Referencias
Bortolini, José (2007). Cómo Leer el Libro del Apocalipsis: resistir y denunciar.
Editorial San Pablo. Bogotá
En internet:
http://es.wikipedia.org/wiki/Apocalipsis