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2-10-2017 SISTEMA TEATRAL

Rolando Ignacio León Salazar

Profesor Eduardo Ernesto Mier Hughes


UNIVERSIDAD VERACRUZNA – LICENCIATURA EN TEATRO
La significación de los ideales.

A lo largo de una carrera estudiantil se procura mostrar la manera de utilizar


las herramientas proporcionadas por los docentes. En la gran mayoría, estas
herramientas son específicas. Obtener un resultado, nacidas de un objetivo.
Como profesionista debieses, entonces, tener una mejor manera de construir
tu propio sistema eficaz de la solución de los problemas, cuestionamientos
o propósitos.

Cuando intentamos aprender a realizar lenguajes escénicos, hemos de


entender que el sustento principal es ser un humano completamente
dispuesto, activo, despierto; cuestiones del calentamiento y las ideologías
que nos mantienen motivados de manera personal. Lo irritante es de dónde
surgen.

A esto, al menos hasta el día de hoy en la formación conocida y reducida


mía, jamás he tenido la oportunidad de observar y traer al mundo lo que no
se permite y es posible. La extrema estructuración de aciertos y desaciertos
en el teatro mexicano nos pone muy lejanos al intentar. A ceder ante una
variación estructural de la creación escénica.

En el arte escénico no se enseña a explorar una línea de acciones


desarrolladas por personas. No se permite exponer, a razón del tema,
constructos personales.

Esto lo recalco porque siempre que he tenido que pasar a improvisar (único
modo libre de aprendizaje, según me enseñan) me encuentro en la dicha de
que siempre mis errores nacían de olvidar de intentar llegar a un objetivo. Y
estos objetivos no son los propios, ni los que creo de un personaje. No hay
un punto libre, solo un espacio libre entre dos puntos ya definidos. ES
Siempre que se mantiene obligadamente al espectador a un suceso, o una
sorpresa, y las colocas adecuadamente, se logra un “acierto escénico”. Eso
hoy en día es considerado teatro. Sí, funciona, pero funciona de acuerdo a
la necesidad del público. De una sociedad, no de una humanidad.

Siempre que nos han enseñado a “solucionar”, es realmente una solución


que viene del mismo mundo cabizbajo y esclavizante donde nos hemos
formado. A través de patrones duros y rectos hacia un fin. En vez de curvos
y libres hacia nosotros mismos.

Es aquí donde experimento la gran falta humana de la forma de enseñar


técnicas actorales. Técnicas actorales que no facilitan el acto creador, sino
promueven a un actor posibilitado, donde la creatividad se trata de inventar
en riesgos sujetos al tiempo de respuesta, en vez de pensamientos,
habitados en el tiempo del hombre, ser individual.

Eso, para mí, es la interpretación de un tiempo, de una forma. No de un actor


que funciona resolviendo tiempos pasados, adecuándolos a tiempos
presentes, y representarles en ideas futuras, que con suerte aún no habrán
sido asignadas; aquí es donde viene la máxima dicha. La perspectiva
expuesta.

Pero terminamos por realizar adecuaciones que se asemejan a la


perspectiva del profesor, y eso ni si quiera importaría, sino lo grave es
realizarlo sin saber la experiencia honesta, ya ni si quiera filosófica, sino
ideológica de éste, imposible aún más para nosotros descifrarle.

Si bien, los profesores en niveles avanzados enseñan una formación


específica, esta formación realmente remite al mismo tiempo enseñado. A
querer solucionar con soluciones faltas de elementos contingentes de la
constante evolución de la cultura y sociedad. Es un operación matemática
simple: Contingencia entre mi destructiva o armoniosa perspectiva:
respuestas personales al mundo a través de un arte.

No somos los mismos hombres de tiempos pasados, no nos resolvemos de


la misma manera. No nos emocionamos por las mismas cosas. No crecemos
en la misma posibilidad tecnológica. No tenemos una uniformidad de nuestra
economía.

No es lo más bonito sentir el mar cuando un día éste se vuelve maremoto.


No soy la persona más segura de vivir en un rascacielos contemporáneo
cuando un día la tierra lo traerá al suelo con un 20.5 en la escala de Richter.
No nacerán mis hijos con esta experiencia, tengo que demostrarles cómo y
por qué solucionar, con qué motivos e impulsos. Con qué indicio humano
transmito para perpetuarles y acelerarles su tiempo y problemas de vida, y
que ellos sean creativos solucionando los suyos, seguramente más
complejos que los de mi época.

Transmitir honesto el miedo o felicidad. Tener razones para transmitir, no


para repetir conocimiento, no para responder al orden social. No para
conceptualizar amor sino hacerlo un flujo activo. No elegimos nada, y somos
impredecibles, pero la asignación azarosa del medio nos permite ser
comunes a una dinámica, y solo para liberarse de ella, es la misma
creatividad que nos encerró la que nos explicará cómo hacer la revolución,
solo desde nosotros mismos, abriéndonos y exponiéndonos. Hacer galería
del material que nos construye, esas son nuestras mejores referencias. Y
esto es indiscutiblemente se genera con otros y para otros. El arte del
conocimiento. Y por lo que todo hombre, necesariamente, debiese sentirse
excitado.

Eso es lo que veo falto específicamente en el teatro mexicano. Es como


aprender durante la universidad acerca del uso de Windows 7, para salir y
que aparezca Windows 10. Y a pesar de las constantes actualizaciones,
intentamos implementar programas que ya no son soportados en el
Windows 7. Teniendo que reducir nuestra innovación a aquello que quepa.
Intentando hacerlo funcionar con viejas herramientas, quedándonos cada
vez en nuestro mundo inconstante.

Por qué en el estudio del arte escénico no se enseña a ser representantes


de nuestro exclusivo pensamiento. Por qué no hay una abertura a la
experimentación propia cuando ha llegado el punto en que me siento libre.
Por qué no somos estimulados por las experiencias creativas y de carácter
humano, llámense simplemente inspiración, de quien nos imparte la clase.

Por qué el aparente fluir del conocimiento en el arte es atrapado a sujetarse


a impulsos creativos que no nos pertenecen, a ideas abstractas que están
muy lejanas a re formularse, porque bien, hay una incógnita convertida en
un peligroso miedo a que mi acto creativo no vuelva o remita a lo enseñado.
A que mi libre teorización no es ni si quiera convocada por que mis ideas
jamás le dieron vuelta a las posibilidades de re crear el mundo.

Sino el proceso de conocer autores, personas que tuvieron ideas que


recayeron en alguien más, que hicieron surgir lo que tenían que surgir, y que
funcionaron para quienes se hicieron presentes, se vuelven referencia
absoluta y acertada, atinada en lo “correcto”. Siendo irresponsables de
nuestra contemporaneidad.

No promuevo ni hablo de lenguajes abstractos, promuevo la perspectiva del


arte a través de ojos humanos. No de ojos de necesidades materialistas,
instintivas y menos de carácter ético o moral.

La característica de los humanos es que puede inventar. Y una cosa segura


es el saber que nadie es igual, en absoluto. Por lo que tenemos una gama
de invención al parecer infinita. Y nos reducimos a posibilidades que parten
de sustentos para vivir, no de honestidad expresada.

La pintura se genera acerca de una capacidad muy libre donde convergen


asociaciones y sus infinitos significantes, elecciones sensoriales, la
motricidad justa y cómoda del ser, etc. Es por esto que la pintura ha tocado
y hecho ver al ojo humano tan diversas formas de la vida humana.

Qué pasaría entonces si el arte escénico se diera a la tarea de permitir a los


hombres la representación individual de su acción, entendiéndose como
ficción. Y qué pasaría que a través del ejercicio de liberación, pudiésemos
salir y entrar fácilmente de constructos sociales para llegar a los constructos
personales y aprender a identificar la genealogía de otros constructos para
hacer aún más ricos los propios.

¿Qué son entonces para mí los constructos? Los constructos, honestos, que
debiese tener alguien que enseña el arte, serían revelaciones del propio guía
(profesor). Revelaciones de un creador que aún sigue cuestionando pero
exponiendo libremente el reconocimiento de su proceso. Es la transmisión
de una experiencia humana, con herramientas del arte. Enseñar que la
acción tiene razones que nacen de personas hacia la sociedad, no de la
sociedad volviéndonos “personas”.

No es la idea de enseñar cómo funciona una técnica, cómo aplicarla y cómo


recrear un trabajo que ya empieza con condiciones anticuadas como “no
modifiques el texto, no te salgas de lo realista, no toques otro tema, mantén
al espectador con dudas”. Es la idea de enseñar qué cosa de la técnica
funciona al docente, cómo funcionan sus creencias en la escena. Cómo re
estructurar un texto. Cómo salir y volver de las formas actorales para eliminar
el género. Cómo congregar constructos de personas, para superar la
representación de la obra. Cómo volver la obra un acto honesto. Y con
superar simplemente puntualizo que para mí es actualizar.

Existen muchos factores que nos predisponen. Estos son intereses, hábitos,
economía, banalidad, posicionamiento social, etc. De toda esta
predisposición suele surgir el teatro, pero el sentido siempre encuentra su
lugar al final de las obras, cuando el montaje empieza a “sentirse” bien,
cuando veo que al final puedo ser orgulloso de mi duro proceso, solo al final,
y no se sintió propio desde el principio.

Esto es ceder a las ideas, no ir acompañándose a lo largo de un proceso de


ellas. Y repito, todo inicia desde las ideas de volver el teatro un objetivo: un
examen, un evento, un espectáculo, necesidad de ingresos, reconocimiento,
participación. Cuando estos constructos son sociales y no filosóficos como
suele ser el arte.

Esto es en el vago caminar mío cada vez que voy a clases y siento
desconectadas a las personas de su forma individual. Un intento de
comprender por qué la vida del arte escénico no es simplemente reaccionar
y expresar, una relación óptima del arte.

Es pensar por qué el ser humano no es considerado como el principal acto


creativo de la naturaleza. Por qué sus ideas, elaboradas de una experiencia
indefinible, no logran ser totalmente expuestas. El por qué mis ideas son
expuestas a través de patrones, y no de pulsaciones, respiros, gritos,
revelaciones, si para tanto nos permite filosofar y experimentar el teatro, y
tan poco espacio durante su “estudio” se le da al mismo hombre, donde las
formas que lo construyen conscientemente a éste lo sofocan de su
naturaleza.

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