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EL ESTADO DE NECESIDAD Y SUS ALCANCES COMO REQUISITO PARA EL

AMPARO DE UNA DEMANDA DE ALIMENTOS ENTRE CÓNYUGES (Emilia


Bustamante Oyague (1))

Mientras esté vigente el vínculo matrimonial, la ley reconoce el derecho alimentario entre los
cónyuges. Una situación interesante que nos plantea la sentencia casatoria bajo comentario es la
interpretación de lo que debe entenderse como “estado de necesidad”, dado que la parte
demandante al solicitar la asignación judicial de una pensión de alimentos, lo hace reconociendo
que posee un ingreso mensual como docente. La Corte Suprema resuelve declarando fundada la
casación planteada, y por consiguiente, ampara la pretensión de la demandante, mientras que, en
un voto singular, se expone una posición jurídica diferente, pero no menos interesante de
comentar.

CASACIÓN Nº 3065-98 - JUNÍN

Lima, tres de junio de mil novecientos noventinueve

La Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, con los


acompañados, en la causa vista en audiencia pública llevada a cabo el cuatro de mayo del año en
curso, emite la siguiente sentencia:

MATERIA DEL RECURSO:

Se trata del recurso de casación interpuesto por doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas contra
la sentencia de vista expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Junín a fojas cuatrocientos
catorce, su fecha doce de octubre de mil novecientos noventiocho, que revocando la apelada de
fojas trescientos treintisiete del diecisiete de julio del mismo año, declara improcedente la demanda
y nula la sentencia en el extremo que declara infundada la misma, en cuanto al exceso
demandado; con lo demás que contiene.

FUNDAMENTOS DEL RECURSO:

La Corte mediante resolución de fecha treinta de diciembre de mil novecientos noventiocho, ha


estimado procedente el recurso de casación por la causal de inaplicación de los artículos
doscientos ochentiocho, trescientos cuarentidós, cuatrocientos setentidós, cuatrocientos
setenticuatro inciso primero y cuatrocientos ochentiuno del Código Civil.

CONSIDERANDO:

PRIMERO.- Que, la recurrente argumenta que el estado de necesidad se produce cuando los
medios económicos que se obtienen no son suficientes para atender las necesidades básicas en
forma integral, y no cuando se da la carencia absoluta de ellas, tal como sostiene la sentencia
impugnada.

SEGUNDO.- Que, como la existencia del vínculo conyugal entre los justiciables ha sido
determinada por las instancias inferiores, el inciso primero del artículo cuatrocientos setenticuatro
del Código sustantivo sustenta la pretensión de la recurrente, puesto que según dicha norma los
cónyuges se deben alimentos recíprocamente.

TERCERO.- Que, la obligación de pagar una pensión alimenticia entre los cónyuges implica el
cumplimiento del deber de asistencia de aquéllos, el cual se encuentra establecido en el artículo
doscientos ochentiocho del Código Civil, asimismo, ante la falta de pago voluntario, quien tenga
derecho para solicitarlo, puede pedir la determinación judicial de dicha pensión, al amparo del
artículo trescientos cuarentidós del mismo cuerpo legal.

CUARTO.- Que, al concluir la impugnada que si la solicitante tiene medios de subsistencia no


se halla en estado de necesidad, inaplica la norma contenida en el artículo cuatrocientos
ochentiuno del Código Civil, según el cual el juez regula los alimentos en proporción a las
necesidades de quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos, la que de ninguna manera
exige que el solicitante de los alimentos se encuentre en total imposibilidad de proveer a sus
necesidades.

SENTENCIA:

Por los considerandos que anteceden, de conformidad con el dictamen de la Señorita Fiscal
Suprema, la sala Civil de la Corte Suprema; declara FUNDADO el recurso de casación interpuesto
por doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas, en consecuencia; CASARON la sentencia de vista de
fojas cuatrocientos catorce, su fecha doce de octubre de mil novecientos noventiocho, y actuando
como órgano de instancia, CONFIRMARON la sentencia apelada de fojas trescientos treintisiete
del diecisiete de julio del mismo año que declara fundada en parte la demanda y ordena que el
demandado cumpla con acudir con una pensión alimenticia a favor de la accionante en la suma de
cuatrocientos nuevos soles, e infundada la misma en cuanto al exceso demandado; en los
seguidos con Luis Hernán Rojas Tazza sobre alimentos; ORDENARON se publique la presente
resolución en el Diario Oficial El Peruano; bajo responsabilidad; y los devolvieron.

S.S. PANTOJA; IBERICO; RONCALLA; CELIS

EL VOTO SINGULAR DE LA SEÑORA DOCTORA OVIEDO DE ALAYZA ES COMO SIGUE:

CONSIDERANDO: Primero.- Que, la resolución emitida por el Colegiado se basa


esencialmente a que en mérito a los hechos y a las pruebas actuadas, no se ha acreditado que la
recurrente sea indigente e insolvente, ni menos que esté en la imposibilidad de obtener alimentos
por medio del trabajo; que la demandante tiene un trabajo estable en su condición de docente,
percibiendo un haber mensual. Que de otro lado, también refiere la de mérito, que no está probado
el estado de necesidad en el que se encuentra la demandante; Segundo.- Que, en vía de casación
no se puede cuestionar las conclusiones de hecho a las que se arriba en la recurrida en mérito a la
prueba actuada en el proceso; Tercero.- Que, los conceptos de indigencia y estado de necesidad,
alegados por la actora, han sido merituados en la recurrida, en base a la prueba actuada en el
proceso. La Corte Suprema cuando conoce el proceso vía casación no puede volver a reexaminar
los medios probatorios merituados por las instancias de mérito, por lo que los agravios
denunciados por la inaplicación de los artículos cuatrocientos setentidós, cuatrocientos
setenticuatro y cuatrocientos ochentiocho del Código Civil, no pueden prosperar; Cuarto.- Que, de
otro lado, la causal de inaplicación debe estar referida a normas de derecho material, que sin
embargo, la recurrente ha fundamentado su agravio en la indicada causal, y ha citado entre otros
dispositivos legales, los artículos trescientos cuarentidós y cuatrocientos ochentiuno del Código
Civil, los mismos que son de contenido procesal. Que nuestra legislación al igual que otras
legislaciones que recogen el sistema de la casación, tiene como característica esencial la
formalidad, lo que al interponer el recurso casatorio se ha incumplido; Quinto.- Que, no obstante lo
expuesto, es necesario recalcar lo siguiente, que la actora al interponer la demanda manifiesta dos
aspectos importantes: a) que percibe un haber como docente; y b) que el demandado afronta con
los gastos de la casa, aunque en parte, y solventa los estudios universitarios de su hijo varón,
mayor de edad y que la actora vive en casa propia, domicilio conyugal de ambos; Sexto.- Que, el
estado de necesidad debe probarse respecto de quien lo solicita, sin embargo, en el caso de autos,
la demandante no niega que percibe un haber como docente, sino que además, requiere de una
pensión alimentaria, para contribuir al sostenimiento de su hija que es casada y tiene un niño, y
también para afrontar los gastos de su padre que es un anciano; que estos hechos pueden ser
atendibles, que sin embargo, están sujetos a prueba los que no pueden valorarse vía casación,
recurso de carácter extraordinario en el que la Corte Suprema no actúa como una tercera
instancia: MI VOTO es por que se declare INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por
doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas, y en consecuencia, NO CASAR la sentencia de vista de
fojas cuatrocientos catorce, su fecha doce de octubre de mil novecientos
noventiocho; CONDENARON a la recurrente al pago de la multa de dos Unidades de Referencia
Procesal así como al pago de las costas y costos originados en la tramitación del recurso.

DRA. OVIEDO DE A.

ANÁLISIS Y CRÍTICA JURISPRUDENCIAL

A) PRESENTACIÓN DEL CASO

La presente ejecutoria trata de la demanda de alimentos entre cónyuges, así tenemos que, por
un lado, la demandante (Rosa Apumayta Maraví de Rojas) es esposa del demandado (Luis Hernán
Rojas Tazza); por otro lado, la demandante tiene una ocupación laboral como docente, por lo que
percibe una remuneración mensual, sin embargo alega una serie de necesidades que la motivan a
pedir se determine una pensión de alimentos a favor suyo.

En primera instancia, el juez ampara la demanda en parte, concediéndole a la actora una


pensión de alimentos de 400 nuevos soles; en segunda instancia se revoca la sentencia apelada,
declarando improcedente la demanda; la actora recurre en casación alegando la causal de
inaplicación de varias normas del Código Civil (artículos 288, 342, 472, 474 inc. 1 y 481).

La cuestión jurídica central que plantean tanto la ejecutoria casatoria como el voto singular está
dada en la interpretación jurídica del requisito del estado de necesidad del alimentista para la
concesión de una pensión de alimentos, y la aplicación de este concepto a los hechos del presente
caso judicial.

B) LOS HECHOS DEL CASO

De la lectura de la sentencia casatoria y del voto singular, se deducen los siguientes hechos:

1. La Sra. Rosa Apumayta Maraví de Rojas está casada con el Sr. Luis Hernán Rojas Tazza.

2. Doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas trabaja como docente y percibe una haber mensual
por su trabajo.

3. El Sr. Luis Hernán Rojas Tazza afronta, en parte, los gastos de la casa conyugal; y
además, solventa los estudios universitarios de su hijo varón, quien es mayor de edad.

4. La Sra. Rosa Apumayta Maraví de Rojas vive en casa propia, en el domicilio conyugal de
ambos.

5. Interpone demanda de alimentos la Sra. Rosa Apumayta Maraví de Rojas contra su


esposo Luis Hernán Rojas Tazza, sustentándose en que la pensión de alimentos la requiere para
contribuir al sostenimiento de su hija que es casada, y también para afrontar los gastos de su
padre que es un anciano.

6. Mediante sentencia del 17 de julio de 1998 se declara fundada en parte la demanda y se


ordena que el demandado cumpla con acudir con una pensión alimentaria de 400 nuevos soles e
infundada la demanda en cuanto al exceso demandado.
7. Apelada la sentencia de primera instancia, el 12 de octubre del mismo año se emite la
sentencia de vista que revoca la apelada y reformándola se pronuncia declarando improcedente la
demanda y nula la sentencia en el extremo que declara infundada la misma, en cuanto al exceso
demandado.

C) PRONUNCIAMIENTO DE LA CORTE SUPREMA

La Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia expide la sentencia casatoria el 3 de


junio de 1999, declarando fundado el recurso de casación interpuesto por la demandante doña
Rosa Apumayta Maraví de Rojas, por lo que casa la sentencia de vista del 12 de octubre de 1998,
y actuando como órgano de instancia, confirma la sentencia apelada del 17 de julio del mismo año
que declara fundada en parte la demanda y ordena que el demandado cumpla con acudir con una
pensión alimenticia a favor de la accionante en la suma de 400 nuevos soles, e infundada la misma
en cuanto al exceso demandado.

D) EL VOTO SINGULAR

Mediante el voto singular, la Sra. Vocal Supremo Oviedo de Alayza emite su voto, opinando por
que se declare infundado el recurso de casación interpuesto por la demandante, lo que por
consiguiente determina que no se case la sentencia de vista del 12 de octubre de 1998.

E) ANÁLISIS DE LA SENTENCIA CASATORIA

El punto central de la discrepancia entre la sentencia casatoria y el voto singular se da en torno


a una cuestión de interpretación jurídica, lo que ocurre cuando la solicitante de una pensión
alimenticia (cónyuge) tiene medios de subsistencia. ¿Puede decirse que no se encuentra en
estado de necesidad? Para resolver este problema interpretativo es necesario plantear algunos
aspectos conceptuales relacionados al derecho de los alimentos, los mismos que nos
proporcionarán el marco jurídico de su tratamiento, y que nos llevarán a nuestra propuesta de
solución de la cuestión planteada.

E.1) La obligación alimentaria entre cónyuges

Señala CORNEJO CHÁVEZ que la relación alimentaria entre el marido y la mujer viene
insumida en otra de mayor amplitud, que es la que dimana del deber de asistencia que el artículo
288 (2) del Código consagra en términos no por escuetos en su letra menos amplios en su
contenido. Y así es, en efecto: marido y mujer contraen al casarse, y por el hecho mismo de
casarse, una alianza vigente para todos los efectos de la vida, los venturosos y los adversos: una
alianza en cuya virtud, no sólo a cada cual interesa y afecta genéricamente lo que afecta e interesa
al otro, sino que, más concretamente, cada uno ha de velar por que el otro atienda y satisfaga sus
necesidades. Expresión de esta idea es el artículo 474 (3), que al tratar específicamente de los
alimentos, preceptúa que se los deben recíprocamente los cónyuges. (4)

E.1.1) Fundamentos del derecho alimentario

El derecho que tiene una persona a exigir alimentos de otra, con la cual generalmente se
encuentra ligada por el parentesco o por el vínculo matrimonial, tiene un sólido fundamento en la
equidad, en el Derecho natural. De ahí que el legislador al establecerlo en la ley no hace sino
reconocer un derecho más fuerte que ella misma, y darle mayor importancia y relieve.(5)

Y tal como se ha señalado antes, la obligación alimentaria entre cónyuges se sustenta en el


deber de asistencia. Al respecto, cabe señalar que la doctrina es unánime en considerar que el
sentido de la asistencia lato sensu comprende no sólo la prestación de recursos económicos –
dinerarios o en especie–, sino mutua ayuda, solidaridad afectiva, cuidados recíprocos entre los
cónyuges. Por otra parte, también se distingue entre asistencia y alimentos; entendiendo que la
asistencia recoge –al igual que la fidelidad– una serie de presupuestos éticos que,
sustancialmente, podrían sintetizarse en el concepto de solidaridad conyugal. Y, más allá todavía
solidaridad familiar. Mientras que los alimentos son la prestación, que si bien se fundan en el deber
de asistencia, se traducen en valores pecuniarios, de contenido económico, que aseguran la
subsistencia material.(6)

E.2) ¿Qué comprenden los alimentos?

El artículo 472 del Código Civil señala que se entiende por alimentos lo que es indispensable
para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según la situación y posibilidades de la
familia. Cuando el alimentista es menor de edad, los alimentos comprenden también su educación,
instrucción y capacitación para el trabajo.

E.3) Características del derecho alimentario

El derecho de alimentos tiene el carácter de personalísimo, porque está establecido en


consideración a la persona del alimentario. Es, entonces, un derecho incomerciable. Bajo estas
consideraciones se pueden señalar como consecuencias importantes: (7)

- El derecho de alimentos es intransferible tanto por acto entre vivos como por causa de
muerte.

- El derecho de alimentos es irrenunciable.

- Es un derecho imprescriptible, esto significa que el alimentista podrá pedir alimentos


siempre que concurran los requisitos establecidos por ley.

- Es un derecho inembargable.

E.4) Presupuestos para conceder la pensión de alimentos

En primer lugar, la ley establece quiénes están obligados a prestar alimentos; en segundo lugar,
debe darse el estado de necesidad del alimentista, y finalmente, debe apreciarse la posibilidad del
obligado a prestarlos.

En cuanto a quiénes se deben alimentos, tenemos el artículo 474 del Código Civil, el cual
señala que se deben alimentos recíprocamente:

1. Los cónyuges.

2. Los ascendientes y descendientes.

3. Los hermanos.

Este artículo debe ser concordado con lo que disponen los artículos 475 y 476 del mismo
Código Civil; así, en la primera norma se establece el orden de prelación, cuando sean dos o más
los obligados a dar alimentos, mientras que en la segunda se señala que en el caso de los
descendientes y los ascendientes se regula la gradación por el orden en que son llamados a la
sucesión legal del alimentista. (8)

E.4.1) Estado de necesidad del alimentista


PINILLA señala que debe entenderse que una persona se encuentra en estado de necesidad
cuando no está habilitada para subsistir modestamente, de un modo correspondiente a su
posición. Para solicitar alimentos no se requiere estar en la indigencia, basta que quien tiene
derecho no logre los ingresos necesarios para vivir modestamente, considerando el nivel social al
que ha estado acostumbrado.(9)

El mismo autor propone dos criterios a tener en cuenta para determinar el estado de necesidad
del alimentista, que son el patrimonio y la capacidad de trabajo de quien pretende obtener la
pensión de alimentos. Sobre el patrimonio, refiere que quien tenga bienes suficientes no puede
reclamar alimentos, así los bienes sean improductivos. Y sobre la capacidad de trabajo, señala que
el individuo que tiene capacidad para trabajar, para lograr su sustento, no tiene derecho a solicitar
pensión alimenticia, sin embargo, propone asimismo tener en cuenta dependiendo de cada caso
las circunstancias de edad, sexo, estado de salud, educación y posición social. Por ejemplo, no
podría alegarse la alta preparación de un profesional y su consecuente capacidad para trabajar,
con el objeto de liberarse de la obligación alimenticia, cuando el profesional no logra conseguir, a
pesar de grandes esfuerzos, un empleo para ejercer su oficio. (10)

En la doctrina peruana encontramos la opinión de CORNEJO CHÁVEZ, quien expresa que, por
regla general, este requisito del estado de necesidad del solicitante debe ser probado por el
alimentista, aunque debe tenerse en cuenta que existen dos excepciones, a saber, la de los hijos
menores que piden alimentos a sus padres, y, en alguna medida, la de los hermanos
menores. (11)

E.4.2.) Las posibilidades del obligado a prestar alimentos

Aquí nos referimos a la capacidad económica del obligado a prestar los alimentos, donde si no
existe capacidad económica del obligado, entonces no surge tampoco la obligación de prestar
alimentos.

Así, se tomarán en cuenta las posibilidades del deudor alimentario y las circunstancias que lo
rodean, por ejemplo, otras obligaciones del hogar que el deudor tenga para con su familia. En
suma, para que se establezca una pensión de alimentos a su cargo, es preciso que haya exceso
de las rentas del obligado sobre los gastos necesarios a su cargo.

Sin embargo, cuando se trata de los hijos o el cónyuge, se considera que por pocos que sean
los ingresos de una persona, siempre estará obligada a compartirlos con su familia inmediata. Ya
que lo mínimo que se puede exigir a quien tiene el deber de pagar alimentos es que se esfuerce
por cumplir con su obligación. No puede disculparse argumentando que no tiene ingresos, cuando
tampoco hace lo necesario para conseguirlos. (12)

E.5.) Criterios a tener en cuenta para determinar la pensión de alimentos

En España se ha considerado que por la propia relatividad patrimonial de la familia no se


impone una prueba tajante de la fortuna y medios del obligado ni de las necesidades del
demandante, sino que se atiende principalmente a medios indirectos e indiciarios de fijación, tal
como lo ha señalado la jurisprudencia española al considerar: la profesión y tren de vida que lleva
el demandado, también la titulación universitaria del obligado y su nivel de vida elevado, o que el
alimentante sea abogado de profesión con importantes ingresos. Observándose también que la
prueba de la necesidad del alimentista por ser una prueba negativa, tampoco puede hacerse
plenamente, por ello para reclamar alimentos basta alegar que se carece de bienes y se encuentra
en estado de necesidad, pasando entonces al demandado la carga de la prueba de que el
demandante tiene bienes y le producen lo suficiente para cubrir sus necesidades; e incluso se
señala en la jurisprudencia española que la prestación de alimentos puede reclamarse aunque el
demandante tenga algunos bienes si sus rentas son insuficientes y aunque colabore
eventualmente en un negocio familiar si no prueba que reciba sueldo.(13)

En Argentina, la jurisprudencia ha establecido que, para que la cónyuge tenga derecho a los
alimentos, no es necesario que carezca absolutamente de recursos, pues basta con que aquéllos
no sean suficientes; también que no procede la fijación de alimentos cuando los ingresos de la
cónyuge son superiores a los del demandado; que entre cónyuges si quien requiere alimentos
puede, con sus entradas, solventar sus necesidades, no existe razón para obligar al otro a pagar
una cuota alimentaria; que no procede que sea el marido el que exclusivamente mantenga
totalmente a la mujer que se encuentra en aptitud potencial para lograr su propio sustento por sí
misma, cuando no se ha demostrado que posea incapacidad alguna. (14)

En el caso de nuestro país, el legislador concibió la norma contenida en el artículo 481 del
Código Civil, que expresa: “Los alimentos se regulan por el juez en proporción a las necesidades
de quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos, atendiendo además a las
circunstancias personales de ambos, especialmente a las obligaciones a que se halle sujeto el
deudor”, dejando así a la casuística la determinación del monto de pensión alimenticia. Queda
pues en la probanza actuada durante el proceso, que se acerque a una idea de cuáles son las
posibilidades económicas del obligado concordantemente con las necesidades acreditadas por el
alimentista. Una cita basta a guisa de ejemplo: “al fijarse el aumento de la pensión alimenticia se
debe tener en cuenta, no sólo las posibilidades del obligado, sino las necesidades que éste afronta;
así como que la accionante no se encuentra imposibilitada de laborar, y de esta manera coadyuvar
a la satisfacción de sus necesidades”.(15)

E.6.) Estado de necesidad del alimentista y sus diferencias con la indigencia

En cuanto a la cuestión planteada al inicio y que nosotros calificamos como una cuestión de
interpretación jurídica en relación al caso, en que la solicitante de una pensión alimenticia
(cónyuge) tenga medios de subsistencia, ¿puede decirse que no se encuentra en estado de
necesidad? Observamos que existe una discrepancia interpretativa que surge entre lo resuelto por
la sentencia casatoria y la opinión expuesta en el voto singular, y que tiene sus orígenes en la
indefinición de nuestra norma de lo que se debe entender como estado de necesidad.

Veamos. La Corte Casatoria entiende que la norma contenida en el artículo 481 del Código
Civil que expresa que: “Los alimentos se regulan por el juez en proporción a las necesidades de
quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos, atendiendo además a las circunstancias
personales de ambos, especialmente a las obligaciones a que se halle sujeto el deudor”, es una
norma que no exige que el solicitante de alimentos (demandante) se encuentre en total
imposibilidad de proveer a sus necesidades.

Pero, para el voto singular, se opta por dejar señalado que en sede casatoria no se puede
volver a valorar las pruebas, opinión que entendemos conforme a las normas de nuestro Código
Procesal Civil así como a la tendencia jurisprudencial adoptada por la Corte Suprema, en el sentido
de que mediante la casación no se pueden volver a examinar los medios probatorios, ya actuados
en las instancias de mérito. Por otro lado, se descarta la alegada inaplicación de los artículos 342 y
481 del Código Civil por considerar que estas normas tienen contenido procesal, sin explicar de
modo claro por qué califica el contenido de estas normas como procesales y no como normas de
derecho material. Y finalmente, la señora ponente, citando los argumentos que han sustentado la
demanda de la actora, señala que siendo todos los aspectos alegados materia de probanza, éstos
no pueden ser apreciados y compulsados vía casación.

Entonces, sobre los fundamentos de la existencia de esta obligación legal de alimentos entre
cónyuges, no hay duda alguna acerca de que sus bases se fundan en el deber de asistencia que
se ha consagrado en el régimen jurídico del matrimonio; sin embargo para hallar el significado de
los alcances de esta obligación por el demandado, debe considerarse el objeto de los alimentos,
esto es, proporcionar lo necesario para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según
la situación y posibilidades de la familia; en otras palabras, lo necesario para vivir de acuerdo a las
circunstancias propias del necesitado. Así, por ejemplo, no será igual la necesidad alimentaria de
un cónyuge que es un trabajador manual despedido, que la de un docente universitario.

Y más allá, la cuestión de fondo del caso es considerar que la ratio legis de este derecho
alimentario entre cónyuges, es la obligación de no desamparar al otro cónyuge en cuanto a su
subsistencia; para concretar este derecho alimentario habrá que evaluar el estado de necesidad,
el cual estará definido por las propias y particulares necesidades del cónyuge alimentista, y la
forma como económicamente enfrenta dichas necesidades. Así, se analizará si labora, o si obtiene
rentas producto de bienes.

En ese sentido, creemos que la normativa peruana ha determinado un núcleo básico de lo que
debe entenderse por estado de necesidad del cónyuge: las necesidades en torno al sustento,
habitación, vestido y asistencia médica que requiere el peticionante, el cual además deberá ser
compulsado con la forma en que de su parte cubre o intenta cubrir dichas necesidades.

En este caso, la Corte casatoria entendemos que se orienta por darle un contenido al requisito
del estado de necesidad del cónyuge solicitante de alimentos, lo que sucede es que no es
explícita al exponer su fundamentación. Obsérvese que la Sala casatoria parte de asumir los
hechos ya acreditados en las instancias inferiores, tales como la condición de docente de la
demandante, la remuneración que percibe por el citado trabajo, así como los motivos que alega
para demandar la pensión de alimentos contra su esposo. Luego, se pronuncia sintéticamente
sobre la alegada causal de inaplicación del artículo 481 del Código Civil, norma que concede
facultades al magistrado para establecer el monto de la pensión de alimentos, buscando
subyacentemente procurar la satisfacción de las necesidades particulares del accionante en
función a las circunstancias que lo rodean, compulsando frente a estas particulares necesidades,
cuáles son las reales posibilidades económicas del obligado. Norma que a su entender, de
“ninguna manera exige que el solicitante de los alimentos se encuentre en total imposibilidad de
proveer a sus necesidades”. Creemos que la Corte se orienta a tratar de dar un contenido a la
noción de estado de necesidad del cónyuge, incorporando en la misma la manera en que éste
satisface sus propias necesidades.

En el caso bajo comentario, la cónyuge demandante percibía una pensión como fruto de su
trabajo como docente, sin embargo, ello no le permitía cubrir sus necesidades ya que como se
refiere el voto singular, ella debía contribuir al sostenimiento de su hija que es casada y tiene un
niño, así como afrontar los gastos de su padre que es un anciano. Entonces, lo que hace la Corte
es tener en cuenta las pruebas acreditadas en las instancias inferiores, las que compulsaron las
necesidades alimentarias de la actora con los ingresos que ella misma obtiene con su trabajo, lo
cual determina que no tiene los recursos suficientes para cubrir las necesidades materia de la
demanda.

La Corte tiene límites en cuanto a su función casatoria, pues no puede entrar a un reexamen de
lo probado en autos. Sobre lo establecido en las instancias inferiores, la Sala Casatoria se
pronuncia definiendo que el estado de necesidad del cónyuge alimentista no puede ser entendido
como indigencia, ya que ello contravendría la ratio legis de la norma que consagra el derecho
alimentario entre cónyuges, que se sustenta en el deber de asistencia que fluye del matrimonio civil
y que se configura como todo lo necesario para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica
del cónyuge, de acuerdo a las circunstancias; ya que para evaluar el estado de necesidad del
cónyuge demandante debe tenerse en cuenta sus necesidades en los aspectos señalados y la
manera como afronta económicamente el cubrir tales necesidades.

En este aspecto sustancial de establecer que la indigencia no es el contenido del estado de


necesidad del cónyuge alimentista, estamos de acuerdo; sin embargo, habría que cuestionar los
alcances de las necesidades alimenticias en torno, por ejemplo, al motivo que arguye la actora que
expresa requerir de los alimentos para apoyar a su hija que es casada y que tiene un hijo, estas
necesidades alimenticias legítimas, sin duda, escapan al contenido del derecho de alimentos del
cónyuge solicitante, pues los alimentos que se piden no son para la actora propiamente hablando
sino para la hija y su anciano padre, y ello creemos que no debió aceptarse en el proceso, pues
antes habría que evaluar quién está obligado a darle alimentos a la hija, tal vez el esposo o padre
de su hijo, tal vez ambos padres de la hija, en fin, del texto de la sentencia no tenemos mayores
datos, porque el derecho de alimentos está concebido para el cónyuge solicitante, y no para
terceras personas. Podría decirse que las necesidades de la actora son alimentar a su hija y a su
anciano padre, pero esto lleva a distorsionar el derecho alimentario entre cónyuges, ya que los
alimentos están concebidos para satisfacer la subsistencia del cónyuge solicitante de alimentos. Si
bien en casación estos aspectos no podrían dilucidarse, debemos dejar sentada nuestra posición
al respecto.

Finalmente, el voto singular sustenta como fundamento central los límites de las funciones
casatorias, las mismas que no pueden entrar a evaluar los hechos acreditados en las instancias
inferiores, además de que sin mayor explicación califica el artículo 481 del Código Civil como una
norma de contenido procesal. Nosotros preferimos quedarnos con la sentencia casatoria por las
razones anotadas, que si bien tiene deficiencias, no elude emitir un pronunciamiento sobre el fondo
del asunto.

F) CONCLUSIONES

Como conclusiones se pueden señalar las siguientes:

a) Que la obligación alimentaria entre cónyuges tiene su fuente en el deber de asistencia


derivado del matrimonio civil, por ello es una obligación recíproca entre los esposos; b) Que el
estado de necesidad del solicitante debe ser probado por el alimentista, aunque debe tenerse en
cuenta que existen dos excepciones, la de los hijos menores que piden alimentos a sus padres, y,
en alguna medida, la de los hermanos menores de edad; c) Que el estado de necesidad del
cónyuge no puede ser entendido como indigencia porque ello no se deduce de la ratio legis del
derecho alimentario entre cónyuges, según el cual el propósito del derecho alimentario es proveer
al cónyuge de lo necesario para su sustento, habitación, vestido y asistencia médica; d) Que para
evaluar el estado de necesidad del cónyuge demandante debe tenerse en cuenta sus necesidades
y la manera como afronta económicamente el cubrir tales necesidades; y e) Que, para determinar
las posibilidades del obligado a prestar alimentos, debe evaluarse su capacidad económica.

Lima, marzo del 2002.

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