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Resumen: El objetivo principal del trabajo es, desde varias líneas descriptivas,
acercarnos a conocer el impacto y método de traducción que recibe el léxico
americano de materia herbaria, que extraemos de la obra de Nicolás Monardes
(1508-1588) y su obra: Primera y segunda y tercera partes de la historia medicinal de las
cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven en Medicina (1574, Sevilla:
Alonso Escribano), en los diccionarios bilingües (español-lenguas europeas) de
los siglos XVI-XVIII. Para ello nos centraremos tanto en el personaje como en
su obra, así como, describiremos con precisión tipológica y clasificatoria el
indoamericanismo que hallamos en dicha obra.
Abstract: The main objective of the study was to determine the impact and
translation method that receives the American lexicon of herbal material taken
from the work of Nicholas Monardes (1508-1588) and his work:, Primera y
segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias
Occidentales, que sirven en Medicina (1574, Sevilla: Alonso Escribano), in the
bilingual dictionaries Spanish-European languages of the centuries XVI-XVIII.
We will study the author and his work, and describe the type and classification
of Americanisms.
Introducción
La presencia de las voces americanas en los diccionarios monolingües y
bilingües del español ha sido y es una constante en la historia de la práctica
lexicográfica española (cf. Moreno Moreno 2011). A pesar de ello, se trata de
un capítulo de la historia de la lengua que está sin explorar, especialmente en lo
que concierne a la primera etapa de desarrollo lexicográfico, esto es, los siglos
XV-XVIII.
Prontamente, descubierto el Nuevo Mundo, Elio Antonio de Nebrija da
constancia en su Vocabulario de romance en latín (¿1495?) de la voz americana
canoa; un siglo después, vuelve a parecer en una obra de carácter bilingüe, en el
Vocabulario de las dos lenguas toscana y castellana (1570) de Cristóbal de las Casas; y
casi una veintena de años antes de que apareciera nuestro primer diccionario
general monolingüe, también la registra Diego de Guadix en su Diccionario de
arabismos (c. 1593); sin embargo, el primer gran diccionario de americanismos
no llegaría hasta la segunda mitad del siglo XVIII, atribuido a un jurista
panameño, Manuel José de Ayala, Diccionario de voces americanas, redactado entre
1750 y 1777 y el mayor reconocimiento y fijación del léxico americano en un
diccionario español, hasta el Diccionario castellano (1786-1793) de Esteban
Terreros y Pando.
Mientras, la incorporación del léxico americano había ido abriendo
diferentes caminos gracias a la comunicación diaria de las gentes, a la
incorporación del léxico a diversas ramas de la ciencia, especialmente las
naturales (cf. Marcos-Marín 2008: 40) y/o a su uso literario: de los estudios de
Morínigo (1959, 1964) sabemos detenidamente de los americanismos en la obra
de Lope de Vega y de los americanismos léxicos en Cervantes por Moreno de
Alba (2009).
Ante esto, el estudio que aquí presentamos pretende acercarnos a uno de
esos caminos, que entre tantos, sirvieron para el reconocimiento general de ese
léxico nuevo incorporado a la lengua española y exportado, desde aquí, a toda
Europa, concretamente, el léxico americano sobre materia herbaria recogido
por un médico sevillano, Nicolás Monardes, a finales del siglo XVI.
profesión de médico con gran éxito y fue el primer médico español que se
entregó a la tarea de cultivar, estudiar y aplicar en sus enfermos las plantas
curativas que se habían descubierto en el Nuevo Mundo y llegaban a nuestros
puertos como drogas y medicamentos maravillosos. Su interés por la medicina y
la farmacología le llevó a crear el que sería —como bien señala Lozoya (2008:
32): “el primer jardín botánico de especies americanas que conociera España y
[en el que] construyó un original laboratorio, en el que preparaba los productos
medicinales con las drogas vegetales de América que aplicaba a sus pacientes”.
No obstante, cabe señalar que Nicolás Monardes nunca conoció América,
así que los productos vegetales los adquiría de:
El gran reconocimiento social le llegó por su buen hacer como médico y por
su magnífico conocimiento sobre las nuevas plantas que venían de América,
pues con maestría supo extraer y usar sus cualidades ante la enfermedad. Tanto
que incluso llegó a crear medicamentos especializados, esto es, preparaciones
farmacéuticas con sello propio presentadas en el mercado y destinadas a ser
entregadas al consumidor, como fue su jarabe de zarzaparrilla:
y segundo, porque entendió que era necesario: “escribir de las demás cosas, que
después que él se escribió han venido de aquellas partes”, —sigue: “de que
tengo entendido que no menos utilidad y provecho vendrá que del pasado:
porque se verán en el cosas nuevas y secretos que pondrán admiración, nunca
hasta oy vistos ni sabidos” (Íd.: ib.).
Esta segunda parte es más breve, en tanto al número de plantas nuevas
incluidas se refiere, sin embargo, el aparato descriptivo es muchísimo más
amplio y documentado. Sirva de ejemplo las partes descriptivas que se hace de
la planta del tabaco (1574: fols. 41r-50v):
y otro lado del Atlántico, sin embargo, tienen significados bien diferentes en los
dominios europeo y americano del español” (Frago/Franco 2003: 58).
En nuestro estudio sobre la obra de Monardes, en tanto a indigenismos
prestados al español sin alteración formal hallamos hasta 19 voces. Se trata de
sencillas equivalencias léxicas desde las lenguas generales precolombinas al
español: cacho „planta, arbusto‟, cazabi „pan de yuca‟, caraña „resina‟, coca „hieba‟,
copal „resina blanca‟, guacatane „hierba‟, guayaba „fruta, simiente‟, guacayán „árbol‟,
leucoma „árbol, fruto‟, mechoacán „raíz‟, ocozol „árbol‟, pacal „árbol‟, paico „hierba‟,
pavame „árbol‟, picielt „planta del tabaco‟, pinipinichi „árbol‟, tacamahaca „goma,
resina‟, yuca „planta‟ y xilo „árbol‟.
Después, desde el español estas voces se exportaría a las lenguas europeas,
siguiendo el mismo proceso: préstamo léxico sin alteración formal. Los
primeros indigenismos prestados del español que hallamos en la lexicografía
bilingüe española aparecen en los diccionarios bilingües español-italiano,
concretamente en el Tesoro de las tres lenguas francesa, italiana y española de
Girolamo Vittori (1609) y el Vocabulario español e italiano de Lorenzo Franciosini
(1620). A saber: caçavi, caraña, coca, guayacán y tacamahaca. No en vano, como ya
hemos apuntado, las primeras traducciones de la obra, Historia medicinal (1574),
de N. Monardes se habían llevado a cabo en suelo italiano.
Esto mismo ocurre con las voces: guacatane, pimpinichi (pinipinichi) y guayabas,
que hallamos en diccionarios bilingües español-francés, concretamente, en el
Tesoro de las dos lenguas francesa y española de César Oudin 1607 y el Diccionario nuevo
de las lenguas española y francesa de Francisco Sobrino (1705). O las voces: cacho,
copal, guayabo, guayacón, leucoma, pacal, paico y pinipinichi que se registran por
primera vez en el diccionario español-inglés, A new Spanish and English Dictionary,
de John Stevens de 1706. En diccionarios bilingües español-alemán registramos
voces como caraña, coca, guayacán, concretamente en el diccionario de Nicolás
Mez de Braidenbach, Diccionario muy copioso de la lengua española y alemana hasta
agora nunca visto, sacado de diferentes autores. (Viena 1670). Y en el Diccionario
castellano y portuguez para facilitar a los curiosos la noticia de la lengua latina, con el uso del
vocabulario portuguez y latin de Raphael Bluteau (Lisboa 1716-1721): coca y
tacamahaca. Son voces consolidadas en nuestra lengua como voces españolas, no
como préstamos indígenas, de ahí que se exporten tal cual a nuestras lenguas
vecinas.
1Esta voz no tienen testimonio lexicográfico en los diccionarios bilingües del español, al menos
entre los datos del NTLE (RAE, 2001) y del Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español (S. XIV-1726)
(Alvar, Nieto 2007) que manejamos.
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cañafístola „árbol, fruto‟, cardón „planta, china „raíz‟, sangre de drago „fruto, simiente
del árbol drago‟, aceite de liquidámbar „resina, aceite‟, mastuerco „hierba‟, sasafrás
„árbol‟ y verbena „hierba‟. Son todas ellas voces ya conocidas en español y en
lenguas europeas, muchas de ellas de procedencia clásica, que servían para
denominar especies vegetales de Oriente y de Europa, y que ahora sirven para
denominar nuevas realidades.
La adaptación se hace sin alteración formal de la palabra y se apoya
generalmente en cuestiones de analogía y relación de semejanza. El mismo
Monardes, en muchas ocasiones, explica este proceso denominativo, así, por
ejemplo, a propósito de la voz bálsamo „resina‟, señala: “llaman Balsamo, a
imitación del verdadero Balsamo que avía en tierra de Egypto” (1574: s. v.); de la
voz piña „fruto‟ dice: “Llámanse piñas, por la semejança que tiene este fructo
con nuestras piñas” (1574: s. v.); de tabaco „planta, hojas‟: “comúnmente llaman
tabaco… el nombre proprio suyo entre los Indios, es Picielt, que el de Tabaco es
postizo, de nuestros Españoles, por una Ysla do ay mucha quantidad del
llamada este nombre Tabaco” (1574: s. v.); y de zarzaparrilla „planta, arbusto‟:
“Llamaron la los Españoles çarçaparilla quando la vieron, por la gran semejança
que tiene con la çarçaparrilla destas partes” (1574: s. v.).
Estas voces se recogen, en su mayoría, en toda la tradición lexicográfica
bilingüe del español-lenguas europeas, sin embargo, no será más que en el
diccionario español-inglés de Stevens (1706) en que se documente el valor
como voz americana.
Por su parte, tal y como hemos señalado, otras voces son denominadas
mediante argumentos de finalidad médica, de ahí que estos tecnicismos sean
identificados por su cualidad farmacológica. Encontramos hasta un total de 24,
esto es: Árbol que muestra si uno a de morir o vivir, avellana purgativa, cañuto para el
asma, carlo santo, corteza de un árbol para reumas, cuentas jaboneras, flores de sangre, haba
purgativa, hierba para el mal de riñones, hierba para quebrados, palo para los males de los
riñones y de urina, palo santo, piedra de la ijada, piedra para el mal de madre, piñón
purgativo, etc.
La unión de la estructura bimembre es de naturaleza sintáctico-semántica y
no morfológica. Y su alta rentabilidad dentro de la obra de Monardes debe
entenderse como un medio altamente productivo, ya que permite la
especificación detallada del significado. Así, mientras los tecnicismos con
argumentos locativos de forma general presentan construcciones sintácticas con
la preposición de para denotar de dónde es o viene el vegetal; con estos
nombres, la estructura sintáctica se une habitualmente con la preposición para,
con el fin de determinar el uso que conviene o puede darse a estas hierbas en
medicina.
Estas voces designan un solo objeto, por lo que con la denominación se
pretende producir la lexicalización del conjunto. No obstante, debemos ver en
ellas la creatividad propia del autor. En realidad, son denominaciones hápax,
resultantes e impuestas por lo incipiente y el rigor explicativo de la técnica que
Monardes maneja. Y aunque poseen significado referencial, carecen de
significante en el lexicón y en el diccionario.
Así, por ejemplo, el nombre de la planta, palo para los males de los riñones y urina
—identificada por Monardes por su facultad medicinal— no será denominada
técnicamente dentro de la farmacología moderna como palo nefrítico hasta la
obra de Felix Palacios de 1706: Palestra pharmaceutica, chymico-galenica: en la qual de
trata de la eleccion de los simples, sus preparaciones chymicas y galenicas y de las mas selectas
composiciones antiguas y modernas, vsuales tanto en Madrid como en toda Europa, descritas
por los antiguos y modernos con las anotaciones necessarias y mas nuevas que hasta lo presente
se han escrito tocantes à su perfecta elaboracion, virtudes y mejor aplicación en los enfermos ...
(Madrid: Juan García Infanzón; Íd.: p. 677). Denominación que será la que
recogerá años después E. Terreros en su Diccionario castellano:
como en toda Europa, descritas por los antiguos y modernos con las
anotaciones necessarias y mas nuevas que hasta lo presente se han
escrito tocantes à su perfecta elaboracion, virtudes y mejor aplicacion
en los enfermos ... (Madrid: Juan García Infanzón, p. 677)
recoge la voz palo nefrítico, lo describe probablemente
siguiendo a Monardes pues usa la misma descripción
“grande como un peral” // Terreros (1787: s. v. palo
nefrítico): planta de nueva España, que tiñe de azul el agua
en que se echa: el agua de esta planta limpia los riñones, y
templa la acrimonia de orina, las flores son amarillas. Fr.
Bois Nephretique: el Abedul es el palo Nefrítico de los
antiguos. V. Abedul. // DRAE 2001: ~ nefrítico .1. m.
Madera del ben, de color blanco rojizo y algo olorosa,
cuya infusión se ha empleado contra las enfermedades de
las vías urinarias. {STEVENS 1706: palo para el mal de
riñones, y urina… Monardes, fol. 24.}.
palo santo. m. San Juan de Puerto Rico. Leño de árbol de la
familia del guayacán. NOTA: Monardes (s. v.): “por sus
maravillosos efectos le llaman palo santo”. {STEVENS 1706:
palo santo, or palo de Indias, vid. Guayacón.}.
piedra de la ijada. f. Nueva España. Jade, piedra “que tira
a verde con un color lácteo” (Monardes, s. v.). NOTA:
DRAE 2001: ~ de la ijada.1. f. Nombre que los
conquistadores de América dieron al jade. jade. (Del fr.
jade, tomado del esp. ijada, porque el jade se aplicó por los
conquistadores de América como remedio a aquella parte
del cuerpo). {*No se registra}.
piedra de sangre. f. Nueva España. Piedra, tipo de jaspe,
“matizada de unas pintas coloradas, como sangre”
(Monardes, s. v.). {*No se registra}.
piedra para el mal de la madre. f. Nueva España. Piedra
de color negro, identificada por su cualidad medicinal.
{*No se registra}.
pimienta luenga. f. Fruto, vaina del árbol de la pimienta
{STEVENS 1706: pimienta luenga, long pepper; it is a very good
fort of pepper, growing in the West-Indies… Monardes, fol. 86}.
piñón purgativo. m. Nueva España. Fruto, identificado
por su cualidad medicinal. NOTA: DRAE 2001: Arbusto de
la familia de las Euforbiáceas, de dos a cinco metros de
altura, con hojas acorazonadas, divididas casi siempre en
lóbulos y pecioladas, flores encima y fruto carnoso con
semillas crasas. Se cría en las regiones cálidas de América,
sus semillas se emplean en medicina como purgantes, y en
la industria para extraer su aceite, y las raíces sirven para
teñir de color violado (s. v. piñón1). {*No se registra}.
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Conclusiones
Tal y como hemos visto, en los registros lexicográficos hallados de las voces
indoamericanas de la obra Historia medicinal (1574) de Nicolás Monardes en los
diccionarios bilingües de español-lenguas europeas (siglos XVI-XVIII), en
general, este léxico tuvo una pronta acogida en las columnas de los diccionarios
de la época, destacando la recepción de estas voces especialmente en las lenguas
italiana, francesa, alemana, portuguesa e inglesa.
La proyección de este léxico americano a Europa se hizo desde la lengua
española como préstamos españoles que se incorporaron a las lenguas europeas
sin ningún tipo de modificación o adaptación formal: los nombres españoles,
antes taínos, quechuas o nahuas, pasaron al italiano, francés, alemán, portugués
e inglés como hispanismos. Se llenaba así un vacío semántico, ya que denotaban
vegetales que no existían en la lengua receptora, y se mantenía intacta, en lo
general, la pronunciación y la representación ortográfica primitiva.
No obstante, también se dio “retraducción de la traducción española” (cf.
Onetto 2011: 120-121), esto es, una nueva traducción desde el espacio lingual
primero —en este caso el español: se considera el primero porque la adaptación
del indigenismo es plena en esta lengua, lo que hace que sean voces españolas
cuando se exportan—, a otra lengua diferente, esto es, las distintas lenguas
europeas que serían en este proceso el espacio lingual segundo. Esta re-
traducción, re-posición o nueva presentación de la idea mediante una voz afín
en el espacio lingual segundo solo se halla, en la lexicografía bilingüe español-
lenguas europeas (siglos XVI-XVIII), en la lengua inglesa y, concretamente, en
la obra de Stevens (1706). A saber: balsam of the Indies (bálsamo), dragon´s blood
(sangre de dragón), the pine-aplle of the West Indies (piña), cinnamon of America
(canela de América), the bezoar-stone (piedra bezaar), purging nuts (avellanas
purgativas) y long pepper (pimiento luenga). No cabe duda de que estas
traducciones obedecen a que todas son voces que tienen una representación
sígnica en las lenguas europeas y que, ante el nuevo referente americano,
adquieren un nuevo significado. De ahí que el lexicógrafo no dude en traducir
sin temor a errar por el equivalente léxico que le es propio.
Así mismo, del estudio llevado a cabo se desprende la gran recepción del
léxico de Monardes en el diccionario español-inglés de Stevens (1706). En él,
como hemos visto, están voces como cangrejo de las Indias, cuentas de Santa Elena,
hierba de Juan infante, avellanas purgativas, cuentas jaboneras, etc., etc. E, incluso,
creaciones propias del médico sevillano como palo para los males de los riñones y de
urina. El caso solo se explica porque la Historia Medicinal de Nicolás de
Monardes fue una de las fuentes empleadas por el capitán Stevens, como
podemos comprobar al ver que aparece como autoridad citada siempre al final
del artículo lexicográfico —citas tan precisas y adecuadas que nos ha permitido
saber que Stevens consultó la edición de Historia medicinal de 1574. Así mismo,
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El corpus indiano de materia herbaria de Nicolás Monardes…
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MONARDES, Nicolás, Dos libros: el uno trata de todas las cosas que traen de nuestras
Indias Occidentales, que sirven al uso de la Medicina, y como se ha de usar de la rayz del
Mechoacán, purga excelentíssima; el otro libro, trata de dos medicinas maravillosas que
son contra todo Veneno, la piedra Bezaar, y la yerva Escuerçonera. Con la cura de los
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