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No hay en este mundo otra persona que nos pueda dar ese amor puro y
sincero como es el amor que nos da nuestra madre, nadie más sería
capaz de perdonar nuestros errores y de querernos de igual manera, de
enseñarnos con paciencia el buen camino de la vida, de cuidarnos y
desvelarse cuando estamos enfermos, por tratar de hacernos felices a
costa de todo, por procurar que no nos falte un pan a la boca, y si es
necesario dejar de comer ella por dárnoslo, todas estas cosas solo
vienen de una persona y esa es nuestra querida madre.
Por eso un homenaje una vez al año no es suficiente para retribuir todo
el amor que ella nos ha dado, sino debemos expresarle nuestro afecto
todos los días del año, y siempre darle alegrías, ya que nuestros triunfos
son los suyos, y nuestra tristeza también ella la sienten.
Las madres solo se merecen lo bueno, porque han sido las mejores
personas del mundo con nosotros, y a pesar de ser adultos, seguimos
siendo sus niños pequeños a los cuales ellas tienen que seguir
cuidando.
Cabe mencionar que también existen muchas otras madres que no
necesariamente dieron a luz a sus hijos, sin embargo se comportaron
como sus verdaderas madres, los criaron y les dieron todo su amor. El
hecho de no compartir la misma sangre no es razón para no poder
llamar madre a aquellas personas que adoptaron niños, todas ellas son
admirables, asumir ese rol tan hermoso con todo el amor del mundo.