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INVESTIGUE:

 Riesgos y dificultades que han enfrentado los productos de


tecnología en los últimos diez años en el mercado.

Según la consultora Natalia Vicente de la página en internet innovación necesaria


dice en uno de sus artículos que si el éxito de las organizaciones consiste en
haber sabido innovar de forma sistemática, parecería sencilla la conclusión:
innovemos. Pero, ¿es suficiente dicha afirmación para ser una empresa
innovadora? Evidentemente, no. En primer lugar, se debe reflexionar sobre ¿qué
es innovación? ¿Qué significa para mi organización?

El error más común es pensar que la innovación está asociada únicamente a


empresas de alta tecnología como las TIC o automoción, pero la innovación
puede ser incorporada en las organizaciones en cualquier aspecto de su cadena
de valor, sea cual sea el negocio al que aquéllas se dediquen. Además, las
empresas pueden innovar en otras cuestiones distintas a sus procesos
operativos: como en su sistema de comunicación interna o con el cliente; en cómo
generan su imagen de marca, etc. Todo es susceptible de ser objeto de
innovación, y el primer reto que tienen las organizaciones que deciden innovar es
decidir qué entienden por innovación y en qué aspectos consideran que tienen
más necesidad de enfocar la misma.

En primer lugar, parece necesario distinguir entre la innovación y la creatividad,


ambas frecuentemente confundidas en el vocabulario empresarial del día a día.
No es lo mismo generar ideas de forma inconexa y desorganizada que innovar. Si
se establecen sistemas de generación de ideas y después estas no son llevadas
a cabo, el clima de la empresa puede verse perjudicado al caer las personas en el
desánimo y frustración.

Así mismo, es frecuente encontrar estudios que distinguen entre la innovación y la


mejora continua en los procesos de la organización. Estando de acuerdo en ello,
son conceptos diferentes, nos parece necesario decir que no deberíamos ser muy
puristas al respecto pues, en muchas ocasiones, la actitud de mejora continua en
las actividades del negocio es el primer paso para conseguir contagiar a las
personas de la organización con conductas innovadoras. Matar iniciativas de
mejora, por considerar que no son innovación en su sentido más estricto, puede
desembocar en bloqueos y abandono del deseo de contribuir a la innovación. La
organización innovadora no debería desanimar a sus colaboradores en la
búsqueda de mejoras continuas de sus procesos, sino que debería ser capaz de
convertir éstas en innovación, ejecutándolas y animando a ir más lejos,
dotándolas después del carácter innovador que se pretende.

Riesgos y dificultades que han enfrentado los productos:


En segundo lugar, deberíamos analizar a qué me enfrento en el camino de la
innovación y si incurro en algún riesgo, con la finalidad de, si no consigo
eliminarlo, al menos ser capaz de administrarlo y minimizar sus impactos.
La primera dificultad a la se enfrentan las organizaciones decididas a ser
innovadoras es que no es fácil encontrar cuál es el mejor momento para impulsar
la innovación. Sistematizar la innovación en una empresa y crear una cultura de
innovación, supone cambiar las formas de hacer las cosas, de actuar, etc… por lo
que el día a día de la organización se ve afectado, corriéndose el riesgo de que, el
personal, vea en ello una complicación estéril más que una estrategia competitiva
del negocio. Dado que dicha implantación cuesta tiempo, la resistencia es grande
y el retorno no se ve inmediatamente, muchas veces la dirección de la empresa
pospone una y otra vez la innovación en los planes estratégicos de la compañía.

Otro de los riesgos a los que se enfrentan las empresas que deciden innovar es
saber encontrar el equilibrio adecuado entre propiciar un clima favorable a la
innovación y el cambio, es decir, un escenario con libertad y agilidad en la toma
de decisiones y el necesario control y supervisión de las sedes centrales de las
compañía (u órganos de decisión en su caso). No saber encontrar dicho equilibrio
propicia igualmente el permanente aplazamiento de las acciones necesarias para
sistematizar la innovación. El clima de libertad que exige la innovación es
percibido por la dirección como un paso atrás en el control adquirido por las
centrales de las empresas. El miedo a perder ese control debe ser superado a
través de la implantación de un sentimiento de alto compromiso de los líderes y
de todos los empleados con los objetivos de la compañía.

Pero la mayor dificultad a la que las empresas se enfrentan en su decisión de


innovar es la resistencia al cambio y la aversión al riesgo. Las permanentes
objeciones (disfrazadas de criterios técnicos) a todo lo nuevo, enmascaran algo
mucho más inconfesable por parte de la dirección: el miedo a lo desconocido, el
temor a dejar sus respectivas zonas de confort, a dejar de hacer lo controlado
para adentrarse en lo desconocido e incierto.

Es común la creencia de que la eficacia de la persona consiste en resolver en el


día a día los problemas cotidianos. Las personas (directivos y colaboradores) nos
sentimos bien y reconocidos por nuestro entorno, cuando nuestro trabajo diario
consiste en saber solucionar asuntos directamente relacionados con nuestro
conocimiento y experiencias del pasado en torno a cuestiones cotidianas del
negocio. Entendemos que esa actitud garantiza en cierta medida nuestro éxito
personal ya que la probabilidad de equivocarnos es menor y además,
visibilizamos de forma inmediata nuestra “utilidad”.

Cuando este sentimiento afecta a la alta dirección de la empresa, la


sistematización de la innovación no tendrá cabida, ya que ésta requiere poner en
segundo plano el corto plazo para colocar en la actividad diaria la creatividad y el
pensamiento a largo. Requiere, en conclusión, una actitud dispuesta a asumir
riesgos (principalmente el del fracaso y el de la crítica).

Como consecuencia de lo anterior, la empresa deberá resolver el conflicto


existente entre los pensamientos creativos y los que se centran en la solución del
día a día del negocio. Ambas situaciones deben convivir. Por ello, una empresa
que no consiga la máxima agilidad y, en lo posible, la automatización de sus
tareas diarias y procesos, no está en el mejor momento de abordar la tarea de
sistematizar la innovación.

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