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Alicia Camilloni
University of Buenos Aires
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All content following this page was uploaded by Alicia Camilloni on 31 March 2015.
Alicia R. W. de Camilloni
Los temas que aquí desarrollamos, de modo sucinto, son los siguientes: los
propósitos de la enseñanza de las ciencias sociales, el desarrollo de la noción de
cambio social en el niño y el adulto, la construcción de conceptos y la
organización del conocimiento y, finalmente, las opiniones y las creencias en el
aprendizaje de las ciencias sociales.
Como dijimos mas arriba, a pesar de las diferencias existentes entre las diversas
disciplinas que integran el dominio de las ciencias sociales, los procesos de
aprendizaje en este terreno tienen no sólo requerimientos específicos para cada
una de ellas sino, también, requerimientos comunes en lo que respecta al
desarrollo cognitivo y afectivo de los alumnos. Entre ellos mencionamos los
siguientes que constituyen, en consecuencia, claves y condiciones importantes a
tener en cuenta en la enseñanza.
Con el fin de lograr estas metas es indispensable, pare el docente, poner atención
no sólo en los temas que han de integrar los programas y que deben ser tratados
en clase sino también, y simultáneamente, en la manera en que se puede
considerar mas conveniente que dichos temas sean trabajados por los alumnos.
La relación entre temas y forma de abordarlos es tan fuerte que se puede sostener
que ambos, temas y estrategias de tratamiento didáctico, son inescindibles. Esto
se debe a que las estrategias de enseñanza que elige e implementa efectivamente
el docente son determinantes del carácter que adquiere la información que entre-
ga a los alumnos, el trabajo intelectual que estos realizan, el papel que asumen los
valores que se ponen en juego y la interpretación resultante de los procesos
sociales estudiados y vividos.
EL adulto tiene una experiencia personal sobre el cambio: sobre los que se han
producido en su propia vida y, también, sobre los cambios que ocurren en la
sociedad, sea en su entorno mas próximo o en otras comunidades mas alejadas.
La experiencia del cambio comprende, incluso, pare la mente del adulto, el cambio
real o el cambio imaginado del mundo considerado globalmente. EL adulto tiene
experiencia directa de la existencia de procesos de transformación porque los ha
percibido el mismo, se los han narrado, los ha vivido y, a veces, los ha sufrido con
mucha intensidad porque afectaron su propia vida de modo muy profundo.
EL niño, a diferencia del adulto, todavía debe construir gradualmente las nociones
de cambio, de proceso y de transformación referidas a situaciones en las que
objetos, personas y lugares permanecen siendo ellos mismos a pesar de sufrir
alteraciones. EL núcleo de estas nociones esta centrado en el reconocimiento de
la identidad que se conserve tanto a través de los cambios de localización de los
objetos estudiados producidos por sus movimientos en el espacio, como a través
del tiempo y de las modificaciones que se producen en esos objetos en su
transcurso.
EL progreso del niño se logra por medio de la "descentración", proceso que le permite
alcanzar la capacidad de tomar en consideración todos los datos relacionados con una
situación dada. EL niño que avanza en los procesos de descentración puede disociar, por
ejemplo, la secuencia de los comienzos y de los finales de series de datos espaciales, y
evalúa la duración tomando en cuenta, en conjunto, diversos factores: distancia,
velocidad, trabajo realizado, cambios notados, etcétera (pág. 833).
[. . .] este hallazgo de que el desempeño del niño varia como función de factores de la tarea,
implica que hay que poner mucha mayor atención en esos factores si se quiere dar cuenta
adecuadamente del desarrollo cognitivo del niño (pág. 51).
Los factores de tarea que menciona Barrett a guisa de ejemplo son los
siguientes: el ordenamiento de los estímulos que se utilizan; el numero de
respuestas que se solicitan al niño, advirtiéndose una diferencia entre las
consignas que le requieren una repuesta o dos de modo inmediato; las palabras
que se utilizan en las consignas verbales, tratándose, por ejemplo, de tareas en
las que el niño debe dibujar; y la posibilidad que se da al niño de memorizar
significativamente l as consigna s cuando se le pide que haga inferencias.
Así, pues, para que el niño pueda resolver los problemas que implica la
construcción de nuevos conocimientos, se requiere que posea conocimiento
lingüístico, habilidades perceptivas, memoria y capacidad para almacenar y
recuperar el conocimiento y, "suficiente conocimiento del mundo real" (Barrett,
1991), esto es, categorías construidas naturalmente, que le permitan categorizar
los objetos.
Es por esta razón que la representación del tiempo, tal como los adultos la
entienden, es muy difícil pare el niño: no se alcanza antes de los 7 años y no se
complete, según las aptitudes del niño sino entre los 7 y los 10 años (Barreau,
1996, pág. 43).
EL "día" y la "noche" se diferencian por "levantarse" y "acostase" y por "claro" y
"oscuro". "Ayer" y "mañana" son utilizados para significar otro momento y sólo a
partir de los 4 años "mañana" puede significar el futuro en general y "ayer" el
pasado en general (F. Hurstel, cit. por Barreau, pág. 43). Es en la interacción
verbal con el adulto, hablando y siendo corregido, que esas palabras van preci-
sando su significado. También observa Herve Barreau que el niño, entre los 3 y
los 7 años, tiene dificultades para distinguir el orden temporal y el orden espacial
de acontecimientos que el mismo no vivió, y presenta los siguientes ejemplos:
puede captar el orden de las generaciones de su familia y seleccionar
acontecimientos de su propia vida en el pasado, percibe que crece y tiene una
idea, como un sueno, acerca de su porvenir. Pero es incapaz de imaginar correc-
tamente el porvenir de su familia, distingue mal la edad y la talla de sus padres, al
punto que imagina que sus padres no envejecen y permanecen siempre iguales.
Para llegar a comprender que el tiempo fluye de igual modo para todos es
necesario que construya una representación común del tiempo que englobe a
todas las cosas y todas las personas. Es este un aprendizaje que le es sugerido
por los acontecimientos de la vida que siguen un curso regular: aniversarios,
cumpleaños, los ritmos de la escolaridad (clases y vacaciones; dias de clase y
dias de fin de semana), fiestas populares, fiestas religiosas, estaciones del ano
(frio y calor, cosechas, paseos o vacaciones y tiempo libre o de trabajo).
Sabemos que el niño debe efectuar un largo trayecto pare llegar a comprender
procesos de cambio histórico, geográficos y sociales, en general. EL adulto, no
obstante, se encuentra también en una situación de carencia consciente de
conocimiento, ya que trata de comprender la o las razones de su situación
presente, con un grado de conciencia que el niño no ha podido alcanzar aun. En la
tarea de comprender los porqués de su situación actual, el pensamiento d e los
adultos encuentra modos de explicación de los acontecimientos que están muy
generalizados en la sociedad, particularmente los que se apoyan en el
establecimiento de relaciones simples de causa-efecto. Estas nociones de
causa-efecto están mucho más desarrolladas en los adultos que en los niños, pero
es necesario señalar que existen por lo menos dos problemas que requieren
especial atención en la programación de la enseñanza de las ciencias sociales a
alumnos niños y a alumnos adultos. Son ellos:
Tanto el niño como el adulto, entonces, deben aprender que una "causa" puede
generar efectos diversos y un "efecto" puede ser el resultado de diferentes
acontecimientos. Para comprender las razones de la ocurrencia de los procesos
es siempre menester localizarlos en el tiempo y en el espacio.
2) La explicación por causas y efectos no es el único esquema de inteligibilidad
que puede o debe utilizarse para comprender el devenir. La conducta de los
hombres que participan en la determinación del sentido que toman los
acontecimientos no siempre esta originada en otros acontecimientos anteriores a
los que se atribuye ser su "causa". Esta, por el contrario, podría encontrarse:
- En efectos buscados por algunos actores de los procesos, esto es, en una p
re determinación que ello s pretenden hacer de los acontecimientos futuros, los
cuales ni siempre ocurren efectivamente, ni siempre coinciden con los efectos
proyectados. Si se pensara de otra manera en las "causas", estas podrían
buscarse en las imágenes del futuro que tenían los hombres de una época y un
lugar determinados. Las "causas" no se encontrarían en los acontecimientos
pasados del proceso que se trata de explicar, sino en los proyectos de futuro de
esos grupos sociales.
Es evidente, sin embargo, que existe una diferencia sustancial entre la actividad
que esta destinada a generar conocimiento acerca del pasado de otros hombres y
mujeres que vivieron en un tiempo mas o menos alejado, y la que realiza el
alumno cuando de lo que se trata es de conocer su propio presente, el de sus
familiares, vecinos y compañeros de estudio, diversión o trabajo. Varios problemas
se presentan desde el punto de vista didáctico, entre los cuales mencionaremos
algunos que consideramos importantes.
En primer lugar, hemos subrayado el verbo "conocer" por cuanto hay que
establecer una diferencia entre el conocimiento que seguramente ya posee el
alumno acerca de su propia vida y lo que aquí denominamos "conocer". ¿Se
puede afirmar, acaso, que el alumno no conoce su propia vida, o lo que a el o a
sus familiares les ocurre? Es verdad que la conoce y, por cierto, mejor que lo que
nosotros podríamos desde afuera comprender, pero aquí se apunta a otro tipo de
conocimiento. A un conocimiento sistematizado que amplia el horizonte de las
explicaciones, que va mas allá del momento actual y el espacio cercano, que
requiere de comparaciones y de conceptos generales que permiten sintetizar la
experiencia de muchos hombres y mujeres, que se apoya en el análisis de
periodos largos y de espacios grandes que incluyen los acontecimientos que
forman parte de la vida de cada hombre y mujer en particular. Sólo en esos
amplios marcos es posible desentrañar el sentido de los acontecimientos que
ocurren en el corto plazo de la vida de una persona. Por esta razón, aunque un
niño y, con mayor razón, un adulto, puedan afirmar que saben lo suficiente sobre
su propia vida y la de los suyos, sólo alcanzaran la riqueza de una comprensión
cabal si conocen, también, la vida de la humanidad a lo largo de la historia y en
todo el mundo.
Es en verdad posible hacer una historia del pasado cercano y del presente, pero
adoptando los recaudos necesarios para garantizar la validez de la información y
el sustento científico de las conclusiones a las que se arribe. Y aquí también la
exigencia es que el alumno, y el docente, tomen la necesaria distancia que sólo
puede ser garantizada por la descentración y el distanciamiento (Aróstegui
Sánchez, 1989, pág. 42) sin que, por ello, se conviertan los procesos y
acontecimientos en realidades muertas.
Los científicos sociales también tienen sus propios intereses aunque tratan de ser
objetivos o de fundamentar con seriedad sus teorías explicativas. Por ello, sobre
un mismo proceso histórico, geográfico, político o económico, podemos encontrar
diferentes interpretaciones. Como esto no puede ser de otra manera, en razón de
la naturaleza epistemológica de las ciencias sociales, uno de los propósitos de su
enseñanza es que el alumno comprenda que no hay una única explicación o
interpretación del acontecer social y que los intereses de los hombres que
intervienen en los procesos sociales son divergentes porque se ponen en juego
propósitos que tienden a favorecer a unos en detrimento, con frecuencia, de otros.
Poder comprender, entonces, cuales son los intereses en conflicto en el curve del
devenir de la sociedad humane, conocer los medios que se ponen en juego pare
participar en los conflictos y arbitrar en ellos, pare regularlos si fuera necesario o
posible y, visualizar cuando representan un peligro pare impedirlos es, pues, un
objetivo central de la enseñanza de estas ciencias. Historia y sociología, ciencia
política y economía, derecho, geografía y antropología, las ciencias de la
educación y la psicología son, entre otras, las disciplinas que aportan
conocimientos sobre los problemas de los hombres, las comunidades y las
sociedades que son imprescindibles pare comprender el presente de un mundo
cada vez mas globalizado y mas fragmentado.
Los enormes cambios producidos en la vida del hombre luego de los primeros
periodos de su desarrollo, no fueron acompañados por modificaciones biológicas.
Han sido cambios resultantes de la apropiación, transformación, descubrimiento e
invención cultural. La apropiación de la cultura es fruto de la interacción social y el
propósito es que el alumno comprenda la relación que existe entre identidad
personal e identidad social y cultural.
el lugar
la época
los actores
las acciones
los fines e intereses de los actores
los conflictos
el ritmo de los cambios
las normas existentes
la influencia o efectos de otros acontecimientos
la influencia o efectos sobre otros acontecimientos
Por esta razón, se postula que el sistema cognitivo tiene una organización
peculiar. Constituye un sistema conformado sobre la base de estructuras y
subestructuras muy complejas y dinámicas. Por esta razón se utilizan, para
referirse a la organización del sistema cognitivo, expresiones como" arquitectura
de la mente", "arquitectura cognitiva" o, también, "mental" o "funcional", según los
autores y las teorías sobre su construcción.
Lo mismo ocurre con los protoconceptos. Éstos no desaparecen con la edad sino
que, por el contrario, son un modo corriente de conocer. Incompleto, por cierto,
pero que suele ser una etapa intermedia o, con frecuencia, terminal en el camino
de construcción de los conocimientos. En tanto se trata, efectivamente, de un
conocimiento incompleto, la enseñanza escolar debe trabajar especialmente con
los protoconceptos pare convertirlos en conceptos. Esta tarea requiere una
revisión periódica de las "frases" que están incluidas en el "legajo" del
protoconcepto, con el fin de quitar algunas que puedan ser incorrectas, de
incorporar nuevas frases y de analizar la organización y consistencia del legajo en
su conjunto, así como la relación que presenta el "ancla" a través de la ubicación
que tiene el protoconcepto en la arquitectura del conocimiento del alumno.
Aunque hay algunos autores que sostienen que hay un único tipo de
representación, la proposicional (Simon, Minsky, entre otros), hoy se tiende a
admitir un sistema representacional múltiple. Por ejemplo: tres modos de
representación: icónico, verbal (o proposicional) y motor (Posner, 1973); icónico (o
analógico), proposicional y procedimental (Rumelhart y Norman, 1985); enactivo,
imagen y representación léxica (Horowitz, 1978). O cuatro sistemas, códigos o
formatos de representación: proposicional, analógica, procedimental y distribuida.
(Rumelhart y Norman, 1988)
La importancia del trabajo mental productivo del hombre es señalado con énfasis
por Michael Polanyi (1966), cuando contrasta el valor del conocimiento que
denomina "tácito", al que otorga un papel muy importante en la construcción del
conocimiento humano, y el valor del conocimiento explícito o articulado. Para
conocer su entorno, dice Polanyi el hombre, al igual que los animales, observa y
explora sus alrededores de manera tácita. Pero el hombre, a diferencia de los
animales, puede hacer anotaciones o conseguir que alguien se las haga. "Puede
obtener un mapa detallado de la región que atraviesa. La ventaja de un mapa salta
a la vista." ¿Y si el mapa esta equivocado? "Aquí entra la reflexión critica [...].
Podemos verificar la información contenida en un mapa leyéndolo, por ejemplo, en
un lugar que se preste a la observación directa y a la comparación de ciertos
puntos de referencia." Esto se puede realizar por dos razones. Porque el mapa es
un objeto externo a nosotros y porque puede hablarnos. Si se trata de un mapa
mental que nosotros construimos, también podemos contrastarlo en la practica. No
hay otra forma de mejorar el conocimiento tácito. Y si bien, dice Polanyi, "es cierto
que el viajero equipado con un mapa minucioso de la región a recorrer goza de
una notable superioridad intelectual sobre el explorador que entra por primera vez
en una región nueva", es necesario reconocer, agrega, que "el progreso lleno de
tanteos del explorador representa un logro mucho más meritorio que el itinerario
bien marcado del viajero". En síntesis, entonces, "aun admitiendo que nuestra
mayor posesión mental consiste en un conocimiento exacto del universo, seguiría
siendo cierto que el acto de pensamiento mas elevado del hombre consiste en
producir ese conocimiento: la mente del hombre exhibe sus potencialidades
máximas cuando somete a su control territorios hasta entonces vírgenes" (pág. 12
y ss.).
- realizaciones efectivas,
- representaciones variadas de los objetos,
- operaciones con representaciones de lo s objetos o con símbolos.
En este sentido, la representación social, que construye y replica una realidad que
puede ser natural y social, es un "modelo" de toda la realidad, comprendidos en
ella el propio yo del sujeto y "los otros" sujetos. Apunta a describir la realidad y
supone que da cuenta de cómo son las cosas, al mismo tiempo que también es
una construcción cognitiva y emotiva del sujeto que es sujeto de acciones. Se
corresponde, pues, con la realidad pero también con el mundo del sujeto, un
"mundo de la vida" como la denominan Husserl, Gadamer y Habermas, que es el
que constituye el horizonte de los significados posibles que un sujeto puede
otorgar al conjunto de datos que provienen de su relación con los objetos, los
procesos y los acontecimientos y con las otras personas. Como afirma Georges
Vignaux (1991), " las representaciones sociales se manifiestan a la vez como
productos y como procesos de nuestra actividad mental" (pág. 230).
Claro está que la realidad social, que es una construcción de los hombres,
responde, también, a sus deseos, aspiraciones y acciones. Hay, por lo tanto, una
relación de doble implicación entre las representaciones sociales y la realidad
social, si bien esta relación es asimétrica, particularmente cuando se la considera
desde una perspectiva individual.
Hemos visto que tras el conocimiento hay opiniones y creencias, ¿Es bueno tener
opiniones? No tenerlas, por lo general, se considera que es sintomático de una
carencia básica (Hirschman, 1996, pág. 93). Diversos autores han asociado la
originalidad y la fuerza de la individualidad y de la personalidad a la firmeza y la
intensidad de las convicciones que sostiene una personal. La falta de opinión y la
ausencia de convicción se asocian a la indiferencia frente a la realidad natural y
humana del mundo.
Las opiniones fuertes, sin embargo, son opiniones difíciles de cambiar. Son
"opiniones pertinaces" y su valor depende, más bien, de cómo se han formado. La
posición de Albert Hirschman(1996) es ,muy interesante para la construcción de
una didáctica de las ciencias sociales porque sostiene que "todo parece depender
de algunas complejas especificaciones posteriores relativas a la manera más o
menos 'autónoma' en que se han formado las opiniones" (pág. 96). Este autor
subraya la importancia que tienen la deliberación en el proceso democrático. Si las
opiniones están formadas antes de que se produzca una deliberación, con
argumentos positivas y negativas respecto del contenido de la opinión, la
democracia pierde legitimidad. Para que el proceso quede a salvo es menester
que tanto el público en general como sus representantes, mantenga un grado de
apertura intelectual o de provisionalidad de opiniones y que todos estén
dispuestos a modificarlas tanto como resultado de los argumentos que presenten
las partes contendientes como simplemente, a la luz de la nueva información que
pueda aportarse en el debate. Y, agrega Hirschman:
Como vimos en relación con los otros temas que hemos considerado hasta acá,
esto es, respecto de la construcción de las nociones de cambio y transformación
social o de proceso social y de la formación de conceptos y la organización del
conocimiento, en la enseñanza de las ciencias sociales es necesario resguardar
siempre el establecimiento de una interacción que deberá ir adquiriendo un
carácter de equilibrio entre el respeto a la actividad propia y personal del alumno,
por una parte, y la influencia que recibe a través de su diálogo con otros, en
particular sus docentes, sus compañeros y amigos, su familia y las fuentes de
estudio y consulta, por la otra. Aquí también encontramos que las creencias y las
opiniones son producto de la articulación de un interés público y un interés
privado. Se construyen en el marco social pero requieren de un proceso
autónomo del sujeto para que se configuren con la flexibilidad necesaria para no
quedar fijas e inalteradas, resistentes al examen periódico y a la contrastación con
la realidad, para que no se conviertan en "opiniones pertinaces".