You are on page 1of 9

Presentación del Señor Administrador Diocesano Castrense, Monseñor Pedro

Candia, al inaugurar el XXIII Encuentro General del Clero


1. INTRODUCCIÓN

Estimados amigos,

La realización del XXIII Encuentro General del Clero es una manifestación concreta de que
en el Ordinariato Castrense se está viviendo un “clima diocesano” que no es obra de la casualidad,
sino de un largo camino recorrido; búsquedas pastorales que, a veces, parecían no dar fruto, pero que
han ido preparando los corazones y voluntades para crecer en Comunión y avanzar en la Misión.

Hemos entrado con toda la Iglesia en el tercer milenio cristiano escuchando por boca del
Sucesor de Pedro la invitación del Señor a remar mar adentro (Duc in altum!) y a poner cada vez más
en el centro de la vida cristiana la persona de nuestro Salvador Jesucristo especialmente en este Año
dedicado a la Fe.

En este mismo sentido leemos en el Documento de Aparecida nº 362. “Asumimos el


compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer
todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discípulo misionero.
Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte
conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del
sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en
un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos
libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve
nuestra alegría y nuestra esperanza. Por eso se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de
oración comunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y hagan posible un atractivo
testimonio de unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21)”.

En este ahora de la historia de nuestra Iglesia particular, y siguiendo el camino marcado por
nuestros Obispos en Aparecida queremos asumir fielmente, como Iglesia Castrense, la llamada de
Benedicto XVI a retomar con nuevo empeño el compromiso en favor de la “Nueva Evangelización”.
Para ello, pondremos el acento en los próximos años en iniciativas que promuevan la Misión desde
un creciente aprecio por la Palabra de Dios, la vida Sacramental, el espíritu misionero y la Comunión
Eclesial.

La Instrucción Pastoral para el período 2010-2013 del Obispado Castrense de Argentina ha


sido en este sentido un paso muy importante, ya que dicho documento sirve de marco referencial
para un trabajo de conjunto coordinado en razón de nuestra realidad diocesana y al servicio de los
planes pastorales de cada capellanía, a los que, en modo alguno puede sustituir, sino, en todo caso,
inspirar.

Como todos Uds. saben, porque han sido parte del proceso de realización, este Documento es
el resultado de la síntesis de los diversos aportes, llegados de todos los capellanes y sacerdotes
auxiliares, como también de consultas realizadas en otras instancias de la comunidad eclesial, que
han querido participar en la reflexión previa sobre la vida pastoral de nuestra Iglesia particular.

Con la ayuda del Consejo de Capellanes Mayores, y valiéndonos también de la colaboración


de válidos expertos, se le dio forma a aquellos aportes, redactando una síntesis orgánica de los
aspectos salientes para marcar desde allí los lineamientos para la obra evangelizadora en sus
diversos desafíos.

A modo de síntesis podemos decir que su recorrido textual nos lleva desde el corazón de la
evangelización que es la persona de Jesucristo hasta la experiencia de renovación de la vida cristiana,
pasando por aquellos instrumentos, acciones y sujetos que a modo de mediaciones llevan al
bautizado individual y comunitariamente a una fe profesada, celebrada, vivida, y rezada.

En Mayo de 2012 le solicitamos a cada Sacerdote, a través de sus respectivas Capellanías


Mayores que elevaran:

1.- Una evaluación del cumplimiento de los objetivos trazados en el Instructivo Pastoral para
el trieño 2010-2013; y,

2.- Formular modificaciones y propuestas en miras a la extensión de dicha Instrucción


Pastoral por un trieño más. Sobre la base de estos elementos trabajaremos luego durante el
Encuentro por lo cual no tocaré el tema.

Sí quiero que reflexionemos juntos en esta tarde sobre tres aspectos en los cuales urge
precisar algunos conceptos pastorales: en primer lugar trataré de mostrar las consecuencias pastorales
que se siguen de la presentación que hace el Instructivo de las Capellanías como verdaderas
Parroquias; en segundo lugar tendremos en cuenta la implicancia del año de la Fe en la pastoral
ordinaria; y, en tercer lugar abordaremos algunos elementos sobre la pastoral juvenil y vocacional.
2. LAS CAPELLANÍAS COMO VERDADERAS PARROQUIAS CASTRENSES

En la Presentación de la Instrucción Pastoral decimos: “Nuestro programa es evangelizar con


nuevo ardor, con nuevos métodos y con nuevas expresiones, transformando cada capellanía en una
verdadera parroquia castrense”.

Nuestro deseo aquí no es hacer un discurso teológico sobre el tema sino tomar algunos
elementos que nos permitan iluminar el camino de los lineamientos pastorales. Para ello nos
valdremos de dos fuentes del magisterio:

a.- El Concilio Vaticano II nos acerca un importante elemento en la Constitución sobre la


liturgia, n.° 42. Allí describe la parroquia de la siguiente manera: «Como no le es posible al obispo,
siempre y en todas partes, presidir personalmente en su Iglesia a toda la grey, debe por necesidad
erigir diversas comunidades de fieles. Entre ellas sobresalen las parroquias, distribuidas localmente
bajo un pastor que hace las veces del obispo, ya que de alguna manera representan a la Iglesia visible
establecida por todo el orbe»

b.- El Código de Derecho Canónico nos describe la función del párroco en el Canon 529 § 1.
Para cumplir diligentemente su función pastoral, procure el párroco conocer a los fieles que se le
encomiendan; para ello, visitará las familias, participando de modo particular en las preocupaciones,
angustias y dolor de los fieles por el fallecimiento de seres queridos, consolándoles en el Señor y
corrigiéndoles prudentemente si se apartan de la buena conducta; ha de ayudar con pródiga caridad a
los enfermos, especialmente a los moribundos, fortaleciéndoles solícitamente con la administración
de los sacramentos y encomendando su alma a Dios; debe dedicarse con particular diligencia a los
pobres, a los afligidos, a quienes se encuentran solos, a los emigrantes o que sufren especiales
dificultades; y ha de poner también los medios para que los cónyuges y padres sean ayudados en el
cumplimiento de sus propios deberes y se fomente la vida cristiana en el seno de las familias.

§ 2. Reconozca y promueva el párroco la función propia que compete a los fieles laicos en
la misión de la Iglesia, fomentando sus asociaciones para fines religiosos. Coopere con el Obispo
propio y con el presbiterio diocesano, esforzándose también para que los fieles vivan la comunión
parroquial y se sientan a la vez miembros de la diócesis y de la Iglesia universal, y tomen parte en las
iniciativas que miren a fomentar esa comunión y la consoliden.

Estos dos elementos tomados del magisterio nos ponen en situación mostrando perfectamente
que la parroquia es una realidad eclesial viva de pertenencia en una comunidad bien definida de
fieles. Es una figura de la organización eclesiástica establecida en la división organizativa inferior a
la diócesis, y subordinada al Obispo diocesano. Se observan allí los siguientes elementos:
a) La diócesis como “una porción del Pueblo de Dios”, mientras que la parroquia es “una
determinada comunidad de fieles”.

b) En la parroquia la cura pastoral se encomienda al párroco como pastor propio, bajo la


autoridad del Obispo diocesano.

c) En la diócesis “verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa,


católica y apostólica”. No se dice nada similar de la parroquia aunque allí se afirma que en la
parroquia se da la pertenencia a la Iglesia diocesana.

d) Se destaca de un modo peculiar la función del pastor que ejerce la cura de almas con una
jurisdicción propia donde mediante el ejercicio del triple munus de Cristo sirve allí a la comunidad
de fieles.

En el capítulo V del documento “Navega mar adentro” los obispos nos convocan a destacar
en la acción pastoral: la primacía de la gracia en una pastoral orgánica centrada en la santidad, donde
se debe distinguir la Parroquia como casa y escuela de comunión, como lugar para acompañar a
todos los bautizados hacia el pleno encuentro con Cristo de donde surja un renovado espíritu
misionero, que al decir del Papa Francisco, nos saque de la situación de Iglesia autorreferencial y nos
impulse a las periferias donde el evangelio aún no ha transformado y nutrido la vida de los hombres.

En este contexto es necesario pensar los equipos pastorales de las capellanías como
verdaderos lugares para crear y desarrollar las estrategias pastorales. Les pedimos que en la reflexión
por grupos que llevaremos adelante durante el encuentro se vuelquen creativamente todas las
propuestas posibles para seguir definiendo los caminos de acción en este ámbito.

Pero además, es necesario que se puedan promover en todas nuestras capellanías (entendidas
como parroquias) los siguientes objetivos:

a.- Promover una profunda conversión personal y pastoral de todos los agentes pastorales y
evangelizadores, para que, con actitud de discípulos, todos podamos recomenzar desde Cristo una
vida nueva en el Espíritu.

b.- Fomentar una formación kerigmática, integral y permanente que, siguiendo las
orientaciones de Aparecida, logre impulsar una espiritualidad misionera, teniendo como eje la vida
plena en Jesucristo.

c.- Hacer que las comunidades, organizaciones, asociaciones y movimientos católicos se


pongan en estado de misión permanente, a fin de llegar hasta los sectores más alejados de la Iglesia,
a los indiferentes y a los no creyentes.
d.- Destacar en todo momento que la vida en la gracia de Cristo es también un servicio que se
ofrece a la sociedad y a las personas que la componen, para que puedan encontrar el sentido último y
verdadero de sus vidas.

3. EL AÑO DE LA FE EN LA PASTORAL ORDINARIA

Para iluminar este aspecto de nuestra reflexión nos valdremos de un luminoso texto del Papa
Benedicto XVI en la Catequesis de la Audiencia general del miércoles 31 de octubre de 2012:

“el acto de fe es un acto eminentemente personal que sucede en lo íntimo más profundo y que
marca un cambio de dirección, una conversión personal: es mi existencia la que da un vuelco, la que
recibe una orientación nueva. En la liturgia del bautismo, en el momento de las promesas, el
celebrante pide la manifestación de la fe católica … la respuesta es en singular: «Creo». Pero este
creer mío no es el resultado de una reflexión solitaria propia, no es el producto de un pensamiento
mío, sino que es fruto de una relación, de un diálogo, en el que hay un escuchar, un recibir y un
responder; comunicar con Jesús es lo que me hace salir de mi «yo» encerrado en mí mismo para
abrirme al amor de Dios Padre. Es como un renacimiento en el que me descubro unido no sólo a
Jesús, sino también a cuantos han caminado y caminan por la misma senda; y este nuevo nacimiento,
que empieza con el bautismo, continúa durante todo el recorrido de la existencia. No puedo construir
mi fe personal en un diálogo privado con Jesús, porque la fe me es donada por Dios a través de una
comunidad creyente que es la Iglesia y me introduce así, en la multitud de los creyentes, en una
comunión que no es sólo sociológica, sino enraizada en el eterno amor de Dios que en Sí mismo es
comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es Amor trinitario. Nuestra fe es verdaderamente
personal sólo si es también comunitaria: puede ser mi fe sólo si se vive y se mueve en el «nosotros»
de la Iglesia, sólo si es nuestra fe, la fe común de la única Iglesia.”

La experiencia de fe y su transmisión no puede prescindir del abrazo amoroso de la Iglesia


mediante el cual se comunica a nuestros hermanos el amor de Dios que da la respuesta última a toda
existencia humana y la colma de alegría y de paz. Nunca hemos de olvidar o pasar por alto que el
fundamento de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada,
acogida, celebrada y meditada en la Iglesia que nos constituye en familia de Dios.

En este sentido es necesario que quien pastoree la comunidad tenga en cuenta las siguientes
acciones pastorales:

a.- Anuncio de la Palabra


a.1- Preparar cuidadosamente la homilía dominical y las de fiestas precepto

a.2- Formar el equipo de catequesis

a.3- Fomentar las iniciativas laicales para la formación doctrinal

a.4- Ocuparse cuidadosamente de la Catequesis de Iniciación Cristiana

b.- Grupos apostólicos

b.1- Promover las iniciativas apostólicas

b.2- Fomentar y canalizar las iniciativas de acción caritativa

b.3- Ocuparse de la formación en la doctrina social de la Iglesia

c.- Prácticas de piedad

c.1- Fomentar la participación en la Misa dominical

c.2- Promover los grupos de oración

c.3- Crear espacios para la Adoración eucarística

c.4- Establecer estrategias para la formación en la participación consciente y activa en


la Sagrada Liturgia

d.- Acción apostólica con las familias

d.1- Orientación y asesoramiento pastoral permanente a los capellanes del despliegue


que les permitan detectar, acompañar contener y derivar situaciones familiares que así lo
requieran, con la colaboración y asistencia de profesionales.

d.2- Proponer actividades en las que los capellanes y los profesionales de la


psicología, docentes, asistentes sociales y todos aquellos que deseen sumarse interactúen
acerca de sus vivencias y formas de abordar los temas propuestos y los que surjan
espontáneamente.

d.3- Reuniones grupales, convivencias, seminarios de matrimonios y familias para el


tratamiento de problemas y preocupaciones comunes (vida espiritual, manejo de conflictos, el
perdón, la comunicación, autoridad, límites, aprovechamiento del tiempo libre, autoestima,
valores, libertad, responsabilidad, consumismo, tecnicismo, ausencia prolongada de los
padres, etc.)

d.4- Encuentros de matrimonios y de jóvenes, para intercambio de vivencias y


enriquecimiento espiritual en temas relacionados con la familia.
d.5- Edición de material de fácil lectura y comprensión (historietas, cartillas,
reflexiones) para incentivar la lectura sobre temas específicos.

d.6- Actividades de fortalecimiento pastoral apoyando Jornadas y celebraciones


propias de las familias, el niño, la juventud, aprovechando experiencias positivas obtenidas
anteriormente como semanas religiosas, retiros, convivencias, etc.

d.7- Preparación remota e inmediata para el matrimonio de jóvenes.

d.8- Acompañamiento de la familia ante la pérdida de seres queridos, situaciones


traumáticas (como traslados, ausencias temporales, actos de violencia externa, etc)

d.9- Talleres informativos a cargo de especialistas que orienten a las familias o a sus
miembros sobre la forma de encarar situaciones afligentes o especiales.

d.10- Espacios participativos en los que los matrimonios y las familias puedan
consultar y exponer temas de su interés.

d.11- Aprovechar medios y recursos tecnológicos (Internet, correo electrónico, videos,


etc) para abordar y difundir contenidos educativos y de reflexión.

d.12- Promoción de la vida de oración en el seno de las familias.

d.13- Visitas a las familias.

4. ALGUNOS ELEMENTOS SOBRE LA PASTORAL JUVENIL Y VOCACIONAL

En el nº 72 del Instructivo leemos: “En lo que se refiere a la formación de los Discípulos


misioneros, ocupa un lugar particular la pastoral vocacional. Esta es responsabilidad de todo el
Pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana. Se debe ayudar a los
jóvenes a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno ayudándoles en
el proceso de discernimiento”.

Claramente nos encontramos con una tarea a realizar que enlaza varias pastorales ya que no
podemos desconocer que en este proceso se involucra la familia, la escuela, la catequesis y los
espacios de apostolado que se brindan desde la comunidad católica.

Consecuentemente, es necesario articular todos estos espacios para que el joven allí encuentre
unidad doctrinal, respuestas a sus preguntas existenciales y espacios para realizar sus iniciativas
religiosas.
Como modo de crear un espacio pastoral diocesano que marque un rumbo en la pastoral
juvenil lanzaremos en el transcurso de la presente reunión del clero la convocatoria a un encuentro
diocesano de jóvenes caracterizado por una tónica especialmente católica permitiendo experimentar
una vivencia religiosa sin ambigüedades que sirva de puntapié inicial para futuras acciones
pastorales en este espacio de evangelización.

Como acciones concretas insistiremos en:

a.- La participación en el encuentro Diocesano de jóvenes con la debida preparación, de tal


manera que se pueda aprovechar al máximo dicha experiencia eclesial.

b.- Solicitar encarecidamente a cada uno de los sacerdotes que genere los espacios y
momentos adecuados para introducir a los jóvenes en la dirección espiritual y la confesión frecuente.

c.- Integrar de manera explícita la cuestión vocacional en los proceso de Iniciación cristiana,
exponiendo a los jóvenes la belleza de los diferentes estados de vida en la Iglesia y ayudándoles al
propio discernimiento vocacional.

d.- Renovar la presencia de la Iglesia en los espacios donde los jóvenes tienden a
relacionarse, como las llamadas “redes sociales”. Para ello pueden aprovecharse las de iniciativas ya
existentes o impulsar nuevas alternativas destinadas a dar razones de la fe o comunicar las vivencias
y las actividades pastorales.

5. CONCLUSIÓN

A modo de conclusión quiero repetir las palabras que pusiéramos en la presentación de la


Instrucción pastoral: “Queremos acoger con fervor la perentoria tarea de emprender una Nueva
Evangelización en las Fuerzas Armadas y de Seguridad de Argentina. Seguir un proceso por etapas
que lleve a la formación de cristianos adultos y de verdaderas comunidades creyentes (como deben
ser nuestras capellanías) que hagan realidad el amor de Cristo en la vida social e iluminen el recto
cumplimiento del deber y del compromiso que tienen nuestras fuerzas para con todos los ciudadanos
de la Nación.”

Y a Uds, queridos hermanos capellanes del Obispado Castrense de Argentina les deseo de
corazón y los animo para que puedan ser como aquellos pescadores que confiaron en las palabras de
Jesucristo y no asumieron la tarea apoyándose sólo en sus fuerzas humanas ni en el conocimiento de
su oficio para la pesca.
Aquella pesca extraordinaria fue el signo externo de lo que Cristo había hecho por dentro en
el corazón de esos pescadores. De aquel encuentro con el Señor surgió una llamada, y de esa llamada
una misión.

Que en el ejercicio de esa misión sobrenatural encuentren Uds. el gozo del deber cumplido,
que desplaza del corazón todo espíritu mundano y los plante sólidamente en el camino que
recorrieron antes que nosotros insignes capellanes de este ordinariato, y en definitiva en el camino
de los santos junto a María nuestra madre de Luján. Amén.

You might also like