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Informe etnográfico de la investigación de maestría en antropología social

en el Colegio de San Luis “Li’ik: la concepción de la infancia entre los


xi’iui o pames de Santa María Acapulco.

Antonio Asunción González Martínez


Maestría en antropología social, Colsan.

Introducción

El presente trabajo presenta el inicio de una investigación sobre la concepción de la


infancia entre los xi’iui o pames de Santa María Acapulco. El interés por tratar dicha
temática surge a partir del vacío en las investigaciones sobre la infancia entre los xi’iui,
pero también persigue como objetivos conocer la construcción ontológica local de esta
sociedad en el devenir histórico de sus transformaciones, las cuales, en gran medida están,
no solo marcadas por la propia cultura local, como se verá en su momento, sino que
también están asociadas a las dinámicas de negociación intercultural que van
configurando asimetrías a partir de los contactos con “occidente” y consigo mismos. En
ese sentido, cabe señalar la importancia de la infancia como tema clave en la comprensión
de los pames y el propio rol como investigador de este tema, como representante de ese
occidente, interprete y persona en contacto cultural con los xi’iui o pames de Santa María
Acapulco. Relaciones que serán analizadas en el presente texto, con los cual, considero
que permitirá elucidar algunas de las implicaciones que afecten a ésta investigación, así
como también, se pretende vislumbrar, a la luz de la etnografía, algunos de los hallazgos
que considero relevantes para ir comprendiendo, qué significa ser infante y pame en estos
tiempos, así como el contexto en que ese significado cobra sentido.

A manera de consideraciones y advertencias, cabe mencionar que la etnografía que se


reporta corresponde a cuatro estancias de campo distribuidas del 16 al 26 de julio, 10 al
14 de agosto y del 22 de octubre al 10 de noviembre del año en curso, pero debido a que
he realizado trabajo previo desde 2010, creo que hay puntos que debo por lo menos
mencionar de aquél trabajo de campo como clave para comprender el papel propio como
investigador en el momento actual en que se desarrolla esta investigación. Así pues, el
motivo del por qué se reportan fechas fuera del marco establecido en el calendario del
Colsan y, que también influyen en la perspectiva de esta investigación, es que también se
conjugan datos –por estar relacionados– entre sí, de una investigación que llevo
paralelamente a cabo en la misma comunidad desde 2015 a la fecha dentro del proyecto

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“Etnografía de las Regiones Indígenas de México en el Nuevo Milenio” del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) equipo Centro-norte, (el cual está centrado
actualmente en la línea: racismo, discriminación, subordinación y exclusión de los
pueblos indígenas de México) y la propia investigación de la maestría sobre la concepción
de la infancia entre los pames de Santa María Acapulco.

No obstante, la etnografía que se presenta está centrada en los hallazgos que creo
principales, asociados a las formas de interpretación local, como un acercamiento a la
concepción, seguido del eje central que viene a ser la infancia xi’iui o pame, teniendo
como guía las variables de observación propuestas en la guía etnográfica, las cuales tratan
sobre cuatro tópicos generales: contexto, cotidianidad, características sociales de los
niños y las relaciones niños-familia-comunidad, mismas que para presentar de manera
resumida, trataré de articular en su conjunto con el hilo conductor de mi papel como
etnógrafo.

La interpretación ante el espejo


Para acercarme al tema de la concepción sobre la infancia xi’iui, consideré que sería
necesario establecer otro tipo de relación con la comunidad, en ese sentido, a
continuación, señalaré algunos aspectos que creo relevantes para comprender el proceso
metodológico, las dificultades y potencialidades, aprendizajes y desventajas que he
identificado en mi quehacer etnográfico, particularmente sobre la llamada “observación
participante”, lo cual espero pueda elucidar pistas para mejorar las fallas de interpretación
y metodología en la investigación de maestría. Cuestión que presenta una problemática
para la propia observación participante, siendo el hecho de que, según mi interpretación
de los datos y reflexión, las acciones de los existentes en el universo pame, incluyendo al
propio investigador, constituyen signos de comunicación que pesan más que las palabras
y las explicaciones para el proceso interpretativo, el cual está anclado en concepciones
locales fuertemente arraigadas y configuradas en las dinámicas de construcción de
asimetrías en las que los niños juegan un rol como agentes y seres en construcción dentro
de ese tramado de relaciones mencionado.

A pesar de que llevo visitando a los xi’iui esporádicamente desde 2010 a la fecha, la
percepción que tiene la comunidad sobre mi persona aún no es clara, ni para ellos ni para
mí. Los xi’iui ponen poca atención a las explicaciones que el fuereño les da en español,
más bien, a lo que ponen atención es a lo que ven y, ello está sujeto a situaciones, que por
su diversidad vuelven polisémico el significado que tiene la población de mí y del afuera

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dentro de la comunidad; en ese sentido, he de señalar que he tenido poco o casi nulo
contacto con algunos sectores, destacando el de las mujeres, creo que al principio me
percibían como un acechador debido a que me veían haciendo preguntas de aquí a allá
durante la licenciatura, pues aplicaba encuestas, “andaba haciendo preguntas”, por lo que
incluso pensaron que fuera un policía, detective, pero también alguien que buscaba un
refugio después de haber hecho algo malo “afuera”, así como también me relacionaban a
“los hermanos” (personas de religión protestante), después se les quitó esa idea al verme
con “borrachos”, músicos, curanderos y brujos, incluso por la amistad con los diablos de
Semana Santa y que me veían hasta bailar con ellos, he logrado quitarles de la mente de
que soy “hermano y otras ideas”; al final me he ganado el apodo de “El diablo”, pues
incluso me asocian a San Antonio denominado “xinji’é”, un tipo de diablo que divide a
las parejas y destruye matrimonios, a quien paradójicamente se le pide para conseguir
pareja, así como a muchas situaciones en las que me he visto envuelto al hacer
investigación participante.

En el trabajo de observación participante solía acompañar a una que otra persona al


trabajo en la milpa, he asistido a diversas ceremonias, ofrendas, velaciones, etcétera, la
siembra, cosecha, asambleas, la recolección de leña, algunos trabajos diversos como la
construcción de viviendas, situación que desprendía el discurso de que “en Santa María
no hay trabajo”, quizá como una forma de expresar de que no tenía futuro económico mi
esfuerzo, ante esta interpretación local, explicaba ser un estudiante quien cree que no se
puede conocer una situación o a la cultura si no se vive. Aún así, mi actitud de andar
trabajando a la manera en que ellos lo hacen era interpretada incluso como la de alguien
que buscaba mujer, hecho quizá sustentado además de que iba sólo, en “el costumbre”
local que suelen tener los jóvenes varones al ir a otros ranchos en busca de pareja y, a
través del trabajo arduo demostrar que pueden ganar dinero y así obtener el prestigio para
ganarse a una joven, ante ella misma principalmente, pues si no aceptan los padres
comúnmente terminan robándoselas con permiso de ésta.

Después de los trabajos y faenas, acompañaba a las personas con quien trabajaba a tomar
cerveza, muchas veces me la invitaban como pago de mis trabajos, pues así lo expresaban
luego de que me negara a recibirla, me mostraban que no recibirla era una ofensa, así que
la aceptaba, aunque después yo compraba algunas y las repartía como lo hacen entre ellos.
Este contexto masculino, era un espacio que frecuentaba constantemente por el tipo de
observación participante y me permitía conocer los discursos y problemáticas que se

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discuten entre los que se reúnen. Casi por atracción o simpatía, tomar cerveza entre dos o
tres luego se convertía en micro asamblea comunal (por la cantidad de los que se van
integrando) si las temáticas eran de interés político o económico solían juntarse hasta
cincuenta personas en torno a un tema, aunque no siempre es así, ahí también se cuentan
chistes, albures, etcétera, de los que se desprenden seguido algunas riñas leves entre pares
comúnmente, quienes se exigen respeto mutuo, y así me iba integrando a la dinámica
masculina. Aunque en otros contextos iba a tomar clase con don Rufino o a visitar a
especialistas reconocidos localmente en ciertos temas, ya sea religiosos, políticos,
etcétera, de acuerdo a mis dudas especificas situacionales, comúnmente en ese tiempo
(trabajo de campo de licenciatura) asociadas a la música, las ceremonias y la organización
política, en las cuales no figuraban las mujeres.

Dicha polisemia de representaciones sobre mi persona era desfavorable para acercarme a


las señoras, de las cuales actualmente me interesa su opinión por tener un vínculo
importante con los infantes, con los cuales establecí cierta relación, incluso debo aceptar
que emocional. Al principio, los primeros pequeños que conocí iban de tres a doce años
y en los primeros contactos, me pedían dinero: “yiung taméin”, a veces no les daba y a
veces sí, esto influido además de la economía, también por platicas con adultos,
particularmente en un caso donde se me acercaron a pedir dinero los niños, un señor me
contó que cuando era niño iba por un mercado en San Luis con su madre, quien buscaba
trabajo, pero no habían comido, así que tenía hambre y, al pasar cerca de un puesto de
fruta agarró un plátano, luego de que lo vieron en ese acto le gritaron ratero, la madre
también lo agredió al darse cuenta de la situación y después se vio obligado a dejar el
plátano, así que tuvieron que escapar del lugar ante los insultos que recibía tanto la madre
como él por parte de los comerciantes, “hijo de su pinche madre, tacaño” dijo el señor
que compartió su anécdota, refiriéndose al comerciante del relato, después comentó que
cuando tiene dinero, les da aunque sea un peso a los niños, pero también dice que tienen
que aprender a ganárselo, por lo que suelen darles un peso o dos como pago de algún
mandado en los que suelen ocupar el esfuerzo de los niños y niñas locales, siendo una
actividad y pago que les gusta también a éstos; cuestión que permite también reflexionar
sobre el tipo de experiencia en la infancia en la que cobra particular sentido el contexto
de experiencia.

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Etnografía con los lyi’ik
Al respecto de mi relación con los niños, esta comenzó porque me pedían dinero, pero
también porque nunca les puse atención como objeto de estudio, sino que a veces cuando
me fastidiaba del trabajo de campo me los encontraba y entablaba una relación de persona
a persona, comúnmente he tenido ciertos comportamientos con ellos, por ejemplo, cuando
he andado comiendo un chicle o dulce suelo convidar y recurrentemente he jugado con
ellos futbol, vóley bol, a las maquinitas tragamonedas, o a carreras, también he ayudado
en el pasado a uno que otro con tareas escolares, pues ahora parece que las hacen en la
escuela, incluso he jugado a ser el maestro de temas como matemáticas y español, pero
nunca me han dicho maestro, sino, simplemente Toño, con lo que también me siento
satisfecho.

Un juego que me ha llamado la atención y no he podido jugar con ellos, sino simplemente
observarlos se llama “de kanaung” (de cabeza), que consiste en corretearse hasta poder
tocar al que se atrapa y así pasar el turno de atrapar a los otros dentro de un espacio
determinado, en este caso la casa de cultura era adecuado para llevar a cabo dicho juego
y era el lugar donde me instalé, luego de participar con el INAH sobre la etnografía de
reconstrucción del Templo en 2011.

Este sitio también lo aproveché en las primeras estancias en que acudí con mi esposa en
julio de 2016, donde luego de ver la participación infantil y haber elegido la temática para
maestría, pensé que podía ser idóneo para realizar otras actividades con los niños, mismas
que desarrollé en julio junto con mi esposa e hija. Pensé que llevar a mi esposa y mi hija
a realizar trabajo de campo me permitiría tener otro tipo de relación con la comunidad y
así comenzar a entrar en contacto con las mujeres e ir ganando su confianza, evitando de
dicha manera los posibles celos de los esposos o algún otro inconveniente y, de hecho,
así fue en parte, pero también debo mencionar que por lo menos, ni en el hogar donde
viví por mucho tiempo al principio de mis estancias logré un grado favorable de
comunicación con las mujeres de la vivienda, pero también hubo otro tipo de cambios
desfavorables, pues, en primer lugar, sabía de antemano que muchas mujeres culpaban al
alcohol de los conflictos, tanto entre hombres como en el hogar en situaciones domesticas
como lo es la recurrente violencia familiar, ya que es una opinión muy difundida y
compartida, tanto entre hombres como en mujeres, pero en realidad tiene que ver con una
noción de exceso, como agente dañino.

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De entrada, cuando una mujer vio a mi esposa con nuestra bebé en la casa de cultura fue
a saludarla y tuvieron una presentación mutua, la señora le dijo que ya me conocía, pero
yo no la conocía a ella, luego de explicarle mi esposa algunas dudas sobre el lavado de
ropa etcétera y sobre la zona, la señora le sugirió que podía lavar la ropa en su casa, ante
tal situación comprobé que efectivamente mi condición de hombre era la principal
limitante para entablar charlas con las mujeres.

En la casa de cultura mi esposa y yo realizamos actividades etnográficas con los niños.


Se hizo una recolección de plantas y yerbas en recorridos en el monte con algunos niños
después de solicitarle permiso a la madre, incluso tuvimos un recorrido al río con cinco
de ellos, nos enseñaron algunos usos medicinales y comestibles de diferentes yerbas del
monte, así como algunas comidas aprovechando la fauna etcétera como las larvas de
abeja, el chamal, un par de ellos comentaron sus anécdotas sobre la cacería de venado con
sus padres y abuelos, algunos comentaron que cosas que conocían se las había enseñado
ya sea la abuela, el abuelo, los propios padres o bien los propios amigos; en la casa de
cultura los niños participantes hicieron dibujos de esas actividades señaladas y las
compartieron con otros niños que no fueron en esas ocasiones, en la convivencia, los
niños que no habían ido agregaban mayores datos a la vez que aprendían de sus amigos
sobre el uso de plantas en medicina y comida, temas que les parecía agradar bastante,
primero discutían el tema en su lengua puntualizando siempre en los espacios donde se
ubicaban tales yerbas, así como en las situaciones en que sus familiares las habían
aplicado, después se veían a la cara y alguien tomaba el valor de explicarnos en español,
también vieron una película de Santa María Acapulco de los años 80s e iban reconociendo
los sitios y las personas, bailaron el mitote aun entre risas, se jugó vóley bol y se hicieron
entrevistas a cada uno de los participantes con el fin de conocer su percepción sobre
aspectos asociados al entorno, la representación de sí mismos, de sus padres y maestros,
así como de mi esposa, mi hija y de mí. Tal situación en esas vacaciones de julio fue bien
vista por algunos padres y madres, pues incluso una señora fue a preguntar por los
requisitos para ingresar a sus hijos al taller, hecho que no había mencionado para nada en
la comunidad, sino que surgió de pronto, así pues, la señora agregó que ella no deja salir
a sus hijos, pero si se trata de que van a aprender, si los deja. comenzaron doce
participantes los primeros días y después, poco a poco creció el número de asistentes hasta
alcanzar la cifra de veinte.

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De dicha experiencia surgieron algunas situaciones que me parecieron interesantes como
la forma en cómo entre ellos aun siendo niños van aprendiendo uno del otro y con la
comunidad, de maneras directas e indirectas, reproduciendo así diversos conocimientos,
cultura, pero también de las distinciones entre ellos, algunos estigmas, etcétera; por
ejemplo, decían del nieto de don Rufino que él era katú o brujo, aunque en otros contextos
era conocido como “el guapo” por ser muy enamoradizo, o también, de una niña que al
decir que tenía tres mamás, fue tachada por las otras niñas y niños quienes le explicaban
quién era su mamá y quien no, con lo cual se percibe que si bien conforman lazos y
comparten cultura, ésta no es homogénea sino dinámica y sufre procesos de
interpretación, pues a veces no concordaban con que ciertas plantas se utilizaran para
ciertos malestares.

Dentro de sus actitudes como grupo se identificó que se imitaban mutuamente los dibujos
entrando en un tipo de competencia. En cuestión de género, los niños tienen ciertos juegos
y las niñas otros, los niños señalan verbalmente que las niñas no pueden jugar con ellos
futbol o a corretearse “porque son pequeñas” y por ello las pueden lastimar, aunque
tengan mayor edad que ellos, sin embargo, en la observación se vio que si suelen llegar a
jugar rudo con ellas. A las niñas les gustó cargar y cuidar a nuestra hija Sofia chi kan’jé
(bebé), pero sólo las dejábamos por unos minutos ya que teníamos temor de que se les
cayera, en otro contexto le llevaron a nuestra bebé, otra bebé de nombre Jaqueline y
jugaron un buen rato las pequeñas con supervisión de las niñas, quienes trataban a las
bebés como muñecas según mi perspectiva, pues les daban vueltas y zangoloteaban,
aunque también las arrullaban y les hacían muchos mimos, supongo que a manera de lo
que ven del comportamiento de las madres.

Los niños y niñas durante las entrevistas expresaron desacuerdo en su condición de niños,
comentaron que para un bebé es más fácil, porque nomás duermen, hacen del baño, comen
y consiguen lo que quieren llorando; los adultos por su parte hacen lo que quieren y
pueden ganar dinero trabajando, mientras ellos tienen que acatar órdenes de los adultos y
no pueden trabajar para ganar dinero, por lo que se reconocen en una posición
desfavorable ante los comparados previamente.

Las aspiraciones de los niños eran comúnmente irse a los Estados Unidos para ganar
dinero y tener una camioneta, uno que otro comentó que no le gusta la escuela, pues no
le gusta que lo pongan a leer, sino que ya quiere trabajar a pesar de que aun va en quinto,
sólo uno de ellos mencionó que le gustaría seguir estudiando, éste ya va en la secundaria.

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Las niñas mostraron reservas sobre sus aspiraciones en el futuro, salvo una que otra que
mencionó querer ser maestra, título que le dieron a Bety, mi esposa. Los niños
participantes iban de los cinco a los doce años, el mayor era una especie de líder, pues,
los demás niños los seguían a donde él fuera, pero cuando se reunía con otros mayores,
lo trataban como subordinado, al grado de que en una ocasión le arrebataron un balón y
ya no pudieron jugar los otros chicos.

En cuestión de género, a veces los niños se salían y las niñas se quedaban haciendo
dibujos, aunque ya hubiese terminado esa actividad. Cuando no podía atender esa
disgregación de género, los niños por sí mismos realizaban juegos, por ejemplo, se ponían
a jugar pelota y en una ocasión se acercó el juez y los regañó, después fue a decirme que
por favor corrigiera a esos niños porque iban a terminar de romper los vidrios, ante ello,
se calmaron.

Etnografía entre niños padres maestros y comunidad


Una dificultad por la ubicación de la casa de cultura es que por su cercanía con el espacio
donde toman cerveza los adultos, éstos suelen correr a los niños y constantemente
regañarlos, pues como comenta un señor, “nosotros queremos andar tomando y aquí
andan los niños jugando”, es decir, que no los quieren a los niños cerca. Los niños por su
parte no suelen decir nada y después de los regaños se retiran, asunto que se vincula a la
dificultad para comprender la disciplina desde una perspectiva de conjunto.

Esta situación de la disciplina constituyó una dificultad con respecto a la aceptación local
del taller que había emprendido, pero tuvo sus consecuencias hasta el trabajo de campo
posterior de octubre, donde pensaba aplicar una nueva dinámica, la cual no se llevó a
cabo, ya que cuando llegamos mi familia y yo a la localidad, los niños nos recibieron y
nos acompañaron a la casa de cultura, estaban entusiasmados con la idea de hacer dibujos
etcétera; sin embargo, se salió de control el orden, pues un grupo de niños comenzó a
lanzarse cascaras de naranja entre sí, en animo de risas, ante lo cual, el padre de una de
las niñas presentes cerca de ahí mientras tomaba cerveza vio y me fue a reclamar, le dije
que apenas iba llegando a la comunidad, incluso tenía aún la mochila puesta, pero
amenazó con acusarme con el juez, hecho que causaría una multa, según me dijo, por lo
cual opté por suspender las actividades y a los niños los regañó diciéndoles que si me
daban una multa iba a ser culpa de ellos, en ese instante todos se retiraron y no se
acercaron en días a la casa de cultura.

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Iba a ser la fiesta de los muertos y varios niños estaban entusiasmados con la idea de que
les darían atole y galletas, así como también los niños grandes podrían hacer lo que
quisieran por la noche, dos de los grandes (10 y 12 años) me preguntaron si haríamos altar
mi esposa y yo en la casa de cultura, les comenté que no sabía cómo hacerlo, así que
sugirieron hacerlo ellos mismos, yo simplemente los apoyaría, consiguieron un machete
y una cuerda, los acompañé al monte y recolectaron ramas, mismas que les ayudé a cargar,
en un par de viajes, de regreso estaban escogiendo el sitio donde se colocaría, pero se
empezaron a desanimar porque no sabían realmente como armar un altar, en eso se me
ocurrió preguntarle a un par de señores, quienes gustosos accedieron a apoyar en la labor
de la construcción señalando que esa era “costumbre” de los abuelos, me cuestionaron el
interés por hacer un altar, les dije que los niños querían hacerlo, pero les reclamaron pues
hacer un altar es un compromiso y no un juego, según les explicaron con algunos regaños,
pero a pesar de ello, aquellos señores empezaron a buscar ramas también para la
construcción del altar, uno de ellos era el fiscal del Templo, quien prestó los postes para
la realización de la estructura, otro fue por zamandoque para amarrar las ramas y fijar la
estructura, después se acercó el profe Santos, un maestro jubilado locatario de Santa
María, quien luego de explicarle aprobó con gusto la decisión y me regaló 30 pesos para
la ofrenda, así pues sugirió que en lugar de ramas recolectáramos heno, colaboró en
conseguir un par de costales y nos indicó donde ir por ese material, así que fuimos un par
de niños y yo por él, ya con el heno más niños se acercaron y colaboraron a construir el
altar, el evento sería en la noche, así que me dediqué a buscar los elementos para la
ofrenda, velas, galletas, algunos niños sugirieron fruta y panes dulces, otros me
recomendaban que si no podría hacer el atole, hiciéramos café, pero ya no lo pude
conseguir.

En la noche preparamos el altar y repartimos la ofrenda que los niños nos habían sugerido,
después fuimos con varios de ellos a las viviendas donde habría atole y galletas de
animalitos, sólo en los hogares que daban atole eran aquellas donde había un angelito
fallecido, particularmente quisiera resaltar el caso de una vivienda donde había muchos
niños, ahí la señora tenía formados a los niños frente al altar en filas, a mi esposa se le
ocurrió encender la linterna del celular ante la obscuridad y un niño comentó que los
estábamos grabando, así que la señora se molestó y dijo que no daría nada a nadie hasta
que nosotros nos retiráramos, así que así lo hicimos, nuestros acompañantes niños nos
comentaron que a la señora le iba a pegar su esposo por lo que habíamos hecho, pero nos

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sugirieron seguir a otros sitios, en la noche estuve reflexionando el hecho descrito y tuve
un sentimiento de la importancia del significado al respecto de esa tradición, así pues de
la violencia de nuestra presencia a la intimidad local en algo tan sagrado como lo es un
angelito, hecho que refleja sentimientos de dolor en la memoria de un padre o madre.

También salimos en la noche y vimos que los niños grandes se la pasaron en la plaza
frente al Templo, tenían música en bocinas recargables, así como también traían cerveza
y mariguana, el fiscal pasó con dos jóvenes como a las 12 de la noche y nos invitó a su
casa, ahí nos dio atole y conversamos sobre diferentes temas, entre risas uno de los
jóvenes, quien es hijo del Patrón, le reclamó al fiscal porque no había sonado las
campanas, pues se supone que debía haberlas tocado en la madrugada del 30, pero
argumentó que tenía su reloj con el horario anterior. Explicó que antes los días de muertos
van de acuerdo a la luna, pero pues ya ahora se manejan fechas y horas con el reloj, según
tenía que tocar la campana a las 2 am, pero se le pasó y lo hizo a las 3, comenta que
cuando suenan rápido es porque están llegando los difuntos, cuando son sólo dos
campanadas es porque son difuntos hombres y cuando son tres es que son las mujeres.

Al día siguiente el estado de animo de la comunidad para con nosotros había cambiado
significativamente, no hubo clases en la escuela en todos esos días, muchos no nos
querían regresar los buenos días y recibí el reclamo de un señor, quien cuestionó el
objetivo del altar en la casa de cultura, así pues, los niños no se acercaron a nosotros en
todo el día, por lo que aprovechamos para visitar a algunas amistades y platicar con ellos,
mismos que nos dieron ánimos, así pues, no hubo agua ese día, cuestión por la cual supe
después que se rumoraba que quizá el altar era para el diablo, mismo que por no darle
ofrenda podía secar la pila, por la tarde encontré al juez y me invitó a los tamales en la
noche en su casa.

En contraste a las quejas, al igual que el juez, otros xi’iui nos invitaron ese día a los
tamales de sus difuntos adultos, así que asistimos a tres lugares, el último fue en la casa
del juez, donde se encontraba además un profesor de la escuela, y otras personas, dicho
profesor me pidió que le explicara el motivo de nuestra presencia en Santa María, así
como también los argumentos que sustentan mi investigación entre los xi’iui, comentó
que él es pame y, conoce “el costumbre”, pero entiende que puede ser importante una
investigación.

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Como ejemplo señaló que él realiza una investigación sobre las creencias locales, empezó
a explicar el contenido de su investigación, argumenta que los pames no perciben la
realidad como es, sino de otro modo, que a ellos no les interesa la propiedad, ni de las
tierras, porque ellos son de ahí, son libres, a los niños no se les “amaniata” (que se les
amarre con rebozo o cobija los brazos a los bebes), que los pames tienen formas de
comunicarse con los extraterrestres como lo hacían los mayas y los aztecas, que el bautizo
no lo quieren y que todo su sufrimiento es por culpa del hombre blanco que vino a
conquistar, pero algunos de los presentes le cuestionaron por qué no se debe de bautizar,
asunto que no respondió, también empezó a decir que había una manera para hacerse
pame, empezó a reír y comenzó a hablar en la lengua local con otro presente, estaba
diciendo insultos que conozco hacia mi esposa y a mí, relacionados a que si queríamos
ser indígenas, nos iban a hacer por medio del sexo, ante ello ya no soporté y me despedí
del anfitrión, quien nos regaló unos tamales agradeciendo la visita.

Enseguida nos acompañó Valeriano, un amigo que estaba presente, nos sugirió que nos
encerráramos en la casa de cultura y no saliéramos, cargó a la bebé y me pidió si se la
podía llevar, enseguida apareció el profesor con otra persona, después Valeriano me dio
a la bebé y se fue con ellos, apagué la luz del cuarto cerré y de pronto alguien arrancó una
bolsa que cubría un espacio por una ventana rota, dicha bolsa apareció frente a la puerta
principal minutos más tarde que salí a ver.

Al respecto de la actitud de Valeriano, me recordó que Sofía mi hija a pesar de ser bebé
se ganó la simpatía de la comunidad, pero lloraba mucho en las noches, ante lo cual yo
solía recibir regaños por parte de algunos amigos, “ya ves, ¿cómo trajiste a tu señora y tu
bebé a sufrir?”, ¿qué le hiciste a la bebé?, ¿por qué llora tanto? a lo mejor está espantada,
hay algo malo en esa casa, ahí en la noche espantan, me decían.

Los bebes en general son muy apreciados según observé en el trato que tienen las personas
para con otros pequeños, a quienes se les considera antepasados, en charlas hubo quien
me comentó que cuando fallece una mujer nace una niña y viceversa en caso de que sea
varón, pero otros lo negaron rotundamente, pues decían que eso ya venía de arriba, y
¿Quién lo iba a saber?, así a pesar de que existan distintas perspectivas sobre el terreno
de las creencias dentro de las practicas del “costumbre” que algunos llegan a conservar
con los bebes, se halla la de enterrar el cordón que se cae del ombligo a los varones bajo
el fogón de la casa, según se cuenta, pues no lo he podido observar, así como también
relatan que ello se hace para que sea un buen proveedor del hogar; mientras que a las

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bebas se les entierra su cordón junto a un árbol para que ésta sea fértil. Esto contradice
un poco lo que Aguilera (2011) mencionaba sobre el hecho de que los bebes no tuvieran
sexo, pues al hacer esta distinción se percibe claramente una diferenciación de sexo desde
el nacimiento, aunque posiblemente haya que verificar la noción de sexo y el contexto en
que lo registró Aguilera, pues considero que en realidad lo que no tienen es una identidad,
a manera de destino marcado, pero ya, supuestamente el profesor Alvaro, con quien tuve
el disgusto, esta práctica del entierro del cordón él la llama ritual del destino, porque fija
el sentido o ruta que va a tomar ya sea la niña o niño a lo largo de la vida.

En tiempo de escuela hay otra dinámica en la comunidad, las madres toman el orden, por
lo menos en preescolar y primaria que son las escuelas que hay en la localidad, como
parte de la organización de padres, se han formado comisiones de limpieza rotativos,
juntas constantes, comisiones de alimento, así como encargadas de entrega de leche y
organización para los apoyos, por ejemplo, la última semana de octubre fueron personas
del DIF a regalar unos lentes, pero previamente el comité había seleccionado a quien le
tocarían por razones de que los necesitaran más, siendo diversas personas los beneficiados
incluyendo niños, también hay comisión de vigilancia sobre el comportamiento propio de
los padres y de los maestros; una de las reglas que han establecido es el empleo de los
insumos para lo que están destinados y para quienes están destinados, por ejemplo, se les
prohíbe a los maestros que tomen el agua de los garrafones debido a que son para los
niños, por lo que estos tienen que comprar sus propios garrafones.

Dos profesores que dan clase en Santa María Acapulco son originarios de San Luis Potosí,
la juez también es de San Luis, pero se crio en Santa María por lo que habla perfectamente
la lengua local, el director es pame norte y otros profesores también, de Tamasopo y
Vicente Guerrero particularmente, los primeros dos profesores mencionados cuentan que
están en Santa María porque “hay quien nace con estrella y otros estrellados”, es decir,
que a ellos les tocó la mala suerte de que los enviaran allí, estos se quejan principalmente
de que han batallado por la comida, pues las señoras no les quieren preparar los alimentos,
así que pasaron un buen tiempo consumiendo lo que podían en las tienditas locales, hasta
que el profesor Álvaro intercedió y, ahora hay una señora que les prepara, pero lo hace
cuando quiere, pues no se quiere sentir obligada por el dinero que pagan los profesores
por el alimento.

Por su parte, el director de la escuela comenta que, a ellos no les gusta involucrarse con
la comunidad y, que desconocen realmente como esté organizada, ni sus problemas, no

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sabía que el gobernador suplente era padre de un par de sus alumnos, etcétera, lo cual se
enteró después de describirme problemas relacionados a la deserción, pues el gobernador
suplente se fue a vivir a Rio Verde con su familia de repente y en la escuela tratan de
localizar a los niños de éste, pero ya se los llevó; señala que en parte no se meten con
asuntos de la comunidad porque cuenta que hay diversos problemas con varios padres y
sus niños, algunos de esos problemas son como la dificultad con la que aprenden, ante lo
cual reciben el reclamo de que no hacen bien su trabajo, quizá por no estar bien
capacitados, por parte de los padres, de igual modo con la disciplina de los pequeños,
también cuenta que existen algunos casos de deserción a causa de conflictos familiares,
ante los cuales los padres se han molestado al recibir sugerencias para ayudar al niño y
que mejor han optado las familias por retirar al niño de la escuela, otros casos donde los
padres se desatienden de los hijos y acaban por cubrir las funciones de tutor algunos
familiares cercanos, principalmente abuelos. También cuenta que hay severos problemas
de promiscuidad, ante lo cual, han ingresado programas de salud sexual que se han estado
implementando.

Lo que habla sobre las tensiones entre las relaciones entre padres, maestros y alumnos en
un contexto donde la comunicación se presenta difícil, pues como se ve, las madres han
tenido empoderamiento y son rígidas con las normas, no desean sentirse subordinadas de
los maestros por el servicio que brindan a la comunidad, el cual lo perciben como una
obligación que tienen, pues reciben sueldo del gobierno. Los profesores que hablan la
lengua local parecen tener mejores relaciones con las madres de familia, entre ellas la
juez, aunque habría que ver si esto propicias tensiones entre los mismos profesores y que
ello pueda afectar su productividad, hecho con el cual se justificaría el reclamo de los
padres al respecto del rendimiento académico de sus hijos el cual asegura también los
apoyos.

Etnografía de la lucha entre los poderes locales y externos


Por otro lado, el contexto familiar también influye en la configuración de este contexto.
Ante la situación de mi difícil acceso a la confianza de las mujeres, pensé que llevar a mi
esposa y mi hija a realizar trabajo de campo me permitiría tener otro tipo de relación con
la comunidad evitando así los posibles celos de los esposos o algún otro inconveniente y,
de hecho, así fue en parte, pero también debo mencionar que hubo desajustes en mi
relación con los señores y mis propias amistades.

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En primer lugar, sabía de antemano que muchas mujeres culpan al alcohol como causa de
los conflictos, aunque en realidad el conflicto se percibe como una noción de exceso. La
cual propicia tanto en las peleas entre varones como entre mujeres, así pues, en
situaciones domésticas, como lo es la recurrente violencia familiar, de la cual se
desprenden contradicciones, entre el empoderamiento local y la subordinación al estado,
pues, en el caso de un niño que participó en el taller de julio, su padre llegó ebrio según
me contaron y, quiso machetear a la madre porque le reclamó haberse gastado el dinero
en bebida, luego la señora logro escapar y tuvo el apoyo de los jueces locales para realizar
la denuncia ante el DIF, de igual modo el señor logró escapar y no lo agarraron, así que
esta institución se los llevó de la comunidad para protegerlos.

Ante la situación de conflicto entre la carencia económica, el alcohol y mi falta de acceso


a la confianza de las mujeres pensé en la manera de alejarme un poco de mis amigos “los
borrachos”; para ello, le solicité a mi esposa que, si me invitaban cerveza, ella me llamara
para poder salir de esa situación sin que se viera una negativa, algo así como un
justificante, de tal manera que cuando mi esposa me llamaba recurrentemente bromeaban
diciendo que me buscaba la policía. Otras veces los propios amigos iban a hablar con mi
esposa para pedirle permiso para que me dejara tomar, así que platicaban sus casos de
cómo es que tienen una buena relación con sus familias a pesar del alcohol, la formula
generalizada era “al marido no hay que hacerlo enojar, ni viceversa, pero “a él hay que
atenderlo, si él lleva dinero a la casa, no hay que hacerlo enojar si llega borracho” y así
todos contentos, pero también me advertían que tenía que darle su gasto a ella.

Dicha relación asimétrica entre hombres y mujeres en la comunidad ha tenido cambios y


resistencias, muestra de ello es que se eligió una juez local, cosa que jamás había ocurrido,
algunos varones señalan que ello se debe a cuestiones relacionadas con la intervención de
Derechos Humanos, a quienes se les atribuye también la responsabilidad por las
infidelidades, separaciones y demás formas de desintegración familiar, como el discurso
de que los niños “de ahora” no le hagan caso a sus padres, pues antes, los señores podían
poner orden, aun si ello implicaba correctivos por la fuerza y, ahora ya no, incluso a las
mujeres se les castigaba la infidelidad con la yerba de “mala mujer” con la cual podían
dejarla estéril si el niño no era del esposo, cuestión que podían resolver los curanderos, o
darles un escarmiento si andaban “libres por su cuenta” (siendo infieles), incluso la
comunidad podía castigar al hombre que golpeaba injustamente amarrándolo de las
muñecas y colgándolo, con lo que se corregía a sí misma la comunidad, pero ahora no,

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las mujeres y los niños amenazan con demandar a los jefes de familia, o en caso de tortura
a las mismas autoridades locales, mismas que se reconocen vulnerables por no tener
ingresos y estar siempre en el ojo de la crítica comunal ante las diversas situaciones, en
las cuales con el intervencionismo del gobierno, han visto violada su autonomía.

En ese contexto, algunas mujeres se sienten respaldadas por Derechos Humanos o el DIF,
la CDI, etc. aunque también hay quienes les tienen recelo a dichas instituciones, por esa
razón del asalto a la autonomía, pues si bien el gobierno se ve como un aliado, en otros
contextos se presenta como un enemigo. Aunque no ahondaré en ello por el momento,
esta ambigüedad en las relaciones han generado divisionismo interno, muchas veces
asociados a las envidias y celos por los apoyos gubernamentales, e incluso, las mujeres
se sienten comprometidas por aceptar apoyos como Oportunidades, en las que se ve la
labor del niño estudiante como un agente de ingresos al hogar, de ahí que también se
propicie el empoderamiento femenino como una respuesta local a mantener esas
“ayudas”, mismas que han venido siendo criticadas, principalmente por aquellos que no
son beneficiados y que en términos generales, la población percibe que se está
desintegrando la comunidad por dicha razón, siendo el culpable el signo de la kutséi
taméin, que conforma la triada simbólica dinero-serpiente-gobierno.

Ante este contexto otros han adoptado posturas indiferentes, tanto a las autoridades
locales como a las de afuera, formulando sus propias instituciones, tal es el caso de “El
patrón”. Frente a la casa de cultura, a unos veinte pasos, hace unos cinco años se veía
únicamente unas pequeñas viviendas de junco y vara, así como un par de cuartos del
mismo material pero enjarrados y con techo de lámina, en el mismo espacio actualmente
se observa una vivienda extremadamente amplia de dos pisos que contrasta con las demás
viviendas de la zona, la cual se empezó a construir recientemente, y sigue en proceso de
mejoras, el dueño es conocido como “El Patrón” muy asociado al narcotráfico, junto a la
vivienda habita su hermano conocido como don Beto, quien tiene una tienda de abarrotes,
donde se vende cerveza, a decir verdad, es el único punto de la localidad donde se vende
dicho producto actualmente. aunque esto sugiere cambios significativos.

Don Beto ha contribuido en el mantenimiento de tradiciones, suele hacer velaciones y


colaborar con “El costumbre”, como este año, que pagó la limpia del camposanto,
también suele regular el consumo de dicha bebida, pues suele prohibirla, cuando habrá
peregrinaciones, o velaciones cerca del lugar, así como lo hacía don Rufino, quien
regulaba el consumo de esta bebida, por lo que, además del cambio mencionado y,

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colocarse por encima de una decisión local en asamblea, es decir, la venta de cerveza, se
percibe a su vez cierto mantenimiento con respecto de las normas comunales.

El Patrón asiste poco a la comunidad, por lo que don Beto es quien ha enfrentado
directamente los roces con la policía, a causa de su fama y la de su hermano; por otro
lado, la gente en general les tiene rechazo a los policías porque según comentan, ellos son
muy corruptos y sólo van a ver a quien friegan, por lo que, en lugar de cuidar, hay que
cuidarse de ellos. El patrón, da trabajo a algunas personas, las cuales obtienen un cierto
grado de seguridad económica y ello ha hecho que venga teniendo aceptación esa
propuesta de vida por parte de algunos sectores aliados,

Así se ve que de algún modo las políticas de afuera han trastornado los modos de
autonomía y propiciado el paso de ciertos poderes a otros sujetos, posiblemente asociados
a ciertos linajes, pero estructuralmente se percibe la resistencia de un mantenimiento del
ser pame, e incluso pareciera que estas figuras de éxito vienen tomando un poder que los
curanderos como don Rufino tenían.

Como ejemplo de ello, en 2015 un grupo de señoras hicieron una asamblea con la juez,
donde se resolvió exigir a los vendedores de cerveza locales que dejaran de hacerlo; tal
fue el coraje de un vendedor de cerveza-curandero, mejor dicho, el kajú (sabio) don
Rufino Medina, que, del coraje de ya no dejarle vender cerveza tuvo un infarto cerebral
y actualmente padece hemiplejia.

Al saber eso y sentirme comprometido con él por lo que me ha enseñado, busqué la


manera de llevarlo a Rio Verde para que lo atendieran en septiembre de este año, para
ello me ayudaron los jueces locales, el gobernador tradicional, Hugo Cotonieto del INAH,
el presidente municipal y el delegado de la CDI en Cárdenas, así como un par de
locatarios; uno de ellos, de nombre Raymundo me comentó que le interesaba lo que yo
andaba “sembrando”, quería que fuera honesto con él, supuso que era un asunto político
que me traería beneficios económicos, pero le argumenté que no era así, sino un asunto
moral desde mi persona, como una forma de agradecerle a don Rufino todo lo que me ha
enseñado. A don Rufino le dijeron que no tenía cura y que lo único que podría ayudarle
sería una fisioterapia, ante lo cual busqué al DIF municipal y comentaron que lo visitarían,
pero eso nunca ocurrió, lo que causó que me ganara la fama de mentiroso.

La suposición de don Raymundo fue lo contrario, además de lo dicho, otro curandero me


reclamó porque él ya era el nuevo kajú y ayudar a don Rufino significaba una falta de

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respeto a su posición, reclamo que contrastaba con que me sugirió que a quien debía
ayudar era a él. Esa fama de un tipo de promotor cultural, o intermediario me la gané
después de haber colaborado con el INAH en lo del Templo y también luego de haber
ayudado a don Rufino debido a que me pidió de favor que redactara un proyecto para un
apoyo de la CDI en beneficio de las ofrendas a los truenos, mismo apoyo que tardó cerca
de un año en llegar, a pesar de que se supone que se entregaría en tres meses, fui en una
temporada y comenzaron a decir que me había “clavado el dinero”, por lo que tuve que
regresar a San Luis, cuando supe gracias al contador de la Secretaría de Cultura y Mario
Godoy de la CDI que ya habían entregado el apoyo y lo habían llevado personalmente
regresé a la comunidad donde fui muy bien recibido por don Rufino, quien a pesar de que
estuve cerca de dos horas explicándole que yo no tenía nada que ver, me dio las gracias
por el apoyo. Luego de eso, pensé que tenía los datos suficientes para hacer mi tesis y
jamás regresaría a Santa María Acapulco, pero un trabajo con Hugo Cotonieto, el tiempo
y haber hecho trabajo de campo en un proyecto sobre escuelas en una comunidad xi’iui
así como mi s propias inquietudes me traen de vuelta a Santa María Acapulco.

Con ello me refiero a las diversas conexiones-relaciones entre diversos actores en las que
se traman una serie de relaciones, asimétricas y significados, que trastocan la cultura
propia y una cultura que pareciera tan lejana como la de los xi’iui o pames de Santa María
Acapulco, así pues, que no son entes aislados y no puede ya ni preguntarse sobre los
modos en que se vallan a integrar al sistema, pues ya están ahí desde hace tiempo.

La cuestión a explorar, creo que tiene que ver en sacar a la luz esas contradicciones en las
relaciones de poder que permitan reflexionar sobre el modo en que se está construyendo
una sociedad como la de los xi’iui pames desde la infancia.

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