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EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

1.- NOCIÓN
El bautismo es el sacramento por el cual el hombre nace a la vida espiritual, mediante la ablución del agua
y la invocación de la Santísima Trinidad.

Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar, porque es el sacramento de la fe, puerta de todos los
sacramentos, puerta de la Iglesia: por él se nos comunica la vida sobrenatural de hijos de dios, se nos capacita
para recibir los sacramentos restantes, y nos incorporamos a la Iglesia instituida por Jesucristo como sacramento
universal de salvación.

2.- EL BAUTISMO SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY


Es dogma de fe que el bautismo es un verdadero sacramento de la Nueva Ley instituida por Jesucristo.

En la Sagrada Escritura también se prueba que el bautismo es uno de los sacramentos instituidos por
Jesucristo:

a).- En el Nuevo Testamento aparecen testimonios tanto de las notas esenciales del sacramento como de su
institución por Jesucristo:

- el mismo Señor explica a Nicodemo la esencia y la necesidad de recibir el bautismo: “En verdad te digo que
quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos” (Jn. 3,3 – 5);

- Jesucristo da a sus discípulos el encargo de administrar el bautismo (Cfr. Jn 4, 2).

- ordena a sus Apóstoles que bauticen a todas las gentes: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra; id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo” (Mt. 28, 18 – 19). “Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda creatura. El que creyere y se
bautizare se salvará” ( Mc. 16, 15 – 16);

- los Apóstoles, después de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, comenzaron a bautizar: ver Hechos 2,
38 y 41.

b).- En el Antiguo Testamento aparecen ya figuras del bautismo, es decir, hechos o palabras que, de un modo
velado anuncian aquella realidad que de modo pleno se verificará en los siglos venideros.

Sobre el momento de institución Santo Tomás de Aquino (cfr. S. Th. III, q. 66, a2) explica que Jesucristo
instituyó el sacramento del bautismo precisamente cuando fue bautizado Juan (Mt. 3, 13ss), al ser entonces
santificada el agua y haber recibido la fuerza santificante. La obligación de recibirlo la estableció después de su
muerte (Mc. 16,15) Lo mismo lo enseña el Catecismo Romano, parte II cap. 2, n. 20.

3.- LOS EFECTOS DEL BAUTISMO


Los efectos del bautismo son cuatro: la justificación, la gracia sacramental, la impresión del carácter en el
alma y la reemisión de las penas.

a).- LA JUSTIFICACIÓN:
Hemos dicho que la justificación consiste, según su faceta negativa, en la remisión de los pecados y,
según su faceta positiva, en la santificación y renovación interior del hombre (Cfr. Dz. 799).
Así pues, al recibirse con las debidas disposiciones, el bautismo consigue:

- la remisión del pecado original y - en los adultos – la remisión de todos los pecados personales, sean mortales
o veniales;

- la santificación interna, por la infusión de la gracia santificante, con la cual siempre se reciben también las
virtudes teologales – fe, esperanza y caridad -, las demás virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.
Puede decirse que Dios toma posesión del alma y dirige el movimiento de todo el organismo sobrenatural,
que esté ya en condiciones de obtener frutos de vida eterna.

b).- LA GRACIA SACRAMENTAL:

Esta gracia supone un derecho especial a recibir los auxilios espirituales que sean necesarios para vivir
cristianamente, como hijo de Dios en la Iglesia, hasta alcanzar la salvación.

c).- EL CARÁCTER BAUTISMAL:

El bautismo recibido válidamente imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el carácter bautismal,
y por eso este sacramento no se puede repetir ( De fe, con. de Trento, Dz. 852 y 857).
Como hemos dicho, el carácter sacramental realiza una semejanza con Jesucristo que, en el caso del bautismo,
implica:

- La incorporación del bautizado en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.


- La participación en el sacerdocio de Cristo, esto es, el derecho y la obligación de continuar la misión salvadora
y sacerdotal del Redentor. Por el carácter, el cristiano es mediador entre Dios y los hombres: eleva hasta Dios
las cosas del mundo y da a los hombres las cosas de Dios. Esta participación es doble: 1° Activa: santificando
las realidades temporales y ejerciendo el apostolado. 2° Pasiva facultad para recibir los demás sacramentos.

d).- LA REMISIONDE LAS PENAS DEBIDAS POR LOS PECADOS.

Es verdad de fe (Concilio de Florencia, Dz. 969; Concilio de Trento Dz. 792), que el bautismo produce la
remisión de todas las penas debidas por el pecado.

Por eso, San Agustín enseña que el bautizado que partiera de esta vida inmediatamente después de recibir
el sacramento, entraría directamente en el cielo (cfr. De peccatorum meritis et remissione, II, 28,46).

4.- NECESIDAD DE RECIBIR EL BAUTISMO


El bautismo es absolutamente necesario para salvarse, de acuerdo a las palabras del Señor: “El que creyere
y se bautizare, se salvará” (Mc. 16,16).

La razón teológica es clara: sin la incorporación de Cristo -la cual se produce en el bautismo- nadie puede
salvarse, ya que Cristo es el único camino de vida eterna, sólo El es el Salvador de los hombres (cfr. Jn. 14, 9;
Hebreos 4, 12 ver S, Th., III, q. 68 aa. 1 – 3).

Sin embargo, este medio necesario para la salvación puede ser suplido en casos extraordinarios, cuando
sin culpa propia no se puede recibir el sacramento de agua, por el martirio (llamado también bautismo de sangre),
y por la contrición o caridad perfecta (llamada también bautismo de deseo) para quienes tienen uso de razón.

1° El bautismo de deseo es el anhelo explícito (p. ej. , catecúmeno) o implícito (p. ej., pagano o infiel) de
recibir el bautismo, deseo que debe ir unido a la contrición perfecta.
Para aquel que ha conocido la revelación cristiana, el deseo de recibirlo ha de ser explícito. Por el contrario,
para el que no tenga ninguna noticia del sacramento basta el deseo implícito. De esta forma, la misericordia
infinita de Dios ha puesto la salvación eterna al alcance real de todos los hombres.

Es, pues, conforme al dogma, creer que los no cristianos que de buena fe invocan a Dios (sin fe es
imposible salvarse), están arrepentidos de sus pecados (no pueden cohabitar el pecado con la gracia), tienen el
deseo de hacer todo lo necesario para salvarse (cumplen la ley natural e ignoran inculpablemente a la verdadera
Iglesia), quedan justificados por el bautismo de deseo (Cfr. Lumen Gentium, n. 16).

2° El bautismo se sangre es el martirio de una persona que no ha recibido el bautismo, es decir, el soportar
pacientemente la muerte violenta por haber confesado la fe cristiana o practicado la virtud cristiana.

Jesús mismo dio testimonio de la virtud justificativamente del martirio: “ A todo aquel que me confesare
delante de los hombres yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 10, 32); “El
que perdiere su vida por amor mío, la encontrará” (Mt. 10, 39; etc.

REQUISITOS PARA EL BAUTISMO:

Los padres tienen la obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas. Cuanto antes
después del nacimiento e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y prepararse
debidamente. (CIC 867)

Sólo los papás tienen el derecho de llevarlos a bautizar. En caso de adultos manifestar su deseo de bautizarse y
asistir a pláticas de preparación.

Presentar el acta de nacimiento ante el sacerdote o su representante.

Tomar las pláticas prebautismales los papás y los padrinos.

Padrinos: son aquellos que presentan en la Iglesia al bautizado, contestan en su nombre y asumen la
responsabilidad de la educación cristiana del bautizado si faltan sus padres. Se requiere de un padrino y una
madrina en caso de los niños. En el caso de un adulto debe de ser uno solo, que debe de vigilar que lleve una vida
cristiana después de ser bautizado. Ser padrinos no implica asumir responsabilidades materiales.

Requisitos para ser padrinos: Ser bautizado y tener la intención de asumir las responsabilidades, tener uso de
razón, haber cumplido 16 años, estar confirmado, haber hecho su Primera Comunión y llevar una vida de fe. Los
padrinos han de ser solteros o casados por la Iglesia. No pueden vivir en unión libre, ya que deben de ser modelos
de vida cristiana para los ahijados.

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