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¿Bipolar o adolescente?

“Creo que mi hijo es bipolar” No son pocas las ocasiones en que unos padres
manifiestan en consulta esta preocupación por su hijo de 15 años. En la mayoría de
las ocasiones podemos darles una respuesta clara: “Su hijo no es bipolar, es sólo
un adolescente”. Por desgracia no siempre es así, y en alguna que otra ocasión
las sospechas de los padres están más que fundadas.

Si nos referimos a un joven que experimenta intensos cambios de estado de


ánimo, que estos cambios se reflejan también en cambios muy visibles de
comportamiento, que a veces se entusiasma demasiado, hace tonterías, o muestra
conductas extrañas, que en otras ocasiones sin embargo se pone muy triste sin
motivo aparente. ¿Hablamos de un joven bipolar o se trata del patrón emocional y
de conducta típico de cualquier adolescente?

Hasta hace relativamente poco tiempo un diagnóstico de trastorno bipolar en


jóvenes menores de 16 años era improbable. Sin embargo, los resultados de la
investigación y la experiencia clínica han proporcionado evidencia sustancial de que
el trastorno bipolar, también conocido como trastorno maníaco-depresivo, puede
darse en niños y adolescentes.

El trastorno bipolar es difícil de reconocer y diagnosticar en la juventud porque


no se ajusta con precisión a los criterios y síntomas establecidos para los adultos, y
porque sus síntomas pueden parecerse o coexistir con los de otros trastornos
mentales más comunes. Además, como ya comentamos al principio, los síntomas
del trastorno bipolar pueden ser confundidos inicialmente con las emociones y
comportamientos normales de niños y adolescentes.
Muy a menudo, suele tratarse de una cuestión de grado, situándose los síntomas
en un continuo que en su extremo superior llega a afectar de manera notable al
rendimiento y la disciplina escolar, a la relación con los padres, hermanos y
compañeros, a la adaptación a las normas y límites familiares e incluso a la
presencia de conductas autolíticas.

El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave caracterizada por episodios


recurrentes de depresión, manía y/o estados mixtos. Estos episodios provocan
cambios inusuales y extremos en el estado de ánimo, la energía y el comportamiento
que interfieren significativamente con el funcionamiento normal y saludable. (En
artículos anteriores encontrarás una Guía de práctica clínica sobre el Trastorno
Bipolar así como un interesante video sobre los síntomas y su tratamiento).

Los síntomas de manía y depresión en niños y adolescentes pueden manifestarse


a través de una variedad de comportamientos. En los episodios maníacos los niños
y adolescentes, a diferencia de los adultos, son más propensos a ser irritables y
a tener arrebatos destructivos que a estar eufóricos.

Cuando aparece el episodio depresivo suele haber muchas quejas físicas, como
cansancio, dolores de estómago, musculares o de cabeza, y son frecuentes las
ausencias y el mal desempeño escolar. Pueden darse intentos de escapar de casa,
irritabilidad y aislamiento social, falta de comunicación y sensibilidad extrema al
rechazo o al fracaso. A menudo puede darse consumo de alcohol o abuso de otras
sustancias.

Una vez realizado un diagnóstico de trastorno bipolar, el tratamiento de niños y


adolescentes se basa principalmente en la experiencia con los adultos, ya que hasta
ahora hay muy pocos datos sobre la eficacia y seguridad de medicamentos
estabilizadores del humor específicos para jóvenes.

El tratamiento esencial de este trastorno tanto en adultos como en adolescentes


implica el uso de medicamentos estabilizadores del ánimo (litio) complementado
con diversas formas de psicoterapia, siendo la más aplicada la terapia cognitivo-
conductual.

Trastorno Bipolar y TDAH


La caracterización neuropsicológica del Trastorno bipolar en niños y adolescentes se ha
complicado porque existe una comorbilidad del 60% al 90% con el Trastorno por Déficit
de Atención con Hiperactividad (TDAH).
De hecho tres de los siete criterios del DSM para el trastorno bipolar son compartidos
con el TDAH, como la distractibilidad, la inquietud física y la taquilalia.

Esto hace complicado distinguir entre niños con TDAH y pacientes con Trastorno Bipolar
sólo por medio de la evaluación clínica, por lo que se piensa que los signos
neuropsicológicos pueden aportar información que coadyuve en el diagnóstico
diferencial.

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