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Cuando se ahorcaba a los pobres

Antoine Lilti 06/07/2018

Cuando se ahorcaba a los pobres

Antoine Lilti

Todavía por traducir al español, The London Hanged: Crime and Civil Society in the Eighteenth
Century [Los ahorcados de Londres: Crimen y sociedad civil en el siglo XVIII] (Londres, Allen Lane,
1991), primer libro importante de Peter Linebaugh, acaba de ser traducido al francés con el título de
Lespendus de Londres. Crime et societé civile au XVIII siècle por la editora radical Lux Editeurs.
Recogemos dos reseñas recientes que acaso animen a una pronta publicación en lenguas
peninsulares. SP

El paseante londinense que pasa por el ángulo noreste de Hyde Park no dudará de que en ese lugar
se levantaba la siniestra horca de Tyburn, de la que se colgaba varias veces al año a los
condenados a muerte. En un libro que hizo época, publicado en 1991 en Inglaterra, reeditado varias
veces y por fin traducido al francés, el historiador norteamericano Peter Linebaugh ha querido saber
quiénes eran esos desgraciados y qué delitos les condujeron a este triste fin. El resultado es un libro
impresionante y desbordante: un fresco vibrante de la clase obrera inglesa en el amanecer del
capitalismo.

Linebaugh demuestra, gracias a una minuciosa investigación en los archivos judiciales, que los
ahorcados de Londres sólo muy raramente eran delincuentes encallecidos. Más a menudo se trataba
de trabajadores pobres, marineros, artesanos, criados, condenados por haber robado algunos
objetos. Tyburn se convirtió en símbolo de la criminalización de los pobres, emblema de una
violencia ejercida por las élites contra esta población obrera cuyos hábitos, solidaridades y
tradiciones entorpecían el auge del capitalismo inglés. En la línea del gran historiador inglés, E. P.
Thompson, del que fue alumno, Linebaugh insiste en la contradicción entre las costumbres
populares que consistían, por ejemplo, en substraer un poco de materia prima para consumo
personal, y el carácter ya para entonces sagrado de la propiedad individual. La “col” de los sastres,
compuesta de pedazos de tela sobrante enrollados en una pelota, era considerada un robo, lo
mismo que el ron extraído de los barriles por los marineros. Esas formas de apropiación, hasta
entonces toleradas e incluso inscritas en el corazón mismo de las relaciones de trabajo, podían en
adelante llevar directamente a la horca. El robo, a cambio, se convirtió en una forma de contestación
del nuevo orden económico, del mismo modo que las numerosas evasiones de la cárcel, muy
populares entre el público inglés, desafiaban la represión.

Los ahorcados de Tyburn habrían sido, por tanto, víctimas de una violenta lucha de clases. La
“tanatocracia”, ese sistema represivo fundado sobre la pena de muerte, constituiría la faz sombría
del surgimiento del salariado. Digámoslo: esta explicación demasiado sistemática, sin matices, no
convence por completo. Se podría objetar que la represión judicial era bastante más severa en los
siglos precedentes y que los ahorcamientos cesaron precisamente en Tyburn a finales del siglo
XVIII, en el momento en que la Revolución Industrial cobraba impulso. Por otro lado, el peligro
consiste en identificar de forma demasiado general delincuencia y pobreza, en nombre de un
romanticismo de la ilegalidad. Pero en el fondo estas reservas no afectan a lo esencial, pues la
potencia y riqueza de este libro llegan bastante más allá: atañen a la reconstitución minuciosa e
inspirada del Londres popular.

Peter Linebaugh posee un talento innegable para hacer revivir el mundo de marineros y tejedores,
mozos de cuerda y carniceros, de prostitutas y carpinteros. El crecimiento demográfico de Londres,
que llegó al millón de habitantes a finales de siglo, hacía de la ciudad un crisol popular y cosmopolita
en el que convergían miles de irlandeses, antiguos esclavos negros, soldados tullidos, refugiados
venidos de toda Europa, atraídos todos por la promesa de libertad religiosa y por la prosperidad
económica, todos obligados a vivir en condiciones precarias. El libro está repleto de anotaciones
concretas sobre el mundo de los oficios, de visiones sobre los horizontes lejanos del comercio
imperial. Nutrido de referencias literarias, atravesado de un aliento indiscutible, Los ahorcados de
Londres tiene a veces la apariencia de una epopeya del pueblo llano londinense. Linebaugh no
quería estudiar solamente a los ahorcados de Tyburn, deseaba rendirles homenaje y defender su
memoria. Hacía falta para ello que la sensibilidad del militante se aliara a la erudición del historiador.
Siguiendo este plan, la apuesta se sostiene por entero.

Fuente: L´Obs, nº 2799 , 28 de junio-4 de julio de 2018

Las normas nacientes del capitalismo se entreveían a la sombra de un patíbulo londinense en


el siglo XVIII

En el extremo noreste de Hyde Park se alzaba la horca de Tyburn, «árbol de los ahorcados» de
Londres. De 1571 a 1783 fueron allí ejecutadas en público 50.000 personas. Analizando las
decisiones judiciales que llevaron a esas detenciones y a las confesiones de los atormentados
recogidas por los capellanes que comerciaban con ellas, el historiador borteamericano Peter
Linebaugh muestra que en el siglo XVIII Tyburn sirvió sobre todo para castigar los atentados contra
la propiedad y de falsificación de moneda cometidos por artesanos cualificados, aprendices y
marineros de todos los orígenes, londinenses, ingleses, irlandeses y extranjeros.

Prototipo de esta «historia desde abajo», del punto de vista de los dominados, inaugurada por el
británico Edward P. Thompson, la obra reconstruye los conflictos de clase nacientes en el «taller del
mundo» que era Inglaterra entonces. Tolerada antes como complemento de la remuneración, la sisa
se convierte en un delito mayor, y la propiedad privada, en un absoluto. Para implantarse, el
capitalismo exige una mutación antropológica profunda. Es preciso quebrar la indolencia de
nacimiento de los pobres y sus veleidades de independencia, meter en la cabeza de los futuros
obreros de la gran industria las normas económicas, jurídicas y morales del nuevo sistema. Junto a
esta lección contundente de sociología histórica, los relatos de vida de los ahorcados hacen de este
libro un cuadro apasionante del Londres de las «clases peligrosas», una vibranteComédie humaine
de los sin poder.

(Sin firma).

Fuente: Le Nouveau Magazine Littéraire, no 6, junio de 2018

Antoine Lilti
profesor de Historia en la École Normale Supérieure, es editor de la célebre revista
Annales: Histoire, sciences sociales. Y autor ente otras obras de Le Monde des salons:
Sociabilité et mondanité à Paris au XVIIIe siècle (París, Fayard, 2005).

Traducción Lucas Antón Fuente: Varias


URL de origen (Obtenido en 11/07/2018 - 10:35):
http://www.sinpermiso.info/textos/cuando-se-ahorcaba-a-los-pobres

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