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PABLO PARTE I

La teoría del efecto jurídico frente a dos alternativas: ser físico o deber-ser ideal, “Sein” (DEL ALEMÁN SER) o
“Sollen” (DEL ALEMÁN “DEBER” EN EL SENTIDO DE CUMPLIR ORDEN, UNA LEY O UNA TAREA).

La teoría del efecto jurídico se vincula a la teoría de la causalidad jurídica y al problema generalísimo, estrechamente
filosófico. Los efectos jurídicos son aquellos hechos humanos, voluntarios y lícitos que tienen como fin inmediato la
creación, extinción y modificación de un derecho (o sea, efectos jurídicos).

Los efectos jurídicos de los actos jurídicos son aquellos que los contratantes buscaron como inmediatos a la naturaleza del
acto. O sea, si yo firmo un contrato de compra venta, el efecto jurídico inmediato es que voy a perder la propiedad real de
lo que vendo, y a cambio, mi patrimonio monetario se va a ver incrementado en la medida de lo que contraté.

Al regirse los contratos por la autonomía de la voluntad, nosotros mismos decidimos cuando contratar y cuando no, y los
contratos se sujetarán a aquello que nosotros deseemos contratar, siempre y cuando no contradigan a la ley, la moral, la
buena fe y las buenas costumbres.

¿Cuáles son los efectos jurídicos?


Los efectos jurídicos van a depender del hecho y del acto, pues todos tienen efectos diferentes. Nacer es un hecho pues no
interfiere la voluntad de la persona (nadie decide nacer) y tiene efectos jurídicos como el parentesco, el derecho a herencia,
entre otros; morir también es un hecho y tiene como efectos jurídicos la sucesión por causa de muerte (repartición de los
bienes del difunto entre sus herederos y legatarios); la disolución del vinculo matrimonial por causa de muerte, etc.
Por su parte en los actos jurídicos interfiere la voluntad de las personas: Un ejemplo de acto jurídico es el matrimonio (las
personas voluntariamente deciden contraer matrimonio) y este tiene un sin número de efectos jurídicos como son: las
obligaciones que contraen los esposos entre sí como la fidelidad, y las que contraen con sus hijos (educarlos, alimentarlos,
etc.). De igual manera se da con un contrato regularmente concluido deriva jurídicamente el deber de pagar, pero no deriva
necesariamente el efecto del pago, que en este caso bien podría faltar. Es importante considerar que los efectos jurídicos
son las consecuencias que determinado hecho o acto tienen en relación con las leyes o el mundo del derecho, es decir, se
pone en claro que hay un punto efectivo de afinidad y semejanza entre estos.

El efecto jurídico como valor condicionado

La norma jurídica postula un deber-ser que se refiere al plano de los valores (axiología). Es decir, toda norma de conducta,
jurídica o ética, define un valor del hacer humano. Esto está generalmente admitido por filósofos y teoricos del Derecho de
las más variadas escuelas y tendencias.

En el tema de la causalidad jurídica las posibles interpretaciones, discriminaciones y especificaciones son de gran
importancia. La noción de efecto jurídico debe ser vista en el plano de la axiología, y que la diferencia entre efecto jurídico
y hecho físico debe reportarse a la diferencia entre el plano de los hechos y el plano de los valores. Es decir, si el efecto físico
expresa una necesidad de hecho, el efecto jurídico expresa una necesidad de hecho, el efecto jurídico expresa una necesidad
axiológica, la necesidad de un valor: sea, precisamente una exigencia, un deber-ser.

El efecto jurídico como valor real

Definiciones:

a) Causalidad es carácter exclusivo de limitación física (entendido en el sentido determinístico más riguroso).
b) Causalidad es carácter comprensivo de todo condicionamiento real aún no físico, en contraposición a un
condicionamiento meramente ideal.
c) Causalidad equivale estrictamente a condicionalidad, real o ideal, física o no física.

Entre las tres anteriores la que más vale rescatar es la segunda definición:

Esta definición representa un fenómeno de causalidad todo influjo desplegado (como quiera que sea) por una fuerza sobre
otras fuerzas, todo despliegue real de energías, aún no físicas; en consecuencia: todo proceso real de condicionamiento en
el plano biológico, psíquico, social. Una causalidad podría tener sentido fuera del plano físico, sin agotarse, sin embargo, en
una mera condicionalidad ideal.

Nos encontramos en un plano no meramente físico, sino en el plano de la vida en general y de la vida humana en particular.
Tenemos la posibilidad de dar un sentido a la tradicional oposición entre el deber-ser y el ser.
PABLO PARTE II
TEORÍA DE LA EFICACIA JURÍDICA O EFECTO JURÍDICO

EFECTO JURÍDICO (situación de derecho) Y SITUACIÓN JURÍDICA (hecho jurídico, situación de hecho)

Definición de Eficacia según el DRAE: Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.

Tanto el efecto jurídico (situación de derecho) como la situación jurídica (hecho jurídico, situación de hecho) se deben la
una a la otra, es decir, van entrelazados, hay un estrecho nexo, pues el hecho jurídico (situación de derecho) se refiere a
cualquier aspecto prácticamente importante del mundo, mientras tanto, el efecto jurídico (situación de derecho) se refiere
a las fuerzas jurídicamente disponibles que pueden realizar y llevar a “efecto” los intereses de la comunidad.

La situación jurídica (hecho jurídico, situación de hecho) se refiere a determinados sujetos y más exactamente a
determinadas actividades de los sujetos.

"Los efectos jurídicos son concebidos y entendidos por lo particulares como efectos simplemente prácticos, donde se
podrán autorregular libre y satisfactoriamente los diferentes intereses privados que determinan la celebración de los
mismos (creación, regulación, modificación o extinción de relaciones jurídicas), de tal forma que se puedan satisfacer las
distintas necesidades de los sujetos de derecho en el Sistema Jurídico nacional".

La figura del deber

Basta decir que entre las dos ideas expuestas anteriormente (EFECTO JURÍDICO y SITUACIÓN JURÍDICA) hay un gran nexo:
Así pues el efecto jurídico se concentra en ciertos sujetos que realizan actos o soportan actos de otros sujetos, para que se
dé una situación jurídica. Es así como las situaciones jurídicas fundamentales se presentan con términos genéricos como
“deber” o “vínculo” u “obligación”.

Lo que esta figura busca es satisfacer las necesidades de aquellas partes involucradas ante algún convenio, como podría ser
un préstamo de dinero. En sí, la figura del deber pretende que se cumplan los intereses previamente acordados dando así
sostenibilidad jurídica a lo pactado entre las partes deudor y fiador.
Por eso mismo se dice que todo valor jurídico es un valor del comportamiento humano, es decir, un valor de acción, y por
ello en todo efecto jurídico la situación futura viene referida a una acción correspondiente. La idea de una necesidad propia
de los valores jurídicos es, en buena sustancia, la idea del deber jurídico.

La figura del poder

Dentro del cuadro de las situaciones jurídicas, el poder se contrapone al deber. Dado esto, el deber representa la posibilidad
axiológica (valor) mientras tanto, el poder el de la necesidad axiológica donde juntos estos representan las dos categorías
modales axiológicas, las dos modalidades fundamentales de toda valoración.

La posibilidad axiológica de la situación conduce a la posibilidad axiológica de la acción, en virtud de un proceso


perfectamente paralelo a aquel en cuya virtud la necesidad axiológica de la situación lleva a la necesidad axiológica de la
acción. Entonces, como la necesidad axiológica de la acción es el deber, así la posibilidad axiológica de la acción es el poder.
Así pues, el poder consiste en la ausencia del deber contrario (mientras que, del lado opuesto, el deber consiste en la
ausencia del poder contrario). Es lícito afirmar en general que posee el poder de realizar un acto el sujeto que no tiene el
deber de omitirlo, es decir, de realizar el acto contrario.

Las situaciones jurídicas intersubjetivas

Entre estas están las relaciones del Derecho Privado, en la que el poder de un sujeto se opone el deber de otro sujeto. La
doctrina tradicional de las relaciones jurídicas es sin embargo sólo una parte de la teoría de las relaciones jurídicas
intersubjetivas.
De alta importancia para esta teoría de las relaciones jurídicas es el estudio de un doble tipo de colegiado entre poderes y
deberes. Se tiene un poder de utilización cuando el cumplimiento del deber ajeno procede y condiciona al poder propio,
cuyo ejercicio conlleva entonces la actividad debida de los otros. (ES CUANDO SE MEZCLAN LAS SITUACIONES DE
POSIBILIDAD Y DE NECESIDAD, POR EJEMPLO: LA PATRIA POTESTAD)

Situación jurídica y expectativa jurídica

Toda situación jurídica resuelve un problema que es planteado a partir de intereses ya actuales y definidos. El problema
jurídico es siempre un problema práctico y por ello no surge siquiera si lo intereses que el hecho proyecta no han llegado a
ser actuales ni fijados en su contenido actual.

Cuando asumen importancia práctica exigencias de este género, el orden jurídico no puede permanecer indiferente al
proceso de su progresiva actualización y determinación.

De expectativas jurídicamente garantizadas, y que, por lo tanto, a su manera, son situaciones jurídicas, aunque en un
sentido no pleno y de grado menor; como por ejemplo, las expectativas de los hijos a la herencia de sus progenitores.

La relación entre expectativa jurídica y situación jurídica se remite así a la relación entre especie fáctica parcial y total. Y
puesto que sabemos que a la especie fáctica total corresponde la eficacia jurídica (COMPLETAMENTE PERFECTA) mientras
que a la especie fáctica parcial está ligada la relevancia jurídica, así se concluye en que el hecho productor de la expectativa
jurídica es un hecho relevante pero no eficaz (mejor dicho: aún no productor de su eficacia típica y fundamental).

El problema dogmático de la relevancia jurídica

La suspensión de la eficacia por hechos inherentes al momento subjetivo del efecto se verifica: a) cuando el destinatario de
la situación jurídica ha permanecido ajeno al acto, y debe esperarse su decisión de utilizar o no el efecto puesto a du
disposición; b) cuando la situación jurídica está destinada a un sujeto futuro y se espera que el sujeto llegue a existir o quede
excluida definitivamente la posibilidad de su nacimiento (disposición testamentaria); c) finalmente, cuando el destinatario
de la situación jurídica debe ser indicado por un tercero y se espera esa elección.

Para que se capte mejor el significado propiamente dogmático de la teoría de la relevancia, tenemos las siguientes
reflexiones. Todo tipo determinado de valor jurídico se traduce y se incorpora en una serie de elementos de hecho que
representan el núcleo central de toda especie fáctica, y en una serie correspondiente de elementos de Derecho que
confluyen en la situación jurídica típica y fundamental de todo efecto. Así en la norma queda trazada la línea fronteriza del
“nomen iuris” con el número cerrado de sus elementos esenciales “essentialia”.

Así pues se distinguen por su diverso contenido, están muy ligadas por nexos estrechísimos y por una coordinación
necesaria. Sobre todo debe quedar bien claro que la relevancia no puede agotar la juridicidad del hecho, y que está
esencialmente preordenada en función de la eficacia.

Aspectos virtuales y aspectos actuales de las situaciones jurídicas

Las situaciones jurídicas fundamentales muestran que toda valoración jurídica lleva a juicios de necesidad o de posibilidad.

La valoración jurídica tiene carácter esencialmente perspectivístico: pretende dar, ya en abstracto, en las teorías de los
juristas, luego más en concreto, en las sentencias de los jueces, y finalmente todavía más en concreto, en las acciones y
declaraciones de los sujetos, un juicio anticipado de valor sobre la realidad práctica del futuro inmediato. Condicionando
un efecto jurídico a un hecho jurídico, la norma lo que hace es atribuir valor jurídico a ciertas situaciones que se relacionan
a otras situaciones de hecho, ofreciendo a los sujetos una base y un criterio para la valoración del futuro. Lo que se procura
es dar una valoración anticipada, y en perspectiva, a través de tipos y esquemas generales deducidos de las experiencias
pasadas.

Los valores a que tiende el Derecho son meras perspectivas axiológicas. Para la teoría del efecto jurídico la oposición entre
las perspectivas axiológicas y los valores actuales o efectivos es de importancia esencial, y se encuentra en la raíz de un
grupo de problemas dogmáticos sobre los cuales todavía no se ha alcanzado una claridad suficiente.

¿Cuál es el tiempo del efecto jurídico? La relación de condicionalidad expresada en una norma jurídica implica una sucesión
de tiempos entre un hecho condicionante y el valor condicionado de un determinado acto humano. Si en determinado
momento se realiza el hecho, en el momento sucesivo el acto asume valor jurídico. Sin embargo, la doctrina enseña
comúnmente que el efecto jurídico surge en el momento mismo en que el hecho jurídico se realiza: el momento en que se
concluye el hecho es también el momento en que se abre y se inicia el efecto. Así el efecto jurídico surge en el preciso
momento en que se concluye el acto jurídico (hablando en rigor se debe decir que el momento de la realización del efecto
es el momento inmediatamente sucesivo al hecho, aún si el proceso de realización se extiende normalmente a momentos
ulteriores).
Pretensión procesal
A) la podemos definir como el acto en cuya virtud se reclama ante un órgano judicial (o eventualmente arbitral), y frente a
una persona distinta, la resolución de un conflicto suscitado entre dicha persona
y el autor de la reclamación. Dicho acto suministra, precisamente, la materia alrededor de la cual el proceso se inicia,
desarrolla y
extingue.

Concebida, pues, la pretensión como objeto del proceso(contencioso), y admitiendo que la acción sea un derecho cívico
(Carnelutti), O una de las especies en que se manifiesta el derecho constitucional de peticionar ante las autoridades
(Couture), resulta claro que esta última no es otra cosa que el poder de hacer valer una pretensión y que constituye, por lo
tanto, un supuesto de actividad procesal.

Sin embargo, conviene aclarar que la acción es supuesto de la actividad de cada una de las partes y que, por lo tanto, no

constituye un derecho privativo de quien deduce la pretensión, pues también la actividad del demandado, sea que se
traduzca en un pedido de rechazo de aquélla o e n una admisión de sus fundamentos, tiene sustento en un derecho cívico
de petición, análogo al ejercicio por el actor.

Es preciso aclarar, también que las precedentes observaciones son aplicables al proceso voluntario, con la sola diferencia
de que en éste no se trata de pretensión sino de petición extracontenciosa, pero son ajenas, en cambio, al proceso arbitral.
Con respecto a éste último es más adecuada la expresión "derecho al arbitraje", que difiere del derecho de acción tal como
lo hemos definido y que puede ser utilizada en dos sentidos diversos: 1) como contenido de la pretensión procesal que se
dirige a la constitución del tribunal arbitral: y 2) como derecho de las partes que han celebrado el compromiso contra el
árbitro o árbitros que no cumplen con su cometido.

B) pretensión y demanda. Al circunscribir el análisis científico al binomio acción y demanda, entendiendo que esta última
es el modo de ejercitar la primera en cada caso particular, un gran sector de la doctrina se ha visto forzado a atribuir a la
demanda las características y funciones que corresponden a la pretensión procesal.

En cambio, si se concibe esta última como objeto del proceso, adquiere un significado específico que la distingue de la acción
y de la demanda. Ya hemos explicado que la acción no puede confundirse con la pretensión, pues aquella no es otra cosa
que el derecho en cuya virtud la pretensión puede ser llevada a la consideración de un órgano judicial.

De la definición que hemos enunciado de la pretención procesal cabe extraer las siguientes conclusiones:

1) no constituye un derecho, como la acción, sino un acto que puede caracterizarse como una declaración de voluntad
petitoria.
Se diferencia fundamentalmente de la pretensión sustancial en que, mientras la primera constituye un acto que tiene por
destinatario a un órgano decisor, la segunda es la facultad o derecho de exigir el cumplimiento de una prestación y sólo
puede actuarse contra el sujeto pasivo de la correspondiente relación jurídica material.

2) debe necesariamente deducirse frente a una persona distinta del autor de la reclamación, pues en su base se encuentra
siempre un conflicto que enfrenta, por lo menos, a dos protagonistas.

3) finalmente, la configuración jurídica de la pretensión procesal sólo requiere que esta contenga una afirmación de derecho
o de consecuencia jurídica derivada de determinada situación de hecho, con prescindencia de que tal afirmación coincida o
no con el ordenamiento normativo vigente. La pretensión, en otras palabras, puede ser fundada o infundada.

C) elementos de la pretensión. 1) está integrada por un elemento subjetivo (sujetos) y por dos elementos objetivos (objeto
y causa), e involucra, necesariamente, por otro lado, una determinada actividad (lugar, tiempo y forma).

2) toda pretensión consta de tres sujetos: la persona que la fórmula, la persona frente a quien se fórmula y la persona ante
quien se fórmula. Las dos primeras son los sujetos activo y pasivo de la pretensión (actor-demandado, o ejecutante-
ejecutado, según el caso), y la tercera esta representada por un órgano que reviste el carácter de destinatario de la
pretensión, y que tiene el deber de satisfacerla, ya sea acogiéndola o rechazándola.

3) el objeto de la pretensión (petitium) es el efecto jurídico que mediante ella persigue y puede ser considerado desde dos
aspectos: el inmediato y el mediato. El primero es la clase de procedimiento que se reclama (condena, declaración,
ejecución, etcétera) y el segundo, el bien de la vida sobre el cual debe recaer el pronunciamiento pedido (Ver Gr., La suma
de dinero o el inmueble cuya restitución se solicita; el hecho que el demandado
debe realizar; la relación jurídica cuya existencia o inexistencia debe declararse, etcétera).

En una pretensión reivindicatoria, Ver Gr., Es objeto inmediato la sentencia de condena correspondiente, y objeto mediato
la cosa (mueble o inmueble) que deberá restituirse a raíz de dicha sentencia.

4) la causa, fundamento o título de la pretensión consiste en la invocación de una concreta situación de hecho a la cual el
actor asigna una determinada consecuencia jurídica. En el ejemplo de la pretensión reivindicatoria la causa estaría
constituida por la

propiedad invocada por el actor sobre la cosa, por el hecho de haber sido desposeído de ella por el demandado, por las
circunstancias en que la desposesión se produjo, etcétera. No debe confundirse la causa con los simples argumentos
expuestos por el actor, ni mucho menos, con la norma o normas jurídicas invocadas, pues no son éstas las que individualizan
la pretensión, sino los hechos afirmados, en la medida de su idoneidad para producir un determinado efecto jurídico. De
manera que, por ejemplo, si en la pretensión por indemnización de daños y perjuicios se ha invocado la culpa aquiliana, la
sentencia que la acoja podrá fundarse en el régimen de la responsabilidad contractual, porque, en tal hipótesis, la causa de
la pretensión esta representada por el hecho dañoso y no por la calificación jurídica efectuada por el actor.

5) finalmente, la actividad de la pretensión procesal entraña las correspondientes dimensiones de lugar, tiempo y forma
que coincidirán, necesariamente, con las del proceso en que aquella se haga valer. Por consiguiente, la pretensión tendrá
como lugar, la sede que corresponda al juez o tribunal competente para conocer del proceso; como tiempo, el del acto que
ese mismo proceso destina al planeamiento del objeto litigioso (generalmente será el de la demanda) y, como forma, la que
la ley asigne al proceso de que se trate (oral o escrito, ordinario, especial, etcétera) 9 D) requisitos de la pretensión. Para
que la pretensión procesal satisfaga su
objeto debe reunir dos clases de requisitos: I) de admisibilidad y II)
de fundabilidad.

La pretensión es admisible cuando posibilita la averiguación de su contenido y, por lo tanto, la emisión de un


pronunciamiento sobre el fondo del asunto sometido a la decisión del tribunal.

Es fundada, en cambio, cuando en razón de su contenido resulta apropiada para obtener una decisión favorable a quien la
ha planteado.

En consecuencia, el examen de los requisitos de admisibilidad es previo al de la fundabilidad, pues la inexistencia de los
primeros excluye la necesidad de una sentencia sobre el mérito de la pretensión.

El siguiente cuadro ilustra acerca de las subclasificaciones que corresponden a esos dos tipos de requisitos:

I) admisibilidad:

1) extrínsecos: a) procesales. B) fiscales.

2) intrínsecos: a) sujetos. B) objeto. II) fundabilidad.


Peticiones de las partes en un proceso, esto es, la reclamación que efectúan al órgano jurisdiccional. Las pretensiones
pueden ser: 1) declarativas, es decir, que solicitan la declaración de existencia o inexistencia de una relación jurídica
(GOLDSCHMIDT); 2) constitutivas, por las que se constituyen, modifican o extinguen relaciones jurídicas, y 3)
condenatorias, por las que se obliga a la parte a dar, hacer o no hacer.
Procedimiento Civil) Cuestiones de hecho y de derecho que los litigantes someten al juez y que son fijadas, en cuanto al
demandante por el acto introductorio de la instancia, y en cuanto al demandado por las conclusiones de defensa
(excepciones, denegación de demanda, etc.).
Como forman el objeto del litigio, delimitan la amplitud de la competencia del juez, lo cual determina la obligación para la
jurisdicción de primer grado de pronunciarse sobre todo lo que se ha pedido y solo sobre esto, y la prohibición para la
jurisdicción de segundo grado de decidir sobre peticiones nuevas. V. Demanda nueva, Objeto, “Petita”

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