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PROGRAMA DE MAESTRÍA
Administración y Gerencia Publica
ENSAYO
Jaén – Perú
2018
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FINES DEL ESTADO EN UN CONTEXTO DE MULTICULTURALIDAD Y
GLOBALIZACIÓN.
Introducción.
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Constitución Política del Estado. El orden jurídico que recoge el fin dela organización
política es un tercer elemento constitutivo del Estado. En efecto, todos los actos, tanto
de los gobernados como de los gobernantes, deben realizarse en el marco de dicho
orden jurídico, actualizando así de manera permanente la forma de Estado (Montejano
1976, p.170).
Esta doctrina del fin como elemento constitutivo y de justificación del Estado
sigue siendo elemento para la organización del Estado Moderno. El Perú, como la
mayoría de las naciones modernas, cuenta con una Constitución Política en la cual
están plasmados los fines para los que se ha constituido, las formas de gobierno que lo
rigen y los medios para lograr esos fines. ¿Cuáles es la finalidad suprema del Estado
peruano? La Constitución Política de 1993, en continuidad con las constituciones del
siglo XX, reafirma que el fin supremo de la nación y Estado peruano es “la defensa de
la persona humana y el respecto de su dignidad” (Const.1993, art.1). Esta formulación
está seguida por una serie de artículos que explicitan los derechos fundamentales que
defiende el Estado peruano. Con esto se constata que estamos pues frente a un modelo
de Estado con enfoque fuerte de derechos humanos, que transversaliza los derechos
en todo su sistema institucional. En efecto, de lo dicho se desprende que es función
suprema del Estado peruano garantizar los derechos de la cada una de las personas
que lo constituyen. Esa función debe desarrollarse en todos sus niveles verticales y
esferas en que se ejercita el poder o la autoridad. En otras palabras, el Estado Peruano
para garantizar el pleno desarrollo del ser de los hombres y mujeres de su comunidad
política, para actualizar el respeto de la dignidad de cada peruano, debe preocuparse
de asegurar suficientemente las condiciones sociales, políticas, culturales y
económicas.
El Perú es una colectividad política compleja por el hecho de ser un territorio con
una gran diversidad de pueblos, muchos de ellos, por no decir todos, están reclamando,
en el marco de la constitución política y orden jurídico internacional, un reconocimiento
real de sus culturas. Es decir, el hecho de ser un país multiétnico, pluricultural, hace que
el proceso de integración social y política en una nación sea más complejo que en
aquellos países homogéneos poblacionalmente. El proceso de construcción de esta
nación se hace no sin conflictos a lo largo de todo el territorio. Por su puesto el conflicto
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cumple la función de visibilizar y hacernos aprender a convivir mejor el respeto a la
dignidad de todas culturas.
Con los pueblos amazónicos pasó algo semejante. El paro amazónico que duró
55 días en el 2009 y que terminó con los lamentables acontecimientos del Baguazo,
visibilizó una realidad oculta entre los bosques, una realidad peruana invisibilizada por
la lejanía, la pequeñez y mezquindad del Estado y por la falta de conocimiento de dicha
realidad. También visibilizó el nivel de discriminación y desprecio por los pueblos por
parte del Estado, hasta el nivel de tratar a los pueblos amazónicos como ciudadanos de
segunda clase. Este conflicto mostró que el Perú no es una Estado consolidado. Los
pueblos indígenas percibieron un Estado que no les podía garantizar derechos
fundamentales como el derecho al territorio, a tener sus propias organizaciones, su
propio sistema de justicia, su propia propuesta de buen vivir. Los pueblos awajún y
wampis, por seis meses, no cantaron el himno nacional ni izaron la bandera peruana.
Decidieron no llamarse peruanos. Los pueblos amazónicos siguen demandando
seguridad jurídica para sus territorios, derechos y presencia del estado de buena fe.
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Asimismo, el conflicto permitió al país un proceso de reflexión al grado de que la atención
del Estado se centró en esta región geográfica. Sin embargo, los pueblos amazónicos
siguen exigiendo se respete sus derechos. El estado aún no ha podido garantizarles
que eso sería así.
Los fines del Estado son resultado de una construcción social de los miembros
de la organización política que es el Estado. Dignidad humana, Felicidad, Buen vivir,
Vida buena, Vivir bien, son distintas conceptualizaciones de la finalidad última en un
Estado pluricultural como el Perú, unos más holísticos que otros, pero todos válidos
porque pertenecen a colectivos humanos concretos. En este sentido, Marín (2011) se
pregunta si seremos capaces de abrirnos a la multiplicidad de percepciones y a los
puntos de vista considerados válidos y aceptados por otros. ¿Cómo imaginar la
posibilidad de hacer vivir la diversidad cultural y la pluralidad? (82).
Según Marín “una de las grandes tareas vitales para hacer realidad la integración
democrática, debe ser asumida por la educación, que debe promover el respeto de la
pluralidad cultural y lingüística que caracteriza al Perú” (p.77). La integración tendrá que
ser resultado del respeto de la pluralidad. La integración será la puesta en práctica de
la democracia, desde el momento en que se garantiza a todos la igualdad de
condiciones, para cohabitar y participar en la toma de decisiones que determinan el
destino de una sociedad (p.82). En este sentido, en el Perú nos hace falta un nuevo
acuerdo vinculante que integre a todos los pueblos en el respeto, un acuerdo de
dimensiones múltiples asociada a un modelo de Estado que no tiene que ser el actual.
Está pendiente una real integración nacional la cual, más allá del reconocimiento
en el papel, debe darse de forma real. La Constitución Política de 1993, que en varios
de sus artículos reconoce la diversidad cultural de Estado peruano y plantea fines en
vistas a asegurar el respeto y desarrollo de todos sus miembros, sin embargo, aún no
representa toda la diversidad nacional como constructo social y político. Sabemos que
dicha constitución fue elaborada por un Asamblea Constituyente en la que no hubo
presencia de representaciones de los otros 55 pueblos indígenas que constituyen el
Estado Peruano. En este sentido la Constitución Política de 1993 representa una
adhesión impuesta, una obligatoriedad por estar en el territorio, mas no representa un
acuerdo político pluricultural. En otros términos, podemos afirmar que estamos ante un
contrato social con muchas ausencias. Dicha Constitución incorpora el reconocimiento
de los otros pueblos desde una perspectiva occidental, pero no desde la perspectiva de
los pueblos mismos. En este sentido, queda aún el desafío para en el Perú de construir
una Constitución integradora de todas las visiones del Perú. Hay formas de organización
social cuyos fines van más allá de garantizar derechos y dignidad humana. Por eso si
garantizamos que esa diversidad se haga presencia y participación, estamos seguros
que una siguiente Asamblea Constituyente será mucho más plural de modo que
recogerá aquellas formas de vida en una Constitución que represente a todos los
pueblos.
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incapaz de asumir esta realidad multicultural (82). Finalmente Marín en su análisis cierra
su trabajo diciendo que el Perú, en su contexto actual, se encuentra en la incapacidad
de ofrecer las condiciones necesarias a la integración socioeconómica y al respecto de
la diversidad cultural que impregna a su sociedad (82). Las generaciones nuevas de
políticos tendremos que asumir el desafío de construir un modelo de Estado surgido
desde las bases y de copias de otros Estados.
Conclusiones.
Bibliografía.
Montejano, B. (1976) El fin del Estado: el Bien Común. REV - Persona y Derecho - Vol.
03. En file:///C:/Users/Usuario/Downloads/PD_III_06%20(2).pdf.