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TEMA 2.03
Fisiología de la audición y del sistema vestibular.
1. Audición.
La audición es la capacidad de percibir el sonido mediante el sentido del oído. El sonido está formado por
ondas aéreas de presión, con dos cualidades:
Amplitud o intensidad (medida en decibelios: 20 x Log (presión de la
onda/presión de referencia), donde presión de referencia es la mínima
que podemos oír o umbral, equivalente a 0,0002 dinas/cm2).
El oído humano puede escuchar entre 0-160 dB: cerca de 0 dB solo puede
ser escuchado por recién nacidos y niños de corta edad (se pierde
audición con la edad); por debajo de 60 dB encontramos las
conversaciones y susurros; a partir de 120 dB, el sonido se vuelve molesto,
y a partir de 160 dB, puede romperse el tímpano, provocando sordera.
Frecuencia: medida en hertzios o ciclos/s. El oído humano puede escuchar entre 20-20 000 Hz, con
una mínima sensibilidad de 1-20 Hz: por debajo de 20 Hz encontramos los infrasonidos, y por encima
de 20 000 kHz encontramos los ultrasonidos, los cuales pueden ser escuchados por otros animales.
El audiograma es la combinación de amplitudes y frecuencias que son escuchadas por el oído humano, en el
cual, para escuchar determinadas frecuencias, es necesario que tengan una intensidad determinada (ejemplo:
a 20 Hz, solo escuchamos el sonido cuando la intensidad es de 90
dB). Además, dentro de él, encontramos el área de conversación.
En consecuencia, los diferentes sonidos están formados por
diferentes ondas con distinta frecuencia y amplitud, llamados
armónicos, que suman entre sí. La cóclea humana, mediante el
análisis de Fourier, es capaz de descomponer cada sonido en sus
diferentes armónicos.
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Fisiología Médica II Bloque II: Sistema nervioso y órganos de los sentidos. Álvaro Román Perea
La cantidad de cruzamiento de fibras hace que el daño de la corteza auditiva de un lado implica que no se
pierda audición de un lado porque a ella llega información de ambos lados.
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Fisiología Médica II Bloque II: Sistema nervioso y órganos de los sentidos. Álvaro Román Perea
4. Sistema vestibular.
El aparato vestibular es el órgano sensitivo encargado de detectar
la sensación de equilibrio y adaptarnos a los cambios de
movimiento, rotación o aceleración lineal. Se encuentra en el
laberinto óseo del hueso temporal, dentro del cual encontramos el
laberinto membranoso, formado por la cóclea (audición) y por tres
conductos semicirculares y dos cámaras (utrículo y sáculo).
Utrículo y sáculo: permiten detectar la orientación de la
cabeza respecto a la gravedad. Dentro de cada uno,
encontramos la mácula (en el plano horizontal en el
utrículo y en el vertical en el sáculo).
La mácula es una zona sensitiva formada por células pilosas con cilios (similares a los de la cóclea) que
proyectan en sentido ascendente a una capa gelatinosa con otolitos (cristales de carbonato cálcico)
que la cubre, doblando los cilios al moverse según la dirección de la fuerza de la gravedad. Las bases de
las células pilosas hacen sinapsis con las terminaciones del nervio vestibular.
Conductos semicirculares: permiten detectar cambios en la rotación de la cabeza y la velocidad del
movimiento. Son tres (anterior, posterior y lateral u horizontal), perpendiculares entre sí y
representando los ejes del espacio. Se encuentran rellenos de endolinfa, y en cada uno de sus
extremos, encontramos la ampolla, dentro de cada una encontramos la cresta ampular.
La cresta ampular es una zona sensitiva que se excita con el movimiento de la endolinfa, formada por
células pilosas con cilios. En su parte superior, encontramos una masa gelatinosa (cúpula), en cuyo
interior encontramos los cilios, orientados en la misma dirección, de manera que el movimiento de la
endolinfa en la misma dirección que los cilios despolariza a las células y envía información a las
terminaciones del nervio vestibular.
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