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ANARQUISMO Y MARXISMO: CADA VEZ MÁS DISTANTES

Humberto Decarli

La diferencia del pensamiento ácrata con respecto al marxismo es abismal.


Empero, existen muchos sectores libertarios arrastrando una suerte de
sentimiento de culpa frente a las posiciones derivadas del pensador de
Tréveris. Se trata de aproximaciones motivadas por esa tradición
izquierdosa y contestataria que pretende envolver al ámbito revolucionario
bajo condiciones de una solidaridad automática.

El solapamiento aparente deviene del origen único desde el movimiento


obrero de la Europa decimonónica que de todas maneras hubo de terminar
en ruptura y desde entonces, mucha agua ha corrido porque el orbe cada
vez es más complejo y cambia por razones históricas. No puede haber una
ontología dado los contextos dialécticos en los cuales transitan las
sociedades.

En los próximos párrafos vamos a analizar las múltiples diferencias entre los
diversos aspectos enfocados de manera distinta entre ambas posiciones
ideológicas,

EL CORDÒN UMBILICAL DE LA PRIMERA INTERNACIONAL

El marxismo y el anarquismo militaban juntos en la Primera Internacional


pero luego de las ópticas distintas se produjo la ruptura indefectible por las
posiciones libertarias y autoritarias para cambiar la sociedad. Se fraccionó
esa asociación de trabajadores y cada bando tomó rumbo distinto.

La Comuna de París y los acontecimientos del Primero de Mayo de 1886 en


la fábrica Mc Cormick y la Plaza Haymarket de la ciudad de Chicago fueron
protagonizados por ácratas y a pesar de culminar en derrotas dejaron una
impronta indeleble en el universo social de las naciones.Sin embargo, el
marxismo agregándole el apellido leninista fue exitoso cuando la revolución
bolchevique porque se produjo la toma del poder por un grupo de
profesionales de la política asumiendo una dictadura bajo el cognomento del
proletariado. Este era un eufemismo para designar un cartabón autocrático
donde un partido, un ejército, un politburó y un líder, detentaron el poder de
manera absoluta sin dejar la posibilidad de tolerancia.

El bolchevismo luego despachó a todos sus acompañantes, como los


socialistas revolucionarios y mencheviques e igual hizo con los anarquistas,
a quienes persiguió implacablemente en Ucrania y reprimió
inmisericordemente al alzamiento de los marinos de Krostandt.

El pacto Molotov-Von Ribbentrop permitió a los soviéticos soportar la grave


crisis acumulada en Europa porque luego del Tratado de Versalles y el
fracaso socialdemócrata en la República de Weimar causado por la
hiperinflación, el nacionalsocialismo tenía el terreno abonado para su
irrupción, lo cual aconteció.

Se produjo la Segunda Guerra Mundial y a su término la Unión Soviética


emergió como uno de los grandes vencedores. En tal condición creó todo
una alianza de partidos y países bajo la égida de Stalin y Moscú. El ejército
rojo liberó al centro-este europeo y dejó en cada nación una república
popular bajo protectorado moscovita. Polonia, Checoslovaquia, Hungría,
Bulgaria, Rumania y Alemania Oriental, fueron sus acompañantes en el
viejo continente y se nuclearon en una asociación económica, el CAME o
COMECON, y una militar, el Pacto de Varsovia.

Curiosamente, Albania y Yugoslavia, quienes se liberaron motu proprio,


rompieron la dependencia soviética y fueron comunistas autónomos. La
China de Mao ganó la guerra civil a los nacionalistas y los expulsó a la isla
de Formosa, pero fue una iniciativa autóctona también.

Ulteriormente el imperio soviético se expandió por el mundo: en Asia por


Camboya, Laos y Vietnam, Corea del Norte, Mongolia, Yemen y Afganistán;
Cuba junto a Nicaragua y Grenada en América Latina y el Caribe; y en
África con Etiopía, Congo Brazzaville, Angola, Mozambique, Guinea
Bisseau y Cabo Verde, Burkina Faso y Benin. También tuvo una influencia
relevante en el Movimiento de los No Alineados, con quienes coincidía en
muchos aspectos contra occidente.

Muchos líderes y naciones terceristas en la pugna Este-oeste, como Ahmed


Ben Bella y Boumedienne en Argelia, Jawaharlar Nerhu en la India,
Nkwame Krumah en Ghana, Modibo Keita en Malì, Sekou Toure en Guinea-
Conakry, Gamal Abdel Nasser en Egipto, Muammar Gadafi en Libia, Hafez
el Asad en Siria, Said Barre en Somalia, Julius Nyerere en Tanzania y
Achmed Sukarno en Indonesia, coquetearon con los soviéticos durante el
período de la descolonización y la guerra fría.

Comentario aparte merece el apoyo a ciertos movimientos ineficaces pero


luchadores, como el Congo de Antonie Gizenga, Chistophe Benye, Pierre
Mulele y Gastón Sumaliot, herederos de Lumumba; Salvador Allende y la
Unidad Popular en Chile, la insurgencia griega al finalizar la segunda
guerra, la experiencia fallida de Jacobo Arbenz en Guatemala y las
guerrillas de América Latina,.

No obstante, el bando socialista mostraba ciertas fisuras. Además de


sofocar las insurrecciones en la República Democrática Alemana en el 54,
Hungría en el 56 y Checoslovaquia en el 68, las tuvo bien complicadas con
la resistencia obrera en Polonia. El derrocamiento de Allende, la derrota
electoral del sandinismo, la invasión a Grenada y el colapso económico del
Este, dio como resultado el derrumbe de la economía soviética y dio paso a
la Perestroika y el Glasnost dirigido por Gorbachov. Esta iniciativa no era
más que la adecuación a la caída de la economía, consecuencia de no
haber entrado en el ámbito del conocimiento, la inteligencia y las industrias
del futuro, a una supervivencia a la postre no alcanzada.

El anarquismo, en cambio, parecía desaparecer de la escena ideológica


mundial. Salvo la guerra española y la revolución mejicana, no hubo
resurrección. En el caso hispánico tuvo que guerrear no solo contra el
falangismo sino contra el partido comunista, quien actuaba como un
apéndice de la política de Moscú, y la presencia soviética, a quien enfrentó,
junto a los trotskistas del P.O.U.M., en múltiples oportunidades, que además
estaba presente en el teatro de operaciones significado en la península
ibérica.De todos modos, más adelante en esta exposición, detallaremos
cómo el pensamiento y la acción libertarios están resurgiendo luego de la
frustración generada por la caída del Muro de Berlín, la cual dejó en
orfandad a toda la izquierda en general.

EL ECONOMICISMO VERSUS LA BÙSQUEDA DE LA LIBERTAD.

El marxismo fundamenta su visión del mundo en los factores económicos.


Su enfoque expresa la existencia de revolución cuando las fuerzas
productivas desbordan el modo de producción generándose un desequilibrio
para producir la transformación. El método para estudiarlo es el
materialismo histórico aplicable a cada experiencia en particular.

Asimismo, Karl Marx sostuvo la tesis de la lucha de clases como motor de la


historia. Siempre habrá una clase en contradicción con otra o las demás de
una sociedad y de allí la historia se ajustará para reivindicar al ser humano.
Adicionalmente, la sociedad está regida por una infraestructura, la
económica de acuerdo al modo de producción, las relaciones de producción
y el tipo de propiedad. Esta suerte de ser social determina la consciencia
social y frente a esta base material emerge la superestructura ideológica (la
religión, el derecho, la cultura, etc.). Supuestamente al cambiar el sustrato
obviamente se transformaría el epifenómeno cultural.
El anarquismo no entiende a la sociedad como una estructura derivada de
la producción de bienes y servicios sino como un enjambre de factores
donde el poder es el eje esencial para establecer la dominación y
corresponde su destrucción para alcanzar la liberación de los hombres y las
mujeres. No se puede obviar que el Estado es anterior al capital.

Adicionalmente emprende un respeto y rescate del ambiente (incluyendo la


alianza contra los daños causados a los animales no humanos), de las
luchas femeninas y de la sexualidad alternativa, contra el racismo y demás
aberraciones del capitalismo mundial.

EL AMBIENTE

Ante una situación tan grave padecida por el planeta consecuencia de una
forma errónea de desarrollismo, tanto el marxismo como el anarquismo
difieren radicalmente.

Fue famosa aquella declaración de Lenin acerca del socialismo: es la


electricidad más los soviets. Esta expresión dibuja perfectamente la visión
conceptual del marxismo. Es una postura sumamente positivista porque
entiende al desarrollo económico como una excesiva producción de bienes
y servicios y nada más, distribuida por el Estado a las diferentes clases
sociales.

Para nada importa el espacio físico implicado en una actividad muy rentable
porque lo perseguido es la obtención de mayores beneficios sin asumir los
daños causados a la Tierra. Es una conducta propia de la epistemología
decimonónica cuando el auge de la ciencia eclipsó otras consideraciones
necesarias para dirigirnos al progreso. Nada tiene que ver con la postura
contemporánea manifestada en la ruptura de la causalidad, la apreciación
de la entropía y la neguentropìa, la incertidumbre, la fractalidad y la
hipótesis Gaia.

La aplicación de esta concepción economicista ha producido gravísimos


daños al ambiente, como el del Mar de Aral en la antigua Unión Soviética,
destruido por los desechos químicos depositados, o de la represa de las
Tres Gargantas en China, con un ingente ecocidio.

El pensamiento ácrata, representado fundamentalmente en el anarquismo


verde, preconiza el respeto profundo hacia el ambiente como finalidad
humana y de negación de la dicotomía cultura-naturaleza, estimulada desde
la postura platónica del mundo de las ideas o topus urano, sublime, y el de
la fenomenología, secundario.
Así comprendido el área natural no necesariamente entra en contradicción
con lo creado por la sociedad sino en una relación armónica
complementaria, un ying y yang y no la tesis o antítesis de la dialéctica
hegeliana y marxista. Si existen intereses encontrados entre la necesidad
de recursos y el daño ambiental, es impretermitible la conservación del
planeta como una entidad valorativa suprema.

LA POLÌTICA Y EL PARTIDO

La actividad marxista en la acción busca la toma del poder para desde allí y
a través del Estado, aplicar el programa revolucionario. Pero implica la
asunción total del poder sin permitir otra participación que no fuera la de una
vanguardia organizada del proletariado.

Para obtener tal fin es menester una organización política vertical, donde los
organismos inferiores se someten a los superiores como lo asevera la tesis
del centralismo democrático. Carece del mínimo democratismo porque la
lógica es la decisión arriba y la ejecución abajo, idéntica a la disciplina
castrense. Aparte, se valora al aparato como una entidad donde se reúne
una vanguardia de la clase obrera iluminada apta para alcanzar el poder y
ejercerlo absolutamente.

La conducta libertaria es distinta y distante. No niega el requerimiento de


una organización para un cambio social pero no la coloca como el alfa y la
omega de toda actividad. No es un partido de personas dedicada a la
militancia las veinticuatro horas sino que son personas con liderazgo en los
lugares donde active y sean representativos de esos sectores. Los núcleos
son autónomos y se unifican en la praxis mediante un proceso federativo
absolutamente voluntario.

El activismo social se estima por encima del político reivindicándose las


redes en forma de rizomas y apuntar hacia la dilución del poder. No tomarlo
sino destruirlo en todas sus manifestaciones, sea el Estado, ora los medios
de difusión de masas, ora toda su microfísica manifestada en instancias
cotidianas como la escuela, el cuartel, la penitenciaría, el hospital, etc.
Grupos de afinidad se organizan para debatir, luchar, realizar acciones
directas y la propaganda para expandir las proposiciones libertarias.

UNA GUÌA PARA LA ACCIÒN

El catecismo marxista plantea su cuerpo teórico como una guía para la


acción. Es una estructura ideológica para ser llevada a efecto en la
sociedad, son ideas preconcebidas para ser digerida por la clase obrera,
campesina y la gente en general. Es un producto acabado para ser aplicado
y experimentado por la sociedad, es la relación entre creación y ejecución,
como la mentalidad castrense.

El anarquismo no es una idea terminada sino que se nutre de la práctica


social interactuando con ella sin imposición alguna. Hay una influencia de la
realidad de la cual infiere elementos que a su vez inciden en los hechos. No
hay una ley de causalidad donde a una causa motiva un efecto como
sostuvo el positivismo decimonónico sino que la causa puede generar una
secuela pero ésta a su vez puede influenciar en aquélla.

LA CLASE OBRERA

La posibilidad de transformación social la radica el marxismo en una clase,


la obrera. Lo hace pensando en la necesidad de continuar, a su juicio, la
historia de la humanidad a través de las clases sociales y su confrontación.
Así, los estamentos dominantes vienen desde los esclavistas reemplazados
por los señores feudales, seguidos por la burguesía emanada de las
distintas revoluciones burguesas y el proletariado como insurgencia dentro
del capitalismo.

Los sindicatos fueron el elemento organizativo reformista permitido por el


poder formando parte de su legalidad, ulterior a su dinámica inicial no oficial.
Pero la lucha por las reivindicaciones salariales, la huelga, conquistas
sociales, etc., era visto como una limitante para los trabajadores y era
necesario acudir a la forma suprema como era la toma del poder,
organizándose para ello en un partido político, el comunista, y desde el
control del Estado aplicar el programa estipulado.

Las experiencias socialistas demostraron que indefectiblemente el partido


se adueñaba del poder y los sindicatos no oficiales o independientes, eran
prohibidos y perseguidos. El Estado era el propietario de la clase porque
partían de la premisa de su representación. Siendo un ente socialista, a
fortiori, no había necesidad de organización obrera alguna, era prescindible.

En el anarquismo hay posturas que aceptan a la clase trabajadora como


centro de la metamorfosis. El anarco sindicalismo lo admite y lucha desde el
ámbito organizacional de los obreros. Asimismo, otras tendencias lo
sostienen y piensan en la necesidad de esta clase como vía adecuada.

En general, las posturas ácratas son críticas y no creen en una clase como
fundamento de un cambio. Ya desde la Escuela de Frankfurt se cuestionaba
la naturaleza transformadora de los obreros porque lo consideraban como
parte del sistema capitalista.
La dinámica del pos capitalismo es limitadora de los puestos de trabajo. No
era el ejército de reserva descrito por Marx, rotativo entre el establecimiento
industrial. Ahora esas personas no pierden su lugar de labor, simplemente
son expulsadas del aparato económico y solo les queda incorporarse a la
economía informal. El texto de Jeremy Rifkin, El fin del Trabajo, es
denotativo al respecto y las cifras dadas por la automatización indican que
en un futuro próximo la reducción de los trabajadores será un hecho.

Finlandia ha decidido dar una renta básica universal a 2.000 personas


durante los próximos dos años por las secuelas de la robótica causante de
desempleo. Una economía avanzada tiene pocos trabajadores por la
tecnología empleada para producir e incluso alcanza al sector servicios. La
microelectrónica, la robótica, la biotecnología y otras expresiones de las
industrias del futuro, contribuyen a la prescindencia del factor trabajo y de
paso los procedimientos de reingeniería lo apuntalan. Está en boga el
emprendimiento, entendido como un dispositivo de producción e
intermediación individual sin pasivos laborales.

Ante ese aciago panorama muchos sindicatos han tenido que conciliar con
el capital para no perderlo todo y reducir el paro. Para ese logro aceptan
reducir conquistas sociales alcanzadas desde el Welfare State en la post
guerra. De esa manera apreciamos cómo la clase obrera está imbuida en el
capitalismo.

Si acaso existen actores de la transformación, serían varios porque los


nuevos retos de la realidad actual lo señalan. Para luchar por las
aspiraciones contemporáneas no se necesitan obreros sino personas con
ansias de libertad para enfrentar al racismo, la homofobia, la discriminación
de la sexualidad alternativa, el machismo, la igualdad de género, la defensa
de los animales no humanos, las injusticias sociales, la destrucción
ambiental y por sobre todo, al poder en todas sus variantes.

EL ESTADO Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

Aparentemente hay una coincidencia entre ambos cuerpos teóricos porque


los dos propugnan la desaparición del Estado. Nada más incierto dada la
realidad otorgante de un mentís a esa premisa. Ciertamente la tesis
marxista nos habla del empleo del Estado como vector para el cambio social
y desde él proceder a su desmembramiento y eventual extinción. Esa
transitoriedad pasa por la llamada dictadura del proletariado, la instauración
del socialismo y la llegada del mundo maravilloso con el comunismo.
El anarquismo desde un primer momento ha sostenido el requerimiento de
la destrucción del Estado y los demás instrumento defensores de las
relaciones de poder, como el lenguaje, la educación, los medios, las
prácticas sociales, el orden simbólico y la subjetividad. Es un proceso al
cual hay que apuntar sin tardanza.

El leninismo ha logrado tomar el poder en muchas naciones y la realidad


nos enseña que el Estado se ha fortalecido al igual que los dispositivos de
coercibilidad, coacción (los militares, la policía y el derecho) y los intangibles
como la creación de una conciencia de conformidad con el statu quo.
Aparte, el Estado se ha vuelto omnímodo e incontrolable formando una
estructura monstruosa violadora de los derechos humanos, sociales,
laborales, políticos y demás derechos subjetivos existentes.

Stalin no fue un accidente histórico en la Unión Soviética, como tampoco lo


fue Mao en China, Fidel Castro en Cuba o los Kim en Norcorea, sino
consecuencia obvia de una formación autoritaria y antihumana. Fatalmente
la dictadura del proletariado ha sido una categoría política totalitaria, con un
Estado policial, la militarización de la sociedad y la negación del más
elemental principio de participación de la gente en la toma de decisiones.
Gobiernan a través del miedo, del terror y la idea de no haber otra forma de
organización social que la presentada por estos estatistas.

El pensamiento libertario pregona la destrucción del Estado y demás


vehículos de control de la manera más inmediata posible y probable. Para el
alcance de tal cometido hay una herramienta representante de un verdadero
auxilio, la tecnología y las ciencias de la complejidad. La propuesta de
democracia directa, autogobierno y federalización no es una quimera, hoy
más que nunca significa algo tangible. Las consultas populares se pueden
hacer permanentemente a través de internet o las redes sociales, por
ejemplo, ya no es menester efectuar asambleas permanentemente. En
Estonia, por ejemplo, se vota a través de internet.

El poder significa sumisión, corrupción, idiotización de los seres humanos, la


disciplina y el control de la gente y siempre sus resultados serán iguales. Es
una estructura engullidora de sus administradores independientemente de
su voluntad.

LOS INTELECTUALES Y LAS ARTES

Fidel Castro, en su famosa Carta a los intelectuales, advertía claramente su


visión sobre quienes actúan con el pensamiento. Con la revolución todo,
contra la revolución nada, decía en forma conclusiva. Con esta expresión se
establecía un paradigma sobre quienes no ejerzan el trabajo manual.

El leninismo siempre consideró a los intelectuales como unos pequeños


burgueses, primero porque no eran obreros, segundo, porque estaban
imbuidos por los valores de la clase media y en consecuencia estaban
descalificados para materializar la revolución. A todo evento, eran unos
aliados siempre y cuando ejecutaran y defendieran la postura comunista
oficial.

El gobierno bolchevique persiguió a los artistas plásticos por sus ideas. En


efecto, los artistas participantes en la revolución de octubre quisieron poner
en práctica unos hábitos distintos a la cultura burguesa. Llevaron el arte a la
calle prescindiendo conceptualmente del museo y desarrollaron el
abstraccionismo a través de sus corrientes como el suprematismo y el
rayonismo. Kashmir Malevich, Vasili Kandinsky, Antoine Pevner, Naum
Gabo, Olga Popova, Olga Rozanova y Vladimir Tatlin, eran entre muchos,
quienes encabezaban esta furia renovadora.

Pues bien, en la medida que avanzó el proceso autoritario comenzó la


liquidación de estos creadores realmente fundadores del arte
contemporáneo. Se les señaló de idealistas porque acudían a la idea
abstracta rechazando el figurativismo y contrariando el principio de ser
cultores de la realidad. Además, se les impuso un arte oficial, el realismo
socialista, suerte de vulgarización de la estética.

El resultado de ese proceso represivo fue el mutis de muchos pintores y


escultores y el sometimiento de otros. Vladimir Tatlin sucumbió ante el
Estado y se adecuó al establecimiento llegando a argumentar la inutilidad
del arte y la vigencia solo de la artesanía y por supuesto, su apoyo al infame
realismo socialista.

Son conocidas las persecuciones del socialismo autoritario a los


pensadores. El caso de Georg Luckacs es palmario. Fue ministro de
educación en el efímero gobierno de Bella Kum en la Hungría de 1919 y
después fue un marxista disidente hasta el año de 1956 cuando las tropas
soviéticas invadieron el país magyar y retenido en Moscú por su militancia a
favor del gobierno de Imre Nagy, abjuró de sus posiciones terminando como
ortodoxo.

Boris Pasternak fue censurado en la nación imperial del este porque su obra
El doctor Zhivago era asombrosamente pornográfica y Alexander
Solzhenitsyn fue desterrado a un gulag por su postura crítica al igual que el
físico Andrèi Sajàrov. En Cuba se conoció el affaire del poeta Heriberto
Padilla así como el de Reynaldo Arenas, por iconoclasta y homosexual,
respectivamente, y a Carlos Franqui, intelectual de izquierda. Todos fueron
lanzados al ostracismo.

El poeta venezolano Alì Lameda fue encarcelado, sin juicio, por más de
siete años en Corea del Norte debido a una opinión. Paradójicamente, el
establecimiento de relaciones diplomáticas con Pyongyang fue la única
forma de lograr su libertad. Egresó de la prisión en condiciones de salud
precarias por desnutrición y una gran depresión.

Se especula que la muerte del premio Nobel de Literatura Albert Camus fue
producto de un atentado de la KGB, lo cual no es descabellado por sus
denuncias contra el arrollamiento a Hungría y su actitud de enfrentamiento
al estalinismo.

La anterior enumeración de casos de censura y autocensura es realmente


enunciativa porque un modelo político basado en la coercibilidad termina
siempre atentando contra quienes piensan y asumen una posición de
dignidad. Demás está decir que muchos intelectuales apoyaron al
autoritarismo como Pablo Neruda con su recordado poema a Stalin, Gabriel
García Màrquez quien silenció cualquier observación a Cuba, Saramago,
quien solo al final de su vida rompió con este modelo opresivo.

Al inicio, el boom emocional de la revolución cubana fue un imán para los


artistas y escritores pero el tiempo se encargó de aclarar el panorama de los
barbudos, tan opresivo como cualquier dictadura. Este fenómeno también
se cumplió en Europa inmediato a la toma del Palacio de Invierno pero
luego del fin de la segunda guerra el camino se fue decantando y fueron
conocidas las aberraciones del comunismo.

La óptica ácrata sobre la intelligentzia es diametralmente opuesta. Se basa


en el respeto a la libertad, la creación fluida, la disidencia y la crítica. No es
un segmento social al servicio del Estado ni del poder, ni a la empresa
privada ni a cualquier forma de dominación. Se promueve la libre
escogencia de asuntos y de opinión. Sin esa orientación no hay
anarquismo.

El intelectual y el artista no son vistos como estereotipos tales como


denostarlos como miembros de la pequeña burguesía, odiados trabajadores
del pensamiento y no de la labor material. Siempre será un maravilloso
acompañante en la dirección de cambio y transformación de la sociedad,
haciendo abstracción de su posición y selección. Ninguna fuente de
dominación puede limitarlos sino deben desarrollar su desapego a los
mecanismos de sumisión. Pueden llegar a ser la voz en off estimulando la
discusión, la polémica y el diálogo, nunca la imposición.

Muchos intelectuales y corrientes de narradores, poetas, ensayistas,


filósofos, semióticos, artistas plásticos y trabajadores del pensamiento, se
han definido como libertarios y otros sin hacerlo se han comportado como
tales. Es un atractivo en la actualidad considerarse anarquista por ser una
opción distinta dentro de una izquierda corrompida y huérfanas de ideas.

Desde los ideólogos del anarquismo clásico, como Pierre Proudhom,


Kropotkin y Bakunin hasta los actuales como Saúl Newman y Tomás
Ibáñez, se han manifestado como parte de una posición de cambio
profundo. Pietr Kropotkin fue un innovador con su tesis de la colaboración
de las especies frente a la idea darwiniana tradicional de la supervivencia de
los más fuertes. Es una iniciativa de la nueva epistemología, contraria a las
verdades consagradas, el rechazo al movimiento de las agujas del reloj y
los engranajes símbolos de la revolución industrial.

Las ideas sorprendentes de un Ricardo Flores Mogón capaz de romper con


el liberalismo y abrazar la acracia, fue una senda distinta dentro de la
revolución mejicana que lamentablemente fue derrotada. Ofreció un
programa diferente al existente en un país que venía de la noche oscura del
porfiriato y practicó el internacionalismo al aliarse con los Wobblies
americanos en la efímera Comuna de Tijuana. Igualmente son interesantes
las concepciones puestas en práctica en Aragón durante la guerra
española, donde se organizó un régimen de asambleas y una distribución
equitativa laboral y de riquezas.

Sobre la historia, basta señalar al libro de Volin denominado La revolución


desconocida donde descarnadamente desnuda el experimento bolchevique
en la U.R.S.S.; y Paul Avrich, en un soberbio análisis sobre Kronstandt, su
insurrección y la represión despiadada de León Trotsky y Zinoviev.

Los artistas plásticos, como Courbet y Pisarro fueron nítidamente


anarquistas, el creador contemporáneo británico Banksy con su práctica
informal y de calle está impregnado del espíritu de la libertad. En el cine
existen muchas expresiones de la acracia. V de Vendetta, Libertaria de
Vicente Aranda, Tierra y Libertad dirigido por Ken Loach con el guión
basado en Homenaje a Catalunya, La Batalla de Seattle de Steward
Towsen, Farenheit de Ray Bradbury, Un Mundo feliz de Aldous Huxley,
1984 de Orwell, la Patagonia Rebelde de Oswaldo Bayer y tantos otros
filmes que escapan a la memoria.
En el teatro Henry Ibsen evidenció ser un verdadero libertario además del
Living Teathre con Julius Beck y Judith Malina. En poesía León Felipe, Lord
Byron y William Blake, en Filosofía Federico Nietche, en narrativa Oscar
Wilde, Frank Kafka, León Tolstoi y Albert Camus. El excelente crítico
Herbert Reed es el intelectual anarquista por antonomasia y el anarcopunk
en la música se estremece con Chumbawamba.

Las conclusiones ideológicas de la Escuela de Frankfurt son relevantes no


obstante provenir de un marxismo en sincretismo con el psicoanálisis.
Apuestan a la libertad de ampliar la visión limitada de los seguidores del
pensador de Tréveris, circunscritas a las ergástulas del catecismo
economicista. A pesar de no ser libertarias enfocan acertadamente lo del
sujeto histórico de la transformación y en apreciar a la clase obrera como
integrada al capitalismo.

Mención especial tienen los teóricos del consejismo en Europa. Este sector
marxista entendió el fraude bolchevique. Los soviets fueron preteridos
cuando se concentró el poder en el partido comunista y ello fue estimado
por ciertos pensadores quienes pusieron el énfasis en los consejos de
obreros como ejes de la sociedad y no en el aparato, el ejército y el líder
como lo demostraron los comunistas. Dentro de esta corriente encontramos
al connotado astrónomo holandés Anton Pannekoek, a los alemanes Otto
Rulhe y Karl Korch y al americano Paul Mattick.

El valor de estos militantes fue la comprensión del desvío leninista


proponiendo una salida no convencional como fueron los consejos obreros,
quienes de alguna manera son alternos al estalinismo pero incurren en el
obrerismo como sede de su propuesta. Pero se dieron cuenta del terror
comunista y pensaron en una vía colateral y no vertical.

El ideal de la Bauhaus dirigida por Walter Gropius y la estética libertaria hay


que tomarlos en cuenta a la hora de identificar a quienes en este segmento
se empeñan en mostrar ideales de libertad. Igualmente con el surrealismo,
cuyo máximo ideólogo fue André Bretón no obstante su afiliación trotskista
demostrada en la Internacional de los artistas celebrada en ciudad de
México organizado por León Trotsky y con asistencia de muchos artistas de
esa tendencia. Pero no se debe descartar su espíritu libertario. Del
movimiento Dada su promotor Tristan Tzara terminó en el marxismo al igual
que el surrealista Louis Aragón. George Orwell fue trotskista pero se
aproximó mucho al anarquismo en su praxis como miliciano en la guerra
española y cuando escribió Homenaje a Catalunya en esa época y sus
novelas libertarias 1984 y Rebelión en la granja.
Aldous Huxley también es libertario confeso y el escritor argentino Ernesto
Sábato en su libro Antes del fin, advierte que terminando su vida veía en los
anarquista los seres de mayor bondad y suscribía la tesis ácrata. Había sido
marxista hasta que tuvo oportunidad de sentir y conocer la realidad de la
Alemania Oriental.

Debemos hacer notar que el movimiento Beatnik, surgido en los Estados


Unidos en la décadas de los años cincuenta, fue una reacción plenamente
justificada frente al ideal del American way of life, consumista, derrochador y
de mal gusto. Su postura es eminentemente ácrata en especial la actitud de
Alan Ginsberg y su poema El Aullido e incluso las revolucionarias
investigaciones de la mente hechas por Timothy Leary a través del LSD.

El punk emerge en los años sesenta como una manifestación de


cuestionamiento estético, en especial en el área musical. Deborah Harris y
Blondie, encabezó esta expresión. De esta corriente nació el anarco punk
que es la vinculación de la cultura punk a las prácticas anarquistas y The
Crass, Sex Pistols y Chumbawamba militan en esta música ácrata.

El mayo francés fue una verdadera eclosión anarquista. Sus consignas


como “prohibido prohibir”, “haz el amor, no la guerra”, “el sistema se hunde,
haz peso”, “seamos realista exijamos lo imposible”, “soy un marxista de la
tendencia de Groucho”, fueron un canto a la libertad. Sus principales
promotores, en al área intelectual, fueron los situacionistas quienes
blandieron nuevos conceptos sobre política, sociedad, psiquiatría, cultura,
arte y otros espacios de la actividad humana.

Los pensadores del estructuralismo francés son quienes han colocado al


anarquismo en la actualidad. Michel Foucault, Gilles Deleuze, Félix Guatari,
Jack Lacan, el icónico psiquiatra, Guy Debord y su extraordinario libro y
pelìcula sobre la sociedad del espectáculo y el teórico del postmodernismo,
Lyotard, conforman la pléyade de activistas generadores de un nuevo
enfoque sobre la realidad más allá de las formaciones tradicionales, como la
socialdemocracia, el socialcristianismo y el marxismo-leninismo.

Sin las investigaciones sobre el poder los libertarios se habrían quedado en


el tiempo. Han sido el complemento acertado a las ideas clásicas y han
reactivado esta postura ideológica que parece recuperar el tiempo del
ostracismo y del olvido.

Asumimos lo aseverado por el hombre de teatro Iván Darlo Álvarez y al


poeta Juan de la Roca en su obra intitulada Diccionario Anarquista de
Emergencia: no existe ninguna doctrina ni ideología que defienda y se
fundamente en la libertad como el anarquismo.

LA TECNOLOGÌA

Hay visiones enfrentadas sobre la tecnología entre el marxismo y los


libertarios. El desarrollo descomunal de la ciencia, la informática, telemática
y cibernética, ha encontrado descolocado al marxismo por su óptica
positivista y no humana acerca de estas importantes materias.

Para el marxismo el avance de la tecnociencia es una muestra de progreso


per se sin importar sus efectos debido al empleo perverso que pudiera
hacerse tangible debido a una orientación equivocada. La idea de
perfectibilidad de la humanidad quedó detenida por las espantosas guerras
acaecidas en el siglo veinte. La pulsión tanàtica se impuso al Eros, el afecto
fue demolido por la destrucción.

La expansión tecnológica no necesariamente traería felicidad a la


humanidad. Las conflagraciones con su secuela de muerte gracias a la
agudización de la panoplia armamentística con esos fines. De igual manera
utilizar esos avances para colocarlos al servicio de la disciplina, la represión
y la coacción. Estas modalidades las han usado las naciones donde se
aplicó el socialismo autoritario en beneficio del mantenimiento del aparato
de dominación. Por ejemplo, Cuba tiene un centro de educación superior
llamado Universidad de las Ciencias Informáticas, donde se forman cuadros
profesionales al servicio del control social y para ello fueron contratados por
el gobierno venezolano a objeto de organizar la identidad de quienes moran
en Venezuela, a las notarías, registros, puertos y aeropuertos, con miras al
acoso y la información detallada de la gente.

El aspecto oscuro de las nuevas disciplinas científicas le interesa


sobremanera al marxismo-leninismo con miras a la asfixia de los
movimientos físicos, las opiniones, las conductas, las actitudes y todas las
actividades de los hombres y mujeres.

El enfoque libertario sobre la tecnología es opuesto. No se la aprecia como


un indefectible signo de progreso por las razones sostenidas por la teoría de
la postmodernidad. Mas se la valora como un instrumento de libertad y
democracia. Los verdaderos medios de comunicación son los de las redes
sociales porque tienen la posibilidad de interactuar multilateralmente. No
hay un emisor o un receptor fijo, pueden ser ambos concomitantemente.
El primitivismo piensa en los altos grados de alienación provocados por la
tecnología pero si bien es cierto que tal idea es correcta no lo es la
importancia de su uso adecuado al ejercicio democrático.

EL MATERIALISMO DIALÈCTICO

El marxismo se precia de ser una ciencia y por ello ha descalificado a los


llamados socialistas utópicos porque los valora como románticos y poco
realistas. Esta afirmación es cuestionable a la luz de la teoría del
conocimiento presente porque en todo caso se trata de un cuerpo
eminentemente ideológico con proposiciones de utopía aunque pretende
tener método y objeto.

Uno de los métodos es el materialismo dialéctico, una invención de Federico


Engels luego de la muerte de Marx. Aspira a estimar al mundo con base en
tres leyes: la unidad y lucha de contrarios, la cantidad convertida en calidad
y la negación de la negación. Son principios por los cuales supuestamente
se rige el universo. Demás está decir que es un reduccionismo absurdo
porque tales leyes de ninguna manera explican el universo cuya
complejidad es cada vez mayor y la epistemología en este momento posee
unas bases bien amplias y diferentes.

Se pretende adicionalmente la aplicación de esas leyes a la sociedad como


por ejemplo la negación de la negación: el capitalismo es negado por el
socialismo y éste a su vez será negado por el comunismo. La unidad y
lucha de contrarios es bien relativa porque hay hipótesis en las cuales la
complementariedad es esencial sin conflicto ni contradicción. Bien decía
Ludovico Silva en su obra Antimanual para marxistas, marxòlogos y
marxianos, que estos principios no tienen ninguna utilidad.

El anarquismo no posee ninguna piedra filosofal para explicar el mundo.


Basta con los alcances de la física, biología y antropología para ir desde la
ausencia de organización molecular hasta la autorreguladora capaz de
regenerarse sin necesidad de auxilio externo. Y se parte de la perfectibilidad
para el alcance del autogobierno, la participación y la mayor libertad.

En síntesis, no hay una panacea artificiosa para explicar al universo porque


el avance de las bases de la ciencia posee un arsenal de teorías
explicativas y valorativas del universo. Y el anarquismo estimula esa
iniciativa con la finalidad de existir aproximaciones para valorar al mundo.
LA UTOPÌA

El deseo de superación del difícil mundo que vivimos se traduce en la


búsqueda de una realidad mejor. Es la tendencia a la superación, al empleo
de la imaginación al servicio de la transformación hacia adelante porque
puede haber metamorfosis gatopardianas y las peores, las regresivas. El
término utopía se concibe generalmente como un sueño a ser materializado
en contraste con distopìa que resulta en pesadilla. No obstante, esa
posibilidad de pensar en un mundo mejor varía de acuerdo a la perspectiva
de su realización. Hay mucha literatura acerca de este concepto, siendo la
más conocidas la de Tomás Moro y la de Campanella.

La distopìa ha sido analizada por dos escritores extraordinarios: Aldous


Huxley y George Orwell. El primero enfoca la distorsión opresiva en
escenarios más sofisticados y eficaces, como el lenguaje, el pensamiento,
la consciencia social, las ideas promovidas por los medios al servicio del
poder, la educación como instrumento ideológico, la droga y en general,
todos los artilugios destinados al conformismo, a hacer feliz al esclavo. En
Un mundo feliz se narra el ángulo totalitario sutil.

El trotskista británico se concentró en el poder disciplinario, en el Gran


Hermano, en Winston Smith, la represión, los elementos coercitivos como el
derecho, la policía y las fuerzas armadas. Es la coacción tajante que oprime
de una manera pedestre a las personas. Lo canalizó en obras como 1984 y
Rebelión en la granja.

Como ejemplos de la distopía orweliana tenemos a la extinta Unión


Soviética, la República Popular China, Corea del Norte, Cuba o Vietnam,
entre otros. La de Huxley se cumple en los regímenes dictatoriales
postmodernos como Belarus, Venezuela, Nicaragua y Kazajstán. Su
plataforma ideológica reside en dogmas de fe o la comprensión del mundo a
través de ontologías y no en categorías históricas. Verdades inmutables o
axiomas incuestionables para sustentar la severidad de sus ideas sin
probabilidad de cambios.

En cambio la utopía se manifiesta de otra forma. Así, si su búsqueda se


expresa de manera directa estaríamos en presencia de una utopía
inmediata porque sus efectos y estructuración se dan en corto plazo con las
secuelas propias del eco que pudiese generar. Este sueño es el defendido
por el pensamiento libertario.
Por ejemplo, el mayo francés fue una derrota política pero dejó la impronta
de un mundo mejor en medio del tedio del capitalismo en un país de
desarrollo sostenido. También el caso de la rebelión del parlamento
británico terminada en la dictadura de Oliver Cromwell porque fue el
antecedente de la revolución gloriosa, apertura de las bases de la
democracia representativa contemporánea. La misma guerra federal
venezolana a pesar de su perversión dejó algunos mensajes libertarios en el
imaginario social venezolano. De la misma manera, la rebelión de los
señores feudales contra el rey Juan Sin Tierras se negoció con la Carta
Magna y aunque no fue cumplida si demostró la necesidad de abandonar el
poder absoluto.

La inmediatista es un esfuerzo para la conquista de un anhelo o espacio de


libertad y si se alcanza es un sueño tangible independientemente que no
vaya más allá. Pudiera concatenarse a futuros logros para incrementar la
satisfacción de aspiraciones humanas y sociales.

Frente a la anterior encontramos a las llamadas utopías finalistas cuyo


objeto es a largo plazo o estratégico. El marxismo la emplea para el plano
social. Es el paraíso perdido radicado en el comunismo, un nivel social en el
cual no hay contradicciones y todo es felicidad porque se acaban las clases
sociales, cuya lucha, a juicio de esa tendencia, es la partera de la historia.

El problema de esta teleología es que se renuncia o se obvian las


movilizaciones para llegar a una actividad con obtenciones inmediatas en
función del final. De esta manera los marxistas no se detienen en luchas
contra el racismo, por la igualdad de género, sobre los animales no
humanos, la ecología y otras, porque lo fundamental es la toma del poder
político y no se debe distraer la acumulación de movimientos distintos a la
captura totalitaria del Estado. En este orden de ideas, no vale la pena
conquistar reivindicaciones económicas en el ámbito laboral porque lo
primordial gravita sobre los mecanismos de dominación y no las reformas o
mejoras. Es un camino maquiavélico

El anarquismo lucha por todas las utopías, especialmente las directas. Las
inmediatas se centran en la llegada en el presente y aunque pudieran no ser
victoriosas siempre dejarán una huella indeleble en la sociedad. El
dadaísmo fue una escuela estética surgida después del desastre de la
primera guerra donde se probó que el progreso de la modernidad no fue tal
porque la pulsión tanàtica lo despedazó. Terminó su ciclo y dio paso a otra
idea, el surrealismo fundado en la libre asociación de ideas. Los socialismos
soñadores de los siglos dieciocho y diecinueve, Fourier, Owens, Saint
Simon, fueron catalogados peyorativamente como socialistas utópicos
porque no llegaban a ser científicos producto del positivismo reinante que
arropó al marxismo.
Asimismo, intentar un salto cualitativo social por intermedio de artificios
autoritarios llega a los actos de ingeniería social y el milenarismo. Hablar del
hombre nuevo, idea creada por Franz Fanon y publicitada por el Che
Guevara, se basa en actitudes vanguardistas con la orientación de dirigir
desde arriba la dinámica de la sociedad.

Supeditar la trayectoria al largoplacismo es un elemento inhibidor hacia


espacios de libertad dada la adecuación a un fin devenido en
maquiavelismo. Al final, se convierte en un dispositivo perverso negador de
las aspiraciones instantáneas implícitas en saborear la perfectibilidad.
Incluso, pudieran terminar en distopìa cuando la justificación de los fines se
pervierte en esclerosis y miopía mentales.
En definitiva, la utopía no puede desaparecer del pensamiento humano
porque sería condenarnos al determinismo y a ser unos eunucos. Quienes
plantean su extinción están celebrando la esclavitud y la negación de la
libertad. Sin sueños, sin romanticismo y sin imaginación no habrá norte en
la actividad humana, simplemente nos regiremos por cartabones
preestablecidos como en los sismos mentales ocurridos sin consumir soma
o temerle al Big Brother orweliano.

Es una opción importante la defensa de este trascendente concepto para


poder sostener un bosquejo de la posibilidad de un universo con capacidad
de escogencia, de elegir entre varios planteamientos. Es la respuesta más
contundente frente a quienes aducen haber llegado a la eliminación de las
ideologías porque con la democracia representativa y la economía de libre
mercado hemos alcanzado el desiderátum de la humanidad y otros, más
reaccionarios, pensando en modelos totalitarios con el barniz de la
izquierda.

EL FEMINISMO Y LA SEXUALIDAD ALTERNATIVA

Uno de los aspectos pendientes de la humanidad es la igualdad de género y


el tratamiento de la sexualidad alternativa. Ambos renglones constituyen
una enorme deuda social porque tanto la mujer como los miembros de la
comunidad GLBTI son indubitablemente excluidos sociales.

En el caso del sexo femenino el enfoque marxista lo aprecia como una


lucha reformista porque la emancipación se logrará cuando cese la
explotación del capital sobre el hombre y la mujer. La lucha por los derechos
de las féminas son anhelos parciales que palidecen ante la lucha de clases,
motor fundamental de la historia.
El enfoque libertario es diferente porque en primer lugar, es una utopía
inmediata cualquier reivindicación lograda así sea lo más segmentado
posible, como por ejemplo el sufragismo, visto retrospectivamente con un
alcance del pasado; en segundo término, en la tradición patriarcal vigente
entre los seres humanos existe una relación de poder entre el hombre sobre
la mujer; tercero, es relevante hacer notar que la mera participación
femenina dentro del Estado en muchos casos, como el venezolano donde
hubo un momento en el cual la fiscal, la procuradora, la presidente del
máximo tribunal y la de la Asamblea Nacional, eran mujeres, no es garantía
de un salto cualitativo; cuarto, porque reproducir las relaciones de poder
incluso en el aparato político es ratificar el stablishment.

Las mujeres libertarias las conoce la historia: Louis Michel, educadora


francesa participante en la Comuna de París y despuès en el destierro luchó
por la defensa de la cultura kanaka en Nueva Caledonia luego de la derrota
y su detención; Enma Goldman, una luchadora ruso-americana presente en
muchos escenarios como el de la insurrección en la ciudad de Kronstadt
donde medió ante Trotsky y Zinoviev para evitar la masacre de los marinos
alzados, la cual a la postre fue materializada; Judith Malino, escritora
americana, con su obra en poesía y en teatro, ha expuestos los
planteamientos anarquistas;

La sexualidad alternativa ha sido subestimada por el marxismo-leninismo


porque no es una lucha prioritaria. Lo inmediato es la lucha de clases para
que el proletariado asuma el poder y a partir del Estado haga tangible la
doctrina socialista. Además, el machismo ha influido demasiado en esta
doctrina para darle alguna relevancia a unos seres humanos considerados
por la visión oficial como “enfermos”.

El anarquismo, contrariamente, piensa que la lucha de los GLBTI es


trascendente y debe ser un incentivo de acción inmediata, no es una simple
reforma como peyorativamente la denomina el léxico socialista autoritario.
Estas manifestaciones sexuales deben ser vistas como opciones y no como
patologías.

LA EDUCACIÒN

Con relación a la enseñanza el marxismo y el anarquismo presentan


opiniones distintas. La educación, para el primero, es una senda de
ideologización para formar personas con un pensamiento único. Para el
segundo, es un medio de discusión, de libertad, de democracia y de
formación para la luz.
Los países donde tuvo vigencia el socialismo autoritario el modelo educativo
devino en una molienda donde el Estado impuso unos conocimientos
acríticos para realizar un verdadero lavado de cerebros en los estudiantes
enseñándoles unos principios confesionales del materialismo histórico y el
dialéctico y los profesores condenados a repetir unas enseñanzas
escolásticas. Y fue más allá cuando un científico ruso, Trofim Lysenko,
promovió unas innovadoras ideas sobre la agricultura criticando a los
genetistas aceptados internacionalmente. Fundó el lysenkoismo, teoría
sobre el agro cuyo fracaso fue estruendoso pero estuvo apoyado por la
nomenklatura porque incentivó a los agricultores. Después de la muerte de
Stalin fue desenmascarado pero con la defenestración de Nikita Kruschev
fue atacado y lanzado al ostracismo por su falsa ciencia como lo señaló
Andrèi Sajàrov. Caso contrario fue el del economista Nixolài Kondràtiev,
quien sostuvo las crisis de los ciclos del capitalismo contrariando la idea de
Stalin de que era indefectiblemente directa hacia su destrucción. El
resultado fue la ejecución del profesor por haber discrepado del máximo
líder.

La docencia ácrata se perfila en la educación libre sin catecismo ni


soluciones finales. León Tolstoy fue uno de sus profesores en Rusia, al igual
que Ricardo Mella y Francisco Ferrer en España. Hubo una experiencia
interesante en el Reino Unido recogida en un libro de Alexander Neill,
intitulado Summerhill, localidad en la cual se experimentó una nueva forma
educativa basada en el régimen de asamblea de la comunidad de
profesores y estudiantes. Muchas corrientes se han inspirado en los
principios de este tipo de educación libre, como las de Bertrand Russell,
Paulo Freire y Erich Fromm.

Mención especial merece el concepto de universidad autónoma inferida de


las luchas del llamado “Cordobazo”, en Argentina en la segunda década del
siglo veinte. Era la universidad democrática donde la libertad de cátedra y la
tolerancia era lo normal. Sin embargo, esta categoría docente ha entrado en
decadencia y una universidad en América Latina en la actualidad reproduce
la burocracia de cualquier alcaldía o entidad estatal.

Debemos destacar la dirección educativa. No es un criterio desarrollista


pensar en profesiones apostando a las industrias del futuro, esto es, la
informática, telemática, cibernética, las ciencias postnormales, de la
complejidad, la robótica, la biotecnología, entre otras. Es una idea que
puede ser manejada en función de las necesidades de la sociedad y no
obedecer, como en Venezuela, a simple búsqueda de la movilidad social
(no probable en estos momentos de la humanidad) o de profesiones
tradicionales inferidas del mantuanaje y la hidalguía hispánica original.
Las concepciones docentes avanzadas trascienden ya la autoevaluación y
coevaluaciòn, la metacognición llegándose a promover la rebelión de los
saberes. Es la transmisión de información y el conocimiento empleando la
libertad como valor supremo.

LA RELIGIÒN

El marxismo-leninismo originalmente fue contrario a la religión. Marx la


definía como el opio que adormece a los pueblos. Siempre hubo la
sustentación materialista opuesta al idealismo, en el cual militaba la religión,
en función del esquema positivista sustentador de esta tesis generando un
prejuicio muy acentuado. El colmo fue que un país comunista, Albania, en
su constitución estatuía que era un Estado ateo y en la realidad se
perseguía a quienes profesaban una fe religiosa como en los peores
momentos de la Reforma y la Contrarreforma.

La Unión Soviética coexistió con la Iglesia Ortodoxa y en la actualidad


Vladimir Putin ha continuado en una alianza estrecha con la alta jerarquía
de ese credo formando parte de los factores de poder gobernantes de
Rusia. Esta situación se ha fotografiado de la manera más fidedigna en una
película reciente llamada Leviathan, donde se narran los vínculos de
corrupción del Estado ruso con la élite religiosa.

En China se ha perpetrado una amplia persecución a las religiones como el


budismo tibetano, al grupo Falun Gong y a los islámicos de la etnia uigur de
la región del Sinkiang en el noroeste de ese país. En Latinoamérica, en
cambio, se dio el nexo con los católicos de la teología de la liberación, y en
muchas zonas hubo la alianza incluso guerrillera de los sacerdotes con la
izquierda como en Colombia con los padres Camilo Torres, Domingo Laín y
Manuel Pérez, quienes fueron comandantes del Ejército de Liberación
Nacional de inspiración castrista.

En las filas libertarias ha acontecido hechos disímiles. En la guerra española


hubo quemas de iglesias y enfrentamiento de la C,N.T. y la F.A.I. contra el
catolicismo por su alianza con la falange de Franco. Sin embargo, el
anticlericalismo se ha ido desvaneciendo porque un aspecto es la fe
religiosa, un derecho de cualquier ser humano, y otra la identificación
política de una determinada religión con el poder.

También hay que aceptar a la religión como un derecho inalienable de los


hombres y las mujeres a profesar la fe deseada. Puede ser un vehículo de
enajenación por sus estrechos nexos con el poder pero puede ser un vector
de liberación del ser humano. Hay budismo revolucionario que siguen un
tránsito de libertad y el caso conocido de León Tolstoy, un anarquista
cristiano con una praxis que dejó asombrado al mundo de Rusia y sus
pueblos dominados cuando repartió sus tierras a los campesinos logrando
una colectivización voluntaria.

DIFERENTES TIPOS DE MARXISTAS Y ÀCRATAS

Tanto el marxismo como el anarquismo se han fraccionado históricamente


consecuencia de interpretaciones disímiles de su ideología prístina. Las
divisiones corresponden a puntos de vistas distintos en ambas formaciones
llegando incluso a conclusiones diametralmente opuestas.

El marxismo-leninismo tiene muchísimas variantes pero la impronta del


autoritarismo está presente en todas ellas. La categoría de la dictadura del
proletariado es su estadio político más inmediato, vale decir, la toma del
poder de manera totalitaria sin dejar ninguna posibilidad de coexistencia con
otras tendencias.

El partido bolchevique derribó al gobierno transitorio de Kerensky y procedió


a eliminar a todas las demás organizaciones. Luego confrontó una guerra
civil en la cual salió victorioso, incluyendo la persecución de los anarquistas
majnovistas en Ucrania y la liquidación a sangre y fuego de los marinos de
Krostandt ejecutada por Trotsky y Zinoviev desde San Petesburgo. A partir
de este hecho histórico comienza en una forma sistematizada la ideología
que pasamos a resumir en los próximos párrafos.

1. El Estalinismo. Al fallecimiento de Lenin y la persecución a Trotsky, Stalin


emergió como el máximo líder soviético. Su tesis fue totalmente autoritaria y
formó un partido cerrado con un rígido control del Estado. Son los
estalinistas cuya fuente se radica en Vladimir Ilich Ulianov y sus tesis
rígidas.

Es el socialismo en un solo país pero sus nexos con varios partidos de


Europa y varias partes del mundo le permitieron fundar la III Internacional.
Los partidos comunistas, luego de la irrupción soviética como ganadores de
la segunda guerra, constituyeron una sucursal del país euroasiático. El
Comintern y el Cominform fueron las estructuras de control internacional por
parte de Moscú.

2. El Trotskismo. Cuando hubo la purga iniciática de los años veinte surgió


un intelectual, León Tritsky, que enfrentó sin éxito a Stalin. Se dedicó desde
el exilio a organizar la IV Internacional con sus seguidores, dando una visión
de izquierda dentro del movimiento comunista mundial. Hubo muchos
revolucionarios que apoyaron su tesis de la revolución permanente en
diferentes lugares.

Existen formaciones de esta posición en Estados Unidos, el Reino Unido,


Argentina con un movimiento guerrillero importante, el E.R.P., Guatemala,
con guerrilleros encabezados por Marco Yon Sosa; Perù con formaciones
rurales; en Francia hay varias organizaciones con candidatos
presidenciales; España con el P.O.U.M. en la guerra española donde
hicieron coalición frente a los soviéticos y su máximo líder, Andreu Nin fue
asesinado y desaparecido por los oficiales del ejército rojo; en Venezuela
existen varios grupos de esta corriente, como el P.S.L., Marea Socialista y
el portal Aporrea y La Liga de los Trabajadores por el Socialismo, con
desplazamientos sinuosos respecto al chavismo aunque en los actuales
momentos se oponen al gobierno madurista.

A pesar de presentar una imagen revolucionaria, pero unos apóstatas según


los estalinistas, el trotskismo sostiene las tesis de la dictadura del
proletariado y es una variante quizá más flexible que su par bolchevique.
Pero apuesta siempre al autoritarismo. Se ha dividido en muchas corrientes
por posturas disímiles acerca de aspectos coyunturales y estructurales.

3. El maoísmo. Fue una tendencia importante luego del rompimiento con


Moscú en los años sesenta. Tuvo un exacerbado culto a la personalidad de
Mao Ze Dung, quien contrarió a Stalin cuando incorporó a la clase
campesina al ejército revolucionario triunfante terminado con el desalojo de
los nacionalistas quienes quedaron confinados a la isla de Taiwán.

El maoísmo se formó con las obras de Mao y las iniciativas desde el Estado
chino como las disparatadas Un salto hacia adelante, una industrialización
compulsiva terminada en quiebra; y la revolución cultural o proletaria, una
inmensa purga contra la tendencia del defenestrado presidente Liu Shao
Shi, el organizador del aparato Den Ziao Ping, el vicepresidente Chu Te y el
alcalde de Pekìn, Pen Cheng.

El resultado de esta conmoción política fue la entronización de Mao como


jefe de Estado, El subterfugio para emprenderla fue una campaña contra la
burocratización derivada de la ausencia de cambio en la superestructura
ideológica de la sociedad. Fue extremadamente autoritaria como lo
demostró la Comuna de Shanghái, donde se estatuyó un gobierno tripartito
entre el partido, el ejército y la gente, dominando siempre la coalición de los
comunistas con los uniformados.
Esta tendencia tuvo influencia fuera de China como lo demuestra la
existencia de un país que la secundó en la confrontación con los soviéticos,
Albania. Esta pequeña nación balcánica, con un líder estalinista como fue
Enver Hoxha, se alineó con Beijing. La Camboya de Pol Pot fue maoísta, las
guerrillas de Nepal, Sendero Luminoso en Perú, los movimientos en Francia
e Italia (el grupo nucleado en torno a la publicación Il Manifiesto), el Ejército
Popular de Liberación colombiano e incluso en Venezuela estuvo presente
en jóvenes escindidos de un partido populista, U.R.D., Víctor Ochoa, Camilo
Arcaya y Herrera.

4. El castrismo y el guevarismo. La estridencia de la revolución cubana dio


origen a muchas iniciativas en América Latina y el Caribe además de otras
regiones del tercer mundo. Se ha denominado al castrismo como algunas
posturas emocionales de Fidel Castro pero no es un cuerpo teórico
centralizado y coherente. Cuba tuvo influencia en la región como el Ejército
de Liberación Nacional en Colombia, el Movimiento Tupac Amaru en Perú,
Alfaro vive carajo en Ecuador, los Tupamaros en Uruguay, la organización
guerrillera dirigida por Luis Turcios Lima en Guatemala, el M.I.R en Chile y
varias expresiones del Frente Farabundo Martí en El Salvador.

El guevarismo, en cambio, más allá de las emociones tenía un tinte ético


cuando el Che propuso la tesis del hombre nuevo original de Frantz Fanon y
los incentivos espirituales ínsitos a esta figura. Asimismo, la lucha armada
como método junto al accionar del foquismo. Su estridencia no se hizo
esperar y en varias partes del planeta surgieron líderes acogiendo sus
pensamientos. El capitán Thomas Sankara, en Burkina Faso, aplicó el
esquema ascético de la figura del comandante heroico; y Pierre Mulele fue
considerado el Guevara del Congo.

5. El consejismo. Fueron tendencias que comprendieron el curso


equivocado de los soviéticos porque los soviets no estelarizaron nada
después de la toma del Palacio de Invierno y reivindicaron a los consejos
obreros, no los sindicatos, la organización base de la nueva sociedad e
irradiar la toma de decisiones.

6. El marxismo crítico. Lo constituyen pensadores autodefinidos como


marxistas pero cuyo hilo ideológico es claramente libertario. En este
segmento encontramos a John Holloway, profesor irlandés de la
Universidad de Puebla, con varios textos interesantes como Cambiar el
mundo sin tomar el poder, el guatemalteco Sergio Tischler y Alberto Bonet,
escritor argentino.
Realmente el eco de sus planteamientos es en los medios intelectuales y
estudiantiles pero su teórica es edificante y su orientación es evidentemente
dirigida hacia la debilitación y destrucción del poder, argumento
diáfanamente anarquista.

En el plano ácrata también existen muchas diferencias con la mayoría de


movimientos postulantes de la lucha contra el poder en todas sus
modalidades aunque algunas de ellas todavía mantienen vinculación con el
marxismo y la legalidad de la democracia formal.

1. El anarcocomunismo. Arranca con los alegatos de Bakunin en cuanto a la


colectivización de la economía y concebir al trabajo como una actividad
social y solidaria.

2. El anarcoindividualismo. Su postura se traduce en la defensa de la


libertad individual. Sus representantes más conocidos son el creador de la
resistencia pasiva, el abogado Henry David Thoreau y el filósofo Max
Stirner.

3. El anarcosindicalismo. Nacido desde la I Internacional se fraguó al calor


de las luchas obreras con una presencia importante en Europa y en los
Estados Unidos. Su tesis se orienta hacia el sindicato revolucionario como
instrumento de clase buscando en todo caso la desaparición del Estado.
Diego Abad de Santillàn, Joe Hill, Lucy Parson, Angel Pestana,
Buenaventura Durruti y Rudolf Rocker, son las caras más connotadas de
esta tendencia y su fuente fue el mutualismo de Pierre Proudhom.

4. El anarcofeminismo. Es una de las direcciones más interesantes del


movimiento anarquista históricamente hablando. Piensan que el feminismo
es la vía más acertadamente libertaria porque la condición de la mujer es
por naturaleza emancipadora debido a la maternidad y el afecto inherente al
género. El capitalismo y el despotismo se identifican con el patriarcado que
ha regida en la sociedad. Rechazan los ritos sociales y ciertas instituciones
como el matrimonio.

Sus grandes cabezas fueron Enma Goldman, Lucy Parson, Voltairine de


Clayre y la escritora Susan Brown. Su lucha no es tan solo por la igualdad
de derechos sino la búsqueda de la eliminación de las relaciones de poder
porque las mujeres han sido víctimas de ellas gracias al machismo de
profunda raíz histórica.

5. El insurrecionalismo. Es una forma organizativa con base en la acción


directa, pudiendo ser violenta o no. Preconizan la necesidad de derrocar al
sistema capitalista por medio de la lucha espontánea provocada por grupos
de afinidad. Errico Malatesta es el símbolo de este movimiento.

6. Ecoanarquismo o anarquismo verde. Tiene dos modalidades, la


individualista y la social. La primera estima que debe rechazarse el mundo
tecnologizado porque el salto de la sociedad de los recolectores a la
agrícola fue la causa de la productividad del trabajo. Promueven la vuelta al
mundo de la simplicidad sin la alienación contemporánea.

Entre los primitivistas, como son llamados, encontramos al escritor y filósofo


John Zerzan y al profesor conocido como Unabomber, quien activó una
campaña terrorista durante muchos años en protesta contra le enajenación
de la sociedad americana actual.

El anarco ecologismo social es distinto. No rechazan la tecnología ni


piensan en su naturaleza alienante. Estiman la necesidad de respetar al
ambiente porque el mundo natural no tiene jerarquías como sí lo tiene el
Estado y todas las formas de poder. La valoración de los animales humanos
y los no humanos constituyen parte de su lucha.

El pensador Murray Blookchim es uno de las personas màs conocidas


dentro de esta corriente y organizaciones tan activas como Earth first y el
Frente de Liberación Animal, son entre otras, quienes llevan a cabo las
actividades de esta tendencia.

7. El neoanarquismo. Son organizaciones no definidas como ácratas pero


efectúan actos coincidentes con el anarquismo. Son muchos movimientos
sociales, sindicales, culturales, ecológicos, feministas y antirracistas, que
buscan la activación por la vía de abajo hacia arriba, sin burocracias ni
mesías ni caudillos.

8. El Plataformismo y especificismo. Son iniciativas que creen en la


posibilidad de organizar partidos revolucionarios y hasta actividades dentro
de la legalidad e institucionalidad del poder, coinciden en la lucha de clases
y el materialismo histórico marxistas. Nacieron a la luz de las derrotas de los
anarquistas en la revolución bolchevique y del ejército de Néstor Majnò. En
Venezuela hubo unos pequeños grupos denominados anarcochavistas que
terminaron siendo parte de ese pastiche ideológico que es el bolivarianismo.

9. El anarcocapitalismo. Se activa en la debilitación del Estado pero


simultáneamente creen en la economía de mercado y el liberalismo.
Realmente no conforman una corriente anarquista porque defienden el
modelo capitalista.
10. El posanarquismo. En las últimas décadas y junto al renacer del
anarquismo, ha ocurrido la tentativa de actualizar las ideas libertarias
sumando a los criterios de los clásicos el posestructuralismo, las teorías de
la posmodernidad y muchas manifestaciones libertarias contemporáneas.

Quien primero empleó este neologismo fue el poeta americano Hakim Bey
pero se ha utilizado para designar los modelos teóricos de Saul Newman,
Todd May y Tomás Ibàñez. Es la condensación del pensamiento y práctica
ácrata en el siglo veintiuno diferendiàndose tajantemente del marxismo-
leninismo y el resto de la izquierda.

En síntesis, el pensamiento y la acción anárquicos, a pesar de lo variado de


sus enfoques, piensa en la libertad como el alfa y la omega de la lucha por
rescatar al ser humano de la postración generada por una tradición
autoritaria sostenida por el actual poscapitalismo.

LA POSTURA ANTE LA DEMOCRACIA

La democracia representativa se encuentra en una grave crisis. Las


aseveraciones de Francis Fukuyama acerca de ser el modelo político
máximo de la historia humana han quedado sepultadas. Los actuales
líderes y candidatos presidenciales son figuras de la farándula y de sectores
banales como una manera de edulcorar el fracaso.

Así, vemos cómo un Alberto Fujimori sin ninguna proposición seria se


adueñó del Perú durante dos períodos presidenciales. Un Abdalá Bucaram
en Ecuador gana una elección con un espectáculo digno de radio rochela.
Silvio Berlusconi se jacta de las fotografías con prostitutas y Nicolás
Sarkozy contrae nupcias con una top model para darle relevancia a un
cargo descompuesto.

El modelo político creado por la Revolución Francesa y consolidado con la


Revolución Gloriosa en Inglaterra está absolutamente agotado pero el poder
no ha encontrado un sucedáneo eficaz para mantener la dominación. Son
mandatarios electos con un cheque en blanco que luego manejan a su
antojo sin rendir cuentas de nada a sus electores porque viven sólo de los
negocios clientelares ofrecidos por el juego político.

En Venezuela no nos hemos quedado atrás. El fallecido presidente Chávez


manejaba una figura de poca seriedad pero la usaba porque rendía buenos
dividendos electorales y comunicacionales. Asimismo, la Asamblea
Nacional está llena de personas desconocidas que no representan a nadie.
No existe ninguna democracia participativa como lo pregona la constitución.
El estatuto de dominación siempre utiliza una forma de expresión política. El
capitalismo en la época de la guerra fría apostó a las dictaduras militares
como instrumento de gobernabilidad pero luego de la caída del Muro de
Berlín buscaron a la democracia formal como el mecanismo más idóneo
para sus fines.

El marxismo pretende siempre el poder para usarlo hegemónicamente. El


cometido de su activismo se traduce en la toma del Estado y demás
instrumentos de opresión para la continuación y consolidación de la
sumisión. El partido o el caudillo es amo del Estado con el cual gerencia la
vida de los hombres y las mujeres.

Las ideas anarquistas proponen un sucedáneo a la democracia formal, la


directa. De lo que se trata es construir una opción distinta a las anteriores
orientándonos a lo contrario, vale decir, la destrucción del poder para
restablecer la democracia real. Las personas deben ser sujeto y objeto de
sus decisiones al mismo tiempo. Es acudir a las bases, a las localidades,
redes sociales y organismos directos sin intermediarios para la toma de
decisiones.

Una democracia directa, tal y como lo sostenía Rousseau, no puede delegar


porque se escinde la iniciativa de la gente. Hay que devolverles a los
hombres y mujeres la potestad de asumir su destino y para ello existen
múltiples maneras de materializarlo. No elegir representantes sino voceros
revocables en cualquier momento, rotación en los cargos en forma perenne,
la impugnación permanente y en general, cualquier acción destinada a
ubicar a los seres humanos como telos de la actividad política.

Pensar en constituyentes no es otra cosa que remodelar el statu quo porque


se intenta adecuarlo a los tiempos sin alterar su esencia, esto es, el
gatopardianismo más pedestre. Es lo ocurrido en América Latina en las
últimas décadas como lo demuestra lo acontecido en Colombia, Bolivia o
Venezuela donde se cambiaron los nombres de las instituciones pero ni
siquiera alcanzaron a consolidar alguna. La tesis del Abate Sayés no debe
ni siquiera imaginarse porque no estamos en tiempos de maquillar sino de
transformar. Las propuestas constituyentes persiguen a fin de cuentas
remozar el poder.

Habrá que crear nuevas políticas e instituciones. Las fuerzas armadas


deben ser suprimidas para otorgar las armas directamente a la gente; los
tribunales también, los medios de comunicación dirigidos por Consejos de
Redacción donde estén presentes los trabajadores y el público aparte de
haber verdaderos defensores del lector, el radioescucha y el televidente; las
empresas administradas por los trabajadores, los usuarios y consumidores;
los trabajadores organizados en consejos obreros ajenos a cualquier
entidad; las decisiones la tomarán los entes autónomos territorialmente y
federados en su unidad; la autogestión como norte de las actividades
económicas; el máximo respeto al ambiente por encima de concepciones
desarrollistas y extractivas; el consumo de acuerdo a las necesidades; la
propiedad social y no estatal o privada.

La consulta directa, en Venezuela, a las personas sobre la orientación de la


política petrolera y la eliminación de la renta, la dependencia y
monoproducción; repensar el desarrollo entendido solo como el crecimiento
de la economía; las actividades artísticas y culturales autogestionadas
enmarcadas dentro de la mayor libertad de creación; la erradicación del
racismo; el estímulo a la igualdad de género; la tolerancia de las opciones
sexuales alternativas; el respeto y defensa de los animales no humanos; el
establecimiento de un régimen permanente de asambleas. Y en general, la
realización de todas las iniciativas tendientes a la emancipación de los seres
humanos.

John Holloway, un marxista crítico, tiene absoluta razón cuando sostuvo


hacer la transformación social sin tomar el poder porque si se ejerce se
profundiza y se niega la democracia. El cambio social es ajeno al poder e
irrumpe al margen de cualquier medio de control o disciplina.

CONCLUSIONES

El anarquismo tiene sus antecedentes en toda esa gama de pensadores


denominados por el marxismo en forma despectiva como socialistas
utópicos. Charles Fourier, Robert Owens, William Godwin y otros, fueron
quienes imaginaron una sociedad mejor, una utopía. Al fragor de las luchas
obreras se formaron activistas buscando la justicia social, coexistiendo el
marxismo, la socialdemocracia y al anarquismo en un solo cuerpo
organizativo.

Se asociaron en la Primera Internacional de Trabajadores pero la dinámica


de los acontecimientos permitió perfilar discrepancias en los fines buscados.
Los marxistas, sumidos en el autoritarismo, plantearon la toma del poder por
intermedio del control absoluto del Estado para aplicar el programa y sus
tesis. Fueron apoyados por los socialdemócratas quienes a posteriori
rompieron al fundarse la Segunda Internacional. Los libertarios proponían la
eliminación del aparato político y llevar a cabo las medidas socialistas
directamente. Fue la pugna entre Karl Marx y Mijail Bakunin, como máximos
exponentes de ambos bandos.
Mucho ha acontecido desde Europa decimonónica porque el marxismo
agregado al leninismo asumió el poder en la Rusia zarista y luego de la
segunda guerra se expandió creando un verdadero imperio y fomentaron
revoluciones en varias partes del globo terráqueo. Si bien tuvieron eficacia
política pues tomaron el poder en muchas regiones del mundo y manejaron
a la perfección la disciplina y la represión, fueron un fracaso económico,
democrático, social y cultural.

Ahora bien, nos podemos preguntar cómo ha subsistido esta forma de


totalitarismo luego de las derrotas del nacionalsocialismo y el fascismo. La
respuesta es variopinta porque se han conjugado varios factores en su
mantenimiento. Primero, la existencia de una profunda desigualdad social
en la distribución de los bienes y servicios, efugio empleado para su
justificación; segundo, el éxito político de los comunistas en acceder al
Estado; tercero, la creación de una religión laica teocrática detallada en las
teorías del marxismo, con dogmas de fe bien acendrados, una iglesia
conformada por una burocracia laborando constantemente para ello y el
estímulo de una falsa esperanza en el progreso de la humanidad.

El anarquismo casi desapareció durante el siglo veinte pero a raíz del


estruendoso fracaso simbolizado en la caída del Muro de Berlín, renacen las
ideas libertarias y han sucedido hechos significantes de esa resurrección,
aunados a la crisis de la representación. El mayo francés, los disturbios en
Seattle contra la Organización Mundial de Comercio, la resistencia en
Grecia contra la aplicación de ajustes económicos inicuos, todas las
manifestaciones en las reuniones del grupo de los 8 y de los organismos
multilaterales, el establecimiento de una organización social diferente en
Rojave, enclave kurdo en el norte de Siria, la reorganización ácrata en
varias zonas de los Estados Unidos y muchas otras expresiones, conforman
muestras de esta señal.

La agrupación obrera del siglo 19 se bifurcó y cada día produjo un ingente


distanciamiento entre el marxismo-leninismo y el anarquismo. El primero
escogió la senda del totalitarismo creando una desastrosa distopìa en la
Unión Soviética, China, Norcorea, Albania, Yugoslavia, Indochina, Cuba,
Moldavia y Venezuela. El segundo se encuentra en la actualidad ejerciendo
iniciativas en múltiples lugares del orbe en la búsqueda insaciable de la
libertad y la democracia. Mas lo cierto es que ambas corrientes ideológicas
se encuentran bien distantes y con tendencias a su alejamiento como el
universo en expansión de la física contemporánea.
Los distintos modos del marxismo-leninismo tienen, como ya lo narramos,
diferencias de estilo pero poseen la impronta del autoritarismo y la
presencia de un Estado omnipotente. El estalinismo, el trotskismo, el
guevarismo, el maoísmo y las simbiosis con populismo, peronismo,
nasserismo y nacionalismo, tienen un común denominador: creen en la
dictadura del proletariado y en la coercibilidad como fórmula de sumisión.
Las varias expresiones libertarias poseen asimismo, interpretaciones
amplias y aunque algunas aspiran permearse en el parlamentarismo y en el
esquema del socialismo autoritario, tienen y presentan un alto contenido
democrático y de libertad.

Con las apreciaciones de la Escuela de Frankfurt, los consejistas, ciertas


variantes críticas del marxismo, las enseñanzas del anarco individualismo,
el anarquismo verde, el primitivismo, el anarcofeminismo y las
investigaciones del posestructuralismo francés, la doctrina ácrata ha tomado
un rumbo diáfano que la diferencia abismalmente del marxismo leninismo.
Incluso, una organización internacional que trata a una grave enfermedad
adictiva, el alcoholismo, Alcohólicos Anónimos, mantiene un modelo
organizacional libertario fundamentado en la libre voluntad de sus
integrantes. Hay un tránsito opuesto no apto para pensar en sincretismos y
eclecticismos.

Definitivamente el tiempo se ha encargado de distanciar a dos posturas


ideológicas coexistentes en sus inicios. Es imposible conciliar el
autoritarismo con la libertad; la utopía con la distopìa; el totalitarismo con la
democracia; y de allí el alejamiento entre ambas posturas. El marxismo-
leninismo es una muestra del totalitarismo de izquierda mientras que el
anarquismo es un efluvio de la lucha por la utopía así sea inmediatista, la
resistencia contra el poder, la democracia y la libertad. La dimensión de sus
alcances y efectos establece una antinomia conceptual irresoluble con
quienes fueron sus acompañantes en el comienzo de las luchas europeas
del siglo XIX. El incremento en la lejanía de estos dos cuerpos ideológicos
puede ilustrarse con el universo en expansión pronunciándose la lejanía
cada vez hasta el infinito como lo indica la física contemporánea.

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