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VOCACION y VOCACIONES

Alb~rto Parra, SJ. ,.

1. UNIDAD Y PLURALIDAD DE LA de vivir y de realizar la vocación humana


VOCACION HUMANA y cristiana.

1. Vocación y Vocaciones Conviene, pues, asentar el principio de


Al hablar de vocaciones específicas o que la vocación de cualquier género que
particulares se corre el riesgo de afirmar ella sea, no es algo añadido a la persona,
parcialidades, si no se tiene en cuenta que un "algo más" diverso a la persona.
la vocación específica o particular es una Por el contrario, la vocación es la realiza-
forma determinada de vivir y de realizar ción progresiva de la misma persona hu-
la vocación o llamamiento fundamental mana, según los amorosos planes de Dios
de todo hombre. sobre cada uno. Por ello resulta impreciso
hablar sobre "tener vocación" o "no te-
La vocación particular debe situarse ner vocación". En efecto, todo cristiano
dentro de las dimensiones de la vocación es un "llamado por vocación", como lo
que es común a todos los homiJres. Esas expresa Pablo.
dimensiones ponen de manifiesto que es
preciso, ante todo, asumir la propia voca- Además la vocación no es un estado
ción de hombre y de cristiano como res- hecho y dado, ni se puede "poseer"
puesta a la llamada creadora y santifica- como se posee un objeto o una enferme-
dora de Dios. Sólo en esa perspectiva dad, sino que ella implica un devenir
puede entenderse convenientemente la constante, un progreso, un encaminarse
vocación ministerial y religiosa como for- de toda la persona hacia el término seña-
mas determinadas y específicas de reali- lado por Dios a lo largo de caminos que
zarse como hombre y como cristiano. Esa pueden ser diferentes, según los planes de
perspectiva muestra, además, que la voca- la Providencia sobre cada uno.
ción ministerial y religiosa, apesar de toda
su grandeza, no constituye a nadie en 2. Dinamicidad de la Vocación
un superhombre o en un superbautizado.
Por el contrario, el servicio ministerial Lo anterior implica una concepción
o la vid~ religiosa son formas concretas acerca del hombre o una antropología

* Pro.feso~
de Teol~gía Sacramental y de los MilÚsterios Eclesiales Facultad de Teología de la
UmversIdad Javenana. Bogotá. •

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mucho más ex istencial y menos esencia- A. Vocación en el nivel de la naturaleza
lista, por la cual el hombre se percibe a
sí mismo no como un ser constituído y Repetidas veces afirma el Antiguo Tes-
perfecto de una vez para siempre, sino tamento que el hombre es creado "a Ima-
como un proyecto humano, llamado a gen y semejanza de Dios" (Gen 1,26;
realizarse; como una página que cada día 1,27; 5,1; 9,6; Sal 8,6; Ecco 17,3-4; Sab
debe ser escrita por Dios y por la libre ac- 2,23-24). E igual categórica revelación
tuación del hombre mismo. De allí que divina nos es transmitida por 1:1 Nuevo
la vocación supone, sí, una escogencia Testamento (lCor 11,7; Sant 3,9). Los
libre de un camino concreto para encami- escritores sagrados, entre los cuales so-
narse hacia Dios, pero entraña al mismo bresale san Agust ín, recogieron la doctri-
tiem;)o una fidelidad creadora.: la fidel i- na de la imagen y semejanza con la cual
dad de una persona que nunca ha acaba- ilustraron la grandeza incomparable de la
do de perfeccionarse. Y fidelidad a aque- vocación humana como un llamado al de-
llo que el hombre ha proyectado ser en sarrollo pleno de todas las potencias na-
la situación y camino que él mismo ha turales, espirituales y materiales en for-
elegido como respuesta a la divina invita- ma tal, que podamos llegar a ser imagen y
ción: "isígueme!", "sé perfecto (camina semejanza de quien es el perfecto Ser, el
hacia la perfección) como el Padre ce- perfecto Conocer, el perfecto Amar (De
lestial es perfecto". De all í también que la Trin, libro 14, c.8).
vocación sea la forma de entenderse a
sí mismo y de realizarse a sí mismo_ En esta perspectiva sitúa el CrIStIanIS-
mo la vocación primera y más fundamen-
tal de la persona humana, que le con-
sagra el derecho a desarrollarse material
y espiritualmente, a educarse, a promo-
11. LA VOCACION DEL HOMBRE EN
verse, a liberarse de todos los condicio-
CRISTO
namientos inhumanos o infrahumanos
eventualmente existentes, a procurar para
1. Antropología cristiana y vocación
sí y para los demás las mejores formas de
vida, dentro de lo posible, que garanticen
En el cristianismo, el concepto de vo-
su dignidad y su libertad.
cación está íntimamente ligado con el
proyecto antropológico que el Padre
nos ha revelado en su Hijo para ser reali- Por ello el cristianismo, lejos de
zado por la fuerza del Espíritu Santo_ apartar al hombre de su rad ical vocación
Tiene, en efecto, el cristianismo una an- terrena, es un estímulo y una exigencia
tropología propia e inalienable cuyas para esta misma realización suya como
esenciales notas quisieramos ahora recor- imagen y semejanza de su Creador (cfr_
dar. Gaudium et Spes n.34)_ La vocación o lla-
mamiento para que el hombre y todos los
Nota vertebral de esta antropología hombres lleguen a ser imagen y semejanza
específicamente cristiana es la de que el de Dios es la máxima realización humana
hombre ha sido creado para real izar va- que pueda pensarse_
cacionalmente su imagen y semejanza con
Dios; para llegar a ser conforme a la ima- B. Vocación en el nivel de la gracia
gen del Hijo; y para transformarse defini-
tivamente en imagen gloriosa de Dios en La misión del Hijo, "que es imagen de
el cielo_ En efecto, este triple estadio de Dios invisible y figura de su sustancia"
la vocación humana no sólo muestra los (Hebr 1,3). tiene por finalidad llamar al
rasgos propios del proyecto de Dios so- hombre a ascender a un nuevo y maravi-
bre el hombre, sino que señala la esen- lloso plano de ralización humana: "repro-
cia de la vocación ascencional y progresiva ducir la imagen del Hijo, para que El sea
del hombre hacia el término del llama- el primogénito entre muchos hermanos"
miento que es la misma vida de Dios. (Rom 8,29). "transformarse en esa misma

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imagen" (2Cor 3,18), "revestirse del esta patria común y definitiva a la que
Hombre Nuevo creado según Dios en la todos somos llamados, predestinados y
justicia y santidad de la verdad" (Ef elegidos por el Padre desde toda la eter-
4,24), "hasta alcanzar un conocimiento nidad: "a los que predestinó, a esos tam-
perfecto según la imagen del Creador" bién los llamó; y a los que llamó, a esos
(Col 3,9). también los justificó; a los que justificó,
a esos también los glorificó" (Rom 8,30).
El elemento dinámico de la procesua-
lidad se hace patente para revelarnos
que el hombre está llamado por vocación
divina a devenir, transformarse, hacerse 111. LA INSERCION EN LA PERSONA
imagen y semejanza cada vez más perfec- Y EN LA MISION DE CRISTO
ta de Cristo, en quien se revelan las rea-
les dimensiones de la vocación humana 1. Rasgos específicos de la misión de
(cfr. Gaudium et Spes n.22). De allí que Cristo
el Magisterio de la Iglesia tanto ayer como
hoy nos hayan advertido que no hay rea- Jesucristo el Señor es una persona divi-
na ungida y consagrada por el Padre con
lización plena de la vocación humana
la virtud del Espíritu Santo para realizar
mientras el hombre no sea insertado en
una misión: la misión propia del Siervo
Cristo; que no basta cualquier tipo de
de Yahweh, proféticamente descrita por
desarrollo humano para pensar por eso
Isaías (cfr. Is 42, 1-9); Is 49,1-6; Is 40,9;
que el hombre ha realizado ya a cabalidad
Is 52,13 ss.).
su vocación de hombre; que soslayar,
consciente o inconscientemente, la voca-
El Hijo encarnado inauguró los años de
ción del hombre a incorporarse a Cristo
su vida apostólica discerniendo en el de-
por la gracia y en su Iglesia es un pecado
sierto de la oración al Padre, bajo la con-
de lesa humanidad.
ducción y guía del espíritu divino, cuá-
les deberían ser los rasgos o caracterís-
C. Vocación en el nivel de la gloria ticas propias de su misión, de modo que
en todo se sometiera a la voluntad de
Finalmente, el hombre está llamado quien lo envió.
por vocación inalienable a la gloria, pues
"del mismo modo que hemos revestido la El testimonio de la primitiva comuni-
imagen del hombre terreno, revestiremos dad cristiana que llega hasta nosotros en
la imagen del celeste" (lCor 15, 44-49), las páginas del Evangelio, da cuenta de
ya que "ahora somos hijos de Dios, pero que el Señor rechazó toda forma de me-
aún no se ha manifestado lo que seremos: sianismo económico, de caudillaje políti·
sabemos que cuando se manifieste, sere· co o de mesianismo glorioso (Mt 4,1-11;
mos semejantes a El porque lo veremos Lc 4,1-13; Mc 1,12-23). Guiso, en cam-
tal cual es" (1Jn 3,2). El último y defi- bio, ser el Rey mesiánico descrito en los
nitivo estadio de la imagen de Dios en el cantos isaianos del Servidor de Yahweh,
hombre, es también la cumbre y realiza- cuyo reino no es como los de este mundo
ción plena y definitiva de su vocación hu- (Jn 18,36) sino que rige para someter a
mana. Sí a todas las criaturas y entregar después
el Reino al Padre para que Dios sea todo
En efecto, habrá el hombre fracasado en todos (lCor 15,24-29). Guiso ser el
radicalmente en todos los demás aspectos Profeta del Padre, es decir, revelador y
de su vocación, si acaso no logra realizar testimonio de la verdad de Dios (Jn 1,18)
este definitivo llamado y destino. no sólamente por medio de las palabras
(Jn 12,48), sino mediante las obras (Jn
La diversidad de caminos particulares 10,37) y por la totalidad de su ser perso-
o de vocac.iones intermedias por las cuales nal (Jn 14,6-9). Guiso, en fin, ser vícti-
deba el hombre transitar en su vida terre- ma que carga universalmente con los pe-
na, deben todas apuntar y converger a cados de todos y que se entrega a sí mis-

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mo en oblación (Mt 26,28; Lc 22,19): mas al misterio de Jesús y con El y en
constituyéndose en nuestro perfecto y El y con los rasgos suyos propios, somos
Sumo Sacerdote (Hebr 8,113), sentado participadamente y a modo creatural re-
hoya la diestra de la Majestad en las al- yes, profetas y sacerdotes. No existe,
turas y siempre vivo para interceder por pues, diversidad de profetas ni diversi-
nosotros (Hbr 1,3; Hebr 7,25). _daJ de sacerdotes, sino vocación de todos
. a incorporarnos al ministerio de Cristo,
a los rasgos propios de su vida y de su
2. Rasgos específicos de la misión cristiana
misión.
Ahora bien: la vocación cristiana fun-
damental y general consiste en la inser-
ción del hombre a la persona de Jesús por IV. LAS VOCACIONES MINISTE-
la participación en su divina filiación me- RIALES EN LA IGLESIA
diante la adopción filial (cfr. Gal 4,4);
tal incorporación a la persona de Jesús se 1. Comunidad y ministerios
realiza básicamente por el sacramento del
bautismo. "Sin que se de, por tanto, miembro al-
guno que no tenga parte en la misión de
Pero quien vive de la vida de Jesús, es- Cristo" (Presbyterorum Ordinis n.2) "de
tá también llamado a incorporarse, esto entre los mismos fieles elige Dios a algu-
es, a participar de la Misión de Jesús, con nos por ministros" (ibd.) en la comuni-
idénticos rasgos de la que fue y siempre dad de los creyentes.
ha sido la Misión del Señor: Rey, Profeta
y Sacerdote. Las funciones ministeriales, esto es, las
funciones de servicio a la comunidad ecle-
De allí que el Concilio Vaticano 11 ha- sial no se ejercen por delegación comuni-
ya enseñado con nueva insistencia que to- taria sino por interna señalación y con-
do cristiano participa de la condición sagración hecha directamente por el
sacerdotal del Señor (cfr. Lumen Gentium Espíritu Santo. Tal interna consagración
nn. 10 y 34), de su función profética (cfr. y señalación para el ejercicio de los minis-
Lumen Gentium nn. 12 y 35) y de su ofi- terios en la Iglesia se realiza por medio
cio de regir para conducirlo todo al Padre de los carismas ministeriales otorgados
(cfr. Lumen Gentium n. 36). Esta inser- por el Espíritu a algunos miembros de
ción en la Misión de Jesucristo se efectúa la comunidad eclesial para el provecho
sacramentalmente, según la enseñanza del común de toda ella. En esta misma Ií-
mismo Concilio (cfr. Lumen Gentium nn. nea han de situarse, proporcionalmente,
11 y 33) mediante el gran sacramento los carismas propios de la vida religiosa.
de la confirmación cristiana, raíz y nervio
de todo el apostolado y ministerialidad de
la Iglesia, dado que es la actualización de 2. Igualdad fundamental y diversidad ca-
la efusión del Espíritu en Pentecostés. rismática

La participación de todos los cristianos Todos los seguidores de Cristo somos


tanto en la Persona como en la Misión del ungidos y consagrados por el Espíritu
Señor se denomina, especialmente en el Santo (lJo 2,20), todos hemos bebido de
lenguaje conciliar, "sacerdocio común de un mismo espíritu para no formar más
los fieles" (cfr. Lumen Gentium n. 10). que un sólo cuerpo (lCor 12,13), todos
Sus raíces sacramentales, ya está dicho, somos uno en Cristo (Gal 3,28), así co-
son los sacramentos de iniciación cristia- mo uno solo es el Señor, uno solo es
na. A partir de esta participación nadie el bautismo, una sola la fe, uno solo
pretenderá ser un sacerdote más o junto Dios nuestro Padre común (Ef 4,5).
a nuestro único Sumo Sacerdote, ni un Por ello advierte el Concilio Vaticano 11
profeta más junto al único revelador del que "no hay, por consiguiente, en Cristo
Padre. Simplemente, todos nos incorpora- y en la Iglesia ninguna desigualdad por ra-
zón de la raza o de la nacionalidad, de Se debe, por consiguiente, afirmar que
la condición social o del sexo, porque "no las funciones del ministerio eclesial están
hay judro ni griego, no hay siervo o libre, fundamentadas en gracias o carismas del
no hay varón o mujer; pues todos voso- todo particulares que el Espíritu concede
tros sois uno en Cristo Jesús" (Lumen a quien El quiere, siendo, por eso, los ca-
. Gentium n. 32). Además, el Apostol San rismas ministeriales una señalación direc-
Pablo enseñando a la comunidad cristia- ta, personal, que toca lo más recóndito de
na de Corinto que supravalorada las gra- la persona y la consagra y la marca para
cias carismáticas sobre los restantes dones la prestación de servicios que son del to-
de Dios, advierte que el lugar preeminente do esenciales a la conservación, funcio-
entre esos mismos dones lo ocupa la cari- namiento y dilatación de la entera comu-
dad teologal, luego la fe, luego la espe- nidad eclesial. Nadie puede, por consi-
ranza (lCor 13, 8-13) Y por último esas guiente, ejercer en la Iglesia las funciones
gracias particulares que el mismo Apostol ministeriales sin estar revestido por el Es-
designa con el nombre de carismas. A píritu Santo con los carismas corres-
esta luz debemos entender que la voca- pondientes a su ministerio. Los carismas
ción ministerial, lo cual vale también para ministeriales están, además, rntimamente
la vocación religiosa, nunca está por enci- relacionados por San Pablo y por la ente-
ma de la vocación cristiana general, sino ra tradición eclesial con el rito sacra-
que en la Iglesia "es común la dignidad mental de la imposición de las manos
de los miembros, que deriva de su regene- (cfr. lTim 4,14; lTim 5.22 2Tim 1,6;
ración en Cristo" (Lumen Gentium n.32). Hech 6,5; Hech 14,23).

Es esta la razón por la cual las funcio-


3. Carismas y ministerios nes ministeriales no se ejercen por simple
. delegación comunitaria, por iniciativa
Por carismas entiende san Pablo esas o deseo personal, o con la modalidad y
gracias particulares, diversificadas unas de duración que juzgue el arbitrio de cada
otras, dadas no al común de todos los cre- uno. El ministerio eclesial se ejerce por
yentes sino a algunos de la comunidad una auténtica señalación y vocación divi-
eclesial, no con miras directas a su propia nas.
y personal santificación sino para el ser-
vicio, provecho o común utilidad de todo
el cuerpo de la Iglesia. Muchos y muy va- 4. Situación del ministro en la comuni-
riados son los carismas que el mismo dad
Apostol menciona en sus cartas, pero en-
tre todos destacan aquellos que con razón La condición del ministro en la comu-
_ pueden ser denominados "carismas minis- nidad eclesial es la de un carismático que
teriales" puesto que de ellos expresamen- ha recibido del mismo Esprritu Santo la
te afirma que son otorgados por el Espíri- infusión de gracia propia para el ejercicio
tu Santo "para el recto ordenamiento de de su ministerio. Nos hallamos así en las
los fieles, en orden a las funciones del antípodas de los títulos con los cuales se
ministerio": apóstoles, profetas, evangeli- ejerció el servicio sacerdotal en Israel: por
zadores, maestros, pastores, asistentes, di- la genealogía de la carne y no por interna
rigentes (lCor 12,2-30; Ef 4,11-13) que señalaci6n hecha por el Espíritu; por la
fundamentan las funciones correspon- ley externa de santidad ritual y no por la
dientes de profecía, ministerio, enseñan- interna santificación de la gracia; por la
za, exhortación, dádiva, presidencia, pertenencia sangu ínea a una tribu y no a
obras de misericordia (Rom 12,6-8). Men- partir de una personal vocación, directa
ciona igualmente San Pablo los carismas y o nominal.
funciones correspondientes a los diáconos
(Fil 1,1; lTim 3,8-10), a los obispos (Fil Por todo ello se concluye que el ser-
1,1; lTim S, 1-7; Tit 1,1-9) y a los presbí- vicio ministerial en la Iglesia supone una
teros (Tit 1,5; ltim 5,17; cfr. Hech 20, real vocación o' llamado divino hecho a
17). una persona en particular, a la cual el Es- .

.347
prritu Santo la marca y la consagra con el las· necesidades sentidas de las diversas
carisma correspondiente a su ministerio. comunidades cristianas, la Iglesia ha en-
trado por el camino de diversificación de
y puesto que entre los fieles en general los ministerios, lo cual conlleva una real
y los ministros en particular está de por diversificación de las vocaciones minis-
_medio una gracia del todo especial o ca- teriales, así como una consecuente nue-
risma del Esprritu Santo, cobra pleno sen- va perspectiva en la tarea eclesial de pro-
tido la recientemente reiterada enseñanza moción vocacional.
del Concilio Varicano 11: "el sacerdocio
común de los fieles y el sacerdocio minis- En efecto, el Concilio Vaticano 11 res-
terial o jerárqu ico, aunque diferentes tauró el diaconado en la IgleSia para ser
esencialmente y no sólo en grado, se orde- ejercitado en forma permanete y durade-
nan, sinembargo, el uno al otro, pues am- ra por quienes a él se sientan llamados, in-
bos participan a su manera del único sa- cluso tratándose de varones casados (cfr.
cerdocio de Cristo" (Lumen Gentium n. Lumen Gentium n. 29).
10).
En esta misma línea, el Santo Padre
5. Diversidad de carismas y ministerios Pablo VI instauró para toda la Iglesia
universal los ministerios del lector y del
Ahora bien, así como los carismas rni- acólito (cfr. Ministeria Ouaedam V, VIl,
nisteriales son múltiples y variados, múl- mientras invita a las Conferencias Episco·
tiples y variados son en la Iglesia los mi- pales a indagar sobre la conveniencia de
nisterios, como múltiples y variadas son instaurar otros ministerios en la Iglesia
también las vocaciones ministeriales: "EI como serían los del catequista, el exor-
mismo dió a unos el ser apóstoles; a otros, cista y el asistente social (cfr. Ministe-
profetas;,a otros, evangelizadores; a otros, ria Ouaedam VI), jefes de pequeñas co-
pastores y maestros, para el recto ordena- munidades, animadores de la oración y
miento de los fieles en orden a las funcio- del canto, responsables de movimientos
nes del ministerio, para la construcción apostólicos, etc. (cfr. Evangelii Nuntian-
del cuerpo de Cristo" (Ef 4,11-13). di n. 73).

La gran diversidad de los carismas es Con todo ello busca la Iglesia asegurar
para San Pablo el más diciente modelo de la mejor prestación de los servicios mi-
unión en la pluralidad en orden al bien de nisteriales que sean requeridos por las co-
la comunidad. La unión supone diversi- munidades eclesiales de hoy, siempre a
dad y pluralidad, pero el ordenamiento la luz normativa de lo que fue el ministe-
de todos los ministerios al bien de la co- rio eclesial en los orígenes del cristianis-
munidad para su relación con Dios signi- mo (cfr. Evangelii Nuntiandi n. 73).
fica direccionalidad de todos los minis-
terios a la misma y única finalidad que es
la constucción del cuerpo de Cristo que es 7. Pastoral de las vocaciones ministeria·
la Iglesia. Esta necesaria diversidad y ne- les
cesaria unidad la patentiza el Apóstol en
la célebre comparación del cuerpo eclesial Todo este verdadero abanico de minis-
con el cuerpo humano en el cual "muchos terios eclesiales supone, una real diversi-
son los miembros, mas uno el cuerpo" dad y multiplicidad de vocaciones.
(1Cor 12,20). El principio de la diversi-
dad ministerial es enseñanza apostólica Corresponde a cada uno la responsabi-
clara y enfática. lidad de no ocultar los posibles dones o
carismas que haya recibido de Dios para
6. Hacia una diversificaci6n vocacional y ser puestos al servicio y provecho de toda
ministerial la comunidad eclesial. Corresponde a la
Iglesia dirigida por sus pastores discernir
En Irnea de obediencia al mandato los carismas de cada uno y llamar al ejer-
evangélico y de atención responsable a cicio de los diversos' ministerios, ya sea.

348.
mediante la ordenación para el episcopa- Análogamente, la vocación ministerial
do, el presbiterado o el diaconado; ya sea en la Iglesia no es un apéndice a la voca-
mediante la institución para el desempeño ción cristiana, sino uno de los más exce-
de los demás ministerios. lentes caminos para realizar en radicali-
dad el proyecto de vida cristiana.
Es igualmente tarea de toda la comuni-
dad eclesial la súplica al señor para que En efecto, si la vocación cristiana no
también hoy, como siempre, conceda a es otra cosa sino la incorporación a Cris-
su Iglesia la multiplicidad de sus dones to Señor tanto a nivel de su Persona co-
que aseguren la prestación de la diversi- mo a nivel de su Misión, la vocación mi-
dad de ministerios tanto más necesarios nisterial aparece como una de las formas
cuanto más dilatadas nuestras comuni- por las que más y mejor puede el cristia-
dades eclesiales y cuanto más difíciles las no insertarse en Cristo y servir muy pecu-
circunstancias en las que ellas van de ca- liarmente a su Misión. Dl allí que voca-
mino hacia el Padre. ción cristiana y vocación ministerial no
hayan de concebirse como dos entidades
La promoción pastoral vocacional en o estados diferentes, sino como explicita-
las comunidades cristianas, y particular- ción y camino la una de la otra.
mente entre los jóvenes, deberá entender-
se como el conjunto de medios tendientes Conscientes de esta verdad, las comuni-
a descubrir las gracias y cualidades huma- dades cristianas de todos los tiempos no
nas de los diversos miembros de la comu- han buscado ni exigido en sus ministros
nidad eclesial; a discernir los posibles ca- sino el ejemplo y el testimonio de la radi-
rismas recibidos; a que cada uno descubra calidad y excelencia en la práctica del
el posible llamamiento del Espíritu al ser- Evangelio, programa común para todo se- _
vicio ministerial eclesial; y a que se creen guidor de Jesucristo. El Concilio Vaticano
las condiciones necesarias para no extin- II al reflexionar sobre el programa de vi-
guir al Espíritu, sino para secundar su ac- da y de ministerio propio de los presbíte-
ción presente hoy como ayer en su Igle- ros, simplemente traza las líneas de una
sia. auténtica espiritualidad cristiana (cfr.
Presbyterorum Ordi nis, cap. II y 111).
Estos esfuerzos y planes de promoción
vocacional deben favorecer a todos y a ca- 2. Sentido de la autoridad ministerial
da uno de los ministerios eclesiales, a fin
de no hacer nugatorios en nuestro medio Ciertamente, el ministro de la Iglesia,
los esfuerzos de la Iglesia universal en pro como lo enseña el mismo Concilio tratán-
de una dilatación y diversificación de los dose de los presbíteros, "Participa de la
servicios ministeriales eclesiales. autoridad con que Cristo mismo edifica,
santifica y gobierna su cuerpo" (Presbyte-
rorum Ordinis n. 2) y en virtud de esa
participación pueden los ministros "obrar
V. NOTAS DE UNA ESPIRITUALIDAD como en persona de Cristo cabeza" (i db.1.
MINISTERIAL Pero ello no quiere decir que el ministro
haya de considerarse o ser como un super-
1. La vocaci6n ministerial camino hacia cristiano o un superbautizado. Al contra-
la perfecci6n cristiana rio, el ministro ordenado o instituído por
la Iglesia debe ser la manifestaci6n o vi-
En la comprensión cristiana de las co- sualización constante de aquello que la
sas, la vocación cristiana no es un sobre- misma comunidad eclesial entiende por
añadido a la vocación humana sino la for- autoridad: no un título para el autorita-
ma única y excelente de realizarse como rismo o el despotismo, sino para el servi-
ser mundano y trascendente; por ello, el cio a los hermanos y a la entera comuni-
proyecto de vida cristiana es el mejor dad, sobre las huellas de Aquel que siendo
proyecto de vida humana. -Señor y Maestro está en medio de nosos-

349
tras como el que sirve (Lc 22,27) y que responsabilidad que hoy más que ayer
vino "no a ser servido sino a dar su vida tiene en los asuntos de la promoción hu-
por el rescate de todos" (Mt 20,28). mana: acción social de todo orden, inser-
ción en los medios rurales y en las zonas
Por ello cobra tanto sentido en nues- de marginación, asistencia e incluso su-
tros días el hablar no de "dignidades ecle- "plencia a las deficiencias o imposibilida-
siásticas" sino de ministerios eclesiales y des del estado.
no de detentares de poderes sino de mi-
_nistros de la comunidad cristiana, cu- Todos conocen cuál ha sido y es la ac-
yo título de gloria es, precisamente, el ción de nuestros párrocos y misioneros.
de servir. El ministerio eclesial conlleva Pero ello no debe oscurecerse en absoluto
una configuración más radical en el ser- la verdad de que las notas esenciales de la
vicio con el Siervo de Yahweh, nuestro misión de Jesucristo no fueron las propias
Sl ñor Jesucristo. de un mesianismo económico, político o
glorioso, sino las propias del Sie rvo de
Yahweh que ya hemos descrito.
3. Sentido de la inserci6n ministerial
Ahora bien: el cristiano y el ministro
"La misión propia que Cristo confió a
de la Iglesia no inventan un mesianismo
su Iglesia no es de orden político, econó-
propio sino que sirven al mesianismo úni-
mico o social. El fin que le asignó es de
co del Señor. De all í que las notas especí-
orden religioso. Pero, precisamente, de
ficas de su servicio a la comunidad no ha-
esa misma misión religiosa derivan funcio- yan de ser de orden ajeno al rel igioso y
nes, luces y energías que pueden servir pa- específicamente cristiano. Pero el minis-
ra establecer y consolidar la comunidad tro de la Iglesia es consciente de que,
según la ley divina", advierte el Concilio puesto que la vocación cristiana no es aje-
Varicano " (Gaudium et Spes n. 42). na a la vocación integral humana, servir a
la inserción y vida del hombre en Jesucris-
Sobre este derrotero conciliar, el Pa- to y promoverlo hacia la trascendencia es
pa Pablo VI ha recordado una vez más la un urgente, esencial e irreemplazable ser-
naturaleza del servicio que la Iglesia presta
vicio que, o lo presta el ministro de la
al mundo en que vivimos (cfr. Evangelii
Iglesia, o simplemente nadie lo hará. En
Nuntiandi, cap. "l). Por su parte, los
Obispos colombianos se han pronunciado otros sectores del servicio con facilidad
una vez más acerca de la especialidad del el ministro puede encontrar sustitutos.
servicio eclesial a nuestra sociedad, o lo No se encuentra, en cambio, un fácil sus-
que es lo mismo, sobre la identidad cris- tituto al específico servicio ministerial
tiana en la acción por la justicia (cfr. eclesial.
XXXII Asamblea Plenaria del Episcopado
Colombiano, Identidad cristiana en la Ac- 4. Sentido del ministerio de la santifica-
ción por la Justicia). ción
Ello no quiere significar, como lo afir- En muchos sectores de nuestro medio
ma el mismo Concilio, que "de la misma el ministro de la Iglesia pudo haber sido
misión religiosa no deriven funciones, lu- tenido en el pasado como el hombre
ces y energías que pueden servir para es- de unos poderes misteriosos, descono-
tablecer y consolidar la comunidad hu- cidos, mágicos o como el personaje invi-
mana". Al contrario, el mismo Sumo Pon- tado de rigor para sacralizar ciertos acon-
tífice ha puesto de manifiesto que "entre tecimientos de la vida social.
evangelización y promoción humana (de-
sarrollo, liberación) existen lazos muy Pero la vocación del ministro eclesial
fuertes" (Evangelii Nuntiandi n. 31). Lo no es la de sacralizador, sino la de minis-
anterior, explica sobradamente por qué el tro de la santificación cristiana: hombre
ministro de la Iglesia, muy especialmente de la palabra de Dios que suscita la fe; de
en nuestro medio, no elude la parte de los sacramentos que "introducen en la co-

350
munión vital con Cristo; del culto de ala- 7. Pertenencia al cuerpo misterial
banza y glorificación de Dios en espíritu
en verdad; de promotor de la vocación La vocación del ministro de la Iglesia
humana integral. no debe ser entendida como aislada y des-
conectada del cuerpo ministerial. No es el
5. Sentido del ministerio de la evangeli- ministro de la Iglesia el señor en su pro-
zación pia parroquia, de sus propios límites ju-
risdiccionales, de su propia casa bien ce-
Análogamente, el ministro de la Iglesia rrada.
pudo haber sido entendido únicamente
como el hombre del culto, como el distri- Ser ministro de la Iglesia significa
buidor de los sacramentos para una comu- entrar en un cuerpo ministerial diversifi-
nidad aparentemente ya evangelizada y cado para ser corresponsable del servicio
bautizada, cuya fe había simplemente que de la palabra, de los sacramentos, de la
conservar y defender; la misión y la obra pastoral, de las obras de la Iglesia local.
de evangelización se situaban a nivel de Obispos, presbíteros, diáconos, lectores,
catequistas, asistentes sociales, acólitos,
los "territorios de misión".
lectores, están unidos por la fraternidad,
y cada uno en su puesto y función diver-
La vocación radical del ministro ecle-
sificada es un miembro del cuerpo minis-
sial se relaciona con los fieles y con los
terial y corresponsable con todos los mi-
infieles, con los cristianos y con los no
nistros, cuya cabeza es el obispo, en una
cristianos, en cuanto que todos necesi-
obra común de servicio eclesial en el que
tarnos ser evangelizados para una fe per-
cada uno no es totalidad sino parte de
sonal y comunitaria cada vez más auténti-
un conjunto ministerial pensante, corres-
ca. Por ello el ministro deberá entender su
ponsable y operante.
vocación como la de intérprete del Evan-
gelio en los siempre cambiantes horizon-
tes de comprensión del mundo, así como 8. Distintivo evangélico de la ministeria-
el intérprete de la historia cotidiana a la lidad
luz de la palabra, para una plena actua-
lización del sentido del Evangelio eterno. 8 programa de vida para una existen-
cia ministerial no se desarrolla dentro de
una situación cerrada o en cuerpo social
6. Sentido del servicio de la comunidad apartado del común de las gentes y rodea-
do, como se cree, de privilegios y hono-
El ministro de la Iglesia, particular- res.
mente el presbítero, pudo también haber
sido entendido como el hombre que por La comunidad eclesial y, por tanto, sus
vocación debería ser la medida ajena, en ministros no reclaman más privilegio que
el sentido de que dependiera de él toda el de la justa y común libertad; reconocen
la vida espiritual y material de la comuni- la legítima autonomía del mundo y de las
dad, las conciencias individuales y los cri- sociedades civiles; la misma Iglesia se ex-
terios de acción. perimenta a sí misma como situada en el
mundo y dirigida al mundo y quiere
Los ministros de hoy son mucho más encarnarse juvenilmente en los marcos
conscientes de la significación del laicado, siempre cambiantes de la historia huma-
de que su servicio trene sentido por la na, así como sabe que el mensaje que
comunidad y a ella va dirigido. Por ello anuncia es para ser entregado a los hom-
no se levantan por encima de la comuni- bres en su concreta situación.
dad ni pretenden erigirse en patrones de
ella, ni en medida ajena, ni en sustitutos Por eso el ministro de la Iglesia no as-
de las conciencias individuales, ni en mo- pira a privilegio alguno sino a la honra de
nopolizadores de los valores comunita- servir a la obra del Evangelio entre los
rios. hermanos, y su pertenencia al cuerpo mi-

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nisterial eclesial es Utulo para mayor es- nibilidad total de su tiempo. Su apartarse
fuerzo, antes que para mayor comodidad_ de los hombres en la oración al Padre es
para conocerlos mejor y para estudiar con
9. Ministerialidad y espiritualidad apostó- Di os la estrategia apostólica. Su distintivo
lica fundamental es el buen olor de Cristo y
El ministro de la Iglesia, finalmente, la luz puesta sobre el candelabro. Su cas-
está obligado por vocación a una espiri- tidad, su pobreza y su obediencia realiza-
tualidad que brota de la raíz misma de su das en el ministerio son la lógica conse-
vida apostólica. Es un contemplativo en cuencia de su configuración cristiana y
la acción. Su penitencia son las fatigas de ministerial con la Persona y la Misión de
su intensa labor apostólica. Jesús al cual ama, al cual sirve y hacia el
Su silencio es el grito de proclamación cual tiende con la entera comunidad de la
de la Buena Nueva. Su horario es la dispo- Iglesia.

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