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Efectos de las obligaciones desde el punto de vista de los derechos auxiliares.

Objetivo de los Derechos auxiliares.-

Las obligaciones se ejecutan en el patrimonio del deudor. Todos sus bienes, con excepción de los inembargables,
constituyen la prenda general de los acreedores.
Tienen los acreedores, por tanto, un interés vital en que no se menoscabe el patrimonio del deudor, en términos
que los bienes que lo integran resulten insuficientes para ejecutar sus créditos en ellos.
De poco servirán al acreedor, en efecto, sus derechos de pedir la ejecución forzada de la obligación o la
correspondiente indemnización de perjuicios, si no estuviera premunido de los medios adecuados para velar por
la integridad del patrimonio del deudor, en vista de la realización ulterior de los bienes que lo componen.
Tales medios son los derechos auxiliares del acreedor.
Interesa a los acreedores, por de pronto, que los bienes del deudor no se destruyan o deterioren; les importa
igualmente que el deudor no enajene sus bienes porque, a menos de gozar de un derecho real, escapan a su
acción.
Los derechos auxiliares persiguen, como primer objetivo, impedir que el patrimonio del deudor disminuya de
modo que se torne insuficiente para responder de las obligaciones contraídas.
Pero también interesa a los acreedores que e patrimonio del deudor se incremente; con ello se acrecienta la
seguridad de ser pagados de sus créditos.
Los derechos auxiliares persiguen, como segundo objetivo, acrecentar el patrimonio del deudor, bien sea
mediante la incorporación de nuevos bienes, bien por medio del reintegro de los que el deudor hizo salir, en
fraude y con perjuicio de sus acreedores.

Enunciación.- Los derechos auxiliares que, de una u otra manera, satisfacen los objetivos enunciados son:
a) Las medidas conservativas;
b) La acción oblicua o subrogatoria;
c) La acción pauliana o revocatoria; y,
d) El beneficio de separación de patrimonios;

a) Medidas Conservativas.
Objeto de las medidas conservativas.- Las medidas conservativas, como su nombre lo indica, tienden a mantener
intacto el patrimonio del deudor, impidiendo que los bienes que lo integran se pierdan, deterioren o enajenen,
para asegurar el ejercicio futuro de los derechos principales del acreedor.
No establece el Código Civil una disposición general que consagre la facultad de los acreedores de impetrar
medidas conservativas y fije las condiciones o requisitos para impetrarlas.
Diseminadas en el Código Civil, en el de Comercio, en el de Procedimiento Civil, existen, sin embargo,
numerosas disposiciones que autorizan a los acreedores para adoptar medidas de esta índole.

Enumeración.- Entre estas medidas conservativas o de precaución pueden mencionarse las que siguen:
1.- Pueden los acreedores solicitar la guarda y aposición de sellos. (del art. 1222)
2.- Una finalidad análoga persigue la declaración de herencia yacente. (del art. 1240).
3.- Con igual propósito, “todo acreedor hereditario que presente el título de su crédito”, art. 1255 tiene derecho
a asistir a la facción de inventario de los bienes del deudor difunto y reclamar en cuanto le pareciere inexacto.

4.- El fideicomisario, el asignatario y el acreedor condicionales, no obstante lo eventual de sus derechos, tienen
la facultad de impetrar providencias conservativas (arts. 761, 1078 y 1492).

5.- Medidas de esta índole son el embargo y el derecho legal de retención que compete al poseedor vencido (art.
914), al comprador (art. 1826), al arrendatario (art. 1937), al arrendador (art. 1942), al mandatario (art. 2162), al
acreedor prendario (art. 2401).

6.- Puede señalarse, también como una medida conservativa el “desasimiento”, esto es, la privación impuesta al
fallido de administrar sus bienes, facultad que pasa al síndico de quiebras (art. 64 de la Ley de Quiebras).

7.- Merecen especial mención las medidas precautorias que reglamenta el Código de Procedimiento Civil.
b) Acción Oblicua o Subrogatoria

Objeto de la acción Oblicua subrogatoria.- En los términos que señala el art. 2469, pueden los acreedores pedir
que se vendan todos los bienes del deudor, afectos a su derecho de prenda general.
Entre los bienes del deudor se cuentan las acciones y derechos que le pertenecen. Pero no serán estos derechos
y acciones lo que los acreedores realicen para pagarse, sino los bienes que, mediante el ejercicio de tales acciones
y derechos, ingresen al patrimonio del deudor.
Previamente, pues, será menester ejercitar estos derechos del deudor, a fin de poder perseguir, en seguida, los
bienes que se obtengan como consecuencia de su ejercicio.
Pero es posible que el deudor, titular de estos derechos, no los ejercite ¿Qué interés tendrá, a menudo, el deudor
insolvente para ejercitar derechos que traerían como resultado incrementar su patrimonio, si su esfuerzo habría
de beneficiar exclusivamente a los acreedores?
Los acreedores tiene interés en que el deudor ejerza sus derechos y su inercia les perjudica. La acción oblicua
esta encaminada a sortear este inconveniente.
La acción oblicua o subrogatoria consiste en el ejercicio por los acreedores de acciones y derechos que competen
al deudor para incorporar al patrimonio de éste bienes en que hacer efectivos sus créditos.

Necesidad de un texto legal expreso.- Nuestro Código no contiene una disposición de carácter general que
autorice a los acreedores para ejercitar las acciones o derechos que competen al deudor.
Forzoso es concluir que el ejercicio de la acción oblicua o subrogatoria sólo es posible a los acreedores en los
casos que expresamente la ley señala.

Derechos en que pueden sustituirse los acreedores.


Procede examinar en consecuencia, los casos en que la ley ha autorizado el ejercicio de la acción oblicua o
subrogatoria:
1.- Con arreglo al art. 2466, pueden los acreedores subrogarse en los derechos reales de usufructo, prenda e
hipoteca pertenecientes al deudor.

Se exceptúan de esta regla los usufructos legales y los derechos reales de uso y habitación. Dichos derechos son
inembargables, de acuerdo con diversas disposiciones legales (arts. 1618, N°9°; 2466, inc. 3°, y 455, N°15, del C.
de P. Civil) y tienen un carácter de personalísimo.

2.- El art. 2466, asimismo, autoriza a los acreedores para sustituirse al deudor en el ejercicio “del derecho de
retención que le concedan las leyes”.

3.- La misma disposición faculta a los acreedores para “subrogarse en los derechos del deudor como arrendador
o arrendatario, según lo dispuesto.

4.- De acuerdo con el art. 1677, aunque se extinga la obligación por la pérdida de la cosa debida, podrán los
acreedores exigir que se les cedan los derechos y acciones que el deudor tenga en contra de los terceros por
cuyo hecho o culpa haya perecido la cosa.

5.- Según el art. 1238, los acreedores del que repudia una asignación, en perjuicio de sus derechos, “podrán
hacerse autorizar por el juez para aceptar por el deudor”.
La repudiación, en tal caso, quedará sin efecto en favor de los acreedores y hasta concurrencia de sus créditos y
subsistirá en el sobrante. Etc.

Condiciones requeridas para el ejercicio de la acción oblicua.-


La ley ha guardado silencio acerca de los requisitos necesarios para que proceda la acción oblicua o subrogatoria.
Tales requisitos, no obstante, fluye de la naturaleza misma de la acción.

a).- Será menester, en primer termino, que el crédito sea actualmente exigible. El acreedor que lo es plazo y, con
mayor motivo, bajo condición suspensiva, no puede ejercitar los derechos del deudor.

b).- Es preciso, en seguida, que el deudor rehuse o descuide ejercitar los derechos que le pertenecen. Los
acreedores carecen de interés y, por ende, de acción, si el deudor actúa por si mismo.
c).- Será preciso que la negativa o desidia del deudor perjudique a los acreedores. No habrá perjuicio si el deudor
posee bienes suficientes para satisfacer íntegramente sus obligaciones.

d).- Finalmente, es necesario que exista una disposición legal expresa que autorice la subrogación.

Formas como los acreedores pueden ejercer la acción oblicua o subrogatoria.-


No necesitan los acreedores, en principio, de una autorización judicial previa par intentar las acciones y derechos
del deudor.
El ejercicio de la acción no importa apropiarse de bienes del deudor; tiene solamente como finalidad obtener
que ciertos bienes ingresen a su patrimonio, para enseguida, de acuerdo con las reglas generales, conseguir el
pago con el precio de su realización.
Por otra parte, la autorización arranca de la ley y una autorización judicial resulta inoficiosa.
Por excepción, en los casos de los arts. 1238 y 1394, es menester que el juez autorice al acreedor para aceptar
por el deudor la asignación o donación.

Efectos de la acción subrogatoria.-


Los acreedores ejercen derechos del deudor; los resultados deben ser los mismos que si el deudor los ejerciera.
Los bienes que se obtengan ingresarán al patrimonio del deudor para constituir la prenda general de sus
acreedores. Por tanto, la acción oblicua o subrogatoria beneficia a todos los acreedores. Con los bienes obtenidos
podrán satisfacerse sus créditos, íntegramente si los bienes fueren bastantes o a prorrata de sus créditos, en
caso contrario, cuando no hubiere causas de preferencias establecidas por la Ley.
c).- Acción Pauliana o Revocatoria

Finalidad de la acción pauliana o revocatoria.- Perjudica seriamente a os acreedores que el deudor deje ejercer
ciertos derechos que redundarían en un incremento de su patrimonio. Mayor es aún el daño si el deudor enajena
sus bienes.
En el primer caso, el patrimonio del deudor no se incrementa con el aporte de nuevos bienes; en el segundo,
positivamente disminuye. Cuando el deudor no ejerce sus derechos, deja de enriquecerse: cuando enajena sus
bienes, se empobrece.
Los bienes que el deudor ha hecho salir de su patrimonio escapan a la persecución de los acreedores; para evitar
el daño que de ello puede seguírseles, los acreedores disponen de la acción pauliana o revocatoria. Mediante se
ejercicio pueden obtener que se dejen sin efecto las enajenaciones hechas por el deudor y que se reintegren a
su patrimonio los bienes enajenados.
De este modo el propósito último de la acción pauliana o revocatoria es el mismo de la acción oblicua o
subrogatoria: incorporar bienes al patrimonio del deudor.

Condiciones generales para el ejercicio de la acción pauliana.-


El deudor que se obliga no abdica de la facultad de gestionar su patrimonio. Conserva la libre disposición de sus
bienes y puede, en virtud de un acto legítimo, enajenarlos.
Los acreedores que han contratados con el deudor, sin adoptar medidas especiales de seguridad han puesto en
él una confianza ilimitada.
Pero esto supone que el deudor pague a los acreedores con la misma moneda, esto es, proceda de buena fe.
Deben los acreedores soportar las consecuencias de los negocios desafortunados del deudor, pero no las
consecuencias de sus actos fraudulentos.
La ejecución de actos fraudulentos importa una traición del deudor a la confianza depositada en él por sus
acreedores.
Es de toda justicia, pues, que el deudor no pueda comprometer, por medio de enajenaciones fraudulentas, el
derecho de prenda general de los acreedores, por cuya integridad debe velar.
Con lo dicho queda justificado que no todos los actos de enajenación son susceptibles de atacarse por los
acreedores.
Es menester en primer lugar, que el acto perjudique a los acreedores, provocando o acrecentando la insolvencia
de deudor. Pero, como el deudor puede empobrecerse a consecuencias de negocios desgraciados, el perjuicio
no es bastante para justificar la revocación de sus actos. Es preciso, además, que exista fraude o mala fe de parte
del deudor.

Perjuicio de los acreedores y fraude o mala fe del deudor son los requisitos exigidos para el ejercicio de la
acción. La acción pauliana, en suma, tiene por objeto revocar los actos ejecutados por el deudor en fraude y
con perjuicio de sus acreedores.

1.- El perjuicio de los acreedores.- El art. 2468 señala como condición para el ejercicio de la acción pauliana el
perjuicio de los acreedores.
Razón de ser de esta exigencia es obvia; el perjuicio crea en los acreedores un interés en la revocación del acto.
¿Cuándo sufren los acreedores un perjuicio? El acto es perjudicial para los acreedores cuando ocasiona o aumenta
la insolvencia del deudor.

a).- La insolvencia debe ser contemporánea con el ejercicio de la acción.


Por tanto, los actos ejecutados por el deudor no serán atacables por medio de la acción pauliana si el deudor, no
obstante la enajenación, conserva bienes suficientes para satisfacer sus obligaciones o posteriormente los
adquiere.

b).- Es menester que la insolvencia provenga, total o parcialmente, del acto ejecutado por el deudor de cuya
impugnación se trata
Carácter subsidiario de la acción revocatoria.- Corresponde al acreedor acreditar la insolvencia del deudor y que
ésta proviene, a lo menos parcialmente, del acto que se trata revocar.
Se dice por ello que la acción pauliana o revocatoria es subsidiaria. Solamente pueden los acreedores recurrir a
ella cuando les sea imposible obtener el pago de sus créditos por otros medios.
Los terceros a quienes habría de afectar el ejercicio de la acción podrán excepcionarse alegando que el deudor
tiene bienes bastantes para que el acreedor haga efectivo su derecho en ellos.

El acto ejecutado por el deudor debe disminuir su patrimonio.- El derecho romano concedía la acción pauliana
para atacar los actos del deudor que disminuían su patrimonio; no era procedente cuando el deudor había dejado
solamente de incrementarlo
La acción tiende a revocar los actos del deudor y supone, lógicamente, un acto positivo suyo. Por lo demás, no
podría razonablemente sostenerse que el deudor ha menoscabado fraudulentamente la garantía de sus
acreedores ha omitido hacer una adquisición.

2.- El fraude o mala fe.- El concepto de fraude o mala fe está definido por el art. 2468 que, de este modo, ha
zanjado múltiples dificultades teóricas sobre el particular.
El fraude o mala fe consiste en el conocimiento del mal estado de los negocios del deudor.
El deudor que sabe que su situación patrimonial es precaria, no puede menos que saber que el acto que ejecute
produce o agrava su insolvencia y, consiguiente, perjudica a los acreedores a sabiendas.

Actos a título gratuito y a título oneroso.- El acto ejecutado por el deudor supone una intervención de un
tercero. Si el deudor dona, hipoteca o constituye un usufructo, habrá un donatario, un acreedor hipotecario, un
usufructuario a quienes la revocación afecte.
Siempre es menester que el deudor este de mala fe para que el acto por él ejecutado sea susceptible de
revocarse. ¿Será igualmente necesario que el tercero participe del fraude?
El art. 2468 hace, al respecto, una distinción que es tradicional. Distingue entre actos a título oneroso y actos a
título gratuito.
Para la revocación de los actos a título oneroso no basta la mala fe del deudor y es necesario que el tercero con
quién contrata esté igualmente de mala fe.
Dispone, en efecto, el N°1° del art. 2468: “Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los contratos
onerosos, y las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de
mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero”.
Para los actos a título gratuito, basta la mala fe del deudor y no es preciso que el beneficiario de la liberalidad
sea participe del fraude.

Tal es la regla del N°2 del art. 2468: “Los actos y contratos no comprometidos bajo el número precedente,
inclusos las remisiones y pactos de liberación a título gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del
deudor y el perjuicio de los acreedores”.
Como se comprende, el ejercicio de la ación pauliana pone en conflicto los intereses de los acreedores y de los
terceros.
Si el tercero ha recibido del deudor una liberalidad, la invalidación del acto no le causará propiamente una
pérdida, sino que le privará de una ganancia. La ley se inclina, en tal caso, a favor de los acreedores que sufren
un perjuicio concreto. Por esto no interesa la buena o mala fe de los adquirente a título gratuito.
Pero si el tercero es un adquirente a título oneroso, su derrota no solamente le privará de una ganancia, sino
que le ocasionará la pérdida de la contraprestación que suministró al deudor. Su situación no es menos estimable
que la del acreedor y, además, es el poseedor de los bienes que se trata de reincorporar al patrimonio del deudor.
La ley se inclina en su favor, da preferencia a su derecho sobre el interés del acreedor, a menos que esté de mala
fe. Por esto la acción pauliana no afecta a los terceros adquirentes de buena fe, a título oneroso.
Situación de los terceros subadquirentes.-
Trátase de saber si la acción pauliana o revocatoria afecta a los que adquirieron, a su turno de los terceros y en
qué condiciones.
Dos situaciones pueden distinguirse:

a).- El tercero que contrató con el deudor no está afecto a la acción pauliana. Por ejemplo el tercero adquirió a
título oneroso e ignoraba el mal estado de los negocios del deudor.
Es de toda evidencia que si la acción no procede contra el adquirente, tampoco procede contra el subadquirente.

b).- El tercero que contrató con el deudor le afecta la acción revocatoria. Supóngase que adquirió a título gratuito
o bien a título oneroso, participando del fraude del deudor.
La doctrina romana resolvía la cuestión con la fórmula muy sencilla: procede la acción pauliana contra los
terceros subadquirentes en los mismos términos que contra los adquirentes de primer grado.
De este modo, la acción pauliana tendrá éxito contra el subadquirente a título gratuito, a condición de que haya
mala fe del deudor y perjuicio de los acreedores. No afectará a los subadquirentes a título oneroso de buena fe.

Prueba del fraude.- La prueba del fraude incumbe al acreedor que intenta la acción revocatoria o pauliana.
Todo medio de prueba es admisible. La prueba de presunciones tiene especialísima importancia.

Efectos de la acción pauliana.-


Si la acción intentada por el acreedor tiene éxito, la justicia pronunciará la revocación del acto y el bien de que
el deudor se había desprendido se reintegrará a su patrimonio. Los acreedores recobran la prenda de que se
habían visto privados.
Pero la revocación operada por la acción pauliana es relativa en un doble aspecto.

a) La revocación no aprovecha sino a los acreedores; no beneficia, en caso alguno, al deudor a expensas del
tercero. Entre el deudor y el tercero el acto subsiste; el fraude del deudor no puede aprovecharle.
Supóngase que A donó a B un bien inmueble en fraude de sus acreedores; éstos intentaron exitosamente la
acción revocatoria, obtuvieron que el bien se reintegrará al patrimonio del deudor y procedieron a venderlo para
pagarse con el precio; pero el precio obtenido fue superior al monto de los créditos y resta un saldo. El saldo será
para el donatario y no para el deudor; entre ambos la donación subsiste.

b) La revocación no aprovecha a los acreedores indistintamente, sino a los que han sido partes en la instancia.
La revocación es un resultado de un fallo judicial que sólo tiene fuerza obligatoria en la causa que se pronunció.
Prescripción de la acción pauliana.- Con arreglo al N°3° del art. 2468, la acción pauliana o revocatoria prescribe
“en un año contado desde la fecha del acto o contrato”.
Es, pues, una prescripción de corto tiempo que corre contra toda clase de personas art. 2524.

d).- Beneficio de Separación.

Concepto del beneficio de separación.- Fallecida una persona, su patrimonio pasa a herederos continuadores
de su personalidad. Patrimonialmente hablando, causante y heredero se identifican, sus patrimonios se
confunden.
Sobre este patrimonio único pueden hacer efectivos sus créditos tanto los creedores del causante como los del
heredero.
Pero esta confusión puede ser de fatales consecuencias para los acreedores del causante, cuando el heredero se
encuentre acribillado de deudas.
En vida del causante, sus acreedores podían holgadamente pagarse con sus bienes; a su fallecimiento deberán
concurrir con los múltiples acreedores del heredero.
El beneficio de separación impide la fusión de los patrimonios del causante y heredero y permite a los acreedores
hereditarios y testamentarios pagarse con los bienes del difunto, con propiedad a los acreedores del heredero.
El art. 1378 expresa: “Los acreedores hereditarios y los acreedores testamentarios podrán pedir que no se
confundan los bienes del difunto con los bienes del heredero; y en virtud de este beneficio de separación tendrán
derechos a que de los bienes del difunto se les cumplan las obligaciones hereditarias o testamentarias con
preferencia a las deudas propias del heredero”.
A quiénes incumbe en beneficio de separación.- Corresponde este beneficio a los acreedores hereditarios, esto
es, a los que el acusante tenía en vida y a los acreedores testamentario, o sea, aquellos cuyo crédito emana del
testamento mismo (art. 1097).
Puede invocar este beneficio el acreedor cuyo crédito no es actualmente exigible; corresponde al acreedor a
plazo o bajo condición (art. 1379).
En cambio, no puede impetrar el beneficio de separación de patrimonios los acreedores del heredero (art. 1381).

Efectos del beneficio de separación.- Que impide que los patrimonios del difunto y del heredero se confundan,
produce los siguientes efectos:
a) Los acreedores hereditarios y testamentarios tienen derecho para satisfacerse íntegramente de sus créditos
con los bienes dejados por el difunto;
b) Satisfechos los acreedores hereditarios y testamentarios, el sobrante, si lo hubiere, se pagará a los bienes
propios del heredero para satisfacer a sus propios acreedores (art. 1382).
c) Agotados los bienes del difunto, los acreedores hereditarios y testamentarios podrán perseguir
los saldos de sus créditos en los bienes del heredero, pero los acreedores del heredero podrán
oponerse, hasta que se les satisfaga a ellos íntegramente de sus créditos con los bienes de éste (art.
1383).

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