Professional Documents
Culture Documents
5. CONCEPTO ..................................................................................................................................... 67
5.1 El agente o sujeto activo .............................................................................................................. 68
5.2 El paciente o sujeto pasivo........................................................................................................... 70
5.3 El requerimiento........................................................................................................................... 74
5.4 La conducta o acción eutanásica .................................................................................................. 76
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 16
1
En contra de esta opinión se manifiesta M. BUNGE, quien considera que es una idea
anacrónica e insostenible, entre otras cosas, pensar que los conceptos científicos deben definirse
desde el primer momento. Resulta absurdo pensar que, en la ciencia, una investigación no puede
empezarse antes de tener definido su objeto, entre otras cosas porque muchas veces se parte de
conceptos vagos que se dilucidan gradualmente a través de la investigación misma, en La
investigación científica, Barcelona, Ariel, 1975, p. 118.
2
Figuras inscritas en el campo de lo jurídico, como suicidio, ayuda al suicidio, homicidio,
asesinato, actos eugenésicos, o fuera de él, como el encarnizamiento terapéutico, la
prolongación artificial de la vida, la llamada eutanasia de los recién nacidos ...
3
En este sentido, y debido a que la terminología empleada está impregnada de connotaciones
negativas, BERISTAIN, A., en Eutanasia, dignidad y muerte: y otros trabajos, Buenos Aires,
Depalma (ed.), 1991, pp. 1 y 19, propone una nueva expresión para nombrar la eutanasia, cual
es, el derecho a culminar la vida con dignidad.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 17
Este rápido análisis ayudará a demostrar, no sólo que las prácticas eutanásicas
formaban parte de las culturas precristianas 4 , sino que el curso de los siglos ha
cambiado el significado y el valor atribuido a la eutanasia. Su concepto y su valoración
se transforman, por tanto, con la evolución de los acontecimientos históricos y de la
civilización 5 .
Al consultar las fuentes en las que se nos expone la llamada "historia de la
eutanasia", se constata que dicha historia discurre pareja a la protección y a la
4
Se suelen citar como primeros ejemplos prácticos de la muerte dulce, el episodio de la Sagrada
Escritura, en el cual Amalecito narra a David de qué modo le dio a Saúl, herido de espada por
suicidio, la muerte piadosa. Además se afirma que una hermana de Judas Iscariote, conmovida
por el suplicio de Jesucristo y quizás por la traición de su hermano, acercó a la boca del
moribundo una esponja embebida en vino de Morian con el fin de aliviarle su agonía, vid.
SIMILI, A., "Eutanasia", Minerva Medica, 1951, vol. I, nº 65, p. 3.
5
Vid. los distintos usos que ha tenido la eutanasia a lo largo de la historia, en SANTIDRIAN,
P., "Clarificación del concepto de eutanasia", en VIDAL, M., Bioética. Estudios de bioética
racional, Madrid, Tecnos, 1989, pp. 62-71.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 18
6
Ver en este sentido, DÍAZ ARANDA, E., Dogmática del suicidio y homicidio consentido,
Madri, monografía, Centro de Estudios Judiciales, Ministerio de Justicia, Servicio de
Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, 1995, pp.
14-24.
7
En la mayoría de los artículos sobre el tema en cuestión se verifica que los distintos autores se
remontan a los tiempos clásicos para darnos a conocer los primeros hechos circunscritos en el
marco de la eutanasia. Ya aquí se observa la confusión existente y el craso error que, a nuestro
juicio, algunos de ellos han cometido, al intentar aclarar lo que hoy en día entendemos por
eutanasia retrotrayéndose a hechos históricos que bien poco tienen que ver con ella. No es de
recibo que expongan supuestos, casos o situaciones que no responden a esta problemática, sino
que se encuadrarían de una manera mucho menos forzada dentro de lo que se denomina
eugenesia. Estos supuestos, eso sí, junto con los hechos constitutivos de la eutanasia y la penosa
situación de ciertas personas (esclavos) en estas civilizaciones, nos dan una visión de la
protección que se brindaba en aquellas culturas a la vida humana, si bien es imprescindible
separar y acotar cada situación para delimitar los contornos de nuestro objeto de estudio. Por
ello, en este análisis histórico obviaremos muchos de aquellos acontecimientos históricos
asimilados normalmente a la eutanasia.
8
Vid. GRACIA, D., "Historia de la eutanasia", en GAFO, (ed.), La eutanasia y el arte de morir,
Madrid, PUPC (Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas), 1990, pp. 13-27. En
estas páginas el autor distingue tres tipos de eutanasia a lo largo de la historia: la ritualizada, la
medicalizada y la autonomizada. La primera se explica porque todas las culturas se han visto
obligadas a ritualizar el fenómeno de la muerte. Estos ritos han tenido siempre por objeto
“humanizar” el proceso del morir, evitando en lo posible el sufrimiento; la segunda pone de
manifiesto cómo, en muchas culturas, la función del médico ha sido estrictamente eutanásica; y,
la última, hace hincapié en la eutanasia tal como se presenta actualmente, es decir, contando con
la autonomía del paciente.Ver también, VANDERPOOL, H.Y., “Historical Aspects”, en “Death
and Dying: Euthanasia and Sustaining Life”, en REICH, W.T., Encyclopedia of Bioethics,
edición revisada, 1995, pp. 554-561; CICCONE, L., Eutanasia. Problema cattolico o problema
di tutti?, Roma, Città Nuova, 1991, pp. 19-32; SGRECCIA, E., Bioética, 2ª ed., Milano, Vita e
Pensiero, 1987, pp. 345-349; RAANAN, G., "Suicide and voluntary euthanasia: historical
perspectives", en Voluntary Euthanasia. Experts debate the Right to die, DOWNING/SMOKER
(eds.), Peter Owen, London, Humanities Press International, 1986, pp. 210-229; VERSPIEREN,
P., Eutanasia? Dall'accanimento terapeutico all'accompagnamento dei morenti, Milano,
Paoline (ed.), 1985, pp. 137-140; JIMENEZ DE ASÚA, L., Libertad de amar y Derecho a
morir. Ensayo de un criminalista sobre eugenesia y eutanasia, 7ª ed., Buenos Aires, Depalma
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 19
del valor de la vida humana 9 que aleja dichas situaciones del planteamiento que
actualmente se hace de la eutanasia 10 .
El valor de la vida humana consistía en que tal vida fuera capaz de cumplir las
condiciones y las funciones que tenía asignadas en la comunidad, fundamentalmente
para los griegos; de lo contrario, desaparecía tal valor y, por tanto, cualquiera podría
disponer de esa vida, totalmente insignificante 11 . Existía pues, una prevalencia de la
calidad de vida sobre el hecho de la existencia misma 12 , de modo que el hecho de
desprenderse de aquéllos que no sólo no eran útiles para la sociedad, sino que además
suponían una carga, era totalmente legitimado por la autoridad política y por la
sociedad.
En Grecia, el ciudadano estaba completamente sometido al Estado. En este
clima fuertemente caracterizado por la supremacía de la colectividad sobre el individuo,
en el cual los deberes para la realización del interés público eran prioritarios a las
(ed.), 1984, pp. 362-366; GRUMAN, G. J., "Death and Dying: Euthanasia and sustaining life.
Historical Perspectives", en REICH, W.T., Encyclopedia of Bioethics 1-2, New-York, The Free
Press, 1982, pp. 261-268; CHARLES, R., Peut-on admettre l'euthanasie?, Paris, 1955, pp. 14-
28; SIMILI, "Eutanasia ...”, 1951, pp. 1-51; DEL VECCHIO, G., "L'eutanasia e l'uccisione del
consenziente", La Scuola Positiva, 1926, pp. 165-166.
9
En el capítulo siguiente, trataremos ampliamente la problemática general del valor de la vida
humana. Sin embargo, en este momento, lo abordamos para enfocar el tema de la eutanasia en
esta cultura concreta.
10
Vid. en este sentido la evolución de la protección jurídica de la vida humana hasta el período
del primer Código Penal, la Carolina de 1532, en CASADO GONZÁLEZ, M., La eutanasia.
Aspectos éticos y jurídicos, Madrid, Reus, 1994, pp. 18-19; ESER, A., "Entre la santidad y la
calidad de la vida. Sobre las transformaciones en la protección jurídico-penal de la vida",
ADPCP, 1984, p. 764-781.
11
Vid. BONFANTE, P., Corso di Diritto Romano, vol. I, Diritto di Famiglia, Milano, Giuffré,
1963, Capítulo XIII. En este sentido también, GLOTZ, G., La ciudad griega, México, UTEHA,
1957, p. 253: "Todos los medios son buenos para restringir la natalidad o desembarazarse de los
recién nacidos".
12
Consultar en este punto, TARANTINO, A., “Eutanasia, diritto alla vita e diritto penale”,
Medicina e Morale, 1994/5, en concreto las pp. 866-868; SCHAERER, R., "Réflexions d'un
philosophe sur l'euthanasie", Révue Penale Suisse, Berne, tomo 80, 1964, pp. 54-57.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 20
exigencias de la garantía de la libertad, maduró una mentalidad según la cual dar muerte
a los incurables, a los ancianos, a los inválidos y a los recién nacidos deformes era
sugerida, no por motivos más o menos altruistas de piedad, sino precisamente por el
deseo de eliminar de la sociedad a todos aquellos que "no sirvieran para nada" 13 , como
demuestran, entre otros, los escritos del gran filósofo Platón o de Plinio 14 . Sin embargo,
hubo también voces autorizadas que se alzaron en contra de tales prácticas y que, aún
hoy, siguen vigentes para los profesionales de la Medicina, como por ejemplo, el
Juramento de Hipócrates: "No suministraré a nadie, ni siquiera si me lo piden, ningún
fármaco mortal, ni lo propondré como consejo" 15 .
En Roma, la actitud ante la eutanasia fue muy similar a la que estaba vigente en
Grecia, de suerte que el punto de vista explicitado por Séneca al definirla como
13
Vid. REVERTE, J.M., en Las fronteras de la medicina. Límites éticos, científicos y jurídicos,
Madrid-Barcelona, Díaz de Santos (ed.), 1983, pp. 101-102, donde se hace un recorrido sobre
las distintas formas históricas de la eutanasia; en este sentido, también GRACIA, "Historia ..".,
1990, pp. 13-27.
14
Según parece, han sido los escritos de Platón los primeros que se hacen eco de la idea de lo
que actualmente se entiende por eutanasia, si bien faltaba en ellos, como es obvio, la alusión a
un elemento de especial relevancia, cual es el consentimiento. En efecto, en su obra La
República o el Estado, (Madrid, Espasa-Calpe, 1982, 15ª ed., p. 115) escribió: "... en cuanto a
los que están sujetos a las enfermedades y a la intemperancia, no creyeron que estaba en su
interés ni en el interés público el prolongarles la vida, ni que la medicina estuviera hecha para
ellos, ni tampoco que se debiera asistirles ...". Paralelamente, el romano Plinio (vid. REVERTE,
Las fronteras ..., 1983, p. 103) llegó a elaborar una relación de los enfermos a los cuales se les
podía dar muerte.
15
Ver LEGA, C., Manuale di Bioética e Deontologia Medica, Milano, Giuffré, 1991, p. 284;
también en este mismo sentido, GRACIA, D., Fundamentos de Bioética, Madrid, Eudema
Universidad, Colección Manuales, 1989, pp. 45-71, en el cual realiza un estudio sobre la
genealogía del "Juramento Hipocrático". Consultar sobre las obligaciones que implica dicho
juramento el artículo de AMUNDSEN, D.W., "The Physician's obligation to prolong life: a
medical duty without classical roots", en Cross Cultural Perspectives in medical ethics:
readings, de Robert M. VEATCH, Boston, Jones & Bartlett Publischers, 1989, pp. 248-262;
CARRICK, P., Medical Ethics in Antiquity, Dordrecht, D. Reidel Publishing Company, 1985,
pp. 59-94. Actualmente dicho juramento, si bien vigente, aparece extremadamente ambiguo.
Vid. ORRU, G., "La tutela della dignitá umana del morente", en STORTONI, L., Vivere: diritto
o dovere. Riflessioni sull'eutanasia, Trento, L'Editore (ed.), 1992, p. 95.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 21
"comportamiento dirigido por la razón, que no por la ira, el apartar de los sanos a los
seres inútiles" 16 parece reflejar el sentir general de la sociedad romana de su tiempo.
Así pues, parece claro que, tanto en el mundo helénico como en el romano, la
eutanasia, en sentido amplio, no fue entendida nunca como un derecho del individuo 17 ,
sino antes bien como un derecho-deber de la comunidad de eliminar de su seno a los
individuos inútiles y dañosos para el funcionamiento correcto de la misma 18 .
Sin embargo, el advenimiento y la evolución posterior de la conciencia cristiana,
con sus principios de sacralidad de la vida humana, considerada como un don de Dios,
produjo un radical cambio en el común sentir y en la actitud de la humanidad en
relación con la posibilidad de practicar la eutanasia 19 . A partir de este momento y hasta
nuestro siglo, la historia de la eutanasia no ha conocido cambios espectaculares. Por
otra parte, parece que la nueva visión que el cristianismo impuso en este ámbito se vio
favorecida, más que por el efecto directo de la llamada teológica al valor de la vida
humana, por la propia capacidad de la antropología cristiana para liberar al hombre de
la subordinación global y orgánica a la comunidad 20 . Cuando se piensa que el fin del
hombre excede de la comunidad, que su vida no tiene valor sólo en cuanto perteneciente
a una colectividad sino que, por sí misma, independientemente de cualquier poder
político exterior, es un valor que hay que respetar, se llega a tener también un concepto
16
Vid. SÉNECA, Lucio Anneo "Sobre la ira", en Diálogos, Madrid, Tecnos (ed.), 1986, trad.
Carmen Codoñer, libro I, 15.2, p. 81.
17
Cfr. ESER, "Entre la santidad...", 1984, p. 751. En este sentido y de un modo general, vienen
muy al caso las palabras de AMATO, S., en Il soggetto e il soggetto di diritto, Torino,
Giappichelli (ed.), 1990, p. 50: "...l'uomo non é mai direttamente al centro della costellazione
normativa, ma solo in maniera mediata attraverso una complessa serie di filtri politici, sociali,
familiari".
18
"Para el hombre griego la comunidad de la "polis" era el campo de influencia necesario para
él. Si se le excluía de él había casi perdido también su valor como hombre", en KNAUSS, B.,
La Polis, Individuo y Estado en la Grecia antigua, Madrid, Aguilar (ed.), 1979, p. 262, trad. por
Felipe GONZÁLEZ VICÉN.
19
En este sentido, GRUMAN, "Death and Dying...", 1982, p. 261; SGRECCIA, Bioética...,
1987, p. 347.
20
Así lo entiende D'AGOSTINO, F., en "Eutanasia, diritto e ideologia", Iustitia, 1977, p. 297.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 22
21
“Misericordia", fueron llamados ciertos puñales usados para rematar a los maltrechos en las
ordalías medievales. Pueden encontrarse más datos en GRACIA, “Historia de...”, 1990, p. 18.
22
Vid. BACON, F., Advancement of Learning, cit. en GRUMAN, "Death and ...", 1982, p. 262.
SANTIDRIAN, "Clarificación ...", 1989, p. 68, en VIDAL, (Bioética..., 1989), apunta que no
fue él el pionero, sino que aparece por primera vez en la obra de MORO.
23
Fue precisamente el dominio de la medicina lo que hizo que dicho autor entendiera la
eutanasia con la connotación específica de "terapia", esto es, como medida tomada por un
médico, incluida en la pericia médica, contando con la posibilidad de acelerar la muerte. Vid.
GRUMAN, "Death and ...", 1982, p. 262: "... él (Bacon) deducía que el alivio del sufrimiento es
central en el caso de los cuidados terminales y, consecuentemente, el médico en algunos casos
puede acelerar la muerte". Bacon vuelve a definir el papel de la medicina, ya que el deber del
médico no es sólo restablecer la salud sino también calmar el mal, incitando a los médicos a
aliviar los sufrimientos y los dolores, no sólo cuando pueda haber visos de curación, sino
también cuando su intervención pueda servir para procurar una muerte dulce y tranquila.
Acusando a los médicos, por un lado, de intervenir y de preocuparse sólo de mantener la vida
biológica y, por otro, de no cumplir los propios deberes y las exigencias de la profesión
abandonando al enfermo en el momento del fin, solicitaba la terapia del dolor y condenaba, ya
entonces, la tendencia al encarnizamiento terapéutico. Vislumbrando el desarrollo de una
medicina paliativa en términos actuales, capaz de transformar los últimos momentos de la vida,
unida al acompañamiento interior del enfermo, pronosticaba un viejo sueño de la humanidad:
huir de las angustias de los últimos momentos de la existencia.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 23
abandonar esta tierra 24 . Según este autor, el hecho de que alguien se libere de su propia
vida para evitar el suplicio de la enfermedad o el que consienta que otro le libere, es un
acto de sabiduría, un acto religioso o santo 25 .
La diferencia entre ambas concepciones estriba en que en Bacon la eutanasia
aparece como una terapia más, de ahí que sea el médico quien deba aplicarla. Por el
contrario, en Moro, la práctica de la eutanasia aparece desligada de las funciones que,
en sí, tiene atribuida la clase médica; es más, habla de "los magistrados y los sacerdotes
que le visitan y confortan". Si bien esta diferencia puede parecer insignificante, no lo es
tanto si se piensa en que, hoy en día, las reivindicaciones de la eutanasia llevan
aparejado el que sean los médicos los que la "apliquen", como una terapia más.
Cuestión más que controvertida, sobre la que más tarde volveremos, porque cambiaría
24
Vid. MORO, T., Utopía, 3ª ed., Madrid, Zero (ed.), 1971, p. 53. Al hablar "De los enfermos",
comenta: "Si la enfermedad es incurable, con grandes y constantes dolores, los sacerdotes y el
Magistrado le visitan y confortan, tratando de persuadirle de que hallándose inepto para los
actos de la vida, molesto a los demás, y pesado a sí mismo, que no se rebele contra su propio fin
queriendo alimentar la maligna enfermedad. Que siendo su vida un tormento, no dude en morir,
antes bien lo desee con la confianza de tan miserable estado, ya sea quitándose él mismo la vida
o pidiendo que se la quiten, ya que al morir no dejará comodidades, sino la peor miseria". Esta
visión no parece alejarse mucho de la concepción de la vida humana típica del mundo clásico,
fuertemente utilitarista, en la cual el individuo se ve sometido al interés de la colectividad. No
obstante, se deja entrever una mayor y nueva sensibilidad en relación con el que sufre y con las
posibilidades de poner fin a dicha situación.
25
No han faltado, sin embargo, autores que expresan cierta cautela a la hora de interpretar
dichas palabras de Tomás MORO, en tanto que se insertan, según ellos, en una obra de carácter
irónico. Vid. FLECHA, J.R./MÚGICA, J.M., La pregunta moral ante la eutanasia, Salamanca,
Universidad Pontificia de Salamanca, 1985, p. 45. En ese mismo sentido, FERNÁNDEZ
CARNICERO, C.J., “La vida humana, bien jurídico primario”, en XII Jornadas de Estudio, Los
Derechos Fundamentales y Libertades Públicas (I), Madrid, Secretaría General Técnica, Centro
de Publicaciones, 1992, p. 323. Salta rápidamente a la vista la modernidad de esta construcción.
Se puede decir que Moro vaticinó los términos en los que la cuestión eutanásica se ha venido
planteando actualmente: en su planteamiento, de hecho, es prioritaria, la asistencia, tanto
práctica como psicológica, a los enfermos y a los que sufren; la previsión eutanásica es sólo
extrema -ultima- ratio para los incurables con sufrimientos atroces: una muerte piadosa y
respetuosa de la dignidad de la persona cuando no hay otro remedio al dolor. El planteamiento
que hizo en el siglo XVI este autor es, pues, perfectamente válido y encuadrable en las
coordenadas de lo que hoy se entiende por eutanasia.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 24
26
En este sentido, MORI, M., "Sulla distinzione tra eutanasia e sospensione delle terapie.
Analisi delle argomentazione nell'ética laica", en AAVV, Oltre l'eutanasia e l'accanimento.
Politica, scienza e morale, Bologna, Edizioni Dehoniane, 1991, p. 125-126: "Quizás la
reivindicación del derecho a morir sea una reacción contra el vitalismo, esto es la posición
según la cual el médico tiene siempre el deber de hacer todo lo posible para prolongar la vida
del paciente. (...) El vitalismo es éticamente inaceptable".
27
Vid. REVERTE, Las fronteras ..., 1983, p. 102; SGRECCIA, Bioética..., 1987, p. 346;
JIMENEZ DE ASÚA, Libertad de amar..., 1984, pp. 362-363. Semejante costumbre se practica
entre los esquimales. Se deja al anciano inválido con algunos alimentos en medio de los hielos,
lejos del poblado, hasta que muera congelado o algún oso lo mate. En otras tribus, como los
indios cuevas, era costumbre (y aún lo es de sus descendientes del Istmo de Panamá), que la
familia en cuyo seno hubiese un anciano inválido, un enfermo desahuciado por los chamanes de
la tribu o un niño o adulto demente, pidiesen al brujo más caracterizado la administración de un
concentrado mortal. El remedio era aplicado y en cuestión de segundos el paciente moría. De
hecho, al observar una tribu indígena, siempre llama la atención la buena conformación física de
sus miembros, su fortaleza y la falta de tarados, de inútiles o incapacitados físicamente. En estos
casos siempre hay que sospechar que se aplica la ley de la selva a los que no reúnen las
condiciones o cualidades exigidas para formar parte de la tribu y que se dispone de la vida de
aquellos que pueden ser un problema para el grupo. Cfr. REVERTE, Las fronteras..., 1983, p.
102.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 25
a la muerte se produzca sin sufrimiento y, más aún, que dicha tradición coincida con la
verdadera voluntad o deseo de los ancianos.
También puede mencionarse como una de las manifestaciones históricas de
nuestro objeto de estudio (aunque sea sólo por estrictas razones semánticas) al programa
aplicado en Alemania en los años cuarenta de nuestro siglo, momento en el que la
humanidad ha conocido la más cruel, aberrante y bárbara práctica que se pueda
imaginar, aplicada precisamente bajo el nombre de "eutanasia", único elemento de
coincidencia entre los hechos ocurridos entonces y los que se inscriben hoy día en el
marco del denominado “derecho a morir”. Con la consolidación del poder del nazismo,
se inició en Alemania el llamado “programa eutanásico” que condujo a la deliberada y
sistemática eliminación de miles de vidas (locos, dementes, homosexuales, ancianos,
enfermos, disminuidos ...) en sólo dos años (1939-1941) 28 , fundamentado en el
principio de la “supresión de seres carentes de valor vital” (Vernichtung lebensunwerten
Lebens) 29 . De este modo, las tesis eutanásicas sirvieron de coartada para la realización
28
Vid. PORZIO, M., voz "Eutanasia", Enciclopedia del Diritto, vol. XVI, Milano, Giuffré,
1967, p. 110.
29
Además, la ideología de este programa eutanásico no fue sólo el fruto de un irracionalismo
personal contingente, coyuntural, sino que logró una verdadera positivación jurídica,
constituyendo una novedad absoluta en lo que se refiere a los ordenamientos europeos y un
cambio radical respecto del Proyecto del Código Penal Nazi de 1936, proyecto que excluía la
hipótesis, no sólo de una oficialización, sino de una simple liberalización de la eutanasia. Cfr.
D'AGOSTINO, "Eutanasia...", 1977, p. 299. Hitler, a finales de octubre de 1939, firmaba el
siguiente decreto: "El jefe del Reich Bouhler y el Dr. Brandt son los encargados de conceder, a
médicos que nombrarán, la autorización necesaria para poner fin a la vida de los pacientes que,
según su leal saber y entender, sean considerados incurables previa exploración de su estado de
salud, dándoles una muerte piadosa". Este decreto, en principio pensado sólo y exclusivamente
para los "considerados incurables" se extendió más tarde, a todos aquellos que padecieran
alguna tara mental o física. Ver HUMPHRY, D./WICKETT, A., El Derecho a Morir.
Comprender la eutanasia, Barcelona, Tusquets (eds.), trad. por Rosa María Buixaderas, 1989,
p. 43. Estas ideas encontraron un caldo de cultivo favorable en Nietzsche y su teoría del
superhombre, el mito y el valor supremo de la juventud y de la salud, que excluye la existencia
de todo aquello que lo contradice o lo niega. Asimismo fue compartida dicha legislación por los
máximos exponentes de la doctrina jurídica de aquella época como era BINDING, profesor de
derecho penal, quien consideraba la eutanasia jurídicamente lícita cuando fuere decretada por
una autoridad competente, "o bien" cuando existiese el consentimiento del que la requería.
Reflexionó sobre los aspectos legales de las prácticas eutanásicas y, concretamente, sobre las
posibles responsabilidades legales de quienes practicaran la que él llama “muerte asistida”
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 26
de un amplio plan criminal en pro de una raza pura, que debía ser protegida contra toda
amenaza de degeneración. Este acontecimiento, tan dramático y doloroso, tan cercano
en el tiempo y tan presente en la conciencia de todos 30 , es uno de los argumentos
utilizados para oponerse en forma radical a la eutanasia y para negar la posibilidad de
que llegue a ser considerada como un derecho de los enfermos, ya que existe el temor
de que se puedan volver a repetir tales degeneraciones. Sin embargo, las
reivindicaciones actuales en favor de la misma y de su legalización avanzan por otros
derroteros. En la actualidad, lo que se pretende es el reconocimiento del derecho a una
muerte dulce, a huir del dolor y a negar una existencia reducida a pura agonía terminal;
y eso es algo muy diferente de esa especie de “deber” de ser suprimido que se afirmó en
la Alemania hitleriana.
Hoy se están multiplicando en todas partes las peticiones, los movimientos de
opinión, las propuestas de ley en favor del reconocimiento de la eutanasia. Pero estas
iniciativas son fruto del contraste entre los principios del respeto más absoluto a la vida
humana y la consideración de las particulares situaciones en las cuales el mismo respeto
en relación con la persona impone la necesidad de tener piedad de sus condiciones
extremas, incompatibles con la dignidad, poniendo fin con la muerte a los sufrimientos
30
Es necesario poner de manifiesto no obstante que sin la rúbrica de "programa eutanásico"
hechos semejantes han tenido lugar, con posterioridad, en la antigua Yugoslavia, constituyendo
uno de los episodios más vergonzosos de la historia contemporánea.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 27
31
Véase, sobre las Asociaciones en pro del derecho a morir: DOWNING/SMOKER (eds.),
Voluntary Euthanasia ..., 1986, Part two: "The Voluntary Euthanasia Movement", pp. 255-274;
CAUCANAS-PISIER, P., "Asociaciones en defensa del derecho a morir dignamente",
Concilium, año XXI, 1985, pp. 375-385.
32
En España existe desde 1984 la Asociación del derecho a morir dignamente, cuya
inscripción en el Registro fue negada, en un principio, por parte del Ministerio del Interior,
teniendo que ser recurrida dicha negativa para acceder al mismo. Actualmente sus socios rondan
las trescientas personas.
33
Vid. CAUCANAS-PISIER, "Asociaciones en ...", 1985, p. 378.
34
Ibídem, 1985, p. 379.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 28
2. DIFERENTES CONCEPCIONES
35
En este sentido, se observa en la mayoría de las legislaciones, tanto a nivel nacional como a
nivel europeo, una preocupación por la protección de los derechos de los enfermos, tales como
el derecho a la información, a un tratamiento, a prestar o no su consentimiento para la aplicación
de tal tratamiento, etc.
36
Así JONAS, H., Il diritto di morire, Genova, Il melangolo (ed.), 1991, p. 29: "Partiendo de un
derecho a no someterse a un tratamiento si lo quiere el paciente, se llega al punto, en el caso de
enfermedades mortales, de materializarse un derecho a morir".
37
Estos objetivos aparecen claros en los Estatutos de la Asociación Derecho a Morir
Dignamente (ADMD) española inscrita el 13 de Diciembre de 1984 en el Registro de
Asociaciones, la cual promueve en su art. 2: "el derecho de toda persona a disponer con libertad
de su cuerpo y de su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para
finalizarla", y en su art. 3.3: "Buscar el reconocimiento legal y social de los derechos
propugnados en el art. 2".
38
Es fácilmente constatable en todas las monografías, artículos, libros, etc. que se ocupan del
tema, la preocupación existente por la clarificación de lo que se entiende por eutanasia. De
hecho, constituye el primer objetivo de los analistas y estudiosos debido principalmente a que
de ello dependerán muchas veces las posturas de legitimación o de descalificación de la misma.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 29
39
En este sentido, POLAINO-LORENTE, A.M., “Antinaturaleza y Eutanasia”, Persona y
Derecho, vol. 2, 1975, p. 413.
40
En este sentido, se pronuncia también GASCÓN ABELLÁN, M., en "Problemas de la
eutanasia", Sistema 106, enero-1992, p. 82: "... dificultad de la definición descriptiva porque
siempre surge cierta ponderación valorativa". Asimismo el título de este artículo de M. BARNI,
nos muestra la arbitrariedad en la atribución de significado a la eutanasia: "Sull'alterna 'fortuna'
della nozione di eutanasia", Rivista italiana di Medicina Legale, 1985, pp. 421-432; GIUSTI,
G., L'eutanasia. Diritto di vivere-diritto di morire, Padova, Cedam (ed.), 1982, p. 16: "el factor
valorativo de orden moral debe ser preliminarmente excluido de la definición de la misma".
41
Cfr. CASADO, La eutanasia..., 1994, p. 14.
42
En este sentido se expresa, por ejemplo, PERELMAN, CH., cuando se plantea la legitimación
jurídica de la eutanasia, "... no hay nada que modificar en nuestro Código Penal donde se
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 30
penaba la ayuda al suicidio, ya que (...) es una tutela indispensable del enfermo y de la sociedad
contra abusos siempre posibles y siempre amenazantes", en "Le Droit et la Morale devant
l'euthanasie", en Droit, Morale et Philosophie, 2º ed., Paris, Librairie Générale de Droit et de
Jurisprudence, 1976, pp. 179-183.
43
Aquí podríamos citar a aquellos autores que, desde diversas ópticas y corrientes, consideran el
valor de la libertad como un valor jerárquicamente superior al de la vida humana, en tanto que
consideran justificable cualquier medio, cualquier sacrificio, con tal de que se respete la libertad
individual. Sin carácter exhaustivo, se puede citar a LÓPEZ CALERA, N., “La vida y la muerte
ante la ética y el derecho. Paternalismo médico y desarrollo científico”, Doxa, 15-16, 1994, pp.
715-729; ATIENZA, M., Tras la justicia. Una introducción al Derecho y al razonamiento
jurídico, Barcelona, Ariel, 1993, en concreto el capítulo “Cuestiones de vida o muerte. Sobre el
alcance del derecho a la vida”, pp. 88-143; CALSAMIGLIA, A., “Sobre la eutanasia”, Doxa, nº
14, 1993, pp. 337-358; FARRELL, M. D., "La justificación de la pena en los casos de eutanasia:
un análisis ético", Doctrina Penal, nº 21, 1983, Buenos Aires, Depalma (ed.), pp. 1-17; NINO,
C.S., "La autonomía constitucional", en La autonomía personal, Madrid, Cuadernos y Debates,
nº 37, Centro de Estudios Constitucionales, 1992, pp. 57-63; RUIZ-MIGUEL, A., “Autonomía
individual y derecho a la propia vida. (Un análisis filosófico-jurídico)”, Revista del Centro de
Estudios Constitucionales, nº 14, enero-abril, 1993, pp. 135-165; idem, “La eutanasia: algunas
complicaciones”, Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº 17, agosto, 1993, pp. 43-58.
En el ámbito de la doctrina penalista española, aquéllos que propugnan la supremacía de la
libertad sobre la vida humana, apoyándose en argumentos de derecho positivo (art. 1, art. 10 y
art. 15 de la Constitución). Ver, entre otros, AA.VV., "Manifiesto en favor de la disponibilidad
de la propia vida", ADPCP, 1992, pp. 1219-1224.
44
Esta posición está representada fundamentalmente por la doctrina de la Iglesia Católica, que
más tarde analizaremos, pero también por la de la mayoría de las religiones, ya que es unánime,
en sede religiosa, la condena de la eutanasia. Ver, respecto a la posición de la primera, la
Encíclica de Juan Pablo II, Evangelium Vitae. Valor y carácter inviolable de la vida humana,
Introducción, guía de lectura y vocabulario de Mons. D. Tettamanzi, Secretario General de la
Conferencia Episcopal Italiana, Madrid, PPC (ed.), 1995. Sobre el resto de las religiones, vid.
DEREK/WICKETT, El Derecho a Morir..., 1989, pp. 377-384.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 31
45
Serían aquéllos que, ponderando las dos opciones (morir o sufrir), eligen la primera teniendo
en cuenta que los sufrimientos se les han hecho insoportables.
46
Vid. en PORZIO, voz "Eutanasia", 1967, pp. 103-108. Ver también CARRICK, Medical
Ethics ..., 1985, p. 127: “Los griegos emplearon a veces el término para describir un estado
espiritual de muerte de la persona (...). Su significado no estaba anclado (como hoy) en un
contexto médico solamente”.
47
En este sentido, ROMEO CASABONA, C.M., en "El marco jurídico-penal de la eutanasia en
el derecho español", Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada,
homenaje al Profesor José Antonio Saínz Cantero, nº 13, II, 1987, p. 189: "... el problema
terminológico se ve acuciado por la carencia de sentencias de los Tribunales españoles".
Consultar las distintas definiciones, clasificaciones y propuestas que la mayoría de la doctrina
penal realiza en los números 12 y 13 de la Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Granada, homenaje al Profesor José Antonio Saínz Cantero, 1987. También, QUINTANO
RIPOLLÉS, A., voz "Eutanasia", Nueva Enciclopedia Jurídica, vol. IX, Madrid, F. Seix (ed.),
1982, pp. 153-161. Ver también en la doctrina italiana, D'AGOSTINO, en "Eutanasia, ...”, 1977,
p. 288; VARANI, E., en "L'eutanasia nell'ordinamento giuridico italiano e nel nuovo codice di
deontologia medica", Diritto e Societá, 1, 1990, pp. 157-171; IADECOLA, G., "Eutanasia e sue
problematiche giuridiche", Giustizia Penale, parte I, 1985, p. 187; PORZIO, voz "Eutanasia",
1967, pp. 103-109.
48
Sobre el problema de determinación de la muerte desde el punto de vista médico, vid.
ROMEO CASABONA, C.M., El Derecho y la Bioética ante los límites de la vida humana,
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 32
Madrid, Editorial Centro de Estudios de Ramón Areces, 1995, pp. 161-183; FERNÁNDEZ
SUÁREZ, A., "El derecho a una muerte digna", en Los Derechos Fundamentales y Libertades
Públicas, vol. I, Madrid, Secretaría General Técnica, Servicio de Publicaciones, 1992, pp. 295 y
ss. En Italia, GIOVANNINI, F., "Il diritto al limite", Democrazia e diritto, luglio-ottobre, 1988,
pp. 132-133. Vid. el análisis sobre la consideración de la muerte como proceso o como
acontecimiento, en MORISON, R., "Death: Process or Event?", en Ethical Issues in Death and
Dying, Robert F. WEIR (ed.), New York, Columbia University Press, 1977, pp. 57-69; ver el
comentario de este artículo, en KASS, L.K., "Death as an Event: A commentary on Robert
Morison", en ibídem, pp. 70-81. El concepto legal de muerte está recogido en el art. 10 del
Real Decreto 426/1980 de 22 de febrero, que desarrolla la Ley 30/1979 sobre extracción y
trasplante de órganos, de 27 de octubre: "... muerte cerebral, basada en la constatación y
concurrencia, durante treinta minutos, al menos, y la persistencia seis horas después del
comienzo del coma, de los siguientes signos: Uno. Ausencia de respuesta cerebral, con pérdida
absoluta de conciencia. Dos. Ausencia de respiración espontánea. Tres. Ausencia de reflejos
cefálicos, con hipotonía muscular y midriasis. Cuatro. Electroencefalograma "plano",
demostrativo de inactividad bioeléctrica cerebral. Los citados signos no serán suficientes ante
situaciones de hipotermia inducida artificialmente o de administración de drogas depresoras dl
sistema nervioso central. ..." La inclusión de esta definición en un Real-Decreto ha sido
criticada por la doctrina en tanto que al ser la medicina una ciencia que progresa constantemente
puede ser negativo ya que una pequeña variación en los criterios de determinación podría
convertirse en un procedimiento de reforma demasiado largo. Hubiera sido preferible incluir
dichos criterios en una orden ministerial o circular, u otra disposición más fácilmente
modificable, en ROMEO CASABONA, C.M., Aspectos jurídicos y médico-legales en la
donación y extracción de órganos para traplante, CASTILLO-OLIVARES (Coord.), Madrid,
Ministerio de Sanidad y Consumo, 1986, p. 74. También, PÉREZ CAPELLA, M., "Los actos de
disposición sobre el propio cuerpo. Problemas que plantean los trasplantes e injertos”, Boletín
de Información del Ministerio de Justicia, año XL, n. 1421, 5 de junio de 1986, Madrid, pp. 3-8.
49
En este sentido, TORRES DEL MORAL, A., en Principios de Derecho Constitucional
Español, 1, Madrid, Ateneo (ed.), 1985, p. 214.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 33
Así, por ejemplo, Quintano Ripollés, la entiende como "la acción de acortar
voluntariamente la vida de quien, sufriendo una enfermedad incurable, la reclama seria
e insistentemente para hacer cesar sus insoportables dolores" 50 , definición que refleja el
intento por parte del autor de sistematizar y describir los hechos que incluiríamos dentro
de lo que se viene en llamar eutanasia. Definición, por otra parte, que individualiza con
bastante exactitud 51 , los elementos que deberán ser analizados para tener una
comprensión global del objeto de estudio: la acción (acortar la vida) 52 , el sujeto activo
(cualquier persona), el sujeto pasivo (enfermo terminal), el requerimiento ("la
reclama"), el bien jurídico protegido (vida humana), el dolor ("insoportables
dolores") 53 .
Desde otro sector no menos importante debido a la influencia que ejerce en el
grupo social (tradicional y mayoritariamente católico) en el que nos hallamos inmersos,
la Congregación para la Doctrina de la Fe, como representante de la concepción que
considera la vida como un bien sagrado (indisponible por parte del hombre), concibe del
siguiente modo la eutanasia: "una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la
intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor" 54 .
50
Cfr. QUINTANO RIPOLLÉS, en voz "Eutanasia", 1982, p. 154.
51
Es necesario poner de relieve que, sin embargo, dicha definición no hace expresa referencia al
significado etimológico del término: el que dicha muerte se produzca de una manera indolora.
52
Por lo que se refiere a la acción, habría que matizar que la mera acción de acortar no
implicaría encontrarnos ante la eutanasia propiamente dicha, sino que se trataría más bien de
una variedad, la llamada lenitiva, cuya práctica es actualmente aceptada, tanto por parte de los
médicos, como por parte de los moralistas, según tendremos ocasión de comprobar con más
detenimiento. Asimismo, habría que matizar que la eutanasia en sí misma considerada conlleva
la producción de la muerte, no el simple acortamiento de la vida.
53
Por otra parte, la definición de Quintano Ripollés tiene sin duda una virtud muy destacable:
presentarse exenta de juicios de valor apriorísticos que pudieran oscurecer la acción de
determinar los hechos encuadrables en lo que es la eutanasia. Por esto, creemos que es de suma
importancia en este avance preliminar no perder de vista dicha definición descriptiva de la
eutanasia, en tanto que nos puede ayudar a realizar un análisis correcto de la problemática, sin
duda compleja y en la mayoría de los casos dramática y muy delicada.
54
Cfr. Eutanasia. Dichiarazione della Congregazione per la Dottrina della Fede, 5 de mayo de
1980, Paoline (ed.), Roma, 1980, p. 6. Vid. GAFO, J., "La eutanasia y la Iglesia Católica", en
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 34
GAFO, La eutanasia ..., 1990, pp. 117-119; SGRECCIA, E., "Guida medica europea ed
eutanasia", Vita e Pensiero, nº 4, aprile, 1987, p. 252; MORGANTE, M., "Dichiarazione della
Congregazione per la Dottrina della Fede sull'eutanasia", en AAVV, L'eutanasia é un crimine,
Torino, Elle di ci (ed.), 1986, pp. 38-45. Sobre la postura de la Iglesia Católica en este tema,
aparte del documento específico señalado, es imprescindible conocer la reciente Encíclica de
Juan Pablo II firmada el 25 de marzo de 1995, Evangelium Vitae..., 1995, que trata ampliamente
estas cuestiones. Desde nuestro punto de vista, esta conceptuación de la eutanasia, al margen de
la alusión que hace a la modalidad de conducta acción y omisión, no es comprensiva de toda la
realidad de la misma, en tanto que no menciona el elemento del consentimiento por parte del
paciente, lo que evidencia la postura mantenida por la misma, es decir, la defensa a ultranza del
principio de indisponibilidad de la propia vida. Otro de los matices destacables es la referencia
al dolor, específicamente a "cualquier dolor". De este modo no restringe el concepto de
eutanasia a los casos de enfermos terminales, como pensamos sería deseable, sino que amplía el
ámbito de aplicación de la eutanasia, algo que se realiza, a nuestro entender, no ingenuamente,
sino con el fin de afirmar su ilicitud con más fuerza.
55
Cfr. en DOYLE, D., "The Ehics of Euthanasia", Journal of the Law Society of Scotland, June,
1990, p. 243.
56
Porque, ¿cuándo se puede decir, (además objetivamente) "se considera" que para alguien es
mejor morir que vivir? ¿Quiénes serían los legitimados para realizar dicho juicio valorativo
sobre la vida de un tercero? ¿Qué ocurre con la voluntad del enfermo? Por otra parte, se
ampliaría el ámbito de aplicación a situaciones que no son similares a las eutanásicas, que no se
inscriben en el marco de enfermedades terminales, como son las que protagonizan aquellas
personas que padecen una tetraplejía, o los disminuidos físicos o psíquicos, etc.
57
En este sentido, comprobar cómo el mismo significado etimológico puede dar lugar a
equívocos, en BUENO, G., El sentido de la vida, Pentalfa ediciones, Oviedo, 1996, p. 200.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 35
58
En la actualidad, existen escasas definiciones de la eutanasia en las que se resalte el
significado etimológico de la misma. Ver la que realizaba, hace ya algunos años sin embargo,
APOSTEL, L., "L'euthanasie comme problème moral et philosophique", Révue de Droit Pénal
et de Criminologie, 1963, Octubre, nº 1, p. 30: "Privar de la vida a una persona humana de la
forma menos penosa, bajo su requerimiento, con la intención de evitarle males mayores que la
muerte".
59
Cfr. CALSAMIGLIA, “Sobre...”, 1993, p. 345.
60
Si bien, como el propio autor señala, estos elementos no están exentos de problemas porque
se juega con conceptos difícilmente determinables con exactitud, como por ejemplo, el de
enfermo terminal. Calsamiglia entiende por enfermo terminal a aquél cuya autonomía está tan
deteriorada que es incapaz de gozar de sus derechos, además de estar en una situación
irreversible, es decir que no existe la posibilidad de recuperación de su autonomía, en ibídem, p.
346. Ver sobre la problemática de la definición de eutanasia en general, el interesante artículo
de RUIZ-MIGUEL, “La eutanasia...”, 1993, pp. 43-58.
61
Esta reclamación no deja de ser extraña en una sociedad liberal fundada en la primacía del
derecho a la vida, (véase en este sentido KASS, L.K., "Is there a right to die?", Hastings Center
Report, January-February, 1993, p. 35). Desde nuestro punto de vista, la expresión "derecho a
morir" es una llamada de atención a los juristas para que salgamos de la ya aludida "torre de
marfil" y demos una respuesta coherente al problema que origina la eutanasia en el campo
jurídico. El quid de la cuestión es hallar, si existe, la legitimación jurídica que tendría una norma
en la cual se permitiera a un tercero disponer de la vida de otro que se encuentra en unas
determinadas y especiales circunstancias. La solución a este interrogante será lo que constituya
la conclusión de este trabajo.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 36
62
En este sentido, JONAS, Il diritto..., 1991; VERSPIEREN, Eutanasia? .., 1985, p. 143.
63
En relación con esta expresión KASS señala que "... es una noción infundada e incluso
lógicamente incoherente. Incluso sus defensores normalmente la ponen entre comillas
reconociendo que en el mejor de los casos es una expresión inapropiada", en "Is there ...", 1993,
p. 34.
64
Tanto es así que, abstrayéndonos a un plano general a la hora de caracterizar un derecho (ver,
en este sentido, ROUBIER, P., Droits subjectifs et situations juridiques, Paris, Dalloz (ed.),
1983, pp. 67 y ss.), la teoría del interés acuñada por la jurisprudencia alemana tradicional y la
teoría del beneficiario por la anglosajona, si bien con defectos, tienen la virtud de poner de
manifiesto algo importante y es la dimensión de "bien", de "satisfacción de un interés" o
"beneficio" para el titular (consultar sobre esto, LAPORTA, F., "Sobre el concepto de Derechos
Humanos", Doxa, 4, 1987, pp. 29 y 31: “Las dos dimensiones básicas de la noción ‘derecho’: el
valor especial que atribuye a un cierto estado de cosas como digno de protección y la
adscripción ‘individualizada’ de ese bien o beneficio y su protección. (...) Según la teoría del
interés, la noción de derecho implica la existencia de "un bien tal que constituye una razón
fuerte para articular una protección normativa en su favor a través de la imposición de deberes y
obligaciones, la atribución de poderes e inmunidades, la puesta a disposición de técnicas
reclamatorias”. La idea del derecho a morir vendría sustentada más bien por una concepción de
los derechos basada en la voluntad del individuo (si bien, el propio Savigny no admitía la
existencia de un derecho de la persona sobre ella misma, porque ese derecho le permitiría
disponer de ella misma y le conduciría al suicidio -ver, LEITE DE CAMPOS, D., “Plaidoyer
pour l’homme: l’indemnisation du dommage de la mort”, Archives du Philosophie du Droit, nº
32, 1987, p. 357-). El contenido de los derechos radicaría en actos de voluntad. En contra de
esta teoría consúltese MAcCORMICK, N., Derecho legal y socialdemocracia. Ensayos sobre
filosofía jurídica y política, Madrid, Tecnos, 1990, pp. 129-137, ciñéndose única y
exclusivamente al caso de los niños y personas mentalmente incapacitadas: “... las personas son
los mejores jueces de lo que para ellas constituye su propio bien o interés, pero esa suposición
no es válida en ciertos casos específicos, por ejemplo, niños y personas mentalmente
incapacitadas”. Ver una crítica de la misma en VIDAL, E., “Los derechos humanos como
derechos subjetivos”, en Derechos Humanos, BALLESTEROS, J. (ed.), Madrid, Tecnos, 1992,
pp. 37-38.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 37
65
Vid. NINO, C.S., Ética y derechos humanos, Buenos Aires, Paídos, 1984, p. 40.
66
En este sentido se entiende también la caracterización que de derecho da MacCORMICK,
"adscribir un derecho al tratamiento T es presuponer que T es, en circunstancias normales, un
bien para cada miembro de C y que T es un bien que sería incorrecto negárselo a cualquier
miembro”, en "Rights in Legislation", en Law, Morality and Society. Essais in honour of H.L.A.
HART, editado por M.S. Hacker y J. Raz, Oxford, Clarendon Press, 1977.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 38
aún más, si el matar a alguien puede estar justificado desde un punto de vista normativo,
parafraseando a MacCormick, "si sería incorrecto negarle la muerte a alguien que la
requiere".
Resumiendo, se puede decir que en su sentido más radical y como sinónimo de
la eutanasia, significa derecho a que un tercero nos procure la muerte, derecho a ser
ayudado a morir y, por lo tanto, implicaría el deber positivo de matar. La expresión
"tengo derecho a morir", se podría equiparar, por tanto, a un correlato de obligaciones
pasivas o activas de otros. El derecho a que me procuren la muerte es un derecho frente
a otro, que implica y obliga a que "ese otro", ese tercero, actúe o no actúe de una
determinada forma en relación con el titular del derecho. "Tengo derecho a morir" hace
referencia a la existencia en el sistema relevante de una norma que impone a otros el
deber de hacer, de dejar de hacer o de facilitarme la realización del contenido de ese
derecho, esto es, mi muerte 67 .
Al hilo de todo lo expuesto, parece que la expresión de derecho a morir, sin más,
no tiene mucho sentido, y aún menos para un jurista. Algunos deducen tal expresión del
carácter lícito del suicidio, si bien parece meridianamente claro que no todo acto
material lícito es creador de derecho. Sobre el plano puramente técnico, hay autores que
rechazan tal denominación por considerarla una contradicción. En puridad, constituiría
más que un derecho a morir, un modo de usar el derecho a la vida 68 . En el momento de
la muerte del sujeto ya no hay derecho posible.
Antes de finalizar con las distintas concepciones de la eutanasia es
imprescindible poner de manifiesto que en ocasiones, se habla de "derecho a morir con
dignidad", reivindicándose así un mínimo de garantías para que la dignidad que toda
persona humana posee por el mero hecho de serlo no se vea violada. El problema
67
Véase NINO, Ética ..., 1984, p. 32, cuando analiza el concepto de derecho en su estudio sobre
derechos humanos. Si bien a este respecto VIDAL, Bioética..., 1989, p. 76, distingue entre una
noción formal y material del derecho a morir, al que lo identifica con la ortotanasia, indicando
que "desde el punto de vista formal, no ha de entenderse como la formulación de un derecho, en
el sentido preciso del ordenamiento jurídico; más bien, tiene una referencia al universo de la
ética, es decir, expresa una exigencia ética".
68
Ver DIJON, X., Le sujet de droit et son corps, Bruxelles, Socials et Sociétés d’Études
Morales et Juridiques, 1982, p. 623-624.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 39
69
En este sentido, CICCONE, Eutanasia..., 1991, p. 13: "... el equívoco surge cuando se declara
indigna la muerte que sea precedida y acompañada de sufrimientos". PERICO, G., "Diritto di
morire?", Aggiornamenti Sociali, dicembre-1975, p. 681: "Dignidad indica sobre todo el respeto
de los valores generales de la persona, los cuales no se limitan a la supervivencia más o menos
larga o a una reanimación prolongada, sino que se extiende más bien a aquel clima de serenidad,
de paz y en cuanto sea posible de consciencia, que debería ser propio del morir humano".
70
Aunque se puede decir que en la medida en que el individuo no se halla en unas determinadas
circunstancias, no podemos hablar en puridad de un derecho a elegir, no es la persona quien en
último término decide, sino la enfermedad terminal; sin ella, parece que no hay posibilidad de
elección. Serían esas circunstancias unidas a la decisión del individuo la justificación del
“derecho a morir”. Como afirma CALSAMIGLIA, “la terminalidad es fuente de valor y no es
una mera definición”, en “Sobre...”, 1993, p. 346.
71
En el ámbito anglosajón, el juez David Popper en un caso de eutanasia declaró: "Yo no puedo
decidir si debe vivir o morir puesto que no soy Dios, pero toda persona tiene derecho a no
sufrir", cit. en HUMPHRY/WICKETT, El derecho a morir ..., 1987, p. 308. En la elaboración
de la Recomendación del Consejo de Europa relativa a los derechos de los enfermos y los
moribundos, nº 779, de 1976, se veía este derecho como uno de los fundamentos del derecho a
la eutanasia (ver Apéndice). En este sentido, VACCHIANO, M., “Eutanasia e diritto a non
soffrire”, Quaderni della Giustizia, n. 64, novembre 1986, pp. 36-40.
72
Si lo enunciáramos como derecho a ser aliviado del sufrimiento podría adscribirse al marco
normativo del derecho a la salud que, por ejemplo la Constitución española propugna en su
art. 43: "1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud. 2. Compete a los poderes
públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las
prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al
respecto. 3. Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria ...". Pero se debería
realizar una interpretación muy forzada. En este mismo sentido se expresa en la literatura
italiana CASINI, C., "Una politica consapevole che tuteli la dignitá della vita", Prospettive nel
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 40
mondo, nº 181-182, Luglio-Agosto, 1991, p. 16: "el derecho a morir estaría incluido dentro del
derecho a la salud".
73
En este sentido, LEGA, Manuale di ..., 1991, p. 298: "existe una gran dificultad en identificar
el objeto del pretendido derecho a morir".
74
En este sentido se expresa LÓPEZ CALERA en “La vida ...”, 1994, p. 715: “el desarrollo de
las ciencias biológicas está planteando no sólo interrogantes muy concretos sobre el tratamiento
ético y jurídico de la vida y de la muerte, sino una necesidad de volver a filosofar sobre la vida y
sobre la muerte”. Vid. LORENZETTI, L., "Il diritto di morire con dignitá: un triplice esito", en
AAVV, Oltre l'eutanasia e..., 1991, p. 219.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 41
75
No quisiéramos que este epígrafe se convirtiera en un ir y venir de vocablos de difícil
comprensión, de clasificaciones interminables que no conducen a una mayor claridad del objeto
de estudio, sino que ensombrecen las distintas modalidades de eutanasia. Por consiguiente,
trataremos en primer lugar de poner en orden aquel conjunto de términos que salpican
sistemáticamente y no sin cierto aire "caprichoso" la literatura sobre esta cuestión, para pasar, en
un segundo momento, a delimitar los contornos de la eutanasia respecto a figuras cercanas a
ella. Y ello, por dos razones: la primera, para facilitar la labor a aquellos que pretendan
profundizar en el tema y la segunda, para poner de relieve su innecesariedad, ya que el estudio,
el análisis o la investigación sobre la eutanasia puede afrontarse sin recurrir a neologismos que
no hacen sino confundir más. Creemos que es oportuno, conveniente y, sin duda, de gran ayuda
clarificadora realizar esta diferenciación para, de este modo, comprender en toda su amplitud la
situación que analizamos a través de sus límites materiales.
76
Vid. MASÍA, J., "¿Eutanasia o buena muerte? Cuestiones éticas más allá y más acá de la
muerte", en GAFO, (ed.), en La eutanasia y ..., 1990, p. 133.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 42
77
Vid. SANTIDRIÁN, en "Clarificación del...", 1989, p. 73, en VIDAL, Bioética..., 1989. En
este sentido, DYCK, A.J., "An alternative to the ethic of euthanasia", en WILLIAMS, R. H.
(ed.), To live and to die when, why and how, 1974, p. 102, alude a la necesariedad de inventar
un nuevo término para significar la feliz o buena muerte (benemortasia), debido a la pérdida de
significado del vocablo eutanasia; del mismo autor, DYCK, A.J., "Beneficent Euthanasia and
Benemortasia: alternative views of mercy", in Beneficent Euthanasia, Marvin KOHL (ed.),
Buffalo, NY, Prometheus Books, 1975, pp. 117-129.
78
En este sentido, ZUGALDÍA ESPINAR, J.M., "Eutanasia y homicidio a petición: situación
legislativa y perspectivas político-criminales", Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Granada, homenaje al Profesor José Saínz Cantero, 1987, nº 13, p. 283; DÍAZ
Y GARCÍA, M., voz "Homicidio consentido y Participación en el suicidio", Enciclopedia
Jurídica Civitas, vol. II, 1994, pp. 3331-3335. Desde nuestro punto de vista, se podría
identificar la ortotanasia con el bien morir, con el morir natural, en el sentido de no someter a la
persona a tratamientos inútiles e innecesarios. No obstante, no creo conveniente que con el fin
de describir esta realidad sea necesaria la creación de un nuevo término, (véase VIDAL,
Bioética..., 1989, p. 76: "el derecho a morir dignamente (ortotanasia)").
79
La práctica de la distanasia puede llevar a situaciones de extrema gravedad desde todos los
puntos de vista, esto es, a una "cosificación" del enfermo, en el sentido de utilizarlo como un
objeto para posibles experimentos científicos. Ver, POLAINO-LORENTE, A.M.,
“Antinaturaleza y eutanasia”, Persona y Derecho, vol. 2, 1975, pp. 411-425.
80
Sin embargo, VILAR I PLANAS DE FARNES, J., en "Tiempo para vivir, tiempo para morir.
Consideraciones acerca de la eutanasia", Persona y Derecho, 1983, nº 10, p. 237, define la
distanasia, incomprensiblemente, como el rechazo del empleo de medios extraordinarios para
alargar la vida, esto es, un rechazo del encarnizamiento terapéutico. Hay quien la ha identificado
también con la mala muerte, ROMEO CASABONA, "El marco jurídico-penal...", 1987, p. 195.
En el sentido aquí apuntado, MASIA, "¿Eutanasia o buena ...", 1990, p. 133; MORGANTE,
"Dichiarazione ...", 1986, pp. 22-24.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 43
81
En este sentido, FLECHA, La pregunta moral..., 1985, pp. 38-40; VIDAL, Bioética..., 1989,
pp. 79-80; LEGA, Manuale di Bioética..., 1991, pp. 287-289; SGRECCIA, Bioética..., 1987, pp.
366-368; TETTAMANZI, D., Eutanasia. L'illusione della buona morte, Casale Monferrato,
Piemme (ed.), 1985, pp. 40-44; DIJON, "Acharnement thèrapeutique", en Le sujet de ..., 1982,
pp. 526-529.
82
La única razón de ser del ensañamiento terapéutico sería la voluntad del paciente. Lo demás
es algo que va en contra de la dignidad de la persona y que no es sino utilización de la misma.
Además, el encarnizamiento terapéutico viola el principio de la proporción entre costes y
beneficios, puesto que exige esfuerzos y gastos desmesurados para un mínimo resultado, como
es, el conservar la vida por un breve período de tiempo y en unas condiciones ínfimas (mera
vida vegetativa). Metafóricamente, el ensañamiento, junto con la eutanasia, constituirían las dos
caras de la moneda: el primero consistiría en retardar la muerte, en posponerla y la segunda en
anticiparla. Los problemas del ensañamiento terapéutico son muchos y de gran importancia,
sobre todo porque está en juego la dignidad de la persona; persona que se encuentra en
condiciones de desprotección y debilidad frente al aparato hospitalario. Por una parte y desde el
punto de vista práctico, habría que analizar hasta dónde llega el deber de actuación del médico,
qué medios debe o no utilizar y trazar claramente dichos límites. Por otra parte y a nivel teórico
(el que ahora nos interesa), conviene apuntar que se ha utilizado por los partidarios de la
eutanasia la oposición al ensañamiento como fundamento de la licitud de la eutanasia, algo, a
nuestro juicio, fuera de toda lógica. El hecho de que no se posponga la muerte de un modo
artificial y, por tanto, que se luche por una muerte natural, no implica el reverso de la cuestión,
esto es, que se deba anticipar (también de un modo artificial). De ahí que, en muchas ocasiones,
a los detractores de la eutanasia se les acuse, sin fundamento y precisamente por esta confusión
terminológica existente, de querer prolongar la vida a todo coste. Es perfectamente compatible
el estar en contra de ambas medidas: eutanasia (anticipar) y ensañamiento (postponer).
83
Estos factores han dado lugar a distintos instrumentos legislativos. En este sentido la
Recomendación adoptada por la Comisión de la Salud y Asuntos Sociales del Consejo de
Europa, nº 779, el 29 de enero de 1976, relativa a los derechos de los enfermos y de los
moribundos establece en su punto 6, "convencida de que la profesión médica está al servicio
del hombre para la protección de la salud, para el tratamiento de las enfermedades y de las
heridas, para el alivio de los sufrimientos y del respeto debido a la vida y persona humana, está
convencida de que la prolongación de la vida no debe constituirse en el fin exclusivo de la
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 44
práctica médica y que debe dirigirse por el contrario a aliviar los sufrimientos". Ver la totalidad
de la Recomendación en CASADO, La eutanasia..., 1994, pp. 73-74. (También ver Apéndice).
84
En este sentido, BERLINGUER, G., "Eutanasia e distanasia", en AAVV, Oltre l'eutanasia
e..., 1991, p. 23.
85
En RUBIO CARRACEDO, J., Ética constructiva y autonomía personal, Málaga, Tecnos,
1992, pp. 297 y 306; también en Claves, nº 14: "... autonomía auténtica, esto es, a la vez
responsable y solidaria, lo que implica al menos los siguientes caracteres: 1) autoconstrucción
de sí mismo ...; 2) responsabilidad ante sí mismo y ante los demás ...; 3) solidaridad ...".
Cuestiones éstas sobre las que volveremos más adelante.
86
Vid. ROMEO CASABONA, "El marco jurídico-penal ...", 1987, p. 191.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 45
87
Por lo que se refiere al suicidio, lo primero que hay que dejar claro es la diferencia entre el
concepto vulgar y el jurídico-penal. Desde este último punto de vista, suicidio es toda causación
material de la propia muerte. Sin embargo, en Derecho Penal la doctrina mayoritaria opina que,
para que una conducta sea considerada como tal, se necesitan dos requisitos: 1.- el dominio del
hecho por parte del suicida; de no ser así estaríamos ante otros tipos, y 2.- el carácter imputable
de la víctima, de lo contrario habría un caso de autoría mediata en un homicidio.
88
Suicidio es "todo caso de muerte que resulte, directa o indirectamente, de un acto, positivo, o
negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producir este resultado", en
DURKHEIM, E., El suicidio, Madrid, Akal, Universitaria, 1982, p. 5.
89
Desde el punto de vista objetivo (desvalor de la acción), el hecho de que el ordenamiento no
penalice el suicidio no implica que lo considere un acto adecuado a Derecho sino que, según la
mayoría de la doctrina, constituye un acto neutro (el suicidio carece del carácter de ilicitud
jurídica, por falta de bilateralidad en la relación de hombre a hombre que es nota esencial de lo
jurídico, al ser la alteridad elemento constitutivo de la justicia, cfr. OLESA MUÑIDO, F.F.,
Inducción y auxilio al suicidio, Barcelona, Publicaciones del Seminario de Derecho Penal de la
Universidad de Barcelona, Bosch (ed.), 1958, p. 11), y son razones de política criminal (como la
que la pena que se le pueda imponer al suicida siempre será menor que la meta de su actividad)
las que determinan en último término su no punibilidad. Es más, si lo considerara un hecho
conforme a Derecho, no tipificaría la ayuda o inducción al suicidio como lo hace en el art. 143
del nuevo Código Penal (“1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de
prisión de cuatro a ocho años. 2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que
coopere con actos necesarios al suicidio de una persona. 3. Será castigado con la pena de prisión
de seis a díez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte”.). El caso del
suicidio se podría considerar como un hecho atípico y neutro con relación al Derecho. Lo que
resulta evidente es que en ningún caso es constitutivo de delito ni el suicidio en sí mismo, ni
tampoco el suicidio frustrado.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 46
90
En este orden de cosas y enraizado precisamente en el significado etimológico de la eutanasia,
al que ya aludíamos anteriormente, se observa otro punto de distinción. Aún hoy, con toda la
confusión terminológica implícita en la eutanasia, no se ha perdido la conciencia de que el
"tránsito definitivo" se realice sin dolor o de la mejor forma posible. De ahí que muchos vean en
esto la obligatoriedad de que sean los médicos quienes la apliquen debido a su conocimiento
sobre sustancias que pueden resultar letales. Algunos autores han incluido como elemento
constitutivo del concepto de la eutanasia esta condición (por ejemplo, APOSTEL, “L’euthanasie
comme...”, 1963, p. 30). Sin embargo, el suicidio no lleva implícita esta connotación y muchos
de ellos no son sino muertes verdaderamente atroces (ver D’AGOSTINO, “Eutanasia, diritto...”,
1977, p. 294).
91
“Sin embargo, subsiste una conexión importante entre suicidio y eutanasia voluntaria cuando
uno y otra se realizan con el objeto de evitar una situación insufrible”, en RUIZ MIGUEL, “La
eutanasia...”, 1993, p. 49.
92
Por lo que se refiere al consentimiento, éste está implícito en el concepto de suicidio; y la
piedad puede perfectamente encuadrarse en el concepto de auxilio, ya que este término tiene
connotaciones de solidaridad, compasión, ayuda ... Hay que tener en cuenta, por lo demás, que
la caracterización del “auxilio ejecutivo al suicidio”, tipificado en el art. 143.3 del Código
Penal Español de 1995, (heredero del art. 409.2 del antiguo Código Penal), no es unánime.
Para la mayoría de la doctrina penalista española, es un homicidio consentido; en cambio, un
sector minoritario opina que el dominio del hecho reside hasta el final en la víctima y por lo
tanto que se trataría de una participación con actos ejecutivos en el suicidio. Ver SILVA
SÁNCHEZ, J.M., "Causación de la propia muerte y responsabilidad de terceros", ADP, 1987, p.
465; DÍAZ Y GARCÍA, M., La autoría en Derecho Penal, Barcelona, PPU (ed.), 1991, p. 240.
Ahora bien, los planteamientos de estos dos autores no son del todo coincidentes; mientras
DÍAZ propone una participación ejecutiva en el suicidio, SILVA sostiene que existe una
coautoría entre el tercero y el suicida que se resolvería mediante un concurso de leyes, a favor
del antiguo art. 409.2 (actual art. 143.3 del CP español), en función del principio de
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 47
especialidad. Esta distinción no es baladí a los efectos de subsumir los supuestos de eutanasia en
la normativa penal. Y ello porque, mientras el primer sector acudirá a la normativa vigente (art.
143.4 del nuevo Código Penal Español), el segundo no podrá adecuar dichos casos bajo ese
tipo, en tanto que no hay una participación sino una clara autoría con dominio del hecho por
parte del tercero.
93
Desde un punto de vista jurídico-penal, estamos ante un homicidio stricto sensu cuando se
produce la muerte de un hombre en manos de otro hombre que no constituya, a su vez, figura
autónoma privilegiada por otro tipo específico. Es necesaria, pues, la intervención de dos
sujetos, la relación de causalidad entre la acción y el resultado, y que éste sea de muerte. Esta
definición concordaría en su estructura con la que podríamos dar de eutanasia (ver QUINTANO
RIPOLLÉS, A., voz “Homicidio”, Nueva Enciclopedia Jurídica, vol. XI, Barcelona, Seix (ed.),
1979, pp. 120-121). El hecho de que la muerte en la eutanasia sea por requerimiento de la
víctima junto con la piedad que motiva al sujeto activo transforma el tipo de injusto,
diferenciándolo claramente del de homicidio. Además, teniendo en cuenta que el fin que se
persigue es el de la "buena muerte", no encajaría cualquier modalidad de acción, sino sólo
aquellas que hagan el "paso" más llevadero. A todo ello se añade que el sujeto pasivo tiene que
encontrarse en unas circunstancias especiales, esto es, enfermedad terminal, dolores
insoportables etc. Estas especiales condiciones hacen necesaria la diferenciación de ambas
situaciones.
94
La individualización del asesinato como un tipo autónomo se debe principalmente a las
especiales circunstancias de peligrosidad y maldad que en él se dan. La concurrencia de
circunstancias especialmente graves hacen que una conducta, que objetivamente sería un
homicidio (...) reciba una calificación jurídica distinta (ver QUINTANO RIPOLLÉS, A., voz
"Asesinato", en Nueva Enciclopedia Jurídica, vol. III, Barcelona, F. Seix (ed.), 1978, pp. 39-
46).
95
Respecto a la primera, las concretas y específicas condiciones del sujeto pasivo (el enfermo)
lo sitúan en una total indefensión, frente a la superioridad en todos los planos del sujeto activo
que tiene libertad de movimiento. Sin embargo, dado que no concebimos la eutanasia sino como
una acción llevada a cabo bajo el requerimiento insistente de la víctima, nos parece del todo
incompatible con la presencia de la alevosía (ver en este sentido, BACIGALUPO, E., “El
consentimiento en los delitos contra la vida y la integridad física”, Poder Judicial, número
especial, XII, 1990, p. 149). En el mismo sentido, argumentamos en contra de la presencia de la
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 48
4. TIPOLOGÍA O CLASIFICACIÓN
premeditación, pues si bien puede existir, en un caso típico de eutanasia la única "meditación"
que puede realizar el sujeto activo es la de la indecisión o "sorpresa" ante semejante petición; no
cabría, pues, la premeditación en el sentido y con la finalidad que se recoge en los códigos.
96
Del mismo modo nos parece incompatible con el parricidio, ya que la agravante de parentesco
en este caso funcionaría más bien como atenuante. "En los casos de eutanasia no se produce el
mayor reproche o, si se prefiere, desvalor de la acción que se da en el parricidio o asesinato". En
este sentido CARBONELL MATEU, J.C., "Constitución, suicidio y eutanasia", Cuadernos
Jurídicos, año 2, número 10, julio-agosto, 1993, p. 28.
97
Algunas de ellas, sin embargo, no han hecho, a nuestro entender, sino confundir aún más lo
que es la eutanasia. De ahí que se les atribuya simplemente una relevancia didáctica o, si se
prefiere, meramente informativa sobre las distintas posibilidades que puede presentar la
eutanasia. Otras parecen constituir incluso, como se verá, equívocas interpretaciones de hechos
mal asimilados a la eutanasia. Desde un punto de vista filosófico-jurídico, creemos que sería
conveniente el considerar aquellas diferenciaciones o clasificaciones que presenten alguna
relevancia a la hora de normar esta cuestión, profundizando en los criterios en los que se basan,
su fundamentación, su relevancia en el campo jurídico, su aportación a una mayor clarificación
del concepto de eutanasia, etc. Y ello porque una excesiva complejidad en la terminología y en
las clasificaciones llevaría aparejada una difícil interpretación de la posible normativa, algo no
deseable desde ningún punto de vista.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 49
98
En función de este mismo criterio (el fin de la eutanasia), JIMENEZ DE ASÚA distingue
entre eutanasia libertadora, eliminadora y económica, en Libertad de amar ..., 1984, pp. 408 y
ss. En este sentido, vid. MANTOVANI, F., en "Aspetti giuridici della eutanasia", Rivista
italiana di diritto e procedura penale, aprile-giugno, 1988, pp. 448-449, en donde el autor
distingue entre eutanasia colectivista e individualista, agrupando en el primer grupo la
eugenésica, la económica, la criminal, la experimental, la solidaria y además la profiláctica
(aquella que consiste en la supresión sin dolor de los sujetos afectados por enfermedades
epidémicas). Vid. también IADECOLA, "Eutanasia e ...", 1985, pp. 186-187.
99
Es interesante, a este respecto, la que realiza GRACIA, como ya vimos, analizando las
diversas mentalidades que se han dado en relación a la eutanasia a lo largo de la historia: la
ritualizada, la medicalizada y la autonomizada, en "Historia de...", 1990, pp. 13-27. Ver también
DIJON, "La typologie de l'euthanasie", en Le sujet de droit..., 1982, pp. 532-542.
100
Triste ejemplo de este tipo es el "Programa eutanásico" aprobado por Hitler, al que ya nos
hemos referido.
101
Así, en Esparta, los recién nacidos deformes eran despeñados desde el monte Taigeto, ya que
los ancianos decidían rápidamente si un niño merecía ser o no criado. Es interesante observar
que el fundamento de esta práctica no esté individualizado en la potestas que los padres tenían
sobre los hijos, es decir, como un derecho individual del padre, sino en el primado, típico de la
cultura clásica y griega en particular, como ya vimos, de la polis sobre el ciudadano, de la res
publica sobre todo lo privado. Para Licurgo, los hijos constituían no un bien privado de los
padres, sino de toda la ciudad. Aristóteles, a su vez, en su obra Política nos refería que debía
ordenarse (aparecía configurado como una obligación moral), en cuanto a la exposición o
crianza de los hijos, que no se criara a ninguno defectuoso. Ver sobre esta problemática
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 50
embargo, aunque muchos autores designan esta práctica con el nombre de “eutanasia
eugenésica” 103 , no creemos, como ya apuntamos en su momento, que la misma pueda
VOLTERRA, E., “Esposizione dei nati. Diritto greco e diritto romano”, Novissimo Digesto
Italiano, Vol. VI, 1960, pp. 878-879; GRACIA, “Historia de ...”, 1990, pp. 13-27;
ARISTÓTELES, Política, Madrid, Instituto de Estudios Políticos (ed.), 1970, trad. por Julián
Marías, 1335b, p. 145.
102
Cicerón situaba en las XII Tablas la exposición de los niños deformes (Vid. CICERÓN, Las
Leyes, Madrid, Instituto de Estudios Políticos (ed.), 1970, trad. de Alvaro D’Ors, libro III, 8, 19,
p. 217: “... después, una vez suprimido rápidamente, cual parto evidentemente monstruoso, en
virtud de las Doce Tablas...”). En este sentido, MORDECHAI RABELLO, A., comenta cómo
ya en la IV Tabla existía la “obligación” para muchos, (posibilidad para él), de matar a los hijos
deformes, en interés del infante, e incluso debido también a posibles intereses religiosos, en
Effetti personali della “patria potestas”, I, Dalle origini al periodo degli Antonini, Milano,
Giuffrè (ed.), 1979, pp. 90-93. El paterfamilias podría decidir la exposición de los niños, no
sólo si padecían alguna enfermedad o eran deformes, sino también simplemente por motivos
económicos o de comodidad. El ius vitae ac necis, facultad que se incluía junto con otras en la
patria potestas, otorgaba al padre la posibilidad de matar, si lo consideraba oportuno, a sus
hijos. De este modo, la denominada "eutanasia eugenésica" quedaría legitimada y amparada por
el Derecho romano, dentro de una específica variedad de aquel ius vitae necisque, cual era el ius
exponiendi, potestad del padre de abandonar los hijos recién nacidos a su destino (ver
GUARINO, A., Diritto Privato Romano, 4ª ed., Napoli, Casa Editrice Dott. Eugenio Jovene,
1970, pp. 563-565; GLOTZ, La ciudad..., 1957, pp. 253-254).
103
Jímenez de Asúa entiende por eugenesia "todo aquello que afecta a la selección y a los
métodos, más o menos audaces y hasta inadmisibles, que procuran mejorar la especie humana,
eliminando los tarados y enfermos incurables” (Cfr. JIMENEZ DE ASÚA, Libertad de amar...,
1984, p. 5). Lo que ya no se comprende muy bien es por qué razón, a la hora de definir la
eutanasia, incluye de nuevo la perspectiva eugenésica: "... eutanasia (...) consiste tan sólo en la
muerte tranquila y sin dolor, con fines libertadores de padecimientos intolerables y sin remedio,
a petición del sujeto, o con objetivo eliminador de seres desprovistos de valor vital, que importa
a la vez un resultado económico, previo diagnóstico y ejecución oficiales", (cursiva nuestra),
ibídem, p. 339. Además en dichas definiciones se manifiesta otra contradicción en el momento
de tratar la historia de la eutanasia, al no incluir aquellos hechos que pudieran pertenecer a una
perspectiva eugenésica, sino que se limita única y exclusivamente a aquellos supuestos de
enfermos incurables. Cuestión que, a nuestro modo de ver, habría quedado incluida en la
definición de eugenesia "... métodos inadmisibles que procuran mejorar la especie humana,
eliminando los tarados y enfermos incurables". Se podría entender que con ese segundo párrafo
alude a la perspectiva histórica en la cual se denominó eutanasia a la muerte de todos aquellos
"seres inútiles" para la sociedad etapa nazi, pero de ese modo oscurece lo que es en sí la esencia
de los hechos que se circunscriben en la eutanasia y, si bien podría hacer una referencia en la
parte histórica a lo que fue el programa nazi, llamado eutanásico, parece que no debería haberse
incluido en la definición, porque con ello lo que se consigue es que actualmente se confunda la
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 51
ser incluida dentro del concepto de eutanasia. Opinamos, por tanto, que este tipo de
prácticas puede ser incluido, con más fundamento y para una mejor comprensión del
tema, en la eugenesia. Y ello, porque el objeto de nuestra investigación se encuadra o se
debe encuadrar en un ámbito de aplicación mucho más restringido, si no queremos
confundir más su contenido, cual es el de los enfermos terminales que la requieren para
evitar los sufrimientos que su enfermedad les ocasiona.
La eutanasia criminal designa la muerte sin dolor ocasionada a los individuos
socialmente peligrosos 104 . Pero este tipo de muerte no es eutanasia; es simplemente una
forma de ejecutar la pena de muerte. Las diferencias entre ambos supuestos son
evidentes; los únicos puntos coincidentes que se pueden encontrar entre ambas
categorías estriban en la muerte sin dolor y en el hecho de la intervención del médico.
Ahora bien, cuando se provoca la muerte indolora de los condenados, el médico está
actuando en calidad de médico-verdugo para administrar los fármacos pertinentes con el
fin de que el traspaso de la vida a la muerte se produzca de la forma menos dolorosa
posible 105 . Sin embargo, las motivaciones, los fundamentos y los principios que
inspiran una y otra son manifiestamente distintos 106 .
A su vez, la llamada eutanasia económica consiste en la eliminación de los
enfermos incurables, de los locos, de los inválidos, de los ancianos, etc. ..., con el fin de
petición eutanásica con el afán de librarse de aquellos que son un "estorbo" para el desarrollo
social. Ver, en este sentido, SIMILI, "Eutanasia", 1951, p. 4: "... eutanasia se refiere
exclusivamente a la muerte dulce dada por terceros al moribundo bajo su petición para poner fin
a sus sufrimientos, (...), eugenesia, sin embargo, se refiere a la elección de los medios para el
mejoramiento de la especie, no excluyendo aquellos que tienden a la supresión de los sujetos
tarados y deficientes, a la esterilización de los criminales o tendencia a la eliminación de los
pesos muertos de la sociedad ...".
104
Esta denominación no tiene nada que ver con la posible incriminación de la eutanasia como
conducta tipificada como delito en un Código Penal. Vid. IADECOLA, "Eutanasia e ...", 1985,
pp. 186-187.
105
Esta práctica está teniendo lugar actualmente en EEUU, no sin la consabida y, por otra parte,
fundada protesta del colectivo médico, que ve alejarse esta función del papel que,
tradicionalmente, tienen asignado en la sociedad (sanar y no matar).
106
Ver, sobre esto, NINO, "La autonomía ...", 1992, pp. 60-61.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 52
107
De nuevo aquí existe una errónea interpretación del concepto de eutanasia. Desde nuestro
punto de vista, no pueden aparecer en el mismo plano temas y supuestos tan diversos como son
el que una persona en estado irreversible requiera que se le ayude a morir y la eliminación
sistemática de aquéllos que, por sus especiales condiciones, no sólo no producen nada para la
sociedad, sino que, además, constituyen una carga onerosa importante. El denominar a estas
situaciones con el mismo vocablo nos parece cuanto menos equívoco, no ya por no
corresponder el significante con el significado, sino por inducir a error en el momento de
plantear el problema de la licitud moral y/o posible legalización de la eutanasia, confundiendo
esto no sólo a la opinión pública sino incluso a los mismos especialistas en la materia. No
obstante, dada la importancia en nuestra sociedad del factor económico, no estará de más tenerlo
presente en el momento de la valoración crítica.
108
¿Qué tiene que ver la muerte pedida voluntariamente por un enfermo incurable con la muerte
dada a una persona para experimentar con ella? ¿Quizás que se utilice a los enfermos incurables,
precisamente por su estado irreversible, para realizar dichas prácticas y/o que la muerte se
practique sin dolor ...? No parece suficiente.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 53
sufrimientos de la persona que los padece 109 , lo que implica una connotación altruista,
compasiva, solidaria. Por ello, parece que hablar de “eutanasia piadosa” implicaría una
cierta redundancia.
En todo caso, ha de tenerse en cuenta que esta clasificación por referencia a la
finalidad presupone un concepto de eutanasia excesivamente restringido. En efecto, lo
único común a los tipos anteriormente mencionados es la forma indolora en la que se
produce la muerte; ningún otro elemento de la eutanasia se ha tenido en cuenta. De ahí
se seguiría que siempre que haya producción del óbito de un modo "dulce", sin
sufrimientos, estaríamos ante la eutanasia, independientemente de los motivos del
agente o las circunstancias de la víctima. Pero esta conclusión sería difícilmente
defendible.
109
Esto, sin embargo, no nos puede hacer olvidar que muchas veces bajo esta intención o
motivo se pueden esconder los motivos más abyectos. Simplemente nos tenemos que hacer esta
pregunta: ¿a quién beneficiaría la legalización de la eutanasia? No hace falta pensar mucho para
observar cómo una gran parte del presupuesto de un Estado se emplea en el cuidado de los
enfermos terminales, de los ancianos, de los que no producen nada. Otro factor es el hastío y la
carga que muchas de estas personas suponen para sus familiares cuando se dan cuenta de que la
existencia de los enfermos es un impedimento más que una satisfacción, o cuando no, están
única y exclusivamente pensando en la herencia que les podrían aportar.
110
Aunque actualmente se tiende a desechar tal distinción por la confusión que implica en
algunos casos limítrofes.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 54
identifica con el resultado de muerte del paciente terminal, cuando es causado por la
omisión de un tratamiento terapéutico necesario 111 .
Sin embargo, esta distinción tiene también otro sentido que está conectado al
significado inmediato de los términos “activa” y “pasiva”. Así, la eutanasia activa en
cuanto es producida o provocada por alguien (la eutanasia desde el punto de vista del
autor) y pasiva en cuanto es sufrida o recibida (es decir, la eutanasia desde el punto de
vista del sujeto paciente). Sea cual sea su sentido, lo que sí está claro es que la
distinción entre eutanasia activa y eutanasia pasiva 112 se hace por referencia a la
modalidad de acción, entendida ésta en un sentido naturalista-ontológico. Lo más
problemático de esta distinción es su repercusión directa en la valoración tanto moral
como jurídica de la eutanasia. Veámoslo más detenidamente.
La distinción entre hacer y dejar de hacer en el plano naturalista es simple y
nítida, pero en el plano normativo dicha diferenciación se complica más 113 . Sin lugar a
dudas, estamos en presencia de una distinción oscura y de líneas difusas. Incluso "con el
fin de aclarar más esta situación", muchos autores introducen nuevas subclasificaciones
(atendiendo asimismo a la modalidad de acción) dentro de cada tipo 114 , con lo cual se
111
Por ejemplo, se omite el someter a tratamiento a una persona que, aún encontrándose en
situación terminal, podría tener alguna esperanza de recuperación o, no se trata una enfermedad
interrecurrente con la originaria o se suspende el tratamiento ya iniciado. En todos estos
supuestos lo que se da es un "omitir el tratamiento de un paciente grave pero con posibilidades
de supervivencia aunque ésta sea cualitativamente muy inferior a la anterior a la enfermedad o
accidente que condujo a tal estado, pero también cuando el fallecimiento resulte previsible, pero
no de forma inmediata", como ha escrito ROMEO CASABONA, "El marco jurídico-penal...",
1987, p. 198. Podría hablarse, en consecuencia, más que de “eutanasia activa” y “eutanasia
pasiva”, de “eutanasia por acción” y “eutanasia por omisión”.
112
Algunos autores hablan de positiva y negativa. Ver REVERTE, Las fronteras ..., 1983, p.
101; WILLIAMS, (ed.), "To live and ...", 1974, pp. 90-93.
113
Cfr. ROXIN, C., Problemas básicos del Derecho Penal, Madrid, Reus (ed.), 1976, p. 226.
114
Así, por ejemplo, dentro de la eutanasia pasiva distinguen dos modalidades: la omisiva -
supresión de determinados procedimientos terapéuticos- y la activa -desconexión del respirador-
. Vid. ZUGALDIA, "Eutanasia y homicidio ...", 1987, p. 287; GIMBERNAT ORDEIG, E.,
"Eutanasia y Derecho Penal", Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Granada, Homenaje al Prof. José Antonio Saínz Cantero, 1987, p. 107.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 55
ensombrecen aún más los límites entre una y otra modalidad. Desde el punto de vista
jurídico, es necesario aclarar si esa distinción entre quitar la vida de una persona y dejar
morir está fundada racionalmente.
La distinción entre acción y omisión ha llevado siempre a considerar ésta como
menos grave que la primera. Desde el punto de vista del sentido común, la omisión, aun
cuando tuviera el mismo resultado que la acción, era considerada "menos mala". Los
argumentos que favorecían y favorecen, entre otros, esta distinción pueden resumirse en
estos cinco que ha señalado Nino: 1. Diferente probabilidad del resultado 115 , 2.
Consideración de los efectos colaterales 116 , 3. Identificación y determinación de las
víctimas 117 , 4. Resistencia a imitar a Dios en decidir quiénes deben morir o sufrir
otros daños 118 y 5. Si suprimiéramos dicha distinción, recaerían sobre nuestras
espaldas todos los infortunios del mundo 119 .
Esta teoría, asumida matizadamente en el ámbito jurídico, ha conducido a que
las omisiones tuviesen un disvalor menor que las acciones. En el ámbito jurídico
siempre ha habido más reticencia para adscribir efectos causales a las omisiones
115
"Se supone que, cuando se trata de una omisión, el resultado nocivo es menos cierto que en
el caso de un acto positivo, ya que existe la posibilidad de que algún factor adicional intervenga
precluyendo el daño”: NINO, Ética ..., 1984, p. 198.
116
"Se sostiene que un acto positivo -como el de colocar una bomba en un hospital- tiene
consecuencias nocivas, además del efecto directo de provocar la muerte de gente, que no se dan
en el caso de una omisión -como la de abstenerse de asignar fondos suficientes a los hospitales.
El acto positivo de matar implica generalmente una escena de horror, que da lugar a
sentimientos de indignación e inseguridad en el público, de terror en las víctimas, y de culpa y
remordimiento en el agente": Ibídem. p. 198.
117
"Mientras un acto positivo de, por ejemplo, matar, es siempre un acto dirigido contra alguien
en particular, el mero dejar morir no involucra el conocimiento de las víctimas, que son
indeterminadas": Ibídem, pp. 198-199.
118
Esta resistencia se manifiesta claramente cuando debemos decidir, por ejemplo, cómo
distribuir recursos médicos escasos. Se supone que los actos positivos son más arrogantes que
los negativos, y que la mera abstención de actuar en un caso como el mencionado no implica
elegir entre vidas humanas, Ibidem: p. 199.
119
Ibidem, pp. 197-200.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 56
(recordemos la máxima atribuida a Saliceto: "ex nihilo nihil fit", "de la nada, nada
puede resultar") 120 . Esta idea, de que es imposible adscribir causalmente un resultado a
un hecho negativo, proviene de una concepción equivocada de las causas como "fuerzas
motoras", como algo que implica movimiento y que, a través de las leyes físicas,
transmite ese movimiento a otros objetos 121 . Hart y Honoré son del mismo parecer: no
es cierto que los enunciados negativos, no describan "nada"; ellos describen un estado
de cosas 122 tan real como el que describen los enunciados positivos; unos y otros
constituyen formas de dar cuenta de la realidad. Así, apuntan dichos autores cómo en
muchas ocasiones atribuimos efectos causales a las omisiones: por ejemplo, la falta de
lluvias fue la causa de la pérdida de la cosecha o el fallo del guardagujas para accionar
la palanca fue la causa del accidente 123 .
Sin embargo, el concepto de omisión que utilizamos los juristas difiere en gran
medida del de omisión en sentido ontológico. Y esto porque, al ser conceptos
normativos y contra lo que en un principio desde una metodología naturalista pudo
120
En este sentido, VON WRIGHT: "una omisión está usualmente "constituida" por la
ejecución de cierta acción; en relación a un ejemplo en que alguien se entretiene leyendo y
omite cerrar la canilla de la bañadera inundando el baño, afirma este autor que la omisión de
cerrar la canilla no "consiste" en el hecho de que la canilla esté abierta, "consiste" en el hecho de
que el agente está leyendo combinado con el hecho de que podía en esa ocasión cerrar la
canilla", cit. en NINO, C.S., en Introducción a la filosofía de la acción, Buenos Aires, Eudeba
(ed.), Colección Temas, 1987, p. 95. Es más, la mayoría de la doctrina jurídico-penal admite que
"los tipos de omisión se refieren a la no verificación de una determinada conducta, por lo que se
realizan dichos tipos si tiene lugar una conducta distinta a la prevista. Es decir, lo que es causa
del resultado dañoso no es en sí la omisión sino la conducta alternativa realizada en lugar de la
prevista”. Cfr. MIR PUIG, S., Derecho Penal. Parte General, 3ª ed., Barcelona, PPU, 1990, p.
320.
121
Cfr. NINO, Ética..., 1984, p. 202.
122
Estado de cosas que se puede perfectamente conectar con el concepto que de acción da VON
WRIGHT: "las acciones están intrínsecamente relacionadas con los hechos que ocurren en el
mundo. Un hecho o suceso es un cambio en el tiempo de un cierto estado de cosas a otro estado
de cosas", en VON WRIGHT, G.H., Norma y acción. Una investigación lógica, Madrid, Tecnos
(ed.), 1970, p. 54, trad. por Pedro García Ferrero.
123
Cfr. HART, H.L.A./HONORE, T., Causation in the law, 2ª ed., Oxford, Clarendon Press,
1985, 1ª ed., 1959, p. 16: "Las causas particulares (...) incluyen no sólo hechos positivos, sino
también el fallo de sucesos que debían suceder, o el fallo o la omisión de actos de los seres
humanos". En este mismo sentido, NINO, Introducción a la filosofía ...., 1987, p. 98.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 57
124
En RUIZ MIGUEL, A., “La eutanasia: algunas complicaciones”, Boletín de la Institución
Libre de Enseñanza, nº 17, agosto, 1993, pp. 50-51. La misma distinción se produce en el
ámbito del Derecho penal mediante la diferenciación entre los tipos de omisiones puras y los de
comisión por omisión, siendo, en el primer caso, la omisión propiamente dicha desvalorada; en
el segundo, la omisión se equipara en su tratamiento jurídico a la acción siempre que se cumplan
unos requisitos determinados, variables según las concepciones de este tipo. La
mayoritariamente aceptada por los penalistas es la denominada posición de garante, que se da
cuando corresponde al sujeto una específica función de protección del bien jurídico afectado o
una función personal de control de una fuente de peligro, en ciertas condiciones. Otra más
restrictiva es la defendida por SILVA SANCHEZ, en la que exige, para apreciar comisión por
omisión, además de la posición de garante la concurrencia de una identidad estructural y
material en el plano normativo entre la situación omisiva a enjuiciar y el hecho comisivo. Más
restrictiva aún es la que, siguiendo a GIMBERNAT, mantienen LUZON PEÑA y DIAZ Y
GARCIA, según la cual la posición de garante no es suficiente para estar ante una comisión por
omisión, sino que ésta requiere que la omisión cree o aumente el riesgo para el bien jurídico.
Ver, MIR, Derecho Penal..., 1990, pp. 333-335.
125
Ver RUIZ MIGUEL, “La eutanasia...”, 1993, p. 51.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 58
determinada omisión. Cada una de las omisiones pueden dar lugar a distintos grados de
reprochabilidad del "autor" y las consecuencias jurídicas de ciertas omisiones se pueden
acercar sobremanera a las de una acción concebida en sentido naturalista.
Por lo tanto, es necesario comprobar en el caso que nos ocupa si la omisión
constitutiva de eutanasia pasiva puede tener las mismas consecuencias jurídicas que la
activa o si puede haber eutanasia en comisión por omisión. Para saber si las
consecuencias jurídicas que se derivan de la "eutanasia por acción" y las que provienen
de la "eutanasia por omisión" coinciden, es indispensable analizar la función que en
estos supuestos ejerce el agente. Desde este punto de vista, no es lo mismo una omisión
de un agente que es ignorante de la situación, que la de otro que, no sólo no la ignora,
sino que además tiene la obligación jurídica o no de actuar 126 . Como consecuencia de
esto, la distancia entre la responsabilidad por omisión y la responsabilidad por acción,
desde un punto de vista normativo, será mayor o menor dependiendo, no ya de la acción
humana, sino dependiendo de la posición que ocupe el agente respecto del bien jurídico
protegido, pudiendo llegar a considerársele idénticamente a la acción, con lo que nos
separamos de la posición ontológico-naturalista.
En el supuesto de la eutanasia, si tenemos en cuenta que normalmente se plantea
en el ámbito hospitalario, no será lo mismo, a efectos de adscripción de responsabilidad,
la omisión del médico que atiende al enfermo que la de, por ejemplo, un familiar que
está de visita en el hospital. El médico, en este supuesto, no sólo no es ignorante de la
situación, sino que va a ser él mismo el que, conocidas las circunstancias que rodean el
caso concreto, no aplique el tratamiento, lo que no implica que sea él el que lo decida.
Estaríamos en presencia de un deber especial por parte del médico. Por ende, en el
aspecto penal, la omisión en este supuesto no se la calificaría como un delito de omisión
pura (v.gr., omisión de socorro), sino que entraría dentro de otro tipo más grave (v. gr.,
ayuda o auxilio al suicidio). Ahora bien, para conocer el grado de responsabilidad del
médico, será indispensable analizar hasta dónde llega el deber de actuación del médico,
ya que será determinante para valorar las consecuencias jurídicas de la omisión y, por
126
Vid. la teoría penalista de la posición de garante, anteriormente mencionada.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 59
127
Entendida ésta en un sentido amplio.
128
Vid. HART/HONORÉ, Causation..., 1985, p. 33.
129
"Es obvio que, cuando perseguimos una conexión causal en casos particulares a través de una
secuencia de hechos, tenemos que tener en cuenta, no sólo las generalizaciones que pueden
informarnos sobre las clases de hechos que son necesarios o suficientes condiciones para que
ocurran otros, sino también en consideraciones de otro orden, concernientes al modo en el que
las generalizaciones pueden ser combinadas o aplicadas en casos particulares", en
HART/HONORÉ, Causation..., 1985, p. 13.
130
Vid. HART/HONORÉ, Causation..., 1985, pp. 33-41.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 60
generalizada entre los juristas de que es esencial para la existencia de una omisión el
que la acción que se omite sea una acción esperada 131 implica que la omisión deba ser
"inesperada", o sea, que debe suponer un apartamiento de cierta rutina o procedimiento
habitual. Cuanto más fuerte es la expectativa de una conducta positiva, tanto más
estamos inclinados a ver su omisión como anormal en contraste con las demás
condiciones del contexto en que el resultado se produce. La expectativa que convierte a
un acto negativo en algo anómalo puede ser más o menos fuerte, lo que hace que la
adscripción de efectos causales a una omisión no sea una cuestión de "todo o nada",
sino una cuestión de grado.
Se afirma, por otro lado, que un factor no es causal cuando se puede imaginar la
misma secuencia de acontecimientos en ausencia de ese factor 132 . Tesis equiparable a la
doctrina penalista que afirma que estamos en presencia de comisión por omisión cuando
ésta crea o aumenta el riesgo para el bien jurídico.
Trasladando la aportación teórica al plano práctico, al problema concreto de la
eutanasia, será necesario reflexionar y profundizar en la posibilidad de considerar la
omisión de un determinado tratamiento como la causa del fallecimiento del enfermo
terminal. Para ello es indispensable conocer de qué clase de tratamiento se trata. ¿Se
puede considerar como normal su omisión, como algo que se realiza comúnmente por la
praxis médica? Si así fuera, no tendríamos inconveniente en admitir que dicha omisión
no constituye la causa de la muerte, sino que sería el curso natural de la enfermedad el
que habría producido el óbito. Sin embargo, si lo que se evita es un tratamiento
necesario, un tratamiento que podría aportar cierta mejoría o esperanza de recuperación
al paciente sin un elevado sufrimiento, un tratamiento que, generalmente, se aplica a
enfermos con las mismas características, entonces estaríamos en disposición de concluir
que dicha omisión sí sería la causa del fallecimiento y no una mera condición del
mismo 133 . Por lo tanto, tendría la consideración de acción (comisión por omisión).
131
En este sentido, NINO, Introducción..., 1987, p. 96.
132
Vid. HART/HONORÉ, Causation..., 1985, p. 443.
133
El ordenamiento jurídico positivo español, antes de la modificación sufrida por la entrada en
vigor del nuevo Código Penal en 1995 (ahora ya es evidente tal distinción), diferenciaba, a
nuestro entender, haciendo una interpretación sistemática y teleológica de sus normas la
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 61
eutanasia activa de la pasiva: la primera se incluiría en el art. 409.2 del CP, mientras que la
segunda, de acuerdo con el art. 10.6 de la LGS quedaría impune por estar justificada por el
consentimiento del paciente, si bien existen distintas interpretaciones al respecto, como ya
veremos. Esta distinción abismal, por otra parte, hace que se nos planteen ciertas dudas y
críticas acerca de tal regulación. En primer lugar y ciñéndonos única y exclusivamente a la
problemática entre activa y pasiva, en aras de diferenciar unas omisiones de otras sería necesaria
una distinción de las terapias que pueden ser omitidas y cuáles no, ya que según el art. 10.6 de
la LGS, los tratamientos a los que se puede negar el usuario no están clasificados por las
consecuencias que pudieran producir en su salud o integridad física. En segundo lugar, dentro
de dicha renuncia habría casos constitutivos de eutanasia pasiva por producirse la muerte, pero
otros no lo serían. Sería deseable poner de manifiesto dicha diferencia valorativa entre los
distintos supuestos.
134
En este sentido, como ejemplo paradigmático, se puede recordar el ya famoso caso de Karen
Ann Quinlan, que fue desconectada de un respirador y continuó viviendo durante 10 años más,
cuando se creía en su muerte inminente. Vid. PONZANELLI, G., "Il diritto a morire: l'ultima
giurisprudenza della Corte de New Jersey", Foro Italiano, 1988, Parte IV, pp. 292-301; del
mismo autor, "Nancy Cruzan, la Corte Suprema degli Stati Uniti e il 'right to die'", Foro
Italiano, 1991, Parte IV, pp. 72-75: KOPP, C.E., "The case of Karen Quinlan", in Euthanasia.
The moral issues, Robert M. Baird and Stuart E. Rosenbaum (eds.), Buffalo, New York,
Prometheus Book, 1989, pp. 35-43; FLECHA/MUGICA, La pregunta moral..., 1985, p. 77 y ss;
MONGE, F., ¿Eutanasia?, Madrid, libros mc, Ediciones Palabra, 1989; HUMPRY/WICKET,
El Derecho a morir..., 1989, pp. 151 y ss.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 62
135
Vid. en este sentido, GAFO, J., 10 Palabras clave en Bioética, Estella (Pamplona), Ed.
Verbo Divino, 1993, p. 96.
136
Vid. Dichiarazione della Congregazione ..., 1980. Ver el texto íntegro en Apéndice. Sobre la
misma, vid. GAFO, 10 Palabras..., 1993, p. 104 y ss; GAFO, La eutanasia..., 1990, p. 117 y ss.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 63
significa no centrarse en las características de las terapias médicas usadas, sino tener
también muy en cuenta el conjunto de circunstancias que rodean al propio enfermo 137 .
No estimamos, sin embargo, que esto aporte nada nuevo a la anterior distinción.
Continúan siendo los médicos los que deberán decidir sobre el tratamiento adecuado,
teniendo en cuenta la voluntad del enfermo, su situación personal y los medios con los
que se cuente. Esto no quiere decir que por el hecho de suspender el tratamiento se haga
lo mismo con las curas. Es más, creo que es en este momento cuando debería comenzar
la labor de la Medicina Paliativa 138 .
De acuerdo con estos argumentos esgrimidos, la distancia entre eutanasia activa
y pasiva, desde un punto de vista normativo, sería mínima y sin apenas relevancia. Es
decir, la distinción convencional entre el comportamiento activo y el pasivo que
conducen al mismo resultado dañoso parece ir a cuestas de una diferencia fáctico-
ontológica moralmente irrelevante.
En conclusión, parece que entre la eutanasia activa y pasiva no existe
diferencia 139 , siempre y cuando se tengan en cuenta todas las consideraciones que
137
Vid. GAFO, 10 Palabras..., 1993, p. 105.
138
Debido a la necesidad de que el paciente reciba cuidados paliativos para, de este modo, hacer
más llevadero sus últimos momentos, es por lo que consideramos criticable el art. 10.9 de la
Ley General de Sanidad española que obliga al alta voluntaria, una vez que el paciente ha
rechazado un determinado tratamiento: "Todos tienen los siguientes derechos con respecto a las
distintas administraciones públicas sanitarias: a negarse al tratamiento, excepto en los casos
señalados en el apartado 6; debiendo, para ello, solicitar el alta voluntaria, en los términos que
señala el apartado 4 del artículo iguiente". El art. 11.4 reza como sigue: "Serán obligaciones de
los ciudadanos con las instituciones y organismos del sistema sanitario: firmar el documento de
alta voluntaria en los casos de no aceptación del tratamiento. De negarse a ello, la Dirección del
correspondiente Centro Sanitario, a propuesta del facultativo encargado del caso, podrá dar el
alta".
139
En este sentido, BOCKELMANN elimina toda diferencia si el médico realiza conductas
activas u omite medidas de conservación, en KAUFMANN, A., "¿Relativización de la
protección jurídica de la vida?", CPC, nº 31, 1987, p. 40; FARRELL, M.D., "La justificación
ética de la eutanasia", CPC, 1983, p. 11; GLOVER, J., Causing death and saving lives, Penguin
Books, Middlesex, 1977, p. 95; RACHELS, J., The end of life, Euthanasia and Morality,
Oxford, Oxford University Press, 1986, pp. 106-123; SINGER, P., en Democracia y
Desobediencia, Barcelona, Ariel, 1985, p. 108, trad. por Marta I. Guastavino.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 64
140
Vid. SINGER, P., Ética práctica, Barcelona, Ariel (ed.), 1984, trad. por Marta I. Guastavino,
pp. 162 y ss. Esta misma clasificación la adopta ATIENZA, en Tras la..., 1993, en el capit. IV,
"Cuestiones de vida o muerte", pp. 88-143; FERRATER MORA,J./COHN, P., Ética aplicada.
Del aborto a la violencia, Madrid, Alianza (ed.), 1982, p. 94. NINO, en "La autonomía ...",
1992, p. 57, limita la distinción a voluntaria e involuntaria. A este respecto, FARRELL, en "La
justificación de...", 1983, p. 4, identifica la eutanasia con la eutanasia voluntaria arguyendo que
la no voluntaria "es un acto de naturaleza tan diferente que bien merece un nombre también
diferente". Asimismo esta distinción es puesta de manifiesto por la mayoría de los penalistas,
vid. Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, homenaje al prof. José
Antonio Saínz Cantero, núms. 12 y 13, 1987. Algunos autores diferencian entre eutanasia
voluntaria, involuntaria y no querida o indeseada, ver RUIZ-MIGUEL, “La eutanasia...”, 1993,
p. 47.
141
En este sentido, GASCÓN ABELLÁN, en "Problemas ...", 1992, p. 83, se refiere a tal
distinción como "poco clarificadora para aclarar el concepto de eutanasia".
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 65
142
En este sentido, DOYLE, en "The ethics of ...", 1990, p. 243.
143
En la doctrina penal, se plantean problemas en relación con este tipo de eutanasia, debido a
que el resultado muerte se considera como probable, aunque no fuese directamente buscado
(cuestión del dolo eventual). Esta última forma o tipo de eutanasia es admitida en todos los
foros: jurídico, médico, ético, religioso. Incluso actualmente los médicos participan de la idea de
que el calmar el dolor a sus pacientes constituye un deber primordial dentro de sus funciones en
la medida que los medios y la lex artis lo permitan y siempre y cuando se adecue a la voluntad
del paciente, (ver entre la abundante literatura médica sobre esta cuestión, por ejemplo,
HERRANZ, G., “El paciente terminal y la ética de la medicina paliativa”, Cuadernos de
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 66
Bioética, nº 16, 4ª, 1993, en concreto las páginas 9-19, en donde realiza un recorrido por los
textos deontológicos relativos a la Medicina paliativa (Declaración de Venecia de octubre de
1983 de la Asociación Médica Mundial, el art. 25.2 del Código de Ética y Deontología médica,
el art. 18 del Código Deontológico de la Enfermería Española de 1989, Declaración sobre la
Eutanasia de 1987 de la Comisión Central de Deontología), así como el compendio Cuidados
Paliativos. Recomendaciones de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, publicado por la
Secretaría General Técnica del Ministerio de Sanidad y Consumo. Vid. en el ámbito italiano,
D'AGOSTINO, F., "L'eutanasia come problema giuridico", Archivio Giuridico, 1987, p. 38).
Esta es también la opinión de la Iglesia Católica desde los tiempos de Pío XII: “Si no existe otro
medio y si no va en contra de otros deberes morales y religiosos, se pueden usar narcóticos que,
al suprimir el dolor, suprimen igual la vida (PÍO XII, “Discorso ai partecipanti al Simposio
internazionale su ‘Anestesia e persona umana’”, Acta Apostolicae Sedis, 24 febbraio 1957).
144
Cfr. RUIZ-MIGUEL, “La eutanasia...”, 1993, p. 53.
145
Vid. KAUFMANN, A., "¿Relativización de la protección jurídica de la vida?", Cuadernos de
Política Criminal, nº 31, 1987, p. 47. Estas distinciones tienen sin duda una notable relevancia
moral y jurídica que está vinculada a la doctrina del doble efecto, doctrina según la cual es lícito
emprender una acción que tiene dos efectos, uno bueno y otro malo, si el agente, aun
conociendo y previendo ambos, sólo desea el bueno como fin de su acción y el efecto malo no
es un medio para el bueno, sino que se produce de forma concomitante (Vid. RUIZ-MIGUEL,
“La eutanasia...”, 1993, p. 54). Tiene asimismo proyección al campo jurídico, de tal modo que
la mayoría de la doctrina coincide en afirmar que, en estos casos, si bien pudiera haber dolo
eventual, la conducta estaría totalmente justificada en base al cumplimiento del deber del
facultativo, ya que, si no es posible ni la curación ni la estabilización de la situación, el único
comportamiento exigible al médico estriba en aliviar los sufrimientos del enfermo, aun a
sabiendas de que los fármacos administrados pueden acortarle la vida (En este sentido,
MARTÍN GÓMEZ, M.,/ALONSO TEJUCA, J.L., "Aproximación al problema de la eutanasia",
La Ley, 17 julio 1992, p. 6. Otros autores entienden que “la administración de analgésicos (...)
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 67
5. CONCEPTO
Teniendo presentes los diversos enfoques desde los que es vista y analizada la
eutanasia, el lector se preguntará si esta diversidad de perspectivas puede conducir hasta
un concepto unitario, al menos descriptivo, de lo que es la eutanasia, como exige la
no supone la creación de un riesgo permitido. Esto es, la conducta será atípica por ausencia de
imputación objetiva. Esta requiere que la acción cree un riesgo jurídicamente desaprobado de
lesión del bien jurídico, riesgo que deberá materializarse en el resultado típico. Pues bien, la
conducta del médico, respetuosa con la lex artis, (...), no sobrepasa el límite de lo social y
jurídicamente tolerado”: VALLE MUÑIZ, J.M., “Relevancia jurídico-penal de la eutanasia”,
CPC, 1989, nº 37, p. 183).
146
Por ejemplo, DÍEZ RIPOLLÉS, J.L., “Eutanasia y Derecho”, AFD, 1995, p. 89, propone la
de eutanasia terminal, eutanasia paliativa y eutanasia cualitativa, combinando determinadas
situaciones clínicas desfavorables con la secuencia temporal por medio de la cual se produce la
muerte. D'AGOSTINO, en "L'eutanasia ...", 1987, p. 34, distingue entre eutanasia propia e
impropia, advirtiendo que "su distinción es puramente ocasional y se debe al hecho de que
parece que la eutanasia propia pueda ser válidamente defendida con la lógica de un derecho
iluminado y secularizado, como el de los ordenamientos jurídicos contemporáneos, y ser por
tanto, no sólo despenalizada, sino convertirse en objeto de un normal procedimiento sanitario-
administrativo, mientras que la impropia no parece que pueda tener ciudadanía en el interior de
la lógica propia del derecho contemporánea." También SGRECCIA, "Guida medica ...", 1987,
p. 253, distingue tres tipos de eutanasia, según el sujeto al que se le practique: sobre el enfermo
grave y terminal, la neonatal y la social (esta última es la que se funda en razones socio-
económicas).
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 68
147
De hecho, el nuevo Código Penal español en su art. 143.4 en donde se recoge la figura de
la eutanasia no especifica el sujeto activo de la conducta: “El que causare o cooperare
activamente con actos necesarios a la muerte de otro, por petición expresa, seria e inequívoca
de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría
necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de
soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los
números 2 y 3 de este artículo.”.
148
Nos referimos a estos grupos de personas en tanto que son los más cercanos al enfermo y,
por lo general, sufren la enfermedad con ellos, alimentando así un mayor grado de compasión.
De hecho, muchos de los casos que han llegado a los tribunales extranjeros constituyen
supuestos en los que el sujeto activo es normalmente un familiar.
149
Como es el caso de Holanda, cuya legislación prevé el delito de homicidio consentido en el
art. 293 del Código Penal y, a su vez, una ley recientemente aprobada contempla la excepción
para los supuestos en los que el sujeto activo sea un médico y se cumplan unas determinadas
condiciones, como se verá más adelante.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 69
150
Sobre todo en el ámbito anglosajón donde la legislación es particularmente estricta respecto a
los médicos, siendo éstos frecuentemente objeto de persecuciones judiciales por intervenciones
más bien leves.
151
Así lo expresaba el antiquísimo Juramento de Hipócrates, aún vigente para el colectivo
médico.
152
Semejantes argumentos se han esgrimido ante la figura médico-verdugo que se está
formando debido a la ejecución de la pena de muerte llevada a cabo por medio de una inyección
letal.
153
Afirmación que, no obstante, es necesario tomar con reservas, porque el índice de petición de
eutanasia entre los enfermos terminales es muy bajo. Se puede decir que, en ocasiones, la
eutanasia es un problema que nos planteamos más los sanos que los que se encuentran en dichas
condiciones y, por otra parte, también se puede hablar de eutanasia cuando el paciente se
encuentra en casa, no es exclusivo de los hospitales.
154
En contra de que sean los médicos los que apliquen la eutanasia, SHENMON, D.A., “Active
Voluntary Euthanasia: A needless Pandora’s Box”, en BAIRD/ROSENBAUM, Euthanasia...,
1989, pp. 129-140, en concreto, pp. 137-138: “Los que defienden la eutanasia reclaman la
utilización de la profesión médica para sus propios propósitos, sin darse cuenta del daño
irreparable que se puede ocasionar a la sociedad transformando la imagen pública del médico de
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 70
Por otro lado, en no pocas ocasiones los miembros de las Asociaciones en pro
del derecho a morir con dignidad, han sido requeridos por enfermos terminales que
reclaman ayuda para morir, algo que, si bien es rechazado en sus estatutos ya que éstos
en ningún caso pueden estar al margen de la ley, ha ocurrido en alguna ocasión.
Lo que sí parece claro es que quien no podrá tener nunca la condición de sujeto
activo será la persona misma, ya que esta hipótesis conduciría, no a un caso de
eutanasia, sino a un supuesto de suicidio eutanásico 155 .
un sanador a un asesino”. Este mismo autor rebate los argumentos que se han esgrimido a favor
de que sean los médicos quienes practiquen la eutanasia. Así respecto al hecho de que son los
médicos los que conocen las “mejores” drogas para producir la muerte sin dolor, alude a que
cualquiera puede encontrar en un libro de toxicología la droga mejor. Por lo que se refiere a que
la razón real es que la intervención del médico da un aire de respetabilidad y de credibilidad a la
práctica de la eutanasia, el autor responde que precisamente en el régimen nazi, el
mantenimiento de una fachada de respetabilidad fue la que mantuvo a los médicos al frente de
los tratamientos especiales.
155
En este trabajo, se considera que cualquier persona distinta del sujeto pasivo puede ser sujeto
activo de una actuación eutanásica. No obstante, se considera de forma particular la posibilidad
de que sea precisamente el médico el encargado de realizarla, la fundamentación de tal opción y
los problemas jurídicos que implicaría.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 71
una persona que por una lesión grave o una enfermedad se encuentra en la fase final de
su vida sin ninguna esperanza objetiva de recuperación 156 . Tampoco se tratarán aquellos
supuestos en los que la persona ha perdido toda capacidad de raciocinio y se encuentra
en un estado vegetativo o comatoso. Nos referimos única y exclusivamente a los casos
de eutanasia requerida por una persona que mantiene lúcidas sus facultades mentales 157 .
La concurrencia de la voluntad del enfermo es crucial en el análisis que venimos
realizando e implica determinar dos cuestiones: 1.- por un lado, la necesidad de conocer
objetivamente la situación de enfermedad terminal; 2.- por otro, analizar las condiciones
de capacidad del paciente.
Se entiende por enfermo terminal aquella persona que, como consecuencia de
una lesión o enfermedad, padece, según los actuales conocimientos médicos, una
afección incurable que le ha hecho entrar de forma irreversible en el proceso que le
conducirá inevitablemente, en un plazo breve, a la muerte 158 . Por lo general, se
encuentran en esta situación los enfermos de cáncer avanzado, en los que la enfermedad
ni puede ser controlada ni existen planes para continuar con los tratamientos
curativos 159 . Quedarían excluidas, pues, las enfermedades crónicas, tetraplejias,
deficiencias psíquicas o físicas ... que, si bien afectan a la calidad de vida, no coinciden
con las especiales circunstancias de la eutanasia. En consecuencia, el estado de
156
Se dejan fuera los supuestos de enfermedades crónicas, de incapacidades psíquicas o físicas,
los casos de recién nacidos con disfunciones graves, los tetrapléjicos. En este mismo sentido,
ver CALSAMIGLIA, “Sobre la ...”, 1993, pp. 345-346.
157
No obstante, se analizará posteriormente los supuestos en los que el sujeto, estando lúcido,
formula su deseo para cuando, padeciendo una enfermedad terminal dolorosa, tal vez carezca de
la necesaria capacidad (se trata de la problemática que plantea el denominado "testamento
vital").
158
Cfr. Grupo de Estudios de Política Criminal (ed.), Una alternativa al tratamiento jurídico de
la disponibilidad de la propia vida, Madrid, 1993, p. 20.
159
Sobre el tratamiento de estos pacientes, véase: MADRID, J.L., "Problemática del dolor en el
enfermo canceroso", en GAFO, La eutanasia y ..., 1990, pp. 47-53; ALBESA, N., "Función y
transcendencia del especialista del dolor en los centros clínicos de enfermos terminales", en
ibídem, pp. 55-65.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 72
irreversibilidad, en aras de una mayor seguridad jurídica, debería ser certificado por más
de un médico a fin de evitar posibles errores en el diagnóstico 160 .
Por otra parte, es imprescindible analizar las especiales condiciones de
capacidad 161 del sujeto para abordar posteriormente la validez y eficacia del
requerimiento expresado por dicha persona. Se exige que el sujeto pasivo de la
eutanasia tenga plena capacidad de obrar, capacidad de autogobernarse. Esta
afirmación, sin embargo, necesita ser matizada, debido a las peculiares condiciones que
rodean estas situaciones.
Al tratar la capacidad del sujeto es imprescindible hacer referencia a la edad y al
estado de salud de tal persona, máxime cuando se está ante una enfermedad terminal
como es el caso. Por lo que respecta al primer punto, el paciente debería ser, en todo
caso, mayor de edad 162 . En relación al segundo, se plantea la dificultad de conocer hasta
qué punto un enfermo terminal goza de una clarividencia y lucidez tal, que le sea
posible tomar una decisión de este tipo. En líneas generales, se puede dar por cierto, si
bien con algunas reservas, que las enfermedades físicas no modifican la capacidad de
obrar 163 .
160
Argumento este (el del error en el diagnóstico) esgrimido por aquéllos que son contrarios a la
eutanasia, como más adelante analizaremos.
161
Vid. DUALDE GÓMEZ, J., voz "Capacidad", Nueva Enciclopedia Jurídica, vol. III, Madrid,
F. Seix (ed.), pp. 630-632, 1978. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua en sus
acepciones 3ª y 4ª define la capacidad como aptitud o suficiencia para alguna cosa, y talento o
disposición para comprender bien las cosas, respectivamente. Desde el punto de vista jurídico,
es la aptitud para ser sujeto o parte, por sí o por representante legal, en las relaciones de
Derecho, o bien aptitud para ser titular de derecho. Dentro de la capacidad jurídica se distinguen
dos vertientes: una, la capacidad civil propiamente dicha, aquella exclusiva del ámbito privado
civil y mercantil; la otra, la capacidad de obrar, es decir, el poder realizar actos con eficacia
jurídica. Esta última acepción es la que nos interesa en estos momentos, puesto que es la que
reside en las condiciones naturales del sujeto. Dicha capacidad puede ir desde la carencia
(incapacidad) hasta su máximo grado (plenitud) pasando por el intermedio de capacidad
restringida.
162
Mayoría que se adquiere, según el art. 315 del Código Civil español, a los 18 años. Cfr.
CABRERA, J./FUERTES, J.C., Psiquiatría y Derecho, Madrid, Arán (ed.), 1990, p. 97.
163
En el art. 200 del Código Civil español se exponen entre las causas de incapacitación "las
enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impiden a la persona
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 73
gobernarse por sí misma". Y en el art. 681.3 del mismo cuerpo normativo se enumeran una
serie de enfermedades físicas que pueden variar la capacidad para la realización de ciertos
contratos: "No podrán ser testigos en los testamentos: los ciegos y los totalmente sordos o
mudos", entre las cuales no figura la enfermedad terminal. En el Código Civil las anomalías
psíquicas abarcan todos aquellos estados que de modo persistente alteran la capacidad de
comprender y por lo tanto de consentir. Ahora bien, el problema fundamental es si dicho estado
altera en alguna medida la capacidad de raciocinio de dicha persona. A mayor abundamiento y
trasladándonos al ámbito de derecho comparado, mención especial merece la regulación del
homicidio consentido en el Codice Penale italiano, en su art. 579, que considera, en su
apartado 2, la enfermedad como causa de invalidez del consentimiento. Esto ha implicado
consideraciones divergentes por parte de la doctrina italiana, invalidando, en ocasiones, el
consentimiento otorgado por un enfermo terminal.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 74
comunicación con el paciente debe ser, por tanto, verdadera, en el sentido de que no
puede haber falsedad en las actitudes del profesional médico ni en la de los familiares,
tendentes a ocultar los hechos y a engañar al enfermo. La verdad, no obstante, ha de ser
dicha teniendo en cuenta la capacidad del sujeto de recibirla, no debe ser tratada como
un incómodo objeto del cual desprenderse 164 .
En definitiva, el sujeto pasivo deberá gozar de plena capacidad de obrar, en el
sentido anteriormente expuesto y estar totalmente informado acerca de su estado de
salud; otra cosa será el análisis de la efectividad del contenido de tal petición.
5.3 El requerimiento
164
En el art. 10 de la ya citada Ley 14/86 de 25 de Abril, Ley General de Sanidad española,
se recoge como derecho del paciente el derecho a la información. Vid. JORGE BARREIRO, A.,
"La relevancia jurídico-penal del consentimiento del paciente en el tratamiento médico-
quirúrgico", CPC, 1982, p. 26; ANTONINI, A., "Il diritto del malato a conoscere la propia
malattia: profili penalistici", La Giustizia Penale, 1985, parte prima I, pp. 261-281. Asimismo la
Recomendación 779, aprobada el 29 de enero de 1976, relativa a los derechos de los
moribundos, en su punto 5, establece: "Estimando que el derecho de los enfermos (...) a la
información (...) debe ser definido con precisión y para todos", (ver Apéndice).
165
Antes de nada, hemos de matizar que utilizamos la palabra "requerimiento" y no
“consentimiento” porque el consentimiento es el acuerdo de dos voluntades, en cambio, el
requerimiento implica obligatoriamente que la iniciativa de actuar surja de la persona que lo
realiza. Siguiendo a Nino, "el consentimiento se verifica solamente con la previsión de un
resultado como consecuencia necesaria de un acto voluntario; la intencionalidad implica desear
el resultado como un fin en sí mismo o como un medio para otro fin. La diferencia es crucial,
puesto que el que un resultado sea deseado implica que es parte del plan de vida de la persona y
que su efectuación supone el ejercicio de su autonomía. En cambio, que un resultado sea
consentido sólo implica que se lo percibe como necesario para realizar el plan de vida de la
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 75
Respecto a quién debe requerir, huelga decir que, de acuerdo con las condiciones
y requisitos anteriormente expuestos, debe ser el sujeto pasivo. Desde nuestro punto de
vista, se debería intentar que las posibilidades de actuación de terceros, bien sean los
médicos, bien los representantes legales, quedasen reducidas al mínimo. Dada la
irreversibilidad de los efectos, tal decisión debería ser indelegable, intransferible y
personal 166 .
En este sentido y para obviar los posibles problemas que pudieran ocasionarse
en casos de pacientes incapaces, ha surgido en EE.UU. una práctica que intenta que,
ante todo, se cumpla la voluntad del enfermo. ¿Cómo? Por medio del denominado
"living will" o testamento vital 167 . Esta técnica surgió con el fin de que la voluntad del
paciente fuera respetada siempre y, de ese modo, el enfermo no se viese sometido a
tratamientos no deseados. Traducido a la problemática de la eutanasia, significaría el
reconocer validez a la declaración formal de un adulto capaz, en la cual se estableciera
que, si se encontrase mental o físicamente enfermo en fase terminal y sin capacidad para
decidir, le fuesen aplicados fármacos en dosis letales para acabar con su situación 168 .
persona, pero no como parte de él ni como ejercicio de la autonomía. Vid. NINO, "La autonomía
...", 1992, p. 61: "... lo que es necesario para que la eutanasia voluntaria esté justificada es que
haya un requerimiento de la persona de que se trate".
166
Cuestión distinta es la que plantea el caso de la aplicación o no de un determinado
tratamiento. Aquí, en el supuesto de que el paciente se encontrara inconsciente, se puede acudir
a terceros para decidir. Así se prevé en la LGS española en el art. 10, párrafo 6º, b), donde se
determina "que el profesional médico a la hora de someter a su paciente a cualquier
tratamiento necesita su consentimiento, y cuando no esté capacitado para tomar decisiones, le
corresponderá a sus familiares o personas a él allegados". De este modo, el consentimiento
para el tratamiento médico curativo es suficiente con el otorgado por los representantes legales
en todo aquello que favorezca la salud del paciente. Vid. JORGE BARREIRO, en "La
relevancia jurídico-penal ....", 1982, pp. 5-33.
167
Nótese la paradoja de tal denominación, testamento vital, cuando en realidad es una
disposición con el fin de que se respete la libertad de morir del "testador".
168
Fue L. Kurtner, abogado en Chicago, en 1967, quien propuso por primera vez el denominado
'testamento viviente', en el sentido de que todo enfermo potencial solicita la eutanasia 'activa' en
la hipótesis en que se encontrara en un estado en el que le fuese imposible adoptar esta decisión
por sí mismo.
La eutanasia. Estudio Filosófico-jurídico, A.M. Marcos del Cano, Marcial Pons-UNED, 1999
II. Delimitación conceptual 76
169
Una vez descritos los elementos que integran nuestro objeto de estudio, puede decirse, a
título ejemplificativo y aclaratorio, que, concurriendo todos estos elementos, constituirían
eutanasia las siguientes conductas: a) inyectar sustancias letales; b) suministrar analgésicos en
dosis letales; c) omitir un tratamiento o una intervención que podría salvarle la vida sin
producirle sufrimientos intolerables. No estaríamos ante un caso de eutanasia cuando: a) se
desconecta el respirador en el caso de una persona muerta clínicamente; b) no se reanima a un
enfermo terminal que no puede recibir ya ningún beneficio; c) se suministran analgésicos para
aliviar sufrimientos, aunque se es consciente de que se acortará la vida; d) el enfermo renuncia a
la intervención quirúrgica; e) se deja a la persona morir "en paz", de un modo natural, sin
someterla a una prolongación artificial e inútil de su vida; f) el enfermo decide no ir al hospital o
acogerse al alta voluntaria.