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CASO ORO Nº4

PROHIBICIÓN DEL USO DE LA FUERZA

El 4 de noviembre de 1979, durante el desarrollo de una manifestación de aproximadamente 3000


personas, varios cientos de estudiantes y otros manifestantes tomaron la embajada de los Estados
Unidos en Teherán. Las fuerzas de seguridad iraníes no hicieron nada por detener a los manifestantes.
Los consulados de Estados Unidos en otras partes de Irán también fueron ocupados. La cantidad de
rehenes alcanzó a 52 personas, de las cuales 28 ostentaban el carácter de miembros del personal
diplomático. De acuerdo a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, 20 tenían
el carácter de personal administrativo y técnico de acuerdo a esa misma Convención, y 2 tenían
nacionalidad estadounidense sin poseer ningún status diplomático ni consular.
La policía iraní no intervino en ningún momento a pesar de las numerosas peticiones que se realizaron
desde la Embajada a las autoridades iraníes. Los estudiantes exigían la extradición del Sha, quien en
esos momentos se encontraba en Estados Unidos, y declararon que cualquier intento de liberar a los
rehenes podía acabar con la destrucción de la Embajada. A mediados de ese mismo mes, en respuesta,
el Presidente Carter ordenó el fin de todas las importaciones de petróleo desde Irán, al tiempo que
bloqueaba todas las propiedades e intereses del Gobierno de Irán que estuvieran sujetas a jurisdicción
de los Estados Unidos.
Con posterioridad, ambos Gobiernos exigieron la reducción del personal diplomático y consular
acreditado, al tiempo que el Banco Nacional Iraní revocaba las licencias con las que operaban
diversos Bancos Norteamericanos en Irán. El 7 de abril de 1980 Estados Unidos anunció, entre otras
medidas, la ruptura de relaciones diplomáticas con Irán.
El Consejo de Seguridad dictó varias Resoluciones, en dos de las cuales, la 457 (1979), de 4 de
diciembre y la 461 (1979), de 31 de diciembre, se exhortaba urgentemente al gobierno iraní a que
liberara inmediatamente al personal de la Embajada, al tiempo que se pedía a los Gobiernos de Irán y
Estados Unidos que actuaran con la mayor moderación.
El 24 de abril de 1980, los Estados Unidos lanzaron una operación militar de rescate en la que estaba
previsto que participara un comando especial apoyado por ocho helicópteros de combate. El fallo
mecánico de tres de ellos, obligó a los responsables a poner fin a la misión en una zona desértica al
oeste de Irán.
El Presidente Carter, en un discurso televisado el 25 de abril sostuvo que la acción no estaba dirigida
contra Irán, sino que había sido preparada con fines humanitarios. Los Estados Unidos, en una carta
fechada el 25 de abril de 1980 y dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad, afirmaron que la
operación había sido llevada a cabo en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa con la
intención de liberar a los nacionales americanos víctimas del ataque armado a la Embajada.
Responda de forma razonada a las siguientes preguntas:
1.- ¿De los hechos relatados podría deducirse la responsabilidad del Estado iraní por incumplimiento
de alguna de las obligaciones internacionales?
2.- ¿ Cómo podrían calificarse las medidas de carácter económico y diplomático adoptadas por los
Estados Unidos en respuesta a la ocupación de la Embajada, así como las adoptadas con posterioridad
por el Gobierno iraní?.
3.- Consideraciones jurídicas (“legítima defensa”) de la operación militar de rescate emprendida por
los Estados Unidos. ¿Qué mecanismos de solución de controversias resultarían aplicables al caso?

Responda de forma razonada a las siguientes preguntas:


1.- ¿De los hechos relatados podría deducirse la responsabilidad del Estado iraní por
incumplimiento de alguna de las obligaciones internacionales?.
Se trata como dice el TIJ de “una controversia que concierne a los locales diplomáticos y consulares y
la detención de personas internacionalmente protegidas, que por su sola naturaleza cae dentro de la
jurisdicción internacional”.
Recordemos que las embajadas y locales que gozan del status de inmunidad por ser el lugar de
representación del Estado acreditado (en este caso los EEUU). Por tanto, gozan de especial protección,
tanto el personal que trabaja allí (personas internacionalmente protegidas) como aquellas personas que
se encuentran en el interior de dichos locales.
Ateniéndonos al derecho diplomático, la salvaguardia del principio de inviolabilidad de las personas de
los agentes diplomáticos y de los locales de las misiones diplomáticas se concreta en una obligación de
protección por parte del Estado receptor (en este caso, Irán). Véanse los artículos 22.2 y 29 de la
Convención de Viena de 1961.
En principio, los acontecimientos comenzaron en el curso de una manifestación, cuando varios cientos
de estudiantes y otros manifestantes tomaron la embajada de los Estados Unidos en Teherán, parece que
las fuerzas de seguridad iraníes no hicieron nada por detener a los manifestantes, como hubiera sido su
deber en cumplimiento de sus obligaciones internacionales (véanse: el Convenio sobre relaciones
diplomáticas (de 18 de abril de 1961), el Convenio sobre relaciones consulares (24 de abril de 1963) y la
Convención sobre prevención y castigo de delitos contra las personas internacionalmente protegidas,
inclusive agentes diplomáticos (de 14 de diciembre de 1973).
Así pues, si bien en principio no fueron hechos de Estado sino comportamientos de los particulares, el
Estado iraní no cumplió con sus deberes de especial protección a estos locales y actuó con pasividad y
negligencia. El estado iraní es pues responsable de omisión en su obligación de protección de los locales
diplomáticos americanos en un primer momento.
Pero aún la situación se agravó con la situación de “secuestro” de dichas personas que se materializó a
posteriori, comportamiento por parte de Irán, absolutamente incompatible con sus obligaciones
internacionales, incurriendo en clara responsabilidad internacional, dada su negativa a reconducir la
situación al momento anterior a la violación de derechos que se ha producido. Esta responsabilidad de
Irán no puede verse diluida por el contexto político y social del que hacen gala ante el TIJ. Esos
planteamientos hubieran sido defendibles de otra manera (como la Corte indica).
Los conflictos entre Estados, de acuerdo al Derecho Internacional, dado el propósito del mantenimiento
de la paz y seguridad internacionales de la Carta de NNUU, deben resolverse por medios pacíficos. (En
este sentido, consúltese el artículo 2.3 de la Carta de las NNUU y la Declaración de Manila sobre el
Arreglo Pacífico de Controversias Internacionales (por Resolución 37/10 de la AG de NNUU de 15
noviembre de 1982).
2.- ¿ Cómo podrían calificarse las medidas de carácter económico y diplomático adoptadas por los
Estados Unidos en respuesta a la ocupación de la Embajada, así como las adoptadas con
posterioridad por el Gobierno iraní?.
El desarrollo tremendo de lazos de interdependencia económica en nuestro mundo globalizado, hacen
factible hoy en día la obtención de objetivos semejantes a los perseguidos antaño merced a la fuerza
militar con el sólo recurso a los medios de presión económica; en este orden, conviene destacar que el
proceso de relativa pacificación de la sociedad internacional a partir de la II Guerra Mundial, se ha visto
acompañado de un sustancial incremento de la operatividad de los mecanismos de coerción económica
(embargos, boycotts, etc.)
Recordemos el párrafo de nuestro caso: “Con posterioridad, ambos Gobiernos exigieron la reducción
del personal diplomático y consular acreditado, al tiempo que el Banco Nacional Iraní revocaba las
licencias con las que operaban diversos Bancos Norteamericanos en Irán. El 7 de abril de 1980
Estados Unidos anunció, entre otras medidas, la ruptura de relaciones diplomáticas con Irán.”
Se trata de “contramedidas de carácter económico y diplomático”. Con toda esta escalada de tensión
se puede considerar dentro de lo esperado, dada la situación y la continúa negativa de Irán a cumplir con
las resoluciones del Consejo de Seguridad para liberar a los rehenes norteamericanos.
3.- Consideraciones respecto del fundamento jurídico de la operación militar de rescate
emprendida por los Estados Unidos. ¿Qué mecanismos de solución de controversias resultarían
aplicables al caso?
Como ya sabemos todos, la Carta de las Naciones Unidas establece la obligación de todo Estado de
abstenerse de recurrir a la fuerza (art. 2.4), por supuesto, este principio está íntimamente relacionado
con la correlativa obligación de resolver las controversias por medios pacíficos (art. 2.3).
Por otra parte, el art. 2.4 Carta de las NNUU prohíbe a los Estados no sólo el recurso a la fuerza, sino a
la amenaza de su empleo. Por otra parte, la prohibición se sitúa en una perspectiva objetiva: al emplear
el término fuerza proscribe con ello todo género de acciones armadas con independencia de que sean
calificadas o no de Guerra por parte de los Estados; asimismo, al prohibir el recurso a la fuerza "contra
la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma
incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas" confiere una amplitud evidente al ámbito de la
prohibición pues resulta impensable un uso de fuerza que no atente contra los genéricos propósitos que
dispone el art. 1 Carta de las NNUU.
Pese a que la prohibición se dirige en exclusiva a los Estados miembros de la Organización de las
Naciones Unidas, el precepto ha cobrado tal generalidad que se impone al conjunto de Estados de la
Comunidad internacional, con independencia de su condición de miembros de las Naciones Unidas; en
este sentido, la Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas (1974) ha
consagrado la prohibición del recurso a la fuerza con uno de los principios fundamentales que rigen las
relaciones entre los Estados de conformidad con el Derecho internacional. La prohibición del recurso a
la fuerza constituye así algo más que una mera obligación convencional, es un principio estructural del
ordenamiento internacional y una norma imperativa (ius cogens) de Derecho internacional. Las
excepciones: la legítima defensa. En efecto, la Carta adopta un modelo de centralización de la coerción
armada atribuyendo a la propia Organización de NNUU la competencia para ejercer tales acciones. El
Consejo de Seguridad puede recomendar o decidir medidas que supongan el recurso a la fuerza contra
un Estado responsable de una amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión (arts. 39 y
42 de la Carta de las NNUU). Las acciones armadas emprendidas por la ONU en virtud de tales
atribuciones constituirían un uso de fuerza legítimo y serían expresión de la potestad sancionadora que
se atribuye a la ONU. El poder llevar a cabo dichas acciones coercitivas lo permite el art. 53 de la
Carta. No obstante, la ONU, no ha llegado a convertirse en un gendarme internacional, de hecho “no
existe un Estado mayor” de la ONU; sus acciones militares se han orientado ante todo a labores de
mantenimiento de la paz a través del despliegue de contingentes militares suministrados por los Estados
-los "cascos azules"- y sólo excepcionalmente y con evidentes particularidades la Organización ha
actuado los poderes que le vienen atribuidos por el Capítulo VII de la Carta: el supuesto planteado por la
invasión del Emirato de Kuwait por Irak en donde la ONU se limitó a autorizar el uso de la fuerza a la
coalición multinacional liderada por los EEUU pone de relieve el desencuentro entre las previsiones de
la Carta y las realidades de poder presentes en el medio internacional.
Pese a estas limitaciones planteadas en la práctica, la afirmación de límites al uso de la fuerza en la
Carta de las NNUU, queda de manifiesto en el elenco restringido de supuestos en los que se admite el
uso de fuerza al margen de la acción de la Organización. En este sentido, dejando de lado supuestos
históricamente superados como los previstos en contra de las antiguas potencias del Eje cuando la II
Guerra Mundial (art. 107), la Carta sólo contempla como manifestaciones legítimas de fuerza las
acciones emprendidas por una organización regional con competencias en el plano del mantenimiento
de la paz y seguridad internacionales (por ejemplo: Organización de Estados Americanos, Liga de
Estados Árabes, Organización de la Unidad Africana, la OTAN, …) -si bien en este caso tales acciones
deben haber sido objeto de previa autorización por el Consejo de Seguridad (art. 53 Carta de las
NNUU)- y aquellas acciones armadas que constituyan ejercicio del derecho "inmanente" de todo
Estado a la legítima defensa individual o colectiva frente a un ataque armado (art. 51 Carta de las
NU). En virtud del cual, en el caso de una eventual carencia de la Organización para poder hacer frente
a una acción armada dirigida contra un Estado miembro, se confiere a éste –con ciertas condiciones - un
derecho a recurrir a la fuerza. Así pues, el derecho de legítima defensa así reconocido aparezca sujeto
a una serie de límites. En primer término, sólo procede su ejercicio "en caso de ataque armado";
únicamente las violaciones armadas de la integridad territorial del Estado o la independencia política
del Estado son susceptibles de desencadenar una reacción defensiva legítima, aunque también se
comprenden dentro del concepto aquellas acciones armadas dirigidas contra sus tropas, buques o
aeronaves en espacios no sometidos a su jurisdicción (alta mar, fuerzas estacionadas en territorio
extranjero, etc.); por otra parte, el concepto de ataque armado se ha entendido tradicionalmente como
ataque en curso excluyendo la hipótesis del ataque inminente o del ya producido y concluido. Así a esta
primera limitación, acompañan otras condiciones que debe de cumplir la acción del Estado atacado para
reputarse legítima. En este sentido, la acción armada debe de ser puesta en conocimiento del Consejo
de Seguridad (deber de información) a efectos de que éste controle su regularidad y habrá de cesar una
vez que este órgano adopte las "medidas necesarias para el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales", en razón del carácter subsidiario y provisional que se atribuye a la acción defensiva
del Estado.
Por otra parte, las acciones de fuerza eventualmente adoptadas deben de atenerse a ciertos criterios,
necesidad y proporcionalidad, reconocidos tradicionalmente como rectores de la situación de legítima
defensa. De acuerdo con los mismos, las acciones en legítima defensa deben de orientarse
exclusivamente a rechazar el ataque armado y resultan ilícitas aquellas acciones que excedan de esta
finalidad, de modo que no se considerarían legítimas las acciones armadas adoptadas en presencia de
otras alternativas, ni las que persiguen manifiestamente fines distintos del rechazo del ataque armado.
En conexión con estos requisitos se plantea también la exigencia de inmediatez en la acción defensiva
requiriendo cierta proximidad temporal entre el ataque armado y la adopción de las medidas defensivas,
no resultando así legítima una reacción armada que se verifica una vez que el ataque como tal ha
concluido.
En el caso práctico que nos ocupa: “Mientras este caso aún se encontraba pendiente ante la Corte
Internacional de Justicia, los Estados Unidos intentaron rescatar a los rehenes a través de una
operación militar que se llevaría a cabo los días 24 y 25 de abril de 1980. Así, el 24 de abril de 1980,
los Estados Unidos lanzaron la operación militar, en la que estaba previsto que participara un
comando especial apoyado por ocho helicópteros de combate. El fallo mecánico tres de los aparatos
obligó a los responsables a poner fin a la misión en una zona desértica al oeste de Irán. La operación
de rescate, pues, no fue exitosa”.
El Presidente Carter, en un discurso televisado el 25 de abril sostuvo que la acción no estaba dirigida
contra Irán sino que había sido preparada con fines humanitarios.
Los Estados Unidos, en una carta fechada el 25 de abril de 1980 y dirigida al Presidente del Consejo
de Seguridad, afirmaron que la operación había sido llevada a cabo en ejercicio del derecho
inmanente de legítima defensa con la intención de liberar a los nacionales americanos víctimas del
ataque armado a la Embajada.”
Teniendo en cuenta los razonamientos recién expuestos de la legítima defensa, no se cumplirían en
este caso:
- En primer lugar, las operaciones militares previstas por los EEUU han de considerarse como
“represalias armadas” ante un uso de la fuerza por parte de Irán que no ha sido un ataque
armado. (Véase la pág. 1063 del manual del Prof. Díez de Velasco, nos expresa que “las represalias
armadas” han sido estudiadas por el también Prof. Jorge Pueyo Losa que “con la doctrina mayoritaria,
considera que no hay una norma consuetudinaria que legitime las represalias armadas en el actual orden
jurídico internacional”).
- No ha habido un ataque armado a EEUU por parte de Irán (si bien se ha violado la protección
de que gozan sus sedes diplomáticas y su personal). Estamos ante un ilícito internacional y una
responsabilidad internacional por parte de Irán, pero no ante un ataque armado que daría pie a
esa legítima defensa invocada por EEUU.
- El incumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU por parte de Irán,
tampoco sería el salva-conducto de un ataque por parte de EEUU alegando legítima defensa.
- Los fines humanitarios, son también discutibles, puesto ¿cómo de efectiva hubiera sido esa
acción militar para liberar a sus nacionales? Y ¿cuántas bajas hubiera causado tal vez en la
población civil iraní, de haberse podido llevar a cabo?.
- La CIJ comprendió “la preocupación que pudo sentir el Gobierno de los EEUU por sus
nacionales” pero NO aprobó esta operación y señaló que actuaciones así perjudicaban el respeto a
las soluciones judiciales en las relaciones internacionales. (Consúltese la pág.1062 del manual del
Prof. Díez de Velasco)

Sin embargo:
- A pesar de lo discutible de la acción de EEUU, por otra parte, no podemos obviar la subsistencia
de ciertas prácticas con irregular proyección en el pasado: es el caso de la protección de nacionales (no
confundir con la protección diplomática), en que se reclama la legitimidad de las acciones de fuerza
emprendidas por un Estado contra otro con el fin de proteger a sus nacionales residentes en aquel
territorio o a sus bienes frente a un peligro que puede provenir del propio Estado de residencia o
de personas o grupos. Estas situaciones se han planteado con relativa frecuencia a partir de 1945: Gran
Bretaña justificó así sus acciones armadas en Suez en 1956, Bélgica recurrió a un planteamiento
semejante en sus operaciones en el Congo en 1964 e Israel invocaba la figura con ocasión de su
operación sobre el aeropuerto de Entebbe (Uganda) en 1977, entre otras.

Junto a la invocación de protección de nacionales, se suele reclamar la vigencia de la intervención


por motivos humanitarios a través de la cual -se sostiene- cualquier Estado estaría facultado para
adoptar medidas de fuerza sobre otro Estado para a proteger a grupos o personas, en atención a
consideraciones de humanidad.
- En este sentido, como refuerzo a este último comentario: la carta fechada el 25 de abril de 1980
del Presidente Carter dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad, afirmando precisamente que la
operación había sido llevada a cabo en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa con la
intención de liberar a los nacionales americanos víctimas del ataque armado a la Embajada.”

Para concluir, ¿qué mecanismos de solución de controversias resultarían aplicables al caso?.


Como ya sabemos, el DIP dispone unos mecanismos de solución pacífica de controversias, hemos
aludido a ello de pasada en la respuesta de la 1ª pregunta y hemos mencionado La Declaración de
Manila de 1982. Así, hemos de tener en cuenta la existencia de medios no jurisdiccionales de solución
de controversias internacionales, que son los siguientes: negociaciones diplomáticas, buenos oficios,
mediación, investigación de los hechos y conciliación. Y medios jurisdiccionales de solución de
controversias internacionales, que son dos: el arbitraje y el arreglo judicial.
En éstos últimos, se dan los siguientes rasgos comunes:
1) intervención de un tercero imparcial, que es el órgano arbitral o judicial;
2) el órgano es competente por la voluntad de las partes;
3) naturaleza contradictoria del procedimiento, esto es, las partes tienen las mismas oportunidades de
hacer valer sus pretensiones;
4) examen del caso y apoyo de la solución en el Derecho Internacional, y si las partes lo
quisieran, se podría resolver en la equidad (ex aequo et bono);
5) carácter obligatorio de la decisión, que adopta la forma de sentencia (llamada también
“laudo” en el caso del arbitraje).

Consejos últimos para enfrentarse al examen

a.- Comienza con las preguntas que mejor te sepas


b.- Utiliza y plasma la bibliografía al final del tema de desarrollo.
c.- Utiliza palabras cultas (cultismos ) continuamente
d.- La letra clara y precisa
e.- El caso práctico, al menos con un folio de contestación y no dejarse ninguna pregunta sin responder
del mismo
f.- Contestar siempre las preguntas cortas en el espacio indicado sin salirse excesivamente
g.- Hace referencia a los autores de la doctrina, sus libros y sentencias del TIJ.
h.- Controlar el tiempo del examen
i.- Apurar al máximo ese tiempo, cuando más cosas pongáis y bien, mejor para la calificación
j.- Hacer las preguntas cortas en primer lugar, más tarde el tema de desarrollo y por último el caso
práctico.
Han de saber, que en el caso práctico que nos ocupa, como ya vimos en el anexo -que les incluí en el
enunciado- los EEUU intentaron “el arreglo judicial”, demandaron ayuda a la Corte Internacional
y ésta emitió sus recomendaciones.
También el Consejo de Seguridad de la ONU emitió varias resoluciones, e incluso los EEUU
intentaron una operación militar.
Finalmente, Irán liberó a los rehenes en enero de 1981, siete meses después del fallo de la Corte
Internacional de Justicia. Esto se logró a través del “arbitraje” llegando a un acuerdo entre Irán y
los Estados Unidos (“la Declaración de Argelia”) por el cual Irán se comprometió a liberar a los
rehenes y Estados Unidos se comprometió a derogar las sanciones económicas tomadas en contra de
Irán, así como también a no proseguir con la demanda internacional ante la Corte Internacional de
Justicia.
Tal era la animosidad entre EEUU e Irán, que este laudo de arbitraje (a través del Gobierno de
Argelia que propició este entendimiento) no fue firmado directamente por Irán y por EEUU, sino que
a la Declaración “se adhirieron ” dichas naciones.
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Por último, les recuerdo, en esta temática, (que no en este caso práctico concreto), que el derecho de
legítima defensa no se limita a la posibilidad de que el Estado víctima reaccione frente al ataque
armado, sino que se admite su ejercicio colectivo facultando a otros Estados para que recurran a
la fuerza en auxilio del Estado atacado. A este respecto, los Estados han celebrado frecuentemente
Tratados bilaterales en los que se garantizan la asistencia recíproca en caso de ataque armado y también
ha resultado común tal compromiso en Tratados de carácter multilateral (Tratado Interamericano de
Asistencia Reciproca, Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Tratado de Bruselas de 1948, Pacto de
Varsovia ya desaparecido, etc.), fenómeno pues, íntimamente vinculado a la existencia de las
Organizaciones internacionales en materia de defensa.
Al margen de esta posibilidad, cabe también el ejercicio colectivo de la legítima defensa cuando en
ausencia de un previo compromiso convencional el Estado víctima solicita a través de sus autoridades
competentes la asistencia de otro Estado para hacer frente al ataque armado. Obviamente, las acciones
emprendidas por el Estado o Estados que actúan en auxilio del Estado atacado deben de conformarse a
las condiciones de ejercicio del derecho de legítima defensa advertidas al examinar la modalidad
individual

Estimados alumnos:
A continuación incluyo algunas anotaciones que tienen que ver con la
temática del principio de prohibición del uso de la fuerza. Estas
anotaciones proceden del
“Asunto sobre actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra
Nicaragua” (Nicaragua contra EEUU)
“El 9 de abril de 1984 Nicaragua presentó ante la Corte Internacional de
Justicia (TIJ) una demanda contra los Estados Unidos de América (EEUU).
Al mismo tiempo, solicitó a la Corte que indicara algunas medidas
provisionales de conformidad con el artículo 41 de su Estatuto…
Nicaragua acusaba a EEUU de la violación de sus obligaciones
internacionales por haber apoyado y financiado diversas acciones
militares y paramilitares realizadas por grupos armados de oposición al
gobierno revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional
(FSLN). /…/ ”
Los hechos alegados constituían según Nicaragua, una violación del
artículo 2, párrafo 4º de la Carta de las NNUU, así como de la norma de
Derecho internacional consuetudinario que prohíbe recurrir a la amenaza o
al uso de la fuerza. /…/
Para la Corte, este artículo 2, párrafo 4º de la Carta de NNUU, no cubre
la totalidad del ámbito de la normativa referente al uso de la fuerza. /
…/
/…/ Podría deducirse una “opinio iuris” a partir de la actitud de las
Partes y de los Estados en relación a ciertas resoluciones de la Asamblea
General (AG), especialmente de la resolución 2625 titulada “Declaración
sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones
de amistad y a la cooperación entre los Estados, de conformidad con la
Carta de las NNUU”. /…/
Este principio de la prohibición del uso de la fuerza,…, puede
considerarse como no condicionado por las disposiciones relativas a la
seguridad colectiva o a los medios y contingentes que deberían ponerse a
disposición en virtud del artículo 43 de la Carta. /…/
La validez de un derecho internacional consuetudinario del principio de
la prohibición del uso de la fuerza enunciado el artículo 2, párrafo 4º
de la Carta de NNUU, tiene una confirmación adicional en el hecho de que
los representantes de los Estados frecuentemente lo mencionan, no sólo
como un principio de derecho internacional consuetudinario, sino también
como un principio fundamental y básico de ese derecho.
La Comisión de Derecho Internacional (CDI), en sus trabajos de
codificación del Derecho de los tratados, manifestó la opinión de que “el
derecho de la Carta relativo a la prohibición del uso de la fuerza
constituye en sí mismo un ejemplo contundente de norma de derecho
internacional que tiene la naturaleza de ius cogens. /…/
En lo que se refiere a algunos aspectos concretos del principio en
cuestión habrá que distinguir entre las formas más graves del uso de la
fuerza (aquellas que constituyen un ataque armado) y otras modalidades
que revisten menor gravedad. /…/
La Declaración 2625 (antes mencionada) formula algunas modalidades de
agresión:
Todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a la amenaza o al
uso de la fuerza para violar las fronteras internacionales existentes de
otro Estado o como medio de resolver controversias internacionales,
incluso las controversias territoriales y los problemas relativos a las
fronteras de los Estados. /…/
Los Estados tienen el deber de abstenerse de actos de represalia que
impliquen el uso de la fuerza. /…/
Todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a cualquier medida
de fuerza que prive de su derecho a la libre determinación y a la
libertad y a la independencia de los pueblos aludidos en la formulación
del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación. /
…/
Todo Estado tiene el deber de abstenerse de organizar o fomentar la
organización de fuerzas irregulares o de bandas armadas, incluidos los
mercenarios, para hacer incursiones en el territorio de otro Estado.
Todo Estado tiene el deber de abstenerse de organizar, instigar, ayudar o
participar en actos de guerra civil o en actos de terrorismo en otro
Estado o de consentir actividades organizadas dentro de su territorio
encaminadas a la comisión de dichos actos, cuando los actos a que se hace
referencia en el presente párrafo impliquen el recurrir a la amenaza o al
uso de la fuerza.
Por otra parte, en la sección (de esta misma Declaración 2625) dedicada
al principio de no intervención en los asuntos que son de la jurisdicción
interna de los Estados, se encuentra una norma parecida:
Todos los Estados deberán abstenerse de organizar , apoyar, fomentar,
financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o
terroristas encaminadas a cambiar por la violencia el régimen de otro
Estado, y de intervenir en la guerra civil de otro Estado.

/…/ La regla general de prohibición del uso de la fuerza tiene algunas


excepciones. Así, según el enunciado del artículo 51 de la Carta de NNUU,
el derecho inmanente (o derecho natural) que todo Estado posee en el caso
de un ataque armado, se extiende tanto a la legítima defensa individual
como colectiva. Existe constancia de la existencia de legítima defensa
colectiva en el derecho internacional consuetudinario,… pero teniendo
presentes los criterios de “necesidad y proporcionalidad”.
/…/
/…/ Pero la Corte considera que la noción “ataque armado”, pueda
extenderse, no sólo a la noción de bandas armadas cuando su actuación
reviste un volumen considerable, sino también a la ayuda de los rebeldes
en forma de suministro de armas o ayuda logística o de cualquier otro
tipo. Dicha ayuda puede considerarse como una amenaza o un uso de la
fuerza o una actuación equivalente a una intervención en los asuntos
internos o externos de otros Estados. /…/
/…/ La Corte ha recordado repetidamente que el uso de la fuerza por un
Estado contra otro, fundado en que éste haya hecho un uso ilícito de la
fuerza contra un tercero, se considera excepcionalmente legítimo sólo
cuando el hecho ilícito que provoca la respuesta haya consistido en un
ataque armado. /…/
La Corte (en este “Asunto sobre actividades militares y paramilitares en
Nicaragua y contra Nicaragua”, en consecuencia, llega a la conclusión de
que no puede sostenerse el argumento de la legítima defensa colectiva
frente a un pretendido ataque armado a El Salvador,
Honduras o Costa Rica alegada por Estados Unidos para justificar su
conducta respecto a Nicaragua; de lo que se sigue que los Estados Unidos
han violado el principio que prohíbe recurrir al uso de la fuerza. …
En el plano jurídico, la Corte no puede considerar que sea justificación
a una intervención de Nicaragua. Mientras un ataque armado origina un
derecho de legítima defensa colectiva, el uso de la fuerza en un grado de
menor gravedad, no puede autorizar, como ya ha indicado la Corte la
adopción de contramedidas colectivas que impliquen el uso de la
fuerza. /…/
(Traducción sobre el Asunto, de los Informes (Reports) del TIJ, 1986)
-------------------------
Os recuerdo que sobre el principio de la prohibición del uso de la
fuerza, podéis consultar vuestro Manual de Díez de Velasco, páginas:
1041-1062
Y que debéis prestar también atención a las dos lecciones siguientes
sobre Derecho Internacional Humanitario, páginas: 1071-1109.
-------------------------
A continuación, también os presento estos comentarios que incluí como
respuesta a un compañero vuestro en el foro, sobre el art.2 de la Carta
de NNUU:
Como todos sabemos, la Carta de NNUU surgió como un instrumento de
compromiso para reflejar el interés de la Comunidad internacional (tras
las dos guerras mundiales) “en mantener la paz y la seguridad
internacionales”.
El Derecho internacional contemporáneo ha proscrito el uso de la fuerza
en situaciones de conflicto internacional y se ha impuesto el conocido
“principio de prohibición del uso de la fuerza”. Véase el artículo 2,
párrafo 4, de la Carta de NNUU: “Los Miembros de la Organización, en sus
relaciones internacionales se abstendrán de recurrir a la amenaza o al
uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con
los propósitos de las NNUU.”
Consúltese también el capítulo VI de la Carta: “Arreglo pacífico de
controversias” (arts. 33-38) y el capítulo VII de la Carta “Acción en el
caso de amenazas a la paz, quebrantamiento de la paz o actos de agresión”
(arts. 39-51)
Igualmente, no olvidemos señalar la “Declaración sobre los principios del
Derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la
cooperación entre los Estados” (Resolución 2625 de la AG de las NNUU) de
octubre de 1970. A través de esta declaración, primero se hace un
reconocimiento general de las resoluciones anteriores que han ido
recogiendo los principios de derecho internacional referentes a las
relaciones de amistad y cooperación entre los Estados. Y se reafirman de
nuevo los propósitos fundamentales de NNUU de mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales, con la proclamación solemne de los siguientes
principios: “principio de no recurrir a la amenaza o al uso de la
fuerza…”, “principio de que los Estados arreglarán sus controversias
internacionales por medios pacíficos…” y “el principio de no intervenir
en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados…”, entre
otros.
Apreciado alumno, más que al artículo 53 de la Carta (que también) , yo
prestaría, sobre todo, atención en el caso que nos ocupa a todo el
capítulo VII de la Carta “Acción en el caso de amenazas a la paz…”
(artículos 39-51)
Dice el art.39 “El Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda
amenaza a la paz…”
Art. 40 “… el Consejo de Seguridad podrá instar a las partes interesadas
(en el conflicto) a que cumplan con las medidas provisionales…”
Art. 41 “El Consejo de Seguridad podrá decidir qué medidas que no
impliquen el uso de la fuerza han de emplearse para hacer efectivas sus
decisiones …”
Art. 42 “ Si el Consejo de Seguridad estimase que las medidas de que
trata el art.41 pueden ser inadecuadas,… podrá ejercer por medio de
fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para
mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales… Tal acción
podrá comprender demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas
por fuerzas aéreas, navales o terrestres de las NNUU”.
Art. 43.1.“ Todos los Miembros de las NNUU … con el fin de contribuir al
mantenimiento de la paz … se comprometen a poner a disposición del
Consejo de Seguridad, cuando éste lo solicite, … , las fuerzas armadas,
la ayuda,… que sean solicitadas, …”
Art. 46 “ Los planes para el empleo de la fuerza armada serán hechos por
el Consejo de Seguridad…”
Art. 48.1. “La acción requerida para llevar a cabo las decisiones del
Consejo de Seguridad… será ejercitada por todos los Miembros de las NNUU
o por algunos de ellos, según lo que determine el Consejo de Seguridad.”
Art. 48.2. “Dichas acciones serán llevadas a cabo por los Miembros de las
NNUU directamente y/o mediante su acción en los organismos
internacionales apropiados de que forman parte (y aquí Jose Antonio,
está la OTAN) “
Dice el profesor de Derecho Internacional Antonio Remiro Brotons, que
“sin duda, la manifestación más característica de (lo que podríamos
llamar) “unilateralismo grupal” al margen de la Carta de NNUU (teniendo
en cuenta, Jose Antonio, los artículos recién señalados), se ha
escenificado en Kosovo, una vez que en marzo de 1999 los miembros de la
OTAN, sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad (que no se
molestaron en solicitar, llega a decir este Prof.), decidieron el
bombardeo aéreo de Serbia para servir a una causa humanitaria en
representación de la comunidad internacional”.
Sigue diciendo este Prof. : “Algunos de los Estados que bombardearon
juntos trataron de justificar la acción en términos jurídicos, sobre la
base de la intervención humanitaria.
Así, dando respuesta a una cuestión planteada en la Cámara de los Comunes
de Reino Unido, el responsable del Foreign Office, Robin Cook, afirmaba
el 29 de abril de 1999, que “a la luz de todas las circunstancias, un uso
limitado de la fuerza está justificado para ayudar a los propósitos del
Consejo de Seguridad y aún sin autorización expresa de éste cuando es el
único medio para impedir una aplastante e inmediata catástrofe
humanitaria.

No obstante, como dice el Prof. Remiro Brotóns “mil ciento cincuenta


aviones despacharon 25.000 toneladas de explosivos en 25.200 operaciones
de vuelo”. (Uno se pregunta, cómo pueden referirse a ello como “un uso
limitado de la fuerza para impedir una catástrofe humanitaria”, puesto
que con dicha intervención mucha población civil serbia resultó
gravemente perjudicada).
Añade además el Prof. mencionado: “que no es cierto que el Consejo de
Seguridad estuviese paralizado en el asunto de Kosovo. Durante 1998,
actuando en el marco del capítulo VII de la Carta, el Consejo había
adoptado cuatro resoluciones (1160,1199,1203 y 1207), su Presidente había
formulado varias declaraciones, el Secretario General presentaba informes
generales mensuales, una Misión de verificación de la OSCE estaba
desplegada en el territorio, …”.
“Frente a la acción de la OTAN, el Secretario General de la ONU, Kofi
Annan dijo: “…aún admitiendo que hay momentos en los que
el uso de la fuerza puede ser legítimo en la búsqueda de la paz,… en
respeto a la Carta de las NNUU, el Consejo de Seguridad tiene la
responsabilidad primaria en el mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales, y ello, es reconocido explícitamente en el Tratado del
Atlántico Norte (la OTAN). “
Por lo tanto, sin ninguna duda, el Consejo de Seguridad debe estar
involucrado en cualquier decisión internacional en la que se recurra al
uso de la fuerza y es necesario, pedir en todo caso su aceptación y
directrices a seguir.
Ello no ocurrió en este caso, no hubo autorización del Consejo de
Seguridad. Hemos de percibir este asunto como una violación grave de una
norma imperativa de Derecho internacional, por lo que estaríamos ante un
hecho ilícito internacional (aunque se quisiera justificar como estado de
necesidad o intervención con carácter humanitario).
Personalmente, creo que algo más había que hacer, además de las
resoluciones que habían sido emitidas hasta aquel momento, pero la
intervención debería haberse movido bajo el paraguas de las NNUU, con el
permiso del Consejo de Seguridad y con unas directrices que hubieran
respetado realmente el uso limitado de la fuerza, el uso “proporcionado”
que en todo caso siempre ha defendido el Tribunal Internacional de
Justicia (TIJ).
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Añado igualmente, unos comentarios sobre el párrafo 7 del artículo 2 de
la Carta de NNUU:
El art. 2.7 establece que las NNUU no pueden intervenir en asuntos que
son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados,
naturalmente, la ONU no puede obligar a sus Miembros a someter sus
"asuntos de jurisdicción interna" a "procedimientos de arreglo conforme a
la presente Carta".
A la pregunta: ¿Qué significa este precepto? ¿Significa esto que aunque
un Estado legisle claramente contra los principios de la Carta o el DIH
en cuestiones de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, etc, en
modo alguno puede ser obligado o, al menos, presionado, a reconsiderar o
corregir su legislación?.
Ciertamente, el único límite fáctico hoy por hoy, es el caso del capítulo
VII: “cuando un Estado amenaza o quebranta la paz”. (Y aquí por ejemplo,
los EEUU interpretaron este párrafo en el caso de IRAK, desde su política
exterior de ”acción preventiva”. Recomiendo la lectura del artículo: “Un
equilibrio de fuerzas que favorezca la libertad” por Condolezza Rice (que
cuando lo escribió era Asesora del Presidente Bush en Asuntos de
Seguridad Nacional). Se aprecia en ese documento u en otros de 2002 y
2006 sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU, que se hizo una
interpretación “preventiva” en el sentido de que Irak amenazaba la
Seguridad mundial y que podría quebrantar esa paz en cualquier momento
(no había existido agresión real). En base a ello, una coalición de
Estados atacaron e invadieron dicho país.
Los países de esa coalición se basaron en la única posibilidad que dejaba
abierta el artículo 2. 7. de la Carta, y además, hicieron una
“interpretación preventiva” (o a su medida) de dicho apartado.
Interpretación que nunca había respaldado antes (ni después) el TIJ.
Afortunadamente, esto no es el comportamiento habitual de los Estados
miembros de la Comunidad Internacional. Los Estados normalmente respetan
“esa parcela de los asuntos internos de los Estados”.
Lo que suelen hacer los Estados en su Política Exterior, cuando quieren
que ciertos Estados se democraticen más y más rápido, es que aplican una
“condicionalidad de respeto a la democracia y los DDHH”, ello supone que
al tener “relaciones con otros Estados” en función de este respeto a los
DDHH, se van a establecer relaciones más o menos estrechas, y van a
conceder “ayuda humanitaria” en sus políticas de Cooperación al
Desarrollo y contratos de intercambio comercial, inversiones, etc.,
siempre que esos Estados muestren una mejor conducta.
Dijéramos, que al no poderse producir una sanción directa basada en el
“derecho internacional”, porque el otro Estado siempre puede alegar que
se están metiendo en sus asuntos internos, y además, seguirá vulnerando
en la práctica el contenido democrático y de DDHH. Sin embargo, a través
de esta práctica de “Política Exterior” de los Estados, se obtiene una
mayor eficacia en la democratización de algunos países.
Naturalmente, no todos los Estados aplican esa “condicionalidad”
responsable en su Política Exterior, depende igualmente de su propia
situación democrática. La Unión Europea es la organización regional que
con mayor responsabilidad, regularidad y éxito, aplica esta “cláusula de
condicionalidad al respeto democrático y de protección de los DDHH”, pero
aún así, si analizamos las distintas relaciones que mantiene la UE con
distintos países, nos damos cuenta de que tampoco esa cláusula se aplica
con total justicia, como bien todos quisiéramos. Siempre hay
“intereses” , y está claro que, por poner un ejemplo, que lo que se le
consiente a China (en vulneración de DDHH), no se le consentiría a algún
pequeño Estado del África Subsahariana.
Ánimo para todos/as en este último mes previo a los exámenes,
Alicia Roda

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