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Aproximación crítica a la narrativa de Ventura García Calderón

I. Introducción
El desarraigo y una crisis de la identidad, como consecuencia de las resonancias de
la guerra del Pacífico, son algunos de los síntomas esenciales de la generación en la
cual se instala García Calderón. Esta naturaleza disgregada de un entorno particular,
evocó una orientación cosmopolita dirigida a una búsqueda intelectual que, en su
trayecto, desplegaba múltiples y diversas proyecciones de una formación que
procuraba recuperar el vínculo perdido con su sociedad. La insistencia de Ventura
por la adhesión de una realidad distante por su incomprensión cognoscitiva se revela,
de esta forma, como una manifestación para integrar y reparar esta actitud
preliminar. La premisa de “reconstruir un país en ruinas” (Flores de Saco 1995: 44)
se bosqueja, por lo tanto, a través de la intermediación de dispositivos culturales
como lo representa la literatura. Sin embargo, esta no se halla autónoma de una
práctica ideológica. Así, en García Calderón se indica y advierte una oscilación entre
dos postulaciones, descubriendo una incapacidad para aprehender íntegramente a los
sustratos periféricos de la estructura social. El esteticismo se instala, en su obra, a
partir de un desplazamiento en donde la realidad emerge con las modulaciones
propias del lenguaje. Al igual que la preponderancia y fascinación por la imagen de
Oriente, la ritualidad y las dinámicas de las comunidades indígenas asentadas en el
Perú –en la franja andina o en el área amazónica– son descritas por este autor desde
un exotismo que renuncia al reconocimiento, inclinado por la deformación (López
Alfonso 2009); la visión dibujada sobre el designio del modernismo, se erige, en este
sentido, como una dislocación de las identidades. Por ello, la aproximación a la
presencia del indígena se produce “como escritor modernista, esto es, con una mirada
estética” (López Alfonso 2009: 96). Así, la problemática de la incorporación de las
figuras autóctonas se extiende, mediante diferentes formas y escenarios, en un
reiterado interés por su papel dentro de la estructura social. El carácter estilístico, a
pesar de su calidad (Tamayo 1979, Sánchez 1951), se compone en una marginación
del establecimiento de amplios sectores. La reinvención de una nueva unidad
nacional transita, por este motivo, a través de una omisión de ciertos elementos de
este sistema. En el intento de concordar con el ámbito de este contexto ajeno, los
protagonistas de los relatos que reúne La venganza del cóndor fracasan o soportan
un desvío de sus actitudes reivindicatorias. El silencio o un obstáculo subjetivo
trastornan la disposición de un ingreso en el interior de esta esfera. Los cuentos de
este libro concebidos, precisamente, como “historias sencillas, expuestas
elegantemente, en estilo limpio, de adjetivación precisa” (Escobar 1960: 194),
coinciden con una exhibición ideológica que, como se examinará en los apartados
siguientes, vincula la pugna entre una hegemonía y una alteridad subalterna, en un
encuentro adverso que funda relaciones de poder, dentro de un marco en el cual se
propone la imagen de una nación escindida.
II. La crítica literaria
Leer diapositivas que contienen este apartado.
III. La venganza de los subalternos: Hegemonía y subalternidad en Ventura
García Calderón
Es necesario hacer mención de Antonio Gramsci cuando se intenta abordar la
subalternidad, los Cuadernos de la cárcel se constituyen como la base de lo que,
posteriormente, serían los estudios subalternos. Gramsci expone el término
“subalterno”, por primera vez en los Cuadernos, señalando a la subalternidad como
la característica común de la clase dominada. En todo hombre, menciona Gramsci,
está impuesta una conciencia por el ambiente en el cual vive, desde donde este
adquiere una influencia capaz de moldear su subjetividad. El autor de Cuadernos de la
cárcel plantea, asimismo, que la primordial elección que maneja el hombre, luego de
ser “contenido en una determina concepción de mundo” (Gutiérrez 2009: 2), es saber
elegir si sigue el condicional impuesto o, caso contrario, elabora una propia
conciencia: “o sea a la cuestión de si es preferible “pensar” sin tener conciencia
crítica, en forma disgregada y ocasional, o sea “participar” en una concepción del
mundo “impuesta” mecánicamente por el ambiente externo, y por lo tanto por uno
de tantos grupos sociales en los cuales cada cual se encuentra automáticamente
incluido desde su entrada en el mundo consiente” (Gramsci 1999: 246). Se evidencia
un carácter de rebelión anunciado en los Cuadernos, aquel que lograría esbozar un
traslado de la subalternidad hacia la hegemonía. Massimo Modonesi en su artículo
Subalternidad, sugiere que es fundacional la idea de la rebelión, sin embargo, como
enuncia Gramsci “las clases subalternas sufren siempre la iniciativa de la clase
dominante, aun cuando se rebelan” (2012: 5). Gramsci señala, que los sujetos
subalternos prosiguen en aquella condición hasta el momento en que deciden
rebelarse, sin embargo, esta “autonomía” no será suficiente. Modonesi realza su
artículo con una pregunta fundamental: “¿Cuándo los subalternos dejan de ser tales?
¿En qué momento de su recorrido de autonomización?” (2012: 7). La respuesta
otorgada por el autor de los Cuadernos se centra en un momento distante, cuando
aquellos sujetos escindidos por la subalternidad se conviertan en Estado, en
hegemonía, mediante un proceso revolucionario.
En la narrativa de Ventura García Calderón, se revela, como ha señalado la crítica,
un carácter que, desde cierto ángulo aristocrático, desea reivindicar la figura de aquel
subalterno, sea este sujeto indígena de origen andino o amazónico. Una mirada
paternalista, la cual, siempre desde el exterior, ofrece al lector una visión de un grupo
no hegemónico, que intenta desligar su condición de la subalternidad. En “Historia
de Caníbales”, se visualiza la mirada hegemónica proveniente de Occidente, aquella
que no logra creer los relatos de Víctor Landa, siempre dispuesta a considerar al otro
indígena como elemento periférico. La subalternidad es representada por los witotos,
envueltos en caracteres provenientes de la denominada “barbarie”, incapaces de
modelizar su condición y sus dispositivos en base a lo civilizado. Se les describe
envueltos en una floresta agreste, que consume su humanidad, asimismo, la
desnudez de sus cuerpos y, evidentemente, sus ritos, son elementos que los condenan
al espacio no hegemónico. Sin embargo, lo resaltante de la narración de García
Calderón, es que este grupo proveniente de Iquitos, no reconoce su subalternidad,
por lo tanto, este conjunto de habitantes no sigue la imposición de Occidente –
aunque se rijan por dos sistemas opuestos–, caso contrario, se deslindan de una
supuesta hegemonía que ellos no integran. Así, los witotos, no observan con
superioridad a los europeos, como en el caso de Lucien Vignon, este, junto a su
grupo, los provenientes de Occidente, representan a un cúmulo de sujetos que no
manifiestan ni representan características positivas. De manera contraria, son
asociados a valores negativos, provistos de brutalidad e incoherencia. El autor de la
Generación del 900, propone dos sistemas que se contrapones desde la superficie, y
aquellos hegemónicos, los occidentales, no son capaces de aprehender que
interactúan con individuos que no comparten, ni mucho menos aceptan, la condición
de subalternidad impuesta. Por este motivo, cuando Vignon retorna a la selva con
deseo de “completar su trabajo”, los habitantes deciden su muerte, comiéndose al
francés como un acto natural, ya que, según su creencia, sería la manera de recuperar
su poder perdido. No se someten al poderío impuesto de Occidente, reconocen en
Vignon a un sujeto extraño y ajeno, dispuesto a exterminar, sin embargo, la venganza
no se despliega como el móvil principal, es el deseo de recuperar su poder, aquel que
solo puede ser transmitido al ingerir el cuerpo del fallecido. La hechicera, devorada,
según los witotos, por Lucien, les devolvería la fuerza espiritual y, asimismo,
adquirirían, además, “las potencias diabólicas de estos hombres de cabellos dorados
y de ojos azules que manejan tan bien las armas de fuego”. Se reestablecería, de esta
forma, la paz necesaria para la tribu, la cual, por más que representa una clase
subalterna, envuelta en un sistema cultural inaprehensible para el otro europeo, o, de
igual manera, para el otro que convive y estructura su mundo bajo el lineamiento
occidental, no aprehende esta definición. Esta genera su propia subalternidad, lo que
se revela con el regreso de la esposa de Vignon, quien, si bien en un inicio pertenecía
a la comunidad, y manejaba una posición como la nieta de la mayor hechicera, es
rechazada al revelar las costumbres occidentales, incapaz ya de revertir su condición
aprehendida. Así, en “Historia de caníbales” se manifiesta una doble subalternidad,
ejercida, desde dos sistemas culturales disímiles, los cuales proveen al relato de una
contradicción que revela dos ejes que no logran superponerse. La hegemonía,
siempre erigida por los grupos dominantes, encuentra la manera de establecer un
discurso que someta al subalterno, desde donde este se adhiere, sin embargo, en la
presencia del grupo no hegemónico propuesto en el relato de García Calderón, se
logra evidenciar una comunidad, que, si bien reconoce al otro externo, no acepta en
este una posición hegemónica. No se trata de un grupo que se mantiene aislado, caso
contrario, la historia revela el reconocimiento de la presencia externa, debido a las
exploraciones por parte de los europeos, o por el proceso de evangelización, desde
donde algunos witotos habían logrado retornar, lo que permite visualizar una
hegemonía que se construye desde la subalternidad, la cual no logra, en su totalidad,
ser extinguida, pero que logra revertir la condición, encerrándola es un espacio que
es capaz de establecer su propio sistema.
En “Sacrilegio”, se revela, del mismo modo, una subversión del conjunto no
hegemónico, lo cual se logra evidenciar bajo la figura de Pancho Rayón, un “cholo
liberal”, aquel que osa trasgredir la imposición del cura del pueblo, figura que
representa la clase dominante. Cabe resaltar lo que Gutiérrez denomina “defensa
activa” (2009:4), un estado que les permite esgrimir, a los subalternos, cierta defensa
frente a la dominación, asimismo, el papel del colectivo toma mayor importancia,
asociado a lo que Gramsci denomina “voluntad colectiva”, único factor capaz de
revertir la hegemonía. Si bien Gramsci esboza que la posibilidad de desarticular la
hegemonía es mediante un colectivo, situación que se revela mejor en “Historia de
caníbales”, será un individuo el responsable en este texto de García Calderón quien
intente reconfigurar su condición. Era sabido en el pueblo los manejos y acciones del
padre, quien no respetaba los valores implicados de su condición. Así es como
convive con pobladoras, también, se refleja este carácter en su ansia de lucro,
actitudes que los subalternos asumían como naturales, reafirmando la posición
dominante de este sujeto. Sin embargo, Pancho Rayón, luego de evidenciar la
traición cometida por el sacerdote, al llevarse a su novia y, del mismo modo, el deseo
de –en palabras de Jesús Martin Barbero–enculturar su condición, al vestirla de
manera foránea, dejando de lado la vestimenta indígena, decide interrumpir la
festividad de la Virgen, para sustraer a Feliciana de las manos del cura, quien la
ostentaba como posesión en frente a la clase no hegemónica. Será un individuo quien
decida hacerle frente al dominante, mientras los demás sujetos subalternos se
encuentran temerosos frente a la interrupción de un indígena, que es considerado
liberal, debido a la insubordinación aparente. Pancho Rayón mantiene, de esta
manera, la “defensa activa” que se manifiesta en los subalternos, aquellos que
configuran un intento de defensa frente a una hegemonía que erige y elimina su
condición. El final del cuento logra plasmar un estado de subversión plausible, ya
que aquel “cholo liberal” escapa con Feliciana, luego de dejar al sacerdote sumido
en un llanto que atemoriza a los oyentes. Igual que en “Historias de caníbales”,
Rayón no elimina la subalternidad, y si bien no construye una desde su espacio
cultural, logra establecer una defensa frente al avance hegemónico, manifestado en
el rechazo y la venganza frente al cura del pueblo, quien reafirma constantemente su
poder, frente a una subalternidad que se adhiere sin ejercer rechazo.
De este modo, en los dos textos de Ventura García Calderón, se localiza un
tránsito de la condición subalterna. Los personajes establecidos en la narrativa del
autor, revelan a un sujeto o colectivo oprimido, frente a otro dominante, desde donde
se intenta plasmar un ámbito reivindicativo, el cual, sin embargo, no se ejerce
plenamente. Las categorías de subalternidad y hegemonía, permiten, de una manera
eficaz, localizar los quiebres que estos sujetos esbozan en los textos de García
Calderón, logrando evidenciarse un tránsito que recorre a un conjunto no
hegemónico, capaz de plasmar un eje que despliegue un rechazo hacia la dominación
y, del mismo modo, una visión que se encarga de representar una disputa cultural
permanente.
IV. Una lectura a “Historia de caníbales” y “Sacrilegio”.
Escoger fragmentos de ambos cuentos que expongan lo señalado en el capítulo
anterior.

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