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de desesperanza
JUAN Lurs Rurz DE LA PEÑA
(Oviedo)
1. LA QUIEBRA DE LA ESPERANZA
poder que quisiera detenerlo ... Este progreso ... no podrá ser nunca
detenido ni nada podrá hacernos volver atrás» 7.
Muy influidos por los pensadores europeos de la Ilustración,
los Padres Fundadores dieron a luz una suerte de milenarismo
americano, según el cual Nueva Inglaterra sería la nueva Jerusalén
y las colonias emancipadas el nuevo Israel que redimiría a los
países sometidos a regímenes absolutistas. El elemento religioso se
fundía aquí con la confianza en la ciencia y la técnica. «Es impo-
sible imaginar -escribe Benjamin Franklin en 1780- a qué altu-
ras podemos llegar dentro de mil años, gracias al constante aumen-
to del poder del hombre sobre la materia» 8.
Estas ideas de los Padres Fundadores arraigaron tan profunda-
mente en el inconsciente colectivo de Norteamérica que, un siglo
más tarde de haberse escrito el texto de Franklin, otro compatriota
célebre, Mark Twain, se expresa (en una carta a Walt Whitman
con ocasión del septuagésimo cumpleaños de éste) en términos
análogos, acortando además el plazo para el cumplimiento de sus
vaticinios: «ha vivido usted los setenta años más grandes en la
historia del mundo ... Pero deténgase un poco más porque no ha
llegado todavía lo más importante. Espere treinta años y entonces
mire usted a la tierra. Verá maravillas sobre maravillas añadidas
a aquéllas cuyo nacimiento puede usted testificar, y presenciará el
formidable resultado: ¡el hombre alcanzando al fin casi su comple-
ta estatura! Y todavía creciendo, creciendo visiblemente mientras
usted observa ... » 9.
2.2. En el siglo XIX, Augusto Comte en Francia, Hegel y
Marx en Alemania, contribuirán, cada cual a su modo, a fortalecer
la fe en el progreso. Pese a sus profundas diferencias ideológicas,
a los tres les es común una visión de la historia como proceso
unitario y crecientemente ascendente. En 1816 escribe Hegel a
Niethammer: «estoy seguro de que el espíritu del mundo ha dado
a nuestro tiempo la orden de avance. Tal orden ha sido obedecida;
este ser avanza a campo traviesa, irresistiblemente, como una fa-
[7 LAÍN, 222.
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18 LAÍN, 172.
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