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Revista de cine
(Donostia Kultura)
Título:
Kenji Mizoguchi: el hombre que amaba a las geishas
Autor/es:
Angulo, Jesús
Citar como:
Angulo, J. (1999). Kenji Mizoguchi: el hombre que amaba a las geishas.
Nosferatu. Revista de cine. (29):4-24.
Documento descargado de:
http://hdl.handle.net/10251/41114
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las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones de la Universitat Politècnica de
València.
Entidades colaboradoras:
Historias de la luna pálida de agosto 1Cuentos de la luna pálida después de la lluvia
••
en 1
el hombre que amaba
a las e,g;eú;has
Jesús Angu/o
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lún•i-Fci t•npcralriza ( /().)..¡.) edo Sansho iull•mleulea (/95-!).
enji Mizoguchi nació en pón, con un éxito arrollador, el 15 pel esencial en los primeros años
un barrio popular de To- de febrero de 1897 en Osaka. Hijo de la vida del rea li zador. En una
kio el 16 de mayo de de un carpintero, de esquiva suer- perfecta cadencia de siete años ,
1898 , apenas un año te en los negocios, sus padres ya después del nacimi ento de Kenji
después de la primera proyección tenían una hij a -Suzu, siete años llegaría su hermano Yoshio. No
cinematográfica celebrada en Ja- mayor que él-, que jugaría un pa- eligió el pequeño de los Mizoguchi
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e l momento más oportuno para consej eros, Kenji no era un alum- No tardó mucho tiempo en volver
venir al mundo. Su padre, un de- no especialmente brillante. De he- a Tokio, siempre a la sombra de
sastroso emprendedor nato, había cho, su primera juventud fu e un Suzu. Allí empezó a rec ibir cl ases
concebido la astuta idea de lanzar- continuo dar tumbos en el terreno de biwa, una especie de laúd japo-
se a la fabri cac ión de gabardinas, laboral. Fue prec isa mente Suzu nés. Fu e prec isam e nte co n su
destinadas a guarecer a los so lda- qui en, en 1913, le encontraría un profesor de biwa co n quie n co-
dos j aponeses de los ri gores de la empleo como ayudante de di seña- menzó a frecuentar los estudios
guerra ru so-japonesa, que estalló dor de kimonos verani egos. Su de la Nikkatsu, una de las dos pri-
en 1904. Para e ll o se e ndeudó trabajo consistía en reali zar los di- meras grandes productoras japo-
más all á de lo razonabl e, sobre buj os des tinados a su es tampa- nesas, junto a la Shoc hiku . Su
todo si tenemos en cuenta que un ción. En 1915 su madre muere primer impulso fue e l de conver-
año después fin ali zaba la guerra tras una larga y dolorosa enfer- tirse en actor, algo para lo que no
co n todo e l stock des tin ado a med ad . Desapa rec ido el úni co parecía estar especialmente dota-
un os so ldados qu e vo lvían co n lazo que le unía al hogar famili ar, do. En cambi o, el director de la
ali vio a casa. Zentaro Mi zoguchi , Mi zoguchi se va a vivir con su casa, Osamu Wakayama, le ofre-
e l padre, inte ntó recondu cir su hermana, que sería durante mu- ce que colabore en sus guiones.
modesta indu stri a, transformando c hos a ños su protec tora . Tres En junio de 1921 el tambi én reali-
las gabardinas en cinturones. Los años antes, se había dado por fi- zador Tadashi Oguchi le incorpo-
magros resultados econó micos de nali zado el periodo Meiji , que ha- ra a su equipo, ahora ya como
es ta reco n ve rs ió n a pres ur a d a bía traído consigo la restauraci ón ayudante de dirección. Los prime-
poco co ntribu ye ro n a ta pa r e l de la autoridad imperi al y que tan ros años veinte conocieron en el
"aguj ero" al que había ido a parar presente estuvo a lo largo de la cine j aponés el auge de las gen-
su ingeni osa ini ciati va. Con tres film ografía de nuestro realizador, da i-ge ki, pe líc ul as de te máti ca
hij os que alimentar y la casa fami - para dar paso al peri odo Taish6, contemporánea que ganaban te-
li ar embargada por sus acreedo- que acabaría por aprobar en 1925 rreno frente a las j idai-geki, pelí-
res, Zentaro tu vo la poco pi adosa la ley sobre derecho a voto de to- culas legendari as que, con temáti-
idea de deshacerse de su hij a ma- dos los ciudadanos adultos (varo- ca histórica, reivindi caban las tra-
yor a la que Kenji ado raba. La nes, eso sí). di c ion es m ás a nces tr a les . El
mayoría de las fue ntes c ue ntan máximo representante de las nue-
que vendi ó a Suzu a una casa de Có modame nte in stalado bajo la vas tendencias en el estudio, Ei zo
geishas. Sin embargo, Audi e Boc k protección de su hermana, Mi zo- Tanaka, representaba a la perfec-
(!) afirm a que su padre se limitó guchi practicó efímeramente di- ción ese giro hacia un cine más
a entregarl a en adopción y fu eron, versas ocupaciones laborales. Sin en contacto con la realidad social
prec isamente, sus padres adopti- embargo, sus auténti cas pasiones j aponesa, en el que se inscribían
vos los autores de esa venta po- eran la literatura, el teatro clásico rea li za d o res como H e in os uk e
cos años des pués. Sea como fu e- j aponés y la pintura. Leía con vo- Gosho o el propio Yasujiro Ozu.
re, el pequeño Kenji nunca perdo- racidad, no sólo autores japo ne- Así, el cine de Mizoguchi siempre
nó a su padre la fo rzada separa- ses, sin o ta mbi é n occ ide ntal es, estaría caracteri zado por una es-
ción. A esto se suma el hecho de con especial dedicació n a Tolstoi, trecha relación con la realid ad.
que, en las relaciones co n su es- Zol a y Maupassant. Frecuentaba
posa -hija de un comerciante de la s re prese ntacion es de kabuki La tendencia a favor de los gen-
medi cinas chin as-, Zentaro no se (teatro nac ional tradi cional), no dai-geki que la Nikkatsu practi ca-
pri vó de ejercer un autoritari smo (dramas líricos en los que música ba en aquellos años, llevó a la
que a menudo dese mbocaba e n y danza juegan un papel esencial) productora a despedir a di eciocho
malos tratos. y bunraku (teatro de marionetas) . de sus oyamas, los actores espe-
En cuanto a la pintura, a los dieci- cializados, siguiendo la tradición
Contrari amente a lo que se podría siete años se diplo mó en el Insti- teatral japo nesa, en interpretar pa-
esperar, la suerte no fu e esqui va tut o de Pintura Europ ea d e peles femenin os, e ntre e ll os la
co n Suzu , qu e acabó siendo la Aoibas hi , en Toki o. Respecto a gran estrell a Teinosuke Kinugasa,
proteg ida de un ri co comerciante. sus trabajos de aque ll os año s, qu e acabaría desarroll ando una
Éste la ll evó a vivir a su casa y destaca su paso por un periódico vas ta carre ra como re ali zador.
acabó casándose con ell a tras la de Kobe, en la tradicional región Esto provocó un a hu elga en la
muerte de su es posa. A decir de de Kansai, que tantas veces re- comp a ñía qu e supu so la gra n
su cond iscípul o en los estudi os crearía en sus filmes como quin- oportunidad para Mi zoguchi . A fi-
primarios Matsutar6 Kawaguchi , taesencia de las tradi ciones japo- nales de ese año le encargaron la
que años des pu és se co nvertiría nesas. Fue allí donde se sumergió reali zac ió n de El día en que
en asiduo gui oni sta de sus pelícu- por primera vez en los placeres de vuelve el amor (1923), en la que
las y un o de sus más íntim os la geishas y la bebida. ya apuesta definiti vamente por in-
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corporar actri ces a sus películas. El ritmo de trabaj o en aquell os do r terremo to que aso ló Tok io.
No sería la única norma tradicio- años es febril , como correspondía Mi zog uchi rodó su hi stori a de dos
nal que rompiese ya desde su pri - a una época e n la que las películas enamorados q ue se reencuentran
mer film. Además, prescindió de se reali zaban en pocas semanas. en un templo durante e l terremoto
. .
los benshi, los narradores que te- Ya entre los once filmes fec hados y comtenzan a rememorar sus vt-
nían tal poder que podían llegar a en 1923, tres de ellos están basa- das literalmente entre las ruinas de
ca mbi ar radi calmente inc lu so el dos e n esc rito res occ id e nta les: la ci udad. De hecho las imágenes
arg um e nto de las películas co n Mauri ce Leblanc (Una aventura documentales que rodó nada más
sus comentarios en directo y que, de Arsenio Lupin ), Anna Chris- producirse la tragedi a se exporta-
a ni vel popul ar, eran a menudo la tie, de Eugene O 'Neill (El puerto ro n a las sa las norteamericanas .
gran atracc ión de las proyecciones de las nieblas), y el relato de E. Como co nsecuencia del terremoto
cinematográficas, más incluso que W. Hoffmann Das Fraü lein von los estu dios de Tokio queda ron
los pro pios fil mes. Por el contra- Scuderi (La sangre y el a lma). A arrasados, lo q ue provocó q ue
ti a, Mizoguchi apoyó sus películ as éstas hay que añadir La noche, fuesen trasladados a Kyoto.
mudas en el uso de los rótulos, basada en la novela negra norte-
siguiendo en esto, como en tantos americana The Beautiful Demon, Allí sigue diri giendo películ as de
o tros as pec tos, la tradi c ió n de l y la narración del propi o reali za- encargo, e n las que su im pli ca-
cine occ idental. Por supuesto esto dor Yami no Sasayaki. Ese año es c ió n perso na l es re la ti va . De
le supu so la clara enemistad del la única época de toda su carrera aquell a época el rea li zador guarda-
co lec ti vo benshi, así co mo una en la que Mi zoguchi escribe, a so- ba agradab les recuerdos del roda-
fa ma de direc tor in co nfo rmi sta Jas o e n colaborac ió n, prácti ca- je de El mundo de aquí abajo
que no le abandonaría ya. mente todos los gui ones de sus (1924) , in spirada en Terra Baixa,
pe lícul as . E n los años sigui entes de Ángel Guimera. Pros igui eron,
Es ta pe líc ul a, perdid a co mo la volverá a hacerlo muy esporádi - por otro lado, sus problemas con
mayoría de las que for man su pe- camente. Sus últim as parti c ipa- la censura. En Lluvia de mayo y
ríodo mudo (2), ya contenía, no ciones, al menos acreditadas, en papel de seda ( 1924), adaptac ión
sólo la citada tendencia a hacer un los guiones de sus películ as se lle- de una obra de teatro shimpa (la
cine pegado a la realidad, sin o varán a cabo en los tres primeros corri ente que pretendía renovar el
ade más su primer alineami ento a que esc ribi ó para é l Yos hikata teatro japonés hacia parámetros
favo r de los oprimidos. De hecho, Y oda, en lo que supo ne una de las más homo logab les co n el teatro
el film tu vo seri os pro blemas co n cumbres de su obra: Elegía de occ idental), fue acusado "de ha-
la poli cía (3), que entró a saco en Naniwa (1936) , Las hermanas ber ultrajado la dignidad de la
él suprimiendo todas las escenas de G ion (1936) y El valle del religión" (4). Tampoco la sátira
que recreaban la rev uelta de los amor y la tristeza (193 7). de la guerra, inspirada en las cari-
ca mpes inos contra los hace nd a- caturas del entonces cé lebre Oka-
dos. El director se vio obli gado a En ese mi smo año un film marcó moto Ippe i, contenid a e n No hay
suprimir los pasaj es ce nsurados su carrera por razones extrac ine- guerra sin dinero ( 1925) , fue
co n mú sica interpretada por un m a tog r áficas: En las ruina s. bi en rec ibida por la censura. La
biwa. Aquel año se produj o el devasta- películ a, estrenada en Kyoto, per-
maneció inédita e n e l resto de l
país. Con estos fil mes, el realiza-
dor co menzó a ganarse una mere-
cida fa ma de izq ui erdi sta.
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Elegía de Naniwa
ductora. Bock relata: "No obstan-
te, Mizoguchi perdona a su
amante y suspende su trabajo
para ir a encontrarse con ella en
Tokio. La pareja se reconcilió,
viviendo Mi zoguchi a costa de los
ingresos que ella obtenía con su
trabajo de criada en una taberna
japonesa, hasta que un conocido
le advirtió que estaba desperdi-
ciando su vida. Retornó a Kyoto
y reanudó su trabajo con una vi-
talidad que no había conocido
antes de su encuentro con la ani-
mal perversidad de una mujer
abandonada. (. .. ) La amante que
él abandonó en Tokio, acabó en
la prostitución" (5).
NOSFERATU 29
Las amapolas
tionables y le colocan entre el más
selecto puñado de lo s grande s
reali zadores de la hi storia del cine,
no se puede decir otro tanto de su
coherencia personal. El realizador
Kaneto Shindo, que colaboraría
con él durante quince años como
asistente de realización y guioni s-
ta, se mostraba inmisericorde con
él en declaraciones informales re-
producidas por e l hi stor iado r
Georges Sadoul: "Mizoguchi era
muy simple: sólo le interesaba el
dinero. Y dinero para tener muje-
res. Amaba tanto a las mujeres y
prostitutas que tuvo con ellas in-
numerables experiencias, la ma-
yoría de las veces felices. Seguía
siendo muy niño, muy curioso por
no impidi ó que la película fuese to a sus filmes posteriores-, que todo, muy egocéntrico, y si se
censurada en una secuencia en la le servía para utilizar lo menos ocupó tanto del cine es porque le
que un soldado herido toca el posible los recursos de montaje reportaba bastante dinero para
acordeón, algo que fue visto (otra de sus fobias), así como la continuar llevando una vida tan
como un recurso antimilitarista. utilización de la profundidad de disipada. Su obra es en su con-
Lo cierto es que la omnipresente campo, un recurso que forzaba junto bastante parecida a las ca-
censura japonesa vivía años de la sensación de realismo inheren- lles de Tokio, tan desiguales: uno
preocupación ante el auge de los te a su cine desde el principio. circula por ellas perfectamente y
keigo-eiga, que llevaría consigo la Basada en un conjunto de relatos a menudo cae en un gran aguje-
creación en 1928 de Pro-Kino, de escritores de izquierdas, Sin- ro. Mizoguchi encontró casi todos
una productora de izquierdas es- fonía de la gran ciudad ( 1929) los temas de sus mejores obras en
pecializada en este tipo de filmes. abündaba al parecer en una temá- su vida y sus experiencias perso-
Aunque la vida de Pro-Kino fue tica parecida. Mizoguchi recuer- nales. Adoraba irse de juerga, di-
efímera, esta corriente de izquier- da que "el barrio en el que roda- vertirse en farsas de estudiantes,
das caló profundamente en el cine mos la p elícula era un barrio como mear desde el primer piso a
japonés y, naturalmente, Mizogu- casi fuera de la ley: nos vimos los viandantes. Era muy capri -
chi no fue impermeable a este obligados a disfrazarnos de choso, muy ca llejero y se encon-
movimiento. obreros, llevando la cámara es- traba a menudo humillado por las
condida". En la mi sma te nden- mujeres. Era un poco esquizofré-
En 1929 consigue el mayor éxito cia, rodó en un barrio de prosti- nico y su obra se puede conside-
comercial de su carrera hasta el tutas Y sin embargo, avanzan rar como una acumulación de ex-
momento con La vida de Tokio (1931) , un film antimilitarista que periencias personales, como una
( 1929), basada en una canción tuvo de nuevo problemas con la especie de autobiografía. Si criti-
enormemente popular en la época. policía. có a la sociedad, fue siempre a
En esta película, de la que se con- través de las mujeres y su condi-
servan tan só lo algunas secuen- A pesar de todo ello el supuesto ción. No podía proceder de otro
cias, Mizoguchi mostraba los izquierdismo de Mizoguchi dejaba modo" (9).
grandes contrastes entre las cla- mucho que desear. Varios de sus
ses altas de la capital y los barrios colaboradores le han tachado de Paralel amente a los citados filmes
más humildes. A partir de estos ambiguo, cuando no abiertamente "de tendenci a", Mizoguchi veló
fragmentos Noel Burch ya cons- oportunista. De hecho, como ve- por primera vez sus armas en el
tata la presencia de "vagos indi- remos, no dudó más adelante en terreno del so noro. Su primera
cios de las preocupaciones veni- colaborar con el régimen militaris- experiencia, La tierra natal
deras" (8). A la preferencia por ta que acabó llevando a Japón a la (1930), es sólo parcialmente so-
las tomas largas a los primeros guerra, al lado de alemanes e ita- nora. El sistema comercializado
planos, que el propio realizador lianos, primero, y con las fuerzas en Japón era demasiado rudimen-
declaró odiar en varias ocasiones, de ocupación aliadas, tras finalizar tario y el reali zador afirma que su-
se suma la movilidad de la cámara la guerra, más tarde. Si sus méri- puso muchas dificultades y pocos
-si bien un tanto excesiva respec- tos cinematográficos son incues- resultados. Al tiempo , cuenta la
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anécdota de que el responsable de zada a posteriori, con la que Mi- tructura dramática y, aunque se
sonido era un técnico del Ministe- zoguchi daba el éxito equivalente desarrolla dentro del marco de
rio de Correos, más bien escasa- a la productora con la que había los códigos de montaje occidenta-
mente interesado por el cine. Ante realizado hasta el momento casi les, la cámara tiene una tenden-
la frustrada experienc ia y las pre- cincuenta largometrajes y con la cia progresiva a permanecer a
siones que en esos primeros años que no volvería a colaborar, si ex- distancia y a posponer fa necesi-
ejercieron los poderosos benshi, cep tu amos El desfiladero del dad de cambiar de plano", desta-
no tuvo más remedio que reple- amor y del odio (1934). cando, por otro lado, "su intenso
garse de nuevo hacia el cine erotismo, que no es superado in-
mudo. E n 1931 Japón invade Manchuria. cluso por los últimos filmes de
Mizoguchi acepta la oferta de la Mizoguchi" (12).
Según Yoda, en Okichi, la ex- productora Shink6, recién creada,
tranjera ( 1930), Mizoguchi reali- para realizar El amanecer de la En 1934, tras su efímera vue lta
zó sus primeras serias experien- fundación de Manchuria (1932), con la Nikkatsu, funda junto a su
cias en la utilización del plano se- un encargo del ejército que puede amigo Masaichi Nagata y a Dai-
cuencia. Sin embargo, los conti- calificarse, sin paliativos, de fi lm suke It6 la productora Daiichi,
nuos cortes producidos por la in- de propaganda militarista, aun con la que realizaría cinco pelícu-
serción de rótulos rompían con la cuando ninguna copia haya llega- las. La vida de la productora sería
unidad dramática que el realizador do hasta nuestros días . La unani- tan efímera como poco rentables
buscaba con ellos y habría que midad de todas las fuentes a este fueron sus resultados económi-
esperar al so noro para que se respecto deja claro el aspecto ca- cos, lo que no impide que entre
afianzase en la que se convertiría maleónico que nuestro realizador esos cinco filmes se encuentren
en una de las principales señas de practicó a menudo en el terreno las dos primeras obras maestras
identidad de su puesta en escena. ideológico. Pese a que se trataba de Mizoguchi . El "periodo Daiichi "
Para Y oda, si utilizaba el plano se- de un fi lm so noro, sus tres si- es esencial en su obra por múlti-
cuencia es porque "no le gustaba guientes películas con la Shink6 ples razones. Desde un punto de
utilizar los recursos de montaje, vuelven a ser mudas. De las tres, vista estrictamente de puesta en
porque fe era difícil identificar sólo se conserva la primera, El escena, a lo largo de estas cinco
los planos realizados después del hilo blanco de la catarata películas va afianzando su esti lo.
rodaje. Si prefería tomas que a ( 1933), un melodrama protagoni- Si en las tres primeras (Osen, la
veces duraban dos o tres minutos, zado por uno de esos personajes de las cigüeñas, Oyuki, la vir-
con movimientos de cámara muy femeninos capaces de Jos mayo- gen y Las amapolas , las tres
complicados, que era difícil po- res sacrificios por un hombre realizadas en 1935) todavía sub-
ner a punto, era porque este mé- que, generalmente, nunca está a sisten las influencias del montaje
todo fe permitía filmar un senti- su altura. Mientras para Antonio occidental, más dinámico, así
miento, una expresión, en su evo- Santos se trata de un film mani- como la inclusión , en mayor o
lución y su exacta continuidad queísta y con una puesta en esce- menor medida, de recursos como
temporal" (10). Con esos movi- na titubeante (11), para Noel la utilización del plano/contraplano
mientos de cámara, Mizoguchi Burch "tiene una elaborada es- o del uso del contracampo, en las
podía pasar de un plano fijo -casi
siempre planos largos- a otro, sin
necesidad de corte alguno. Este
deseo de continuidad era en cierto
modo se mejante al que defendía el
más grande de sus coetáneos, Ya-
sujiro Ozu, quien, más estático,
sustituía estos movimientos de
cámara por sus famosos planos
de detalle o paisajes, insertados
entre dos tomas.
NOSFERATU 2 9
dos últimas (Elegía de Naniwa y inseguridad del realizador a la inadvertida al realizador, que hizo
Las hermanas de Gion) ya que- hora de abordar los retos que el de él su habitual operador durante
da en gran medida marcado ese sonido traía consigo y factores muchos años. En cuatro de sus
estilo, apuntalado en el frecuente tan externos como la presión que cinco filmes de esta época, la pro-
uso de los planos largos; la prefe- los organizados benshi ejercían tagonista fue Isuzu Yamada (sólo
rencia del montaje dentro de la ante los estudios, habían dificulta- estuvo ausente en Las amapolas).
propia secuencia (muy a menudo, do el acceso definitivo de Mizo- Mizoguchi, que había contado con
como ya hemos dicho, prolonga- guchi al cine hablado. De hecho ella por primera vez para El desfi-
das tomas estáticas, unidas entre Osen, la de las cigüeñas es to- ladero del amor y del odio, con-
sí por suaves movimientos de cá- davía muda, y Oyuki la virgen y sideraba a Yamada una de las dos
mara, en las que el único movi- Las amapolas participan, en dis- más grandes actrices japonesas,
miento es el que realizan los pro- tinta medida, de las técnicas del junto a la que será la gran musa de
pios actores), en forma de planos sonoro, dentro de una estructura su cine a partir de los años cuaren-
secuencia; el uso habitual del fue- general perteneciente al cine silen- ta: Kinuyo Tanaka.
ra de campo y de la elipsis; la te. Con Elegía de Naniwa, Mizo-
sabiamente combinada mezcla de guchi entra ya definitivamente en Pero la gran incorporación en este
realismo con esporádicas cuñas el sonoro. periodo a su equipo de colabora-
oníricas; la frecuente utilización dores , fue sin duda la del guionis-
de una estructura dramática cir- Por último, el realizador se rodea ta Yoshikata Yoda, quien a partir
cular, apoyada en la utilización de de un grupo compacto de colabo- de Elegía de Naniwa escribirá
flashbacks, que a veces cubren la radores con los que alcanza un para él los guiones de casi todos
mayor parte del metraje de la pelí- grado de compenetración, y de sus fi lmes posteriores, veintitrés
cula ... dominio del resultado final, que en total. La comunicación entre
no tenía en los tiempos de la ambos funcionó desde el primer
Por otro lado, también en este pe- Nikkatsu. El productor de los cin- momento, lo que no impidió que
riodo realiza su paso definitivo al co filmes es su amigo, y socio en no estuviese exenta de ten siones.
sonoro. Las poco fiables condi- la Daiichi, Masaichi Nagata, con Mizoguchi exigía a Y oda que rehi-
ciones técnicas que en el terreno el que se evitará los "tira y afloja" ciese sus guiones un a y otra vez,
del sonido se daban en la industria de periodos anteriores. La foto- sin dar demasi adas explicaciones
cinematográfica nipona, la propia grafía corre a cargo de Minoru acerca de los cambios que espe-
Miki, cuya ten- raba en cada momento. Entre am-
dencia hacia bos se producía un sutil juego de
los contrastes adivinaciones, que podía llegar a
de luz y som- ser extenuante. Según Y oda, "Mi-
bras sirve de zoguchi no sabía en realidad es-
perfecto apoyo cribir un guión, ni dirigir a un
para retratar a actor, ni elegir un decorado. Su
unos persona- método era siempre hacer a sus
jes que a me- colaboradores que empezasen de
nudo se ven in- nuevo. Me pedía que escribiese
mersos en tur- mis guiones siete, ocho, die z,
bios submun- quince veces, hasta que al fin de-
dos. Mizoguchi cía: 'Por una vez, no está mal'.
había colabora- Lo que quería decir es que estaba
do por primera satisfecho y que iba por fin a co-
vez con Miki menzar el rodaje" (13). El propio
en El hilo Mizoguchi afirmaba que era im-
blanco de la posible delimitar en aquellos guio-
catarata, y la nes dónde acababa el trabajo de
contribución Y oda y empezaba el suyo propio.
de su fotogra- Lo cierto es que a mbos firman
fía a la conse- juntos los tres primeros guiones
cución del cli- en común (Elegía de Naniwa,
ma entre real y Las hermanas de Gion y El va-
surreal que exi- lle del amor y la tristeza), pero
gían algunas de a partir de ahí, Mizoguchi no vol-
sus secuen- verá a aparecer en los créditos
cias, no pasó como guionista.
NOSFERATU 29 IIJiill····
Elegía de Naniwa
prestigiosa revista japonesa Kine-
ma-Jumpo. Los titubeos de su an-
terior film desaparecen ahora, los
planos secuencia alcanzan su ma-
durez con el delicado uso de leves
movimientos de cámara que ejer-
cen de mullidas bisagras y los pla-
nos largos se enseñorean de todo
su metraje, hasta el punto de que
Antonio Santos contabiliza tan
sólo dos primeros planos en toda
la película. De nuevo nos encon-
tramos en Kansai. Ahora se trata
de Gion , el barrio de geishas de
Kyoto, más concretamente de Ot-
subu, la zona de Gion en la que se
localizan las más modestas casas
de té. La oposición entre tradición
y modernidad toma un matiz dife-
atreve a imaginar que, si este realizador. Rodada en veinte días, rente, representada por la que
guión hubiese caído en manos de en ella apenas encontramos pri- mantienen las hermanas Umakichi
Y oda, esa contraposición hubiese meros planos, mientras abundan y Omocha, ambas geishas de Otsa-
estado mucho más matizada. los planos largos; no existe un bu. Mientras aquélla es la geisha
solo plano/contraplano; se utiliza tradicional , que se mantiene fiel a
Ya con Yoda como guionista, con profusión la elipsis y como su protector, incluso cuando éste
Elegia de Nan iwa es la primera afirma Hubert Niogret "todos los se encuentra prácticamente en la
película sonora de Mizoguchi con cambios en la vida del personaje, ruina, Omocha busca una mayor
todas las de la ley. N ani wa es el los peldaños que descienden ha- independencia y defiende su dere-
antiguo nombre de Osaka y su cia la prostitución, nos son comu- cho a aprovecharse al máximo de
realizador afirmaba que este film nicados indirectamente" (15); la sus clientes. La realidad derrotará
"no se hubiera podido hacer en generalización del plano secuencia a ambas. Una derrota que abona
otro sitio que no fuera Kansai". proporciona un mayor realismo. la idea de que la denuncia de la
Narra la historia de la joven A este respecto, para Yoda "se opresión de las mujeres por parte
Ayako que, ante el desinterés de puede decir que este film marca de Mizoguchi, estaba lejos de lle-
su novio por las insinuaciones ha- el advenimiento del realismo en var consigo una reivindicación de
cia ella de su jefe, cede a sus pre- el cine japonés", mientras que un cambio profundo en las es-
tensiones para conseguir el dinero para Burch, que consideraba la tructuras sociales que la hacían
que su familia necesita para pagar película muy inferior a Las her- posible.
sus deudas. Enterada la mujer del manas de Gion, es "una prefigu-
jefe, Ayako es despedida, ante lo ración de la decadencia de Mizo- Las hermanas de Gion es, sin
que es abandonada, tanto por su guchi en la posguerra". Después duda (aunque con todas las caute-
amante como por su novio. Como de que el realizador sortease con las que supone el hecho de que
tantas veces en el cine de Mizo- habilidad las trabas que la policía antes de sus cinco películas para
guchi, la única salida para la pro- había puesto al guión previo, la la Daiichi -todas las cuales han
tagonista es la prostitución. Cuan- película estuvo prohibida hasta llegado hasta nuestros días-, sólo
do la joven arrebata el dinero a 1940. se conservan cuatro de sus fil-
uno de sus clientes y se niega a mes) , su mejor obra hasta el mo-
satisfacer sus deseos, es detenida Si Elegía de Naniwa tuvo tan mento. En este punto, cabe seña-
por la policía. Como consecuen- buenas críticas como. pésima ca- lar que la crítica japonesa ha con-
cia, su familia, que no había du- rrera comercial, otro tanto se siderado siempre que los mejores
dado hasta ese momento en apro- puede decir de Las hermanas de filmes del realizador son Elegía
vecharse de los dudosos ingresos Gion, cuyo fracaso económico de Naniwa, Las hermanas de
de su hija, la echa a la calle. Argu- supuso el cierre de la productora Gion y Vida de una mujer ga-
mento, como puede verse, habi- Daiichi, ya previamente herida de lante según Saikaku 1 La vida
tual en el cine de Mizoguchi, en muerte. Sin embargo Las herma- de Oharu, mujer galante
E legía de Naniwa cristalizan por nas de Gion fue la única película (1952) , a las que muchos unen
fín los principios de puesta en es- de Mizoguchi que alcanzó el título Historia de los crisantemos tar-
cena buscados largamente por su de mejor película del año para la díos (1939) o Los amantes cru-
NOSFERATU 29~~····
de los cuarenta. En un imposible Sólo la primera parte de esta "tri- gas y e l uso del gra n angular, que
juego de malabarismo, se enfras- logía teatral " se ha co nservado . le proporcionaba su tan deseada
ca en un a serie de filmes ambien- Se trata de Historia de los cri- profundidad de campo, en aras a
tados en la época Meiji . El propio santemos tardíos , un a de s us conseguir el mayor realismo posi-
Mi zoguchi lo contaría años des- más exqui sitas películas, en la que ble. Estos dos últimos recursos
pués: "En la época en que hacía se confirman sus hallazgos estéti- (planos largos y uso del gran an-
este género de peliculas, los mili- cos de la época Daiichi. El film se gular) tenían en este caso un ori-
tares eje rcían una censura extre- sumerge en el mundo del teatro gen añadido . Para interpretar al
madamente severa; y mientras yo kabuki , a través de las dificulta- protago ni sta, Mizoguchi co nsigui ó
deseaba seg uir la dirección indi- des del actor Kikunosuke Onoe, convencer a Sh6tar6 Hanayag i, el
cada por Elegía de Naniwa , me que debe mostrar a su propio clan más famoso oyama del teatro ka-
lo impidieron al ju zgar el espíritu (de larga tradi ción teatral) y a sí buki. El problema es que se trata-
del film como una 'tendencia de- mi smo, su capacidad co mo oya- ba de un actor maduro, que debía
cadente'. Para evitar sus ataques ma (actor que interpretaba pape- interpretar a un personaje de vei n-
me vi obligado a realizar estos les femenino s en el kabuki), apo- te años . Tras constatar que el ma-
filmes sobre actores. Claro que yado tan só lo por s u amante , quillaj e no era sufi ciente para dar
no fue sólo un refugio. Lo que me Otoku, rechazada a su vez por el veracidad a la diferencia de edad,
llevó a rodar pelícu las de este clan por su condición de simple el rea li zador optó por ex plotar al
tipo fue además la nostalgia de criada. El triunfo final de Kikuno- máx imo su teo ría de las toma s
aquel tiempo que amaba, el tiem- suke llevará consigo el abandono distanciadas y e l co nsecuente re-
po en el que nací y me eduqué. de Otoku, que morirá sin poder chazo de los primeros planos. Cu-
Sólo quería expresar su belleza. compartir la gloria que tanto ha riosamente, Mizoguchi rompe su
Es por eso por lo que era muy contribuido a alumbrar. Una vez propi o principio de ll evar el mon-
exigen te con los detalles, aunque más, un perso naje femenino con taje al interior del plano, medi ante
se tratase de una simple lámpara" un carácter mucho más fuerte el uso de los planos-secuencia, al
( 17). Aún se corroboraría, des- que su compañero, que practica filmar las representaciones tea-
marcándose del régimen militari s- el habitual egoísmo propio de los tral es que aparecen en el film , y
ta, cuando habla de la tercera e n- hombres en el cine de Mizoguchi . que podrían pedir co n mayo r ri -
trega de una especie de trilogía go r e l uso de esos planos se-
acerca del mundo del teatro, La Éste se reafirma en los logros ya cuenc ia, para estab lecer en ell os
vida de un actor (1941 ), de la apuntados a propósito de los dos un juego de mo ntajes paralelos en
que afirma que es un a películ a últimos filmes con la Daiichi , in- los que mostrar suces ivamente el
"que concierne únicamente a la sistiendo en los pl anos secuencia escenari o, e l público, la reacción
vida de un artista y era mi única (Burch contabili za ciento cuarenta de los miembro s del c lan de
forma de resistencia". planos en un metraje superior a Kikun osuke y la mirada, siempre
dos horas cuando, según sus cál- espectante, de Otoku entre bas ti -
Sin embargo, no nos engañe mos, culos, un montaje tradicional con- dores. Co n Historia de los cri-
la res istencia de Mizoguchi tiene taría con entre cuatroc ie nto s y sa ntemos tardíos asistimos a
sus lagunas. Durante estos años seiscientos planos), las tomas lar- una de las más e laboradas mues-
no dudó en aceptar determinados
cargos. Fue consejero del Comité
para el Cine, así como jefe del Sin-
di cato de Autores. No fue esto lo
más gra ve. El hi storiador Akira
lwakas i recuerda que suscribió el
esc rito (posiblemente redactado
por un ayudante, pero e n todo
caso asumido públicamente) titul a-
do "El carácter japonés del ci ne",
en el que se dicen "perlas" como la
que sigue: "Creo en el cine de gue-
rra, creo firme y profundamente
en el desarrollo grande y bello de
nuestro espíritu nacional por el sa-
crificio y la muerte en la guerra.
De aquí precisamente me gustaría
partir en la creación de un nuevo
cine nacional" (18).
Historia de los crisantemos tardíos
·····~~~· · NOSFERATU 29
Historio de los crisantemos tardíos
tras de los principios estéticos
del cine de Mizoguchi.
En la desaparecida La mujer de
Naniwa ( 1940), la segunda de la
trilogía, aparece por primera vez
como protagonista Kinuyo Ta-
naka, que se convertiría en su ac-
triz-fetiche durante más de una
década. Otra incorporación de
esta época es la del director artís-
tico Hiroshi Mizutani, que, desde
su trabajo en Historia de los cri-
santemos tardíos, se convertirá
en colaborador casi permanente
hasta el final de su carrera. Mizu-
tani abundaba en la idea de un Mi-
zoguchi perfeccionista hasta el úl-
timo detalle: "Cuando Mizog uchi
era joven quería ser pintor. Siem- a espada que poco tenían que ver co- se mostraron insuficientes y
pre ha conservado su mirada de con su temática habitual, pero que tuvo que acudir la Shochiku en
pintor. Esa mirada traspasaba le sirvieron de refugio ante una auxilio de una película que, pese a
todo, era muy exigente hasta en sociedad hostil. Sólo tres pelícu- su elevado coste jamás recupera-
los últimos detalles, hasta en el las de las cinco que realizó enton- do, recibió todas las bendiciones
más pequeFío objeto. Era muy fá- ces se han conservado (las dos del régimen . Fue precisamente
cil sa tisfacerle. ( ... ) Él mismo citadas y La espada Bijomaru, durante el rodaje de este film
elegía los vestidos, a los qu e 1945) y sólo en la primera de to- cuando su esposa perdió definiti-
daba gran importan cia". Así mis- das consiguió zafarse, siquiera es- vamente la razón.
mo , durante los años 1940-41 , téticamente, de las rígidas con-
Mizoguchi intentó refugiarse en el venciones del género. Consciente de que no era un reali-
teatro. Según el actor Hanayagi , zador especialmente dotado para
en esta época montó la obra de su La venganza de los cuarenta y el cine de acción (al contrario de,
amigo y co laborador Matsutaro siete samurais parte de una le- por ejemplo, Akira Kurosawa) ,
Kawaguchi La sublime canción yenda, muy popular en Japón , Mizoguchi convirtió su película
de Fukagawa, e incluso intentó que está en el origen de un gran en una historia intimi sta, en la que
infructuosamente llevar a cabo un número de obras de teatro kabuki abundan las reflexiones y las se-
par de montajes más (20). y de un buen puñado de adapta- cuencias rituales , que se dirían
ciones cinematográficas entre las extraidas de la tradición del teatro
Frases como "es una película que que, al parecer, destacó la ver- no, para disgusto, todo hay que
me vi forzado a realizar" referida sión, hoy perdida, que en 1932 decirlo, de la Shochiku, que espe-
a La venganza de los cuarenta realizó Teinosuke Kinugasa raba un fi lm espectacular que pu-
y siete samurais, o "en esa épo- (Chushingura). La épica historia diese recuperar en taquilla e l abul-
ca todo el mundo estaba movili- de los cuarenta y siete samurais tado presupuesto. Cosa que, evi-
zado. Yo me escondía " a La le- que deciden confabularse para dentemente , no s ucedió . Para
yenda de Musashi (1944) defi- vengar la traición que llevó al sep- conseguirlo, el realizador desterró
nen con concisión el estado de puku (el suicidio ritual japonés) a todas las secuencias de acción al
ánimo de Mizoguchi durante los su señor, fue una auténtica super- fuera de campo, con una profu-
duros años de la guerra. El miedo producción al servicio del régi- sión de elipsis como nunca se ha-
parece definir por encima de men fascista japonés. La produc- bía dado en su filmografía. Otro
otros sentimi entos el motor de su ción fue asumida en un principio tanto se puede decir de la esplén-
comportamiento. Un miedo que por la Koa Eiga, una productora dida utilización de su recurso dis-
se situaba por encima de su capa- creada por el propio Mizoguchi tintivo por antonomasia, el del
cidad crítica contra un régimen junto a dos antiguos compañeros plano secuencia, que alcanza aquí
profundamente militarista. Efecti- de la Nikkatsu, que habían dejado varios de los mejores ejemplos de
vamente, Mizoguchi se escondió esta compañía. Pronto los medios toda su obra. Si conseguimos
tras una serie de películas, que se de la recién nacida productora descontextualizar el mensaje de
adscribían al género de las cham- -que se vería obligada a cerrar La venganza de los cuarenta y
baras, filmes de samurais y peleas tras el colosal esfuerzo económi- siete samurais, seguramente ha-
NOSFERATU 29 ~~~~·····
bría que admitir que se trata de puede ser considerado como el secuencias; vuelta a un uso, si no
uno de los mejores trabajos de periodo más coherente de toda su abundante, sí significativo, de los
puesta en escena de Mizoguchi. carrera: su paso por la Daiichi, primeros planos ... ). Por otro lado,
culminado depués por Historia todas sus películas realizadas des-
El carácter pragmático de Mizo- de los crisantemos tardíos. La pués de la guerra (desde La vic-
guchi hace que al final de la gue- censura del régimen militarista ja- toria de las mujeres, 1946) se
rra, y durante la ocupación de las ponés era ahora sustituida por la han conservado, lo que hace que
fuerzas norteamericanas, siga go- de las fuerzas de ocupación. El su obra sea, a partir de este mo-
zando de determinados favores. papel de perseguidas que antes ju- mento, más conocida y los co-
Es nombrado miembro de la Co- gaban las gendai-geki, era ahora mentarios que puedan hacerse a
misión de Estudios Sociales del ocupado por las jidai-geki o pelí- propósito de ella, lo sean con ma-
Ministerio de Educación Nacional, culas históricas, en las que los yor conocimiento de causa.
presidente de la Comisión Central norteamericanos siempre veían el
del Cine y presidente del sindicato peligro de un canto a las tradicio- Si en este último periodo con la
de la Shochiku, aunque su enfren- nes nacionales niponas. Mizogu- Shochiku no puede hablarse de
tamiento ante los trabajadores du- chi vuelve a sumergirse en el uni- obras maestras , tampoco sería
rante una huelga, le obligó a dimi- verso femenino, el que mejor co- justo relegarlo a las tinieblas. En
tir al poco tiempo de ese último noce, aunque la sospecha que se varias de estas películas se pue-
cargo. Durante los siguientes cierne automáticamente sobre den encontrar hallazgos parciales,
años continúa trabajando con la todo intento de reflejar esas tradi- en algún caso más que notables.
Shochiku, con la que realizará ciones, hace que se vea obligado La más interesante es, sin duda,
cinco películas más. A nivel in- a construir mujeres más indepen- Cinco mujeres alrededor de
dustrial se vive una nueva rees- dientes y modernas, tan lejos del Utamaro (1946), la historia de un
tructuración del sector y cinco añorado espíritu de Kansai , como pintor muy popular en el Japón de
productoras dominan el panora- del propio realizador. Fueron pelí- la segunda mita] del siglo XVIII,
ma: las supervivientes Toho, culas en general mal recibidas por que se enfrentó a los convencio-
Shochiku y Daiei (de la que a su la crítica, lo que sumió al realiza- nalismos con sus retratos femeni-
vez vuelve a separarse la Nikkat- dor en un profundo desasosiego. nos. Los dibujo s de Utamaro
su), junto con las recién llegadas Se diría que en aquellos años el mostraban a unas mujeres de un
Sintoho y Toei. Al final de este director intenta recomponer su evidente erotismo, muy acorde
periodo, en 1949, Mizoguchi es carrera a base de eclecticismo. con los ideales del pintor, que vi-
nombrado presidente perpetuo de Junto a muchos de los rasgos vió de forma indisociable sexo y
la Asociación de Directores de más característicos de su puesta pintura. Sus modelos eran, a su
Cine de Japón. en escena durante los años ante- vez, amantes y el gran placer para
riores a la guerra, Mizoguchi cede él fueron sus dibujos directamente
En el terreno puramente artístico a la tentación de introducir algu- en la espalda de algunas de ellas.
Mizoguchi vive años de descon- nos de los recursos que había ido De hecho , Antonio Santos consi-
cierto. Sus últimas películas le ha- abandonando durante esos años dera la secuencia en la que Uta-
bían alejado del que, a la postre, (mayor montaje en determinadas maro pinta la espalda de su mode-
lo Takasode, como "la escena
erótica más hermosa e intensa de
toda la carrera de Mi zoguchi"
(21). El paralelismo entre Utama-
ro y el propio Mizoguchi es evi-
dente y queda refrendado por las
propias declaraciones de Yoda
que admite "haber querido, casi
inconscientemente, hacer el retra-
to de Mizoguchi a través de Uta-
maro" (22). El hecho de que la
película se situase en el siglo
XVIII provocó la desconfianza de
los norteamericanos, siempre re-
celosos ante toda acción situada
en el pasado. El propio realizador
tuvo que convencer a los censo-
res de las fuerzas de ocupación
de que se trataba de la biografía
Cinco mujeres alrededor de Utamaro
·····~··NOSFERATU 29
El destino de la señora Yuki
de un hombre profundamente li-
beral, siempre opuesto a las viejas
tradiciones.
NOSFERATU 29 1Jfll·····
Historias de la luna pálida de agosto 1Cuentos de la luna pálida después de la lluvia
sashino (1951), o bien permane- En 1951, Akira Kurosawa había desventuras de su protagonista,
cen en una estricta soledad inte- obtenido el León de Oro en el Oharu, que pasa desde una aco-
rior como Oyu en Señorita Oyu Festival de Venecia con su pelícu- modada posición (perdida al ser
(1951 ), tras haber perdido a todos la Rashomon , que además recibi- desterrada a causa de sus relacio-
sus seres queridos . Constituyen, ría el Osear a la Mejor Película nes con un sirviente, interpretado
en definitiva, una demasiado evi- Extranjera de ese mismo año. Mi- por el gran actor Toshiro Mifune,
dente parábola entre un viejo Ja- zoguchi acumulaba demasiados en su única colaboración con Mi-
pón caduco y una nueva sociedad sinsabores en los últimos años, zoguchi), a una monja budista
abierta descaradamente a la in- pero intuía que tenía en sus ma- mendicante, pasando por los pa-
fluencia occidental, parábola nos el instrumento para romper el peles de concubina de un comer-
construida con una nada disimula- maleficio que parecía pesar sobre ciante, música callejera o prostitu-
da dosis de amargura por parte su carrera, así que en 1952 realiza ta. Consecuentemente con la épo-
del realizador. Vida de una mujer galante se- ca, Oharu es aplastada por un
gún Saikaku 1 La vida de Oha- destino inamovible, subrayado en
Mizoguchi no se mostraba satis- ru, mujer galante , un proyecto el film por los numerosos picados
fecho con esta trilogía y declaró que llevaba años madurando en su con que el realizador doblega a su
abiertamente que la aceptación de cabeza. La gran capacidad de ob- protagonista: "Jamás la idea de
realizar la primera de ellas fue servación de Ihara, un novelista rebelión aflora en el espíritu de
sencill amente como paso previo a del siglo XVII, hijo de acaudala- Oharu: todo sucede según una
su más ambicioso proyecto en dos comerciantes que, tras perder voluntad superior a la que sería
ese momento, que acabaría cris- prematuramente a su esposa e absurdo enfrentarse" (25).
talizándose de la mano de la Shin- hija, se dedicó a recorrer el país,
tóhó, en Vida de una mujer ga- le llevaría a trazar en sus novelas Mizoguchi recupera con esta pelí-
lante según Saikaku 1 La vida un fiel retrato de la sociedad japo- cula todos los e lementos de su
de Oharu, mujer galante nesa de su tiempo. De ahí provie- más particular puesta en escena.
(1952). La mala acogida por el ne el mayor mérito , desde el pun- Destierra otra vez los primeros
público de los tres filmes no hizo to de vista argumental, de la pelí- planos, para refugiarse en las to-
si no afianzarle en la idea de que cula: la recreación de todos los mas largas , que algún crítico de
su cine necesitaba un cambio de escalafones de una estratificada Cahiers (sin duda poco informado
rumbo. sociedad feudal, a través de las acerca de un realizador que empe-
NOSFERATU 29
zó a ser aclamado en Occidente dirige su amigo (y ex-socio en la sin duda, la magistral integración
precisamente a raíz de este film) Daiichi) Masaichi Nagata. Con de las numerosas secuencias oní-
atribuyó a la falta de medios téc- ella va a dirigir las ocho películas ricas dentro de una puesta en es-
nicos . Desplegó con profusión y que cierran su filmografía. Histo- cena rigurosamente realista. En
efectividad su ya probado domi- rias de la luna pálida de agosto palabras de Legrand "uno se sor-
nio de la técnica del plano secuen- 1 Cuentos de la luna pálida des- prende del hecho de que no haya
cia. Recurrió de nuevo a una es- pués de la lluvia, la primera de ningún hiato entre lo natural y lo
tructura circular: Oharu narra su ellas, está basada en dos relatos sobrenatural" (27). Las dos in-
historia, ya anciana, ante la ima- del libro de cuentos fantásticos cursiones de Genjuró en el palacio
gen de Buda, en un templo de Ugetsu Monogatari , de Akinari de Wakasa son claro ejemplo de
Kyoto, mediante un largo flash- Ueda, escrito en 1776 a partir de esto. Hasta que el protagonista
back. Protagoni sta una vez más, antiguas leyendas chinas, y, aun- entra en él, podemos ver una
Kinuyo Tanaka vuelve a obsequiar que esto no se especifique en los mansión casi en ruinas, cercada
al realizador con una de sus inter- títulos de crédito, en el relato por una vegetación salvaje y des-
pretaciones antológicas. Condecorado, de Maupassant. cuidada. Una vez en su interior, el
Arranca en una pequeña aldea, en simple hecho de que la fiel sir-
Espoleado, y al mi smo tiempo ce- el siglo XVI, fustigada como tan- vienta de Wakasa encienda unas
loso, por el triunfo de Kurosawa, tas otras por las continuas trope- lámparas, transforma la casa des-
Mizoguchi presenta su película en lías de uno de los muchos ejérci- habitada en el palacio que fue. Lo
la Mostra de Venecia, en la que tos que se baten en una generali- mi smo ocurre con la abandonada
obtiene el León de Plata al Mejor zada guerra civil a pequeña esca- casa de Genjuró que, a su vuelta,
Realizador, compartido con dos la. Los hermanos Genjuró y Tobei recupera toda su calidez interior
de los directores occidentales que se separan de sus esposas por di- por el simple hecho de que el es-
má s admiraba : John Ford -El ferente s motivos. El primero para píritu de Miyagi prepare el puche-
hombre tranquilo (The Quiet conseguir dinero en la capital y el ro a la lumbre del hogar. No hay
Man , 1952)- y Roberto Rossellini segundo para convertirse en un el menor efecto especial, ni la
-Europa 51 (Europa'51, 1952)-. podero so guerrero. Miyagi, la más mínima truculencia. Lo irreal
A propósito del fallo, Doniol-Val- mujer de Genjuró, morirá a ma- se integra en la realidad con una
croze escribió: "El jurado le dió nos de un grupo de soldados y naturalidad sorprendente. Histo-
el premio 'por la exquisita sensi- Ohama, la de Tobei, será violada rias de la luna pálida de agosto
bilidad con la que ha sabido hacer y acabará como prostituta de la 1 Cuentos de la luna pálida des-
revivir el mundo feudal japonés soldadesca. Mientras , Genj uro , pués de la lluvia es la más alta
del siglo XVIII alrededor de la que ha llegado a conseguir una expresión de ese contraste reali-
vida de un a mujer' . ¡En qué ga- admirable perfección en la elabo- dad/fantasía que Mizoguchi había
lantes términos se expresan! En ración de sus piezas de cerámica, buscado en numerosas ocasiones
realidad la película no es en ab- vive una apasionada historia de desde El hilo blanco de la cata-
soluto exquisita. En ella se apre- amor con Wakasa -que resulta ser rata, veinte años antes.
cian sobre todo sentimientos ás- el espíritu de una bella princesa
peros, violentos, groseros. (... ) fallecida años antes- y Tobei con- Si la crítica japonesa no recibió la
¿Melodrama ?, sin duda. Pero sigue convertirse en el guerrero película de demasiado buen gra-
salvado por el exotismo y el rigor que pretendía a base de malas ar- do , en Occidente fue aceptada
del talento de Mi zog uchi, que tes . Cuando éste descubre a su como la consagración de un
conduce su historia lentamente, mujer en una casa de ge ishas , maestro recién descubierto, obte-
sin falso pudor, con un profundo abandona sus armas y regresa niendo un nuevo León de Plata en
sentido del tiempo cinematográfi- con ella a la aldea. Lo mismo ocu- Venecia. Rohmer se deshacía en
co" (26). rre con Genjuró, que regresa ate- elogios: "Uno de los más bellos
rrado tras descubrir la verdadera filmes de la historia del cine; (... )
En 1952 Japón recupera su sobe- identidad de Wakasa. En su casa uno de los más bellos poemas de
ranía nacional con un parlamento será recibido por su esposa, en aventuras y amour-fou; uno de
apoyado en la constitución demo- realidad su espíritu, que se desva- los cantos más fervientes que se
crática "inspirada" por los norte- necerá con el primer sueño repa- hayan compuesto en honor de la
americanos en 1946. A la libertad rador de Genjuró. Si por una vez renuncia y la fidelidad; un himno
de su país se une la del propio nos detenemos con cierta meticu- a la unidad y al mismo tiempo a
Mizoguchi , que ha recuperado su losidad en el detalle del argumen- la diversidad de las apariencias.
autoestima y ahora es, por fin, un to, es porque su complicidad, y la Es un cuento de hadas, tratado
cineasta reconocido por la crítica perfecta trabazón de las diversas con un realismo tan minucioso
internacional. El director se refu- acciones, es uno de los grandes que podríamos decir que nunca
giará en la Daiei, compañía que logros de esta película. El otro es, antes la Edad Media había sido
NOSFERATU 29···
Los músicos de Gion
tiguo gobernador Masauji, desti-
tuido y desterrado por su trato
demasiado "condescendiente" ha-
cia los campesinos. El enfrenta-
miento final de Zushio con Sansho
es tanto una venganza indirecta
del padre, como la rebelión contra
el totalitarismo que ejerce el sádi-
co intendente, así como contra
las ideas esclavistas de toda una
sociedad. Actualizado, es fácil la
lectura de un enfrentamiento de
los nuevos ideales democráticos
con el totalitarismo del que Japón
había salido hacía menos de una
década.
·····E~•I NOSFERATU 29
y el totalitari smo, pero también un portante cargo en la di recció n de tenemos en cuenta que un par de
me lodra ma co n mu c has de las la productora. años más tarde, e l propi o Mi zogu-
co nstantes mi zog uc hi a nas. U na chi hará un a críti ca devastadora
vez más los perso najes fe meninos La mujer crucificada 1 Una mu- del submundo de la pros titución
so n los más activos, mientras que jer de la que se habla fue al pa- e n La calle de la vergüenza
Zushi o ll ega con el ti e mpo a inter- recer un a impos ición de la Daiei, (1956), que nada tendrá que ver
nali zar la función de verdugo que teni endo en cuenta su espec ialidad con la mulli da decadencia de es ta
sob re é l ej e rce n Sa ns ho y s us e n e l re tra to de l mund o de la película.
hombres, hasta el punto de con- prostitución. Una vez más as isti-
vertirse en un apreciado co labora- mos a la escenificac ión de la lu- La películ a ti ene, eso sí, un valor
dor. Só lo la acc ión del mensaje cha de lo viejo y lo nuevo, encar- cronológico añadido: es la última
indirecto de la madre y la conta- nados directamente por Hatsuko, colaboración con Mi zoguchi de la
giosa rebe ld ía de su hermana le que regenta una próspera casa de gran actri z Kinu yo Tanaka. Lo la-
harán to mar una dec isión. Madre geishas en Gion, y su hij a Yukiko, mentabl e de l asunto no es tanto la
y herm ana protec toras que, un a que ha vuelto de Toki o, donde es- pérdida de un a actri z de tal ca libre
vez más , se sac rifi ca rán po r e l tudi aba pi ano, tras un intento de para los últimos cuatro filmes del
hombre al que qui eren. La prime- sui cidi o a causa de un desengaño c in eas ta , sin o las razo nes qu e
ra, dobl egada fís ica me nte, pero amoroso. Yukiko considera humi- provoc aro n su se parac ió n, qu e
manteni endo siempre vivos el re- ll ante la sumi sió n a la qu e las entran dentro de la leyenda negra
cuerdo y la esperanza; la segunda, geishas se ven abocadas e intenta fo rj ada, con razón al parecer, al-
prácti camente obli gada a quitarse di gni ficar a un as muj eres que pa- rededor de las relaciones de Mi zo-
la vid a para lograr la huid a de recen vivir sumergidas en la no- guchi con las muj eres. El reali za-
Zushi o. Se ha visto inclu so en es- che de los tiempos. Sin embargo, dor, que entonces convivía, como
tas figuras un tras unto de las de la poco a poco, va comprendi e ndo ya hemos di cho, con su cuñada,
madre y la herm ana de l pro pi o qu e la casa de té de su madre propuso a Tanaka que se casase
Mi zoguchi . Lo co ntrari o se podría representa en el fondo un mi cro- con él. Rumores in sistentes a lo
dec ir del padre, un perso naje ge- cos mos fa mili ar e n e l qu e las largo de los años afirmaban que
neralmente negati vo y opresor a geishas se refu gian de un exteri or entre ambos hubo algo más que
lo largo de toda la filmografía de l mu cho más hostil. La hij a acabará un a simple relac ió n profes io nal.
rea li zador, que en este caso dev ie- fin almente diri giendo el negocio, Sean ciertos o no, que poco im-
ne e l punto de referencia para la mientras su madre se recupera de porta, la actri z co noc ía mu y bi en
recuperac ió n de la d ignidad po r un a enfe rmedad. Ciertamente, es al director. Al menos, lo suficien-
parte de Zushi o. El film se cierra di fíc il encontrar otro cali ficati vo te como para rechazar la propos i-
co n un a majestu osa pano rámi ca que no sea el de conservador a ción sin dudarl o. Mi zog uchi no
que reconcili a a madre e hij o con este final acomodaticio, que pul- sólo no vol vió a contar con ella
un a naturaleza de una plac idez veri za todas las críti cas co n las sin o que, según se dij o, intentó
qu e contrasta con la ag res ividad que venía cargada la joven Yukiko vetar su acceso a la labor de reali-
co n la qu e había sid o desc rita a su vuelta de Tokio. M ás aún si zadora.
hasta ese mo mento y que guarda
un reconocible paraleli smo con la
secuencia final de Historias de la
luna pálida de agosto 1 Cuentos
de la luna pálida después de la
lluvia . La películ a supu so el ter-
cer León de Pl ata venec iano para
el director.
NOSFERATU 29 E ••••••
Mujeres de la noche
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de la mus1ca (a lgo presente en la decadencia de la aristocracia Yoda (que sin embargo comenzó
muchos de los títulos de su filmo- Heian, ante el ascenso de las cas- enseguida a trabajar en el gui ón de
grafía), que se convierte en au- tas g uerreras (enfrentadas a las "Osaka Monogatari", que no llega-
téntico motor del tempo cinema- poderosas órdenes religiosas de la ría a realizar), Mizoguchi hace su
tográfico, y un esp léndido uso de época), que dominarían la hi storia última lectura acerca del mundo
la elipsis. Así, son relegadas al japonesa hasta la restauración im- de la prostitución. Esta vez se tra-
fuera de campo secuencias como perial que el periodo Meiji trajo ta de una relectura, como en Mu-
la del asesinato de las tres damas consigo en 1868. Ni siquiera su jeres de la noche, descarnada
de su familia (sólo contemplamos refugio en el terreno formal (posi- y con claras reminiscencias
el del primer ministro) y la del blemente sea ésta la obra más neorrealistas. Realizada mientras
ajusticiamiento de la protagonista. ecléctica de su paso por la Daiei), el Parlamento debatía la ilegaliza-
La delicadeza del travelling a ras salva la impericia del realizador a ción de la prostitución (de hecho
de tierra que sigue los pasos de la la hora de enfrentarse al cine de lo hizo un os meses después de
emperatriz, que va dejando caer acción, relegada al fuera de cam- que se concluyese la película), en
sucesivamente sus zapatillas, el po, y la película queda finalmente ella se plantean diversas contra-
manto y las joyas en su camino a medio camino de todo y en te- dicciones en torno a la vida de las
hacia e l cadalso, es la más bella rreno de nadie, pese a lo que reci- geishas. Con Yasumi , la geisha
secuencia de toda la película. birá nuevamente la bendición de la tradicional vendida en su juven-
crítica europea de la época. tud, y Mickey, dueña de su desti-
Poco más que corrección aportó no y que asume la prostitución
Mizoguchi a su segunda y última Yoda afirmaba que Mizoguchi como un lucrativo empleo, opone
aventura con el color: Historia nunca estuvo interesado por el una vez más las tradiciones a las
del clan de los Taira o El héroe color. Esto puede ser corrobora- influencias occidentales. Como
sacrílego ( 1955). Se trata de la do por la asepsia en la que se re- opone la, al menos aparentemen-
primera parte de una trilogía fugió en sus dos trabajos en este te, plácida vida de la casa de té
(completada con sendos filmes de terreno, en ambos casos películas con un exterior, simbolizado por
Kinugasa y Shima Koji), basada más o menos impuestas. En con- las familias de algunas de las gei-
en tres novelas de gran éxito, es- secuencia, para su último trabajo shas, inhóspito y hasta miserable.
critas por Eiji Yoshikawa a partir se refugió de nuevo en el blanco y O el paternalismo de la madame,
del poema épico del siglo XIII El negro. Por una vez sin la colabo- con la cínica explotación del pa-
cantar de los Taira. Éste narraba ración de su guionista Y oshikata trón.
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Los habitantes de Yoshiwara, el cial dedicado a Mizoguchi por Cahiers 26. Doniol-Valcroze , Jacques: "Le
barrio de geishas de Tokio , se du Cinéma en 1978 , reproducidas en trompe l'oeil : Venise 52 ". Cah iers du
Kenji Mizoguchi (ver nota 1). Cinéma , número 16. Octubre, 1952.
opusieron a que la película fuese
rodada allí. Temían que una vi- 7. Op. cit. nota l . 27. Legra nd, Gérard: "La g lo ire d'un ci-
sión sesgada de su actividad ai- neaste (a propos du 'réali sme' de Mizo-
rease más de la cuenta el debate 8. Burch, Noel: To th e Distan! Obser- guchi )". Positif, núm ero 2 12. Nov iem-
público que, a toda costa, querían ver. Form and Meaning in the Japanese bre, 1978.
acallar, por lo que el film fue ro- Cinema. Ed. Scolar Press. Londres ,
1979. Citado en Kenji Mizoguchi (ver 28. Rohm er, Eri c: op. cit. nota 24.
dado enteramente e n es tudio s.
nota 1).
Más ecléctico que nunca en lo to- 29. Op. cit. nota 6.
cante a su puesta en escena, Mi- 9. Sadoul, Georges: "De Gion a Tokio".
zoguchi lanza sobre el mundo de Cahiers du Cinéma, número 158. Agos- 30. Op. cit. nota 2.
las geishas, a las que tanto adoró, to-septiembre, 1964.
una mirada cargada de ternura y
10. Ibídem.
de nuncia a la vez. Baste como
ejemplo el plano final, en el que 11. Op. cit. nota 2.
una adolescente, semiescondida
en el umbral de la casa de té, in- 12. Op cit. nota 8.
tenta atraer hacia el interior a su
primer cliente con una mirada en- 13. Op. cit nota 9.
tre tímida y asustada.
14. Op. cit. nota 2.
l . Bock, Audie: Japanese Film Direc- 17. "Troi s interviews de Mizoguchi ".
tors. Ed. Japan Society. Nueva York/San Cahiers du Cinéma, núm ero 1 16. Fe-
Francisco, 1978 (citado en AA.VV.: Kenji brero, 196 1 (reproducci ón de tres entre-
Mizoguchi. Ed. Filmoteca Nacional de Es- vistas real izadas por el críti co japonés
paña/XXV Semana Internacional de Cine Tsuneo Hazu mi , durante los años cin-
de Valladolid. Madrid-Valladolid, 1980). cuenta).
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