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LUIS MÁRQUEZ, Dr. l^^r;. A^;rónomo
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^;l;^^r^^t ^^. ^! ^,i;l^;U^
e escribe mucho sobre la siem-
bra directa, pero poco sobre las
técnicas más tradicionales de
trabajo del suelo. ^A qué se debe? ^Es
que la tecnología moderna ha supera-
do lo que se viene haciendo en la agri-
cultura desde los comienzos de nues-
tra Historia'?
Analicemos desde una perspectiva
global la preparación primaria del
suelo y la dependencia que de la mis-
ma tienen las plantas cultivadas.
LA AGRICULTURA SE
INICIA CON EL
^ TRABAJO DEL SUELO
El hombre con los aperos de la-
branza puede modificar el suelo, y es-
te suelo, como medio físico en el que
se desarrolla el cultivo, habitado por
una fauna microbiana que responde de
^ agrotc^ciiic^u
forma distinta según el grado de airea-
ción que encuentra, cambia su fertili-
dad.
La historia de la Agricultura va
esencialmente unida al trabajo del
suelo, hasta el punto de que, en mu-
chas regiones, el agricultor se consi-
dera, ante todo, `labrador'.
A pesar de la importancia que tiene
el trabajo del suelo en el desarrollo de
los cultivos, puede decirse que, de to-
das las actividades relacionadas con la
producción agrícola, es la que se reali-
za con un grado de empirismo mayor.
El arado ha sido la base del traba-
jo del suelo a lo largo de los siglos, ya
que se consideraba la única herra-
mienta capaz de defender al cultivo de
la vegetación natural, pero también se
le acusa de ser el principal responsa-
ble de la erosión y de la consecuente
desertización de grandes superficies
en la Tierra, más aún cuando, median-
te una energía fósil de bajo coste, se
ha intensificado su utilización.
Ahora, como consecuencia de una
situación socioeconómica diferente,
con incrementos notables en ]os costes
de los combustibles, y a medida que se
les da más importancia a los aspectos
conservacionistas frente a los produc-
tivistas, se revisan en su integridad las
técnicas de preparación de suelo, dan-
do paso a nuevas herramientas, que, en
situaciones específicas, hacen posible
incluso la siembra directa sin una la-
bor previa de preparación.
La tecnología moderna pone en
manos del agricultor equipos muy dife-
rentes en su concepción y característi-
cas técnicas que se pueden utilizar en
el trabajo del suelo, tanto en los siste-
mas de agricultura convencional, como
en los que se conocen como de `con-
servación', de los que se derivan, como
es lógico, ventajas e inconvenientes.
aurv^o Zooo

Ante todo, hay que resaltar que en
la Agricultura no existen normas fijas,
yue el laboreo y la siembra dependen
de la climatología, de la naturaleza y
del estado del suelo, del cultivo prece-
dente, de los eyuipos disponibles, de
los objetivos productivos... Cada em-
presario agrícola debe de elegir lo yue
más conviene a su situación particu-
lar, comenrando, en el caso del truba-
jo del suelo, por conocer el perfil del
suelo en el que sus cultivos se van a
desarrollar.
EL BARBECHO
^ TRADICIONAL
Obtener la máxima
productividad
La agricultura, especialmente la
de las zonas áridas, se ha basado, du-
ran[e muchos añoti, en el barbecho;
una técnica intensiva de trabajo del
uurv^o 200o
^
vo iha u necesitnr, y continuaha con
lahores sucesiva^ yuc ^ermití^ui man-
< < En agricul tura tener el suclo lim^io ^i lo lar^,^^ ^Irl
año, has[a yue Ilc^aha cl momrnt^^ clr
no existen normas semhrar.
Con el voltc^^ inicial sc hrc^araha
fijas; el trabajo del la supert^icie clel suclo p^u^a yuc reri-
suelo dependerá de hicra con mayor l^aciliclacl clc la^ Ilu-
vias de la estación f^ría, yuc sun las
la climatología, normales en los clim^ts mc^litcrrínc-
os, y el con[r^^l ^le la ve^ct<<ci^ín ^Icl
de la naturaleza y suelc^ impcdía yuc lati ^lantas aclvcn-
ticias consumieran cl agua acuniula-
del estado da, especialmente ^urantc loti hcrio-
dos secoti. No se tenía cn cucnta yue
del suelo...» la acumulaci^ín del agu^i no cra tanta
como la yue sc prctendía, ya yue
siempre yue se <<ircahan las cah, ^ ^
suelo, que comenzaba en la campaña prot^undas clcl ^uelo ^stc ^crclía humc-
anterior a la de la siembra (año y dad, pero se producc un ct^ccto cle
vez), volteando el suelo para producir `desc^inso' clel tiuelo, yuc ^e punc de
una descomposición anaerohia de la manifiesto en cl inrrcmcntu clc hro-
materia orgánica, yue cle esta maner^ durci^ín ^>hlrni^l^^ c^^n rrshrrt^^ al rul-
suministraba el nitrógeno que el culti- tivo anual.
agrolc^c^^riru ^
 Estu ha sido una técnica utilizada
con objetivo claro: conseguir la máxi-
ma productividad en los campos de
cultivo con los factores de produc-
ción disponibles, sin preocuparse de-
masiado de los efectos que pudiera te-
ner en la conservación del suelo.
Incluso si el residuo en la superficie
era excesivo para lo que se podía in-
corporar, se quemaba con anterioridad
al volteo, práctica que se justificaba
por el efecto destructor de parásitos y
malas hierbas yue se protegían con el
residuo de la cosecha anterior.
Esto ha dado un enfoque a los pro-
blemas del laboreo, que son la base del
barbecho, totalmente sesgado, encami-
nado a conseguir aumentos de la pro-
duc[ividad inmediatos con costes re-
ducidos. De esta manera, en los aperos
tradicionalmente se ha valorado su
eficiencia mecánica, la perfección de
su trabajo, la simplicidad de su diseño,
sus costes de operación y las posibili-
dades que tienen para asegurar la pro-
ducción en rondiriones meteorológi-
cas adversas. Así se resalta la 'bondad'
de la máquina y lo adecuado de su em-
pleo, pero sin que interesen demasiado
los efectos sobre el suelo a largo plazo.
EI suelo ha estado sometido a una
degradación continua, con pérdida de
su potencial productivo, que lo deva-
lúa como bien. Sin embargo, el mayor
valor de las tierras en el mercado, en
gran parte como consecuencia de la
pérdida de valor de la moneda, pero
también por tratarse de algo escaso, y
el aumento generalizado de la produc-
tividad, actúan como pantalla que
ocultan la devaluación del suelo como
medio de producción.
^ agrorc^ciiicn
Esta evolución negativa, que se
viene realizando por siglos, se acelera
con la introducción de la tecnología
mecánica moderna. Con el arado ro-
mano, más surcador que volteador, y
la tracción animal sólo se producían
pequeños daños que podían ser com-
pensados con la edafización de nuevas
capas de suelo, pero cuando esto no
era así, y se sobreexplotaba, termina-
ba convertido en erial.
Con la tracción mecánica y el vol-
teo intenso del suelo con la vertedera
se acelera este proceso, superándose,
en menos de 100 años, la degradación
producida en el milenio anterior. Sin
embargo, los resultados obtenidos
< < EI capital 'tierra'
debe de conservarse
utilizando la técnica
de labranza que lo
haga posible^ ^
dieron a las tecnologías mecánicas un
cariz optimista: se aumentaba el perfil
cultivado, con lo que lo hacían los nu-
trientes y el agua puestos al alcance
del sistema radicular de las plantas,
que, además, eran más fácilmente ab-
sorbidos por el aumento del grado de
pulverización del suelo; se aceleraban
las operaciones con mayor indepen-
dencia de las circunstancias climáti-
cas; se repartía mejor en el perfil los
fertilizantes aportados y el estiércol,
cuando lo había.
La consecuencia de todo ello ha
sido un aumento de los rendimientos
medios, lo que ayudaba a la valoriza-
ción de la tierra, enmascarando su
pérdida de capacidad productiva. La
realidad es que la producción aumen-
taba como consecuencia del incre-
mento de los insumos en forma de
mecanización, fertilizantes, semillas,
fitosanitarios, todos ellos valorables
en términos de energía consumida por
unidad de superficie cultivada, mien-
tras que disminuía la capacidad pro-
ductiva del suelo.
Evolución del suelo
cultivado
Los daños en el suelo se ponen
claramente de manifiesto, ya que la
erosión resulta mayor siempre en los
cultivados que en los incultos que se
protegen con una cubierta natural.
Además, las labores, en el caso menos
desfavorable, producen desplaza-
mientos de las capas superficiales en
el sentido de la pendiente; el mullido,
conseguido con la pulverización del
suelo, rompe la estructura de éste, fa-
voreciendo la erosión, y, cuando Ilue-
ve, mientras el suelo sea capaz de ab-
sorber el agua caída, los efectos son
poco apreciables, pero si se llega a un
exceso de agua la erosión se hace de-
cenas de veces superior. También hay
que contar con las pérdidas de nu-
trientes por lavado, tanto en percola-
ción como en escorrentía, y aquí el ti-
po de labores y la forma en la que se
realizan, influyen de manera decisiva.
auN^o zooo
 En la degradación del suelo como
medio productivo hay unos factores
compensables mientras que otros no lo
son. Así, con la fertilización, se repo-
nen los nutrientes tanto extraídos por
las cosechas como perdidos por lavado
ocasionadas por la Iluvia o el agua de
riego, pero los efectos sobre la estruc-
tura del suelo, que al afinarse deja li-
bre elementos sobre los que es más fá-
cil que se produzca la erosión, no son
fácilmente reponibles. Cuando la ero-
sión de un suelo se pone de manifiesto
en forma de regajos y cárcavas, el
agricultor decide combatirla con más o
menos energía. En la mayoría de los
casos, lo yue se suele hacer es `tapar'
el problrma yue permanece y se desa-
rrolla en el tiempo. Más importante to-
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davíá puede ser el problefna en los
suelos `que no tienen erosión', ya que
la erosión laminar, no apreciable a
simple vista, ocasiona pérdidas de nu-
trientes de mayor importancia econó-
mica que la erosión en regajos, de apa-
riencia tan escandalosa, y constituyen
un problema grave de contaminación
de las aguas profundas y superficiales.
Cuando el terreno dispone de un
subsuelo apropiado, tanto en caracte-
rísticas como en profundidad, una
parte de las pérdidas se compensan,
pero cuando cambia el material de
fondo, o se ]lega a la roca, se alcanza
el final del proceso, siendo necesario
cambiar de forma de explotación, por-
que lo ha hecho la tierra, o ésta termi-
nará convirtiéndose en erial.
Así se ha llegado a un equilibrio
más o menos estable que caracteriza a
aur,^o zooo
la zona agrícola considerada. Cuando
cambian las reglas del juego y deja de
ser in[eresante producir en abundan-
cia, se puede pensar en cambiar la for-
ma de actuar, lo que traerá como con-
secuencia un cambio de la tendencia,
con un punto de equilibrio distinto:
`mejor' o 'peor' según los aspectos
que se utilicen para la valoracicín.
En cualyuier caso, el capital `tie-
rra', de la misma manera que los
otros capitales, debe de conservarse,
lo que exige unos gastos que casi
nunca serán consecuencia de la ejecu-
ción de grandes obras de conserva-
ción de suelo, sino de poner un cuida-
do especial y utilizar técnicas de
labranza yue permitan que el suelo se
mantenga estructurado, con suficien-
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tes residuos superficiales,. y con una
rugosidad superficial apropiada. Esto
en su con-junto es lo que se ha venido
a denominar como `laboreo de con-
servación'.
Además, durante mucho tiempo,
el análisis de los procesos productivos
de la agricultura se ha realizado sobre
la base de trabajar en un sistema ce-
rrado, de forma que con el laboreo
profundo y el abonado mineral se po-
día mantener la productividad del sue-
lo. Sin embargo, el sistema suelo es
un sistema abierto en desequilibrio, ya
que responde con intensidades supe-
riores a las perturbaciones yue en el
mismo se producen, por lo que todas
las técnicas de producción deben ana-
lizarse en conjunto para que el medio
alcance la estabilidad y la autorregula-
ción de los sistemas natw-ales.
LABOREO DE ,
^ CONSERVACION
EI ^u-ado yuc primcro sc utiliza co-
nto elemento surcador y dcxpurs ro-
mo único sistema para dcf^cndrr rl
cultivo de la vegctación natural com-
petitiva. pasa, como conscrucncia dc
los avances de la tecnología mccáni-
ca, a convertirsc, cu^mdo sc utiliz^i
inadecuadamcnte, cn algo adcmás dc
costoso, cicrtamente pcligrosu para la
conservación dcl suclo cultivado.
Esta peligrosidad potcncial para
suelos erosionables, se incrementa por
un criterio de utilización equivocado:
'Si el uso inicial de! arcrdo pnru !u lu-
hranza del suelo mejoru !u producc•icín,
irrtc nsificctndo es7e luhc^rc u!a pruduc-
^^ ^ ^ ^ ^^^ ^^ .:.
' "^^ ^I ' 11i
ciñn se debe inrrenrentcrr'. La realidl^d
es muy diferent^: este `sobrelabored'
pulveriza excesivamente el suclo, dé-
g ^'ada su estructura y, ademá^ de au-
mentar los costcs dc producción. Ilcga
a afectar negativamente a la coscchada
esperada, a la vez yuc favorccen I^i ero-
sión; el recw-so a largo plazu dcsapare-
cc y se fomenta la desertización.
Contando con la oferta dc pruduc-
tos qUÍmIC/lS Capaces de cunU'olar las
malas hi^rbas, sc hacc posihlr cucs-
tionar las técnicas dr lahrtcnza n^ás
tradicionales, de las yuc son hucna
muestra el barhecho. Mantener el sue-
lo 'limpio' era la máxima ilusicín de
muchos agricultores y eso, a costc^ dc
un sinfín de pasadas yuc incrcmcntan
los problemas de los campos de culti-
vo. La mayor parte dc las lahores puc-
den a ser innecesarias, y a veces Ilr-
agrotc^rnircr ^
gan a ser perjudiciales, ya que cada
acción mecánica sobre el suelo produ-
ce la rotura de los agregados que lo
forman, reduciendo su porosidad, lo
que limita su permeabilidad al agua de
Iluvia e impide la oxigenación de las
capas profundas.
Por el contrario, manteniendo un
abundante residuo en la superficie, los
fenómenos erosivos se reducen y las
plantas pueden desarrollarse entre
ellos, siempre que se disponga de he-
rramientas para trabajarlo que no in-
terfieran con este residuo superficial,
o que el suelo se estructure por sí solo,
con lo que el equipo mec^mico necesa-
rio se reduce a una máquina sembra-
dora adaptada a esta situación.
Sin embrago, no es una tecnología
fácil de implantar y apta para todas las
situaciones. A veces el residuo abun-
dante actúa como pantalla que reduce
la temperatura del suelo, retrasando la
germinación de las semillas y la co-
bertura del suelo por las plantas. En
otras circunstancias, el suelo se com-
pacta y se necesita un trabajo profun-
^ agrotécnica
< < Cuando el suelo
se com pa cta, se
necesita un trabajo
profundo para
reducir su densidad
aparente> >
do para reducir su densidad aparente,
a la vez que se da el caso de suelos en
los que, por no `autolabrarse' o por el
efecto compactador de las máquinas
que circulan sobre él, las intervencio-
nes profundas deben de ser frecuen-
tes, con la destrucción de una parte de
residuo superficial en cada interven-
ción.
También hay que contar con el
coste de los herbicidas que permiten
controlar eficazmente la vegetación
que compite con el cultivo. En climas
áridos, con pequeñas cantidades de
producto herbicida y un buen equipo
de aplicación, el control se realiza sin
dificultad, pero en condiciones más
húmedas esto resulta más complicado
y más costoso, ya que la cantidad de
herbicida tiene que ser mayor, y, poco
a poco, se produce una inversión de la
tlora natural, apareciendo especies re-
sistentes al herbicida utilizado que só-
lo se controlan con el arado.
En consecuencia, dependiendo de
la situación, puede ser necesario reali-
zan un trabajo del suelo en el que se
combinen herramientas para el trabajo
profundo, con diferentes grados de in-
versión del perfil, con otras de trabajo
superficial; en situaciones favorables,
la siembra directa podría ser la única
operación.
También hay que advertir que los
fenómenos erosivos no se manifiestan
del mismo modo en toda^ las situacio-
nes, sino que dependen de la pendien-
te del suelo y su longitud, de la aridez
del medio con alternancia, especial-
auN^o zooo
mente cuando se dan periodos secos
seguidos de Iluvias intensas, y de la
rugosidad de la superficie en la parce-
1a considerada.
Esto permite controlar la erosicín
utilizando diferentes sistemas, admi-
tiéndose el suelo desnudo en periodos
de tiempo cortos en los que no se es-
peren Iluvias intensas, o culti-
vando en bandas de diferente
anchura según las curvas de
nivel, o manteniendo una su-
perficie ondulada o muy rugo-
sa, y sobre todo, manteniendo
en la superficie del suelo la
mayor cantidad posible de re-
siduo de la cosecha anterior.
INTENSIDAD DE
TRABAJO DEL
^ SUELO
Como resumen, se puede
decir que con el trabajo del
suelo pretende, por una parte,
controlar la vegetación natural
que compite con el cultivo por
los recursos disponibles en el
suelo; por otra, lograr que la
densidad aparente del suelo sea la que
el cultivo necesita para su desarrollo
radicular, preferente ^nente creciente a
medida que aumenta la profundidad.
Esto puede hacerse recurriendo al
trabajo mecánico con diferentes nive-
les de intensidad, y en éste estarán in-
cluidas, no sólo las operaciones que se
consideran tradicionales, sino también
la que realiza la bota de la sembradora
que se encarga de la implantación de
la semilla en el suelo. Estos niveles
pueden ser:
JuNio 2000
• De máxima intensidad, que se puede
definir como de labranza tradicional,
que con bajos costes de energía pue-
de tenerjustificación.
• Intermedio o de media intensidad,
que se puede definir como de labran-
za reducida, en la yue los aperos clá-
sicos se utilizan solos o en combina-
ción con otros nuevos, y yue en
algún caso los pueden sustituir en su
totalidad, porque precisan un^t me-
nor demanda ener^ética, aunclue a
veces pueda disminuir la produc-
ción.
• De mínima intensidad, que se puede
definir como `no laboreo' o 'labran-
za cero' en la que la preparación del
perfil queda reducida a la accicín de
la sembradora, y el laboreo tradicio-
nal pasa a convertirse en la escarda
química del cultivo.
Tanto en el sistema de máxima co-
mo en el de ntedia intensid,td ntecáni-
cn, se precisa ront^u' ron aperos muy
diferenciados prn' ^u acción sohre toda
la profundid^td del perril. l,^t macluin^^ -
ria para laborco hásicu ^^ ^u^tanrial-
mente diferente a la yue realii^a el ^tca-
hado y la preparación final.
EI lahoreo há^ico enco-
mend^tdo tradiciunalntente al
arado yue ^tctúa sohre todo el
perfil, se define rotno el I,tho-
reo primario del ^uelu y c^ la
base de la preparación.
EI lahut'eo serundariu res-
ponsablc final dc la prepara-
ción del lecho cfe siemhra
admi[c muchas opciones, rea-
lizadas cutt equipos de a^pecto
físico muy dif^ercnte, pero cu-
ya arción sohre el surlo retiul-
ta en gran medida similar.
La lahranxa cfe media in-
tensidad, ofrece tut^ts posihili-
dades de ^thot'ro enet'géticu,
que la convierten, cn la ntayo-
ría de los catios, en la ^tlternati-
va más rentable.
Por otra p^u'te, al reducir
el h'abajo del suelo, u al re^tli-
iarse con ^tpero^ yue nu realizan la
inversicín del perfil, una t:ran parte
dcl residuo dej^tdo por el rultivo an-
terior se nutntiene sobre la luperficic,
actuando como protector drl ^uclo en
relación con la erosión. F.I laboreo
intenso, tal y como se entiende en el
barbecho [radicion^tl, desU'uye e in-
corpora todo el residuo clue hahía
yuedado en la ^uperficie. L^t siemhra
directa sólo reduce cn un pcducño
porcenta,je el residuo dejado por el
cultivo anterior.
Bg^Otc^cvlic'u ^
 TRABAJAR EL SUELO EN
^ PROFUNDIDAD

Para concluir esta primera parte del análisis habría

que dar una repuesta clara a alguna de las preguntas yue
más frecuentemente se hace el agricultor: "^ Necesito
trubajar el sueln en prc^fundidnd.'' ". Si verdaderamente
se necesita un trabajo profundo, "^ ci^áles so^r los lími-
-^^I
te.c ? ".
Anchos de 0,80 a 4,00 m El sistema radicular de las plantas necesita para desa-
Para tractores de 1 S a 200 HP
rrollarse un suelo poco compactado, ya que las raíces no
son capaces de perforar las capas de suelo endurecidas.
Esto significa que si las características del suelo y su i^a-
nejo no son favorables para que las raíces exploren la
parte del suelo que les corresponde, el laboreo profundo
será imprescindible.

Gradas rotativas HK

Para tractores de 70 a 300 HP

Anchos de 2,50 a 6,00 m

Multivator FP

Para tractores de 30 a 80 HP
Cuerpos modulares de 36 a
120 cm

Habrá diferentes alternativas para hacerlo: con vol-

teo, sin volteo, con aperos fijos, con aperos accionados...
La elección dependerá de criterios económicos y am-
bientales. La profundidad de trabajo, en cualquier caso
La tecnología que permite una preparación vendrá condicionada por el sistema radicular de la planta
del suelo: cultivada; no tiene sentido realizar un trabajo profundo
• Con menor consumo de combustible Ilegando a un nivel que nunca alcanrarían las raíces.
• Con mayor desterronado Si el suelo se mantiene fisurado en profundidad de
manera permanente o durante periodos largos, el trabajo
profundo del suelo sería innecesario.
Las ventajas e inconvenientes de las diferentes alter-
nativas que hacen posible el trabajo profundo del suelo.
merecen analizarse de manera detallada, lo cual haremos
HOWARD IBÉRICA, S.A.
en una pr6xima ocasión.^:
Ctra Granollers a Girona, km 1,5
Apdo 246 • 08400 GRANOLLERS (BARCELONA)
Telf. 93 8617150 Fax 93 8493577 E-mail: howardC^howard.es JUNIO 2000