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REPORTE DE CONSULTA
RELEVANTE
ASUNTO:
¿Se vulnera el derecho al debido proceso de la accionante, en el proceso de
cesación de efectos civiles del matrimonio católico, adelantado con base en
el numeral 3 del artículo 154 del Codigo Civil, al no considerar la
posibilidad de conceder a la víctima del maltrato, la indemnización a cargo
del cónyuge declarado culpable?
TEMA: ACCIÓN DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIA JUDICIAL
Tesis:
«1. La cónyuge inconforme con los juzgadores de instancia critica que no se
le haya reconocido indemnización alguna, a pesar de haberse acreditado la
violencia ejercida en su contra por parte de su expareja; y, además, exige
como medida resarcitoria del daño descrito, la imposición de alimentos a su
favor y a cargo del “cónyuge culpable”.
“(…) [U]n ultraje leve, un trato cruel ocasional, sin gravedad ni importancia
o un maltratamiento de la misma calidad, pueden no alcanzar a justificar el
divorcio, pero indudablemente basta uno de esos desplantes, si es muy
grave, ofensivo o peligroso”.
Tesis:
«(...) Por tanto, partiendo del supuesto de que el matrimonio o una relación
de pareja “(…) es un contrato (…) por el cual [dos personas] se unen con el
fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente (…)” (art. 113 del
Código Civil), con fines permanentes o estables, su finalización por causas
de violencia física o moral o por el menoscabo personal, económico o familiar
puede ocasionar perjuicios de diversa índole a quien deba soportar la
consecuencia sin haber buscado o querido ese resultado.
La ruptura del vínculo en una pareja protegida y admitida por el
ordenamiento genera una variación diametral en la vida de los sujetos
vinculados, infringiendo afectaciones morales y materiales, por ende, si ello
acaeció por causas atribuibles a uno de los compañeros o consortes, el otro
está plenamente facultado para demandar una indemnización.
6. Por tanto, para definir ese tipo de asuntos, los juzgadores deben analizar
las causales de divorcio probadas a la luz de las disquisiciones precedentes,
para determinar si hay lugar a decretar alguna medida resarcitoria a favor
del consorte que percibió algún daño por la ruptura del vínculo marital
ocasionada por su expareja. Están facultados los juzgadores de instancia
ahora, en consecuencia, a adoptar disposiciones ultra y extra petita,
conforme se autoriza en el parágrafo 1º de la regla 281 del Código General
del Proceso, según el cual:
“(…) En los asuntos de familia, el juez podrá fallar ultrapetita y extrapetita,
cuando sea necesario para brindarle protección adecuada a la pareja, al
niño, la niña o adolescente, a la persona con discapacidad mental o de la
tercera edad, y prevenir controversias futuras de la misma índole (…)”.
Tesis:
«(...) La obligación alimentaria tiene algunos preceptos sustantivos que
sirven de venero para las declaraciones judiciales correspondientes. En
efecto, el Código Civil centenariamente enuncia a quienes se debe alimentos,
a saber:
Debe recordar esta Sala que de la hermenéutica de los preceptos 411 y 414
no puede inferirse naturaleza indemnizatoria en la obligación alimentaria
para ser asimilada como una prestación ligada al daño contractual o
extracontractual. Los cánones mencionados refieren la prestación por causa
de las distintas fuentes obligacionales que le dan nacimiento a la misma o
para extinguirla. Analizan los congruos y los necesarios, frente a los cuales
las ofensas graves o atroces provenientes del acreedor inciden para su
cuantificación o determinación, según sean unos u otros, pero de ninguna
manera para edificar el nacimiento de una prestación indemnizatoria, esta
última como ya se ha explicado tiene su fuente en el derecho de daños que
difiere sustancialmente del vínculo obligacional que surge en materia de
alimentos».
“2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano”.
El proceder del aquí accionado contraviene los cánones 8.1 y 25 del tratado
atrás señalado:
“(…) Art. 8. Garantías Judiciales. 1. Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal
formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter (…)”.
“(…) Art. 25. Protección Judicial. 1. Toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen
en ejercicio de sus funciones oficiales”.
SALVAMENTO DE VOTO
Tesis:
«1. Debo partir por reconocer que comparto todo lo expuesto en materia de
protección a la mujer y a los sujetos prevalentes reconocidos por la
Constitución Colombiana, así como la necesidad de que esa protección se
encamine al establecimiento de una igualdad real entre hombres y mujeres
protegiendo de manera especial a las personas desprotegidas, de manera
especial mediante el cumplimiento de las convenciones internacionales que
ordenan una protección efectiva y que son obligatorias para Colombia por
hacer parte del bloque de constitucionalidad.
Tesis:
«2.(...) es claro que la pretensión de la actora en tutela va encaminada a que
se ordene al Tribunal Superior de Bogotá, sala de familia, la protección de
sus derechos fundamentales a vivir libre de violencia, discriminación de
género y violencia intrafamiliar, derechos fundamentales que considera le
fueron desconocidos con la sentencia proferida en segunda instancia el 14
de febrero de 2017 dentro del proceso de divorcio iniciado por ella para que
se decretara la Cesación de los efectos civiles del matrimonio católico
celebrado con el señor Virgilio Albán Medina, y en esta instancia, aunque se
acogieron parcialmente sus peticiones en cuanto se adicionó la del Juzgado
de Familia para tener como causales que motivaron la decisión, las
indicadas en el artículo 154 del código civil en los numerales segundo y
tercero, atribuibles a su cónyuge, declarándolo culpable del divorcio, se negó
el Tribunal, lo mismo que el juzgado, a fijar una cuota alimentaria en su
favor, a título de reparación como lo indica el numeral 4o del artículo 411
del código civil.
Lo dicho para el divorcio es válido tanto para matrimonios civiles como para
matrimonios religiosos, en los cuales el divorcio decretado de acuerdo con
las leyes civiles no disuelven el vínculo sacramental sino que se limita a
hacer cesar los efectos civiles del matrimonio, pero para efectos de alimentos
se asimilan.
Sobre estos alimentos así concebidos, se ha dicho que tienen una doble
naturaleza: alimentaria e indemnizatoria. La primera porque de todas
formas el derecho a reclamar alimentos no nace del solo divorcio ni de la
sola culpa, pues es necesario además que el cónyuge inocente requiera los
alimentos, que tenga necesidad de ellos, y que el culpable tenga capacidad
para darlos, todo lo cual deberá quedar demostrado en el proceso en que se
fijan, que puede ser el mismo de divorcio u otro posterior encaminado
exclusivamente a la condena alimentaria, el cual debe tener como
antecedente el divorcio declarado por culpa de quien es demandado por
alimentos. Y la segunda, o sea la naturaleza indemnizatoria se reclama de
la culpa, ya que solo a quien se le probó que era el culpable de la causal
probada y declarada de divorcio se le condenará al pago de obligaciones
alimentarias. Esta es indemnizatoria, porque ya la razón de ser de la
obligación alimentaria no es la misma que existe dentro del matrimonio, la
solidaridad de la pareja, sino un castigo por haber dado lugar al divorcio
con un comportamiento que se acomoda a una de las causales señaladas
en la ley».
Tesis:
«Ahora, si en el momento del divorcio no se allegan o no se tienen las pruebas
relacionadas con los alimentos, capacidad y necesidad, no por ello se pierde
el derecho a reclamar por el cónyuge, ahora excónyuge inocente, pues la
calidad de inocente o culpable de la causal no se pierde y si en un futuro se
llegan a necesitar los alimentos se puede acudir a su demanda. Así lo ha
entendido la jurisprudencia civil y de familia desde antaño y sin snobismos.
En ese sentido la declaración de culpabilidad es suficiente protección para
una parte y castigo para la otra aunque en el tiempo presente no se necesite
la fijación de alimentos por tener capacidad de subsistencia. Y si nunca se
llegaren a necesitar, la condena in genere, con la posibilidad futura del
reclamo, es suficiente sanción para el culpable y protección a la víctima cuya
única satisfacción no es el dinero.
Tesis:
«6.(...) si se pretende demandar una indemnización por los hechos
constitutivos de la causal de divorcio, se debe acudir a otro proceso
declarativo, aunque hoy podría sostenerse con buen tino, que con el Código
General del Proceso, nada impide que se acumulen las pretensiones al
tramitarse todas las declarativas bajo un mismo procedimiento, el oral, pero
en todo caso debe existir la petición de parte y la formulación de pruebas
para demostrar los elementos constitutivos de la responsabilidad, y en este
caso no se dio ni una ni las otras. Es más, la actora no lo solicita siquiera
en la tutela y mucho menos allega prueba de que estando demostrados los
daños se hubiera negado la indemnización».
Tesis:
«Pero la omisión en el divorcio no le cierra la entrada a reclamar en otro
proceso sin que la tutela sea el camino para obviar las omisiones procesales
de las partes ni para enmendar aquello que se hubiera olvidado o dejado de
probar, por lo que bien puede acudirse a otro proceso para tramitar esa
petición como pretensión principal con fundamento en el moderno derecho
de daños que pone el acento en la víctima para dar mayor importancia a la
reparación que a los aspectos punitivos y así obtener lo que la sala quiere
que le resuelvan sin solicitarlo.
7. Es cierto que en el parágrafo 1o del artículo 281 del código general del
proceso se establece que "En los asuntos de familia, el juez podrá fallar
ultrapetita y extrapetita, cuando sea necesario para brindarle protección
adecuada a la pareja, al niño, la niña o adolescente, a la persona con
discapacidad mental o de la tercera edad, y prevenir controversias futuras
de la misma índole." Pero la norma en ningún momento excluye la obligación
de fallar con fundamento en las pruebas legal y oportunamente allegas al
proceso, por lo que la protección a esos sujetos especialmente protegidos
puede ir más allá de lo pedido pero no más allá de lo probado, y si dijéramos
que se hace tomando decisiones con perspectiva de género, de todas formas
debe quedar demostrado, no solo que en la relación procesal existe una
mujer, sino además, que esa condición le genera una desigualdad o déficit
de protección o de representación que obligan al juez a actuar en su favor,
por ejemplo por sus condiciones de inferioridad, o por otras que la agraven
como su etnia, condiciones de pobreza, de desplazamiento, de ignorancia, u
otra cualquiera que la hagan inferior en el proceso, que no es el caso, como
claramente lo dejó sentado el Tribual de Bogotá en su providencia.
Por todo lo anterior, con todo respeto por la decisión de la sala y de quienes
intervienen en la presenta acción de tutela, considero que la decisión de la
Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá, agotó lo que le
correspondía como fallador en el proceso de divorcio aquí cuestionado, y
aunque en condiciones diferentes podría intentar una mayor protección
para evitar la desprotección por razones de género, en el presente caso actuó
conforme a los mandatos legales sin descuidar la protección constitucional
que no se advierte necesaria porque la actora no acusa una inferioridad
manifiesta para reclamar como lo hace.