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La Vocación Docente

Introducción:

Toda persona que tiene el llamado (la vocación) a enseñar tiene en sus manos una

gran responsabilidad. Comunicar las verdades del evangelio a personas que culturalmente

y espiritualmente tienen un trasfondo tan diverso y al cual solamente se le puede llegar

comunicándole las verdades bíblicas de la manera correcta, implica, que nosotros como

educadores, tenemos la gran responsabilidad de prepararnos tanto en lo espiritual como

en lo intelectual para comunicar estos principios eternos.

El docente que tiene esta vocación va a buscar las maneras de comunicar estos

principios de la mejor manera y desarrollará las estrategias, los planes, las evaluaciones

adecuadas para la comunidad a la que sirve. El llamado inspira y empuja a la persona a

entregar lo mejor de sí mismo, y aunque no debiera ser una carga, sí es una gran

responsabilidad que requiere de disciplina y empeño en todo lo que se procura hacer para

servir mejor en esta capacidad.

En respuesta a esta labor, es necesario que el docente se pregunte a sí mismo:

1. ¿Por qué enseño?

En mi experiencia, esta pregunta la puedo responder a partir del llamado de Dios para mi

vida de predicar su palabra a las personas que buscan a Dios o que tienen la necesidad de

buscar a Dios. A través de mi ministerio, no solamente me he encontrado con personas

que ya tienen cierto conocimiento de Dios y de la Biblia, sino que también me he

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encontrado con personas que tienen un conocimiento equivocado. Par mí ha sido de

mucha importancia educar a las personas que vienen a formar parte de nuestra

comunidad.

Existe el amor hacia el prójimo y el deseo de que encuentre cómo relacionarse con Dios y

que aprenda a leer su biblia y a practicar la vida cristiana a partir de las enseñanzas de

Jesús. Me conmueve el hecho de que exista tanta ignorancia y tantas enseñanzas

equivocadas que nuestro pueblo sigue, tanto los cristianos como los inconversos tienen

necesidad de una preparación que los lleve a una transformación tanto espiritual como

social, de modo que sus vidas puedan encausarse hacia la dirección correcta.

Cómo podrían tener estas personas las herramientas o la orientación correcta, si no

preparamos a los pastores y maestros en nuestras instituciones. Los cambios deben

comenzar en la preparación de los pastores y maestros en los Institutos Bíblicos o en las

escuelas de preparación para el ministerio en cada denominación.

2. ¿Qué enseño?

Preeminentemente, al Dios que se entregó a Sí mismo a nosotros, y que se revela en la

persona de Jesús, en quién nosotros creemos que es el Cristo. Juan dice que Dios se hizo

“verbo” en Cristo. “El verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria

como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad” (Jn 1:14).

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También acerca de ¿Quién es Dios? Dios revela algo de Su naturaleza a nosotros en

formas que podemos comprender. Lo que Él revela a nosotros es visto no solo como

conceptos abstractos, sino por demostraciones en vivo. El estudio acerca de Su naturaleza

es llamada propiamente teología – el estudio de Dios.

¿Quiénes somos nosotros? Como seres humanos, Dios revela algo acerca de los orígenes

y naturaleza esencial de la humanidad. Esto es revelado a nosotros no solamente por una

descripción de características, pero también por una demostración clara en las historias

humanas narradas. El estudio de la naturaleza de la humanidad es llamada, más

propiamente, antropología – el estudio del hombre.

¿Cómo entramos en comunión con Él? Mientras que la narración de las Escrituras revela

la rotura en las relaciones entre Dios y la humanidad, también describe los intentos

repetidos y consumados de Dios de re-establecer la relación y la comunión con la

humanidad. El estudio de la iniciativa de Dios de restaurar las relaciones es llamada

soteriología, de la palabra Griega, soter, - que significa salvación.

3. ¿Cómo enseño?

Enseñamos a la persona total. Son tres las áreas de la persona que reflejan una

comprensión holística de la forma en que aprenden las personas:

➢ Conocimiento (el intelecto),

➢ Las actitudes o los valores (la voluntad y las emociones),

➢ Y, las habilidades y hábitos físicos (el cuerpo).

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Esta es una parte importante de la enseñanza, porque no sólo queremos que la gente

entienda un concepto o idea, sino que la valoren, o se comprometan con ella, que sientan

pasión por ese principio o por lo menos el entusiasmo que los motive a seguir

aprendiendo.

Esta parte del aprendizaje se descuida con mucha frecuencia, pero es importante. Cuando

comenzamos a pensar en nuestros objetivos para una situación de aprendizaje, debemos

pensar siempre en cómo se siente la persona sobre cierto tema—si lo valora o está

dispuesta a comprometerse. Necesitamos hacer la pregunta: “¿Qué deseamos que los

estudiantes sientan o valoren?”. La manera de enseñar tiene mucho que ver con quiénes

somos y cómo comunicamos estas enseñanzas a las demás personas, por lo que mi

manera particular de enseñar es a través de las experiencias personales que me han

ayudado a crecer y de cómo la biblia ha sido parte de ese crecimiento.

Necesitamos aprender a comunicarnos para mejorar la calidad de la vida para todos. La

innovación y la adaptación para cambiar dependen del nivel de preparación tanto de

líderes como de pastores. La comunicación que va más allá de la comodidad de nuestro

ambiente inmediato y que nos pide sacrificios y una disposición urgente hacia la

preparación constante. Necesitamos comunicar el mensaje del evangelio efectivamente en

medio de un mundo que va cambiando aceleradamente y en el que la preparación es la

mejor herramienta para poder cumplir con el mandado de Cristo y la misión de la iglesia

del Señor.

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