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Notas sobre el concepto de carácter y duelo

Andrés Pucheu

Parte 1: Carácter y Organización

Quizás la mejor manera de empezar a hablar de la personalidad es referirnos a la manera en que la gente la
percibe y las ilusiones que se generan a partir de esas percepciones. En este ámbito, la noción folclórica de la
personalidad y muchas de las primeras teorías científicas suponen que el carácter es una propiedad del individuo
que se expresa en un estilo para hacer las cosas. Por ejemplo, decimos que Juanito es “ serio” o “alegre” según
su estilo de relación se caracterice por más o menos bromas, risas o contacto visual, entre otras cosas. En
general las personas tienden a asumir que estos estilos son habitualmente estables y constituyen unidades de
análisis que definen al sujeto que los actúa, lo que lleva a desarrollar la noción de rasgo de personalidad o, en
lenguaje psicodínamico, mecanismo de defensa. Estas unidades de análisis permitirían describir estilos
característicos que son atribuidos a la interacción de varios factores, entre los que se cuentan los estilos
familiares de origen, la capacidad intelectual, el grado de familiaridad con las personas con las que se interactúa,
algunas experiencias significativas, como viajes, accidentes o enfermedades, el tipo de entrenamiento recibido en
la educación, ya que no es lo mismo una escuela militar que un colegio administrado por profesores con
creencias pedagógicas humanistas, y así con otros factores que podrán abarcar la totalidad de las experiencias
vividas por la persona.

La comprensión popular de los estilos de personalidad ha sido influida por la vulgarización de las primeras teorías
de la personalidad. En particular, las psicodinámicas, a los cuales debemos un énfasis en la construcción histórica
de la personalidad y la introducción de varios vocablos, tales como neurótico o histérico. Lamentablemente la
comprensión de estas y otras teorías ha sido escasa y las más de las veces erróneas, lo que explica que los
términos mencionados hayan perdido completamente su significado técnico y estos conceptos se ocupen
popularmente en el sentido de mal genio. Así como las primeras teorías han influido en la concepción popular
sobre el carácter, también la tradición cultural ha influido en la psicología de la personalidad. Por ejemplo,
podemos observar que los primeros psicólogos, siguiendo la tradición platónica de dividir los fenómenos de
predominio mental de los biofísicos, agruparon los factores asociados a predominio de la influencia social en el
concepto de carácter y los de predominio biofísico en el concepto de temperamento (Ver: Liebert & Spiegler,
2000). Posteriormente esta división ha tendido a diluirse progresivamente, pero todavía es utilizada popularmente
y con relación al estudio de la personalidad infantil, por lo que es bueno conocerla. Ahora bien, para nuestros
efectos, la idea de personalidad va a ser equivalente a la de carácter, por lo que de aquí en adelante utilizaremos
sólo este último concepto. Ahora ¿Por qué dejamos de ocupar la distinción entre personalidad y temperamento?
Bueno, porque si bien por mucho tiempo se pensó que existían algunas influencias directas de lo biológico sobre
el desarrollo de los estilos de personalidad, en este momento se entiende que en el adulto 1 esta influencia es
siempre mediatizada por las experiencias vividas (Ej. Vaidya et als., 2002; McCrae et als, 2002). De hecho, la
actual idea científica de rasgo de personalidad, que antiguamente aludía fundamentalmente al componente de la
personalidad de origen social, se ha ido transformando en la heredera de la alusión a la influencia fisiológica,
como podemos apreciar en la llamada Teoría de los 5 Grandes, que hoy predomina en el estudio de la teoría de
los rasgos (Ver: Costa & McCrae, 1992; McCrae et als. 2000).

En resumen, podemos decir las personas perciben que los estilos de comportamiento son más bien estables y
propios de cada persona en la medida que son el resultado de la interacción entre las experiencias vividas y
ciertas inclinaciones innatas. Ahora bien, la psicología científica ha venido desmintiendo la noción de estabilidad
(Ver: Rothbart & Park, 1986; Pasupathi, 2001). De hecho, desde fines de los años sesenta se han desarrollado
numerosos modelos teóricos que han demostrado como el carácter no sólo evoluciona a lo largo de la vida, si no
que además contiene un amplio margen de adaptación situacional (Ej. Fleeson, 2001; Vitkus & Horowitz, 1987) y,
más aún, que el carácter en gran parte esta situado en los vínculos más que en los individuos (Bradbury &
Bergmann, 2000; McCrae et al., 2001; Uhl-Bien, 2006).

Una teoría que fue particularmente influyente en el desarrollo de la actual visión respecto al carácter fue la teoría
de la atribución (Ver: Devine et als., 1984; O’Laughlin & Malle, 2002), la cual ilustraba como las personas
construimos juicios sobre las características de personalidad e intenciones de los demás sobre la base de su
apariencia e intenciones.

Figura 1: Esquema del proceso atribucional

Información de la persona Características de la Impresión acerca de la


objeto de la percepción persona que percibe persona objeto

Teoría popular de la
personalidad que maneja
Juicios (Atribución de
el sujeto.
rasgos de personalidad)
Implicancias (roles,
Apariencia física Percepción de la
sentimientos) que
motivación y objetivos
definen el punto de vista
Acciones del otro
del sujeto
Referencias anteriores Respuestas
Grado de confianza en
emocionales
sus propias ideas y
juicios.

En términos muy generales la teoría de la atribución se puede resumir señalando que los sujetos construyen sus
percepciones sobre los demás a partir de la apariencia física, referencias previas, contextos y acciones
observadas. Todo lo cual es interpretado a través de su comparación con esquemas de valor, implicancias
personales, afectos y otros sistemas de referencia subjetivos pero en los cuales los sujetos suelen tener diversos
grados de confianza. El resultado es que los sujetos llegan a atribuir juicios sobre la personalidad del otro
observado, lo que se acompaña de reacciones emocionales frente a estos juicios y también de las proyecciones
de conducta que después se interpretaran como motivación.
La teoría de la atribución es una herramienta conceptual útil para
empezar a comprender cómo desarrollamos la ilusión de los
rasgos de personalidad. Posteriormente fue enriquecida en la
medida que se ha explorado la manera en que estas percepciones
se organizan en la construcción histórica de la identidad (Ej.
Pasupathi, 2001) y cómo se generan, afirman y modifican en los
vínculos que desarrollamos a lo largo de la vida (Swann, 1987;
Swann et als. 1989). El hecho de que la identidad se construya a
través de diálogos en los cuales se adaptan los roles y se
negocian las interpretaciones sobre los estilos personales permite
observar la relación existente entre la identidad y las
organizaciones, que son los contextos simbólicos en los cuales la
identidad tiene un sentido, tema que revisaremos a continuación.
Identidad y organización

Si bien la idea de organización se asocia popularmente a la de empresa o grupo, desde un punto de vista teórico
es necesario comprenderla como los contextos en los cuales los sujetos adquieren y actúan sus identidades
individuales (Kreiner et al., 2006; Schvarstein, 2002). En efecto, las atribuciones de identidad asociadas a roles,
tal como alumno-profesor o esposo-esposa sólo son posibles en el marco de una organización, como en los
casos mencionados serían la escuela y el matrimonio-familia, respectivamente. En la medida que habitualmente
en un mismo establecimiento se encuentran presentes múltiples organizaciones (Schvarstein, 2002), los
individuos y grupos deben armonizar las identidades, prescribiendo su uso o prohibición de acuerdo a la jerarquía
en los discursos de poder existentes en el sistema. En lo que tiene que ver específicamente con la integración de
los distintos roles laborales, Sveningsson & Alvesson (2003) plantean que las incoherencias y la permanente
evolución en los sistemas de rol del ámbito económico obligan a los sujetos a estar constantemente construyendo
argumentos que permitan mantener una satisfactoria sensación de integridad del self. Desde este punto de vista
la identidad no debiera ser descrita como una estructura, sino que más bien como un proceso. La observación de
las conclusiones planteadas por Sennett (2001), en el sentido de que la adecuación individual requiere tanto del
reconocimiento de la necesidad de otros y la construcción de redes de interdependencia, no sólo reafirma las
ideas de Sveningsson & Alvesson (2003), sino que también nos permite entender la construcción de la identidad
como un proceso interactivo que, aun más allá de las vinculaciones diádicas reconocidas por otros autores, se
integra como contribución y resultado en la historia del sistema social. Esta idea es apoyada por autores como
Barbier o Kaddouri (En Barbier et als., 2006), quienes incluso prefieren hablar de “dinámicas identitarias” a fin de
resaltar el carácter dinámico y complejo de la identidad.

Un ejemplo de cómo se integra la identidad en el sistema narrativo organizacional es proporcionado por Pratt et
al., (2006), quienes describen como se produce la estandarización de la identidad en residentes de un servicio
quirúrgico para adecuarla a las demandas existentes en los procesos de trabajo. En este trabajo, se encontraron
tres tipos de estandarización: Enriquecimiento, Superposición y Separación; diversas fuentes o set de identidad y,
también, sistemas de validación de las identidades adquiridas. En lo que se refiere a los tipos de estandarización,
enriquecimiento implica la generación de discursos que profundizan e integran la identidad del sujeto en el resto
de sus identidades; superposición implica la adquisición de un nuevo atributo, el cual es agregado a la lista de
autoconceptos para luego, eventualmente, ser integrado y, finalmente, separación implica un proceso antagónico
a enriquecimiento, en el cual se construye discurso para explicar y asignar una atribución a una contexto
especifico, evitando así su generalización como atributo de identidad. Las fuentes de identidad que permitían la
adquisición integrada de grupos de atribuciones que se identificaron en este trabajo fueron los roles asociados al
contexto organizacional de cada servicio en el cual los sujetos participaron y, en lo que toca a la validación, esta
fue proporcionada por procesos de retroalimentación en la evaluación de desempeño y la asimilación con los
sujetos considerados modelos de rol. Pratt et al. (2006) plantean que las transiciones en los procesos de
aprendizaje y desarrollo de carrera estarían asociadas a transiciones de identidad y que estas, a su vez, tienen
que ver con la construcción de una identidad que refleje las expectativas del sujeto en relación con “quien es el o
ella en realidad”. En este sentido el trabajo de Pratt et al. (2006) es coincidente con la línea de pensamiento
psicológico aludida por los múltiples autores que han escrito sobre las relaciones entre ideal del yo, auto
actualización y otros conceptos asociados.

Kreiner et al. (2006), analizando las maneras en que los sujetos manejan la incongruencia en sus discursos de
identidad en la organización, plantean que las identidades son negociadas a través de interacciones entre
distintos individuos al interior y entre organizaciones. Esta afirmación es coincidente con la posición de autores
como Swann (1987) o Cross et al. (2002), quienes han estudiado el tema en una perspectiva general. Ahora bien,
Kreiner et al. (2006) aportan en la discusión al establecer que la manera en que los sujetos perciben la
incongruencia es a través del establecimiento de magnitudes o “pesos relativos” entre los atributos de identidad
que deben ser integrados en el proceso de socialización organizacional, así, el hecho de que existan atributos
considerados demasiado impactantes o irrelevantes activaran la necesidad de construir explicaciones que
permitan contextualizarlos o generalizarlos, según sea el caso.

Reicher et al. (2005) contribuyen en el análisis de las relaciones entre identidad y organización al proponer que
los procesos de liderazgo son un medio por el cual líder y seguidores construyen sus identidades reciprocas y
comunes, siendo necesario que existan algunos elementos compartidos en la identidad para que el proceso de
influencia sea viable. Al mismo tiempo, Reicher et al. (2005) plantean que la eficacia del liderazgo va a depender
del grado en el cual el sujeto en el rol de líder pueda modificar la percepción sobre la realidad social, modificando
las categorías sociales, un constructo que Reicher et al. (2005) utilizan con un significado asimilable al de
representación social, es decir, esquemas mentales de uso común y compartido que permiten categorizar las
percepciones y de esta manera organizar el comportamiento del sujeto en el ámbito social. En este sentido es
conveniente recordar que, según Herzlich (1975), las representaciones sociales son tanto un proceso como un
contenido, manifestándose en el discurso como un sistema más o menos integrado de proposiciones que pueden
ser organizadas por un observador externo con relación a las dimensiones o ámbitos de realidad social en las
cuales son utilizadas. Jodelet propone la siguiente definición, que permite apreciar la extensión de su significado:
“El concepto de representación social designa una forma de conocimiento especifico, el saber de sentido común,
cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En
sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social.

Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la


comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En tanto que tales, presentan
características específicas al nivel de organización de los contenidos, las operaciones mentales y la
lógica.”(Jodelet, 1993, p. 474). Volviendo a los planteamientos de Reicher et al. (2005), estos plantean que la
resistencia al cambio organizacional se debe a la necesidad de los miembros de una organización por mantener
sus identidades y evitar el stress involucrado en los procesos de reconfiguración que podrían originarse debido a
cambios tanto en los contenidos de las categorías sociales como en la organización o lógica en el cual son
manejados. Esta idea concuerda con lo expuesto por autores como Jabri (2004) o Brown & Humphreys (2003)
quienes han establecido que las identidades individuales y organizacionales se construyen como relatos que
permiten la reducción de ansiedad a través de la percepción de continuidad en la historia. A continuación
revisaremos bibliografía sobre el concepto de duelo, lo que nos permitirá continuar profundizando en la
comprensión de los fenómenos implicados en el cambio de identidad.

Identidad y nivel de literalidad en el sentido común colectivo

El hecho de que la complejidad creciente del sistema social dificulte el logro de un sistema discursivo que elimine
la incoherencia entre las distintas identidades de los sujetos nos lleva a presentar un par de ideas sobre las
relaciones entre los discursos identitarios y el grado de literalidad con que estos discursos son utilizados
colectivamente.

La incoherencia es protegida a través de procesos institucionales que intentan impedir su análisis

Kaës (2002) plantea que la vinculación requiere que las incoherencias en las identidades sean mantenidas fuera
del campo de conciencia de los sujetos, para lo cual el sistema institucional utilizaría mecanismos tales como
pactos de negación, “el pasar en silencio” y la protección contra lo negativo. La idea de pacto de negación alude a
un pacto inconciente entre los miembros de un vínculo por medio del cual un contenido conflictivo es dejado fuera
del pensamiento. La génesis de este pacto esta asociada a la existencia de tabúes culturales y personales que
inciden en los hábitos y rituales en los que se desenvuelve la existencia conciente. Las nociones de “comunidad
de negación”, planteada por Fain y “pasado de silencio” de Rouchy (Ambos en Kaës, 2002) tendrían significados
análogos, en el sentido de que existe una necesidad social por eliminar contenidos que hagan analizables las
narrativas históricas que componen la identidad. Es importante considerar que esta necesidad de control no es
sólo un requerimiento de la hegemonía, sino que participan en ella todos los discursos y componentes instituidos.

El proceso de cambio es continuo, pero su adecuación conciente se produce en eventos

Pese a la existencia de los mecanismos antes aludidos, el proceso de fricción entre los contenidos instituidos y
constituyentes, es decir aquellos que emergen como resultado del análisis producido en el conflicto social, es
continuo y por lo tanto la estructura social, en tanto campo de realidad, esta siempre en transformación (Berger &
Luckmann, 2003; Lourau, 2001). Esto es importante porque reafirma la idea de que la identidad también requiere
de transformación. Ahora bien, el ajuste a las demandas institucionales es discontinuo, como lo sugieren las ideas
de reificación, insight o awareness y como sugieren los trabajos en relación al rol de los diálogos en el proceso de
construcción de identidad (Kreiner et al., 2006; Morgan et al., 2005; Pasupathi, 2001; Swann, 1987). En los
últimos años han aparecido investigaciones que asocian los procesos de adecuación de la identidad a
experiencias religiosas u eventos que implican una reconceptualización del self, tales como incorporación a
organizaciones y programas educacionales (Ejemplos: Mezinrow, 2000, White, 2004).

Los tres ámbitos de la realidad social


Hasta ahora hemos revisado que el carácter se forma en la acumulación de las vivencias con que las personas
construyen en su vida y sobre la base de nuestros potenciales biológicos. Siendo la identidad las narrativas
construidas para integrar estas vivencias y darles la coherencia necesaria para la inserción y el funcionamiento
social. Ahora bien, estas vivencias se pueden agrupar según el ámbito social en que se experimenten, ya sea
económico, social formal o social íntimo. En el ámbito económico, dado que el fin es la producción, distribución y
consumo de los bienes y servicios, las vivencias son altamente estandarizadas. Esto sucede porque una
sociedad compleja como la nuestra requiere de redes de producción, distribución y consumo que operan en
escalas en las cuales es necesario un importante grado de estandarización en los procesos y artefactos.
Para ilustrar la necesidad de estandarización en el ámbito económico de la sociedad basta con pensar en cómo
podría funcionar la economía si a cada persona le diera por vestirse según los dictámenes de su imaginación...
No sólo seria una fashion emergency a escala global, también sería imposible la producción industrial de telas o
cualquiera fueran los materiales y maquinarias necesarios para producir las vestimentas. De la misma manera, no
existirían locales especializados del tipo que dio origen a las multitiendas ni capacitación para vendedores... En
fin, un caos que se extendería desde las revistas de moda hasta las instituciones de educación que forman a
diseñadores e ingenieros industriales... Otra manera de explicar la estandarización de las vivencias en el ámbito
económico es señalar que las organizaciones económicas se encuentran altamente formalizadas, lo que dificulta
el desarrollo de desviantes o innovaciones idiosincrásicas. Así, desde que una persona ingresa al sistema
educacional, primariamente diseñado para proporcionarle las habilidades necesarias para convertirse en un
sujeto productivo, es sometido a vivencias estandarizadas. En nuestra sociedad esto incluye uniformes, sistemas
disciplinados y certificaciones de aprendizajes altamente estandarizados.

Pasando al ámbito social formal, aquí nos encontramos con las instituciones y organizaciones que permiten
asignar pertenencias estables a la identidad y asegurar la reproducción. Esto incluye a la familia, clase social,
nación y demás constructos que nos permiten desarrollar y mantener atribuciones de la personalidad que no
dependen de una situación contractual.

Quizás es bueno señalar que la distinción entre los ámbitos económico y social formal es puramente académica,
ya que en la realidad funcionan de manera integrada, como vemos en las empresas familiares o en el Estado, en
los cuales las relaciones familiares y sociales tienen una fuerte influencia sobre las relaciones laborales. Otra
manera de expresar esto es decir que la idea de ámbito se refiere a una acentuación de una percepción posible
sobre la realidad. Esto implica la definición al menos implícita de un contexto y el escoger los roles que serán
jugados por los sujetos reconocidos como participantes.

También es necesario señalar que se puede apreciar una tendencia a que la realidad pregnante sea la definida
desde el ámbito económico. Al menos en lo que toca a la deseabilidad social. Esto lo apreciamos en el
surgimiento de la temática de género, en la supuesta racionalidad legal económica que supuestamente orienta la
acción política y la desacralización de los ritos de pasaje asociados a la formación de parejas, por citar un par de
ejemplos.

La estandarización en el ámbito social se encubre en las combinaciones de múltiples subculturas e idiosincrasias


familiares en las que son socializadas las personas, de modo que por momentos puede parecer que no existiera
estandarización más allá de ciertas formalidades básicas. Sin embargo, al ingresar en una subcultura vemos que
existe un alto grado de estandarización en sus satisfactores y que estos son mantenidos a través de socialización
y sistemas de sanción mucho más drásticos que los del ámbito económico. Si tiene dudas en esto piense que le
pasaría a un gótico que le guste la ropa roja; a un rastafari que le guste carretear en Vitacura o a un legionario de
María que le patine la ceache... Suicidio social ante la violación de tabú.

Tabla 1: Comparación entre los niveles de estandarización de los diferentes ámbitos de la


sociedad

Ámbitos de la sociedad
Económico Social Formal Social Íntimo

Es el ámbito de la realidad en Es el ámbito de la realidad en Es el ámbito de la realidad en


que suceden los procesos de que las personas definen su el cual las personas
producción, distribución y pertenencia (clase, familia, construyen sus atribuciones
consumo. amistades...). éticas y estilos personales.

La estandarización se logra a Requiere de estandarización de Funciona con moderados


través de un importante roles al menos en el nivel de niveles de estandarización y
esfuerzo para sistematizar, esquemas, principalmente en los existen espacios para
traspasar y controlar los roles. ritos y rituales que caracterizan innovación individual . Ej. El
Ej. Línea de montaje. a una subcultura. Ej. ritos de cambio en la actuación de las
pasaje, como la pagada de piso neurosis clásicas, como las
o el matrimonio. Hy...
Por último, el ámbito íntimo tiene que ver con la preponderancia de los estilos de interacción por sobre los roles
económicos o sociales. Aquí es bueno notar que no es que los estilos no afecten los roles, si no que existen
momentos en los cuales el objeto fundamental de la interacción es la actuación del estilo. Para entender esto es
bueno recodar la equivalencia existente entre los valores y las atribuciones de rasgos de personalidad. Así, a
cada valor corresponde uno o más atribuciones. Por ejemplo, a lealtad corresponden “leal”, “amigo” y “chueco”,
por mencionar algunas atribuciones.

En general cada rol económico o social va asociado a atribuciones de personalidad. Así uno escucha
frecuentemente comentarios acerca de que los ingenieros son “cuadrados” o los cuicos “arribistas”. Esto es lo que
termina expresándose como el status asignado a cada ocupación e identificación social, ya que desde las
atribuciones podemos asignar valoraciones éticas. Desde el punto de vista de la funcionalidad institucional,
vemos que las atribuciones de carácter asociadas a las profesiones corresponden a las características de las
culturas organizacionales existentes en los diferentes subsistemas socioculturales. El que estas subculturas
tengan elementos comunes facilita tanto la socialización como la rápida superación de las crisis vitales, como
sería el caso de un ingeniero que ingresa a una empresa cuyos fundadores y ejecutivos son ingenieros, en
contraste con el mismo ingeniero ingresando a una empresa de diseñadores y donde el esfuerzo de socialización
debería, al menos en la caricatura, ser considerablemente mayor.

Ahora, además de las atribuciones asociadas a cada rol, las personas también cultivan algunas atribuciones
sobre su estilo personal, generalmente elaboradas desde la socialización primaria. Por ejemplo, una persona
puede decir que es “dependiente”; “dominante” o puede manifestar ausencia del valor en la percepción inmediata
que realiza de cada uno de sus vínculos. Aquí ya estamos entrando en el terreno familiar de las neurosis, así que
sólo nos contentaremos con señalar que las atribuciones de estilo también son vinculantes y se expresan como
procedimientos estandarizados. Lo cual se agradece, ya que es esta estandarización la que nos permite
clasificarlas, diagnosticarlas y tratarlas.

Tabla 2: Comparación entre los ámbitos del sistema sociocultural

Ámbito Económico Social Íntimo


Unidad de agrupación Estilos en que se
Roles Roles
de las atribuciones asumen los roles

Ejemplos Profesor-alumno Madre-Hija Tierno-tierna


Los estilos del ámbito íntimo, al igual que los roles asumidos en los ámbitos económico y social, son de carácter
complementario. Esto porque los estilos se integran en los mismos roles como maneras de implementarlos.
También porque sus componentes son similares. Es importante destacar que los estilos asociados al ámbito
íntimo no están asociados a un ámbito organizacional específico, apareciendo en la medida que el sistema de
roles organizacionales se hace menos pregnante y da paso a la identificación individual de los sujetos.

Volviendo al tema de los rasgos y como se señaló anteriormente, pese a que los procedimientos asociados a
cada rol y estilo son de aplicación situacional, las personas tendemos a reificarlos 2 y asumir que en vez de
procesos son cualidades, lo que también suele ser apoyado por ritos de pasaje y otros sistemas culturales de
mantenimiento de la realidad. Así la gente no suele decir que “me estoy enojando frecuentemente”; si no que “soy
enojón”. Otro ejemplo de esto es decir “soy tímido” en vez de decir “me siento inseguro porque no sé cómo
actuar”.

En suma, lo que asociamos al carácter de las personas son las atribuciones originadas en los tres ámbitos de
acción de la sociedad. Así, siguiendo a la teoría de la atribución, una persona puede decir que es estudiante, hija
y “decidida”, con lo que esta planteando una descripción que ella y los demás pueden utilizar como guía de
valoración y acción. Al mismo tiempo, esta diciendo que es parte de al menos dos sistemas organizacionales:
Uno donde existen profesores y otro donde existe un padre y/o madre y que en estos roles asume un estilo en el
cual los otros deben asumir sus acciones. Revisemos ahora que está incluido en cada atribución. Es decir, los
componentes de cada vínculo.

Los componentes del vínculo

Las vivencias que las personas construyen se integran en sus vínculos reales o imaginarios. Así, salvo cuando
vamos a solas en un ascensor o en el metro, deambulamos por lugares en los cuales somos estudiantes
relacionados a profesores y administrativos; hijos relacionados a padres, tíos y abuelos; parejas de nuestras
parejas; amigos de nuestros amigos...

Figura 2: Componentes del vínculo


Realidad psíquica

1. Discursos

Los sujetos se perciben a través de las atribuciones de rol y personalidad. (OObjetos internos parciales)


Secuencias de acciones que afectan al organismo, generando emociones y acciones que su vez afectan a
la contraparte

2. Realidad material

3. Integración en redes sociales verticales u horizontales

Desde el punto de vista del análisis estructural del vínculo nos encontramos con tres tipos de componentes. Estos
son el discurso; el repertorio emocional y de procesos; y la inserción en redes y sistemas organizacionales.

El discurso se refiere a los valores y creencias que contienen y justifican la racionalidad de un rol o los
procedimientos asociados a este. Los valores son historias en las que se presentan los contenidos esenciales de
una situación y los procedimientos y emociones culturalmente pautadas como deseables para la situación
descrita (Ver: De Miguel, 1996). Ejemplos de valores se encuentran en los cuentos, las historias nacionales, las
políticas organizacionales o la historia familiar (Ver: Bettelheim, 1976). Además de los valores existen creencias
que permiten extender el ámbito de aplicación de los valores y perfeccionar la aplicación procedimientos de
naturaleza económica.

En general, un sistema social debe generar algún mecanismo para equilibrar los diferentes valores y las
correspondientes prioridades que estos prescriben. Así, en una cultura donde los valores de generosidad y
austeridad cuentan con jerarquías similares se dificultan las hipertrofias de procedimientos y emociones que
denominamos derroche y avaricia. Tomemos nota de esta idea: Las características indeseables del carácter no se
generar como resultado del exceso de un valor, si no que de la falta del valor complementario. Esto llevará a que
toda intervención clínica, educacional o laboral sea una acción generativa, salvo para algunas supresiones
sintomáticas aisladas3. Volviendo al tema, los valores y creencias se regulan a través de ideas y metáforas de
nivel superior. Las que permiten organizar la aplicación de sistemas diferenciados según el ámbito y contexto
organizacional en que se debe actuar un rol.

El segundo tipo de componente son los repertorios de procesos y emociones. Aquí es importante entender que
los ritos y rituales con que implementamos los satisfactores requirieren de la coordinación de los diferentes
implicados en secuencias complejas que pueden tener decenas o cientos de pasos. En algunos procesos la
estandarización está al nivel de la acción aislada y en otros al nivel del proceso, según sea la tolerancia hacia la
variabilidad de los procedimientos. Un ejemplo de baja variabilidad es una misa, donde cada paso esta
programado de antemano, y uno de alta variabilidad es una cita a ciegas, donde las destrezas adquiridas
anteriormente permiten la coordinación de acciones ante variaciones imprevistas. En el ámbito laboral
observaremos esta variación en el nivel de estandarización al comparar una línea de montaje con el tratamiento
de pacientes hospitalarios y la creación artística. Siendo la línea de montaje un ejemplo de proceso estable y
simple; el tratamiento médico un ejemplo de proceso variable pero donde se puede estandarizar destrezas; y el
arte un ejemplo de proceso adhocrático, donde idealmente los componentes deben organizarse originalmente
ante cada nuevo evento. En términos sencillos se podría decir que una emoción es un reflejo condicionado
(aprendizaje procedural) al que se le ha proporcionado, aunque sea parcialmente, un significado 4. En niveles
moderados de intensidad las emociones contribuyen a estructurar el comportamiento psicofísico y en casos de
alta intensidad bloquean la función ejecutiva y gatillan comportamientos automatizados, los que pueden ser más o
menos ritualizados. Tanto los repertorios conductuales como los emocionales son sólo en parte asequibles a la
conciencia y pueden gatillarse ante estímulos originados por contrapartes que tampoco son concientes de ello.
Esto permite señalar entonces que el inconsciente se expande y enriquece a lo largo de la vida.

El tercer tipo de componente son las redes y organizaciones que contienen los rituales, tabúes y mecanismos de
reafirmación del discurso que permiten que los vínculos adquieran el carácter histórico y continúo con que
asumimos la realidad. Diferenciamos a este último componente respecto al sistema de discursos porque también
es sólo parcialmente asequible a la conciencia y porque nos permite estudiar las interacciones existentes entre
los distintos sistemas de roles, organizaciones e instituciones, los que si bien están aparentemente
desconectados, en una mirada más profunda aparecen integrados sistemicamente. Por esta misma razón es que
en el esquema presentado más arriba la funcionalidad aparece fuera de la realidad psíquica, la cual en
condiciones habituales es incapaz de percibir las funcionalidades de los procesos organizacionales en que opera
cada rol.

Roles v/s sentimientos


Llamamos roles a los papeles que nos permiten insertarnos en los vínculos estandarizados que conforman las
organizaciones. Esta definición nos recuerda que los roles son siempre el complemento de otros roles y que no
tienen sentido por si mismos. Así, se es marido sólo si existe mujer; se es alumno sólo si existe profesor.

El único problema de los roles, por decirlo de alguna manera, es que nos condenan a los objetos parciales y la
indiferencia. Esto porque si un profesor es idéntico a otro profesor la verdad es que da lo mismo estudiar con uno
o con otro. En el ámbito económico esto es deseable, pero en el ámbito de los vínculos sociales se tienden a
generar situaciones enojosas en la medida que una polola puede ser reemplazada por otra o un marido parece
ser fácil de sustituir... De hecho, una manera de definir la neurosis sería señalar que es la estandarización de los
vínculos en los ámbitos social e íntimo.

Los sentimientos, por contrario a los roles, son vínculos en los cuales se construyen discursos y procedimientos
de manera adhocrática, de manera que se genera una exclusividad en la identidad. Esto no significa que los
procesos o discursos son originales, en el sentido de que se deban decir, hacer o sentir cosas que nadie más
siente, si no que son construidos en una deriva desde el rol con que se inicio la vinculación, por lo que aquello
que se siente no se siente con nadie más, al menos en esa misma configuración.

En general los sentimientos son procesos en los cuales podemos reestructurar nuestra identidad, adquiriendo o
modificando las atribuciones de estilo que asociamos a rasgos de identidad y valores (Ver: O’Mahen et als., 2000;
Hazan & Shaver, 1987; Aron et als., 1991, 1992, 1995). Entender esto nos permite comprender una serie de
fenómenos en los procesos de educación, terapia, coaching, mentoring e inducción organizacional, por mencionar
algunos de los macro procesos diseñados para inducir cambio de identidad de una manera deliberada. Los
sentimientos derivan de los roles y se integran en ellos ya que siempre conocemos a las personas a partir de un
rol. Ej. “chico que conoce a chica” o “compañero saludando a compañero”, etc.

Esta integración entre roles y sentimientos hace que, en un medio social estable, pueda existir identidad entre
algunos roles y sentimientos indicados culturalmente como cualidades del rol, como sería el caso de la idea
moderna del amor matrimonial. Ahora bien, esto no es de modo alguno obligatorio y, dado el aumento de los
niveles de anomia, tiende a dificultarse cada vez más. Dado que no hay nada mejor para ilustrar la idea de
sentimiento que un poema, revisemos “Mucho más grave” de Benedetti y observemos como describe el proceso
de construcción de la identidad en el sentimiento.
Mucho más grave
Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo

y eso en verdad no es nada extraordinario

vos lo sabés tan objetivamente como yo.

Sin embargo hay algo que quisiera aclararte

cuando digo todas las parcelas

no me refiero sólo a esto de ahora

a esto de esperarte y aleluya encontrarte

y carajo perderte

y volverte a encontrar

y ojalá nada más

no me refiero sólo a que de pronto digas

voy a llorar

y yo con un discreto nudo en la garganta

bueno llorá

y que un lindo aguacero invisible nos ampare

y quizá por eso salga enseguida el sol

ni me refiero sólo a que día tras día

aumente el stock de nuestras pequeñas

y decisivas complicidades

o que yo pueda o creerme que puedo

convertir mis reveses en victorias

o me hagas el tierno regalo

de tu más reciente desesperación


no

la cosa es muchísimo más grave

cuando digo todas las parcelas

quiero decir que además de este dulce cataclismo

también estas rescribiendo mi infancia

esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes

y los solemnes adultos las celebran

y vos en cambio sabés que eso no sirve

quiero decir que estás rearmando mi adolescencia

ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos

y vos sabés en cambio extraer de ese páramo

mi germen de alegría y regarlo mirándolo

quiero decir que estas sacudiendo mi juventud

ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos

esa sombra que nadie arrimó a su sombra

y vos en cambio sabés estremecerla

hasta que caen las hojas secas

y quede la armazón de mi verdad sin proezas

quiero decir que estás abrazando mi madurez

esta mezcla de estupor y experiencia

este extraño confín de angustia y nieve

esta bujía que ilumina la muerte

este precipicio de la pobre vida

como ves es más grave


muchísimo más grave

porque con éstas o con otras palabras

quiero decir que no sos tan sólo

la querida muchacha que sos

sino también las espléndidas

o cautelosas mujeres

que quise o quiero

porque gracias a vos he descubierto

(dirás que ya era hora

y con razón)

que el amor es una bahía linda y generosa

que se ilumina y se oscurece

según venga la vida

una bahía donde los barcos

llegan y se van

llegan con pájaros y augurios

y se van con sirenas y nubarrones

una bahía linda y generosa

donde los barcos llegan

y se van

pero vos

por favor

no te vayas

Hermoso, no? Bueno, veamos porque este poema es “teóricamente correcto”. De partida podemos tomar la frase
“quiero decir que además de este dulce cataclismo/ también estas rescribiendo mi infancia”, donde se expresa un
elemento clave de los sentimientos: Modifican nuestra percepciones de nosotros mismos y, a través y por eso, de
toda nuestra historia.

También podemos tomar “Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo...”, que alude al hecho de que los
sentimientos / rasgo se hacen estables a través de la generalización del cambio de identidad que se desarrolla en
un vínculo hacia otros vínculos... Por ejemplo, como cuando las parejas conocen a los padres o a los amigos y,
entonces, se mezclan los juicios que ellos nos asignan.

“Ni me refiero sólo a que día tras día/ aumente el stock de nuestras pequeñas/ y decisivas complicidades” habla
de cómo se construyen los hábitos que posibilitan las cadenas de acciones y emociones que dan el colorido
vivencial, los gustos y placeres que hacen tan agradable el vincularse.

Y que me dicen de “quiero decir que no sos tan sólo/ la querida muchacha que sos/ sino también las espléndidas/
o cautelosas mujeres/ que quise o quiero...”. Aquí si que la imagen es puro objeto interno... Como uno construye
sus identidades y la de los demás a partir de los vínculos anteriores, lo que por lo demás, no se olvidan, sino que
se fusionan... Que grande Benedetti...

Finalmente, nos queda esto de la bahía “...el amor es una bahía linda y generosa/ que se ilumina y se oscurece/
según venga la vida// Una bahía donde los barcos/ llegan y se van/ llegan con pájaros y augurios/ y se van con
sirenas y nubarrones.”

Bueno, la bahía es el sentimiento y los barcos son las emociones. Para expresarlo más claramente, los
sentimientos, al igual que los roles, son estructuras de identidad donde se pueden integrar los distintos
procedimientos que nos llevan a emocionarnos.

¿Cómo se afecta todo esto con el cambio social?

Si tuviéramos que resumir en una frase lo señalado hasta el momento tendríamos que decir que el carácter se
produce, en tanto proceso, en las actividades humanas 5. Lo que también implica que el carácter se produce en la
organización. Obviamente, en la medida que cambie una organización, ya sea por cambios ideológicos o
técnicos, también cambiará la manera en que se constituye y actúa el carácter de los diversos implicados en esta
organización

La relación entre sistema organizacional y carácter nos permite comprender una serie de fenómenos, tanto a nivel
onto como filogenético. En el nivel de análisis ontogenético podemos explicar integradamente fenómenos
aparentemente dispersos, como las crisis vitales, el duelo, el liderazgo y la identificación con el agresor. Así
mismo, al nivel de análisis filogenético podemos observar la relación existente entre los procesos de
institucionalización y la manera en que se establecen las cadenas de valor a lo largo de los sistemas
organizacionales.

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Parte 2: El duelo y la reconstrucción de la identidad

Si bien en su uso popular duelo es una palabra utilizada para referirse al proceso de recuperación de la pérdida
generada por la muerte de una persona amada, ya el mismo Freud, en Duelo y Melancolía (1996), planteó que el
duelo también puede generarse en la pérdida de objetos abstractos, tales como la patria, la libertad o algún otro
ideal. Extendiendo esta idea, Rando (1991) plantea que la perdida puede ser considerada incluso parte de
procesos descritos concientemente como una ganancia, como podría ser un ascenso o el matrimonio, ya que en
estos también existe una transformación de la identidad. Zell (2003), utilizando la misma concepción, plantea que
la noción de duelo puede ser aplicada adecuadamente para referirse a las modificaciones en los vínculos y la
identidad generadas en procesos de cambio organizacional. En la misma línea y de manera explícitamente más
optimista Schaefer & Moss (2002) plantean que las pérdidas de identidad son en realidad la oportunidad de
consolidar una nueva identidad y adquirir mayores o más flexibles capacidades de adaptación. Considerando
estos autores es que en lo que respecta a esta tesis, la idea de duelo será utilizada para referirse a procesos en
los cuales el sujeto debe alterar su identidad, incorporando o modificando los vínculos y discursos que la
sustentaban debido a cambios en su situación o el contexto organizacional. Estos procesos pueden tener muy
diversos niveles de impacto, variando desde adecuaciones en hábitos hasta cambios radicales en la identidad y
posición social.
En lo que se refiere a su estructura, el duelo es analizado habitualmente desde una perspectiva temporal y en la
cual se distinguen varias etapas. En esta línea el modelo probablemente más popular es el de Bowlby (Stroebe et
al., 2002), quien plantea que el proceso de duelo tendría cuatro etapas, las que muchas veces se presentan
superpuestas o con regresiones (Bowlby, 1980):

Fase de Entumecimiento: Esta primera fase, a veces sumamente breve, consiste en una situación en la cual el
impacto emocional impide la elaboración conceptual de la pérdida. Puede terminar en una explosión de ansiedad
o rabia.

Fase de reclamo y búsqueda de la figura pérdida : En la medida que la pérdida es asimilada, se experimentan
emociones intensas, tales como rabia, pena y ansiedad. Al mismo tiempo, existe la tendencia a interpretar
eventos de manera que suponen la recuperación del objeto perdido. Estas manifestaciones disminuyen
progresivamente hasta que es posible observar la etapa siguiente.

Fase de desorganización y desesperación y Fase de reorganización : A la aceptación cognitiva de la pérdida sigue


un período de falta de sentido de la realidad percibida, lo que es progresivamente reemplazado por una
reintegración producto de la observación y análisis de la pérdida. Bowlby (1980) plantea que este análisis es un
requisito para la necesaria reconceptualización de la identidad y perspectiva existencial que el sujeto debe hacer
para construir nuevos vínculos. De no ocurrir esta reconceptualización, los antiguos hábitos, valores o creencias
pueden hacer que el duelo se prolongue de manera malsana, pudiendo transformarse en un estado de depresión.
Es importante considerar que la descripción del proceso de duelo que plantea Bowlby se hace a partir de la
observación de viudas, lo que podría magnificar las etapas y consecuencias del proceso.

Otro modelo de duelo es el propuesto por Rando (1991), quien divide al proceso en tres etapas: Evitación,
Confrontación y Acomodo. Evitación corresponde a las etapas de entumecimiento y reclamo y búsqueda de la
figura perdida de Bowlby. Confrontación, que sería el momento en el cual la pérdida es experimentada más
intensamente, describiría el proceso de asimilación emocional de la pérdida y finalmente, Acomodo describiría
una etapa en la cual el dolor va cediendo progresivamente y el sujeto va retomando su vida afectiva y social.

Kubler-Ross (En Zell, 2003) describe cinco etapas en el proceso de duelo: Negación, Rabia, Negociación,
Depresión y Aceptación. La Etapa de Negación implicaría, al igual que en los modelos anteriores, la incapacidad
para procesar la pérdida y por tanto la continuación de los hábitos adquiridos con anterioridad. La Etapa de Rabia
se caracterizaría por la aplicación de una interpretación de la pérdida que origina rabia, resentimiento o
frustración hacia otros o el mismo sujeto. En la Etapa de Negociación el sujeto acepta cognitivamente la pérdida,
pero al mismo tiempo actúa de manera que se postergue la aceptación de las consecuencias. Cuando esto último
ocurre aparece la Etapa de Depresión, en la cual priman las emociones de melancolía y pena. En esta etapa el
sujeto procesa la pérdida pasada y anticipa los resultados futuros. En quinto y último lugar aparece la Etapa de
Acomodo, en la cual se acepta emocionalmente lo inevitable y se adquiere mayor tranquilidad. Zell (2003)
encontró evidencia de estas etapas en un proceso de cambio organizacional implementado en una universidad,
encontrado evidencia sobre la naturaleza colectiva de los procesos de negociación y construcción de significado.
Desde esta idea es necesario considerar lo planteado por Hagman (2001), quien critica lo que denomina el
“modelo psicodinámico de duelo estándar” y que refiere a ciertos supuestos ampliamente extendidos en la
literatura sobre duelo, tales como el énfasis en la separación del objeto o decatexis, el asumir que el duelo es
fundamentalmente un proceso interno que evoluciona espontáneamente y la focalización en las emociones de
rabia y pena. Hagman (2001) plantea que una perspectiva más adecuada del duelo debe considerar los
siguientes puntos:

Cada persona responde a las pérdidas de una manera personal y única, por lo que no pueden establecerse
patrones universales de patología.
Lo que algunos terapeutas denominan respuestas patológicas puede ser también considerado como un intento
exitoso de conservar el apego al objeto, en este sentido puede considerarse que el duelo patológico contiene
elementos egosintónicos y no puede ser analizado como un todo homogéneo.

La pérdida de un ser amado resulta en una crisis en las estructuras de significado con que la persona estructura
su vida, por lo que el duelo es también generador de significado, por doloroso e inmovilizante que parezca.

El duelo no sólo es un reacomodo psíquico, es también un proceso comunicacional en el cual el sujeto


reinterpreta su historia e identidad.

Considerando lo anterior, el duelo debe ser analizado como un proceso colectivo, en el cual la comunidad juega
un rol fundamental tanto en la construcción de significado como en la generación de oportunidades de reinserción
y vínculo.

Hagman (2001) propone que la aplicación de estas ideas debe llevar a trabajar el apoyo en el duelo considerando
la posibilidad de explorar los afectos positivos en los recuerdos del objeto perdido, de manera que la
reorganización del self integre este significado positivo de la experiencia. Así mismo, también se debe considerar
los beneficios de los rituales y la participación de otros vínculos en la reconstrucción del significado vital del
cliente. Estas propuestas son coincidentes con las de un importante número de autores (Ver: Neimeyer, 2001) e
incluso llevan a recordar que la imposibilidad de ingresar en una situación de reconceptualización de la identidad
es la característica distintiva de aquellas estructuras de personalidad con patologías más severas. Existe un
amplio acuerdo en los autores mencionados respecto al hecho de que diferencias individuales o ambientales, así
como la naturaleza específica de la pérdida, pueden hacer que el proceso de duelo varíe en duración, intensidad
o composición emocional. De esta manera, sería difícil discriminar entre manifestaciones culturalmente
aceptables del duelo y otras que debieran ser consideradas patológicas. Esto nos lleva a reconocer las similitudes
entre los procesos de duelo y las crisis psicosociales, concepto utilizado por Erickson (1994) para referirse a los
procesos de adaptación que el sujeto debe realizar para acomodarse a cambios en las demandas externas e
internas que ocurren entre cada etapa del ciclo vital. En los primeros desarrollos de Erickson estas crisis
psicosociales serian ocho y sus temáticas son: Confianza básica v/s Desconfianza básica; Autonomía v/s
Vergüenza y duda; Iniciativa v/s Culpa; Laboriosidad v/s Inferioridad; Identidad v/s Confusión; Intimidad v/s
Aislamiento; Productividad v/s Estancamiento e Integridad v/s Desesperación. El orden, secuencia e intensidad
de cada crisis están en gran parte normadas por la estructura económica y socioafectiva de cada sociedad, no
obstante esto, se expresarían de manera variada en función de las capacidades, impulsos y demás condiciones
de cada individuo.

Según Erickson (1994), el logro de una identidad coherente a partir de las distintas imágenes de si mismo que el
sujeto ha construido hasta y durante la adolescencia tiene importancia capital, ya que sobre el núcleo de esta
identidad se asimilarán los cambios posteriores que serán necesarios en función de los roles adultos. En caso de
no lograrse, la sensación de difusión de identidad implicará dificultadas para la superación de las demandas de
intimidad, generatividad e incluso el logro de integridad ante la perspectiva del fin de la vida. Desde este punto de
vista el logro de una sensación de identidad es un factor protector ante las dificultades que serán experimentadas
en los sucesivos duelos requeridos al sujeto.

Es interesante considerar que Erickson desarrolla ya en 1959, en su texto Adolescencia Tardía, la idea según la
cual los cambios sociales han influido en la prolongación de la adolescencia, continuando la construcción de la
identidad en la adultez joven e incluso más allá. Estos cambios se asocian a la necesidad de una educación
formal más prolongada, las necesidades de adecuar las identidades adolescentes en un sistema social complejo
y cambiante y la generación de nuevas formas de organización en la familia, entre otros aspectos que hacen que
el abandono y adquisición de identidades requerido por la adultez se haya vuelto más dificultoso. Kegan (1994)
actualiza y desarrolla estas ideas, planteando como conclusión que el logro de un nivel de comprensión trans
ideológico que permita ajustar las incoherencias en las distintas identidades que un sujeto debe asumir se habría
transformado en un requisito mínimo de adecuación social incluso en la adultez joven. Desde este punto de vista
podría decirse que la adultez contemporánea implica asumir procesos de duelo de manera continua o, desde el
punto de vista de la identidad, contenidos y atribuciones incoherentes. Desde esta idea pasaremos a la revisión
de la literatura sobre depresión y burnout, conceptos utilizados para referirse a las anomalías en los procesos de
duelo.

Tabla 2: Dilemas presentes en cada crisis psicosocial del ciclo vital 6

8 Vejez

Gen
erati
vida
d
Gen
Integridad
erati
vida
dv/s
Generatividad
v/s
Desesperación
7 Adultez v/s
Esta
nca
Estancamiento mien
to
v/s

Esta
nca
mien
to

Intim
idad
Inti
mid
ad
Intimidad v/s

6 Adultez Joven v/s Aisla


mien
Aislamiento to
v/s

Aisla
mien
to

5 Adolescencia Identidad Ide


ntid
ad
Id
en
tid
ad
v/s

v/s Co
nfu
Confusión sió
n
v/s

Co
nfu
sió
n

La
bo
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si
da
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v/
s
L
a
b
o
ri
Laboriosidad v/s o
4 Edad escolar si
Inferioridad d
a
d
v/
s
Inf
eri
ori
da
d
Inf
eri
ori
da
d

3 Edad de Jugar Iniciativa Inici


ativ
a
Ini
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tiv
a
v/s
v/s
Cul
Culpa pa
v/s

Cul
pa

A
ut
o
n
o
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A
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t
o
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o
m
í
a
Autonomía v/
s
2 Niñez Temprana v/s
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1 Infancia Confianza Básica Co


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v/s
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Depresión & Burnout

Los términos depresión y Burnout son utilizados frecuentemente en relación con fenómenos considerados como
disfunciones del duelo, con las distinciones que reseñaremos a continuación.

Depresión

La noción de depresión alude a una variada gama de trastornos del animo que presentan heterogeneidad tanto
en las etiologías como en la manifestación y cuya prevalencia en la población es notablemente extendida, siendo
en Chile la segunda causa de pérdida de años de vida en mujeres adultas (Fullerton, 2003). Las diferencias entre
los distintos tipos de depresión y sus etiologías no están claramente definidas, por lo que la distinción entre
depresión y duelo sería difícil de establecer en muchos casos e incluso Covarrubias (2003), señala que los
síntomas de la depresión se presentan en el duelo. Por su parte otros autores, como Fredén (1986), discriminan
duelo de depresión sobre la base de su intensidad o duración. Ahora bien, desde una perspectiva psicodinámica
se considera que la idea de depresión alude a un duelo prolongado o particularmente intenso hasta una medida
en que es considerado patológico (Ver: Winograd, 2005). En el mismo sentido, Jiménez (2003), al explicar la
psicodinámica de la depresión, señala que ésta puede originarse en anomalías en la capacidad de perder o
separarse del objeto amado, ya sea otra persona o una representación conceptual. De esta manera, la depresión
no es la pérdida, si no la manera en que esta es interpretada. Así, los componentes principales de la depresión
serían la convicción de que el deseo de vinculación con el objeto es imposible de satisfacer y la generación de un
sentimiento de desesperanza, desamparo e impotencia, que se reflejaría sobre el sujeto afectando su autoestima
y capacidad de gozo.
Burnout

En una definición estricta el término burnout tendría que ver específicamente con estados de fatiga emocional,
despersonalización y sensación de futilidad en personas que desempeñan ocupaciones en el ámbito de la salud o
el cuidado (Beckstead, 2002). Su uso en vez de la idea de depresión se explica porque Cristina Maslach, la
psicóloga social a la cual se lo acredita, lo desarrolló a mediados de los setenta considerando que era menos
estigmatizante que otros posibles diagnósticos psiquiátricos. Ahora bien, en los últimos años se ha ampliado el
uso del concepto, abarcando procesos de fatiga observados en profesionales de otras áreas. Por ejemplo Pines &
Aronson (En da Silva, 2001) señalan que es el “estado de agotamiento mental, físico y emocional producido por el
involucramiento crónico de trabajo en situaciones emocionalmente demandantes”. De manera incluso más
general Freudenberger (En da Silva, 2001) propone que burnout sería “un estado de fatiga o de frustración que se
produce por la dedicación a una causa, forma de vida o de relación que no produce el esperado refuerzo”. Estas
definiciones permiten observar al fenómeno como el resultado de procesos de socialización profesional que
impiden que los sujetos adapten su identidad a las restricciones organizacionales o a culturas más pragmáticas
encontradas en el mundo del trabajo. Considerando este punto de vista el burnout podría ser caracterizado como
la versión colectiva de las depresiones individuales originadas por la evitación o inhabilidad para perder al objeto.
Esta relación es apoyada por los hallazgos de Ekstedt & Fagerberg (2003) quienes encontraron que los sujetos
sólo aceptaban la situación de burnout luego de períodos de negación tan largos como les fue posible debido a la
relación entre su identidad y las creencias iniciales.

Las etapas del duelo desde el punto de vista de la inserción organizacional


Si bien las etapas de duelo se experimentan de manera más bien superpuesta, en una primera aproximación
vamos a asumir que vivir un duelo implica la capacidad de avanzar a través de cuatro etapas: La negación, la
desesperación, la reparación y, posteriormente, la revinculación.

F igura 1: Las etapas del duelo

Revinculación

Reparación
Desesperación

Negación

1. Negación
El primer momento en el duelo antecede a la conciencia de pérdida por parte del sujeto y podemos describirlo,
precisamente, como el estado en el cual la realidad descrita en el contexto organizacional es todavía percibida
como efectiva para el sujeto. Esto es fácilmente identificable al observar como una madre sigue hablando de un
hijo adolescente como si fuera un niño pequeño o una persona se somete a cirugías que le permiten mantener la
apariencia de juventud. En el ámbito económico esto se observa al nivel individual en el sujeto desempleado que
no está dispuesto a trabajar por un sueldo menor al que obtenía anteriormente. En el nivel organizacional
podemos encontrar discursos organizacionales que desprecian a competidores emergentes y, al nivel de
institucionalidad, podemos mencionar los mitos mesiánicos presentes en diferentes religiones.

Es importante considerar que los discursos que constituyen los marcos de referencia para la identidad se
degradan continuamente desde el mismo momento en que son instituidos, lo que se acompaña de un progresivo
aumento de la ansiedad y, por consiguiente, de una mayor compulsividad de los procesos actuados por los
sujetos involucrados en ese sistema organizacional.

Expliquemos lo anterior con un ejemplo sencillo: Supongamos que un hombre cree efectivamente que es un
“macho recio”. En primer lugar debemos señalar que esta atribución es generada a través de la comparación
entre su comportamiento y un sistema de valores. Así, si el modelo ético señala que un macho, entre otras
acciones, bebe cantidades considerables de bebidas alcohólicas, seduce mujeres y no llora y si el sujeto actúa en
concordancia con estas guías de acción, puede decir que es efectivamente un macho. Ahora bien, para
implementar estas acciones requiere de la complicidad de una o varias contrapartes, entre las que se encuentran
camaradas con los cuales beber o mujeres que actúan de manera de ser seducidas. Esta complicidad sólo es
posible en la medida que los actores implicados actúan sus guiones en el marco de roles asociados a un sistema
organizacional.

Para explicar la última idea se puede señalar que cada una de las actividades que contribuyen a la atribución de
identidad implican la coordinación de múltiples acciones normadas culturalmente. Así la seducción o el beber
social se realizarán dentro de horarios, ambientes físicos y códigos pautados normativamente para cada
subcultura.

Cada actividad contribuye en mayor o menor proporción a la atribución. Sin embargo, comparten la cualidad
protectora de la identidad. En este sentido se puede decir que la colusión en la que se insertan los sujetos que
actúan un sistema reificado de creencias, al reafirmar su sistema de creencias sobre al realidad, contribuyen a
controlar la ansiedad que acarrearía la perdida de dicha comprensión del mundo.

Volviendo a nuestra cuestión inicial, que es el demostrar cómo se degrada continuamente la realidad debemos
señalar que la coordinación de los actores insertos en un sistema de roles es muy difícilmente perfecta. De
partida, porque la evolución de las capacidades físicas nos enfrenta al debilitamiento o pérdida de las habilidades
que posibilitaban la implementación de las actividades. En segundo lugar, porque los sujetos que actúan un rol
enfrentan incongruencias con sus otros múltiples roles y, en nuestro ejemplo, la mujer en posición de seducción
puede sentirse incómoda si efectivamente tiene intereses o cualidades no valoradas en la ideología machista. En
tercer lugar, porque la complejidad de las actividades origina oportunidad para la creación o recombinación de
acciones, lo que altera los procesos y en última instancia modifica los patrones emocionales que se les asocian.
Finalmente, porque en el actual Zeitgeist tanto las organizaciones como los sujetos buscan deliberadamente
mejorar sus discursos y acciones. Todos estos elementos se combinan para generar variaciones que afectan la
coordinación de los discursos y acciones de los sujetos coludidos en los sistemas organizacionales.

Figura 2: Relación entre la identidad y las creencias asociadas al nivel de sujeto

Seduzco mujeres

No lloro

Bebo alcohol

Soy un macho recio

Soy fuerte

Gano más que una mujer

Soy peludo
Así, de a poco nuestro macho recio es menos fuerte, ya no puede beber tanto alcohol o deja de ser capaz de
seducir mujeres. Esto aumenta su ansiedad y en un primer momento, a manera de compensación, va a hacer
más extremas y compulsivas sus acciones. Por ejemplo, se va a comprar una moto o camioneta grande, intentará
mejorar el estado físico, puede tornarse más violento en la manera de seducir y así hasta que la perdida de
identidad se haga manifiesta debido a algún evento que finalmente desmienta la identidad y de paso al estado
vital de desesperación.

El aumento de la compulsividad es la expresión de varios procesos. Siendo el más básico y generalizado la


obstrucción de la función ejecutiva originada por el aumento de la ansiedad. A esto se agregan las acciones
restauradoras de las realidad que efectúan los otros sujetos implicados en la colusión; el impacto de la promoción
de los productores que buscan aprovechar esta compulsividad transformando la negación en una manera de ser
instituida; y los variados mecanismos de defensa del sujeto.

2. Desesperación
La desesperación no debe ser confundida con las emociones ansiedad, pena, rabia o miedo que se manifiestan
como características luego de la perdida de la identidad reificada. Esto porque si bien las mencionadas
emociones son quizás la señal más evidente de la desesperación, el elemento constitutivo de la desesperación es
la posición vital de anomia. Esto en el sentido literal del no contar con un sistema de leyes o normas que regulen
el mundo y que, por tanto, permitan actuar de acuerdo a una identidad determinada.

La vivencia de la desesperación va a ser tanto más intensa cuantos más sean los ámbitos de la identidad
afectados por la pérdida del vínculo. Así, podemos decir que una mujer cuyos roles tradicionales la ha llevado a
desempeñarse como ama de casa, sin cultivar amistades o insertarse en algún sistema organizacional religioso,
escolar o laboral, va a experimentar la perdida ocasionada por un divorcio de manera más dramática que otra
mujer con una carrera laboral independiente, inserta en diversos grupos sociales y con una extensa red de
amistades. Esto nos lleva relacionar la complejidad del carácter, en tanto sistema de identidades, con la
capacidad de sobrellevar perdidas o condiciones adversas. Esto ha sido confirmado de manera general por varios
estudios (Ejemplos: Linville, 1987; McAllister & Bigley, 2002) y en el caso de nuestro ejemplo por Ruderman et
als. (2002).

3. Reparación
La reparación comienza en la medida que el sujeto aprehende un nuevo sistema de valores y, en términos de su
postura vital, construye un reencuadre que le permite interpretar el contexto y su identidad de manera coherente.
Ahora bien, esta reinterpretación debe ser acompañada por el desarrollo de las capacidades que permiten que el
sujeto se inserte en las actividades de manera automatizada y que, por tanto, pueda olvidar el carácter
manifiestamente artificial de este nuevo contexto. El esquema general de este proceso recuerda el componente
experiencial de la teoría triárquica de la inteligencia de Robert Sternberg (En Rosas et als., 1999), en el sentido
de que la adaptación depende de la rápida adquisición y automatización de las actividades novedosas a las que
se enfrenta el sujeto.

3.1. Aprehensión de un nuevo sistema de ideas y valores

La aprehensión de un nuevo sistema de ideas y valores es un proceso gradual y que depende del control de la
ansiedad, sin el cual el sujeto no será capaz de implementar los procedimientos auxiliares que le permiten
establecer vínculos de contención.
Si bien en la gran mayoría de los casos las pérdidas de identidad son lo suficientemente parciales como para que
el sujeto inicie la reparación con la ayuda de sus relaciones habituales, en algunos casos se generan las
condiciones de extensión, intensidad o desvalimiento que hacen necesario el recurrir a sistemas organizacionales
específicos para el manejo de la contención

La idea de vínculos de contención se refiere a aquellos contextos organizacionales cuyo fin principal es dar
sentido a las perdidas de identidad y orientar las reparaciones. Ejemplos de esto serán las asistencias de
funcionarios religiosos o educacionales, como un sacerdote, un orientador vocacional o un terapeuta.

En general la aprehensión de nuevos valores e ideas, ya sea que se los desarrolle personalmente, que sean
adquiridos de un modelo o como una combinación de las dos primeras posibilidades no es nunca un proceso que
permita el mismo nivel de manejo de la ansiedad que el pensamiento basado en creencias aprehendidas en la
infancia. Esto porque no es posible olvidar completamente que son ideas construidas y no realidades evidentes
por si mismas como ocurre con los primeros discursos adquiridos. Esta diferencia es lo que Ortega y Gasset
(2000) representa con la diferenciación entre creencias e ideas señalando que las creencias son experimentadas
como una realidad evidente por si misma y en la cual el sujeto puede habitar confiadamente. En cambio, las ideas
se constituyen en discursos aprehendidos como una realidad opcional, inestable y, por consiguiente, ambigua.

En términos concretos, es posible señalar que la aprehensión de discursos requiere de las condiciones de control
de la ansiedad, exposición a modelos de acción y traducción de las ideas y valores contenidos en el discurso en
atribuciones asociables a la identidad personal.

El control de la ansiedad es el resultado de la generación de un discurso sobre los acontecimientos y las


emociones que permite el desbloqueo de la función ejecutiva por parte de la amígdala y los demás componentes
neuroendocrinos que posibilitan la vivencia emocional. Las técnicas como el reflejo del sentimiento o condiciones
como la similitud o familiaridad de las personas y ambientes en los que se encuentra el sujeto afectado por la
perdida de identidad contribuyen significativamente a facilitar este desbloqueo.

La exposición a modelos de acción puede ser comprendida en el modelo de aprendizaje organizacional de Albert
Bandura. Esto en el sentido de que la aprehensión de un valor, en tanto esquema de actividad, se inicia al
observar la acción de un modelo o aprender una historia. A esto seguirá la codificación de los elementos
esenciales y su ordenamiento en un proceso ejecutable. Finalmente, la implementación del proceso se gatillará
en el momento en que las condiciones de contexto permitan reconocerse como el sujeto del valor o esquema de
ideas aprehendido. Obviamente, la calidad de la ejecución dependerá del punto siguiente, el desarrollo de
capacidades, sin embargo es posible pensar que en la gran mayoría de los casos los proceso se implementan
recombinando capacidades ya adquiridas.

Por último, la transformación del valor en una cualidad que posible de atribuirse y de las ideas en teorías que
criterios de realidad para orientar la acción es el inicio de lo que podemos llamar el proceso de introyección del
discurso. Si bien en términos estrictos podríamos decir que esta parte del proceso está incluida en la última parte
del punto anterior, es importante separar la implementación de la actividad del reconocimiento conciente de su
ejecución y lo que eso implica en términos de atribución de identidad. Para entender esta diferencia podemos
pensar en la caricatura de una viuda que, sintiendo culpa hacia su difunto esposo, no asume que se ha
enamorado hasta mucho después de haber formado una nueva pareja.

3.2. Desarrollo de las capacidades necesarias para actuar los nuevos valores

En los casos en los cuales el valor requiere del desarrollo de capacidades encontramos que la automatización de
la actividad puede requerir de periodos considerables y, eventualmente, nunca ser alcanzado por completo.
Antes de explicar el proceso de desarrollo de habilidades es conveniente mencionar los tipos de elementos que
posibilitan una capacidad, lo que pueden clasificarse en las categorías correspondientes a los constructos de
modelo de procesamiento, información, habilidad, característica de personalidad y creencias & valores. Las que
describiremos a continuación.

Valores (roles)

Como ya hemos señalado, los valores son el primer elemento requerido para la implementación de una
actividad. Debemos agregar que, en tanto sistemas de creencias orientadoras de las preferencias y la
identidad, los valores no sólo determinan las atribuciones de pertenencia social, sino que influencian
fuertemente las emociones y la intención conductual, esto último en el sentido del modelo de
Comportamiento Planificado de Ajzen (2002). A través de estas influencias los valores son determinantes
en los procesos asociados al constructo motivación.

Una segunda idea relevante en la comprensión de la adquisición de valores es que éstos actúan de manera
integrada en sistemas compensatorios, de modo que un rol integra múltiples valores, todos los cuales se
encuentran en relación y operan en conjunto con los demás.

Finalmente, es importante recordar que, si bien los valores tienen aplicaciones contextuales específicas,
son actuados por los sujetos a través de la aprehensión de un rol. De esta manera, en muchos casos los
aprendizajes significativos en duelos moderados sólo están relacionados a la adquisición de una identidad
y la activación de sistemas de valores que se encontraban inactivos hasta ese momento. Esto nos lleva a
comprender la importancia de los ritos de pasaje y la simbología de uniformes e insignias como
condensadores de la identidad.

Modelos de Procesamiento

Este segundo elemento se refiere a los modelos mentales que las personas utilizan para procesar
información y tomar decisiones, incluyendo aquí desde las reglas aritméticas hasta los protocolos
asociados a las llamadas habilidades sociales.

Si bien se podría decir que los valores son modelos de procesamiento, en general podemos distinguir a
estos de los primeros en función de su grado de precisión y especificidad. Esto lo podemos apreciar al
señalar que ejemplos de modelos de procesamiento son las reglas de operaciones aritméticas, las pautas
sociales relacionadas a los tópicos aceptables en un coctail o el análisis de causas al descubrir que su
automóvil no funciona como debiera.

Información

El tercer elemento se refiere a las estructuras de datos requeridas por los modelos de procesamiento para
escoger cursos de acción. De manera correspondiente a los ejemplos utilizados en modelos de
procesamiento, nos referimos a cifras, comportamientos a evaluar e indicadores en diversos estándares del
automóvil.

En sistemas organizacionales complejos la creciente cantidad de información que debe ser procesada ha
impulsado la creación de sistemas de control de gestión, los cuales son estructuraciones de datos que
facilitan su integración y procesamiento. Se puede señalar, además, que una parte importante de las
nuevas tecnologías de gestión, tales como managerial information systems, aprendizaje organizacional,
gestión del conocimiento o planificación contingente, están dedicadas a este tema.
Habilidades

La idea de habilidad se refiere al desarrollo de alteraciones neurofisiológicas que posibilitan o motivan la


ejecución de conductas físicas o mentales (Ver: Kanfer & Ackerman, 1989). Esta definición incluye no sólo
a lo que podríamos llamar repertorios conductuales, si no que también abarca a los repertorios
emocionales que posibilitan las automatizaciones. Algunos ejemplos de habilidad son las alteraciones en
oído, cuerdas vocales, garganta, lengua, musculatura de la cara y cerebro que posibilitan el que hablemos.
Otros ejemplos son las habilidades en motricidad fina que desarrolla el cirujano o en la capacidad de
memoria procedural de un músico concertista.

Dado que las habilidades son múltiples y, al igual que la gran mayoría de los demás componentes, actúan
de manera integrada, en general han sido agrupadas de acuerdo a su ámbito de aplicación e indicadores
observables. Así es posible analizar las habilidades mentales en función de su apreciación en pruebas y las
motrices por el desempeño en tareas estandarizadas. Sin embargo, no conviene olvidar que estas
evidencias no describen procesos neurofisiológicos ni las atrofias e hipertrofias necesarias para la
ejecución de las actividades.

Así mismo, es conveniente recordar que en gran parte los sujetos sólo contienen en si mismo parte de las
habilidades necesarias para la ejecución de actividades y que, por tanto, es necesario la colaboración en
complejos sistemas de acción automatizada para que las actividades se produzcan. Aquí es donde se nos
manifiesta la relevancia de los repertorios emocionales que controlan la motivación en el contexto de las
coordinaciones7.

Características de Personalidad

El quinto tipo de elemento, personalidad, es un tema en psicología donde hoy en día se evidencia una
notable y rápida evolución (Graziano, 2003). Sin embargo, en estos momentos podemos señalar que la
idea de características de personalidad integra, además del carácter (atribuciones de rasgos) y
temperamento, a elementos asociados, tales como género, clase social y atribuciones situacionales, como
“extranjero(a)” o “enfermo(a)” (Ver: Paunonen & Jackson, 2000).

La actual visión respecto a los rasgos permite asociarlos a la idea de habilidad, en tanto alteración o
distinción fisiológica que influye diferencialmente en la implementación de actividades. Esto permite integrar
la idea de rasgos con la de temperamento e intentar explicar el proceso de desarrollo estructural a lo largo
de la vida (Ver: Biesanz et als., 2003). Sin embargo, todavía es necesario diferenciarlos de las habilidades
en tanto la aprehensión fenoménica del carácter se realiza a través de juicios y atribuciones que la sumen
como fundamentalmente estable y asociada a consideraciones éticas.

El modelo más utilizado en la descripción de rasgos en la actualidad es el llamado de “los 5 grandes”, que
incluye a las dimensiones de alta-baja adecuación social; alta-baja extraversión; alta-baja convergencia;
alta-baja resistencia a la tensión; y alta-baja apertura a la experiencia. Estas dimensiones estarían
generadas por una combinación de antecedentes temperamentales y caracterológicos y se presentan
como continuos de facilidad o aversión a determinadas condiciones (McCrae et als., 2001). Estos continuos
facilitarían o dificultarían los diversos procesos integrados en el duelo a través de su impacto en la
inserción organizacional, el contacto con nuevos estímulos, el manejo de la ansiedad y la persistencia
frente a obstáculos, por mencionar algunos elementos.

Estos cinco tipos de componentes actúan de manera integrada, de tal modo que es necesaria la presencia de
todos los elementos requeridos por una capacidad especifica para que esta se actualice.
F

Ideas & Valores

igura 3: Componentes de una capacidad

Información

Modelos de procesamiento

En el proceso de desarrollo de una capacidad es posible asumir que las habilidades y características de
personalidad básicas ya se encuentran activas en el sujeto y que le proceso de socialización se dedicará, en la
mayor parte de los casos, a la adquisición de ideas & valores, modelos de procesamiento y, finalmente,
información para activar e implementar la capacidad.
Para ejemplificar el párrafo anterior retomemos el caso de nuestra
ama de casa que se divorcia sin antes haber ampliado su sistema
de roles. En un primer momento el nivel de stress será alto debido
a los múltiples frentes de acción abiertos, entre los que se cuentan
el laboral, el social e incluso una redefinición de sus atribuciones
sobre personalidad. Tanto el nivel y diversidad de habilidades
como las orientaciones de personalidad podrán facilitar o dificultar
el manejo de este stress. Una vez que lo logre y pueda, gracias a
sus redes o inserción en organizaciones que provean vínculos de
contención, generar un discurso que contenga valores e ideas que
le permitan construir un nuevo plan de vida, podrá empezar a
adquirir los modelos de procesamiento e información necesaria
para construir sus nuevas atribuciones. Este nuevo discurso
implicará una reinterpretación de los acontecimientos pasados y
de las causas que generaron su perdida, por lo que genuinamente
podemos hablar de una reparación de los objetos, las atribuciones
respecto a los demás y ella misma, que se describen en su
discurso.
4. Revinculación
La idea de revinculación se refiere a la inserción más o menos estable en sistemas organizacionales que incluyen
nuevas dimensiones respecto a las utilizadas antes de la perdida. Por ejemplo, en el caso de nuestra ama de
casa es posible que vuelva a casarse, pero agregando dimensiones económicas y sociales formales que
enriquezcan sus atribuciones y vínculos. Ejemplos de estas dimensiones serían participar en actividades
culturales, económicas o filantrópicas que alteren el vínculo con su pareja.

En casos más profundos de duelo la revinculación se realiza en sistemas organizacionales distintos a los
anteriores. En nuestro caso la ex ama de casa puede irse a vivir a otro país e ingresar a un grupo religioso
fundamentalista o transformarse en empresaria y decir vivir sin pareja estable, en fin existe una infinidad de
posibilidades.

Un atributo central de la revinculación, cualquiera sea el grado de complejidad del duelo, es que la nueva o
nuevas contrapartes con las que se realiza la colusión son concientemente distintas a las anteriores. Es decir
existe un deseo por la diversidad que se expresa tanto en los valores como en las emociones y que permite
manejar la angustia generada por la aprehensión de que esta nueva realidad vivida no es estable ni absoluta. En
nuestro ejemplo, la ansiedad generada al tomar conciencia de que el amor en el cual creía al momento del primer
matrimonio o la misma invulnerabilidad del matrimonio dependen de un esfuerzo constante y que, por tanto, la
magia del rito de pasaje matrimonio es débil o inexistente 8.
Duelo patológico individual y organizacional
El duelo puede interrumpirse por variadas razones de origen individual y organizacional. Por lo que sólo
analizaremos cinco situaciones generales: En primer lugar es posible que el sujeto sea incapaz de incorporar la
pérdida del vínculo inicial. En segundo lugar que no pueda manejar el nivel de ansiedad de manera de insertarse
en un sistema de apoyo o, en tercer lugar, que el sistema de apoyo no le provea con nuevas ideas & valores o
que no permita el desarrollo de las capacidades asociadas. Finalmente, que el sujeto no cuente con las
habilidades o características de personalidad que le permitan iniciar el aprendizaje de valores, modelos de
procesamiento e información.

Falla en la incorporación de la pérdida

Una primera razón para no desarrollar el duelo es la imposibilidad de desprenderse del vínculo inicial. Aquí un
ejemplo paradigmático son los familiares de detenidos desaparecidos, los cuales, al no contar con señales
inequívocas de su perdida, mantienen la fantasía de que el detenido desaparecido está vivo y que por tanto la
perdida no ha sido completa. Obviamente, cualquier intento por desprenderse del vínculo e intentar, por
ejemplo, volver a establecer pareja, será origen de una intensa culpa.

Este ejemplo nos permite evidenciar la importancia de los ritos de pasaje no sólo en tanto instituyentes del
cambio, si no que también en su dimensión de certificación de la perdida. En un ejemplo más prosaico,
podemos pensar que el jefe recientemente ascendido debe “perder” a sus antiguos compañeros para poder
vincularse con ellos como supervisor y que, por tanto, una ceremonia de ascenso contribuye a facilitar este
proceso.

Falla en el manejo de la ansiedad

El stress ocasionado por una misma pérdida será vivido de manera diferente según sean las percepciones y
capacidad de manejo de la ansiedad de los sujetos involucrados. En casos extremos encontramos que
desordenes neuroendocrinos pueden imposibilitar del todo el manejo de la ansiedad, como ocurre en algunas
depresiones post parto.

Falta de opciones al nivel de ideas & valores

Aún si la perdida es aceptada y es posible manejar la ansiedad podemos encontrarnos en el caso de que el
medio social no ofrezca e incluso bloquee alternativas institucionalmente validas para reconstruir la identidad.
Lamentablemente en este punto existen numerosos ejemplos, como serían la creencias de que los adultos
mayores o pueden o deben vivir su sexualidad; que no se debe contratar un profesional “sobre calificado” ya
que tenderá a abandonar el trabajo; que una madre debe dedicarse fundamentalmente a sus hijos; o que
algunas éticas profesionales impidan el ejercicio de puestos sólo con fines de lucro. Si bien todas estas
creencias pueden tener fines positivos o generar beneficios sociales, desde el punto de vista de los sujetos
afectos a perdidas implican una dificultad.

En general, barreras formadas por prejuicios de clase, religión, privilegios gremiales u origen nacional
contribuyen a dificultar la superación de duelos ocasionados por perdidas económicas y sociales.

También es bueno dejar en claro que la falta de oferta social es muchas veces egosintónica y que el mismo
sujeto aprueba la restricción debido a sus valores. Tomemos el caso de un minero del carbón que podría
reconvertirse económicamente en enfermero, pero que descarta esta alternativa por considerarla
afeminada y temer que sus amigos y familiares también piensen lo mismo.

Falta de opciones para el desarrollo de capacidades

Dado el predominio de la dimensión económica en la sociedad actual, es posible que muchos sujetos que han
superado las dificultades anteriores no puedan pagar o se encuentren muy lejos de los centro de socialización
que les hubieran permitido desarrollar las capacidades necesarias para actuar sus nuevos valores.

Incapacidad de insertarse en el sistema de socialización

Finalmente, es posible que el sujeto efectivamente no cuente con la capacidad intelectual, destrezas o
características de personalidad que le permitan acometer con éxito el desarrollo de las capacidades
requeridas por su nuevo modelo de identidad.

Es interesante notar como la sociedad dedica importantes recursos a la exclusión sistemática de los
señalados como menos capaces. Esto se evidencia en los esfuerzos por institucionalizar las pruebas de
rendimiento intelectual o académico, el gasto en orientación vocacional y las diversas pruebas de ingreso o
sistemas de ordenamiento en prioridades, tales como las aplicadas en programas de bachillerato.
Lamentablemente en muchos casos los rendimientos de estas pruebas actúan como generadores de
profecías auto cumplidas y resultan más un validador de la exclusión que un elemento que contribuya al
mejoramiento de la socialización.

En lo últimos años ha aumentado la conciencia respecto a que las causas que impiden el desarrollo del duelo son
tanto organizacionales como propias del sujeto. Esto ha llevado al desarrollo de nociones como burn out, la cual
describe el agotamiento producido por variables de la estructura social y que no es posible de tratar en el nivel del
individuo que manifiesta los síntomas, si no que en las causas organizacionales que afectan tanto al individuo
sintomático como a todos los demás implicados.

A nivel institucional el tema nos lleva pensar en las complejidades de la reconversión económica y social de
sistemas culturales completos, como en el caso de la pequeña minería del cobre y la plata; la minería del carbón
o la agricultura tradicional (Ver: Kinsley, 1997; y Orru, 1998).

El apoyo en la superación del duelo

Las aproximaciones en el apoyo en la superación del duelo se pueden dividir de varias maneras. En primer lugar
tenemos aquellas que esperan inducirlo v/s aquellas que esperan acelerarlo, como sería el caso de las
intervenciones de rehabilitación dirigidas a grupos (gangs, tribus, carretas...) de adictos o las intervenciones
terapéuticas clásicas; una segunda manera de clasificarlas es según el ámbito principal del duelo. Así en el
ámbito económico se nos aparecen las instituciones del coaching, el liderazgo transformacional, el mentoring y en
general todas las alternativas de inducción. En el ámbito social las instituciones religiosas y el Estado proveen de
regulación y asistencia en los casos de pérdida o vivencias traumáticas socialmente reconocidas como
generadoras de duelo. Finalmente, en el ámbito íntimo los duelos suelen considerarse materia de las redes
sociales o la terapia, entendida esta en el sentido tradicional del término.

Los elementos comunes que encontramos en la mayor parte de los sistemas de intervención se refieren a 4
etapas: El establecimiento y validación del vínculo, la contención de la ansiedad; la generación de un modelo de
acción percibido como plausible y significativo para el sujeto afectado y, finalmente, el ensayo y generalización de
las actividades asociadas a este modelo.
Establecimiento del vínculo:

En el caso de las redes de apoyo ya existentes el vínculo de confianza que permite el examen de la
intimidad se encuentran más o menos desarrollado. Sin embargo, en las intervenciones que involucran a un
sujeto desconocido por el afectado es necesario construir ese vínculo. Para facilitar este proceso se suele
recurrir a técnicas de camuflaje, donde el interventor es escogido o desarrolla atribuciones que le permiten
asimilarse al sujeto afectado inicialmente o, en una estrategia diferente, asumir un rol de autoridad ya
aceptado por el afectado.

Ambas estrategias pueden observarse en terapeutas jóvenes que, al trabajar con jóvenes, o acentúan sus
rasgos juveniles o asumen una vestimenta formal que les permite asimilarse a figuras de autoridad. En
ambos casos la familiaridad del rol asumido permite estructurar más fácilmente la interacción y orientarla
hacia la apertura del contexto de confianza. Cabe señalar, eso si, que el asumir roles ya existentes implica
el riesgo de que el proceso de ayuda derive a través de actividades que reviven conflictos no relevantes en
el duelo o se haga irrelevante en si mismo.

Contención:

La contención de la ansiedad producida por la pérdida es un requerimiento para poder analizar la situación
y adquirir o activar el nuevo sistema de ideas y valores. Es importante recordar aquí que en muchos casos
la inexperiencia lleva a que los sujetos en rol de ayuda (lideres, terapeutas, sacerdotes, etc.) se angustien
ellos mismos, por lo que muchas de sus intervenciones están más asociadas a controlar la angustia propia
que la del afectado inicial. Ejemplifiquemos esto pensando en una persona que debe ayudar a un amigo
que se encuentra haciendo duelo respecto a sus creencias religiosas y que aún no ha enfrentado el mismo
proceso. La ansiedad resultante de escuchar las nuevas creencias de su amigo la llevará a bloquearse y a
tratar, compulsivamente, de hacer que su amigo vuelva a creer en las verosimilitud de las ideas perdidas.

Una técnica que sirve para demostrar las intervenciones de contención es el reflejo de las emociones, que
describiremos a continuación.

Técnica de Reflejo

La técnica de reflejo consiste en la síntesis de las emociones y causas expresadas por la contraparte. Esto
no sólo permite demostrar al interlocutor que fue interpretado dentro de su propio marco de percepción, lo
que aumenta la confianza. Si no que además permite estimular la función ejecutiva previamente bloqueada
al integrar variables y explicar la situación en un esquema coherente.

Desde el punto de vista de su construcción formal es importante que el reflejo esté libre de juicios o
evaluaciones, los que anulan su función de demostrar comprensión e incluso pueden resultar
contraproducentes.

Los componentes básicos son 2 etapas: Primero: señalar las emociones expresadas por el otro y, segundo:
resumir las causas de estas emociones. Revisemos el siguiente ejemplo que se origina en respuesta a la
frase: "Estoy aburrido de tratar que Juan me ayude a realizar un trabajo que es obligación de ambos y que
me van a evaluar como si fuera realizada de a dos".

ETAPAS EJEMPLO
1. Señalar las emociones expresadas por el "Me doy cuenta de que te sientes molesto
otro. y desilusionado...

2. Resumir las causas. ... porque crees que Juan es irresponsable


y se te esta evaluando injustamente ..."

El señalar las emociones expresadas por el otro implica estar atento a los mensajes implícitos en su
mensaje, más que a los explícitos. En el caso del ejemplo, el interlocutor podría señalar con su lenguaje no
verbal las emociones de enojo y desilusión.

El resumen de la situación debe ser tan conciso y claro como sea posible y estar orientado a las causas
fundamentas expresadas. En este caso es importante reconocer la opinión de que se cree que o se siente
que el otro sujeto es irresponsable y que va a constituir la base desde la cual un sujeto construye su
posición emocional. Es obvio que un reflejo debe implicar un resumen comprensivo y no un repetir literal al
mejor estilo "loro". Para esto recuerde que los mensajes de los demás deben interpretarse desde su propio
punto de vista y considerando los efectos subjetivos de los hechos.

Generación del modelo de acción:

La generación de modelos de acción se asocia a las idea de devolución y estimulación intelectual


presenten en las teorías de coaching y liderazgo. Aquí el objetivo es que el sujeto afectado, ya recuperada
la capacidad ejecutiva, explore su discurso previo asumiendo una posición activa e incorporando conceptos
que le ayuden a recontextualizar la identidad perdida. Al igual que en el caso de la contención
ejemplificaremos las técnicas con un modelo sencillo. En este caso la técnica de retroalimentación.

Técnica de Retroalimentación

La técnica de retroalimentación se utiliza para devolver al sujeto afectado el control sobre sus acciones, de
modo que pueda corregirlas o mantenerlas. El concepto a la base de esta técnica es que las alteraciones
en el sentido de realidad se originan al utilizar juicios que permiten reificar los procesos y, por tanto, alienar
el control de las acciones. Dos ejemplos de estas reificaciones podrían ser el pensar que “uno es enojón” o
“que se es impuntual” y que por tanto no se tiene injerencia sobre el hecho de enojarse o atrasarse. De
acuerdo a este principio es clave en esta técnica el que la información que se proporcione esté basada en
conductas concretas y resultados exentos de juicios o descalificaciones, ya que de otra manera el
interlocutor puede sentirla como agresión y activarse el bloqueo emocional. Revisemos un ejemplo con las
cuatro etapas de la técnica.

ETAPAS EJEMPLO

1. Expresar el sentimiento propio. Pedro, me siento muy preocupado

2. Señalar la conducta específica que la ... ya que tú llegaste 15 minutos tarde a


contraparte realiza. clases.

3. Resumir las consecuencias de la ... eso te priva de la introducción y distrae


conducta. a tus compañeros.

4. Solicitar información ... Me podrías decir cuál fue la razón de


que llegaras tarde.

La expresión explícita del sentimiento propio aumenta la importancia e impacto del mensaje a la vez que
permite tratar los sentimientos involucrados sin que permanezcan nebulosos y amenazantes. En segundo
lugar el señalar la conducta específica permite observar el proceso y, por tanto, recuperar control ejecutivo.
Al mismo tiempo, el no utilizar juicios disminuye la ansiedad que produce confrontar la devolución.
Posteriormente la descripción de las consecuencias de la conducta permite evidenciar el impacto que las
acciones tienen sobre las personas y el medio. Finalmente, solicitar información permite que el afectado
explore su mapa mental e identifique cursos de acción alternativos.

Ensayo y generalización del modelo:

Como ya se ha señalado, una vez desarrollado el discurso que permite que el sujeto afectado reconstruya
una identidad posible es necesario apoyar el desarrollo de las capacidades que la posibilitan. Esta etapa
puede ser tan prolongada como la formación universitaria o tan breve como el mismo proceso de
generación del discurso.

Si bien no nos referiremos en detalle a este punto, es necesario señalar que debido a los cambios
tecnológicos y socioculturales las capacidades se han hecho crecientemente más complejas en su
adquisición. Esto está llevando a que los sujetos no sólo deban actualizar constantemente sus modelos de
procesamiento, sino que continuar desarrollando las habilidades intelectuales y características de
personalidad a lo largo de toda la adultez. Esta tendencia se evidencia la observar la creciente importancia
de los constructos de intraempresario (Ghoshal & Bartlett, 1998), aprendizaje y cambio continuo (Bell et
als., 2002), desarrollo profesional y orientación empresarial (Goleman, 2000; Goleman et als., 2001; Miner,
2000) y resiliencia organizacional (Hamel & Välikangas, 2003), entre otros que reflejan esta tendencia a la
complejidad creciente de los roles económicos y sociales (Ejemplo. Gosling & Mintzberg, 2003).

Al inicio de estas notas señalamos que las etapas del duelo tienden a superponerse. Esto se debe tanto a que la
creciente complejidad del sistema social ha generado la pérdida de la coordinación entre los roles actuados en
diferentes ámbitos del sistema social, manteniendo la condición de duelo durante la mayor parte de la vida de las
personas, como a que las etapas del duelo se superponen en tanto el desarrollo es las más de las veces un
proceso recurrente y gradual. Ejemplos de lo anterior aparecen al observar como la idea de adolescencia tardía
intenta integrar la existencia de sujetos que si bien pueden ser adultos en el sistema social siguen siendo
dependientes desde el punto de vista del ámbito económico o como el aumento en la proporción de personas que
se insertan con empleos temporales o informales no sólo dificulta una vinculación estable en el ámbito
económico, si no que implica una restricción para la implementación de los planes de vida tradicionales asociados
a cada género. Estas y múltiples otras condiciones hacen necesario aumentar el estudio del duelo y las formas de
facilitarlo en todos los ámbitos de las psicología y la intervención social.

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Retamal, P. Editor (2003) Depresión, Clínica y Terapéutica, Mediterráneo, Santiago.

Rosas, R., Boetto, C. & Jordán, V. (1999) Introducción a la Psicología de la Inteligencia. Ediciones Universidad católica de Chile,
Santiago.

Ruderman, M., Ohlott, P., Panzar, K. & King, S. (2002) Benefits of Multiple Roles for Managerial Women. Academy of
Management Journal, Vol. 45, Nº 2, 369-386.

1 Respecto a la discusión en infantes es posible referirse a: Graziano, W. (2003) Personality Development: An


Introduction Toward Process Approaches to Long-Term Stability and Change in Persons. Journal of Personality,
Vol. 71, Nº 6 (December), 893-903.

2 Reificar es un concepto que se refiere al proceso por el cual los sujetos perciben conductas y las transforman,
vía procesamiento cognitivo, en cualidades estables.

3 Pensemos en la técnica de reencuadre en 6 pasos, de Bandler & Grinder.

4 Ver: Aguado, L. (2002) Procesos Cognitivos y Sistemas Cerebrales en la Emoción. Revista de Neurología, Vol.
34, Nº 12, 1161-1170.

5 Es interesante notar que el concepto de actividad ruso ( deyatelnost) implica un sistema coherente de acciones
internas y externas que se orientan hacia el logro de una meta conciente. Esto se diluye un tanto en la idea de
behavior y aun más en la de conducta, dificultando a los lectores de habla castellana la comprensión de muchos
textos conductuales clásicos. Ver Bedny, G. & Meister, D. (1997) The Russian Theory of Activity. Lawrence
Erlbaum Assoc.

6 Tomado de Erickson, E. (1994) El ciclo vital humano. Originalmente publicado en 1968. En Erickson, E. Un
modo de ver las cosas. Escritos selectos de 1930 a 1980 . México: Fondo de Cultura Economica. Página 536.

7 En este sentido podría hacerse el paralelo entre el control de la conducta volitiva, facilitado por los
valores; y el control de las acciones, facilitado por los condicionamientos emocionales.

8 Esto explica en gran parte que la inversión económica de segundos y terceros matrimonios tienda a
ser menor que en el primero. Así mismo, que en la institucionalidad de algunas religiones ya no se
vuelva a celebrar la ceremonia y que los sujetos que fracasan deban ser excluidos para no diseminar
su incredulidad.

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