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La Muerte en México

“Los que van al cielo son los que mataban en las guerras y los cautivos que habían muerto en poder de sus
enemigos: unos morían acuchillados, otros acañavereados, otros aporreados con palos de pino, otros peleando con
ellos, otros atábanles teas por todo el cuerpo y poníanles fuego, y así se quemaban. Todos estos están en un llano y a
la hora que salía el sol, alzaban voces y daban gritos golpeando las rodelas; y el que tenía la rodela horadada de saetas,
por los agujeros mira el sol; el que no tenía rodela horadada de saetas, no podía mirar el sol. Las ofrendas que les daban
a ellos los vivos en este mundo, los muertos venían y los recibían. Después de pasados cuatro años, las ánimas de
estos difuntos se tornaban en diversos géneros de aves de pluma rica, y andaban chupando todas las flores en la tierra
en este mundo, como los zonzones lo hacen”. [1]

La muerte ha generado veneración, respeto, admiración e incomprensión de cultura en cultura, creando mitos sepulcrales y
leyendas místicas a lo largo de la historia. Muerte y vida, dos conceptos aparentemente opuestos, pero lo cierto es que
van de la mano, nadie puede vivir sin tener que morir, y así es concebido en muchas culturas de antaño como la
mexica, donde la muerte figura como un puente al más allá y cuyo destino, no esta condicionado a los actos de tipo
moral, sino de acuerdo al modo y tipo de muerte que se tenía.

La concepción italiana y griega sobre el alma después de la muerte, a diferencia de la cultura mexica, nos remite a un
mundo de permanencia cercana al hombre, ya que continuaba viviendo bajo la tierra. De esta creencia primitiva se derivó
la necesidad de sepultura, puesto que el alma debía estar cerca del suelo patriótico y de la tumba familiar.

Las creencias del alma y la muerte dieron lugar al surgimiento de reglas de conducta en todas las culturas antiguas,
sobretodo en Europa, una de ellas fue la obligación de los vivos por satisfacer de alimentos y bebidas a los muertos.
También la veneración fue objeto de regulación, ya que en el pensamiento de los vivos, cada muerto era como un dios y
merecía de un ritual digno por parte de los suyos. Se pensaba en la antigüedad que el que moría sin dejar hijos, no podía
recibir ofrendas y estaba expuesto al hambre perpetua. Por esta razón las ofrendas a los muertos consistían en flores,
frutas, incienso, vino y todo aquello que podía ser grato.

En la historia de México, la ofrenda de muertos funciona como un lazo cultural que conjunta los valores prehispánicos
a los valores cristianos, introducidos por los frailes de las órdenes regulares, en una mezcla que hasta el momento
conserva sus características primordiales.

Pero a pesar de la herencia cultural de los antiguos pueblos, en México ha evolucionado el sentido de la muerte. El
mexicano ríe de este fenómeno inevitable a través de su ingenio y creatividad, y es ahí donde se establece una distinción
de los países mesoamericanos en relación con otras culturas europeas.

En México las calaveras, el pan de muerto, los esqueletos de papel, los juguetes funerarios, figuras de cartón vestidas de
papel negro con cabezas de garbanzo que sostienen pequeños ataúdes, configuran esa creatividad de la que
hablamos, haciéndola única y original del pueblo mexicano. En época de la Revolución de 1910, las calaveras tuvieron
un auge importante, ya que sirvieron de crítica política, un ejemplo de ello, fueron las ilustraciones de un gran número de
versos de tradición oral, que presentaba las calaveras vestidas de gala en las fiestas populares, montadas a caballo,
vestidas de novio, siempre con una intención irónica. Las calaveras también pueden ser de azúcar, chocolate, amaranto y
de diversas formas como variable puede ser el ingenio mexicano.

El primer altar en México se efectuó en la Hacienda de Clavería por Fray Sebastián Aparicio, bautizándolo con el
nombre de “fieles difuntos” y para cristianizarla, colocó una cruz de veladoras encendidas y una cruz
confeccionada con pétalos de cempazúchitl. Así se acostumbra desde aquel tiempo y lo que se admira de las ofrendas
desde entonces es su magnificencia, su misticismo y su arraigo mexicano de generación en generación.

Las ofrendas en la actualidad configuran un rito respetuoso que las familias mexicanas preparan para recordar a los que
se han ido, y que según la creencia, regresan para gozar lo que en vida más disfrutaban. Por esta razón los altares
reúnen un gran colorido que debe agradar al visitante del más allá: flores, velas, calaveras de azúcar, pan, platillos
diversos, bebidas, cigarros, etc., según el agrado del difunto, y tampoco puede dejar de faltar los artículos personales
que lo identifiquen, como podrían ser: un sombrero, una cartera o hasta un retrato.

Se dice que el mexicano refleja el miedo a la muerte a través de burlas y juegos, sin embargo, no deja de existir un
respeto hacia la muerte, y hay quienes piensan que ríe de ella porque sabe que no es el fin... es simplemente una
entrada a lo místico y desconocido, a un mundo inevitable como la misma muerte.

Por: Gerardo Villavicencio Obregón

Ensayo sobre el folclore mexicano para la Universidad la Salle. (C) 1998, México.

[1] SAHAGUN, Fray Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España. Vol. I. México. Porrúa. 1946.
P.288
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ZONZONES: Significan colibríes.

RODELA: Escudo.

HORADADA: Perforada

SAETAS: Dardos, flechas.

TEAS: Antorchas

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